- Botero esculturas (1998)
- Salmona (1998)
- El sabor de Colombia (1994)
- Wayuú. Cultura del desierto colombiano (1998)
- Semana Santa en Popayán (1999)
- Cartagena de siempre (1992)
- Palacio de las Garzas (1999)
- Juan Montoya (1998)
- Aves de Colombia. Grabados iluminados del Siglo XVIII (1993)
- Alta Colombia. El esplendor de la montaña (1996)
- Artefactos. Objetos artesanales de Colombia (1992)
- Carros. El automovil en Colombia (1995)
- Espacios Comerciales. Colombia (1994)
- Cerros de Bogotá (2000)
- El Terremoto de San Salvador. Narración de un superviviente (2001)
- Manolo Valdés. La intemporalidad del arte (1999)
- Casa de Hacienda. Arquitectura en el campo colombiano (1997)
- Fiestas. Celebraciones y Ritos de Colombia (1995)
- Costa Rica. Pura Vida (2001)
- Luis Restrepo. Arquitectura (2001)
- Ana Mercedes Hoyos. Palenque (2001)
- La Moneda en Colombia (2001)
- Jardines de Colombia (1996)
- Una jornada en Macondo (1995)
- Retratos (1993)
- Atavíos. Raíces de la moda colombiana (1996)
- La ruta de Humboldt. Colombia - Venezuela (1994)
- Trópico. Visiones de la naturaleza colombiana (1997)
- Herederos de los Incas (1996)
- Casa Moderna. Medio siglo de arquitectura doméstica colombiana (1996)
- Bogotá desde el aire (1994)
- La vida en Colombia (1994)
- Casa Republicana. La bella época en Colombia (1995)
- Selva húmeda de Colombia (1990)
- Richter (1997)
- Por nuestros niños. Programas para su Proteccion y Desarrollo en Colombia (1990)
- Mariposas de Colombia (1991)
- Colombia tierra de flores (1990)
- Los países andinos desde el satélite (1995)
- Deliciosas frutas tropicales (1990)
- Arrecifes del Caribe (1988)
- Casa campesina. Arquitectura vernácula de Colombia (1993)
- Páramos (1988)
- Manglares (1989)
- Señor Ladrillo (1988)
- La última muerte de Wozzeck (2000)
- Historia del Café de Guatemala (2001)
- Casa Guatemalteca (1999)
- Silvia Tcherassi (2002)
- Ana Mercedes Hoyos. Retrospectiva (2002)
- Francisco Mejía Guinand (2002)
- Aves del Llano (1992)
- El año que viene vuelvo (1989)
- Museos de Bogotá (1989)
- El arte de la cocina japonesa (1996)
- Botero Dibujos (1999)
- Colombia Campesina (1989)
- Conflicto amazónico. 1932-1934 (1994)
- Débora Arango. Museo de Arte Moderno de Medellín (1986)
- La Sabana de Bogotá (1988)
- Casas de Embajada en Washington D.C. (2004)
- XVI Bienal colombiana de Arquitectura 1998 (1998)
- Visiones del Siglo XX colombiano. A través de sus protagonistas ya muertos (2003)
- Río Bogotá (1985)
- Jacanamijoy (2003)
- Álvaro Barrera. Arquitectura y Restauración (2003)
- Campos de Golf en Colombia (2003)
- Cartagena de Indias. Visión panorámica desde el aire (2003)
- Guadua. Arquitectura y Diseño (2003)
- Enrique Grau. Homenaje (2003)
- Mauricio Gómez. Con la mano izquierda (2003)
- Ignacio Gómez Jaramillo (2003)
- Tesoros del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario. 350 años (2003)
- Manos en el arte colombiano (2003)
- Historia de la Fotografía en Colombia. Museo de Arte Moderno de Bogotá (1983)
- Arenas Betancourt. Un realista más allá del tiempo (1986)
