- Botero esculturas (1998)
- Salmona (1998)
- El sabor de Colombia (1994)
- Wayuú. Cultura del desierto colombiano (1998)
- Semana Santa en Popayán (1999)
- Cartagena de siempre (1992)
- Palacio de las Garzas (1999)
- Juan Montoya (1998)
- Aves de Colombia. Grabados iluminados del Siglo XVIII (1993)
- Alta Colombia. El esplendor de la montaña (1996)
- Artefactos. Objetos artesanales de Colombia (1992)
- Carros. El automovil en Colombia (1995)
- Espacios Comerciales. Colombia (1994)
- Cerros de Bogotá (2000)
- El Terremoto de San Salvador. Narración de un superviviente (2001)
- Manolo Valdés. La intemporalidad del arte (1999)
- Casa de Hacienda. Arquitectura en el campo colombiano (1997)
- Fiestas. Celebraciones y Ritos de Colombia (1995)
- Costa Rica. Pura Vida (2001)
- Luis Restrepo. Arquitectura (2001)
- Ana Mercedes Hoyos. Palenque (2001)
- La Moneda en Colombia (2001)
- Jardines de Colombia (1996)
- Una jornada en Macondo (1995)
- Retratos (1993)
- Atavíos. Raíces de la moda colombiana (1996)
- La ruta de Humboldt. Colombia - Venezuela (1994)
- Trópico. Visiones de la naturaleza colombiana (1997)
- Herederos de los Incas (1996)
- Casa Moderna. Medio siglo de arquitectura doméstica colombiana (1996)
- Bogotá desde el aire (1994)
- La vida en Colombia (1994)
- Casa Republicana. La bella época en Colombia (1995)
- Selva húmeda de Colombia (1990)
- Richter (1997)
- Por nuestros niños. Programas para su Proteccion y Desarrollo en Colombia (1990)
- Mariposas de Colombia (1991)
- Colombia tierra de flores (1990)
- Los países andinos desde el satélite (1995)
- Deliciosas frutas tropicales (1990)
- Arrecifes del Caribe (1988)
- Casa campesina. Arquitectura vernácula de Colombia (1993)
- Páramos (1988)
- Manglares (1989)
- Señor Ladrillo (1988)
- La última muerte de Wozzeck (2000)
- Historia del Café de Guatemala (2001)
- Casa Guatemalteca (1999)
- Silvia Tcherassi (2002)
- Ana Mercedes Hoyos. Retrospectiva (2002)
- Francisco Mejía Guinand (2002)
- Aves del Llano (1992)
- El año que viene vuelvo (1989)
- Museos de Bogotá (1989)
- El arte de la cocina japonesa (1996)
- Botero Dibujos (1999)
- Colombia Campesina (1989)
- Conflicto amazónico. 1932-1934 (1994)
- Débora Arango. Museo de Arte Moderno de Medellín (1986)
- La Sabana de Bogotá (1988)
- Casas de Embajada en Washington D.C. (2004)
- XVI Bienal colombiana de Arquitectura 1998 (1998)
- Visiones del Siglo XX colombiano. A través de sus protagonistas ya muertos (2003)
- Río Bogotá (1985)
- Jacanamijoy (2003)
- Álvaro Barrera. Arquitectura y Restauración (2003)
- Campos de Golf en Colombia (2003)
- Cartagena de Indias. Visión panorámica desde el aire (2003)
- Guadua. Arquitectura y Diseño (2003)
- Enrique Grau. Homenaje (2003)
- Mauricio Gómez. Con la mano izquierda (2003)
- Ignacio Gómez Jaramillo (2003)
- Tesoros del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario. 350 años (2003)
- Manos en el arte colombiano (2003)
- Historia de la Fotografía en Colombia. Museo de Arte Moderno de Bogotá (1983)
- Arenas Betancourt. Un realista más allá del tiempo (1986)
- Los Figueroa. Aproximación a su época y a su pintura (1986)
