- Botero esculturas (1998)
- Salmona (1998)
- El sabor de Colombia (1994)
- Wayuú. Cultura del desierto colombiano (1998)
- Semana Santa en Popayán (1999)
- Cartagena de siempre (1992)
- Palacio de las Garzas (1999)
- Juan Montoya (1998)
- Aves de Colombia. Grabados iluminados del Siglo XVIII (1993)
- Alta Colombia. El esplendor de la montaña (1996)
- Artefactos. Objetos artesanales de Colombia (1992)
- Carros. El automovil en Colombia (1995)
- Espacios Comerciales. Colombia (1994)
- Cerros de Bogotá (2000)
- El Terremoto de San Salvador. Narración de un superviviente (2001)
- Manolo Valdés. La intemporalidad del arte (1999)
- Casa de Hacienda. Arquitectura en el campo colombiano (1997)
- Fiestas. Celebraciones y Ritos de Colombia (1995)
- Costa Rica. Pura Vida (2001)
- Luis Restrepo. Arquitectura (2001)
- Ana Mercedes Hoyos. Palenque (2001)
- La Moneda en Colombia (2001)
- Jardines de Colombia (1996)
- Una jornada en Macondo (1995)
- Retratos (1993)
- Atavíos. Raíces de la moda colombiana (1996)
- La ruta de Humboldt. Colombia - Venezuela (1994)
- Trópico. Visiones de la naturaleza colombiana (1997)
- Herederos de los Incas (1996)
- Casa Moderna. Medio siglo de arquitectura doméstica colombiana (1996)
- Bogotá desde el aire (1994)
- La vida en Colombia (1994)
- Casa Republicana. La bella época en Colombia (1995)
- Selva húmeda de Colombia (1990)
- Richter (1997)
- Por nuestros niños. Programas para su Proteccion y Desarrollo en Colombia (1990)
- Mariposas de Colombia (1991)
- Colombia tierra de flores (1990)
- Los países andinos desde el satélite (1995)
- Deliciosas frutas tropicales (1990)
- Arrecifes del Caribe (1988)
- Casa campesina. Arquitectura vernácula de Colombia (1993)
- Páramos (1988)
- Manglares (1989)
- Señor Ladrillo (1988)
- La última muerte de Wozzeck (2000)
- Historia del Café de Guatemala (2001)
- Casa Guatemalteca (1999)
- Silvia Tcherassi (2002)
- Ana Mercedes Hoyos. Retrospectiva (2002)
- Francisco Mejía Guinand (2002)
- Aves del Llano (1992)
- El año que viene vuelvo (1989)
- Museos de Bogotá (1989)
- El arte de la cocina japonesa (1996)
- Botero Dibujos (1999)
- Colombia Campesina (1989)
- Conflicto amazónico. 1932-1934 (1994)
- Débora Arango. Museo de Arte Moderno de Medellín (1986)
- La Sabana de Bogotá (1988)
- Casas de Embajada en Washington D.C. (2004)
- XVI Bienal colombiana de Arquitectura 1998 (1998)
- Visiones del Siglo XX colombiano. A través de sus protagonistas ya muertos (2003)
- Río Bogotá (1985)
- Jacanamijoy (2003)
- Álvaro Barrera. Arquitectura y Restauración (2003)
- Campos de Golf en Colombia (2003)
- Cartagena de Indias. Visión panorámica desde el aire (2003)
- Guadua. Arquitectura y Diseño (2003)
- Enrique Grau. Homenaje (2003)
- Mauricio Gómez. Con la mano izquierda (2003)
- Ignacio Gómez Jaramillo (2003)
- Tesoros del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario. 350 años (2003)
- Manos en el arte colombiano (2003)
- Historia de la Fotografía en Colombia. Museo de Arte Moderno de Bogotá (1983)
- Arenas Betancourt. Un realista más allá del tiempo (1986)
- Los Figueroa. Aproximación a su época y a su pintura (1986)
- Andrés de Santa María (1985)
- Ricardo Gómez Campuzano (1987)
- El encanto de Bogotá (1987)
- Manizales de ayer. Album de fotografías (1987)
