- Botero esculturas (1998)
- Salmona (1998)
- El sabor de Colombia (1994)
- Wayuú. Cultura del desierto colombiano (1998)
- Semana Santa en Popayán (1999)
- Cartagena de siempre (1992)
- Palacio de las Garzas (1999)
- Juan Montoya (1998)
- Aves de Colombia. Grabados iluminados del Siglo XVIII (1993)
- Alta Colombia. El esplendor de la montaña (1996)
- Artefactos. Objetos artesanales de Colombia (1992)
- Carros. El automovil en Colombia (1995)
- Espacios Comerciales. Colombia (1994)
- Cerros de Bogotá (2000)
- El Terremoto de San Salvador. Narración de un superviviente (2001)
- Manolo Valdés. La intemporalidad del arte (1999)
- Casa de Hacienda. Arquitectura en el campo colombiano (1997)
- Fiestas. Celebraciones y Ritos de Colombia (1995)
- Costa Rica. Pura Vida (2001)
- Luis Restrepo. Arquitectura (2001)
- Ana Mercedes Hoyos. Palenque (2001)
- La Moneda en Colombia (2001)
- Jardines de Colombia (1996)
- Una jornada en Macondo (1995)
- Retratos (1993)
- Atavíos. Raíces de la moda colombiana (1996)
- La ruta de Humboldt. Colombia - Venezuela (1994)
- Trópico. Visiones de la naturaleza colombiana (1997)
- Herederos de los Incas (1996)
- Casa Moderna. Medio siglo de arquitectura doméstica colombiana (1996)
- Bogotá desde el aire (1994)
- La vida en Colombia (1994)
- Casa Republicana. La bella época en Colombia (1995)
- Selva húmeda de Colombia (1990)
- Richter (1997)
- Por nuestros niños. Programas para su Proteccion y Desarrollo en Colombia (1990)
- Mariposas de Colombia (1991)
- Colombia tierra de flores (1990)
- Los países andinos desde el satélite (1995)
- Deliciosas frutas tropicales (1990)
- Arrecifes del Caribe (1988)
- Casa campesina. Arquitectura vernácula de Colombia (1993)
- Páramos (1988)
- Manglares (1989)
- Señor Ladrillo (1988)
- La última muerte de Wozzeck (2000)
- Historia del Café de Guatemala (2001)
- Casa Guatemalteca (1999)
- Silvia Tcherassi (2002)
- Ana Mercedes Hoyos. Retrospectiva (2002)
- Francisco Mejía Guinand (2002)
- Aves del Llano (1992)
- El año que viene vuelvo (1989)
- Museos de Bogotá (1989)
- El arte de la cocina japonesa (1996)
- Botero Dibujos (1999)
- Colombia Campesina (1989)
- Conflicto amazónico. 1932-1934 (1994)
- Débora Arango. Museo de Arte Moderno de Medellín (1986)
- La Sabana de Bogotá (1988)
- Casas de Embajada en Washington D.C. (2004)
- XVI Bienal colombiana de Arquitectura 1998 (1998)
- Visiones del Siglo XX colombiano. A través de sus protagonistas ya muertos (2003)
- Río Bogotá (1985)
- Jacanamijoy (2003)
- Álvaro Barrera. Arquitectura y Restauración (2003)
- Campos de Golf en Colombia (2003)
- Cartagena de Indias. Visión panorámica desde el aire (2003)
- Guadua. Arquitectura y Diseño (2003)
- Enrique Grau. Homenaje (2003)
- Mauricio Gómez. Con la mano izquierda (2003)
- Ignacio Gómez Jaramillo (2003)
- Tesoros del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario. 350 años (2003)
- Manos en el arte colombiano (2003)
- Historia de la Fotografía en Colombia. Museo de Arte Moderno de Bogotá (1983)
- Arenas Betancourt. Un realista más allá del tiempo (1986)
- Los Figueroa. Aproximación a su época y a su pintura (1986)
- Andrés de Santa María (1985)
- Ricardo Gómez Campuzano (1987)
- El encanto de Bogotá (1987)
- Manizales de ayer. Album de fotografías (1987)
- Ramírez Villamizar. Museo de Arte Moderno de Bogotá (1984)
- La transformación de Bogotá (1982)
- Las fronteras azules de Colombia (1985)
- Botero en el Museo Nacional de Colombia. Nueva donación 2004 (2004)
- Gonzalo Ariza. Pinturas (1978)
- Grau. El pequeño viaje del Barón Von Humboldt (1977)
- Bogotá Viva (2004)
- Albergues del Libertador en Colombia. Banco de la República (1980)
