- Botero esculturas (1998)
- Salmona (1998)
- El sabor de Colombia (1994)
- Wayuú. Cultura del desierto colombiano (1998)
- Semana Santa en Popayán (1999)
- Cartagena de siempre (1992)
- Palacio de las Garzas (1999)
- Juan Montoya (1998)
- Aves de Colombia. Grabados iluminados del Siglo XVIII (1993)
- Alta Colombia. El esplendor de la montaña (1996)
- Artefactos. Objetos artesanales de Colombia (1992)
- Carros. El automovil en Colombia (1995)
- Espacios Comerciales. Colombia (1994)
- Cerros de Bogotá (2000)
- El Terremoto de San Salvador. Narración de un superviviente (2001)
- Manolo Valdés. La intemporalidad del arte (1999)
- Casa de Hacienda. Arquitectura en el campo colombiano (1997)
- Fiestas. Celebraciones y Ritos de Colombia (1995)
- Costa Rica. Pura Vida (2001)
- Luis Restrepo. Arquitectura (2001)
- Ana Mercedes Hoyos. Palenque (2001)
- La Moneda en Colombia (2001)
- Jardines de Colombia (1996)
- Una jornada en Macondo (1995)
- Retratos (1993)
- Atavíos. Raíces de la moda colombiana (1996)
- La ruta de Humboldt. Colombia - Venezuela (1994)
- Trópico. Visiones de la naturaleza colombiana (1997)
- Herederos de los Incas (1996)
- Casa Moderna. Medio siglo de arquitectura doméstica colombiana (1996)
- Bogotá desde el aire (1994)
- La vida en Colombia (1994)
- Casa Republicana. La bella época en Colombia (1995)
- Selva húmeda de Colombia (1990)
- Richter (1997)
- Por nuestros niños. Programas para su Proteccion y Desarrollo en Colombia (1990)
- Mariposas de Colombia (1991)
- Colombia tierra de flores (1990)
- Los países andinos desde el satélite (1995)
- Deliciosas frutas tropicales (1990)
- Arrecifes del Caribe (1988)
- Casa campesina. Arquitectura vernácula de Colombia (1993)
- Páramos (1988)
- Manglares (1989)
- Señor Ladrillo (1988)
- La última muerte de Wozzeck (2000)
- Historia del Café de Guatemala (2001)
- Casa Guatemalteca (1999)
- Silvia Tcherassi (2002)
- Ana Mercedes Hoyos. Retrospectiva (2002)
- Francisco Mejía Guinand (2002)
- Aves del Llano (1992)
- El año que viene vuelvo (1989)
- Museos de Bogotá (1989)
- El arte de la cocina japonesa (1996)
- Botero Dibujos (1999)
- Colombia Campesina (1989)
- Conflicto amazónico. 1932-1934 (1994)
- Débora Arango. Museo de Arte Moderno de Medellín (1986)
- La Sabana de Bogotá (1988)
- Casas de Embajada en Washington D.C. (2004)
- XVI Bienal colombiana de Arquitectura 1998 (1998)
- Visiones del Siglo XX colombiano. A través de sus protagonistas ya muertos (2003)
- Río Bogotá (1985)
- Jacanamijoy (2003)
- Álvaro Barrera. Arquitectura y Restauración (2003)
- Campos de Golf en Colombia (2003)
- Cartagena de Indias. Visión panorámica desde el aire (2003)
- Guadua. Arquitectura y Diseño (2003)
- Enrique Grau. Homenaje (2003)
- Mauricio Gómez. Con la mano izquierda (2003)
- Ignacio Gómez Jaramillo (2003)
- Tesoros del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario. 350 años (2003)
- Manos en el arte colombiano (2003)
- Historia de la Fotografía en Colombia. Museo de Arte Moderno de Bogotá (1983)
- Arenas Betancourt. Un realista más allá del tiempo (1986)
- Los Figueroa. Aproximación a su época y a su pintura (1986)
- Andrés de Santa María (1985)
- Ricardo Gómez Campuzano (1987)
- El encanto de Bogotá (1987)
- Manizales de ayer. Album de fotografías (1987)
- Ramírez Villamizar. Museo de Arte Moderno de Bogotá (1984)
- La transformación de Bogotá (1982)
- Las fronteras azules de Colombia (1985)
- Botero en el Museo Nacional de Colombia. Nueva donación 2004 (2004)
- Gonzalo Ariza. Pinturas (1978)
- Grau. El pequeño viaje del Barón Von Humboldt (1977)
- Bogotá Viva (2004)
- Albergues del Libertador en Colombia. Banco de la República (1980)
- El Rey triste (1980)
- Gregorio Vásquez (1985)
- Ciclovías. Bogotá para el ciudadano (1983)
- Negret escultor. Homenaje (2004)
- Mefisto. Alberto Iriarte (2004)
- Suramericana. 60 Años de compromiso con la cultura (2004)
- Rostros de Colombia (1985)
- Flora de Los Andes. Cien especies del Altiplano Cundi-Boyacense (1984)
- Casa de Nariño (1985)
- Periodismo gráfico. Círculo de Periodistas de Bogotá (1984)
- Cien años de arte colombiano. 1886 - 1986 (1985)
- Pedro Nel Gómez (1981)
- Colombia amazónica (1988)
- Palacio de San Carlos (1986)
- Veinte años del Sena en Colombia. 1957-1977 (1978)
- Bogotá. Estructura y principales servicios públicos (1978)
- Colombia Parques Naturales (2006)
- Érase una vez Colombia (2005)
- Colombia 360°. Ciudades y pueblos (2006)
- Bogotá 360°. La ciudad interior (2006)
- Guatemala inédita (2006)
- Casa de Recreo en Colombia (2005)
- Manzur. Homenaje (2005)
- Gerardo Aragón (2009)
- Santiago Cárdenas (2006)
- Omar Rayo. Homenaje (2006)
- Beatriz González (2005)
- Casa de Campo en Colombia (2007)
- Luis Restrepo. construcciones (2007)
- Juan Cárdenas (2007)
- Luis Caballero. Homenaje (2007)
- Fútbol en Colombia (2007)
- Cafés de Colombia (2008)
- Colombia es Color (2008)
- Armando Villegas. Homenaje (2008)
- Manuel Hernández (2008)
- Alicia Viteri. Memoria digital (2009)
- Clemencia Echeverri. Sin respuesta (2009)
- Museo de Arte Moderno de Cartagena de Indias (2009)
- Agua. Riqueza de Colombia (2009)
- Volando Colombia. Paisajes (2009)
- Colombia en flor (2009)
- Medellín 360º. Cordial, Pujante y Bella (2009)
- Arte Internacional. Colección del Banco de la República (2009)
- Hugo Zapata (2009)
- Apalaanchi. Pescadores Wayuu (2009)
- Bogotá vuelo al pasado (2010)
- Grabados Antiguos de la Pontificia Universidad Javeriana. Colección Eduardo Ospina S. J. (2010)
- Orquídeas. Especies de Colombia (2010)
- Apartamentos. Bogotá (2010)
- Luis Caballero. Erótico (2010)
- Luis Fernando Peláez (2010)
- Aves en Colombia (2011)
- Pedro Ruiz (2011)
- El mundo del arte en San Agustín (2011)
- Cundinamarca. Corazón de Colombia (2011)
- El hundimiento de los Partidos Políticos Tradicionales venezolanos: El caso Copei (2014)
- Artistas por la paz (1986)
- Reglamento de uniformes, insignias, condecoraciones y distintivos para el personal de la Policía Nacional (2009)
- Historia de Bogotá. Tomo I - Conquista y Colonia (2007)
- Historia de Bogotá. Tomo II - Siglo XIX (2007)
- Academia Colombiana de Jurisprudencia. 125 Años (2019)
- Duque, su presidencia (2022)
Los servicios
El servicio de telegrafía carecía deredes de transmisión dentro de las unidades militares y su intercomunicación se limitaba a sistemas de semáfora y alfabeto Morse, con limitación en su efectividad. Los servicios telegráficos y telefónicos eran transmisiones con códigos cifrados que no ofrecían seguridad.
General Amadeo Rodríguez con misioneros capuchinos y algunos oficiales. El servicio religioso se organizó sobre la infraestructura misional dependiente de la Prefectura Apostólica de Florencia.
El padre Florentino de Barcelona, misionero capuchino, con indígenas de la tribu Siona en Santa Cruz de Piñuña. Margen colombiana del rio Putumayo.
