- Botero esculturas (1998)
- Salmona (1998)
- El sabor de Colombia (1994)
- Wayuú. Cultura del desierto colombiano (1998)
- Semana Santa en Popayán (1999)
- Cartagena de siempre (1992)
- Palacio de las Garzas (1999)
- Juan Montoya (1998)
- Aves de Colombia. Grabados iluminados del Siglo XVIII (1993)
- Alta Colombia. El esplendor de la montaña (1996)
- Artefactos. Objetos artesanales de Colombia (1992)
- Carros. El automovil en Colombia (1995)
- Espacios Comerciales. Colombia (1994)
- Cerros de Bogotá (2000)
- El Terremoto de San Salvador. Narración de un superviviente (2001)
- Manolo Valdés. La intemporalidad del arte (1999)
- Casa de Hacienda. Arquitectura en el campo colombiano (1997)
- Fiestas. Celebraciones y Ritos de Colombia (1995)
- Costa Rica. Pura Vida (2001)
- Luis Restrepo. Arquitectura (2001)
- Ana Mercedes Hoyos. Palenque (2001)
- La Moneda en Colombia (2001)
- Jardines de Colombia (1996)
- Una jornada en Macondo (1995)
- Retratos (1993)
- Atavíos. Raíces de la moda colombiana (1996)
- La ruta de Humboldt. Colombia - Venezuela (1994)
- Trópico. Visiones de la naturaleza colombiana (1997)
- Herederos de los Incas (1996)
- Casa Moderna. Medio siglo de arquitectura doméstica colombiana (1996)
- Bogotá desde el aire (1994)
- La vida en Colombia (1994)
- Casa Republicana. La bella época en Colombia (1995)
- Selva húmeda de Colombia (1990)
- Richter (1997)
- Por nuestros niños. Programas para su Proteccion y Desarrollo en Colombia (1990)
- Mariposas de Colombia (1991)
- Colombia tierra de flores (1990)
- Los países andinos desde el satélite (1995)
- Deliciosas frutas tropicales (1990)
- Arrecifes del Caribe (1988)
- Casa campesina. Arquitectura vernácula de Colombia (1993)
- Páramos (1988)
- Manglares (1989)
- Señor Ladrillo (1988)
- La última muerte de Wozzeck (2000)
- Historia del Café de Guatemala (2001)
- Casa Guatemalteca (1999)
- Silvia Tcherassi (2002)
- Ana Mercedes Hoyos. Retrospectiva (2002)
- Francisco Mejía Guinand (2002)
- Aves del Llano (1992)
- El año que viene vuelvo (1989)
- Museos de Bogotá (1989)
- El arte de la cocina japonesa (1996)
- Botero Dibujos (1999)
- Colombia Campesina (1989)
- Conflicto amazónico. 1932-1934 (1994)
- Débora Arango. Museo de Arte Moderno de Medellín (1986)
- La Sabana de Bogotá (1988)
- Casas de Embajada en Washington D.C. (2004)
- XVI Bienal colombiana de Arquitectura 1998 (1998)
- Visiones del Siglo XX colombiano. A través de sus protagonistas ya muertos (2003)
- Río Bogotá (1985)
- Jacanamijoy (2003)
- Álvaro Barrera. Arquitectura y Restauración (2003)
- Campos de Golf en Colombia (2003)
- Cartagena de Indias. Visión panorámica desde el aire (2003)
- Guadua. Arquitectura y Diseño (2003)
- Enrique Grau. Homenaje (2003)
- Mauricio Gómez. Con la mano izquierda (2003)
- Ignacio Gómez Jaramillo (2003)
- Tesoros del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario. 350 años (2003)
- Manos en el arte colombiano (2003)
- Historia de la Fotografía en Colombia. Museo de Arte Moderno de Bogotá (1983)
- Arenas Betancourt. Un realista más allá del tiempo (1986)
- Los Figueroa. Aproximación a su época y a su pintura (1986)
- Andrés de Santa María (1985)
- Ricardo Gómez Campuzano (1987)
- El encanto de Bogotá (1987)
- Manizales de ayer. Album de fotografías (1987)
- Ramírez Villamizar. Museo de Arte Moderno de Bogotá (1984)
- La transformación de Bogotá (1982)
- Las fronteras azules de Colombia (1985)
- Botero en el Museo Nacional de Colombia. Nueva donación 2004 (2004)
- Gonzalo Ariza. Pinturas (1978)
- Grau. El pequeño viaje del Barón Von Humboldt (1977)
- Bogotá Viva (2004)
- Albergues del Libertador en Colombia. Banco de la República (1980)
- El Rey triste (1980)
- Gregorio Vásquez (1985)
- Ciclovías. Bogotá para el ciudadano (1983)
- Negret escultor. Homenaje (2004)
- Mefisto. Alberto Iriarte (2004)
- Suramericana. 60 Años de compromiso con la cultura (2004)
- Rostros de Colombia (1985)
- Flora de Los Andes. Cien especies del Altiplano Cundi-Boyacense (1984)
- Casa de Nariño (1985)
- Periodismo gráfico. Círculo de Periodistas de Bogotá (1984)
- Cien años de arte colombiano. 1886 - 1986 (1985)
- Pedro Nel Gómez (1981)
- Colombia amazónica (1988)
- Palacio de San Carlos (1986)
- Veinte años del Sena en Colombia. 1957-1977 (1978)
- Bogotá. Estructura y principales servicios públicos (1978)
- Colombia Parques Naturales (2006)
- Érase una vez Colombia (2005)
- Colombia 360°. Ciudades y pueblos (2006)
- Bogotá 360°. La ciudad interior (2006)
- Guatemala inédita (2006)
- Casa de Recreo en Colombia (2005)
- Manzur. Homenaje (2005)
- Gerardo Aragón (2009)
- Santiago Cárdenas (2006)
- Omar Rayo. Homenaje (2006)
- Beatriz González (2005)
- Casa de Campo en Colombia (2007)
- Luis Restrepo. construcciones (2007)
- Juan Cárdenas (2007)
- Luis Caballero. Homenaje (2007)
- Fútbol en Colombia (2007)
- Cafés de Colombia (2008)
- Colombia es Color (2008)
- Armando Villegas. Homenaje (2008)
- Manuel Hernández (2008)
- Alicia Viteri. Memoria digital (2009)
- Clemencia Echeverri. Sin respuesta (2009)
- Museo de Arte Moderno de Cartagena de Indias (2009)
- Agua. Riqueza de Colombia (2009)
- Volando Colombia. Paisajes (2009)
- Colombia en flor (2009)
- Medellín 360º. Cordial, Pujante y Bella (2009)
- Arte Internacional. Colección del Banco de la República (2009)
- Hugo Zapata (2009)
- Apalaanchi. Pescadores Wayuu (2009)
- Bogotá vuelo al pasado (2010)
- Grabados Antiguos de la Pontificia Universidad Javeriana. Colección Eduardo Ospina S. J. (2010)
- Orquídeas. Especies de Colombia (2010)
- Apartamentos. Bogotá (2010)
- Luis Caballero. Erótico (2010)
- Luis Fernando Peláez (2010)
- Aves en Colombia (2011)
- Pedro Ruiz (2011)
- El mundo del arte en San Agustín (2011)
- Cundinamarca. Corazón de Colombia (2011)
- El hundimiento de los Partidos Políticos Tradicionales venezolanos: El caso Copei (2014)
- Artistas por la paz (1986)
- Reglamento de uniformes, insignias, condecoraciones y distintivos para el personal de la Policía Nacional (2009)
- Historia de Bogotá. Tomo I - Conquista y Colonia (2007)
- Historia de Bogotá. Tomo II - Siglo XIX (2007)
- Academia Colombiana de Jurisprudencia. 125 Años (2019)
- Duque, su presidencia (2022)
Fiestas, Rituales y Música en las Comunidades Andinas
Festival de la Virgen del Carmen. Paucartambo, Perú. Jeremy Horner.
