- Botero esculturas (1998)
- Salmona (1998)
- El sabor de Colombia (1994)
- Wayuú. Cultura del desierto colombiano (1998)
- Semana Santa en Popayán (1999)
- Cartagena de siempre (1992)
- Palacio de las Garzas (1999)
- Juan Montoya (1998)
- Aves de Colombia. Grabados iluminados del Siglo XVIII (1993)
- Alta Colombia. El esplendor de la montaña (1996)
- Artefactos. Objetos artesanales de Colombia (1992)
- Carros. El automovil en Colombia (1995)
- Espacios Comerciales. Colombia (1994)
- Cerros de Bogotá (2000)
- El Terremoto de San Salvador. Narración de un superviviente (2001)
- Manolo Valdés. La intemporalidad del arte (1999)
- Casa de Hacienda. Arquitectura en el campo colombiano (1997)
- Fiestas. Celebraciones y Ritos de Colombia (1995)
- Costa Rica. Pura Vida (2001)
- Luis Restrepo. Arquitectura (2001)
- Ana Mercedes Hoyos. Palenque (2001)
- La Moneda en Colombia (2001)
- Jardines de Colombia (1996)
- Una jornada en Macondo (1995)
- Retratos (1993)
- Atavíos. Raíces de la moda colombiana (1996)
- La ruta de Humboldt. Colombia - Venezuela (1994)
- Trópico. Visiones de la naturaleza colombiana (1997)
- Herederos de los Incas (1996)
- Casa Moderna. Medio siglo de arquitectura doméstica colombiana (1996)
- Bogotá desde el aire (1994)
- La vida en Colombia (1994)
- Casa Republicana. La bella época en Colombia (1995)
- Selva húmeda de Colombia (1990)
- Richter (1997)
- Por nuestros niños. Programas para su Proteccion y Desarrollo en Colombia (1990)
- Mariposas de Colombia (1991)
- Colombia tierra de flores (1990)
- Los países andinos desde el satélite (1995)
- Deliciosas frutas tropicales (1990)
- Arrecifes del Caribe (1988)
- Casa campesina. Arquitectura vernácula de Colombia (1993)
- Páramos (1988)
- Manglares (1989)
- Señor Ladrillo (1988)
- La última muerte de Wozzeck (2000)
- Historia del Café de Guatemala (2001)
- Casa Guatemalteca (1999)
- Silvia Tcherassi (2002)
- Ana Mercedes Hoyos. Retrospectiva (2002)
- Francisco Mejía Guinand (2002)
- Aves del Llano (1992)
- El año que viene vuelvo (1989)
- Museos de Bogotá (1989)
- El arte de la cocina japonesa (1996)
- Botero Dibujos (1999)
- Colombia Campesina (1989)
- Conflicto amazónico. 1932-1934 (1994)
- Débora Arango. Museo de Arte Moderno de Medellín (1986)
- La Sabana de Bogotá (1988)
- Casas de Embajada en Washington D.C. (2004)
- XVI Bienal colombiana de Arquitectura 1998 (1998)
- Visiones del Siglo XX colombiano. A través de sus protagonistas ya muertos (2003)
- Río Bogotá (1985)
- Jacanamijoy (2003)
- Álvaro Barrera. Arquitectura y Restauración (2003)
- Campos de Golf en Colombia (2003)
- Cartagena de Indias. Visión panorámica desde el aire (2003)
- Guadua. Arquitectura y Diseño (2003)
- Enrique Grau. Homenaje (2003)
- Mauricio Gómez. Con la mano izquierda (2003)
- Ignacio Gómez Jaramillo (2003)
- Tesoros del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario. 350 años (2003)
- Manos en el arte colombiano (2003)
- Historia de la Fotografía en Colombia. Museo de Arte Moderno de Bogotá (1983)
- Arenas Betancourt. Un realista más allá del tiempo (1986)
- Los Figueroa. Aproximación a su época y a su pintura (1986)
- Andrés de Santa María (1985)
- Ricardo Gómez Campuzano (1987)
- El encanto de Bogotá (1987)
- Manizales de ayer. Album de fotografías (1987)
- Ramírez Villamizar. Museo de Arte Moderno de Bogotá (1984)
