- Botero esculturas (1998)
- Salmona (1998)
- El sabor de Colombia (1994)
- Wayuú. Cultura del desierto colombiano (1998)
- Semana Santa en Popayán (1999)
- Cartagena de siempre (1992)
- Palacio de las Garzas (1999)
- Juan Montoya (1998)
- Aves de Colombia. Grabados iluminados del Siglo XVIII (1993)
- Alta Colombia. El esplendor de la montaña (1996)
- Artefactos. Objetos artesanales de Colombia (1992)
- Carros. El automovil en Colombia (1995)
- Espacios Comerciales. Colombia (1994)
- Cerros de Bogotá (2000)
- El Terremoto de San Salvador. Narración de un superviviente (2001)
- Manolo Valdés. La intemporalidad del arte (1999)
- Casa de Hacienda. Arquitectura en el campo colombiano (1997)
- Fiestas. Celebraciones y Ritos de Colombia (1995)
- Costa Rica. Pura Vida (2001)
- Luis Restrepo. Arquitectura (2001)
- Ana Mercedes Hoyos. Palenque (2001)
- La Moneda en Colombia (2001)
- Jardines de Colombia (1996)
- Una jornada en Macondo (1995)
- Retratos (1993)
- Atavíos. Raíces de la moda colombiana (1996)
- La ruta de Humboldt. Colombia - Venezuela (1994)
- Trópico. Visiones de la naturaleza colombiana (1997)
- Herederos de los Incas (1996)
- Casa Moderna. Medio siglo de arquitectura doméstica colombiana (1996)
- Bogotá desde el aire (1994)
- La vida en Colombia (1994)
- Casa Republicana. La bella época en Colombia (1995)
- Selva húmeda de Colombia (1990)
- Richter (1997)
- Por nuestros niños. Programas para su Proteccion y Desarrollo en Colombia (1990)
- Mariposas de Colombia (1991)
- Colombia tierra de flores (1990)
- Los países andinos desde el satélite (1995)
- Deliciosas frutas tropicales (1990)
- Arrecifes del Caribe (1988)
- Casa campesina. Arquitectura vernácula de Colombia (1993)
- Páramos (1988)
- Manglares (1989)
- Señor Ladrillo (1988)
- La última muerte de Wozzeck (2000)
- Historia del Café de Guatemala (2001)
- Casa Guatemalteca (1999)
- Silvia Tcherassi (2002)
- Ana Mercedes Hoyos. Retrospectiva (2002)
- Francisco Mejía Guinand (2002)
- Aves del Llano (1992)
- El año que viene vuelvo (1989)
- Museos de Bogotá (1989)
- El arte de la cocina japonesa (1996)
- Botero Dibujos (1999)
- Colombia Campesina (1989)
- Conflicto amazónico. 1932-1934 (1994)
- Débora Arango. Museo de Arte Moderno de Medellín (1986)
- La Sabana de Bogotá (1988)
- Casas de Embajada en Washington D.C. (2004)
- XVI Bienal colombiana de Arquitectura 1998 (1998)
- Visiones del Siglo XX colombiano. A través de sus protagonistas ya muertos (2003)
- Río Bogotá (1985)
- Jacanamijoy (2003)
- Álvaro Barrera. Arquitectura y Restauración (2003)
- Campos de Golf en Colombia (2003)
- Cartagena de Indias. Visión panorámica desde el aire (2003)
- Guadua. Arquitectura y Diseño (2003)
- Enrique Grau. Homenaje (2003)
- Mauricio Gómez. Con la mano izquierda (2003)
- Ignacio Gómez Jaramillo (2003)
- Tesoros del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario. 350 años (2003)
- Manos en el arte colombiano (2003)
- Historia de la Fotografía en Colombia. Museo de Arte Moderno de Bogotá (1983)
- Arenas Betancourt. Un realista más allá del tiempo (1986)
- Los Figueroa. Aproximación a su época y a su pintura (1986)
- Andrés de Santa María (1985)
- Ricardo Gómez Campuzano (1987)
- El encanto de Bogotá (1987)
- Manizales de ayer. Album de fotografías (1987)
- Ramírez Villamizar. Museo de Arte Moderno de Bogotá (1984)
- La transformación de Bogotá (1982)
- Las fronteras azules de Colombia (1985)
- Botero en el Museo Nacional de Colombia. Nueva donación 2004 (2004)
- Gonzalo Ariza. Pinturas (1978)
- Grau. El pequeño viaje del Barón Von Humboldt (1977)
- Bogotá Viva (2004)
- Albergues del Libertador en Colombia. Banco de la República (1980)
- El Rey triste (1980)
- Gregorio Vásquez (1985)
- Ciclovías. Bogotá para el ciudadano (1983)
- Negret escultor. Homenaje (2004)
- Mefisto. Alberto Iriarte (2004)
- Suramericana. 60 Años de compromiso con la cultura (2004)
- Rostros de Colombia (1985)
- Flora de Los Andes. Cien especies del Altiplano Cundi-Boyacense (1984)
- Casa de Nariño (1985)
- Periodismo gráfico. Círculo de Periodistas de Bogotá (1984)
- Cien años de arte colombiano. 1886 - 1986 (1985)
- Pedro Nel Gómez (1981)
- Colombia amazónica (1988)
- Palacio de San Carlos (1986)
- Veinte años del Sena en Colombia. 1957-1977 (1978)
- Bogotá. Estructura y principales servicios públicos (1978)
- Colombia Parques Naturales (2006)
- Érase una vez Colombia (2005)
- Colombia 360°. Ciudades y pueblos (2006)
- Bogotá 360°. La ciudad interior (2006)
- Guatemala inédita (2006)
- Casa de Recreo en Colombia (2005)
- Manzur. Homenaje (2005)
- Gerardo Aragón (2009)
- Santiago Cárdenas (2006)
- Omar Rayo. Homenaje (2006)
- Beatriz González (2005)
- Casa de Campo en Colombia (2007)
- Luis Restrepo. construcciones (2007)
- Juan Cárdenas (2007)
- Luis Caballero. Homenaje (2007)
- Fútbol en Colombia (2007)
- Cafés de Colombia (2008)
- Colombia es Color (2008)
- Armando Villegas. Homenaje (2008)
- Manuel Hernández (2008)
- Alicia Viteri. Memoria digital (2009)
- Clemencia Echeverri. Sin respuesta (2009)
- Museo de Arte Moderno de Cartagena de Indias (2009)
- Agua. Riqueza de Colombia (2009)
- Volando Colombia. Paisajes (2009)
- Colombia en flor (2009)
- Medellín 360º. Cordial, Pujante y Bella (2009)
- Arte Internacional. Colección del Banco de la República (2009)
- Hugo Zapata (2009)
- Apalaanchi. Pescadores Wayuu (2009)
- Bogotá vuelo al pasado (2010)
- Grabados Antiguos de la Pontificia Universidad Javeriana. Colección Eduardo Ospina S. J. (2010)
- Orquídeas. Especies de Colombia (2010)
- Apartamentos. Bogotá (2010)
- Luis Caballero. Erótico (2010)
- Luis Fernando Peláez (2010)
- Aves en Colombia (2011)
- Pedro Ruiz (2011)
- El mundo del arte en San Agustín (2011)
- Cundinamarca. Corazón de Colombia (2011)
- El hundimiento de los Partidos Políticos Tradicionales venezolanos: El caso Copei (2014)
- Artistas por la paz (1986)
- Reglamento de uniformes, insignias, condecoraciones y distintivos para el personal de la Policía Nacional (2009)
- Historia de Bogotá. Tomo I - Conquista y Colonia (2007)
- Historia de Bogotá. Tomo II - Siglo XIX (2007)
- Academia Colombiana de Jurisprudencia. 125 Años (2019)
- Duque, su presidencia (2022)
Madera
Sagrario labrado en madera con relieves y superficie dorada con laminilla de oro. El herraje es de plata fundida y repujada. Siglo XVIII. Popayán, Cauca. José Fernando Machado.
