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- Salmona (1998)
- El sabor de Colombia (1994)
- Wayuú. Cultura del desierto colombiano (1998)
- Semana Santa en Popayán (1999)
- Cartagena de siempre (1992)
- Palacio de las Garzas (1999)
- Juan Montoya (1998)
- Aves de Colombia. Grabados iluminados del Siglo XVIII (1993)
- Alta Colombia. El esplendor de la montaña (1996)
- Artefactos. Objetos artesanales de Colombia (1992)
- Carros. El automovil en Colombia (1995)
- Espacios Comerciales. Colombia (1994)
- Cerros de Bogotá (2000)
- El Terremoto de San Salvador. Narración de un superviviente (2001)
- Manolo Valdés. La intemporalidad del arte (1999)
- Casa de Hacienda. Arquitectura en el campo colombiano (1997)
- Fiestas. Celebraciones y Ritos de Colombia (1995)
- Costa Rica. Pura Vida (2001)
- Luis Restrepo. Arquitectura (2001)
- Ana Mercedes Hoyos. Palenque (2001)
- La Moneda en Colombia (2001)
- Jardines de Colombia (1996)
- Una jornada en Macondo (1995)
- Retratos (1993)
- Atavíos. Raíces de la moda colombiana (1996)
- La ruta de Humboldt. Colombia - Venezuela (1994)
- Trópico. Visiones de la naturaleza colombiana (1997)
- Herederos de los Incas (1996)
- Casa Moderna. Medio siglo de arquitectura doméstica colombiana (1996)
- Bogotá desde el aire (1994)
- La vida en Colombia (1994)
- Casa Republicana. La bella época en Colombia (1995)
- Selva húmeda de Colombia (1990)
- Richter (1997)
- Por nuestros niños. Programas para su Proteccion y Desarrollo en Colombia (1990)
- Mariposas de Colombia (1991)
- Colombia tierra de flores (1990)
- Los países andinos desde el satélite (1995)
- Deliciosas frutas tropicales (1990)
- Arrecifes del Caribe (1988)
- Casa campesina. Arquitectura vernácula de Colombia (1993)
- Páramos (1988)
- Manglares (1989)
- Señor Ladrillo (1988)
- La última muerte de Wozzeck (2000)
- Historia del Café de Guatemala (2001)
- Casa Guatemalteca (1999)
- Silvia Tcherassi (2002)
- Ana Mercedes Hoyos. Retrospectiva (2002)
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- Museos de Bogotá (1989)
- El arte de la cocina japonesa (1996)
- Botero Dibujos (1999)
- Colombia Campesina (1989)
- Conflicto amazónico. 1932-1934 (1994)
- Débora Arango. Museo de Arte Moderno de Medellín (1986)
- La Sabana de Bogotá (1988)
- Casas de Embajada en Washington D.C. (2004)
- XVI Bienal colombiana de Arquitectura 1998 (1998)
- Visiones del Siglo XX colombiano. A través de sus protagonistas ya muertos (2003)
- Río Bogotá (1985)
- Jacanamijoy (2003)
- Álvaro Barrera. Arquitectura y Restauración (2003)
- Campos de Golf en Colombia (2003)
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- Guadua. Arquitectura y Diseño (2003)
- Enrique Grau. Homenaje (2003)
- Mauricio Gómez. Con la mano izquierda (2003)
- Ignacio Gómez Jaramillo (2003)
- Tesoros del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario. 350 años (2003)
- Manos en el arte colombiano (2003)
- Historia de la Fotografía en Colombia. Museo de Arte Moderno de Bogotá (1983)
- Arenas Betancourt. Un realista más allá del tiempo (1986)
- Los Figueroa. Aproximación a su época y a su pintura (1986)
- Andrés de Santa María (1985)
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- Botero en el Museo Nacional de Colombia. Nueva donación 2004 (2004)
- Gonzalo Ariza. Pinturas (1978)
- Grau. El pequeño viaje del Barón Von Humboldt (1977)
- Bogotá Viva (2004)
- Albergues del Libertador en Colombia. Banco de la República (1980)
- El Rey triste (1980)
- Gregorio Vásquez (1985)
- Ciclovías. Bogotá para el ciudadano (1983)
- Negret escultor. Homenaje (2004)
- Mefisto. Alberto Iriarte (2004)
- Suramericana. 60 Años de compromiso con la cultura (2004)
- Rostros de Colombia (1985)
- Flora de Los Andes. Cien especies del Altiplano Cundi-Boyacense (1984)
- Casa de Nariño (1985)
- Periodismo gráfico. Círculo de Periodistas de Bogotá (1984)
- Cien años de arte colombiano. 1886 - 1986 (1985)
- Pedro Nel Gómez (1981)
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- Palacio de San Carlos (1986)
- Veinte años del Sena en Colombia. 1957-1977 (1978)
- Bogotá. Estructura y principales servicios públicos (1978)
- Colombia Parques Naturales (2006)
- Érase una vez Colombia (2005)
- Colombia 360°. Ciudades y pueblos (2006)
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- Armando Villegas. Homenaje (2008)
- Manuel Hernández (2008)
- Alicia Viteri. Memoria digital (2009)
- Clemencia Echeverri. Sin respuesta (2009)
- Museo de Arte Moderno de Cartagena de Indias (2009)
- Agua. Riqueza de Colombia (2009)
- Volando Colombia. Paisajes (2009)
- Colombia en flor (2009)
- Medellín 360º. Cordial, Pujante y Bella (2009)
- Arte Internacional. Colección del Banco de la República (2009)
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El Manglar bajo tensión
En zonas secas y cuando se incrementa la salinidad del suelo en niveles críticos, los manglares, en especial los de mangle rojo, reaccionan liberando gran cantidad de hojas con el fin de evitar la pérdida de agua dulce, algo que le cuesta trabajo obtener en tales momentos críticos.
