- Botero esculturas (1998)
- Salmona (1998)
- El sabor de Colombia (1994)
- Wayuú. Cultura del desierto colombiano (1998)
- Semana Santa en Popayán (1999)
- Cartagena de siempre (1992)
- Palacio de las Garzas (1999)
- Juan Montoya (1998)
- Aves de Colombia. Grabados iluminados del Siglo XVIII (1993)
- Alta Colombia. El esplendor de la montaña (1996)
- Artefactos. Objetos artesanales de Colombia (1992)
- Carros. El automovil en Colombia (1995)
- Espacios Comerciales. Colombia (1994)
- Cerros de Bogotá (2000)
- El Terremoto de San Salvador. Narración de un superviviente (2001)
- Manolo Valdés. La intemporalidad del arte (1999)
- Casa de Hacienda. Arquitectura en el campo colombiano (1997)
- Fiestas. Celebraciones y Ritos de Colombia (1995)
- Costa Rica. Pura Vida (2001)
- Luis Restrepo. Arquitectura (2001)
- Ana Mercedes Hoyos. Palenque (2001)
- La Moneda en Colombia (2001)
- Jardines de Colombia (1996)
- Una jornada en Macondo (1995)
- Retratos (1993)
- Atavíos. Raíces de la moda colombiana (1996)
- La ruta de Humboldt. Colombia - Venezuela (1994)
- Trópico. Visiones de la naturaleza colombiana (1997)
- Herederos de los Incas (1996)
- Casa Moderna. Medio siglo de arquitectura doméstica colombiana (1996)
- Bogotá desde el aire (1994)
- La vida en Colombia (1994)
- Casa Republicana. La bella época en Colombia (1995)
- Selva húmeda de Colombia (1990)
- Richter (1997)
- Por nuestros niños. Programas para su Proteccion y Desarrollo en Colombia (1990)
- Mariposas de Colombia (1991)
- Colombia tierra de flores (1990)
- Los países andinos desde el satélite (1995)
- Deliciosas frutas tropicales (1990)
- Arrecifes del Caribe (1988)
- Casa campesina. Arquitectura vernácula de Colombia (1993)
- Páramos (1988)
- Manglares (1989)
- Señor Ladrillo (1988)
- La última muerte de Wozzeck (2000)
- Historia del Café de Guatemala (2001)
- Casa Guatemalteca (1999)
- Silvia Tcherassi (2002)
- Ana Mercedes Hoyos. Retrospectiva (2002)
- Francisco Mejía Guinand (2002)
- Aves del Llano (1992)
- El año que viene vuelvo (1989)
- Museos de Bogotá (1989)
- El arte de la cocina japonesa (1996)
- Botero Dibujos (1999)
- Colombia Campesina (1989)
- Conflicto amazónico. 1932-1934 (1994)
- Débora Arango. Museo de Arte Moderno de Medellín (1986)
- La Sabana de Bogotá (1988)
- Casas de Embajada en Washington D.C. (2004)
- XVI Bienal colombiana de Arquitectura 1998 (1998)
- Visiones del Siglo XX colombiano. A través de sus protagonistas ya muertos (2003)
- Río Bogotá (1985)
- Jacanamijoy (2003)
- Álvaro Barrera. Arquitectura y Restauración (2003)
- Campos de Golf en Colombia (2003)
- Cartagena de Indias. Visión panorámica desde el aire (2003)
- Guadua. Arquitectura y Diseño (2003)
- Enrique Grau. Homenaje (2003)
- Mauricio Gómez. Con la mano izquierda (2003)
- Ignacio Gómez Jaramillo (2003)
- Tesoros del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario. 350 años (2003)
- Manos en el arte colombiano (2003)
- Historia de la Fotografía en Colombia. Museo de Arte Moderno de Bogotá (1983)
- Arenas Betancourt. Un realista más allá del tiempo (1986)
- Los Figueroa. Aproximación a su época y a su pintura (1986)
- Andrés de Santa María (1985)
- Ricardo Gómez Campuzano (1987)
- El encanto de Bogotá (1987)
- Manizales de ayer. Album de fotografías (1987)
- Ramírez Villamizar. Museo de Arte Moderno de Bogotá (1984)
- La transformación de Bogotá (1982)
- Las fronteras azules de Colombia (1985)
- Botero en el Museo Nacional de Colombia. Nueva donación 2004 (2004)
- Gonzalo Ariza. Pinturas (1978)
- Grau. El pequeño viaje del Barón Von Humboldt (1977)
- Bogotá Viva (2004)
- Albergues del Libertador en Colombia. Banco de la República (1980)
- El Rey triste (1980)
- Gregorio Vásquez (1985)
- Ciclovías. Bogotá para el ciudadano (1983)
- Negret escultor. Homenaje (2004)
- Mefisto. Alberto Iriarte (2004)
- Suramericana. 60 Años de compromiso con la cultura (2004)
- Rostros de Colombia (1985)
- Flora de Los Andes. Cien especies del Altiplano Cundi-Boyacense (1984)
- Casa de Nariño (1985)
- Periodismo gráfico. Círculo de Periodistas de Bogotá (1984)
- Cien años de arte colombiano. 1886 - 1986 (1985)
- Pedro Nel Gómez (1981)
- Colombia amazónica (1988)
- Palacio de San Carlos (1986)
- Veinte años del Sena en Colombia. 1957-1977 (1978)
- Bogotá. Estructura y principales servicios públicos (1978)
- Colombia Parques Naturales (2006)
- Érase una vez Colombia (2005)
- Colombia 360°. Ciudades y pueblos (2006)
- Bogotá 360°. La ciudad interior (2006)
- Guatemala inédita (2006)
- Casa de Recreo en Colombia (2005)
- Manzur. Homenaje (2005)
- Gerardo Aragón (2009)
- Santiago Cárdenas (2006)
- Omar Rayo. Homenaje (2006)
- Beatriz González (2005)
- Casa de Campo en Colombia (2007)
- Luis Restrepo. construcciones (2007)
- Juan Cárdenas (2007)
- Luis Caballero. Homenaje (2007)
- Fútbol en Colombia (2007)
- Cafés de Colombia (2008)
- Colombia es Color (2008)
- Armando Villegas. Homenaje (2008)
- Manuel Hernández (2008)
- Alicia Viteri. Memoria digital (2009)
- Clemencia Echeverri. Sin respuesta (2009)
- Museo de Arte Moderno de Cartagena de Indias (2009)
- Agua. Riqueza de Colombia (2009)
- Volando Colombia. Paisajes (2009)
- Colombia en flor (2009)
- Medellín 360º. Cordial, Pujante y Bella (2009)
- Arte Internacional. Colección del Banco de la República (2009)
- Hugo Zapata (2009)
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- Apartamentos. Bogotá (2010)
- Luis Caballero. Erótico (2010)
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- El mundo del arte en San Agustín (2011)
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- Artistas por la paz (1986)
- Reglamento de uniformes, insignias, condecoraciones y distintivos para el personal de la Policía Nacional (2009)
- Historia de Bogotá. Tomo I - Conquista y Colonia (2007)
- Historia de Bogotá. Tomo II - Siglo XIX (2007)
- Academia Colombiana de Jurisprudencia. 125 Años (2019)
- Duque, su presidencia (2022)
Auge y Crisis del Café, 1871 - 1900
Finca Panzamalá, en San Pedro Carchá, Alta Verapaz, ca. 1910.