- Ramírez Villamizar. Museo de Arte Moderno de Bogotá (1984)
- La transformación de Bogotá (1982)
- Las fronteras azules de Colombia (1985)
- Botero en el Museo Nacional de Colombia. Nueva donación 2004 (2004)
- Gonzalo Ariza. Pinturas (1978)
- Grau. El pequeño viaje del Barón Von Humboldt (1977)
- Bogotá Viva (2004)
- Albergues del Libertador en Colombia. Banco de la República (1980)
- El Rey triste (1980)
- Gregorio Vásquez (1985)
- Ciclovías. Bogotá para el ciudadano (1983)
- Negret escultor. Homenaje (2004)
- Mefisto. Alberto Iriarte (2004)
- Suramericana. 60 Años de compromiso con la cultura (2004)
- Rostros de Colombia (1985)
- Flora de Los Andes. Cien especies del Altiplano Cundi-Boyacense (1984)
- Casa de Nariño (1985)
- Periodismo gráfico. Círculo de Periodistas de Bogotá (1984)
- Cien años de arte colombiano. 1886 - 1986 (1985)
- Pedro Nel Gómez (1981)
- Colombia amazónica (1988)
- Palacio de San Carlos (1986)
- Veinte años del Sena en Colombia. 1957-1977 (1978)
- Bogotá. Estructura y principales servicios públicos (1978)
- Colombia Parques Naturales (2006)
- Érase una vez Colombia (2005)
- Colombia 360°. Ciudades y pueblos (2006)
- Bogotá 360°. La ciudad interior (2006)
- Guatemala inédita (2006)
- Casa de Recreo en Colombia (2005)
- Manzur. Homenaje (2005)
- Gerardo Aragón (2009)
- Santiago Cárdenas (2006)
- Omar Rayo. Homenaje (2006)
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- Luis Restrepo. construcciones (2007)
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- Luis Caballero. Homenaje (2007)
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- Cafés de Colombia (2008)
- Colombia es Color (2008)
- Armando Villegas. Homenaje (2008)
- Manuel Hernández (2008)
- Alicia Viteri. Memoria digital (2009)
- Clemencia Echeverri. Sin respuesta (2009)
- Museo de Arte Moderno de Cartagena de Indias (2009)
- Agua. Riqueza de Colombia (2009)
- Volando Colombia. Paisajes (2009)
- Colombia en flor (2009)
- Medellín 360º. Cordial, Pujante y Bella (2009)
- Arte Internacional. Colección del Banco de la República (2009)
- Hugo Zapata (2009)
- Apalaanchi. Pescadores Wayuu (2009)
- Bogotá vuelo al pasado (2010)
- Grabados Antiguos de la Pontificia Universidad Javeriana. Colección Eduardo Ospina S. J. (2010)
- Orquídeas. Especies de Colombia (2010)
- Apartamentos. Bogotá (2010)
- Luis Caballero. Erótico (2010)
- Luis Fernando Peláez (2010)
- Aves en Colombia (2011)
- Pedro Ruiz (2011)
- El mundo del arte en San Agustín (2011)
- Cundinamarca. Corazón de Colombia (2011)
- El hundimiento de los Partidos Políticos Tradicionales venezolanos: El caso Copei (2014)
- Artistas por la paz (1986)
- Reglamento de uniformes, insignias, condecoraciones y distintivos para el personal de la Policía Nacional (2009)
- Historia de Bogotá. Tomo I - Conquista y Colonia (2007)
- Historia de Bogotá. Tomo II - Siglo XIX (2007)
- Academia Colombiana de Jurisprudencia. 125 Años (2019)
- Duque, su presidencia (2022)
Hernando Durán Dussán
Texto de: Alfonso López Michelsen.
Hernando Durán Dussán fue un hombre de carácter recio. En los tiempos que corren, cuando las voluntades se doblegan con relativa facilidad, Durán Dussán constituía una excepción. El recuerdo que de él guardamos sus contemporáneos es el de un hombre que no se plegaba ante las circunstancias, por adversas que fueran.
