- Botero esculturas (1998)
- Salmona (1998)
- El sabor de Colombia (1994)
- Wayuú. Cultura del desierto colombiano (1998)
- Semana Santa en Popayán (1999)
- Cartagena de siempre (1992)
- Palacio de las Garzas (1999)
- Juan Montoya (1998)
- Aves de Colombia. Grabados iluminados del Siglo XVIII (1993)
- Alta Colombia. El esplendor de la montaña (1996)
- Artefactos. Objetos artesanales de Colombia (1992)
- Carros. El automovil en Colombia (1995)
- Espacios Comerciales. Colombia (1994)
- Cerros de Bogotá (2000)
- El Terremoto de San Salvador. Narración de un superviviente (2001)
- Manolo Valdés. La intemporalidad del arte (1999)
- Casa de Hacienda. Arquitectura en el campo colombiano (1997)
- Fiestas. Celebraciones y Ritos de Colombia (1995)
- Costa Rica. Pura Vida (2001)
- Luis Restrepo. Arquitectura (2001)
- Ana Mercedes Hoyos. Palenque (2001)
- La Moneda en Colombia (2001)
- Jardines de Colombia (1996)
- Una jornada en Macondo (1995)
- Retratos (1993)
- Atavíos. Raíces de la moda colombiana (1996)
- La ruta de Humboldt. Colombia - Venezuela (1994)
- Trópico. Visiones de la naturaleza colombiana (1997)
- Herederos de los Incas (1996)
- Casa Moderna. Medio siglo de arquitectura doméstica colombiana (1996)
- Bogotá desde el aire (1994)
- La vida en Colombia (1994)
- Casa Republicana. La bella época en Colombia (1995)
- Selva húmeda de Colombia (1990)
- Richter (1997)
- Por nuestros niños. Programas para su Proteccion y Desarrollo en Colombia (1990)
- Mariposas de Colombia (1991)
- Colombia tierra de flores (1990)
- Los países andinos desde el satélite (1995)
- Deliciosas frutas tropicales (1990)
- Arrecifes del Caribe (1988)
- Casa campesina. Arquitectura vernácula de Colombia (1993)
- Páramos (1988)
- Manglares (1989)
- Señor Ladrillo (1988)
- La última muerte de Wozzeck (2000)
- Historia del Café de Guatemala (2001)
- Casa Guatemalteca (1999)
- Silvia Tcherassi (2002)
- Ana Mercedes Hoyos. Retrospectiva (2002)
- Francisco Mejía Guinand (2002)
- Aves del Llano (1992)
- El año que viene vuelvo (1989)
- Museos de Bogotá (1989)
- El arte de la cocina japonesa (1996)
- Botero Dibujos (1999)
- Colombia Campesina (1989)
- Conflicto amazónico. 1932-1934 (1994)
- Débora Arango. Museo de Arte Moderno de Medellín (1986)
- La Sabana de Bogotá (1988)
- Casas de Embajada en Washington D.C. (2004)
- XVI Bienal colombiana de Arquitectura 1998 (1998)
- Visiones del Siglo XX colombiano. A través de sus protagonistas ya muertos (2003)
- Río Bogotá (1985)
- Jacanamijoy (2003)
- Álvaro Barrera. Arquitectura y Restauración (2003)
- Campos de Golf en Colombia (2003)
- Cartagena de Indias. Visión panorámica desde el aire (2003)
- Guadua. Arquitectura y Diseño (2003)
- Enrique Grau. Homenaje (2003)
- Mauricio Gómez. Con la mano izquierda (2003)
- Ignacio Gómez Jaramillo (2003)
- Tesoros del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario. 350 años (2003)
- Manos en el arte colombiano (2003)
- Historia de la Fotografía en Colombia. Museo de Arte Moderno de Bogotá (1983)
- Arenas Betancourt. Un realista más allá del tiempo (1986)
- Los Figueroa. Aproximación a su época y a su pintura (1986)
- Andrés de Santa María (1985)
