- Botero esculturas (1998)
- Salmona (1998)
- El sabor de Colombia (1994)
- Wayuú. Cultura del desierto colombiano (1998)
- Semana Santa en Popayán (1999)
- Cartagena de siempre (1992)
- Palacio de las Garzas (1999)
- Juan Montoya (1998)
- Aves de Colombia. Grabados iluminados del Siglo XVIII (1993)
- Alta Colombia. El esplendor de la montaña (1996)
- Artefactos. Objetos artesanales de Colombia (1992)
- Carros. El automovil en Colombia (1995)
- Espacios Comerciales. Colombia (1994)
- Cerros de Bogotá (2000)
- El Terremoto de San Salvador. Narración de un superviviente (2001)
- Manolo Valdés. La intemporalidad del arte (1999)
- Casa de Hacienda. Arquitectura en el campo colombiano (1997)
- Fiestas. Celebraciones y Ritos de Colombia (1995)
- Costa Rica. Pura Vida (2001)
- Luis Restrepo. Arquitectura (2001)
- Ana Mercedes Hoyos. Palenque (2001)
- La Moneda en Colombia (2001)
- Jardines de Colombia (1996)
- Una jornada en Macondo (1995)
- Retratos (1993)
- Atavíos. Raíces de la moda colombiana (1996)
- La ruta de Humboldt. Colombia - Venezuela (1994)
- Trópico. Visiones de la naturaleza colombiana (1997)
- Herederos de los Incas (1996)
- Casa Moderna. Medio siglo de arquitectura doméstica colombiana (1996)
- Bogotá desde el aire (1994)
- La vida en Colombia (1994)
- Casa Republicana. La bella época en Colombia (1995)
- Selva húmeda de Colombia (1990)
- Richter (1997)
- Por nuestros niños. Programas para su Proteccion y Desarrollo en Colombia (1990)
- Mariposas de Colombia (1991)
- Colombia tierra de flores (1990)
- Los países andinos desde el satélite (1995)
- Deliciosas frutas tropicales (1990)
- Arrecifes del Caribe (1988)
- Casa campesina. Arquitectura vernácula de Colombia (1993)
- Páramos (1988)
- Manglares (1989)
- Señor Ladrillo (1988)
- La última muerte de Wozzeck (2000)
- Historia del Café de Guatemala (2001)
- Casa Guatemalteca (1999)
- Silvia Tcherassi (2002)
- Ana Mercedes Hoyos. Retrospectiva (2002)
- Francisco Mejía Guinand (2002)
- Aves del Llano (1992)
- El año que viene vuelvo (1989)
- Museos de Bogotá (1989)
- El arte de la cocina japonesa (1996)
- Botero Dibujos (1999)
- Colombia Campesina (1989)
- Conflicto amazónico. 1932-1934 (1994)
- Débora Arango. Museo de Arte Moderno de Medellín (1986)
- La Sabana de Bogotá (1988)
- Casas de Embajada en Washington D.C. (2004)
- XVI Bienal colombiana de Arquitectura 1998 (1998)
- Visiones del Siglo XX colombiano. A través de sus protagonistas ya muertos (2003)
- Río Bogotá (1985)
- Jacanamijoy (2003)
- Álvaro Barrera. Arquitectura y Restauración (2003)
- Campos de Golf en Colombia (2003)
- Cartagena de Indias. Visión panorámica desde el aire (2003)
- Guadua. Arquitectura y Diseño (2003)
- Enrique Grau. Homenaje (2003)
- Mauricio Gómez. Con la mano izquierda (2003)
- Ignacio Gómez Jaramillo (2003)
- Tesoros del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario. 350 años (2003)
- Manos en el arte colombiano (2003)
- Historia de la Fotografía en Colombia. Museo de Arte Moderno de Bogotá (1983)
- Arenas Betancourt. Un realista más allá del tiempo (1986)
- Los Figueroa. Aproximación a su época y a su pintura (1986)
- Andrés de Santa María (1985)
- Ricardo Gómez Campuzano (1987)
- El encanto de Bogotá (1987)
- Manizales de ayer. Album de fotografías (1987)
- Ramírez Villamizar. Museo de Arte Moderno de Bogotá (1984)
- La transformación de Bogotá (1982)
- Las fronteras azules de Colombia (1985)
- Botero en el Museo Nacional de Colombia. Nueva donación 2004 (2004)