Nasa para pescar tejida con tiras de chonta, unidas por fibras de cumare y bejuco. Amazonas. José Fernando Machado.
Banco rústico, tallado por los indígenas con machete y cuchillo. Amazonas. José Fernando Machado.
Banco rústico, tallado por los indígenas con machete y cuchillo. Amazonas. Diego Miguel Garcés.
Banco plegable en madera, ingeniosamente tallado y ensamblado. Bogotá. José Fernando Machado.
Banco plegable en madera, ingeniosamente tallado y ensamblado. Bogotá. José Fernando Machado.
Instrumentos de carpintería. Sierra de San José, garlopes y garlopinas. Manizales, Caldas. Diego Samper.
Armario enchapado en comino crespo, madera muy apreciada por los visos producidos por el entrelazamiento de la fibra. Utilizado para guardar ropa y enseres domésticos, siglo XIX. Medellín, Antioquia. José Fernando Machado.
Asiento rudimentario, resultado del ensamblaje de cuatro piezas de diferentes clases de madera. Guambía, Cauca. José Fernando Machado.
Banco tallado por los indígenas Tucano en una sola pieza de madera, con superficie cóncava y decorado con motivos abstractos, a partir de tintes vegetales. Vaupés. José Fernando Machado.
Sillas estilo Thonet. Son elaboradas en madera curvada, mediante un procedimiento que utiliza el vapor de agua. Tienen tejido de mimbre en el respaldo y el asiento. Caldas. Jorge Eduardo Arango.
Silla en madera curvada al calor. Región cafetera, Caldas. Diego Samper.
Silla rústica doble, en raíces de mangle curvadas. Guajira. Pilar Gómez.
Mesa y sillas con espaldar en ángulo recto, muy utilizadas en las fondas de la región cafetera. Chinchiná, Caldas. Diego Samper.
Perchero con reloj de cedro tintillado y encerado. John Oberlaender. Bogotá. José Fernando Machado.
Mesa alta de tapa rebatible en caoba, con incrustaciones de nogal aceitado. John Oberlaender. Bogotá. José Fernando Machado.
Archivador con cajones de caoba aceitada y pintada al duco. John Oberlaender. Bogotá. Jorge Eduardo Arango.
Mesa de caoba pintada. Patas fabricadas en tríplex. Galería Deimos,Bogotá. José Fernando Machado.
Botes en madera, usados para la pesca marina, por los habitantes de Taganga. Santa Marta, Magdalena. Diego Miguel Garcés.
Bastones fabricados con maderas preciosas. Usados comúnmente en las regiones rurales de Colombia por personas de todas las edades. Costa Atlántica. José Fernando Machado.
Bastones jaibaná, tallados en madera resistente y utilizados por los hechiceros, como instrumento mágico para establecer vínculos con el mundo sobrenatural. Indígenas Noanamá y Emberá. Chocó. José Fernando Machado.
Flechas elaboradas con base de caña, con puntas talladas en madera dura, amarradas con fibra de cumare, usadas para pescar en aguas cristalinas. Amazonas José Fernando Machado.
Detalle de cerbatanas compuestas de dos tubos de madera dura, uno dentro del otro, envueltos en tiras largas y angostas de corteza vegetal. Se cargan con dardos venenosos, son de gran tamaño y muy efectivas para la caza. Amazonas José Fernando Machado.
Base para sostener balay, en chonta amarrada con bejuco. Su forma constructiva se asemeja a un reloj de arena y responde a significados cosmogónicos, es símbolo de fertilidad. Amazonas. José Fernando Machado.
Detalles de pintura, realizada con tintes vegetales, sobre la corteza del árbol turí. Los indígenas que habitan las regiones ribereñas de los ríos Orinoco, Vaupés y Amazonas, extraen la corteza de este árbol que, previa preparación, la utilizan como lienzo. José Fernando Machado.
La mayor parte de los motivos son dibujos geométricos con gran sentido de la simetría, que atraen por su sencillez. También los hay realizados con motivos figurativos. Son, por lo general, representaciones abstractas de animales diversos. Los triángulos representan mariposas, los arcos, güíos. Las franjas, el pescado guaracurú y los cuadrados, loros. Otras pinturas ostentan dibujos zoomorfos con estilizaciones humanas que conforman verdaderos mosaicos de contenido simbólico. Utilizadas para fabricar máscaras o indumentaria ritual y como elemento decorativo. Estas telas son altamente apreciadas como objetos artísticos. Vaupés y Amazonas. José Fernando Machado.
Máscara indígena y popular, elaborada en madera o en corteza de árbol y decorada. Sibundoy, Putumayo. Pilar Gómez.
Máscara indígena y popular, elaborada en madera o en corteza de árbol y decorada. Macuna, Amazonas. Óscar Monsalve.
Máscara indígena y popular, elaborada en madera o en corteza de árbol y decorada. Ticuna, Amazonas. José Fernando Machado.
Máscara indígena y popular, elaborada en madera o en corteza de árbol y decorada. Torito del carnaval, Barranquilla. Óscar Monsalve.
Máscara indígena y popular, elaborada en madera o en corteza de árbol y decorada. Teatro contemporáneo, Bogotá. Juan Camilo Segura.
Máscara indígena y popular, elaborada en madera o en corteza de árbol y decorada. Macuna, Amazonas. José Fernando Machado.
Figura de campesina labrada en madera y recubierta con barniz de Pasto. Eduardo Muñoz Lora. Pasto, Nariño. José Fernando Machado.
Eduardo Muñoz Lora, en su taller, decorando con barniz de Pasto. Pasto, Nariño. Diego Miguel Garcés.
Banco indígena tradicional del Putumayo, tallado en una sola pieza de madera, decorado con barniz de Pasto. Eduardo Muñoz Lora. Pasto, Nariño. José Fernando Machado.
Virgen negra con niño, labrada en madera, ornamentada con las técnicas del barniz y del tamo. Pasto, Nariño. José Fernando Machado.
Bargueño en madera, con pesebre. Ornamentado con técnicas combinadas de aplicación del tamo y pirograbado. Carlos Sánchez. Nariño. José Fernando Machado.
Recipiente en madera con representación de escena campesina, decorado con aplicaciones de tamo. Nariño. José Fernando Machado.
Caja de madera para lustrar zapatos, en la cual se expresa el gusto popular y la personalidad del usuario. Pereira, Risaralda. José Fernando Machado.
Velero en balso, tallado, pintado y adornado. Costa Atlántica. José Fernando Machado.
