- Botero esculturas (1998)
- Salmona (1998)
- El sabor de Colombia (1994)
- Wayuú. Cultura del desierto colombiano (1998)
- Semana Santa en Popayán (1999)
- Cartagena de siempre (1992)
- Palacio de las Garzas (1999)
- Juan Montoya (1998)
- Aves de Colombia. Grabados iluminados del Siglo XVIII (1993)
- Alta Colombia. El esplendor de la montaña (1996)
- Artefactos. Objetos artesanales de Colombia (1992)
- Carros. El automovil en Colombia (1995)
- Espacios Comerciales. Colombia (1994)
- Cerros de Bogotá (2000)
- El Terremoto de San Salvador. Narración de un superviviente (2001)
- Manolo Valdés. La intemporalidad del arte (1999)
- Casa de Hacienda. Arquitectura en el campo colombiano (1997)
- Fiestas. Celebraciones y Ritos de Colombia (1995)
- Costa Rica. Pura Vida (2001)
- Luis Restrepo. Arquitectura (2001)
- Ana Mercedes Hoyos. Palenque (2001)
- La Moneda en Colombia (2001)
- Jardines de Colombia (1996)
- Una jornada en Macondo (1995)
- Retratos (1993)
- Atavíos. Raíces de la moda colombiana (1996)
- La ruta de Humboldt. Colombia - Venezuela (1994)
- Trópico. Visiones de la naturaleza colombiana (1997)
- Herederos de los Incas (1996)
- Casa Moderna. Medio siglo de arquitectura doméstica colombiana (1996)
- Bogotá desde el aire (1994)
- La vida en Colombia (1994)
- Casa Republicana. La bella época en Colombia (1995)
- Selva húmeda de Colombia (1990)
- Richter (1997)
- Por nuestros niños. Programas para su Proteccion y Desarrollo en Colombia (1990)
- Mariposas de Colombia (1991)
- Colombia tierra de flores (1990)
- Los países andinos desde el satélite (1995)
- Deliciosas frutas tropicales (1990)
- Arrecifes del Caribe (1988)
- Casa campesina. Arquitectura vernácula de Colombia (1993)
- Páramos (1988)
- Manglares (1989)
- Señor Ladrillo (1988)
- La última muerte de Wozzeck (2000)
- Historia del Café de Guatemala (2001)
- Casa Guatemalteca (1999)
- Silvia Tcherassi (2002)
- Ana Mercedes Hoyos. Retrospectiva (2002)
- Francisco Mejía Guinand (2002)
- Aves del Llano (1992)
- El año que viene vuelvo (1989)
- Museos de Bogotá (1989)
- El arte de la cocina japonesa (1996)
- Botero Dibujos (1999)
- Colombia Campesina (1989)
- Conflicto amazónico. 1932-1934 (1994)
- Débora Arango. Museo de Arte Moderno de Medellín (1986)
- La Sabana de Bogotá (1988)
- Casas de Embajada en Washington D.C. (2004)
- XVI Bienal colombiana de Arquitectura 1998 (1998)
- Visiones del Siglo XX colombiano. A través de sus protagonistas ya muertos (2003)
- Río Bogotá (1985)
- Jacanamijoy (2003)
- Álvaro Barrera. Arquitectura y Restauración (2003)
- Campos de Golf en Colombia (2003)
- Cartagena de Indias. Visión panorámica desde el aire (2003)
- Guadua. Arquitectura y Diseño (2003)
- Enrique Grau. Homenaje (2003)
- Mauricio Gómez. Con la mano izquierda (2003)
- Ignacio Gómez Jaramillo (2003)
- Tesoros del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario. 350 años (2003)
- Manos en el arte colombiano (2003)
- Historia de la Fotografía en Colombia. Museo de Arte Moderno de Bogotá (1983)
- Arenas Betancourt. Un realista más allá del tiempo (1986)
- Los Figueroa. Aproximación a su época y a su pintura (1986)
- Andrés de Santa María (1985)
- Ricardo Gómez Campuzano (1987)
- El encanto de Bogotá (1987)
- Manizales de ayer. Album de fotografías (1987)
- Ramírez Villamizar. Museo de Arte Moderno de Bogotá (1984)
- La transformación de Bogotá (1982)
- Las fronteras azules de Colombia (1985)
- Botero en el Museo Nacional de Colombia. Nueva donación 2004 (2004)
- Gonzalo Ariza. Pinturas (1978)
- Grau. El pequeño viaje del Barón Von Humboldt (1977)
- Bogotá Viva (2004)
- Albergues del Libertador en Colombia. Banco de la República (1980)
- El Rey triste (1980)
- Gregorio Vásquez (1985)
- Ciclovías. Bogotá para el ciudadano (1983)
- Negret escultor. Homenaje (2004)
- Mefisto. Alberto Iriarte (2004)
- Suramericana. 60 Años de compromiso con la cultura (2004)
- Rostros de Colombia (1985)
- Flora de Los Andes. Cien especies del Altiplano Cundi-Boyacense (1984)
- Casa de Nariño (1985)
- Periodismo gráfico. Círculo de Periodistas de Bogotá (1984)
- Cien años de arte colombiano. 1886 - 1986 (1985)
- Pedro Nel Gómez (1981)