Lo conocí cuando me desempeñaba como profesor de derecho constitucional en la Universidad Nacional y él se iniciaba en el estudio de la jurisprudencia, con la consagración que ponía en todos sus actos. Pronto se inició en la política como militante del Partido Liberal y su oposición a los gobiernos conservadores lo llevó a verse comprometido con una resistencia a la dictadura tan caracterizada como la de los Llanos Orientales, en donde prendió la lucha armada con jefes tan aguerridos como Cheito Velásquez, Guadalupe Salcedo, Dumar Aljure, los hermanos Bautista, los hermanos Parra, los Fonseca, y otros de comparable valentía. Durán se comprometió con los pilotos Silva, Vanegas y Ardila en la toma de Villavicencio, desde la Base Militar de Apiay.
Milagrosamente escapó a los agentes del gobierno que trataban de detenerlo, asilándose en la Embajada de Chile, y por años, sobrevivió, primero, en Europa y, luego, en los Estados Unidos, recurriendo a los más disímiles oficios, desde el trabajo manual hasta la venta de seguros, en un peregrinaje que nos recordaba al general Obando, exiliado en el Perú y en Chile, cultivando frutos y hortalizas, con cuya venta sostenía a su familia. Fue, a la vez, una experiencia dolorosa, pero con un fecundo aprendizaje sobre el entorno internacional y el empleo en los países industrializados. De regreso a Colombia se entregó de lleno al servicio público y fue, mientras duró el mrl, el más acérrimo enemigo de nuestro movimiento y el más caracterizado enemigo personal de quien estas líneas escribe. Las votaciones en el Meta se ganaban o se perdían por un estrecho margen dentro de la institución, de lo que calificábamos como “fondos podridos”, porque se permitía que quien ganara en las elecciones para Senado se llevara la totalidad de la lista sin aplicar el cuociente electoral que solamente se ponía en práctica en los departamentos con mayor densidad demográfica. A tales extremos se llegó en este enfrentamiento que, si mal no recuerdo, se rompieron nuestras relaciones personales que nunca, hasta entonces, habían sido muy estrechas.
Al expirar el Frente Nacional y con el transcurso del tiempo nos fuimos aproximando hasta reanudar la antigua vinculación en provecho recíproco, pero, sobre todo, en beneficio del partido, cuando se restableció la competencia entre liberales y conservadores, neutralizada durante diez y seis años por la práctica de la paridad y de la alternación. De adversario implacable, en ocasiones virulento, pasó a ser el primer ministro de Educación de mi gobierno, para sorpresa de quienes consideraban que nuestra confrontación no nos permitiría reconciliarnos. A las pocas semanas de su posesión como ministro, murió su señora esposa afectando de tal manera su estado de ánimo y su propia salud, que decidió, en sus momentos de confusión y de pesar, hacer dejación de su cargo, pero la estimación que yo le profesaba, aun en las épocas de nuestro distanciamiento, me indujo a insistirle para que permaneciera en su cargo, en el seno de un gabinete en donde se reconocía su competencia en materias económicas, jurídicas, culturales y políticas. No en vano había sido ministro de Hacienda y ministro de Minas y Petróleos, a la par con embajadas, como la de París, en donde perfeccionó sus conocimientos.
Era una curiosa amalgama del hombre práctico, el ganadero y el agricultor exitoso y el asiduo lector en varios idiomas de los más arduos textos del derecho, de la economía y de la crítica literaria.
Su labor al frente del ministerio de Educación fue extraordinaria, cuantitativa y cualitativamente, porque al colocar la doble jornada en los establecimientos docentes, duplicó el número de educandos en guarismos que bien vale la pena reconsiderar: el preescolar, en 1974, era de 84 705 alumnos. Ya para 1978 era de 124 993. En básica primaria se pasó de 3 791 543 a 4 291 502 alumnos; en básica secundaria y media vocacional, de 1 284 347 a 1 757 699 alumnos, y en la superior de 148 613 a 242 130 alumnos.