- Gonzalo Ariza. Pinturas (1978)
- Grau. El pequeño viaje del Barón Von Humboldt (1977)
- Bogotá Viva (2004)
- Albergues del Libertador en Colombia. Banco de la República (1980)
- El Rey triste (1980)
- Gregorio Vásquez (1985)
- Ciclovías. Bogotá para el ciudadano (1983)
- Negret escultor. Homenaje (2004)
- Mefisto. Alberto Iriarte (2004)
- Suramericana. 60 Años de compromiso con la cultura (2004)
- Rostros de Colombia (1985)
- Flora de Los Andes. Cien especies del Altiplano Cundi-Boyacense (1984)
- Casa de Nariño (1985)
- Periodismo gráfico. Círculo de Periodistas de Bogotá (1984)
- Cien años de arte colombiano. 1886 - 1986 (1985)
- Pedro Nel Gómez (1981)
- Colombia amazónica (1988)
- Palacio de San Carlos (1986)
- Veinte años del Sena en Colombia. 1957-1977 (1978)
- Bogotá. Estructura y principales servicios públicos (1978)
- Colombia Parques Naturales (2006)
- Érase una vez Colombia (2005)
- Colombia 360°. Ciudades y pueblos (2006)
- Bogotá 360°. La ciudad interior (2006)
- Guatemala inédita (2006)
- Casa de Recreo en Colombia (2005)
- Manzur. Homenaje (2005)
- Gerardo Aragón (2009)
- Santiago Cárdenas (2006)
- Omar Rayo. Homenaje (2006)
- Beatriz González (2005)
- Casa de Campo en Colombia (2007)
- Luis Restrepo. construcciones (2007)
- Juan Cárdenas (2007)
- Luis Caballero. Homenaje (2007)
- Fútbol en Colombia (2007)
- Cafés de Colombia (2008)
- Colombia es Color (2008)
- Armando Villegas. Homenaje (2008)
- Manuel Hernández (2008)
- Alicia Viteri. Memoria digital (2009)
- Clemencia Echeverri. Sin respuesta (2009)
- Museo de Arte Moderno de Cartagena de Indias (2009)
- Agua. Riqueza de Colombia (2009)
- Volando Colombia. Paisajes (2009)
- Colombia en flor (2009)
- Medellín 360º. Cordial, Pujante y Bella (2009)
- Arte Internacional. Colección del Banco de la República (2009)
- Hugo Zapata (2009)
- Apalaanchi. Pescadores Wayuu (2009)
- Bogotá vuelo al pasado (2010)
- Grabados Antiguos de la Pontificia Universidad Javeriana. Colección Eduardo Ospina S. J. (2010)
- Orquídeas. Especies de Colombia (2010)
- Apartamentos. Bogotá (2010)
- Luis Caballero. Erótico (2010)
- Luis Fernando Peláez (2010)
- Aves en Colombia (2011)
- Pedro Ruiz (2011)
- El mundo del arte en San Agustín (2011)
- Cundinamarca. Corazón de Colombia (2011)
- El hundimiento de los Partidos Políticos Tradicionales venezolanos: El caso Copei (2014)
- Artistas por la paz (1986)
- Reglamento de uniformes, insignias, condecoraciones y distintivos para el personal de la Policía Nacional (2009)
- Historia de Bogotá. Tomo I - Conquista y Colonia (2007)
- Historia de Bogotá. Tomo II - Siglo XIX (2007)
- Academia Colombiana de Jurisprudencia. 125 Años (2019)
- Duque, su presidencia (2022)
Miedo, mito, colonialismo
Hojas. colores del ciclo de la descomposición y de la vida.
Hojas. colores del ciclo de la descomposición y de la vida.
Unidad cromática en la diversidad de especies: detalles de alas de mariposa y de "guacamaya" (A Ara a ra ra u na).
Unidad cromática en la diversidad de especies: detalles de alas de mariposa y de "guacamaya" (A Ara a ra ra u na).
Líquenes y troncos, socios en la conservación de minerales necesarios a los ciclos de la naturaleza.
Líquenes y troncos, socios en la conservación de minerales necesarios a los ciclos de la naturaleza.
Líquenes y troncos, socios en la conservación de minerales necesarios a los ciclos de la naturaleza.
Textura de tronco después de quemado el lote para la chagra.