Viñetas ilustrativas de Felipe Guamán Poma de Ayala tomadas del libro Nueva crónica y buen gobierno de Felipe Guamán Poma de Ayala, publicada por la Biblioteca Ayacucho, Caracas, 1980. Jeremy Horner.
Viñetas ilustrativas de Felipe Guamán Poma de Ayala tomadas del libro Nueva crónica y buen gobierno de Felipe Guamán Poma de Ayala, publicada por la Biblioteca Ayacucho, Caracas, 1980. Jeremy Horner.
Celebración de Int’i Raymi. Perú. Jeremy Horner.
Ceremonia de Manco Cápac. Lago Titicaca. Perú y Bolivia. Jeremy Horner.
Viñetas ilustrativas de Felipe Guamán Poma de Ayala tomadas del libro Nueva crónica y buen gobierno de Felipe Guamán Poma de Ayala, publicada por la Biblioteca Ayacucho, Caracas, 1980. Jeremy Horner.
Viñetas ilustrativas de Felipe Guamán Poma de Ayala tomadas del libro Nueva crónica y buen gobierno de Felipe Guamán Poma de Ayala, publicada por la Biblioteca Ayacucho, Caracas, 1980. Jeremy Horner.
Qoyllur Rit’i. Ocongate, Perú. Jeremy Horner.
Huilloc, Perú. Jeremy Horner.
Huilloc, Perú. Jeremy Horner.
Huilloc, Perú. Jeremy Horner.
Huilloc, Perú. Jeremy Horner.
Danza de los “viejitos”, Huilloc, Perú. Jeremy Horner.
Huilloc, Perú. Jeremy Horner.
Huilloc, Perú. Jeremy Horner.
Huilloc, Perú. Jeremy Horner.
Huilloc, Perú. Jeremy Horner.
Festival de la Virgen del Carmen. Paucartambo, Perú. Jeremy Horner.
Festival de la Virgen del Carmen. Paucartambo, Perú. Jeremy Horner.
Festival de la Virgen del Carmen. Paucartambo, Perú. Jeremy Horner.
Salasaca, Ecuador. Jeremy Horner.
Salasaca, Ecuador. Jeremy Horner.
India Saraguro. Ecuador. Jeremy Horner.
Chimborazo, Ecuador. Jeremy Horner.
Yawar Fiesta. Quotabambas, Perú. Jeremy Horner.
Yawar Fiesta. Quotabambas, Perú. Jeremy Horner.
Yawar Fiesta. Quotabambas, Perú. Jeremy Horner.
Celebración del Qoyllur Rit’i, Perú. Jeremy Horner.
Celebración del Qoyllur Rit’i, Perú. Jeremy Horner.
Celebración del Qoyllur Rit’i, Perú. Jeremy Horner.
Amantani, Perú. Jeremy Horner.
Celebración del Qoyllur Rit’i, Perú. Jeremy Horner.
Celebración del Qoyllur Rit’i, Perú. Jeremy Horner.
La Paz, Bolivia. Jeremy Horner.
La Paz, Bolivia. Jeremy Horner.
Cotocachi, Ecuador. Jeremy Horner.
Otavalo, Ecuador. Jeremy Horner.
Cotocachi, Ecuador. Jeremy Horner.
Otavalo, Ecuador. Jeremy Horner.
Otavalo, Ecuador. Jeremy Horner.
Otavalo, Ecuador. Jeremy Horner.
Otavalo, Ecuador. Jeremy Horner.
Plaza de Armas. Cuzco, Perú Jeremy Horner.
Celebración del Int’i Raymi, Perú. Jeremy Horner.
Indígena Kallawaya. Curva, Bolivia. Jeremy Horner.
Cementerio. La Paz, Bolivia. Jeremy Horner.
Santuario de Copacabana, Bolivia. Jeremy Horner.
Huilloc, Perú. Jeremy Horner.
Huilloc, Perú. Jeremy Horner.
Festival de la Virgen del Carmen. Paucartambo, Perú. Jeremy Horner.
Paucartambo, Perú. Jeremy Horner.
Celebración del Qoyllur Rit’i, Perú. Jeremy Horner.
Celebración del Qoyllur Rit’i, Perú. Jeremy Horner.
Festival del nacimiento del primer Inca Manco Cápac. Puno, Perú. Jeremy Horner.
Día de los muertos. Curva, Bolivia. Jeremy Horner.
Día de los muertos. Curva, Bolivia. Jeremy Horner.
Cementerio. La Paz, Bolivia. Jeremy Horner.