- Colombia amazónica (1988)
- Palacio de San Carlos (1986)
- Veinte años del Sena en Colombia. 1957-1977 (1978)
- Bogotá. Estructura y principales servicios públicos (1978)
- Colombia Parques Naturales (2006)
- Érase una vez Colombia (2005)
- Colombia 360°. Ciudades y pueblos (2006)
- Bogotá 360°. La ciudad interior (2006)
- Guatemala inédita (2006)
- Casa de Recreo en Colombia (2005)
- Manzur. Homenaje (2005)
- Gerardo Aragón (2009)
- Santiago Cárdenas (2006)
- Omar Rayo. Homenaje (2006)
- Beatriz González (2005)
- Casa de Campo en Colombia (2007)
- Luis Restrepo. construcciones (2007)
- Juan Cárdenas (2007)
- Luis Caballero. Homenaje (2007)
- Fútbol en Colombia (2007)
- Cafés de Colombia (2008)
- Colombia es Color (2008)
- Armando Villegas. Homenaje (2008)
- Manuel Hernández (2008)
- Alicia Viteri. Memoria digital (2009)
- Clemencia Echeverri. Sin respuesta (2009)
- Museo de Arte Moderno de Cartagena de Indias (2009)
- Agua. Riqueza de Colombia (2009)
- Volando Colombia. Paisajes (2009)
- Colombia en flor (2009)
- Medellín 360º. Cordial, Pujante y Bella (2009)
- Arte Internacional. Colección del Banco de la República (2009)
- Hugo Zapata (2009)
- Apalaanchi. Pescadores Wayuu (2009)
- Bogotá vuelo al pasado (2010)
- Grabados Antiguos de la Pontificia Universidad Javeriana. Colección Eduardo Ospina S. J. (2010)
- Orquídeas. Especies de Colombia (2010)
- Apartamentos. Bogotá (2010)
- Luis Caballero. Erótico (2010)
- Luis Fernando Peláez (2010)
- Aves en Colombia (2011)
- Pedro Ruiz (2011)
- El mundo del arte en San Agustín (2011)
- Cundinamarca. Corazón de Colombia (2011)
- El hundimiento de los Partidos Políticos Tradicionales venezolanos: El caso Copei (2014)
- Artistas por la paz (1986)
- Reglamento de uniformes, insignias, condecoraciones y distintivos para el personal de la Policía Nacional (2009)
- Historia de Bogotá. Tomo I - Conquista y Colonia (2007)
- Historia de Bogotá. Tomo II - Siglo XIX (2007)
- Academia Colombiana de Jurisprudencia. 125 Años (2019)
- Duque, su presidencia (2022)
Introducción del Café en Guatemala
Quetzaltenango. Fotografía de Eadweard Muybridge, 1875.
Memoria del estado actual de la Parroquia de Concepción Villa Nueva (1868), del padre José María Navarro, quien inició los relatos sobre los primeros cafetales que se cultivaron a fines del siglo XVIII y principios del XIX en Guatemala.
El Rey Carlos III de España (1759-1788), quien declaró “libre de impuestos el café proveniente de América”.
El Rey Carlos IV de España (1788-1808), quien levantó la prohibición de enviar molinos de café a las colonias.
Grabado de la Iglesia de la Compañía de Jesús, cuyos miembros fueron expulsados del Reino de Guatemala en 1767. En los jardines de su convento se sembraron las primeras plantas de café de Guatemala, aunque con fines ornamentales.
Puerto de Trujillo, obra de J. Ogilby, 1671. Por este puerto en la costa atlántica de Honduras ingresaron al Reino los primeros sacos de café en grano y las primeras cafeteras y molinillos de café, procedentes de Cuba.
Plaza central con mercado en La Antigua Guatemala. Fotografía de Eadweard Muybridge, 1875.
Juan Rubio y Gemir (1804) hizo el primer ensayo de sembrar café en su potrero en la periferia de la Nueva Guatemala de la Asunción, hacia 1800, con semillas proporcionadas por su cuñado Miguel Álvarez de las Asturias.
Miguel Álvarez de las Asturias, quien obtuvo las primeras semillas de cafetos del edificio de la Compañía de Jesús en La Antigua Guatemala, las cuales sembró entre los cacaotales de su hacienda El Soyate, en la Parroquia de Conguaco, ubicada en Jutiapa.
La Plaza Central de La Antigua Guatemala, ca. 1827. Grabado en color de George Ackermann.
Cafetal y beneficio en la bocacosta.
Texto de: Regina Wagner
Desde la conquista española, Guatemala ha tenido diversos cultivos de exportación que, gracias a su calidad, precios y demanda en el mercado internacional, han constituido una importante fuente de riqueza para el país: cacao en el siglo XVI, añil en el siglo XVII y, sobre todo, en el XVIII, y grana o cochinilla después de 1821. A partir de la Revolución Liberal de 1871, el café se ha situado en el primer lugar de las exportaciones.
