- Botero esculturas (1998)
- Salmona (1998)
- El sabor de Colombia (1994)
- Wayuú. Cultura del desierto colombiano (1998)
- Semana Santa en Popayán (1999)
- Cartagena de siempre (1992)
- Palacio de las Garzas (1999)
- Juan Montoya (1998)
- Aves de Colombia. Grabados iluminados del Siglo XVIII (1993)
- Alta Colombia. El esplendor de la montaña (1996)
- Artefactos. Objetos artesanales de Colombia (1992)
- Carros. El automovil en Colombia (1995)
- Espacios Comerciales. Colombia (1994)
- Cerros de Bogotá (2000)
- El Terremoto de San Salvador. Narración de un superviviente (2001)
- Manolo Valdés. La intemporalidad del arte (1999)
- Casa de Hacienda. Arquitectura en el campo colombiano (1997)
- Fiestas. Celebraciones y Ritos de Colombia (1995)
- Costa Rica. Pura Vida (2001)
- Luis Restrepo. Arquitectura (2001)
- Ana Mercedes Hoyos. Palenque (2001)
- La Moneda en Colombia (2001)
- Jardines de Colombia (1996)
- Una jornada en Macondo (1995)
- Retratos (1993)
- Atavíos. Raíces de la moda colombiana (1996)
- La ruta de Humboldt. Colombia - Venezuela (1994)
- Trópico. Visiones de la naturaleza colombiana (1997)
- Herederos de los Incas (1996)
- Casa Moderna. Medio siglo de arquitectura doméstica colombiana (1996)
- Bogotá desde el aire (1994)
- La vida en Colombia (1994)
- Casa Republicana. La bella época en Colombia (1995)
- Selva húmeda de Colombia (1990)
- Richter (1997)
- Por nuestros niños. Programas para su Proteccion y Desarrollo en Colombia (1990)
- Mariposas de Colombia (1991)
- Colombia tierra de flores (1990)
- Los países andinos desde el satélite (1995)
- Deliciosas frutas tropicales (1990)
- Arrecifes del Caribe (1988)
- Casa campesina. Arquitectura vernácula de Colombia (1993)
- Páramos (1988)
- Manglares (1989)
- Señor Ladrillo (1988)
- La última muerte de Wozzeck (2000)
- Historia del Café de Guatemala (2001)
- Casa Guatemalteca (1999)
- Silvia Tcherassi (2002)
- Ana Mercedes Hoyos. Retrospectiva (2002)
- Francisco Mejía Guinand (2002)
- Aves del Llano (1992)
- El año que viene vuelvo (1989)
- Museos de Bogotá (1989)
- El arte de la cocina japonesa (1996)
- Botero Dibujos (1999)
- Colombia Campesina (1989)
- Conflicto amazónico. 1932-1934 (1994)
- Débora Arango. Museo de Arte Moderno de Medellín (1986)
- La Sabana de Bogotá (1988)
- Casas de Embajada en Washington D.C. (2004)
- XVI Bienal colombiana de Arquitectura 1998 (1998)
- Visiones del Siglo XX colombiano. A través de sus protagonistas ya muertos (2003)
- Río Bogotá (1985)
- Jacanamijoy (2003)
- Álvaro Barrera. Arquitectura y Restauración (2003)
- Campos de Golf en Colombia (2003)
- Cartagena de Indias. Visión panorámica desde el aire (2003)
- Guadua. Arquitectura y Diseño (2003)
- Enrique Grau. Homenaje (2003)
- Mauricio Gómez. Con la mano izquierda (2003)
- Ignacio Gómez Jaramillo (2003)
- Tesoros del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario. 350 años (2003)
- Manos en el arte colombiano (2003)
- Historia de la Fotografía en Colombia. Museo de Arte Moderno de Bogotá (1983)
- Arenas Betancourt. Un realista más allá del tiempo (1986)
- Los Figueroa. Aproximación a su época y a su pintura (1986)
- Andrés de Santa María (1985)
- Ricardo Gómez Campuzano (1987)
- El encanto de Bogotá (1987)