Helen J. Sanborn, 1881.
La obra A Winter in Central America, escrita por Helen J. Sanborn, publicada en 1886.
Finca no identificada en la bocacosta sur, región que por su clima y sus suelos ha sido una zona muy cotizada para cultivar café.
Foto actual de siembra de café en la bocacosta.
Siembra de café en la bocacosta, ca. 1920.
Sacos de café apilados en bodega.
Manuel Lisandro Barillas, Presidente de Guatemala de 1885-1891.
Almacenamiento de café en la bodega del Puerto de Champerico. Fotografía de Joaquín Alcain, ca. 1886.
Muelle del Puerto de San José.
Letras de cambio de la década de 1880. Estos documentos eran instrumentos que servían para agilizar el financiamiento de la caficultura. Los bancos de Hamburgo, Londres y Nueva York otorgaban créditos a los exportadores de café, que, a su vez, daban financiamiento a los productores que podían girar letras de cambio sobre esta línea de crédito. Firma de: G.I. Hockmeyer
Letras de cambio de la década de 1880. Estos documentos eran instrumentos que servían para agilizar el financiamiento de la caficultura. Los bancos de Hamburgo, Londres y Nueva York otorgaban créditos a los exportadores de café, que, a su vez, daban financiamiento a los productores que podían girar letras de cambio sobre esta línea de crédito. Firma de: Francisco Aparicio
Letras de cambio de la década de 1880. Estos documentos eran instrumentos que servían para agilizar el financiamiento de la caficultura. Los bancos de Hamburgo, Londres y Nueva York otorgaban créditos a los exportadores de café, que, a su vez, daban financiamiento a los productores que podían girar letras de cambio sobre esta línea de crédito. Firma de: Fed. Gerlach
Letras de cambio de la década de 1880. Estos documentos eran instrumentos que servían para agilizar el financiamiento de la caficultura. Los bancos de Hamburgo, Londres y Nueva York otorgaban créditos a los exportadores de café, que, a su vez, daban financiamiento a los productores que podían girar letras de cambio sobre esta línea de crédito. Firma de: Justo Rufino Barrios
Cafetal en la finca Mocá, Santa Bárbara, Suchitepéquez, ca. 1920.
Vista de la ciudad de Guatemala, 1890. Por esta época se inició el auge del café. Grabado tomado de The Illustrated London News.
Aduana del puerto de San José con sacos listos para el embarque.
Richard Sapper (1862-1912), oriundo de Wittislingen, al sur de Alemania, emigró a Guatemala en 1884. Administró la finca Chiacam, en jurisdicción de San Pedro Carchá; luego se hizo socio de la empresa y, finalmente, compró la finca Chimax, Cobán. Allí estableció su residencia, desde donde administró un complejo de varias fincas que adquirió con el tiempo.
Texto de: Regina Wagner
La economía mundial se vio revolucionada a partir de mediados del siglo XIX con el rápido desarrollo de la Revolución Industrial en Europa. Se caracterizó por la expansión general y el crecimiento del comercio mundial tanto de los productos básicos como de las manufacturas. El progreso tecnológico se tradujo básicamente en mejoras sustanciales en la manufactura, el transporte, las comunicaciones, los bienes y servicios y la agricultura, así como en cambios sociales en las economías avanzadas.
La producción industrial en masa se distribuyó también en volúmenes cada vez mayores a todo el mundo por medio de ferrocarriles y vapores. Se calcula que entre 1875 y 1914 hubo un triple incremento del volumen físico del comercio mundial.
Por su parte, las comunicaciones modernas enlazaron los continentes por medio del telégrafo y el cable, con lo cual el comercio mundial adquirió un carácter multilateral. Aumentó la producción de bienes y servicios y la agricultura se tecnificó y suministró más bienes alimenticios a una creciente población mundial: de 1,200 millones de habitantes en 1850 a 1,600 millones en 1900.
Al progreso técnico se sumaron tres factores que condicionaron el desarrollo de la economía mundial: la libertad de comercio internacional, la libertad de emigración y el flujo de capitales de los países industriales a los menos desarrollados del mundo.
Este proceso estuvo acompañado de una creciente oferta de productos manufacturados de los países industrializados, así como una mayor demanda de productos primarios agrícolas y mineros procedentes de los “países ex coloniales”, cuya especialización económica los llevó a una integración cada vez mayor al sistema del comercio mundial.
Incremento de la producción y de las exportaciones de café de Guatemala, 1871-1900
En Guatemala el cultivo del café se intensificó alrededor de 1875, después que los gobiernos conservador y liberal prestaron seria atención a dicho cultivo, máxime cuando la grana perdía aceleradamente su valor comercial.
Sin embargo, la caficultura no estaba exenta de obstáculos para su desarrollo. Fuertes lluvias en la época de floración podían interrumpir el ciclo de germinación del café; enfermedades relacionadas con el cafeto podían afectar las plantas; erupciones volcánicas podían cubrir con varios metros de ceniza las plantaciones; a lo que se suma la fuerte tala para la siembra de cafetales, que traía consigo cambios ecológicos y climáticos y favorecería las heladas en las tierras altas en los fríos meses de diciembre a febrero.
Alta Verapaz era la única región que sufría de excesivas lluvias, especialmente en los meses de agosto a octubre. Dicha humedad afectaba las plantaciones, particularmente en los valles estrechos, en donde los rayos del sol sólo podían entrar unas horas al día. Sin embargo, los cafetaleros supieron cómo adaptarse a las circunstancias y permitieron la libre circulación de aire entre los cafetales mediante la reducción de sombra y de los cafetos mismos; y para que penetraran los rayos del sol en el área, en la planificación de la siembra de los cafetales fue fundamental tomar en cuenta la posición del sol y los vientos prevalecientes. Los expertos recomendaban plantar los árboles en las laderas de sotavento de las montañas, ya que los vientos dejaban la mayor parte de la humedad en el lado de barlovento en la forma de lluvia o de rocío.
