- Botero esculturas (1998)
- Salmona (1998)
- El sabor de Colombia (1994)
- Wayuú. Cultura del desierto colombiano (1998)
- Semana Santa en Popayán (1999)
- Cartagena de siempre (1992)
- Palacio de las Garzas (1999)
- Juan Montoya (1998)
- Aves de Colombia. Grabados iluminados del Siglo XVIII (1993)
- Alta Colombia. El esplendor de la montaña (1996)
- Artefactos. Objetos artesanales de Colombia (1992)
- Carros. El automovil en Colombia (1995)
- Espacios Comerciales. Colombia (1994)
- Cerros de Bogotá (2000)
- El Terremoto de San Salvador. Narración de un superviviente (2001)
- Manolo Valdés. La intemporalidad del arte (1999)
- Casa de Hacienda. Arquitectura en el campo colombiano (1997)
- Fiestas. Celebraciones y Ritos de Colombia (1995)
- Costa Rica. Pura Vida (2001)
- Luis Restrepo. Arquitectura (2001)
- Ana Mercedes Hoyos. Palenque (2001)
- La Moneda en Colombia (2001)
- Jardines de Colombia (1996)
- Una jornada en Macondo (1995)
- Retratos (1993)
- Atavíos. Raíces de la moda colombiana (1996)
- La ruta de Humboldt. Colombia - Venezuela (1994)
- Trópico. Visiones de la naturaleza colombiana (1997)
- Herederos de los Incas (1996)
- Casa Moderna. Medio siglo de arquitectura doméstica colombiana (1996)
- Bogotá desde el aire (1994)
- La vida en Colombia (1994)
- Casa Republicana. La bella época en Colombia (1995)
- Selva húmeda de Colombia (1990)
- Richter (1997)
- Por nuestros niños. Programas para su Proteccion y Desarrollo en Colombia (1990)
- Mariposas de Colombia (1991)
- Colombia tierra de flores (1990)
- Los países andinos desde el satélite (1995)
- Deliciosas frutas tropicales (1990)
- Arrecifes del Caribe (1988)
- Casa campesina. Arquitectura vernácula de Colombia (1993)
- Páramos (1988)
- Manglares (1989)
- Señor Ladrillo (1988)
- La última muerte de Wozzeck (2000)
- Historia del Café de Guatemala (2001)
- Casa Guatemalteca (1999)
- Silvia Tcherassi (2002)
- Ana Mercedes Hoyos. Retrospectiva (2002)
- Francisco Mejía Guinand (2002)
- Aves del Llano (1992)
- El año que viene vuelvo (1989)
- Museos de Bogotá (1989)
- El arte de la cocina japonesa (1996)
- Botero Dibujos (1999)
- Colombia Campesina (1989)
- Conflicto amazónico. 1932-1934 (1994)
- Débora Arango. Museo de Arte Moderno de Medellín (1986)
- La Sabana de Bogotá (1988)
- Casas de Embajada en Washington D.C. (2004)
- XVI Bienal colombiana de Arquitectura 1998 (1998)
- Visiones del Siglo XX colombiano. A través de sus protagonistas ya muertos (2003)
- Río Bogotá (1985)
- Jacanamijoy (2003)
- Álvaro Barrera. Arquitectura y Restauración (2003)
- Campos de Golf en Colombia (2003)
- Cartagena de Indias. Visión panorámica desde el aire (2003)
- Guadua. Arquitectura y Diseño (2003)
- Enrique Grau. Homenaje (2003)
- Mauricio Gómez. Con la mano izquierda (2003)
- Ignacio Gómez Jaramillo (2003)
- Tesoros del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario. 350 años (2003)
- Manos en el arte colombiano (2003)
- Historia de la Fotografía en Colombia. Museo de Arte Moderno de Bogotá (1983)
- Arenas Betancourt. Un realista más allá del tiempo (1986)
- Los Figueroa. Aproximación a su época y a su pintura (1986)
- Andrés de Santa María (1985)
- Ricardo Gómez Campuzano (1987)
- El encanto de Bogotá (1987)
- Manizales de ayer. Album de fotografías (1987)
- Ramírez Villamizar. Museo de Arte Moderno de Bogotá (1984)
- La transformación de Bogotá (1982)
- Las fronteras azules de Colombia (1985)
- Botero en el Museo Nacional de Colombia. Nueva donación 2004 (2004)
- Gonzalo Ariza. Pinturas (1978)
- Grau. El pequeño viaje del Barón Von Humboldt (1977)
- Bogotá Viva (2004)
- Albergues del Libertador en Colombia. Banco de la República (1980)
- El Rey triste (1980)
- Gregorio Vásquez (1985)
- Ciclovías. Bogotá para el ciudadano (1983)
- Negret escultor. Homenaje (2004)
- Mefisto. Alberto Iriarte (2004)
- Suramericana. 60 Años de compromiso con la cultura (2004)
- Rostros de Colombia (1985)