Texto de: Raúl R. Romero El calendario de fiestas en la región andina que forma parte del imperio incaico, está íntimamente ligado a las actividades agrícolas desde tiempos precolombinos. Los cronistas de la Colonia observaron que el calendario ceremonial incaico coincidía con las actividades más importantes del trabajo de la tierra, como la siembra, el cultivo y la cosecha. En el mes de junio, por ejemplo, se llevaban a cabo las ceremonias destinadas a agradecer las buenas cosechas, y en julio los rituales de limpieza y purificación de las tierras. En octubre se solicitaban ceremonialmente las lluvias de las cuales dependían el cultivo y la cosecha, y en diciembre se celebraba la gran fiesta en honor de la tierra, que para estas fechas estaba llena de futuros frutos y alimentos. Con un sistema de fiestas regularmente distribuidas a lo largo del año y bastante compatible con la división europea del mismo en doce meses, no es de extrañar que el antiguo calendario incaico se mimetizara con el impuesto por la Conquista. De esta manera, el poblador andino pudo seguir cumpliendo con sus antiguos ritos aunque, formalmente, se rindiera ante los santos y vírgenes del cristianismo. Según el antropólogo Luis E. Valcárcel, en el mes de diciembre, en lugar de la gran fiesta del solsticio denominada Kapaj Raymi, las celebraciones de Navidad y Epifanía recibieron gran acogida en todos los rincones de los Andes. El Corpus Christi, fiesta movible que se celebra hoy en día en muchos pueblos andinos entre fines de mayo y comienzos de junio, reemplazó en gran medida la fiesta del Inti Raymi con que en el mes de junio se honraba al sol. Las numerosas fiestas que en toda la región andina conmemoran la natividad de la Virgen el día 8 de setiembre, coinciden con la antigua festividad en honor a la Colla, Colla Raymi, que se festejaba en el mismo mes. A nivel local, sin embargo, muchas otras fiestas se suman a las que se celebran a nivel panandino. La fiesta de San Sebastián el 20 de enero; la Semana Santa en que se realizan las más grandes peregrinaciones en el Perú, en particular el Domingo de Ramos; la muy difundida fiesta de la Cruz el 3 de mayo, que coincide con el inicio de las cosechas en los Andes; la fiesta del Carmen el 16 de julio, fecha en la que antiguamente se limpiaban las impurezas del campo, y que culmina el 25 de julio, día del apóstol Santiago; San Roque el 16 de agosto y en noviembre el día de todos los santos que, sorprendentemente, es común a ambos calendarios. Las festividades del carnaval tienen carácter panandino y se celebran en el mes de febrero, a veces en marzo, a menudo en estrecha coordinación con la conmemoración de la Candelaria, que tiene como fecha fija el 2 de febrero. Las fiestas tienen, por lo general, la misma estructura temporal, tres grandes momentos que coinciden con un programa de tres días festivos. La víspera, cuando cada grupo de danzantes hace su entrada a la iglesia y llega hasta el atrio saludando y bailando para el santo homenajeado; se adornan luego las andas y se espera el alba con fuegos artificiales, bebidas alcohólicas y bailes. El día principal, en que la procesión es el evento más importante, se presentan las coreografías y se agasaja a los invitados y a las autoridades festivas y civiles. En la despedida, llamada Kacharpari en el sur andino de habla quechua, se despide la imagen, se transfieren los cargos, se agradece a los músicos y se danza en las calles. Estos tres momentos hacen parte de todas las fiestas, aunque algunas se prolongan por más tiempo e incluyen actividades adicionales como visitas a la cárcel y al cementerio y alguna representación en la plaza o en las calles, como corridas de toros o carreras de caballos. Algunas fiestas pueden durar hasta cinco días como ocurre, por ejemplo, en el valle del Colca. La antevíspera, cuando concluyen las preparaciones comunales y los músicos empiezan sus ensayos; el alba, que constituye la víspera de la fiesta y durante la cual se prenden los fuegos artificiales; el día principal, en que se presentan las danzas y se celebran las corridas de toros o las carreras de caballos; el cuarto día, denominado el de la bendición, en que continúan los festejos y se eligen los organizadores para la fiesta del año siguiente; la noche, en que se lleva a cabo la despedida general con música y danza y que continúa hasta el siguiente día. En muchas fiestas la celebración de la octava, una semana antes del día específico, es tan importante que a veces da lugar a dos celebraciones por separado, una a cargo de los mestizos y la otra de los indígenas. La fiesta se organiza con base en un sistema de cargos que se renuevan cada año. El principal, denominado prioste o mayordomo, entre otros nombres, tiene a su cargo la organización general y el financiamiento de la fiesta. En ocasiones el representante de algún barrio o unidad del pueblo asume un papel importante pero siempre subordinado al principal. Conocido como cargo menor o segundo, éste es responsable de la construcción de los arcos y altares por donde pasa la imagen en procesión. En algunos lugares hay toda una variedad de cargos para organizar actividades más específicas. En el Cuzco, por ejemplo, el torero organiza la corrida de toros, el gallo capitán se hace cargo del juego de gallos, el cohetero se encarga de los fuegos artificiales, el preboste de las flores y el ropaje de las imágenes, el monumento convida a las bebidas para la velación de la imagen, y el novenante ofrece la misa de la novena. Todos estos cargos son colaboradores del cargo mayor. El responsable de un cargo festivo debe tener capacidad económica suficiente como para sufragar los gastos correspondientes. Su reputación dentro del pueblo o la comunidad depende de qué tan bien cumpla con su obligación. De ahí que el sistema de cargos se haya constituido en una forma de ganar prestigio social. La participación de los grupos de danzas en las fiestas ocasiona también una serie de gastos considerables a los organizadores, tales como la contratación de músicos, su alimentación, el consumo de cerveza y el alquiler o arreglo de los disfraces para los danzantes. Todos estos gastos son sufragados por un cargo que, generalmente, acompaña de cerca la participación de músicos y danzantes en la propia fiesta. Las danzas, elemento imprescindible de las fiestas, son consideradas las ofrendas principales a los santos y vírgenes por los favores y la protección que brindan. A través de ellas, los