- Botero esculturas (1998)
- Salmona (1998)
- El sabor de Colombia (1994)
- Wayuú. Cultura del desierto colombiano (1998)
- Semana Santa en Popayán (1999)
- Cartagena de siempre (1992)
- Palacio de las Garzas (1999)
- Juan Montoya (1998)
- Aves de Colombia. Grabados iluminados del Siglo XVIII (1993)
- Alta Colombia. El esplendor de la montaña (1996)
- Artefactos. Objetos artesanales de Colombia (1992)
- Carros. El automovil en Colombia (1995)
- Espacios Comerciales. Colombia (1994)
- Cerros de Bogotá (2000)
- El Terremoto de San Salvador. Narración de un superviviente (2001)
- Manolo Valdés. La intemporalidad del arte (1999)
- Casa de Hacienda. Arquitectura en el campo colombiano (1997)
- Fiestas. Celebraciones y Ritos de Colombia (1995)
- Costa Rica. Pura Vida (2001)
- Luis Restrepo. Arquitectura (2001)
- Ana Mercedes Hoyos. Palenque (2001)
- La Moneda en Colombia (2001)
- Jardines de Colombia (1996)
- Una jornada en Macondo (1995)
- Retratos (1993)
- Atavíos. Raíces de la moda colombiana (1996)
- La ruta de Humboldt. Colombia - Venezuela (1994)
- Trópico. Visiones de la naturaleza colombiana (1997)
- Herederos de los Incas (1996)
- Casa Moderna. Medio siglo de arquitectura doméstica colombiana (1996)
- Bogotá desde el aire (1994)
- La vida en Colombia (1994)
- Casa Republicana. La bella época en Colombia (1995)
- Selva húmeda de Colombia (1990)
- Richter (1997)
- Por nuestros niños. Programas para su Proteccion y Desarrollo en Colombia (1990)
- Mariposas de Colombia (1991)
- Colombia tierra de flores (1990)
- Los países andinos desde el satélite (1995)
- Deliciosas frutas tropicales (1990)
- Arrecifes del Caribe (1988)
- Casa campesina. Arquitectura vernácula de Colombia (1993)
- Páramos (1988)
- Manglares (1989)
- Señor Ladrillo (1988)
- La última muerte de Wozzeck (2000)
- Historia del Café de Guatemala (2001)
- Casa Guatemalteca (1999)
- Silvia Tcherassi (2002)
- Ana Mercedes Hoyos. Retrospectiva (2002)
- Francisco Mejía Guinand (2002)
- Aves del Llano (1992)
- El año que viene vuelvo (1989)
- Museos de Bogotá (1989)
- El arte de la cocina japonesa (1996)
- Botero Dibujos (1999)
- Colombia Campesina (1989)
- Conflicto amazónico. 1932-1934 (1994)
- Débora Arango. Museo de Arte Moderno de Medellín (1986)
- La Sabana de Bogotá (1988)
- Casas de Embajada en Washington D.C. (2004)
- XVI Bienal colombiana de Arquitectura 1998 (1998)
- Visiones del Siglo XX colombiano. A través de sus protagonistas ya muertos (2003)
- Río Bogotá (1985)
- Jacanamijoy (2003)
- Álvaro Barrera. Arquitectura y Restauración (2003)
- Campos de Golf en Colombia (2003)
- Cartagena de Indias. Visión panorámica desde el aire (2003)
- Guadua. Arquitectura y Diseño (2003)
- Enrique Grau. Homenaje (2003)
- Mauricio Gómez. Con la mano izquierda (2003)
- Ignacio Gómez Jaramillo (2003)
- Tesoros del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario. 350 años (2003)
- Manos en el arte colombiano (2003)
- Historia de la Fotografía en Colombia. Museo de Arte Moderno de Bogotá (1983)
- Arenas Betancourt. Un realista más allá del tiempo (1986)
- Los Figueroa. Aproximación a su época y a su pintura (1986)
- Andrés de Santa María (1985)
- Ricardo Gómez Campuzano (1987)
- El encanto de Bogotá (1987)
- Manizales de ayer. Album de fotografías (1987)
- Ramírez Villamizar. Museo de Arte Moderno de Bogotá (1984)
- La transformación de Bogotá (1982)
- Las fronteras azules de Colombia (1985)
- Botero en el Museo Nacional de Colombia. Nueva donación 2004 (2004)
- Gonzalo Ariza. Pinturas (1978)
- Grau. El pequeño viaje del Barón Von Humboldt (1977)
- Bogotá Viva (2004)
- Albergues del Libertador en Colombia. Banco de la República (1980)
- El Rey triste (1980)
- Gregorio Vásquez (1985)
- Ciclovías. Bogotá para el ciudadano (1983)
- Negret escultor. Homenaje (2004)
- Mefisto. Alberto Iriarte (2004)
