- Botero esculturas (1998)
- Salmona (1998)
- El sabor de Colombia (1994)
- Wayuú. Cultura del desierto colombiano (1998)
- Semana Santa en Popayán (1999)
- Cartagena de siempre (1992)
- Palacio de las Garzas (1999)
- Juan Montoya (1998)
- Aves de Colombia. Grabados iluminados del Siglo XVIII (1993)
- Alta Colombia. El esplendor de la montaña (1996)
- Artefactos. Objetos artesanales de Colombia (1992)
- Carros. El automovil en Colombia (1995)
- Espacios Comerciales. Colombia (1994)
- Cerros de Bogotá (2000)
- El Terremoto de San Salvador. Narración de un superviviente (2001)
- Manolo Valdés. La intemporalidad del arte (1999)
- Casa de Hacienda. Arquitectura en el campo colombiano (1997)
- Fiestas. Celebraciones y Ritos de Colombia (1995)
- Costa Rica. Pura Vida (2001)
- Luis Restrepo. Arquitectura (2001)
- Ana Mercedes Hoyos. Palenque (2001)
- La Moneda en Colombia (2001)
- Jardines de Colombia (1996)
- Una jornada en Macondo (1995)
- Retratos (1993)
- Atavíos. Raíces de la moda colombiana (1996)
- La ruta de Humboldt. Colombia - Venezuela (1994)
- Trópico. Visiones de la naturaleza colombiana (1997)
- Herederos de los Incas (1996)
- Casa Moderna. Medio siglo de arquitectura doméstica colombiana (1996)
- Bogotá desde el aire (1994)
- La vida en Colombia (1994)
- Casa Republicana. La bella época en Colombia (1995)
- Selva húmeda de Colombia (1990)
- Richter (1997)
- Por nuestros niños. Programas para su Proteccion y Desarrollo en Colombia (1990)
- Mariposas de Colombia (1991)
- Colombia tierra de flores (1990)
- Los países andinos desde el satélite (1995)
- Deliciosas frutas tropicales (1990)
- Arrecifes del Caribe (1988)
- Casa campesina. Arquitectura vernácula de Colombia (1993)
- Páramos (1988)
- Manglares (1989)
- Señor Ladrillo (1988)
- La última muerte de Wozzeck (2000)
- Historia del Café de Guatemala (2001)
- Casa Guatemalteca (1999)
- Silvia Tcherassi (2002)
- Ana Mercedes Hoyos. Retrospectiva (2002)
- Francisco Mejía Guinand (2002)
- Aves del Llano (1992)
- El año que viene vuelvo (1989)
- Museos de Bogotá (1989)
- El arte de la cocina japonesa (1996)
- Botero Dibujos (1999)
- Colombia Campesina (1989)
- Conflicto amazónico. 1932-1934 (1994)
- Débora Arango. Museo de Arte Moderno de Medellín (1986)
- La Sabana de Bogotá (1988)
- Casas de Embajada en Washington D.C. (2004)
- XVI Bienal colombiana de Arquitectura 1998 (1998)
- Visiones del Siglo XX colombiano. A través de sus protagonistas ya muertos (2003)
- Río Bogotá (1985)
- Jacanamijoy (2003)
- Álvaro Barrera. Arquitectura y Restauración (2003)
- Campos de Golf en Colombia (2003)
- Cartagena de Indias. Visión panorámica desde el aire (2003)
- Guadua. Arquitectura y Diseño (2003)
- Enrique Grau. Homenaje (2003)
- Mauricio Gómez. Con la mano izquierda (2003)
- Ignacio Gómez Jaramillo (2003)
- Tesoros del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario. 350 años (2003)
- Manos en el arte colombiano (2003)
- Historia de la Fotografía en Colombia. Museo de Arte Moderno de Bogotá (1983)
- Arenas Betancourt. Un realista más allá del tiempo (1986)
- Los Figueroa. Aproximación a su época y a su pintura (1986)
- Andrés de Santa María (1985)
- Ricardo Gómez Campuzano (1987)
- El encanto de Bogotá (1987)
- Manizales de ayer. Album de fotografías (1987)
- Ramírez Villamizar. Museo de Arte Moderno de Bogotá (1984)
- La transformación de Bogotá (1982)
- Las fronteras azules de Colombia (1985)
- Botero en el Museo Nacional de Colombia. Nueva donación 2004 (2004)
- Gonzalo Ariza. Pinturas (1978)
- Grau. El pequeño viaje del Barón Von Humboldt (1977)
- Bogotá Viva (2004)
- Albergues del Libertador en Colombia. Banco de la República (1980)
- El Rey triste (1980)
- Gregorio Vásquez (1985)
- Ciclovías. Bogotá para el ciudadano (1983)
- Negret escultor. Homenaje (2004)
- Mefisto. Alberto Iriarte (2004)
- Suramericana. 60 Años de compromiso con la cultura (2004)
- Rostros de Colombia (1985)
- Flora de Los Andes. Cien especies del Altiplano Cundi-Boyacense (1984)
- Casa de Nariño (1985)
- Periodismo gráfico. Círculo de Periodistas de Bogotá (1984)
- Cien años de arte colombiano. 1886 - 1986 (1985)
- Pedro Nel Gómez (1981)
- Colombia amazónica (1988)