- Flora de Los Andes. Cien especies del Altiplano Cundi-Boyacense (1984)
- Casa de Nariño (1985)
- Periodismo gráfico. Círculo de Periodistas de Bogotá (1984)
- Cien años de arte colombiano. 1886 - 1986 (1985)
- Pedro Nel Gómez (1981)
- Colombia amazónica (1988)
- Palacio de San Carlos (1986)
- Veinte años del Sena en Colombia. 1957-1977 (1978)
- Bogotá. Estructura y principales servicios públicos (1978)
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- Colombia 360°. Ciudades y pueblos (2006)
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- Cafés de Colombia (2008)
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- Armando Villegas. Homenaje (2008)
- Manuel Hernández (2008)
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- Agua. Riqueza de Colombia (2009)
- Volando Colombia. Paisajes (2009)
- Colombia en flor (2009)
- Medellín 360º. Cordial, Pujante y Bella (2009)
- Arte Internacional. Colección del Banco de la República (2009)
- Hugo Zapata (2009)
- Apalaanchi. Pescadores Wayuu (2009)
- Bogotá vuelo al pasado (2010)
- Grabados Antiguos de la Pontificia Universidad Javeriana. Colección Eduardo Ospina S. J. (2010)
- Orquídeas. Especies de Colombia (2010)
- Apartamentos. Bogotá (2010)
- Luis Caballero. Erótico (2010)
- Luis Fernando Peláez (2010)
- Aves en Colombia (2011)
- Pedro Ruiz (2011)
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- El hundimiento de los Partidos Políticos Tradicionales venezolanos: El caso Copei (2014)
- Artistas por la paz (1986)
- Reglamento de uniformes, insignias, condecoraciones y distintivos para el personal de la Policía Nacional (2009)
- Historia de Bogotá. Tomo I - Conquista y Colonia (2007)
- Historia de Bogotá. Tomo II - Siglo XIX (2007)
- Academia Colombiana de Jurisprudencia. 125 Años (2019)
- Duque, su presidencia (2022)
El Caribe en la formación de los mares
La vida en el agua, al igual que en la tierra, depende del sol. La energía radiante que penetra en ella permite que se desarrolle una verdadera “pradera líquida” formada por millones de algas flotantes, fundamentales en la cadena alimenticia del arrecife, especialmente al ser consumidas por el zooplancton. Aldo Brando.
Aldo Brando.
Los corales son organismos coloniales que modifican sensiblemente su medio, al fabricar grandes masas esquelélicas calcáreas. En ellos tan solo una delgada capa externa corresponde realmente al tejido vivo que se apoya sobre la roca calcárea biosinielizada. El material esquelético, especialmente las partes muertas, sirve de sustrato a una infinidad de organismos. Aldo Brando.
Aldo Brando.
Aldo Brando.
Al cruzar durante doce horas diarias el cielo tropical, el sol emite gran cantidad de energía. Corales como estos del género Diploria, han desarrollado estructuras esqueléticas hemisféricas para que sus algas prisioneras aprovechen al máximo la energía que irradia el sol. mientras atraviesa el cenit. Aldo Brando.
Del choque de las corrientes contra los corales hemisfiéricos resulta la refracción de las mismas. De tal manera se crean grandes turbulencias, que agitan el material ya decantado en las aguas arrecifales. Bajo este movimiento los nutrientes quedan de nuevo en suspensión, para que sean capturados por los numerosos organismos que se alimentan de ellos. Aldo Brando.
Los corales que crecen a mayor profundidad, donde la luz pierde intensidad, desarrollan una estructura laminar, que se extiende sobre el lecho marino. Las colonias que crecen a más de 100 metros de profundidad, disponen de pigmentos especializados en captar luz violeta, la última que desaparece del espectro. El crecimiento laminar de las colonias coralinas de profundidad, permite la formación de cuevas y cavernas, verdaderos escondrijos para la gran cantidad de habitantes pobladores del arrecife. Peces, moluscos, crustáceos y una infinidad de invertebrados crecen y se multiplican al abrigo de estos refugios. Aldo Brando.