- Suramericana. 60 Años de compromiso con la cultura (2004)
- Rostros de Colombia (1985)
- Flora de Los Andes. Cien especies del Altiplano Cundi-Boyacense (1984)
- Casa de Nariño (1985)
- Periodismo gráfico. Círculo de Periodistas de Bogotá (1984)
- Cien años de arte colombiano. 1886 - 1986 (1985)
- Pedro Nel Gómez (1981)
- Colombia amazónica (1988)
- Palacio de San Carlos (1986)
- Veinte años del Sena en Colombia. 1957-1977 (1978)
- Bogotá. Estructura y principales servicios públicos (1978)
- Colombia Parques Naturales (2006)
- Érase una vez Colombia (2005)
- Colombia 360°. Ciudades y pueblos (2006)
- Bogotá 360°. La ciudad interior (2006)
- Guatemala inédita (2006)
- Casa de Recreo en Colombia (2005)
- Manzur. Homenaje (2005)
- Gerardo Aragón (2009)
- Santiago Cárdenas (2006)
- Omar Rayo. Homenaje (2006)
- Beatriz González (2005)
- Casa de Campo en Colombia (2007)
- Luis Restrepo. construcciones (2007)
- Juan Cárdenas (2007)
- Luis Caballero. Homenaje (2007)
- Fútbol en Colombia (2007)
- Cafés de Colombia (2008)
- Colombia es Color (2008)
- Armando Villegas. Homenaje (2008)
- Manuel Hernández (2008)
- Alicia Viteri. Memoria digital (2009)
- Clemencia Echeverri. Sin respuesta (2009)
- Museo de Arte Moderno de Cartagena de Indias (2009)
- Agua. Riqueza de Colombia (2009)
- Volando Colombia. Paisajes (2009)
- Colombia en flor (2009)
- Medellín 360º. Cordial, Pujante y Bella (2009)
- Arte Internacional. Colección del Banco de la República (2009)
- Hugo Zapata (2009)
- Apalaanchi. Pescadores Wayuu (2009)
- Bogotá vuelo al pasado (2010)
- Grabados Antiguos de la Pontificia Universidad Javeriana. Colección Eduardo Ospina S. J. (2010)
- Orquídeas. Especies de Colombia (2010)
- Apartamentos. Bogotá (2010)
- Luis Caballero. Erótico (2010)
- Luis Fernando Peláez (2010)
- Aves en Colombia (2011)
- Pedro Ruiz (2011)
- El mundo del arte en San Agustín (2011)
- Cundinamarca. Corazón de Colombia (2011)
- El hundimiento de los Partidos Políticos Tradicionales venezolanos: El caso Copei (2014)
- Artistas por la paz (1986)
- Reglamento de uniformes, insignias, condecoraciones y distintivos para el personal de la Policía Nacional (2009)
- Historia de Bogotá. Tomo I - Conquista y Colonia (2007)
- Historia de Bogotá. Tomo II - Siglo XIX (2007)
- Academia Colombiana de Jurisprudencia. 125 Años (2019)
- Duque, su presidencia (2022)
Introducción
Iván Duque Márquez, foto oficial de su presidencia.
Iván Duque Márquez toma juramento a la vicepresidenta Martha Lucía Ramírez. Bogotá, 7 de agosto de 2018.
Iván Duque Márquez, alto funcionario del BID, Banco Interamericano de Desarrollo. Washington D.C.
El senador de la República, en su oficina, Bogotá.
Iván Duque Márquez y el expresidente Álvaro Uribe Vélez, en actividades durante la campaña electoral de 2017.
Con Álvaro Uribe Vélez y Ernesto Macías, presidente del Senado, en un desayuno con las bancadas de los partidos Centro Democrático, Mira y Colombia Justa y Libre. Salón Bolívar, Casa de Nariño. Bogotá, 2 de octubre de 2018.
Elegido como candidato presidencial por el Centro Democrático el 10 de diciembre de 2017, Duque desarrolló una intensa campaña electoral por todas las regiones del país.
Elegido como candidato presidencial por el Centro Democrático el 10 de diciembre de 2017, Duque desarrolló una intensa campaña electoral por todas las regiones del país.
Elegido como candidato presidencial por el Centro Democrático el 10 de diciembre de 2017, Duque desarrolló una intensa campaña electoral por todas las regiones del país.
Elegido como candidato presidencial por el Centro Democrático el 10 de diciembre de 2017, Duque desarrolló una intensa campaña electoral por todas las regiones del país.
Intervención de Iván Duque en el debate presidencial, acompañado por los demás candidatos: Humberto de la Calle, Gustavo Petro, Sergio Fajardo y Germán Vargas.