En zonas secas y cuando se incrementa la salinidad del suelo en niveles críticos, los manglares, en especial los de mangle rojo, reaccionan liberando gran cantidad de hojas con el fin de evitar la pérdida de agua dulce, algo que le cuesta trabajo obtener en tales momentos críticos.
Si la sal no es lavada o diluida por el agua dulce, los manglares se ven expuestos a graves tensiones y tienen que gastar gran parte de su energía en controlar este aspecto negativo. Esto nos demuestra que los mangles, a pesar de tener el agua salina como aliado, dependen, como el resto de las plantas terrestres, del aporte temporal de agua dulce. El incremento en la salinidad, asociado normalmente con la evaporación de agua dulce.
El incremento en la salinidad, asociado normalmente con la evaporación de agua dulce, induce la caída de hojas en los mangles. Este mecanismo de defensa por parte de las plantas, busca reducir la pérdida de agua dulce.
Las lluvias y el aporte temporal de agua dulce favorecen ampliamente el desarrollo de los manglares, ya que reducen los niveles de salinidad y arrastran consigo nutrientes indispensables para su desarrollo armónico. Por eso decimos que los manglares son en realidad plantas halófilas ?amantes de la sal? facultativas.
No sólo la salinidad es un tensor de considera-ción. Las fuertes tormen- tas y el oleaje de alta energía pueden erosionar el suelo del manglar y dejarlo sin piso, o acarrear arena y otros sedimentos en tal magnitud que tapen las raíces del mangle matándolo por sofocación.
Los manglares, especialmente los del Pacífico colombiano, no sólo tienen una vasta fauna asociada; tienen también una particular flora acompañante. Sobre las ramas crece una serie de epífitas, entre ellas, bromelias, orquídeas y helechos. El suelo también tiene plantas muy particulares que viven cerca al manglar como Crenea patentinervis (124), una especie endémica que sólo se conoce en los manglares del Pacífico colombiano.
Los manglares, especialmente los del Pacífico colombiano, no sólo tienen una vasta fauna asociada; tienen también una particular flora acompañante. Sobre las ramas crece una serie de epífitas, entre ellas, bromelias, orquídeas y helechos. El suelo también tiene plantas muy particulares que viven cerca al manglar como Crenea patentinervis (124), una especie endémica que sólo se conoce en los manglares del Pacífico colombiano.
Los manglares, especialmente los del Pacífico colombiano, no sólo tienen una vasta fauna asociada; tienen también una particular flora acompañante. Sobre las ramas crece una serie de epífitas, entre ellas, bromelias, orquídeas y helechos. El suelo también tiene plantas muy particulares que viven cerca al manglar como Crenea patentinervis (124), una especie endémica que sólo se conoce en los manglares del Pacífico colombiano.
Los manglares, especialmente los del Pacífico colombiano, no sólo tienen una vasta fauna asociada; tienen también una particular flora acompañante. Sobre las ramas crece una serie de epífitas, entre ellas, bromelias, orquídeas y helechos. El suelo también tiene plantas muy particulares que viven cerca al manglar como Crenea patentinervis (124), una especie endémica que sólo se conoce en los manglares del Pacífico colombiano.
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Los manglares, especialmente los del Pacífico colombiano, no sólo tienen una vasta fauna asociada; tienen también una particular flora acompañante. Sobre las ramas crece una serie de epífitas, entre ellas, bromelias, orquídeas y helechos. El suelo también tiene plantas muy particulares que viven cerca al manglar como Crenea patentinervis (124), una especie endémica que sólo se conoce en los manglares del Pacífico colombiano.
Los manglares, especialmente los del Pacífico colombiano, no sólo tienen una vasta fauna asociada; tienen también una particular flora acompañante. Sobre las ramas crece una serie de epífitas, entre ellas, bromelias, orquídeas y helechos. El suelo también tiene plantas muy particulares que viven cerca al manglar como Crenea patentinervis (124), una especie endémica que sólo se conoce en los manglares del Pacífico colombiano.
Los manglares, especialmente los del Pacífico colombiano, no sólo tienen una vasta fauna asociada; tienen también una particular flora acompañante. Sobre las ramas crece una serie de epífitas, entre ellas, bromelias, orquídeas y helechos. El suelo también tiene plantas muy particulares que viven cerca al manglar como Crenea patentinervis (124), una especie endémica que sólo se conoce en los manglares del Pacífico colombiano.
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Los manglares, especialmente los del Pacífico colombiano, no sólo tienen una vasta fauna asociada; tienen también una particular flora acompañante. Sobre las ramas crece una serie de epífitas, entre ellas, bromelias, orquídeas y helechos. El suelo también tiene plantas muy particulares que viven cerca al manglar como Crenea patentinervis (124), una especie endémica que sólo se conoce en los manglares del Pacífico colombiano.