- Los Figueroa. Aproximación a su época y a su pintura (1986)
- Andrés de Santa María (1985)
- Ricardo Gómez Campuzano (1987)
- El encanto de Bogotá (1987)
- Manizales de ayer. Album de fotografías (1987)
- Ramírez Villamizar. Museo de Arte Moderno de Bogotá (1984)
- La transformación de Bogotá (1982)
- Las fronteras azules de Colombia (1985)
- Botero en el Museo Nacional de Colombia. Nueva donación 2004 (2004)
- Gonzalo Ariza. Pinturas (1978)
- Grau. El pequeño viaje del Barón Von Humboldt (1977)
- Bogotá Viva (2004)
- Albergues del Libertador en Colombia. Banco de la República (1980)
- El Rey triste (1980)
- Gregorio Vásquez (1985)
- Ciclovías. Bogotá para el ciudadano (1983)
- Negret escultor. Homenaje (2004)
- Mefisto. Alberto Iriarte (2004)
- Suramericana. 60 Años de compromiso con la cultura (2004)
- Rostros de Colombia (1985)
- Flora de Los Andes. Cien especies del Altiplano Cundi-Boyacense (1984)
- Casa de Nariño (1985)
- Periodismo gráfico. Círculo de Periodistas de Bogotá (1984)
- Cien años de arte colombiano. 1886 - 1986 (1985)
- Pedro Nel Gómez (1981)
- Colombia amazónica (1988)
- Palacio de San Carlos (1986)
- Veinte años del Sena en Colombia. 1957-1977 (1978)
- Bogotá. Estructura y principales servicios públicos (1978)
- Colombia Parques Naturales (2006)
- Érase una vez Colombia (2005)
- Colombia 360°. Ciudades y pueblos (2006)
- Bogotá 360°. La ciudad interior (2006)
- Guatemala inédita (2006)
- Casa de Recreo en Colombia (2005)
- Manzur. Homenaje (2005)
- Gerardo Aragón (2009)
- Santiago Cárdenas (2006)
- Omar Rayo. Homenaje (2006)
- Beatriz González (2005)
- Casa de Campo en Colombia (2007)
- Luis Restrepo. construcciones (2007)
- Juan Cárdenas (2007)
- Luis Caballero. Homenaje (2007)
- Fútbol en Colombia (2007)
- Cafés de Colombia (2008)
- Colombia es Color (2008)
- Armando Villegas. Homenaje (2008)
- Manuel Hernández (2008)
- Alicia Viteri. Memoria digital (2009)
- Clemencia Echeverri. Sin respuesta (2009)
- Museo de Arte Moderno de Cartagena de Indias (2009)
- Agua. Riqueza de Colombia (2009)
- Volando Colombia. Paisajes (2009)
- Colombia en flor (2009)
- Medellín 360º. Cordial, Pujante y Bella (2009)
- Arte Internacional. Colección del Banco de la República (2009)
- Hugo Zapata (2009)
- Apalaanchi. Pescadores Wayuu (2009)
- Bogotá vuelo al pasado (2010)
- Grabados Antiguos de la Pontificia Universidad Javeriana. Colección Eduardo Ospina S. J. (2010)
- Orquídeas. Especies de Colombia (2010)
- Apartamentos. Bogotá (2010)
- Luis Caballero. Erótico (2010)
- Luis Fernando Peláez (2010)
- Aves en Colombia (2011)
- Pedro Ruiz (2011)
- El mundo del arte en San Agustín (2011)
- Cundinamarca. Corazón de Colombia (2011)
- El hundimiento de los Partidos Políticos Tradicionales venezolanos: El caso Copei (2014)
- Artistas por la paz (1986)
- Reglamento de uniformes, insignias, condecoraciones y distintivos para el personal de la Policía Nacional (2009)
- Historia de Bogotá. Tomo I - Conquista y Colonia (2007)
- Historia de Bogotá. Tomo II - Siglo XIX (2007)
- Academia Colombiana de Jurisprudencia. 125 Años (2019)
- Duque, su presidencia (2022)
El Diablo

