- Botero esculturas (1998)
- Salmona (1998)
- El sabor de Colombia (1994)
- Wayuú. Cultura del desierto colombiano (1998)
- Semana Santa en Popayán (1999)
- Cartagena de siempre (1992)
- Palacio de las Garzas (1999)
- Juan Montoya (1998)
- Aves de Colombia. Grabados iluminados del Siglo XVIII (1993)
- Alta Colombia. El esplendor de la montaña (1996)
- Artefactos. Objetos artesanales de Colombia (1992)
- Carros. El automovil en Colombia (1995)
- Espacios Comerciales. Colombia (1994)
- Cerros de Bogotá (2000)
- El Terremoto de San Salvador. Narración de un superviviente (2001)
- Manolo Valdés. La intemporalidad del arte (1999)
- Casa de Hacienda. Arquitectura en el campo colombiano (1997)
- Fiestas. Celebraciones y Ritos de Colombia (1995)
- Costa Rica. Pura Vida (2001)
- Luis Restrepo. Arquitectura (2001)
- Ana Mercedes Hoyos. Palenque (2001)
- La Moneda en Colombia (2001)
- Jardines de Colombia (1996)
- Una jornada en Macondo (1995)
- Retratos (1993)
- Atavíos. Raíces de la moda colombiana (1996)
- La ruta de Humboldt. Colombia - Venezuela (1994)
- Trópico. Visiones de la naturaleza colombiana (1997)
- Herederos de los Incas (1996)
- Casa Moderna. Medio siglo de arquitectura doméstica colombiana (1996)
- Bogotá desde el aire (1994)
- La vida en Colombia (1994)
- Casa Republicana. La bella época en Colombia (1995)
- Selva húmeda de Colombia (1990)
- Richter (1997)
- Por nuestros niños. Programas para su Proteccion y Desarrollo en Colombia (1990)
- Mariposas de Colombia (1991)
- Colombia tierra de flores (1990)
- Los países andinos desde el satélite (1995)
- Deliciosas frutas tropicales (1990)
- Arrecifes del Caribe (1988)
- Casa campesina. Arquitectura vernácula de Colombia (1993)
- Páramos (1988)
- Manglares (1989)
- Señor Ladrillo (1988)
- La última muerte de Wozzeck (2000)
- Historia del Café de Guatemala (2001)
- Casa Guatemalteca (1999)
- Silvia Tcherassi (2002)
- Ana Mercedes Hoyos. Retrospectiva (2002)
- Francisco Mejía Guinand (2002)
- Aves del Llano (1992)
- El año que viene vuelvo (1989)
- Museos de Bogotá (1989)
- El arte de la cocina japonesa (1996)
- Botero Dibujos (1999)
- Colombia Campesina (1989)
- Conflicto amazónico. 1932-1934 (1994)
- Débora Arango. Museo de Arte Moderno de Medellín (1986)
- La Sabana de Bogotá (1988)
- Casas de Embajada en Washington D.C. (2004)
- XVI Bienal colombiana de Arquitectura 1998 (1998)
- Visiones del Siglo XX colombiano. A través de sus protagonistas ya muertos (2003)
- Río Bogotá (1985)
- Jacanamijoy (2003)
- Álvaro Barrera. Arquitectura y Restauración (2003)
- Campos de Golf en Colombia (2003)
- Cartagena de Indias. Visión panorámica desde el aire (2003)
- Guadua. Arquitectura y Diseño (2003)
- Enrique Grau. Homenaje (2003)
- Mauricio Gómez. Con la mano izquierda (2003)
- Ignacio Gómez Jaramillo (2003)
- Tesoros del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario. 350 años (2003)
- Manos en el arte colombiano (2003)
- Historia de la Fotografía en Colombia. Museo de Arte Moderno de Bogotá (1983)
- Arenas Betancourt. Un realista más allá del tiempo (1986)
- Los Figueroa. Aproximación a su época y a su pintura (1986)
- Andrés de Santa María (1985)
- Ricardo Gómez Campuzano (1987)
- El encanto de Bogotá (1987)
- Manizales de ayer. Album de fotografías (1987)
- Ramírez Villamizar. Museo de Arte Moderno de Bogotá (1984)
- La transformación de Bogotá (1982)
- Las fronteras azules de Colombia (1985)
- Botero en el Museo Nacional de Colombia. Nueva donación 2004 (2004)
- Gonzalo Ariza. Pinturas (1978)
- Grau. El pequeño viaje del Barón Von Humboldt (1977)
- Bogotá Viva (2004)
- Albergues del Libertador en Colombia. Banco de la República (1980)
- El Rey triste (1980)
- Gregorio Vásquez (1985)
- Ciclovías. Bogotá para el ciudadano (1983)
- Negret escultor. Homenaje (2004)
- Mefisto. Alberto Iriarte (2004)
- Suramericana. 60 Años de compromiso con la cultura (2004)
- Rostros de Colombia (1985)
- Flora de Los Andes. Cien especies del Altiplano Cundi-Boyacense (1984)
- Casa de Nariño (1985)
- Periodismo gráfico. Círculo de Periodistas de Bogotá (1984)
- Cien años de arte colombiano. 1886 - 1986 (1985)
- Pedro Nel Gómez (1981)
- Colombia amazónica (1988)
- Palacio de San Carlos (1986)
- Veinte años del Sena en Colombia. 1957-1977 (1978)
- Bogotá. Estructura y principales servicios públicos (1978)
- Colombia Parques Naturales (2006)
- Érase una vez Colombia (2005)
- Colombia 360°. Ciudades y pueblos (2006)
- Bogotá 360°. La ciudad interior (2006)
- Guatemala inédita (2006)
- Casa de Recreo en Colombia (2005)
- Manzur. Homenaje (2005)
- Gerardo Aragón (2009)
- Santiago Cárdenas (2006)
- Omar Rayo. Homenaje (2006)
- Beatriz González (2005)
- Casa de Campo en Colombia (2007)
- Luis Restrepo. construcciones (2007)
- Juan Cárdenas (2007)
- Luis Caballero. Homenaje (2007)
- Fútbol en Colombia (2007)
- Cafés de Colombia (2008)
- Colombia es Color (2008)
- Armando Villegas. Homenaje (2008)
- Manuel Hernández (2008)
- Alicia Viteri. Memoria digital (2009)
- Clemencia Echeverri. Sin respuesta (2009)
- Museo de Arte Moderno de Cartagena de Indias (2009)
- Agua. Riqueza de Colombia (2009)
- Volando Colombia. Paisajes (2009)
- Colombia en flor (2009)
- Medellín 360º. Cordial, Pujante y Bella (2009)
- Arte Internacional. Colección del Banco de la República (2009)
- Hugo Zapata (2009)
- Apalaanchi. Pescadores Wayuu (2009)
- Bogotá vuelo al pasado (2010)
- Grabados Antiguos de la Pontificia Universidad Javeriana. Colección Eduardo Ospina S. J. (2010)
- Orquídeas. Especies de Colombia (2010)
- Apartamentos. Bogotá (2010)
- Luis Caballero. Erótico (2010)
- Luis Fernando Peláez (2010)
- Aves en Colombia (2011)
- Pedro Ruiz (2011)
- El mundo del arte en San Agustín (2011)
- Cundinamarca. Corazón de Colombia (2011)
- El hundimiento de los Partidos Políticos Tradicionales venezolanos: El caso Copei (2014)
- Artistas por la paz (1986)
- Reglamento de uniformes, insignias, condecoraciones y distintivos para el personal de la Policía Nacional (2009)
- Historia de Bogotá. Tomo I - Conquista y Colonia (2007)
- Historia de Bogotá. Tomo II - Siglo XIX (2007)
- Academia Colombiana de Jurisprudencia. 125 Años (2019)
- Duque, su presidencia (2022)
Los efectos de la Depresión de 1929 y de la Segunda Guerra Mundial
Sello postal que dice en cuatro idiomas: “Ningún café como el de Guatemala”, 22 de agosto de 1931.