- La transformación de Bogotá (1982)
- Las fronteras azules de Colombia (1985)
- Botero en el Museo Nacional de Colombia. Nueva donación 2004 (2004)
- Gonzalo Ariza. Pinturas (1978)
- Grau. El pequeño viaje del Barón Von Humboldt (1977)
- Bogotá Viva (2004)
- Albergues del Libertador en Colombia. Banco de la República (1980)
- El Rey triste (1980)
- Gregorio Vásquez (1985)
- Ciclovías. Bogotá para el ciudadano (1983)
- Negret escultor. Homenaje (2004)
- Mefisto. Alberto Iriarte (2004)
- Suramericana. 60 Años de compromiso con la cultura (2004)
- Rostros de Colombia (1985)
- Flora de Los Andes. Cien especies del Altiplano Cundi-Boyacense (1984)
- Casa de Nariño (1985)
- Periodismo gráfico. Círculo de Periodistas de Bogotá (1984)
- Cien años de arte colombiano. 1886 - 1986 (1985)
- Pedro Nel Gómez (1981)
- Colombia amazónica (1988)
- Palacio de San Carlos (1986)
- Veinte años del Sena en Colombia. 1957-1977 (1978)
- Bogotá. Estructura y principales servicios públicos (1978)
- Colombia Parques Naturales (2006)
- Érase una vez Colombia (2005)
- Colombia 360°. Ciudades y pueblos (2006)
- Bogotá 360°. La ciudad interior (2006)
- Guatemala inédita (2006)
- Casa de Recreo en Colombia (2005)
- Manzur. Homenaje (2005)
- Gerardo Aragón (2009)
- Santiago Cárdenas (2006)
- Omar Rayo. Homenaje (2006)
- Beatriz González (2005)
- Casa de Campo en Colombia (2007)
- Luis Restrepo. construcciones (2007)
- Juan Cárdenas (2007)
- Luis Caballero. Homenaje (2007)
- Fútbol en Colombia (2007)
- Cafés de Colombia (2008)
- Colombia es Color (2008)
- Armando Villegas. Homenaje (2008)
- Manuel Hernández (2008)
- Alicia Viteri. Memoria digital (2009)
- Clemencia Echeverri. Sin respuesta (2009)
- Museo de Arte Moderno de Cartagena de Indias (2009)
- Agua. Riqueza de Colombia (2009)
- Volando Colombia. Paisajes (2009)
- Colombia en flor (2009)
- Medellín 360º. Cordial, Pujante y Bella (2009)
- Arte Internacional. Colección del Banco de la República (2009)
- Hugo Zapata (2009)
- Apalaanchi. Pescadores Wayuu (2009)
- Bogotá vuelo al pasado (2010)
- Grabados Antiguos de la Pontificia Universidad Javeriana. Colección Eduardo Ospina S. J. (2010)
- Orquídeas. Especies de Colombia (2010)
- Apartamentos. Bogotá (2010)
- Luis Caballero. Erótico (2010)
- Luis Fernando Peláez (2010)
- Aves en Colombia (2011)
- Pedro Ruiz (2011)
- El mundo del arte en San Agustín (2011)
- Cundinamarca. Corazón de Colombia (2011)
- El hundimiento de los Partidos Políticos Tradicionales venezolanos: El caso Copei (2014)
- Artistas por la paz (1986)
- Reglamento de uniformes, insignias, condecoraciones y distintivos para el personal de la Policía Nacional (2009)
- Historia de Bogotá. Tomo I - Conquista y Colonia (2007)
- Historia de Bogotá. Tomo II - Siglo XIX (2007)
- Academia Colombiana de Jurisprudencia. 125 Años (2019)
- Duque, su presidencia (2022)
Cuero
Vasija prehispánica en barro cocido, con arnés de cuero para protegerla y facilitar su transporte. Tierradentro, Cauca. José Fernando Machado.
Fuste para galápago forrado en cuero. Salamina, Caldas. Diego Samper.
Asientos forrados en cuero crudo, con pelo. Jardín, Antioquia. Jorge Eduardo Arango.
Cama y mesitas en madera, recubiertas con cuero labrado, fijado con estoperoles de cobre. Cauca. Diego Miguel Garcés.
Juguetes populares en cuero y madera. Pereira, Risaralda. Diego Samper.