Entre 1846 y 1880, en Riosucio, Caldas, la fiesta en torno al Diablo se llamaba “Matachines”. Jeremy Horner.

Entre 1846 y 1880, en Riosucio, Caldas, la fiesta en torno al Diablo se llamaba “Matachines”. Jeremy Horner.

Diablos de carnaval en el siglo XX. Riosucio, Caldas. Jeremy Horner.

Diablos de carnaval en el siglo XX. Riosucio, Caldas. Jeremy Horner.

En un trono rodante, Su Majestad El Diablo entra a su fiesta en desfile triunfante. Riosucio, Caldas. Jeremy Horner.

Muchos riosuceños que viven en distintos lugares en Colombia, preparan comparsas rutilantes y cantares de cromatismo teatral y literario para asistir cada dos años a la fiesta en su tierra natal. Al fin volvimos a ver la fiesta / erguir luciente cual siempre fue, / llenos de alegría / paz y alegrías / rica ambrosía, / panal de miel. Letra Andrés Trejos Correa. Carnaval del diablo, Riosucio, Caldas. Jeremy Horner.

Muchos riosuceños que viven en distintos lugares en Colombia, preparan comparsas rutilantes y cantares de cromatismo teatral y literario para asistir cada dos años a la fiesta en su tierra natal. Al fin volvimos a ver la fiesta / erguir luciente cual siempre fue, / llenos de alegría / paz y alegrías / rica ambrosía, / panal de miel. Letra Andrés Trejos Correa. Carnaval del diablo, Riosucio, Caldas. Jeremy Horner.

En la historia de las fiestas en Riosucio, Caldas, los pájaros como tema de cuadrillas siempre han sido preferidos. Es posible que la preeminencia del Diablo con el simbolismo cristiano estimule la nutrida presencia de pájaros, como símbolos cristianos del bien. Desde 1912 existen testimonios de su presencia en las fiestas. Actualmente sus trajes iridiscentes y coreografía lucen mayor fantasía tecnológica. Jeremy Horner.

En la historia de las fiestas en Riosucio, Caldas, los pájaros como tema de cuadrillas siempre han sido preferidos. Es posible que la preeminencia del Diablo con el simbolismo cristiano estimule la nutrida presencia de pájaros, como símbolos cristianos del bien. Desde 1912 existen testimonios de su presencia en las fiestas. Actualmente sus trajes iridiscentes y coreografía lucen mayor fantasía tecnológica. Jeremy Horner.

Antes y después de su presentación de canto y poesía en el tablado, las comparsas recorren el poblado con música y el estampido de petardos, pilares del Diablo en la fiesta. Hoy estos turpiales sus canciones alzarán / y su canto envidiarán el ave agorera, / la gaviota, el halcón y el ruiseñor; / con nuestros plumajes naturales nos vistió, / porque en la noche llevamos lúgubre vellón / y la blanca aurora en nuestros pechos luce hoy / sus dorados rayos de luz y esplendor. Los Turpiales, letra de Andrés Trejos Correa. Riosucio, Caldas. Jeremy Horner.

Antes y después de su presentación de canto y poesía en el tablado, las comparsas recorren el poblado con música y el estampido de petardos, pilares del Diablo en la fiesta. Hoy estos turpiales sus canciones alzarán / y su canto envidiarán el ave agorera, / la gaviota, el halcón y el ruiseñor; / con nuestros plumajes naturales nos vistió, / porque en la noche llevamos lúgubre vellón / y la blanca aurora en nuestros pechos luce hoy / sus dorados rayos de luz y esplendor. Los Turpiales, letra de Andrés Trejos Correa. Riosucio, Caldas. Jeremy Horner.

Antes y después de su presentación de canto y poesía en el tablado, las comparsas recorren el poblado con música y el estampido de petardos, pilares del Diablo en la fiesta. Hoy estos turpiales sus canciones alzarán / y su canto envidiarán el ave agorera, / la gaviota, el halcón y el ruiseñor; / con nuestros plumajes naturales nos vistió, / porque en la noche llevamos lúgubre vellón / y la blanca aurora en nuestros pechos luce hoy / sus dorados rayos de luz y esplendor. Los Turpiales, letra de Andrés Trejos Correa. Riosucio, Caldas. Jeremy Horner.

Riosucio, Caldas, capital infernal de la alegría poética. Jeremy Horner.

Cada familia ayuda a decorar su calle y los campesinos del entorno montañoso desfilan con trajes sonrientes y se divierten con los diablos de Enrique Palomino Pacheco. Belcebú, satanás, qué miedo, / qué horror el que dais, / hacéis llorar, hacéis temblar / y, sin embargo, peores son los señores de nuestra sociedad. Carnaval del Diablo. Riosucio, Caldas. Jeremy Horner.

Cada familia ayuda a decorar su calle y los campesinos del entorno montañoso desfilan con trajes sonrientes y se divierten con los diablos de Enrique Palomino Pacheco. Belcebú, satanás, qué miedo, / qué horror el que dais, / hacéis llorar, hacéis temblar / y, sin embargo, peores son los señores de nuestra sociedad. Carnaval del Diablo. Riosucio, Caldas. Jeremy Horner.