Sacerdotes misioneros capuchinos en una de las escuelitas regentadas por su comunidad en el alto Putumayo, en compañía del teniente Juan Lozano y Lozano y del soldado Juan Bautista Solarte Obando. Los misioneros españoles dieron amplio apoyo a los clérigos colombianos para sus funciones religiosas militares.
Pese ala improvisación general, las instalaciones hospitalarias cumplieron su función de manera notable en la zona de guerra.Hospitales Militares de Leticia y Primavera en 1933.
Pese a la improvisación general, las instalaciones hospitalarias cumplieron su función de manera notable en la zona de guerra.Hospitales Militares de Leticia y Primavera en 1933.
Caucaya, Puesto de Mando del Destacamento Putumayo, contó con hospital militar.
Por su proximidad al Teatro de Guerra, Garzón sirvió de sede a un centro de la Cruz Roja.
Embarcaciones menores de todo tipo y diferentes medios de propulsión suplieron la carencia de navegación militar proporcionada a las demandas de la situación en el alto Putumayo, merced al generoso aporte de la población civil colombiana.
Por muchos años la mochila clásica de la Infantería alemana fue el equipo habitual del Ejército colombiano, con cubierta de piel de res, marmita y cantimplora de estaño y carpa enrollada en contorno.
Estación inalámbrica de Florencia, Caquetá. Rápidamente se extendieron las comunicaciones
Tarapacá sobre el río Putumayo al norte del Trapecio Amazónico.
Los caminos de montaña fueron las únicas vías hacia el Teatro de Guerra. El abastecimiento de las tropas se hacía muy difícil.
La difícil penetración hacia el Teatro de Guerra, se refleja en la entrada a Puerto Umbría, la construcción de un puente y la apertura de la trocha La Tagua Caucaya.
La difícil penetración hacia el Teatro de Guerra, se refleja en la entrada a Puerto Umbría, la construcción de un puente y la apertura de la trocha La Tagua Caucaya.
La difícil penetración hacia el Teatro de Guerra, se refleja en la entrada a Puerto Umbría, la construcción de un puente y la apertura de la trocha La Tagua Caucaya.
Con rapidez asombrosa para una época en la que la maquinaria no reemplazaba aún al músculo, se construyeron las carreteras de comunicación con el Teatro de Guerra. De Neiva a Florencia y de Pasto a Puerto Asís se tendieron en pocos meses vías que reemplazaron los primitivos caminos de herradura. Parte del personal que construyó el tramo Puerto Umbría‑Puerto Asís: arriba, izquierda, contador Armando Camacho, ingeniero Paredes, abajo centro izquierda, ingeniero Villamil.
Primera escuela en Leticia, Amazonas, 1933.
Primera página de El Tiempo de Bogotá, 18 de septiembre de 1932.
Texto de: Brigadier General, José Jaime Rodríguez R.
Introducción
La Logística, como importante rama de la Ciencia Militar, tuvo inherencia definitiva desde la iniciación misma del conflicto hasta la desmovilización de las fuerzas empeñadas durante esta emergencia.
Destinada a satisfacer las exigencias de las operaciones militares y a suplir en forma adecuada las necesidades de las tropas combatientes, conviene precisar que las formaciones encargadas de cumplir esas tareas reciben el nombre genérico de Servicios y forman parte orgánica de los ejércitos comprometidos, en condición de escalones de apoyo que deben funcionar correctamente y bajo cualesquiera situaciones y condiciones de terreno y tiempo, con la oportunidad y eficiencia impuestas por las circunstancias.? (Ver Organigrama General Ciencia Militar).
Hablar de los servicios en la Campaña del Sur o Conflicto Colombo?Peruano de 1932-34 es, por lo tanto, hacer referencia a la forma como se atendieron los requerimientos del combate y como fueron satisfechas las múltiples demandas impuestas para equilibrar balances de poder indispensables al éxito de las operaciones, frente a un enemigo que había tomado la iniciativa y, por lo mismo, se encontraba en ventaja inicial para imponer su voluntad.
Conviene, no obstante, anotar que sin duda el invasor peruano, antes de lanzar su ofensiva, tomó nota del estado precario de nuestro Ejército para la fecha de su asalto al puerto de Leticia y que con ello buscó desconocer el Tratado de límites Salomón?Lozano de 1922 y la entrega en 1930 de territorios canjeados, que el Perú consideraba propios.
Estas dos razones permiten señalar que, para el 1º de septiembre de 1932, la guarnición militar colombiana de Leticia había sido trasladada a El Encanto, antigua finca de la Casa Arana situada a unos 800 kilómetros de distancia sobre el río Caraparaná, desde el mes de febrero anterior, lo cual despertó los apetitos nacionalistas de reivindicación territorial de los atacantes, que tuvieron respaldo del gobierno peruano.
Lo anterior sirve como antecedente para señalar la situación de aislamiento de esas zonas selváticas, donde la inesperada emergencia nacional obligó a improvisarlo todo, por el abandono en que se hallaban y por carecer de conocimientos y habilidades sobre las cosas por hacer.
La instalación y sostenimiento de los servicios, por lo mismo, demandó inmensos costos y vencer dificultades muy grandes.
Líneas propias de comunicación
Antes de entrar al tema concreto de los Servicios conviene señalar que el primer requerimiento por cumplir, a fin de asegurarlos, fue establecer las Líneas de Comunicación que facilitarían las rutas de abastecimiento y evacuación, por las cuales podrían estabilizarse los flujos respectivos.
En nuestro caso? y habida consideración de que se organizaron dos Destacamentos que habrían de confluir, por rutas diferentes, al Teatro de Operaciones del Sur, resulta necesario señalar, en cada caso, las vías por las cuales se cumplieron los itinerarios respectivos.? Ellas fueron:
Destacamento del Putumayo
Organizado desde la capital de la República, tomó su nombre como referencia al río sureño donde desenvolvería su actividad administrativa. Tuvo por centro de gravedad la ciudad de Florencia en la comisaría del Caquetá, desarrollando un eje de comunicaciones a través de: Venecia y Puerto Diago sobre el río
Orteguaza y Tres Esquinas -Peñas Blancas- Cariplaya- Puerto Boy y La Tagua, a orillas del río Caquetá, para unirse por tierra con Caucaya sobre la margen izquierda del río Putumayo.
Por tierra, Florencia se comunicaba con el centro del país por un camino de herradura que, arrancando de Venecia y pasando por esta ciudad, la unía con Gabinete y Guadalupe para seguir por carretera a Gigante, Neiva, Baraya, Girardot y Bogotá, integrando una red terrestre y fluvial que fue la ruta de abastecimiento y evacuación para este Destacamento.
Destacamento del Amazonas
A diferencia del anterior, este Destacamento tuvo proyección internacional por razón de su desplazamiento y zonas de influencia administrativa durante el conflicto. Fue organizado en Barranquilla como puerto marítimo de señalada importancia donde se concentró la flotilla de guerra. Partiendo de dicha localidad, navegó por el Atlántico hacia el Este para penetrar por la desembocadura del río Amazonas, prosiguió aguas arriba hasta la confluencia del río Putumayo y por éste, también aguas arriba, capturó el puesto peruano instalado en Tarapacá, para continuar las operaciones según el desarrollo de la situación. Contó con dos ejes de comunicaciones: el río Amazonas hacia el Este, y el Putumayo hacia el Oeste, que facilitaron la utilización de una ruta de más de 1.500 kilómetros, con puntos de escala en Caucaya, Puerto Ospina, Puerto Asís, Mocoa y Pasto para los abastecimientos colombianos, permitiendo al propio tiempo apoyo desde Manaos en el Brasil, por intermedio del consulado colombiano en dicha localidad.
Por Pasto, en igual forma, se complementaba esta línea de comunicaciones con Tumaco, Buenaventura, Cal¡, Ibagué y Bogotá.
Descritas a muy grandes rasgos, las líneas de comuni-cacíones propias, se recalca que del interior del país y de Manaos, como fuentes principales de abastecimiento, provinieron los apoyos administrativos y que los principales centros de acopio en el frente de guerra fueron Florencia, La Tagua y Caucaya (hoy Puerto Leguízamo, en honor del héroe huilense, soldado Cándido Leguízamo).
