- Botero esculturas (1998)
- Salmona (1998)
- El sabor de Colombia (1994)
- Wayuú. Cultura del desierto colombiano (1998)
- Semana Santa en Popayán (1999)
- Cartagena de siempre (1992)
- Palacio de las Garzas (1999)
- Juan Montoya (1998)
- Aves de Colombia. Grabados iluminados del Siglo XVIII (1993)
- Alta Colombia. El esplendor de la montaña (1996)
- Artefactos. Objetos artesanales de Colombia (1992)
- Carros. El automovil en Colombia (1995)
- Espacios Comerciales. Colombia (1994)
- Cerros de Bogotá (2000)
- El Terremoto de San Salvador. Narración de un superviviente (2001)
- Manolo Valdés. La intemporalidad del arte (1999)
- Casa de Hacienda. Arquitectura en el campo colombiano (1997)
- Fiestas. Celebraciones y Ritos de Colombia (1995)
- Costa Rica. Pura Vida (2001)
- Luis Restrepo. Arquitectura (2001)
- Ana Mercedes Hoyos. Palenque (2001)
- La Moneda en Colombia (2001)
- Jardines de Colombia (1996)
- Una jornada en Macondo (1995)
- Retratos (1993)
- Atavíos. Raíces de la moda colombiana (1996)
- La ruta de Humboldt. Colombia - Venezuela (1994)
- Trópico. Visiones de la naturaleza colombiana (1997)
- Herederos de los Incas (1996)
- Casa Moderna. Medio siglo de arquitectura doméstica colombiana (1996)
- Bogotá desde el aire (1994)
- La vida en Colombia (1994)
- Casa Republicana. La bella época en Colombia (1995)
- Selva húmeda de Colombia (1990)
- Richter (1997)
- Por nuestros niños. Programas para su Proteccion y Desarrollo en Colombia (1990)
- Mariposas de Colombia (1991)
- Colombia tierra de flores (1990)
- Los países andinos desde el satélite (1995)
- Deliciosas frutas tropicales (1990)
- Arrecifes del Caribe (1988)
- Casa campesina. Arquitectura vernácula de Colombia (1993)
- Páramos (1988)
- Manglares (1989)
- Señor Ladrillo (1988)
- La última muerte de Wozzeck (2000)
- Historia del Café de Guatemala (2001)
- Casa Guatemalteca (1999)
- Silvia Tcherassi (2002)
- Ana Mercedes Hoyos. Retrospectiva (2002)
- Francisco Mejía Guinand (2002)
- Aves del Llano (1992)
- El año que viene vuelvo (1989)
- Museos de Bogotá (1989)
- El arte de la cocina japonesa (1996)
- Botero Dibujos (1999)
- Colombia Campesina (1989)
- Conflicto amazónico. 1932-1934 (1994)
- Débora Arango. Museo de Arte Moderno de Medellín (1986)
- La Sabana de Bogotá (1988)
- Casas de Embajada en Washington D.C. (2004)
- XVI Bienal colombiana de Arquitectura 1998 (1998)
- Visiones del Siglo XX colombiano. A través de sus protagonistas ya muertos (2003)
- Río Bogotá (1985)
- Jacanamijoy (2003)
- Álvaro Barrera. Arquitectura y Restauración (2003)
- Campos de Golf en Colombia (2003)
- Cartagena de Indias. Visión panorámica desde el aire (2003)
- Guadua. Arquitectura y Diseño (2003)
- Enrique Grau. Homenaje (2003)
- Mauricio Gómez. Con la mano izquierda (2003)
- Ignacio Gómez Jaramillo (2003)
- Tesoros del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario. 350 años (2003)
- Manos en el arte colombiano (2003)
- Historia de la Fotografía en Colombia. Museo de Arte Moderno de Bogotá (1983)
- Arenas Betancourt. Un realista más allá del tiempo (1986)
- Los Figueroa. Aproximación a su época y a su pintura (1986)