- Palacio de San Carlos (1986)
- Veinte años del Sena en Colombia. 1957-1977 (1978)
- Bogotá. Estructura y principales servicios públicos (1978)
- Colombia Parques Naturales (2006)
- Érase una vez Colombia (2005)
- Colombia 360°. Ciudades y pueblos (2006)
- Bogotá 360°. La ciudad interior (2006)
- Guatemala inédita (2006)
- Casa de Recreo en Colombia (2005)
- Manzur. Homenaje (2005)
- Gerardo Aragón (2009)
- Santiago Cárdenas (2006)
- Omar Rayo. Homenaje (2006)
- Beatriz González (2005)
- Casa de Campo en Colombia (2007)
- Luis Restrepo. construcciones (2007)
- Juan Cárdenas (2007)
- Luis Caballero. Homenaje (2007)
- Fútbol en Colombia (2007)
- Cafés de Colombia (2008)
- Colombia es Color (2008)
- Armando Villegas. Homenaje (2008)
- Manuel Hernández (2008)
- Alicia Viteri. Memoria digital (2009)
- Clemencia Echeverri. Sin respuesta (2009)
- Museo de Arte Moderno de Cartagena de Indias (2009)
- Agua. Riqueza de Colombia (2009)
- Volando Colombia. Paisajes (2009)
- Colombia en flor (2009)
- Medellín 360º. Cordial, Pujante y Bella (2009)
- Arte Internacional. Colección del Banco de la República (2009)
- Hugo Zapata (2009)
- Apalaanchi. Pescadores Wayuu (2009)
- Bogotá vuelo al pasado (2010)
- Grabados Antiguos de la Pontificia Universidad Javeriana. Colección Eduardo Ospina S. J. (2010)
- Orquídeas. Especies de Colombia (2010)
- Apartamentos. Bogotá (2010)
- Luis Caballero. Erótico (2010)
- Luis Fernando Peláez (2010)
- Aves en Colombia (2011)
- Pedro Ruiz (2011)
- El mundo del arte en San Agustín (2011)
- Cundinamarca. Corazón de Colombia (2011)
- El hundimiento de los Partidos Políticos Tradicionales venezolanos: El caso Copei (2014)
- Artistas por la paz (1986)
- Reglamento de uniformes, insignias, condecoraciones y distintivos para el personal de la Policía Nacional (2009)
- Historia de Bogotá. Tomo I - Conquista y Colonia (2007)
- Historia de Bogotá. Tomo II - Siglo XIX (2007)
- Academia Colombiana de Jurisprudencia. 125 Años (2019)
- Duque, su presidencia (2022)
La Región del Chocó
Salto Tilupo. Parque Nacional Katios. Chocó.
Salto Tilupo. Parque Nacional Katios. Chocó.
Salto la Tigra, Parque Nacional Katios, Chocó,
Ballenas jorobadas, Megaptera noveangliae, Parque Nacional Isla Gorgona, contra el esplendor vegetal de la selva pacífica.
Parque Nacional Ensenada de Utría.
Cephaelis sp. Rubiácea.
Iraca, Carludovica palinata, Cyclanthácea.
Zyngiberácea.
Iraca, Carludovica palmata.
Musa sp.
Melastomatácea.
Flor de «rastrera «.
Heliconia sp.
Caña Agria, Costus sp.
Mulato, Byrsonima sp.
Rubiácea.
Liana, Bahía Solano, Chocó.
Bejuco escalero o escala de mono, Bahía Solano, Chocó.
Lianas y estranguladoras "matapalo". Bahía Tebada, Chocó.
Salto Tilupo. Parque Nacional katíos, Chocó.
Río Sabaletas desembocando en El Anchicayá, Valle del Cauca.
Texto de: Alwyn Gentry
“La región es un inmenso, salvaje y exuberante invernadero, creado por la naturaleza para sí misma”.
–Charles Darwin
La región del Chocó en Colombia, es el epítome de la selva húmeda tropical. En rigor, y de acuerdo con la terminología de las biozonas de Holdridge, es el único lugar del Neotrópico en donde se encuentra el verdadero “bosque pluvial tropical”. Unica, ecológicamente hablando, esta región es, muy probablemente, la más lluviosa del globo; y es igualmente probable, además, que en alguna parte de su geografía se encuentre el punto más húmedo del planeta. Otra peculiaridad ecológica de la zona, es la frecuencia con que se presentan en ella los suelos más deslavados y pobres en nutrientes: el subsuelo de arcilla blancuzca que se encuentra en algunas áreas, es uno de los de menor contenido de elementos esenciales como el fósforo, y de trazas de elementos menores como el boro y el zinc, que es posible hallar en cualquier otro lugar del mundo. Por otra parte, el Chocó se encuentra aislado biogeográficamente por las cordilleras andinas, del núcleo amazónico del continente suramericano. Como consecuencia de su peculiar ecología y de su aislamiento geográfico, el Chocó alberga una de las selvas más sui generis de toda Suramérica; el sur del territorio del Chocó es posible que contenga la proporción más elevada de endemismo específico de todo el continente.