El número de profesores de primaria y secundaria a cargo de la nación aumentó en 43 528 plazas, lo cual le permitió al senador Pardo Parra criticar mi administración por el crecimiento burocrático, omitiendo el hecho de que se trataba de plazas para profesores. Todo esto se hizo con superávit fiscal, después de haber cubierto un faltante de $960 millones a que ascendía la deuda en 1974 y haberse decretado reajustes salariales de $870 millones en 1975 y del 20% entre 1977 y 1978.
Estuvo retirado de la vida pública durante algunos meses, pero al iniciarse la administración Turbay Ayala fue llamado a desempeñar la alcaldía del Distrito Especial, con tal lujo de ejecutorias que un gran sector del partido comenzó a considerarlo como el posible candidato liberal a la Presidencia de la República en un no muy distante futuro.
En su condición de burgomaestre del Distrito Especial brilló por la doble condición de hombre de pensamiento y de acción, gracias a los puentes se consiguieron soluciones al tráfico que comunica los extremos de la ciudad capital. Estas fueron obras de su gobierno, pero, por sobre todo, los ambiciosos proyectos de ampliación de los servicios públicos, fueron concebidos e iniciados durante su alcaldía. Cabe anotar de qué manera contribuyó a la generación de energía eléctrica para Bogotá, primero, con la represa de Mesitas y, más tarde, con el ambicioso proyecto del Guavio, concebido para sustraernos de la dependencia de las Empresas Públicas de Medellín, dentro del concepto de que se podía generar 1000000 de kilowatios, que más tarde se podían ampliar a 1600000, ensanchando la represa y aumentando el número de turbinas, para lo cual se dispone del correspondiente espacio en el cuarto de máquinas, y se podría aprovechar el caudal de las aguas a través de los túneles actuales.
Por haber tenido la oportunidad de estudiar de cerca la historia del Guavio, salpicada de múltiples escándalos, puedo brindar testimonio de que mientras la iniciación del proyecto estuvo bajo el control del ex alcalde Durán Dussán, no solamente no se presentaron negociados de ninguna clase sino que, con espíritu de previsión, dejó sentadas las bases para evitar que en la adquisición de los predios se presentaran abusos en cuanto a su avalúo, como ocurrió bajo las administraciones que lo sucedieron. Fue un doble juego diabólico en el que algunos avivatos adquirieron a ínfimos precios las posesiones de los campesinos para venderlas luego con pingües utilidades. Las Empresas Unidas de Energía Eléctrica, endeudadas en dólares, desde antes de haber realizado la adquisición de los terrenos por donde se iba a construir la represa, tuvieron que escoger entre el mal menor y el peor, o sea, pagar lo que se les pedía por quienes monopolizaron las tierras ya que la expropiación tomaría años, o dejar correr los intereses y la depreciación de la moneda sin aprovechar en forma alguna los créditos internacionales ya contraídos y destinados a la construcción de la obra. Nada de esto tuvo que ver con Durán Dussán. El texto de la indagatoria a que fue sometido el ex alcalde es una pieza jurídica admirable, máxime cuando la leyenda sobre los plazos y los costos de la represa del Guavio ni se extinguen ni se olvidan.