Los servicios
Dado que las exigencias de la guerra no pueden atenderse parcialmente ?y lo fueron del todo en esta situación, dentro de las condiciones impuestas por las realidades de entonces al enfrentar un compromiso de armas inesperado y sorpresivo? se hace referencia aquí a los principales servicios atendidos durante el conflicto, a saber:
Reclutamiento y movilización
Sin mayor experiencia al respecto, por cuanto desde la guerra de los Mil Días (1899-1902) no se habían presentado movilizaciones militares, el fervor patriótico del pueblo colombiano facilitó la incorporación de reservas y de nuevos conscriptos, lo cual contribuyó a llenar las vacantes existentes en los cuerpos de tropa.
Todos los cuarteles del país se convirtieron, así, en centros de recepción y entrenamiento básico para el alistamiento y movilización general de las tropas a las Zonas de Operaciones del Teatro de Guerra.
Por lo que respecta a cuadros de oficiales y suboficiales, su incremento fue solucionado con reintegro a las filas de personal de la reserva y cursos especiales en las Escuelas de Formación, lo cual permitió estructurar las líneas de mando necesarias a nivel de Unidades Fundamentales y Tácticas.
Bastó que se decretara la Movilización a nivel nacional para que los colombianos, sin distingos ni reservas, se hicieran presentes en los sitios indicados facilitando así el reclutamiento.
A pesar de que, para entonces, el decreto No. 1842/31 había reducido el personal y recortado sensiblemente el presupuesto de guerra, la tarea de colonización militar en el sur del país, desde finales del mandato del presidente Miguel Abadía Méndez, había prosperado con la organización de unidades cooperativas agrícolas que despertaron el interés del gobierno del presidente Enrique Olaya Herrera (1930-1934), quien buscó establecerles rutas aéreas de transporte que facilitaron luego las tareas de movilización militar.
Servicio religioso castrense
Paralelo al servicio anterior y muy semejante en cuanto a la motivación patriótica despertada en el sentimiento general del pueblo colombiano, el Servicio Religioso Castrense, prestado por sacerdotes colombianos movilizados al Teatro de Operaciones junto con las tropas, puso un hálito de fe que alimentó la promesa de servicio a la patria, en la entrega de la propia vida si ello fuere exigido, en aras de la defensa de su honor mancillado sin razón.
La palabra sagrada en labios de hijos de Colombia, fue por ello fuerza espiritual que alentó a nuestros oficiales y tropas en todas las situaciones y acciones de peligro y en las citas del combate, donde la cruz en manos de nuestros sacerdotes corrió pareja con el fusil del combatiente, verdadero haz de conciencias en la justicia de la causa defendida... Allí hizo eco el verbo inconfundible del R.P. Pedro Pablo Galindo (q.e.p.d.), años después capellán general del Ejército, monseñor y brigadier general honorario de la Fuerza.
Organizado este servicio desde Bogotá, obtuvo de la Curia Diocesana ciertas dispensas especiales para su ejercicio espiritual en campaña y administración sacra-mental en situaciones especiales, en las que los oficios rituales debieron tomar carácter de improvisación por las imposiciones del momento. Como Prefectura Apostólica del Obispado de Florencia, la zona que cubría el Teatro de Operaciones era región de catequesis a cargo de misioneros capuchinos españoles, quienes otorgaron amplio apoyo a nuestros clérigos para llevar a buen término su misión evangelizadora y su ministerio sacerdotal.
En este menester quedó también a cargo del Servicio Religioso Castrense la administración del cementerio de campaña en Tarapacá, a fin de asegurar el sepelio de los muertos y el registro respectivo de sepulturas. Aunque reducido en número, el grupo de capellanes castrenses desarrolló una vasta obra espiritual muy significativa para las tropas, contribuyendo a mantener en alto su fortaleza y su disposición de servicio y sacrificio incondicional, en favor de las misiones por cumplir y en las difíciles situaciones de incomodidad y riesgos derivados de la vida de campaña.
En aquellas unidades que contaron con sus propios capellanes, compartieron éstos, hombro a hombro, las vicisitudes de la guerra con los combatientes, convirtiéndose en ejemplos de disciplina y fortaleza espiritual, por sus virtudes y adaptación a los rigores impuestos por las circunstancias.
Sanidad
Creado en abril de 1931, el Departamento de Sanidad Militar, como repartición autónoma dependiente del Ministerio de Guerra, facilitó el desarrollo del Servicio permitiendo su estructuración y funcionamiento adecuados.
El decreto 89/32 determinó la organización técnica del Departamento, quedando bajo la asesoría científica de un Cuerpo Consultivo Superior creado por decreto 1560/32, para orientar la higiene militar en todo el país, lo cual constituyó apoyo positivo para reducir los índices de mortalidad, hospitalización y control de enfermedades en los cuarteles de la república.
La obra colonizadora militar, que por entonces se adelantaba exitosamente en la Amazonia colombiana, facilitó que hasta allí llegara la acción sanitaria, la cual recibió pleno apoyo del gobierno y concurso decidido del cuerpo médico y científico con que contaba el país al producirse la movilización hacia estas regiones, donde paludismo, tifoidea, fiebre recurrente, pian, beriberi, amibiasis y enfermedades gastrointestinales, eran causa de epidemias e infecciones que afectaban la disponibilidad del combatiente.
Declarada como zona de guerra la región amazónica limítrofe con el Perú el Servicio de Sanidad cobró allí singular importancia en salubridad ambiental y personal, cuidado de enfermos y atención de emergencias ocasionadas en la campaña. Bajo la diligente dirección del doctor José Vicente Huertas y la inmediata colaboración de los doctores Jorge Esguerra López y Darío Cadena, se desarrolló una tarea sanitaria sin precedentes en el sur del país, la que abarcó pormenores de higiene y prevención como base del alistamiento general de las tropas.
Cada una de las unidades movilizadas contó con su equipo de oficiales de sanidad y enfermeros de reconocida competencia, complementado con dotaciones suficientes de drogas y elementos que fueron ampliando la cobertura sanitaria, con el establecimiento de almacenes o depósitos y hospitales de campaña en los sitios más indicados.
Con la ayuda de la Cruz Roja Nacional se abrió un hospital médico-quirúrgico en Potosí sobre el río Putumayo, y se asignaron suficientes médicos y apoyos para cada buque, a la vez que se habilitó un hospital flotante en el transporte Nariño, atendiendo así consultas, tratamientos y servicios de urgencias. A los pocos meses se instalaron enfermerías bien dispuestas, con salas de esterilización y de cirugía, laboratorios clínicos para bacteriología y entomología, salas de curaciones y lavados, protegidas, y máquinas de lavar y planchar que mucha ayuda dispensaron a las tropas.
Para finales de 1932, se contaba también con hospitales de campaña en Puerto Asís y Caucaya, que fueron atendidos por las Hermanas de San Vicente de Paúl, y por las Madres Franciscanas, según contrato celebrado con el obispo del Putumayo.
Para junio de 1933, se habían instalado puestos de socorro en Umbría-Urquisique, Mocoa, Sachamates, San Francisco, Sibundoy, Santiago y El Encanto, atendidos todos por médicos y enfermeros expertos y con buenas dotaciones de drogas y elementos sanitarios... Al lado del Servicio Médico, funcionó con igual efectividad la rama odontológica. A medida que las circunstancias lo fueron permitiendo, el Servicio extendió su obra de saneamiento ambiental y cuidados personales a sitios como Peñablanca, Calderón, Tarqui, Pubenza y Tarapacá, y fue habilitado un hospital para recuperación en Primavera, sobre el río Orteguaza, y un sitio de descanso y tratamiento ambulatorio en Gabinete, en estribaciones de la cordillera entre Florencia y Neiva. También otro hospital de campaña en La Tagua.
Esta infraestructura sanitaria sentó las bases para que, al terminar el conflicto, quedaran estas zonas incorporadas a los servicios de salud del país, con gran provecho para las poblaciones indígenas y blancas de la región. Más de 70 profesionales médicos y centenares de paramédicos y religiosas, dan testimonio de un heroico servicio prestado a las Fuerzas Militares en este conflicto. Ante la imposibilidad de recoger sus nombres rendimos sincera admiración a todos ellos exaltando la memoria del doctor Lee Eduardo Ayala (q.e.p.d.), uno de los primeros en marchar al frente y primer médico muerto en accidente en el río Orteguaza, el 21 de octubre de 1933.