- Ricardo Gómez Campuzano (1987)
- El encanto de Bogotá (1987)
- Manizales de ayer. Album de fotografías (1987)
- Ramírez Villamizar. Museo de Arte Moderno de Bogotá (1984)
- La transformación de Bogotá (1982)
- Las fronteras azules de Colombia (1985)
- Botero en el Museo Nacional de Colombia. Nueva donación 2004 (2004)
- Gonzalo Ariza. Pinturas (1978)
- Grau. El pequeño viaje del Barón Von Humboldt (1977)
- Bogotá Viva (2004)
- Albergues del Libertador en Colombia. Banco de la República (1980)
- El Rey triste (1980)
- Gregorio Vásquez (1985)
- Ciclovías. Bogotá para el ciudadano (1983)
- Negret escultor. Homenaje (2004)
- Mefisto. Alberto Iriarte (2004)
- Suramericana. 60 Años de compromiso con la cultura (2004)
- Rostros de Colombia (1985)
- Flora de Los Andes. Cien especies del Altiplano Cundi-Boyacense (1984)
- Casa de Nariño (1985)
- Periodismo gráfico. Círculo de Periodistas de Bogotá (1984)
- Cien años de arte colombiano. 1886 - 1986 (1985)
- Pedro Nel Gómez (1981)
- Colombia amazónica (1988)
- Palacio de San Carlos (1986)
- Veinte años del Sena en Colombia. 1957-1977 (1978)
- Bogotá. Estructura y principales servicios públicos (1978)
- Colombia Parques Naturales (2006)
- Érase una vez Colombia (2005)
- Colombia 360°. Ciudades y pueblos (2006)
- Bogotá 360°. La ciudad interior (2006)
- Guatemala inédita (2006)
- Casa de Recreo en Colombia (2005)
- Manzur. Homenaje (2005)
- Gerardo Aragón (2009)
- Santiago Cárdenas (2006)
- Omar Rayo. Homenaje (2006)
- Beatriz González (2005)
- Casa de Campo en Colombia (2007)
- Luis Restrepo. construcciones (2007)
- Juan Cárdenas (2007)
- Luis Caballero. Homenaje (2007)
- Fútbol en Colombia (2007)
- Cafés de Colombia (2008)
- Colombia es Color (2008)
- Armando Villegas. Homenaje (2008)
- Manuel Hernández (2008)
- Alicia Viteri. Memoria digital (2009)
- Clemencia Echeverri. Sin respuesta (2009)
- Museo de Arte Moderno de Cartagena de Indias (2009)
- Agua. Riqueza de Colombia (2009)
- Volando Colombia. Paisajes (2009)
- Colombia en flor (2009)
- Medellín 360º. Cordial, Pujante y Bella (2009)
- Arte Internacional. Colección del Banco de la República (2009)
- Hugo Zapata (2009)
- Apalaanchi. Pescadores Wayuu (2009)
- Bogotá vuelo al pasado (2010)
- Grabados Antiguos de la Pontificia Universidad Javeriana. Colección Eduardo Ospina S. J. (2010)
- Orquídeas. Especies de Colombia (2010)
- Apartamentos. Bogotá (2010)
- Luis Caballero. Erótico (2010)
- Luis Fernando Peláez (2010)
- Aves en Colombia (2011)
- Pedro Ruiz (2011)
- El mundo del arte en San Agustín (2011)
- Cundinamarca. Corazón de Colombia (2011)
- El hundimiento de los Partidos Políticos Tradicionales venezolanos: El caso Copei (2014)
- Artistas por la paz (1986)
- Reglamento de uniformes, insignias, condecoraciones y distintivos para el personal de la Policía Nacional (2009)
- Historia de Bogotá. Tomo I - Conquista y Colonia (2007)
- Historia de Bogotá. Tomo II - Siglo XIX (2007)
- Academia Colombiana de Jurisprudencia. 125 Años (2019)
- Duque, su presidencia (2022)
Introducción
Conjunto residencial Torres del Parque, Bogotá. Ladrillo, concreto y vidrio, elementos constitutivos de un lenguaje moderno.