Observadores de la erupción del volcán Santiaguito, 1929.
General Jorge Ubico, Presidente de Guatemala de 1931-1944, quien sacó a Guatemala de los años de la depresión mundial defendiendo la caficultura. Al final de su gobierno manejó las negociaciones con Estados Unidos respecto de la expropiación de los bienes alemanes durante la Segunda Guerra Mundial.
Postal que representa un quetzal sobre una rama de café.
Publicación en el periódico oficial Diario de Centro América sobre la reorganización de la Oficina Central del Café, el 20 de marzo de 1933.
Reconocimiento a la finca Santa Felisa, Chimaltenango 1945.
Reconocimiento a la finca Australia, El Tumbador, San Marcos 1934.
Salón de Catación de la Oficina Central del Café, 1933.
Afiche de la Oficina Central del Café, que promociona el café de Guatemala: “Just try it”, del pintor Alfredo Gálvez Suárez.
Exterior del Banco Nottebohm, ubicado en la 10a. Calle y 5a. Avenida, zona 1. Ciudad de Guatemala.
Patio de secado de la finca Helvetia, Quetzaltenango.
Tractor halando una carreta con cafetos en la finca Santa Isabel, Pueblo Nuevo Viñas, Santa Rosa.
Interior del Banco Nottebohm.
Cortadora de café durante la cosecha.
Erwin Paul Dieseldorff (der.) con su hijo Willi y el catador Friedrich Ferchland (izq.), antes de subir a un avión en la pista de Cobán, Alta Verapaz.
Finca Pampojilá, San Lucas Tolimán, Sololá, los señores Óscar Díaz Raphaël y Eduardo Díaz Barrios en medio de una floración espléndida, 1940.
Cortadores cargando café recién cortado.
Texto de: Regina Wagner
La prosperidad económica a partir de 1922 colmó de muchas expectativas a los cafetaleros guatemaltecos por la fuerte demanda de su producto, aunado a los excelentes precios en el mercado internacional. Las buenas ganancias de los años 1924-28 permitieron a muchos sanear sus fincas, hacer inversiones en edificios, maquinaria y nuevas plantaciones, pero no se imaginaron que tal auge traería una nueva baja en los precios del café.
En octubre de 1929 se derrumbó la Bolsa de Valores de Nueva York. El golpe fue duro, tanto para los países industriales como para los agrícolas. En Guatemala muy pronto se sintieron las secuelas de la Gran Depresión mundial, que sumió en una profunda crisis económica a los países productores de café.
En lo político, Guatemala inauguró el tercer decenio con un golpe de Estado en 1930, que fracasó porque Estados Unidos no reconoció al nuevo gobierno. Rápidamente se organizaron nuevas elecciones para presidente, de las cuales salió electo el único candidato, el General Jorge Ubico (1931-1944), quien recibió apoyo de Estados Unidos por la reputación que tenía de haber sido un buen Jefe Político en Retalhuleu y Alta Verapaz, ambas importantes zonas cafetaleras del país.
Para salvar la caficultura, la principal fuente de ingresos del país y del fisco, Ubico tomó medidas financieras especiales que salvaron las cosechas de café y no hicieron sufrir mucho a los caficultores. Tras el fracaso de la Primera Conferencia Panamericana del Café en Bogotá, en 1936, y la Segunda celebrada en La Habana, en 1937, los países productores de café finalmente aceptaron el acuerdo de regulación de cuotas que se estableció en 1940, en la Conferencia de Café de Nueva York, después que habían perdido el mercado europeo al estallar la Segunda Guerra Mundial.
Tras la declaratoria de guerra de Guatemala a Alemania, a fines de 1941, por presiones de Estados Unidos, Ubico procedió a la gradual intervención, expropiación y nacionalización de los bienes y propiedades de los alemanes en Guatemala, tomando en cuenta que sus plantaciones cafetaleras eran las más grandes y las más productivas del país.
La crisis económica de 1929
Durante la Primera Guerra Mundial, Gran Bretaña fue desplazada por Estados Unidos como potencia económica, país que entró en la “edad de oro” y se convirtió en el principal socio comercial e inversionista de América Latina, tanto por su posición geográfica como por su modernización tecnológica.
Brasil, que había retenido millones de sacos de café fuera del mercado de Londres y Nueva York, financió a inicios de la década de 1920 la tercera valorización con un préstamo británico-estadounidense. Cuando a mediados de la década los precios del café se duplicaron, los brasileños vendieron la mayor parte de su café y pagaron la deuda, pues el almacenamiento de café en el extranjero les había significado costos adicionales. En consecuencia, el gobierno construyó grandes almacenadoras en Sao Paulo y estableció la política de embarcar sólo el café que se demandaba en el exterior. Los plantadores debían ser, entonces, los responsables de financiar la retención de sus propias cosechas.
Cuando subieron los precios a principios de 1924, en Estados Unidos se sugirió incrementar el consumo de café de Hawai y de Puerto Rico, que eran sus posesiones. No obstante, los cafés suaves de Centroamérica eran populares y continuaron gozando de gran demanda en el exterior. En Estados Unidos prevalecía la política económica de “libre y sana” competencia, y aunque el Secretario de Comercio Herbert Hoover se opuso a los esfuerzos del Congreso de fijar los precios de varios productos en gran escala en el comercio internacional, esta política se estableció en nueve artículos, principalmente el hule (para la creciente industria de neumáticos) y el café.
En tales circunstancias, los brasileños continuaron exportando café y construyendo almacenadoras, y dicha retención permitió que prosperaran los caficultores centroamericanos. La bonanza de la década de los veintes empezaba a llegar a su fin. Los primeros signos se sintieron en 1928; sólo pocos supieron interpretarlos. La cosecha brasileña de 1927-28 fue inmensa y la de 1928-29 fue inferior a la de los años previos, pero las almacenadoras todavía abundaban de café. En julio de 1929 hubo una vigorosa floración en los nuevos cafetales brasileños, que prometían una gran cosecha en 1930. La crisis se anunciaba. En septiembre los caficultores se pusieron nerviosos.
El 11 de octubre de 1929 quebró el Instituto del Café de Sao Paulo y los precios del café se desplomaron en la Bolsa de Valores de Santos. Dos semanas después, el 29 de octubre, se derrumbó la Bolsa de Valores de Wall Street en Nueva York y los precios de los productos básicos cayeron verticalmente. La Gran Depresión mundial de 1929 inauguró años de precios bajos para el café y muchos otros artículos, además de un masivo desempleo en todo el mundo. Si bien Europa se recuperó con cierta rapidez, Estados Unidos no lo logró durante todo el decenio siguiente. Aún así, la bebida negra continuó teniendo demanda.
Los efectos de la Gran Depresión en Guatemala
Ante la catastrófica caída de los precios del café, los bancos y las casas guatemaltecas relacionadas con adelantos de dinero para las cosechas y exportaciones de café empezaron a actuar con mucha cautela. Los caficultores sabían que, tarde o temprano, entrarían en dificultades para cubrir sus costos de producción. También el sistema financiero y crediticio temía la debacle. Para colmo de males, en noviembre de 1929 nació el volcán Santiaguito mediante erupción en las laderas del volcán Santa María y destruyó varias plantaciones de sus alrededores.
Durante el gobierno de Lázaro Chacón se creó, el 30 de diciembre de 1929, el Crédito Hipotecario Nacional (CHN), conforme a la Ley sobre Instituciones de Crédito de la época de Orellana. Como entidad financiera, su fin principal era dar créditos sobre hipoteca reembolsables a largo plazo, por pagos periódicos que comprendían el interés y la amortización del crédito. Para la fundación del CHN se autorizó un capital de cinco millones de quetzales; el gobierno aportó dos millones.