Alforjas en cuero curtido con abertura central, se llevan sobre la silla de montar. Filandia, Quindío. Diego Samper.
Carriel en cuero de res, con tapa de piel de tigrillo y con ribetes de charol. Jericó, Antioquia. José Fernando Machado.
Bargueño forrado en cuero grabado, repujado y policromado, sobre una estructura de madera y herrajes de plata. José Fernando Machado.
Su contratapa está decorada con “barniz de Pasto”. Es una derivación artesanal y decorativa de los antiguos cofres y arcones. José Fernando Machado.
Formó parte del mobiliario doméstico y se utilizó como escritorio portátil en las campañas militares. José Fernando Machado.
Dentro de sus cajones se guardaban joyas, objetos de uso personal y elementos de escritorio como plumas, papel y tinta. Siglo XVIII. Popayán, Cauca. José Fernando Machado.
Baúl forrado en cuero grabado, y repujado, sobre una estructura de madera con patas talladas. Siglo XVIII, Bogotá. Jorge Eduardo Arango.
Baúl forrado en cuero grabado sobre una estructura en madera, con estoperoles de cobre. Siglo XIX, Bogotá. Jorge Eduardo Arango.
Sillas fraileras en cuero repujado y policromado, con “barniz de Pasto”, sobre una estructura de madera. Son piezas características del mobiliario colonial. Siglo XVIII. Popayán, Cauca. Diego Miguel Garcés.
Silla en cuero y madera estilo español, y hatillo o petaca de cuero pelado, cosido con tiras de cuero, utilizado sobre el lomo de las mulas, para el transporte de ropas y menaje doméstico. Siglo XIX. Popayán, Cauca. Diego Miguel Garcés.
Detalle del espaldar de un sillón frailero en cuero tallado, repujado y policromado. Pasto, Nariño. José Fernando Machado.
Zamarros en cuero vacuno. Se usan sobre el pantalón, para montar a caballo, protegerse del sudor del animal y de las salpicaduras de barro. Llanos Orientales. Diego Samper.
Fundas para machetes, en cuero de vaqueta. Hacen parte del atuendo tradicional del campesino colombiano. Zipaquirá, Cundinamarca. José Fernando Machado.
Rejos en cuero crudo sin pelo, usados en faenas de vaquería. Se elaboran a partir de tiras entorchadas, ablandadas con cebo y secadas al sol. Llanos Orientales. José Fernando Machado.
Cobertizo. Sillas de montar en cuero y aperos. Este lugar también es utilizado para ensillar los caballos. Caldas. Simón Vélez.
Galápago en cuero tratado y ornamentado. Medellín, Antioquia. Diego Samper.
Piso en cuero en forma de baldosas. Bogotá. José Fernando Machado.
Alfombra en cuero vacuno. Chía, Cundinamarca. José Fernando Machado.
Texto de: Liliana Villegas y Benjamín Villegas
En las civilizaciones americanas precolombinas el uso del cuero estuvo asociado a las labores cotidianas, pero por tratarse de un material altamente perecedero, existen muy pocos vestigios de su utilización. Aún así, se sabe que el arte del curtido no fue desconocido por ellas. Entre los aborígenes, los Guane, por ejemplo, fabricaron con este elemento parte de su atuendo. En algunas descripciones se menciona un casco de cuero adornado en el reverso, con plumaria de diverso tamaño, y en el anverso, con grandes medias lunas de oro o plata, mirando hacia arriba, atuendo con el que iban a la guerra o con el que participaban en rituales.
Los conquistadores introdujeron nuevas formas de emplear el cuero y nuevas tecnologías que enriquecieron las aborígenes. Los procesos del curtido de pieles con tanino y varias técnicas, como el grabado, repujado, cincelado, pirograbado, talla y policromado, fueron prolongando en España la influencia mudéjar en el arte peninsular y se afianzaron en el Nuevo Reino, conservándose hasta el presente. Durante los siglos XVI y XVII, la producción de objetos necesarios para desarrollar la vida en las ciudades neogranadinas, se realizó a través de los “obradores”, —talleres europeos nacidos en la Edad Media—, que en el caso de la fabricación de muebles, siguieron los patrones de los modelos provenientes de Castilla y Andalucía.