- El Rey triste (1980)
- Gregorio Vásquez (1985)
- Ciclovías. Bogotá para el ciudadano (1983)
- Negret escultor. Homenaje (2004)
- Mefisto. Alberto Iriarte (2004)
- Suramericana. 60 Años de compromiso con la cultura (2004)
- Rostros de Colombia (1985)
- Flora de Los Andes. Cien especies del Altiplano Cundi-Boyacense (1984)
- Casa de Nariño (1985)
- Periodismo gráfico. Círculo de Periodistas de Bogotá (1984)
- Cien años de arte colombiano. 1886 - 1986 (1985)
- Pedro Nel Gómez (1981)
- Colombia amazónica (1988)
- Palacio de San Carlos (1986)
- Veinte años del Sena en Colombia. 1957-1977 (1978)
- Bogotá. Estructura y principales servicios públicos (1978)
- Colombia Parques Naturales (2006)
- Érase una vez Colombia (2005)
- Colombia 360°. Ciudades y pueblos (2006)
- Bogotá 360°. La ciudad interior (2006)
- Guatemala inédita (2006)
- Casa de Recreo en Colombia (2005)
- Manzur. Homenaje (2005)
- Gerardo Aragón (2009)
- Santiago Cárdenas (2006)
- Omar Rayo. Homenaje (2006)
- Beatriz González (2005)
- Casa de Campo en Colombia (2007)
- Luis Restrepo. construcciones (2007)
- Juan Cárdenas (2007)
- Luis Caballero. Homenaje (2007)
- Fútbol en Colombia (2007)
- Cafés de Colombia (2008)
- Colombia es Color (2008)
- Armando Villegas. Homenaje (2008)
- Manuel Hernández (2008)
- Alicia Viteri. Memoria digital (2009)
- Clemencia Echeverri. Sin respuesta (2009)
- Museo de Arte Moderno de Cartagena de Indias (2009)
- Agua. Riqueza de Colombia (2009)
- Volando Colombia. Paisajes (2009)
- Colombia en flor (2009)
- Medellín 360º. Cordial, Pujante y Bella (2009)
- Arte Internacional. Colección del Banco de la República (2009)
- Hugo Zapata (2009)
- Apalaanchi. Pescadores Wayuu (2009)
- Bogotá vuelo al pasado (2010)
- Grabados Antiguos de la Pontificia Universidad Javeriana. Colección Eduardo Ospina S. J. (2010)
- Orquídeas. Especies de Colombia (2010)
- Apartamentos. Bogotá (2010)
- Luis Caballero. Erótico (2010)
- Luis Fernando Peláez (2010)
- Aves en Colombia (2011)
- Pedro Ruiz (2011)
- El mundo del arte en San Agustín (2011)
- Cundinamarca. Corazón de Colombia (2011)
- El hundimiento de los Partidos Políticos Tradicionales venezolanos: El caso Copei (2014)
- Artistas por la paz (1986)
- Reglamento de uniformes, insignias, condecoraciones y distintivos para el personal de la Policía Nacional (2009)
- Historia de Bogotá. Tomo I - Conquista y Colonia (2007)
- Historia de Bogotá. Tomo II - Siglo XIX (2007)
- Academia Colombiana de Jurisprudencia. 125 Años (2019)
- Duque, su presidencia (2022)
Del espacio ilusorio al espacio real
El final de un mito / 1973 / Óleo sobre lienzo / 120 x 140 cm / Colección particular
Luna negra / 1968 / Ensamblaje / 100 x 60 cm / Colección particular
Texto de: Eduardo Serrano
A partir de ese momento, es decir de mediados de los años sesenta, su trabajo inicia un proceso reductivo –en cuanto a que disminuyen los detalles y se hace más esquemático–, sus lienzos comienzan a dividirse en áreas geométricas, sus formas adquieren contornos definidos, sus colores se emparejan y disminuyen a dos o tres en cada obra, y unas líneas que semejan hilos parecen medir distancias, trazar recorridos e insinuar desplazamientos complementando las sugerencias de los planos. Los elementos, tanto de madera como sintéticos que el artista había empezado a utilizar en sus ensamblajes, parecen ahora más claramente dirigidos a introducirse en el espacio real, pudiendo afirmarse que su obra, a partir de ese momento y por un largo lapso, se revierte espacialmente pasando, de la profundidad ilusoria propia de la pintura (es decir de los espacios que permiten equiparar los lienzos con ventanas), a los espacios del observador.