- Andrés de Santa María (1985)
- Ricardo Gómez Campuzano (1987)
- El encanto de Bogotá (1987)
- Manizales de ayer. Album de fotografías (1987)
- Ramírez Villamizar. Museo de Arte Moderno de Bogotá (1984)
- La transformación de Bogotá (1982)
- Las fronteras azules de Colombia (1985)
- Botero en el Museo Nacional de Colombia. Nueva donación 2004 (2004)
- Gonzalo Ariza. Pinturas (1978)
- Grau. El pequeño viaje del Barón Von Humboldt (1977)
- Bogotá Viva (2004)
- Albergues del Libertador en Colombia. Banco de la República (1980)
- El Rey triste (1980)
- Gregorio Vásquez (1985)
- Ciclovías. Bogotá para el ciudadano (1983)
- Negret escultor. Homenaje (2004)
- Mefisto. Alberto Iriarte (2004)
- Suramericana. 60 Años de compromiso con la cultura (2004)
- Rostros de Colombia (1985)
- Flora de Los Andes. Cien especies del Altiplano Cundi-Boyacense (1984)
- Casa de Nariño (1985)
- Periodismo gráfico. Círculo de Periodistas de Bogotá (1984)
- Cien años de arte colombiano. 1886 - 1986 (1985)
- Pedro Nel Gómez (1981)
- Colombia amazónica (1988)
- Palacio de San Carlos (1986)
- Veinte años del Sena en Colombia. 1957-1977 (1978)
- Bogotá. Estructura y principales servicios públicos (1978)
- Colombia Parques Naturales (2006)
- Érase una vez Colombia (2005)
- Colombia 360°. Ciudades y pueblos (2006)
- Bogotá 360°. La ciudad interior (2006)
- Guatemala inédita (2006)
- Casa de Recreo en Colombia (2005)
- Manzur. Homenaje (2005)
- Gerardo Aragón (2009)
- Santiago Cárdenas (2006)
- Omar Rayo. Homenaje (2006)
- Beatriz González (2005)
- Casa de Campo en Colombia (2007)
- Luis Restrepo. construcciones (2007)
- Juan Cárdenas (2007)
- Luis Caballero. Homenaje (2007)
- Fútbol en Colombia (2007)
- Cafés de Colombia (2008)
- Colombia es Color (2008)
- Armando Villegas. Homenaje (2008)
- Manuel Hernández (2008)
- Alicia Viteri. Memoria digital (2009)
- Clemencia Echeverri. Sin respuesta (2009)
- Museo de Arte Moderno de Cartagena de Indias (2009)
- Agua. Riqueza de Colombia (2009)
- Volando Colombia. Paisajes (2009)
- Colombia en flor (2009)
- Medellín 360º. Cordial, Pujante y Bella (2009)
- Arte Internacional. Colección del Banco de la República (2009)
- Hugo Zapata (2009)
- Apalaanchi. Pescadores Wayuu (2009)
- Bogotá vuelo al pasado (2010)
- Grabados Antiguos de la Pontificia Universidad Javeriana. Colección Eduardo Ospina S. J. (2010)
- Orquídeas. Especies de Colombia (2010)
- Apartamentos. Bogotá (2010)
- Luis Caballero. Erótico (2010)
- Luis Fernando Peláez (2010)
- Aves en Colombia (2011)
- Pedro Ruiz (2011)
- El mundo del arte en San Agustín (2011)
- Cundinamarca. Corazón de Colombia (2011)
- El hundimiento de los Partidos Políticos Tradicionales venezolanos: El caso Copei (2014)
- Artistas por la paz (1986)
- Reglamento de uniformes, insignias, condecoraciones y distintivos para el personal de la Policía Nacional (2009)
- Historia de Bogotá. Tomo I - Conquista y Colonia (2007)
- Historia de Bogotá. Tomo II - Siglo XIX (2007)
- Academia Colombiana de Jurisprudencia. 125 Años (2019)
- Duque, su presidencia (2022)
"Folklore" y "elitelore"