Además de ser un banco de depósito, el Crédito Hipotecario Nacional otorgaba préstamos sobre prenda agraria o industrial y adelantos sobre cosechas y consignaciones de fruto; préstamos para la fundación de cajas rurales, silos graneros, obras de regadío y canalización, importación de maquinaria, instalación de beneficios y, en general, para inversiones tendentes al desarrollo de la producción.
Los préstamos refaccionarios eran de un plazo no mayor de un año. Los préstamos se concedían sobre primera hipoteca de propiedades raíces, rústicas o urbanas, situadas en la República, y no podían exceder del 50% del valor mínimo de la propiedad conforme al avalúo aprobado y practicado por la institución. El Crédito Hipotecario Nacional se convirtió en una entidad que contribuyó al desarrollo de la caficultura, sobre todo a través de los adelantos sobre cosechas como mediante préstamos para la instalación de maquinaria y beneficios de café.
La situación económica aún no había alcanzado su punto más crítico, cuando varias casas comerciales entraron en dificultades financieras. A principios de octubre de 1931 estalló la crisis, cuando muchos comenzaron a retirar sus depósitos de los bancos, amenazándolos de insolvencia. La primera institución bancaria en anunciar el cierre fue el banco Schlubach, Sapper & Cía., en junio de 1931; le siguió el Banco Internacional, en agosto; y Rosenthal e Hijos y el Pacific Bank & Trust Company, en octubre. Tales bancos, liquidados en 1932, debieron pagar, conforme decreto Nº 1197 del 27 de octubre de 1931, sólo los depósitos cuyo monto no excedía 200 quetzales o su equivalente en otra clase de moneda.
Aun cuando cerraron esos cuatro bancos, los cafetaleros no se vieron en serias dificultades para obtener créditos, pues el Banco Central puso a su disposición sumas para atender las necesidades de la presente cosecha. El gobierno de Ubico, por decreto Nº 1196 del 27 de octubre de 1931, creó una Intendencia, mediante la cual se ponían en intervención transitoria las fincas de café cuyos propietarios solicitaban la ayuda pecuniaria para levantar sus cosechas. El comité calificador de préstamos refaccionarios comprobaba la legitimidad del destino de los fondos y pasaba la solicitud al Banco Central, el cual tomaba la resolución definitiva.
Así, a pesar de los bajos precios, Guatemala no perdió mercado, porque sus cafés finos y suaves gozaban de gran demanda en el mercado alemán que, en 1930, recibía el 41% de las exportaciones de café del país, Holanda el 37% y Estados Unidos también consumía una buena cuota.
La política bancaria y crediticia de Jorge Ubico
Para auxiliar a los caficultores y rescatar el principal producto de exportación, que significaba la riqueza del país –en un país monocultivista como Guatemala–, el presidente Jorge Ubico nombró un Directorio General de Bancos para coordinar las operaciones bancarias y aconsejar al gobierno en las medidas para hacerle frente a la situación. Así el Ejecutivo centralizó el control de los fondos y la Secretaría de Hacienda supervisó directamente el otorgamiento de créditos. En otras palabras, ante la calamitosa situación económica, el Estado dirigió la política bancaria y crediticia a través de medidas extraordinarias.
En tiempos normales, conforme a la Ley de Instituciones de Crédito, todo bien hipotecado en un plazo que no excediera un año, si se vencía, la Inspección Bancaria debía proceder ante los tribunales a la venta de los inmuebles en pública subasta. Si esto hubiera sucedido durante la depresión mundial, muchos bienes hubieran pasado a los bancos sin que esto significara realmente un alivio para éstos, pues ¿cuánto recibirían en el remate por el bajo valor de la propiedad en el mercado de tierras devaluado?
Entonces, para que la economía del país no se hundiera, Ubico emitió los siguientes decretos y acuerdos gubernativos:
Decreto Nº 1374, del 18 de marzo de 1933, mediante el cual el Banco Central asumía la función crediticia a los cafetaleros, en vista de que los bancos tradicionales sólo daban créditos bajo respaldos sólidos reales.
Decreto Nº 1379, del 22 de marzo de 1933, conforme al cual se prorrogaban, por un período igual, los contratos de mutuo o de apertura de créditos en cuenta corriente garantizados con hipoteca, si se habían pagado los intereses vencidos y si se pagaba el impuesto del tres por millar sobre bienes raíces.
Acuerdo del 20 de marzo de 1933, que establecía el reglamento de la Oficina Central del Café, “creada para valorizar justamente el café de Guatemala, y auxiliar a los caficultores en la venta de sus productos, haciendo toda la propaganda requerida en el exterior”, y para agilizar los pagos a través de cartas de crédito.
La Oficina Central del Café examinaba debidamente las muestras de café y las clasificaba, anotando sus calidades, procedencia y cantidad disponible. Las muestras se remitían a un laboratorio para su análisis y se guardaban en botes de metal cerrados herméticamente, con el número de la tarjeta del archivo.Clasificación de las muestras, según su demanda en el mercado norteamericano
Tipos | Pies de altitud |
Fancy strictly hard (estrictamente duro de fantasía) | más de 5,000 |
Strictly hard (estrictamente duro) | 4,500 - 5,000 |
Hard (duro) | 4,000 - 4,500 |
Semi-hard (semi duro) | 3,800 - 4,000 |
Extra-prime washed (extra prima) | 3,500 - 3,800 |
Prime washed (prima) | 3,000 - 3,500 |
Extra good washed (extra bueno lavado) | 2,800 - 3,000 |
Good washed (bueno lavado) | 2,500 - 2,800 |
Fair washed (corriente lavado) | 2,000 - 2,500 |
Existían, además, las clases especiales de Verapaz, Antigua, Villa Canales y Barberena, y las de Maragogipe superior y Maragogipe corriente.
El caficultor que enviaba muestras diferentes a las producidas en sus fincas incurría en delito por fraude. En los casos de los pequeños productores, que reclamaban que se les quería imponer un precio muy bajo, la Oficina señalaba el precio justo con base en la clasificación del café según su registro en los libros de la Oficina y los precios cotizados en el exterior.
La Oficina estaba autorizada para enviar muestras al exterior, en busca de compradores, y para hacer toda clase de propaganda posible en el exterior; organizaba exposiciones y concedía premios a los caficultores cuyos productos eran más perfectos y de más mérito. Llevaba una estadística detallada de la producción y el comercio del café y publicaba en la prensa o mantenía a la entrada de sus oficinas las últimas cotizaciones recibidas del exterior.
Producción y exportaciones de café en la década de 1930
Los principales distritos cafetaleros eran, por orden de productividad: Costa Cuca, Costa Grande, Barberena, El Tumbador, Cobán, Costa Cucho, Chicacao, Xolhuitz, Pochuta, Malacatán, San Marcos, Chuvá, Panán, Escuintla, San Vicente Pacaya, Antigua, Morán, Amatitlán, Sumatán, Palmar, Zunil, Zacapa y Alta Verapaz.
Las exportaciones de café se habían debilitado después de la debacle financiera mundial de 1929; sin embargo, en 1932-33 Alemania aumentó sus importaciones de café guatemalteco, sobre todo el de las buenas calidades, con 401,101 quintales (45.3%), en tanto Estados Unidos bajó a 241,713 quintales (27.3%) y Holanda aumentó a 140,869 quintales (15.9%).