Este cambio en las miras y conceptos de su producción no fue gratuito ni sus efectos fueron inmediatos. Como todo lo suyo, fue un cambio sopesado y meditado, un viraje consciente que llevaría al artista a consolidar un lenguaje creativo inesperado si se tienen en cuenta las características de su trabajo hasta ese momento. Y en este cambio habrían de influir de manera definitiva los planteamientos de uno de los estilos más progresistas de la modernidad, el constructivismo, así como la figura más sobresaliente de este movimiento en Occidente: Naum Gabo.11
El constructivismo fue un estilo internacional que emergió como el más importante movimiento en Rusia después de la revolución, siendo su principal propósito la creación de obras a partir de formas sin ánimo de representación y en estrecha relación con la nueva era industrial. Gabo había nacido en Rusia pero había estudiado medicina en Alemania donde finalmente se orientó hacia las artes. En 1917 había viajado en compañía de su hermano el escultor Antoine Pevsner, a su país natal donde publicó el Manifiesto realista y se incorporó a los programas del arte soviético. No obstante, después de realizar algunos trabajos de orientación utilitaria de acuerdo con las prioridades artísticas de ese momento en Rusia, el artista regresó a Occidente donde desarrollaría su particular concepción del constructivismo insistiendo en combinar poesía, racionalidad y abstracción total, evadiendo todo simbolismo, resaltando la actualidad de sus materiales, y presentando sus procesos como modelos de una razonable y benéfica actividad creativa.
Manzur conoció a Gabo durante un viaje a Chicago en el verano de 1967, cuando de inmediato quedó cautivado por su sensibilidad hacia el espacio y el tiempo como conceptos primordiales del mundo y de la vida, y también por su trabajo con el cual liberaba a la escultura de la tradicional solidez de la piedra tallada o el bronce modelado, y la abría de manera que mostrara su estructura interna combinándola visualmente con el espacio exterior. Le entusiasmó especialmente que dicha estructura se revelara a partir de materiales translúcidos y de hilos metálicos extendidos de un punto a otro conformando una interacción de planos; y le impresionó que los efectos variables de la luz le otorgaran a estas piezas cierta insinuación de movimiento. Sea este el momento de precisar que a pesar de que Gabo empleó alguna vez un motor en una de sus más tempranas esculturas, para este artista el movimiento fue más una concepción poética que literal, más una ilusión que una concreción, lo que no le resta méritos como precursor del cinetismo.