- Andrés de Santa María (1985)
- Ricardo Gómez Campuzano (1987)
- El encanto de Bogotá (1987)
- Manizales de ayer. Album de fotografías (1987)
- Ramírez Villamizar. Museo de Arte Moderno de Bogotá (1984)
- La transformación de Bogotá (1982)
- Las fronteras azules de Colombia (1985)
- Botero en el Museo Nacional de Colombia. Nueva donación 2004 (2004)
- Gonzalo Ariza. Pinturas (1978)
- Grau. El pequeño viaje del Barón Von Humboldt (1977)
- Bogotá Viva (2004)
- Albergues del Libertador en Colombia. Banco de la República (1980)
- El Rey triste (1980)
- Gregorio Vásquez (1985)
- Ciclovías. Bogotá para el ciudadano (1983)
- Negret escultor. Homenaje (2004)
- Mefisto. Alberto Iriarte (2004)
- Suramericana. 60 Años de compromiso con la cultura (2004)
- Rostros de Colombia (1985)
- Flora de Los Andes. Cien especies del Altiplano Cundi-Boyacense (1984)
- Casa de Nariño (1985)
- Periodismo gráfico. Círculo de Periodistas de Bogotá (1984)
- Cien años de arte colombiano. 1886 - 1986 (1985)
- Pedro Nel Gómez (1981)
- Colombia amazónica (1988)
- Palacio de San Carlos (1986)
- Veinte años del Sena en Colombia. 1957-1977 (1978)
- Bogotá. Estructura y principales servicios públicos (1978)
- Colombia Parques Naturales (2006)
- Érase una vez Colombia (2005)
- Colombia 360°. Ciudades y pueblos (2006)
- Bogotá 360°. La ciudad interior (2006)
- Guatemala inédita (2006)
- Casa de Recreo en Colombia (2005)
- Manzur. Homenaje (2005)
- Gerardo Aragón (2009)
- Santiago Cárdenas (2006)
- Omar Rayo. Homenaje (2006)
- Beatriz González (2005)
- Casa de Campo en Colombia (2007)
- Luis Restrepo. construcciones (2007)
- Juan Cárdenas (2007)
- Luis Caballero. Homenaje (2007)
- Fútbol en Colombia (2007)
- Cafés de Colombia (2008)
- Colombia es Color (2008)
- Armando Villegas. Homenaje (2008)
- Manuel Hernández (2008)
- Alicia Viteri. Memoria digital (2009)
- Clemencia Echeverri. Sin respuesta (2009)
- Museo de Arte Moderno de Cartagena de Indias (2009)
- Agua. Riqueza de Colombia (2009)
- Volando Colombia. Paisajes (2009)
- Colombia en flor (2009)
- Medellín 360º. Cordial, Pujante y Bella (2009)
- Arte Internacional. Colección del Banco de la República (2009)
- Hugo Zapata (2009)
- Apalaanchi. Pescadores Wayuu (2009)
- Bogotá vuelo al pasado (2010)
- Grabados Antiguos de la Pontificia Universidad Javeriana. Colección Eduardo Ospina S. J. (2010)
- Orquídeas. Especies de Colombia (2010)
- Apartamentos. Bogotá (2010)
- Luis Caballero. Erótico (2010)
- Luis Fernando Peláez (2010)
- Aves en Colombia (2011)
- Pedro Ruiz (2011)
- El mundo del arte en San Agustín (2011)
- Cundinamarca. Corazón de Colombia (2011)
- El hundimiento de los Partidos Políticos Tradicionales venezolanos: El caso Copei (2014)
- Artistas por la paz (1986)
- Reglamento de uniformes, insignias, condecoraciones y distintivos para el personal de la Policía Nacional (2009)
- Historia de Bogotá. Tomo I - Conquista y Colonia (2007)
- Historia de Bogotá. Tomo II - Siglo XIX (2007)
- Academia Colombiana de Jurisprudencia. 125 Años (2019)
- Duque, su presidencia (2022)
El ritual de las fiestas