El mueble español fue un mueble heredado del Renacimiento, de madera sin pintar, líneas elegantes y formas de gran sencillez y austeridad. La madera se combinaba con el cuero repujado, material que en ciertos casos recibía un trabajo de policromía. Las llamadas sillas fraileras, por ejemplo, proceden de los sillones de brazos de la Italia renacentista. El nombre de “frailera” lo derivó de su forma severa, más propicia para la austeridad de los frailes en la vida eclesiástica, que para la animada vida social del salón neogranadino. El sillón frailero prescindió de la ostentosa ornamentación de su modelo original europeo, como lo era la utilización de los prolijos tallados y los remates de bronce. El respaldo y el asiento eran, por lo general, fabricados de vaqueta repujada, con variados motivos e incluso con decoración policroma. En algunas ocasiones sus dueños ordenaban grabar sobre la vaqueta el escudo familiar, o el de la autoridad eclesiástica o civil para el cual fuese destinado el mueble.
En los talleres de los carpinteros de Pasto las sillas fraileras fueron profusamente fabricadas. Los artesanos, especializados en ellas, enriquecieron su ornamentación mediante la aplicación del “barniz de Pasto”, con lo que los acabados adquirieron una gran belleza. Con el correr de los tiempos, la producción de muebles se fue simplificando, y así el mobiliario neogranadino fue adquiriendo otras características más acordes con los requerimientos y con los costos de la vida moderna. La silla frailera y los taburetes coloniales fueron los modelos para la elaboración del popular “asiento de vaqueta”, que se encuentra hoy en los mercados locales de muchos pueblos del país. Al lado de éste, subsistió, hasta comienzos del siglo actual, otra variación de asiento cuyo espaldar estaba decorado con paisajes o con animales, que también fueron la versión popular de las sillas fraileras y que se produjeron en Popayán, en algunas regiones de Antioquia, y que aún se realizan en Pasto. La producción actual del cuero es amplia y variada, con diversas manifestaciones en artefactos de todo tipo, según el cuero, el lugar donde se producen y las técnicas que se emplean. Entre los cueros más utilizados se encuentra: el de becerro, de superficie casi lisa, el vacuno, el box calf, que es el mismo cuero de becerro, pero curtido al cromo, el de vaqueta, más frecuentemente utilizado en la industria de marroquinería que produce carteras y bolsos, el de badana, cuero de oveja o carnero de muy suave superficie que suele usarse en las partes interiores de los artículos, y la suela, un cuero duro pero fácil de labrar.
Entre los grupos indígenas, no ha sido muy extendido el uso del cuero, excepto, en algunos casos, en la fabricación de tambores o como adorno en viviendas, para lo cual se usan las pieles enteras. Separan el cuero del animal con un cuchillo y lo dejan secar bajo los rayos del sol, o simplemente lo exponen al calor de la fogata. Entre Guahíbo y Kogi es costumbre que las mujeres lo usen algunas veces, para dormir sobre él.
En La Guajira, entre los indígenas de la comunidad Wayuu, que se alimentan de carne de ovinos y caprinos, la piel es sometida a un proceso de curtiembre para hacer con ella objetos de utilidad doméstica, como suelas para sandalias, mochilas y espaldares para sillas y asientos.
Entre los artesanos del departamento de Nariño las técnicas de mayor utilización son las del cincelado, el repujado y el policromado. Allí, del cuero curtido se fabrican alfombras, muebles y zamarros, artículos que conservan el pelo del animal. De vaqueta, las alpargatas, tulas y vainas para los machetes. Del cuero llamado engrasado, cinturones, capelladas de zapatos, baúles y bolsos. Del llamado cuero crudo, sin pelo, se fabrican sogas, rejos de enlazar, sillas de vaquería y asientos. El cuero de los asientos, cofres, marcos, muebles, sandalias, además de repujado, es pintado.
En las zonas rurales del centro del país y en los llanos orientales y las sabanas que se extienden hacia Venezuela, el cuero tratado por distintos métodos y calidades, ha sido utilizado para fabricar objetos de vaquería, produciendo sogas y zurriagos de cuero torcido o trenzado, zamarros, aperos y sillas de montar.