Las heladas fueron inicialmente nefastas. La primera se presentó en Alta Verapaz en enero de 1862, pero no fue tan severa, ya que los cafetales se recuperaron en dos meses. En cambio en La Antigua, la noche del 10 de febrero de 1881 los vientos fuertes, fríos y la repentina caída de la temperatura, a niveles muy bajos, destruyeron todas las plantaciones de café en el valle. El viajero suizo Doctor Otto Stoll relata que, en amplias extensiones, la helada mató todo el follaje de los cafetales, troncos, ramas tiernas y hasta las raíces de los árboles jóvenes. El calor del sol del día siguiente tostó las hojas, siendo “el aspecto de las plantaciones deplorable, cuando antes el esplendor del follaje verde oscuro brilloso había sido el adorno del valle”. Manuel Matheu Sinibaldi, en sus memorias, narra que a la salida del sol el extenso valle presentaba “el aspecto aterrador de un inmenso manto fúnebre”.
La consecuencia fue una fuerte baja en el valor de la propiedad inmueble. La manzana de terreno cultivado con café, que previo a la helada tenía un valor promedio de 1,000 pesos, ya sólo valía 300 pesos. Según datos oficiales, la cosecha promedio de café en el valle de La Antigua ascendía a unos 24,000 quintales. El año de la helada se esperaban 30,000 quintales, que al precio promedio de 10 pesos por quintal representaban un valor de 300,000 pesos. Los caficultores antigüeños no sólo perdieron esa fuerte cantidad de ingresos, sino también tuvieron que esperar de tres a cuatro años para que se recuperaran los cafetales. Para paliar la crisis, los agricultores del Valle de Panchoy podaron los cafetos hasta el tronco y se dedicaron temporalmente a la siembra de tabaco. Los resultados fueron promisorios, pero también se tomaron otras medidas, como la siembra de árboles de sombra que protegían los cafetos tanto del sol como de las heladas a causa del efecto de “invernadero”. Pero esto llevaba algunos años hasta que los árboles brindaban la protección suficiente, de manera que se tuvieron que tomar medidas más prácticas, como la quema de hojas secas, para prevenir que la helada dañara los cafetos, o proteger las plantas con hojas y ramas secas.
Otras heladas en 1883 y 1886 en La Antigua, comparables con la de 1881, obligaron a incrementar el número de árboles de sombra y a seguir el ejemplo de los agricultores de Burdeos, Francia, que quemaban alquitrán para suavizar el frío. Había que observar el termómetro o poner recipientes con agua, que se congelaba al bajar la temperatura a cero. Al sonar la alarma había que iniciar de inmediato el fuego, recomendándose quemar en los campos una mezcla de alquitrán con paja en contenedores, cuyo fuerte humo denso y seco protegería las plantas de la helada.
En diciembre de 1886 llegó el primer embarque de alquitrán de Estados Unidos al puerto de San José, de donde se transportó en tren a Escuintla y luego en carretas de bueyes a La Antigua. Allí se utilizó por primera vez en enero de 1887, y contribuyó a reducir el frío de la helada de ese año, al igual que en enero de 1889. Hacia 1890, la medida de usar humo para proteger los cafetales de las heladas estaba ampliamente establecida en Sacatepéquez. En cambio en Alta Verapaz, los caficultores de San Cristóbal, San Pedro Carchá y Cobán solicitaron la exención de la contribución territorial de las autoridades centrales para compensar sus pérdidas por la helada de 1886, lo que se les concedió por tres años.
A fines de la década de 1870, en las faldas de la vertiente del Pacífico de la cordillera occidental –cuyas tierras de altitudes elevadas y medianas y condiciones climáticas favorables ofrecían mejores perspectivas para las plantaciones de café–, florecieron fincas de café en toda la bocacosta sur desde San Marcos, Quetzaltenango, Retalhuleu, Suchitepéquez, Sololá, Chimaltenango hasta Escuintla y Amatitlán.
Particularmente en la Costa Cuca aumentaron los cafetales en un 20 %, según informa Salvador Valenzuela, el Inspector de Agricultura de Occidente, en marzo de 1878. Abarcaban de 70,000 a 80,000 cuerdas de terreno, o sea más de 500,000 árboles de café en más de 150 fincas, cuya producción se calculaba en más de 100,000 quintales de café para su exportación, lo que representaba un millón y medio de pesos. Para Alta Verapaz, la Estadística Agrícola de 1878 anota casi tres millones de árboles sembrados, con una producción de 22,907 quintales de café, que valorados en 10 pesos el quintal sumaba un total de 228,889 pesos.
El incremento de la producción de café en el país era notorio, particularmente en la Costa Cuca. Champerico se convirtió así en el puerto del mayor volumen de exportación de café de Guatemala, con 56.3% del total de las exportaciones en 1882, San José con el 37.4% y Lívingston el 6.2%. A raíz de la creciente formación de fincas cafetaleras en la región de San Marcos, aumentaron las expectativas del puerto de Ocós, que comenzó a operar en 1887, exportando café regularmente en barcos de la Pacific Mail Steamship. Se esperaba que en pocos años competiría con Champerico, pero en 1891 sólo cubría el 14.3%, en tanto que Champerico sólo bajó a 49.8% del total de las exportaciones.
En la Costa Cuca, en el Chuvá, especialmente, se talaron muchos bosques y se formó una densa red de fincas cafetaleras, a diferencia de la región de Cobán y San Cristóbal, Alta Verapaz, en donde los terrenos montañosos y accidentados hacían imposible su cultivo en extensas áreas contiguas como en la Costa Cuca. No obstante, en los alrededores de Cobán las pequeñas cañadas y colinas entre las montañas resultaron ser apropiadas para la plantación de cafetales, aunque no en la parte baja, porque allí pegaba poco el sol. Stoll afirma, en 1883, que el principal cultivo de Cobán lo constituía el café.
En 1881 las estadísticas de la República acusaban la existencia de unos 36.500,000 cafetos sembrados en una extensión de 1,300 caballerías y un producto anual de 343,229 quintales de café oro, así como de 456 despulpadoras en el país. Estas cifras aumentaron en dos años tanto que en 1883 el número de fincas y las cosechas en quintales fue como sigue:
Producción de café de Guatemala por departamentos, en orden descendente, 1883Departamento | Nº de Fincas | Producción en qq |
Totales | 5,392 | 522,190 |
Quetzaltenango | 409 | 124,779 |
Suchitepéquez | 253 | 52,860 |
Amatitlán | 507 | 45,288 |
San Marcos | 177 | 45,115 |
Escuintla | 104 | 38,560 |
Retalhuleu | 598 | 33,250 |
Alta Verapaz | 256 | 28,873 |
Sololá | 82 | 27,993 |
Chimaltenango | 47 | 27,573 |
Jalapa | 96 | 26,032 |
Santa Rosa | 560 | 26,032 |
Sacatepéquez | 626 | 18,286 |
Guatemala | 213 | 11,340 |
Huehuetenango | 248 | 7,334 |
Chiquimula | 1,000 | 6,595 |
Baja Verapaz | 54 | 813 |
Petén | 101 | 278 |
Zacapa | 91 | 182 |
El número de árboles de café sembrados en todo el país, en 1886, ascendía a 66.614,134, los cuales, a pesar de la helada que por entonces afectó a varios distritos cafetaleros, produjeron una cosecha de 618,980 quintales, valorada en 6.189,706 pesos. Entre los departamentos de mayor producción de café, destacan San Marcos, con 121,215 quintales; Quetzaltenango, con 91,256 quintales, y Suchitepéquez, con 58,535 quintales. Es interesante observar que Chiquimula tenía en esta época mil pequeños productores, un número relativamente alto en relación con otros departamentos, con una cosecha de apenas 6,595 quintales.