Fasto facial y atuendo de carnaval invaden la antigua fiesta de los blanquitos y negritos en San Juan de Pasto, Nariño. Jeremy Horner.

Fasto facial y atuendo de carnaval invaden la antigua fiesta de los blanquitos y negritos en San Juan de Pasto, Nariño. Jeremy Horner.

Fasto facial y atuendo de carnaval invaden la antigua fiesta de los blanquitos y negritos en San Juan de Pasto, Nariño. Jeremy Horner.

Fasto facial y atuendo de carnaval invaden la antigua fiesta de los blanquitos y negritos en San Juan de Pasto, Nariño. Jeremy Horner.

Fasto facial y atuendo de carnaval invaden la antigua fiesta de los blanquitos y negritos en San Juan de Pasto, Nariño. Jeremy Horner.

El Diablo, personaje ambiguo de la tradición de América Latina, aparece en el actual carnaval andino de blancos y negros en San Juan de Pasto, Nariño. Jeremy Horner.

En Riosucio, Caldas, desde hace ciento cincuenta años multitudes celebran la fiesta del Diablo. Jeremy Horner.

En Antioquia, Medellín, “la ciudad de la eterna primavera”, “la ciudad de las flores” , “la ciudad jardín”, un desfile de su flora exalta la región. Jeremy Horner.

En Antioquia, Medellín, “la ciudad de la eterna primavera”, “la ciudad de las flores” , “la ciudad jardín”, un desfile de su flora exalta la región. Jeremy Horner.

En Antioquia, Medellín, “la ciudad de la eterna primavera”, “la ciudad de las flores” , “la ciudad jardín”, un desfile de su flora exalta la región. Jeremy Horner.

En Antioquia, Medellín, “la ciudad de la eterna primavera”, “la ciudad de las flores” , “la ciudad jardín”, un desfile de su flora exalta la región. Jeremy Horner.

Maloca amazónica, representación del universo. Danzantes Yukuna. Río Mirití-Paraná, Vaupés. Jeremy Horner.

Personajes y momentos de la vida política, en esculturas monumentales, desfilan en el carnaval andino de blancos y negros. San Juan de Pasto, Nariño. Jeremy Horner.

Con las manos se embadurna al otro en el juego-tatuaje de ennegrecerlo. En el dibujo vernáculo del rostro de carnaval se consagra el gusto del tacto y el color. San Juan de Pasto, Nariño. Jeremy Horner.

Con las manos se embadurna al otro en el juego-tatuaje de ennegrecerlo. En el dibujo vernáculo del rostro de carnaval se consagra el gusto del tacto y el color. San Juan de Pasto, Nariño. Jeremy Horner.

En San Juan de Pasto, Nariño, la carnavalización de la fiesta de la Epifanía y la de blanquitos y negritos impregna a la ciudad de harina y rocío de pintura, evocando la lluvia de flores y aguas perfumadas de las saturnales romanas y los bacanales griegos. Jeremy Horner.

En San Juan de Pasto, Nariño, la carnavalización de la fiesta de la Epifanía y la de blanquitos y negritos impregna a la ciudad de harina y rocío de pintura, evocando la lluvia de flores y aguas perfumadas de las saturnales romanas y los bacanales griegos. Jeremy Horner.

En el alto Putumayo, los indígenas Camtzá durante el carnaval llevan máscaras de madera pintadas de negro y acicaladas con fibras de fique o piel de animales. Son máscaras-protesta frente a antiguos dominios de otros indígenas y luego al de su sumisión a la religión católica. Originalmente sus máscaras eran parte del atuendo para comunicarse con los espíritus de sus antepasados. Jeremy Horner.

Un penitente, carguero de santo en la Semana Santa de Pamplona, Norte de Santander: símbolo de ritos de conmemoraciones y celebraciones sagradas y profanas. Jeremy Horner.

Una diabla en Riosucio, Caldas: símbolo de ritos de conmemoraciones y celebraciones sagradas y profanas. Jeremy Horner.