Los manglares, especialmente los del Pacífico colombiano, no sólo tienen una vasta fauna asociada; tienen también una particular flora acompañante. Sobre las ramas crece una serie de epífitas, entre ellas, bromelias, orquídeas y helechos. El suelo también tiene plantas muy particulares que viven cerca al manglar como Crenea patentinervis (124), una especie endémica que sólo se conoce en los manglares del Pacífico colombiano.
Los manglares, especialmente los del Pacífico colombiano, no sólo tienen una vasta fauna asociada; tienen también una particular flora acompañante. Sobre las ramas crece una serie de epífitas, entre ellas, bromelias, orquídeas y helechos. El suelo también tiene plantas muy particulares que viven cerca al manglar como Crenea patentinervis (124), una especie endémica que sólo se conoce en los manglares del Pacífico colombiano.
Las altas precipitaciones del Pacífico colombiano y la atmósfera sofocante saturada de vapor de agua, permiten que en el manglar, al igual que en la selva tropical vecina, se desarrolle una infinidad de hongos y plantas inferiores sobre los troncos de los árboles. En algunos casos podemos pensar que hemos penetrado al bosque de niebla cuando vemos los tapetes de líquenes y musgos cubriendo los troncos de vetustos mangles.
Las altas precipitaciones del Pacífico colombiano y la atmósfera sofocante saturada de vapor de agua, permiten que en el manglar, al igual que en la selva tropical vecina, se desarrolle una infinidad de hongos y plantas inferiores sobre los troncos de los árboles. En algunos casos podemos pensar que hemos penetrado al bosque de niebla cuando vemos los tapetes de líquenes y musgos cubriendo los troncos de vetustos mangles.
Las altas precipitaciones del Pacífico colombiano y la atmósfera sofocante saturada de vapor de agua, permiten que en el manglar, al igual que en la selva tropical vecina, se desarrolle una infinidad de hongos y plantas inferiores sobre los troncos de los árboles. En algunos casos podemos pensar que hemos penetrado al bosque de niebla cuando vemos los tapetes de líquenes y musgos cubriendo los troncos de vetustos mangles.
Las altas precipitaciones del Pacífico colombiano y la atmósfera sofocante saturada de vapor de agua, permiten que en el manglar, al igual que en la selva tropical vecina, se desarrolle una infinidad de hongos y plantas inferiores sobre los troncos de los árboles. En algunos casos podemos pensar que hemos penetrado al bosque de niebla cuando vemos los tapetes de líquenes y musgos cubriendo los troncos de vetustos mangles.
Las altas precipitaciones del Pacífico colombiano y la atmósfera sofocante saturada de vapor de agua, permiten que en el manglar, al igual que en la selva tropical vecina, se desarrolle una infinidad de hongos y plantas inferiores sobre los troncos de los árboles. En algunos casos podemos pensar que hemos penetrado al bosque de niebla cuando vemos los tapetes de líquenes y musgos cubriendo los troncos de vetustos mangles.
Las altas precipitaciones del Pacífico colombiano y la atmósfera sofocante saturada de vapor de agua, permiten que en el manglar, al igual que en la selva tropical vecina, se desarrolle una infinidad de hongos y plantas inferiores sobre los troncos de los árboles. En algunos casos podemos pensar que hemos penetrado al bosque de niebla cuando vemos los tapetes de líquenes y musgos cubriendo los troncos de vetustos mangles.
Las altas precipitaciones del Pacífico colombiano y la atmósfera sofocante saturada de vapor de agua, permiten que en el manglar, al igual que en la selva tropical vecina, se desarrolle una infinidad de hongos y plantas inferiores sobre los troncos de los árboles. En algunos casos podemos pensar que hemos penetrado al bosque de niebla cuando vemos los tapetes de líquenes y musgos cubriendo los troncos de vetustos mangles.
Las altas precipitaciones del Pacífico colombiano y la atmósfera sofocante saturada de vapor de agua, permiten que en el manglar, al igual que en la selva tropical vecina, se desarrolle una infinidad de hongos y plantas inferiores sobre los troncos de los árboles. En algunos casos podemos pensar que hemos penetrado al bosque de niebla cuando vemos los tapetes de líquenes y musgos cubriendo los troncos de vetustos mangles.
Las altas precipitaciones del Pacífico colombiano y la atmósfera sofocante saturada de vapor de agua, permiten que en el manglar, al igual que en la selva tropical vecina, se desarrolle una infinidad de hongos y plantas inferiores sobre los troncos de los árboles. En algunos casos podemos pensar que hemos penetrado al bosque de niebla cuando vemos los tapetes de líquenes y musgos cubriendo los troncos de vetustos mangles.
Las altas precipitaciones del Pacífico colombiano y la atmósfera sofocante saturada de vapor de agua, permiten que en el manglar, al igual que en la selva tropical vecina, se desarrolle una infinidad de hongos y plantas inferiores sobre los troncos de los árboles. En algunos casos podemos pensar que hemos penetrado al bosque de niebla cuando vemos los tapetes de líquenes y musgos cubriendo los troncos de vetustos mangles.