Passiflora sp. El interior umbrío de la selva, rico en tonalidades verdes, se ve, algunas veces, interrumpido por Floraciónes vistosas como la de esta "nadilla", "maracuyá" o "mburucuyá"
La escasa cantidad de luz solar que alcanza los estratos inferiores de la selva y la humedad atmosférica elevada, estimulan el crecimiento de musgos, hepáticas, helechos y diversas epífitas en los tallos de plantas leñosas.
Marco Palacios
Rector de la Universidad Nacional de Colombia.
La humanidad debiera acabarse el día en que muera el último "salvaje". En esta metáfora, derivada de aquel "volvamos a la naturaleza" de Rousseau, puede haber una clave sobre nuestras supersticiones en torno a "la selva".
Aunque la despiadada colonización del mundo posterior a la revolución industrial arrasó los fundamentos humanistas en que reposaba la noción del buen salvaje, vuelve hoy a escena el estereotipo del "hombre en estado de naturaleza". Ahora con maquillaje sentimental. Ha sido reconstruida una nueva fábula de la selva amazónica y de sus habitantes, que impide una mejor comprensión de los procesos en que se asienta la dinámica expansiva y conquistadora del capitalismo, sistema integrador a escala universal.
Lo cierto es que las regiones amazónicas ocupan un lugar apenas episódico en la construcción de la idea del "Nuevo Mundo". La exploración completa del gran río y de sus principales afluentes 1 que ofrecen una gama cromática que va de las aguas "negras" u oscuras, ácidas, y pobres en nutrientes, a las "blancas" y embarradas, con mejores condiciones en contenidos de materia orgánica tardó hasta 1640, un siglo después de la expedición de Orellana. La infructuosa búsqueda de El Dorado, la baja densidad de población indígena en esas latitudes y su lejanía de los centros económicos y políticos establecidos en América por los imperios portugués y español, contribuyeron a clasificar la Amazonia como periferia, hasta fines del siglo pasado cuando la creciente demanda del caucho y la iniciativa empresarial británica reclamó sus espacios, incorporándolos al sistema económico mundial. Sacando provecho de estas nuevas oportunidades, el joven Rafael Reyes, posteriormente presidente de Colombia, exploró las regiones amazónicas entre 1874 y 1884, y fundó empresas quineras y caucheras. Sus testimonios, penetrados por la cándida dicotomía común a su tiempo y a su condición "civilizados blancos e indios propensos a la violencia salvaje y al canibalismo son de indudable valor etnohistórico, y en ellos se advierte una discreta y breve denuncia de la trata esclavista de los indios".
La conquista relativamente tardía de la selva amazónica, llevó, según Michael Taussig, a la implantación de una cultura del terror". (2)
La formulación de Taussig es importante en cuanto exige un análisis de los mecanismos concretos de la dominación colonialista, máxime cuando esperamos enfocar con mayor discernimiento la Conquista de América, medio milenio después de Colón.
Según Taussig, las culturas del terror, necesarias para la instauración colonialista, requieren una combinación de silencio y mito, un "énfasis fanático del lado misterioso de lo misterioso que florece por medio del rumor y la fantasía, tejidos en una densa red de realismo mágico". Su objetivo instrumental: "controlar grandes poblaciones por intermedio de la elaboración cultura¡ del miedo".(3)
La extracción del caucho amazónico exigía la organización de los nativos, dispersos en vastas y apartadas selvas a las que la fantasía de los blancos y sus intermediarios confirieron poderes misteriosos y un hálito de "salvajismo". Allí la naturaleza debía proyectar un espíritu brutal: los primeros y más afectados tenían que ser los mismos indios, que vivían en relaciones armoniosas y, por ende, mágicas con la selva. Para explotar el caucho (abundante) había que controlar la mano de obra ("salvaje" y escasa) de modo que operase el lado "humano, no animal" de los indígenas, en un proceso de trabajo racionalizado más por el terror que por la superioridad tecnológica de los caucheros. En este proceso de construcción ideológica, implantación sociocultural y explotación económica (con ribetes geopolíticos, si se tiene en cuenta el impacto del conflicto colombo peruano de 1932 1933 sobre las actividades de los caucheros peruanos en el Putumayo) el dominador blanco devino salvaje y el indígena dominado pereció.