Barco de juguete en balso pintado. Tumaco, Nariño. José Fernando Machado.
Requintos en madera. Especie de guitarra que llevan comúnmente los vaqueros de los llanos del Casanare, para entretenerse durante las noches luego de terminar sus faenas. Una de las cajas de resonancia se ha fabricado utilizando un caparazón de armadillo. Los requintos dan una sonoridad más aguda y alta que el tiple. Casanare. José Fernando Machado.
Cocas o baleros y trompos en madera torneada. Estos juguetes tienen gran arraigo en las zonas campesinas de Colombia. Chiquinquirá, Boyacá Pilar Gómez.
Buque en balso. Con la talla de estos barcos mágicos inicia sus conocimientos el aprendiz de jaibaná. El cuerpo resulta de ahuecar un trozo de esta madera blanda, abundante en la región, el cual se cubre con tablillas delgadas, fijadas con espinas de palma. A medida que su saber avanza, va colocando encima figuras antropomorfas que simbolizan la llegada de los espíritus que va a usar. Generalmente, estas embarcaciones se adornan con motivos geométricos. A esto sigue la talla del bastón hasta que toma cuerpo, y en él se esculpen figuras humanas combinadas con representaciones animales. Durante el adiestramiento talla otras figuras decoradas con colores rojo y negro, para ser usadas en las curaciones. El banco característico y las tablillas de balso decoradas se constituyen en los objetos de su parafernalia ritual. Luego de iniciado el nuevo jaibaná, recibe un bastón de madera tallado que simboliza el poder recibido. A medida que aumenta su poder dispone de mayor número de bastones que, además, señalan su experiencia. Indígenas Noanamá y Emberá. Chocó. José Fernando Machado.
Cubiertos en miniatura, tallados en madera de naranjo. Obonuco, Nariño. José Fernando Machado.
Cubiertos ornamentales, tallados en madera de naranjo. Obonuco, Nariño. José Fernando Machado.
Venta en un mercado de pueblo, de cucharas, rodillos, molinillos y artesas de pequeñas dimensiones y formas variadas. Labradas en diversas clases de madera. Villa de Leiva. José Fernando Machado.
Prensas en madera para fabricar quesos en la Sabana de Bogotá. Con estos artefactos de delicado trabajo se producen excelentes quesos. José Fernando Machado.
Artesas labradas en diferentes clases de madera, generalmente blanca, elegida por sus propiedades impermeables, estables e inoloras. Usadas para una gran variedad de actividades domésticas y trabajadas a la manera tradicional. Manizales, Caldas. Diego Samper.
Tablas labradas en diferentes clases de madera, generalmente blanca, elegida por sus propiedades impermeables, estables e inoloras. Usadas para una gran variedad de actividades domésticas y trabajadas a la manera tradicional. Manizales, Caldas. Diego Samper.
Bateas, labradas en diferentes clases de madera, generalmente blanca, elegida por sus propiedades impermeables, estables e inoloras. Usadas para una gran variedad de actividades domésticas y trabajadas a la manera tradicional. Manizales, Caldas. Diego Samper.
Bateas, labradas en diferentes clases de madera, generalmente blanca, elegida por sus propiedades impermeables, estables e inoloras. Usadas para una gran variedad de actividades domésticas y trabajadas a la manera tradicional. Manizales, Caldas. Diego Samper.
Bateas, labradas en diferentes clases de madera, generalmente blanca, elegida por sus propiedades impermeables, estables e inoloras. Usadas para una gran variedad de actividades domésticas y trabajadas a la manera tradicional. Manizales, Caldas. Diego Samper.
Recipientes torneados en madera de muelle y cedro, lijados a mano y terminados con una fina capa de parafina. Galería Deimos, Bogotá. José Fernando Machado.
Ensaladera y cubiertos, labrados en madera de roble. Los cubiertos tienen aplicaciones de cacho y plata en el mango. Galería Deimos, Bogotá. José Fernando Machado.
Detalles de calados en madera sobre puertas con diseños de estructura geométrica, solución libre y motivos figurativos y abstractos. Región cafetera, Risaralda. Olga Lucía Jordán.
Detalles de calados en madera sobre ventanas y puertaventanas con diseños de estructura geométrica, solución libre y motivos figurativos y abstractos. Región cafetera, Risaralda. Olga Lucía Jordán.
Jaula para aves elaborada en cañabrava, con pájaros ornamentales en cerámica. Boyacá. Jorge Eduardo Arango.
Instrumentos musicales andinos, en cañabrava. Capadores y esterilla, entre otros. Manizales, Caldas. Diego Samper.
Perchero en guadua utilizada desde la raíz. Marcelo Villegas. Manizales, Caldas. Diego Samper.
Recipientes y cubiertos en guadua. Germán Rubio. La Calera, Cundinamarca. José Fernando Machado.
Portaobjetos en guadua. Germán Rubio. La Calera, Cundinamarca. José Fernando Machado.
Recipientes en guadua para guardar granos y objetos. Marcelo Villegas. Manizales, Caldas. Jorge Eduardo Arango.
Flautas en cañabrava. Diversas regiones. José Fernando Machado.
Florero en guadua. Alejandro Cabo. Bogotá. José Fernando Machado.
Butaco en guadua y madera. Alejandro Cabo. Bogotá. José Fernando Machado.
Marimba en madera dura, con canutos de resonancia en guadua y tacos en madera de chonta. Guapi, Cauca. José Fernando Machado.
Alcoba con ventanas rebatibles de madera, y lámparas en guadua y lienzo. La ventilación superior es en palos de chonta, y la estructura general de la cubierta es en guadua. Simón Vélez. Caldas. Lámparas, Ezequiel Alarcón. Barichara, Santander. Simón Vélez.
Lámpara tallada en un canuto de guadua con estructura labrada, también en guadua, para soportar el lienzo. Ezequiel Alarcón. Barichara, Santander. Pilar Gómez.
Texto de: Liliana Villegas y Benjamín Villegas
El desarrollo de la civilización debe, de muchas formas, a la madera la construcción de su mundo. Ahí está la rueda, la carreta y el carromato, que eran de madera, las tinas para el baño, el calzado primitivo, el telar y el torno de hilar, las prensas para el aceite y para el vino. También de madera era en su totalidad la industria náutica. De ahí proviene el desarrollo de las comunicaciones entre los pueblos, y también sus grandes descubrimientos.
En las culturas precolombinas la madera es la materia prima por excelencia, para elaborar desde artefactos de la vida diaria hasta construcciones arquitectónicas. Aunque son prácticamente inexistentes los vestigios de estas construcciones, debido a su rápida desintegración bajo condiciones de humedad, se han encontrado piezas de cerámica con forma de viviendas, que demuestran el uso de la madera en su función estructural. También están como testimonio las páginas de los cronistas que, durante la época de la Conquista, confirman la presencia del elemento, en muy diversos trabajos, dentro de la mayor parte de las culturas. Las malocas, enormes construcciones de madera con techo de paja, son la prolongación de los esquemas básicos del pasado.
Con la llegada de los españoles y su gran cantidad de nuevas herramientas, los nativos entraron en contacto con ese modo de transformación de la naturaleza, que practica el ebanista de antigua tradición europea. Bajo la influencia de las escuelas quiteñas, siendo Quito uno de los más activos centros artesanales del siglo XVI y XVII, en los talleres de la Nueva Granada se recibieron los aportes de los estilos mudéjar y flamenco provenientes del Viejo Continente, creando, con los estilos nativos, aquel mestizaje artístico que enraizó y aún perdura.
