Menciones: Categoría Diseño Arquitectonico

Texto de: Silvia Arango

Casa Horas Claras;El Retiro, Antioquia.

En las cercanías de El Retiro, en el campo antioqueño, ”Horas Claras“ se alza como una casa-manifiesto: exhala racionalidad, reflexión y voluntad de afirmación ideológica.

En vez de pegarse al fuerte declive del terreno, la casa se soluciona con dos volúmenes prismáticos: uno que aloja el mundo de lo social y otro el mundo íntimo. El tercer nivel del volumen inferior (nivel 0) es el primer piso del volumen superior. A este nivel de acceso, que relaciona en la vertical los dos cuerpos, se llega por una escalera de piedra, bordeada por un muro sobre el que corre el agua, que desemboca en una terraza de madera. De allí se sube o se baja a las distintas dependencias. Además de la terraza, un puente, más arriba, cumple la función conectora.

La concepción de torre de la casa remite a la acción de otear el paisaje desde lo alto: minarete, atalaya, campanilli..., formas todas de alejarse y dominar el territorio y a la vez atraparlo visualmente.

Tanto el mobiliario como los demás detalles poseen referencias explícitas a las vanguardias modernas y en especial al neoplasticismo. El juego de despiece y articulación que esta citación sugeriría no se traslada, sin embargo, a la concepción general debido a la contundencia y pureza de los cuerpos. Esta no es una arquitectura de planos articulados, sino de volúmenes cerrados.

”Horas Claras“ es la casa soberbia de un arquitecto joven que plantea propuestas y lanza sondas en distintas direcciones: hacia el lugar y el paisaje, hacia la función de habitar y hacia los hitos de la arquitectura moderna a los que se quiere filiar. Esta ambiciosa intención de incrustarse en devenires lleva al arquitecto a definir así su síntesis arquitectónica: “las Horas Claras suceden a cada instante...”.

Manzana 2, Parque Central Bavaria,Bogotá, D.C.

Con el traslado de la fábrica de Bavaria a otro lugar quedó un enorme terreno en el límite norte del centro de Bogotá, cuyo destino ha sido objeto de discusión por varios años. A partir de lineamientos urbanísticos generales, se han ido desarrollando diversos sectores por parte de distintas firmas de arquitectos.

La parte correspondiente a la manzana 2 es una de las más complejas en determinantes urbanas. La presencia de las restauradas falcas, cavas y malterías, único remanente de la antigua fábrica, impuso el material (ladrillo), la altura predominante y el ”sabor“ de las fachadas. De otra parte, la proximidad al Centro Internacional le imprime una vocación mixta de actividades y un carácter de intensa vida urbana.

Las edificaciones poseen una sugerente mezcla de usos. Comercio en los primeros pisos, oficinas en los segundos y vivienda en los superiores. Para aprovechar las conveniencias de esta mixtura y evitar además cualquier inconveniente, se tomaron medidas muy eficaces: independizar los distintos flujos con circulaciones y puntos fijos autónomos y dar un tratamiento arquitectónico peculiar a cada actividad (arcada cubierta al comercio y terrazas privadas a la vivienda, por ejemplo) y, sobre todo, una acertada gradación en la concepción y diseño de los espacios colectivos. Los distintos tamaños y características de las plazas establecen una diferenciación entre los lugares definitivamente públicos y los más reservados y tranquilos.

Para los amantes de la vida urbana se brinda así la posibilidad de habitar, comprar, comer o trabajar en condiciones amables, sin renunciar a las múltiples vivencias y experiencias que proporciona el centro de la ciudad.

Altos de Santa Bárbara,Bogotá, D.C.

Altos de Santa Bárbara se sitúa en un lote largo de fuerte pendiente, sobre las estribaciones de los cerros, en uno de los barrios residenciales mejor conservados del norte de Bogotá. El conjunto está conformado por casas y apartamentos dúplex con áreas que oscilan entre 200 y 300 m2.

El lote tenía una escorrentía que causaba inundaciones cuando había fuertes lluvias. Luego de canalizarla y entubarla por debajo de la vía se hizo una desviación para crear una quebrada artificial, que se convirtió en el motivo central del proyecto. El conjunto se organizó en dos filas paralelas a lo largo de la zona verde común que bordea la quebrada, de manera que los estacionamientos subterráneos se pudieron ubicar debajo de las edificaciones, dejando el espacio central libre para que todas las viviendas pudieran participar de un privilegiado ambiente natural. Lamentablemente, problemas durante el proceso impidieron la realización total del proyecto. Sólo pudo construirse una primera etapa del conjunto, con menos de la mitad de las 68 unidades de vivienda inicialmente previstas.

El trabajo paisajístico, con una frondosa vegetación sabanera y el delicado diseño del mobiliario arquitectónico, le otorga a la zona verde central una excepcional calidad ambiental, a la cual la arquitectura se integra plenamente por medio de balcones y terrazas. Por allí, a través de circulaciones abiertas, se accede tanto a las viviendas como a los servicios comunales.

La fineza de los terminados de un ladrillo manejado hábilmente subraya la perfección constructiva de este conjunto, donde arquitectura y paisaje han sido pensados para complementarse mutuamente.