Residencia Kassar Manhattan, Nueva York

A lo largo de todo el apartamento se usó un apacible tono claro con acentos negros. Conjuntos independientes de sillas y mesas ajustables permiten que el cuarto sirva como sala, comedor y salón de conferencias. 

La sala tiene una apariencia pulida y elegante. Todo el mobiliario fue hecho por encargo. En nichos de espejos se exhiben esculturas chinas de Buda del siglo XVIII. La mesa de centro exhibe un par de candeleros persas antiguos y un jarrón en cerámica de Jonathan Nash Glyn. 

Texto de: Margaret Cottom Winslow

Un pied-à-terre en Manhattan, de propiedad de un productor de películas de acción, merece, sin duda, un toque teatral. Esta fue la razón para que el cliente le solicitara a Montoya que creara un drama digno de un exitoso magnate del cine. El cliente, acostumbrado a tener “lo mejor de lo mejor”, quería que Montoya realizara el diseño del apartamento sujeto a algunas exigencias muy estrictas: abundancia de luz, uso arquitectónico de espejos, así como los más exclusivos y selectos acabados acompañados de escaso mobiliario. La residencia permanente del cliente en Hollywood era un espacio amplio y generoso y, en cambio, este compacto apartamento de dos alcobas debía servir tanto para las reuniones de negocios del cliente como para llevar una determinada vida social durante sus cortos viajes a la costa este.

Montoya extrajo muchas ideas del edificio en sí, una construcción de principios de siglo, de cielos rasos extraordinariamente altos y amplias ventanas que confieren a los cuartos una gran sensación de amplitud. Montoya resaltó los finos trabajos de albañilería, así como las elegantes molduras, e integró diestramente lo viejo y lo nuevo. Los cambios realizados consistieron en abovedar una parte del cielo raso y redondearlo en las esquinas y en inclinar las paredes que rodean la chimenea y las que enmarcan la cama con el fin de acentuar el drama. Una vez concluidos estos cambios, Montoya barnizó algunos planos aplicando hasta diez capas de pintura para lograr un terminado muy brillante y terso.

El diseñador eligió un tenue y monocromático esquema de color, utilizando los tonos elegidos por el cliente, en el que predomina el blanco acentuado por el negro que, a pesar de su inherente sencillez, contribuye al impacto dramático. Un espejo en el dormitorio aumenta la sensación de amplitud. La estudiada fantasía de este cuarto se acentúa con la iluminación diseñada para realzar las obras de arte y reflejarlas de nuevo en el espejo. En este espacio nada es como parece ser y las reflexiones contribuyen a imprimirle un carácter quimérico y juguetón. El mobiliario es un conjunto orgánico, diseñado en su totalidad por Montoya, que pretende integrarse enteramente al diseño. Surge de él una gracia intemporal, ajena a cualquier lugar y época histórica, llena de temeraria originalidad. Montoya incorporó además elementos de alta tecnología en aras de la comodidad, aunque rara vez son visibles. La mesa de centro, ajustable hidráulicamente, puede convertirse en mesa de comedor o de conferencias, permitiendo que el cuarto cumpla distintas funciones: sala de recibo, comedor y salón de conferencias.

En este apartamento Montoya yuxtapuso viejo y nuevo, calma y excitación, serenidad y extravagancia, con lo cual crea un espacio altamente eficiente y dinámico, acorde con el vibrante estilo de vida del propietario.