En el intercambio comercial con Alemania, muy pronto surgió el problema de la escasez de divisas en dicho país, castigado por las indemnizaciones que tuvo que pagar en la postguerra. Cuando Adolfo Hitler asumió el poder en 1933, decidió poner en orden las finanzas y el comercio exterior, y descubrió el notorio hecho, que Alemania importaba de América Latina casi el doble de lo que exportaba a tales países. Después de Argentina y Brasil, Guatemala ocupaba el tercer lugar en las importaciones de Alemania y, según las estadísticas de 1932-33, éstas constituían el 45.3% del total de las exportaciones de café guatemalteco.
Hitler estableció entonces “bonos” y “marcos de registro” (MR), instrumentos de un convenio de crédito alemán o sistema de cuenta de marcos bloqueados, mediante el cual los acreedores extranjeros tenían derecho a recibir sus pagos en marcos alemanes (MR), pero utilizarlos únicamente en Alemania, o sea que podían introducir bienes del exterior que no producía Alemania y, a cambio, exportar productos de la manufactura alemana a sus países y así lograr un equilibrio en la balanza comercial exterior.
Esta medida entró en vigencia para las importaciones de café en Alemania a partir del 1o de julio de 1934. El impacto de esa política marcó el descenso en las exportaciones de café guatemalteco a Alemania, a favor de Estados Unidos, pues muchos cafetaleros guatemaltecos y alemanes decidieron reducir sus exportaciones de café a Alemania y encontraron nuevos mercados en Estados Unidos, como se observa en el cuadro siguiente:
Sin embargo, dicha política de reciprocidad no fue en detrimento de Guatemala, ya que a partir de 1934 comenzó a recuperarse la economía del país y favoreció las importaciones alemanas.
En esos años, Brasil aún tenía grandes existencias de “café duro”, en cambio los ocho países latinoamericanos productores de “cafés suaves” no tenían nada que temer, pues aun cuando se fue reduciendo la diferencia del precio entre los cafés duros y suaves, la demanda mundial se orientó más hacia los cafés finos, y entonces Brasil acumuló cantidades peligrosas de café. Por tal razón, la Primera Conferencia Panamericana del Café, celebrada en Bogotá en 1936, fue un fracaso, pues los países productores solamente reconocieron la labor realizada por Brasil en defensa de los precios estables.
Cuando en 1937 había a nivel mundial 31.7 millones de sacos de café para un consumo anual de 26.4 millones, se convocó en agosto de ese año a la Segunda Conferencia Panamericana del Café, en La Habana, en donde se instó a los países productores a que impusieran restricciones a las exportaciones. Se discutió la estabilidad de los precios y la producción de clases de café estandarizadas, de buena calidad, para el mercado estadounidense, que exigía volumen y calidad uniformes a precios bajos. Esto no afectó a Guatemala, que gozaba de una mayor demanda de sus cafés finos y de alta calidad (SHB y fancy) no estandarizados, no para el gusto norteamericano, que consumía calidades inferiores, sino para Europa. Pero la Segunda Conferencia también fue un fracaso por el individualismo latinoamericano, que no permitió que los países productores de café llegaran a un acuerdo con Estados Unidos.
Al estallar la Segunda Guerra Mundial y quedar aislados del mercado europeo los países productores, la cosecha de 1940-41 acusó una baja en el precio del café a US$ 6.36 por quintal. En vista de que 14 países latinoamericanos producían el 85% de la oferta mundial, de la cual 55 era absorbida por Estados Unidos, este país siguió la política del “Buen Vecino” y ofreció suscribir con los países productores un acuerdo sobre regulación de cuotas, en la Conferencia de Café de Nueva York, celebrada en noviembre de 1940. La cuota asignada para el mercado estadounidense era mayor que en los años anteriores, lo cual compensaba la disminución de sus ventas a Europa. Esta vez, los países latinoamericanos aceptaron, y Guatemala quedó en cuarto lugar, después de Brasil, Colombia y El Salvador, con una cuota anual de 535,000 sacos de 60 kg, o sea 697,826 quintales.
En Guatemala, el gobierno acordó que el Ministerio de Agricultura debía controlar y regular las exportaciones de café a través de la Oficina Central del Café. Cada productor cafetalero podía exportar el 75% de su cosecha a Estados Unidos y el 25% a otros países. Por la demanda de sus cafés finos, Guatemala siguió supliendo los mercados europeos, que pagaban mejores precios, en especial el alemán, a pesar de la dificultad de obtener divisas o marcos de registro.
El cuadro anterior muestra en el decenio de 1935-36-1944-45 una producción que supera ligeramente el millón de quintales de café en oro. Las exportaciones varían, bajaron muy poco por debajo del millón de quintales en las cosechas de 1937-38, 1939-42. En cambio los precios tendieron a duplicarse en el año cafetalero en que Guatemala entró declaradamente en la guerra, después de una terrible baja en 1940-41, cuando estuvo a Q. 6.36, alcanzando en 1944-45, último año de la guerra, un promedio de Q.15.00, que continuó subiendo en la década posterior.
La Segunda Guerra Mundial y la propiedad alemana en Guatemala
Al estallar la guerra, el 1o de septiembre de 1939, se rompieron las comunicaciones con Europa, y Guatemala no logró salir de toda la cosecha de café de 1940, sobre todo de la variedad maragogipe, que tenía gran demanda en Europa central. Pero aun cuando el mercado norteamericano absorbió la mayor parte del café guatemalteco, las consecuencias fueron negativas, porque el mercado estaba saturado y los precios bajaron, lo que desalentó a los cafetaleros guatemaltecos. Esto los indujo a suscribir el acuerdo de regulación de cuotas en Nueva York.
Como la Oficina Central del Café no distinguía entre fincas de nacionales o de alemanes, considerándose todo café cultivado en suelo guatemalteco como café de Guatemala, no hubo dificultades para los alemanes, sino hasta que Estados Unidos elaboró “listas negras” proclamadas, con la nómina de 254 firmas comerciales y fincas de alemanes que operaban en Guatemala, las cuales fueron publicadas entre julio y diciembre de 1941 en El Imparcial.
Para Washington, la inseguridad de Guatemala consistía en la importancia estratégica que representaban los 3,000 alemanes en Guatemala, que consideraba, en cierta forma, “un centro de nazismo en Centro América” y que económicamente controlaban directamente gran parte de las fincas y el 40% de la producción de café del país. Por eso deseaba bloquear a los alemanes en Guatemala.
Sin embargo, como dicho bloqueo hubiera significado un desastre para la economía nacional, en vista de que daban trabajo a miles de familias guatemaltecas en sus plantaciones y beneficios, en caso de que cesaran las actividades productivas de los alemanes, se dejaría no sólo sin trabajo y sin ingresos a toda esa fuerza laboral dependiente, sino también se reduciría la riqueza nacional por la pérdida de una cuantiosa cantidad de divisas. Además, muchas firmas proclamadas otorgaban créditos para las cosechas de café a nacionales, lo cual también significaría una merma por cuanto no se hubiera llenado la cuota asignada.
Con miras a resolver el conflicto y atender los intereses del país, el gobierno dispuso, en octubre de 1941, que los finqueros incluidos en las listas proclamadas, que desearan exportar sus productos, debían entregar sus cosechas al Banco Central de Guatemala, el cual asumió el control de las fincas enlistadas, gestionó la exportación del café recibido, retuvo los beneficios en cuentas bloqueadas, pagó los impuestos al Estado, los costos contables de las fincas, intereses, amortizaciones de las deudas pendientes y el mantenimiento del cafetalero y su familia.