Material de Guerra
Ocupados inicialmente del hombre en sus obvias necesidades físicas y espirituales, se cubre a continuación el apoyo material de la campaña, a efecto de tratar sucintamente los temas relacionados con los implementos materiales que definen el poder de combate de los ejércitos y demás fuerzas comprometidas.
Se parte para ello del antecedente que determinó el traslado de los cañoneros Cartagena y Santa Marta del puerto de Santa Cruz en el río Magdalena, al de Caucaya en el Putumayo, en agosto de 1931. Fueron éstas las unidades centrales de la flotilla de guerra del Amazonas, Putumayo y Caquetá, con base inicial en aquel último puerto, junto con su comando respectivo.
Para refuerzo armado de los buques adquiridos para la Expedición Amazónica, se compraron tres cañones Boffors de 75 mm, seis cañones antiaéreos marca Oerlikon, tres cabrestantes y un slip completo para reparaciones. Se compraron, igualmente, treinta lanchas pequeñas de dos toneladas para motor semi-diesel Seffles a la Empresa Colombiana Unión Industrial, cuatro botes patrulleros para el Pacífico y el Putumayo, y al Brasil un buque hospital, el Yavarí. En cuanto al arma aérea del Ejército, origen de la Fuerza Aérea actual, su conformación como componente estructural de nuestras Fuerzas Militares arrancó de este conflicto, a lo largo del cual mostró su extraordinario poder de combate y amplio radio de acción, en muchos órdenes complementarios y de apoyo para las demás fuerzas comprometidas en la lucha.
A la fecha del asalto peruano a Leticia, se contaba únicamente con 11 aviones pequeños, de los cuales sólo siete estaban en condiciones de servicio y ninguno apto para operar en el Teatro Amazónico. Ello fue motivo para que el gobierno apelara a la ayuda inicial de la empresa comercial Scadta (Sociedad Colombo-Alemana de Transportes Aéreos), con cuyo material y pilotos se contó al principio para atender las operaciones de transporte y reconocimiento. Con criterio positivo, a la vez que con visión futurista, el gobierno no vaciló en adquirir el material aéreo indispensable para atender las exigencias del combate e imponer un poder disuasivo y de ataque, cuya efectividad contribuyó notablemente al logro de los éxitos de las operaciones anfibias adelantadas en Tarapacá y Güepí, donde tropas colombianas irrumpieron sobre las posiciones fortificadas enemigas, tomándolas heroicamente en el segundo caso, luego de los fuegos de preparación aéreos y de artillería.
Los primeros seis meses del conflicto permitieron importar numerosas máquinas de escuela, de observación, de bombardeo pesado y de transporte. Además, armamento aéreo, antiaéreo, municiones para el mismo y grandes cantidades de bombas, combustibles y aceites, con los cuales se pudieron atender victoriosamente todas las misiones asignadas.
De la pobre dotación inicial salió fortalecida el Arma Aérea al final del conflicto, con un completo equipo que la colocaba entre las más modernas y completas de combate de esa época.
El Ejército, por último, también presentaba serias deficiencias en sus dotaciones de armamento y municiones, pues se “carecía de cañones, caballos, material de ingenieros, material de tren, personal y material sanitario”... “La Artillería estuvo representada por cuatro cañones Herhardt para uso continuo en formaciones de parada, honores y mero exhibicionismo... La Caballería no tuvo caballos... Los Ingenieros y Tropas de Tren carecieron de los materiales indispensables para su preparación de guerra” ...”Con ese Ejército escaso de armas, de municiones, de equipos y de preparación, se vio obligado a iniciar operaciones de guerra, el 1º de septiembre de 1932, el presidente de la república”. 1.
Sin vacilaciones enfrentó, por ello, su necesaria dotación y alistamiento adecuado para cumplir la misión constitucional de garantizar la soberanía nacional.
Por decreto 2022/32 se organizó el Departamento de Material de Guerra a través del cual se logró dotar al Ejército de armas individuales, de acompañamiento y de apoyo mayor, mediante importación urgente de fusiles, ametralladoras livianas y pesadas, cañones, minas, municiones y elementos adicionales necesarios al mismo.
La Reforma Militar realizada en 1907 tuvo, por fin, realización plena a raíz de esta emergencia, que permitió dar forma y organización adecuada a unas Fuerzas Militares capaces de enfrentar la guerra.
Intendencia
Las dotaciones personales de vestuario, equipo y materiales varios de campaña (carpas, menaje, implementos de rancho y otros) tuvieron, por acción de este servicio, una ordenación adecuada que permitió atender en debida forma las necesidades del personal movilizado y de las unidades destacadas al Teatro de Operaciones.
En igual forma, el Servicio de Intendencia orientó la organización y funcionamiento de las primeras maestranzas militares para confección de uniformes, calzado, atalajes y equipos varios, las cuales fueron el inicio de los modernos talleres dé intendencia del Ejército y de las Industrias Militar, Naval y Aeronáutica, de alto nivel técnico y proyecciones de servicio al país.
Contribuyó igualmente el Servicio de Intendencia a mejorar los alojamientos, las dotaciones de campaña, los mobiliarios y enseres, obtención de víveres y vituallas para alimentación (muchos de ellos de las colonias militares recién creadas), lavado de ropa y elementos de aseo personal y de ambiente. También, por parte del
Servicio de Intendencia, se logró organizar los siguientes renglones administrativos:
- Adquisiciones y suministros de rutina y especiales. ? Dotaciones individuales y para almacenes de movilización.
- Equipos de campaña y apoyo general.
- Partes y piezas de repuesto para mantenimiento.
Transmisiones
Este Servicio carecía también de los elementos necesarios, en cuanto a equipos de campaña y locales se refiere, pudiéndose anotar que no existían redes de transmisión dentro de las unidades militares y que su intercomunicación apenas ensayaba grupos de palomas mensajeras y sistemas de semáfora y alfabeto Morse, con la consiguiente limitación en su efectividad. Los servicios telegráficos y telefónicos nacionales fueron los canales iniciales de transmisión con códigos cifrados que no ofrecían verdadero secreto y quedaban sujetos a las condiciones de tiempo y personal técnico civil para su instalación, cuidado y operación. La urgencia del momento y el compromiso de responder por la defensa nacional, impusieron el establecimiento de comunicaciones rápidas y seguras entre la capital, ciudades intermedias y frontera del Sur, para lo cual se apeló a la compra de una emisora local para convertirla en uso telegráfico en el sitio de concentración de tropas en Caucaya, junto con sus accesorios y generador de corriente alterna, lo cual demoró hasta diciembre/32, en que fue puesta al servicio una estación de 300 w y 45 metros de longitud.
Posteriormente, se instalaron en Caucaya y Puerto Boy los transmisores de telegrafía y telefonía que el gobierno había adquirido con destino a los cañoneros Cartagena y Santa Marta.
Redes de transmisión de campaña se fueron incrementando gradualmente, hasta conseguir su cubrimiento adecuado, lo mismo que instalación de estaciones en las bases más importantes, lográndose un perfecto enlace, en ondas larga y corta, entre Bogotá, Florencia, Caucaya, La Tagua, Tarapacá y El Encanto, servido por personal técnico colombiano incorporado a las Fuerzas Militares.
Remonta y veterinaria
La necesidad de ganado vacuno para suministro de leche y carne a las tropas, al igual que mular, caballar, porcino, lanar y animal de corral, hizo necesaria la implantación de este servicio que cumplió acertadamente las funciones de prevención y tratamiento de epidemias y enfermedades de los animales desplazados al Teatro de Operaciones con fines administrativos.
Sirvió ello para facilitar el suministro de ganados a los puestos destacados, al igual que para atender las dotaciones de las unidades montadas de Caballería y de Artillería, a fin de asegurar el cumplimiento de sus misiones de reconocimiento y apoyo de fuego.
Asignados grupos de médicos veterinarios y enferme ros de ganado, a cada uno de los Destacamentos se logró activar el Servicio de Remonta y Veterinaria con todas las facilidades y dotaciones de equipo y drogas.
El balance de este Servicio fue altamente favorable a los requerimientos de las operaciones militares y también como apoyo a las tropas, al facilitarles suministros oportunos y ayuda en muchos menesteres de trabajo cotidiano (transporte y acarreos en general).
Transportes
Contó en un principio este Servicio con una red limitada que obligó al desplazamiento elemental por tierra, agua y aire, para complementar las limitaciones ocasionadas por falta de vías del centro del país al frente sur y de líneas estables de navegación fluvial y aérea, por carencia de puertos y pistas de aterrizaje.