La decadencia de cada uno de estos cultivos significó, en su momento, la búsqueda de un sustituto capaz de darle continuidad a la economía agrícola de exportación. Así, cuando por la invención de los colorantes artificiales en Inglaterra empezó a decaer la demanda de la cochinilla alrededor de 1860, el crecimiento de la producción industrial europea estaba generando una expansión general de las exportaciones que, simultáneamente, incrementaba la demanda de productos de consumo procedentes de países tropicales, como el café. Mediante este proceso, Guatemala, al igual que otros países de América Latina, se integró, cada vez más, a la economía mundial.
Orígenes del café en Guatemala
La fecha exacta y cómo se introdujo el café en Guatemala son desconocidos. La primera noticia de su degustación se encuentra en una obra de Antonio Paz y Salgado, Las luces del cielo de la Iglesia (1747), que relata cómo se celebró la exaltación de la catedral de La Antigua Guatemala a la categoría de arquidiócesis, el 14 de noviembre de 1743, y que al final del banquete con “tan deliciosos manjares” y “armoniosas músicas” al cual convidó el ilustrísimo Arzobispo Fray Pedro Pardo de Figueroa en su Palacio, se sirvió “a su debida hora a los convidados el Caffé, cuyo uso tiene calificado en esa region el dictamen de los que ponen ley al gusto conformandolo con la sallud, coronandose con este tan decoroso festín la sagrada pompa de aquel día…” (sic).
La pregunta es, entonces, ¿fueron importados los granos para la bebida que se sirvió en dicho banquete o ya se cultivaba el café en el Reino de Guatemala? Según Juan Antonio Alvarado, el café se introdujo en Guatemala en la época de Carlos III (1759-1788). Juan J. Rodríguez afirma, con toda seguridad, que fue a fines del siglo XVIII y que las semillas o algunos arbolitos se trajeron de Las Antillas. Guillermo Echeverría Morales ubica la introducción de la planta de café en Guatemala hacia 1750, William Ukers entre 1750-1760 y Manuel Rubio alrededor de 1760 (véanse estos autores en la bibliografía).
En todo caso, cuando los terremotos de Santa Marta azotaron La Antigua Guatemala, en 1773, había varios cafetos en algunos jardines de esa ciudad, aunque se tenían sólo como curiosidad o como plantas ornamentales. En la Memoria del estado actual de la Parroquia de Concepción Villa Nueva (1868), del Padre José María Navarro, él dice que “por tradición oral de hombres respetables se sabe, que el primer café que se sembró en el antiguo Reino de Guatemala y hoy Centro América, fue traido del mismo Moka por los RR. PP. de la Compañía de Jesús y cultivado en su casa de estudios en Antigua Guatemala”.
Es probable que los jesuitas fueran los primeros en introducir la planta de café a Guatemala, pero es poco probable que la trajeran directamente de Moka (Yemen), sino, más bien, de los conventos que la orden religiosa poseía en Jamaica y en Cuba, a donde había llegado el café en 1730 y en 1748, respectivamente.
Por tanto, si la primera planta de café sembrada en Guatemala fue traída por los jesuitas al país, esto debió haber ocurrido antes de 1767, año en que los miembros de la Compañía de Jesús fueron expulsados de Hispanoamérica por el Rey Carlos III.
Primeras noticias del cultivo del café en Guatemala
Fue durante el reinado de Carlos III cuando se implantaron reformas político-administrativas, comerciales y fiscales en sus reinos hispanoamericanos para impulsar la economía. En 1778 se promulgó el Reglamento y aranceles reales para el comercio libre de España a Indias, que, entre otros, declaraba “libre de impuestos el café proveniente de América”, aunque prohibía embarcar molinos de café para las Indias. Sin embargo, en atención a “la absoluta necesidad que hay en América de utensilios para ingenios de azúcar y molinos de café”, su sucesor el rey Carlos IV (1788-1808) levantó dicha prohibición en 1792.
Hacia 1801, una de las figuras más notables de la sociedad guatemalteca y uno de los corresponsales más prolíficos de la Gazeta, Juan Bautista de Irisarri, opinaba que el Reino de Guatemala tenía una gran potencialidad, porque podía exportar a España algodón, café, cacao, azúcar, maderas finas, además de añil y bálsamo, que eran los productos que tradicionalmente había mandado. Otro tanto declaraban los “Apuntamientos estadísticos sobre la agricultura, industria y comercio de este Reyno” del Br. Talcamábida (Gazeta, 25/7/1803), que en Guatemala se producía añil, zarzaparrilla, bálsamo, oro, plata, grana silvestre, café, té, cacao, tabaco, azúcar, vainilla, achiote, mangle, palo morado, de Brasil, de Campeche, cañafístula, liquidámbar, brea, alquitrán, cachas de nácar, carey y manufacturas de algodón.