Tras el ataque a Pearl Harbour por los japoneses el 7 de diciembre de 1941, Estados Unidos y Guatemala –al igual que los demás países centroamericanos– declararon la guerra a Japón y Alemania el 8 y 11 de diciembre de 1941, respectivamente. El 19 de diciembre el gobierno de Ubico procedió a la intervención del Ferrocarril Verapaz, el 23 de diciembre al cierre de colegios, clubes y asociaciones deportivas alemanas. El 12 de junio de 1942 el gobierno intervino las fincas de café de los alemanes proclamados en las listas y designó al Banco Central como interventor. Asimismo, se procedió a la gradual deportación de los alemanes enlistados hacia campos de concentración en Estados Unidos y a su posterior repatriación a Alemania.
El problema para Guatemala era que el café producido en las fincas intervenidas no fue recibido en Estados Unidos, y si el país no salía de dicho café, el Banco no podía seguir manteniendo los gastos de tales fincas, con el resultado que su ruina hubiera sido un desastre para la economía nacional. Se hizo un listado de los gastos de las 208 fincas intervenidas, que empleaban a 800 personas y 22,000 peones, y tras largas gestiones ante la Junta Interamericana de Café en Nueva York, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos autorizó la venta y exportación del café de las fincas de alemanes proclamados, dejando a sus propietarios sólo un mínimo de margen de utilidad para su sostenimiento.
En marzo de 1943 la Junta Interamericana de Café autorizó el aumento de la cuota de café de Guatemala de 1942-43, de 667,804 sacos de 60 kilos, a 944,832 sacos; y el Departamento del Tesoro permitió la exportación del café guatemalteco bloqueado y su entrada a Estados Unidos. Así, el 90% del café de las fincas bloqueadas se vendió en su totalidad al ejército de dicho país por medio de subasta en Guatemala en 1943 y 1944; el restante 10%, de inferior calidad, se consumió en Guatemala.
Sin embargo, la cosecha de 1943-44 no resultó tan buena, no porque faltaran mozos, sino por la falta de atención durante el período de intervención de tales fincas. Así, la cuota anual de la cosecha de 1944, que fue mala para casi todo el país, se cubrió incluyendo la producción de las fincas bloqueadas, 150,000 quintales de café en oro, para que no continuara almacenada y expuesta al gorgojo de bodega (Aracaerus fasciculatus) que había aparecido en Alta Verapaz en 1933 y se extendió a varias fincas. En 1945 Guatemala vendió 156,000 quintales de café al ejército de Estados Unidos por medio de la Oficina de Bienes Nacionales e Intervenidos, a un precio inferior al que se negociaba libremente.
El plan para nacionalizar las propiedades rústicas de alemanes bloqueados iba en camino. A principios de 1943 Estados Unidos confiscó las acciones del complejo de fincas cafetaleras alemanas más grande en Guatemala, la CAPCO, inscrita en Wilmington, Delaware. Pero el gobierno de Guatemala salió en defensa de su patrimonio nacional y negoció el traspaso de la CAPCO y el Ingenio “Palo Gordo”, Sociedad Agrícola. El 19 de abril de 1943, el gobierno de Guatemala adquirió, mediante contrato, los derechos, títulos, propiedades e intereses de la CAPCO y se hizo cargo de dicho complejo de fincas.
El 22 de junio de 1944, el gobierno de Ubico, pocos días antes de su renuncia, decretó la expropiación y nacionalización de todas las fincas de café de los alemanes, bonos y acciones de las fincas expropiadas, incluyendo la Sociedad Agrícola Viñas-Zapote y la Compañía de Plantaciones Concepción, y se procedió a ello el 26 de junio. Su sucesor, el General Federico Ponce Vaides creó el 11 de julio de 1944 el “Departamento de Fincas Rústicas Nacionales e Intervenidas”, adscrito a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, para que se hiciera cargo exclusivamente de la administración general de las fincas de café de los alemanes.
Solamente los alemanes que traspasaron en tiempo los títulos de propiedad de sus fincas a parientes o ciudadanos de otras nacionalidades, lograron recuperarlas más adelante. Después que cayó Ubico, el Primer Gobierno de la Revolución (1945-1951) decidió no devolver tales propiedades a sus legítimos dueños y sus fincas pasaron a ser administradas por el Estado.
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Los efectos de la Depresión de 1929 y de la Segunda Guerra Mundial
Sello postal que dice en cuatro idiomas: “Ningún café como el de Guatemala”, 22 de agosto de 1931.
Observadores de la erupción del volcán Santiaguito, 1929.
General Jorge Ubico, Presidente de Guatemala de 1931-1944, quien sacó a Guatemala de los años de la depresión mundial defendiendo la caficultura. Al final de su gobierno manejó las negociaciones con Estados Unidos respecto de la expropiación de los bienes alemanes durante la Segunda Guerra Mundial.
Postal que representa un quetzal sobre una rama de café.
Publicación en el periódico oficial Diario de Centro América sobre la reorganización de la Oficina Central del Café, el 20 de marzo de 1933.
Reconocimiento a la finca Santa Felisa, Chimaltenango 1945.
Reconocimiento a la finca Australia, El Tumbador, San Marcos 1934.
Salón de Catación de la Oficina Central del Café, 1933.
Afiche de la Oficina Central del Café, que promociona el café de Guatemala: “Just try it”, del pintor Alfredo Gálvez Suárez.
Exterior del Banco Nottebohm, ubicado en la 10a. Calle y 5a. Avenida, zona 1. Ciudad de Guatemala.
Patio de secado de la finca Helvetia, Quetzaltenango.
Tractor halando una carreta con cafetos en la finca Santa Isabel, Pueblo Nuevo Viñas, Santa Rosa.
Interior del Banco Nottebohm.
Cortadora de café durante la cosecha.
Erwin Paul Dieseldorff (der.) con su hijo Willi y el catador Friedrich Ferchland (izq.), antes de subir a un avión en la pista de Cobán, Alta Verapaz.
Finca Pampojilá, San Lucas Tolimán, Sololá, los señores Óscar Díaz Raphaël y Eduardo Díaz Barrios en medio de una floración espléndida, 1940.
Cortadores cargando café recién cortado.
Texto de: Regina Wagner
La prosperidad económica a partir de 1922 colmó de muchas expectativas a los cafetaleros guatemaltecos por la fuerte demanda de su producto, aunado a los excelentes precios en el mercado internacional. Las buenas ganancias de los años 1924-28 permitieron a muchos sanear sus fincas, hacer inversiones en edificios, maquinaria y nuevas plantaciones, pero no se imaginaron que tal auge traería una nueva baja en los precios del café.
En octubre de 1929 se derrumbó la Bolsa de Valores de Nueva York. El golpe fue duro, tanto para los países industriales como para los agrícolas. En Guatemala muy pronto se sintieron las secuelas de la Gran Depresión mundial, que sumió en una profunda crisis económica a los países productores de café.
En lo político, Guatemala inauguró el tercer decenio con un golpe de Estado en 1930, que fracasó porque Estados Unidos no reconoció al nuevo gobierno. Rápidamente se organizaron nuevas elecciones para presidente, de las cuales salió electo el único candidato, el General Jorge Ubico (1931-1944), quien recibió apoyo de Estados Unidos por la reputación que tenía de haber sido un buen Jefe Político en Retalhuleu y Alta Verapaz, ambas importantes zonas cafetaleras del país.
Para salvar la caficultura, la principal fuente de ingresos del país y del fisco, Ubico tomó medidas financieras especiales que salvaron las cosechas de café y no hicieron sufrir mucho a los caficultores. Tras el fracaso de la Primera Conferencia Panamericana del Café en Bogotá, en 1936, y la Segunda celebrada en La Habana, en 1937, los países productores de café finalmente aceptaron el acuerdo de regulación de cuotas que se estableció en 1940, en la Conferencia de Café de Nueva York, después que habían perdido el mercado europeo al estallar la Segunda Guerra Mundial.