En igual forma, el servicio tuvo que apelar al hombre, mediante columnas de cargueros en la selva, atendidas por indígenas, soldados y colonos. A los ferrocarriles, usando las vías férreas existentes. Al parque automotor civil para las carreteras. A recuas de mulas para los caminos de herradura. Al transporte fluvial para zonas navegables con remolcadores y planchones. Y al transporte aéreo para movilización urgente de personal, servicio de correos, abastecimientos y evacuaciones de emergencia.
Un itinerario ideal por tierra saliendo de la capital, permitía llegar por ferrocarril y carretera hasta Baraya; por carretera solamente hasta Andalucía; por camino de herradura hasta Venecia y por vía fluvial, utilizando los ríos Orteguaza y Caquetá, hasta La Tagua. Otro itinerario utilizado se estableció partiendo de Bogotá por ferrocarril y carretera a Ibagué; carretera a Cal¡ y Buenaventura, y mar a Tumaco, y carretera a Pasto, para seguir por trocha a Sibundoy, Mocoa y Puerto Umbría, prosiguiendo de allí por aguas de un afluente al río Putumayo y por éste a Puerto Asís, Puerto Ospina y Caucaya.
Los transportes en este sentido quedaron subordinados a los medios y facilidades existentes, presentándose el caso de abastecimiento por ferrocarril hasta Baraya. Por automotores hasta Altamira. Por recuas de mulas hasta Venecia y por río en remolcadores con planchones y buques de transporte, alquilados, como las lanchas Huayna-Capac y Sinchi-Roca, por el río Putumayo. Por trocha se unieron luego La Tagua y Caucaya, para abrir así las rutas de transporte terrestre con Bogotá y Pasto, utilizando grandes trechos de los ríos Caquetá y Putumayo, respectivamente.
Otros servicios administrativos
Complementarios de los servicios referidos indispensables a las tropas y destinados a asegurar su capacidad física, equilibrio espiritual y poder de combate, otros de carácter administrativo fueron integrándose con el paso del tiempo y el desempeño de cargos y resultados operacionales de campaña. Entre éstos pueden citarse los siguientes:
- Servicios de Bienestar: licencias, permisos, correo, descansos.
- Servicios de Recreación: cine, comedia, musicales, artísticos.
- Servicios de Promoción: estímulos, ascensos, condecoraciones.
- Servicios de Integración: eventos deportivos, concursos, celebraciones.
- Servicios de Dirección: reemplazos, dotaciones especiales, cambios.
La intangibilidad de estos servicios, sus trascendentales influjo y resonancia moral, resaltan la importancia de fomentar todos aquellos órdenes que influyen en el ánimo de los combatientes y contribuyen a su mejor estar.
Conclusiones generales
Los Servicios aseguraron los apoyos requeridos por las tropas durante el conflicto, dando así continuidad a las operaciones militares, a fin de asegurar el éxito final de los empeños que impuso la Movilización Nacional. El inmenso esfuerzo demandado para consolidar la capacidad de combate de las tropas, contribuyó definitivamente a la estructuración de las Fuerzas Militares y a su coordinación e integración para el cumplimiento de la misión asignada.
La difícil emergencia enfrentada por el país, a raíz del conflicto de 1932?34, puso de presente la imperiosa necesidad de contar siempre con unas Fuerzas Militares debidamente organizadas y preparadas, desde tiempo de paz, para enfrentar la guerra.
Se puede afirmar, categóricamente, que todo triunfo militar en la guerra, en cuanto a su concepción estratégica y conducción operativa y táctica depende, en gran medida de los apoyos logísticos, prestados por los Servicios.
Las obras que hubo necesidad de adelantar para fijar las Rutas de Abastecimiento y Evacuación, durante el conflicto, facilitaron la incorporación de estas zonas a los programas de seguridad y desarrollo nacional.
#AmorPorColombia
Los servicios
El servicio de telegrafía carecía deredes de transmisión dentro de las unidades militares y su intercomunicación se limitaba a sistemas de semáfora y alfabeto Morse, con limitación en su efectividad. Los servicios telegráficos y telefónicos eran transmisiones con códigos cifrados que no ofrecían seguridad.
General Amadeo Rodríguez con misioneros capuchinos y algunos oficiales. El servicio religioso se organizó sobre la infraestructura misional dependiente de la Prefectura Apostólica de Florencia.
El padre Florentino de Barcelona, misionero capuchino, con indígenas de la tribu Siona en Santa Cruz de Piñuña. Margen colombiana del rio Putumayo.
Sacerdotes misioneros capuchinos en una de las escuelitas regentadas por su comunidad en el alto Putumayo, en compañía del teniente Juan Lozano y Lozano y del soldado Juan Bautista Solarte Obando. Los misioneros españoles dieron amplio apoyo a los clérigos colombianos para sus funciones religiosas militares.
Pese ala improvisación general, las instalaciones hospitalarias cumplieron su función de manera notable en la zona de guerra.Hospitales Militares de Leticia y Primavera en 1933.
Pese a la improvisación general, las instalaciones hospitalarias cumplieron su función de manera notable en la zona de guerra.Hospitales Militares de Leticia y Primavera en 1933.
Caucaya, Puesto de Mando del Destacamento Putumayo, contó con hospital militar.
Por su proximidad al Teatro de Guerra, Garzón sirvió de sede a un centro de la Cruz Roja.
Embarcaciones menores de todo tipo y diferentes medios de propulsión suplieron la carencia de navegación militar proporcionada a las demandas de la situación en el alto Putumayo, merced al generoso aporte de la población civil colombiana.
Por muchos años la mochila clásica de la Infantería alemana fue el equipo habitual del Ejército colombiano, con cubierta de piel de res, marmita y cantimplora de estaño y carpa enrollada en contorno.
Estación inalámbrica de Florencia, Caquetá. Rápidamente se extendieron las comunicaciones
Tarapacá sobre el río Putumayo al norte del Trapecio Amazónico.
Los caminos de montaña fueron las únicas vías hacia el Teatro de Guerra. El abastecimiento de las tropas se hacía muy difícil.
La difícil penetración hacia el Teatro de Guerra, se refleja en la entrada a Puerto Umbría, la construcción de un puente y la apertura de la trocha La Tagua Caucaya.
La difícil penetración hacia el Teatro de Guerra, se refleja en la entrada a Puerto Umbría, la construcción de un puente y la apertura de la trocha La Tagua Caucaya.
La difícil penetración hacia el Teatro de Guerra, se refleja en la entrada a Puerto Umbría, la construcción de un puente y la apertura de la trocha La Tagua Caucaya.
Con rapidez asombrosa para una época en la que la maquinaria no reemplazaba aún al músculo, se construyeron las carreteras de comunicación con el Teatro de Guerra. De Neiva a Florencia y de Pasto a Puerto Asís se tendieron en pocos meses vías que reemplazaron los primitivos caminos de herradura. Parte del personal que construyó el tramo Puerto Umbría‑Puerto Asís: arriba, izquierda, contador Armando Camacho, ingeniero Paredes, abajo centro izquierda, ingeniero Villamil.
Primera escuela en Leticia, Amazonas, 1933.
Primera página de El Tiempo de Bogotá, 18 de septiembre de 1932.
Texto de: Brigadier General, José Jaime Rodríguez R.
Introducción
La Logística, como importante rama de la Ciencia Militar, tuvo inherencia definitiva desde la iniciación misma del conflicto hasta la desmovilización de las fuerzas empeñadas durante esta emergencia.
Destinada a satisfacer las exigencias de las operaciones militares y a suplir en forma adecuada las necesidades de las tropas combatientes, conviene precisar que las formaciones encargadas de cumplir esas tareas reciben el nombre genérico de Servicios y forman parte orgánica de los ejércitos comprometidos, en condición de escalones de apoyo que deben funcionar correctamente y bajo cualesquiera situaciones y condiciones de terreno y tiempo, con la oportunidad y eficiencia impuestas por las circunstancias.? (Ver Organigrama General Ciencia Militar).
Hablar de los servicios en la Campaña del Sur o Conflicto Colombo?Peruano de 1932-34 es, por lo tanto, hacer referencia a la forma como se atendieron los requerimientos del combate y como fueron satisfechas las múltiples demandas impuestas para equilibrar balances de poder indispensables al éxito de las operaciones, frente a un enemigo que había tomado la iniciativa y, por lo mismo, se encontraba en ventaja inicial para imponer su voluntad.