La talla es un proceso manual con fines escultóricos. Tajando la madera con instrumentos de acero, se labra para lograr los diseños deseados, con dibujos y planos previamente elaborados. En la época de la Colonia floreció una gran actividad creadora. Las imágenes se labraban, generalmente, en maderas preciosas que se encontraban a lo largo de todo el país. Luego venía el proceso de estofado y policromía, con el cual las imágenes sagradas obtenían un alto grado de realismo y emotividad. La razón de tan inconfundible expresión es necesario atribuirla a las necesidades del culto religioso, plasmado por talladores y artesanos en la ornamentación sagrada. La enorme cantidad de tallas y esculturas destinadas a las capillas e iglesias cristianas, es un rico y exuberante testimonio de la gran empresa evangelizadora. Se trata de un arte de tradición europea, española, que al llegar al Nuevo Mundo sufrió sensibles modificaciones. Si sus motivos iconográficos permanecen invariables, éstos van a recibir, con el aporte americano, un tratamiento estilístico de tipo mestizo, que se da como participación nativa en el desarrollo del arte colonial. Bogotá, Tunja, Popayán y Pasto fueron los más importantes centros de talladores, durante los siglos XVII y XVIII. De sus talleres salen las imágenes sagradas talladas y revestidas de rica ornamentación colorística. Los imagineros, que provienen de la escuela española, sólo tallan la cabeza y las manos de las sagradas figuras, para que luego sean revestidas con ricos ropajes. Bajo diferentes formas, el barroco condujo a nuevos sentimientos e ideales en los atributos sagrados, atributos que se transparentan y se inscriben en esa función del arte religioso que consiste en llevar al feligrés y al devoto, a la realización de sentimientos semejantes.
El interior de una iglesia ofrece muchas veces el efecto de un salón de fiestas, con una abundancia profusa de ornamentos y ricos materiales en policromía, en los que resaltan toques metálicos. A ésta, que es una descripción del barroco eclesiástico europeo, habría que añadir los motivos y colores propios del trópico, con los que el artesano, nativo o mestizo, iba a sobrecargar un estilo artístico de por sí ya abundante, en formas de fastuosidad y sensualidad propias del barroco americano.
Pero el tallador neogranadino y el carpintero tienen muchas más tareas para realizar en sus talleres. La madera se acumula allí porque debe proveer a la sociedad de sillas, ventanas, balcones, escabeles y taburetes, bargueños, escaños, arcones, mesas y objetos de uso diverso, según los modelos traídos de ultramar.
Ya en la segunda parte del siglo XIX llegan al país, importados de Europa, los famosos muebles de Thonet. La innovación técnica consistía en el empleo de calor y agua para dar curvatura a las tiras de madera y ser moldeadas en la forma deseada. Thonet prescindió para siempre de tallas y ensamblajes, obteniendo un conjunto sencillo y armonioso. Los modelos del constructor austriaco pronto se impusieron en todo el mundo y, en Colombia, los artesanos aplicaron estas técnicas con algunas variaciones locales, para satisfacer una demanda que, por la sencilla elegancia y ligereza de estos muebles, ha sido siempre muy apreciada.
Los indígenas del litoral Pacífico, Emberá y Noanamá, hacen, con maderas de palma, parte de los instrumentos ceremoniales, como los bastones de mando, que tallan con riqueza de detalles, destinados a los jaibanás, brujos o curanderos de la tribu. Las figuras de estos bastones suelen representar hombres o mujeres desnudos, flechas, monos o animales aparejados.
El aprendiz de brujo inicia su aprendizaje con la elaboración de embarcaciones hechas con madera de balso, que es blanda y de fácil manejo. Sólo cuando logra mayor destreza en la talla, puede proceder a utilizar maderas duras, y a plasmar figuras que simbolizan espíritus o rememoran sus ancestros, que integran, artísticamente, su mundo mágico-religioso.
Al lado de los objetos de uso ceremonial, los indígenas de las selvas del Amazonas, Vaupés y Caquetá, y en general los habitantes del bosque tropical, utilizan la madera para la fabricación de objetos utilitarios, de gran importancia para su supervivencia. Para el transporte fluvial construyen canoas, y para la pesca y la caza, cerbatanas, arcos y flechas, que han sido elaborados por cada tribu, desde tiempos inmemoriales, junto con los instrumentos musicales, de viento y percusión, flautas de caña, y gran variedad de tambores.
Del árbol turí los indígenas del Vaupés extraen la corteza. Esta se trabaja hasta convertirla en una especie de tela, sobre la cual el indígena ejecuta bellos dibujos que representan las imágenes percibidas en las alucinaciones producidas por el “yagé”, alucinógeno de origen vegetal que se consume en las ceremonias. El turí es un ejemplo de la trasformación de un elemento natural en indumentaria ritual o en tela ornamental. Los Sibundoy del Putumayo tallan figuritas en actitudes cotidianas, imágenes religiosas y máscaras. En el lenguaje de las máscaras de las sociedades aborígenes, queda anulado cualquier vestigio de identidad individual. Las máscaras suelen representar seres fabulosos, míticos o totémicos. Los Kogi, que habitan en el territorio norte de la Sierra Nevada de Santa Marta, desde los tiempos precolombinos, han incorporado, en sus ceremonias, las máscaras a sus danzas. Con ellas evocan el poder mítico de “Duginavi”, quien las utilizaba para comprender el sentido oculto de las cosas. En las selvas del Amazonas las máscaras están asociadas a los rituales de distintos grupos: los Cubeo con sus ritos mortuorios, los Makuna, con las fiestas de la recolección, los Yacuna con la fertilidad, y los Ticuna, con la ceremonia de la pubertad. Estas comunidades participan culturalmente de ideas y formas de representación semejantes, en la fabricación de sus máscaras ceremoniales.
Los rostros diversos de los demonios tallados sobre la madera, recorren un largo repertorio zoomorfo: el demonio pez y el demonio abeja poseen connotaciones sexuales. El demonio sanguijuela tiene un carácter femenino, mientras que el demonio pájaro tiene fuertes connotaciones fálicas. El demonio jaguar, de amplio significado mítico, está asociado con el mundo subterráneo, y el demonio mariposa es esencialmente catártico y en buena parte de los ceremoniales precede al grupo de los hombres enmascarados. En la ceremonia “oyne”, que es un rito mortuorio de los Makuna, al término de la misma las máscaras son arrojadas al fuego. En los carnavales de Pasto, Riosucio y Barranquilla, las máscaras están fuertemente vinculadas a las tradiciones regionales de estas celebraciones.
Tanto en el entorno selvático de las comunidades indígenas, como en las zonas montañosas del sistema andino o en las partes bajas de la costa, la madera es un elemento fundamental para la fabricación de bienes. De madera son las casas, los muebles, los utensilios domésticos y las canoas, así como una gran variedad de piezas que fabrican para la venta y que tienen gran aceptación: bateas, cucharas, molinillos, mazos y tablas para la cocina, tenedores y rodillos.