Las altas precipitaciones del Pacífico colombiano y la atmósfera sofocante saturada de vapor de agua, permiten que en el manglar, al igual que en la selva tropical vecina, se desarrolle una infinidad de hongos y plantas inferiores sobre los troncos de los árboles. En algunos casos podemos pensar que hemos penetrado al bosque de niebla cuando vemos los tapetes de líquenes y musgos cubriendo los troncos de vetustos mangles.
Las altas precipitaciones del Pacífico colombiano y la atmósfera sofocante saturada de vapor de agua, permiten que en el manglar, al igual que en la selva tropical vecina, se desarrolle una infinidad de hongos y plantas inferiores sobre los troncos de los árboles. En algunos casos podemos pensar que hemos penetrado al bosque de niebla cuando vemos los tapetes de líquenes y musgos cubriendo los troncos de vetustos mangles.
Texto de: Henry von Prahl
El manglar es un ecosistema dinámico dependiente de una serie de condiciones ambientales para su normal desarrollo, como oferta de agua dulce, nutrientes importados, mareas, protección del oleaje, entre otros. Pero al alterarse estas condiciones se afecta toda la comunidad y entonces se dice que aparece un tensor. Un tensor se define como la condición en la cual se pierde determinada cantidad de energía potencial que podría ser utilizada en actividades normales de la planta, como crecer. Por lo tanto es importante tener en cuenta que durante este proceso de control se pierde energía.
Uno de estos tensores naturales, que puede ser inducido por el hombre, es la hipersalinidad. Al respecto, ya hemos dicho que no todos los mangles tienen el mismo grado de tolerancia a la salinidad del suelo. Por ejemplo, el mangle rojo no tolera concentraciones de más de 50 partes por mil, mientras que el negro se desarrolla relativamente bien en proporciones semejantes e, incluso, soporta niveles alrededor de 90 partes por mil. Aparentemente, el grado de tolerancia está relacionado con las estrategias fisiológicas de evacuación de sal. El mangle rojo dispone de un sistema de ultrafiltración del agua salada a nivel de las raíces, el cual deja pasar por las membranas selectivas el agua dulce y los nutrientes esenciales. Para lograr este proceso físico tiene que mantener grandes diferencias de presiones con respecto al medio externo.
Como es de suponerse, las presiones negativas en el interior de la planta tienen un límite a partir del cual la filtración deja de ser eficiente. En este momento empiezan a entrar sales que, en pequeñas cantidades, pueden ser diluídas en las hojas con el aporte de agua dulce. Por esto el mangle rojo en zonas con salinidad alta tiene hojas más gruesas y suculentas que los mangles desarrollados en condiciones normales entre 15 y 25 partes por mil de salinidad. De todas maneras, cuando se incrementa la salinidad y alcanza límites no tolerables fisiológicamente, la planta empieza a gastar cantidades proporcionales de energía para tratar de reestablecer el equilibrio. Por lo general se presenta un aminoramiento en la tasa de transpiración, lo cual conduce a la reducción del área foliar y posteriormente a una defoliación crNica, según la intensidad del tensor. La reducción del área foliar es ventajosa en estos casos, dado que las hojas grandes generan altas tasas de transpiración, fenómeno inadecuado en ese ambiente hipersalino donde es difícil obtener agua dulce.
Otra estrategia para evitar la pérdida de agua dulce por transpiración consiste en segregar una delgada capa de cera a manera de aislante sobre la hoja. Cuando la salinidad del suelo sobrepasa el límite fisiológico de tolerancia y la planta permanece largo tiempo expuesta no puede reestablecer el equilibrio; entonces colapsa y muere.
El efecto de la hipersalinidad como tensor está muy bien documentado en el caso de la Ciénaga Grande de Santa Marta, donde se registró, en 1988, un incremento sensible en la caída de hojas, con volúmenes cercanos a 28.84 toneladas por hectárea año.
Grave signo de la tensión bajo la cual se encuentran, si tenemos en cuenta que la producción normal de hojarasca no debería sobrepasar 12 toneladas por hectárea/ año. Pero el efecto más patético de hipersalinidad lo tenemos en la franja de Salamanca, donde grandes extensiones de mangle rojo murieron al sobrepasar la salinidad del suelo niveles controlables por parte de la planta.
El mangle negro es mucho más tolerante y resiste concentraciones alrededor de 90 partes por mil, pues es capaz de eliminar el exceso de sal por las hojas, a través de glándulas especializadas. De todas maneras, a mayor salinidad el mangle tiene que gastar más energía en este proceso fisiológico, energía que deja de estar disponible para otros usos. Esto obliga a que muchos mangles localizados en zonas con alta salinidad sean de talla baja pese a su edad, por ello se denominan enanos.
Los problemas con la alta salinidad se presentan generalmente cuando se interrumpe, natural o artificialmente, el intercambio de masas de agua. Por ejemplo, al cerrarse los caños con sedimentos o al formarse barras de arena u otros obstáculos físicos. Pero, adicionalmente, el clima juega un papel significativo, debido a que el efecto de hipersalinidad se presenta en zonas de alta evaporación y precipitaciones menores de 1000 milímetros por año, como ocurre en la franja de Manglares que se extiende desde el golfo de Morrosquillo hasta la Guajira, en el Caribe colombiano.