La misma denuncia del genocidio queda contaminada por el espejismo de la esencia mágica de la selva, como se advierte en el célebre informe de Roger Casement a la Cámara de los Comunes (1913) sobre la explotación cauchera en el Putumayo.4 Está patente en la narrativa de Rivera; en su vigorosa denuncia de las atrocidades cometidas por las grandes casas explotadoras sobre los extractores del caucho en el Putumayo, las páginas introductorias de la segunda parte de La Voragíne acentúan neu rastén icam ente el lado misterioso de una entidad antropomórfica e independiente, un fetiche: Ia selva": "Quiero volver a las regiones donde el secreto no aterra a nadie."
No fue ciertamente el "secreto" arrancado a su terruño y a sus ríos la fuente del terror de los indígenas en la época infame de la Casa Arana. Por los estudios eruditos sabemos de la elaboración y complejidad de las cosmologías construidas por los indígenas amazónicos y de su emparentamiento con la astronomía o con la medicina experimental.
Lo que "devoró" literalmente a miles de indígenas como sucedería a Arturo Cova y sus compañeros, no fueron los entresijos de la "selva" o los rebalses y várzeas que forman sus innumerables ríos, sino la crueldad y la rapacidad de los caucheros. Sin embargo, para establecer y asegurar su dominio , los "blancos" requirieron elaborar una explicación capaz de persuadirlos y persuadir al mundo "civilizado" aún a los mismos misioneros católicos de que la selva era comparable a una escenografía viviente, transmisora del mal por medios incógnitos: por ende, los indígenas eran esencialmente malos.
Detrás del romanticismo, el nuevo latifundio
Enfrentados a otras dinámicas más actuales, como la que genera el Tratado de Cooperación entre los países que comparten los territorios del área, es posible que la mayoría de colombianos no tengamos, como se afirma en este libro, una "conciencia amazónica". Grave sería que continuásemos visualizando intuitivamente a la Amazonia como el espacio exuberante e inmenso en el que discurre la acción de unos indígenas convertidos en "estandartes del romanticismo ".(5) Hoy quedan pocos aborígenes en la región. Las presiones del mundo moderno que se dirige a dominar su ámbito, los está degradando.
Colombia Amazónica se inscribe en una tendencia que, al dar cuenta de la realidad mediante los métodos de las ciencias sociales y de la naturaleza, desenmascara las mitologías románticas y la corriente publicitaria de la selva alucinante. Las contribuciones de esta obra nos devuelven el dinamismo de una vastísima región cuya extensión total cubre, en nueve países, un área cinco veces ma or que el territorio colombiano , ofrecida al pedido de un mundo moderno que ha y demostrado poseer escasa sabiduría y experiencia en el manejo de los recursos selváticos.
Quisiera destacar dos lecciones de la lectura de estas páginas: primera, que la visión indígena sobre la naturaleza amazónica y su orientación práctica en el manejo del medio, decantada en muchos siglos, ofrece una alternativa general a la concepción científico tecnológica de occidente y debería asimilarse a la corriente del progreso humano tal y como se entiende en el mundo occidental; segunda, que una vez más la Amazonia ha sido convertida en escenario de explotación violenta e irracional de hombres y recursos naturales. En la Amazonia colombiana es manifiesta una colonización que en vastas áreas no tiene futuro agroeconómico viable, o en otras está fortaleciendo al latifundismo ganadero, y aparece entrecruzada por el contrabando, el narcotráfico, la siembra de coca y la actividad guerrillera.6
La colonización caótica y ávida que avanza sobre estos territorios es una consecuencia de la inhabilidad del Estado colombiano y de las clases dirigentes nacionales para solucionar en las áreas andina y caribe el problema social agrario. Resuelto éste, se conseguiría frenar el éxodo de campesinos pobres hacia la selva, éxodo que representa una segunda edición de la derrota colectiva de los campesinos pobres de Colombia. No obstante, ante la realidad colonizadora, es hora de emprender en la Amazonia políticas agrarias viables que no sacrifiquen al colono en aras de la selva "intocable", que es otra versión actual del sentimentalismo "ecológico", ni lo entreguen a la codicia sin ley del nuevo terrateniente amartelado con el poder local.
Notas
(1) Rafael Reyes, Memorias 1850 1885, Fondo Cultura¡ Cafetero, Bogotá, 1987, pp. 142 3.