En efecto, el principal cultivo de exportación del Reino durante la segunda mitad del siglo XVIII fue el añil o xiquilite, colorante que tenía una fuerte demanda en la industria textil inglesa y holandesa. Su producción, sin embargo, decayó a principios del siglo XIX por varias razones: las guerras napoleónicas en Europa bloquearon el tráfico marítimo entre España y sus colonias; en 1802 y 1803 plagas de langostas atacaron el xiquilite; al mismo tiempo, bajó la calidad del producto y surgió la competencia de Venezuela y las Indias Orientales.
Al decaer las exportaciones de añil, los funcionarios reales Jacobo de Villaurrutia y Alejandro Ramírez sugirieron la exportación de por lo menos cuarenta productos, entre éstos el café. Una respuesta favorable para aliviar la situación económica del Reino se encontró en la Real Orden del 15 de noviembre de 1803, mediante la cual el rey Carlos IV dispuso exonerar por diez años de alcabalas, diezmos y cualquier derecho las exportaciones de añil, cacao, azúcar, algodón y café recién plantados o a punto de plantarse. Para impulsar la economía, el Presidente de la Audiencia y Capitán General Antonio González Mollinedo y Saravia (1801-1811) introdujo nuevas variedades de caña de azúcar, algodón, café y arroz en el país.
De lo anterior se infiere que alrededor de 1800 se consumía café en Guatemala, ya fuera plantado en el país o traído del exterior, a juzgar por las importaciones que se hacían de Cuba al Reino vía el puerto de Trujillo, según informa la Gazeta de Guatemala: “seis quintales de café en grano” el 12 de septiembre de 1799 en la goleta Reyna Luisa; “tres barriles de café” procedentes de la Habana, el 5 de marzo de 1801 en el Pailebote Nuestra Señora del Carmen; “60 arrobas de café” provenientes de Trinidad de Cuba, el 25 de junio de 1801 en la embarcación Pez Volador; “tres arrobas de café” procedentes de La Habana, el 17 de diciembre de 1803 en el bergantín Diligente; y también los utensilios necesarios para preparar el café: “18 cafeteras y 12 molinillos de café” en abril de 1800; y “12 cafeteras” el 29 de octubre de 1803 en el bergantín S.M. El Bergoña.
A la vez que el Reino importaba café de Las Antillas por el puerto de Trujillo, Guatemala exportaba café, según informa el Consulado de Comercio sobre su balanza comercial con Veracruz correspondiente al año de 1802, en la Gazeta de mayo de 1803. Entre otros productos agrícolas salieron 384 quintales de café por el valor de 6,060 pesos más otros 272 quintales de café por el valor de 4,360 pesos; en total, 656 quintales valorados en 10,420 pesos (el precio del quintal era, por lo tanto, de poco más de 15 pesos). Al año siguiente, se exportó una partida de 64 tercios de café (de 150 libras cada tercio, o sea 96 quintales) por el Golfo Dulce (Lago de Izabal) con destino a Cádiz, en el bergantín Santa Teresa, alias el Recurso (Gazeta, 25/7/1803). El 10 de febrero de 1804 salieron por Trujillo, entre otros, “2 cajones de café en cáscara con 46 arrobas” (Gazeta, 30/4/1804).
Propagación del café en Guatemala
Después que el cultivo del café se inició durante la segunda mitad del siglo XVIII, en los jardines de la Compañía de Jesús en La Antigua Guatemala, algunas personas tomaron sus semillas y las sembraron en diversas partes del país. Su aclimatación fue asombrosa, si bien su cultivo progresó lentamente.
En 1827 Jacobo Haefkens, el Cónsul General de Holanda para Centroamérica con sede en Guatemala, observó que el café no se cultivaba de manera específica, “solamente en varios jardines hay algunos árboles que dejan crecer libremente, de modo que suelen llegar a ser de 12 a 14 pies de alto. Los tienen casi exclusivamente de ornato, ya que el grano casi nunca es usado, excepto para los pocos extranjeros ahora presentes en Guatemala. Lo venden a uno y medio hasta dos reales la libra; es decir, más caro que en Europa”.
Asimismo, el Padre Navarro (1868) cuenta que al comienzo algunas personas cultivaron el café “más por gusto que por especulación”. Según J. Joaquín Asturias (La República Agrícola, 21/7/1900, p. 151), Miguel Ignacio Álvarez de las Asturias tomó unas semillas de cafetos que existían en el edificio de la Compañía de Jesús en La Antigua Guatemala y las sembró intercaladas entre una siembra de cacao en su hacienda El Soyate, en Jutiapa, a cuatro leguas de distancia de la Parroquia de Conguaco. Asturias afirma que eso fue en el último quinto del siglo XVIII y que los árboles produjeron hasta 1885, cuando el fuego de una roza penetró el cafetal y lo incendió hasta la superficie del suelo. Sin embargo, “los árboles echaron renuevos que brotaban directamente de la tierra”; del cacao, en cambio, no quedó nada.