La extensión dedicada al cultivo del café, en 1892, sumaba 955 caballerías y la cosecha obtenida en oro ascendía a 484,335 quintales y en pergamino a 255,222 quintales. Convertido esto a oro daba un total de 688,512 quintales. En la década de 1880 el envío de café en pergamino a las plazas europeas todavía se hacía en pequeñas cantidades y a manera de prueba, según informa el cónsul general de Alemania en Guatemala Franz Sarg, pero a partir de 1887 las exportaciones incluían ambas clases de envíos, oro y pergamino.
Canales, comercialización, valores y destinos
Los canales de comercialización del café guatemalteco se fueron afianzando con el exterior. Inicialmente fue Estados Unidos el mayor comprador del grano, con la Gran Bretaña en segundo lugar, Alemania en tercero y Francia en cuarto. Sin embargo, a partir de la década de 1880, las relaciones comerciales con Alemania aumentaron de manera muy significativa por la presencia de inmigrantes alemanes en el país, los cuales con frecuencia se involucraron en el negocio del café, generalmente asociado a la importación de mercancías.
Le Havre tenía un mercado para el café en plaza y el café por llegar, desde 1818. Nueva York fue el siguiente en establecer dicho sistema y Hamburgo –el puerto europeo que más importaba café de ultramar– creó, en 1887, el sistema de operaciones o negocios a plazos, conocido también como bolsa de valores. En 1891 los principales puertos de destino y plazas de mercado en el mundo eran Hamburgo, San Francisco y Londres, una cierta cantidad se enviaba a Le Havre y Nueva York. Las calidades más finas de café de Guatemala se consumían en Inglaterra y Alemania, las de menor calidad se exportaban a Estados Unidos.
El total, destino, cantidades y porcentajes de café exportado de Guatemala, entre 1884 y 1900, hacia los principales países compradores, fue como sigue:
Del cuadro anterior se observa que después de 1880 cambiaron los porcentajes en el destino de las exportaciones del café guatemalteco. Alemania se colocó en primer lugar, con una participación mayor del 40%, cifra que aumentó en 1889 a más del 50% y, en 1896, acaparó hasta el 64% del total de las exportaciones del café guatemalteco.
Particularmente el puerto de Hamburgo había crecido en importancia por los volúmenes, cada vez mayores, de importaciones de café brasileño a partir de la década de 1830. Los canales de comercialización establecidos entre Guatemala y los puertos de Hamburgo y Bremen convirtieron a Alemania, en poco tiempo, en el mayor comprador del café “suave” de Guatemala. Para el año 1887, informa el cónsul alemán en Guatemala, Franz Sarg, “el café de Guatemala alcanza en todas partes, sobre todo en Hamburgo, precios extraordinariamente altos”.
Pero no sólo los porcentajes de los destinos variaron, sino también el precio del café estuvo sujeto a constantes oscilaciones, generalmente al alza, pero también con algunas bajas. 1882 y 1886 fueron verdaderos años de crisis, que significaron la quiebra para muchos caficultores que habían invertido fuertes sumas de dinero en la agricultura. Los que lograron subsistir respiraron con alivio cuando empezó a revertirse la situación. Los precios del café mejoraron, particularmente en 1888, cuando Brasil liberó a 70,000 esclavos que afluyeron a las ciudades y, como consecuencia, se descuidaron los cafetales. Se encareció la mano de obra y subió el precio del café, año con año, hasta mediados de la década de 1890.
La cantidad de café guatemalteco exportado, en quintales, el precio promedio por quintal de café en US$ y el valor de las exportaciones en US$, entre 1870 y 1900, fueron los siguientes:
Auge y crisis económica en la década de 1890
La evolución económica de Guatemala de 1871 a 1900 estuvo sujeta al volumen de la producción, la comercialización y los precios del café. También incidió en ello la mejora y ampliación de las comunicaciones, la situación monetaria y la estabilidad política del país. En estas tres décadas se distinguen cuatro etapas.
La primera etapa, de 1871 a 1876, fue de buenos precios y de crecientes cosechas de café, pero políticamente todavía inestable. Hubo planificación en la construcción de la infraestructura vial, a la vez que se estimuló la economía, se fomentó la formación de propiedades privadas y de plantaciones cafetaleras.
La segunda etapa, de 1877 a 1886, se caracterizó por una situación política más estable, permitió la promulgación de los Códigos Civil y Mercantil y la Constitución Política de la República de 1879. Coincide, en parte, con un sensible descenso de los precios internacionales del café, a principios de la década de 1880, causando la ruina de algunos caficultores. No obstante, es la etapa en que se fundaron los primeros bancos y se construyeron los primeros ferrocarriles entre el puerto de San José, Escuintla y la capital, y del puerto Champerico a Retalhuleu, lo cual facilitó, en mucho, la economía de agroexportación y redujo los costos del transporte terrestre.
La tercera etapa, de 1887 a 1896, acusó una constante alza de los precios del café, hubo especulación en el precio de las tierras –la caballería costaba entre 500 y 1,500 pesos plata–, expansión e inversión en nuevas plantaciones cafetaleras. La consiguiente escasez de mano de obra agrícola obligó al gobierno a promulgar la Ley de Trabajadores de 1894, que exceptuaba del servicio militar y de zapadores (construcción de obras públicas) a todos los jornaleros y colonos habilitados, que se comprometían a trabajar en fincas de café, caña de azúcar, cacao o banano en gran escala. La competencia en el mercado de trabajo obligó a muchos finqueros a aumentar el jornal de tres a cuatro reales, para asegurarse la mano de obra en la temporada de la cosecha de café. Se contrató mano de obra de países vecinos y hasta se trajo inmigración de Polinesia (islas Gilberto), pero sin efectos positivos duraderos.
Durante esta etapa, la bonanza permitió la inversión en nuevas líneas ferroviarias y en empresas industriales, como la Empresa Eléctrica, la Cervecería Centroamericana y Cementos Novella. También se estableció el cable submarino y se fundaron tres bancos más. La prosperidad económica tuvo efectos positivos en el mercado interno del país. Hubo un aumento de las importaciones y una mayor demanda de artículos suntuarios, y el Estado pudo incrementar sus ingresos por medio de los derechos aduanales.