Tras la declaratoria de guerra de Guatemala a Alemania, a fines de 1941, por presiones de Estados Unidos, Ubico procedió a la gradual intervención, expropiación y nacionalización de los bienes y propiedades de los alemanes en Guatemala, tomando en cuenta que sus plantaciones cafetaleras eran las más grandes y las más productivas del país.
La crisis económica de 1929
Durante la Primera Guerra Mundial, Gran Bretaña fue desplazada por Estados Unidos como potencia económica, país que entró en la “edad de oro” y se convirtió en el principal socio comercial e inversionista de América Latina, tanto por su posición geográfica como por su modernización tecnológica.
Brasil, que había retenido millones de sacos de café fuera del mercado de Londres y Nueva York, financió a inicios de la década de 1920 la tercera valorización con un préstamo británico-estadounidense. Cuando a mediados de la década los precios del café se duplicaron, los brasileños vendieron la mayor parte de su café y pagaron la deuda, pues el almacenamiento de café en el extranjero les había significado costos adicionales. En consecuencia, el gobierno construyó grandes almacenadoras en Sao Paulo y estableció la política de embarcar sólo el café que se demandaba en el exterior. Los plantadores debían ser, entonces, los responsables de financiar la retención de sus propias cosechas.
Cuando subieron los precios a principios de 1924, en Estados Unidos se sugirió incrementar el consumo de café de Hawai y de Puerto Rico, que eran sus posesiones. No obstante, los cafés suaves de Centroamérica eran populares y continuaron gozando de gran demanda en el exterior. En Estados Unidos prevalecía la política económica de “libre y sana” competencia, y aunque el Secretario de Comercio Herbert Hoover se opuso a los esfuerzos del Congreso de fijar los precios de varios productos en gran escala en el comercio internacional, esta política se estableció en nueve artículos, principalmente el hule (para la creciente industria de neumáticos) y el café.
En tales circunstancias, los brasileños continuaron exportando café y construyendo almacenadoras, y dicha retención permitió que prosperaran los caficultores centroamericanos. La bonanza de la década de los veintes empezaba a llegar a su fin. Los primeros signos se sintieron en 1928; sólo pocos supieron interpretarlos. La cosecha brasileña de 1927-28 fue inmensa y la de 1928-29 fue inferior a la de los años previos, pero las almacenadoras todavía abundaban de café. En julio de 1929 hubo una vigorosa floración en los nuevos cafetales brasileños, que prometían una gran cosecha en 1930. La crisis se anunciaba. En septiembre los caficultores se pusieron nerviosos.
El 11 de octubre de 1929 quebró el Instituto del Café de Sao Paulo y los precios del café se desplomaron en la Bolsa de Valores de Santos. Dos semanas después, el 29 de octubre, se derrumbó la Bolsa de Valores de Wall Street en Nueva York y los precios de los productos básicos cayeron verticalmente. La Gran Depresión mundial de 1929 inauguró años de precios bajos para el café y muchos otros artículos, además de un masivo desempleo en todo el mundo. Si bien Europa se recuperó con cierta rapidez, Estados Unidos no lo logró durante todo el decenio siguiente. Aún así, la bebida negra continuó teniendo demanda.
Los efectos de la Gran Depresión en Guatemala
Ante la catastrófica caída de los precios del café, los bancos y las casas guatemaltecas relacionadas con adelantos de dinero para las cosechas y exportaciones de café empezaron a actuar con mucha cautela. Los caficultores sabían que, tarde o temprano, entrarían en dificultades para cubrir sus costos de producción. También el sistema financiero y crediticio temía la debacle. Para colmo de males, en noviembre de 1929 nació el volcán Santiaguito mediante erupción en las laderas del volcán Santa María y destruyó varias plantaciones de sus alrededores.
Durante el gobierno de Lázaro Chacón se creó, el 30 de diciembre de 1929, el Crédito Hipotecario Nacional (CHN), conforme a la Ley sobre Instituciones de Crédito de la época de Orellana. Como entidad financiera, su fin principal era dar créditos sobre hipoteca reembolsables a largo plazo, por pagos periódicos que comprendían el interés y la amortización del crédito. Para la fundación del CHN se autorizó un capital de cinco millones de quetzales; el gobierno aportó dos millones.
Además de ser un banco de depósito, el Crédito Hipotecario Nacional otorgaba préstamos sobre prenda agraria o industrial y adelantos sobre cosechas y consignaciones de fruto; préstamos para la fundación de cajas rurales, silos graneros, obras de regadío y canalización, importación de maquinaria, instalación de beneficios y, en general, para inversiones tendentes al desarrollo de la producción.
Los préstamos refaccionarios eran de un plazo no mayor de un año. Los préstamos se concedían sobre primera hipoteca de propiedades raíces, rústicas o urbanas, situadas en la República, y no podían exceder del 50% del valor mínimo de la propiedad conforme al avalúo aprobado y practicado por la institución. El Crédito Hipotecario Nacional se convirtió en una entidad que contribuyó al desarrollo de la caficultura, sobre todo a través de los adelantos sobre cosechas como mediante préstamos para la instalación de maquinaria y beneficios de café.
La situación económica aún no había alcanzado su punto más crítico, cuando varias casas comerciales entraron en dificultades financieras. A principios de octubre de 1931 estalló la crisis, cuando muchos comenzaron a retirar sus depósitos de los bancos, amenazándolos de insolvencia. La primera institución bancaria en anunciar el cierre fue el banco Schlubach, Sapper & Cía., en junio de 1931; le siguió el Banco Internacional, en agosto; y Rosenthal e Hijos y el Pacific Bank & Trust Company, en octubre. Tales bancos, liquidados en 1932, debieron pagar, conforme decreto Nº 1197 del 27 de octubre de 1931, sólo los depósitos cuyo monto no excedía 200 quetzales o su equivalente en otra clase de moneda.
Aun cuando cerraron esos cuatro bancos, los cafetaleros no se vieron en serias dificultades para obtener créditos, pues el Banco Central puso a su disposición sumas para atender las necesidades de la presente cosecha. El gobierno de Ubico, por decreto Nº 1196 del 27 de octubre de 1931, creó una Intendencia, mediante la cual se ponían en intervención transitoria las fincas de café cuyos propietarios solicitaban la ayuda pecuniaria para levantar sus cosechas. El comité calificador de préstamos refaccionarios comprobaba la legitimidad del destino de los fondos y pasaba la solicitud al Banco Central, el cual tomaba la resolución definitiva.
Así, a pesar de los bajos precios, Guatemala no perdió mercado, porque sus cafés finos y suaves gozaban de gran demanda en el mercado alemán que, en 1930, recibía el 41% de las exportaciones de café del país, Holanda el 37% y Estados Unidos también consumía una buena cuota.
La política bancaria y crediticia de Jorge Ubico
Para auxiliar a los caficultores y rescatar el principal producto de exportación, que significaba la riqueza del país –en un país monocultivista como Guatemala–, el presidente Jorge Ubico nombró un Directorio General de Bancos para coordinar las operaciones bancarias y aconsejar al gobierno en las medidas para hacerle frente a la situación. Así el Ejecutivo centralizó el control de los fondos y la Secretaría de Hacienda supervisó directamente el otorgamiento de créditos. En otras palabras, ante la calamitosa situación económica, el Estado dirigió la política bancaria y crediticia a través de medidas extraordinarias.
En tiempos normales, conforme a la Ley de Instituciones de Crédito, todo bien hipotecado en un plazo que no excediera un año, si se vencía, la Inspección Bancaria debía proceder ante los tribunales a la venta de los inmuebles en pública subasta. Si esto hubiera sucedido durante la depresión mundial, muchos bienes hubieran pasado a los bancos sin que esto significara realmente un alivio para éstos, pues ¿cuánto recibirían en el remate por el bajo valor de la propiedad en el mercado de tierras devaluado?