Se puede concluir entonces que el clima es decisivo porque regula la oferta de agua dulce y, por ende, la salinidad del suelo. A su vez, está estrechamente vinculado al aporte de nutrientes, dado que estos se importan con aguas de escorrentías y de los ríos, lo cual depende de las lluvias.
En la costa del Pacífico, donde las precipitaciones anuales sobrepasan los 3.000 milímetros por año, no se detecta este problema ya que hay una permanente dilución del agua salada por las lluvias y una abundante oferta de nutrientes disueltos. Por lo tanto los Manglares del Caribe son más susceptibles a este tipo de tensor.
Las tormentas tropicales y los vendavales son importantes agentes tensores, porque los vientos de más de 90 kilómetros por hora son capaces de arrancarlos, especialmente a los mangles negros, que se caracterizan por tener raíces superficiales; además, estos vientos causan defoliaciones con pérdida de flores y embriones.
El mayor problema se presenta cuando vientos y mareas interactúan produciendo olas de enorme potencia que pueden afectar mecánicamente a los mangles, ya sea por erosión del suelo o acumulación de cantidades apreciables de sedimento sobre las raíces. Estos tapan los poros de intercambio de gases o los tubos respiratorios (neumatForos), bloqueando así el normal intercambio de oxígeno.
Tal fenómeno se observa con frecuencia en la costa del Pacífico colombiano, donde los cambios de corrientes, en interacción con las mareas, transportan sedimentos de las barras de arena hasta el manglar, tapando las raíces de los árboles, lo cual puede ocasionar la muerte masiva de extensos cinturones costeros de vegetación.
Procesos similares se generan al dragar canales y vertir el material excavado directamente al manglar o cuando se extrae arena, u otros materiales sedimentados, que al ser resuspendidos son arrastrados con las corrientes al manglar.
Al respecto, es importante aclarar que los Manglares mejor desarrollados, los ribereños, reciben descargas graduales de sedimentos ricos en nutrientes, en cantidades a las que el manglar puede adaptarse; pero, cuando recibe un exceso de sedimentos, generalmente más de 70 centímetros, se bloquea el intercambio de gases.
Por otra parte, la planta no puede incorporar eficientemente los nutrientes con sus raíces superficiales, máxime si el sedimento es arena. Además, cuando el sustrato es arenoso se inhibe la fijación de nuevos embriones de mangle porque estos no logran anclarse sobre el suelo que se modifica con el oleaje y las corrientes.
Otro tensor importante en los Manglares está relacionado con las inundaciones crNicas, ya sea las causadas por obras civiles, como diques o terraplenes, 0 por efectos naturales de sedimentación. Al acumularse el agua y cubrir las raíces, los Manglares se ven afectados en los procesos de intercambio de gases y comúnmente mueren, según el tiempo que dure la inundación.
También existen tensores térmicos. Se sabe que las raíces son afectadas cuando la temperatura del agua aumenta más de 380 C., perjudicándolas en su sistema de ultrafiltración. Adicionalmente, desaparece la fauna asociada y los mangles sufren defoliaciones, de acuerdo con la intensidad y duración del tensor.
Una respuesta a tensores térmicos crónicos se refleja en la reducción del área foliar, ya que la planta pierde más calor con hojas pequeñas, lo que le permite regular la temperatura sin perder mucha agua en el proceso.
Los tensores térmicos aparecen cuando el agua represada en los Manglares se recalienta y pierde oxígeno, lo cual causa serios problemas fisiológicos a la planta.
También son frecuentes las poluciones térmicas como sucede en la isla de San Andrés, donde el agua caliente utilizada en la refrigeración de la planta eléctrica es canalizada directamente al manglar de Bahía Hooker, ocasionando la destrucción de buena parte de él y la inhabilitación del área como zona nodriza.
Hay tensores motivados por el hombre, como es el efecto de insecticidas y herbicidas que pueden dañar irreversiblemente el manglar o hacer muy lenta su recuperación.
Un ejemplo de esto se vió durante la guerra de Vietnam, donde aplicaron herbicidas para desfoliar los mangles del delta del río Mekong, los cuales hasta hoy no se han recuperado y cuya pérdida ha causado múltiples problemas ecológicos y sociales.
En este sentido es importante anotar que los herbicidas también afectan los embriones porque estos son plantúlas germinadas unidas temporalmente a la planta madre; por ello no tienen resistencia a tales agentes como sí ocurre con las semillas, auténticas cápsulas inmunes a condiciones adversas.
Pero los tensores más letales son los hidrocarburos y en especial el petróleo, dado que los Manglares se desarrollan en suelos relativamente pobres en oxígeno anaeróbicos , determinados en gran parte por su saturación de agua, lo cual obliga a la planta a incorporar oxígeno del medio a través de sus poros respiratorios o de los neumatForos. Con estas adaptaciones el mangle puede intercambiar alrededor de un 25 por ciento de los gases.
Pero al entrar petróleo al medio y cubrir las raíces estos poros se tapan, lo mismo que los neumatForos, produciendo un bloqueo en el intercambio de gases que altera el balance metabólico de la planta.
La respuesta del mangle depende de la cantidad y calidad del petróleo y se manifiesta en la pérdida parcial o total del follaje, reducción del tamaño de las hojas nuevas y una alta susceptibilidad al ataque de insectos. Si daña el 70 por ciento de la planta ésta muere.
