Archivo General de la Nación

El edificio del archivo es obra del arquitecto Rogelio Salmona. La plaza de acceso, a manera de patio interior, tiene un diseño geométrico circular en ladrillo de dos tonos.   Cristóbal von Rothkirch.

Texto de: Enrique Santos Molano

Era el antiguo Archivo Nacional de Colombia una de las pocas instituciones trashumantes que existían en el mundo. Desde el siglo xix los documentos que conforman la memoria de nuestra nación, iban de un lado para otro, guardados en costales, arrinconados en sótanos húmedos, expuestos al abandono y a la extinción. En el último piso de la Biblioteca Nacional se le abrió desde 1941 un rincón piadoso donde, mal que bien, entre estrecheces inverosímiles, funcionó el Archivo Nacional hasta 1995. Aunque este refugio evitó que la memoria del país desapareciera, por desgracia se perdieron, sin posibilidad de recuperación, muchos datos preciosos, no se sabe cuántos, antes de que el gobierno de Virgilio Barco Vargas tomara la decisión sapientísima de salvar a Colombia de la amnesia histórica.

Se encargó la tarea de hacer un edificio adecuado para el Archivo Histórico de Colombia al más adecuado de los arquitectos. Entre 1988 y 1994 Rogelio Salmona asumió el mayor reto de su carrera como arquitecto y artista. Darle a la archivística nacional una sede que modificara las costumbres de investigación, en el sentido de crearles a los usuarios un ambiente propicio, que no les hiciera padecer los rigores propios del cuidado de los documentos, de las restricciones para evitar el deterioro, y de esas medidas de orden técnico que tanto fastidian al que quiere zambullirse en un documento como un buzo en las profundidades del mar.

En 1995 las dependencias del Archivo Nacional se trasladaron de la Biblioteca a su nueva y definitiva sede de la carrera 6.a n.º 6-91 y se cambió su nombre original por el de Archivo General de la Nación, AGN.

Pensando en que los documentos se conservan para que la gente pueda usarlos, y en que cada documento tiene tres edades que son: la edad administrativa, la edad intermedia y la edad histórica, Rogelio Salmona concibió un edificio que llena a cabalidad la misión de servir a plenitud en un siglo que estará dominado por la informática, y se ingenió, entre otros muchos, recursos como cubrir los vidrios con película antirreflectiva, de modo que la luz abunda sin que los papeles se afecten, ni los usuarios se sientan incomodados. La arquitectura diseñada por Salmona hace de la sede del Archivo General un edificio transparente, en el que la estética armoniza con la utilidad, y la luz viene a ser uno más de los instrumentos que facilitan la investigación. Todo en esta edificación alberga un propósito único: respaldar la tarea del investigador, que tiene a su disposición más de sesenta millones de documentos catalogados, indizados y listos para serle útiles.

El área administrativa del AGN está dividida en dos bloques con lo que se previene cualquier tipo de accidente. En el bloque sur se guardan los documentos y en el bloque norte están ubicadas las salas de lectura, de investigación, de exposiciones; el auditorio, dotado con los elementos más modernos para conferencias y charlas, y las dependencias tanto de orden administrativo como científico.

En el Archivo General de la Nación se guardan, o mejor, se preservan para uso del público, mapas antiguos de más de 350 años, y se reúnen archivos que datan de la Colonia y que atestiguaban el transcurrir cotidiano de distintas épocas en las diferentes regiones del país, sin perjuicio de que estas regiones tengan sus propios archivos locales, a los que el AGN presta constante y oportuno apoyo.

Los puentes, las pasarelas interiores, las terrazas, los jardines, que parecen formar parte natural del conjunto arquitectónico, muestran un cuidadoso aprovechamiento del espacio integrado al entorno urbano.