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- Costa Rica. Pura Vida (2001)
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Los corales arrecifales
Los pólipos coralinos fabrican sus propios refugios calcáreos conocidos con el nombre de cálice por la semejanza que guardan con una copa o cáliz. Hay especies coralinas como Acropora cervicornis conocido como coral cuerno de ciervo, en donde cada pólipo tiene su “propio” cálice, aunque permanece unido a sus hermanos por medio de una delgada membrana vital. Aldo Brando.
En algunas colonias coralinas los pólipos no forman estructuras individuales de protección. Por ejemplo, en Agaricia graharnae los pólipos conforman largas líneas concéntricas, manteniendo así un estrecho contacto entre ellos. De esta manera forman colonias aplanadas, especializadas en crecer sobre los cantiles del arrecife. Aldo Brando.
Las algas asociadas le dan su coloración verde al coral. Capturan energía solar y fijan el C02 de la respiración de los pólipos. Este C02 pasa luego a ión carbonato. Alfusionarse el calcio del medio con el carbonato sintetizado por los pólipos y las algas se forma carbonato de calcio, material indispensable para construir la masa esquelética coralina. Aldo Brando.
En los arrecifes no todo es construcción. Hay una serie de organismos que perforan la estructura calcárea, destruyéndola. Algunas esponjas, como Siphonodictyon coralliphagum, perforan la base de los corales ahuecándola y debilitándola de tal manera que el conjunto puede colapsar. Así, crean espacios y refugios para otros organismos. Harry Erhardt.
El arrecife, con su múltiple e impresionante despliegue de vida, es la zona más rica del mundo en especies. Algunos de sus habitantes, como las esponjas, desde su aparición hace millones de años, casi no han variado su estructura. Nuestra admiración crece cuando entendemos que lo que allí observamos no son plantas sino maravillosos organismos, que incluso fabrican este complejo andamio de la vida. Harry Erhardt.
La formación de los arrecifes coralinos fue posible gracias a la simbiosis entre los pólipos de los corales hermatípicos y sus algas asociadas. Las algas, prisioneras entre los pólipos, les imprimen una coloración ámbar?verdosa, que los diferencia de los pólipos de los corales ahermatipicos, que son aquellos que no forman arrecifes. Aldo Brando.
Los pólipos del coral Montastrea annularis, son transparentes, esto permite que el paso de la luz solar estimule los pigmentos de las algas asociadas, para que realicen el proceso de fotosíntesis. Con sus baterías de nematocistos en sus extremos terminales capturan pequeños organismos. De día se contraen dentro de los cálices que son sus cavidades de protección. Aldo Brando.
La semejanza entre la anatomía de los pólipos formadores de arrecifes, o hermatípicos y los no formadores de arrecifes o ahermatipicos es total. Sin embargo no son iguales en su coloración. Estos últimos no necesitan filtrar luz, ya que no tienen algas asociadas, y presentan coloraciones vivas. Así mismo sus pólipos no requieren ser transparentes. Aldo Brando.
Los pólipos de Tubastrea coccinea, pueden colonizar cuevas y cavernas, pues no dependen para ello de la luz solar. Es una nueva estrategia para sobrevivir y ocupar lugares dentro del arrecife, en un medio que presenta poca competencia. Aquí está la razón de su lento crecimiento. Aldo Brando.
Los corales hermatípicos, grandes arquitectos de los bancos de coral, tienden a crecer en forma de placas con el fin de captar la mayor cantidad posible de luz solar. De esta forma suministran energía a sus algas microscópicas asociadas, logrando que el proceso de fotosíntesis sea lo más efectivo posible. Aldo Brando.
Los corales hermatípicos, grandes arquitectos de los bancos de coral, tienden a crecer en forma de placas con el fin de captar la mayor cantidad posible de luz solar. De esta forma suministran energía a sus algas microscópicas asociadas, logrando que el proceso de fotosíntesis sea lo más efectivo posible. Aldo Brando.
Para captar la mayor cantidad de energía solar disponible, los corales han creado una gran variedad de estrategias: incrementan la superficie expuesta a las radiaciones solares, y forman pliegues, estrías, montículos y valles. También esculpen su superficie, modificándola para ganar en área lo que no pueden ganar en espacio. Aldo Brando.
Para captar la mayor cantidad de energía solar disponible, los corales han creado una gran variedad de estrategias: incrementan la superficie expuesta a las radiaciones solares, y forman pliegues, estrías, montículos y valles. También esculpen su superficie, modificándola para ganar en área lo que no pueden ganar en espacio. Aldo Brando.
La luz juega un papel determinante en el desarrollo de los corales arreffiales, ya que mediante su fijación, por parte de las algas simbióticas, obtienen la energía indispensable para fabricar nutrientes, vitales en la construcción de la estructura esquelética de protección. Aldo Brando.
Es el conjunto de estructuras esqueléticas de los corales lo que conforma el arrecife. Algunos de ellos como el coral cuerno de ciervo, Acropora cervicornis, página izquierda, y el coral cuerno de alce, Acropora palmata, tienen un acelerado crecimiento, presentan estructuras porosas, y son los típicos pobladores de la cresta arrecifal. Aldo Brando.
Los corales cerebro del género Diploria, se caracterizan por su crecimiento masivo y su forma particular de reproducción asexual. Sus pólipos no se separan del pólipo madre, sino que proceden por divisiones sucesivas, formando estructuras en hileras, llamadas meandros, con lo cual aumentan el área de su superficie. Aldo Brando.
Los corales cerebro del género Diploria, se caracterizan por su crecimiento masivo y su forma particular de reproducción asexual. Sus pólipos no se separan del pólipo madre, sino que proceden por divisiones sucesivas, formando estructuras en hileras, llamadas meandros, con lo cual aumentan el área de su superficie. Aldo Brando.
En estas ilustraciones apreciamos algunos ejemplares que componen el grupo de los corales cerebro. Las fotografias superiores corresponden al coral Diploria strigosa, con su extraña topografía. Mientras la fotografía inferior muestra los meandros que ha desarrollado el coral Colpophyllia natans. Aldo Brando.
Las fotografías de la parte superior corresponden a ejemplares del coral Diploria labyrinthiformes. La ilustración de la parte inferior muestra las hileras, con los pólipos extendidos, del coral Meandrina meandrites, que no forma grandes colonias, ya que realizó adaptaciones para poblar zonas arenosas y muy superficiales del arrecife. Aldo Brando.
Las fotografías de la parte superior corresponden a ejemplares del coral Diploria labyrinthiformes. La ilustración de la parte inferior muestra las hileras, con los pólipos extendidos, del coral Meandrina meandrites, que no forma grandes colonias, ya que realizó adaptaciones para poblar zonas arenosas y muy superficiales del arrecife. Aldo Brando.
Los pólipos de los corales disponen de numerosas adaptaciones, que los convierten en verdaderos maestros del arte de sobrevivir. Poseen mortíferos arpones para cazar sus presas, fabrican parte de su energía por medio de sus algas asociadas y despliegan diversas estrategias en busca de partículas en suspensión, de las cuales también se alimentan. Aldo Brando.
Las colonias coralinas están conformadas por millares de pólipos que se reproducen asexualmente, o sea por división, adquiriendo sus colonias muy diferentes formas. Los pólipos mantienen una unión fisica y fisiológica, a través del intercambio activo de nutrientes. Aldo Brando.
Las colonias coralinas están conformadas por millares de pólipos que se reproducen asexualmente, o sea por división, adquiriendo sus colonias muy diferentes formas. Los pólipos mantienen una unión fisica y fisiológica, a través del intercambio activo de nutrientes. Aldo Brando.
Los pólipos de Agaricia grahamae, a la izquierda, no se separan completamente del pólipo madre y forman meandros. En corales como Leptoseris cuculata, al centro, los pólipos hijos se separan parcialmente. Por el contrario, en corales como Siderastrea siderea, a la derecha, se separan completamente del pólipo madre, dejando ver sus cálices en forma independiente. Aldo Brando.
Los Cnidarios han experimentado, durante su evolución, diferentes formas de pólipos. Los octocorales, por ejemplo, tienen pólipos con ocho tentáculos pinados, especializados en filtrar plancton del agua. Con las pinas, a manera de una red, incrementan su superficie de captura la cual, prácticamente, no deja escapar ningún nutriente. Por el contrario, los corales han desarrollado pólipos con tentáculos simples. En los corales hermatípicos los pólipos son transparentes con el fin de permitir. el paso de la luz para que ésta pueda estimular las algas asociadas al coral. Estos pólipos también son cazadores, aunque mucho menos eficientes que los de sus primos, los octocorales. Aldo Brando.
Los Cnidarios han experimentado, durante su evolución, diferentes formas de pólipos. Los octocorales, por ejemplo, tienen pólipos con ocho tentáculos pinados, especializados en filtrar plancton del agua. Con las pinas, a manera de una red, incrementan su superficie de captura la cual, prácticamente, no deja escapar ningún nutriente. Por el contrario, los corales han desarrollado pólipos con tentáculos simples. En los corales hermatípicos los pólipos son transparentes con el fin de permitir. el paso de la luz para que ésta pueda estimular las algas asociadas al coral. Estos pólipos también son cazadores, aunque mucho menos eficientes que los de sus primos, los octocorales. Aldo Brando.
Los Cnidarios han experimentado, durante su evolución, diferentes formas de pólipos. Los octocorales, por ejemplo, tienen pólipos con ocho tentáculos pinados, especializados en filtrar plancton del agua. Con las pinas, a manera de una red, incrementan su superficie de captura la cual, prácticamente, no deja escapar ningún nutriente. Por el contrario, los corales han desarrollado pólipos con tentáculos simples. En los corales hermatípicos los pólipos son transparentes con el fin de permitir. el paso de la luz para que ésta pueda estimular las algas asociadas al coral. Estos pólipos también son cazadores, aunque mucho menos eficientes que los de sus primos, los octocorales. Aldo Brando.
Los pólipos pinados de los octocorales pueden contraerse y refugiarse en cálices formados por espículas calcáreas apoyadas sobre un esqueleto interno, generalmente córneo y flexible. En cambio los pólipos coralinos se esconden en verdaderas fortalezas rígidas de carbonato de calcio, lo que les da una protección segura. Sin lugar a dudas uno de los pólipos más particulares es el que se encuentra en los corales negros. Este se caracteriza por tener seis tentáculos largos y sin pinas, cubierto con un material pegajoso, indispensable para retener pequeñas partículas de plancton. Estos pólipos se apoyan sobre un eje esquelético central. Aldo Brando.
Los pólipos pinados de los octocorales pueden contraerse y refugiarse en cálices formados por espículas calcáreas apoyadas sobre un esqueleto interno, generalmente córneo y flexible. En cambio los pólipos coralinos se esconden en verdaderas fortalezas rígidas de carbonato de calcio, lo que les da una protección segura. Sin lugar a dudas uno de los pólipos más particulares es el que se encuentra en los corales negros. Este se caracteriza por tener seis tentáculos largos y sin pinas, cubierto con un material pegajoso, indispensable para retener pequeñas partículas de plancton. Estos pólipos se apoyan sobre un eje esquelético central. Aldo Brando.