La culminación de la carrera de Durán Dussán hubiera sido sin duda alguna la Presidencia de la República. Las grandes mayorías liberales oficialistas lo señalaban como el candidato que debía enfrentarse a Luis Carlos Galán, recientemente reincorporado a las filas liberales. El vil asesinato de que fue objeto Galán tronchó la posibilidad de un enfrentamiento entre el veterano conductor oficialista y el jefe del extinto Nuevo Liberalismo en condiciones en que hubiera sido muy difícil para Galán hacerle frente a una figura nacional tan arraigada como la de su contendor. César Gaviria, por el contrario, en su condición de jefe de debate de la candidatura Galán, contaba no solamente con la adhesión de los galanistas sino con gran parte del liberalismo del occidente colombiano. El jefe único del liberalismo, el doctor Julio César Turbay, impuso una consulta en la que ganó el doctor Gaviria, a costa de la candidatura Durán, frente a un electorado estremecido por el horrendo magnicidio, al que se sumaba el voto de ciertos conservadores que miraban con malos ojos una eventual presidencia de quien pasaba por ser un sectario irreductible. Fue la mayor decepción en la vida de Durán Dussán, quien siempre consideró inequitativa la consulta a raíz de la muerte del doctor Galán. Ya, en el camino del cementerio, antes de que el galanismo acogiera el nombre del doctor Gaviria, la multitud en la Plaza de Bolívar repetía en coro: “los votos de Galán no serán para Durán”. Fueron para el presidente Gaviria, quien lo distinguió con la embajada ante la Santa Sede, pese a su total abstención en las elecciones presidenciales que tuvieron ocurrencia después de la consulta.
Se retiró definitivamente de la vida pública y sufrió en lo más íntimo de su ser la forzada ausencia de “Matupa”, su finca vecina de San Martín, en donde confiaba pasar sus últimos días. Murió soñando en el porvenir de Colombia y del Meta, como promotor del cultivo de palma africana, el principal renglón de exportación de Malasia. Días antes de su partida hacia el Extremo Oriente se paseaba por las cifras inimaginables de lo que podría ser el cultivo de la planta oleaginosa en los años por venir. Su yerno, el doctor Arturo Infante, nuestro embajador en Kuala Lumpur, lo mantenía al tanto del cultivo de la oleaginosa que tanto ha enriquecido al país asiático. Debía regresar cargado de datos sugestivos sobre las posibilidades económicas que ya vislumbraba para su patria; pero para quienes lo acompañamos en su sueño nos duele profundamente su regreso en un ataúd tallado en la madera de algún árbol tropical de los que crecen en Malasia.
#AmorPorColombia
Hernando Durán Dussán
Texto de: Alfonso López Michelsen.
Hernando Durán Dussán fue un hombre de carácter recio. En los tiempos que corren, cuando las voluntades se doblegan con relativa facilidad, Durán Dussán constituía una excepción. El recuerdo que de él guardamos sus contemporáneos es el de un hombre que no se plegaba ante las circunstancias, por adversas que fueran.
Lo conocí cuando me desempeñaba como profesor de derecho constitucional en la Universidad Nacional y él se iniciaba en el estudio de la jurisprudencia, con la consagración que ponía en todos sus actos. Pronto se inició en la política como militante del Partido Liberal y su oposición a los gobiernos conservadores lo llevó a verse comprometido con una resistencia a la dictadura tan caracterizada como la de los Llanos Orientales, en donde prendió la lucha armada con jefes tan aguerridos como Cheito Velásquez, Guadalupe Salcedo, Dumar Aljure, los hermanos Bautista, los hermanos Parra, los Fonseca, y otros de comparable valentía. Durán se comprometió con los pilotos Silva, Vanegas y Ardila en la toma de Villavicencio, desde la Base Militar de Apiay.
Milagrosamente escapó a los agentes del gobierno que trataban de detenerlo, asilándose en la Embajada de Chile, y por años, sobrevivió, primero, en Europa y, luego, en los Estados Unidos, recurriendo a los más disímiles oficios, desde el trabajo manual hasta la venta de seguros, en un peregrinaje que nos recordaba al general Obando, exiliado en el Perú y en Chile, cultivando frutos y hortalizas, con cuya venta sostenía a su familia. Fue, a la vez, una experiencia dolorosa, pero con un fecundo aprendizaje sobre el entorno internacional y el empleo en los países industrializados. De regreso a Colombia se entregó de lleno al servicio público y fue, mientras duró el mrl, el más acérrimo enemigo de nuestro movimiento y el más caracterizado enemigo personal de quien estas líneas escribe. Las votaciones en el Meta se ganaban o se perdían por un estrecho margen dentro de la institución, de lo que calificábamos como “fondos podridos”, porque se permitía que quien ganara en las elecciones para Senado se llevara la totalidad de la lista sin aplicar el cuociente electoral que solamente se ponía en práctica en los departamentos con mayor densidad demográfica. A tales extremos se llegó en este enfrentamiento que, si mal no recuerdo, se rompieron nuestras relaciones personales que nunca, hasta entonces, habían sido muy estrechas.