Teatro clásico del siglo IV a. C. Delfos, Grecia. Epítome de la unión entre la arquitectura y el entorno.
Texto de: Ricardo L. Castro
Mi contacto con Rogelio Salmona y mi interés en su trabajo se remontan a mis tiempos de estudiante, a finales de los años sesenta, cuando tuve la suerte de tenerlo como profesor en la Universidad de los Andes, en Bogotá. Para esa época, Salmona había diseñado ya una serie de notorios edificios, desde residencias privadas hasta grandes complejos de vivienda. Uno de los proyectos e intervenciones más importantes de este período fue el llamado las Torres del Parque, construido al lado de la Plaza de Toros de Santamaría, en la capital del país. Este monumental complejo habitacional, que involucró arquitectura, diseño paisajista y urbano, ha resaltado la silueta de la ciudad desde ese tiempo y el proyecto ha venido a epitomar preocupaciones específicas de la práctica cotidiana de Salmona. Las torres, por un lado, se yerguen como objetos arquitectónicos intemporales, imbuidos de los tres principios vitrubianos: firmitas, utilitas y venustas. El parque, por otro, es un llamado de atención sobre la necesaria presencia de la naturaleza en la arquitectura y, por extensión, en la ciudad. Las Torres del Parque soportaron el escrutinio de los críticos de ese tiempo y ganaron elogios unánimes. Para muchos de nosotros, entonces recientemente graduados de las cuatro o cinco facultades de arquitectura de Bogotá, el espectacular proyecto de Salmona nos sirvió de estímulo y nos dio confianza en que quizás nosotros podríamos seguir su ejemplo y cambiar la fisonomía de la ciudad. Esto, sin embargo, fue hace mucho tiempo.
En 1988 estuve en Cartagena para participar, como profesor y crítico invitado, en el Taller Internacional sobre Arquitectura Republicana, ofrecido por la Universidad de los Andes. Durante las varias semanas de mi estada, sucumbí al encanto de esa ciudad mágica y al de uno de los edificios más elogiados de Salmona, La Casa del Fuerte de San Juan de Manzanillo, conocida comúnmente como la Casa de Huéspedes Ilustres de Cartagena de Indias. Las cualidades arquitectónicas de este edificio, particularmente interesantes para mí, dado mi interés en la antigua tradición hispano-musulmana del uso del agua en la arquitectura, me inspiraron para comprometerme en la tarea de documentación e interpretación de su obra.
Al año siguiente, al tiempo con una licencia sabática de la Universidad de McGill?, recibí una subvención de proyecto, otorgada por el Consejo de Artes del Canadá, la cual me permitió viajar a Colombia para continuar mi investigación sobre el trabajo y las ideas de Rogelio Salmona. Durante este viaje fotografié la Casa de Huéspedes Ilustres de Cartagena y también viajé a Armenia, en el centro del país, para documentar el Museo Quimbaya, otro edificio en el cual el arquitecto usa el agua en abundancia, como elemento experimental y simbólico. Por esa época comencé a grabar sistemáticamente mis conversaciones con Rogelio Salmona. En 1991, otro proyecto subvencionado por el Consejo de Artes del Canadá me permitió regresar a Colombia. En esa ocasión fotografié e investigué el trabajo más reciente de Salmona en el país. También continué con mis conversaciones grabadas, tanto en su oficina como durante las visitas a varios sitios en la campiña alrededor de la ciudad de Bogotá, donde se encuentran muchas de sus casas.