Muchos de nuestros municipios cuentan con pequeñas talabarterías dedicadas a estos oficios. Algunos centros se han destacado por la gran calidad de sus artículos, como La Mesa, Tocaima y principalmente Chocontá, en Cundinamarca, cuya producción adquirió fama y renombre a nivel internacional, al igual que otras pequeñas poblaciones en los departamentos de Antioquia, el Viejo Caldas, Cauca y Nariño. En el Huila, Pitalito y San Agustín, se destaca la producción de artículos de vaquería, mientras que Neiva sobresalió, hasta hace pocos años, por la producción de petacas de cuero, desplazadas hoy por la fabricación de maletas.
De piel “con pelo” se elaboran diversos artículos, como los zamarros, los zurrones de miel, los jolones para llevar carga en los burros. Pero el artículo que tiene más identidad regional y nacional es el carriel antioqueño.
Sobre las raíces de su nombre existen diversas opiniones. Para unos la palabra carriel procede del Ecuador o de Venezuela y para otros, del “carry all” del inglés. Durante la Colonia se le llamó “guarniel”, nombre que aún se conserva, y de ahí que los talleres donde se elaboran los denominen guarniderías. Lo cierto es que el “carriel”, adopción criolla de las alforjas, ha sido usado desde los tiempos de la colonización antioqueña, por el arriero cuando se internaba en las montañas. “El carriel guarda el alma de su dueño”, es una frase popular que describe su uso y significado. El carriel debe llevar los elementos necesarios para la vida en el monte, tan diversos y variados como la navaja barbera, el tabaco, los dados y el naipe. El ojo de venado, la pepa del cóngolo y otros amuletos. Las cuerdas del tiple y el yesquero, un escapulario y la novena de Santa Genoveva. Fósforos, ungüentos y el característico pañuelo raboe'gallo, de vivos colores, que siempre acompañan al arriero.
El carriel típico tiene cuatro diseños diferentes, el jericoano, de forma redonda que hoy se fabrica en Envigado, Sabaneta y Medellín. El sampedreño, más pequeño, suele ser utilizado por las personas de edad. El envigadeño y el amalfitano, hoy prácticamente desaparecidos.
El carriel está fabricado con cuero de vaca y posee una serie de compartimientos o divisiones, entre las cuales se coloca un “falso” o bolsillo secreto. La parte delantera del carriel es de una piel que conserva la pelambre original del animal. El carriel tiene una forma de fuelle y puede ser redondo o cuadrangular, algunas veces con enchapes metálicos.
Otro símbolo en la historia del hombre colombiano es el machete y su funda característica. Terciado a la cintura, forma parte de la indumentaria del campesino, envainado en un estuche de cuero, cuidadosamente trabajado. También es usado en la tradicional y conocida abarca “tres punta”, por los campesinos de las sabanas de Bolívar y Córdoba.
Otra forma de trabajar el cuero es la utilizada por las comunidades negras de la Costa Atlántica y Pacífica, en la fabricación de instrumentos musicales, como tamboras, y bongoes, de madera y cuero, materiales insustituibles en estos instrumentos de percusión. Las pieles animales más usadas son las de saíno y de venado. Según el instrumento que se desee fabricar, usan cueros distintos para lograr diferente sonoridad.
A partir de la década de los sesenta, en algunos núcleos artesanales las tradicionales talabarterías fueron transformando su producción hasta desarrollar una línea de marroquinería que incluye bolsos, maletines, tulas y maletas, que ocupa un importante lugar en la producción artesanal y que ha sido la base para la formación de la próspera industria marroquinera colombiana. En la sofisticada decoración contemporánea se ha dado al cuero nuevas aplicaciones, como en enchapes para pisos, en tapetes con diseños geométricos o en cómodos y elegantes muebles, que van acordes con los dictados de la moda internacional.
Hoy, las manufacturas de cuero hechas en Colombia están presentes en los más exigentes mercados internacionales. Los artículos para escritorio, cinturones, bolsos y carteras, junto con la marroquinería y las confecciones, se han convertido en uno de los principales renglones de exportación del país.
#AmorPorColombia
Cuero
Vasija prehispánica en barro cocido, con arnés de cuero para protegerla y facilitar su transporte. Tierradentro, Cauca. José Fernando Machado.
Fuste para galápago forrado en cuero. Salamina, Caldas. Diego Samper.