Una máscara-totem del sol en Riosucio, Caldas: símbolo de ritos de conmemoraciones y celebraciones sagradas y profanas. Jeremy Horner.

Un bombardino en el concurso nacional de bandas en Paipa, Boyacá: símbolo de ritos de conmemoraciones y celebraciones sagradas y profanas. Jeremy Horner.
Texto de: Nina S. de Friedemann
En Colombia, un calendario de fiestas a lo largo y a lo ancho de su territorio enmarca la vida de ciudades y ruralidades. Celebraciones y conmemoraciones en halos poéticos sagrados y sacrílegos se visten con máscaras y disfraces, en comportamientos teatrales y vivencias místicas y dramáticas. La búsqueda de un equilibrio ritual en torno a la realidad cotidiana se expresa en la música y la danza, en la destreza corporal, en la riqueza creativa de la oralidad, el canto, el verso o la mímica. El ornamento, la gala o el traje son improntas de un pensamiento religioso y de un transcurrir mundano en espacios temporales e históricos representados en escenarios festivos.
En las fiestas, los santos católicos procedentes del Viejo Mundo, las memorias aborígenes de la selva amazónica, las huellas de las deidades africanas con máscaras de vírgenes cristianas o las comparsas de letanías, plegarias y ritmos participan en procesiones y paseos, teatro, danza o liturgia.
La meta del ritual de la fiesta parecería ser, en unas instancias, la celebración del vivir y la congoja del morir, y en otras un acto de recuperación de una eternidad sagrada o mundana que, emergiendo del tiempo histórico, se vuelve indestructible para la memoria de las gentes. Mircea Eliade llama a este fenómeno el presente eterno, el cual permite la permanencia ritual del evento histórico y mítico en la vida cotidiana de los humanos.
En este libro sobre Colombia, sus fiestas se presentan como rituales de comunicación, cada uno con su sistema propio de signos ya sea en el ámbito de lo sagrado o de lo mundano: en una procesión de Semana Santa en Mompox o en un festival vallenato en Valledupar. El estudio de la puesta en escena de cada fiesta revela la existencia de visiones mitológicas, de creencias y de sueños, o de vivencias sociales e históricas, que a manera de trasfondo irradian el acontecer de cada celebración. Así, estudiar las fiestas en Colombia es un camino alegre lleno de ritmos inesperados, de realidades maravillosas, y de ficciones verdaderas que permiten acercarse al conocimiento de la diversidad de sus pueblos.
Los indios Ufainas o Tanimukas de la Amazonia viven sobre los ríos Mirití y Apaporis. Entre ellos, la danza de enmascarados de tigres, gavilanes, dantas, chulos, osos, arañas y grillos en la maloca es una ceremonia que propicia la cacería. Su ritual aviva el mito de Makuémari, la boa dueña de los animales que vive enroscada sobre uno de los mundos o cielos del cosmos. De acuerdo con la tradición, estudiada por el antropólogo Martín von Hildebrand, el cosmos es una gran pirámide con la forma de la maloca, su casa, y el primer mundo es el de Makuémari, según dicen, también dueño de las frutas silvestres. El mundo que se le superpone es el de las frutas cultivadas y a éste, a su vez, se le yuxtapone el de los chulos, o sea el tercer mundo, al cual también se conoce como el de las enfermedades. Sigue el de las estrellas, la música y las abejas, al cual se sobrepone el camino del sol, ubicado debajo del mundo de los cuatro Imarimákanas, los creadores, esencias de pensamiento. Ellos simbolizan la eternidad al proyectarse sobre las cuatro columnas centrales que sostienen la maloca. Signos y mensajes de esa tradición aparecen en sus cantos y danza.
En ámbitos urbanos de la fiesta, el desfile de silleteros en Medellín puede interpretarse como la metáfora de una historia sublimada en torno a un medio de transporte colonial, que ha permanecido en la memoria de las gentes de la región antioqueña. De acuerdo con el estudioso Edgar Bolívar, al recrearse, dramatizando ceremonialmente el culto a lo floral, reafirma festivamente la identidad regional antioqueña. A propósito de tal historia, los viajeros del siglo XIX siempre anotaron como una experiencia singular la existencia de los silleteros y cargueros: hombres de complexión atlética, con una fuerza tan legendaria como la de Hércules y capaces de caminar sin descanso, con pesadas cargas, varios días por las montañas de los Andes. En su crónica de viaje de 1825, Carl August Gosselman, viajero sueco, anota fastidiado cómo su pesado equipaje fue transportado de un lugar a otro sobre la espalda de un carguero. Y cómo a él mismo le tocó montarse en el asiento de un silletero durante una travesía de tres a cuatro días entre Juntas y Cejas por riscos y desfiladeros.
Hasta hace pocos años, en la ciudad de San Juan de Pasto, el actual carnaval andino de blancos y negros se conoció como “La fiesta de los blanquitos y negritos”, cuyas raíces como fiesta popular se trazan según el auto sacramental sobre la Epifanía y la visita de los reyes magos al Niño Dios en Belén. En 1880 –dice Lydia Inés Muñoz– un rey blanco, otro negro y uno aborigen indio montados a caballo recorrían las calles de la ciudad. Con el tiempo, la definición popular de la fiesta tomó visos seculares de carnaval. En la fiesta, las gentes procedieron a trastocar sus status cotidianos socio-raciales. Mediante el embadurnamiento del cuerpo un día de la fiesta con harina y el siguiente con carbón molido, se da rienda a la inversión de oposiciones binarias propuesta por M. M. Bakhtin para interpretar el carnaval. El príncipe se vuelve pordiosero, la fea se torna bella, el negro se convierte en blanco. Los símbolos del juego hacen hincapié en la experiencia histórica colonial de la región nariñense que confrontó a “blancos” descendientes de españoles con indios y negros descendientes de africanos.
#AmorPorColombia
El ritual de las fiestas