Sin embargo, los agricultores prefirieron dedicarse únicamente al cultivo del café, porque les significaba divisas a ellos e ingresos aduanales al Estado. Lamentablemente, se dejó de lado la producción de alimentos de consumo básico, como maíz, frijol, legumbres, papas y cereales, que tuvieron que ser importados, particularmente en épocas de temporales, que dañaban las cosechas del país y llevaban a una carestía del producto.
A pesar de la bonanza, a finales del siglo hubo signos del lento avecinamiento de una crisis económica, que comenzó con la desfavorable situación monetaria. La acuñación del peso de plata, en 1873, con un leve contenido mayor de plata (0.40), significó, a la larga, la salida de la moneda plata del país, principalmente a México e Inglaterra, pese a su prohibición. En consecuencia, los gobiernos autorizaron a los bancos a emitir papel moneda, y el peso, que en 1871 equivalía a un dólar, comenzó a devaluarse en 1895, llegando a 8.50 pesos por un dólar.
Por si esto no fuera suficiente, la cosecha cafetalera de Brasil, que en 1890 había sido de 4.2 millones de sacos, en 1897 aumentó a 7 millones de sacos, de un total de 16 millones que se producían mundialmente. Creó tal sobreoferta del producto que precipitó la caída de los precios del café en el mercado mundial. Había alcanzado el precio más alto en 1895 con 37 dólares el quintal, en 1896 se redujo levemente a US$32, en 1897 cayó drásticamente a US$14 y en 1898 ya sólo arrojó US$8, un precio que no había alcanzado el café en los últimos treinta años. La situación de los cafetaleros del mundo, en general, y de Guatemala, en particular, no pudo haber sido más desesperada, máxime cuando la especialización en un monocultivo había propiciado una fuerte dependencia del mercado exterior.
En suma, la escasez de moneda de plata, la devaluación por la excesiva emisión de papel moneda, el derroche del gobierno en construcciones urbanas, la repentina caída de los precios del café en 1897, la disminución de las importaciones, más la revuelta de los candidatos a las elecciones presidenciales en occidente en septiembre de 1897, coincidió con la falta de mano de obra al inicio de la temporada de la cosecha de café. Todo esto llevó a la crisis económica más fuerte que jamás había sufrido Guatemala en su época independiente.
Sin lugar a dudas, en la época de bonanza muchos cafetaleros hicieron uso de los créditos que recibieron de los bancos, casas comisionistas y exportadores de café, permitiendo así que el endeudamiento crónico los sorprendiera con una repentina baja de los precios del café en el mercado internacional, situación que les impidió pagar las deudas e intereses a sus acreedores por varios años. Los que alucinados por los buenos precios del café, habían comprado fincas a base de créditos, a un precio superior al valor real, estuvieron en una situación peor por la especulación de tierras en los años de auge. De éstos, sólo una parte se pudo mantener, aunque con pérdidas.
Dentro de este contexto debe resaltarse también que el negocio del café fomentó la especulación y la formación de consorcios que controlaban casas importadoras y exportadoras en Europa. Éstos actuaban como banqueros, exportadores de los principales puertos de embarque, importadores en los puertos europeos y, finalmente, como distribuidores del producto.
En general, la bonanza dio mucha confianza tanto a los finqueros nacionales como a los financistas extranjeros. La falta de ahorro y despilfarro en el ámbito local no permitieron prever que el precio del café podía caer por estar sujeto a los ciclos de producción creciente, así como a la oferta y la demanda del producto.
#AmorPorColombia
Auge y Crisis del Café, 1871 - 1900
Finca Panzamalá, en San Pedro Carchá, Alta Verapaz, ca. 1910.
Helen J. Sanborn, 1881.
La obra A Winter in Central America, escrita por Helen J. Sanborn, publicada en 1886.
Finca no identificada en la bocacosta sur, región que por su clima y sus suelos ha sido una zona muy cotizada para cultivar café.
Foto actual de siembra de café en la bocacosta.
Siembra de café en la bocacosta, ca. 1920.
Sacos de café apilados en bodega.
Manuel Lisandro Barillas, Presidente de Guatemala de 1885-1891.
Almacenamiento de café en la bodega del Puerto de Champerico. Fotografía de Joaquín Alcain, ca. 1886.
Muelle del Puerto de San José.
Letras de cambio de la década de 1880. Estos documentos eran instrumentos que servían para agilizar el financiamiento de la caficultura. Los bancos de Hamburgo, Londres y Nueva York otorgaban créditos a los exportadores de café, que, a su vez, daban financiamiento a los productores que podían girar letras de cambio sobre esta línea de crédito. Firma de: G.I. Hockmeyer
Letras de cambio de la década de 1880. Estos documentos eran instrumentos que servían para agilizar el financiamiento de la caficultura. Los bancos de Hamburgo, Londres y Nueva York otorgaban créditos a los exportadores de café, que, a su vez, daban financiamiento a los productores que podían girar letras de cambio sobre esta línea de crédito. Firma de: Francisco Aparicio
Letras de cambio de la década de 1880. Estos documentos eran instrumentos que servían para agilizar el financiamiento de la caficultura. Los bancos de Hamburgo, Londres y Nueva York otorgaban créditos a los exportadores de café, que, a su vez, daban financiamiento a los productores que podían girar letras de cambio sobre esta línea de crédito. Firma de: Fed. Gerlach
Letras de cambio de la década de 1880. Estos documentos eran instrumentos que servían para agilizar el financiamiento de la caficultura. Los bancos de Hamburgo, Londres y Nueva York otorgaban créditos a los exportadores de café, que, a su vez, daban financiamiento a los productores que podían girar letras de cambio sobre esta línea de crédito. Firma de: Justo Rufino Barrios
Cafetal en la finca Mocá, Santa Bárbara, Suchitepéquez, ca. 1920.
Vista de la ciudad de Guatemala, 1890. Por esta época se inició el auge del café. Grabado tomado de The Illustrated London News.
Aduana del puerto de San José con sacos listos para el embarque.
Richard Sapper (1862-1912), oriundo de Wittislingen, al sur de Alemania, emigró a Guatemala en 1884. Administró la finca Chiacam, en jurisdicción de San Pedro Carchá; luego se hizo socio de la empresa y, finalmente, compró la finca Chimax, Cobán. Allí estableció su residencia, desde donde administró un complejo de varias fincas que adquirió con el tiempo.