Las diferentes comunidades de raza negra asentadas en el territorio colombiano han conservado, de sus ancestros africanos, el arte escultórico de la madera aunque, con el tiempo, se han perdido algunas de sus representaciones. En el litoral del Océano Pacífico, por ejemplo, la batea de madera es útil para diversas labores de la cocina y para el lavado de la ropa. También sirve para cargar objetos y para las tareas de minería en la búsqueda de oro fluvial. Como una cuna para el recién nacido se usa una batea ricamente ornamentada.
En Nariño no sólo son conocidos los más hábiles talladores, sino también los decoradores del “Barniz de Pasto”, técnica de decoración indígena que consiste en una capa superpuesta sobre la superficie de la madera, procedente de una sustancia vegetal que se obtiene de la resina del árbol llamado barniz, que no es otro que el “mopa-mopa”. Los artesanos barnizadores realizan su trabajo una vez el carpintero ha entregado su pieza lista para ser decorada. Las extraordinarias cualidades de estos productos se remontan a la época prehispánica. Su flexibilidad y resistencia fueron muy apreciadas por los españoles, quienes las aplicaron para decorar muebles. Atriles, arcas, bargueños, sillas, sillones, cajas y costureros, hacen parte de la colección de piezas trabajadas por los artesanos. Los procesos de aplicación del barniz no han cambiado, sustancialmente, a lo largo de los siglos.
En esta misma región y con fines decorativos, se aplica sobre la madera, con una técnica también de origen indígena, el “tamo”, tallo del trigo y de la cebada. La finura del material permite utilizarlo como un elemento casi pictórico, como la línea del pincel en la disposición de los trazos. Los motivos generalmente son cuadros de costumbres y escenas sagradas, marcos lujosos para la pintura al óleo, y los atriles.
Si los artesanos nariñenses producen en sus talleres objetos de uso doméstico, como baúles, bargueños, cajas y cofres, los boyacenses se han destacado en la elaboración de instrumentos musicales. La gran producción está centrada en poblaciones como Socha, Belén, Chiquinquirá y algunas veredas vecinas de Paipa y Duitama.
Los instrumentos musicales de cuerda, guitarras, bandolas, tiples y requintos que se producen allí, con especial maestría, son representativos de un oficio consumado. A la calidad sonora del instrumento hay que agregar su buen acabado y sobria decoración.
Abundante en la zona cafetera, —Antioquia, Caldas, Risaralda, Quindío y parte del Cauca—, la guadua angustifolia o bambusa guadua, un tallo leñoso extraordinariamente resistente, liviano y especialmente flexible, ha jugado un papel determinante en la vida campesina de la región. Por sus características, ha sido utilizado en la vida rural en múltiples formas y oficios. Fue también factor decisivo en la construcción de poblados y aldeas pues, como material constructivo, es de inapreciable valor. En la arquitectura, la guadua levantó la estructura de las casas y de ella salió la esterilla de las paredes. El techo y el cielo raso, las puertas y ventanas, también se hicieron de guadua. Como canal y canaleta condujo el agua de la quebrada a la casa, y para el paso del río, la guadua sirvió para la construcción de puentes. En la cocina se convirtió en vasija para guardar los granos, la miel y el azúcar. Los conquistadores españoles conocieron la guadua por el uso que de ella hacían los indígenas, e imitaron su aprovechamiento.
La riqueza y la variedad de maderas con que cuenta el país, continuarán siendo utilizadas en todas las regiones para satisfacer necesidades relacionadas con la práctica de la vida cotidiana.Tanto en las zonas rurales como en las ciudades, de acuerdo con la propiedad de cada especie maderable, se obtiene, de cada una de ellas, el más eficiente resultado, desde finas tallas y utensilios, hasta objetos con diseño contemporáneo que sorprenden el ámbito de los más exigentes mercados. Favorecida por su posición geográfica, diversidad topográfica y variedad de pisos térmicos, Colombia cuenta con una de las mayores variedades y más finas maderas del mundo.
#AmorPorColombia
Madera
Sagrario labrado en madera con relieves y superficie dorada con laminilla de oro. El herraje es de plata fundida y repujada. Siglo XVIII. Popayán, Cauca. José Fernando Machado.
Nasa para pescar tejida con tiras de chonta, unidas por fibras de cumare y bejuco. Amazonas. José Fernando Machado.
Banco rústico, tallado por los indígenas con machete y cuchillo. Amazonas. José Fernando Machado.
Banco rústico, tallado por los indígenas con machete y cuchillo. Amazonas. Diego Miguel Garcés.
Banco plegable en madera, ingeniosamente tallado y ensamblado. Bogotá. José Fernando Machado.
Banco plegable en madera, ingeniosamente tallado y ensamblado. Bogotá. José Fernando Machado.
Instrumentos de carpintería. Sierra de San José, garlopes y garlopinas. Manizales, Caldas. Diego Samper.
Armario enchapado en comino crespo, madera muy apreciada por los visos producidos por el entrelazamiento de la fibra. Utilizado para guardar ropa y enseres domésticos, siglo XIX. Medellín, Antioquia. José Fernando Machado.
Asiento rudimentario, resultado del ensamblaje de cuatro piezas de diferentes clases de madera. Guambía, Cauca. José Fernando Machado.
Banco tallado por los indígenas Tucano en una sola pieza de madera, con superficie cóncava y decorado con motivos abstractos, a partir de tintes vegetales. Vaupés. José Fernando Machado.
Sillas estilo Thonet. Son elaboradas en madera curvada, mediante un procedimiento que utiliza el vapor de agua. Tienen tejido de mimbre en el respaldo y el asiento. Caldas. Jorge Eduardo Arango.
Silla en madera curvada al calor. Región cafetera, Caldas. Diego Samper.
Silla rústica doble, en raíces de mangle curvadas. Guajira. Pilar Gómez.
Mesa y sillas con espaldar en ángulo recto, muy utilizadas en las fondas de la región cafetera. Chinchiná, Caldas. Diego Samper.
Perchero con reloj de cedro tintillado y encerado. John Oberlaender. Bogotá. José Fernando Machado.
Mesa alta de tapa rebatible en caoba, con incrustaciones de nogal aceitado. John Oberlaender. Bogotá. José Fernando Machado.
Archivador con cajones de caoba aceitada y pintada al duco. John Oberlaender. Bogotá. Jorge Eduardo Arango.
Mesa de caoba pintada. Patas fabricadas en tríplex. Galería Deimos,Bogotá. José Fernando Machado.
Botes en madera, usados para la pesca marina, por los habitantes de Taganga. Santa Marta, Magdalena. Diego Miguel Garcés.
Bastones fabricados con maderas preciosas. Usados comúnmente en las regiones rurales de Colombia por personas de todas las edades. Costa Atlántica. José Fernando Machado.
Bastones jaibaná, tallados en madera resistente y utilizados por los hechiceros, como instrumento mágico para establecer vínculos con el mundo sobrenatural. Indígenas Noanamá y Emberá. Chocó. José Fernando Machado.
Flechas elaboradas con base de caña, con puntas talladas en madera dura, amarradas con fibra de cumare, usadas para pescar en aguas cristalinas. Amazonas José Fernando Machado.