Cada familia ayuda a decorar su calle y los campesinos del entorno montañoso desfilan con trajes sonrientes y se divierten con los diablos de Enrique Palomino Pacheco. Belcebú, satanás, qué miedo, / qué horror el que dais, / hacéis llorar, hacéis temblar / y, sin embargo, peores son los señores de nuestra sociedad. Carnaval del Diablo. Riosucio, Caldas. Jeremy Horner.

Belcebú, que tu reinado sea / tan durable como el mundo, / el cual fenecerá cuando el padre sol / deje de alentarlo y darle / su luz misericordiosa. Saludo al Diablo del carnaval, ofrecido en febrero 7 de 1925 por el poeta riosuceño José Trejos. Jeremy Horner.

Belcebú, que tu reinado sea / tan durable como el mundo, / el cual fenecerá cuando el padre sol / deje de alentarlo y darle / su luz misericordiosa. Saludo al Diablo del carnaval, ofrecido en febrero 7 de 1925 por el poeta riosuceño José Trejos. Jeremy Horner.

Belcebú, que tu reinado sea / tan durable como el mundo, / el cual fenecerá cuando el padre sol / deje de alentarlo y darle / su luz misericordiosa. Saludo al Diablo del carnaval, ofrecido en febrero 7 de 1925 por el poeta riosuceño José Trejos. Jeremy Horner.

Belcebú, que tu reinado sea / tan durable como el mundo, / el cual fenecerá cuando el padre sol / deje de alentarlo y darle / su luz misericordiosa. Saludo al Diablo del carnaval, ofrecido en febrero 7 de 1925 por el poeta riosuceño José Trejos. Jeremy Horner.

Belcebú, que tu reinado sea / tan durable como el mundo, / el cual fenecerá cuando el padre sol / deje de alentarlo y darle / su luz misericordiosa. Saludo al Diablo del carnaval, ofrecido en febrero 7 de 1925 por el poeta riosuceño José Trejos. Jeremy Horner.