Campaña presidencial de 2018: Iván Duque acompañado por Nohra Puyana de Pastrana, Andrés Pastrana, Martha Lucía Ramírez, Carlos Holmes Trujillo, Juliana Márquez y la familia Duque Ruiz.
Iván Duque Márquez recibe el apoyo de las multitudes durante su campaña electoral.
Iván Duque Escobar, Juliana Márquez Tono y sus hijos Iván y Andrés.
Iván Duque Márquez el día de su boda con María Juliana Ruiz Sandoval, los acompañan Iván Duque Escobar y Juliana Márquez. Bogotá, 2013.
Iván Duque Márquez y María Juliana Ruiz y sus hijos, Eloísa, Luciana y Matías, camino al Capitolio Nacional, el día de su posesión presidencial. 7 de agosto de 2018.
Primer gabinete y altos funcionarios del presidente Duque. De izquierda a derecha: Ministros de Salud, Juan Pablo Uribe; de Justicia, Gloria Ma. Borrero; de Transportes, Ángela María Osorio; de Trabajo, Alicia Arango; Gloria Alonso, directora del Departamento Nacional de Planeación; ministro de Medio ambiente, Ricardo
El 7 de agosto de 2018, entre vendavales, Iván Duque Márquez asumió la Presidencia de la República de Colombia. A sus 41 años, recién cumplidos, el bogotano se convirtió en el cuadragésimo primer presidente del país. Los vientos borrascosos de esa tarde presagiaron el clima político de los próximos cuatros años, tras la firma de un acuerdo con la guerrilla de las FARC, que, en lugar de paz, había profundizado las heridas que décadas de violencia dejaron en el alma de los colombianos.
En los meses que antecedieron el Plebiscito, la nación colombiana había experimentado una fractura propia de las décadas de la violencia partidista, con el agravante de un nuevo escenario de confrontación: las redes sociales. La falsa disyuntiva entre “amigos” y “enemigos” de la paz, planteada por políticos sectarios, había conseguido que millones de familias dejaran de compartir la mesa, que amistades de toda la vida se retiraran el saludo. Esta agitación nacional era exacerbada por políticos radicales de derecha y de izquierda, que pescaban adeptos promoviendo odios y que poco se detenían a pensar en la veracidad de sus afirmaciones, ataques o respuestas. Por ello, era tan importante una persona sosegada y estudiosa que tuviera el valor de defender su posición, sin acudir al camino fácil de la mentira. La voz de Iván Duque fue importante porque hizo la tarea y esgrimió argumentos, no cayó en la tentación del insulto y, con su conocimiento al detalle de la letra pequeña del Acuerdo de la Habana, puso de relieve el defecto fundamental que contenía: no puede haber paz sin justicia, ni perdón sin verdad, y la justicia y la verdad no son valores a medias. Colombia no iba a pasar sus páginas de violencia sobre los hombros de la impunidad, por más espectáculos que se montaran en los teatros políticos.
Con la victoria del No, la carrera presidencial de Duque tomó forma. Ahora, además del senador juicioso que había sido reconocido como el mejor entre sus compañeros congresistas, tenía un factor diferenciador. Duque representaba la nueva generación de una centroderecha que creía en la seguridad, no estaba atada a los nudos de la política tradicional y le apostaba a un sector privado dinámico que evolucionara sobre su convicción de que el mayor recurso del país son los colombianos y su talento. En su discurso de posesión, Duque aseguró:
Hoy llega a la Presidencia de Colombia una nueva generación, motivada por el servicio y no por el ejercicio vanidoso del poder, comprometida con el futuro y sin anclas y prejuicios en el pasado, inspirada en la justicia social y en la seguridad como el cimiento de nuestras libertades, y dedicada a promover el entendimiento, el trabajo en equipo y la construcción de consensos. Es una generación llamada a gobernar libre de odios, de revanchas, de mezquindades y con el mandato de millones de compatriotas de hacer de nuestro país una tierra grande donde los símbolos de nuestro tricolor retomen su significado.
La renovación que personificaba Iván Duque era una apuesta por una Colombia del siglo XXI, donde se protegiera el medio ambiente, se invirtiera en la educación, se conectara a los colombianos con el mundo, se creyera en el poder transformativo de la cultura y se mirara hacia el futuro con optimismo. Esta innovación de la política se dio dentro del llamado “uribismo”, desde donde Duque, si bien se destacaba como el alumno aventajado, gracias a su inteligencia emocional y su habilidad política, tendió puentes y tejió lazos para establecer alianzas con otros sectores que también le apostaran a una agenda de legalidad, emprendimiento y equidad.