Detalle de cerbatanas compuestas de dos tubos de madera dura, uno dentro del otro, envueltos en tiras largas y angostas de corteza vegetal. Se cargan con dardos venenosos, son de gran tamaño y muy efectivas para la caza. Amazonas José Fernando Machado.
Base para sostener balay, en chonta amarrada con bejuco. Su forma constructiva se asemeja a un reloj de arena y responde a significados cosmogónicos, es símbolo de fertilidad. Amazonas. José Fernando Machado.
Detalles de pintura, realizada con tintes vegetales, sobre la corteza del árbol turí. Los indígenas que habitan las regiones ribereñas de los ríos Orinoco, Vaupés y Amazonas, extraen la corteza de este árbol que, previa preparación, la utilizan como lienzo. José Fernando Machado.
La mayor parte de los motivos son dibujos geométricos con gran sentido de la simetría, que atraen por su sencillez. También los hay realizados con motivos figurativos. Son, por lo general, representaciones abstractas de animales diversos. Los triángulos representan mariposas, los arcos, güíos. Las franjas, el pescado guaracurú y los cuadrados, loros. Otras pinturas ostentan dibujos zoomorfos con estilizaciones humanas que conforman verdaderos mosaicos de contenido simbólico. Utilizadas para fabricar máscaras o indumentaria ritual y como elemento decorativo. Estas telas son altamente apreciadas como objetos artísticos. Vaupés y Amazonas. José Fernando Machado.
Máscara indígena y popular, elaborada en madera o en corteza de árbol y decorada. Sibundoy, Putumayo. Pilar Gómez.
Máscara indígena y popular, elaborada en madera o en corteza de árbol y decorada. Macuna, Amazonas. Óscar Monsalve.
Máscara indígena y popular, elaborada en madera o en corteza de árbol y decorada. Ticuna, Amazonas. José Fernando Machado.
Máscara indígena y popular, elaborada en madera o en corteza de árbol y decorada. Torito del carnaval, Barranquilla. Óscar Monsalve.
Máscara indígena y popular, elaborada en madera o en corteza de árbol y decorada. Teatro contemporáneo, Bogotá. Juan Camilo Segura.
Máscara indígena y popular, elaborada en madera o en corteza de árbol y decorada. Macuna, Amazonas. José Fernando Machado.
Figura de campesina labrada en madera y recubierta con barniz de Pasto. Eduardo Muñoz Lora. Pasto, Nariño. José Fernando Machado.
Eduardo Muñoz Lora, en su taller, decorando con barniz de Pasto. Pasto, Nariño. Diego Miguel Garcés.
Banco indígena tradicional del Putumayo, tallado en una sola pieza de madera, decorado con barniz de Pasto. Eduardo Muñoz Lora. Pasto, Nariño. José Fernando Machado.
Virgen negra con niño, labrada en madera, ornamentada con las técnicas del barniz y del tamo. Pasto, Nariño. José Fernando Machado.
Bargueño en madera, con pesebre. Ornamentado con técnicas combinadas de aplicación del tamo y pirograbado. Carlos Sánchez. Nariño. José Fernando Machado.
Recipiente en madera con representación de escena campesina, decorado con aplicaciones de tamo. Nariño. José Fernando Machado.
Caja de madera para lustrar zapatos, en la cual se expresa el gusto popular y la personalidad del usuario. Pereira, Risaralda. José Fernando Machado.
Velero en balso, tallado, pintado y adornado. Costa Atlántica. José Fernando Machado.
Barco de juguete en balso pintado. Tumaco, Nariño. José Fernando Machado.
Requintos en madera. Especie de guitarra que llevan comúnmente los vaqueros de los llanos del Casanare, para entretenerse durante las noches luego de terminar sus faenas. Una de las cajas de resonancia se ha fabricado utilizando un caparazón de armadillo. Los requintos dan una sonoridad más aguda y alta que el tiple. Casanare. José Fernando Machado.
Cocas o baleros y trompos en madera torneada. Estos juguetes tienen gran arraigo en las zonas campesinas de Colombia. Chiquinquirá, Boyacá Pilar Gómez.
Buque en balso. Con la talla de estos barcos mágicos inicia sus conocimientos el aprendiz de jaibaná. El cuerpo resulta de ahuecar un trozo de esta madera blanda, abundante en la región, el cual se cubre con tablillas delgadas, fijadas con espinas de palma. A medida que su saber avanza, va colocando encima figuras antropomorfas que simbolizan la llegada de los espíritus que va a usar. Generalmente, estas embarcaciones se adornan con motivos geométricos. A esto sigue la talla del bastón hasta que toma cuerpo, y en él se esculpen figuras humanas combinadas con representaciones animales. Durante el adiestramiento talla otras figuras decoradas con colores rojo y negro, para ser usadas en las curaciones. El banco característico y las tablillas de balso decoradas se constituyen en los objetos de su parafernalia ritual. Luego de iniciado el nuevo jaibaná, recibe un bastón de madera tallado que simboliza el poder recibido. A medida que aumenta su poder dispone de mayor número de bastones que, además, señalan su experiencia. Indígenas Noanamá y Emberá. Chocó. José Fernando Machado.
Cubiertos en miniatura, tallados en madera de naranjo. Obonuco, Nariño. José Fernando Machado.
Cubiertos ornamentales, tallados en madera de naranjo. Obonuco, Nariño. José Fernando Machado.
Venta en un mercado de pueblo, de cucharas, rodillos, molinillos y artesas de pequeñas dimensiones y formas variadas. Labradas en diversas clases de madera. Villa de Leiva. José Fernando Machado.
Prensas en madera para fabricar quesos en la Sabana de Bogotá. Con estos artefactos de delicado trabajo se producen excelentes quesos. José Fernando Machado.
Artesas labradas en diferentes clases de madera, generalmente blanca, elegida por sus propiedades impermeables, estables e inoloras. Usadas para una gran variedad de actividades domésticas y trabajadas a la manera tradicional. Manizales, Caldas. Diego Samper.
Tablas labradas en diferentes clases de madera, generalmente blanca, elegida por sus propiedades impermeables, estables e inoloras. Usadas para una gran variedad de actividades domésticas y trabajadas a la manera tradicional. Manizales, Caldas. Diego Samper.
Bateas, labradas en diferentes clases de madera, generalmente blanca, elegida por sus propiedades impermeables, estables e inoloras. Usadas para una gran variedad de actividades domésticas y trabajadas a la manera tradicional. Manizales, Caldas. Diego Samper.
Bateas, labradas en diferentes clases de madera, generalmente blanca, elegida por sus propiedades impermeables, estables e inoloras. Usadas para una gran variedad de actividades domésticas y trabajadas a la manera tradicional. Manizales, Caldas. Diego Samper.
Bateas, labradas en diferentes clases de madera, generalmente blanca, elegida por sus propiedades impermeables, estables e inoloras. Usadas para una gran variedad de actividades domésticas y trabajadas a la manera tradicional. Manizales, Caldas. Diego Samper.
Recipientes torneados en madera de muelle y cedro, lijados a mano y terminados con una fina capa de parafina. Galería Deimos, Bogotá. José Fernando Machado.
Ensaladera y cubiertos, labrados en madera de roble. Los cubiertos tienen aplicaciones de cacho y plata en el mango. Galería Deimos, Bogotá. José Fernando Machado.