En los organismos sésiles, fijos sobre el fondo marino, la lucha por el espacio vital es encarnizada ya que de ella depende la supervivencia de las diferentes especies. Durante este proceso se presentan duras competencias, en donde un coral intenta eliminar al otro, cubriéndolo, como éste, Musa angulosa, lo está haciendo con el coral cerebro del género Diploria. Aldo Brando.
Cuando las estrategias de crecimiento son diferentes como la de Montastrea cavernosa de crecimiento horizontal y la del coral de fuego, Millepora alcicornis, que evolucionó para crecer verticalmente, las diferentes especies de corales pueden convivir pacíficamente, unas al lado de las otras. Aldo Brando.
La interacción entre los corales y otros organismos como esponjas y octocorales permite la formación del andamio de la vida, vital para la supervivencia, tanto de los invertebrados como de los vertebrados que lo habitan. Allí cada organismo interactúa con el otro, alcanzando un delicado equilibrio, del que depende la supervivencia de las diversas especies. Aldo Brando.
Para que se produzca un perfecto equilibrio se hace necesaria una repartición fisica del espacio y una especialización de los diferentes organismos en las estrategias de alimentación y crecimiento, con el fin de evitar competencias que resulten excluyentes. Así, vemos como cada lugar del arrecife es explotado al máximo. Aldo Brando.
En forma conjunta crecen los diversos corales, las anémonas y las esponjas que sirven de alimento y refugio a una gran variedad de peces, moluscos, crustáceos, equinodermos y otros animales pobladores del arrecife, que cohabitan con ellos, o bien, que pueden llegar de mar afuera, para visitarlo. Aldo Brando.
La vida se despliega en una gran variedad de formas para llenar los espacios vacíos que van quedando en el arrecife. La lucha por el espacio no da tregua, y cada organismo desarrolla su propia estrategia. Las esponjas y los octocorales crecen en forma vertical para aprovechar al máximo los nutrientes que arrastran las corrientes. Aldo Brando.
Los hidrocorales son activos constructores del andamio arrecífal y ocupan predominantemente la cresta de las barreras coralinas, expuestas al fuerte oleaje. La tasa de calcificación se incrementa sensiblemente por intermedio de sus algas asociadas. Son también excelentes cazadores, armados con potentes cnidiocitos, dispuestos sobre tentáculos especializados, llamados dactilozoitos. Harry Erhardt.
Los hidrocorales son activos constructores del andamio arrecífal y ocupan predominantemente la cresta de las barreras coralinas, expuestas al fuerte oleaje. La tasa de calcificación se incrementa sensiblemente por intermedio de sus algas asociadas. Son también excelentes cazadores, armados con potentes cnidiocitos, dispuestos sobre tentáculos especializados, llamados dactilozoitos. Aldo Brando.
Varias especies de hidrocorales pueblan los arrecifes del Caribe, siendo las más comunes: Millepora alcicornis, arriba izquierda. que tiende a formar esqueletos ramificados y alargados; Millepora complanata, abajo izquierda, tiende a formar estructuras aplanadas o foliares y Millepora squarrosa, arriba derecha, tiende a desarrollar láminas laterales. Harry Erhardt.
Varias especies de hidrocorales pueblan los arrecifes del Caribe, siendo las más comunes: Millepora alcicornis, arriba izquierda. que tiende a formar esqueletos ramificados y alargados; Millepora complanata, abajo izquierda, tiende a formar estructuras aplanadas o foliares y Millepora squarrosa, arriba derecha, tiende a desarrollar láminas laterales. Aldo Brando.
La repartición de los corales en el arrecife no es homogénea. En la zona de la cresta arrecifal, entre los 0 y los 10 metros de profundidad, crecen corales ramificados, como el coral cuerno de alce, Acropora palmata, y el coral cuerno de ciervo Acropora cervicornis. Aldo Brando.
Estos corales de rápido crecimiento, están expuestos a olas de alta intensidad. Por lo tanto, desarrollan estructuras esqueléticas porosas que implican poco gasto de energía para su construcción y permiten su fácil regeneración cuando los fuertes temporales los arrasan. Aldo Brando.
Entre los 10 y los 20 metros de profundidad se encuentra la mayor diversidad de especies coralinas. Esta zona presenta las mejores condiciones para su desarrollo. Allí penetra una gran cantidad de luz y son escasos los problemas que se presentan con el oleaje y la sedimentación. En este lugar crecen corales masivos, como Montastrea cavernosa. Aldo Brando.
A profundidades mayores, de 40 metros en adelante, la penetración de la luz se hace más y más difícil Aquí es notoria la presencia de colonias de crecimiento laminar, como ésta, Agaricia agaricetes, que se expande en forma de tejas sobre el cantil arrecifal y con esto resuelve el problema de la captación de luz. Aldo Brando.
Un coral muy particular es Dendrogyra cylindricus, habitante de los arrecifes de San Andrés y Providencia. Su presencia no ha sido establecida en otros arrecifes costeros de Colombia. Permanece siempre con sus pólipos extendidos, que le dan la apariencia de un cepillo. Aldo Brando.
La vida en los arrecifes está en permanente destrucción y reconstrucción. Las olas que rompen en la cresta arrecifal y algunas especies, como estos peces cirujano, que ramonean las rocas coralinas, raspando las algas que crecen sobre ellas, y comiendo colonias recién fijadas, son factores determinantes en estos procesos. Aldo Brando.
La vida en los arrecifes está en permanente destrucción y reconstrucción. Las olas que rompen en la cresta arrecifal y algunas especies, como estos peces cirujano, que ramonean las rocas coralinas, raspando las algas que crecen sobre ellas, y comiendo colonias recién fijadas, son factores determinantes en estos procesos. Aldo Brando.
Algunos peces, como el pez lima, al abrir agujeros en los corales y destruir viejas colonias contribuyen a crear nuevos espacios, para que se fijen plánulas de otros invertebrados. Con esto se aumenta la diversidad en el arrecife y se logra un alto equilibrio, biológico. Aldo Brando.
Algunos peces, como el pez lima, al abrir agujeros en los corales y destruir viejas colonias contribuyen a crear nuevos espacios, para que se fijen plánulas de otros invertebrados. Con esto se aumenta la diversidad en el arrecife y se logra un alto equilibrio, biológico. Aldo Brando.
El arrecife mejor estructurado es aquél que se conforma en las proximidades de los manglares y presenta laguna arrecifal. Con suficiente cantidad y variedad de alimento, tanto para sus habitantes permanentes, como para aquellos que lo visitan, ofrece protección y lugar seguro para la reproducción de las diferentes especies. Aldo Brando.
Las tortugas no son habitantes permanentes del arrecife. Sin embargo, por allí transitan con frecuencia para cazar peces y pastar en las praderas marinas de Thalassia, que crecen en los arenales de la laguna arrecifal. Aquí llegan también para aparearse y buscar la arena de las playas, subproducto del arrecífe, en donde depositan sus huevos. Aldo Brando.
Componente fundamental de la laguna arrecifal son las praderas marinas de Thalassia. Estas plantas superiores, que incluso florecen bajo el agua, sirven de alimento y protección a una gran diversidad de animales. También estabilizan la arena del fondo, fijándola con sus raíces. Aldo Brando.
En estas lagunas arrecifales, ricas en material orgánico, se desarrollan algas como Caulerpa racemosa, reconocible fácilmente por su forma de racimos. Estas algas crecen también en los manglares. Un síntoma claro de contaminación se advierte cuando los arrecifes se encuentran invadidos por ellas. Aldo Brando.
Otra variedad de algas calcáreas es Halimeda discoidea. Abundante en las islas de San Bernardo y el archipiélago del Rosario, crece en las aguas profundas de la laguna arrecifal, encontrándose hasta los 60 metros. Su estructura rígida permite que algunos organismos se fijen a ella, como la esponja Ulosa ruetzleri. Aldo Brando.
Texto de: Henry von Prahl
Es cierto que los corales han existido desde hace cientos de millones de años, pero un hecho extraordinario sucedió en un momento de la evolución biológica marina en aguas tropicales de poca profundidad, hace 230 millones de años, se asociaron maravillosamente algunos corales con algas microscópicas y esto, que se conoce como simbiosis, fue el hecho capital que les permitió ocupar aguas pobres en nutrientes. Y es que para que su desarrollo fuera posible, y para que las algas pudiesen activarse, los corales tenían que permanecer en zonas expuestas a la luz. Es entonces, bajo estas condiciones y a partir de la crucial asociación, como los corales y las algas microscópicas introdujeron profundas modificaciones en el medio marino, tan esenciales que llegan hasta el punto de fabricar un ecosistema propio y libre de competencia. De esta manera, en las aguas cálidas y transparentes del planeta, en aquellas que poseen una muy limitada oferta de nutrientes orgánicos, en estos desiertos azules como se les ha llamado, se presentó tan singular sociedad.
Pero, ¿cómo funciona esta asociación? Veamos. Los corales mantienen a las algas prisioneras en su tejido interno, permitiendo que se desarrolle entre ambos una estrecha relación simbiótica mutualista. Esta relación implica un beneficio conjunto, El coral, que necesariamente tenía que alimentarse en un medio tan pobre en nutrientes, no podía sobrevivir y simultáneamente formar arrecifes, puesto que no contaba con la suficiente energía suplementaria para ello. Entonces, se presenta la asociación del coral con las algas, y esto cambia dramáticamente todo el proceso de supervivencia. En esta maravillosa asociación biológica nos encontramos, en realidad, frente a un caso de la típica economía celular. Las algas prisioneras actúan como verdaderas baterías solares los corales se sirven de las algas para captar energía fotónica mientras que las algas retienen el dióxido de carbono, C02, 0 sea el producto metabólico respiratorio de los pólipos coralinos. Con este C02 las algas inician un proceso, mediante la fotosíntesis, para la fabricación de carbohidratos. Es un ciclo cerrado que se conforma con la captación, conservación y reciclaje de nutrientes y productos bioquímicos dentro del coral. La admirable economía que aquí se pone en marcha queda consolidada en el hecho que, tanto los nutrientes como los productos de desecho, no son expulsados al exterior, sino que son reciclados en el interior del pólipo, de donde las algas toman aquellos elementos que les son útiles y los convierten, nuevamente, en productos alimenticios o bien en productos de alguna manera utilizables para el coral. Podemos describir, entonces, cómo el alga toma del pólipo productos metabólicos finales, especialmente los nitrogenados, y los recicla en aminoácidos que son las unidades fundamentales para sintetizar nuevas proteínas por parte del pólipo. Por su parte el alga sintetiza compuestos fundamentales para la fabricación de grasas, que también son cedidas al pólipo. De esta forma todos los productos quedan en casa, con un considerable ahorro de energía.
Pero esto no es todo. Los corales explotan prácticamente la totalidad de los niveles de alimentación disponibles en el medio marino. Para llegar a esto han desarrollado diferentes estrategias, algunas tan particulares que hacen de ellos verdaderos organismos oportunistas, inigualables maestros en el arte de sobrevivir.