Aldo Brando.
Aldo Brando.
Aldo Brando.
Aldo Brando.
El arrecife no es únicamente masivo. Posee grandes depósitos de arena en la laguna arrecifal, las corrientes crean dunas, como el viento en los desiertos. Estos fondos inestables son vitales para una gran cantidad de moluscos, que han transformado las estructuras de sus cuerpos para enterrarse en el blando sustrato que la laguna les ofrece. La fauna que habita la laguna arrecifal es muy especializada. Sinembargo, algunas plánulas de octocorales encuentran pequeñas rocas confundidas entre el arenal, y se fijan a ellas desarrollando sus colonias, en un lugar poco colonizado por ejemplares sésiles. Por la forma que adquiere este octocoral podemos determinar hacia donde se diríge la corriente. Aldo Brando.
Ya que la vida de los corales arrecifales depende de la luz, éstos desarrollan su existencia en aguas transparentes. En este medio pueden formar grandes arrecifes de parche, como en los bajos de las Islas de San Bernardo y el Rosario. Estos hermosos archipiélagos han sido formados por los corales, a lo largo de miles de años de continuo trabajo. Rudolf.
En condiciones apropiadas los corales pueden desarrollar una barrera sólida y compacta. Los 20 kilómetros de largo con sus 500 metros de ancho hacen de los corales de la Isla de Providencia una de las barreras más extensas del Caribe. Estos arrecifes pueden repararse a sí mismos, y actúan como gigantescos rompeolas naturales protegiendo la costa de la erosión. Henry von Prahl.
Texto de: Henry von Prahl
Desde siempre el mar ha representado para el hombre un inmenso misterio. Sobre el vasto océano se han reflejado tantas mitologías, como temores de terribles fuerzas sobrenaturales. De igual forma, algunos filósofos de la Antigüedad han cifrado en él la clave del enigma que envuelve el origen de la vida sobre la Tierra y aun los biólogos de nuestro tiempo coinciden con la misma opinión los primeros seres vivos aparecieron en los mares remotos.
¿Cómo no ver, entonces, en el mar una suma de misterios, de inquietudes y de incógnitas por resolver?
¿No es este, acaso, un mundo con el que convivimos y que abarca un espacio mayor que el de la superficie terrestre, y aún así lo ignoramos?Si el mar produce en nosotros cambios en el ánimo, y si, absortos con la mirada perdida en el horizonte marino, la vida se nos antoja rara e infinita, es porque el océano, de alguna manera, por remota que sea, hace parte de nuestro espacio interior. Así, el mar siempre recomienza, como decía Paul Valéry.
Hace miles de millones de años debió suceder. Al condensarse el vapor del agua de la atmósfera, que envuelve la Tierra, y al precipitarse en forma de lluvias sobre ella, se inició la formación de los mares. Eran aquellos los mares primitivos, ricos en minerales, sales, amonio y metano, elementos que, por la acción de lo que debieron ser violentas descargas eléctricas, conformaron las primeras moléculas orgánicas, creándose así una especie de caldo primordial, donde la vida es capaz de replicarse.
De esta manera apareció la primera forma de vida, identificada hoy como un alga verde azulada, que pudo fijar nitrógeno atmosférico, elemento fundamental para la síntesis de las proteínas. Más adelante, aparecieron organismos con núcleos definidos, en especial bacterias y protozoarios, que evolucionaron hacia formas más complejas, formadas por agregados celulares, como las esponjas. Esta, que fue una evolución radiante, expuesta a imponderables mecanismos de relación, indujo al desarrollo de organismos aún más complejos, con organizaciones en forma de tejido, como lo presentan los corales primitivos, medusas, aguamalas y anémonas.
Lentamente, proceso tras proceso, se fue creando una vida compleja en el seno del mar. Allí se dieron los activos procesos evolutivos. Estos permitieron el desarrollo de los corales arrecifales, que iniciaron un desarrollo explosivo, hace unos doscientos millones de años. Con el lento paso de los milenios se fueron desplazando los continentes, alterando la conformación de los mares y dando paso a la aparición de condiciones ecológicas particulares. Uno de estos fenómenos se dio en el Caribe, al quedar aislado del Pacífico por el levantamiento del itsmo centroamericano y del Océano Atlántico.