Al expirar el Frente Nacional y con el transcurso del tiempo nos fuimos aproximando hasta reanudar la antigua vinculación en provecho recíproco, pero, sobre todo, en beneficio del partido, cuando se restableció la competencia entre liberales y conservadores, neutralizada durante diez y seis años por la práctica de la paridad y de la alternación. De adversario implacable, en ocasiones virulento, pasó a ser el primer ministro de Educación de mi gobierno, para sorpresa de quienes consideraban que nuestra confrontación no nos permitiría reconciliarnos. A las pocas semanas de su posesión como ministro, murió su señora esposa afectando de tal manera su estado de ánimo y su propia salud, que decidió, en sus momentos de confusión y de pesar, hacer dejación de su cargo, pero la estimación que yo le profesaba, aun en las épocas de nuestro distanciamiento, me indujo a insistirle para que permaneciera en su cargo, en el seno de un gabinete en donde se reconocía su competencia en materias económicas, jurídicas, culturales y políticas. No en vano había sido ministro de Hacienda y ministro de Minas y Petróleos, a la par con embajadas, como la de París, en donde perfeccionó sus conocimientos.
Era una curiosa amalgama del hombre práctico, el ganadero y el agricultor exitoso y el asiduo lector en varios idiomas de los más arduos textos del derecho, de la economía y de la crítica literaria.
Su labor al frente del ministerio de Educación fue extraordinaria, cuantitativa y cualitativamente, porque al colocar la doble jornada en los establecimientos docentes, duplicó el número de educandos en guarismos que bien vale la pena reconsiderar: el preescolar, en 1974, era de 84 705 alumnos. Ya para 1978 era de 124 993. En básica primaria se pasó de 3 791 543 a 4 291 502 alumnos; en básica secundaria y media vocacional, de 1 284 347 a 1 757 699 alumnos, y en la superior de 148 613 a 242 130 alumnos.
El número de profesores de primaria y secundaria a cargo de la nación aumentó en 43 528 plazas, lo cual le permitió al senador Pardo Parra criticar mi administración por el crecimiento burocrático, omitiendo el hecho de que se trataba de plazas para profesores. Todo esto se hizo con superávit fiscal, después de haber cubierto un faltante de $960 millones a que ascendía la deuda en 1974 y haberse decretado reajustes salariales de $870 millones en 1975 y del 20% entre 1977 y 1978.
Estuvo retirado de la vida pública durante algunos meses, pero al iniciarse la administración Turbay Ayala fue llamado a desempeñar la alcaldía del Distrito Especial, con tal lujo de ejecutorias que un gran sector del partido comenzó a considerarlo como el posible candidato liberal a la Presidencia de la República en un no muy distante futuro.
En su condición de burgomaestre del Distrito Especial brilló por la doble condición de hombre de pensamiento y de acción, gracias a los puentes se consiguieron soluciones al tráfico que comunica los extremos de la ciudad capital. Estas fueron obras de su gobierno, pero, por sobre todo, los ambiciosos proyectos de ampliación de los servicios públicos, fueron concebidos e iniciados durante su alcaldía. Cabe anotar de qué manera contribuyó a la generación de energía eléctrica para Bogotá, primero, con la represa de Mesitas y, más tarde, con el ambicioso proyecto del Guavio, concebido para sustraernos de la dependencia de las Empresas Públicas de Medellín, dentro del concepto de que se podía generar 1000000 de kilowatios, que más tarde se podían ampliar a 1600000, ensanchando la represa y aumentando el número de turbinas, para lo cual se dispone del correspondiente espacio en el cuarto de máquinas, y se podría aprovechar el caudal de las aguas a través de los túneles actuales.