Así, su figura política emergió de la mano de Álvaro Uribe Vélez, el ícono político trascendental de las primeras dos décadas del siglo XX en Colombia. A Uribe lo conoció a la distancia durante sus días como activista del Partido Liberal y, más adelante, cuando se desempeñaba como representante de Colombia ante el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Sin embargo, su primer contacto directo se dio cuando Uribe fue designado como vicepresidente de un panel de la Organización de las Naciones Unidad (ONU), creado por Ban Ki Moon, para investigar un incidente entre los estados de Turquía e Israel, en mayo de 2010, por cuenta de una “flotilla humanitaria”, de origen turco, que fue interceptada por fuerzas israelíes con desafortunadas consecuencias. Para ejecutar su labor como miembro del panel, Uribe invitó a Duque a ser su asesor, convencido por los excelentes resultados que había mostrado en su paso por el BID.
A partir de ese encuentro profesional, Uribe y Duque entablaron una amistad y una confianza que cimentó su trabajo político común. En su discurso de posesión, Iván Duque honró la figura de uno de sus grandes mentores:
Para mí, es imposible terminar este discurso sin rendirle un homenaje a este Congreso, donde pasé los últimos años de mi vida pública, donde tuve el honor y el privilegio de trabajar al lado de quien me invitó a rendirle ese servicio a la Patria, el expresidente y amigo Álvaro Uribe Vélez. Gracias por su servicio a la Patria.
La aspiración presidencial de Iván Duque como candidato del Partido Centro Democrático se oficializó el 10 de diciembre de 2017. Con el apoyo de dicho partido, inició su campaña formal dentro de las consultas partidistas y movimientos de la centroderecha. En dicha consulta, Duque compitió con la experimentada Marta Lucía Ramírez, candidata del Partido Conservador, quien contaba con una larga y exitosa carrera profesional en la que se destacaban su paso por los ministerios de Comercio Exterior y Defensa, su gestión como embajadora ante el gobierno de Francia y su notable paso por el Senado de la República. También competía Alejandro Ordoñez, exprocurador general de la Nación y exconsejero de Estado, quien participaba a nombre de un movimiento de posiciones de derecha religiosa. Esta consulta abierta, en la que podían votar todos los ciudadanos mayores de edad, recogía implícitamente las fuerzas políticas, sociales y cívicas que habían votado por el No en el plebiscito a los acuerdos de la Habana. No era menor el hecho de que los candidatos con mayor opción en la consulta fueran los que más serenamente habían desnudado los defectos de lo acordado por el gobierno saliente y la extinta guerrilla de las FARC-EP.
Iván Duque y Marta Lucía Ramírez habían formulado críticas constructivas al Acuerdo Final, eran unos convencidos de la necesidad de terminar, de una vez por todas, con los últimos vestigios de la violencia partidista que había azotado al país durante décadas, y también entendían que, para lograr una paz real, estable y duradera, este no podía contener impunidad de facto para los responsables de delitos de lesa humanidad. También propendían por un acuerdo que contuviera una verdadera reparación a las víctimas por parte de los victimarios, que implicaba una verdad seria y profunda. Así mismo, creían que era imprescindible que no se premiara la violencia contra niños, niñas y adolescentes con asientos de poder político y que no se negociaran los principios fundamentales del Estado de Derecho. Colombia estaba dispuesta a perdonar los horrores de la violencia, pero no a laurear a quienes habían optado por el camino de la violencia, en lugar de la justicia. Esta reflexión, que unía a Duque y a Ramírez, fue la semilla de su propuesta de cambio cuando, luego de la consulta que Duque ganó con más de 4 millones de votos, seguido por Ramírez, con casi 2 millones, se convirtieran en la fórmula presidencial que enfrentaría a los candidatos del establecimiento en el poder y a la extrema izquierda.
Duque, el presidente, y Ramírez, la vicepresidente, consolidaron lo mejor de la centroderecha e ilusionaron al país con una promesa de cambio sereno, lucha contra la corrupción y desarrollo económico, social y cultural centrada en la equidad como condición de posibilidad de la prosperidad.
Fijada la fórmula presidencial, la campaña demandó una gran destreza política y humana. Duque se enfrentó a candidatos con vastas maquinarias políticas y amplios pergaminos en la vida pública, pero, sobre todo, encaró la novedad de las redes sociales, llenas de ‘fake news’, una prensa tradicional adversa y adepta al régimen que buscaba perpetuarse en el poder, y un discurso de agitación social que miraba hacia el pasado para crispar los odios políticos.