El reinado nacional de la belleza en Cartagena de Indias, Bolívar, en la costa caribe, es una celebración de elitelore, que ha abierto sus puertas a la diversidad étnica colombiana. La competencia involucra a departamentos y regiones del país. La selección se lleva a cabo en clubes sociales e implica el despliegue de una compleja parafernalia de trajes, joyas, maquillajes, gesto y habla por parte de cada una de las candidatas. La reina compite en eventos internacionales que a su vez son modelo para los numerosos reinados que se celebran a lo largo y ancho del país durante todo el año. Jeremy Horner.

El reinado nacional de la belleza en Cartagena de Indias, Bolívar, en la costa caribe, es una celebración de elitelore, que ha abierto sus puertas a la diversidad étnica colombiana. La competencia involucra a departamentos y regiones del país. La selección se lleva a cabo en clubes sociales e implica el despliegue de una compleja parafernalia de trajes, joyas, maquillajes, gesto y habla por parte de cada una de las candidatas. La reina compite en eventos internacionales que a su vez son modelo para los numerosos reinados que se celebran a lo largo y ancho del país durante todo el año. Jeremy Horner.

El reinado nacional de la belleza en Cartagena de Indias, Bolívar, en la costa caribe, es una celebración de elitelore, que ha abierto sus puertas a la diversidad étnica colombiana. La competencia involucra a departamentos y regiones del país. La selección se lleva a cabo en clubes sociales e implica el despliegue de una compleja parafernalia de trajes, joyas, maquillajes, gesto y habla por parte de cada una de las candidatas. La reina compite en eventos internacionales que a su vez son modelo para los numerosos reinados que se celebran a lo largo y ancho del país durante todo el año. Jeremy Horner.

El reinado nacional de la belleza en Cartagena de Indias, Bolívar, en la costa caribe, es una celebración de elitelore, que ha abierto sus puertas a la diversidad étnica colombiana. La competencia involucra a departamentos y regiones del país. La selección se lleva a cabo en clubes sociales e implica el despliegue de una compleja parafernalia de trajes, joyas, maquillajes, gesto y habla por parte de cada una de las candidatas. La reina compite en eventos internacionales que a su vez son modelo para los numerosos reinados que se celebran a lo largo y ancho del país durante todo el año. Jeremy Horner.

Desfile acuático en balleneras de las candidatas a reinas de belleza. Cartagena de Indias, Bolívar. Jeremy Horner.

Carnaval en Barranquilla, Atlántico, ciudad del Caribe, llamada “Curramba la bella”, “Puerta de Oro de Colombia” y “La Arenosa”. Jeremy Horner.

Carnaval en Barranquilla, Atlántico, ciudad del Caribe, llamada “Curramba la bella”, “Puerta de Oro de Colombia” y “La Arenosa”. Jeremy Horner.

Carnaval en Barranquilla, Atlántico, ciudad del Caribe, llamada “Curramba la bella”, “Puerta de Oro de Colombia” y “La Arenosa”. Jeremy Horner.

En el carnaval de Barranquilla, Atlántico, confluyen tradiciones occidentales y antiguas con nuevas visiones festivas de indios y negros en desfiles, carrozas, comparsas y danzas. Jeremy Horner.

En el carnaval de Barranquilla, Atlántico, confluyen tradiciones occidentales y antiguas con nuevas visiones festivas de indios y negros en desfiles, carrozas, comparsas y danzas. Jeremy Horner.

Creación de mundos imposibles es la fantasía de las fiestas como esta comparsa de carnaval. Cartagena de Indias, Bolívar. Jeremy Horner.

Princesa de club social. Barranquilla, Atlántico. Jeremy Horner.

Reinas de belleza de países centroamericanos. Feria de Cali, Valle. Jeremy Horner.

Farotas de Talaigua. Hombres en disfraz de mujeres. Cartagena de Indias, Bolívar. Jeremy Horner.

