- Botero esculturas (1998)
- Salmona (1998)
- El sabor de Colombia (1994)
- Wayuú. Cultura del desierto colombiano (1998)
- Semana Santa en Popayán (1999)
- Cartagena de siempre (1992)
- Palacio de las Garzas (1999)
- Juan Montoya (1998)
- Aves de Colombia. Grabados iluminados del Siglo XVIII (1993)
- Alta Colombia. El esplendor de la montaña (1996)
- Artefactos. Objetos artesanales de Colombia (1992)
- Carros. El automovil en Colombia (1995)
- Espacios Comerciales. Colombia (1994)
- Cerros de Bogotá (2000)
- El Terremoto de San Salvador. Narración de un superviviente (2001)
- Manolo Valdés. La intemporalidad del arte (1999)
- Casa de Hacienda. Arquitectura en el campo colombiano (1997)
- Fiestas. Celebraciones y Ritos de Colombia (1995)
- Costa Rica. Pura Vida (2001)
- Luis Restrepo. Arquitectura (2001)
- Ana Mercedes Hoyos. Palenque (2001)
- La Moneda en Colombia (2001)
- Jardines de Colombia (1996)
- Una jornada en Macondo (1995)
- Retratos (1993)
- Atavíos. Raíces de la moda colombiana (1996)
- La ruta de Humboldt. Colombia - Venezuela (1994)
- Trópico. Visiones de la naturaleza colombiana (1997)
- Herederos de los Incas (1996)
- Casa Moderna. Medio siglo de arquitectura doméstica colombiana (1996)
- Bogotá desde el aire (1994)
- La vida en Colombia (1994)
- Casa Republicana. La bella época en Colombia (1995)
- Selva húmeda de Colombia (1990)
- Richter (1997)
- Por nuestros niños. Programas para su Proteccion y Desarrollo en Colombia (1990)
- Mariposas de Colombia (1991)
- Colombia tierra de flores (1990)
- Los países andinos desde el satélite (1995)
- Deliciosas frutas tropicales (1990)
- Arrecifes del Caribe (1988)
- Casa campesina. Arquitectura vernácula de Colombia (1993)
- Páramos (1988)
- Manglares (1989)
- Señor Ladrillo (1988)
- La última muerte de Wozzeck (2000)
- Historia del Café de Guatemala (2001)
- Casa Guatemalteca (1999)
- Silvia Tcherassi (2002)
- Ana Mercedes Hoyos. Retrospectiva (2002)
- Francisco Mejía Guinand (2002)
- Aves del Llano (1992)
- El año que viene vuelvo (1989)
- Museos de Bogotá (1989)
- El arte de la cocina japonesa (1996)
- Botero Dibujos (1999)
- Colombia Campesina (1989)
- Conflicto amazónico. 1932-1934 (1994)
- Débora Arango. Museo de Arte Moderno de Medellín (1986)
- La Sabana de Bogotá (1988)
- Casas de Embajada en Washington D.C. (2004)
- XVI Bienal colombiana de Arquitectura 1998 (1998)
- Visiones del Siglo XX colombiano. A través de sus protagonistas ya muertos (2003)
- Río Bogotá (1985)
- Jacanamijoy (2003)
- Álvaro Barrera. Arquitectura y Restauración (2003)
- Campos de Golf en Colombia (2003)
- Cartagena de Indias. Visión panorámica desde el aire (2003)
- Guadua. Arquitectura y Diseño (2003)
- Enrique Grau. Homenaje (2003)
- Mauricio Gómez. Con la mano izquierda (2003)
- Ignacio Gómez Jaramillo (2003)
- Tesoros del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario. 350 años (2003)
- Manos en el arte colombiano (2003)
- Historia de la Fotografía en Colombia. Museo de Arte Moderno de Bogotá (1983)
- Arenas Betancourt. Un realista más allá del tiempo (1986)
- Los Figueroa. Aproximación a su época y a su pintura (1986)
- Andrés de Santa María (1985)
- Ricardo Gómez Campuzano (1987)
- El encanto de Bogotá (1987)
- Manizales de ayer. Album de fotografías (1987)
- Ramírez Villamizar. Museo de Arte Moderno de Bogotá (1984)
- La transformación de Bogotá (1982)
- Las fronteras azules de Colombia (1985)
- Botero en el Museo Nacional de Colombia. Nueva donación 2004 (2004)
- Gonzalo Ariza. Pinturas (1978)
- Grau. El pequeño viaje del Barón Von Humboldt (1977)
- Bogotá Viva (2004)
- Albergues del Libertador en Colombia. Banco de la República (1980)
- El Rey triste (1980)
- Gregorio Vásquez (1985)
- Ciclovías. Bogotá para el ciudadano (1983)
- Negret escultor. Homenaje (2004)
- Mefisto. Alberto Iriarte (2004)
- Suramericana. 60 Años de compromiso con la cultura (2004)
- Rostros de Colombia (1985)
- Flora de Los Andes. Cien especies del Altiplano Cundi-Boyacense (1984)
- Casa de Nariño (1985)
- Periodismo gráfico. Círculo de Periodistas de Bogotá (1984)
- Cien años de arte colombiano. 1886 - 1986 (1985)
- Pedro Nel Gómez (1981)
- Colombia amazónica (1988)
- Palacio de San Carlos (1986)
- Veinte años del Sena en Colombia. 1957-1977 (1978)
- Bogotá. Estructura y principales servicios públicos (1978)
- Colombia Parques Naturales (2006)
- Érase una vez Colombia (2005)
- Colombia 360°. Ciudades y pueblos (2006)
- Bogotá 360°. La ciudad interior (2006)
- Guatemala inédita (2006)
- Casa de Recreo en Colombia (2005)
- Manzur. Homenaje (2005)
- Gerardo Aragón (2009)
- Santiago Cárdenas (2006)
- Omar Rayo. Homenaje (2006)
- Beatriz González (2005)
- Casa de Campo en Colombia (2007)
- Luis Restrepo. construcciones (2007)
- Juan Cárdenas (2007)
- Luis Caballero. Homenaje (2007)
- Fútbol en Colombia (2007)
- Cafés de Colombia (2008)
- Colombia es Color (2008)
- Armando Villegas. Homenaje (2008)
