Museo Nacional de Colombia

Rotonda del tercer piso. Entradas a las salas Los primeros modernos, República de Colombia e Ideologías arte e industria. De izquierda a derecha, pinturas de los colombianos Luis Alberto Acuña, Fernando Botero, Luis Caballero, Andrés de Santa María y Domingo Moreno Otero, entre otros.   Cristóbal von Rothkirch.

Sala Primeros Pobladores, 12 000 a.C., que se encuentra en el primer piso. A la izquierda, urnas funerarias para entierros secundarios. A la derecha, urnas funerarias de Puerto Serviez. La restauración general del museo fue dirigida por la arquitecta Viviana Ortiz.   Cristóbal von Rothkirch.

Patio interior norte. De izquierda a derecha: Pabellón Café de Colombia, diseñado por Leonardo Álvarez y Ricardo Cruz, donde funciona el restaurante. Fuente y escultura de Eduardo Ramírez Villamizar.   Cristóbal von Rothkirch.

Sala República de Colombia: obras de los artistas colombianos Felipe Santiago Gutiérrez, Enrique Recio y Gil, Santiago Páramo, Pantaleón Mendoza y Salvador Moreno.   Cristóbal von Rothkirch.

Sala Los Primeros Modernos en el tercer piso. A la izquierda, obras de Alejandro Obregón y Édgar Negret. Al fondo, Naranja de Fernando Botero. A la derecha, obras de Antonio Roda y Enrique Grau, y salida a la rotonda del tercer piso.   Cristóbal von Rothkirch.

Texto de: Enrique Santos Molano

Cuando el presidente Santander fue acusado por los diputados de las municipalidades de Venezuela y Apure de, entre otras cosas, “gastar sumas considerables en bibliotecas, museos, observatorios, establecimientos litográficos y construcción de secretarías en una capital provisional” (Bogotá), respondió que lo único que lamentaba del cargo es que no fuera cierto del todo, “porque el mejor timbre de la actual administración sería el de haber dispensado una particular protección a las ciencias y a la educación de los colombianos en medio de la guerra, de las privaciones y de la falta de recursos”. Aclara el mandatario que la Biblioteca Nacional y el Observatorio existían con anterioridad a la República, y que en cuanto al Museo Nacional, su gestor fue el ilustre compatriota Francisco Antonio Zea, comisionado por el Libertador Simón Bolívar en 1819.

En efecto, después de negociaciones laboriosas en París, el 22 de mayo de 1822 pudo el célebre naturalista y político celebrar varios contratos con los científicos Mariano de Rivero, Jean Baptiste Boussingault, François Desiré Roullin, Justine Maria Gaudot y James Bourdon para fundar en la capital de la República de Colombia, una escuela y un museo de minería. Estos contratos fueron aprobados por el Congreso de la República por ley del 28 de julio de 1823, que se considera la fecha de fundación del Museo Nacional, aunque su inauguración oficial no se hizo hasta el 4 de julio del año siguiente en solemne ceremonia encabezada por el presidente Santander.

En sus comienzos, y según la ley que lo creó, el Museo Nacional sirvió dos funciones: la de museo en sí y la de cátedra y museo de ciencias naturales. Tuvo como primera sede la antigua casa de la Expedición Botánica, ubicada en la calle 1.a de la Carrera, actual carrera 7.a entre calles 7.a y 8.a.

El primer director del Museo Nacional fue el matemático y naturalista peruano Mariano de Rivero y las primeras piezas que recibió el museo fueron cinco banderas españolas de los cuerpos vencidos en Ayacucho y un estandarte de Pizarro de incalculable valor histórico y arqueológico. En septiembre de 1825 el Gran Mariscal de Ayacucho, Antonio José de Sucre, envió “el manto o acso de la reina mujer de Atahualpa”, por considerarlo “digno del museo de la capital de Colombia, y mucho más digno después de que las tropas de nuestra patria han vengado la sangre de los inocentes incas y libertado su antiguo imperio”.

Las piezas que conformaban el Museo Nacional pasaron en 1845 a una de las alas del edificio de Las Aulas, donde funcionaba la Biblioteca Nacional. Allí, poco a poco, por el abandono y desinterés de nuestros “estadistas”, resultó degradado a la condición de “depósito de antigüedades”, hasta que en 1876 el gobierno nacional adoptó un plan de salvamento y reestructuración que salvó de la desaparición piezas valiosísimas. Desde 1913 y hasta 1922 el Museo Nacional ocupó un sector del Pasaje Rufino Cuervo, en el centro de la ciudad, y en 1923 encontró cómodo alojamiento en las instalaciones del Banco de la República –edificio Pedro A. López–, que corrió con los gastos de sostenimiento y mejoramiento del museo. En 1946 el presidente Alberto Lleras Camargo tomó las medidas para remodelar el antiguo Panóptico –construido en 1874 y situado en la carrera 7.a con la calle 28– y convertirlo en la sede definitiva del Museo Nacional, inaugurada en 1948. En agosto de 1975 el edificio del museo fue declarado monumento nacional.

Además de sus funciones naturales, y gracias a la gestión de su directora Elvira Cuervo, el Museo Nacional ha instaurado desde 1992 una importante tradición de exposiciones originales de arte mundial, que atraen a público de todas las edades, y que le han ganado considerable prestigio internacional.