Celebración del año nuevo durante la feria de Cali, Valle del Cauca. Jeremy Horner.
Texto de: Nina S. de Friedemann
De todos modos, en Colombia hablar de fiestas es hablar de mitologías, memorias y tradiciones populares de muchos pueblos. De quienes son dueños de sabidurías ancestrales étnicas, de culturas indígenas precolombinas y actuales, y de las negroafricanas, combinadas y elaboradas a partir de su contacto entre ellas mismas y con las europeas y aborígenes. Y aunque muchos estudiosos se han referido a la cultura que hasta el presente ha estado dominada por visiones del mundo occidental europeo y estadounidense como folklore, folclor o folclore, en este libro se alude a él sólo como parte de una dicotomía que se configuraría con el elitelore. Este entendido como un conocimiento cultural selectivo de grupos sociales dominantes y restringidos, y que al decir del historiador Adolfo González Henríquez, sería un “folclore” de frivolidades, valses y contradanzas. Que por ejemplo, debieron exhibir las clases altas en las fiestas con aire de carnaval en Cartagena y en Barranquilla en el primer cuarto del siglo XIX.
En la celebración de fiestas y de su conceptualización en Colombia el vocablo folklore es de uso cotidiano para evocar la fiesta popular, y aludir a la cultura de segmentos sin poder en determinada sociedad. De esta suerte, es preciso oponer el término elitelore para representar la cultura de clases dominantes en un escenario donde el juego del poder socio-político se relaciona alrededor de manifestaciones en gran parte estéticas.
Así se facilita la comprensión de cómo las clases dominantes pueden utilizar las expresiones de las dominadas con propósitos de control socio-político. Como en el caso por ejemplo de festivales al borde de la selva, que son promovidos por entidades de un gobierno nacional. Para propaganda gubernamental, se induce a alguna etnia indígena a exhibir “su tradición” en un escenario lejos de su maloca ritual.
En el elitelore se alude a mitologías sociales de clases dominantes, a particularidades tales como el traje, sitios frecuentados, o aun el automóvil del grupo, cuya ubicación en el tope de la pirámide social le permite subrayar sus objetivos en las tareas del manejo de diversos poderes. Y este es un ejercicio que requiere actuación individual, creación del mito público, cuidado del yo social y cultural.
En el calendario colombiano de fiestas las manifestaciones de elitelore aparecen aun en eventos en que la expresión popular del folklore es visiblemente dominante. Por ejemplo, en el carnaval de Barranquilla. Allí, en los clubes de las clases altas, sus miembros se divierten en comparsas rutilantes de color y luz con visos de montaje cinematográfico del viejo Hollywood o de un añejo París nocturno. Sus miembros, sin embargo, gozan del privilegio que les otorga su posición de clase dominante para ingresar en ámbitos populares de danzas y comparsas. Por ejemplo, si quieren, entran a bailar en casas y casetas de los barrios pobres y también participan en los desfiles callejeros como la batalla de flores, la muerte de Joselito, o el desenfreno popular bajo el turbión de harina. Este es un privilegio que en clubes de las clases altas está vedado a cualquier nivel de las clases populares. Generalmente, las celebraciones en tales clubes han llegado a mostrarse al público como espectáculo en una función especial a la cual se accede mediante el pago de una boleta de entrada.
El reinado nacional de belleza en Cartagena es ejemplo de una festividad de elitelore que empezó hace alrededor de sesenta años y desplazó las representaciones de folklore que tenían lugar en las fiestas cívicas del 11 de noviembre. En ese tiempo, salían por las calles comparsas reminiscentes de los cabildos de negros y de sus danzas con el retumbar de tambores y memorias de Shangó, la deidad africana y afroamericana, símbolo del amor, de las centellas y de la guerra. Y hasta hace pocos años en Palenque de San Basilio, el famoso poblado que agrupa a los descendientes de negros rebeldes cimarrones en la colonia, se recordaba con nostalgia cómo en tiempos de carnaval formaban comparsas que felices se iban hasta Cartagena. Los hombres, disfrazados de mujeres pilanderas, salían a bailar y a cantar décimas exhibiendo los balayes, las escobas y las totumas con las cuales se pilaba el arroz en los campos.
Para el 11 de noviembre, la ciudad colonial, conocida como El corralito de piedra, se convierte en un recinto alindado para el turismo y la fiesta en torno a la belleza corporal femenina de jóvenes de distintos lugares del país que representan cambiantes cúspides de las pirámides sociales regionales.
De todos modos, en todas las fiestas se atisban distintos contornos del drama cultural y del juego social de una sociedad. En sus representaciones pueden observarse la transformación y la fusión del mundo vivido y del mundo imaginado. Así muchas de ellas recurran a la fantasía y a la ficción.
Este libro sobre la fiesta en Colombia muestra el perfil de un país alegre y rico en tradiciones, que se descubren como realidades vividas y compartidas. Los eventos festivos cuentan con protagonistas y espectadores, con admiradores y detractores de algunas costumbres celebradas en algunos de ellos. Pero en las cuales, de algún modo, todos son partícipes de sus eventos que, como rituales de comunicación y de identidad cultural, permean los terrenos geográficos y los del tiempo de todos los colombianos. La tradición como leitmotiv en la fiesta, que expresa creencias, actitudes de la existencia frente al nacer o el morir, el gozar o sufrir, dibuja cambios, transformaciones y afirmaciones propias de una región, de un conglomerado de gentes o de una época. Pero su esencia es la afirmación de la diversidad cultural en el ser íntimo del país.
Emprender un viaje por la geografía festiva de Colombia descubre, entonces, sentimientos y símbolos de la identidad de sus gentes y de sus raíces en la historia milenaria de la humanidad. Las imágenes, el color, la imaginería de cada uno de los rituales que se mueven entre el ayer y el presente, nos dejan percibir la maleabilidad del mundo suramericano donde la confluencia de la variedad y de la creatividad enriquece la historia del futuro.
#AmorPorColombia
"Folklore" y "elitelore"