Durante esa visita a Colombia encontré un proyecto en construcción, el Archivo General de la Nación, y otro en etapa de diseño, la Casa del Escritor. Dos proyectos de gran importancia, sin duda, que me llevaron a solicitar fondos adicionales para iniciar estudios sobre ellos. En 1996 recibí una subvención de la Fundación Graham de Chicago para escribir una monografía sobre la casa de Gabriel García Márquez, en Cartagena, conocida como la Casa del Escritor. Un poco antes, ese mismo año, durante mi segunda licencia sabática de la Universidad de McGill?, me hice acreedor a una tercera subvención de proyecto por parte del Consejo de Artes del Canadá para investigar y documentar el recientemente finalizado edificio del Archivo General de la Nación. Gracias a la generosidad de estas tres instituciones, he podido documentar extensamente algunos de los proyectos más significativos construidos por Rogelio Salmona durante el último cuarto de siglo. He consolidado un archivo fotográfico con más de 5.000 diapositivas en color, complementadas con una colección de entrevistas y conversaciones con el arquitecto. El material resultante de las transcripciones de las entrevistas, ha producido un documento de varios cientos de páginas, donde el arquitecto discute aspectos teóricos de su vida y obra.
Buena parte del material recolectado durante este período de más de nueve años, ha aparecido en anales o ha sido utilizado en conferencias dictadas en distintas universidades de Canadá, Estados Unidos y Francia, así como en presentaciones académicas. Aunque esto ha sido gratificante, siempre me he quedado con el deseo apremiante de diseminar las ideas y la obra de este importante arquitecto entre una audiencia mayor, hacia el norte y el sur del río Grande y, ojalá, hacia el este y el oeste de nuestro continente. El estímulo proviene de la convicción acerca de la importancia de la actividad arquitectónica de los países iberoamericanos, ejemplificada en este caso por la obra de una de sus figuras más significativas. En esta “era de la comunicación” en la que aparentemente tenemos acceso ilimitado a todo tipo de información, a través de toda clase de sistemas de comunicación, vastos silencios parecen aún prevalecer.
A comienzos de 1997, durante una de mis visitas a Colombia, le sometí a Benjamín Villegas, director de Villegas Editores, sin duda la casa editorial colombiana de mayor reputación en campos tales como arte, arquitectura, paisaje y etnografía, la idea de un libro sobre algunos de los proyectos de Salmona, particularmente aquellos que había documentado como parte de mi investigación subvencionada. Se mostró muy entusiasmado, pero sugirió una empresa más ambiciosa, una en la cual verdaderamente se abarcase la obra del arquitecto. Esto, por supuesto, significaba la inclusión de obras adicionales que yo apenas había explorado mínimamente. En diciembre de 1997, durante una visita a Colombia, pude complementar el trabajo gracias al apoyo de Villegas Editores.
Durante mis viajes a Colombia, pasé muchas horas en el taller de Salmona, localizado en el ático del edificio que él diseñó para la Sociedad Colombiana de Arquitectos. Allí, entre sorbo y sorbo de café, podíamos contemplar el maravilloso panorama de la textura urbana de Bogotá contra las montañas y discutir también sobre diversos aspectos de su carrera y de la situación actual de la arquitectura en Colombia, sobre la cual él ha ejercido profunda influencia.
En el curso de una de estas sesiones, Salmona trajo a cuento la palabra ‘encantoí, un concepto que, acertadamente, describe los proyectos ilustrados en esta publicación.
Este reconocimiento al trabajo de Rogelio Salmona comienza en Grecia, más específicamente en Delfos, a miles de kilómetros de Colombia donde se encuentra su obra.
Tres razones explican esta aparente incongruencia; todas relacionadas con la idea de distancia, concepto que considero decisivo en nuestro tiempo. Como anota con lucidez Karsten Harries,2. hay que entender que la distancia requiere proximidad. No hay distancia sin proximidad, no hay proximidad ni intimidad, ni siquiera contigüidad, sin distancia. La obra de Salmona es acerca de la intimidad y la contigüidad, con el sitio, con el paisaje, con la historia.