Por haber tenido la oportunidad de estudiar de cerca la historia del Guavio, salpicada de múltiples escándalos, puedo brindar testimonio de que mientras la iniciación del proyecto estuvo bajo el control del ex alcalde Durán Dussán, no solamente no se presentaron negociados de ninguna clase sino que, con espíritu de previsión, dejó sentadas las bases para evitar que en la adquisición de los predios se presentaran abusos en cuanto a su avalúo, como ocurrió bajo las administraciones que lo sucedieron. Fue un doble juego diabólico en el que algunos avivatos adquirieron a ínfimos precios las posesiones de los campesinos para venderlas luego con pingües utilidades. Las Empresas Unidas de Energía Eléctrica, endeudadas en dólares, desde antes de haber realizado la adquisición de los terrenos por donde se iba a construir la represa, tuvieron que escoger entre el mal menor y el peor, o sea, pagar lo que se les pedía por quienes monopolizaron las tierras ya que la expropiación tomaría años, o dejar correr los intereses y la depreciación de la moneda sin aprovechar en forma alguna los créditos internacionales ya contraídos y destinados a la construcción de la obra. Nada de esto tuvo que ver con Durán Dussán. El texto de la indagatoria a que fue sometido el ex alcalde es una pieza jurídica admirable, máxime cuando la leyenda sobre los plazos y los costos de la represa del Guavio ni se extinguen ni se olvidan.
La culminación de la carrera de Durán Dussán hubiera sido sin duda alguna la Presidencia de la República. Las grandes mayorías liberales oficialistas lo señalaban como el candidato que debía enfrentarse a Luis Carlos Galán, recientemente reincorporado a las filas liberales. El vil asesinato de que fue objeto Galán tronchó la posibilidad de un enfrentamiento entre el veterano conductor oficialista y el jefe del extinto Nuevo Liberalismo en condiciones en que hubiera sido muy difícil para Galán hacerle frente a una figura nacional tan arraigada como la de su contendor. César Gaviria, por el contrario, en su condición de jefe de debate de la candidatura Galán, contaba no solamente con la adhesión de los galanistas sino con gran parte del liberalismo del occidente colombiano. El jefe único del liberalismo, el doctor Julio César Turbay, impuso una consulta en la que ganó el doctor Gaviria, a costa de la candidatura Durán, frente a un electorado estremecido por el horrendo magnicidio, al que se sumaba el voto de ciertos conservadores que miraban con malos ojos una eventual presidencia de quien pasaba por ser un sectario irreductible. Fue la mayor decepción en la vida de Durán Dussán, quien siempre consideró inequitativa la consulta a raíz de la muerte del doctor Galán. Ya, en el camino del cementerio, antes de que el galanismo acogiera el nombre del doctor Gaviria, la multitud en la Plaza de Bolívar repetía en coro: “los votos de Galán no serán para Durán”. Fueron para el presidente Gaviria, quien lo distinguió con la embajada ante la Santa Sede, pese a su total abstención en las elecciones presidenciales que tuvieron ocurrencia después de la consulta.
Se retiró definitivamente de la vida pública y sufrió en lo más íntimo de su ser la forzada ausencia de “Matupa”, su finca vecina de San Martín, en donde confiaba pasar sus últimos días. Murió soñando en el porvenir de Colombia y del Meta, como promotor del cultivo de palma africana, el principal renglón de exportación de Malasia. Días antes de su partida hacia el Extremo Oriente se paseaba por las cifras inimaginables de lo que podría ser el cultivo de la planta oleaginosa en los años por venir. Su yerno, el doctor Arturo Infante, nuestro embajador en Kuala Lumpur, lo mantenía al tanto del cultivo de la oleaginosa que tanto ha enriquecido al país asiático. Debía regresar cargado de datos sugestivos sobre las posibilidades económicas que ya vislumbraba para su patria; pero para quienes lo acompañamos en su sueño nos duele profundamente su regreso en un ataúd tallado en la madera de algún árbol tropical de los que crecen en Malasia.