Y otra peculiaridad: mientras que los que la desconocen imaginan que el exceso de lluvia debe hacer intolerable la vida en la región, el hecho es que la precipitación se presenta, más que todo, en las horas de la tarde y durante la noche, de manera que muchos visitantes se declaran sorprendidos de encontrar mucha menos lluvia de la que esperaban. Sin embargo, la precipitación es suficiente para alimentar dos de los ríos más majestuosos de Colombia, el Atrato y el San Juan, que corren paralelos a los Andes, atravesando el corazón de la región chocoana, y dirigiéndose, el primero hacia el norte, y el segundo hacia el sur. En su recorrido, estos ríos reciben numerosos tributarios de la Cordillera Occidental colombiana, y su caudal es desmesurado y violento durante la mayor parte del año. De hecho, el Atrato es, en caudal, el segundo río más grande de Suramérica, y el volumen de sedimentos andinos que acarrea sus aguas, ha formado una extensa y cambiante región déltica, por la que, en numerosos brazos, desemboca en el mar Caribe.
Más hacia el sur, y a lo largo de las vertientes de la costera Serranía del Baudó, numerosos ríos, más pequeños, la mayoría con eufónicos nombres indígenas -Mungidó, Baudó, Docampadó, Timbiquí, Yurumanguí-, se precipitan en forma más directa hacia el océano. Empero, estos ríos del occidente colombiano, y sus afluentes, compensan con el esplendor de su belleza selvática lo que les falta en caudal, abriendo con el torrente de sus aguas, profundas gargantas en el flanco de la montaña, y ofreciendo el espléndido espectáculo de numerosos rápidos y cascadas. Las rocas salpicadas continuamente por el agua de la corriente, nutridas por la lluvia frecuente, ostentan una rica alfombra de verdor, sin paralelo en otra parte del mundo. Suculentas Gesneriáceas y Aróideas, emulan con los helechos, los musgos y la ubicua Ciclantácea Dicranopygium, por ocupar un lugar en el importante tapete verde del bosque.
No hay duda ninguna de que el Reino Vegetal encuentra al Chocó de su completo agrado. El esplendor botánico de la región ha sido siempre reconocido. Y al respecto, recuérdese que Bahía Solano, su más importante poblado costero se llamó, en un principio, Puerto Mutis, bautizado así, no porque el ilustre botánico hubiera visitado el Chocó... ¡sino porque los fundadores del puerto pensaron que ha debido hacerlo!
De hecho, la selva chocoana es la más rica del mundo en especies vegetales, aunque no ocurre lo mismo en relación con la mayor parte de los animales vertebrados. Dos muestreos realizados sobre un área de un décimo de héctarea, para plantas con un diámetro medio por encima de 2,5 cm son los más ricos que hayan sido registrados jamás en cualquier selva del planeta. En efecto, el récord mundial es de 265 especies de plantas de más de 2,5 cm de diámetro medio, recolectadas en el Bajo Calima, cerca de Buenaventura; y el segundo lugar corresponde a una muestra tomada en las cercanías de Tutunendó, al oriente de Quibdó. Hay tantas especies diferentes de árboles que se apretujan en estos bosques, que más de la mitad de ellas están representadas por tan sólo un ejemplar, de más de 10 cm de diámetro medio, por cada hectárea de bosque. Una alta precipitación lluviosa se correlaciona, generalmente, con una gran riqueza en especies vegetales, y, sin lugar a duda, la espectacular diversidad que ostentan los bosques chocoanos es el resultado directo de esta circunstancia.
Aunque los bosques chocoanos son, por varias razones, el paradigma máximo del bosque lluvioso tropical, resultan insólitos por otros varios aspectos, cuando se les compara con otras florestas lluviosas del trópico. Por lo general, en los bosques tropicales más húmedos, se observa la tendencia a la multiplicidad de árboles de menor talla -y con menor biomasa-, en comparación con bosques equivalentes del Neotrópico. De igual manera, la población de trepadoras o bejucos es menor en el Chocó, donde están reemplazados por hemiepífitas leñosas, pertenecientes a familias como las Gutíferas, Marcgraviáceas y Melastomatáceas, todas las cuales alcanzan allí sus máximos niveles de diversificación.
El Chocó es, así mismo, extremadamente rico en hierbas y en epífitas herbáceas que, en conjunto, pueden llegar a constituir la tercera parte de las especies, en un bosque determinado de la zona. La mayoría de los árboles están cubiertos por una espesa capa de musgos, y por numerosas epífitas vasculares, de manera que su aspecto es más el de árboles de un bosque de niebla, que de árboles de selva tropical de baja altitud.
Desde el punto de vista taxonómico, las familias de plantas leñosas más diversificadas del bajo bosque lluvioso chocoano, son: Leguminosas, Rubiáceas, Palmas, Anonáceas, Melastomatáceas, Sapotáceas y Gutíferas. Otras de las varias familias de plantas leñosas de la zona son: Moráceas, Lauráceas, Lecitidáceas, Miristicáceas, Euforbiáceas, Crisobalanáceas y Mirtáceas. Lo que demuestra que el bosque chocoano está compuesto, en buena parte, por las mismas familias que se encuentran en las selvas amazónicas. Unas pocas familias están excepcionalmente bien representadas en los bosques chocoanos: las Aráceas (Anthurium, en especial), Gesneriáceas, Mirtáceas, Bombáceas (sobre todo la Quararibea) y las Palmas.