Detalles de calados en madera sobre puertas con diseños de estructura geométrica, solución libre y motivos figurativos y abstractos. Región cafetera, Risaralda. Olga Lucía Jordán.
Detalles de calados en madera sobre ventanas y puertaventanas con diseños de estructura geométrica, solución libre y motivos figurativos y abstractos. Región cafetera, Risaralda. Olga Lucía Jordán.
Jaula para aves elaborada en cañabrava, con pájaros ornamentales en cerámica. Boyacá. Jorge Eduardo Arango.
Instrumentos musicales andinos, en cañabrava. Capadores y esterilla, entre otros. Manizales, Caldas. Diego Samper.
Perchero en guadua utilizada desde la raíz. Marcelo Villegas. Manizales, Caldas. Diego Samper.
Recipientes y cubiertos en guadua. Germán Rubio. La Calera, Cundinamarca. José Fernando Machado.
Portaobjetos en guadua. Germán Rubio. La Calera, Cundinamarca. José Fernando Machado.
Recipientes en guadua para guardar granos y objetos. Marcelo Villegas. Manizales, Caldas. Jorge Eduardo Arango.
Flautas en cañabrava. Diversas regiones. José Fernando Machado.
Florero en guadua. Alejandro Cabo. Bogotá. José Fernando Machado.
Butaco en guadua y madera. Alejandro Cabo. Bogotá. José Fernando Machado.
Marimba en madera dura, con canutos de resonancia en guadua y tacos en madera de chonta. Guapi, Cauca. José Fernando Machado.
Alcoba con ventanas rebatibles de madera, y lámparas en guadua y lienzo. La ventilación superior es en palos de chonta, y la estructura general de la cubierta es en guadua. Simón Vélez. Caldas. Lámparas, Ezequiel Alarcón. Barichara, Santander. Simón Vélez.
Lámpara tallada en un canuto de guadua con estructura labrada, también en guadua, para soportar el lienzo. Ezequiel Alarcón. Barichara, Santander. Pilar Gómez.
Texto de: Liliana Villegas y Benjamín Villegas
El desarrollo de la civilización debe, de muchas formas, a la madera la construcción de su mundo. Ahí está la rueda, la carreta y el carromato, que eran de madera, las tinas para el baño, el calzado primitivo, el telar y el torno de hilar, las prensas para el aceite y para el vino. También de madera era en su totalidad la industria náutica. De ahí proviene el desarrollo de las comunicaciones entre los pueblos, y también sus grandes descubrimientos.
En las culturas precolombinas la madera es la materia prima por excelencia, para elaborar desde artefactos de la vida diaria hasta construcciones arquitectónicas. Aunque son prácticamente inexistentes los vestigios de estas construcciones, debido a su rápida desintegración bajo condiciones de humedad, se han encontrado piezas de cerámica con forma de viviendas, que demuestran el uso de la madera en su función estructural. También están como testimonio las páginas de los cronistas que, durante la época de la Conquista, confirman la presencia del elemento, en muy diversos trabajos, dentro de la mayor parte de las culturas. Las malocas, enormes construcciones de madera con techo de paja, son la prolongación de los esquemas básicos del pasado.
Con la llegada de los españoles y su gran cantidad de nuevas herramientas, los nativos entraron en contacto con ese modo de transformación de la naturaleza, que practica el ebanista de antigua tradición europea. Bajo la influencia de las escuelas quiteñas, siendo Quito uno de los más activos centros artesanales del siglo XVI y XVII, en los talleres de la Nueva Granada se recibieron los aportes de los estilos mudéjar y flamenco provenientes del Viejo Continente, creando, con los estilos nativos, aquel mestizaje artístico que enraizó y aún perdura.
La talla es un proceso manual con fines escultóricos. Tajando la madera con instrumentos de acero, se labra para lograr los diseños deseados, con dibujos y planos previamente elaborados. En la época de la Colonia floreció una gran actividad creadora. Las imágenes se labraban, generalmente, en maderas preciosas que se encontraban a lo largo de todo el país. Luego venía el proceso de estofado y policromía, con el cual las imágenes sagradas obtenían un alto grado de realismo y emotividad. La razón de tan inconfundible expresión es necesario atribuirla a las necesidades del culto religioso, plasmado por talladores y artesanos en la ornamentación sagrada. La enorme cantidad de tallas y esculturas destinadas a las capillas e iglesias cristianas, es un rico y exuberante testimonio de la gran empresa evangelizadora. Se trata de un arte de tradición europea, española, que al llegar al Nuevo Mundo sufrió sensibles modificaciones. Si sus motivos iconográficos permanecen invariables, éstos van a recibir, con el aporte americano, un tratamiento estilístico de tipo mestizo, que se da como participación nativa en el desarrollo del arte colonial. Bogotá, Tunja, Popayán y Pasto fueron los más importantes centros de talladores, durante los siglos XVII y XVIII. De sus talleres salen las imágenes sagradas talladas y revestidas de rica ornamentación colorística. Los imagineros, que provienen de la escuela española, sólo tallan la cabeza y las manos de las sagradas figuras, para que luego sean revestidas con ricos ropajes. Bajo diferentes formas, el barroco condujo a nuevos sentimientos e ideales en los atributos sagrados, atributos que se transparentan y se inscriben en esa función del arte religioso que consiste en llevar al feligrés y al devoto, a la realización de sentimientos semejantes.
El interior de una iglesia ofrece muchas veces el efecto de un salón de fiestas, con una abundancia profusa de ornamentos y ricos materiales en policromía, en los que resaltan toques metálicos. A ésta, que es una descripción del barroco eclesiástico europeo, habría que añadir los motivos y colores propios del trópico, con los que el artesano, nativo o mestizo, iba a sobrecargar un estilo artístico de por sí ya abundante, en formas de fastuosidad y sensualidad propias del barroco americano.
Pero el tallador neogranadino y el carpintero tienen muchas más tareas para realizar en sus talleres. La madera se acumula allí porque debe proveer a la sociedad de sillas, ventanas, balcones, escabeles y taburetes, bargueños, escaños, arcones, mesas y objetos de uso diverso, según los modelos traídos de ultramar.
Ya en la segunda parte del siglo XIX llegan al país, importados de Europa, los famosos muebles de Thonet. La innovación técnica consistía en el empleo de calor y agua para dar curvatura a las tiras de madera y ser moldeadas en la forma deseada. Thonet prescindió para siempre de tallas y ensamblajes, obteniendo un conjunto sencillo y armonioso. Los modelos del constructor austriaco pronto se impusieron en todo el mundo y, en Colombia, los artesanos aplicaron estas técnicas con algunas variaciones locales, para satisfacer una demanda que, por la sencilla elegancia y ligereza de estos muebles, ha sido siempre muy apreciada.
Los indígenas del litoral Pacífico, Emberá y Noanamá, hacen, con maderas de palma, parte de los instrumentos ceremoniales, como los bastones de mando, que tallan con riqueza de detalles, destinados a los jaibanás, brujos o curanderos de la tribu. Las figuras de estos bastones suelen representar hombres o mujeres desnudos, flechas, monos o animales aparejados.
El aprendiz de brujo inicia su aprendizaje con la elaboración de embarcaciones hechas con madera de balso, que es blanda y de fácil manejo. Sólo cuando logra mayor destreza en la talla, puede proceder a utilizar maderas duras, y a plasmar figuras que simbolizan espíritus o rememoran sus ancestros, que integran, artísticamente, su mundo mágico-religioso.