El arte de sobrevivir
En sí, la unidad fundamental de la colonia coralina es el pólipo. Su mejor descripción la obtenemos a partir de su etimología del griego y del latín POLYS, muchos y PUD, pies muchos pies. Específicamente, este pólipo es un individuo de forma tubular. Una corona de tentáculos rodea su boca central que se comunica directamente con la cavidad gástrica, provista de pliegues carnosos. Este organismo se apoya con una especie de pie pegajoso, que se fija a una estructura de carbonato de calcio en forma de copa, llamada cálice, que es una cavidad calcárea, que él mismo secreta y en la cual puede esconderse. Esta es, prácticamente, la vivienda en la que encuentra la protección que lo defiende de los peligros del medio exterior. Este pólipo coralino dispone de una serie de adaptaciones que lo han hecho apto para sobrevivir exitosamente en su medio. Como cazadores están armados con mortíferos arpones. Estas armas que se forman en células especializadas llamadas cnidiocitos, se encuentran en el tejido externo del pólipo, principalmente sobre sus tentáculos. Cuando ha sido percibido un elemento atractivo, los arpones son disparados a voluntad sobre la presa, la cual queda inmovilizada y es llevada, posteriormente, con los tentáculos a la boca para ser ingerida. Otra estrategia importante para aprovechar nutrientes se relaciona con la captación de pequeñas partículas orgánicas suspendidas en el agua. Este material en suspensión es retenido por una película mucoide, proveniente de la superficie glandular del pólipo. Una vez atrapadas, las partículas inician su viaje hacia la boca del pólipo, empujadas por el continuo batir de miles de cilias.
Como se ve, estos recursos de supervivencia, adaptación y alimentación, nos enseñan cómo los corales aprovechan al máximo las posibilidades energéticas que el medio ofrece ya sea como organismos cazadores (están armados con mortíferos arpones para cazar a sus presas); como productores (fabrican parte de su energía con las algas huéspedes); o desplegando estrategias en busca de partículas en suspensión, de las que también se alimentan. Hay que observar, también, que los corales no se alimentan directamente de algas fitoplancton del medio, y esto fue probablemente lo que permitió la asociación con aquéllas (simbiosis), pero en casos extremos de inanición los corales pueden digerir, también, parte de sus algas prisioneras.
Todo esto nos muestra a los corales como organismos en extremo racionales. Cada especie aprovecha en mayor o menor grado alguna de estas estrategias, o las combina, lo que permite que un alto número de especies pueda coexistir mediante una racional repartición de las limitadas ofertas energéticas.
Los arquitectos del mar
A la admirable actividad de conformación y supervivencia de las algas microscópicas que habitan dentro de los pólipos, hay que asociar el fenómeno de la luz, pues ella se va a relacionar directamente con la formación del esqueleto coralino. Y este es un factor crítico que afecta la arquitectura y la conformación estructural del hábitat arrecifal. Los corales tienen una alta dependencia de la cantidad y de la calidad de la luz. Y esta dependencia proviene básicamente del hecho que los corales tienen algas asociadas y en número considerable. Al aumentar la cantidad de luz, se eleva sensiblemente la tasa de calcificación de los pólipos coralinos. La presencia de la luz constituye un factor determinante en la formación del arrecife, lo que ha llevado a señalar que la presencia de las algas juega un papel definitivo, ya que son las únicas que pueden obtener esa energía solar y transformarla, utilizando desechos del pólipo, en las variadas formas de alimentos que pueden cederle a éste. Este fenómeno hace que la mayor parte de los corales arrecifales se desarrollen en aguas que no sobrepasan los 70 m de profundidad. Pero aun así, algunos corales se encuentran en aguas relativamente profundas, incluso a más de 100 metros, y esto se comprende porque ellos disponen de pigmentos adicionales para captar energía solar, generalmente luz violeta, que amplifican, transfiriéndola a las algas asociadas, las cuales pueden vivir normalmente con este suministro extra de energía. Dentro de estos márgenes, generalmente se encuentran todas las formaciones de este tipo.
Aquí debemos detenernos para observar de cerca el curioso fenómeno de los mecanismos de calcificación que se realizan en el pólipo coralino. Es necesario resaltar aquí cómo los corales llegaron a fabricar sus grandes estructuras constituyéndose, en definitiva, en los únicos organismos que han fabricado su propio ecosistema. El mecanismo es realmente fascinante. El calcio que utiliza el pólipo proviene directamente de la fijación que las algas hacen con el C02 metabólico. Lo incorporan, lo fijan y lo pasan a la forma de carbonatos, obteniendo el calcio directamente del medio. Luego será transportado por unas membranas a través de los espacios de canales intracelulares, hasta llegar a la superficie de calcificación. Aquí los iones de carbonato y de calcio son acumulados en vesículas que, cargadas con el material precursor, se fusionan y cristalizan sobre la matriz orgánica, la cual actúa como molde o como templete. En este momento ya hay una estructura prefijada de proteínas, la cual se va a rellenar con aquel carbonato de calcio, bio sintetizado parcialmente por el coral. Si el carbonato es bio sintetizado, el calcio proviene del medio exterior. En esta zona, entonces, se desencadenan los procesos de cristalización del carbonato de calcio, sobre las fibras de proteína, en un producto resistente, conocido como aragonita. En los procesos de calcificación coralina, mediante los cuales el coral llega a la conformación definitiva de su esqueleto, se ha establecido que las temperatura juega, también, un papel determinante. Hay una necesaria correlación entre las temperaturas altas y la tasa de calcificación. Los niveles térmicos óptimos fluctúan entre 25°C y 31°C bloqueándose el proceso a temperaturas inferiores de 17°C y superiores a 33°C. Y es esto, precisamente, lo que limita el desarrollo de los arrecifes solamente a aguas tropicales transparentes y con temperatura altas, como las del mar Caribe. De esta manera podemos comprender como solo los corales con algas asociadas son capaces de formar arrecifes.
La reproducción
En la comprensión de la existencia de todo organismo viviente, uno de los aspectos fundamentales que debe considerarse se relaciona con la fuerza vital de la reproducción los corales tienen dos estrategias de reproducción, la asexual y la sexual. En la primera los pólipos tienen la capacidad de dividirse y subdividirse, una y otra vez, indefinidamente. Cabe suponer que son los organismos que mayor edad alcanzan en la naturaleza. Cada pólipo teóricamente es inmortal. Su proceso de permanente subdivisión en realidad no tiene límite. De esta manera se van formando las largas cadenas de galerías de corales arrecifales. Sin embargo, bajo condiciones difíciles, en aguas extremadamente pobres en nutrientes, cuando la composición físico química del medio no es adecuada, el proceso de reproducción asexual puede verse bloqueado. Ante esta situación, el coral despliega una nueva estrategia se reproduce sexualmente, aunque esto también lo puede hacer en condiciones normales.
En esta última forma de reproducción, los corales pueden formar en su interior gametos, tanto masculinos como femeninos. Cuando las células sexuales maduran sobre los tabiques carnosos de la cavidad gástrica, los espermatozoides son liberados al medio a través de la boca. Mediante un movimiento propio y atraídos por secreciones químicas de otro coral de la misma especie, pueden entrar a un pólipo hembra por la boca y fecundar los óvulos retenidos en la cavidad gástrica. 0 bien, pueden fecundar óvulos liberados directamente al medio; en este caso la fecundación será externa. El producto de esta fecundación es una larva ciliada, llamada plánula. Si la fecundación es interna, la larva se incuba en la cavidad corporal, y escapa del pólipo madre por la boca al medio, en donde puede nadar por cierto tiempo, que incluso puede prolongarse por meses, hasta encontrar un sustrato adecuado para fijarse. La operación de fijación no es nada fácil. De la acertada elección del sustrato depende el futuro desarrollo de la colonia coralina. Tampoco resulta sencilla la operación de encontrar un espacio libre en el arrecife, si se considera que existe una gran competencia y todo el espacio disponible debe ser aprovechado al máximo. La ventaja de la reproducción sexual reside en el hecho que la larva puede alejarse rápidamente de las zonas afectadas, en busca de nuevos espacios en donde predominen condiciones más adecuadas. La reproducción sexual introduce en las nuevas generaciones de pólipos coralinos un elemento de variabilidad que provoca recombinaciones genéticas, con las cuales se abren otras posibilidades para la conformación de un nuevo organismo ligeramente diferente. Es una pequeña diferencia, es cierto, pero es la diferencia que muestra un paso más en la evolución de la especie; una diferencia que también tendrá que someterse a la selección natural, como prueba inexorable de la ley de la supervivencia.
Por otra parte, recientes descubrimientos muestran cómo las plánulas pueden crearse también mediante mecanismos asexuales de reproducción. Estas plánulas, a diferencia de las pertenecientes a la reproducción sexual, tienen más limitada su capacidad de ir a la deriva nadando durante largo tiempo y lo hacen a corta distancia. Son plánulas de mayor volumen, que van a posarse a lado y lado del coral madre y van a actuar como ciones, o sea, que se desarrollarán exactamente con la misma información del coral que las formó. Es una estrategia para colonizar rápidamente sustratos en donde las condiciones se presentan como las más favorables. De esta manera, el coral acelera, por decir así, el proceso de crecimiento de la población.
Pero volvamos a la plánula, esa forma elemental a partir de la cual el pólipo se va a conformar definitivamente. Una vez fijada, la plánula inicia la construcción de su propio hábitat, secretando una base de carbonato de calcio que le sirve de fundamento, llamado disco basal. Sobre esta base va a formar su refugio esquelético dentro del cual puede retraerse para escapar a la acción de sus múltiples enemigos naturales. Pero antes, las acciones han sido in diatas. La plánula ha recibido algas simbióticas desde su primera etapa larval. De tal manera es portadora de su propia batería solar para obtener energía y para fabricar posteriormente su estructura esquelética. Como es lógico, millones de larvas desaparecen, bien porque caen presas de sus enemigos, o porque no logran encontrar sustratos apropiados en un medio tan competido y así mueren. Pero una vez formado el cálice de aragonita, a manera de refugio, desarrollan los tentáculos y abren la boca, como una primera manifestación de una existencia, desde ahora au tNoma, iniciándose así la vida independiente del nuevo pólipo coralino.
El crecimiento
El tamaño individual de los pólipos coralinos, salvo algunas excepciones, no suele sobrepasar normalmente unos cuantos milímetros, pero su conglomerado puede llegar a formar colonias de considerable tamaño hasta cerca de 4m de diámetro. Además, su vida se prolonga por cientos de años, lo que hace de ellos los animales que mayor edad alcanzan en la naturaleza.