- Manuel Hernández (2008)
- Alicia Viteri. Memoria digital (2009)
- Clemencia Echeverri. Sin respuesta (2009)
- Museo de Arte Moderno de Cartagena de Indias (2009)
- Agua. Riqueza de Colombia (2009)
- Volando Colombia. Paisajes (2009)
- Colombia en flor (2009)
- Medellín 360º. Cordial, Pujante y Bella (2009)
- Arte Internacional. Colección del Banco de la República (2009)
- Hugo Zapata (2009)
- Apalaanchi. Pescadores Wayuu (2009)
- Bogotá vuelo al pasado (2010)
- Grabados Antiguos de la Pontificia Universidad Javeriana. Colección Eduardo Ospina S. J. (2010)
- Orquídeas. Especies de Colombia (2010)
- Apartamentos. Bogotá (2010)
- Luis Caballero. Erótico (2010)
- Luis Fernando Peláez (2010)
- Aves en Colombia (2011)
- Pedro Ruiz (2011)
- El mundo del arte en San Agustín (2011)
- Cundinamarca. Corazón de Colombia (2011)
- El hundimiento de los Partidos Políticos Tradicionales venezolanos: El caso Copei (2014)
- Artistas por la paz (1986)
- Reglamento de uniformes, insignias, condecoraciones y distintivos para el personal de la Policía Nacional (2009)
- Historia de Bogotá. Tomo I - Conquista y Colonia (2007)
- Historia de Bogotá. Tomo II - Siglo XIX (2007)
- Academia Colombiana de Jurisprudencia. 125 Años (2019)
- Duque, su presidencia (2022)
Científicos y viajeros occidentales en Amazonia
"La copa de la amistad”. El explorador Jules Crévaux bebe “una calabaza llena de excelente cachiri" que le ofrece un jefe indígena.
"Ataque matutino”. Acogido inicialmente con hospitalidad por un grupo indígena, Crévaux es intimado posteriormente, a entregar sus pertenencias. Vencidos por la decisión del negro Apatú, su ayudante, los aborígenes fueron obligados por el explorador a celebrar fiestas en su honor.
Mapa de los recorridos efectuados por el francés Charles Marie de La Condamine en América del Sur. La existencia del caucho y de venenos como el " *curare ", y los "barbascos", pasaron de las crónicas de maravillas a ser objeto de preocupación científica, gracias a los informes que publicó sobre sus exploraciones en la Amazonía durante el decenio de 1740.
"A la sombra de una gran roca". Jules Crézaux, médico y explorador francés, quien visitó la Amazonía colombiana al finalizar el decenio de 1870. Un gran volumen de crónicas de viajes al Nuevo Mundo, titulado América pintoresca, editado en Barcelona en 1884, difundió los testimonios de cuatro exploradores franceses de la segunda mitad del siglo XIX, Jules Crévaux y Charles Wiener, entre ellos. En esta reseña sobre viajeros en la Amazonía, y en los capítulos sobre los tiempos y espacios coloniales y del ciclo del caucho, se reproducen algunas de las ilustraciones que se publicaron con los relatos de estos dos autores, en el citado volumen; los grabados están referidos a sus visitas a sectores del bajo, medio y alto río Amazonas, así como a zonas andinas y guayanesas con fuertes vinculaciones culturales con la Amazonía Noroccidental.
Alexander von Humboldt, fundador de la geografía moderna. En compañía de Aimé Bonpland, estudió y precisó, en los albores del siglo XIX, la conexión de las cuencas de los ríos Orinoco y Amazonas por el brazo Casiquiare. Sus trabajos especializados sobre zoología, botánica, geografía y etnología, hacen parte de las grandes creaciones científicas de todos los tiempos.
Alfred Russell Wallace, naturalista inglés. En compañía de Henry Walter Bates recolectó en la Amazonia cerca de 8.000 especies de animales, principalmente insectos. El costo de sus trabajos en la región, iniciados en 1848, se sufragaba con la venta de ejemplares a coleccionistas europeos. Wallace se interesó igualmente por la utilización económica de las palmeras amazónicas. Y creó la teoría de la evolución, a la cual dio forma antes que Charles Darwin.
Puente natural sobre el río 0sayacu. Visión obtenida por la expedición de Charles Wiener, en su recorrido de los Andes a la planicie amazónica (1879?1862).
Dos imágenes del Río Negro, publicadas en la segunda edición (1889) de la narración de los viajes de A. Russell Wallace por la Amazonía.
Dos imágenes del Río Negro, publicadas en la segunda edición (1889) de la narración de los viajes de A. Russell Wallace por la Amazonía.
Camilo Dominguez y Mario Mejía Gutiérrez
Profesores de la Universidad Nacional de Colombia.
El descubrimiento científico de la Amazonía y su integración al conocimiento universal están marcados por trabajos individuales y colectivos que son verdaderos hitos dentro del conjunto de estudios realizados sobre esta inmensa región. Es preciso hacer aquí alusión a ellos por su incidencia en el desarrollo posterior de las diversas ciencias. La relación que se hace en estas breves páginas, necesariamente selectiva, corresponde a apreciaciones personales guiadas por criterios lo más objetivos posibles en cuanto a la importancia y trascendencia de los aportes, incluyéndose entre ellos algunos referidos particularmente a la Amazonía colombiana.