Texto de: Regina Wagner
La economía mundial se vio revolucionada a partir de mediados del siglo XIX con el rápido desarrollo de la Revolución Industrial en Europa. Se caracterizó por la expansión general y el crecimiento del comercio mundial tanto de los productos básicos como de las manufacturas. El progreso tecnológico se tradujo básicamente en mejoras sustanciales en la manufactura, el transporte, las comunicaciones, los bienes y servicios y la agricultura, así como en cambios sociales en las economías avanzadas.
La producción industrial en masa se distribuyó también en volúmenes cada vez mayores a todo el mundo por medio de ferrocarriles y vapores. Se calcula que entre 1875 y 1914 hubo un triple incremento del volumen físico del comercio mundial.
Por su parte, las comunicaciones modernas enlazaron los continentes por medio del telégrafo y el cable, con lo cual el comercio mundial adquirió un carácter multilateral. Aumentó la producción de bienes y servicios y la agricultura se tecnificó y suministró más bienes alimenticios a una creciente población mundial: de 1,200 millones de habitantes en 1850 a 1,600 millones en 1900.
Al progreso técnico se sumaron tres factores que condicionaron el desarrollo de la economía mundial: la libertad de comercio internacional, la libertad de emigración y el flujo de capitales de los países industriales a los menos desarrollados del mundo.
Este proceso estuvo acompañado de una creciente oferta de productos manufacturados de los países industrializados, así como una mayor demanda de productos primarios agrícolas y mineros procedentes de los “países ex coloniales”, cuya especialización económica los llevó a una integración cada vez mayor al sistema del comercio mundial.
Incremento de la producción y de las exportaciones de café de Guatemala, 1871-1900
En Guatemala el cultivo del café se intensificó alrededor de 1875, después que los gobiernos conservador y liberal prestaron seria atención a dicho cultivo, máxime cuando la grana perdía aceleradamente su valor comercial.
Sin embargo, la caficultura no estaba exenta de obstáculos para su desarrollo. Fuertes lluvias en la época de floración podían interrumpir el ciclo de germinación del café; enfermedades relacionadas con el cafeto podían afectar las plantas; erupciones volcánicas podían cubrir con varios metros de ceniza las plantaciones; a lo que se suma la fuerte tala para la siembra de cafetales, que traía consigo cambios ecológicos y climáticos y favorecería las heladas en las tierras altas en los fríos meses de diciembre a febrero.
Alta Verapaz era la única región que sufría de excesivas lluvias, especialmente en los meses de agosto a octubre. Dicha humedad afectaba las plantaciones, particularmente en los valles estrechos, en donde los rayos del sol sólo podían entrar unas horas al día. Sin embargo, los cafetaleros supieron cómo adaptarse a las circunstancias y permitieron la libre circulación de aire entre los cafetales mediante la reducción de sombra y de los cafetos mismos; y para que penetraran los rayos del sol en el área, en la planificación de la siembra de los cafetales fue fundamental tomar en cuenta la posición del sol y los vientos prevalecientes. Los expertos recomendaban plantar los árboles en las laderas de sotavento de las montañas, ya que los vientos dejaban la mayor parte de la humedad en el lado de barlovento en la forma de lluvia o de rocío.
Las heladas fueron inicialmente nefastas. La primera se presentó en Alta Verapaz en enero de 1862, pero no fue tan severa, ya que los cafetales se recuperaron en dos meses. En cambio en La Antigua, la noche del 10 de febrero de 1881 los vientos fuertes, fríos y la repentina caída de la temperatura, a niveles muy bajos, destruyeron todas las plantaciones de café en el valle. El viajero suizo Doctor Otto Stoll relata que, en amplias extensiones, la helada mató todo el follaje de los cafetales, troncos, ramas tiernas y hasta las raíces de los árboles jóvenes. El calor del sol del día siguiente tostó las hojas, siendo “el aspecto de las plantaciones deplorable, cuando antes el esplendor del follaje verde oscuro brilloso había sido el adorno del valle”. Manuel Matheu Sinibaldi, en sus memorias, narra que a la salida del sol el extenso valle presentaba “el aspecto aterrador de un inmenso manto fúnebre”.
La consecuencia fue una fuerte baja en el valor de la propiedad inmueble. La manzana de terreno cultivado con café, que previo a la helada tenía un valor promedio de 1,000 pesos, ya sólo valía 300 pesos. Según datos oficiales, la cosecha promedio de café en el valle de La Antigua ascendía a unos 24,000 quintales. El año de la helada se esperaban 30,000 quintales, que al precio promedio de 10 pesos por quintal representaban un valor de 300,000 pesos. Los caficultores antigüeños no sólo perdieron esa fuerte cantidad de ingresos, sino también tuvieron que esperar de tres a cuatro años para que se recuperaran los cafetales. Para paliar la crisis, los agricultores del Valle de Panchoy podaron los cafetos hasta el tronco y se dedicaron temporalmente a la siembra de tabaco. Los resultados fueron promisorios, pero también se tomaron otras medidas, como la siembra de árboles de sombra que protegían los cafetos tanto del sol como de las heladas a causa del efecto de “invernadero”. Pero esto llevaba algunos años hasta que los árboles brindaban la protección suficiente, de manera que se tuvieron que tomar medidas más prácticas, como la quema de hojas secas, para prevenir que la helada dañara los cafetos, o proteger las plantas con hojas y ramas secas.
Otras heladas en 1883 y 1886 en La Antigua, comparables con la de 1881, obligaron a incrementar el número de árboles de sombra y a seguir el ejemplo de los agricultores de Burdeos, Francia, que quemaban alquitrán para suavizar el frío. Había que observar el termómetro o poner recipientes con agua, que se congelaba al bajar la temperatura a cero. Al sonar la alarma había que iniciar de inmediato el fuego, recomendándose quemar en los campos una mezcla de alquitrán con paja en contenedores, cuyo fuerte humo denso y seco protegería las plantas de la helada.
En diciembre de 1886 llegó el primer embarque de alquitrán de Estados Unidos al puerto de San José, de donde se transportó en tren a Escuintla y luego en carretas de bueyes a La Antigua. Allí se utilizó por primera vez en enero de 1887, y contribuyó a reducir el frío de la helada de ese año, al igual que en enero de 1889. Hacia 1890, la medida de usar humo para proteger los cafetales de las heladas estaba ampliamente establecida en Sacatepéquez. En cambio en Alta Verapaz, los caficultores de San Cristóbal, San Pedro Carchá y Cobán solicitaron la exención de la contribución territorial de las autoridades centrales para compensar sus pérdidas por la helada de 1886, lo que se les concedió por tres años.
A fines de la década de 1870, en las faldas de la vertiente del Pacífico de la cordillera occidental –cuyas tierras de altitudes elevadas y medianas y condiciones climáticas favorables ofrecían mejores perspectivas para las plantaciones de café–, florecieron fincas de café en toda la bocacosta sur desde San Marcos, Quetzaltenango, Retalhuleu, Suchitepéquez, Sololá, Chimaltenango hasta Escuintla y Amatitlán.