Pero, ¿cómo abarcan tal espacio y cómo acumulan tanto tiempo? Realmente el pólipo no aumenta de tamaño. Lo que realiza es, más bien, una tarea para formar nuevos compartimentos dentro de la cavidad del cálice. Es como si tras agregar un nuevo piso se trepara sobre esta plataforma recientemente secretada por el pie, afincándose en un nuevo nivel. Una vez apoyado sobre este disepimento, el pólipo desarrolla una nueva pared lateral y de tal manera se va incrementando la altura del mismo y con él la altura de la colonia. Ahora podemos comprender cómo el pólipo fundador siempre está arriba y cómo en su parte inferior va a depositar el nuevo material. Crece como si estuviese colocando ladrillos a sus pies. Es el caso general, pero no el único, ya que hay corales que presentan en su crecimiento características especiales. Algunos crecen a un ritmo más veloz, por ejemplo, los corales cuerno de ciervo Acropora cervicornis. El cuerno de ciervo tiene sus características particulares un esqueleto ramificado, internamente esponjoso, que implica poco gasto en materiales de construcción. Por ello es alta su tasa de crecimiento, aunque siempre va a depender de las condiciones ambientales y de su capacidad de regeneración.
Hay otros corales masivos que fabrican estructuras esqueléticas más compactas, gastando mucho material, como es el caso de los corales cerebro del género Diploria. Si esto implica una baja tasa de crecimiento es solo a cambio de una estructura más sólida y estable, porque los estragos que pueden producir las condiciones poco favorables no se harán esperar ante las condiciones adversas, las colonias coralinas porosas se erosionan, se fragmentan y caen en pedazos. Esto, no obstante, tiene una importancia ecológica significativa, por una razón al caer los fragmentos al fondo, van a conformar un andamio suelto. Quedan los orificios y los espacios abiertos, pero irán a ser rellenados con restos calcáreos.
Diversidad en el arrecife
Observemos una zona coralina. Entonces comprobaremos cómo los corales no se reparten homogéneamente en el arrecife. Una serie de factores ambientales, relacionados principalmente con la energía del oleaje, la penetración de la luz y la sedimentación, va a determinar cómo será la distribución de los organismos en el arrecife. Por ejemplo, hay una zona de la cresta arrecifal, expuesta a olas de alta energía y fuertes corrientes, en donde solo encontramos una baja diversidad de especies. Estas son de crecimiento rápido, con una alta tasa de calcificación y esqueletos porosos, lo que hace que eliminen, por sobre crecimiento, a otras especies menos aptas para un medio tan turbulento. Y es que estas especies de rápido crecimiento han desarrollado una gran capacidad de recuperación. Después de fuertes alteraciones, como tras las tormentas marinas, estos corales libran una ruda lucha contra las fuerzas destructivas que los ponen en peligro. Esta fortaleza es algo que no poseen los corales de crecimiento lento.
Se ha observado que los corales de rápido crecimiento tienen pólipos muy pequeños, lo que lleva a suponer el alto grado de dependencia que sostienen con la actividad fotosintética de sus algas simbióticas. Y puesto que poseen ciertos compuestos en el tejido, que actúan como filtros solares, son capaces de bloquear las radiaciones ultravioleta, generalmente mortales para la mayoría de los organismos marinos, incluyendo gran parte de los corales no adaptados. En esta zona de la cresta arrecifal, entre las especies más comunes hay que mencionar al coral cuerno de alce, Acropora palmata, y al coral masivo de poros, Porites asteroides.
No son pocas las sorpresas que se encuentran entre los 10 y los 35m de profundidad. Allí está la mayor diversidad de especies coralinas. A estas profundidades y si el sustrato es adecuado los corales descienden en suaves declives hacia la profundidad del océano. Es un medio en donde encuentran aguas poco turbulentas, suficiente penetración de luz y pocos sedimentos. Son condiciones favorables bajo las cuales pueden desarrollarse ampliamente. Los pólipos de estos corales, generalmente grandes y de crecimiento lento, dependen en un alto grado de la captura de formas zoopianctNicas.
Pero penetrando más en la profundidad del talud arrecifal, a partir de los 35 metros, vamos a asistir al oscurecimiento gradual de la luz. Esto hace que decrezca la diversidad de los corales en el arrecife. A tal profundidad es frecuente encontrar colonias que crecen de una manera que se ha llamado laminar, por estar dispuestas en forma de tejas sobre el talud. Esta pequeña, minuciosa y cultivada arquitectura, la realiza el pólipo coralino con el fin de aprovechar al máximo la poca luz que penetra.
Hay aquí otras especies que, provistas de pigmentos accesorios, van a captar el tipo de energía solar que penetra a mayor profundidad. Es la luz violeta. De este espectro y mediante pigmentos auxiliares captan la energía y la amplifican para que las algas prisioneras en su interior la utilicen y fabriquen con ella carbohidratos y demás elementos indispensables para el desarrollo del coral. Ya, a profundidades mayores, van apareciendo corales ahermatípicos, o sea aquellos que no poseen algas asociadas. El coral tubular de estrella, Tubastrea coccinea, es uno de ellos. Es una especie que se encuentra también en cuevas, oquedades y salientes del talud arrecifal, a donde no llega a penetrar suficiente luz. Por otra parte, cuando nos encontramos ante la laguna arrecifal, expuesta a olas de baja energía y por lo tanto de aguas relativamente quietas, estableceremos una nueva diferencia. Aquí, es cierto, los corales reciben normalmente una buena cantidad de luz, pero encuentran graves problemas con los sedimentos y la luz ultravioleta.
Entonces ha sido necesario que se desarrollen raras adaptaciones para sobrevivir en tan inestable sustrato. Es el caso del coral de meandros, Meandrina meandrites. La larva de este coral, que puede fijarse a un grano grueso de arena, crece de tal forma que se desarrolla a manera de cono. Abre su superficie corporal para exponerla directamente al contacto de la luz. Los corales que viven en la zona lagunar, tienen otra característica muy peculiar y es la de poseer pequeñas cilias sobre los pólipos, con las cuales pueden barrer su superficie corporal y eliminar los sedimentos. Por otra parte, sus problemas ante la presencia de la luz ultravioleta los han resuelto de una manera óptima y muy llamativa desarrollando verdaderos filtros solares y esto ha permitido que se formen colonias coralinas muy cerca de la superficie del agua.
Sin duda la zona del arrecife que limita con la laguna arrecifal es una región adecuada para el crecimiento de las colonias coralinas. Aquí vamos a encontrar una buena variedad de especies. Están los grandes setos del coral cuerno de ciervo, Acropora cervicomis, y también el coral de dedos, Porites porites. Ellos se sirven de su forma ramificada, con sus terminales en separación, para evitar ser cubiertos por los sedimentos. Su desarrollo lo realizan generalmente detrás de la cresta arrecifal, sobre sustratos duros y relativamente protegidos.
Todo esto nos está indicando cómo las diferentes especies de corales disponen de tales adaptaciones, tan diversas, que determinan el grado de mayor o menor éxito en las distintas zonas del arrecife. Sin embargo, es necesario señalar enseguida que estos mecanismos no solo están determinados exclusivamente por factores ambientales. El espacio vital juega aquí un papel preponderante. Como la competencia es un obstáculo que encuentran en el camino de su desarrollo, han fabricado medios adecuados para excluir o mantener alejadas a otras especies que puedan representar un peligro, Uno de los medios defensivos lo constituye la proyección de hilos digestivos llamados filamentos mesentéricos, que se prolongan por la boca y cubren el coral vecino digiriéndolo externamente. Bajo otra estrategia, desarrollan tentáculos especialmente largos llamados barredores, con los cuales mantienen a raya a especies hostiles. De esta manera se crea un espacio propio con una zona de amortiguación entre las diferentes especies de corales, alcanzando un equilibrio en el que ninguna especie aventaja a otra. Las especies más agresivas son normalmente las de crecimiento lento, que necesitan el espacio libre para su expansión y su estrategia está orientada a impedir ser cubiertos por otros corales. El equilibrio no existe en zonas en donde los factores ambientales ejercen fuertes presiones selectivas, como por ejemplo en la cresta arrecifal donde predominan especies de crecimiento rápido.
El andamio de la vida
Hemos visto como los arrecifes se desarrollan en zonas donde los corales hermatípicos encuentran sustratos duros, una buena circulación, aguas transparentes, temperaturas superiores a 18°C y una baja carga de sedimentos. Estas condiciones han permitido el desarrollo de un complejo andamio calcáreo tridimensional, que sirve a su vez de sustrato y hábitat para una infinidad de organismos.
Pero es necesario recordar aquí, que en la construcción de este andamio no solo intervienen los corales hermatípicos. Hay otras especies de corales, por ejemplo, los corales de fuego, Millepora, que también colaboran en la fabricación de este medio. Así mismo, las esponjas y las algas calcáreas, contribuyen sensiblemente a ello.
Como constructores y fijadores, quizás uno de los elementos más importantes en este proceso, sean las algas calcáreas. Estas pueden contribuir hasta en un 25% a la formación del andamio arrecifal. Entre ellas se destacan las algas rojas que cubren una gran población, especialmente en la zona de la cresta expuesta a rompientes con olas de alta energía.
Una serie de variaciones sobre esta misma especie conforma el movimiento de una gran diversidad zoológica marina del arrecife coralino. Por ejemplo, los hidrocorales de fuego, Millepora, primos de los corales hermatípicos, participan de manera apreciable en la construcción del andamio arrecifal, especialmente en aquellas zonas expuestas al oleaje en donde pueden formar densos tapetes. Los corales de fuego poseen algas simbióticas y pólipos especializados, con armas defensivas provistas de mortíferas baterías con arpones venenosos, llamados cnidiocitos, en extremo efectivos y de picadura muy dolorosa. Quien ose tocarlos sentirá una fuerte sensación semejante a una quemadura, de donde proviene su nombre, corales de fuego.
Estos grandes constructores no están solos. Junto a ellos siempre van a aparecer otros menores, agregados a su población como los briozoos, que se parecen a musgos marinos. Las esponjas, los octocorales, y una serie de gusanos con capacidad de secretar tubos calcáreos, lo mismo que algunos moluscos, conforman una cadena solidaria que mantiene unido y amarrado el complejo andamio, contribuyendo a crear sus amplios y propios ambientes. Por lo tanto, puede decirse que el arrecife es el reino de una obra colectiva.
Pero así como se construye, en el arrecife también se destruye. Estos andamios que sobreviven monolíticamente en su aparente quietud, se mantienen alerta en su capacidad evolutiva. Aquí la naturaleza nos enseña cómo fuerzas productivas, en su entrecruzamiento vital, pueden resultar peligrosas para otras especies, obligándolas a hacerse rápidamente reformadoras de sí mismas. Están, por ejemplo, organismos que se encargan de perforar y romper las estructuras arrecifales, como algunos moluscos y esponjas perforadoras. Y tenemos también, en torno al arrecife, una cantidad de peces que se alimentan de corales, poniendo en peligro la tranquila supervivencia de los pólipos coralinos. Todas estas acciones, sin embargo, van creando nuevas condiciones en las que está contenida la fabricación de microhábitats, que resultarán de gran utilidad para otros organismos. Incluso esos horadadores actúan como podadoras naturales. Controlan el crecimiento de los corales, favoreciendo indirectamente su reproducción asexual, pues tras su ruptura los fragmentos ruedan y caen en lugares en donde se forman nuevas colonias.
Todos los procesos dinámicos del arrecife, incluyendo los factores ambientales no biológicos, como las corrientes de agua, temperatura, penetración de la luz, etc., favorecen la creación de una infinidad de nichos ecológicos, con su variada población que constituye una verdadera civilización de constructores.