Desfile campesino. Riosucio, Caldas. Jeremy Horner.
Texto de: Nina S. de Friedemann
Desde épocas bíblicas al Diablo en el mundo occidental se lo conoce con infinidad de nombres: Satanás, Demonio, Lucifer, Luzbel, Belzebú, Biruñas, El Patas, El Putas, Mefistófeles, Mandinga. Otras tantas han sido las épocas de protervidad en que él ha sido principal protagonista.
Colombia, país que enmarca gran parte de sus fiestas bajo el aura del catolicismo, tiene entre sus más fastuosas y auténticas El carnaval del Diablo en Riosucio, departamento de Caldas. Lo cual podría parecer incongruente, cuando no vesánico: que al Diablo se lo entienda como un demonio de la concepción católica, encarnación del mal, antes que como esencia ritual y festiva de la religiosidad africana en su fasto de máscaras.
En la literatura y la tradición oral u oralitura, la presencia del Diablo conlleva y refleja situaciones de la historia del pensamiento y de la vida de gentes y lugares. Mandinga, por ejemplo, es el nombre de una etnia africana de creencias musulmanas, muy afectada en la colonia por la trata. Belicosa, subversiva, reacia a convertirse al cristianismo, una vez esclavizada en las minas de oro de la Nueva Granada, su gentilicio se convirtió, tanto como en otras colonias españolas, en sinónimo de demonio.
El Diablo de las fiestas no es el demonio de los cristianos, enemigo del catolicismo y del ser humano, como personaje malévolo. El Diablo es gentil, risueño, amable, divertido, chistoso y mensajero de la alegría del mundo.
En Riosucio se le reverencia con regalía ceremonial, magnificencia de música, poesía, danza, color y truenos de chorros de pólvora iridiscente. De acuerdo con Otto Morales Benítez, este Diablo es “un ser nacido no sabemos en qué remota región del pasado nuestro...”
Ese pasado, de acuerdo con las palabras del escritor riosuceño, es el de memorias africanas que echaron raíces en Quiebralomo, un Real de Minas de Oro que junto con La Montaña, un asentamiento de indios Emberá, diera origen a Riosucio. En 1603, Francisco Jaramillo de Andrada tenía trabajadores negros y capataces mestizos o mulatos de españoles pobres en Quiebralomo. Y se sabía que en la vecindad los indios de La Montaña bailaban el baile de la chicha y se enmascaraban para sus rituales.
La tradición cuenta, además, que en Quiebralomo existió entre los blancos una especie de carnaval de reminiscencia occidental, con antifaces de papel de colores traídos de Quito. Pero ya a comienzos del siglo XIX la fiesta, que se llamaba “Matachines”, se alegraba con diablitos sueltos que repartían vejigazos por doquier.
Julián Bueno, cronista contemporáneo del Diablo riosuceño, rescata de ese
tiempo un perfil extraordinario de la fiesta: la palabra, fuerza vital del jolgorio, poética cantada por las cuadrillas en medio de la turbulencia de color y música en sus calles. En 1987 la escritora Angela María Pérez contó veintitrés cuadrillas, cada una con quince integrantes y su grupo de músicos. Sacerdotes del ritual casi siempre han sido poetas: José Trejos, Efraín Gartner, Enrique Palomino Pacheco, entre muchos. Prosa, verso, cantares o decretos, y el estampido de la pólvora, conforman sus tuétanos desde hace ciento cincuenta años.
Tanto así, que el escritor Rómulo Cuesta anotó, sobre la fiesta de 1876, que los fantasmas salían a platicar unos con otros después de que los postes de pólvora habían reventado sus cargas enviando al cielo borbotones de fuego multicolor que caían despedazados como castillos de luces sobre la música de guaches, cencerros y carracas.
Riosucio es la capital infernal de la alegría.
Y en cuanto al Diablo, Su Majestad, su simbolismo debe remontarse a la historia de la resistencia cultural de los africanos en España y el Nuevo Mundo. Las memorias ancestrales de las deidades africanas debieron sobreponerse al poder místico del demonio católico, que en el Diablo de Riosucio ha preservado reminiscencias iconográficas de los faunos capricornios del medioevo. Tales memorias se camuflaron o enmascararon en las diferentes versiones y comportamientos de diversión, rebeldía y cimarronaje. Tan dramáticos y atrevidos como aceptar que su liturgia era “brujería” cuando fueron descubiertos por la Inquisición, en ceremonias de reiniciación religiosa negro-africana que muchos negros emprendían para resistir la esclavitud. Es el caso de las brujas de Zaragoza en el siglo XVII, examinado por la historiadora Adriana Maya.
En el juego de la liturgia cristiana, de la teluria y de la lúdica tanto en Europa como en América, hay diferentes versiones de diablos y diablitos. El antropólogo Jaime Arocha, en el libro De sol a Sol, lo descubre como Patrono de la insurgencia negra en el norte del Cauca, mientras en el litoral pacífico, por ejemplo, no falta quien asegure que el Diablo es quien mejor baila al son de la marimba. Lo canta el glosador:
Los que están bailando
bailen con cuidado,
a debajo de casa
está el Diablo parado!
En los caseríos, al borde de los ríos, en la noche profunda, un toque de marimba, un percutir de dos cununos, dos bombos y dos guasás, indican la celebración de un currulao o cununao. Que es una fiesta de cielo, aunque hace algunos años la marimba fue acusada de ser el mismo demonio y cada tecla de madera de chonta de ser alguno de sus avatares: Lucifer, Satanás, Luzbel. Bailar marimba era para algunos sacerdotes cristianos un acto diabólico.
En el litoral, sin embargo, se asegura que San Pedro, cuando está contento, toca la marimba y como tiene las llaves del cielo, abre sus puertas para enviar luces que a través de gruesas nubes se derriten en lluvia. San Pedro, bajo cuyas ropas Cuba y Brasil han descubierto a Ogún, una deidad Yoruba, dios de los metales y dueño de la entrada del bosque –símbolo de la sexualidad femenina–, donde moran todos los espíritus, resulta así asociado a una deidad africana y por ende con el mismo Diablo bailarín.
Diablo, diablitos, diablos arlequines, diablos espejos, mojigangas, matachines con máscaras de diablitos y toda clase de disfraces endiablados, bailan y embaucan, son aliento de instrumentos musicales, inspiración de poetas y artistas y personificación de la alegría en el mundo colombiano de la fiesta.
#AmorPorColombia
El Diablo

Entre 1846 y 1880, en Riosucio, Caldas, la fiesta en torno al Diablo se llamaba “Matachines”. Jeremy Horner.

Entre 1846 y 1880, en Riosucio, Caldas, la fiesta en torno al Diablo se llamaba “Matachines”. Jeremy Horner.

Diablos de carnaval en el siglo XX. Riosucio, Caldas. Jeremy Horner.