El proceso de descubrir científicamente la Amazonía se remonta a muchos siglos antes del presente. El conocimiento no es un privilegio de la sociedad industrial; el indígena había ya experimentado durante mucho tiempo en su medio antes de la llegada de los europeos y, por medio del ensayo error, logró establecer un vasto campo de conocimientos que, hasta hoy, son la base para vivir en sus territorios. Por ejemplo, las formas actuales de la yuca (Manihot esculenta) no son un regalo de la naturaleza, como se cree comúnmente; este es uno de los cultivos más complejos que existen sobre el planeta, pues hay una gama de centenares de variedades, cada una con sus cualidades específicas de crecimiento y particularidades para su uso, producto de selecciones y cruzamientos efectuados con el concurso de muchas generaciones de agricultores. Necesariamente, se requirió un proceso de miles de años para lograr tales resultados, lo mismo que para desarrollar otras muchas plantas desde su estado silvestre hasta sus formas cultivadas; proceso tan largo que ya las formas primigenias prácticamente han desaparecido, o son algo completamente diferente.
La mayor parte de los trabajos realizados por los científicos de formación europea se concentró, hasta hace pocos años, en la asimilación del conocimiento indígena y en la traducción del mismo a sus propios parámetros. Por medio de informantes y guías aborígenes se asimilaron siglos de conocimientos en muchos campos: botánica, zoología, agronomía, fotoquímica, ecología, etc. Sin embargo, después de entregar su información, el indígena desaparece de los anales, como si el valor de su trabajo no tuviera trascendencia y sólo la sistemática occidental le diera legitimidad científica a sus conocimientos. Es necesario, pues, estimular el interés por investigar los territorios del saber que le corresponden a los indígenas, de todos los frutos científicos generados en y por el mundo de la Amazonia.
Lógicamente, podría parecer superfluo reconocer el enorme valor de las investigaciones realizadas particularmente por los europeos, y su trascendencia, sobre todo en la universalización del conocimiento. El traslado a la palabra escrita de la información adquirida en el proceso del descubrimiento, manejo y estudio de la Naturaleza, multiplica su valor de manera prácticamente ilimitada. Los libros son hoy la llave del desarrollo, al permitir la sistematización y universalización del conocimiento, con gran economía de recursos y facilidad de acceso.
El primer viaje de un grupo de europeos por el río Amazonas se realizó en 1540, bajo el mando de Francisco de Orellana; pero únicamente en 1640 se produce la primera descripción del Río Mar que no sea una crónica de conquista. Es la obra Nuevo descubrimiento del gran río de las Amazonas, escrita por el padre Cristóbal de Acuña de la Compañía de Jesús, quien acompañó al capitán mayor Pedro Texeira en su viaje de Quito a Belém del Pará, en 1639. Entre el 16 de febrero y el 12 de diciembre de dicho año, la expedición descendió por el río Napo y luego entró en el Amazonas, recorriendo todo su curso hasta la desembocadura en el Atlántico y entrando a la bahía de Guayará. Acuña muestra un extraordinario conocimiento de las tierras recorridas, lo que indica su acceso a numerosas fuentes documentales, buenos informantes y la posesión de una aguda capacidad de observación. Su descripción de las vías de acceso al gran río sigue siendo válida en la actualidad. Lo mismo se puede decir de la mayor parte de sus descripciones geográficas, hidrográficas y climáticas. Incluye además, datos valiosísimos de tipo etnográfico, botánico y zoológico que son aún fuente inagotable de conocimientos.
Empresas científicas de envergadura mundial como las ordenadas en 1577 por Felipe 11 y, a partir de 1783, por Carlos 111, como base para una más eficiente extracción del excedente económico colonial, no parecen haberse detenido en la Amazonia en la misma forma que en otros sectores mejor desarrollados o atendidos por el Imperio (con perspectivas o establecimientos mineros, agrícolas, etc.). En este período, sólo los misioneros de la Provincia de Maynas, especialmente el padre Samuel Fritz, con su Diario de viajes, y Francisco de Figueroa, con su Relación de la Compañía de Jesús en el país de los Maynas, realizan aportes científicos sustanciales.
El recorrido de Charles Marie de La Condamine, en 1743, desde Quito hasta el Océano Atlántico, descendiendo por el Amazonas, marca el inicio de los grandes viajes de los científicos europeos. Por el contacto con informantes indígenas y misioneros, especialmente los jesuitas que trabajaban con los Omagua del alto Amazonas, advierte una serie de hechos que llamarían profundamente la atención de los académicos del mundo entero. La existencia de venenos, como el curare (Strychnos), o los timbós o barbascos, pasan de las crónicas de maravillas al estudio pormenorizado de sus cualidades. Igual cosa puede decirse del Jeve o caucho natural, que cien años después produciría una de las fiebres de extracción de recursos más grandes de América Latina, llena de conflictos internacionales, explotación, etnocidio y genocidio de las poblaciones indígenas y grandes migraciones internas en la Amazonia. La Condamine aprende de los indígenas las cualidades de ese látex, del cual los naturales hacían bolas elásticas y telas encauchadas, que se utilizaban también en México. Ya anteriormente, en la costa de Esmeraldas, Ecuador, había observado el trabajo con ese exudado. Es, por lo tanto, inexacta la aseveración de que La Condamine descubrió el caucho; en realidad sólo fue un difusor de las extraordinarias cualidades de este producto entre los círculos científicos, los cuales lo dieron a conocer al mundo industrial, convirtiéndolo en uno de los pilares del desarrollo tecnológico actual.