Juan Rubio y Gemir, casado con Inés Álvarez de las Asturias, probablemente obtuvo semillas de su cuñado Miguel I. Álvarez de las Asturias, e hizo el primer ensayo de sembrar café en su potrero, en la periferia de la Nueva Guatemala de la Asunción alrededor de 1800; pero a pesar de los buenos resultados que obtuvo por la calidad y abundancia, no pudo extraer el café, por el alto costo que significaba, ni utilizarlo para el consumo interior, “porque este artículo si no era como medicina no tenía absolutamente uso en el país”. Prueba de esto es que cuando el Licenciado Francisco Alburez fue a tomar posesión de la judicatura de Totonicapán en 1827, pasó por La Antigua, en donde en el arruinado convento de Santa Clara compró “una libra de café por un peso, para tomarlo todos los días en infusión como antifebrífugo”. Muchos años después, dicho convento, perteneciente a Juan Corredor, todavía conservaba varias docenas de cafetos “muy añosos”, que probablemente fueron plantados después de la citada real orden de 1803.
La realidad es que hasta mediados del siglo XIX el café se usaba en Guatemala más como medicina que como bebida, según afirma Juan J. Rodríguez. Refiere Rodríguez que un apreciable agricultor le confió que su padre había sido testigo de un banquete que dieron los padres de la Escuela de Cristo en La Antigua Guatemala, en 1825, con motivo de la fiesta de su Patrono San Felipe Neri, en el que a los convidados se les sirvió café en polvo para que cada uno lo preparara en su respectiva taza.
En las Memorias de la Casa de Moneda, escritas a fines del siglo XIX, su autor Ignacio Solís relata que conoció a un campesino indígena, Justo Mazate, de más de cien años, quien le contó que recordaba perfectamente cómo después del siniestro en La Antigua Guatemala su familia emigró de Jocotenango a la hacienda Parga, cerca de Villa Canales, en donde encontró un grupo de seis u ocho cafetos ya corpulentos.
Colindante con dicha hacienda, en las altiplanicies orientales de San Miguel Petapa, Amatitlán, estaba la pintoresca finca llamada El Bosque, de la familia de Manuel Rodríguez, que hacia 1860 tenía una plantación con unos cien cafetos muy antiguos y bien desarrollados, “retoños de antiquísimos árboles sembrados por su padre mucho antes de la Independencia”, a principios de siglo. En la hacienda El Pilar, cerca de San Juan Sacatepéquez, de clima frío, también había un cafetal tan desarrollado como antiguo que tendría la misma edad.
Otras referencias sobre cafetos y cafetales que datan de fines del siglo XVIII y principios del XIX, que conoció el Padre Navarro hacia 1868, son las siguientes:
En Cuajiniquilapa (hoy Cuilapa, Santa Rosa), Miguel Ramírez sembró un cafeto en un sitio por el año de 1790, que daba cada año una cosecha de dos arrobas de café en oro. El tronco de este árbol tenía seis varas de alto y como media de diámetro, y “por su fruto se le puede llamar cafeto rey”.
En Amatitlán, a las márgenes del río en la casa del señor Francisco Arenas, había un cafeto que contaba más de 60 años de existencia y daba una cosecha de un quintal.
En Villanueva, entre varios cafetos había uno en la casa de Cecilio Conde y Gaitán, de 50 años de edad, cuyo tronco medía una vara de circunferencia y producía abundantemente.
En conclusión, el café, que a mediados del siglo XVIII constituyó una planta ornamental en los jardines de los jesuitas en La Antigua Guatemala, se propagó a principios del siglo XIX y fue plantado en diferentes regiones del país: Guatemala, Villanueva, Petapa, Amatitlán, Santa Rosa y Jutiapa.
Sin embargo, en ese entonces el café no llegó a cultivarse a escala comercial, porque en los albores de la independencia la cochinilla sustituyó al añil, en decadencia, y se convirtió en el principal artículo de exportación de Guatemala, hasta su desplazamiento por los colorantes artificiales hacia 1860.
#AmorPorColombia
Introducción del Café en Guatemala
Quetzaltenango. Fotografía de Eadweard Muybridge, 1875.
Memoria del estado actual de la Parroquia de Concepción Villa Nueva (1868), del padre José María Navarro, quien inició los relatos sobre los primeros cafetales que se cultivaron a fines del siglo XVIII y principios del XIX en Guatemala.
El Rey Carlos III de España (1759-1788), quien declaró “libre de impuestos el café proveniente de América”.
El Rey Carlos IV de España (1788-1808), quien levantó la prohibición de enviar molinos de café a las colonias.
Grabado de la Iglesia de la Compañía de Jesús, cuyos miembros fueron expulsados del Reino de Guatemala en 1767. En los jardines de su convento se sembraron las primeras plantas de café de Guatemala, aunque con fines ornamentales.
Puerto de Trujillo, obra de J. Ogilby, 1671. Por este puerto en la costa atlántica de Honduras ingresaron al Reino los primeros sacos de café en grano y las primeras cafeteras y molinillos de café, procedentes de Cuba.