Particularmente en la Costa Cuca aumentaron los cafetales en un 20 %, según informa Salvador Valenzuela, el Inspector de Agricultura de Occidente, en marzo de 1878. Abarcaban de 70,000 a 80,000 cuerdas de terreno, o sea más de 500,000 árboles de café en más de 150 fincas, cuya producción se calculaba en más de 100,000 quintales de café para su exportación, lo que representaba un millón y medio de pesos. Para Alta Verapaz, la Estadística Agrícola de 1878 anota casi tres millones de árboles sembrados, con una producción de 22,907 quintales de café, que valorados en 10 pesos el quintal sumaba un total de 228,889 pesos.
El incremento de la producción de café en el país era notorio, particularmente en la Costa Cuca. Champerico se convirtió así en el puerto del mayor volumen de exportación de café de Guatemala, con 56.3% del total de las exportaciones en 1882, San José con el 37.4% y Lívingston el 6.2%. A raíz de la creciente formación de fincas cafetaleras en la región de San Marcos, aumentaron las expectativas del puerto de Ocós, que comenzó a operar en 1887, exportando café regularmente en barcos de la Pacific Mail Steamship. Se esperaba que en pocos años competiría con Champerico, pero en 1891 sólo cubría el 14.3%, en tanto que Champerico sólo bajó a 49.8% del total de las exportaciones.
En la Costa Cuca, en el Chuvá, especialmente, se talaron muchos bosques y se formó una densa red de fincas cafetaleras, a diferencia de la región de Cobán y San Cristóbal, Alta Verapaz, en donde los terrenos montañosos y accidentados hacían imposible su cultivo en extensas áreas contiguas como en la Costa Cuca. No obstante, en los alrededores de Cobán las pequeñas cañadas y colinas entre las montañas resultaron ser apropiadas para la plantación de cafetales, aunque no en la parte baja, porque allí pegaba poco el sol. Stoll afirma, en 1883, que el principal cultivo de Cobán lo constituía el café.
En 1881 las estadísticas de la República acusaban la existencia de unos 36.500,000 cafetos sembrados en una extensión de 1,300 caballerías y un producto anual de 343,229 quintales de café oro, así como de 456 despulpadoras en el país. Estas cifras aumentaron en dos años tanto que en 1883 el número de fincas y las cosechas en quintales fue como sigue:
Producción de café de Guatemala por departamentos, en orden descendente, 1883Departamento | Nº de Fincas | Producción en qq |
Totales | 5,392 | 522,190 |
Quetzaltenango | 409 | 124,779 |
Suchitepéquez | 253 | 52,860 |
Amatitlán | 507 | 45,288 |
San Marcos | 177 | 45,115 |
Escuintla | 104 | 38,560 |
Retalhuleu | 598 | 33,250 |
Alta Verapaz | 256 | 28,873 |
Sololá | 82 | 27,993 |
Chimaltenango | 47 | 27,573 |
Jalapa | 96 | 26,032 |
Santa Rosa | 560 | 26,032 |
Sacatepéquez | 626 | 18,286 |
Guatemala | 213 | 11,340 |
Huehuetenango | 248 | 7,334 |
Chiquimula | 1,000 | 6,595 |
Baja Verapaz | 54 | 813 |
Petén | 101 | 278 |
Zacapa | 91 | 182 |
El número de árboles de café sembrados en todo el país, en 1886, ascendía a 66.614,134, los cuales, a pesar de la helada que por entonces afectó a varios distritos cafetaleros, produjeron una cosecha de 618,980 quintales, valorada en 6.189,706 pesos. Entre los departamentos de mayor producción de café, destacan San Marcos, con 121,215 quintales; Quetzaltenango, con 91,256 quintales, y Suchitepéquez, con 58,535 quintales. Es interesante observar que Chiquimula tenía en esta época mil pequeños productores, un número relativamente alto en relación con otros departamentos, con una cosecha de apenas 6,595 quintales.
La extensión dedicada al cultivo del café, en 1892, sumaba 955 caballerías y la cosecha obtenida en oro ascendía a 484,335 quintales y en pergamino a 255,222 quintales. Convertido esto a oro daba un total de 688,512 quintales. En la década de 1880 el envío de café en pergamino a las plazas europeas todavía se hacía en pequeñas cantidades y a manera de prueba, según informa el cónsul general de Alemania en Guatemala Franz Sarg, pero a partir de 1887 las exportaciones incluían ambas clases de envíos, oro y pergamino.
Canales, comercialización, valores y destinos
Los canales de comercialización del café guatemalteco se fueron afianzando con el exterior. Inicialmente fue Estados Unidos el mayor comprador del grano, con la Gran Bretaña en segundo lugar, Alemania en tercero y Francia en cuarto. Sin embargo, a partir de la década de 1880, las relaciones comerciales con Alemania aumentaron de manera muy significativa por la presencia de inmigrantes alemanes en el país, los cuales con frecuencia se involucraron en el negocio del café, generalmente asociado a la importación de mercancías.
Le Havre tenía un mercado para el café en plaza y el café por llegar, desde 1818. Nueva York fue el siguiente en establecer dicho sistema y Hamburgo –el puerto europeo que más importaba café de ultramar– creó, en 1887, el sistema de operaciones o negocios a plazos, conocido también como bolsa de valores. En 1891 los principales puertos de destino y plazas de mercado en el mundo eran Hamburgo, San Francisco y Londres, una cierta cantidad se enviaba a Le Havre y Nueva York. Las calidades más finas de café de Guatemala se consumían en Inglaterra y Alemania, las de menor calidad se exportaban a Estados Unidos.
El total, destino, cantidades y porcentajes de café exportado de Guatemala, entre 1884 y 1900, hacia los principales países compradores, fue como sigue:
Del cuadro anterior se observa que después de 1880 cambiaron los porcentajes en el destino de las exportaciones del café guatemalteco. Alemania se colocó en primer lugar, con una participación mayor del 40%, cifra que aumentó en 1889 a más del 50% y, en 1896, acaparó hasta el 64% del total de las exportaciones del café guatemalteco.
Particularmente el puerto de Hamburgo había crecido en importancia por los volúmenes, cada vez mayores, de importaciones de café brasileño a partir de la década de 1830. Los canales de comercialización establecidos entre Guatemala y los puertos de Hamburgo y Bremen convirtieron a Alemania, en poco tiempo, en el mayor comprador del café “suave” de Guatemala. Para el año 1887, informa el cónsul alemán en Guatemala, Franz Sarg, “el café de Guatemala alcanza en todas partes, sobre todo en Hamburgo, precios extraordinariamente altos”.