danzantes establecen relaciones de reciprocidad con las imágenes veneradas, cumpliendo el papel de intermediarios entre los santos patronos y sus pueblos. Al final de cada fiesta los danzantes renuevan sus promesas de bailar todos los años. La mayoría de las danzas consiste en representaciones dramatizadas de personajes o acontecimientos de importancia local o regional. En consecuencia, casi todas las danzas andinas se ejecutan con disfraces y máscaras, y su narrativa se basa en un sólido cuerpo de tradiciones orales. En algunos casos la representación teatral se funde con la realización coreográfica, como en la representación de la captura y muerte del Inca, tan recreada en muchas localidades andinas. Existen algunos intentos por clasificar las danzas en los Andes peruanos. Luis E. Valcárcel las ha trabajado por los temas de sus representaciones, distinguiendo danzas religiosas, totémicas, marciales, gremiales, satíricas, regionales, pantomímicas, agrícolas, de entretenimiento y de recorrido. Mildred Merino de Zela, en cambio, las ha catalogado históricamente en danzas pre?hispánicas, de la Conquista, coloniales, de la Independencia y de la República. Hay consenso, sin embargo, en reconocer la tendencia del poblador andino a representar en sus danzas a personajes foráneos, sean éstos de la selva (denominados chunchos en el Cuzco y Cajamarca, shaqshas en el callejón de Huaylas y shapis en Junín), de otros países (el argentino en Jauja y el auka chileno en Cuzco), de mundos míticos (el sakra o diablo en Paucartambo), o que pertenezca a otros sectores sociales o étnicos como el hacendado español (el tunante en Jauja y el chonguino en Huancayo) o el esclavo negro (generalmente negro o negrito a lo largo de todos los Andes). Cada danza tiene una coreografía que la distingue y que se repite año tras año. Las figuras coreográficas más comunes en las danzas andinas son los movimientos circulares, en zig?zag y las formaciones en columnas. Por lo general, todo grupo de danzantes, llamados comparsas en muchos lugares, está dirigido por un líder que genéricamente se denomina caporal. Este usa un traje o máscara que lo distingue del resto del conjunto. Suele encabezar a los danzantes cuando éstos se forman en dos columnas, dirige la coreografía e indica los cambios de movimientos, pero también tiene a su cargo el orden y la disciplina en el interior del grupo. La música que acompaña las danzas está específicamente destinada a esta función y lleva el mismo nombre de la danza. Su estructura, basada en la forma coreográfica, consiste en una unidad multi?seccional en la que cada sección tiene sus propias características de estilo. La música de las danzas puede ser ejecutada por una gran variedad de conjuntos instrumentales, desde uno pequeño hasta una gran orquesta. En Cajamarca, por ejemplo, los instrumentos como el clarín (una trompeta traversa de casi tres metros de largo), y la flauta y el tambor o caja (tocados por un solo instrumentista) son ubicuos en el ciclo festivo de la región. En el valle del Mantaro, la llamada “orquesta típica” (compuesta por instrumentos modernos de reciente incorporación, como el saxofón y el clarinete, que se combinan con el arpa y el violín, introducidos durante la Colonia) es la más activa y solicitada. Otro conjunto de importancia regional es la llamada en el Cuzco “banda de guerra”, consistente en dos pitos (flautas traversas) y tambores, mientras que el denominado “conjunto” congrega la quena, el violín, el acordeón, el bombo y, ocasionalmente, el arpa. Además de la gran variedad de conjuntos regionales de diversa instrumentación según la localidad y la región, la banda de músicos es en Perú, Bolivia y Ecuador uno de los más populares en las fiestas. Consiste en instrumentos de viento, como la trompeta, el trombón y la tuba, a más del bombo y el tambor militar, muy difundidos en las zonas rurales del Perú desde principios del siglo con la vigencia del servicio militar obligatorio. Los intérpretes pueden ser miembros de la propia comunidad o músicos profesionales contratados. En los pueblos grandes, los organizadores contratan a menudo músicos campesinos para que la música se ajuste más a los cánones tradicionales de la propia región. En estos casos, los músicos tienden a pasar desapercibidos en tanto los danzantes retienen el protagonismo. Ello es así porque la participación de los danzantes se debe a la promesa hecha a la Virgen, mientras que los músicos lo hacen por un salario y un contrato. En general, la música y las danzas constituyen símbolos o emblemas de identidad local y regional, y esta correspondencia se ve reforzada por la diversidad formal y estilística de las expresiones en cada región. Cada localidad tiene una manera propia de ejecutar la música y representar las danzas, lo cual da lugar a numerosas competencias, tanto entre pueblos vecinos en festivales y concursos, como dentro de cada comunidad cuando en el contexto de la fiesta se cotejan los grupos de los diferentes barrios. Además de las celebraciones públicas y comunitarias del calendario litúrgico y santoral cristiano, existen rituales de carácter privado y familiar que no se rigen necesariamente por el calendario religioso impuesto por la Colonia, sino que están estrechamente vinculados a actividades productivas y al ciclo vital, por lo cual se celebran en momentos y lugares específicos. En todos los pueblos de los Andes existen rituales especiales para los momentos cruciales en el ciclo de vida, como el primer corte de cabello, el matrimonio (incluyendo el cortejo) y la muerte (vigilia y funerales). En cada lugar las ceremonias y su denominación son distintas, así como la música que las acompaña. Ceremonias vinculadas con el ciclo vital, como la construcción de casas (para matrimonios jóvenes), se celebran en todos los Andes antes de la temporada de lluvias. Hay rituales relacionados tanto con el ciclo de la vida como con las actividades productivas, un ejemplo es la trilla nocturna de cereales en los Andes del centro y del Sur. En esta ocasión jóvenes solteros de uno y otro sexo se reúnen para cantar y bailar sobre un montículo de cereales, y al hacerlo separan las semillas de las cáscaras. Se combina así una ocasión de cortejo con una actividad agrícola estacional. En los rituales de fertilidad, el carácter religioso de los rituales andinos se hace evidente al involucrar al wamani, apu, o achachila, nombres regionales con que se conoce la divinidad andina