Plaza central con mercado en La Antigua Guatemala. Fotografía de Eadweard Muybridge, 1875.
Juan Rubio y Gemir (1804) hizo el primer ensayo de sembrar café en su potrero en la periferia de la Nueva Guatemala de la Asunción, hacia 1800, con semillas proporcionadas por su cuñado Miguel Álvarez de las Asturias.
Miguel Álvarez de las Asturias, quien obtuvo las primeras semillas de cafetos del edificio de la Compañía de Jesús en La Antigua Guatemala, las cuales sembró entre los cacaotales de su hacienda El Soyate, en la Parroquia de Conguaco, ubicada en Jutiapa.
La Plaza Central de La Antigua Guatemala, ca. 1827. Grabado en color de George Ackermann.
Cafetal y beneficio en la bocacosta.
Texto de: Regina Wagner
Desde la conquista española, Guatemala ha tenido diversos cultivos de exportación que, gracias a su calidad, precios y demanda en el mercado internacional, han constituido una importante fuente de riqueza para el país: cacao en el siglo XVI, añil en el siglo XVII y, sobre todo, en el XVIII, y grana o cochinilla después de 1821. A partir de la Revolución Liberal de 1871, el café se ha situado en el primer lugar de las exportaciones.
La decadencia de cada uno de estos cultivos significó, en su momento, la búsqueda de un sustituto capaz de darle continuidad a la economía agrícola de exportación. Así, cuando por la invención de los colorantes artificiales en Inglaterra empezó a decaer la demanda de la cochinilla alrededor de 1860, el crecimiento de la producción industrial europea estaba generando una expansión general de las exportaciones que, simultáneamente, incrementaba la demanda de productos de consumo procedentes de países tropicales, como el café. Mediante este proceso, Guatemala, al igual que otros países de América Latina, se integró, cada vez más, a la economía mundial.
Orígenes del café en Guatemala
La fecha exacta y cómo se introdujo el café en Guatemala son desconocidos. La primera noticia de su degustación se encuentra en una obra de Antonio Paz y Salgado, Las luces del cielo de la Iglesia (1747), que relata cómo se celebró la exaltación de la catedral de La Antigua Guatemala a la categoría de arquidiócesis, el 14 de noviembre de 1743, y que al final del banquete con “tan deliciosos manjares” y “armoniosas músicas” al cual convidó el ilustrísimo Arzobispo Fray Pedro Pardo de Figueroa en su Palacio, se sirvió “a su debida hora a los convidados el Caffé, cuyo uso tiene calificado en esa region el dictamen de los que ponen ley al gusto conformandolo con la sallud, coronandose con este tan decoroso festín la sagrada pompa de aquel día…” (sic).
La pregunta es, entonces, ¿fueron importados los granos para la bebida que se sirvió en dicho banquete o ya se cultivaba el café en el Reino de Guatemala? Según Juan Antonio Alvarado, el café se introdujo en Guatemala en la época de Carlos III (1759-1788). Juan J. Rodríguez afirma, con toda seguridad, que fue a fines del siglo XVIII y que las semillas o algunos arbolitos se trajeron de Las Antillas. Guillermo Echeverría Morales ubica la introducción de la planta de café en Guatemala hacia 1750, William Ukers entre 1750-1760 y Manuel Rubio alrededor de 1760 (véanse estos autores en la bibliografía).
En todo caso, cuando los terremotos de Santa Marta azotaron La Antigua Guatemala, en 1773, había varios cafetos en algunos jardines de esa ciudad, aunque se tenían sólo como curiosidad o como plantas ornamentales. En la Memoria del estado actual de la Parroquia de Concepción Villa Nueva (1868), del Padre José María Navarro, él dice que “por tradición oral de hombres respetables se sabe, que el primer café que se sembró en el antiguo Reino de Guatemala y hoy Centro América, fue traido del mismo Moka por los RR. PP. de la Compañía de Jesús y cultivado en su casa de estudios en Antigua Guatemala”.
Es probable que los jesuitas fueran los primeros en introducir la planta de café a Guatemala, pero es poco probable que la trajeran directamente de Moka (Yemen), sino, más bien, de los conventos que la orden religiosa poseía en Jamaica y en Cuba, a donde había llegado el café en 1730 y en 1748, respectivamente.
Por tanto, si la primera planta de café sembrada en Guatemala fue traída por los jesuitas al país, esto debió haber ocurrido antes de 1767, año en que los miembros de la Compañía de Jesús fueron expulsados de Hispanoamérica por el Rey Carlos III.
Primeras noticias del cultivo del café en Guatemala
Fue durante el reinado de Carlos III cuando se implantaron reformas político-administrativas, comerciales y fiscales en sus reinos hispanoamericanos para impulsar la economía. En 1778 se promulgó el Reglamento y aranceles reales para el comercio libre de España a Indias, que, entre otros, declaraba “libre de impuestos el café proveniente de América”, aunque prohibía embarcar molinos de café para las Indias. Sin embargo, en atención a “la absoluta necesidad que hay en América de utensilios para ingenios de azúcar y molinos de café”, su sucesor el rey Carlos IV (1788-1808) levantó dicha prohibición en 1792.
