Biblioteca pública Virgilio Barco

La biblioteca vista desde el segundo piso: salas de lectura y de referencia y hemeroteca. Abajo, sala general de lectura.    Cristóbal von Rothkirch.

En los techos-terrazas de la biblioteca existe un teatro al aire libre. En primer plano, una de las lucardas que ilumina los espacios interiores del conjunto.   Cristóbal von Rothkirch.

La sala general de lectura funciona en el primer piso del conjunto. Los diferentes espacios de lectura se distribuyen en torno de un núcleo semicircular y un sistema de rampas.   Cristóbal von Rothkirch.

Puente que une la sala infantil con la recepción. A la derecha, conjunto de escaleras, jardineras y espejos de agua que salen escalonados hacia el exterior de la biblioteca.   Cristóbal von Rothkirch.

Alrededor del eje central se encuentra la antesala de la hemeroteca. Mediante un acertado sistema de lucardas, ventanales y claraboyas los diferentes espacios gozan de luz natural a lo largo del día.   Cristóbal von Rothkirch.

Texto de: Enrique Santos Molano

“¿Esto qué es?”, le preguntó el arquitecto Jacques Mosseri al arquitecto Rogelio Salmona, cuando descendía por la rampa que, encaminada al sur, “comienza a descubrir poco a poco un espacio circular rodeado simplemente por una columnata que sostiene un techo perimetral”. Y el arquitecto Salmona le respondió a su colega: “Es un lugar para mirar el cielo cambiante de Bogotá”.

En realidad es una biblioteca, empotrada en el sitio ideal para una biblioteca como lo es el parque más hermoso de Bogotá, el Simón Bolívar, y a la que se bautizó con el nombre del mandatario Virgilio Barco Vargas (1986-1990), entusiasta propiciador del Plan Nacional de Bibliotecas, a las que consideraba uno de los mejores instrumentos que se puedan poner al servicio del pueblo; pero además de biblioteca la Virgilio Barco es, como la describe su diseñador, un lugar para mirar el cielo cambiante de Bogotá, desde cualquiera de sus rampas, o desde los salones de lectura, o bien desde la moderna cafetería. La Virgilio Barco será –cuando esté llena– una de las mejores bibliotecas públicas de Suramérica. Sin embargo ya es uno de los monumentos arquitectónicos que Bogotá podrá ofrecer, a sus habitantes y a sus visitantes, en el siglo xxi. El diseño trazado por Salmona para este templo del estudio se presenta como el heraldo del nuevo siglo, pues se inició su construcción al terminar el siglo pasado (1998) y se inauguró en los comienzos del presente (2001).

La sede de la Biblioteca Pública Virgilio Barco Vargas está ubicada dentro del parque Simón Bolívar y se localiza en la dirección avenida carrera 48 n.º 61-50. Forma parte de la Red de Bibliotecas Públicas de Bogotá, que integran tres grandes bibliotecas –con las de El Tintal y El Tunal–, seis bibliotecas locales y otras once satélites o de barrio, interconectadas, de modo que prestan una cobertura que alcanza al 70% de las necesidades de la ciudad en materia de consulta bibliográfica.

Al describir la sala de lectura de la Biblioteca Pública Virgilio Barco Vargas, dice Jacques Mosseri que es: “un espacio semicircular de tres niveles conectados especialmente y entrecruzados por rampas y escaleras que le dan una enorme fluidez a la circulación. La iluminación se logra mediante lucernas que corren paralelas a la forma de la sala y permiten prescindir de la iluminación artificial durante la mayoría de las horas del día. Estos movimientos en los techos le dan adicionalmente una gran riqueza al espacio interior. En términos de vista, una serie alternada de grandes ventanales cuadrados dejan ver un paisaje creado por el talud recortado de grama y un canal de agua que el viento hace circular en contorno. Desde el tercer nivel se puede salir a una terraza ambulatoria desde la cual se entra nuevamente en contacto con la ciudad. La armonía general invita a la lectura”.

La biblioteca pública tiene varias funciones y misiones, constituyéndose en un centro de desarrollo comunitario, promoción de lectura, alfabetización, acceso a servicios de información y distrute de actividades artísticas.

Gracias a la existencia de ambiciosas estrategias de promoción y desarrollo, las autoridades distritales esperan que, antes de concluir la primera década del siglo xxi, tanto la Biblioteca Virgilio Barco, como las demás que componen la Red de Bibliotecas Públicas del Distrito Capital, cuenten con un acervo de títulos superior a los 100 000 en cada una de ellas, sobre todo en temas de referencia y de consulta.

Mientras tanto a la Virgilio Barco llegan cada día más estudiantes en busca de textos para elaborar sus tareas, y también a admirar la luz cambiante del cielo de Bogotá.