Fue una campaña que transmitió la forma de ser de Iván Duque: en la calle, tendiendo la mano, mirando a los ojos, escuchando y hablando con todas las personas y todos los sectores. Con el megáfono de Uribe, la experiencia de Ramírez, la capacidad gerencial de Luis Guillermo Echeverry y el consejo de sus amigos y aliados, Duque encontró los caminos para que resonara su voz. Tal vez, el episodio más vibrante fue un debate en la ciudad de Barranquilla, el 5 de abril de 2018, en el que los candidatos más experimentados trataron de frivolizarlo por su juventud. Germán Vargas Lleras, exsenador y exministro del Gobierno de Juan Manuel Santos; Humberto de la Calle, exministro del Interior y negociador del Acuerdo con las FARC; Sergio Fajardo, exalcalde de Medellín y exgobernador de Antioquia; y Gustavo Petro, congresista por más de 20 años, se turnaron los ataques al novedoso candidato de la centroderecha. Uno a uno, se estrellaron con la solidez argumentativa y la habilidad retórica de Iván Duque. Esa habilidad para conversar y hacer valer sus ideas, sin acudir al insulto, fue recogida por todos los medios de comunicación y, como diría algún comentarista, le dejó claro al país que Iván Duque no era el pollo de Uribe, sino un gallo de pelea que iba a vencer en las elecciones.
El 27 de mayo de 2018, el binomio Duque-Ramírez ganó la primera vuelta presidencial con 7 569 693 votos, equivalentes al 39.14 % de los sufragios. Veinte días después, el 17 de junio, con 10 373 080 votos, equivalentes al 54 % de los sufragios, Duque, con la mayor votación de la historia, se convirtió en el presidente electo más joven de la historia reciente de Colombia.
En su gestión como presidente, Iván Duque, con su plan de desarrollo, Pacto Por Colombia, Pacto Por la Equidad, cumplió letra a letra con lo que prometió durante su campaña. Gobernó sin personalismos, contó con el primer gabinete paritario de la historia del país, apostó por una nueva forma de hacer política que buscara consensos, y siempre trató de enmendar la fractura social en la que se encontraba el país.
Los vientos de tempestad que acompañaron la posesión de Iván Duque simbolizaron el ímpetu con que había avanzado en su carrera política, al tiempo que avizoraron las tormentas que enfrentaría. Ese 7 de agosto, en ninguna parte del mundo se hablaba de una pandemia que se convertiría en el mayor desafío de la humanidad desde la Segunda Guerra Mundial, por su devastador impacto sobre la vida de los seres humanos en todos los rincones del planeta y sus incalculables efectos sociales y económicos. No se hablaba de la injerencia de potencias extranjeras en los procesos democráticos latinoamericanos y no había claridad con respecto a las dimensiones del fenómeno migratorio venezolano, que se convertiría en la crisis migratoria más grande de la historia del hemisferio. Tampoco se habían aclarado las consecuencias de una política laxa y permisiva contra el narcotráfico, que había conllevado el crecimiento descontrolado de los cultivos de coca y el asentamiento de su economía perversa en diversas zonas del país, al tiempo que permeaba todos los eslabones de las cadenas del delito y se preparaba para alentar movimientos sociales en procura del caos nacional.
Todos estos retos cayeron sobre los hombros de un colombiano de clase media, hijo de un servidor público profesional como Iván Duque Escobar, quien le había imprimido el carácter de su tierra antioqueña y la devoción por los asuntos públicos, e hijo de Juliana Márquez Tono, mujer tolimense fuerte, quien le había transmitido su interés por la publicidad y la comunicación como medio de acercar a las personas.
Ante todo, la responsabilidad de guiar la nación colombiana ahora reposaba sobre la espalda de Iván Duque, esposo de María Juliana Ruiz, su amor de toda la vida, y padre de Luciana, Matías y Eloísa. Nadie, nunca, podrá dimensionar el peso que cae sobre las familias presidenciales, como nadie, nunca, podrá entender la manera en que el fuego del hogar, ese refugio seguro, se convirtió en la piedra angular que le permitiría a un joven abogado, nacido sin los complejos de la violencia y convencido de que es posible un futuro para todos, dirigir una nación en uno de los momentos más difíciles de la historia de Colombia y el mundo. Cobijado por el amor de su familia, Iván Duque Márquez, a sus 41 años, fue el presidente que Colombia necesitaba para entrar al siglo XXI.
#AmorPorColombia
Introducción
Iván Duque Márquez, foto oficial de su presidencia.
Iván Duque Márquez toma juramento a la vicepresidenta Martha Lucía Ramírez. Bogotá, 7 de agosto de 2018.
Iván Duque Márquez, alto funcionario del BID, Banco Interamericano de Desarrollo. Washington D.C.
El senador de la República, en su oficina, Bogotá.
Iván Duque Márquez y el expresidente Álvaro Uribe Vélez, en actividades durante la campaña electoral de 2017.
Con Álvaro Uribe Vélez y Ernesto Macías, presidente del Senado, en un desayuno con las bancadas de los partidos Centro Democrático, Mira y Colombia Justa y Libre. Salón Bolívar, Casa de Nariño. Bogotá, 2 de octubre de 2018.