que habita en las montañas y a la que se reverencia mediante el ritual para pedirle la fertilidad del ganado y de la tierra. En el sur andino es fundamental la presencia de un intermediario sagrado que dirige las distintas etapas del ritual. El es quien entrega a las divinidades las ofrendas que los participantes del ritual preparan para la ocasión y que, generalmente, consisten en hojas de coca, maíz, sebo de alpaca, licores, cigarros, productos agrícolas y sacrificios de animales. El sacerdote andino también tiene el conocimiento para realizar los actos premonitorios que acompañan los rituales. Ellos interpretan las hojas de coca, los huesos de los animales sacrificados (generalmente alpacas), y el humo que emana cuando se hace la quema de la ofrenda. El ritual de la herranza es uno de los rituales de fertilidad de mayor importancia en los Andes del centro y el sur de Perú y Bolivia. Consiste en una serie de pasos ceremoniales destinados a invocar la protección del wamani y a contar con sus buenos augurios para la productividad del ganado y la fertilidad de las tierras. En el valle del Mantaro cada año, alrededor del 25 de julio, fecha coincidente con la fiesta cristiana del apóstol Santiago, se celebra la herranza en casi todas las comunidades del área teniendo como actividad principal la marcación del ganado. El ritual comienza la víspera con una ofrenda al wamani, luego de la cual los convocantes y sus invitados preparan la mesa ritual en la que se deposita una imagen de Santiago, figuras de animales, hierbas y flores de la montaña, piedras, tierra y minerales, vino, azúcar y los instrumentos que se utilizan en la marcación. Los participantes beben y bailan alrededor de la mesa durante los períodos de descanso. En uno de éstos tiene lugar el koka kintu, en que se “leen” las hojas de coca para adivinar la suerte de las futuras cosechas. Los eventos de esta víspera culminan con una cacería ceremonial de animales o luci-luci. Finalmente, en el día central se realiza la marcación de los animales con cintas de diversos colores y se culmina con la despedida, denominada chico-chico. La música de la herranza en el valle del Mantaro se ejecuta con un conjunto instrumental consistente en un wakrapuku (trompeta de cuernos de vacuno), un violín y una cantora con su tinya (pequeño tambor andino) que sólo se reúne para este ritual. El repertorio musical se caracteriza por estar basado en el sistema tritónico (una escala de tres sonidos) que, a decir del etnomusicólogo Josafat Roel, es tal vez el repertorio de mayor antigüedad con orígenes que se remontan al período prehispánico. Un ritual en que se combina lo público con lo privado es la limpieza de los canales de riego, llamada fiesta del agua en algunas localidades. En la localidad de San Pedro de Casta, en las alturas del departamento de Lima, esta fiesta se celebra a finales de setiembre y comienzos de octubre, antes de las lluvias, coincidiendo con la festividad prehispánica del Uma Raymi. La fiesta del agua incluye una serie de actos en que se predicen las actividades productivas y de la naturaleza. Dividido en grupos que compiten entre sí, el pueblo procede en los primeros días de la fiesta a limpiar los canales de riego bajo la atenta vigilancia de sus funcionarios. Luego de cuatro días, vienen los actos públicos y la elección de nuevas autoridades para el año siguiente. En el último día tiene lugar la despedida en la que se presentan bailes como la negrería y los pastores. La música de la fiesta del agua es muy particular, pues incluye un instrumento de poca pero notoria presencia en los Andes, la chirimía, introducida al Perú por los españoles en la Colonia, y un género vocal como la walina, que sólo se canta, casi siempre a capella, en este evento. Las fiestas del calendario cristiano litúrgico y santoral, los rituales de fertilidad ganadera y agrícola, y la música y las danzas que los acompañan, estructuran los ciclos productivos y vitales del poblador campesino de los países andinos de herencia incaica. Estas manifestaciones, sin embargo, no son permanentes y sufren cambios y transformaciones a lo largo de la historia y de las circunstancias por las que atraviesan las naciones en su conjunto. Con la masiva presencia de migrantes en las ciudades, las fiestas de los santos patronos de los pueblos son recreadas en contextos urbanos, lo que, a su vez, determina cambios en la celebración de la fiesta en la localidad de origen. Los rituales más íntimos y privados, si bien no se ven representados por los migrantes, sufren más bien del olvido de las nuevas generaciones en su contexto rural. Es su capacidad de transformarse, pero a pesar de todo, la de permanecer es lo que mejor define las fiestas y los rituales en la región andina.
#AmorPorColombia
Fiestas, Rituales y Música en las Comunidades Andinas
Festival de la Virgen del Carmen. Paucartambo, Perú. Jeremy Horner.
Viñetas ilustrativas de Felipe Guamán Poma de Ayala tomadas del libro Nueva crónica y buen gobierno de Felipe Guamán Poma de Ayala, publicada por la Biblioteca Ayacucho, Caracas, 1980. Jeremy Horner.
Viñetas ilustrativas de Felipe Guamán Poma de Ayala tomadas del libro Nueva crónica y buen gobierno de Felipe Guamán Poma de Ayala, publicada por la Biblioteca Ayacucho, Caracas, 1980. Jeremy Horner.
Celebración de Int’i Raymi. Perú. Jeremy Horner.
Ceremonia de Manco Cápac. Lago Titicaca. Perú y Bolivia. Jeremy Horner.
Viñetas ilustrativas de Felipe Guamán Poma de Ayala tomadas del libro Nueva crónica y buen gobierno de Felipe Guamán Poma de Ayala, publicada por la Biblioteca Ayacucho, Caracas, 1980. Jeremy Horner.
Viñetas ilustrativas de Felipe Guamán Poma de Ayala tomadas del libro Nueva crónica y buen gobierno de Felipe Guamán Poma de Ayala, publicada por la Biblioteca Ayacucho, Caracas, 1980. Jeremy Horner.
Qoyllur Rit’i. Ocongate, Perú. Jeremy Horner.
Huilloc, Perú. Jeremy Horner.
Huilloc, Perú. Jeremy Horner.
Huilloc, Perú. Jeremy Horner.
Huilloc, Perú. Jeremy Horner.
Danza de los “viejitos”, Huilloc, Perú. Jeremy Horner.
Huilloc, Perú. Jeremy Horner.
Huilloc, Perú. Jeremy Horner.
Huilloc, Perú. Jeremy Horner.
Huilloc, Perú. Jeremy Horner.
Festival de la Virgen del Carmen. Paucartambo, Perú. Jeremy Horner.
Festival de la Virgen del Carmen. Paucartambo, Perú. Jeremy Horner.
Festival de la Virgen del Carmen. Paucartambo, Perú. Jeremy Horner.
Salasaca, Ecuador. Jeremy Horner.
Salasaca, Ecuador. Jeremy Horner.
India Saraguro. Ecuador. Jeremy Horner.