#AmorPorColombia
Los corales arrecifales
Los pólipos coralinos fabrican sus propios refugios calcáreos conocidos con el nombre de cálice por la semejanza que guardan con una copa o cáliz. Hay especies coralinas como Acropora cervicornis conocido como coral cuerno de ciervo, en donde cada pólipo tiene su “propio” cálice, aunque permanece unido a sus hermanos por medio de una delgada membrana vital. Aldo Brando.
En algunas colonias coralinas los pólipos no forman estructuras individuales de protección. Por ejemplo, en Agaricia graharnae los pólipos conforman largas líneas concéntricas, manteniendo así un estrecho contacto entre ellos. De esta manera forman colonias aplanadas, especializadas en crecer sobre los cantiles del arrecife. Aldo Brando.
Las algas asociadas le dan su coloración verde al coral. Capturan energía solar y fijan el C02 de la respiración de los pólipos. Este C02 pasa luego a ión carbonato. Alfusionarse el calcio del medio con el carbonato sintetizado por los pólipos y las algas se forma carbonato de calcio, material indispensable para construir la masa esquelética coralina. Aldo Brando.
En los arrecifes no todo es construcción. Hay una serie de organismos que perforan la estructura calcárea, destruyéndola. Algunas esponjas, como Siphonodictyon coralliphagum, perforan la base de los corales ahuecándola y debilitándola de tal manera que el conjunto puede colapsar. Así, crean espacios y refugios para otros organismos. Harry Erhardt.
El arrecife, con su múltiple e impresionante despliegue de vida, es la zona más rica del mundo en especies. Algunos de sus habitantes, como las esponjas, desde su aparición hace millones de años, casi no han variado su estructura. Nuestra admiración crece cuando entendemos que lo que allí observamos no son plantas sino maravillosos organismos, que incluso fabrican este complejo andamio de la vida. Harry Erhardt.
La formación de los arrecifes coralinos fue posible gracias a la simbiosis entre los pólipos de los corales hermatípicos y sus algas asociadas. Las algas, prisioneras entre los pólipos, les imprimen una coloración ámbar?verdosa, que los diferencia de los pólipos de los corales ahermatipicos, que son aquellos que no forman arrecifes. Aldo Brando.
Los pólipos del coral Montastrea annularis, son transparentes, esto permite que el paso de la luz solar estimule los pigmentos de las algas asociadas, para que realicen el proceso de fotosíntesis. Con sus baterías de nematocistos en sus extremos terminales capturan pequeños organismos. De día se contraen dentro de los cálices que son sus cavidades de protección. Aldo Brando.
La semejanza entre la anatomía de los pólipos formadores de arrecifes, o hermatípicos y los no formadores de arrecifes o ahermatipicos es total. Sin embargo no son iguales en su coloración. Estos últimos no necesitan filtrar luz, ya que no tienen algas asociadas, y presentan coloraciones vivas. Así mismo sus pólipos no requieren ser transparentes. Aldo Brando.
Los pólipos de Tubastrea coccinea, pueden colonizar cuevas y cavernas, pues no dependen para ello de la luz solar. Es una nueva estrategia para sobrevivir y ocupar lugares dentro del arrecife, en un medio que presenta poca competencia. Aquí está la razón de su lento crecimiento. Aldo Brando.
Los corales hermatípicos, grandes arquitectos de los bancos de coral, tienden a crecer en forma de placas con el fin de captar la mayor cantidad posible de luz solar. De esta forma suministran energía a sus algas microscópicas asociadas, logrando que el proceso de fotosíntesis sea lo más efectivo posible. Aldo Brando.
Los corales hermatípicos, grandes arquitectos de los bancos de coral, tienden a crecer en forma de placas con el fin de captar la mayor cantidad posible de luz solar. De esta forma suministran energía a sus algas microscópicas asociadas, logrando que el proceso de fotosíntesis sea lo más efectivo posible. Aldo Brando.
Para captar la mayor cantidad de energía solar disponible, los corales han creado una gran variedad de estrategias: incrementan la superficie expuesta a las radiaciones solares, y forman pliegues, estrías, montículos y valles. También esculpen su superficie, modificándola para ganar en área lo que no pueden ganar en espacio. Aldo Brando.
Para captar la mayor cantidad de energía solar disponible, los corales han creado una gran variedad de estrategias: incrementan la superficie expuesta a las radiaciones solares, y forman pliegues, estrías, montículos y valles. También esculpen su superficie, modificándola para ganar en área lo que no pueden ganar en espacio. Aldo Brando.
La luz juega un papel determinante en el desarrollo de los corales arreffiales, ya que mediante su fijación, por parte de las algas simbióticas, obtienen la energía indispensable para fabricar nutrientes, vitales en la construcción de la estructura esquelética de protección. Aldo Brando.
Es el conjunto de estructuras esqueléticas de los corales lo que conforma el arrecife. Algunos de ellos como el coral cuerno de ciervo, Acropora cervicornis, página izquierda, y el coral cuerno de alce, Acropora palmata, tienen un acelerado crecimiento, presentan estructuras porosas, y son los típicos pobladores de la cresta arrecifal. Aldo Brando.
Los corales cerebro del género Diploria, se caracterizan por su crecimiento masivo y su forma particular de reproducción asexual. Sus pólipos no se separan del pólipo madre, sino que proceden por divisiones sucesivas, formando estructuras en hileras, llamadas meandros, con lo cual aumentan el área de su superficie. Aldo Brando.
Los corales cerebro del género Diploria, se caracterizan por su crecimiento masivo y su forma particular de reproducción asexual. Sus pólipos no se separan del pólipo madre, sino que proceden por divisiones sucesivas, formando estructuras en hileras, llamadas meandros, con lo cual aumentan el área de su superficie. Aldo Brando.
En estas ilustraciones apreciamos algunos ejemplares que componen el grupo de los corales cerebro. Las fotografias superiores corresponden al coral Diploria strigosa, con su extraña topografía. Mientras la fotografía inferior muestra los meandros que ha desarrollado el coral Colpophyllia natans. Aldo Brando.
Las fotografías de la parte superior corresponden a ejemplares del coral Diploria labyrinthiformes. La ilustración de la parte inferior muestra las hileras, con los pólipos extendidos, del coral Meandrina meandrites, que no forma grandes colonias, ya que realizó adaptaciones para poblar zonas arenosas y muy superficiales del arrecife. Aldo Brando.
Las fotografías de la parte superior corresponden a ejemplares del coral Diploria labyrinthiformes. La ilustración de la parte inferior muestra las hileras, con los pólipos extendidos, del coral Meandrina meandrites, que no forma grandes colonias, ya que realizó adaptaciones para poblar zonas arenosas y muy superficiales del arrecife. Aldo Brando.
Los pólipos de los corales disponen de numerosas adaptaciones, que los convierten en verdaderos maestros del arte de sobrevivir. Poseen mortíferos arpones para cazar sus presas, fabrican parte de su energía por medio de sus algas asociadas y despliegan diversas estrategias en busca de partículas en suspensión, de las cuales también se alimentan. Aldo Brando.
Las colonias coralinas están conformadas por millares de pólipos que se reproducen asexualmente, o sea por división, adquiriendo sus colonias muy diferentes formas. Los pólipos mantienen una unión fisica y fisiológica, a través del intercambio activo de nutrientes. Aldo Brando.
Las colonias coralinas están conformadas por millares de pólipos que se reproducen asexualmente, o sea por división, adquiriendo sus colonias muy diferentes formas. Los pólipos mantienen una unión fisica y fisiológica, a través del intercambio activo de nutrientes. Aldo Brando.
Los pólipos de Agaricia grahamae, a la izquierda, no se separan completamente del pólipo madre y forman meandros. En corales como Leptoseris cuculata, al centro, los pólipos hijos se separan parcialmente. Por el contrario, en corales como Siderastrea siderea, a la derecha, se separan completamente del pólipo madre, dejando ver sus cálices en forma independiente. Aldo Brando.
Los Cnidarios han experimentado, durante su evolución, diferentes formas de pólipos. Los octocorales, por ejemplo, tienen pólipos con ocho tentáculos pinados, especializados en filtrar plancton del agua. Con las pinas, a manera de una red, incrementan su superficie de captura la cual, prácticamente, no deja escapar ningún nutriente. Por el contrario, los corales han desarrollado pólipos con tentáculos simples. En los corales hermatípicos los pólipos son transparentes con el fin de permitir. el paso de la luz para que ésta pueda estimular las algas asociadas al coral. Estos pólipos también son cazadores, aunque mucho menos eficientes que los de sus primos, los octocorales. Aldo Brando.
Los Cnidarios han experimentado, durante su evolución, diferentes formas de pólipos. Los octocorales, por ejemplo, tienen pólipos con ocho tentáculos pinados, especializados en filtrar plancton del agua. Con las pinas, a manera de una red, incrementan su superficie de captura la cual, prácticamente, no deja escapar ningún nutriente. Por el contrario, los corales han desarrollado pólipos con tentáculos simples. En los corales hermatípicos los pólipos son transparentes con el fin de permitir. el paso de la luz para que ésta pueda estimular las algas asociadas al coral. Estos pólipos también son cazadores, aunque mucho menos eficientes que los de sus primos, los octocorales. Aldo Brando.
Los Cnidarios han experimentado, durante su evolución, diferentes formas de pólipos. Los octocorales, por ejemplo, tienen pólipos con ocho tentáculos pinados, especializados en filtrar plancton del agua. Con las pinas, a manera de una red, incrementan su superficie de captura la cual, prácticamente, no deja escapar ningún nutriente. Por el contrario, los corales han desarrollado pólipos con tentáculos simples. En los corales hermatípicos los pólipos son transparentes con el fin de permitir. el paso de la luz para que ésta pueda estimular las algas asociadas al coral. Estos pólipos también son cazadores, aunque mucho menos eficientes que los de sus primos, los octocorales. Aldo Brando.
Los pólipos pinados de los octocorales pueden contraerse y refugiarse en cálices formados por espículas calcáreas apoyadas sobre un esqueleto interno, generalmente córneo y flexible. En cambio los pólipos coralinos se esconden en verdaderas fortalezas rígidas de carbonato de calcio, lo que les da una protección segura. Sin lugar a dudas uno de los pólipos más particulares es el que se encuentra en los corales negros. Este se caracteriza por tener seis tentáculos largos y sin pinas, cubierto con un material pegajoso, indispensable para retener pequeñas partículas de plancton. Estos pólipos se apoyan sobre un eje esquelético central. Aldo Brando.
Los pólipos pinados de los octocorales pueden contraerse y refugiarse en cálices formados por espículas calcáreas apoyadas sobre un esqueleto interno, generalmente córneo y flexible. En cambio los pólipos coralinos se esconden en verdaderas fortalezas rígidas de carbonato de calcio, lo que les da una protección segura. Sin lugar a dudas uno de los pólipos más particulares es el que se encuentra en los corales negros. Este se caracteriza por tener seis tentáculos largos y sin pinas, cubierto con un material pegajoso, indispensable para retener pequeñas partículas de plancton. Estos pólipos se apoyan sobre un eje esquelético central. Aldo Brando.