Jean Paul Sartre anotó: “… el hombre crea la distancia pues esta no tiene sentido fuera del espacio humano. La distancia separa a Hero de Leandro y a Maratón de Atenas, pero no a un guijarro de otro”.3. Sartre se detiene en la cualidad humana de la distancia afín a aquellas de espacio y lugar. El lugar es el espacio humanizado. Salmona lucha por humanizar el espacio, ya sea en el campo o en el contexto urbano.
Finalmente, creo que la distancia se relaciona con el análisis crítico. El distanciarnos del objeto de la crítica nos permite disfrutar de una perspectiva más amplia, ver las cosas y los hechos bajo una nueva luz y, a menudo, de forma completamente nueva. La arquitectura, como muchos de los otros empeños expresivos, se beneficia de la distancia crítica. Todavía gozo con obras que leí hace muchos años y me encanta retornar a sitios ya visitados. Releerlas y volver de nuevo me ha permitido verlas desde una perspectiva más fresca.
Para Sartre, la preocupación por la distancia como concepto crítico en sus análisis estéticos, particularmente en el de la escultura de Giacometti, surge de la experiencia personal que tuvo durante los dos meses que permaneció detenido en un campo de concentración. Según él, era como estar en una caja de sardinas: “… el límite de mi espacio vital era mi piel; noche y día sentía contra mi cuerpo la tibieza de un hombro o un seno. Esto no me incomodaba porque los otros eran yo”4.
Describe luego su primera impresión al ser liberado del campo, una noche de abril de 1941: “La primera noche, extraño en mi propio pueblo, sin haber encontrado mis viejos amigos, abrí la puerta de un café. De pronto me sentí como atemorizado. No podía entender cómo estos corpulentos y achatados edificios podían esconder tales desiertos. Estaba perdido, los escasos clientes se me antojaban más distantes que las estrellas. Cada uno podía reclamar una vasta área para sentarse, toda una mesa de mármol, en tanto que yo, para tocarlos, habría tenido que atravesar el ‘piso brillanteí que nos separaba”.5.
Estuve en Grecia, por primera vez, a finales de los setenta. Desde entonces he vuelto muchas veces, y siempre voy a Delfos. A pesar del conocimiento íntimo que he adquirido del lugar, siempre descubro aspectos antes no vistos y nuevos niveles de experiencia. Delfos es un lugar lleno de fuerza en el cual la arquitectura se halla en total armonía con el paisaje y, en últimas, con el cosmos. Delfos resume la esencia de ese sitio distante en tiempo y espacio que para mí es Grecia.
Fue en Delfos donde descubrí que uno de los atributos fundamentales del paisaje griego eran la distancia y la proximidad. En Grecia, parafraseando a Sartre, el brillante mar se convierte en el reluciente piso de cada temenos, o recinto sagrado, y de cada sendero procesional. En contraste con Sartre, sin embargo, encontré el sentido de proximidad a través de la distancia. Fue en Grecia donde, lentamente, comencé a percibir algunas de las características significativas de la obra de Salmona. Pienso en su intimidad, su contigüidad histórica y su poder de maravillar. Lo que descubrí en Delfos tiene que ver con el examen intertextual de la obra del arquitecto, al leer los trabajos de otros y al escribir el mío.
He aquí, pues, una interpretación personal de la obra de Rogelio Salmona. Punto central de este examen es el intento por mostrar los distintos niveles de los temas tradicionales, familiares y no familiares que han influido sobre la práctica de Salmona, particularmente evidentes desde comienzos de los ochenta.
Un texto ilustrado extensamente y una serie de extractos de charlas o entrevistas con el arquitecto, complementan este ensayo.
En su totalidad, esta publicación deberá ser considerada como la ilustración e interpretación parcial de algunos de los muchos atributos que hacen de los edificios de Rogelio Salmona verdaderos ejemplos de una arquitectura enraizada en la realidad latinoamericana, a la cual Alejo Carpentier ha llamado, con mucha propiedad, “lo real maravilloso”.