Chimborazo, Ecuador. Jeremy Horner.
Yawar Fiesta. Quotabambas, Perú. Jeremy Horner.
Yawar Fiesta. Quotabambas, Perú. Jeremy Horner.
Yawar Fiesta. Quotabambas, Perú. Jeremy Horner.
Celebración del Qoyllur Rit’i, Perú. Jeremy Horner.
Celebración del Qoyllur Rit’i, Perú. Jeremy Horner.
Celebración del Qoyllur Rit’i, Perú. Jeremy Horner.
Amantani, Perú. Jeremy Horner.
Celebración del Qoyllur Rit’i, Perú. Jeremy Horner.
Celebración del Qoyllur Rit’i, Perú. Jeremy Horner.
La Paz, Bolivia. Jeremy Horner.
La Paz, Bolivia. Jeremy Horner.
Cotocachi, Ecuador. Jeremy Horner.
Otavalo, Ecuador. Jeremy Horner.
Cotocachi, Ecuador. Jeremy Horner.
Otavalo, Ecuador. Jeremy Horner.
Otavalo, Ecuador. Jeremy Horner.
Otavalo, Ecuador. Jeremy Horner.
Otavalo, Ecuador. Jeremy Horner.
Plaza de Armas. Cuzco, Perú Jeremy Horner.
Celebración del Int’i Raymi, Perú. Jeremy Horner.
Indígena Kallawaya. Curva, Bolivia. Jeremy Horner.
Cementerio. La Paz, Bolivia. Jeremy Horner.
Santuario de Copacabana, Bolivia. Jeremy Horner.
Huilloc, Perú. Jeremy Horner.
Huilloc, Perú. Jeremy Horner.
Festival de la Virgen del Carmen. Paucartambo, Perú. Jeremy Horner.
Paucartambo, Perú. Jeremy Horner.
Celebración del Qoyllur Rit’i, Perú. Jeremy Horner.
Celebración del Qoyllur Rit’i, Perú. Jeremy Horner.
Festival del nacimiento del primer Inca Manco Cápac. Puno, Perú. Jeremy Horner.
Día de los muertos. Curva, Bolivia. Jeremy Horner.
Día de los muertos. Curva, Bolivia. Jeremy Horner.
Cementerio. La Paz, Bolivia. Jeremy Horner.
Texto de: Raúl R. Romero El calendario de fiestas en la región andina que forma parte del imperio incaico, está íntimamente ligado a las actividades agrícolas desde tiempos precolombinos. Los cronistas de la Colonia observaron que el calendario ceremonial incaico coincidía con las actividades más importantes del trabajo de la tierra, como la siembra, el cultivo y la cosecha. En el mes de junio, por ejemplo, se llevaban a cabo las ceremonias destinadas a agradecer las buenas cosechas, y en julio los rituales de limpieza y purificación de las tierras. En octubre se solicitaban ceremonialmente las lluvias de las cuales dependían el cultivo y la cosecha, y en diciembre se celebraba la gran fiesta en honor de la tierra, que para estas fechas estaba llena de futuros frutos y alimentos. Con un sistema de fiestas regularmente distribuidas a lo largo del año y bastante compatible con la división europea del mismo en doce meses, no es de extrañar que el antiguo calendario incaico se mimetizara con el impuesto por la Conquista. De esta manera, el poblador andino pudo seguir cumpliendo con sus antiguos ritos aunque, formalmente, se rindiera ante los santos y vírgenes del cristianismo. Según el antropólogo Luis E. Valcárcel, en el mes de diciembre, en lugar de la gran fiesta del solsticio denominada Kapaj Raymi, las celebraciones de Navidad y Epifanía recibieron gran acogida en todos los rincones de los Andes. El Corpus Christi, fiesta movible que se celebra hoy en día en muchos pueblos andinos entre fines de mayo y comienzos de junio, reemplazó en gran medida la fiesta del Inti Raymi con que en el mes de junio se honraba al sol. Las numerosas fiestas que en toda la región andina conmemoran la natividad de la Virgen el día 8 de setiembre, coinciden con la antigua festividad en honor a la Colla, Colla Raymi, que se festejaba en el mismo mes. A nivel local, sin embargo, muchas otras fiestas se suman a las que se celebran a nivel panandino. La fiesta de San Sebastián el 20 de enero; la Semana Santa en que se realizan las más grandes peregrinaciones en el Perú, en particular el Domingo de Ramos; la muy difundida fiesta de la Cruz el 3 de mayo, que coincide con el inicio de las cosechas en los Andes; la fiesta del Carmen el 16 de julio, fecha en la que antiguamente se limpiaban las impurezas del campo, y que culmina el 25 de julio, día del apóstol Santiago; San Roque el 16 de agosto y en noviembre el día de todos los santos que, sorprendentemente, es común a ambos calendarios. Las festividades del carnaval tienen carácter panandino y se celebran en el mes de febrero, a veces en marzo, a menudo en estrecha coordinación con la conmemoración de la Candelaria, que tiene como fecha fija el 2 de febrero. Las fiestas tienen, por lo general, la misma estructura temporal, tres grandes momentos que coinciden con un programa de tres días festivos. La víspera, cuando cada grupo de danzantes hace su entrada a la iglesia y llega hasta el atrio saludando y bailando para el santo homenajeado; se adornan luego las andas y se espera el alba con fuegos artificiales, bebidas alcohólicas y bailes. El día principal, en que la procesión es el evento más importante, se presentan las coreografías y se agasaja a los invitados y a las autoridades festivas y civiles. En la despedida, llamada Kacharpari en el sur andino de habla quechua, se despide la imagen, se transfieren los cargos, se agradece a los músicos y se danza en las calles. Estos tres momentos hacen parte de todas las fiestas, aunque algunas se prolongan por más tiempo e incluyen actividades adicionales como visitas a la cárcel y al cementerio y alguna representación en la plaza o en las calles, como corridas de toros o carreras de caballos. Algunas fiestas pueden durar hasta cinco días como ocurre, por ejemplo, en el valle del Colca. La antevíspera, cuando concluyen las preparaciones comunales y los músicos empiezan sus ensayos; el alba, que constituye la víspera de la fiesta y durante la cual se prenden los fuegos artificiales; el día principal, en que se presentan las danzas y se celebran las corridas de toros o las carreras de caballos; el cuarto día, denominado el de la bendición, en que continúan los festejos y se eligen los organizadores para la fiesta del año siguiente; la noche, en que se lleva a cabo la despedida general con música y danza y que continúa hasta el siguiente día. En muchas fiestas la celebración de la octava, una semana antes del día específico, es tan importante que a veces da lugar a dos celebraciones por separado, una a cargo de los mestizos y la otra de los indígenas. La fiesta se organiza con base en un sistema de cargos que se renuevan cada año. El principal, denominado prioste o mayordomo, entre otros nombres, tiene a su cargo la organización general y el financiamiento de la fiesta. En ocasiones el representante de algún barrio o unidad del pueblo asume un papel importante