Viejo Caldas

Paisaje visto desde la Quiebra de Vélez, Manizales, Caldas.   Carlos Pineda.

Texto de: Liliana Villegas

Hasta mediados del siglo xix, esta vasta región montañosa situada en la cordillera Central, entre los ríos Magdalena y Cauca, fue un inmenso territorio poblado de selvas y de soledades. Las tierras del viejo Caldas fueron colonizadas en su mayoría por campesinos y mineros del oriente antioqueño, hace poco más de un siglo, que buscaban como cualquier colono hacer realidad el sueño de tener un lugar propio en donde asentarse, levantar a su familia y tentar a la fortuna para vivir mejor.

A fuerza de trabajo, de hacha y de coraje emprendieron el éxodo hacia el sur y fueron descuajando selvas y fundando pueblos hasta cubrir gran parte de estos territorios.

No encontraron en principio las riquezas soñadas, pero con el tiempo tuvieron la fortuna de conocer en el momento justo las bondades del café, que parecía haber sido diseñado por la naturaleza para crecer en los suelos fértiles de esta región, y gracias a él hicieron del viejo Caldas la región más próspera y rica de Colombia.

Durante muchos años, esta región, alejada del mundo y comunicada con él por caminos de herradura, vio desfilar miles y miles de mulas cargadas de bultos de café hacia los mercados internacionales. El café se iba y llegaba la riqueza y con ella crecían las fincas y se modernizaban, y se iban construyendo vías y obras de infraestructura, y las gentes disfrutaban de una forma de vida como no había en otro lugar de Colombia.

Alrededor del café nació también una cultura y una forma de entender el mundo que se iba plasmando en músicas, arquitecturas, jardines, y surgió de allí una clase culta e instruida ávida de conocimientos e inclinada a las letras.

El departamento tomó el nombre de Francisco José de Caldas, llamado el Sabio, quien fuera uno de los alumnos más brillantes y aventajados de don José Celestino Mutis, sabio español que fuera creador e impulsor de la gran expedición botánica que se inició en Colombia a fines del siglo xviii con el fin de estudiar la multitud de especies botánicas que se daban en estas tierras.

Caldas fue amigo también del barón Alexander von Humboldt, célebre botánico, geógrafo y expedicionario alemán que viajó por tierras americanas a principios del siglo xix. Fue precisamente Humboldt quien describiera por primera vez la palma real de cera como una singularidad botánica, por ser la única de su especie que se da en las altas montañas de las cordilleras de los Andes, palma que abunda en las tierras del Quindío, y que hoy en día es considerada el árbol emblemático de Colombia.

Pero la riqueza genera a veces conflictos de intereses y fue así como a principios de los años setenta el viejo departamento de Caldas se dividió en tres departamentos: Quindío, Risaralda y Caldas. Los dirigentes políticos y económicos de las tres principales ciudades que se habían fundado en el antiguo territorio (Manizales –la capital–, Pereira y Armenia) querían ser autónomos y dirigir el destino de sus propias regiones.

Hoy en día, los tres departamentos siguen siendo cafeteros, aunque hayan incursionado en otras actividades agroindustriales, y muchos colombianos los perciben todavía en su conjunto como una misma región, como un solo organismo, y se refieren a estas regiones con el nombre sonoro de viejo Caldas, nombre cariñoso que tiene un cierto dejo de nostalgia.

Los paisajes de esta región se pueden considerar entre los más bellos y exuberantes de Colombia, y desde muchos lugares se pueden contemplar los nevados del Ruiz, de Santa Isabel y del Tolima, con sus ahora menguadas cumbres nevadas. La vegetación es espléndida, y entre sus muchas bellezas se cuenta el amor que sienten sus habitantes por las flores. Hombres y mujeres las cultivan por doquier y las siembran en materos, latas de galleta, cualquier tiesto sirve, y las cuelgan en los largos corredores de las fincas, en los patios interiores de las casas, en los alféizares de las ventanas.

Hasta la más humilde de las casas, a orillas de la carretera, luce radiante y alegre, iluminada por los hermosos colores de las flores.