Conviene, no obstante, anotar que sin duda el invasor peruano, antes de lanzar su ofensiva, tomó nota del estado precario de nuestro Ejército para la fecha de su asalto al puerto de Leticia y que con ello buscó desconocer el Tratado de límites Salomón?Lozano de 1922 y la entrega en 1930 de territorios canjeados, que el Perú consideraba propios.
Estas dos razones permiten señalar que, para el 1º de septiembre de 1932, la guarnición militar colombiana de Leticia había sido trasladada a El Encanto, antigua finca de la Casa Arana situada a unos 800 kilómetros de distancia sobre el río Caraparaná, desde el mes de febrero anterior, lo cual despertó los apetitos nacionalistas de reivindicación territorial de los atacantes, que tuvieron respaldo del gobierno peruano.
Lo anterior sirve como antecedente para señalar la situación de aislamiento de esas zonas selváticas, donde la inesperada emergencia nacional obligó a improvisarlo todo, por el abandono en que se hallaban y por carecer de conocimientos y habilidades sobre las cosas por hacer.
La instalación y sostenimiento de los servicios, por lo mismo, demandó inmensos costos y vencer dificultades muy grandes.
Líneas propias de comunicación
Antes de entrar al tema concreto de los Servicios conviene señalar que el primer requerimiento por cumplir, a fin de asegurarlos, fue establecer las Líneas de Comunicación que facilitarían las rutas de abastecimiento y evacuación, por las cuales podrían estabilizarse los flujos respectivos.
En nuestro caso? y habida consideración de que se organizaron dos Destacamentos que habrían de confluir, por rutas diferentes, al Teatro de Operaciones del Sur, resulta necesario señalar, en cada caso, las vías por las cuales se cumplieron los itinerarios respectivos.? Ellas fueron:
Destacamento del Putumayo
Organizado desde la capital de la República, tomó su nombre como referencia al río sureño donde desenvolvería su actividad administrativa. Tuvo por centro de gravedad la ciudad de Florencia en la comisaría del Caquetá, desarrollando un eje de comunicaciones a través de: Venecia y Puerto Diago sobre el río
Orteguaza y Tres Esquinas -Peñas Blancas- Cariplaya- Puerto Boy y La Tagua, a orillas del río Caquetá, para unirse por tierra con Caucaya sobre la margen izquierda del río Putumayo.
Por tierra, Florencia se comunicaba con el centro del país por un camino de herradura que, arrancando de Venecia y pasando por esta ciudad, la unía con Gabinete y Guadalupe para seguir por carretera a Gigante, Neiva, Baraya, Girardot y Bogotá, integrando una red terrestre y fluvial que fue la ruta de abastecimiento y evacuación para este Destacamento.
Destacamento del Amazonas
A diferencia del anterior, este Destacamento tuvo proyección internacional por razón de su desplazamiento y zonas de influencia administrativa durante el conflicto. Fue organizado en Barranquilla como puerto marítimo de señalada importancia donde se concentró la flotilla de guerra. Partiendo de dicha localidad, navegó por el Atlántico hacia el Este para penetrar por la desembocadura del río Amazonas, prosiguió aguas arriba hasta la confluencia del río Putumayo y por éste, también aguas arriba, capturó el puesto peruano instalado en Tarapacá, para continuar las operaciones según el desarrollo de la situación. Contó con dos ejes de comunicaciones: el río Amazonas hacia el Este, y el Putumayo hacia el Oeste, que facilitaron la utilización de una ruta de más de 1.500 kilómetros, con puntos de escala en Caucaya, Puerto Ospina, Puerto Asís, Mocoa y Pasto para los abastecimientos colombianos, permitiendo al propio tiempo apoyo desde Manaos en el Brasil, por intermedio del consulado colombiano en dicha localidad.
Por Pasto, en igual forma, se complementaba esta línea de comunicaciones con Tumaco, Buenaventura, Cal¡, Ibagué y Bogotá.
Descritas a muy grandes rasgos, las líneas de comuni-cacíones propias, se recalca que del interior del país y de Manaos, como fuentes principales de abastecimiento, provinieron los apoyos administrativos y que los principales centros de acopio en el frente de guerra fueron Florencia, La Tagua y Caucaya (hoy Puerto Leguízamo, en honor del héroe huilense, soldado Cándido Leguízamo).
Los servicios
Dado que las exigencias de la guerra no pueden atenderse parcialmente ?y lo fueron del todo en esta situación, dentro de las condiciones impuestas por las realidades de entonces al enfrentar un compromiso de armas inesperado y sorpresivo? se hace referencia aquí a los principales servicios atendidos durante el conflicto, a saber:
Reclutamiento y movilización
Sin mayor experiencia al respecto, por cuanto desde la guerra de los Mil Días (1899-1902) no se habían presentado movilizaciones militares, el fervor patriótico del pueblo colombiano facilitó la incorporación de reservas y de nuevos conscriptos, lo cual contribuyó a llenar las vacantes existentes en los cuerpos de tropa.
Todos los cuarteles del país se convirtieron, así, en centros de recepción y entrenamiento básico para el alistamiento y movilización general de las tropas a las Zonas de Operaciones del Teatro de Guerra.
Por lo que respecta a cuadros de oficiales y suboficiales, su incremento fue solucionado con reintegro a las filas de personal de la reserva y cursos especiales en las Escuelas de Formación, lo cual permitió estructurar las líneas de mando necesarias a nivel de Unidades Fundamentales y Tácticas.
Bastó que se decretara la Movilización a nivel nacional para que los colombianos, sin distingos ni reservas, se hicieran presentes en los sitios indicados facilitando así el reclutamiento.
A pesar de que, para entonces, el decreto No. 1842/31 había reducido el personal y recortado sensiblemente el presupuesto de guerra, la tarea de colonización militar en el sur del país, desde finales del mandato del presidente Miguel Abadía Méndez, había prosperado con la organización de unidades cooperativas agrícolas que despertaron el interés del gobierno del presidente Enrique Olaya Herrera (1930-1934), quien buscó establecerles rutas aéreas de transporte que facilitaron luego las tareas de movilización militar.
Servicio religioso castrense
Paralelo al servicio anterior y muy semejante en cuanto a la motivación patriótica despertada en el sentimiento general del pueblo colombiano, el Servicio Religioso Castrense, prestado por sacerdotes colombianos movilizados al Teatro de Operaciones junto con las tropas, puso un hálito de fe que alimentó la promesa de servicio a la patria, en la entrega de la propia vida si ello fuere exigido, en aras de la defensa de su honor mancillado sin razón.
La palabra sagrada en labios de hijos de Colombia, fue por ello fuerza espiritual que alentó a nuestros oficiales y tropas en todas las situaciones y acciones de peligro y en las citas del combate, donde la cruz en manos de nuestros sacerdotes corrió pareja con el fusil del combatiente, verdadero haz de conciencias en la justicia de la causa defendida... Allí hizo eco el verbo inconfundible del R.P. Pedro Pablo Galindo (q.e.p.d.), años después capellán general del Ejército, monseñor y brigadier general honorario de la Fuerza.
Organizado este servicio desde Bogotá, obtuvo de la Curia Diocesana ciertas dispensas especiales para su ejercicio espiritual en campaña y administración sacra-mental en situaciones especiales, en las que los oficios rituales debieron tomar carácter de improvisación por las imposiciones del momento. Como Prefectura Apostólica del Obispado de Florencia, la zona que cubría el Teatro de Operaciones era región de catequesis a cargo de misioneros capuchinos españoles, quienes otorgaron amplio apoyo a nuestros clérigos para llevar a buen término su misión evangelizadora y su ministerio sacerdotal.
En este menester quedó también a cargo del Servicio Religioso Castrense la administración del cementerio de campaña en Tarapacá, a fin de asegurar el sepelio de los muertos y el registro respectivo de sepulturas. Aunque reducido en número, el grupo de capellanes castrenses desarrolló una vasta obra espiritual muy significativa para las tropas, contribuyendo a mantener en alto su fortaleza y su disposición de servicio y sacrificio incondicional, en favor de las misiones por cumplir y en las difíciles situaciones de incomodidad y riesgos derivados de la vida de campaña.