- Manizales de ayer. Album de fotografías (1987)
- Ramírez Villamizar. Museo de Arte Moderno de Bogotá (1984)
- La transformación de Bogotá (1982)
- Las fronteras azules de Colombia (1985)
- Botero en el Museo Nacional de Colombia. Nueva donación 2004 (2004)
- Gonzalo Ariza. Pinturas (1978)
- Grau. El pequeño viaje del Barón Von Humboldt (1977)
- Bogotá Viva (2004)
- Albergues del Libertador en Colombia. Banco de la República (1980)
- El Rey triste (1980)
- Gregorio Vásquez (1985)
- Ciclovías. Bogotá para el ciudadano (1983)
- Negret escultor. Homenaje (2004)
- Mefisto. Alberto Iriarte (2004)
- Suramericana. 60 Años de compromiso con la cultura (2004)
- Rostros de Colombia (1985)
- Flora de Los Andes. Cien especies del Altiplano Cundi-Boyacense (1984)
- Casa de Nariño (1985)
- Periodismo gráfico. Círculo de Periodistas de Bogotá (1984)
- Cien años de arte colombiano. 1886 - 1986 (1985)
- Pedro Nel Gómez (1981)
- Colombia amazónica (1988)
- Palacio de San Carlos (1986)
- Veinte años del Sena en Colombia. 1957-1977 (1978)
- Bogotá. Estructura y principales servicios públicos (1978)
- Colombia Parques Naturales (2006)
- Érase una vez Colombia (2005)
- Colombia 360°. Ciudades y pueblos (2006)
- Bogotá 360°. La ciudad interior (2006)
- Guatemala inédita (2006)
- Casa de Recreo en Colombia (2005)
- Manzur. Homenaje (2005)
- Gerardo Aragón (2009)
- Santiago Cárdenas (2006)
- Omar Rayo. Homenaje (2006)
- Beatriz González (2005)
- Casa de Campo en Colombia (2007)
- Luis Restrepo. construcciones (2007)
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- Luis Caballero. Homenaje (2007)
- Fútbol en Colombia (2007)
- Cafés de Colombia (2008)
- Colombia es Color (2008)
- Armando Villegas. Homenaje (2008)
- Manuel Hernández (2008)
- Alicia Viteri. Memoria digital (2009)
- Clemencia Echeverri. Sin respuesta (2009)
- Museo de Arte Moderno de Cartagena de Indias (2009)
- Agua. Riqueza de Colombia (2009)
- Volando Colombia. Paisajes (2009)
- Colombia en flor (2009)
- Medellín 360º. Cordial, Pujante y Bella (2009)
- Arte Internacional. Colección del Banco de la República (2009)
- Hugo Zapata (2009)
- Apalaanchi. Pescadores Wayuu (2009)
- Bogotá vuelo al pasado (2010)
- Grabados Antiguos de la Pontificia Universidad Javeriana. Colección Eduardo Ospina S. J. (2010)
- Orquídeas. Especies de Colombia (2010)
- Apartamentos. Bogotá (2010)
- Luis Caballero. Erótico (2010)
- Luis Fernando Peláez (2010)
- Aves en Colombia (2011)
- Pedro Ruiz (2011)
- El mundo del arte en San Agustín (2011)
- Cundinamarca. Corazón de Colombia (2011)
- El hundimiento de los Partidos Políticos Tradicionales venezolanos: El caso Copei (2014)
- Artistas por la paz (1986)
- Reglamento de uniformes, insignias, condecoraciones y distintivos para el personal de la Policía Nacional (2009)
- Historia de Bogotá. Tomo I - Conquista y Colonia (2007)
- Historia de Bogotá. Tomo II - Siglo XIX (2007)
- Academia Colombiana de Jurisprudencia. 125 Años (2019)
- Duque, su presidencia (2022)
FiestasCelebraciones y Ritos de Colombia / El carnaval: su pasado occidental y su riqueza étnica indígena y negra |
El carnaval: su pasado occidental y su riqueza étnica indígena y negra
Los congos. Danza-emblema del carnaval de Barranquilla en el Caribe colombiano. Jeremy Horner.