En efecto, esto sucedió cuando un arco de islas volcánicas, conocidas como el Archipiélago de las Protoantillas, formadas por un activo vulcanismo submarino y localizadas entre la zona de América nuclear del Norte y del Sur, fue empujado por el desplazamiento de la placa del Pacífico oriental hacia el este. Esta placa, al fracturarse, formó una especie de saliente y al pasar por los extremos abiertos de América nuclear, arrastró buena parte de este archipiélago consigo, hasta chocar con la placa del Atlántico, la cual se desplazó en sentido contrario. En la zona de choque se concentraron fuerzas impresionantes, en lucha titánica, hasta que la placa del Atlántico encontró un camino que opuso menos resistencia y empezó a hundirse bajo la placa penetrante del Pacífico, formándose la falla de Beata, que separó del resto del archipiélago a la actual isla de Cuba. Esta gran isla, conformada en sí por la unión y soldadura con otras islas del archipiélago en movimiento, quedó cabalgando sobre la placa entrante de América del Norte y separada del resto de las islas del Caribe, especialmente de la Isla Española (Haití, República Dominicana) y Jamaica, por una profunda fosa conocida como la trinchera de Cayman, conformada hace unos 38 millones de años. Teniendo en cuenta este movimiento de las placas, podemos considerar el Caribe actual como un elemento del Océano Pacífico, del cual se aisló hace unos 23 millones de años, cuando se levantó de nuevo un arco de islas entre América nuclear del Norte y del Sur, correspondiente al actual istmo de América Central, que a su vez conforma el límite occidental de la placa del Caribe. Esto determina que la placa recién consolidada del Caribe esté enmarcada por dos grandes zonas de hundimiento (subducción) correspondientes a la placa de SurAm?érica en el este y a la de Cocos en el oeste. Todo este movimiento de las placas y su posterior hundimiento, hace que el Caribe sea una zona de gran actividad sísmica, especialmente en lo que se refiere al arco de las Antillas menores, actual zona de choque con la placa Suramericana. Esta, al hundirse debajo de la placa del Caribe, crea tal fricción y recalentamiento que parte del material arrastrado se funde y asciende en forma de lava, produciendo un activo vulcanismo.
Al cerrarse el Istmo Centroamericano y sedimentarse la fosa Atrato San Juan en Colombia, el Caribe quedó completamente aislado del Pacífico este, lo que causó profundas modificaciones en el sistema de corrientes y condiciones oceanográficas de la zona, permitiendo el desarrollo de una fauna con un marcado endemismo.
En cuanto al Caribe colombiano, éste está ocupado, en gran parte, por una gran depresión conocida como la batea de Colombia, una zona con profundidades de 4.000 m. Sobre el borde Occidental de esta batea, pero separada por una fosa de la plataforma continental de Nicaragua, se encuentra una importante cadena de islas volcánicas, derivadas seguramente de puntos calientes que fueron desplazados en dirección nordeste. La mayor parte de estas islas volcanes se ha hundido, con excepción de las islas de Providencia y Santa Catalina. Las otras, como la isla de San Andrés y los atolones de Alburquerque, Bolívar, Roncador, Serrana, Quitasueño, Alicia, Bajo Nuevo y parte de Banco Pedro, que en total suman una superficie de unos 55 Km², existen hoy gracias a sus formaciones coralinas, que tienen una profundidad superior a los mil metros, ya que han ido creciendo gradualmente hacia la superficie a medida que el cono volcánico se fue hundiendo.
En cuanto a la franja continental, ésta también tiene una historia movida, ya que hubo una sensible actividad volcánica costera y éste es el caso de las islas de San Bernardo y del Rosario, que aparentemente se formaron por levantamientos de volcanes submarinos de lodo, como los que afloran actualmente en Turbaco y Galerazamba. Al activarse estos volcanes, y levantar parte del lecho submarino como un gran gato hidráulico, y al consolidarse el sustrato cerca a la superficie, se dieron seguramente las condiciones favorables para el desarrollo de algas calcáreas y posteriormente corales, formándose, de esta manera, verdaderas islas coralinas y barras arrecifales. Algunos levantamientos de los corales costeros, como los de la Isla de Tierra Bomba, el Cerro de la Popa y Mamonal, son claros testigos de esta actividad. Pero no sólo sobre estos lomos volcánicos se formaron arrecifes pues, al parecer, gran parte de la antigua fosa del Magdalena estaba ocupada por grandes arrecifes cubiertos posteriormente por sedimentos terciarios. Hoy, algunos de estos arrecifes fósiles han sido perforados y se han constituido en una de las fuentes más ricas en reservas de petróleo.