Elegido como candidato presidencial por el Centro Democrático el 10 de diciembre de 2017, Duque desarrolló una intensa campaña electoral por todas las regiones del país.
Elegido como candidato presidencial por el Centro Democrático el 10 de diciembre de 2017, Duque desarrolló una intensa campaña electoral por todas las regiones del país.
Elegido como candidato presidencial por el Centro Democrático el 10 de diciembre de 2017, Duque desarrolló una intensa campaña electoral por todas las regiones del país.
Elegido como candidato presidencial por el Centro Democrático el 10 de diciembre de 2017, Duque desarrolló una intensa campaña electoral por todas las regiones del país.
Intervención de Iván Duque en el debate presidencial, acompañado por los demás candidatos: Humberto de la Calle, Gustavo Petro, Sergio Fajardo y Germán Vargas.
Campaña presidencial de 2018: Iván Duque acompañado por Nohra Puyana de Pastrana, Andrés Pastrana, Martha Lucía Ramírez, Carlos Holmes Trujillo, Juliana Márquez y la familia Duque Ruiz.
Iván Duque Márquez recibe el apoyo de las multitudes durante su campaña electoral.
Iván Duque Escobar, Juliana Márquez Tono y sus hijos Iván y Andrés.
Iván Duque Márquez el día de su boda con María Juliana Ruiz Sandoval, los acompañan Iván Duque Escobar y Juliana Márquez. Bogotá, 2013.
Iván Duque Márquez y María Juliana Ruiz y sus hijos, Eloísa, Luciana y Matías, camino al Capitolio Nacional, el día de su posesión presidencial. 7 de agosto de 2018.
Primer gabinete y altos funcionarios del presidente Duque. De izquierda a derecha: Ministros de Salud, Juan Pablo Uribe; de Justicia, Gloria Ma. Borrero; de Transportes, Ángela María Osorio; de Trabajo, Alicia Arango; Gloria Alonso, directora del Departamento Nacional de Planeación; ministro de Medio ambiente, Ricardo
El 7 de agosto de 2018, entre vendavales, Iván Duque Márquez asumió la Presidencia de la República de Colombia. A sus 41 años, recién cumplidos, el bogotano se convirtió en el cuadragésimo primer presidente del país. Los vientos borrascosos de esa tarde presagiaron el clima político de los próximos cuatros años, tras la firma de un acuerdo con la guerrilla de las FARC, que, en lugar de paz, había profundizado las heridas que décadas de violencia dejaron en el alma de los colombianos.
En los meses que antecedieron el Plebiscito, la nación colombiana había experimentado una fractura propia de las décadas de la violencia partidista, con el agravante de un nuevo escenario de confrontación: las redes sociales. La falsa disyuntiva entre “amigos” y “enemigos” de la paz, planteada por políticos sectarios, había conseguido que millones de familias dejaran de compartir la mesa, que amistades de toda la vida se retiraran el saludo. Esta agitación nacional era exacerbada por políticos radicales de derecha y de izquierda, que pescaban adeptos promoviendo odios y que poco se detenían a pensar en la veracidad de sus afirmaciones, ataques o respuestas. Por ello, era tan importante una persona sosegada y estudiosa que tuviera el valor de defender su posición, sin acudir al camino fácil de la mentira. La voz de Iván Duque fue importante porque hizo la tarea y esgrimió argumentos, no cayó en la tentación del insulto y, con su conocimiento al detalle de la letra pequeña del Acuerdo de la Habana, puso de relieve el defecto fundamental que contenía: no puede haber paz sin justicia, ni perdón sin verdad, y la justicia y la verdad no son valores a medias. Colombia no iba a pasar sus páginas de violencia sobre los hombros de la impunidad, por más espectáculos que se montaran en los teatros políticos.
Con la victoria del No, la carrera presidencial de Duque tomó forma. Ahora, además del senador juicioso que había sido reconocido como el mejor entre sus compañeros congresistas, tenía un factor diferenciador. Duque representaba la nueva generación de una centroderecha que creía en la seguridad, no estaba atada a los nudos de la política tradicional y le apostaba a un sector privado dinámico que evolucionara sobre su convicción de que el mayor recurso del país son los colombianos y su talento. En su discurso de posesión, Duque aseguró:
Hoy llega a la Presidencia de Colombia una nueva generación, motivada por el servicio y no por el ejercicio vanidoso del poder, comprometida con el futuro y sin anclas y prejuicios en el pasado, inspirada en la justicia social y en la seguridad como el cimiento de nuestras libertades, y dedicada a promover el entendimiento, el trabajo en equipo y la construcción de consensos. Es una generación llamada a gobernar libre de odios, de revanchas, de mezquindades y con el mandato de millones de compatriotas de hacer de nuestro país una tierra grande donde los símbolos de nuestro tricolor retomen su significado.
