Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario

Claustro de estilo escolar, siglo xvii con el monumento a fray Cristóbal de Torres, bronce del catalán Dionisio Renart, 1909. De este claustro partió la Expedición Botánica y en él se fraguó la independencia.   Cristóbal von Rothkirch.

Corredor del segundo nivel del claustro. A la derecha, el acceso al aula máxima. La escalera de piedra tallada y la balaustrada son producto de restauraciones del siglo pasado.   Cristóbal von Rothkirch.

El aula máxima, de reconocido valor histórico y simbólico, fue construida en 1918. En los relieves, obra de la familia Ramelli, se destacan los medallones con la cruz de Calatrava y en los muros los retratos de los distintos rectores.   Cristóbal von Rothkirch.

Costado oriental del patio central, estatua de fray Cristóbal de Torres y, en el segundo nivel, la nueva balaustrada en cemento, originalmente de madera.    Cristóbal von Rothkirch.

El archivo histórico del colegio alberga una soberbia colección de manuscritos, incunables, documentos y libros antiguos.   Cristóbal von Rothkirch.

Texto de: Enrique Santos Molano

Fundado en 1651 por el arzobispo fray Cristóbal de Torres, quien lo constituyó según la tradición electiva de Salamanca, e inaugurado el 18 de diciembre de 1653, el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, es no sólo una de las universidades más antiguas de Latinoamérica, sino un epítome de la historia colombiana. Su interior se caracteriza por un enorme patio claustrado rodeado de una arquería majestuosa. Por sus aulas desfilaron muchos de los hombres más ilustres de la Colonia y la República, tanto profesores como alumnos, y en el siglo xx ha sido venero de profesionales, hombres y mujeres, de grande y decisiva importancia en la vida nacional.

Personajes como el sabio José Celestino Mutis impartieron su cátedra y repartieron su sabiduría por años en los salones del Rosario; otros como el sabio Francisco José de Caldas fueron alumnos, y después maestros del venerable Colegio Mayor, y hasta mártires. Caldas pasó en el interior del Rosario, en capilla, las últimas noches de su vida. Cuenta la leyenda que, al salir hacia el patíbulo, escribió sobre uno de los muros una O atravesada por una raya, que lee: “Oh, larga y negra partida”.

En la segunda mitad del siglo xix los gobiernos de la hegemonía radical (1861-1884) le quitaron al Colegio Mayor su autonomía, aunque se mantuvo la alta calidad de enseñanza impartida en los dos siglos anteriores; pero apenas comenzada la Regeneración, en 1885, tres rectores fueron nombrados por el señor Caro. Pero el Colegio retornó a la elección de rectores por los colegiales, tradición que aún se conserva.

Su arquitectura actual ha perdido varios trazos de la original, que se había mantenido intacta hasta 1902. Ese año, al reanudar tareas después de una suspensión de tres años por causa de la guerra civil, su rector, el doctor Rafael María Carrasquilla, inició las obras del “claustro nuevo” o sea el tramo situado al sur de la capilla de La Bordadita, sobre la carrera 6.a y la calle 15. El claustro nuevo quedó terminado en 1906, gracias al apoyo económico “del ilustre varón Rafael Reyes, presidente de la república” o ilustri viro Raphaele Reyes reip.praes, como rezaba una placa ya desaparecida.

No fue esa la única innovación que sufrió el edificio colonial. Los temblores de 1917 dejaron cuarteado el claustro antiguo, y a punto de derrumbarse, “casi totalmente destruido”, como ya lo habían hecho los de 1785. Y fue preciso “acometer una reconstrucción formal”, de la que el doctor Carrasquilla dejó en placa de mármol la constancia siguiente: “Resurgió esta alma mater, siempre antigua y siempre nueva, con el auxilio generoso del Congreso de Colombia y el patronato de los presidentes don José Vicente Concha y don Marco Fidel Suárez, siendo rector don Rafael María Carrasquilla, vicerrector don Jenaro Jiménez, consiliarios don Carlos Ucrós, don Liborio Zerda y don José María Cordovez Moure, bajo la dirección del arquitecto don Arturo Jaramillo Concha, en 1918”.

El edificio del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, sito en la carrera 6.a, entre las calles 14 y 15, declarado monumento nacional en 1975, forma un conjunto arquitectónico impresionante, verdadero legado cultural de la Colonia y uno de los pilares para la educación de los colombianos en el siglo xxi. El Colegio del Rosario edita una revista, centenaria publicación intelectual de primer orden, que ha recogido en sus páginas la colaboración de las mejores plumas del continente.

El fundador “instauró como símbolos el rosario, de donde viene su nombre, y la cruz de Calatrava, y estableció las ‘Constituciones’, como símbolo jurídico, que hoy en lo sustancial rigen la organización del Colegio”.