(2) Michael Taussig, "Culture of Terror Space of Death. Roger Casements Putumayo Report and the Explanation of Torture", Comparative Studies in Society and History 26 (1984). pp. 467 97. Sobre esta temática ver también Roberto Pineda Camacho, "Procesos de reconstrucción cultural y violencia en el Amazonas en: Grupos Etnicos, Derecho y Cultura, Funcol Cuadernos del Jaguar, Bogotá, 1987, pp. 183 96.
(3) Michael Taussig, ibid, p. 469. sd
(4) Para la narración indigena sobre tales acontecimientos, ver Jon Landaburu y Roberto Pineda Camacho, Tradiciones de la Gente del Hacha, Instituto Caro y Cuervo / UNESCO, Bogotá, 1987, pp. 3034,236 43.
(5) La expresión es utilizada por la antropóloga Nina S. de Friedeman en "Los que nacieron procesados", en: Grupos Etnicos, Derecho y Cultura, Funcol Cuadernos del Jaguar, Bogotá, 1987, pp. 141 2. Dice la autora al respecto: "Tal vez, otra vez, corno reflejo de ese viejo sesgo de la antropología en Colombia que iguala a la disciplina con el estudio de los indios arqueológicos y de los indios contemporáneos. Aunque de contrapeso, hayan sido precisamente los indios los sujetos que como objetos han sido más utilizados por los movimientos románticos del arte, de la identidad nacionalista y de la política a manera de estandartes al servicio de reivindicaciones que al fin de cuentas no han producido mayores beneficios a sus etrías".
(6) Jaime Jaramillo et al., Colonización, coca y guerrilla, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 1986; y Alfredo Molano. Selva adentro, El Ancora Editores, Bogotá, 1987. Un balance general de la colonización amazónica se presenta en Camilo A. Domínguez, Amazonia colombiana, Banco Popular, Bogotá, 1985. pp. 150 63.
#AmorPorColombia
Miedo, mito, colonialismo
Hojas. colores del ciclo de la descomposición y de la vida.
Hojas. colores del ciclo de la descomposición y de la vida.
Unidad cromática en la diversidad de especies: detalles de alas de mariposa y de "guacamaya" (A Ara a ra ra u na).
Unidad cromática en la diversidad de especies: detalles de alas de mariposa y de "guacamaya" (A Ara a ra ra u na).
Líquenes y troncos, socios en la conservación de minerales necesarios a los ciclos de la naturaleza.
Líquenes y troncos, socios en la conservación de minerales necesarios a los ciclos de la naturaleza.
Líquenes y troncos, socios en la conservación de minerales necesarios a los ciclos de la naturaleza.
Textura de tronco después de quemado el lote para la chagra.
Passiflora sp. El interior umbrío de la selva, rico en tonalidades verdes, se ve, algunas veces, interrumpido por Floraciónes vistosas como la de esta "nadilla", "maracuyá" o "mburucuyá"
La escasa cantidad de luz solar que alcanza los estratos inferiores de la selva y la humedad atmosférica elevada, estimulan el crecimiento de musgos, hepáticas, helechos y diversas epífitas en los tallos de plantas leñosas.
Marco Palacios
Rector de la Universidad Nacional de Colombia.
La humanidad debiera acabarse el día en que muera el último "salvaje". En esta metáfora, derivada de aquel "volvamos a la naturaleza" de Rousseau, puede haber una clave sobre nuestras supersticiones en torno a "la selva".
Aunque la despiadada colonización del mundo posterior a la revolución industrial arrasó los fundamentos humanistas en que reposaba la noción del buen salvaje, vuelve hoy a escena el estereotipo del "hombre en estado de naturaleza". Ahora con maquillaje sentimental. Ha sido reconstruida una nueva fábula de la selva amazónica y de sus habitantes, que impide una mejor comprensión de los procesos en que se asienta la dinámica expansiva y conquistadora del capitalismo, sistema integrador a escala universal.