Manzur seguiría viajando durante varios veranos al taller de Gabo donde se convertiría en uno de sus ayudantes y donde se iría compenetrando cada vez más profundamente con la filosofía constructivista, pero a la manera de este artista, es decir, con prioridad en la abstracción y en la independencia de las obras, y sin el pragmatismo que proclamaba la contraparte soviética. Allí empezó a trabajar siguiendo algunos de los planteamientos de Gabo como los relativos al tiempo y el espacio y a la visibilidad de la estructura de las obras por cuenta de la luz, y comenzó también a utilizar hilos tensados pero haciendo evidentes claras diferencias con la producción de su maestro. Mientras Gabo creaba estructuras totalmente tridimensionales que desplegaban sus propuestas en 360 grados, Manzur se circunscribía a los 180 grados, partiendo invariablemente del plano, ordenando siempre los hilos sobre una superficie, y concediéndole a estos ensamblajes apenas una tridimensionalidad exigua que los sitúa a medio camino entre la pintura y la escultura, pero sin que tampoco se puedan considerar como relieves dado el empleo de diferentes materiales.
Es decir, convencido de que el hilo es un elemento aéreo por excelencia, Manzur pasó de los hilos pintados a los hilos reales extendiéndolos a distancias preestablecidas y en diferentes trayectorias de acuerdo con la orientación que les imponen unas estructuras como puentes de violín adheridas a los soportes de lienzo o de madera pintados de colores planos. En ocasiones los hilos distribuidos en una dirección se superponen a los hilos repartidos en otras direcciones creando inciertos entramados que incrementan sus visos y que atrapan al observador en una intrigante interacción de volumen y de luz, de resplandores y de sombras, de fondo y transparencias. Manzur trabajaba en estas obras con ayuda del computador –que en ese entonces no existía como implemento personal sino como un aparato de grandes dimensiones– al cual proveía información sobre el calibre de las cuerdas y su longitud, para calcular a través suyo la resistencia, por lo general considerable, que debían tener los marcos ante la fuerza acumulada de los hilos tirantes.12 No en vano Marta Traba hablaba a finales de la década de los sesenta de “la obsesión científico-matemática de David Manzur”.13
Puede también afirmarse, en consecuencia, que en esta época su trabajo va adquiriendo un talante racional, una argumentación lógica coincidente con los más ortodoxos postulados de la modernidad. Es importante recordar que en este período el artista conducía un exitoso taller de arte en Bogotá, y que su desempeño como profesor le demandaba al menos cierta coherencia racional para trasladar su pensamiento a los alumnos. En este taller, cuya existencia se extendió desde 1965 hasta 1986, se formaron un buen número de los artistas colombianos más destacados de las nuevas generaciones, y en él fueron conferencistas frecuentes: José Gómez Sicre, el crítico cubano, director de la Unión Panamericana en Washington que había sido instrumental en el reconocimiento internacional del trabajo de Manzur, y la varias veces citada Marta Traba quien osciló a lo largo de su vida entre la admiración desbordada y cierta velada impugnación con relación a su producción plástica.14
Los primeros hilos reales que trabajó Manzur fueron de acero, de los que se utilizan en ortodoncia. Su manejo era por demás peligroso ya que, templados con la fuerza que exigían sus obras, se convertían en elementos cortantes que demandaban un tratamiento cuidadoso. En un mural de 85 metros cuadrados realizado con estructuras de hierro sobre concreto para el Club de Empleados Oficiales de Bogotá, se emplearon 64 000 metros de dicho hilo, hecho que generó una crisis de agudas proporciones en la odontología colombiana puesto que agotó las existencias de este material que era importado en cuantías reducidas de acuerdo con una cuota preestablecida por el gobierno. Un poco después, el artista trabajaría con hilos de nylon que también llegó a emplear en grandes cantidades como lo confirma el hecho de que hubiera utilizado 50 kilómetros de este tipo de cuerda en la realización de las treinta obras de una exposición llevada a cabo en la Biblioteca Luis Ángel Arango en 1972.15
Pero más significativo que las dimensiones o que los alcances de los materiales utilizados es la impresionante presencia de estas obras, al tiempo concretas y evanescentes, potentes y aéreas, armónicas y dinámicas, intrincadas y diáfanas. Se trata de trabajos de un estricto orden y de una admirable regularidad que se despliegan en ritmos deliberadamente planeados produciendo vibraciones ópticas que los acercan, como las obras de Gabo, al arte cinético. En ocasiones han sido comparados con redes y con telarañas, pero no son piezas circulares sino rectangulares, y su construcción es rigurosa, precisa y estrictamente geométrica, lo que les otorga un aura definitivamente cerebral a pesar de su impacto en la sensibilidad visual del observador.