Un efecto del derramamiento de petróleo en un manglar se presentó en la región de Tumaco, costa del Pacífico colombiano, con el hundimiento del petrolero Saint Peter, en 1976.
El petróleo que alcanzó la costa causó una defoliación parcial en amplias zonas del manglar. Pero el que se acumula en el suelo de un manglar también causa problemas al bloquear la incorporación de nutrientes por parte de las raíces superficiales de absorción y, como es de esperarse, afecta la fauna y la flora, especialmente las bacterias asociadas al suelo y las raíces.
Es claro que las consecuencias no son las mismas en todos los Manglares y que están muy ligadas a condiciones ambientales.
Por ejemplo, las amplias fluctuaciones de las mareas, comunes en el Pacífico colombiano, favorecen la remoción del petróleo. Si, además, hay buen flujo o recambio de agua como en los Manglares ribereños, el perjuicio se reduce enormemente. Al respecto, los Manglares más afectados son los que se desarrollan en zonas con intercambios lentos de masas de agua.
Pero la regeneración de Manglares afectados por petróleo también es lenta debido a que los embriones no forman raíces ni se desarrollan en sustratos contaminados, por lo cual pierde capacidad de fijación y no hay recolonización exitosa, hasta tanto el tensor sea removido o degradado y desaparezca su secuela. Esto hace necesario el conocer la zona donde el problema se presenta, pues los efectos serán diferentes en las costas del Caribe de las del Pacífico.
#AmorPorColombia
El Manglar bajo tensión
En zonas secas y cuando se incrementa la salinidad del suelo en niveles críticos, los manglares, en especial los de mangle rojo, reaccionan liberando gran cantidad de hojas con el fin de evitar la pérdida de agua dulce, algo que le cuesta trabajo obtener en tales momentos críticos.
En zonas secas y cuando se incrementa la salinidad del suelo en niveles críticos, los manglares, en especial los de mangle rojo, reaccionan liberando gran cantidad de hojas con el fin de evitar la pérdida de agua dulce, algo que le cuesta trabajo obtener en tales momentos críticos.
Si la sal no es lavada o diluida por el agua dulce, los manglares se ven expuestos a graves tensiones y tienen que gastar gran parte de su energía en controlar este aspecto negativo. Esto nos demuestra que los mangles, a pesar de tener el agua salina como aliado, dependen, como el resto de las plantas terrestres, del aporte temporal de agua dulce. El incremento en la salinidad, asociado normalmente con la evaporación de agua dulce.
El incremento en la salinidad, asociado normalmente con la evaporación de agua dulce, induce la caída de hojas en los mangles. Este mecanismo de defensa por parte de las plantas, busca reducir la pérdida de agua dulce.
Las lluvias y el aporte temporal de agua dulce favorecen ampliamente el desarrollo de los manglares, ya que reducen los niveles de salinidad y arrastran consigo nutrientes indispensables para su desarrollo armónico. Por eso decimos que los manglares son en realidad plantas halófilas ?amantes de la sal? facultativas.
No sólo la salinidad es un tensor de considera-ción. Las fuertes tormen- tas y el oleaje de alta energía pueden erosionar el suelo del manglar y dejarlo sin piso, o acarrear arena y otros sedimentos en tal magnitud que tapen las raíces del mangle matándolo por sofocación.
Los manglares, especialmente los del Pacífico colombiano, no sólo tienen una vasta fauna asociada; tienen también una particular flora acompañante. Sobre las ramas crece una serie de epífitas, entre ellas, bromelias, orquídeas y helechos. El suelo también tiene plantas muy particulares que viven cerca al manglar como Crenea patentinervis (124), una especie endémica que sólo se conoce en los manglares del Pacífico colombiano.
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Las altas precipitaciones del Pacífico colombiano y la atmósfera sofocante saturada de vapor de agua, permiten que en el manglar, al igual que en la selva tropical vecina, se desarrolle una infinidad de hongos y plantas inferiores sobre los troncos de los árboles. En algunos casos podemos pensar que hemos penetrado al bosque de niebla cuando vemos los tapetes de líquenes y musgos cubriendo los troncos de vetustos mangles.
Las altas precipitaciones del Pacífico colombiano y la atmósfera sofocante saturada de vapor de agua, permiten que en el manglar, al igual que en la selva tropical vecina, se desarrolle una infinidad de hongos y plantas inferiores sobre los troncos de los árboles. En algunos casos podemos pensar que hemos penetrado al bosque de niebla cuando vemos los tapetes de líquenes y musgos cubriendo los troncos de vetustos mangles.
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Texto de: Henry von Prahl
El manglar es un ecosistema dinámico dependiente de una serie de condiciones ambientales para su normal desarrollo, como oferta de agua dulce, nutrientes importados, mareas, protección del oleaje, entre otros. Pero al alterarse estas condiciones se afecta toda la comunidad y entonces se dice que aparece un tensor. Un tensor se define como la condición en la cual se pierde determinada cantidad de energía potencial que podría ser utilizada en actividades normales de la planta, como crecer. Por lo tanto es importante tener en cuenta que durante este proceso de control se pierde energía.