pero siempre subordinado al principal. Conocido como cargo menor o segundo, éste es responsable de la construcción de los arcos y altares por donde pasa la imagen en procesión. En algunos lugares hay toda una variedad de cargos para organizar actividades más específicas. En el Cuzco, por ejemplo, el torero organiza la corrida de toros, el gallo capitán se hace cargo del juego de gallos, el cohetero se encarga de los fuegos artificiales, el preboste de las flores y el ropaje de las imágenes, el monumento convida a las bebidas para la velación de la imagen, y el novenante ofrece la misa de la novena. Todos estos cargos son colaboradores del cargo mayor. El responsable de un cargo festivo debe tener capacidad económica suficiente como para sufragar los gastos correspondientes. Su reputación dentro del pueblo o la comunidad depende de qué tan bien cumpla con su obligación. De ahí que el sistema de cargos se haya constituido en una forma de ganar prestigio social. La participación de los grupos de danzas en las fiestas ocasiona también una serie de gastos considerables a los organizadores, tales como la contratación de músicos, su alimentación, el consumo de cerveza y el alquiler o arreglo de los disfraces para los danzantes. Todos estos gastos son sufragados por un cargo que, generalmente, acompaña de cerca la participación de músicos y danzantes en la propia fiesta. Las danzas, elemento imprescindible de las fiestas, son consideradas las ofrendas principales a los santos y vírgenes por los favores y la protección que brindan. A través de ellas, los danzantes establecen relaciones de reciprocidad con las imágenes veneradas, cumpliendo el papel de intermediarios entre los santos patronos y sus pueblos. Al final de cada fiesta los danzantes renuevan sus promesas de bailar todos los años. La mayoría de las danzas consiste en representaciones dramatizadas de personajes o acontecimientos de importancia local o regional. En consecuencia, casi todas las danzas andinas se ejecutan con disfraces y máscaras, y su narrativa se basa en un sólido cuerpo de tradiciones orales. En algunos casos la representación teatral se funde con la realización coreográfica, como en la representación de la captura y muerte del Inca, tan recreada en muchas localidades andinas. Existen algunos intentos por clasificar las danzas en los Andes peruanos. Luis E. Valcárcel las ha trabajado por los temas de sus representaciones, distinguiendo danzas religiosas, totémicas, marciales, gremiales, satíricas, regionales, pantomímicas, agrícolas, de entretenimiento y de recorrido. Mildred Merino de Zela, en cambio, las ha catalogado históricamente en danzas pre?hispánicas, de la Conquista, coloniales, de la Independencia y de la República. Hay consenso, sin embargo, en reconocer la tendencia del poblador andino a representar en sus danzas a personajes foráneos, sean éstos de la selva (denominados chunchos en el Cuzco y Cajamarca, shaqshas en el callejón de Huaylas y shapis en Junín), de otros países (el argentino en Jauja y el auka chileno en Cuzco), de mundos míticos (el sakra o diablo en Paucartambo), o que pertenezca a otros sectores sociales o étnicos como el hacendado español (el tunante en Jauja y el chonguino en Huancayo) o el esclavo negro (generalmente negro o negrito a lo largo de todos los Andes). Cada danza tiene una coreografía que la distingue y que se repite año tras año. Las figuras coreográficas más comunes en las danzas andinas son los movimientos circulares, en zig?zag y las formaciones en columnas. Por lo general, todo grupo de danzantes, llamados comparsas en muchos lugares, está dirigido por un líder que genéricamente se denomina caporal. Este usa un traje o máscara que lo distingue del resto del conjunto. Suele encabezar a los danzantes cuando éstos se forman en dos columnas, dirige la coreografía e indica los cambios de movimientos, pero también tiene a su cargo el orden y la disciplina en el interior del grupo. La música que acompaña las danzas está específicamente destinada a esta función y lleva el mismo nombre de la danza. Su estructura, basada en la forma coreográfica, consiste en una unidad multi?seccional en la que cada sección tiene sus propias características de estilo. La música de las danzas puede ser ejecutada por una gran variedad de conjuntos instrumentales, desde uno pequeño hasta una gran orquesta. En Cajamarca, por ejemplo, los instrumentos como el clarín (una trompeta traversa de casi tres metros de largo), y la flauta y el tambor o caja (tocados por un solo instrumentista) son ubicuos en el ciclo festivo de la región. En el valle del Mantaro, la llamada “orquesta típica” (compuesta por instrumentos modernos de reciente incorporación, como el saxofón y el clarinete, que se combinan con el arpa y el violín, introducidos durante la Colonia) es la más activa y solicitada. Otro conjunto de importancia regional es la llamada en el Cuzco “banda de guerra”, consistente en dos pitos (flautas traversas) y tambores, mientras que el denominado “conjunto” congrega la quena, el violín, el acordeón, el bombo y, ocasionalmente, el arpa. Además de la gran variedad de conjuntos regionales de diversa instrumentación según la localidad y la región, la banda de músicos es en Perú, Bolivia y Ecuador uno de los más populares en las fiestas. Consiste en instrumentos de viento, como la trompeta, el trombón y la tuba, a más del bombo y el tambor militar, muy difundidos en las zonas rurales del Perú desde principios del siglo con la vigencia del servicio militar obligatorio. Los intérpretes pueden ser miembros de la propia comunidad o músicos profesionales contratados. En los pueblos grandes, los organizadores contratan a menudo músicos campesinos para que la música se ajuste más a los cánones tradicionales de la propia región. En estos casos, los músicos tienden a pasar desapercibidos en tanto los danzantes retienen el protagonismo. Ello es así porque la participación de los danzantes se debe a la promesa hecha a la Virgen, mientras que los músicos lo hacen por un salario y un contrato. En general, la música y las danzas constituyen símbolos o emblemas de identidad local y regional, y esta correspondencia se ve reforzada por la diversidad formal y estilística de las expresiones en cada región. Cada localidad tiene una manera propia de ejecutar la música y representar las danzas, lo cual da lugar a numerosas