En los organismos sésiles, fijos sobre el fondo marino, la lucha por el espacio vital es encarnizada ya que de ella depende la supervivencia de las diferentes especies. Durante este proceso se presentan duras competencias, en donde un coral intenta eliminar al otro, cubriéndolo, como éste, Musa angulosa, lo está haciendo con el coral cerebro del género Diploria. Aldo Brando.
Cuando las estrategias de crecimiento son diferentes como la de Montastrea cavernosa de crecimiento horizontal y la del coral de fuego, Millepora alcicornis, que evolucionó para crecer verticalmente, las diferentes especies de corales pueden convivir pacíficamente, unas al lado de las otras. Aldo Brando.
La interacción entre los corales y otros organismos como esponjas y octocorales permite la formación del andamio de la vida, vital para la supervivencia, tanto de los invertebrados como de los vertebrados que lo habitan. Allí cada organismo interactúa con el otro, alcanzando un delicado equilibrio, del que depende la supervivencia de las diversas especies. Aldo Brando.
Para que se produzca un perfecto equilibrio se hace necesaria una repartición fisica del espacio y una especialización de los diferentes organismos en las estrategias de alimentación y crecimiento, con el fin de evitar competencias que resulten excluyentes. Así, vemos como cada lugar del arrecife es explotado al máximo. Aldo Brando.
En forma conjunta crecen los diversos corales, las anémonas y las esponjas que sirven de alimento y refugio a una gran variedad de peces, moluscos, crustáceos, equinodermos y otros animales pobladores del arrecife, que cohabitan con ellos, o bien, que pueden llegar de mar afuera, para visitarlo. Aldo Brando.
La vida se despliega en una gran variedad de formas para llenar los espacios vacíos que van quedando en el arrecife. La lucha por el espacio no da tregua, y cada organismo desarrolla su propia estrategia. Las esponjas y los octocorales crecen en forma vertical para aprovechar al máximo los nutrientes que arrastran las corrientes. Aldo Brando.
Los hidrocorales son activos constructores del andamio arrecífal y ocupan predominantemente la cresta de las barreras coralinas, expuestas al fuerte oleaje. La tasa de calcificación se incrementa sensiblemente por intermedio de sus algas asociadas. Son también excelentes cazadores, armados con potentes cnidiocitos, dispuestos sobre tentáculos especializados, llamados dactilozoitos. Harry Erhardt.
Los hidrocorales son activos constructores del andamio arrecífal y ocupan predominantemente la cresta de las barreras coralinas, expuestas al fuerte oleaje. La tasa de calcificación se incrementa sensiblemente por intermedio de sus algas asociadas. Son también excelentes cazadores, armados con potentes cnidiocitos, dispuestos sobre tentáculos especializados, llamados dactilozoitos. Aldo Brando.
Varias especies de hidrocorales pueblan los arrecifes del Caribe, siendo las más comunes: Millepora alcicornis, arriba izquierda. que tiende a formar esqueletos ramificados y alargados; Millepora complanata, abajo izquierda, tiende a formar estructuras aplanadas o foliares y Millepora squarrosa, arriba derecha, tiende a desarrollar láminas laterales. Harry Erhardt.
Varias especies de hidrocorales pueblan los arrecifes del Caribe, siendo las más comunes: Millepora alcicornis, arriba izquierda. que tiende a formar esqueletos ramificados y alargados; Millepora complanata, abajo izquierda, tiende a formar estructuras aplanadas o foliares y Millepora squarrosa, arriba derecha, tiende a desarrollar láminas laterales. Aldo Brando.
La repartición de los corales en el arrecife no es homogénea. En la zona de la cresta arrecifal, entre los 0 y los 10 metros de profundidad, crecen corales ramificados, como el coral cuerno de alce, Acropora palmata, y el coral cuerno de ciervo Acropora cervicornis. Aldo Brando.
Estos corales de rápido crecimiento, están expuestos a olas de alta intensidad. Por lo tanto, desarrollan estructuras esqueléticas porosas que implican poco gasto de energía para su construcción y permiten su fácil regeneración cuando los fuertes temporales los arrasan. Aldo Brando.
Entre los 10 y los 20 metros de profundidad se encuentra la mayor diversidad de especies coralinas. Esta zona presenta las mejores condiciones para su desarrollo. Allí penetra una gran cantidad de luz y son escasos los problemas que se presentan con el oleaje y la sedimentación. En este lugar crecen corales masivos, como Montastrea cavernosa. Aldo Brando.
A profundidades mayores, de 40 metros en adelante, la penetración de la luz se hace más y más difícil Aquí es notoria la presencia de colonias de crecimiento laminar, como ésta, Agaricia agaricetes, que se expande en forma de tejas sobre el cantil arrecifal y con esto resuelve el problema de la captación de luz. Aldo Brando.
Un coral muy particular es Dendrogyra cylindricus, habitante de los arrecifes de San Andrés y Providencia. Su presencia no ha sido establecida en otros arrecifes costeros de Colombia. Permanece siempre con sus pólipos extendidos, que le dan la apariencia de un cepillo. Aldo Brando.
La vida en los arrecifes está en permanente destrucción y reconstrucción. Las olas que rompen en la cresta arrecifal y algunas especies, como estos peces cirujano, que ramonean las rocas coralinas, raspando las algas que crecen sobre ellas, y comiendo colonias recién fijadas, son factores determinantes en estos procesos. Aldo Brando.
La vida en los arrecifes está en permanente destrucción y reconstrucción. Las olas que rompen en la cresta arrecifal y algunas especies, como estos peces cirujano, que ramonean las rocas coralinas, raspando las algas que crecen sobre ellas, y comiendo colonias recién fijadas, son factores determinantes en estos procesos. Aldo Brando.
Algunos peces, como el pez lima, al abrir agujeros en los corales y destruir viejas colonias contribuyen a crear nuevos espacios, para que se fijen plánulas de otros invertebrados. Con esto se aumenta la diversidad en el arrecife y se logra un alto equilibrio, biológico. Aldo Brando.
Algunos peces, como el pez lima, al abrir agujeros en los corales y destruir viejas colonias contribuyen a crear nuevos espacios, para que se fijen plánulas de otros invertebrados. Con esto se aumenta la diversidad en el arrecife y se logra un alto equilibrio, biológico. Aldo Brando.
El arrecife mejor estructurado es aquél que se conforma en las proximidades de los manglares y presenta laguna arrecifal. Con suficiente cantidad y variedad de alimento, tanto para sus habitantes permanentes, como para aquellos que lo visitan, ofrece protección y lugar seguro para la reproducción de las diferentes especies. Aldo Brando.
Las tortugas no son habitantes permanentes del arrecife. Sin embargo, por allí transitan con frecuencia para cazar peces y pastar en las praderas marinas de Thalassia, que crecen en los arenales de la laguna arrecifal. Aquí llegan también para aparearse y buscar la arena de las playas, subproducto del arrecífe, en donde depositan sus huevos. Aldo Brando.
Componente fundamental de la laguna arrecifal son las praderas marinas de Thalassia. Estas plantas superiores, que incluso florecen bajo el agua, sirven de alimento y protección a una gran diversidad de animales. También estabilizan la arena del fondo, fijándola con sus raíces. Aldo Brando.
En estas lagunas arrecifales, ricas en material orgánico, se desarrollan algas como Caulerpa racemosa, reconocible fácilmente por su forma de racimos. Estas algas crecen también en los manglares. Un síntoma claro de contaminación se advierte cuando los arrecifes se encuentran invadidos por ellas. Aldo Brando.
Otra variedad de algas calcáreas es Halimeda discoidea. Abundante en las islas de San Bernardo y el archipiélago del Rosario, crece en las aguas profundas de la laguna arrecifal, encontrándose hasta los 60 metros. Su estructura rígida permite que algunos organismos se fijen a ella, como la esponja Ulosa ruetzleri. Aldo Brando.
Texto de: Henry von Prahl
Es cierto que los corales han existido desde hace cientos de millones de años, pero un hecho extraordinario sucedió en un momento de la evolución biológica marina en aguas tropicales de poca profundidad, hace 230 millones de años, se asociaron maravillosamente algunos corales con algas microscópicas y esto, que se conoce como simbiosis, fue el hecho capital que les permitió ocupar aguas pobres en nutrientes. Y es que para que su desarrollo fuera posible, y para que las algas pudiesen activarse, los corales tenían que permanecer en zonas expuestas a la luz. Es entonces, bajo estas condiciones y a partir de la crucial asociación, como los corales y las algas microscópicas introdujeron profundas modificaciones en el medio marino, tan esenciales que llegan hasta el punto de fabricar un ecosistema propio y libre de competencia. De esta manera, en las aguas cálidas y transparentes del planeta, en aquellas que poseen una muy limitada oferta de nutrientes orgánicos, en estos desiertos azules como se les ha llamado, se presentó tan singular sociedad.
Pero, ¿cómo funciona esta asociación? Veamos. Los corales mantienen a las algas prisioneras en su tejido interno, permitiendo que se desarrolle entre ambos una estrecha relación simbiótica mutualista. Esta relación implica un beneficio conjunto, El coral, que necesariamente tenía que alimentarse en un medio tan pobre en nutrientes, no podía sobrevivir y simultáneamente formar arrecifes, puesto que no contaba con la suficiente energía suplementaria para ello. Entonces, se presenta la asociación del coral con las algas, y esto cambia dramáticamente todo el proceso de supervivencia. En esta maravillosa asociación biológica nos encontramos, en realidad, frente a un caso de la típica economía celular. Las algas prisioneras actúan como verdaderas baterías solares los corales se sirven de las algas para captar energía fotónica mientras que las algas retienen el dióxido de carbono, C02, 0 sea el producto metabólico respiratorio de los pólipos coralinos. Con este C02 las algas inician un proceso, mediante la fotosíntesis, para la fabricación de carbohidratos. Es un ciclo cerrado que se conforma con la captación, conservación y reciclaje de nutrientes y productos bioquímicos dentro del coral. La admirable economía que aquí se pone en marcha queda consolidada en el hecho que, tanto los nutrientes como los productos de desecho, no son expulsados al exterior, sino que son reciclados en el interior del pólipo, de donde las algas toman aquellos elementos que les son útiles y los convierten, nuevamente, en productos alimenticios o bien en productos de alguna manera utilizables para el coral. Podemos describir, entonces, cómo el alga toma del pólipo productos metabólicos finales, especialmente los nitrogenados, y los recicla en aminoácidos que son las unidades fundamentales para sintetizar nuevas proteínas por parte del pólipo. Por su parte el alga sintetiza compuestos fundamentales para la fabricación de grasas, que también son cedidas al pólipo. De esta forma todos los productos quedan en casa, con un considerable ahorro de energía.
Pero esto no es todo. Los corales explotan prácticamente la totalidad de los niveles de alimentación disponibles en el medio marino. Para llegar a esto han desarrollado diferentes estrategias, algunas tan particulares que hacen de ellos verdaderos organismos oportunistas, inigualables maestros en el arte de sobrevivir.