Como fruto de su viaje, de los aportes de los jesuitas (especialmente el mapa del Amazonas de Samuel Fritz) y de un largo trabajo de documentación posterior, La Condamine produjo un mapa del Amazonas de notable exactitud que fue la base para las misiones científicas y cartográficas hasta finales del siglo XIX. El relato que escribió sobre su visita, Relatión abregée d´un voyage fait dans 1 l´Amerique meridionale, se considera como el primer trabajo científico sobre la Amazonia.
El gran continuador de la obra cartográfica y de los estudios sobre la naturaleza del francés, fue Alexander von Humboldt, el fundador de la geografía moderna. En compañía del naturalista Aimé Bonpland, realizó en 1800 un viaje por el Orinoco y el Río Negro, comprobando científicamente, por medio de mediciones exactas, la conexión de las cuencas del Amazonas y del Orinoco a través del brazo Casiquiare, un hecho que se conocía desde el siglo XVII pero que era motivo de encendidas controversias. El diario de viaje de Humboldt y sus trabajos especializados sobre zoología, botánica, geografía y etnología, constituyen uno de los monumentos científicos más grandes de todos los tiempos.
Casi simultáneamente con el viaje del naturalista prusiano se había realizado el viaje del naturalista brasileño portugués Alexandre Rodríguez Ferreira, quien recorrió el medio y bajo Río Negro, entre los años 1783 y 1792. Rodríguez Ferreira cumplió un papel notable en las negociaciones de límites entre España y Portugal, pues había obtenido informaciones muy útiles que luego fueron de trascendental importancia para el triunfo diplomático de Portugal en la delimitación, a su favor, de aquellos territorios amazónicos.
En el siglo XIX, con el desarrollo de las luchas imperialistas y la revolución industrial, se produjo una verdadera fiebre por descubrir nuevos territorios y nuevas fuentes de materias primas. Directa o indirectamente los viajes de los grandes naturalistas y geógrafos respondían a esas exigencias de la política y la industria. El idealismo o la sagacidad de esos notables viajeros científicos sirvieron para colocar la Amazonia al servicio de Europa y, luego, de los Estados Unidos.
En 1820 tiene lugar la exploración conducida por los naturalistas alemanes Karl Friedrich Philipp von Martius y Joan B. Spix. A Martius se debe la primera referencia a los petroglifos del río Caquetá (Araracuara) y la clasificación de numerosas especies, entre ellas el chiquichíqui (Leopoldinia piassaba): Spix hizo numerosas colecciones zoológicas.
En el territorio medio del río Caquetá, entre el Yarí y el Apaporis, Martius pudo hacer interesantes observaciones sobre la vida cotidiana de los Miraña: "... los niños mirañas recogían hormigas, larvas, frutos y raíces silvestres; las mujeres preparaban el casabe, la fariña y otros alimentos, además de realizar las labores de cultivo... La gente poseía diversos huertos donde se cultivaban raíces, ají, plátano, urucú.... el algodón se sembraba aparte en pequeños plantíos..., las hamacas mirañas (elaboradas de cumare y de fibra de ciertas bromeliáceas) eran... exportadas, incluso a precios muy altos hacia el Río Negro, a Belém del Pará". Este explorador presenció también la llegada de guerreros Miraña conduciendo a otros indios cautivos para ser vendidos a los portugueses (Llanos & Pineda, 1982). Spix y Martius publicaron en Munich en 1827 Reise in Brasilien in den Jahren 1817 1820, en dos volúmenes. Martius publicó otras obras entre 1830 y 1867, especialmente sobre botánica.
En 1848 llegan a la Amazonia brasileña los naturalistas ingleses Henry Walter Bates y Alfred Russell Wallace. Bates recolectó en once años de trabajo, más de 8.000 especies, principalmente de insectos entre ellas 500 de mariposas , desconocidas para la ciencia europea; publicó dos obras famosas: un artículo titulado Contributions to an ínsect fauna of the Amazon valley, y el libro The naturalist on the river Amazon.
Bates y Wallace financiaban sus gastos vendiendo especímenes de insectos a coleccionistas de Europa. Wallace permaneció cuatro años en la selva (Ayensu, 1981). Parece ser que a él se debe el primer relato acerca del rito de Yuruparí, recogido en su viaje por el Vaupés en 1850. Se interesó de manera particular por la explotación de palmas amazónicas; publicó Palm trees of the Amazon and theír uses, en 1853, en Londres. En esta ciudad publicó igualmente, en 1889, A narrative of travels on the Amazon and Río Negro.
Wallace invirtió luego algunos años en exploraciones en la Malasia: creó la teoría de la evolución, a la cual dio expresión antes que Charles Darwin. La Royal Society of Sciences hizo arreglos para que ambos naturalistas expusieran esta teoría en forma simultánea, asegurándole así a Darwin, anciano ya, prioridad sobre el joven Wallace.
En 1849 Richard Spruce, botánico inglés, inicia sus diecisiete años de exploraciones en los ríos Amazonas, Negro y Orinoco, además de excursiones por Venezuela, Ecuador y Perú. Obtuvo 7.000 especímenes de plantas importantes, realizó la cartografía de tres ríos "nuevos" y registró 21 idiomas amazónicos. Una de sus obras sigue siendo clásica: Hepaticae of the Amazon and the Andes of the Perú and Ecuador (Ayensu, 1981). Publicó también artículos como: Journal of a voyage up the Amazon and Río Negro y On some remarkable narcotics of the Amazon valley and Orinoco. Spruce fue el primer científico que experimentó y relató los efectos del yagé, vivencia que tuvo en 1851 en el bajo Vaupés.