competencias, tanto entre pueblos vecinos en festivales y concursos, como dentro de cada comunidad cuando en el contexto de la fiesta se cotejan los grupos de los diferentes barrios. Además de las celebraciones públicas y comunitarias del calendario litúrgico y santoral cristiano, existen rituales de carácter privado y familiar que no se rigen necesariamente por el calendario religioso impuesto por la Colonia, sino que están estrechamente vinculados a actividades productivas y al ciclo vital, por lo cual se celebran en momentos y lugares específicos. En todos los pueblos de los Andes existen rituales especiales para los momentos cruciales en el ciclo de vida, como el primer corte de cabello, el matrimonio (incluyendo el cortejo) y la muerte (vigilia y funerales). En cada lugar las ceremonias y su denominación son distintas, así como la música que las acompaña. Ceremonias vinculadas con el ciclo vital, como la construcción de casas (para matrimonios jóvenes), se celebran en todos los Andes antes de la temporada de lluvias. Hay rituales relacionados tanto con el ciclo de la vida como con las actividades productivas, un ejemplo es la trilla nocturna de cereales en los Andes del centro y del Sur. En esta ocasión jóvenes solteros de uno y otro sexo se reúnen para cantar y bailar sobre un montículo de cereales, y al hacerlo separan las semillas de las cáscaras. Se combina así una ocasión de cortejo con una actividad agrícola estacional. En los rituales de fertilidad, el carácter religioso de los rituales andinos se hace evidente al involucrar al wamani, apu, o achachila, nombres regionales con que se conoce la divinidad andina que habita en las montañas y a la que se reverencia mediante el ritual para pedirle la fertilidad del ganado y de la tierra. En el sur andino es fundamental la presencia de un intermediario sagrado que dirige las distintas etapas del ritual. El es quien entrega a las divinidades las ofrendas que los participantes del ritual preparan para la ocasión y que, generalmente, consisten en hojas de coca, maíz, sebo de alpaca, licores, cigarros, productos agrícolas y sacrificios de animales. El sacerdote andino también tiene el conocimiento para realizar los actos premonitorios que acompañan los rituales. Ellos interpretan las hojas de coca, los huesos de los animales sacrificados (generalmente alpacas), y el humo que emana cuando se hace la quema de la ofrenda. El ritual de la herranza es uno de los rituales de fertilidad de mayor importancia en los Andes del centro y el sur de Perú y Bolivia. Consiste en una serie de pasos ceremoniales destinados a invocar la protección del wamani y a contar con sus buenos augurios para la productividad del ganado y la fertilidad de las tierras. En el valle del Mantaro cada año, alrededor del 25 de julio, fecha coincidente con la fiesta cristiana del apóstol Santiago, se celebra la herranza en casi todas las comunidades del área teniendo como actividad principal la marcación del ganado. El ritual comienza la víspera con una ofrenda al wamani, luego de la cual los convocantes y sus invitados preparan la mesa ritual en la que se deposita una imagen de Santiago, figuras de animales, hierbas y flores de la montaña, piedras, tierra y minerales, vino, azúcar y los instrumentos que se utilizan en la marcación. Los participantes beben y bailan alrededor de la mesa durante los períodos de descanso. En uno de éstos tiene lugar el koka kintu, en que se “leen” las hojas de coca para adivinar la suerte de las futuras cosechas. Los eventos de esta víspera culminan con una cacería ceremonial de animales o luci-luci. Finalmente, en el día central se realiza la marcación de los animales con cintas de diversos colores y se culmina con la despedida, denominada chico-chico. La música de la herranza en el valle del Mantaro se ejecuta con un conjunto instrumental consistente en un wakrapuku (trompeta de cuernos de vacuno), un violín y una cantora con su tinya (pequeño tambor andino) que sólo se reúne para este ritual. El repertorio musical se caracteriza por estar basado en el sistema tritónico (una escala de tres sonidos) que, a decir del etnomusicólogo Josafat Roel, es tal vez el repertorio de mayor antigüedad con orígenes que se remontan al período prehispánico. Un ritual en que se combina lo público con lo privado es la limpieza de los canales de riego, llamada fiesta del agua en algunas localidades. En la localidad de San Pedro de Casta, en las alturas del departamento de Lima, esta fiesta se celebra a finales de setiembre y comienzos de octubre, antes de las lluvias, coincidiendo con la festividad prehispánica del Uma Raymi. La fiesta del agua incluye una serie de actos en que se predicen las actividades productivas y de la naturaleza. Dividido en grupos que compiten entre sí, el pueblo procede en los primeros días de la fiesta a limpiar los canales de riego bajo la atenta vigilancia de sus funcionarios. Luego de cuatro días, vienen los actos públicos y la elección de nuevas autoridades para el año siguiente. En el último día tiene lugar la despedida en la que se presentan bailes como la negrería y los pastores. La música de la fiesta del agua es muy particular, pues incluye un instrumento de poca pero notoria presencia en los Andes, la chirimía, introducida al Perú por los españoles en la Colonia, y un género vocal como la walina, que sólo se canta, casi siempre a capella, en este evento. Las fiestas del calendario cristiano litúrgico y santoral, los rituales de fertilidad ganadera y agrícola, y la música y las danzas que los acompañan, estructuran los ciclos productivos y vitales del poblador campesino de los países andinos de herencia incaica. Estas manifestaciones, sin embargo, no son permanentes y sufren cambios y transformaciones a lo largo de la historia y de las circunstancias por las que atraviesan las naciones en su conjunto. Con la masiva presencia de migrantes en las ciudades, las fiestas de los santos patronos de los pueblos son recreadas en contextos urbanos, lo que, a su vez, determina cambios en la celebración de la fiesta en la localidad de origen. Los rituales más íntimos y privados, si bien no se ven representados por los migrantes, sufren más bien del olvido de las nuevas generaciones en su contexto rural. Es su capacidad de transformarse, pero a pesar de todo, la de permanecer es lo que mejor define las fiestas y los rituales en la región andina.