El arte de sobrevivir
En sí, la unidad fundamental de la colonia coralina es el pólipo. Su mejor descripción la obtenemos a partir de su etimología del griego y del latín POLYS, muchos y PUD, pies muchos pies. Específicamente, este pólipo es un individuo de forma tubular. Una corona de tentáculos rodea su boca central que se comunica directamente con la cavidad gástrica, provista de pliegues carnosos. Este organismo se apoya con una especie de pie pegajoso, que se fija a una estructura de carbonato de calcio en forma de copa, llamada cálice, que es una cavidad calcárea, que él mismo secreta y en la cual puede esconderse. Esta es, prácticamente, la vivienda en la que encuentra la protección que lo defiende de los peligros del medio exterior. Este pólipo coralino dispone de una serie de adaptaciones que lo han hecho apto para sobrevivir exitosamente en su medio. Como cazadores están armados con mortíferos arpones. Estas armas que se forman en células especializadas llamadas cnidiocitos, se encuentran en el tejido externo del pólipo, principalmente sobre sus tentáculos. Cuando ha sido percibido un elemento atractivo, los arpones son disparados a voluntad sobre la presa, la cual queda inmovilizada y es llevada, posteriormente, con los tentáculos a la boca para ser ingerida. Otra estrategia importante para aprovechar nutrientes se relaciona con la captación de pequeñas partículas orgánicas suspendidas en el agua. Este material en suspensión es retenido por una película mucoide, proveniente de la superficie glandular del pólipo. Una vez atrapadas, las partículas inician su viaje hacia la boca del pólipo, empujadas por el continuo batir de miles de cilias.
Como se ve, estos recursos de supervivencia, adaptación y alimentación, nos enseñan cómo los corales aprovechan al máximo las posibilidades energéticas que el medio ofrece ya sea como organismos cazadores (están armados con mortíferos arpones para cazar a sus presas); como productores (fabrican parte de su energía con las algas huéspedes); o desplegando estrategias en busca de partículas en suspensión, de las que también se alimentan. Hay que observar, también, que los corales no se alimentan directamente de algas fitoplancton del medio, y esto fue probablemente lo que permitió la asociación con aquéllas (simbiosis), pero en casos extremos de inanición los corales pueden digerir, también, parte de sus algas prisioneras.
Todo esto nos muestra a los corales como organismos en extremo racionales. Cada especie aprovecha en mayor o menor grado alguna de estas estrategias, o las combina, lo que permite que un alto número de especies pueda coexistir mediante una racional repartición de las limitadas ofertas energéticas.
Los arquitectos del mar
A la admirable actividad de conformación y supervivencia de las algas microscópicas que habitan dentro de los pólipos, hay que asociar el fenómeno de la luz, pues ella se va a relacionar directamente con la formación del esqueleto coralino. Y este es un factor crítico que afecta la arquitectura y la conformación estructural del hábitat arrecifal. Los corales tienen una alta dependencia de la cantidad y de la calidad de la luz. Y esta dependencia proviene básicamente del hecho que los corales tienen algas asociadas y en número considerable. Al aumentar la cantidad de luz, se eleva sensiblemente la tasa de calcificación de los pólipos coralinos. La presencia de la luz constituye un factor determinante en la formación del arrecife, lo que ha llevado a señalar que la presencia de las algas juega un papel definitivo, ya que son las únicas que pueden obtener esa energía solar y transformarla, utilizando desechos del pólipo, en las variadas formas de alimentos que pueden cederle a éste. Este fenómeno hace que la mayor parte de los corales arrecifales se desarrollen en aguas que no sobrepasan los 70 m de profundidad. Pero aun así, algunos corales se encuentran en aguas relativamente profundas, incluso a más de 100 metros, y esto se comprende porque ellos disponen de pigmentos adicionales para captar energía solar, generalmente luz violeta, que amplifican, transfiriéndola a las algas asociadas, las cuales pueden vivir normalmente con este suministro extra de energía. Dentro de estos márgenes, generalmente se encuentran todas las formaciones de este tipo.
Aquí debemos detenernos para observar de cerca el curioso fenómeno de los mecanismos de calcificación que se realizan en el pólipo coralino. Es necesario resaltar aquí cómo los corales llegaron a fabricar sus grandes estructuras constituyéndose, en definitiva, en los únicos organismos que han fabricado su propio ecosistema. El mecanismo es realmente fascinante. El calcio que utiliza el pólipo proviene directamente de la fijación que las algas hacen con el C02 metabólico. Lo incorporan, lo fijan y lo pasan a la forma de carbonatos, obteniendo el calcio directamente del medio. Luego será transportado por unas membranas a través de los espacios de canales intracelulares, hasta llegar a la superficie de calcificación. Aquí los iones de carbonato y de calcio son acumulados en vesículas que, cargadas con el material precursor, se fusionan y cristalizan sobre la matriz orgánica, la cual actúa como molde o como templete. En este momento ya hay una estructura prefijada de proteínas, la cual se va a rellenar con aquel carbonato de calcio, bio sintetizado parcialmente por el coral. Si el carbonato es bio sintetizado, el calcio proviene del medio exterior. En esta zona, entonces, se desencadenan los procesos de cristalización del carbonato de calcio, sobre las fibras de proteína, en un producto resistente, conocido como aragonita. En los procesos de calcificación coralina, mediante los cuales el coral llega a la conformación definitiva de su esqueleto, se ha establecido que las temperatura juega, también, un papel determinante. Hay una necesaria correlación entre las temperaturas altas y la tasa de calcificación. Los niveles térmicos óptimos fluctúan entre 25°C y 31°C bloqueándose el proceso a temperaturas inferiores de 17°C y superiores a 33°C. Y es esto, precisamente, lo que limita el desarrollo de los arrecifes solamente a aguas tropicales transparentes y con temperatura altas, como las del mar Caribe. De esta manera podemos comprender como solo los corales con algas asociadas son capaces de formar arrecifes.
La reproducción
En la comprensión de la existencia de todo organismo viviente, uno de los aspectos fundamentales que debe considerarse se relaciona con la fuerza vital de la reproducción los corales tienen dos estrategias de reproducción, la asexual y la sexual. En la primera los pólipos tienen la capacidad de dividirse y subdividirse, una y otra vez, indefinidamente. Cabe suponer que son los organismos que mayor edad alcanzan en la naturaleza. Cada pólipo teóricamente es inmortal. Su proceso de permanente subdivisión en realidad no tiene límite. De esta manera se van formando las largas cadenas de galerías de corales arrecifales. Sin embargo, bajo condiciones difíciles, en aguas extremadamente pobres en nutrientes, cuando la composición físico química del medio no es adecuada, el proceso de reproducción asexual puede verse bloqueado. Ante esta situación, el coral despliega una nueva estrategia se reproduce sexualmente, aunque esto también lo puede hacer en condiciones normales.
En esta última forma de reproducción, los corales pueden formar en su interior gametos, tanto masculinos como femeninos. Cuando las células sexuales maduran sobre los tabiques carnosos de la cavidad gástrica, los espermatozoides son liberados al medio a través de la boca. Mediante un movimiento propio y atraídos por secreciones químicas de otro coral de la misma especie, pueden entrar a un pólipo hembra por la boca y fecundar los óvulos retenidos en la cavidad gástrica. 0 bien, pueden fecundar óvulos liberados directamente al medio; en este caso la fecundación será externa. El producto de esta fecundación es una larva ciliada, llamada plánula. Si la fecundación es interna, la larva se incuba en la cavidad corporal, y escapa del pólipo madre por la boca al medio, en donde puede nadar por cierto tiempo, que incluso puede prolongarse por meses, hasta encontrar un sustrato adecuado para fijarse. La operación de fijación no es nada fácil. De la acertada elección del sustrato depende el futuro desarrollo de la colonia coralina. Tampoco resulta sencilla la operación de encontrar un espacio libre en el arrecife, si se considera que existe una gran competencia y todo el espacio disponible debe ser aprovechado al máximo. La ventaja de la reproducción sexual reside en el hecho que la larva puede alejarse rápidamente de las zonas afectadas, en busca de nuevos espacios en donde predominen condiciones más adecuadas. La reproducción sexual introduce en las nuevas generaciones de pólipos coralinos un elemento de variabilidad que provoca recombinaciones genéticas, con las cuales se abren otras posibilidades para la conformación de un nuevo organismo ligeramente diferente. Es una pequeña diferencia, es cierto, pero es la diferencia que muestra un paso más en la evolución de la especie; una diferencia que también tendrá que someterse a la selección natural, como prueba inexorable de la ley de la supervivencia.
Por otra parte, recientes descubrimientos muestran cómo las plánulas pueden crearse también mediante mecanismos asexuales de reproducción. Estas plánulas, a diferencia de las pertenecientes a la reproducción sexual, tienen más limitada su capacidad de ir a la deriva nadando durante largo tiempo y lo hacen a corta distancia. Son plánulas de mayor volumen, que van a posarse a lado y lado del coral madre y van a actuar como ciones, o sea, que se desarrollarán exactamente con la misma información del coral que las formó. Es una estrategia para colonizar rápidamente sustratos en donde las condiciones se presentan como las más favorables. De esta manera, el coral acelera, por decir así, el proceso de crecimiento de la población.
Pero volvamos a la plánula, esa forma elemental a partir de la cual el pólipo se va a conformar definitivamente. Una vez fijada, la plánula inicia la construcción de su propio hábitat, secretando una base de carbonato de calcio que le sirve de fundamento, llamado disco basal. Sobre esta base va a formar su refugio esquelético dentro del cual puede retraerse para escapar a la acción de sus múltiples enemigos naturales. Pero antes, las acciones han sido in diatas. La plánula ha recibido algas simbióticas desde su primera etapa larval. De tal manera es portadora de su propia batería solar para obtener energía y para fabricar posteriormente su estructura esquelética. Como es lógico, millones de larvas desaparecen, bien porque caen presas de sus enemigos, o porque no logran encontrar sustratos apropiados en un medio tan competido y así mueren. Pero una vez formado el cálice de aragonita, a manera de refugio, desarrollan los tentáculos y abren la boca, como una primera manifestación de una existencia, desde ahora au tNoma, iniciándose así la vida independiente del nuevo pólipo coralino.
El crecimiento
El tamaño individual de los pólipos coralinos, salvo algunas excepciones, no suele sobrepasar normalmente unos cuantos milímetros, pero su conglomerado puede llegar a formar colonias de considerable tamaño hasta cerca de 4m de diámetro. Además, su vida se prolonga por cientos de años, lo que hace de ellos los animales que mayor edad alcanzan en la naturaleza.
Pero, ¿cómo abarcan tal espacio y cómo acumulan tanto tiempo? Realmente el pólipo no aumenta de tamaño. Lo que realiza es, más bien, una tarea para formar nuevos compartimentos dentro de la cavidad del cálice. Es como si tras agregar un nuevo piso se trepara sobre esta plataforma recientemente secretada por el pie, afincándose en un nuevo nivel. Una vez apoyado sobre este disepimento, el pólipo desarrolla una nueva pared lateral y de tal manera se va incrementando la altura del mismo y con él la altura de la colonia. Ahora podemos comprender cómo el pólipo fundador siempre está arriba y cómo en su parte inferior va a depositar el nuevo material. Crece como si estuviese colocando ladrillos a sus pies. Es el caso general, pero no el único, ya que hay corales que presentan en su crecimiento características especiales. Algunos crecen a un ritmo más veloz, por ejemplo, los corales cuerno de ciervo Acropora cervicornis. El cuerno de ciervo tiene sus características particulares un esqueleto ramificado, internamente esponjoso, que implica poco gasto en materiales de construcción. Por ello es alta su tasa de crecimiento, aunque siempre va a depender de las condiciones ambientales y de su capacidad de regeneración.