Asientos forrados en cuero crudo, con pelo. Jardín, Antioquia. Jorge Eduardo Arango.
Cama y mesitas en madera, recubiertas con cuero labrado, fijado con estoperoles de cobre. Cauca. Diego Miguel Garcés.
Juguetes populares en cuero y madera. Pereira, Risaralda. Diego Samper.
Alforjas en cuero curtido con abertura central, se llevan sobre la silla de montar. Filandia, Quindío. Diego Samper.
Carriel en cuero de res, con tapa de piel de tigrillo y con ribetes de charol. Jericó, Antioquia. José Fernando Machado.
Bargueño forrado en cuero grabado, repujado y policromado, sobre una estructura de madera y herrajes de plata. José Fernando Machado.
Su contratapa está decorada con “barniz de Pasto”. Es una derivación artesanal y decorativa de los antiguos cofres y arcones. José Fernando Machado.
Formó parte del mobiliario doméstico y se utilizó como escritorio portátil en las campañas militares. José Fernando Machado.
Dentro de sus cajones se guardaban joyas, objetos de uso personal y elementos de escritorio como plumas, papel y tinta. Siglo XVIII. Popayán, Cauca. José Fernando Machado.
Baúl forrado en cuero grabado, y repujado, sobre una estructura de madera con patas talladas. Siglo XVIII, Bogotá. Jorge Eduardo Arango.
Baúl forrado en cuero grabado sobre una estructura en madera, con estoperoles de cobre. Siglo XIX, Bogotá. Jorge Eduardo Arango.
Sillas fraileras en cuero repujado y policromado, con “barniz de Pasto”, sobre una estructura de madera. Son piezas características del mobiliario colonial. Siglo XVIII. Popayán, Cauca. Diego Miguel Garcés.
Silla en cuero y madera estilo español, y hatillo o petaca de cuero pelado, cosido con tiras de cuero, utilizado sobre el lomo de las mulas, para el transporte de ropas y menaje doméstico. Siglo XIX. Popayán, Cauca. Diego Miguel Garcés.
Detalle del espaldar de un sillón frailero en cuero tallado, repujado y policromado. Pasto, Nariño. José Fernando Machado.
Zamarros en cuero vacuno. Se usan sobre el pantalón, para montar a caballo, protegerse del sudor del animal y de las salpicaduras de barro. Llanos Orientales. Diego Samper.
Fundas para machetes, en cuero de vaqueta. Hacen parte del atuendo tradicional del campesino colombiano. Zipaquirá, Cundinamarca. José Fernando Machado.
Rejos en cuero crudo sin pelo, usados en faenas de vaquería. Se elaboran a partir de tiras entorchadas, ablandadas con cebo y secadas al sol. Llanos Orientales. José Fernando Machado.
Cobertizo. Sillas de montar en cuero y aperos. Este lugar también es utilizado para ensillar los caballos. Caldas. Simón Vélez.
Galápago en cuero tratado y ornamentado. Medellín, Antioquia. Diego Samper.
Piso en cuero en forma de baldosas. Bogotá. José Fernando Machado.
Alfombra en cuero vacuno. Chía, Cundinamarca. José Fernando Machado.
Texto de: Liliana Villegas y Benjamín Villegas
En las civilizaciones americanas precolombinas el uso del cuero estuvo asociado a las labores cotidianas, pero por tratarse de un material altamente perecedero, existen muy pocos vestigios de su utilización. Aún así, se sabe que el arte del curtido no fue desconocido por ellas. Entre los aborígenes, los Guane, por ejemplo, fabricaron con este elemento parte de su atuendo. En algunas descripciones se menciona un casco de cuero adornado en el reverso, con plumaria de diverso tamaño, y en el anverso, con grandes medias lunas de oro o plata, mirando hacia arriba, atuendo con el que iban a la guerra o con el que participaban en rituales.
Los conquistadores introdujeron nuevas formas de emplear el cuero y nuevas tecnologías que enriquecieron las aborígenes. Los procesos del curtido de pieles con tanino y varias técnicas, como el grabado, repujado, cincelado, pirograbado, talla y policromado, fueron prolongando en España la influencia mudéjar en el arte peninsular y se afianzaron en el Nuevo Reino, conservándose hasta el presente. Durante los siglos XVI y XVII, la producción de objetos necesarios para desarrollar la vida en las ciudades neogranadinas, se realizó a través de los “obradores”, —talleres europeos nacidos en la Edad Media—, que en el caso de la fabricación de muebles, siguieron los patrones de los modelos provenientes de Castilla y Andalucía.
