Feria de las Flores

Texto de: Carolina Jaramillo Seligmann

En agosto, mes de la independencia antioqueña, Medellín florece. Desde 1957 —cuando se celebró la primera Feria— y con una frecuencia anual, la capital de Antioquia ha celebrado la colorida Feria de las Flores, quizás el máximo homenaje a la cultura, las raíces y las tradiciones de esta región. Igual que el Carnaval de Barranquilla o el Carnaval de Negros y Blancos de Pasto, la Feria de las Flores es hoy, después de más de 50 años, una de las fiestas más simbólicas y reconocidas del país. Anualmente es visitada por miles de personas de diversas regiones de Colombia, así como por turistas que llegan del extranjero atraídos por esta especial celebración.

La llamada “ciudad de la eterna primavera” o “ciudad de las flores” adquiere gran protagonismo durante esta época, al llenarse de un caluroso ambiente de fiesta que tiene en las flores su más preciado emblema. Los balcones, las terrazas, las fachadas de los edificios y casas, las vallas, y en general toda la ciudad, se viste de gala durante las casi dos semanas que dura el evento.

El acontecimiento central e insignia de la feria es el desfile de silleteros, una manifestación cultural de gran significado y arraigo. Esta expresión de la identidad antioqueña tiene como protagonistas a los silleteros —hombres y mujeres del campo, símbolos de la pujanza y creatividad paisa.

Las silletas —que en algunos casos pueden llegar a pesar hasta 70 kilos— se idearon como una alternativa de transporte práctica, tanto para el que desplazaba la mercancía, como para quienes se acercaban a comprarla. Fabricadas en madera, con un espaldar y dos agarraderas que permitían colgarlas a los hombros, surgieron como un método para cargar desde personas hasta víveres y flores, por entre las empinadas lomas de la región. La utilización de la silleta se generalizó y con ella el término “silletero” para nombrar a los que a comienzos del siglo xx ?vendían flores en las empedradas calles de Medellín. Hoy día es un oficio familiar que se traspasa de generación en generación.

Todo comenzó en 1957, cuando don Arturo Uribe Arango invitó a un grupo de silleteros del corregimiento de Santa Elena para que participaran en un desfile por la ciudad, con el propósito de mostrar su trabajo como cultivadores y vendedores de flores. En definitiva, la idea era convertir por un instante su trabajo cotidiano —consistente en bajar a vender sus flores a los habitantes de la capital, bien para los altares de las iglesias, bien para adornar sus casas u otros usos— en un espectáculo para la gente.

En la actualidad, más de 400 silleteros expresan año tras año toda su creatividad y pujanza, desfilando con sus coloridas y creativas silletas a sus espaldas. Adicionalmente, desde hace 20 años, se lleva a cabo también el desfile de silleteritos que le da participación a los niños y se ha convertido en uno de los grandes atractivos de la feria. Como se dice popularmente, “cuando pasan los silleteros es Antioquia la que pasa”.

Vestida de una innumerable cantidad de flores —claveles, gladiolos, girasoles, rosas, cartuchos, azucenas, lirios, orquídeas, pompones y pinochos— la ciudad es además anfitriona de una serie de eventos que engalanan la celebración, convirtiéndola en un gran escenario cultural y artístico.

Certámenes como el Festival nacional de la trova, el Desfile de caballos; los Arrieros, mulas y fondas; la Caravana de chivas y flores; la Feria nacional equina, y el Festival del recuerdo y la canción popular, hacen parte del cronograma de actividades. Quienes acudan a la feria pueden disfrutar también del parque cultural nocturno; del desfile de carros clásicos y antiguos; de la exposición de orquídeas, pájaros y flores y, para los más pequeños, de la zona que suena.