Pero el mar Caribe, separado de su antiguo centro de origen en el Pacífico por el Istmo Centroamericano y parcialmente aislado del Atlántico por un amplio arco de islas, lo que determinó en gran parte el bajo rango mareal de máximo 60 cm con respecto a los 4 m en lugares abiertos del Atlántico y un intercambio lento de masas de agua, se vio expuesto a dramáticas modificaciones ambientales durante las glaciaciones. Hace un millón de años, al quedar aprisionados grandes volúmenes de agua en los casquetes polares, el nivel del mar bajó en más de 100 m en el Caribe, lo que afectó considerablemente a la fauna sésil, especialmente a los corales arrecifales, octocorales y bancos de esponjas. La baja sensible de temperatura y el gran aporte de sedimentos, arrastrados por los ríos Magdalena, Sinú y Atrato, produjeron también profundas modificaciones en el medio. Ante estas fuertes presiones ambientales, los diferentes organismos marinos se vieron expuestos a presiones selectivas y desarrollaron importantes adaptaciones y estrategias para sobrevivir y adaptarse, e incluso experimentaron asociaciones y formas de parasitismo, lo que determinó el desarrollo de una fauna particular con un alto grado de endemismo, producto final de esta selección. Hace unos 5.000 años, se estabilizaron las condiciones ambientales, incluyendo el nivel del mar, y hoy tenemos una variadísima y espléndida fauna y flora arrecifal, rica en formas, colores y en ingeniosas estrategias de vida, que nos asombran de una manera impresionante. En sí, es algo típicamente caribeño y esto es lo que intentamos mostrar en este libro.
Quizá el hombre técnico de hoy necesite, más que nada, volver sobre el misterio de lo diferente. Por eso, el hecho de descubrir este reino se convierte en una aventura apasionante. Sin árboles, flores, ni helechos, el mar posee su propia riqueza natural, que en su apariencia vegetal se asemeja al que crece sobre la tierra hierbas marinas, algas y otras plantas superiores conforman algo así como un variado bosque subacuático, con su propio grado de desarrollo. Este es el reino de los peces, las estrellas de mar, las medusas, los erizos, las esponjas, las almejas, las ostras, los cangrejos, las langostas y los pulpos, tan reconocidos algunos de ellos en la carta de un buen menú, pero tan desconocidos a la hora de pensar en la vida de aquella multitud de seres que tienen en el mar su existencia.
Pero aún más alarmante es el desconocimiento de otros seres, más elementales, que pasan inadvertidos aun para quien, sumergido bajo la superficie oceánica, ignora su existencia animal. Su gran similitud con el reino vegetal, su vida aparentemente inmóvil y siempre callada, ha convertido a estos seres vivientes, a todo este inmenso conjunto de animales, en Anónimos habitantes de los mares. Habría que descender un poco bajo la superficie marina, reconocer la variedad de aquel medio, delicadamente equilibrado, y acercarse a cada una de estas especies, para comprenderlas en su existencia y para admirar algo más de cerca la vida excepcionalmente rica, que las industriosas fuerzas del vasto océano han creado bajo el metálico resplandor que se difunde por la Tierra.
Entonces, penetrar bajo la superficie marina en busca de los arrecifes de coral y de todos aquellos seres que conforman el sistema ecológico que se desarrolla en torno a los arrecifes del mar Caribe, significa descubrir un mundo lleno de prodigios, abundante, silencioso y exhuberante. Allí, encontraremos una de las formas biológicas más curiosas del mundo animal, algo realmente excepcional, una forma de vida que, al reconocerla, se nos presenta como una revelación fascinante.
#AmorPorColombia
El Caribe en la formación de los mares
La vida en el agua, al igual que en la tierra, depende del sol. La energía radiante que penetra en ella permite que se desarrolle una verdadera “pradera líquida” formada por millones de algas flotantes, fundamentales en la cadena alimenticia del arrecife, especialmente al ser consumidas por el zooplancton. Aldo Brando.
Aldo Brando.
Los corales son organismos coloniales que modifican sensiblemente su medio, al fabricar grandes masas esquelélicas calcáreas. En ellos tan solo una delgada capa externa corresponde realmente al tejido vivo que se apoya sobre la roca calcárea biosinielizada. El material esquelético, especialmente las partes muertas, sirve de sustrato a una infinidad de organismos. Aldo Brando.
Aldo Brando.
Aldo Brando.
Al cruzar durante doce horas diarias el cielo tropical, el sol emite gran cantidad de energía. Corales como estos del género Diploria, han desarrollado estructuras esqueléticas hemisféricas para que sus algas prisioneras aprovechen al máximo la energía que irradia el sol. mientras atraviesa el cenit. Aldo Brando.