#AmorPorColombia
Introducción
Conjunto residencial Torres del Parque, Bogotá. Ladrillo, concreto y vidrio, elementos constitutivos de un lenguaje moderno.
Teatro clásico del siglo IV a. C. Delfos, Grecia. Epítome de la unión entre la arquitectura y el entorno.
Texto de: Ricardo L. Castro
Mi contacto con Rogelio Salmona y mi interés en su trabajo se remontan a mis tiempos de estudiante, a finales de los años sesenta, cuando tuve la suerte de tenerlo como profesor en la Universidad de los Andes, en Bogotá. Para esa época, Salmona había diseñado ya una serie de notorios edificios, desde residencias privadas hasta grandes complejos de vivienda. Uno de los proyectos e intervenciones más importantes de este período fue el llamado las Torres del Parque, construido al lado de la Plaza de Toros de Santamaría, en la capital del país. Este monumental complejo habitacional, que involucró arquitectura, diseño paisajista y urbano, ha resaltado la silueta de la ciudad desde ese tiempo y el proyecto ha venido a epitomar preocupaciones específicas de la práctica cotidiana de Salmona. Las torres, por un lado, se yerguen como objetos arquitectónicos intemporales, imbuidos de los tres principios vitrubianos: firmitas, utilitas y venustas. El parque, por otro, es un llamado de atención sobre la necesaria presencia de la naturaleza en la arquitectura y, por extensión, en la ciudad. Las Torres del Parque soportaron el escrutinio de los críticos de ese tiempo y ganaron elogios unánimes. Para muchos de nosotros, entonces recientemente graduados de las cuatro o cinco facultades de arquitectura de Bogotá, el espectacular proyecto de Salmona nos sirvió de estímulo y nos dio confianza en que quizás nosotros podríamos seguir su ejemplo y cambiar la fisonomía de la ciudad. Esto, sin embargo, fue hace mucho tiempo.
En 1988 estuve en Cartagena para participar, como profesor y crítico invitado, en el Taller Internacional sobre Arquitectura Republicana, ofrecido por la Universidad de los Andes. Durante las varias semanas de mi estada, sucumbí al encanto de esa ciudad mágica y al de uno de los edificios más elogiados de Salmona, La Casa del Fuerte de San Juan de Manzanillo, conocida comúnmente como la Casa de Huéspedes Ilustres de Cartagena de Indias. Las cualidades arquitectónicas de este edificio, particularmente interesantes para mí, dado mi interés en la antigua tradición hispano-musulmana del uso del agua en la arquitectura, me inspiraron para comprometerme en la tarea de documentación e interpretación de su obra.
Al año siguiente, al tiempo con una licencia sabática de la Universidad de McGill?, recibí una subvención de proyecto, otorgada por el Consejo de Artes del Canadá, la cual me permitió viajar a Colombia para continuar mi investigación sobre el trabajo y las ideas de Rogelio Salmona. Durante este viaje fotografié la Casa de Huéspedes Ilustres de Cartagena y también viajé a Armenia, en el centro del país, para documentar el Museo Quimbaya, otro edificio en el cual el arquitecto usa el agua en abundancia, como elemento experimental y simbólico. Por esa época comencé a grabar sistemáticamente mis conversaciones con Rogelio Salmona. En 1991, otro proyecto subvencionado por el Consejo de Artes del Canadá me permitió regresar a Colombia. En esa ocasión fotografié e investigué el trabajo más reciente de Salmona en el país. También continué con mis conversaciones grabadas, tanto en su oficina como durante las visitas a varios sitios en la campiña alrededor de la ciudad de Bogotá, donde se encuentran muchas de sus casas.