En 1853 Lewis Herndon realiza exploraciones en el valle del Amazonas por cuenta del Departamento de la Marina de los Estados Unidos de América (Domínguez, 1980). Su libro Exploradon of the valley of the Amazon abre apetitos imperialistas entre las grandes potencias.
En 1856 Hermann Karsten produce el primer bosquejo geológico de la Amazonia colombiana, titulado Geognostische Verhaltnisse des Mústfichen Colombían. Karsten había venido estimulado por las labores de la Comisión Corográfica que presidió Agustín Codazzi: a él se deben también trabajos botánicos entre los que hay que destacar la clasificación del "inchi" o "cacay" (Caryodéndron orino cense Karst), colectado en los alrededores de Villavicencio.
El aporte científico de Agustín Codazzi y Santiago Pérez sobre la Amazonia colombiana, estudiada por ellos parcialmente en 1857 dentro del programa de la Comisión Corográfica (que visitó únicamente la parte del Caquetá cercana a la cordillera de los Andes), parece no haber tenido difusión hasta hoy en los medios intelectuales nacionales (Soriano, 1968).
A finales del mismo siglo XIX los suizos Louis y Elizabeth Agassiz visitaron el Amazonas y calcularon en más de 2.500 las especies de peces posibles de clasificación en el complejo lacustre del Río Mar (Ayensu, 1981).
Probablemente después de 1867 John Hauxwell coleccionó por primera vez ejemplares para ornitología en la Amazonia colombiana, labor realizada en el río Loreto Yacú, hoy Trapecio Amazónico (Olivares, 1969).
Heriry y Olga Coudreau ejecutaron trabajos cartográficos sobre los más grandes tributarios del Amazonas a mediados del siglo XIX. Henry Coudreau publicó en París en 1887 Voyage á travers les Guyanes et l´Amazoníe: la France equínoxiale.
A partir de 1877 Jules Crevaux, explorador francés, recorre los ríos Guaviare y el Caquetá y, luego, termina por explorar los grandes ríos del norte de la cuenca amazónica.
En 1899 se llevan a cabo las exploraciones de C.C. Todd en el Orinoco y el Amazonas, río éste que remontó en el "United States Ship Wilmington" (Domínguez, 1980).
A principios del siglo XX Hamilton Rice, al servicio de Inglaterra y de Estados Unidos, recorre el Ariari, el Guaviare, el Inírida y el Isana y luego toda la cuenca del Río Negro, Sus observaciones sobre las caucherías son de gran importancia para el estudio de ese período económico.
Para el estudio del Escudo de las Guayanas y de los nacimientos de los grandes ríos guayaneses, como el Essequibo, resultaron de gran importancia los viajes de dos notables exploradores: Robert Schomburgk y Theodor Koch Grünberg, quienes trabajaron para Inglaterra. Este último completó, además, los estudios del alto Río Negro y del Apaporis.
De 1904 a 1928 Theodor Koch Grünberg produce una copiosa documentación, dentro de la cual hay que destacar Vom Roraima zum Orinoco: Ergebnisse einer Reise in Norbrasilíen und Venezuela in den Jahren 1911 1913, obra en cinco volúmenes, publicados en Stuttgart entre 1917 y 1928 (Domínguez, 1980).
En 1911 el antropólogo inglés Thomas Whiffen realizó un valioso estudio sobre los indígenas de las caucherías del Putumayo y el Caquetá titulado The North West Amazons.
La Segunda Guerra Mundial reanimó el estudio y la extracción de materiales estratégicos de la Amazonia. Es así corno, para el caso colombiano, se incorporaron a la labor científica el botánico Richard Evans Schultes, especialmente en los campos de los Hevea y de los alucinógenos, y Marston Bates, investigador malárico, quien se radicó durante algunos años en Villavicencio.
Los aportes de Federico Medem a la biología se inician en 1952 y continúan por tres décadas, particularmente en el terreno de los reptiles. Entre sus numerosas obras resulta de particular importancia el libro Los Crocodylia de Sur América, publicado en 1981 1983.
#AmorPorColombia
Científicos y viajeros occidentales en Amazonia
"La copa de la amistad”. El explorador Jules Crévaux bebe “una calabaza llena de excelente cachiri" que le ofrece un jefe indígena.
"Ataque matutino”. Acogido inicialmente con hospitalidad por un grupo indígena, Crévaux es intimado posteriormente, a entregar sus pertenencias. Vencidos por la decisión del negro Apatú, su ayudante, los aborígenes fueron obligados por el explorador a celebrar fiestas en su honor.
Mapa de los recorridos efectuados por el francés Charles Marie de La Condamine en América del Sur. La existencia del caucho y de venenos como el " *curare ", y los "barbascos", pasaron de las crónicas de maravillas a ser objeto de preocupación científica, gracias a los informes que publicó sobre sus exploraciones en la Amazonía durante el decenio de 1740.
"A la sombra de una gran roca". Jules Crézaux, médico y explorador francés, quien visitó la Amazonía colombiana al finalizar el decenio de 1870. Un gran volumen de crónicas de viajes al Nuevo Mundo, titulado América pintoresca, editado en Barcelona en 1884, difundió los testimonios de cuatro exploradores franceses de la segunda mitad del siglo XIX, Jules Crévaux y Charles Wiener, entre ellos. En esta reseña sobre viajeros en la Amazonía, y en los capítulos sobre los tiempos y espacios coloniales y del ciclo del caucho, se reproducen algunas de las ilustraciones que se publicaron con los relatos de estos dos autores, en el citado volumen; los grabados están referidos a sus visitas a sectores del bajo, medio y alto río Amazonas, así como a zonas andinas y guayanesas con fuertes vinculaciones culturales con la Amazonía Noroccidental.