Del choque de las corrientes contra los corales hemisfiéricos resulta la refracción de las mismas. De tal manera se crean grandes turbulencias, que agitan el material ya decantado en las aguas arrecifales. Bajo este movimiento los nutrientes quedan de nuevo en suspensión, para que sean capturados por los numerosos organismos que se alimentan de ellos. Aldo Brando.
Los corales que crecen a mayor profundidad, donde la luz pierde intensidad, desarrollan una estructura laminar, que se extiende sobre el lecho marino. Las colonias que crecen a más de 100 metros de profundidad, disponen de pigmentos especializados en captar luz violeta, la última que desaparece del espectro. El crecimiento laminar de las colonias coralinas de profundidad, permite la formación de cuevas y cavernas, verdaderos escondrijos para la gran cantidad de habitantes pobladores del arrecife. Peces, moluscos, crustáceos y una infinidad de invertebrados crecen y se multiplican al abrigo de estos refugios. Aldo Brando.
Aldo Brando.
Aldo Brando.
Aldo Brando.
Aldo Brando.
El arrecife no es únicamente masivo. Posee grandes depósitos de arena en la laguna arrecifal, las corrientes crean dunas, como el viento en los desiertos. Estos fondos inestables son vitales para una gran cantidad de moluscos, que han transformado las estructuras de sus cuerpos para enterrarse en el blando sustrato que la laguna les ofrece. La fauna que habita la laguna arrecifal es muy especializada. Sinembargo, algunas plánulas de octocorales encuentran pequeñas rocas confundidas entre el arenal, y se fijan a ellas desarrollando sus colonias, en un lugar poco colonizado por ejemplares sésiles. Por la forma que adquiere este octocoral podemos determinar hacia donde se diríge la corriente. Aldo Brando.
Ya que la vida de los corales arrecifales depende de la luz, éstos desarrollan su existencia en aguas transparentes. En este medio pueden formar grandes arrecifes de parche, como en los bajos de las Islas de San Bernardo y el Rosario. Estos hermosos archipiélagos han sido formados por los corales, a lo largo de miles de años de continuo trabajo. Rudolf.
En condiciones apropiadas los corales pueden desarrollar una barrera sólida y compacta. Los 20 kilómetros de largo con sus 500 metros de ancho hacen de los corales de la Isla de Providencia una de las barreras más extensas del Caribe. Estos arrecifes pueden repararse a sí mismos, y actúan como gigantescos rompeolas naturales protegiendo la costa de la erosión. Henry von Prahl.
Texto de: Henry von Prahl
Desde siempre el mar ha representado para el hombre un inmenso misterio. Sobre el vasto océano se han reflejado tantas mitologías, como temores de terribles fuerzas sobrenaturales. De igual forma, algunos filósofos de la Antigüedad han cifrado en él la clave del enigma que envuelve el origen de la vida sobre la Tierra y aun los biólogos de nuestro tiempo coinciden con la misma opinión los primeros seres vivos aparecieron en los mares remotos.
¿Cómo no ver, entonces, en el mar una suma de misterios, de inquietudes y de incógnitas por resolver?
¿No es este, acaso, un mundo con el que convivimos y que abarca un espacio mayor que el de la superficie terrestre, y aún así lo ignoramos?Si el mar produce en nosotros cambios en el ánimo, y si, absortos con la mirada perdida en el horizonte marino, la vida se nos antoja rara e infinita, es porque el océano, de alguna manera, por remota que sea, hace parte de nuestro espacio interior. Así, el mar siempre recomienza, como decía Paul Valéry.
Hace miles de millones de años debió suceder. Al condensarse el vapor del agua de la atmósfera, que envuelve la Tierra, y al precipitarse en forma de lluvias sobre ella, se inició la formación de los mares. Eran aquellos los mares primitivos, ricos en minerales, sales, amonio y metano, elementos que, por la acción de lo que debieron ser violentas descargas eléctricas, conformaron las primeras moléculas orgánicas, creándose así una especie de caldo primordial, donde la vida es capaz de replicarse.
De esta manera apareció la primera forma de vida, identificada hoy como un alga verde azulada, que pudo fijar nitrógeno atmosférico, elemento fundamental para la síntesis de las proteínas. Más adelante, aparecieron organismos con núcleos definidos, en especial bacterias y protozoarios, que evolucionaron hacia formas más complejas, formadas por agregados celulares, como las esponjas. Esta, que fue una evolución radiante, expuesta a imponderables mecanismos de relación, indujo al desarrollo de organismos aún más complejos, con organizaciones en forma de tejido, como lo presentan los corales primitivos, medusas, aguamalas y anémonas.