Llama poderosamente la atención que los ensamblajes de Manzur mantengan, a más de un cuarto de siglo de haber sido realizados, toda la energía creativa y toda la dignidad estética que el artista supo infundirles en el momento de su elaboración.
Notas:
- 12 Explicaba Manzur: “Yo someto un boceto a un fotómetro muy sensible que registra todas las tonalidades de grises. Este registro dado por el fotómetro es sometido a una programación para una computadora IBM. Esta parte ya la hace un programador. Pero los datos que me devuelve el programador son exactamente los que yo uso para construir mis obra”. Cali, Occidente, 13 de septiembre de 1970.
- 13 Marta Traba, “El caso del doble salón”, Magazine Dominical, El Espectador, Bogotá, mayo 4 de 1969.
- 14 Su labor en el taller fue descrita en las siguientes palabras: “Manzur suplió las deficiencias de las escuelas de bellas artes en el país. Su modelo fueron las escuelas libres de arte norteamericano. Su pedagogía es a la manera de un maestro oriental aguzando la sensibilidad de los alumnos. Pero de un modo brutal y a veces contradictorio, experimentando con los alumnos, que por momentos, vapuleados hasta el borde de las lágrimas, no saben si lo odian o lo aman. Quizás ambas cosas sucesivamente”, Plinio Apuleyo Mendoza, “Manzur el monje”, El Tiempo, noviembre 28 de 1987.
- 15 Alegre Levy, “50 kilómetros de arte computado”, El Tiempo, noviembre 20 de 1972.
#AmorPorColombia
Del espacio ilusorio al espacio real
El final de un mito / 1973 / Óleo sobre lienzo / 120 x 140 cm / Colección particular
Luna negra / 1968 / Ensamblaje / 100 x 60 cm / Colección particular
Texto de: Eduardo Serrano
A partir de ese momento, es decir de mediados de los años sesenta, su trabajo inicia un proceso reductivo –en cuanto a que disminuyen los detalles y se hace más esquemático–, sus lienzos comienzan a dividirse en áreas geométricas, sus formas adquieren contornos definidos, sus colores se emparejan y disminuyen a dos o tres en cada obra, y unas líneas que semejan hilos parecen medir distancias, trazar recorridos e insinuar desplazamientos complementando las sugerencias de los planos. Los elementos, tanto de madera como sintéticos que el artista había empezado a utilizar en sus ensamblajes, parecen ahora más claramente dirigidos a introducirse en el espacio real, pudiendo afirmarse que su obra, a partir de ese momento y por un largo lapso, se revierte espacialmente pasando, de la profundidad ilusoria propia de la pintura (es decir de los espacios que permiten equiparar los lienzos con ventanas), a los espacios del observador.
Este cambio en las miras y conceptos de su producción no fue gratuito ni sus efectos fueron inmediatos. Como todo lo suyo, fue un cambio sopesado y meditado, un viraje consciente que llevaría al artista a consolidar un lenguaje creativo inesperado si se tienen en cuenta las características de su trabajo hasta ese momento. Y en este cambio habrían de influir de manera definitiva los planteamientos de uno de los estilos más progresistas de la modernidad, el constructivismo, así como la figura más sobresaliente de este movimiento en Occidente: Naum Gabo.11
El constructivismo fue un estilo internacional que emergió como el más importante movimiento en Rusia después de la revolución, siendo su principal propósito la creación de obras a partir de formas sin ánimo de representación y en estrecha relación con la nueva era industrial. Gabo había nacido en Rusia pero había estudiado medicina en Alemania donde finalmente se orientó hacia las artes. En 1917 había viajado en compañía de su hermano el escultor Antoine Pevsner, a su país natal donde publicó el Manifiesto realista y se incorporó a los programas del arte soviético. No obstante, después de realizar algunos trabajos de orientación utilitaria de acuerdo con las prioridades artísticas de ese momento en Rusia, el artista regresó a Occidente donde desarrollaría su particular concepción del constructivismo insistiendo en combinar poesía, racionalidad y abstracción total, evadiendo todo simbolismo, resaltando la actualidad de sus materiales, y presentando sus procesos como modelos de una razonable y benéfica actividad creativa.
