Prólogo

Bromelias en Puerto Carreño.    Aldo Brando.

Texto de: Art Wolfe

Conocí a Aldo Brando durante el primer foro de la Asociación Norteamericana de Fotógrafos de la Naturaleza. Nuestro común interés por la fotografía y por una meta compartida de llevar la naturaleza, y más importante aún, la problemática ambiental, a las grandes masas de nuestros respectivos países, nos convirtió rápidamente en amigos.

En un comienzo, Aldo quiso ser biólogo, pero su fervor por la aventura y la conservación se hicieron evidentes. La fotografía reveló en él la sensibilidad de un artista. Su imaginería capta no sólo la realidad que el ojo ve, sino la que hay más allá, ahondando en la belleza y el alma misma de la vida silvestre. Al hacerlo, nos revela todo el esplendor de su color y su forma.

En esta época marcada por el severo agotamiento de nuestros recursos, creo que los fotógrafos naturalistas podemos propiciar un gran cambio. No se trata sólo de una opción sino de una meta. Con este libro, Aldo Brando asume el desafío. Su monumental cubrimiento de la biodiversidad colombiana, desde los ecosistemas marinos hasta los ambientes alto-andinos, ilustra claramente lo que podemos perder, no sólo en este contexto ecuatorial sino a escala global.

Sus esfuerzos merecen mi admiración y respeto.