Característica muy especial de estos bosques es la abundancia de grandes palmas, como las Jessenia, Socratea, Iriartea y Wettinia, que son, con frecuencia, las especies arbóreas más comunes. Además, los muestreos efectuados en el Chocó, contienen una mayor proporción de palmas que los de ninguna otra parte del mundo. Si la América del Sur es el continente de los pájaros, el Chocó es, sin duda, “la comarca de las palmas”.
Una peculiaridad más de las tierras bajas del Chocó, es que familias de plantas, generalmente circunscritas a las alturas andinas, se encuentran aquí a nivel del mar o muy cerca. Géneros de familias típicas (taxa) de bosques montanos, representadas en las tierras bajas del Chocó son: Hedyosma, Ilex, Panopsis, Meliosma, Talauma, Podocarpus y Brunellia. La presencia allí de estas especies de montaña, es una instancia más de las similitudes que tienen las selvas húmedas chocoanas con los bosques de niebla.
En los bosques del Chocó la dispersión de semillas con la ayuda del viento es escasa, en cambio la dispersión llevada a cabo por aves y mamíferos es alta. Más del 90% de las especies de plantas leñosas son propagadas en esta última forma (propagación zoócora). Probablemente las semillas relativamente voluminosas aptas para la distribución animal, ofrecen considerables ventajas selectivas en los suelos deslavados y pobres en nutrientes, como las tierras bajas del Chocó. En realidad, varias familias de plantas producen en el Chocó semillas de mayor tamaño que en ninguna otra parte. El fruto de la palma Orbignya cuatrecasana Dugand, es apenas más pequeño que el del cocotero, o del doble cocotero. La Saccoglottis ovicarpa Cuatrecasas, es la Humiriácea de frutos más grandes. Varias especies endémicas de Miristicáceas producen las mayores semillas en su género. Algunos de estos frutos y semillas especialmente voluminosos, que evolucionaron así para hacerse atractivas a los mamíferos dispersadores, son también consumidas por el hombre.
Los colombianos deben el reciente auge del delicioso refresco “borojó”, a este fenómeno. El buen tamaño y la redondez de este fruto propagado por los mamíferos de la selva, contribuyen a la creencia popular de sus propiedades afrodisiacas, que ha estimulado su consumo en todo el país. Quizás los bosques chocoanos tengan muchos más secretos que compartir con el resto de los colombianos. Y a este propósito, ¿no sería preferible impulsar una industria extractiva basada en el fomento de estas especies nativas productoras de frutos de tamaño excepcional, que prospera en regiones de alta precipitación y de suelos ultraestériles -sin mencionar el aspecto conservacionista-, en lugar de opciones de desarrollo agrícola más tradicionales?
Otra característica única de las florestas pluviales chocoanas, es el desmesurado tamaño de las hojas de algunas especies. Y, de nuevo, en este aspecto se han superado muchos récords mundiales relacionados con el tamaño de las hojas, particularmente en el Bajo Calima, donde el gran tamaño y una extrema esclerofilia, caracteriza las hojas de muchas especies no relacionadas entre sí.
Las especies del Bajo Calima, a las que se atribuye las hojas más grandes conocidas en el mundo, incluyen: Schlegelia dressleri A. Gentry, (Bignoniácea); Psittacanthus gigas Kuijt, (Lorantácea); Licania gentryi Prance, (Crisobalanácea), Iryanthera megistophylla A. C. Smith, (Miristicácea); Ilex sp. nueva, (15 a 25 hojas, de 10 cm aproximadamente), (Aquifoliácea); Guarea cartaguenya Cuatrecasas, (Meliácea); Pleurothyrium sp. nueva, (Laurácea); Pentagonia grandiflora Standl. (Rubiácea) y Protium amplum Cuatrecasas, (Bursácea). Muchas otras especies parecen tener las más grandes hojas en sus respectivos géneros. Y todas las especies poseedoras de hojas de gran tamaño en esta localidad -y en toda la región-, tienen, así mismo, una estructura foliar extremadamente esclerófila. El área de distribución de varias de estas plantas de grandes hojas, se extiende, por el norte, hasta el oriente de Panamá, y por el sur, hasta el Ecuador. Pero las más de ellas parecen ser especies de suelos con substrato de arcilla blanca muy pobres en fósforo, como los del Bajo Calima, a los cuales está reducido su endemismo. Las más desarrolladas de estas hojas son estructuras de tejido foliar de 1 m de longitud y más de 50 cm de ancho, y es fácil que sean las mayores hojas simples individuales de cualquier dicotiledónea del mundo.