Hay otros corales masivos que fabrican estructuras esqueléticas más compactas, gastando mucho material, como es el caso de los corales cerebro del género Diploria. Si esto implica una baja tasa de crecimiento es solo a cambio de una estructura más sólida y estable, porque los estragos que pueden producir las condiciones poco favorables no se harán esperar ante las condiciones adversas, las colonias coralinas porosas se erosionan, se fragmentan y caen en pedazos. Esto, no obstante, tiene una importancia ecológica significativa, por una razón al caer los fragmentos al fondo, van a conformar un andamio suelto. Quedan los orificios y los espacios abiertos, pero irán a ser rellenados con restos calcáreos.
Diversidad en el arrecife
Observemos una zona coralina. Entonces comprobaremos cómo los corales no se reparten homogéneamente en el arrecife. Una serie de factores ambientales, relacionados principalmente con la energía del oleaje, la penetración de la luz y la sedimentación, va a determinar cómo será la distribución de los organismos en el arrecife. Por ejemplo, hay una zona de la cresta arrecifal, expuesta a olas de alta energía y fuertes corrientes, en donde solo encontramos una baja diversidad de especies. Estas son de crecimiento rápido, con una alta tasa de calcificación y esqueletos porosos, lo que hace que eliminen, por sobre crecimiento, a otras especies menos aptas para un medio tan turbulento. Y es que estas especies de rápido crecimiento han desarrollado una gran capacidad de recuperación. Después de fuertes alteraciones, como tras las tormentas marinas, estos corales libran una ruda lucha contra las fuerzas destructivas que los ponen en peligro. Esta fortaleza es algo que no poseen los corales de crecimiento lento.
Se ha observado que los corales de rápido crecimiento tienen pólipos muy pequeños, lo que lleva a suponer el alto grado de dependencia que sostienen con la actividad fotosintética de sus algas simbióticas. Y puesto que poseen ciertos compuestos en el tejido, que actúan como filtros solares, son capaces de bloquear las radiaciones ultravioleta, generalmente mortales para la mayoría de los organismos marinos, incluyendo gran parte de los corales no adaptados. En esta zona de la cresta arrecifal, entre las especies más comunes hay que mencionar al coral cuerno de alce, Acropora palmata, y al coral masivo de poros, Porites asteroides.
No son pocas las sorpresas que se encuentran entre los 10 y los 35m de profundidad. Allí está la mayor diversidad de especies coralinas. A estas profundidades y si el sustrato es adecuado los corales descienden en suaves declives hacia la profundidad del océano. Es un medio en donde encuentran aguas poco turbulentas, suficiente penetración de luz y pocos sedimentos. Son condiciones favorables bajo las cuales pueden desarrollarse ampliamente. Los pólipos de estos corales, generalmente grandes y de crecimiento lento, dependen en un alto grado de la captura de formas zoopianctNicas.
Pero penetrando más en la profundidad del talud arrecifal, a partir de los 35 metros, vamos a asistir al oscurecimiento gradual de la luz. Esto hace que decrezca la diversidad de los corales en el arrecife. A tal profundidad es frecuente encontrar colonias que crecen de una manera que se ha llamado laminar, por estar dispuestas en forma de tejas sobre el talud. Esta pequeña, minuciosa y cultivada arquitectura, la realiza el pólipo coralino con el fin de aprovechar al máximo la poca luz que penetra.
Hay aquí otras especies que, provistas de pigmentos accesorios, van a captar el tipo de energía solar que penetra a mayor profundidad. Es la luz violeta. De este espectro y mediante pigmentos auxiliares captan la energía y la amplifican para que las algas prisioneras en su interior la utilicen y fabriquen con ella carbohidratos y demás elementos indispensables para el desarrollo del coral. Ya, a profundidades mayores, van apareciendo corales ahermatípicos, o sea aquellos que no poseen algas asociadas. El coral tubular de estrella, Tubastrea coccinea, es uno de ellos. Es una especie que se encuentra también en cuevas, oquedades y salientes del talud arrecifal, a donde no llega a penetrar suficiente luz. Por otra parte, cuando nos encontramos ante la laguna arrecifal, expuesta a olas de baja energía y por lo tanto de aguas relativamente quietas, estableceremos una nueva diferencia. Aquí, es cierto, los corales reciben normalmente una buena cantidad de luz, pero encuentran graves problemas con los sedimentos y la luz ultravioleta.
Entonces ha sido necesario que se desarrollen raras adaptaciones para sobrevivir en tan inestable sustrato. Es el caso del coral de meandros, Meandrina meandrites. La larva de este coral, que puede fijarse a un grano grueso de arena, crece de tal forma que se desarrolla a manera de cono. Abre su superficie corporal para exponerla directamente al contacto de la luz. Los corales que viven en la zona lagunar, tienen otra característica muy peculiar y es la de poseer pequeñas cilias sobre los pólipos, con las cuales pueden barrer su superficie corporal y eliminar los sedimentos. Por otra parte, sus problemas ante la presencia de la luz ultravioleta los han resuelto de una manera óptima y muy llamativa desarrollando verdaderos filtros solares y esto ha permitido que se formen colonias coralinas muy cerca de la superficie del agua.
Sin duda la zona del arrecife que limita con la laguna arrecifal es una región adecuada para el crecimiento de las colonias coralinas. Aquí vamos a encontrar una buena variedad de especies. Están los grandes setos del coral cuerno de ciervo, Acropora cervicomis, y también el coral de dedos, Porites porites. Ellos se sirven de su forma ramificada, con sus terminales en separación, para evitar ser cubiertos por los sedimentos. Su desarrollo lo realizan generalmente detrás de la cresta arrecifal, sobre sustratos duros y relativamente protegidos.
Todo esto nos está indicando cómo las diferentes especies de corales disponen de tales adaptaciones, tan diversas, que determinan el grado de mayor o menor éxito en las distintas zonas del arrecife. Sin embargo, es necesario señalar enseguida que estos mecanismos no solo están determinados exclusivamente por factores ambientales. El espacio vital juega aquí un papel preponderante. Como la competencia es un obstáculo que encuentran en el camino de su desarrollo, han fabricado medios adecuados para excluir o mantener alejadas a otras especies que puedan representar un peligro, Uno de los medios defensivos lo constituye la proyección de hilos digestivos llamados filamentos mesentéricos, que se prolongan por la boca y cubren el coral vecino digiriéndolo externamente. Bajo otra estrategia, desarrollan tentáculos especialmente largos llamados barredores, con los cuales mantienen a raya a especies hostiles. De esta manera se crea un espacio propio con una zona de amortiguación entre las diferentes especies de corales, alcanzando un equilibrio en el que ninguna especie aventaja a otra. Las especies más agresivas son normalmente las de crecimiento lento, que necesitan el espacio libre para su expansión y su estrategia está orientada a impedir ser cubiertos por otros corales. El equilibrio no existe en zonas en donde los factores ambientales ejercen fuertes presiones selectivas, como por ejemplo en la cresta arrecifal donde predominan especies de crecimiento rápido.
El andamio de la vida
Hemos visto como los arrecifes se desarrollan en zonas donde los corales hermatípicos encuentran sustratos duros, una buena circulación, aguas transparentes, temperaturas superiores a 18°C y una baja carga de sedimentos. Estas condiciones han permitido el desarrollo de un complejo andamio calcáreo tridimensional, que sirve a su vez de sustrato y hábitat para una infinidad de organismos.
Pero es necesario recordar aquí, que en la construcción de este andamio no solo intervienen los corales hermatípicos. Hay otras especies de corales, por ejemplo, los corales de fuego, Millepora, que también colaboran en la fabricación de este medio. Así mismo, las esponjas y las algas calcáreas, contribuyen sensiblemente a ello.
Como constructores y fijadores, quizás uno de los elementos más importantes en este proceso, sean las algas calcáreas. Estas pueden contribuir hasta en un 25% a la formación del andamio arrecifal. Entre ellas se destacan las algas rojas que cubren una gran población, especialmente en la zona de la cresta expuesta a rompientes con olas de alta energía.
Una serie de variaciones sobre esta misma especie conforma el movimiento de una gran diversidad zoológica marina del arrecife coralino. Por ejemplo, los hidrocorales de fuego, Millepora, primos de los corales hermatípicos, participan de manera apreciable en la construcción del andamio arrecifal, especialmente en aquellas zonas expuestas al oleaje en donde pueden formar densos tapetes. Los corales de fuego poseen algas simbióticas y pólipos especializados, con armas defensivas provistas de mortíferas baterías con arpones venenosos, llamados cnidiocitos, en extremo efectivos y de picadura muy dolorosa. Quien ose tocarlos sentirá una fuerte sensación semejante a una quemadura, de donde proviene su nombre, corales de fuego.
Estos grandes constructores no están solos. Junto a ellos siempre van a aparecer otros menores, agregados a su población como los briozoos, que se parecen a musgos marinos. Las esponjas, los octocorales, y una serie de gusanos con capacidad de secretar tubos calcáreos, lo mismo que algunos moluscos, conforman una cadena solidaria que mantiene unido y amarrado el complejo andamio, contribuyendo a crear sus amplios y propios ambientes. Por lo tanto, puede decirse que el arrecife es el reino de una obra colectiva.
Pero así como se construye, en el arrecife también se destruye. Estos andamios que sobreviven monolíticamente en su aparente quietud, se mantienen alerta en su capacidad evolutiva. Aquí la naturaleza nos enseña cómo fuerzas productivas, en su entrecruzamiento vital, pueden resultar peligrosas para otras especies, obligándolas a hacerse rápidamente reformadoras de sí mismas. Están, por ejemplo, organismos que se encargan de perforar y romper las estructuras arrecifales, como algunos moluscos y esponjas perforadoras. Y tenemos también, en torno al arrecife, una cantidad de peces que se alimentan de corales, poniendo en peligro la tranquila supervivencia de los pólipos coralinos. Todas estas acciones, sin embargo, van creando nuevas condiciones en las que está contenida la fabricación de microhábitats, que resultarán de gran utilidad para otros organismos. Incluso esos horadadores actúan como podadoras naturales. Controlan el crecimiento de los corales, favoreciendo indirectamente su reproducción asexual, pues tras su ruptura los fragmentos ruedan y caen en lugares en donde se forman nuevas colonias.
Todos los procesos dinámicos del arrecife, incluyendo los factores ambientales no biológicos, como las corrientes de agua, temperatura, penetración de la luz, etc., favorecen la creación de una infinidad de nichos ecológicos, con su variada población que constituye una verdadera civilización de constructores.