Alexander von Humboldt, fundador de la geografía moderna. En compañía de Aimé Bonpland, estudió y precisó, en los albores del siglo XIX, la conexión de las cuencas de los ríos Orinoco y Amazonas por el brazo Casiquiare. Sus trabajos especializados sobre zoología, botánica, geografía y etnología, hacen parte de las grandes creaciones científicas de todos los tiempos.
Alfred Russell Wallace, naturalista inglés. En compañía de Henry Walter Bates recolectó en la Amazonia cerca de 8.000 especies de animales, principalmente insectos. El costo de sus trabajos en la región, iniciados en 1848, se sufragaba con la venta de ejemplares a coleccionistas europeos. Wallace se interesó igualmente por la utilización económica de las palmeras amazónicas. Y creó la teoría de la evolución, a la cual dio forma antes que Charles Darwin.
Puente natural sobre el río 0sayacu. Visión obtenida por la expedición de Charles Wiener, en su recorrido de los Andes a la planicie amazónica (1879?1862).
Dos imágenes del Río Negro, publicadas en la segunda edición (1889) de la narración de los viajes de A. Russell Wallace por la Amazonía.
Dos imágenes del Río Negro, publicadas en la segunda edición (1889) de la narración de los viajes de A. Russell Wallace por la Amazonía.
Camilo Dominguez y Mario Mejía Gutiérrez
Profesores de la Universidad Nacional de Colombia.
El descubrimiento científico de la Amazonía y su integración al conocimiento universal están marcados por trabajos individuales y colectivos que son verdaderos hitos dentro del conjunto de estudios realizados sobre esta inmensa región. Es preciso hacer aquí alusión a ellos por su incidencia en el desarrollo posterior de las diversas ciencias. La relación que se hace en estas breves páginas, necesariamente selectiva, corresponde a apreciaciones personales guiadas por criterios lo más objetivos posibles en cuanto a la importancia y trascendencia de los aportes, incluyéndose entre ellos algunos referidos particularmente a la Amazonía colombiana.
El proceso de descubrir científicamente la Amazonía se remonta a muchos siglos antes del presente. El conocimiento no es un privilegio de la sociedad industrial; el indígena había ya experimentado durante mucho tiempo en su medio antes de la llegada de los europeos y, por medio del ensayo error, logró establecer un vasto campo de conocimientos que, hasta hoy, son la base para vivir en sus territorios. Por ejemplo, las formas actuales de la yuca (Manihot esculenta) no son un regalo de la naturaleza, como se cree comúnmente; este es uno de los cultivos más complejos que existen sobre el planeta, pues hay una gama de centenares de variedades, cada una con sus cualidades específicas de crecimiento y particularidades para su uso, producto de selecciones y cruzamientos efectuados con el concurso de muchas generaciones de agricultores. Necesariamente, se requirió un proceso de miles de años para lograr tales resultados, lo mismo que para desarrollar otras muchas plantas desde su estado silvestre hasta sus formas cultivadas; proceso tan largo que ya las formas primigenias prácticamente han desaparecido, o son algo completamente diferente.
La mayor parte de los trabajos realizados por los científicos de formación europea se concentró, hasta hace pocos años, en la asimilación del conocimiento indígena y en la traducción del mismo a sus propios parámetros. Por medio de informantes y guías aborígenes se asimilaron siglos de conocimientos en muchos campos: botánica, zoología, agronomía, fotoquímica, ecología, etc. Sin embargo, después de entregar su información, el indígena desaparece de los anales, como si el valor de su trabajo no tuviera trascendencia y sólo la sistemática occidental le diera legitimidad científica a sus conocimientos. Es necesario, pues, estimular el interés por investigar los territorios del saber que le corresponden a los indígenas, de todos los frutos científicos generados en y por el mundo de la Amazonia.
Lógicamente, podría parecer superfluo reconocer el enorme valor de las investigaciones realizadas particularmente por los europeos, y su trascendencia, sobre todo en la universalización del conocimiento. El traslado a la palabra escrita de la información adquirida en el proceso del descubrimiento, manejo y estudio de la Naturaleza, multiplica su valor de manera prácticamente ilimitada. Los libros son hoy la llave del desarrollo, al permitir la sistematización y universalización del conocimiento, con gran economía de recursos y facilidad de acceso.
El primer viaje de un grupo de europeos por el río Amazonas se realizó en 1540, bajo el mando de Francisco de Orellana; pero únicamente en 1640 se produce la primera descripción del Río Mar que no sea una crónica de conquista. Es la obra Nuevo descubrimiento del gran río de las Amazonas, escrita por el padre Cristóbal de Acuña de la Compañía de Jesús, quien acompañó al capitán mayor Pedro Texeira en su viaje de Quito a Belém del Pará, en 1639. Entre el 16 de febrero y el 12 de diciembre de dicho año, la expedición descendió por el río Napo y luego entró en el Amazonas, recorriendo todo su curso hasta la desembocadura en el Atlántico y entrando a la bahía de Guayará. Acuña muestra un extraordinario conocimiento de las tierras recorridas, lo que indica su acceso a numerosas fuentes documentales, buenos informantes y la posesión de una aguda capacidad de observación. Su descripción de las vías de acceso al gran río sigue siendo válida en la actualidad. Lo mismo se puede decir de la mayor parte de sus descripciones geográficas, hidrográficas y climáticas. Incluye además, datos valiosísimos de tipo etnográfico, botánico y zoológico que son aún fuente inagotable de conocimientos.