El mueble español fue un mueble heredado del Renacimiento, de madera sin pintar, líneas elegantes y formas de gran sencillez y austeridad. La madera se combinaba con el cuero repujado, material que en ciertos casos recibía un trabajo de policromía. Las llamadas sillas fraileras, por ejemplo, proceden de los sillones de brazos de la Italia renacentista. El nombre de “frailera” lo derivó de su forma severa, más propicia para la austeridad de los frailes en la vida eclesiástica, que para la animada vida social del salón neogranadino. El sillón frailero prescindió de la ostentosa ornamentación de su modelo original europeo, como lo era la utilización de los prolijos tallados y los remates de bronce. El respaldo y el asiento eran, por lo general, fabricados de vaqueta repujada, con variados motivos e incluso con decoración policroma. En algunas ocasiones sus dueños ordenaban grabar sobre la vaqueta el escudo familiar, o el de la autoridad eclesiástica o civil para el cual fuese destinado el mueble.
En los talleres de los carpinteros de Pasto las sillas fraileras fueron profusamente fabricadas. Los artesanos, especializados en ellas, enriquecieron su ornamentación mediante la aplicación del “barniz de Pasto”, con lo que los acabados adquirieron una gran belleza. Con el correr de los tiempos, la producción de muebles se fue simplificando, y así el mobiliario neogranadino fue adquiriendo otras características más acordes con los requerimientos y con los costos de la vida moderna. La silla frailera y los taburetes coloniales fueron los modelos para la elaboración del popular “asiento de vaqueta”, que se encuentra hoy en los mercados locales de muchos pueblos del país. Al lado de éste, subsistió, hasta comienzos del siglo actual, otra variación de asiento cuyo espaldar estaba decorado con paisajes o con animales, que también fueron la versión popular de las sillas fraileras y que se produjeron en Popayán, en algunas regiones de Antioquia, y que aún se realizan en Pasto. La producción actual del cuero es amplia y variada, con diversas manifestaciones en artefactos de todo tipo, según el cuero, el lugar donde se producen y las técnicas que se emplean. Entre los cueros más utilizados se encuentra: el de becerro, de superficie casi lisa, el vacuno, el box calf, que es el mismo cuero de becerro, pero curtido al cromo, el de vaqueta, más frecuentemente utilizado en la industria de marroquinería que produce carteras y bolsos, el de badana, cuero de oveja o carnero de muy suave superficie que suele usarse en las partes interiores de los artículos, y la suela, un cuero duro pero fácil de labrar.
Entre los grupos indígenas, no ha sido muy extendido el uso del cuero, excepto, en algunos casos, en la fabricación de tambores o como adorno en viviendas, para lo cual se usan las pieles enteras. Separan el cuero del animal con un cuchillo y lo dejan secar bajo los rayos del sol, o simplemente lo exponen al calor de la fogata. Entre Guahíbo y Kogi es costumbre que las mujeres lo usen algunas veces, para dormir sobre él.
En La Guajira, entre los indígenas de la comunidad Wayuu, que se alimentan de carne de ovinos y caprinos, la piel es sometida a un proceso de curtiembre para hacer con ella objetos de utilidad doméstica, como suelas para sandalias, mochilas y espaldares para sillas y asientos.
Entre los artesanos del departamento de Nariño las técnicas de mayor utilización son las del cincelado, el repujado y el policromado. Allí, del cuero curtido se fabrican alfombras, muebles y zamarros, artículos que conservan el pelo del animal. De vaqueta, las alpargatas, tulas y vainas para los machetes. Del cuero llamado engrasado, cinturones, capelladas de zapatos, baúles y bolsos. Del llamado cuero crudo, sin pelo, se fabrican sogas, rejos de enlazar, sillas de vaquería y asientos. El cuero de los asientos, cofres, marcos, muebles, sandalias, además de repujado, es pintado.