Fasto facial y atuendo de carnaval invaden la antigua fiesta de los blanquitos y negritos en San Juan de Pasto, Nariño. Jeremy Horner.

Fasto facial y atuendo de carnaval invaden la antigua fiesta de los blanquitos y negritos en San Juan de Pasto, Nariño. Jeremy Horner.

Fasto facial y atuendo de carnaval invaden la antigua fiesta de los blanquitos y negritos en San Juan de Pasto, Nariño. Jeremy Horner.

Fasto facial y atuendo de carnaval invaden la antigua fiesta de los blanquitos y negritos en San Juan de Pasto, Nariño. Jeremy Horner.

Fasto facial y atuendo de carnaval invaden la antigua fiesta de los blanquitos y negritos en San Juan de Pasto, Nariño. Jeremy Horner.

El Diablo, personaje ambiguo de la tradición de América Latina, aparece en el actual carnaval andino de blancos y negros en San Juan de Pasto, Nariño. Jeremy Horner.

En Riosucio, Caldas, desde hace ciento cincuenta años multitudes celebran la fiesta del Diablo. Jeremy Horner.

En Antioquia, Medellín, “la ciudad de la eterna primavera”, “la ciudad de las flores” , “la ciudad jardín”, un desfile de su flora exalta la región. Jeremy Horner.

En Antioquia, Medellín, “la ciudad de la eterna primavera”, “la ciudad de las flores” , “la ciudad jardín”, un desfile de su flora exalta la región. Jeremy Horner.

En Antioquia, Medellín, “la ciudad de la eterna primavera”, “la ciudad de las flores” , “la ciudad jardín”, un desfile de su flora exalta la región. Jeremy Horner.

En Antioquia, Medellín, “la ciudad de la eterna primavera”, “la ciudad de las flores” , “la ciudad jardín”, un desfile de su flora exalta la región. Jeremy Horner.