Diablos de carnaval en el siglo XX. Riosucio, Caldas. Jeremy Horner.

En un trono rodante, Su Majestad El Diablo entra a su fiesta en desfile triunfante. Riosucio, Caldas. Jeremy Horner.

Muchos riosuceños que viven en distintos lugares en Colombia, preparan comparsas rutilantes y cantares de cromatismo teatral y literario para asistir cada dos años a la fiesta en su tierra natal. Al fin volvimos a ver la fiesta / erguir luciente cual siempre fue, / llenos de alegría / paz y alegrías / rica ambrosía, / panal de miel. Letra Andrés Trejos Correa. Carnaval del diablo, Riosucio, Caldas. Jeremy Horner.

Muchos riosuceños que viven en distintos lugares en Colombia, preparan comparsas rutilantes y cantares de cromatismo teatral y literario para asistir cada dos años a la fiesta en su tierra natal. Al fin volvimos a ver la fiesta / erguir luciente cual siempre fue, / llenos de alegría / paz y alegrías / rica ambrosía, / panal de miel. Letra Andrés Trejos Correa. Carnaval del diablo, Riosucio, Caldas. Jeremy Horner.

En la historia de las fiestas en Riosucio, Caldas, los pájaros como tema de cuadrillas siempre han sido preferidos. Es posible que la preeminencia del Diablo con el simbolismo cristiano estimule la nutrida presencia de pájaros, como símbolos cristianos del bien. Desde 1912 existen testimonios de su presencia en las fiestas. Actualmente sus trajes iridiscentes y coreografía lucen mayor fantasía tecnológica. Jeremy Horner.

En la historia de las fiestas en Riosucio, Caldas, los pájaros como tema de cuadrillas siempre han sido preferidos. Es posible que la preeminencia del Diablo con el simbolismo cristiano estimule la nutrida presencia de pájaros, como símbolos cristianos del bien. Desde 1912 existen testimonios de su presencia en las fiestas. Actualmente sus trajes iridiscentes y coreografía lucen mayor fantasía tecnológica. Jeremy Horner.

Antes y después de su presentación de canto y poesía en el tablado, las comparsas recorren el poblado con música y el estampido de petardos, pilares del Diablo en la fiesta. Hoy estos turpiales sus canciones alzarán / y su canto envidiarán el ave agorera, / la gaviota, el halcón y el ruiseñor; / con nuestros plumajes naturales nos vistió, / porque en la noche llevamos lúgubre vellón / y la blanca aurora en nuestros pechos luce hoy / sus dorados rayos de luz y esplendor. Los Turpiales, letra de Andrés Trejos Correa. Riosucio, Caldas. Jeremy Horner.

Antes y después de su presentación de canto y poesía en el tablado, las comparsas recorren el poblado con música y el estampido de petardos, pilares del Diablo en la fiesta. Hoy estos turpiales sus canciones alzarán / y su canto envidiarán el ave agorera, / la gaviota, el halcón y el ruiseñor; / con nuestros plumajes naturales nos vistió, / porque en la noche llevamos lúgubre vellón / y la blanca aurora en nuestros pechos luce hoy / sus dorados rayos de luz y esplendor. Los Turpiales, letra de Andrés Trejos Correa. Riosucio, Caldas. Jeremy Horner.

Antes y después de su presentación de canto y poesía en el tablado, las comparsas recorren el poblado con música y el estampido de petardos, pilares del Diablo en la fiesta. Hoy estos turpiales sus canciones alzarán / y su canto envidiarán el ave agorera, / la gaviota, el halcón y el ruiseñor; / con nuestros plumajes naturales nos vistió, / porque en la noche llevamos lúgubre vellón / y la blanca aurora en nuestros pechos luce hoy / sus dorados rayos de luz y esplendor. Los Turpiales, letra de Andrés Trejos Correa. Riosucio, Caldas. Jeremy Horner.

Riosucio, Caldas, capital infernal de la alegría poética. Jeremy Horner.

Cada familia ayuda a decorar su calle y los campesinos del entorno montañoso desfilan con trajes sonrientes y se divierten con los diablos de Enrique Palomino Pacheco. Belcebú, satanás, qué miedo, / qué horror el que dais, / hacéis llorar, hacéis temblar / y, sin embargo, peores son los señores de nuestra sociedad. Carnaval del Diablo. Riosucio, Caldas. Jeremy Horner.