La renovación que personificaba Iván Duque era una apuesta por una Colombia del siglo XXI, donde se protegiera el medio ambiente, se invirtiera en la educación, se conectara a los colombianos con el mundo, se creyera en el poder transformativo de la cultura y se mirara hacia el futuro con optimismo. Esta innovación de la política se dio dentro del llamado “uribismo”, desde donde Duque, si bien se destacaba como el alumno aventajado, gracias a su inteligencia emocional y su habilidad política, tendió puentes y tejió lazos para establecer alianzas con otros sectores que también le apostaran a una agenda de legalidad, emprendimiento y equidad.
Así, su figura política emergió de la mano de Álvaro Uribe Vélez, el ícono político trascendental de las primeras dos décadas del siglo XX en Colombia. A Uribe lo conoció a la distancia durante sus días como activista del Partido Liberal y, más adelante, cuando se desempeñaba como representante de Colombia ante el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Sin embargo, su primer contacto directo se dio cuando Uribe fue designado como vicepresidente de un panel de la Organización de las Naciones Unidad (ONU), creado por Ban Ki Moon, para investigar un incidente entre los estados de Turquía e Israel, en mayo de 2010, por cuenta de una “flotilla humanitaria”, de origen turco, que fue interceptada por fuerzas israelíes con desafortunadas consecuencias. Para ejecutar su labor como miembro del panel, Uribe invitó a Duque a ser su asesor, convencido por los excelentes resultados que había mostrado en su paso por el BID.
A partir de ese encuentro profesional, Uribe y Duque entablaron una amistad y una confianza que cimentó su trabajo político común. En su discurso de posesión, Iván Duque honró la figura de uno de sus grandes mentores:
Para mí, es imposible terminar este discurso sin rendirle un homenaje a este Congreso, donde pasé los últimos años de mi vida pública, donde tuve el honor y el privilegio de trabajar al lado de quien me invitó a rendirle ese servicio a la Patria, el expresidente y amigo Álvaro Uribe Vélez. Gracias por su servicio a la Patria.
La aspiración presidencial de Iván Duque como candidato del Partido Centro Democrático se oficializó el 10 de diciembre de 2017. Con el apoyo de dicho partido, inició su campaña formal dentro de las consultas partidistas y movimientos de la centroderecha. En dicha consulta, Duque compitió con la experimentada Marta Lucía Ramírez, candidata del Partido Conservador, quien contaba con una larga y exitosa carrera profesional en la que se destacaban su paso por los ministerios de Comercio Exterior y Defensa, su gestión como embajadora ante el gobierno de Francia y su notable paso por el Senado de la República. También competía Alejandro Ordoñez, exprocurador general de la Nación y exconsejero de Estado, quien participaba a nombre de un movimiento de posiciones de derecha religiosa. Esta consulta abierta, en la que podían votar todos los ciudadanos mayores de edad, recogía implícitamente las fuerzas políticas, sociales y cívicas que habían votado por el No en el plebiscito a los acuerdos de la Habana. No era menor el hecho de que los candidatos con mayor opción en la consulta fueran los que más serenamente habían desnudado los defectos de lo acordado por el gobierno saliente y la extinta guerrilla de las FARC-EP.
Iván Duque y Marta Lucía Ramírez habían formulado críticas constructivas al Acuerdo Final, eran unos convencidos de la necesidad de terminar, de una vez por todas, con los últimos vestigios de la violencia partidista que había azotado al país durante décadas, y también entendían que, para lograr una paz real, estable y duradera, este no podía contener impunidad de facto para los responsables de delitos de lesa humanidad. También propendían por un acuerdo que contuviera una verdadera reparación a las víctimas por parte de los victimarios, que implicaba una verdad seria y profunda. Así mismo, creían que era imprescindible que no se premiara la violencia contra niños, niñas y adolescentes con asientos de poder político y que no se negociaran los principios fundamentales del Estado de Derecho. Colombia estaba dispuesta a perdonar los horrores de la violencia, pero no a laurear a quienes habían optado por el camino de la violencia, en lugar de la justicia. Esta reflexión, que unía a Duque y a Ramírez, fue la semilla de su propuesta de cambio cuando, luego de la consulta que Duque ganó con más de 4 millones de votos, seguido por Ramírez, con casi 2 millones, se convirtieran en la fórmula presidencial que enfrentaría a los candidatos del establecimiento en el poder y a la extrema izquierda.
Duque, el presidente, y Ramírez, la vicepresidente, consolidaron lo mejor de la centroderecha e ilusionaron al país con una promesa de cambio sereno, lucha contra la corrupción y desarrollo económico, social y cultural centrada en la equidad como condición de posibilidad de la prosperidad.
