Palacio de la Cultura Rafael Uribe Uribe

Texto de: Carolina Jaramillo Seligmann

Algún día, años atrás, dijo el poeta León de Greiff: “¡Esa abadía de Goovaerts!”. Entre burlesca y desdeñosa, tal exclamación sobre el Palacio de Calibío —que liberado de su sino burocrático protege y auspicia la cultura antioqueña— parece ajustarse hoy al talante de su diseñador y de la institución que alberga.

El Palacio de la Cultura Rafael Uribe Uribe, acoge la Dirección de Fomento de la Cultura, dependencia de la Secretaría de Educación para la Cultura de Antioquia, que comprende el área de Patrimonio Cultural, la Biblioteca Departamental, el Archivo Histórico de Antioquia, el Centro de Documentación Musical, la Fonoteca de Antioquia Hernán Restrepo Duque, una galería de arte y la Sala Museo Rafael Uribe Uribe.

Desde 1898 la Asamblea departamental había autorizado al gobernador Dionisio Arango para construir “un Palacio de Gobierno digno de la importancia que merecen los representantes del pueblo antioqueño”. Pero la sede de gobierno siguió siendo, por casi treinta años más, un “vetusto y feísimo caserón”, expropiado a doña Enriqueta Vásquez de Ospina, esposa del presidente Mariano Ospina Rodríguez y madre del general Pedro Nel Ospina, gran impulsador de la obra. Éste, que había sido cónsul en Bruselas —entonces un gran centro del art nouveau y la tendencia al retorno modernizado a lo medieval— al volver al país solicitó a Henry Jaljhai, nuevo cónsul colombiano en Bruselas, buscar un arquitecto para crear una academia de arquitectura y construir un palacio de gobierno. El funcionario contactó a Agustín Goovaerts, discípulo de Víctor Horta, importante modernista belga, quien el 16 de enero de 1920 firmó contrato para el efecto en Bruselas. La creación del Palacio estuvo enmarcada en un contexto histórico, caracterizado por un acelerado proceso de modernización de la estructura económica y social.

El proyecto Goovaerts, en estilo “gótico florido”, contemplaba cinco niveles, incluidos sótano y altillo. En esa área se distribuían 315 despachos, un gran salón para la Asamblea, depósito, imprenta, biblioteca, archivo, museo y casa para el gobernador. Sin embargo, razones políticas y fiscales afectaron el ambicioso plan. “El hombre propone… y la crisis dispone”, afirmó el arquitecto.

Antes de volver a Europa en 1928, Goovaerts creó la oficina de ingeniería departamental y construyó varios edificios. En 1932, con el plano original reformado, se reiniciaron los trabajos a cargo de su discípulo y sucesor Jesús Mejía.

De esta época data la hermosa decoración del salón de la Asamblea, hoy Auditorio López de Mesa, y los vitrales de Arturo Longas. A partir de 1937, las amplias áreas interiores se aprovecharon para instalar oficinas con destino a la creciente burocracia departamental. Se cerraron los amplios vestíbulos con cercos improvisados y los cinco niveles se convirtieron en diez. El edificio se dio por terminado en 1938. Completaron su decoración los medallones de Bernardo Vieco y un mural de Ignacio Gómez Jaramillo de 1955. En 1982 fue declarado Monumento Nacional y en 1986 la Asamblea de Antioquia lo designó como Palacio de la Cultura Rafael Uribe Uribe.

Entre 1987 y 1998, bajo las pautas fijadas por el Consejo de Monumentos Nacionales, se llevó a cabo la etapa de Restauración del edificio con el fin de adecuarlo para nuevos usos. Con el Banco de la República, el Museo de Antioquia y la Cámara de Comercio, el edificio hace parte de un eje cultural de gran prestigio en la ciudad. Representa también una marca urbana indiscutible de Medellín, por su valor constructivo, urbanístico, económico y cultural y por ser testigo indiscutible de uno de los más interesantes y dinámicos períodos de la historia de Antioquia.