Lo cierto es que las regiones amazónicas ocupan un lugar apenas episódico en la construcción de la idea del "Nuevo Mundo". La exploración completa del gran río y de sus principales afluentes 1 que ofrecen una gama cromática que va de las aguas "negras" u oscuras, ácidas, y pobres en nutrientes, a las "blancas" y embarradas, con mejores condiciones en contenidos de materia orgánica tardó hasta 1640, un siglo después de la expedición de Orellana. La infructuosa búsqueda de El Dorado, la baja densidad de población indígena en esas latitudes y su lejanía de los centros económicos y políticos establecidos en América por los imperios portugués y español, contribuyeron a clasificar la Amazonia como periferia, hasta fines del siglo pasado cuando la creciente demanda del caucho y la iniciativa empresarial británica reclamó sus espacios, incorporándolos al sistema económico mundial. Sacando provecho de estas nuevas oportunidades, el joven Rafael Reyes, posteriormente presidente de Colombia, exploró las regiones amazónicas entre 1874 y 1884, y fundó empresas quineras y caucheras. Sus testimonios, penetrados por la cándida dicotomía común a su tiempo y a su condición "civilizados blancos e indios propensos a la violencia salvaje y al canibalismo son de indudable valor etnohistórico, y en ellos se advierte una discreta y breve denuncia de la trata esclavista de los indios".
La conquista relativamente tardía de la selva amazónica, llevó, según Michael Taussig, a la implantación de una cultura del terror". (2)
La formulación de Taussig es importante en cuanto exige un análisis de los mecanismos concretos de la dominación colonialista, máxime cuando esperamos enfocar con mayor discernimiento la Conquista de América, medio milenio después de Colón.
Según Taussig, las culturas del terror, necesarias para la instauración colonialista, requieren una combinación de silencio y mito, un "énfasis fanático del lado misterioso de lo misterioso que florece por medio del rumor y la fantasía, tejidos en una densa red de realismo mágico". Su objetivo instrumental: "controlar grandes poblaciones por intermedio de la elaboración cultura¡ del miedo".(3)
La extracción del caucho amazónico exigía la organización de los nativos, dispersos en vastas y apartadas selvas a las que la fantasía de los blancos y sus intermediarios confirieron poderes misteriosos y un hálito de "salvajismo". Allí la naturaleza debía proyectar un espíritu brutal: los primeros y más afectados tenían que ser los mismos indios, que vivían en relaciones armoniosas y, por ende, mágicas con la selva. Para explotar el caucho (abundante) había que controlar la mano de obra ("salvaje" y escasa) de modo que operase el lado "humano, no animal" de los indígenas, en un proceso de trabajo racionalizado más por el terror que por la superioridad tecnológica de los caucheros. En este proceso de construcción ideológica, implantación sociocultural y explotación económica (con ribetes geopolíticos, si se tiene en cuenta el impacto del conflicto colombo peruano de 1932 1933 sobre las actividades de los caucheros peruanos en el Putumayo) el dominador blanco devino salvaje y el indígena dominado pereció.
La misma denuncia del genocidio queda contaminada por el espejismo de la esencia mágica de la selva, como se advierte en el célebre informe de Roger Casement a la Cámara de los Comunes (1913) sobre la explotación cauchera en el Putumayo.4 Está patente en la narrativa de Rivera; en su vigorosa denuncia de las atrocidades cometidas por las grandes casas explotadoras sobre los extractores del caucho en el Putumayo, las páginas introductorias de la segunda parte de La Voragíne acentúan neu rastén icam ente el lado misterioso de una entidad antropomórfica e independiente, un fetiche: Ia selva": "Quiero volver a las regiones donde el secreto no aterra a nadie."
No fue ciertamente el "secreto" arrancado a su terruño y a sus ríos la fuente del terror de los indígenas en la época infame de la Casa Arana. Por los estudios eruditos sabemos de la elaboración y complejidad de las cosmologías construidas por los indígenas amazónicos y de su emparentamiento con la astronomía o con la medicina experimental.
Lo que "devoró" literalmente a miles de indígenas como sucedería a Arturo Cova y sus compañeros, no fueron los entresijos de la "selva" o los rebalses y várzeas que forman sus innumerables ríos, sino la crueldad y la rapacidad de los caucheros. Sin embargo, para establecer y asegurar su dominio , los "blancos" requirieron elaborar una explicación capaz de persuadirlos y persuadir al mundo "civilizado" aún a los mismos misioneros católicos de que la selva era comparable a una escenografía viviente, transmisora del mal por medios incógnitos: por ende, los indígenas eran esencialmente malos.
Detrás del romanticismo, el nuevo latifundio
Enfrentados a otras dinámicas más actuales, como la que genera el Tratado de Cooperación entre los países que comparten los territorios del área, es posible que la mayoría de colombianos no tengamos, como se afirma en este libro, una "conciencia amazónica". Grave sería que continuásemos visualizando intuitivamente a la Amazonia como el espacio exuberante e inmenso en el que discurre la acción de unos indígenas convertidos en "estandartes del romanticismo ".(5) Hoy quedan pocos aborígenes en la región. Las presiones del mundo moderno que se dirige a dominar su ámbito, los está degradando.
