Casa de Exhibición Kips Bay Manhattan, Nueva York

El dormitorio es art deco en espíritu, no en su estilo real. La intención de Montoya no fue copiar el estilo, sino crear y abstraer a partir de él.  

Cada año se invita a los mejores diseñadores de los Estados Unidos a ejercitar su creatividad al máximo para contribuir a una obra de caridad en la Casa de Exhibición de Kips Bay. A partir de 1973, unos cuantos elegidos han transformado anualmente una mansión de Nueva York en una colección de espacios en donde exhiben lo último de sus creaciones. El producto de las entradas a esta casa de fantasía se dona al Kips Bay Boys and Girls Club en el South Bronx, que maneja un extenso programa de caridad en los campos del arte y del deporte. Aunque los diseñadores son responsables de todos los costos asociados con el proyecto, agradecen la oportunidad de diseñar con total libertad, a tiempo que contribuyen a una causa meritoria.

La contribución de Montoya a la exhibición en 1987 –una de sus varias participaciones en el curso de los años– abarcaba un área que, según una fuente, originalmente correspondía a los “aposentos de un caballero”. Aun cuando su investigación no reveló gran cosa sobre la historia del espacio original de 93 metros cuadrados, Montoya trató este dormitorio y su baño contiguo para el dueño de casa como el espacio más importante de la residencia.

Para empezar, derribó las paredes que separaban cuatro pequeños cuartos para crear un único y espacioso aposento. Durante esta demolición encontró elementos estructurales que no podían eliminarse, como interruptores eléctricos y refuerzos metálicos. En vez de luchar contra los elementos o dejarlos imponerse sobre el resto del espacio, los integró en columnas y creó otras no estructurales como complemento. Agregó también cuatro ventanas, construidas en gruesos salientes inclinados. Remetió parte del cielo raso y redondeó sus esquinas, e inclinó las paredes contiguas a la chimenea y la del espaldar de la cama. El sentido del humor de Montoya es evidente en este espacio fantástico. El área del baño está elevada, de manera inesperada, en una plataforma propia, y para insistir en el drama y la travesura utilizó lujosos y extravagantes accesorios, como una tina en bronce con pátina verde enmarcada en vidrio.

Aun cuando el mobiliario es en su mayoría art deco, el diseñador no buscó copiar ni adaptarse a ningún estilo en particular. Por el contrario, el mobiliario pareciera haber nacido del espacio, en un conjunto orgánico que combina elementos clásicos con ricas telas, texturas y referencias históricas. El imponente armario, por ejemplo, fue diseñado según lo inspiraba el espacio mismo. Un terminado de pintura al fresco se extiende desde las paredes hasta los pisos de madera. Dado que este es, en realidad, un espacio de fantasía, Montoya tuvo carta blanca para exhibir las fortalezas de su arte, creando su propio conjunto de ensoñadoras hipérboles de diseño.