Fijada la fórmula presidencial, la campaña demandó una gran destreza política y humana. Duque se enfrentó a candidatos con vastas maquinarias políticas y amplios pergaminos en la vida pública, pero, sobre todo, encaró la novedad de las redes sociales, llenas de ‘fake news’, una prensa tradicional adversa y adepta al régimen que buscaba perpetuarse en el poder, y un discurso de agitación social que miraba hacia el pasado para crispar los odios políticos.
Fue una campaña que transmitió la forma de ser de Iván Duque: en la calle, tendiendo la mano, mirando a los ojos, escuchando y hablando con todas las personas y todos los sectores. Con el megáfono de Uribe, la experiencia de Ramírez, la capacidad gerencial de Luis Guillermo Echeverry y el consejo de sus amigos y aliados, Duque encontró los caminos para que resonara su voz. Tal vez, el episodio más vibrante fue un debate en la ciudad de Barranquilla, el 5 de abril de 2018, en el que los candidatos más experimentados trataron de frivolizarlo por su juventud. Germán Vargas Lleras, exsenador y exministro del Gobierno de Juan Manuel Santos; Humberto de la Calle, exministro del Interior y negociador del Acuerdo con las FARC; Sergio Fajardo, exalcalde de Medellín y exgobernador de Antioquia; y Gustavo Petro, congresista por más de 20 años, se turnaron los ataques al novedoso candidato de la centroderecha. Uno a uno, se estrellaron con la solidez argumentativa y la habilidad retórica de Iván Duque. Esa habilidad para conversar y hacer valer sus ideas, sin acudir al insulto, fue recogida por todos los medios de comunicación y, como diría algún comentarista, le dejó claro al país que Iván Duque no era el pollo de Uribe, sino un gallo de pelea que iba a vencer en las elecciones.
El 27 de mayo de 2018, el binomio Duque-Ramírez ganó la primera vuelta presidencial con 7 569 693 votos, equivalentes al 39.14 % de los sufragios. Veinte días después, el 17 de junio, con 10 373 080 votos, equivalentes al 54 % de los sufragios, Duque, con la mayor votación de la historia, se convirtió en el presidente electo más joven de la historia reciente de Colombia.
En su gestión como presidente, Iván Duque, con su plan de desarrollo, Pacto Por Colombia, Pacto Por la Equidad, cumplió letra a letra con lo que prometió durante su campaña. Gobernó sin personalismos, contó con el primer gabinete paritario de la historia del país, apostó por una nueva forma de hacer política que buscara consensos, y siempre trató de enmendar la fractura social en la que se encontraba el país.
Los vientos de tempestad que acompañaron la posesión de Iván Duque simbolizaron el ímpetu con que había avanzado en su carrera política, al tiempo que avizoraron las tormentas que enfrentaría. Ese 7 de agosto, en ninguna parte del mundo se hablaba de una pandemia que se convertiría en el mayor desafío de la humanidad desde la Segunda Guerra Mundial, por su devastador impacto sobre la vida de los seres humanos en todos los rincones del planeta y sus incalculables efectos sociales y económicos. No se hablaba de la injerencia de potencias extranjeras en los procesos democráticos latinoamericanos y no había claridad con respecto a las dimensiones del fenómeno migratorio venezolano, que se convertiría en la crisis migratoria más grande de la historia del hemisferio. Tampoco se habían aclarado las consecuencias de una política laxa y permisiva contra el narcotráfico, que había conllevado el crecimiento descontrolado de los cultivos de coca y el asentamiento de su economía perversa en diversas zonas del país, al tiempo que permeaba todos los eslabones de las cadenas del delito y se preparaba para alentar movimientos sociales en procura del caos nacional.
Todos estos retos cayeron sobre los hombros de un colombiano de clase media, hijo de un servidor público profesional como Iván Duque Escobar, quien le había imprimido el carácter de su tierra antioqueña y la devoción por los asuntos públicos, e hijo de Juliana Márquez Tono, mujer tolimense fuerte, quien le había transmitido su interés por la publicidad y la comunicación como medio de acercar a las personas.
Ante todo, la responsabilidad de guiar la nación colombiana ahora reposaba sobre la espalda de Iván Duque, esposo de María Juliana Ruiz, su amor de toda la vida, y padre de Luciana, Matías y Eloísa. Nadie, nunca, podrá dimensionar el peso que cae sobre las familias presidenciales, como nadie, nunca, podrá entender la manera en que el fuego del hogar, ese refugio seguro, se convirtió en la piedra angular que le permitiría a un joven abogado, nacido sin los complejos de la violencia y convencido de que es posible un futuro para todos, dirigir una nación en uno de los momentos más difíciles de la historia de Colombia y el mundo. Cobijado por el amor de su familia, Iván Duque Márquez, a sus 41 años, fue el presidente que Colombia necesitaba para entrar al siglo XXI.