Lentamente, proceso tras proceso, se fue creando una vida compleja en el seno del mar. Allí se dieron los activos procesos evolutivos. Estos permitieron el desarrollo de los corales arrecifales, que iniciaron un desarrollo explosivo, hace unos doscientos millones de años. Con el lento paso de los milenios se fueron desplazando los continentes, alterando la conformación de los mares y dando paso a la aparición de condiciones ecológicas particulares. Uno de estos fenómenos se dio en el Caribe, al quedar aislado del Pacífico por el levantamiento del itsmo centroamericano y del Océano Atlántico.
En efecto, esto sucedió cuando un arco de islas volcánicas, conocidas como el Archipiélago de las Protoantillas, formadas por un activo vulcanismo submarino y localizadas entre la zona de América nuclear del Norte y del Sur, fue empujado por el desplazamiento de la placa del Pacífico oriental hacia el este. Esta placa, al fracturarse, formó una especie de saliente y al pasar por los extremos abiertos de América nuclear, arrastró buena parte de este archipiélago consigo, hasta chocar con la placa del Atlántico, la cual se desplazó en sentido contrario. En la zona de choque se concentraron fuerzas impresionantes, en lucha titánica, hasta que la placa del Atlántico encontró un camino que opuso menos resistencia y empezó a hundirse bajo la placa penetrante del Pacífico, formándose la falla de Beata, que separó del resto del archipiélago a la actual isla de Cuba. Esta gran isla, conformada en sí por la unión y soldadura con otras islas del archipiélago en movimiento, quedó cabalgando sobre la placa entrante de América del Norte y separada del resto de las islas del Caribe, especialmente de la Isla Española (Haití, República Dominicana) y Jamaica, por una profunda fosa conocida como la trinchera de Cayman, conformada hace unos 38 millones de años. Teniendo en cuenta este movimiento de las placas, podemos considerar el Caribe actual como un elemento del Océano Pacífico, del cual se aisló hace unos 23 millones de años, cuando se levantó de nuevo un arco de islas entre América nuclear del Norte y del Sur, correspondiente al actual istmo de América Central, que a su vez conforma el límite occidental de la placa del Caribe. Esto determina que la placa recién consolidada del Caribe esté enmarcada por dos grandes zonas de hundimiento (subducción) correspondientes a la placa de SurAm?érica en el este y a la de Cocos en el oeste. Todo este movimiento de las placas y su posterior hundimiento, hace que el Caribe sea una zona de gran actividad sísmica, especialmente en lo que se refiere al arco de las Antillas menores, actual zona de choque con la placa Suramericana. Esta, al hundirse debajo de la placa del Caribe, crea tal fricción y recalentamiento que parte del material arrastrado se funde y asciende en forma de lava, produciendo un activo vulcanismo.
Al cerrarse el Istmo Centroamericano y sedimentarse la fosa Atrato San Juan en Colombia, el Caribe quedó completamente aislado del Pacífico este, lo que causó profundas modificaciones en el sistema de corrientes y condiciones oceanográficas de la zona, permitiendo el desarrollo de una fauna con un marcado endemismo.
En cuanto al Caribe colombiano, éste está ocupado, en gran parte, por una gran depresión conocida como la batea de Colombia, una zona con profundidades de 4.000 m. Sobre el borde Occidental de esta batea, pero separada por una fosa de la plataforma continental de Nicaragua, se encuentra una importante cadena de islas volcánicas, derivadas seguramente de puntos calientes que fueron desplazados en dirección nordeste. La mayor parte de estas islas volcanes se ha hundido, con excepción de las islas de Providencia y Santa Catalina. Las otras, como la isla de San Andrés y los atolones de Alburquerque, Bolívar, Roncador, Serrana, Quitasueño, Alicia, Bajo Nuevo y parte de Banco Pedro, que en total suman una superficie de unos 55 Km², existen hoy gracias a sus formaciones coralinas, que tienen una profundidad superior a los mil metros, ya que han ido creciendo gradualmente hacia la superficie a medida que el cono volcánico se fue hundiendo.