Manzur conoció a Gabo durante un viaje a Chicago en el verano de 1967, cuando de inmediato quedó cautivado por su sensibilidad hacia el espacio y el tiempo como conceptos primordiales del mundo y de la vida, y también por su trabajo con el cual liberaba a la escultura de la tradicional solidez de la piedra tallada o el bronce modelado, y la abría de manera que mostrara su estructura interna combinándola visualmente con el espacio exterior. Le entusiasmó especialmente que dicha estructura se revelara a partir de materiales translúcidos y de hilos metálicos extendidos de un punto a otro conformando una interacción de planos; y le impresionó que los efectos variables de la luz le otorgaran a estas piezas cierta insinuación de movimiento. Sea este el momento de precisar que a pesar de que Gabo empleó alguna vez un motor en una de sus más tempranas esculturas, para este artista el movimiento fue más una concepción poética que literal, más una ilusión que una concreción, lo que no le resta méritos como precursor del cinetismo.
Manzur seguiría viajando durante varios veranos al taller de Gabo donde se convertiría en uno de sus ayudantes y donde se iría compenetrando cada vez más profundamente con la filosofía constructivista, pero a la manera de este artista, es decir, con prioridad en la abstracción y en la independencia de las obras, y sin el pragmatismo que proclamaba la contraparte soviética. Allí empezó a trabajar siguiendo algunos de los planteamientos de Gabo como los relativos al tiempo y el espacio y a la visibilidad de la estructura de las obras por cuenta de la luz, y comenzó también a utilizar hilos tensados pero haciendo evidentes claras diferencias con la producción de su maestro. Mientras Gabo creaba estructuras totalmente tridimensionales que desplegaban sus propuestas en 360 grados, Manzur se circunscribía a los 180 grados, partiendo invariablemente del plano, ordenando siempre los hilos sobre una superficie, y concediéndole a estos ensamblajes apenas una tridimensionalidad exigua que los sitúa a medio camino entre la pintura y la escultura, pero sin que tampoco se puedan considerar como relieves dado el empleo de diferentes materiales.
Es decir, convencido de que el hilo es un elemento aéreo por excelencia, Manzur pasó de los hilos pintados a los hilos reales extendiéndolos a distancias preestablecidas y en diferentes trayectorias de acuerdo con la orientación que les imponen unas estructuras como puentes de violín adheridas a los soportes de lienzo o de madera pintados de colores planos. En ocasiones los hilos distribuidos en una dirección se superponen a los hilos repartidos en otras direcciones creando inciertos entramados que incrementan sus visos y que atrapan al observador en una intrigante interacción de volumen y de luz, de resplandores y de sombras, de fondo y transparencias. Manzur trabajaba en estas obras con ayuda del computador –que en ese entonces no existía como implemento personal sino como un aparato de grandes dimensiones– al cual proveía información sobre el calibre de las cuerdas y su longitud, para calcular a través suyo la resistencia, por lo general considerable, que debían tener los marcos ante la fuerza acumulada de los hilos tirantes.12 No en vano Marta Traba hablaba a finales de la década de los sesenta de “la obsesión científico-matemática de David Manzur”.13