Cada familia ayuda a decorar su calle y los campesinos del entorno montañoso desfilan con trajes sonrientes y se divierten con los diablos de Enrique Palomino Pacheco. Belcebú, satanás, qué miedo, / qué horror el que dais, / hacéis llorar, hacéis temblar / y, sin embargo, peores son los señores de nuestra sociedad. Carnaval del Diablo. Riosucio, Caldas. Jeremy Horner.

Cada familia ayuda a decorar su calle y los campesinos del entorno montañoso desfilan con trajes sonrientes y se divierten con los diablos de Enrique Palomino Pacheco. Belcebú, satanás, qué miedo, / qué horror el que dais, / hacéis llorar, hacéis temblar / y, sin embargo, peores son los señores de nuestra sociedad. Carnaval del Diablo. Riosucio, Caldas. Jeremy Horner.

Belcebú, que tu reinado sea / tan durable como el mundo, / el cual fenecerá cuando el padre sol / deje de alentarlo y darle / su luz misericordiosa. Saludo al Diablo del carnaval, ofrecido en febrero 7 de 1925 por el poeta riosuceño José Trejos. Jeremy Horner.

Belcebú, que tu reinado sea / tan durable como el mundo, / el cual fenecerá cuando el padre sol / deje de alentarlo y darle / su luz misericordiosa. Saludo al Diablo del carnaval, ofrecido en febrero 7 de 1925 por el poeta riosuceño José Trejos. Jeremy Horner.

Belcebú, que tu reinado sea / tan durable como el mundo, / el cual fenecerá cuando el padre sol / deje de alentarlo y darle / su luz misericordiosa. Saludo al Diablo del carnaval, ofrecido en febrero 7 de 1925 por el poeta riosuceño José Trejos. Jeremy Horner.

Belcebú, que tu reinado sea / tan durable como el mundo, / el cual fenecerá cuando el padre sol / deje de alentarlo y darle / su luz misericordiosa. Saludo al Diablo del carnaval, ofrecido en febrero 7 de 1925 por el poeta riosuceño José Trejos. Jeremy Horner.

Belcebú, que tu reinado sea / tan durable como el mundo, / el cual fenecerá cuando el padre sol / deje de alentarlo y darle / su luz misericordiosa. Saludo al Diablo del carnaval, ofrecido en febrero 7 de 1925 por el poeta riosuceño José Trejos. Jeremy Horner.