Maloca amazónica, representación del universo. Danzantes Yukuna. Río Mirití-Paraná, Vaupés. Jeremy Horner.

Personajes y momentos de la vida política, en esculturas monumentales, desfilan en el carnaval andino de blancos y negros. San Juan de Pasto, Nariño. Jeremy Horner.

Con las manos se embadurna al otro en el juego-tatuaje de ennegrecerlo. En el dibujo vernáculo del rostro de carnaval se consagra el gusto del tacto y el color. San Juan de Pasto, Nariño. Jeremy Horner.

Con las manos se embadurna al otro en el juego-tatuaje de ennegrecerlo. En el dibujo vernáculo del rostro de carnaval se consagra el gusto del tacto y el color. San Juan de Pasto, Nariño. Jeremy Horner.

En San Juan de Pasto, Nariño, la carnavalización de la fiesta de la Epifanía y la de blanquitos y negritos impregna a la ciudad de harina y rocío de pintura, evocando la lluvia de flores y aguas perfumadas de las saturnales romanas y los bacanales griegos. Jeremy Horner.

En San Juan de Pasto, Nariño, la carnavalización de la fiesta de la Epifanía y la de blanquitos y negritos impregna a la ciudad de harina y rocío de pintura, evocando la lluvia de flores y aguas perfumadas de las saturnales romanas y los bacanales griegos. Jeremy Horner.

En el alto Putumayo, los indígenas Camtzá durante el carnaval llevan máscaras de madera pintadas de negro y acicaladas con fibras de fique o piel de animales. Son máscaras-protesta frente a antiguos dominios de otros indígenas y luego al de su sumisión a la religión católica. Originalmente sus máscaras eran parte del atuendo para comunicarse con los espíritus de sus antepasados. Jeremy Horner.

Un penitente, carguero de santo en la Semana Santa de Pamplona, Norte de Santander: símbolo de ritos de conmemoraciones y celebraciones sagradas y profanas. Jeremy Horner.

Una diabla en Riosucio, Caldas: símbolo de ritos de conmemoraciones y celebraciones sagradas y profanas. Jeremy Horner.

Una máscara-totem del sol en Riosucio, Caldas: símbolo de ritos de conmemoraciones y celebraciones sagradas y profanas. Jeremy Horner.