Hacia 1801, una de las figuras más notables de la sociedad guatemalteca y uno de los corresponsales más prolíficos de la Gazeta, Juan Bautista de Irisarri, opinaba que el Reino de Guatemala tenía una gran potencialidad, porque podía exportar a España algodón, café, cacao, azúcar, maderas finas, además de añil y bálsamo, que eran los productos que tradicionalmente había mandado. Otro tanto declaraban los “Apuntamientos estadísticos sobre la agricultura, industria y comercio de este Reyno” del Br. Talcamábida (Gazeta, 25/7/1803), que en Guatemala se producía añil, zarzaparrilla, bálsamo, oro, plata, grana silvestre, café, té, cacao, tabaco, azúcar, vainilla, achiote, mangle, palo morado, de Brasil, de Campeche, cañafístula, liquidámbar, brea, alquitrán, cachas de nácar, carey y manufacturas de algodón.
En efecto, el principal cultivo de exportación del Reino durante la segunda mitad del siglo XVIII fue el añil o xiquilite, colorante que tenía una fuerte demanda en la industria textil inglesa y holandesa. Su producción, sin embargo, decayó a principios del siglo XIX por varias razones: las guerras napoleónicas en Europa bloquearon el tráfico marítimo entre España y sus colonias; en 1802 y 1803 plagas de langostas atacaron el xiquilite; al mismo tiempo, bajó la calidad del producto y surgió la competencia de Venezuela y las Indias Orientales.
Al decaer las exportaciones de añil, los funcionarios reales Jacobo de Villaurrutia y Alejandro Ramírez sugirieron la exportación de por lo menos cuarenta productos, entre éstos el café. Una respuesta favorable para aliviar la situación económica del Reino se encontró en la Real Orden del 15 de noviembre de 1803, mediante la cual el rey Carlos IV dispuso exonerar por diez años de alcabalas, diezmos y cualquier derecho las exportaciones de añil, cacao, azúcar, algodón y café recién plantados o a punto de plantarse. Para impulsar la economía, el Presidente de la Audiencia y Capitán General Antonio González Mollinedo y Saravia (1801-1811) introdujo nuevas variedades de caña de azúcar, algodón, café y arroz en el país.
De lo anterior se infiere que alrededor de 1800 se consumía café en Guatemala, ya fuera plantado en el país o traído del exterior, a juzgar por las importaciones que se hacían de Cuba al Reino vía el puerto de Trujillo, según informa la Gazeta de Guatemala: “seis quintales de café en grano” el 12 de septiembre de 1799 en la goleta Reyna Luisa; “tres barriles de café” procedentes de la Habana, el 5 de marzo de 1801 en el Pailebote Nuestra Señora del Carmen; “60 arrobas de café” provenientes de Trinidad de Cuba, el 25 de junio de 1801 en la embarcación Pez Volador; “tres arrobas de café” procedentes de La Habana, el 17 de diciembre de 1803 en el bergantín Diligente; y también los utensilios necesarios para preparar el café: “18 cafeteras y 12 molinillos de café” en abril de 1800; y “12 cafeteras” el 29 de octubre de 1803 en el bergantín S.M. El Bergoña.
A la vez que el Reino importaba café de Las Antillas por el puerto de Trujillo, Guatemala exportaba café, según informa el Consulado de Comercio sobre su balanza comercial con Veracruz correspondiente al año de 1802, en la Gazeta de mayo de 1803. Entre otros productos agrícolas salieron 384 quintales de café por el valor de 6,060 pesos más otros 272 quintales de café por el valor de 4,360 pesos; en total, 656 quintales valorados en 10,420 pesos (el precio del quintal era, por lo tanto, de poco más de 15 pesos). Al año siguiente, se exportó una partida de 64 tercios de café (de 150 libras cada tercio, o sea 96 quintales) por el Golfo Dulce (Lago de Izabal) con destino a Cádiz, en el bergantín Santa Teresa, alias el Recurso (Gazeta, 25/7/1803). El 10 de febrero de 1804 salieron por Trujillo, entre otros, “2 cajones de café en cáscara con 46 arrobas” (Gazeta, 30/4/1804).
Propagación del café en Guatemala
Después que el cultivo del café se inició durante la segunda mitad del siglo XVIII, en los jardines de la Compañía de Jesús en La Antigua Guatemala, algunas personas tomaron sus semillas y las sembraron en diversas partes del país. Su aclimatación fue asombrosa, si bien su cultivo progresó lentamente.
En 1827 Jacobo Haefkens, el Cónsul General de Holanda para Centroamérica con sede en Guatemala, observó que el café no se cultivaba de manera específica, “solamente en varios jardines hay algunos árboles que dejan crecer libremente, de modo que suelen llegar a ser de 12 a 14 pies de alto. Los tienen casi exclusivamente de ornato, ya que el grano casi nunca es usado, excepto para los pocos extranjeros ahora presentes en Guatemala. Lo venden a uno y medio hasta dos reales la libra; es decir, más caro que en Europa”.