En las zonas rurales del centro del país y en los llanos orientales y las sabanas que se extienden hacia Venezuela, el cuero tratado por distintos métodos y calidades, ha sido utilizado para fabricar objetos de vaquería, produciendo sogas y zurriagos de cuero torcido o trenzado, zamarros, aperos y sillas de montar.
Muchos de nuestros municipios cuentan con pequeñas talabarterías dedicadas a estos oficios. Algunos centros se han destacado por la gran calidad de sus artículos, como La Mesa, Tocaima y principalmente Chocontá, en Cundinamarca, cuya producción adquirió fama y renombre a nivel internacional, al igual que otras pequeñas poblaciones en los departamentos de Antioquia, el Viejo Caldas, Cauca y Nariño. En el Huila, Pitalito y San Agustín, se destaca la producción de artículos de vaquería, mientras que Neiva sobresalió, hasta hace pocos años, por la producción de petacas de cuero, desplazadas hoy por la fabricación de maletas.
De piel “con pelo” se elaboran diversos artículos, como los zamarros, los zurrones de miel, los jolones para llevar carga en los burros. Pero el artículo que tiene más identidad regional y nacional es el carriel antioqueño.
Sobre las raíces de su nombre existen diversas opiniones. Para unos la palabra carriel procede del Ecuador o de Venezuela y para otros, del “carry all” del inglés. Durante la Colonia se le llamó “guarniel”, nombre que aún se conserva, y de ahí que los talleres donde se elaboran los denominen guarniderías. Lo cierto es que el “carriel”, adopción criolla de las alforjas, ha sido usado desde los tiempos de la colonización antioqueña, por el arriero cuando se internaba en las montañas. “El carriel guarda el alma de su dueño”, es una frase popular que describe su uso y significado. El carriel debe llevar los elementos necesarios para la vida en el monte, tan diversos y variados como la navaja barbera, el tabaco, los dados y el naipe. El ojo de venado, la pepa del cóngolo y otros amuletos. Las cuerdas del tiple y el yesquero, un escapulario y la novena de Santa Genoveva. Fósforos, ungüentos y el característico pañuelo raboe'gallo, de vivos colores, que siempre acompañan al arriero.
El carriel típico tiene cuatro diseños diferentes, el jericoano, de forma redonda que hoy se fabrica en Envigado, Sabaneta y Medellín. El sampedreño, más pequeño, suele ser utilizado por las personas de edad. El envigadeño y el amalfitano, hoy prácticamente desaparecidos.
El carriel está fabricado con cuero de vaca y posee una serie de compartimientos o divisiones, entre las cuales se coloca un “falso” o bolsillo secreto. La parte delantera del carriel es de una piel que conserva la pelambre original del animal. El carriel tiene una forma de fuelle y puede ser redondo o cuadrangular, algunas veces con enchapes metálicos.
Otro símbolo en la historia del hombre colombiano es el machete y su funda característica. Terciado a la cintura, forma parte de la indumentaria del campesino, envainado en un estuche de cuero, cuidadosamente trabajado. También es usado en la tradicional y conocida abarca “tres punta”, por los campesinos de las sabanas de Bolívar y Córdoba.
Otra forma de trabajar el cuero es la utilizada por las comunidades negras de la Costa Atlántica y Pacífica, en la fabricación de instrumentos musicales, como tamboras, y bongoes, de madera y cuero, materiales insustituibles en estos instrumentos de percusión. Las pieles animales más usadas son las de saíno y de venado. Según el instrumento que se desee fabricar, usan cueros distintos para lograr diferente sonoridad.
A partir de la década de los sesenta, en algunos núcleos artesanales las tradicionales talabarterías fueron transformando su producción hasta desarrollar una línea de marroquinería que incluye bolsos, maletines, tulas y maletas, que ocupa un importante lugar en la producción artesanal y que ha sido la base para la formación de la próspera industria marroquinera colombiana. En la sofisticada decoración contemporánea se ha dado al cuero nuevas aplicaciones, como en enchapes para pisos, en tapetes con diseños geométricos o en cómodos y elegantes muebles, que van acordes con los dictados de la moda internacional.
Hoy, las manufacturas de cuero hechas en Colombia están presentes en los más exigentes mercados internacionales. Los artículos para escritorio, cinturones, bolsos y carteras, junto con la marroquinería y las confecciones, se han convertido en uno de los principales renglones de exportación del país.