En la guacherna, la gran parada, la batalla de flores y las celebraciones de harina en las calles, el carnaval barranquillero cada año es un libro abierto de narraciones sobre la historia del Caribe. Jeremy Horner.
Testimonios festivos de la confluencia de gentes y culturas. Barranquilla, Atlántico. Jeremy Horner.
Danzantes congos, expresión de luchas vernáculas de tribus africanas y evocación de antiguos trajes portugueses. Carnaval en Barranquilla, Atlántico. Jeremy Horner.
La cumbia, uno de los símbolos musicales de Colombia, danza con tambor negro-africano, gaitas y flautas de indios en trajes con acento español, durante el carnaval de Barranquilla, Atlántico. Jeremy Horner.
La cumbia, uno de los símbolos musicales de Colombia, danza con tambor negro-africano, gaitas y flautas de indios en trajes con acento español, durante el carnaval de Barranquilla, Atlántico. Jeremy Horner.
Carnaval en Santo Tomás, Atlántico. Jeremy Horner.
Las cuadrillas de los congos han tenido nombres reminiscentes de clanes totémicos: “El Torito ribeño”, “La Burra mocha”, “El Toro negro”. Cada una marcha con su capitán a la cabeza, con cuadrillas de tigres, perros y toros. Es una danza guerrera que involucra mujeres, niños y ayudantes, pero sin disfraz, cuyo papel es ayudar a los guerreros con comida y bebida. El mayor trofeo es doblegar la bandera símbolo del contrincante. Jeremy Horner.
Las cuadrillas de los congos han tenido nombres reminiscentes de clanes totémicos: “El Torito ribeño”, “La Burra mocha”, “El Toro negro”. Cada una marcha con su capitán a la cabeza, con cuadrillas de tigres, perros y toros. Es una danza guerrera que involucra mujeres, niños y ayudantes, pero sin disfraz, cuyo papel es ayudar a los guerreros con comida y bebida. El mayor trofeo es doblegar la bandera símbolo del contrincante. Jeremy Horner.
En la fauna danzante del Caribe colombiano aparecen disfraces individuales, como tío tigre, tío caimán, la araña Nansi, personajes del mundo fantástico infantil. Muchos de ellos viajaron desde el Africa con la memoria cultural de los negros esclavizados en la trata de los europeos. Jeremy Horner.
En la fauna danzante del Caribe colombiano aparecen disfraces individuales, como tío tigre, tío caimán, la araña Nansi, personajes del mundo fantástico infantil. Muchos de ellos viajaron desde el Africa con la memoria cultural de los negros esclavizados en la trata de los europeos. Jeremy Horner.
Carnaval y catarsis colectiva. Barranquilla, Atlántico. Jeremy Horner.
Carnaval y catarsis colectiva. Barranquilla, Atlántico. Jeremy Horner.
Miedo en el carnaval. Santo Tomás, Atlántico. Jeremy Horner.
La muerte en pantomima abunda en el carnaval de Barranquilla. Vivos y muertos, todos a una, entonan el himno del carnaval, canción del colombiano Manuel María Peñaloza: Yo te amé con gran delirio / de pasión desenfrenada te reías del martirio (bis) / de mi pobre corazón. Y si yo te preguntaba / si por qué no me querías tú sin contestarme nada / solamente te reías / de mi desesperación. Te pedí que volvieras a mi lado / y en vano tantas veces te rogué y por haberme el futuro ya curado / ¡Te olvidé!, ¡Te olvidé! Jeremy Horner.