Asimismo, el Padre Navarro (1868) cuenta que al comienzo algunas personas cultivaron el café “más por gusto que por especulación”. Según J. Joaquín Asturias (La República Agrícola, 21/7/1900, p. 151), Miguel Ignacio Álvarez de las Asturias tomó unas semillas de cafetos que existían en el edificio de la Compañía de Jesús en La Antigua Guatemala y las sembró intercaladas entre una siembra de cacao en su hacienda El Soyate, en Jutiapa, a cuatro leguas de distancia de la Parroquia de Conguaco. Asturias afirma que eso fue en el último quinto del siglo XVIII y que los árboles produjeron hasta 1885, cuando el fuego de una roza penetró el cafetal y lo incendió hasta la superficie del suelo. Sin embargo, “los árboles echaron renuevos que brotaban directamente de la tierra”; del cacao, en cambio, no quedó nada.
Juan Rubio y Gemir, casado con Inés Álvarez de las Asturias, probablemente obtuvo semillas de su cuñado Miguel I. Álvarez de las Asturias, e hizo el primer ensayo de sembrar café en su potrero, en la periferia de la Nueva Guatemala de la Asunción alrededor de 1800; pero a pesar de los buenos resultados que obtuvo por la calidad y abundancia, no pudo extraer el café, por el alto costo que significaba, ni utilizarlo para el consumo interior, “porque este artículo si no era como medicina no tenía absolutamente uso en el país”. Prueba de esto es que cuando el Licenciado Francisco Alburez fue a tomar posesión de la judicatura de Totonicapán en 1827, pasó por La Antigua, en donde en el arruinado convento de Santa Clara compró “una libra de café por un peso, para tomarlo todos los días en infusión como antifebrífugo”. Muchos años después, dicho convento, perteneciente a Juan Corredor, todavía conservaba varias docenas de cafetos “muy añosos”, que probablemente fueron plantados después de la citada real orden de 1803.
La realidad es que hasta mediados del siglo XIX el café se usaba en Guatemala más como medicina que como bebida, según afirma Juan J. Rodríguez. Refiere Rodríguez que un apreciable agricultor le confió que su padre había sido testigo de un banquete que dieron los padres de la Escuela de Cristo en La Antigua Guatemala, en 1825, con motivo de la fiesta de su Patrono San Felipe Neri, en el que a los convidados se les sirvió café en polvo para que cada uno lo preparara en su respectiva taza.
En las Memorias de la Casa de Moneda, escritas a fines del siglo XIX, su autor Ignacio Solís relata que conoció a un campesino indígena, Justo Mazate, de más de cien años, quien le contó que recordaba perfectamente cómo después del siniestro en La Antigua Guatemala su familia emigró de Jocotenango a la hacienda Parga, cerca de Villa Canales, en donde encontró un grupo de seis u ocho cafetos ya corpulentos.
Colindante con dicha hacienda, en las altiplanicies orientales de San Miguel Petapa, Amatitlán, estaba la pintoresca finca llamada El Bosque, de la familia de Manuel Rodríguez, que hacia 1860 tenía una plantación con unos cien cafetos muy antiguos y bien desarrollados, “retoños de antiquísimos árboles sembrados por su padre mucho antes de la Independencia”, a principios de siglo. En la hacienda El Pilar, cerca de San Juan Sacatepéquez, de clima frío, también había un cafetal tan desarrollado como antiguo que tendría la misma edad.
Otras referencias sobre cafetos y cafetales que datan de fines del siglo XVIII y principios del XIX, que conoció el Padre Navarro hacia 1868, son las siguientes:
En Cuajiniquilapa (hoy Cuilapa, Santa Rosa), Miguel Ramírez sembró un cafeto en un sitio por el año de 1790, que daba cada año una cosecha de dos arrobas de café en oro. El tronco de este árbol tenía seis varas de alto y como media de diámetro, y “por su fruto se le puede llamar cafeto rey”.
En Amatitlán, a las márgenes del río en la casa del señor Francisco Arenas, había un cafeto que contaba más de 60 años de existencia y daba una cosecha de un quintal.
En Villanueva, entre varios cafetos había uno en la casa de Cecilio Conde y Gaitán, de 50 años de edad, cuyo tronco medía una vara de circunferencia y producía abundantemente.
En conclusión, el café, que a mediados del siglo XVIII constituyó una planta ornamental en los jardines de los jesuitas en La Antigua Guatemala, se propagó a principios del siglo XIX y fue plantado en diferentes regiones del país: Guatemala, Villanueva, Petapa, Amatitlán, Santa Rosa y Jutiapa.
Sin embargo, en ese entonces el café no llegó a cultivarse a escala comercial, porque en los albores de la independencia la cochinilla sustituyó al añil, en decadencia, y se convirtió en el principal artículo de exportación de Guatemala, hasta su desplazamiento por los colorantes artificiales hacia 1860.