La región del Chocó ofrece una variedad de otros tipos de vegetación, además de la que es característica de la floresta pluvial. Aunque algunos bosques zonales son menos ricos en especies, muchos de ellos son notables por otros conceptos. En el norte del Chocó la precipitación es más moderada, y allí la vegetación es más parecida a la de la Amazonia, tanto en flora como en estructura. Las serranías costeras de poca altitud, son también florísticamente diferentes de los bajos bosques pluviales a lo largo de los ríos Atrato y San Juan. El sur de la región chocoana, y la zona occidental del departamento de Nariño, tienen, así mismo, sus especies vegetales propias, muchas de ellas compartidas con la región norte de la República del Ecuador, que se asemeja al Chocó colombiano.
Existen también en el área chocoana porciones de bosque pantanoso, que pueden ser de especial importancia económica. En su parte norte se encuentran “cativales”, conformados por la especie Prioria copaifera (cativo), que, tradicionalmente, han sido los mayores productores madereros de la región. Los manglares de la costa pacífica son los más ricos del hemisferio occidental, y valiosísimos como áreas de reproducción de organismos acuáticos y como fuente de tanino y de madera para la construcción.
Los bosques pantanosos de sajo, Campnosperma panamense, que reemplaza al cativo como especie dominante en los pantanos de agua dulce del sur de la región, son también productores de valiosa madera. Estos bosques de pantano, que se asemejan en su flora a los pantanos turbosos del sudeste de Asia, donde prevalece el mismo género de árboles, parecen ser casos de antiquísimas asociaciones de épocas remotas, cuando existía aún el mar de Tetis.
Los bosques de la región del Chocó ofrecen otra característica especial, que, probablemente, los hace únicos en el planeta. A pesar de que las familias y géneros de plantas que los componen son los mismos que pueden encontrarse en otras regiones de América Latina, muchas de sus familias parecen haber experimentado un proceso de especiación mucho más intenso en el hábitat del bosque nuboso chocoano. Son pocos los datos comprobados que se tienen, pero existen serios indicios de que las aisladas vertientes boscosas de las serranías de la costa pacífica pueden albergar todavía numerosas especies vegetales endémicas. En una insignificante porción de bosque de ladera, en el trayecto de unos 20 km en su parte más alta, y ya en territorio ecuatoriano próximo a la frontera con Colombia, se ha comprobado la existencia de 90 especies endémicas, no descubiertas en ninguna otra parte. Cerca de la cuarta parte de las especies encontradas en una de las serranías más intensamente exploradas del Chocó, la Sierra Tacarcuna-Mali, en la frontera con Panamá, son exclusivas de esa zona y no han sido vistas en ninguna otra parte; cada nueva expedición organizada para recolectar especímenes vegetales, a lo largo del piedemonte de la Cordillera Occidental de Colombia, regresa con numerosos ejemplares desconocidos todavía e imposibles de identificar. La gran mayoría de estas especies endémicas locales, pertenecen a familias de plantas más que todo epifíticas, arbustivas o herbáceas. Todo indica que en esta zona la tasa de especiación es sumamente alta, con un proceso de transformación muy rápido, a veces explosivo. Se ha especulado que se presenta allí un episodio de verdadero desenfreno evolutivo, en que la especiación esencialmente accidental, tiene origen en el desplazamiento genético, característico de pequeños grupos poblacionales confinados, todo ello asociado a una constante recolonización en un hábitat dinámico, aislado por barreras montañosas, sujeto a lluvias torrenciales localizadas y a frecuentes deslizamientos del terreno. Existen indicios de que el caso extremo de especiación observable en las orquídeas de este invernadero evolutivo natural, puede tener lugar en un lapso de apenas 15 años. Si es verdad que cada semiaislada parcela de bosque de serranía nublado y lluvioso en la región chocoana tiene su inventario definido y propio de especies locales endémicas, entonces los centenares de parcelas boscosas inexploradas de la región implican la posibilidad de existencia de miles de especies de plantas todavía desconocidas, probablemente en un porcentaje mayor que en cualquier otro lugar del planeta.
Quizás en ninguna otra parte se encuentra el investigador enfrentado, en forma tan dramática, a la evidente deficiencia de sus conocimientos científicos sobre las florestas tropicales y los organismos que allí se encuentran.
#AmorPorColombia
La Región del Chocó
Salto Tilupo. Parque Nacional Katios. Chocó.
Salto Tilupo. Parque Nacional Katios. Chocó.
Salto la Tigra, Parque Nacional Katios, Chocó,
Ballenas jorobadas, Megaptera noveangliae, Parque Nacional Isla Gorgona, contra el esplendor vegetal de la selva pacífica.
Parque Nacional Ensenada de Utría.
Cephaelis sp. Rubiácea.
Iraca, Carludovica palinata, Cyclanthácea.
Zyngiberácea.
Iraca, Carludovica palmata.
Musa sp.
Melastomatácea.
Flor de «rastrera «.
Heliconia sp.
Caña Agria, Costus sp.
Mulato, Byrsonima sp.
Rubiácea.
Liana, Bahía Solano, Chocó.
Bejuco escalero o escala de mono, Bahía Solano, Chocó.
Lianas y estranguladoras "matapalo". Bahía Tebada, Chocó.
Salto Tilupo. Parque Nacional katíos, Chocó.
Río Sabaletas desembocando en El Anchicayá, Valle del Cauca.
Texto de: Alwyn Gentry
“La región es un inmenso, salvaje y exuberante invernadero, creado por la naturaleza para sí misma”.