Uno de estos tensores naturales, que puede ser inducido por el hombre, es la hipersalinidad. Al respecto, ya hemos dicho que no todos los mangles tienen el mismo grado de tolerancia a la salinidad del suelo. Por ejemplo, el mangle rojo no tolera concentraciones de más de 50 partes por mil, mientras que el negro se desarrolla relativamente bien en proporciones semejantes e, incluso, soporta niveles alrededor de 90 partes por mil. Aparentemente, el grado de tolerancia está relacionado con las estrategias fisiológicas de evacuación de sal. El mangle rojo dispone de un sistema de ultrafiltración del agua salada a nivel de las raíces, el cual deja pasar por las membranas selectivas el agua dulce y los nutrientes esenciales. Para lograr este proceso físico tiene que mantener grandes diferencias de presiones con respecto al medio externo.
Como es de suponerse, las presiones negativas en el interior de la planta tienen un límite a partir del cual la filtración deja de ser eficiente. En este momento empiezan a entrar sales que, en pequeñas cantidades, pueden ser diluídas en las hojas con el aporte de agua dulce. Por esto el mangle rojo en zonas con salinidad alta tiene hojas más gruesas y suculentas que los mangles desarrollados en condiciones normales entre 15 y 25 partes por mil de salinidad. De todas maneras, cuando se incrementa la salinidad y alcanza límites no tolerables fisiológicamente, la planta empieza a gastar cantidades proporcionales de energía para tratar de reestablecer el equilibrio. Por lo general se presenta un aminoramiento en la tasa de transpiración, lo cual conduce a la reducción del área foliar y posteriormente a una defoliación crNica, según la intensidad del tensor. La reducción del área foliar es ventajosa en estos casos, dado que las hojas grandes generan altas tasas de transpiración, fenómeno inadecuado en ese ambiente hipersalino donde es difícil obtener agua dulce.
Otra estrategia para evitar la pérdida de agua dulce por transpiración consiste en segregar una delgada capa de cera a manera de aislante sobre la hoja. Cuando la salinidad del suelo sobrepasa el límite fisiológico de tolerancia y la planta permanece largo tiempo expuesta no puede reestablecer el equilibrio; entonces colapsa y muere.
El efecto de la hipersalinidad como tensor está muy bien documentado en el caso de la Ciénaga Grande de Santa Marta, donde se registró, en 1988, un incremento sensible en la caída de hojas, con volúmenes cercanos a 28.84 toneladas por hectárea año.
Grave signo de la tensión bajo la cual se encuentran, si tenemos en cuenta que la producción normal de hojarasca no debería sobrepasar 12 toneladas por hectárea/ año. Pero el efecto más patético de hipersalinidad lo tenemos en la franja de Salamanca, donde grandes extensiones de mangle rojo murieron al sobrepasar la salinidad del suelo niveles controlables por parte de la planta.
El mangle negro es mucho más tolerante y resiste concentraciones alrededor de 90 partes por mil, pues es capaz de eliminar el exceso de sal por las hojas, a través de glándulas especializadas. De todas maneras, a mayor salinidad el mangle tiene que gastar más energía en este proceso fisiológico, energía que deja de estar disponible para otros usos. Esto obliga a que muchos mangles localizados en zonas con alta salinidad sean de talla baja pese a su edad, por ello se denominan enanos.
Los problemas con la alta salinidad se presentan generalmente cuando se interrumpe, natural o artificialmente, el intercambio de masas de agua. Por ejemplo, al cerrarse los caños con sedimentos o al formarse barras de arena u otros obstáculos físicos. Pero, adicionalmente, el clima juega un papel significativo, debido a que el efecto de hipersalinidad se presenta en zonas de alta evaporación y precipitaciones menores de 1000 milímetros por año, como ocurre en la franja de Manglares que se extiende desde el golfo de Morrosquillo hasta la Guajira, en el Caribe colombiano.
Se puede concluir entonces que el clima es decisivo porque regula la oferta de agua dulce y, por ende, la salinidad del suelo. A su vez, está estrechamente vinculado al aporte de nutrientes, dado que estos se importan con aguas de escorrentías y de los ríos, lo cual depende de las lluvias.
En la costa del Pacífico, donde las precipitaciones anuales sobrepasan los 3.000 milímetros por año, no se detecta este problema ya que hay una permanente dilución del agua salada por las lluvias y una abundante oferta de nutrientes disueltos. Por lo tanto los Manglares del Caribe son más susceptibles a este tipo de tensor.
Las tormentas tropicales y los vendavales son importantes agentes tensores, porque los vientos de más de 90 kilómetros por hora son capaces de arrancarlos, especialmente a los mangles negros, que se caracterizan por tener raíces superficiales; además, estos vientos causan defoliaciones con pérdida de flores y embriones.
El mayor problema se presenta cuando vientos y mareas interactúan produciendo olas de enorme potencia que pueden afectar mecánicamente a los mangles, ya sea por erosión del suelo o acumulación de cantidades apreciables de sedimento sobre las raíces. Estos tapan los poros de intercambio de gases o los tubos respiratorios (neumatForos), bloqueando así el normal intercambio de oxígeno.
Tal fenómeno se observa con frecuencia en la costa del Pacífico colombiano, donde los cambios de corrientes, en interacción con las mareas, transportan sedimentos de las barras de arena hasta el manglar, tapando las raíces de los árboles, lo cual puede ocasionar la muerte masiva de extensos cinturones costeros de vegetación.