El júbilo y la flauta de millo son el ímpetu que mueve los espíritus de danza, memorias, historias y música entre viejos y jóvenes, cumbiamberas, tamborileros, cantadores, gente de los bordes del río Magdalena representaciones de la fauna feliz de la llanura caribe. Carnaval de Barranquilla, Atlántico. Jeremy Horner.
El júbilo y la flauta de millo son el ímpetu que mueve los espíritus de danza, memorias, historias y música entre viejos y jóvenes, cumbiamberas, tamborileros, cantadores, gente de los bordes del río Magdalena representaciones de la fauna feliz de la llanura caribe. Carnaval de Barranquilla, Atlántico. Jeremy Horner.
Texto de: Nina S. de Friedemann
Pero si en la colonia la fiesta de Corpus Christi se introdujo como ritual religioso y visión dominante del mundo, también el carnaval arribó con ritualidades del Viejo Mundo.
El carnaval es una tradición de origen occidental que se lo relaciona con el culto que los egipcios le rendían a Isis, diosa de la maternidad y de la fertilidad. Evoca antiguos ritos de propiciación a dioses griegos y romanos protectores de cultivos y de rebaños, anteriores al cristianismo: las bacanales, que rendían homenaje a Baco y a Dionisio, se celebraron con banquetes y orgías y se dice que en medio de un libertinaje desaforado.
Pero es el culto a Saturno el que parece dar origen a los carnavales de Europa, Africa del Norte y las Américas. Es el dios romano de la agricultura, cuyo perfil se asemeja al de Cronos, divinidad agraria griega, de origen babilónico. Para las saturnales, en Roma se suspendían todas las actividades comerciales, judiciales, escolares y militares. Aun a los esclavos se les manumitía temporalmente y se permitían diversiones prohibidas como el juego de dados. Al propio Saturno, emplazado en un templo construido entre los años 509 y 265 a. C., en los primeros años de la república romana, al pie del Clivus Capitolinus, le desataban los pies para que se uniera a los festejos.
Con el correr del tiempo y al propagarse el cristianismo, las saturnales empezaron a decaer. Las divinidades latinas quedaron opacadas, y aunque la costumbre del gozo mundano no pudo ser abolida, se introdujo la prohibición del mismo en torno a la conmemoración de la muerte y resurrección del héroe cristiano Jesús. Pese a todo, el carnaval perduró como fiesta de placeres terrenales, aunque equilibrada con un tiempo de ascética cuaresma, arrepentimientos y abstinencia de carne.
Hacia 1774, un documento del tomo CXXVIII del Archivo Nacional de Colombia –Milicias y Marina–, señala la celebración en Cartagena de unas fiestas de carnaval con disfraces y máscaras esencialmente europeas, con participación de funcionarios y militares que bailaban minué y contradanza en recinto cerrado. Estas provocaron solicitudes indignadas ante las autoridades españolas reclamando su prohibición.
Pocos años más tarde, en 1791, festividades populares en Mompox y en Magangué acontecían –según otro documento del recién citado Archivo Nacional, tomo XXVII– “por el tiempo de carnaval”, suscitaron denuncias ante el mismísimo virrey Ezpeleta. Las quejas alegaban que se ofendía a Dios y se perjudicaba el vecindario; la diversión era tal ¡que hasta las mujeres perdían sus “prendeciras” y abandonaban el trabajo y sus obligaciones!
Así que la introducción del carnaval europeo por parte de los funcionarios de la Corona debió de propiciar en la misma ciudad de Cartagena y en poblaciones de esa provincia, un tiempo de diversión popular que aprovechaba los festejos de las clases dominantes. Porque ya en 1693, de acuerdo con la historiadora María del Carmen Borrego Pla, los cabildos de negros Arará y Mina celebraban sus fiestas de tambor. Fiestas que según las memorias de sus etnias eran tablados de competencia que revivían antiguos antagonismos tribales del Africa ancestral. A tal punto que en 1780, el gobernador Juan de Torreza Díaz Pimienta ordenó la clausura de los cabildos congos, mandingas y carabalíes. Petición que a juzgar por su presencia deslumbrante en las danzas de congos del actual carnaval de Barranquilla no llegó a materializarse.