En cuanto a la franja continental, ésta también tiene una historia movida, ya que hubo una sensible actividad volcánica costera y éste es el caso de las islas de San Bernardo y del Rosario, que aparentemente se formaron por levantamientos de volcanes submarinos de lodo, como los que afloran actualmente en Turbaco y Galerazamba. Al activarse estos volcanes, y levantar parte del lecho submarino como un gran gato hidráulico, y al consolidarse el sustrato cerca a la superficie, se dieron seguramente las condiciones favorables para el desarrollo de algas calcáreas y posteriormente corales, formándose, de esta manera, verdaderas islas coralinas y barras arrecifales. Algunos levantamientos de los corales costeros, como los de la Isla de Tierra Bomba, el Cerro de la Popa y Mamonal, son claros testigos de esta actividad. Pero no sólo sobre estos lomos volcánicos se formaron arrecifes pues, al parecer, gran parte de la antigua fosa del Magdalena estaba ocupada por grandes arrecifes cubiertos posteriormente por sedimentos terciarios. Hoy, algunos de estos arrecifes fósiles han sido perforados y se han constituido en una de las fuentes más ricas en reservas de petróleo.
Pero el mar Caribe, separado de su antiguo centro de origen en el Pacífico por el Istmo Centroamericano y parcialmente aislado del Atlántico por un amplio arco de islas, lo que determinó en gran parte el bajo rango mareal de máximo 60 cm con respecto a los 4 m en lugares abiertos del Atlántico y un intercambio lento de masas de agua, se vio expuesto a dramáticas modificaciones ambientales durante las glaciaciones. Hace un millón de años, al quedar aprisionados grandes volúmenes de agua en los casquetes polares, el nivel del mar bajó en más de 100 m en el Caribe, lo que afectó considerablemente a la fauna sésil, especialmente a los corales arrecifales, octocorales y bancos de esponjas. La baja sensible de temperatura y el gran aporte de sedimentos, arrastrados por los ríos Magdalena, Sinú y Atrato, produjeron también profundas modificaciones en el medio. Ante estas fuertes presiones ambientales, los diferentes organismos marinos se vieron expuestos a presiones selectivas y desarrollaron importantes adaptaciones y estrategias para sobrevivir y adaptarse, e incluso experimentaron asociaciones y formas de parasitismo, lo que determinó el desarrollo de una fauna particular con un alto grado de endemismo, producto final de esta selección. Hace unos 5.000 años, se estabilizaron las condiciones ambientales, incluyendo el nivel del mar, y hoy tenemos una variadísima y espléndida fauna y flora arrecifal, rica en formas, colores y en ingeniosas estrategias de vida, que nos asombran de una manera impresionante. En sí, es algo típicamente caribeño y esto es lo que intentamos mostrar en este libro.
Quizá el hombre técnico de hoy necesite, más que nada, volver sobre el misterio de lo diferente. Por eso, el hecho de descubrir este reino se convierte en una aventura apasionante. Sin árboles, flores, ni helechos, el mar posee su propia riqueza natural, que en su apariencia vegetal se asemeja al que crece sobre la tierra hierbas marinas, algas y otras plantas superiores conforman algo así como un variado bosque subacuático, con su propio grado de desarrollo. Este es el reino de los peces, las estrellas de mar, las medusas, los erizos, las esponjas, las almejas, las ostras, los cangrejos, las langostas y los pulpos, tan reconocidos algunos de ellos en la carta de un buen menú, pero tan desconocidos a la hora de pensar en la vida de aquella multitud de seres que tienen en el mar su existencia.
Pero aún más alarmante es el desconocimiento de otros seres, más elementales, que pasan inadvertidos aun para quien, sumergido bajo la superficie oceánica, ignora su existencia animal. Su gran similitud con el reino vegetal, su vida aparentemente inmóvil y siempre callada, ha convertido a estos seres vivientes, a todo este inmenso conjunto de animales, en Anónimos habitantes de los mares. Habría que descender un poco bajo la superficie marina, reconocer la variedad de aquel medio, delicadamente equilibrado, y acercarse a cada una de estas especies, para comprenderlas en su existencia y para admirar algo más de cerca la vida excepcionalmente rica, que las industriosas fuerzas del vasto océano han creado bajo el metálico resplandor que se difunde por la Tierra.
Entonces, penetrar bajo la superficie marina en busca de los arrecifes de coral y de todos aquellos seres que conforman el sistema ecológico que se desarrolla en torno a los arrecifes del mar Caribe, significa descubrir un mundo lleno de prodigios, abundante, silencioso y exhuberante. Allí, encontraremos una de las formas biológicas más curiosas del mundo animal, algo realmente excepcional, una forma de vida que, al reconocerla, se nos presenta como una revelación fascinante.