–Charles Darwin
La región del Chocó en Colombia, es el epítome de la selva húmeda tropical. En rigor, y de acuerdo con la terminología de las biozonas de Holdridge, es el único lugar del Neotrópico en donde se encuentra el verdadero “bosque pluvial tropical”. Unica, ecológicamente hablando, esta región es, muy probablemente, la más lluviosa del globo; y es igualmente probable, además, que en alguna parte de su geografía se encuentre el punto más húmedo del planeta. Otra peculiaridad ecológica de la zona, es la frecuencia con que se presentan en ella los suelos más deslavados y pobres en nutrientes: el subsuelo de arcilla blancuzca que se encuentra en algunas áreas, es uno de los de menor contenido de elementos esenciales como el fósforo, y de trazas de elementos menores como el boro y el zinc, que es posible hallar en cualquier otro lugar del mundo. Por otra parte, el Chocó se encuentra aislado biogeográficamente por las cordilleras andinas, del núcleo amazónico del continente suramericano. Como consecuencia de su peculiar ecología y de su aislamiento geográfico, el Chocó alberga una de las selvas más sui generis de toda Suramérica; el sur del territorio del Chocó es posible que contenga la proporción más elevada de endemismo específico de todo el continente.
Y otra peculiaridad: mientras que los que la desconocen imaginan que el exceso de lluvia debe hacer intolerable la vida en la región, el hecho es que la precipitación se presenta, más que todo, en las horas de la tarde y durante la noche, de manera que muchos visitantes se declaran sorprendidos de encontrar mucha menos lluvia de la que esperaban. Sin embargo, la precipitación es suficiente para alimentar dos de los ríos más majestuosos de Colombia, el Atrato y el San Juan, que corren paralelos a los Andes, atravesando el corazón de la región chocoana, y dirigiéndose, el primero hacia el norte, y el segundo hacia el sur. En su recorrido, estos ríos reciben numerosos tributarios de la Cordillera Occidental colombiana, y su caudal es desmesurado y violento durante la mayor parte del año. De hecho, el Atrato es, en caudal, el segundo río más grande de Suramérica, y el volumen de sedimentos andinos que acarrea sus aguas, ha formado una extensa y cambiante región déltica, por la que, en numerosos brazos, desemboca en el mar Caribe.
Más hacia el sur, y a lo largo de las vertientes de la costera Serranía del Baudó, numerosos ríos, más pequeños, la mayoría con eufónicos nombres indígenas -Mungidó, Baudó, Docampadó, Timbiquí, Yurumanguí-, se precipitan en forma más directa hacia el océano. Empero, estos ríos del occidente colombiano, y sus afluentes, compensan con el esplendor de su belleza selvática lo que les falta en caudal, abriendo con el torrente de sus aguas, profundas gargantas en el flanco de la montaña, y ofreciendo el espléndido espectáculo de numerosos rápidos y cascadas. Las rocas salpicadas continuamente por el agua de la corriente, nutridas por la lluvia frecuente, ostentan una rica alfombra de verdor, sin paralelo en otra parte del mundo. Suculentas Gesneriáceas y Aróideas, emulan con los helechos, los musgos y la ubicua Ciclantácea Dicranopygium, por ocupar un lugar en el importante tapete verde del bosque.
No hay duda ninguna de que el Reino Vegetal encuentra al Chocó de su completo agrado. El esplendor botánico de la región ha sido siempre reconocido. Y al respecto, recuérdese que Bahía Solano, su más importante poblado costero se llamó, en un principio, Puerto Mutis, bautizado así, no porque el ilustre botánico hubiera visitado el Chocó... ¡sino porque los fundadores del puerto pensaron que ha debido hacerlo!
De hecho, la selva chocoana es la más rica del mundo en especies vegetales, aunque no ocurre lo mismo en relación con la mayor parte de los animales vertebrados. Dos muestreos realizados sobre un área de un décimo de héctarea, para plantas con un diámetro medio por encima de 2,5 cm son los más ricos que hayan sido registrados jamás en cualquier selva del planeta. En efecto, el récord mundial es de 265 especies de plantas de más de 2,5 cm de diámetro medio, recolectadas en el Bajo Calima, cerca de Buenaventura; y el segundo lugar corresponde a una muestra tomada en las cercanías de Tutunendó, al oriente de Quibdó. Hay tantas especies diferentes de árboles que se apretujan en estos bosques, que más de la mitad de ellas están representadas por tan sólo un ejemplar, de más de 10 cm de diámetro medio, por cada hectárea de bosque. Una alta precipitación lluviosa se correlaciona, generalmente, con una gran riqueza en especies vegetales, y, sin lugar a duda, la espectacular diversidad que ostentan los bosques chocoanos es el resultado directo de esta circunstancia.
Aunque los bosques chocoanos son, por varias razones, el paradigma máximo del bosque lluvioso tropical, resultan insólitos por otros varios aspectos, cuando se les compara con otras florestas lluviosas del trópico. Por lo general, en los bosques tropicales más húmedos, se observa la tendencia a la multiplicidad de árboles de menor talla -y con menor biomasa-, en comparación con bosques equivalentes del Neotrópico. De igual manera, la población de trepadoras o bejucos es menor en el Chocó, donde están reemplazados por hemiepífitas leñosas, pertenecientes a familias como las Gutíferas, Marcgraviáceas y Melastomatáceas, todas las cuales alcanzan allí sus máximos niveles de diversificación.