Actualmente, los congos son uno de los símbolos estéticos más amados del carnaval y un testimonio vivo de memorias africanas de imperios legendarios, de guerreros y de luchas étnicas a lo largo de siglos. Junto con las danzas de cumbia y la fauna son la médula de la fiesta carnavalera. Lo cierto es que las actividades musicales y sociales de los cabildos de negros y también la espontaneidad de la danza y del juego popular ocasional, intranquilizaban a las autoridades civiles y eclesiásticas coloniales. Con todo, durante la colonia lo que se refiere al inicio de una fiesta de carnaval, sobre cuyo eje vernáculo europeo giraran expresiones étnicas de indios y negros, no debió existir restricción ni tampoco autorización oficial. Y ante las denuncias del cabildo de Magangué, en 1791, conforme documento en el anteriormente citado Archivo Nacional de Colombia, el virrey hizo gala de buen juicio y olfato político tal vez paladeando aún la amargura de la revuelta de los Comuneros. Autorizó las fiestas populares, así:
[...] “el pueblo también es acreedor a que se le concedan de tiempo en tiempo algunas diversiones lícitas que dulcifiquen el trabajo jornalero de todo el año”. [...].
Del mismo modo trató las denuncias sobre el carnaval de Cartagena censurando desacatos en el comportamiento de algunos individuos, sin proceder a suspenderlo. Y aunque el establecimiento “oficial” de la fiesta en Cartagena u otros lugares no se ha documentado, podría sospecharse que fue en Cartagena de Indias donde se plantaron las primeras raíces del carnaval vernáculo europeo de máscaras y harina, y donde se inició la confluencia festiva de las etnias aborígenes y de las descendientes de los africanos, en un marco de fiesta mundana.
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Fiestas Celebraciones y Ritos de Colombia / El carnaval: su pasado occidental y su riqueza étnica indígena y negra
El carnaval: su pasado occidental y su riqueza étnica indígena y negra
Los congos. Danza-emblema del carnaval de Barranquilla en el Caribe colombiano. Jeremy Horner.
En la guacherna, la gran parada, la batalla de flores y las celebraciones de harina en las calles, el carnaval barranquillero cada año es un libro abierto de narraciones sobre la historia del Caribe. Jeremy Horner.
Testimonios festivos de la confluencia de gentes y culturas. Barranquilla, Atlántico. Jeremy Horner.
Danzantes congos, expresión de luchas vernáculas de tribus africanas y evocación de antiguos trajes portugueses. Carnaval en Barranquilla, Atlántico. Jeremy Horner.
La cumbia, uno de los símbolos musicales de Colombia, danza con tambor negro-africano, gaitas y flautas de indios en trajes con acento español, durante el carnaval de Barranquilla, Atlántico. Jeremy Horner.
La cumbia, uno de los símbolos musicales de Colombia, danza con tambor negro-africano, gaitas y flautas de indios en trajes con acento español, durante el carnaval de Barranquilla, Atlántico. Jeremy Horner.
Carnaval en Santo Tomás, Atlántico. Jeremy Horner.
Las cuadrillas de los congos han tenido nombres reminiscentes de clanes totémicos: “El Torito ribeño”, “La Burra mocha”, “El Toro negro”. Cada una marcha con su capitán a la cabeza, con cuadrillas de tigres, perros y toros. Es una danza guerrera que involucra mujeres, niños y ayudantes, pero sin disfraz, cuyo papel es ayudar a los guerreros con comida y bebida. El mayor trofeo es doblegar la bandera símbolo del contrincante. Jeremy Horner.