Entonces, para que la economía del país no se hundiera, Ubico emitió los siguientes decretos y acuerdos gubernativos:
Decreto Nº 1374, del 18 de marzo de 1933, mediante el cual el Banco Central asumía la función crediticia a los cafetaleros, en vista de que los bancos tradicionales sólo daban créditos bajo respaldos sólidos reales.
Decreto Nº 1379, del 22 de marzo de 1933, conforme al cual se prorrogaban, por un período igual, los contratos de mutuo o de apertura de créditos en cuenta corriente garantizados con hipoteca, si se habían pagado los intereses vencidos y si se pagaba el impuesto del tres por millar sobre bienes raíces.
Acuerdo del 20 de marzo de 1933, que establecía el reglamento de la Oficina Central del Café, “creada para valorizar justamente el café de Guatemala, y auxiliar a los caficultores en la venta de sus productos, haciendo toda la propaganda requerida en el exterior”, y para agilizar los pagos a través de cartas de crédito.
La Oficina Central del Café examinaba debidamente las muestras de café y las clasificaba, anotando sus calidades, procedencia y cantidad disponible. Las muestras se remitían a un laboratorio para su análisis y se guardaban en botes de metal cerrados herméticamente, con el número de la tarjeta del archivo.Clasificación de las muestras, según su demanda en el mercado norteamericano
Tipos | Pies de altitud |
Fancy strictly hard (estrictamente duro de fantasía) | más de 5,000 |
Strictly hard (estrictamente duro) | 4,500 - 5,000 |
Hard (duro) | 4,000 - 4,500 |
Semi-hard (semi duro) | 3,800 - 4,000 |
Extra-prime washed (extra prima) | 3,500 - 3,800 |
Prime washed (prima) | 3,000 - 3,500 |
Extra good washed (extra bueno lavado) | 2,800 - 3,000 |
Good washed (bueno lavado) | 2,500 - 2,800 |
Fair washed (corriente lavado) | 2,000 - 2,500 |
Existían, además, las clases especiales de Verapaz, Antigua, Villa Canales y Barberena, y las de Maragogipe superior y Maragogipe corriente.
El caficultor que enviaba muestras diferentes a las producidas en sus fincas incurría en delito por fraude. En los casos de los pequeños productores, que reclamaban que se les quería imponer un precio muy bajo, la Oficina señalaba el precio justo con base en la clasificación del café según su registro en los libros de la Oficina y los precios cotizados en el exterior.
La Oficina estaba autorizada para enviar muestras al exterior, en busca de compradores, y para hacer toda clase de propaganda posible en el exterior; organizaba exposiciones y concedía premios a los caficultores cuyos productos eran más perfectos y de más mérito. Llevaba una estadística detallada de la producción y el comercio del café y publicaba en la prensa o mantenía a la entrada de sus oficinas las últimas cotizaciones recibidas del exterior.
Producción y exportaciones de café en la década de 1930
Los principales distritos cafetaleros eran, por orden de productividad: Costa Cuca, Costa Grande, Barberena, El Tumbador, Cobán, Costa Cucho, Chicacao, Xolhuitz, Pochuta, Malacatán, San Marcos, Chuvá, Panán, Escuintla, San Vicente Pacaya, Antigua, Morán, Amatitlán, Sumatán, Palmar, Zunil, Zacapa y Alta Verapaz.
Las exportaciones de café se habían debilitado después de la debacle financiera mundial de 1929; sin embargo, en 1932-33 Alemania aumentó sus importaciones de café guatemalteco, sobre todo el de las buenas calidades, con 401,101 quintales (45.3%), en tanto Estados Unidos bajó a 241,713 quintales (27.3%) y Holanda aumentó a 140,869 quintales (15.9%).
En el intercambio comercial con Alemania, muy pronto surgió el problema de la escasez de divisas en dicho país, castigado por las indemnizaciones que tuvo que pagar en la postguerra. Cuando Adolfo Hitler asumió el poder en 1933, decidió poner en orden las finanzas y el comercio exterior, y descubrió el notorio hecho, que Alemania importaba de América Latina casi el doble de lo que exportaba a tales países. Después de Argentina y Brasil, Guatemala ocupaba el tercer lugar en las importaciones de Alemania y, según las estadísticas de 1932-33, éstas constituían el 45.3% del total de las exportaciones de café guatemalteco.
Hitler estableció entonces “bonos” y “marcos de registro” (MR), instrumentos de un convenio de crédito alemán o sistema de cuenta de marcos bloqueados, mediante el cual los acreedores extranjeros tenían derecho a recibir sus pagos en marcos alemanes (MR), pero utilizarlos únicamente en Alemania, o sea que podían introducir bienes del exterior que no producía Alemania y, a cambio, exportar productos de la manufactura alemana a sus países y así lograr un equilibrio en la balanza comercial exterior.
Esta medida entró en vigencia para las importaciones de café en Alemania a partir del 1o de julio de 1934. El impacto de esa política marcó el descenso en las exportaciones de café guatemalteco a Alemania, a favor de Estados Unidos, pues muchos cafetaleros guatemaltecos y alemanes decidieron reducir sus exportaciones de café a Alemania y encontraron nuevos mercados en Estados Unidos, como se observa en el cuadro siguiente:
Sin embargo, dicha política de reciprocidad no fue en detrimento de Guatemala, ya que a partir de 1934 comenzó a recuperarse la economía del país y favoreció las importaciones alemanas.
En esos años, Brasil aún tenía grandes existencias de “café duro”, en cambio los ocho países latinoamericanos productores de “cafés suaves” no tenían nada que temer, pues aun cuando se fue reduciendo la diferencia del precio entre los cafés duros y suaves, la demanda mundial se orientó más hacia los cafés finos, y entonces Brasil acumuló cantidades peligrosas de café. Por tal razón, la Primera Conferencia Panamericana del Café, celebrada en Bogotá en 1936, fue un fracaso, pues los países productores solamente reconocieron la labor realizada por Brasil en defensa de los precios estables.
Cuando en 1937 había a nivel mundial 31.7 millones de sacos de café para un consumo anual de 26.4 millones, se convocó en agosto de ese año a la Segunda Conferencia Panamericana del Café, en La Habana, en donde se instó a los países productores a que impusieran restricciones a las exportaciones. Se discutió la estabilidad de los precios y la producción de clases de café estandarizadas, de buena calidad, para el mercado estadounidense, que exigía volumen y calidad uniformes a precios bajos. Esto no afectó a Guatemala, que gozaba de una mayor demanda de sus cafés finos y de alta calidad (SHB y fancy) no estandarizados, no para el gusto norteamericano, que consumía calidades inferiores, sino para Europa. Pero la Segunda Conferencia también fue un fracaso por el individualismo latinoamericano, que no permitió que los países productores de café llegaran a un acuerdo con Estados Unidos.
Al estallar la Segunda Guerra Mundial y quedar aislados del mercado europeo los países productores, la cosecha de 1940-41 acusó una baja en el precio del café a US$ 6.36 por quintal. En vista de que 14 países latinoamericanos producían el 85% de la oferta mundial, de la cual 55 era absorbida por Estados Unidos, este país siguió la política del “Buen Vecino” y ofreció suscribir con los países productores un acuerdo sobre regulación de cuotas, en la Conferencia de Café de Nueva York, celebrada en noviembre de 1940. La cuota asignada para el mercado estadounidense era mayor que en los años anteriores, lo cual compensaba la disminución de sus ventas a Europa. Esta vez, los países latinoamericanos aceptaron, y Guatemala quedó en cuarto lugar, después de Brasil, Colombia y El Salvador, con una cuota anual de 535,000 sacos de 60 kg, o sea 697,826 quintales.