En aquellas unidades que contaron con sus propios capellanes, compartieron éstos, hombro a hombro, las vicisitudes de la guerra con los combatientes, convirtiéndose en ejemplos de disciplina y fortaleza espiritual, por sus virtudes y adaptación a los rigores impuestos por las circunstancias.
Sanidad
Creado en abril de 1931, el Departamento de Sanidad Militar, como repartición autónoma dependiente del Ministerio de Guerra, facilitó el desarrollo del Servicio permitiendo su estructuración y funcionamiento adecuados.
El decreto 89/32 determinó la organización técnica del Departamento, quedando bajo la asesoría científica de un Cuerpo Consultivo Superior creado por decreto 1560/32, para orientar la higiene militar en todo el país, lo cual constituyó apoyo positivo para reducir los índices de mortalidad, hospitalización y control de enfermedades en los cuarteles de la república.
La obra colonizadora militar, que por entonces se adelantaba exitosamente en la Amazonia colombiana, facilitó que hasta allí llegara la acción sanitaria, la cual recibió pleno apoyo del gobierno y concurso decidido del cuerpo médico y científico con que contaba el país al producirse la movilización hacia estas regiones, donde paludismo, tifoidea, fiebre recurrente, pian, beriberi, amibiasis y enfermedades gastrointestinales, eran causa de epidemias e infecciones que afectaban la disponibilidad del combatiente.
Declarada como zona de guerra la región amazónica limítrofe con el Perú el Servicio de Sanidad cobró allí singular importancia en salubridad ambiental y personal, cuidado de enfermos y atención de emergencias ocasionadas en la campaña. Bajo la diligente dirección del doctor José Vicente Huertas y la inmediata colaboración de los doctores Jorge Esguerra López y Darío Cadena, se desarrolló una tarea sanitaria sin precedentes en el sur del país, la que abarcó pormenores de higiene y prevención como base del alistamiento general de las tropas.
Cada una de las unidades movilizadas contó con su equipo de oficiales de sanidad y enfermeros de reconocida competencia, complementado con dotaciones suficientes de drogas y elementos que fueron ampliando la cobertura sanitaria, con el establecimiento de almacenes o depósitos y hospitales de campaña en los sitios más indicados.
Con la ayuda de la Cruz Roja Nacional se abrió un hospital médico-quirúrgico en Potosí sobre el río Putumayo, y se asignaron suficientes médicos y apoyos para cada buque, a la vez que se habilitó un hospital flotante en el transporte Nariño, atendiendo así consultas, tratamientos y servicios de urgencias. A los pocos meses se instalaron enfermerías bien dispuestas, con salas de esterilización y de cirugía, laboratorios clínicos para bacteriología y entomología, salas de curaciones y lavados, protegidas, y máquinas de lavar y planchar que mucha ayuda dispensaron a las tropas.
Para finales de 1932, se contaba también con hospitales de campaña en Puerto Asís y Caucaya, que fueron atendidos por las Hermanas de San Vicente de Paúl, y por las Madres Franciscanas, según contrato celebrado con el obispo del Putumayo.
Para junio de 1933, se habían instalado puestos de socorro en Umbría-Urquisique, Mocoa, Sachamates, San Francisco, Sibundoy, Santiago y El Encanto, atendidos todos por médicos y enfermeros expertos y con buenas dotaciones de drogas y elementos sanitarios... Al lado del Servicio Médico, funcionó con igual efectividad la rama odontológica. A medida que las circunstancias lo fueron permitiendo, el Servicio extendió su obra de saneamiento ambiental y cuidados personales a sitios como Peñablanca, Calderón, Tarqui, Pubenza y Tarapacá, y fue habilitado un hospital para recuperación en Primavera, sobre el río Orteguaza, y un sitio de descanso y tratamiento ambulatorio en Gabinete, en estribaciones de la cordillera entre Florencia y Neiva. También otro hospital de campaña en La Tagua.
Esta infraestructura sanitaria sentó las bases para que, al terminar el conflicto, quedaran estas zonas incorporadas a los servicios de salud del país, con gran provecho para las poblaciones indígenas y blancas de la región. Más de 70 profesionales médicos y centenares de paramédicos y religiosas, dan testimonio de un heroico servicio prestado a las Fuerzas Militares en este conflicto. Ante la imposibilidad de recoger sus nombres rendimos sincera admiración a todos ellos exaltando la memoria del doctor Lee Eduardo Ayala (q.e.p.d.), uno de los primeros en marchar al frente y primer médico muerto en accidente en el río Orteguaza, el 21 de octubre de 1933.
Material de Guerra
Ocupados inicialmente del hombre en sus obvias necesidades físicas y espirituales, se cubre a continuación el apoyo material de la campaña, a efecto de tratar sucintamente los temas relacionados con los implementos materiales que definen el poder de combate de los ejércitos y demás fuerzas comprometidas.
Se parte para ello del antecedente que determinó el traslado de los cañoneros Cartagena y Santa Marta del puerto de Santa Cruz en el río Magdalena, al de Caucaya en el Putumayo, en agosto de 1931. Fueron éstas las unidades centrales de la flotilla de guerra del Amazonas, Putumayo y Caquetá, con base inicial en aquel último puerto, junto con su comando respectivo.
Para refuerzo armado de los buques adquiridos para la Expedición Amazónica, se compraron tres cañones Boffors de 75 mm, seis cañones antiaéreos marca Oerlikon, tres cabrestantes y un slip completo para reparaciones. Se compraron, igualmente, treinta lanchas pequeñas de dos toneladas para motor semi-diesel Seffles a la Empresa Colombiana Unión Industrial, cuatro botes patrulleros para el Pacífico y el Putumayo, y al Brasil un buque hospital, el Yavarí. En cuanto al arma aérea del Ejército, origen de la Fuerza Aérea actual, su conformación como componente estructural de nuestras Fuerzas Militares arrancó de este conflicto, a lo largo del cual mostró su extraordinario poder de combate y amplio radio de acción, en muchos órdenes complementarios y de apoyo para las demás fuerzas comprometidas en la lucha.
A la fecha del asalto peruano a Leticia, se contaba únicamente con 11 aviones pequeños, de los cuales sólo siete estaban en condiciones de servicio y ninguno apto para operar en el Teatro Amazónico. Ello fue motivo para que el gobierno apelara a la ayuda inicial de la empresa comercial Scadta (Sociedad Colombo-Alemana de Transportes Aéreos), con cuyo material y pilotos se contó al principio para atender las operaciones de transporte y reconocimiento. Con criterio positivo, a la vez que con visión futurista, el gobierno no vaciló en adquirir el material aéreo indispensable para atender las exigencias del combate e imponer un poder disuasivo y de ataque, cuya efectividad contribuyó notablemente al logro de los éxitos de las operaciones anfibias adelantadas en Tarapacá y Güepí, donde tropas colombianas irrumpieron sobre las posiciones fortificadas enemigas, tomándolas heroicamente en el segundo caso, luego de los fuegos de preparación aéreos y de artillería.
Los primeros seis meses del conflicto permitieron importar numerosas máquinas de escuela, de observación, de bombardeo pesado y de transporte. Además, armamento aéreo, antiaéreo, municiones para el mismo y grandes cantidades de bombas, combustibles y aceites, con los cuales se pudieron atender victoriosamente todas las misiones asignadas.
De la pobre dotación inicial salió fortalecida el Arma Aérea al final del conflicto, con un completo equipo que la colocaba entre las más modernas y completas de combate de esa época.
El Ejército, por último, también presentaba serias deficiencias en sus dotaciones de armamento y municiones, pues se “carecía de cañones, caballos, material de ingenieros, material de tren, personal y material sanitario”... “La Artillería estuvo representada por cuatro cañones Herhardt para uso continuo en formaciones de parada, honores y mero exhibicionismo... La Caballería no tuvo caballos... Los Ingenieros y Tropas de Tren carecieron de los materiales indispensables para su preparación de guerra” ...”Con ese Ejército escaso de armas, de municiones, de equipos y de preparación, se vio obligado a iniciar operaciones de guerra, el 1º de septiembre de 1932, el presidente de la república”. 1.
Sin vacilaciones enfrentó, por ello, su necesaria dotación y alistamiento adecuado para cumplir la misión constitucional de garantizar la soberanía nacional.
Por decreto 2022/32 se organizó el Departamento de Material de Guerra a través del cual se logró dotar al Ejército de armas individuales, de acompañamiento y de apoyo mayor, mediante importación urgente de fusiles, ametralladoras livianas y pesadas, cañones, minas, municiones y elementos adicionales necesarios al mismo.