Las cuadrillas de los congos han tenido nombres reminiscentes de clanes totémicos: “El Torito ribeño”, “La Burra mocha”, “El Toro negro”. Cada una marcha con su capitán a la cabeza, con cuadrillas de tigres, perros y toros. Es una danza guerrera que involucra mujeres, niños y ayudantes, pero sin disfraz, cuyo papel es ayudar a los guerreros con comida y bebida. El mayor trofeo es doblegar la bandera símbolo del contrincante. Jeremy Horner.
En la fauna danzante del Caribe colombiano aparecen disfraces individuales, como tío tigre, tío caimán, la araña Nansi, personajes del mundo fantástico infantil. Muchos de ellos viajaron desde el Africa con la memoria cultural de los negros esclavizados en la trata de los europeos. Jeremy Horner.
En la fauna danzante del Caribe colombiano aparecen disfraces individuales, como tío tigre, tío caimán, la araña Nansi, personajes del mundo fantástico infantil. Muchos de ellos viajaron desde el Africa con la memoria cultural de los negros esclavizados en la trata de los europeos. Jeremy Horner.
Carnaval y catarsis colectiva. Barranquilla, Atlántico. Jeremy Horner.
Carnaval y catarsis colectiva. Barranquilla, Atlántico. Jeremy Horner.
Miedo en el carnaval. Santo Tomás, Atlántico. Jeremy Horner.
La muerte en pantomima abunda en el carnaval de Barranquilla. Vivos y muertos, todos a una, entonan el himno del carnaval, canción del colombiano Manuel María Peñaloza: Yo te amé con gran delirio / de pasión desenfrenada te reías del martirio (bis) / de mi pobre corazón. Y si yo te preguntaba / si por qué no me querías tú sin contestarme nada / solamente te reías / de mi desesperación. Te pedí que volvieras a mi lado / y en vano tantas veces te rogué y por haberme el futuro ya curado / ¡Te olvidé!, ¡Te olvidé! Jeremy Horner.
El júbilo y la flauta de millo son el ímpetu que mueve los espíritus de danza, memorias, historias y música entre viejos y jóvenes, cumbiamberas, tamborileros, cantadores, gente de los bordes del río Magdalena representaciones de la fauna feliz de la llanura caribe. Carnaval de Barranquilla, Atlántico. Jeremy Horner.
El júbilo y la flauta de millo son el ímpetu que mueve los espíritus de danza, memorias, historias y música entre viejos y jóvenes, cumbiamberas, tamborileros, cantadores, gente de los bordes del río Magdalena representaciones de la fauna feliz de la llanura caribe. Carnaval de Barranquilla, Atlántico. Jeremy Horner.
Texto de: Nina S. de Friedemann
Pero si en la colonia la fiesta de Corpus Christi se introdujo como ritual religioso y visión dominante del mundo, también el carnaval arribó con ritualidades del Viejo Mundo.
El carnaval es una tradición de origen occidental que se lo relaciona con el culto que los egipcios le rendían a Isis, diosa de la maternidad y de la fertilidad. Evoca antiguos ritos de propiciación a dioses griegos y romanos protectores de cultivos y de rebaños, anteriores al cristianismo: las bacanales, que rendían homenaje a Baco y a Dionisio, se celebraron con banquetes y orgías y se dice que en medio de un libertinaje desaforado.
Pero es el culto a Saturno el que parece dar origen a los carnavales de Europa, Africa del Norte y las Américas. Es el dios romano de la agricultura, cuyo perfil se asemeja al de Cronos, divinidad agraria griega, de origen babilónico. Para las saturnales, en Roma se suspendían todas las actividades comerciales, judiciales, escolares y militares. Aun a los esclavos se les manumitía temporalmente y se permitían diversiones prohibidas como el juego de dados. Al propio Saturno, emplazado en un templo construido entre los años 509 y 265 a. C., en los primeros años de la república romana, al pie del Clivus Capitolinus, le desataban los pies para que se uniera a los festejos.
