Residencia Kaplan Manhattan, Nueva York

La sala, con sus colores apagados y las líneas limpias del mobiliario, constituye un fondo neutro para exhibir la notable colección de arte de los clientes. A la izquierda de la chimenea de mármol y granito puede verse un cuadro de Fernando Botero, y a la derecha una obra de Karl Appel. La figura en bronce del primer plano es de Rovus. 

Texto de: Margaret Cottom Winslow

El concepto de diseño para este apartamento en Park Avenue se basó en la extraordinaria colección de arte de los clientes. El desafío de Montoya era, como le sucede con frecuencia con su clientela amante del arte, lograr el delicado equilibrio necesario entre la vida y el arte. Los clientes, un matrimonio con gustos muy variados, necesitaban un espacio digno de su valiosa colección y que además fuera habitable de acuerdo con sus necesidades domésticas.

Para lograr una unidad general, Montoya escogió una paleta de color ligeramente contrastante, formada de azul tenue, negro, marfil y gris perla. Dedicó cuidadosa atención a la iluminación del arte, encastrándola en los brillantes cielos rasos y proyectándola hacia importantes esculturas y obras de arte.

La reverente atmósfera se percibe desde la entrada, donde una colosal obra de Jean Michel Basquiat domina enteramente el espacio. Los pisos en mármol claro y las severas paredes en negro proporcionan un telón de fondo apacible pero contrastado. Los cuadros, discretamente suspendidos de varillas en cobre, parecen surgir de fuentes invisibles. Parejas de columnas en laca negra son el elemento unificador que define la transición entre los diferentes espacios del apartamento. El interior de las columnas oculta una fuente de luz que esparce una luminosidad difusa y contribuye a crear la atmósfera deseada.

Montoya se aseguró de que la comodidad tuviera cabida dentro de este imponente y severo despliegue de obras de arte. Las mullidas sillas y sofás, así como las mesas de centro diseñadas por él, la ebanistería y los demás espacios de depósito empotrados confieren al espacio comodidad y funcionalidad sin competir con nada de lo que lo rodea. El equipo electrónico indispensable para el bienestar moderno está disimulado en elegantes muebles empotrados. El bar también se esconde dentro de una cómoda de cuerpo entero. Todas las ventanas fueron tratadas con mamparas corredizas en rejilla diseñadas por Montoya para agregar interés visual y textura, y contar con otro elemento que unifica el espacio. La textura de la alfombra, los cuadros y demás accesorios contrastan con la suave elegancia del mobiliario y de las superficies de las paredes.

El dormitorio principal refleja una íntima y elegante sencillez, lograda a partir de la iluminación y de los colores tenues, que crean un ensoñador paraíso tal como concibe Montoya que corresponde a un dormitorio. Persianas verticales bloquean la luz directa y proporcionan un tranquilo telón de fondo para las esculturas de Lynn Chadwick y una cabeza de antílope africana en madera tallada.

Montoya estudió todos los detalles de este elegante y sofisticado espacio sin dejar nada al azar, y logró un conjunto armonioso y unificado que se acopla perfectamente con la extraordinaria colección de arte.