La Reforma Militar realizada en 1907 tuvo, por fin, realización plena a raíz de esta emergencia, que permitió dar forma y organización adecuada a unas Fuerzas Militares capaces de enfrentar la guerra.
Intendencia
Las dotaciones personales de vestuario, equipo y materiales varios de campaña (carpas, menaje, implementos de rancho y otros) tuvieron, por acción de este servicio, una ordenación adecuada que permitió atender en debida forma las necesidades del personal movilizado y de las unidades destacadas al Teatro de Operaciones.
En igual forma, el Servicio de Intendencia orientó la organización y funcionamiento de las primeras maestranzas militares para confección de uniformes, calzado, atalajes y equipos varios, las cuales fueron el inicio de los modernos talleres dé intendencia del Ejército y de las Industrias Militar, Naval y Aeronáutica, de alto nivel técnico y proyecciones de servicio al país.
Contribuyó igualmente el Servicio de Intendencia a mejorar los alojamientos, las dotaciones de campaña, los mobiliarios y enseres, obtención de víveres y vituallas para alimentación (muchos de ellos de las colonias militares recién creadas), lavado de ropa y elementos de aseo personal y de ambiente. También, por parte del
Servicio de Intendencia, se logró organizar los siguientes renglones administrativos:
- Adquisiciones y suministros de rutina y especiales. ? Dotaciones individuales y para almacenes de movilización.
- Equipos de campaña y apoyo general.
- Partes y piezas de repuesto para mantenimiento.
Transmisiones
Este Servicio carecía también de los elementos necesarios, en cuanto a equipos de campaña y locales se refiere, pudiéndose anotar que no existían redes de transmisión dentro de las unidades militares y que su intercomunicación apenas ensayaba grupos de palomas mensajeras y sistemas de semáfora y alfabeto Morse, con la consiguiente limitación en su efectividad. Los servicios telegráficos y telefónicos nacionales fueron los canales iniciales de transmisión con códigos cifrados que no ofrecían verdadero secreto y quedaban sujetos a las condiciones de tiempo y personal técnico civil para su instalación, cuidado y operación. La urgencia del momento y el compromiso de responder por la defensa nacional, impusieron el establecimiento de comunicaciones rápidas y seguras entre la capital, ciudades intermedias y frontera del Sur, para lo cual se apeló a la compra de una emisora local para convertirla en uso telegráfico en el sitio de concentración de tropas en Caucaya, junto con sus accesorios y generador de corriente alterna, lo cual demoró hasta diciembre/32, en que fue puesta al servicio una estación de 300 w y 45 metros de longitud.
Posteriormente, se instalaron en Caucaya y Puerto Boy los transmisores de telegrafía y telefonía que el gobierno había adquirido con destino a los cañoneros Cartagena y Santa Marta.
Redes de transmisión de campaña se fueron incrementando gradualmente, hasta conseguir su cubrimiento adecuado, lo mismo que instalación de estaciones en las bases más importantes, lográndose un perfecto enlace, en ondas larga y corta, entre Bogotá, Florencia, Caucaya, La Tagua, Tarapacá y El Encanto, servido por personal técnico colombiano incorporado a las Fuerzas Militares.
Remonta y veterinaria
La necesidad de ganado vacuno para suministro de leche y carne a las tropas, al igual que mular, caballar, porcino, lanar y animal de corral, hizo necesaria la implantación de este servicio que cumplió acertadamente las funciones de prevención y tratamiento de epidemias y enfermedades de los animales desplazados al Teatro de Operaciones con fines administrativos.
Sirvió ello para facilitar el suministro de ganados a los puestos destacados, al igual que para atender las dotaciones de las unidades montadas de Caballería y de Artillería, a fin de asegurar el cumplimiento de sus misiones de reconocimiento y apoyo de fuego.
Asignados grupos de médicos veterinarios y enferme ros de ganado, a cada uno de los Destacamentos se logró activar el Servicio de Remonta y Veterinaria con todas las facilidades y dotaciones de equipo y drogas.
El balance de este Servicio fue altamente favorable a los requerimientos de las operaciones militares y también como apoyo a las tropas, al facilitarles suministros oportunos y ayuda en muchos menesteres de trabajo cotidiano (transporte y acarreos en general).
Transportes
Contó en un principio este Servicio con una red limitada que obligó al desplazamiento elemental por tierra, agua y aire, para complementar las limitaciones ocasionadas por falta de vías del centro del país al frente sur y de líneas estables de navegación fluvial y aérea, por carencia de puertos y pistas de aterrizaje.
En igual forma, el servicio tuvo que apelar al hombre, mediante columnas de cargueros en la selva, atendidas por indígenas, soldados y colonos. A los ferrocarriles, usando las vías férreas existentes. Al parque automotor civil para las carreteras. A recuas de mulas para los caminos de herradura. Al transporte fluvial para zonas navegables con remolcadores y planchones. Y al transporte aéreo para movilización urgente de personal, servicio de correos, abastecimientos y evacuaciones de emergencia.
Un itinerario ideal por tierra saliendo de la capital, permitía llegar por ferrocarril y carretera hasta Baraya; por carretera solamente hasta Andalucía; por camino de herradura hasta Venecia y por vía fluvial, utilizando los ríos Orteguaza y Caquetá, hasta La Tagua. Otro itinerario utilizado se estableció partiendo de Bogotá por ferrocarril y carretera a Ibagué; carretera a Cal¡ y Buenaventura, y mar a Tumaco, y carretera a Pasto, para seguir por trocha a Sibundoy, Mocoa y Puerto Umbría, prosiguiendo de allí por aguas de un afluente al río Putumayo y por éste a Puerto Asís, Puerto Ospina y Caucaya.
Los transportes en este sentido quedaron subordinados a los medios y facilidades existentes, presentándose el caso de abastecimiento por ferrocarril hasta Baraya. Por automotores hasta Altamira. Por recuas de mulas hasta Venecia y por río en remolcadores con planchones y buques de transporte, alquilados, como las lanchas Huayna-Capac y Sinchi-Roca, por el río Putumayo. Por trocha se unieron luego La Tagua y Caucaya, para abrir así las rutas de transporte terrestre con Bogotá y Pasto, utilizando grandes trechos de los ríos Caquetá y Putumayo, respectivamente.
Otros servicios administrativos
Complementarios de los servicios referidos indispensables a las tropas y destinados a asegurar su capacidad física, equilibrio espiritual y poder de combate, otros de carácter administrativo fueron integrándose con el paso del tiempo y el desempeño de cargos y resultados operacionales de campaña. Entre éstos pueden citarse los siguientes:
- Servicios de Bienestar: licencias, permisos, correo, descansos.
- Servicios de Recreación: cine, comedia, musicales, artísticos.
- Servicios de Promoción: estímulos, ascensos, condecoraciones.
- Servicios de Integración: eventos deportivos, concursos, celebraciones.
- Servicios de Dirección: reemplazos, dotaciones especiales, cambios.
La intangibilidad de estos servicios, sus trascendentales influjo y resonancia moral, resaltan la importancia de fomentar todos aquellos órdenes que influyen en el ánimo de los combatientes y contribuyen a su mejor estar.
Conclusiones generales
Los Servicios aseguraron los apoyos requeridos por las tropas durante el conflicto, dando así continuidad a las operaciones militares, a fin de asegurar el éxito final de los empeños que impuso la Movilización Nacional. El inmenso esfuerzo demandado para consolidar la capacidad de combate de las tropas, contribuyó definitivamente a la estructuración de las Fuerzas Militares y a su coordinación e integración para el cumplimiento de la misión asignada.
La difícil emergencia enfrentada por el país, a raíz del conflicto de 1932?34, puso de presente la imperiosa necesidad de contar siempre con unas Fuerzas Militares debidamente organizadas y preparadas, desde tiempo de paz, para enfrentar la guerra.
Se puede afirmar, categóricamente, que todo triunfo militar en la guerra, en cuanto a su concepción estratégica y conducción operativa y táctica depende, en gran medida de los apoyos logísticos, prestados por los Servicios.
Las obras que hubo necesidad de adelantar para fijar las Rutas de Abastecimiento y Evacuación, durante el conflicto, facilitaron la incorporación de estas zonas a los programas de seguridad y desarrollo nacional.