Durante esa visita a Colombia encontré un proyecto en construcción, el Archivo General de la Nación, y otro en etapa de diseño, la Casa del Escritor. Dos proyectos de gran importancia, sin duda, que me llevaron a solicitar fondos adicionales para iniciar estudios sobre ellos. En 1996 recibí una subvención de la Fundación Graham de Chicago para escribir una monografía sobre la casa de Gabriel García Márquez, en Cartagena, conocida como la Casa del Escritor. Un poco antes, ese mismo año, durante mi segunda licencia sabática de la Universidad de McGill?, me hice acreedor a una tercera subvención de proyecto por parte del Consejo de Artes del Canadá para investigar y documentar el recientemente finalizado edificio del Archivo General de la Nación. Gracias a la generosidad de estas tres instituciones, he podido documentar extensamente algunos de los proyectos más significativos construidos por Rogelio Salmona durante el último cuarto de siglo. He consolidado un archivo fotográfico con más de 5.000 diapositivas en color, complementadas con una colección de entrevistas y conversaciones con el arquitecto. El material resultante de las transcripciones de las entrevistas, ha producido un documento de varios cientos de páginas, donde el arquitecto discute aspectos teóricos de su vida y obra.
Buena parte del material recolectado durante este período de más de nueve años, ha aparecido en anales o ha sido utilizado en conferencias dictadas en distintas universidades de Canadá, Estados Unidos y Francia, así como en presentaciones académicas. Aunque esto ha sido gratificante, siempre me he quedado con el deseo apremiante de diseminar las ideas y la obra de este importante arquitecto entre una audiencia mayor, hacia el norte y el sur del río Grande y, ojalá, hacia el este y el oeste de nuestro continente. El estímulo proviene de la convicción acerca de la importancia de la actividad arquitectónica de los países iberoamericanos, ejemplificada en este caso por la obra de una de sus figuras más significativas. En esta “era de la comunicación” en la que aparentemente tenemos acceso ilimitado a todo tipo de información, a través de toda clase de sistemas de comunicación, vastos silencios parecen aún prevalecer.
A comienzos de 1997, durante una de mis visitas a Colombia, le sometí a Benjamín Villegas, director de Villegas Editores, sin duda la casa editorial colombiana de mayor reputación en campos tales como arte, arquitectura, paisaje y etnografía, la idea de un libro sobre algunos de los proyectos de Salmona, particularmente aquellos que había documentado como parte de mi investigación subvencionada. Se mostró muy entusiasmado, pero sugirió una empresa más ambiciosa, una en la cual verdaderamente se abarcase la obra del arquitecto. Esto, por supuesto, significaba la inclusión de obras adicionales que yo apenas había explorado mínimamente. En diciembre de 1997, durante una visita a Colombia, pude complementar el trabajo gracias al apoyo de Villegas Editores.
Durante mis viajes a Colombia, pasé muchas horas en el taller de Salmona, localizado en el ático del edificio que él diseñó para la Sociedad Colombiana de Arquitectos. Allí, entre sorbo y sorbo de café, podíamos contemplar el maravilloso panorama de la textura urbana de Bogotá contra las montañas y discutir también sobre diversos aspectos de su carrera y de la situación actual de la arquitectura en Colombia, sobre la cual él ha ejercido profunda influencia.
En el curso de una de estas sesiones, Salmona trajo a cuento la palabra ‘encantoí, un concepto que, acertadamente, describe los proyectos ilustrados en esta publicación.
Este reconocimiento al trabajo de Rogelio Salmona comienza en Grecia, más específicamente en Delfos, a miles de kilómetros de Colombia donde se encuentra su obra.
Tres razones explican esta aparente incongruencia; todas relacionadas con la idea de distancia, concepto que considero decisivo en nuestro tiempo. Como anota con lucidez Karsten Harries,2. hay que entender que la distancia requiere proximidad. No hay distancia sin proximidad, no hay proximidad ni intimidad, ni siquiera contigüidad, sin distancia. La obra de Salmona es acerca de la intimidad y la contigüidad, con el sitio, con el paisaje, con la historia.