Empresas científicas de envergadura mundial como las ordenadas en 1577 por Felipe 11 y, a partir de 1783, por Carlos 111, como base para una más eficiente extracción del excedente económico colonial, no parecen haberse detenido en la Amazonia en la misma forma que en otros sectores mejor desarrollados o atendidos por el Imperio (con perspectivas o establecimientos mineros, agrícolas, etc.). En este período, sólo los misioneros de la Provincia de Maynas, especialmente el padre Samuel Fritz, con su Diario de viajes, y Francisco de Figueroa, con su Relación de la Compañía de Jesús en el país de los Maynas, realizan aportes científicos sustanciales.
El recorrido de Charles Marie de La Condamine, en 1743, desde Quito hasta el Océano Atlántico, descendiendo por el Amazonas, marca el inicio de los grandes viajes de los científicos europeos. Por el contacto con informantes indígenas y misioneros, especialmente los jesuitas que trabajaban con los Omagua del alto Amazonas, advierte una serie de hechos que llamarían profundamente la atención de los académicos del mundo entero. La existencia de venenos, como el curare (Strychnos), o los timbós o barbascos, pasan de las crónicas de maravillas al estudio pormenorizado de sus cualidades. Igual cosa puede decirse del Jeve o caucho natural, que cien años después produciría una de las fiebres de extracción de recursos más grandes de América Latina, llena de conflictos internacionales, explotación, etnocidio y genocidio de las poblaciones indígenas y grandes migraciones internas en la Amazonia. La Condamine aprende de los indígenas las cualidades de ese látex, del cual los naturales hacían bolas elásticas y telas encauchadas, que se utilizaban también en México. Ya anteriormente, en la costa de Esmeraldas, Ecuador, había observado el trabajo con ese exudado. Es, por lo tanto, inexacta la aseveración de que La Condamine descubrió el caucho; en realidad sólo fue un difusor de las extraordinarias cualidades de este producto entre los círculos científicos, los cuales lo dieron a conocer al mundo industrial, convirtiéndolo en uno de los pilares del desarrollo tecnológico actual.
Como fruto de su viaje, de los aportes de los jesuitas (especialmente el mapa del Amazonas de Samuel Fritz) y de un largo trabajo de documentación posterior, La Condamine produjo un mapa del Amazonas de notable exactitud que fue la base para las misiones científicas y cartográficas hasta finales del siglo XIX. El relato que escribió sobre su visita, Relatión abregée d´un voyage fait dans 1 l´Amerique meridionale, se considera como el primer trabajo científico sobre la Amazonia.
El gran continuador de la obra cartográfica y de los estudios sobre la naturaleza del francés, fue Alexander von Humboldt, el fundador de la geografía moderna. En compañía del naturalista Aimé Bonpland, realizó en 1800 un viaje por el Orinoco y el Río Negro, comprobando científicamente, por medio de mediciones exactas, la conexión de las cuencas del Amazonas y del Orinoco a través del brazo Casiquiare, un hecho que se conocía desde el siglo XVII pero que era motivo de encendidas controversias. El diario de viaje de Humboldt y sus trabajos especializados sobre zoología, botánica, geografía y etnología, constituyen uno de los monumentos científicos más grandes de todos los tiempos.
Casi simultáneamente con el viaje del naturalista prusiano se había realizado el viaje del naturalista brasileño portugués Alexandre Rodríguez Ferreira, quien recorrió el medio y bajo Río Negro, entre los años 1783 y 1792. Rodríguez Ferreira cumplió un papel notable en las negociaciones de límites entre España y Portugal, pues había obtenido informaciones muy útiles que luego fueron de trascendental importancia para el triunfo diplomático de Portugal en la delimitación, a su favor, de aquellos territorios amazónicos.
En el siglo XIX, con el desarrollo de las luchas imperialistas y la revolución industrial, se produjo una verdadera fiebre por descubrir nuevos territorios y nuevas fuentes de materias primas. Directa o indirectamente los viajes de los grandes naturalistas y geógrafos respondían a esas exigencias de la política y la industria. El idealismo o la sagacidad de esos notables viajeros científicos sirvieron para colocar la Amazonia al servicio de Europa y, luego, de los Estados Unidos.
En 1820 tiene lugar la exploración conducida por los naturalistas alemanes Karl Friedrich Philipp von Martius y Joan B. Spix. A Martius se debe la primera referencia a los petroglifos del río Caquetá (Araracuara) y la clasificación de numerosas especies, entre ellas el chiquichíqui (Leopoldinia piassaba): Spix hizo numerosas colecciones zoológicas.
En el territorio medio del río Caquetá, entre el Yarí y el Apaporis, Martius pudo hacer interesantes observaciones sobre la vida cotidiana de los Miraña: "... los niños mirañas recogían hormigas, larvas, frutos y raíces silvestres; las mujeres preparaban el casabe, la fariña y otros alimentos, además de realizar las labores de cultivo... La gente poseía diversos huertos donde se cultivaban raíces, ají, plátano, urucú.... el algodón se sembraba aparte en pequeños plantíos..., las hamacas mirañas (elaboradas de cumare y de fibra de ciertas bromeliáceas) eran... exportadas, incluso a precios muy altos hacia el Río Negro, a Belém del Pará". Este explorador presenció también la llegada de guerreros Miraña conduciendo a otros indios cautivos para ser vendidos a los portugueses (Llanos & Pineda, 1982). Spix y Martius publicaron en Munich en 1827 Reise in Brasilien in den Jahren 1817 1820, en dos volúmenes. Martius publicó otras obras entre 1830 y 1867, especialmente sobre botánica.
En 1848 llegan a la Amazonia brasileña los naturalistas ingleses Henry Walter Bates y Alfred Russell Wallace. Bates recolectó en once años de trabajo, más de 8.000 especies, principalmente de insectos entre ellas 500 de mariposas , desconocidas para la ciencia europea; publicó dos obras famosas: un artículo titulado Contributions to an ínsect fauna of the Amazon valley, y el libro The naturalist on the river Amazon.