Con el correr del tiempo y al propagarse el cristianismo, las saturnales empezaron a decaer. Las divinidades latinas quedaron opacadas, y aunque la costumbre del gozo mundano no pudo ser abolida, se introdujo la prohibición del mismo en torno a la conmemoración de la muerte y resurrección del héroe cristiano Jesús. Pese a todo, el carnaval perduró como fiesta de placeres terrenales, aunque equilibrada con un tiempo de ascética cuaresma, arrepentimientos y abstinencia de carne.
Hacia 1774, un documento del tomo CXXVIII del Archivo Nacional de Colombia –Milicias y Marina–, señala la celebración en Cartagena de unas fiestas de carnaval con disfraces y máscaras esencialmente europeas, con participación de funcionarios y militares que bailaban minué y contradanza en recinto cerrado. Estas provocaron solicitudes indignadas ante las autoridades españolas reclamando su prohibición.
Pocos años más tarde, en 1791, festividades populares en Mompox y en Magangué acontecían –según otro documento del recién citado Archivo Nacional, tomo XXVII– “por el tiempo de carnaval”, suscitaron denuncias ante el mismísimo virrey Ezpeleta. Las quejas alegaban que se ofendía a Dios y se perjudicaba el vecindario; la diversión era tal ¡que hasta las mujeres perdían sus “prendeciras” y abandonaban el trabajo y sus obligaciones!
Así que la introducción del carnaval europeo por parte de los funcionarios de la Corona debió de propiciar en la misma ciudad de Cartagena y en poblaciones de esa provincia, un tiempo de diversión popular que aprovechaba los festejos de las clases dominantes. Porque ya en 1693, de acuerdo con la historiadora María del Carmen Borrego Pla, los cabildos de negros Arará y Mina celebraban sus fiestas de tambor. Fiestas que según las memorias de sus etnias eran tablados de competencia que revivían antiguos antagonismos tribales del Africa ancestral. A tal punto que en 1780, el gobernador Juan de Torreza Díaz Pimienta ordenó la clausura de los cabildos congos, mandingas y carabalíes. Petición que a juzgar por su presencia deslumbrante en las danzas de congos del actual carnaval de Barranquilla no llegó a materializarse.
Actualmente, los congos son uno de los símbolos estéticos más amados del carnaval y un testimonio vivo de memorias africanas de imperios legendarios, de guerreros y de luchas étnicas a lo largo de siglos. Junto con las danzas de cumbia y la fauna son la médula de la fiesta carnavalera. Lo cierto es que las actividades musicales y sociales de los cabildos de negros y también la espontaneidad de la danza y del juego popular ocasional, intranquilizaban a las autoridades civiles y eclesiásticas coloniales. Con todo, durante la colonia lo que se refiere al inicio de una fiesta de carnaval, sobre cuyo eje vernáculo europeo giraran expresiones étnicas de indios y negros, no debió existir restricción ni tampoco autorización oficial. Y ante las denuncias del cabildo de Magangué, en 1791, conforme documento en el anteriormente citado Archivo Nacional de Colombia, el virrey hizo gala de buen juicio y olfato político tal vez paladeando aún la amargura de la revuelta de los Comuneros. Autorizó las fiestas populares, así:
[...] “el pueblo también es acreedor a que se le concedan de tiempo en tiempo algunas diversiones lícitas que dulcifiquen el trabajo jornalero de todo el año”. [...].
Del mismo modo trató las denuncias sobre el carnaval de Cartagena censurando desacatos en el comportamiento de algunos individuos, sin proceder a suspenderlo. Y aunque el establecimiento “oficial” de la fiesta en Cartagena u otros lugares no se ha documentado, podría sospecharse que fue en Cartagena de Indias donde se plantaron las primeras raíces del carnaval vernáculo europeo de máscaras y harina, y donde se inició la confluencia festiva de las etnias aborígenes y de las descendientes de los africanos, en un marco de fiesta mundana.