Jean Paul Sartre anotó: “… el hombre crea la distancia pues esta no tiene sentido fuera del espacio humano. La distancia separa a Hero de Leandro y a Maratón de Atenas, pero no a un guijarro de otro”.3. Sartre se detiene en la cualidad humana de la distancia afín a aquellas de espacio y lugar. El lugar es el espacio humanizado. Salmona lucha por humanizar el espacio, ya sea en el campo o en el contexto urbano.
Finalmente, creo que la distancia se relaciona con el análisis crítico. El distanciarnos del objeto de la crítica nos permite disfrutar de una perspectiva más amplia, ver las cosas y los hechos bajo una nueva luz y, a menudo, de forma completamente nueva. La arquitectura, como muchos de los otros empeños expresivos, se beneficia de la distancia crítica. Todavía gozo con obras que leí hace muchos años y me encanta retornar a sitios ya visitados. Releerlas y volver de nuevo me ha permitido verlas desde una perspectiva más fresca.
Para Sartre, la preocupación por la distancia como concepto crítico en sus análisis estéticos, particularmente en el de la escultura de Giacometti, surge de la experiencia personal que tuvo durante los dos meses que permaneció detenido en un campo de concentración. Según él, era como estar en una caja de sardinas: “… el límite de mi espacio vital era mi piel; noche y día sentía contra mi cuerpo la tibieza de un hombro o un seno. Esto no me incomodaba porque los otros eran yo”4.
Describe luego su primera impresión al ser liberado del campo, una noche de abril de 1941: “La primera noche, extraño en mi propio pueblo, sin haber encontrado mis viejos amigos, abrí la puerta de un café. De pronto me sentí como atemorizado. No podía entender cómo estos corpulentos y achatados edificios podían esconder tales desiertos. Estaba perdido, los escasos clientes se me antojaban más distantes que las estrellas. Cada uno podía reclamar una vasta área para sentarse, toda una mesa de mármol, en tanto que yo, para tocarlos, habría tenido que atravesar el ‘piso brillanteí que nos separaba”.5.
Estuve en Grecia, por primera vez, a finales de los setenta. Desde entonces he vuelto muchas veces, y siempre voy a Delfos. A pesar del conocimiento íntimo que he adquirido del lugar, siempre descubro aspectos antes no vistos y nuevos niveles de experiencia. Delfos es un lugar lleno de fuerza en el cual la arquitectura se halla en total armonía con el paisaje y, en últimas, con el cosmos. Delfos resume la esencia de ese sitio distante en tiempo y espacio que para mí es Grecia.
Fue en Delfos donde descubrí que uno de los atributos fundamentales del paisaje griego eran la distancia y la proximidad. En Grecia, parafraseando a Sartre, el brillante mar se convierte en el reluciente piso de cada temenos, o recinto sagrado, y de cada sendero procesional. En contraste con Sartre, sin embargo, encontré el sentido de proximidad a través de la distancia. Fue en Grecia donde, lentamente, comencé a percibir algunas de las características significativas de la obra de Salmona. Pienso en su intimidad, su contigüidad histórica y su poder de maravillar. Lo que descubrí en Delfos tiene que ver con el examen intertextual de la obra del arquitecto, al leer los trabajos de otros y al escribir el mío.
He aquí, pues, una interpretación personal de la obra de Rogelio Salmona. Punto central de este examen es el intento por mostrar los distintos niveles de los temas tradicionales, familiares y no familiares que han influido sobre la práctica de Salmona, particularmente evidentes desde comienzos de los ochenta.
Un texto ilustrado extensamente y una serie de extractos de charlas o entrevistas con el arquitecto, complementan este ensayo.
En su totalidad, esta publicación deberá ser considerada como la ilustración e interpretación parcial de algunos de los muchos atributos que hacen de los edificios de Rogelio Salmona verdaderos ejemplos de una arquitectura enraizada en la realidad latinoamericana, a la cual Alejo Carpentier ha llamado, con mucha propiedad, “lo real maravilloso”.