Pero no sólo los porcentajes de los destinos variaron, sino también el precio del café estuvo sujeto a constantes oscilaciones, generalmente al alza, pero también con algunas bajas. 1882 y 1886 fueron verdaderos años de crisis, que significaron la quiebra para muchos caficultores que habían invertido fuertes sumas de dinero en la agricultura. Los que lograron subsistir respiraron con alivio cuando empezó a revertirse la situación. Los precios del café mejoraron, particularmente en 1888, cuando Brasil liberó a 70,000 esclavos que afluyeron a las ciudades y, como consecuencia, se descuidaron los cafetales. Se encareció la mano de obra y subió el precio del café, año con año, hasta mediados de la década de 1890.
La cantidad de café guatemalteco exportado, en quintales, el precio promedio por quintal de café en US$ y el valor de las exportaciones en US$, entre 1870 y 1900, fueron los siguientes:
Auge y crisis económica en la década de 1890
La evolución económica de Guatemala de 1871 a 1900 estuvo sujeta al volumen de la producción, la comercialización y los precios del café. También incidió en ello la mejora y ampliación de las comunicaciones, la situación monetaria y la estabilidad política del país. En estas tres décadas se distinguen cuatro etapas.
La primera etapa, de 1871 a 1876, fue de buenos precios y de crecientes cosechas de café, pero políticamente todavía inestable. Hubo planificación en la construcción de la infraestructura vial, a la vez que se estimuló la economía, se fomentó la formación de propiedades privadas y de plantaciones cafetaleras.
La segunda etapa, de 1877 a 1886, se caracterizó por una situación política más estable, permitió la promulgación de los Códigos Civil y Mercantil y la Constitución Política de la República de 1879. Coincide, en parte, con un sensible descenso de los precios internacionales del café, a principios de la década de 1880, causando la ruina de algunos caficultores. No obstante, es la etapa en que se fundaron los primeros bancos y se construyeron los primeros ferrocarriles entre el puerto de San José, Escuintla y la capital, y del puerto Champerico a Retalhuleu, lo cual facilitó, en mucho, la economía de agroexportación y redujo los costos del transporte terrestre.
La tercera etapa, de 1887 a 1896, acusó una constante alza de los precios del café, hubo especulación en el precio de las tierras –la caballería costaba entre 500 y 1,500 pesos plata–, expansión e inversión en nuevas plantaciones cafetaleras. La consiguiente escasez de mano de obra agrícola obligó al gobierno a promulgar la Ley de Trabajadores de 1894, que exceptuaba del servicio militar y de zapadores (construcción de obras públicas) a todos los jornaleros y colonos habilitados, que se comprometían a trabajar en fincas de café, caña de azúcar, cacao o banano en gran escala. La competencia en el mercado de trabajo obligó a muchos finqueros a aumentar el jornal de tres a cuatro reales, para asegurarse la mano de obra en la temporada de la cosecha de café. Se contrató mano de obra de países vecinos y hasta se trajo inmigración de Polinesia (islas Gilberto), pero sin efectos positivos duraderos.
Durante esta etapa, la bonanza permitió la inversión en nuevas líneas ferroviarias y en empresas industriales, como la Empresa Eléctrica, la Cervecería Centroamericana y Cementos Novella. También se estableció el cable submarino y se fundaron tres bancos más. La prosperidad económica tuvo efectos positivos en el mercado interno del país. Hubo un aumento de las importaciones y una mayor demanda de artículos suntuarios, y el Estado pudo incrementar sus ingresos por medio de los derechos aduanales.
Sin embargo, los agricultores prefirieron dedicarse únicamente al cultivo del café, porque les significaba divisas a ellos e ingresos aduanales al Estado. Lamentablemente, se dejó de lado la producción de alimentos de consumo básico, como maíz, frijol, legumbres, papas y cereales, que tuvieron que ser importados, particularmente en épocas de temporales, que dañaban las cosechas del país y llevaban a una carestía del producto.
A pesar de la bonanza, a finales del siglo hubo signos del lento avecinamiento de una crisis económica, que comenzó con la desfavorable situación monetaria. La acuñación del peso de plata, en 1873, con un leve contenido mayor de plata (0.40), significó, a la larga, la salida de la moneda plata del país, principalmente a México e Inglaterra, pese a su prohibición. En consecuencia, los gobiernos autorizaron a los bancos a emitir papel moneda, y el peso, que en 1871 equivalía a un dólar, comenzó a devaluarse en 1895, llegando a 8.50 pesos por un dólar.
Por si esto no fuera suficiente, la cosecha cafetalera de Brasil, que en 1890 había sido de 4.2 millones de sacos, en 1897 aumentó a 7 millones de sacos, de un total de 16 millones que se producían mundialmente. Creó tal sobreoferta del producto que precipitó la caída de los precios del café en el mercado mundial. Había alcanzado el precio más alto en 1895 con 37 dólares el quintal, en 1896 se redujo levemente a US$32, en 1897 cayó drásticamente a US$14 y en 1898 ya sólo arrojó US$8, un precio que no había alcanzado el café en los últimos treinta años. La situación de los cafetaleros del mundo, en general, y de Guatemala, en particular, no pudo haber sido más desesperada, máxime cuando la especialización en un monocultivo había propiciado una fuerte dependencia del mercado exterior.
En suma, la escasez de moneda de plata, la devaluación por la excesiva emisión de papel moneda, el derroche del gobierno en construcciones urbanas, la repentina caída de los precios del café en 1897, la disminución de las importaciones, más la revuelta de los candidatos a las elecciones presidenciales en occidente en septiembre de 1897, coincidió con la falta de mano de obra al inicio de la temporada de la cosecha de café. Todo esto llevó a la crisis económica más fuerte que jamás había sufrido Guatemala en su época independiente.
Sin lugar a dudas, en la época de bonanza muchos cafetaleros hicieron uso de los créditos que recibieron de los bancos, casas comisionistas y exportadores de café, permitiendo así que el endeudamiento crónico los sorprendiera con una repentina baja de los precios del café en el mercado internacional, situación que les impidió pagar las deudas e intereses a sus acreedores por varios años. Los que alucinados por los buenos precios del café, habían comprado fincas a base de créditos, a un precio superior al valor real, estuvieron en una situación peor por la especulación de tierras en los años de auge. De éstos, sólo una parte se pudo mantener, aunque con pérdidas.
Dentro de este contexto debe resaltarse también que el negocio del café fomentó la especulación y la formación de consorcios que controlaban casas importadoras y exportadoras en Europa. Éstos actuaban como banqueros, exportadores de los principales puertos de embarque, importadores en los puertos europeos y, finalmente, como distribuidores del producto.
En general, la bonanza dio mucha confianza tanto a los finqueros nacionales como a los financistas extranjeros. La falta de ahorro y despilfarro en el ámbito local no permitieron prever que el precio del café podía caer por estar sujeto a los ciclos de producción creciente, así como a la oferta y la demanda del producto.