Bates y Wallace financiaban sus gastos vendiendo especímenes de insectos a coleccionistas de Europa. Wallace permaneció cuatro años en la selva (Ayensu, 1981). Parece ser que a él se debe el primer relato acerca del rito de Yuruparí, recogido en su viaje por el Vaupés en 1850. Se interesó de manera particular por la explotación de palmas amazónicas; publicó Palm trees of the Amazon and theír uses, en 1853, en Londres. En esta ciudad publicó igualmente, en 1889, A narrative of travels on the Amazon and Río Negro.
Wallace invirtió luego algunos años en exploraciones en la Malasia: creó la teoría de la evolución, a la cual dio expresión antes que Charles Darwin. La Royal Society of Sciences hizo arreglos para que ambos naturalistas expusieran esta teoría en forma simultánea, asegurándole así a Darwin, anciano ya, prioridad sobre el joven Wallace.
En 1849 Richard Spruce, botánico inglés, inicia sus diecisiete años de exploraciones en los ríos Amazonas, Negro y Orinoco, además de excursiones por Venezuela, Ecuador y Perú. Obtuvo 7.000 especímenes de plantas importantes, realizó la cartografía de tres ríos "nuevos" y registró 21 idiomas amazónicos. Una de sus obras sigue siendo clásica: Hepaticae of the Amazon and the Andes of the Perú and Ecuador (Ayensu, 1981). Publicó también artículos como: Journal of a voyage up the Amazon and Río Negro y On some remarkable narcotics of the Amazon valley and Orinoco. Spruce fue el primer científico que experimentó y relató los efectos del yagé, vivencia que tuvo en 1851 en el bajo Vaupés.
En 1853 Lewis Herndon realiza exploraciones en el valle del Amazonas por cuenta del Departamento de la Marina de los Estados Unidos de América (Domínguez, 1980). Su libro Exploradon of the valley of the Amazon abre apetitos imperialistas entre las grandes potencias.
En 1856 Hermann Karsten produce el primer bosquejo geológico de la Amazonia colombiana, titulado Geognostische Verhaltnisse des Mústfichen Colombían. Karsten había venido estimulado por las labores de la Comisión Corográfica que presidió Agustín Codazzi: a él se deben también trabajos botánicos entre los que hay que destacar la clasificación del "inchi" o "cacay" (Caryodéndron orino cense Karst), colectado en los alrededores de Villavicencio.
El aporte científico de Agustín Codazzi y Santiago Pérez sobre la Amazonia colombiana, estudiada por ellos parcialmente en 1857 dentro del programa de la Comisión Corográfica (que visitó únicamente la parte del Caquetá cercana a la cordillera de los Andes), parece no haber tenido difusión hasta hoy en los medios intelectuales nacionales (Soriano, 1968).
A finales del mismo siglo XIX los suizos Louis y Elizabeth Agassiz visitaron el Amazonas y calcularon en más de 2.500 las especies de peces posibles de clasificación en el complejo lacustre del Río Mar (Ayensu, 1981).
Probablemente después de 1867 John Hauxwell coleccionó por primera vez ejemplares para ornitología en la Amazonia colombiana, labor realizada en el río Loreto Yacú, hoy Trapecio Amazónico (Olivares, 1969).
Heriry y Olga Coudreau ejecutaron trabajos cartográficos sobre los más grandes tributarios del Amazonas a mediados del siglo XIX. Henry Coudreau publicó en París en 1887 Voyage á travers les Guyanes et l´Amazoníe: la France equínoxiale.
A partir de 1877 Jules Crevaux, explorador francés, recorre los ríos Guaviare y el Caquetá y, luego, termina por explorar los grandes ríos del norte de la cuenca amazónica.
En 1899 se llevan a cabo las exploraciones de C.C. Todd en el Orinoco y el Amazonas, río éste que remontó en el "United States Ship Wilmington" (Domínguez, 1980).
A principios del siglo XX Hamilton Rice, al servicio de Inglaterra y de Estados Unidos, recorre el Ariari, el Guaviare, el Inírida y el Isana y luego toda la cuenca del Río Negro, Sus observaciones sobre las caucherías son de gran importancia para el estudio de ese período económico.
Para el estudio del Escudo de las Guayanas y de los nacimientos de los grandes ríos guayaneses, como el Essequibo, resultaron de gran importancia los viajes de dos notables exploradores: Robert Schomburgk y Theodor Koch Grünberg, quienes trabajaron para Inglaterra. Este último completó, además, los estudios del alto Río Negro y del Apaporis.
De 1904 a 1928 Theodor Koch Grünberg produce una copiosa documentación, dentro de la cual hay que destacar Vom Roraima zum Orinoco: Ergebnisse einer Reise in Norbrasilíen und Venezuela in den Jahren 1911 1913, obra en cinco volúmenes, publicados en Stuttgart entre 1917 y 1928 (Domínguez, 1980).
En 1911 el antropólogo inglés Thomas Whiffen realizó un valioso estudio sobre los indígenas de las caucherías del Putumayo y el Caquetá titulado The North West Amazons.
La Segunda Guerra Mundial reanimó el estudio y la extracción de materiales estratégicos de la Amazonia. Es así corno, para el caso colombiano, se incorporaron a la labor científica el botánico Richard Evans Schultes, especialmente en los campos de los Hevea y de los alucinógenos, y Marston Bates, investigador malárico, quien se radicó durante algunos años en Villavicencio.
Los aportes de Federico Medem a la biología se inician en 1952 y continúan por tres décadas, particularmente en el terreno de los reptiles. Entre sus numerosas obras resulta de particular importancia el libro Los Crocodylia de Sur América, publicado en 1981 1983.