El reinado nacional de la belleza en Cartagena de Indias, Bolívar, en la costa caribe, es una celebración de elitelore, que ha abierto sus puertas a la diversidad étnica colombiana. La competencia involucra a departamentos y regiones del país. La selección se lleva a cabo en clubes sociales e implica el despliegue de una compleja parafernalia de trajes, joyas, maquillajes, gesto y habla por parte de cada una de las candidatas. La reina compite en eventos internacionales que a su vez son modelo para los numerosos reinados que se celebran a lo largo y ancho del país durante todo el año. Jeremy Horner.

El reinado nacional de la belleza en Cartagena de Indias, Bolívar, en la costa caribe, es una celebración de elitelore, que ha abierto sus puertas a la diversidad étnica colombiana. La competencia involucra a departamentos y regiones del país. La selección se lleva a cabo en clubes sociales e implica el despliegue de una compleja parafernalia de trajes, joyas, maquillajes, gesto y habla por parte de cada una de las candidatas. La reina compite en eventos internacionales que a su vez son modelo para los numerosos reinados que se celebran a lo largo y ancho del país durante todo el año. Jeremy Horner.

El reinado nacional de la belleza en Cartagena de Indias, Bolívar, en la costa caribe, es una celebración de elitelore, que ha abierto sus puertas a la diversidad étnica colombiana. La competencia involucra a departamentos y regiones del país. La selección se lleva a cabo en clubes sociales e implica el despliegue de una compleja parafernalia de trajes, joyas, maquillajes, gesto y habla por parte de cada una de las candidatas. La reina compite en eventos internacionales que a su vez son modelo para los numerosos reinados que se celebran a lo largo y ancho del país durante todo el año. Jeremy Horner.