El Chocó es, así mismo, extremadamente rico en hierbas y en epífitas herbáceas que, en conjunto, pueden llegar a constituir la tercera parte de las especies, en un bosque determinado de la zona. La mayoría de los árboles están cubiertos por una espesa capa de musgos, y por numerosas epífitas vasculares, de manera que su aspecto es más el de árboles de un bosque de niebla, que de árboles de selva tropical de baja altitud.
Desde el punto de vista taxonómico, las familias de plantas leñosas más diversificadas del bajo bosque lluvioso chocoano, son: Leguminosas, Rubiáceas, Palmas, Anonáceas, Melastomatáceas, Sapotáceas y Gutíferas. Otras de las varias familias de plantas leñosas de la zona son: Moráceas, Lauráceas, Lecitidáceas, Miristicáceas, Euforbiáceas, Crisobalanáceas y Mirtáceas. Lo que demuestra que el bosque chocoano está compuesto, en buena parte, por las mismas familias que se encuentran en las selvas amazónicas. Unas pocas familias están excepcionalmente bien representadas en los bosques chocoanos: las Aráceas (Anthurium, en especial), Gesneriáceas, Mirtáceas, Bombáceas (sobre todo la Quararibea) y las Palmas.
Característica muy especial de estos bosques es la abundancia de grandes palmas, como las Jessenia, Socratea, Iriartea y Wettinia, que son, con frecuencia, las especies arbóreas más comunes. Además, los muestreos efectuados en el Chocó, contienen una mayor proporción de palmas que los de ninguna otra parte del mundo. Si la América del Sur es el continente de los pájaros, el Chocó es, sin duda, “la comarca de las palmas”.
Una peculiaridad más de las tierras bajas del Chocó, es que familias de plantas, generalmente circunscritas a las alturas andinas, se encuentran aquí a nivel del mar o muy cerca. Géneros de familias típicas (taxa) de bosques montanos, representadas en las tierras bajas del Chocó son: Hedyosma, Ilex, Panopsis, Meliosma, Talauma, Podocarpus y Brunellia. La presencia allí de estas especies de montaña, es una instancia más de las similitudes que tienen las selvas húmedas chocoanas con los bosques de niebla.
En los bosques del Chocó la dispersión de semillas con la ayuda del viento es escasa, en cambio la dispersión llevada a cabo por aves y mamíferos es alta. Más del 90% de las especies de plantas leñosas son propagadas en esta última forma (propagación zoócora). Probablemente las semillas relativamente voluminosas aptas para la distribución animal, ofrecen considerables ventajas selectivas en los suelos deslavados y pobres en nutrientes, como las tierras bajas del Chocó. En realidad, varias familias de plantas producen en el Chocó semillas de mayor tamaño que en ninguna otra parte. El fruto de la palma Orbignya cuatrecasana Dugand, es apenas más pequeño que el del cocotero, o del doble cocotero. La Saccoglottis ovicarpa Cuatrecasas, es la Humiriácea de frutos más grandes. Varias especies endémicas de Miristicáceas producen las mayores semillas en su género. Algunos de estos frutos y semillas especialmente voluminosos, que evolucionaron así para hacerse atractivas a los mamíferos dispersadores, son también consumidas por el hombre.
Los colombianos deben el reciente auge del delicioso refresco “borojó”, a este fenómeno. El buen tamaño y la redondez de este fruto propagado por los mamíferos de la selva, contribuyen a la creencia popular de sus propiedades afrodisiacas, que ha estimulado su consumo en todo el país. Quizás los bosques chocoanos tengan muchos más secretos que compartir con el resto de los colombianos. Y a este propósito, ¿no sería preferible impulsar una industria extractiva basada en el fomento de estas especies nativas productoras de frutos de tamaño excepcional, que prospera en regiones de alta precipitación y de suelos ultraestériles -sin mencionar el aspecto conservacionista-, en lugar de opciones de desarrollo agrícola más tradicionales?
Otra característica única de las florestas pluviales chocoanas, es el desmesurado tamaño de las hojas de algunas especies. Y, de nuevo, en este aspecto se han superado muchos récords mundiales relacionados con el tamaño de las hojas, particularmente en el Bajo Calima, donde el gran tamaño y una extrema esclerofilia, caracteriza las hojas de muchas especies no relacionadas entre sí.