Al lado de los objetos de uso ceremonial, los indígenas de las selvas del Amazonas, Vaupés y Caquetá, y en general los habitantes del bosque tropical, utilizan la madera para la fabricación de objetos utilitarios, de gran importancia para su supervivencia. Para el transporte fluvial construyen canoas, y para la pesca y la caza, cerbatanas, arcos y flechas, que han sido elaborados por cada tribu, desde tiempos inmemoriales, junto con los instrumentos musicales, de viento y percusión, flautas de caña, y gran variedad de tambores.
Del árbol turí los indígenas del Vaupés extraen la corteza. Esta se trabaja hasta convertirla en una especie de tela, sobre la cual el indígena ejecuta bellos dibujos que representan las imágenes percibidas en las alucinaciones producidas por el “yagé”, alucinógeno de origen vegetal que se consume en las ceremonias. El turí es un ejemplo de la trasformación de un elemento natural en indumentaria ritual o en tela ornamental. Los Sibundoy del Putumayo tallan figuritas en actitudes cotidianas, imágenes religiosas y máscaras. En el lenguaje de las máscaras de las sociedades aborígenes, queda anulado cualquier vestigio de identidad individual. Las máscaras suelen representar seres fabulosos, míticos o totémicos. Los Kogi, que habitan en el territorio norte de la Sierra Nevada de Santa Marta, desde los tiempos precolombinos, han incorporado, en sus ceremonias, las máscaras a sus danzas. Con ellas evocan el poder mítico de “Duginavi”, quien las utilizaba para comprender el sentido oculto de las cosas. En las selvas del Amazonas las máscaras están asociadas a los rituales de distintos grupos: los Cubeo con sus ritos mortuorios, los Makuna, con las fiestas de la recolección, los Yacuna con la fertilidad, y los Ticuna, con la ceremonia de la pubertad. Estas comunidades participan culturalmente de ideas y formas de representación semejantes, en la fabricación de sus máscaras ceremoniales.
Los rostros diversos de los demonios tallados sobre la madera, recorren un largo repertorio zoomorfo: el demonio pez y el demonio abeja poseen connotaciones sexuales. El demonio sanguijuela tiene un carácter femenino, mientras que el demonio pájaro tiene fuertes connotaciones fálicas. El demonio jaguar, de amplio significado mítico, está asociado con el mundo subterráneo, y el demonio mariposa es esencialmente catártico y en buena parte de los ceremoniales precede al grupo de los hombres enmascarados. En la ceremonia “oyne”, que es un rito mortuorio de los Makuna, al término de la misma las máscaras son arrojadas al fuego. En los carnavales de Pasto, Riosucio y Barranquilla, las máscaras están fuertemente vinculadas a las tradiciones regionales de estas celebraciones.
Tanto en el entorno selvático de las comunidades indígenas, como en las zonas montañosas del sistema andino o en las partes bajas de la costa, la madera es un elemento fundamental para la fabricación de bienes. De madera son las casas, los muebles, los utensilios domésticos y las canoas, así como una gran variedad de piezas que fabrican para la venta y que tienen gran aceptación: bateas, cucharas, molinillos, mazos y tablas para la cocina, tenedores y rodillos.
Las diferentes comunidades de raza negra asentadas en el territorio colombiano han conservado, de sus ancestros africanos, el arte escultórico de la madera aunque, con el tiempo, se han perdido algunas de sus representaciones. En el litoral del Océano Pacífico, por ejemplo, la batea de madera es útil para diversas labores de la cocina y para el lavado de la ropa. También sirve para cargar objetos y para las tareas de minería en la búsqueda de oro fluvial. Como una cuna para el recién nacido se usa una batea ricamente ornamentada.
En Nariño no sólo son conocidos los más hábiles talladores, sino también los decoradores del “Barniz de Pasto”, técnica de decoración indígena que consiste en una capa superpuesta sobre la superficie de la madera, procedente de una sustancia vegetal que se obtiene de la resina del árbol llamado barniz, que no es otro que el “mopa-mopa”. Los artesanos barnizadores realizan su trabajo una vez el carpintero ha entregado su pieza lista para ser decorada. Las extraordinarias cualidades de estos productos se remontan a la época prehispánica. Su flexibilidad y resistencia fueron muy apreciadas por los españoles, quienes las aplicaron para decorar muebles. Atriles, arcas, bargueños, sillas, sillones, cajas y costureros, hacen parte de la colección de piezas trabajadas por los artesanos. Los procesos de aplicación del barniz no han cambiado, sustancialmente, a lo largo de los siglos.
En esta misma región y con fines decorativos, se aplica sobre la madera, con una técnica también de origen indígena, el “tamo”, tallo del trigo y de la cebada. La finura del material permite utilizarlo como un elemento casi pictórico, como la línea del pincel en la disposición de los trazos. Los motivos generalmente son cuadros de costumbres y escenas sagradas, marcos lujosos para la pintura al óleo, y los atriles.
Si los artesanos nariñenses producen en sus talleres objetos de uso doméstico, como baúles, bargueños, cajas y cofres, los boyacenses se han destacado en la elaboración de instrumentos musicales. La gran producción está centrada en poblaciones como Socha, Belén, Chiquinquirá y algunas veredas vecinas de Paipa y Duitama.
Los instrumentos musicales de cuerda, guitarras, bandolas, tiples y requintos que se producen allí, con especial maestría, son representativos de un oficio consumado. A la calidad sonora del instrumento hay que agregar su buen acabado y sobria decoración.
Abundante en la zona cafetera, —Antioquia, Caldas, Risaralda, Quindío y parte del Cauca—, la guadua angustifolia o bambusa guadua, un tallo leñoso extraordinariamente resistente, liviano y especialmente flexible, ha jugado un papel determinante en la vida campesina de la región. Por sus características, ha sido utilizado en la vida rural en múltiples formas y oficios. Fue también factor decisivo en la construcción de poblados y aldeas pues, como material constructivo, es de inapreciable valor. En la arquitectura, la guadua levantó la estructura de las casas y de ella salió la esterilla de las paredes. El techo y el cielo raso, las puertas y ventanas, también se hicieron de guadua. Como canal y canaleta condujo el agua de la quebrada a la casa, y para el paso del río, la guadua sirvió para la construcción de puentes. En la cocina se convirtió en vasija para guardar los granos, la miel y el azúcar. Los conquistadores españoles conocieron la guadua por el uso que de ella hacían los indígenas, e imitaron su aprovechamiento.
La riqueza y la variedad de maderas con que cuenta el país, continuarán siendo utilizadas en todas las regiones para satisfacer necesidades relacionadas con la práctica de la vida cotidiana.Tanto en las zonas rurales como en las ciudades, de acuerdo con la propiedad de cada especie maderable, se obtiene, de cada una de ellas, el más eficiente resultado, desde finas tallas y utensilios, hasta objetos con diseño contemporáneo que sorprenden el ámbito de los más exigentes mercados. Favorecida por su posición geográfica, diversidad topográfica y variedad de pisos térmicos, Colombia cuenta con una de las mayores variedades y más finas maderas del mundo.