El reinado nacional de la belleza en Cartagena de Indias, Bolívar, en la costa caribe, es una celebración de elitelore, que ha abierto sus puertas a la diversidad étnica colombiana. La competencia involucra a departamentos y regiones del país. La selección se lleva a cabo en clubes sociales e implica el despliegue de una compleja parafernalia de trajes, joyas, maquillajes, gesto y habla por parte de cada una de las candidatas. La reina compite en eventos internacionales que a su vez son modelo para los numerosos reinados que se celebran a lo largo y ancho del país durante todo el año. Jeremy Horner.

Desfile acuático en balleneras de las candidatas a reinas de belleza. Cartagena de Indias, Bolívar. Jeremy Horner.

Carnaval en Barranquilla, Atlántico, ciudad del Caribe, llamada “Curramba la bella”, “Puerta de Oro de Colombia” y “La Arenosa”. Jeremy Horner.

Carnaval en Barranquilla, Atlántico, ciudad del Caribe, llamada “Curramba la bella”, “Puerta de Oro de Colombia” y “La Arenosa”. Jeremy Horner.

Carnaval en Barranquilla, Atlántico, ciudad del Caribe, llamada “Curramba la bella”, “Puerta de Oro de Colombia” y “La Arenosa”. Jeremy Horner.

En el carnaval de Barranquilla, Atlántico, confluyen tradiciones occidentales y antiguas con nuevas visiones festivas de indios y negros en desfiles, carrozas, comparsas y danzas. Jeremy Horner.

En el carnaval de Barranquilla, Atlántico, confluyen tradiciones occidentales y antiguas con nuevas visiones festivas de indios y negros en desfiles, carrozas, comparsas y danzas. Jeremy Horner.

Creación de mundos imposibles es la fantasía de las fiestas como esta comparsa de carnaval. Cartagena de Indias, Bolívar. Jeremy Horner.

Princesa de club social. Barranquilla, Atlántico. Jeremy Horner.

Reinas de belleza de países centroamericanos. Feria de Cali, Valle. Jeremy Horner.

Farotas de Talaigua. Hombres en disfraz de mujeres. Cartagena de Indias, Bolívar. Jeremy Horner.