En Guatemala, el gobierno acordó que el Ministerio de Agricultura debía controlar y regular las exportaciones de café a través de la Oficina Central del Café. Cada productor cafetalero podía exportar el 75% de su cosecha a Estados Unidos y el 25% a otros países. Por la demanda de sus cafés finos, Guatemala siguió supliendo los mercados europeos, que pagaban mejores precios, en especial el alemán, a pesar de la dificultad de obtener divisas o marcos de registro.
El cuadro anterior muestra en el decenio de 1935-36-1944-45 una producción que supera ligeramente el millón de quintales de café en oro. Las exportaciones varían, bajaron muy poco por debajo del millón de quintales en las cosechas de 1937-38, 1939-42. En cambio los precios tendieron a duplicarse en el año cafetalero en que Guatemala entró declaradamente en la guerra, después de una terrible baja en 1940-41, cuando estuvo a Q. 6.36, alcanzando en 1944-45, último año de la guerra, un promedio de Q.15.00, que continuó subiendo en la década posterior.
La Segunda Guerra Mundial y la propiedad alemana en Guatemala
Al estallar la guerra, el 1o de septiembre de 1939, se rompieron las comunicaciones con Europa, y Guatemala no logró salir de toda la cosecha de café de 1940, sobre todo de la variedad maragogipe, que tenía gran demanda en Europa central. Pero aun cuando el mercado norteamericano absorbió la mayor parte del café guatemalteco, las consecuencias fueron negativas, porque el mercado estaba saturado y los precios bajaron, lo que desalentó a los cafetaleros guatemaltecos. Esto los indujo a suscribir el acuerdo de regulación de cuotas en Nueva York.
Como la Oficina Central del Café no distinguía entre fincas de nacionales o de alemanes, considerándose todo café cultivado en suelo guatemalteco como café de Guatemala, no hubo dificultades para los alemanes, sino hasta que Estados Unidos elaboró “listas negras” proclamadas, con la nómina de 254 firmas comerciales y fincas de alemanes que operaban en Guatemala, las cuales fueron publicadas entre julio y diciembre de 1941 en El Imparcial.
Para Washington, la inseguridad de Guatemala consistía en la importancia estratégica que representaban los 3,000 alemanes en Guatemala, que consideraba, en cierta forma, “un centro de nazismo en Centro América” y que económicamente controlaban directamente gran parte de las fincas y el 40% de la producción de café del país. Por eso deseaba bloquear a los alemanes en Guatemala.
Sin embargo, como dicho bloqueo hubiera significado un desastre para la economía nacional, en vista de que daban trabajo a miles de familias guatemaltecas en sus plantaciones y beneficios, en caso de que cesaran las actividades productivas de los alemanes, se dejaría no sólo sin trabajo y sin ingresos a toda esa fuerza laboral dependiente, sino también se reduciría la riqueza nacional por la pérdida de una cuantiosa cantidad de divisas. Además, muchas firmas proclamadas otorgaban créditos para las cosechas de café a nacionales, lo cual también significaría una merma por cuanto no se hubiera llenado la cuota asignada.
Con miras a resolver el conflicto y atender los intereses del país, el gobierno dispuso, en octubre de 1941, que los finqueros incluidos en las listas proclamadas, que desearan exportar sus productos, debían entregar sus cosechas al Banco Central de Guatemala, el cual asumió el control de las fincas enlistadas, gestionó la exportación del café recibido, retuvo los beneficios en cuentas bloqueadas, pagó los impuestos al Estado, los costos contables de las fincas, intereses, amortizaciones de las deudas pendientes y el mantenimiento del cafetalero y su familia.
Tras el ataque a Pearl Harbour por los japoneses el 7 de diciembre de 1941, Estados Unidos y Guatemala –al igual que los demás países centroamericanos– declararon la guerra a Japón y Alemania el 8 y 11 de diciembre de 1941, respectivamente. El 19 de diciembre el gobierno de Ubico procedió a la intervención del Ferrocarril Verapaz, el 23 de diciembre al cierre de colegios, clubes y asociaciones deportivas alemanas. El 12 de junio de 1942 el gobierno intervino las fincas de café de los alemanes proclamados en las listas y designó al Banco Central como interventor. Asimismo, se procedió a la gradual deportación de los alemanes enlistados hacia campos de concentración en Estados Unidos y a su posterior repatriación a Alemania.
El problema para Guatemala era que el café producido en las fincas intervenidas no fue recibido en Estados Unidos, y si el país no salía de dicho café, el Banco no podía seguir manteniendo los gastos de tales fincas, con el resultado que su ruina hubiera sido un desastre para la economía nacional. Se hizo un listado de los gastos de las 208 fincas intervenidas, que empleaban a 800 personas y 22,000 peones, y tras largas gestiones ante la Junta Interamericana de Café en Nueva York, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos autorizó la venta y exportación del café de las fincas de alemanes proclamados, dejando a sus propietarios sólo un mínimo de margen de utilidad para su sostenimiento.
En marzo de 1943 la Junta Interamericana de Café autorizó el aumento de la cuota de café de Guatemala de 1942-43, de 667,804 sacos de 60 kilos, a 944,832 sacos; y el Departamento del Tesoro permitió la exportación del café guatemalteco bloqueado y su entrada a Estados Unidos. Así, el 90% del café de las fincas bloqueadas se vendió en su totalidad al ejército de dicho país por medio de subasta en Guatemala en 1943 y 1944; el restante 10%, de inferior calidad, se consumió en Guatemala.
Sin embargo, la cosecha de 1943-44 no resultó tan buena, no porque faltaran mozos, sino por la falta de atención durante el período de intervención de tales fincas. Así, la cuota anual de la cosecha de 1944, que fue mala para casi todo el país, se cubrió incluyendo la producción de las fincas bloqueadas, 150,000 quintales de café en oro, para que no continuara almacenada y expuesta al gorgojo de bodega (Aracaerus fasciculatus) que había aparecido en Alta Verapaz en 1933 y se extendió a varias fincas. En 1945 Guatemala vendió 156,000 quintales de café al ejército de Estados Unidos por medio de la Oficina de Bienes Nacionales e Intervenidos, a un precio inferior al que se negociaba libremente.
El plan para nacionalizar las propiedades rústicas de alemanes bloqueados iba en camino. A principios de 1943 Estados Unidos confiscó las acciones del complejo de fincas cafetaleras alemanas más grande en Guatemala, la CAPCO, inscrita en Wilmington, Delaware. Pero el gobierno de Guatemala salió en defensa de su patrimonio nacional y negoció el traspaso de la CAPCO y el Ingenio “Palo Gordo”, Sociedad Agrícola. El 19 de abril de 1943, el gobierno de Guatemala adquirió, mediante contrato, los derechos, títulos, propiedades e intereses de la CAPCO y se hizo cargo de dicho complejo de fincas.
El 22 de junio de 1944, el gobierno de Ubico, pocos días antes de su renuncia, decretó la expropiación y nacionalización de todas las fincas de café de los alemanes, bonos y acciones de las fincas expropiadas, incluyendo la Sociedad Agrícola Viñas-Zapote y la Compañía de Plantaciones Concepción, y se procedió a ello el 26 de junio. Su sucesor, el General Federico Ponce Vaides creó el 11 de julio de 1944 el “Departamento de Fincas Rústicas Nacionales e Intervenidas”, adscrito a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, para que se hiciera cargo exclusivamente de la administración general de las fincas de café de los alemanes.
Solamente los alemanes que traspasaron en tiempo los títulos de propiedad de sus fincas a parientes o ciudadanos de otras nacionalidades, lograron recuperarlas más adelante. Después que cayó Ubico, el Primer Gobierno de la Revolución (1945-1951) decidió no devolver tales propiedades a sus legítimos dueños y sus fincas pasaron a ser administradas por el Estado.