Un bombardino en el concurso nacional de bandas en Paipa, Boyacá: símbolo de ritos de conmemoraciones y celebraciones sagradas y profanas. Jeremy Horner.
Texto de: Nina S. de Friedemann
En Colombia, un calendario de fiestas a lo largo y a lo ancho de su territorio enmarca la vida de ciudades y ruralidades. Celebraciones y conmemoraciones en halos poéticos sagrados y sacrílegos se visten con máscaras y disfraces, en comportamientos teatrales y vivencias místicas y dramáticas. La búsqueda de un equilibrio ritual en torno a la realidad cotidiana se expresa en la música y la danza, en la destreza corporal, en la riqueza creativa de la oralidad, el canto, el verso o la mímica. El ornamento, la gala o el traje son improntas de un pensamiento religioso y de un transcurrir mundano en espacios temporales e históricos representados en escenarios festivos.
En las fiestas, los santos católicos procedentes del Viejo Mundo, las memorias aborígenes de la selva amazónica, las huellas de las deidades africanas con máscaras de vírgenes cristianas o las comparsas de letanías, plegarias y ritmos participan en procesiones y paseos, teatro, danza o liturgia.
La meta del ritual de la fiesta parecería ser, en unas instancias, la celebración del vivir y la congoja del morir, y en otras un acto de recuperación de una eternidad sagrada o mundana que, emergiendo del tiempo histórico, se vuelve indestructible para la memoria de las gentes. Mircea Eliade llama a este fenómeno el presente eterno, el cual permite la permanencia ritual del evento histórico y mítico en la vida cotidiana de los humanos.
En este libro sobre Colombia, sus fiestas se presentan como rituales de comunicación, cada uno con su sistema propio de signos ya sea en el ámbito de lo sagrado o de lo mundano: en una procesión de Semana Santa en Mompox o en un festival vallenato en Valledupar. El estudio de la puesta en escena de cada fiesta revela la existencia de visiones mitológicas, de creencias y de sueños, o de vivencias sociales e históricas, que a manera de trasfondo irradian el acontecer de cada celebración. Así, estudiar las fiestas en Colombia es un camino alegre lleno de ritmos inesperados, de realidades maravillosas, y de ficciones verdaderas que permiten acercarse al conocimiento de la diversidad de sus pueblos.
Los indios Ufainas o Tanimukas de la Amazonia viven sobre los ríos Mirití y Apaporis. Entre ellos, la danza de enmascarados de tigres, gavilanes, dantas, chulos, osos, arañas y grillos en la maloca es una ceremonia que propicia la cacería. Su ritual aviva el mito de Makuémari, la boa dueña de los animales que vive enroscada sobre uno de los mundos o cielos del cosmos. De acuerdo con la tradición, estudiada por el antropólogo Martín von Hildebrand, el cosmos es una gran pirámide con la forma de la maloca, su casa, y el primer mundo es el de Makuémari, según dicen, también dueño de las frutas silvestres. El mundo que se le superpone es el de las frutas cultivadas y a éste, a su vez, se le yuxtapone el de los chulos, o sea el tercer mundo, al cual también se conoce como el de las enfermedades. Sigue el de las estrellas, la música y las abejas, al cual se sobrepone el camino del sol, ubicado debajo del mundo de los cuatro Imarimákanas, los creadores, esencias de pensamiento. Ellos simbolizan la eternidad al proyectarse sobre las cuatro columnas centrales que sostienen la maloca. Signos y mensajes de esa tradición aparecen en sus cantos y danza.
En ámbitos urbanos de la fiesta, el desfile de silleteros en Medellín puede interpretarse como la metáfora de una historia sublimada en torno a un medio de transporte colonial, que ha permanecido en la memoria de las gentes de la región antioqueña. De acuerdo con el estudioso Edgar Bolívar, al recrearse, dramatizando ceremonialmente el culto a lo floral, reafirma festivamente la identidad regional antioqueña. A propósito de tal historia, los viajeros del siglo XIX siempre anotaron como una experiencia singular la existencia de los silleteros y cargueros: hombres de complexión atlética, con una fuerza tan legendaria como la de Hércules y capaces de caminar sin descanso, con pesadas cargas, varios días por las montañas de los Andes. En su crónica de viaje de 1825, Carl August Gosselman, viajero sueco, anota fastidiado cómo su pesado equipaje fue transportado de un lugar a otro sobre la espalda de un carguero. Y cómo a él mismo le tocó montarse en el asiento de un silletero durante una travesía de tres a cuatro días entre Juntas y Cejas por riscos y desfiladeros.
Hasta hace pocos años, en la ciudad de San Juan de Pasto, el actual carnaval andino de blancos y negros se conoció como “La fiesta de los blanquitos y negritos”, cuyas raíces como fiesta popular se trazan según el auto sacramental sobre la Epifanía y la visita de los reyes magos al Niño Dios en Belén. En 1880 –dice Lydia Inés Muñoz– un rey blanco, otro negro y uno aborigen indio montados a caballo recorrían las calles de la ciudad. Con el tiempo, la definición popular de la fiesta tomó visos seculares de carnaval. En la fiesta, las gentes procedieron a trastocar sus status cotidianos socio-raciales. Mediante el embadurnamiento del cuerpo un día de la fiesta con harina y el siguiente con carbón molido, se da rienda a la inversión de oposiciones binarias propuesta por M. M. Bakhtin para interpretar el carnaval. El príncipe se vuelve pordiosero, la fea se torna bella, el negro se convierte en blanco. Los símbolos del juego hacen hincapié en la experiencia histórica colonial de la región nariñense que confrontó a “blancos” descendientes de españoles con indios y negros descendientes de africanos.