Desfile campesino. Riosucio, Caldas. Jeremy Horner.
Texto de: Nina S. de Friedemann
Desde épocas bíblicas al Diablo en el mundo occidental se lo conoce con infinidad de nombres: Satanás, Demonio, Lucifer, Luzbel, Belzebú, Biruñas, El Patas, El Putas, Mefistófeles, Mandinga. Otras tantas han sido las épocas de protervidad en que él ha sido principal protagonista.
Colombia, país que enmarca gran parte de sus fiestas bajo el aura del catolicismo, tiene entre sus más fastuosas y auténticas El carnaval del Diablo en Riosucio, departamento de Caldas. Lo cual podría parecer incongruente, cuando no vesánico: que al Diablo se lo entienda como un demonio de la concepción católica, encarnación del mal, antes que como esencia ritual y festiva de la religiosidad africana en su fasto de máscaras.
En la literatura y la tradición oral u oralitura, la presencia del Diablo conlleva y refleja situaciones de la historia del pensamiento y de la vida de gentes y lugares. Mandinga, por ejemplo, es el nombre de una etnia africana de creencias musulmanas, muy afectada en la colonia por la trata. Belicosa, subversiva, reacia a convertirse al cristianismo, una vez esclavizada en las minas de oro de la Nueva Granada, su gentilicio se convirtió, tanto como en otras colonias españolas, en sinónimo de demonio.
El Diablo de las fiestas no es el demonio de los cristianos, enemigo del catolicismo y del ser humano, como personaje malévolo. El Diablo es gentil, risueño, amable, divertido, chistoso y mensajero de la alegría del mundo.
En Riosucio se le reverencia con regalía ceremonial, magnificencia de música, poesía, danza, color y truenos de chorros de pólvora iridiscente. De acuerdo con Otto Morales Benítez, este Diablo es “un ser nacido no sabemos en qué remota región del pasado nuestro...”
Ese pasado, de acuerdo con las palabras del escritor riosuceño, es el de memorias africanas que echaron raíces en Quiebralomo, un Real de Minas de Oro que junto con La Montaña, un asentamiento de indios Emberá, diera origen a Riosucio. En 1603, Francisco Jaramillo de Andrada tenía trabajadores negros y capataces mestizos o mulatos de españoles pobres en Quiebralomo. Y se sabía que en la vecindad los indios de La Montaña bailaban el baile de la chicha y se enmascaraban para sus rituales.
La tradición cuenta, además, que en Quiebralomo existió entre los blancos una especie de carnaval de reminiscencia occidental, con antifaces de papel de colores traídos de Quito. Pero ya a comienzos del siglo XIX la fiesta, que se llamaba “Matachines”, se alegraba con diablitos sueltos que repartían vejigazos por doquier.
Julián Bueno, cronista contemporáneo del Diablo riosuceño, rescata de ese
tiempo un perfil extraordinario de la fiesta: la palabra, fuerza vital del jolgorio, poética cantada por las cuadrillas en medio de la turbulencia de color y música en sus calles. En 1987 la escritora Angela María Pérez contó veintitrés cuadrillas, cada una con quince integrantes y su grupo de músicos. Sacerdotes del ritual casi siempre han sido poetas: José Trejos, Efraín Gartner, Enrique Palomino Pacheco, entre muchos. Prosa, verso, cantares o decretos, y el estampido de la pólvora, conforman sus tuétanos desde hace ciento cincuenta años.
Tanto así, que el escritor Rómulo Cuesta anotó, sobre la fiesta de 1876, que los fantasmas salían a platicar unos con otros después de que los postes de pólvora habían reventado sus cargas enviando al cielo borbotones de fuego multicolor que caían despedazados como castillos de luces sobre la música de guaches, cencerros y carracas.
Riosucio es la capital infernal de la alegría.
Y en cuanto al Diablo, Su Majestad, su simbolismo debe remontarse a la historia de la resistencia cultural de los africanos en España y el Nuevo Mundo. Las memorias ancestrales de las deidades africanas debieron sobreponerse al poder místico del demonio católico, que en el Diablo de Riosucio ha preservado reminiscencias iconográficas de los faunos capricornios del medioevo. Tales memorias se camuflaron o enmascararon en las diferentes versiones y comportamientos de diversión, rebeldía y cimarronaje. Tan dramáticos y atrevidos como aceptar que su liturgia era “brujería” cuando fueron descubiertos por la Inquisición, en ceremonias de reiniciación religiosa negro-africana que muchos negros emprendían para resistir la esclavitud. Es el caso de las brujas de Zaragoza en el siglo XVII, examinado por la historiadora Adriana Maya.
En el juego de la liturgia cristiana, de la teluria y de la lúdica tanto en Europa como en América, hay diferentes versiones de diablos y diablitos. El antropólogo Jaime Arocha, en el libro De sol a Sol, lo descubre como Patrono de la insurgencia negra en el norte del Cauca, mientras en el litoral pacífico, por ejemplo, no falta quien asegure que el Diablo es quien mejor baila al son de la marimba. Lo canta el glosador:
Los que están bailando
bailen con cuidado,
a debajo de casa
está el Diablo parado!
En los caseríos, al borde de los ríos, en la noche profunda, un toque de marimba, un percutir de dos cununos, dos bombos y dos guasás, indican la celebración de un currulao o cununao. Que es una fiesta de cielo, aunque hace algunos años la marimba fue acusada de ser el mismo demonio y cada tecla de madera de chonta de ser alguno de sus avatares: Lucifer, Satanás, Luzbel. Bailar marimba era para algunos sacerdotes cristianos un acto diabólico.
En el litoral, sin embargo, se asegura que San Pedro, cuando está contento, toca la marimba y como tiene las llaves del cielo, abre sus puertas para enviar luces que a través de gruesas nubes se derriten en lluvia. San Pedro, bajo cuyas ropas Cuba y Brasil han descubierto a Ogún, una deidad Yoruba, dios de los metales y dueño de la entrada del bosque –símbolo de la sexualidad femenina–, donde moran todos los espíritus, resulta así asociado a una deidad africana y por ende con el mismo Diablo bailarín.
Diablo, diablitos, diablos arlequines, diablos espejos, mojigangas, matachines con máscaras de diablitos y toda clase de disfraces endiablados, bailan y embaucan, son aliento de instrumentos musicales, inspiración de poetas y artistas y personificación de la alegría en el mundo colombiano de la fiesta.