Colombia Amazónica se inscribe en una tendencia que, al dar cuenta de la realidad mediante los métodos de las ciencias sociales y de la naturaleza, desenmascara las mitologías románticas y la corriente publicitaria de la selva alucinante. Las contribuciones de esta obra nos devuelven el dinamismo de una vastísima región cuya extensión total cubre, en nueve países, un área cinco veces ma or que el territorio colombiano , ofrecida al pedido de un mundo moderno que ha y demostrado poseer escasa sabiduría y experiencia en el manejo de los recursos selváticos.
Quisiera destacar dos lecciones de la lectura de estas páginas: primera, que la visión indígena sobre la naturaleza amazónica y su orientación práctica en el manejo del medio, decantada en muchos siglos, ofrece una alternativa general a la concepción científico tecnológica de occidente y debería asimilarse a la corriente del progreso humano tal y como se entiende en el mundo occidental; segunda, que una vez más la Amazonia ha sido convertida en escenario de explotación violenta e irracional de hombres y recursos naturales. En la Amazonia colombiana es manifiesta una colonización que en vastas áreas no tiene futuro agroeconómico viable, o en otras está fortaleciendo al latifundismo ganadero, y aparece entrecruzada por el contrabando, el narcotráfico, la siembra de coca y la actividad guerrillera.6
La colonización caótica y ávida que avanza sobre estos territorios es una consecuencia de la inhabilidad del Estado colombiano y de las clases dirigentes nacionales para solucionar en las áreas andina y caribe el problema social agrario. Resuelto éste, se conseguiría frenar el éxodo de campesinos pobres hacia la selva, éxodo que representa una segunda edición de la derrota colectiva de los campesinos pobres de Colombia. No obstante, ante la realidad colonizadora, es hora de emprender en la Amazonia políticas agrarias viables que no sacrifiquen al colono en aras de la selva "intocable", que es otra versión actual del sentimentalismo "ecológico", ni lo entreguen a la codicia sin ley del nuevo terrateniente amartelado con el poder local.
Notas
(1) Rafael Reyes, Memorias 1850 1885, Fondo Cultura¡ Cafetero, Bogotá, 1987, pp. 142 3.
(2) Michael Taussig, "Culture of Terror Space of Death. Roger Casements Putumayo Report and the Explanation of Torture", Comparative Studies in Society and History 26 (1984). pp. 467 97. Sobre esta temática ver también Roberto Pineda Camacho, "Procesos de reconstrucción cultural y violencia en el Amazonas en: Grupos Etnicos, Derecho y Cultura, Funcol Cuadernos del Jaguar, Bogotá, 1987, pp. 183 96.
(3) Michael Taussig, ibid, p. 469. sd
(4) Para la narración indigena sobre tales acontecimientos, ver Jon Landaburu y Roberto Pineda Camacho, Tradiciones de la Gente del Hacha, Instituto Caro y Cuervo / UNESCO, Bogotá, 1987, pp. 3034,236 43.
(5) La expresión es utilizada por la antropóloga Nina S. de Friedeman en "Los que nacieron procesados", en: Grupos Etnicos, Derecho y Cultura, Funcol Cuadernos del Jaguar, Bogotá, 1987, pp. 141 2. Dice la autora al respecto: "Tal vez, otra vez, corno reflejo de ese viejo sesgo de la antropología en Colombia que iguala a la disciplina con el estudio de los indios arqueológicos y de los indios contemporáneos. Aunque de contrapeso, hayan sido precisamente los indios los sujetos que como objetos han sido más utilizados por los movimientos románticos del arte, de la identidad nacionalista y de la política a manera de estandartes al servicio de reivindicaciones que al fin de cuentas no han producido mayores beneficios a sus etrías".
(6) Jaime Jaramillo et al., Colonización, coca y guerrilla, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 1986; y Alfredo Molano. Selva adentro, El Ancora Editores, Bogotá, 1987. Un balance general de la colonización amazónica se presenta en Camilo A. Domínguez, Amazonia colombiana, Banco Popular, Bogotá, 1985. pp. 150 63.