Antigua Estación Ferrocarril de Antioquia

Texto de: Carolina Jaramillo Seligmann

A finales del siglo xix la necesidad de construir un ferrocarril para Antioquia era inminente. Se trataba de una de las regiones de mayor crecimiento económico del país —en buena parte gracias a la explotación minera—, que se encontraba parcialmente aislada del centro y de las salidas al exterior.

La idea inicial era comunicar a Medellín con el fluvial Puerto Berrío. Fue Recaredo de Villa quien realizó el contrato con Cisneros para la construcción de este primer ferrocarril en 1874. Un año más tarde ocurrió la construcción del primer riel; a esto le siguió la llegada de la primera locomotora a la ciudad. El ferrocarril redujo tiempos y costos en el transporte de pasajeros y carga, al tiempo que impulsó el comercio y el turismo, y aceleró el intercambio con las distintas regiones del país.

Al llegar el siglo xx, el trazado ferroviario tuvo como propósito comunicar los centros urbanos con los principales puertos fluviales y marítimos. A partir de este momento, Bogotá, Medellín y Cartagena lograron comunicarse por vía férrea con el río Magdalena, la gran arteria fluvial de Colombia.

En 1907, diseñada por el antioqueño Enrique Olarte, bajo las pautas del estilo neoclásico francés, se inició la construcción de la estación de Medellín. En 1914, ya concluida, entró en operación como estación terminal del Ferrocarril de Antioquia.

El crecimiento de la ciudad, así como sus nuevas necesidades de comercio y comunicación, obligaron a emprender su ampliación. Los trabajos se prolongaron hasta bien entrada la primera mitad del siglo. En su recorrido destacan la nave de san Juan —por su depurada arquitectura y elementos decorativos—, los elaborados mosaicos del piso y la yesería de los cielos rasos, con adornos en laminilla de oro y policromías.

En los años sesenta, con la crisis del sistema ferroviario en todo el país, el edificio entró en una larga etapa de abandono y decadencia. Pero en los ochenta, los paisas, conscientes de la importancia de preservar su patrimonio histórico, se lanzaron a la restauración de sus principales íconos urbanos. Entre estos, por supuesto, la vieja estación ocupaba lugar privilegiado.

En 1986, la búsqueda de recursos para la obra desembocó en la creación de la Fundación Ferrocarril de Antioquia. El profundo estudio, liderado por el arquitecto restaurador Álvaro Sierra Jones, integró su historia, su estructura, sus materiales, sus detalles, y permitió llevar a cabo una de las obras más insignes del departamento.La obra de restauración —primera de su tipo en el Departamento de Antioquia—, se realizó con un estricto procedimiento en el que se resaltaron el componente histórico, el artístico y el estructural. En su ejecución se contó con el importante respaldo de historiadores, patólogos, químicos, ingenieros de suelos, calculistas, especialistas en pintura mural, entre otros. Renovada en todo su esplendor, la Estación obtuvo el Premio Nacional de Restauración Carlos Arbeláez Camacho, en la decimotercera Bienal Colombiana de Arquitectura, 1992. Sobre la obra, el jurado calificador destacó: “...el hecho muy significativo de la contemporaneidad en su destino funcional, pues se trata de un proyecto autorrentable, un centro cívico para la ciudad, albergue de un sinnúmero de actividades culturales sumadas a funciones que complementarán el nuevo Centro Administrativo La Alpujarra”.

A partir de los noventa, el edificio ha estado abierto como centro cívico, erigiéndose en uno de los referentes patrimoniales más importantes de la ciudad. En su sede se realizan eventos culturales y artísticos, y sus paredes dan testimonio del progreso y pujanza de la región.