Puede también afirmarse, en consecuencia, que en esta época su trabajo va adquiriendo un talante racional, una argumentación lógica coincidente con los más ortodoxos postulados de la modernidad. Es importante recordar que en este período el artista conducía un exitoso taller de arte en Bogotá, y que su desempeño como profesor le demandaba al menos cierta coherencia racional para trasladar su pensamiento a los alumnos. En este taller, cuya existencia se extendió desde 1965 hasta 1986, se formaron un buen número de los artistas colombianos más destacados de las nuevas generaciones, y en él fueron conferencistas frecuentes: José Gómez Sicre, el crítico cubano, director de la Unión Panamericana en Washington que había sido instrumental en el reconocimiento internacional del trabajo de Manzur, y la varias veces citada Marta Traba quien osciló a lo largo de su vida entre la admiración desbordada y cierta velada impugnación con relación a su producción plástica.14
Los primeros hilos reales que trabajó Manzur fueron de acero, de los que se utilizan en ortodoncia. Su manejo era por demás peligroso ya que, templados con la fuerza que exigían sus obras, se convertían en elementos cortantes que demandaban un tratamiento cuidadoso. En un mural de 85 metros cuadrados realizado con estructuras de hierro sobre concreto para el Club de Empleados Oficiales de Bogotá, se emplearon 64 000 metros de dicho hilo, hecho que generó una crisis de agudas proporciones en la odontología colombiana puesto que agotó las existencias de este material que era importado en cuantías reducidas de acuerdo con una cuota preestablecida por el gobierno. Un poco después, el artista trabajaría con hilos de nylon que también llegó a emplear en grandes cantidades como lo confirma el hecho de que hubiera utilizado 50 kilómetros de este tipo de cuerda en la realización de las treinta obras de una exposición llevada a cabo en la Biblioteca Luis Ángel Arango en 1972.15
Pero más significativo que las dimensiones o que los alcances de los materiales utilizados es la impresionante presencia de estas obras, al tiempo concretas y evanescentes, potentes y aéreas, armónicas y dinámicas, intrincadas y diáfanas. Se trata de trabajos de un estricto orden y de una admirable regularidad que se despliegan en ritmos deliberadamente planeados produciendo vibraciones ópticas que los acercan, como las obras de Gabo, al arte cinético. En ocasiones han sido comparados con redes y con telarañas, pero no son piezas circulares sino rectangulares, y su construcción es rigurosa, precisa y estrictamente geométrica, lo que les otorga un aura definitivamente cerebral a pesar de su impacto en la sensibilidad visual del observador.
Llama poderosamente la atención que los ensamblajes de Manzur mantengan, a más de un cuarto de siglo de haber sido realizados, toda la energía creativa y toda la dignidad estética que el artista supo infundirles en el momento de su elaboración.
Notas:
- 12 Explicaba Manzur: “Yo someto un boceto a un fotómetro muy sensible que registra todas las tonalidades de grises. Este registro dado por el fotómetro es sometido a una programación para una computadora IBM. Esta parte ya la hace un programador. Pero los datos que me devuelve el programador son exactamente los que yo uso para construir mis obra”. Cali, Occidente, 13 de septiembre de 1970.
- 13 Marta Traba, “El caso del doble salón”, Magazine Dominical, El Espectador, Bogotá, mayo 4 de 1969.
- 14 Su labor en el taller fue descrita en las siguientes palabras: “Manzur suplió las deficiencias de las escuelas de bellas artes en el país. Su modelo fueron las escuelas libres de arte norteamericano. Su pedagogía es a la manera de un maestro oriental aguzando la sensibilidad de los alumnos. Pero de un modo brutal y a veces contradictorio, experimentando con los alumnos, que por momentos, vapuleados hasta el borde de las lágrimas, no saben si lo odian o lo aman. Quizás ambas cosas sucesivamente”, Plinio Apuleyo Mendoza, “Manzur el monje”, El Tiempo, noviembre 28 de 1987.
- 15 Alegre Levy, “50 kilómetros de arte computado”, El Tiempo, noviembre 20 de 1972.