Procesos similares se generan al dragar canales y vertir el material excavado directamente al manglar o cuando se extrae arena, u otros materiales sedimentados, que al ser resuspendidos son arrastrados con las corrientes al manglar.
Al respecto, es importante aclarar que los Manglares mejor desarrollados, los ribereños, reciben descargas graduales de sedimentos ricos en nutrientes, en cantidades a las que el manglar puede adaptarse; pero, cuando recibe un exceso de sedimentos, generalmente más de 70 centímetros, se bloquea el intercambio de gases.
Por otra parte, la planta no puede incorporar eficientemente los nutrientes con sus raíces superficiales, máxime si el sedimento es arena. Además, cuando el sustrato es arenoso se inhibe la fijación de nuevos embriones de mangle porque estos no logran anclarse sobre el suelo que se modifica con el oleaje y las corrientes.
Otro tensor importante en los Manglares está relacionado con las inundaciones crNicas, ya sea las causadas por obras civiles, como diques o terraplenes, 0 por efectos naturales de sedimentación. Al acumularse el agua y cubrir las raíces, los Manglares se ven afectados en los procesos de intercambio de gases y comúnmente mueren, según el tiempo que dure la inundación.
También existen tensores térmicos. Se sabe que las raíces son afectadas cuando la temperatura del agua aumenta más de 380 C., perjudicándolas en su sistema de ultrafiltración. Adicionalmente, desaparece la fauna asociada y los mangles sufren defoliaciones, de acuerdo con la intensidad y duración del tensor.
Una respuesta a tensores térmicos crónicos se refleja en la reducción del área foliar, ya que la planta pierde más calor con hojas pequeñas, lo que le permite regular la temperatura sin perder mucha agua en el proceso.
Los tensores térmicos aparecen cuando el agua represada en los Manglares se recalienta y pierde oxígeno, lo cual causa serios problemas fisiológicos a la planta.
También son frecuentes las poluciones térmicas como sucede en la isla de San Andrés, donde el agua caliente utilizada en la refrigeración de la planta eléctrica es canalizada directamente al manglar de Bahía Hooker, ocasionando la destrucción de buena parte de él y la inhabilitación del área como zona nodriza.
Hay tensores motivados por el hombre, como es el efecto de insecticidas y herbicidas que pueden dañar irreversiblemente el manglar o hacer muy lenta su recuperación.
Un ejemplo de esto se vió durante la guerra de Vietnam, donde aplicaron herbicidas para desfoliar los mangles del delta del río Mekong, los cuales hasta hoy no se han recuperado y cuya pérdida ha causado múltiples problemas ecológicos y sociales.
En este sentido es importante anotar que los herbicidas también afectan los embriones porque estos son plantúlas germinadas unidas temporalmente a la planta madre; por ello no tienen resistencia a tales agentes como sí ocurre con las semillas, auténticas cápsulas inmunes a condiciones adversas.
Pero los tensores más letales son los hidrocarburos y en especial el petróleo, dado que los Manglares se desarrollan en suelos relativamente pobres en oxígeno anaeróbicos , determinados en gran parte por su saturación de agua, lo cual obliga a la planta a incorporar oxígeno del medio a través de sus poros respiratorios o de los neumatForos. Con estas adaptaciones el mangle puede intercambiar alrededor de un 25 por ciento de los gases.
Pero al entrar petróleo al medio y cubrir las raíces estos poros se tapan, lo mismo que los neumatForos, produciendo un bloqueo en el intercambio de gases que altera el balance metabólico de la planta.
La respuesta del mangle depende de la cantidad y calidad del petróleo y se manifiesta en la pérdida parcial o total del follaje, reducción del tamaño de las hojas nuevas y una alta susceptibilidad al ataque de insectos. Si daña el 70 por ciento de la planta ésta muere.
Un efecto del derramamiento de petróleo en un manglar se presentó en la región de Tumaco, costa del Pacífico colombiano, con el hundimiento del petrolero Saint Peter, en 1976.
El petróleo que alcanzó la costa causó una defoliación parcial en amplias zonas del manglar. Pero el que se acumula en el suelo de un manglar también causa problemas al bloquear la incorporación de nutrientes por parte de las raíces superficiales de absorción y, como es de esperarse, afecta la fauna y la flora, especialmente las bacterias asociadas al suelo y las raíces.
Es claro que las consecuencias no son las mismas en todos los Manglares y que están muy ligadas a condiciones ambientales.
Por ejemplo, las amplias fluctuaciones de las mareas, comunes en el Pacífico colombiano, favorecen la remoción del petróleo. Si, además, hay buen flujo o recambio de agua como en los Manglares ribereños, el perjuicio se reduce enormemente. Al respecto, los Manglares más afectados son los que se desarrollan en zonas con intercambios lentos de masas de agua.
Pero la regeneración de Manglares afectados por petróleo también es lenta debido a que los embriones no forman raíces ni se desarrollan en sustratos contaminados, por lo cual pierde capacidad de fijación y no hay recolonización exitosa, hasta tanto el tensor sea removido o degradado y desaparezca su secuela. Esto hace necesario el conocer la zona donde el problema se presenta, pues los efectos serán diferentes en las costas del Caribe de las del Pacífico.