Las especies del Bajo Calima, a las que se atribuye las hojas más grandes conocidas en el mundo, incluyen: Schlegelia dressleri A. Gentry, (Bignoniácea); Psittacanthus gigas Kuijt, (Lorantácea); Licania gentryi Prance, (Crisobalanácea), Iryanthera megistophylla A. C. Smith, (Miristicácea); Ilex sp. nueva, (15 a 25 hojas, de 10 cm aproximadamente), (Aquifoliácea); Guarea cartaguenya Cuatrecasas, (Meliácea); Pleurothyrium sp. nueva, (Laurácea); Pentagonia grandiflora Standl. (Rubiácea) y Protium amplum Cuatrecasas, (Bursácea). Muchas otras especies parecen tener las más grandes hojas en sus respectivos géneros. Y todas las especies poseedoras de hojas de gran tamaño en esta localidad -y en toda la región-, tienen, así mismo, una estructura foliar extremadamente esclerófila. El área de distribución de varias de estas plantas de grandes hojas, se extiende, por el norte, hasta el oriente de Panamá, y por el sur, hasta el Ecuador. Pero las más de ellas parecen ser especies de suelos con substrato de arcilla blanca muy pobres en fósforo, como los del Bajo Calima, a los cuales está reducido su endemismo. Las más desarrolladas de estas hojas son estructuras de tejido foliar de 1 m de longitud y más de 50 cm de ancho, y es fácil que sean las mayores hojas simples individuales de cualquier dicotiledónea del mundo.
La región del Chocó ofrece una variedad de otros tipos de vegetación, además de la que es característica de la floresta pluvial. Aunque algunos bosques zonales son menos ricos en especies, muchos de ellos son notables por otros conceptos. En el norte del Chocó la precipitación es más moderada, y allí la vegetación es más parecida a la de la Amazonia, tanto en flora como en estructura. Las serranías costeras de poca altitud, son también florísticamente diferentes de los bajos bosques pluviales a lo largo de los ríos Atrato y San Juan. El sur de la región chocoana, y la zona occidental del departamento de Nariño, tienen, así mismo, sus especies vegetales propias, muchas de ellas compartidas con la región norte de la República del Ecuador, que se asemeja al Chocó colombiano.
Existen también en el área chocoana porciones de bosque pantanoso, que pueden ser de especial importancia económica. En su parte norte se encuentran “cativales”, conformados por la especie Prioria copaifera (cativo), que, tradicionalmente, han sido los mayores productores madereros de la región. Los manglares de la costa pacífica son los más ricos del hemisferio occidental, y valiosísimos como áreas de reproducción de organismos acuáticos y como fuente de tanino y de madera para la construcción.
Los bosques pantanosos de sajo, Campnosperma panamense, que reemplaza al cativo como especie dominante en los pantanos de agua dulce del sur de la región, son también productores de valiosa madera. Estos bosques de pantano, que se asemejan en su flora a los pantanos turbosos del sudeste de Asia, donde prevalece el mismo género de árboles, parecen ser casos de antiquísimas asociaciones de épocas remotas, cuando existía aún el mar de Tetis.
Los bosques de la región del Chocó ofrecen otra característica especial, que, probablemente, los hace únicos en el planeta. A pesar de que las familias y géneros de plantas que los componen son los mismos que pueden encontrarse en otras regiones de América Latina, muchas de sus familias parecen haber experimentado un proceso de especiación mucho más intenso en el hábitat del bosque nuboso chocoano. Son pocos los datos comprobados que se tienen, pero existen serios indicios de que las aisladas vertientes boscosas de las serranías de la costa pacífica pueden albergar todavía numerosas especies vegetales endémicas. En una insignificante porción de bosque de ladera, en el trayecto de unos 20 km en su parte más alta, y ya en territorio ecuatoriano próximo a la frontera con Colombia, se ha comprobado la existencia de 90 especies endémicas, no descubiertas en ninguna otra parte. Cerca de la cuarta parte de las especies encontradas en una de las serranías más intensamente exploradas del Chocó, la Sierra Tacarcuna-Mali, en la frontera con Panamá, son exclusivas de esa zona y no han sido vistas en ninguna otra parte; cada nueva expedición organizada para recolectar especímenes vegetales, a lo largo del piedemonte de la Cordillera Occidental de Colombia, regresa con numerosos ejemplares desconocidos todavía e imposibles de identificar. La gran mayoría de estas especies endémicas locales, pertenecen a familias de plantas más que todo epifíticas, arbustivas o herbáceas. Todo indica que en esta zona la tasa de especiación es sumamente alta, con un proceso de transformación muy rápido, a veces explosivo. Se ha especulado que se presenta allí un episodio de verdadero desenfreno evolutivo, en que la especiación esencialmente accidental, tiene origen en el desplazamiento genético, característico de pequeños grupos poblacionales confinados, todo ello asociado a una constante recolonización en un hábitat dinámico, aislado por barreras montañosas, sujeto a lluvias torrenciales localizadas y a frecuentes deslizamientos del terreno. Existen indicios de que el caso extremo de especiación observable en las orquídeas de este invernadero evolutivo natural, puede tener lugar en un lapso de apenas 15 años. Si es verdad que cada semiaislada parcela de bosque de serranía nublado y lluvioso en la región chocoana tiene su inventario definido y propio de especies locales endémicas, entonces los centenares de parcelas boscosas inexploradas de la región implican la posibilidad de existencia de miles de especies de plantas todavía desconocidas, probablemente en un porcentaje mayor que en cualquier otro lugar del planeta.
Quizás en ninguna otra parte se encuentra el investigador enfrentado, en forma tan dramática, a la evidente deficiencia de sus conocimientos científicos sobre las florestas tropicales y los organismos que allí se encuentran.