Celebración del año nuevo durante la feria de Cali, Valle del Cauca. Jeremy Horner.
Texto de: Nina S. de Friedemann
De todos modos, en Colombia hablar de fiestas es hablar de mitologías, memorias y tradiciones populares de muchos pueblos. De quienes son dueños de sabidurías ancestrales étnicas, de culturas indígenas precolombinas y actuales, y de las negroafricanas, combinadas y elaboradas a partir de su contacto entre ellas mismas y con las europeas y aborígenes. Y aunque muchos estudiosos se han referido a la cultura que hasta el presente ha estado dominada por visiones del mundo occidental europeo y estadounidense como folklore, folclor o folclore, en este libro se alude a él sólo como parte de una dicotomía que se configuraría con el elitelore. Este entendido como un conocimiento cultural selectivo de grupos sociales dominantes y restringidos, y que al decir del historiador Adolfo González Henríquez, sería un “folclore” de frivolidades, valses y contradanzas. Que por ejemplo, debieron exhibir las clases altas en las fiestas con aire de carnaval en Cartagena y en Barranquilla en el primer cuarto del siglo XIX.
En la celebración de fiestas y de su conceptualización en Colombia el vocablo folklore es de uso cotidiano para evocar la fiesta popular, y aludir a la cultura de segmentos sin poder en determinada sociedad. De esta suerte, es preciso oponer el término elitelore para representar la cultura de clases dominantes en un escenario donde el juego del poder socio-político se relaciona alrededor de manifestaciones en gran parte estéticas.
Así se facilita la comprensión de cómo las clases dominantes pueden utilizar las expresiones de las dominadas con propósitos de control socio-político. Como en el caso por ejemplo de festivales al borde de la selva, que son promovidos por entidades de un gobierno nacional. Para propaganda gubernamental, se induce a alguna etnia indígena a exhibir “su tradición” en un escenario lejos de su maloca ritual.
En el elitelore se alude a mitologías sociales de clases dominantes, a particularidades tales como el traje, sitios frecuentados, o aun el automóvil del grupo, cuya ubicación en el tope de la pirámide social le permite subrayar sus objetivos en las tareas del manejo de diversos poderes. Y este es un ejercicio que requiere actuación individual, creación del mito público, cuidado del yo social y cultural.
En el calendario colombiano de fiestas las manifestaciones de elitelore aparecen aun en eventos en que la expresión popular del folklore es visiblemente dominante. Por ejemplo, en el carnaval de Barranquilla. Allí, en los clubes de las clases altas, sus miembros se divierten en comparsas rutilantes de color y luz con visos de montaje cinematográfico del viejo Hollywood o de un añejo París nocturno. Sus miembros, sin embargo, gozan del privilegio que les otorga su posición de clase dominante para ingresar en ámbitos populares de danzas y comparsas. Por ejemplo, si quieren, entran a bailar en casas y casetas de los barrios pobres y también participan en los desfiles callejeros como la batalla de flores, la muerte de Joselito, o el desenfreno popular bajo el turbión de harina. Este es un privilegio que en clubes de las clases altas está vedado a cualquier nivel de las clases populares. Generalmente, las celebraciones en tales clubes han llegado a mostrarse al público como espectáculo en una función especial a la cual se accede mediante el pago de una boleta de entrada.
El reinado nacional de belleza en Cartagena es ejemplo de una festividad de elitelore que empezó hace alrededor de sesenta años y desplazó las representaciones de folklore que tenían lugar en las fiestas cívicas del 11 de noviembre. En ese tiempo, salían por las calles comparsas reminiscentes de los cabildos de negros y de sus danzas con el retumbar de tambores y memorias de Shangó, la deidad africana y afroamericana, símbolo del amor, de las centellas y de la guerra. Y hasta hace pocos años en Palenque de San Basilio, el famoso poblado que agrupa a los descendientes de negros rebeldes cimarrones en la colonia, se recordaba con nostalgia cómo en tiempos de carnaval formaban comparsas que felices se iban hasta Cartagena. Los hombres, disfrazados de mujeres pilanderas, salían a bailar y a cantar décimas exhibiendo los balayes, las escobas y las totumas con las cuales se pilaba el arroz en los campos.
Para el 11 de noviembre, la ciudad colonial, conocida como El corralito de piedra, se convierte en un recinto alindado para el turismo y la fiesta en torno a la belleza corporal femenina de jóvenes de distintos lugares del país que representan cambiantes cúspides de las pirámides sociales regionales.
De todos modos, en todas las fiestas se atisban distintos contornos del drama cultural y del juego social de una sociedad. En sus representaciones pueden observarse la transformación y la fusión del mundo vivido y del mundo imaginado. Así muchas de ellas recurran a la fantasía y a la ficción.
Este libro sobre la fiesta en Colombia muestra el perfil de un país alegre y rico en tradiciones, que se descubren como realidades vividas y compartidas. Los eventos festivos cuentan con protagonistas y espectadores, con admiradores y detractores de algunas costumbres celebradas en algunos de ellos. Pero en las cuales, de algún modo, todos son partícipes de sus eventos que, como rituales de comunicación y de identidad cultural, permean los terrenos geográficos y los del tiempo de todos los colombianos. La tradición como leitmotiv en la fiesta, que expresa creencias, actitudes de la existencia frente al nacer o el morir, el gozar o sufrir, dibuja cambios, transformaciones y afirmaciones propias de una región, de un conglomerado de gentes o de una época. Pero su esencia es la afirmación de la diversidad cultural en el ser íntimo del país.
Emprender un viaje por la geografía festiva de Colombia descubre, entonces, sentimientos y símbolos de la identidad de sus gentes y de sus raíces en la historia milenaria de la humanidad. Las imágenes, el color, la imaginería de cada uno de los rituales que se mueven entre el ayer y el presente, nos dejan percibir la maleabilidad del mundo suramericano donde la confluencia de la variedad y de la creatividad enriquece la historia del futuro.