- Botero esculturas (1998)
- Salmona (1998)
- El sabor de Colombia (1994)
- Wayuú. Cultura del desierto colombiano (1998)
- Semana Santa en Popayán (1999)
- Cartagena de siempre (1992)
- Palacio de las Garzas (1999)
- Juan Montoya (1998)
- Aves de Colombia. Grabados iluminados del Siglo XVIII (1993)
- Alta Colombia. El esplendor de la montaña (1996)
- Artefactos. Objetos artesanales de Colombia (1992)
- Carros. El automovil en Colombia (1995)
- Espacios Comerciales. Colombia (1994)
- Cerros de Bogotá (2000)
- El Terremoto de San Salvador. Narración de un superviviente (2001)
- Manolo Valdés. La intemporalidad del arte (1999)
- Casa de Hacienda. Arquitectura en el campo colombiano (1997)
- Fiestas. Celebraciones y Ritos de Colombia (1995)
- Costa Rica. Pura Vida (2001)
- Luis Restrepo. Arquitectura (2001)
- Ana Mercedes Hoyos. Palenque (2001)
- La Moneda en Colombia (2001)
- Jardines de Colombia (1996)
- Una jornada en Macondo (1995)
- Retratos (1993)
- Atavíos. Raíces de la moda colombiana (1996)
- La ruta de Humboldt. Colombia - Venezuela (1994)
- Trópico. Visiones de la naturaleza colombiana (1997)
- Herederos de los Incas (1996)
- Casa Moderna. Medio siglo de arquitectura doméstica colombiana (1996)
- Bogotá desde el aire (1994)
- La vida en Colombia (1994)
- Casa Republicana. La bella época en Colombia (1995)
- Selva húmeda de Colombia (1990)
- Richter (1997)
- Por nuestros niños. Programas para su Proteccion y Desarrollo en Colombia (1990)
- Mariposas de Colombia (1991)
- Colombia tierra de flores (1990)
- Los países andinos desde el satélite (1995)
- Deliciosas frutas tropicales (1990)
- Arrecifes del Caribe (1988)
- Casa campesina. Arquitectura vernácula de Colombia (1993)
- Páramos (1988)
- Manglares (1989)
- Señor Ladrillo (1988)
- La última muerte de Wozzeck (2000)
- Historia del Café de Guatemala (2001)
- Casa Guatemalteca (1999)
- Silvia Tcherassi (2002)
- Ana Mercedes Hoyos. Retrospectiva (2002)
- Francisco Mejía Guinand (2002)
- Aves del Llano (1992)
- El año que viene vuelvo (1989)
- Museos de Bogotá (1989)
- El arte de la cocina japonesa (1996)
- Botero Dibujos (1999)
- Colombia Campesina (1989)
- Conflicto amazónico. 1932-1934 (1994)
- Débora Arango. Museo de Arte Moderno de Medellín (1986)
- La Sabana de Bogotá (1988)
- Casas de Embajada en Washington D.C. (2004)
- XVI Bienal colombiana de Arquitectura 1998 (1998)
- Visiones del Siglo XX colombiano. A través de sus protagonistas ya muertos (2003)
- Río Bogotá (1985)
- Jacanamijoy (2003)
- Álvaro Barrera. Arquitectura y Restauración (2003)
- Campos de Golf en Colombia (2003)
- Cartagena de Indias. Visión panorámica desde el aire (2003)
- Guadua. Arquitectura y Diseño (2003)
- Enrique Grau. Homenaje (2003)
- Mauricio Gómez. Con la mano izquierda (2003)
- Ignacio Gómez Jaramillo (2003)
- Tesoros del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario. 350 años (2003)
- Manos en el arte colombiano (2003)
- Historia de la Fotografía en Colombia. Museo de Arte Moderno de Bogotá (1983)
- Arenas Betancourt. Un realista más allá del tiempo (1986)
- Los Figueroa. Aproximación a su época y a su pintura (1986)
- Andrés de Santa María (1985)
- Ricardo Gómez Campuzano (1987)
- El encanto de Bogotá (1987)
- Manizales de ayer. Album de fotografías (1987)
- Ramírez Villamizar. Museo de Arte Moderno de Bogotá (1984)
- La transformación de Bogotá (1982)
- Las fronteras azules de Colombia (1985)
- Botero en el Museo Nacional de Colombia. Nueva donación 2004 (2004)
- Gonzalo Ariza. Pinturas (1978)
- Grau. El pequeño viaje del Barón Von Humboldt (1977)
- Bogotá Viva (2004)
- Albergues del Libertador en Colombia. Banco de la República (1980)
- El Rey triste (1980)
- Gregorio Vásquez (1985)
- Ciclovías. Bogotá para el ciudadano (1983)
- Negret escultor. Homenaje (2004)
- Mefisto. Alberto Iriarte (2004)
- Suramericana. 60 Años de compromiso con la cultura (2004)
- Rostros de Colombia (1985)
- Flora de Los Andes. Cien especies del Altiplano Cundi-Boyacense (1984)
- Casa de Nariño (1985)
- Periodismo gráfico. Círculo de Periodistas de Bogotá (1984)
- Cien años de arte colombiano. 1886 - 1986 (1985)
- Pedro Nel Gómez (1981)
- Colombia amazónica (1988)
- Palacio de San Carlos (1986)
- Veinte años del Sena en Colombia. 1957-1977 (1978)
- Bogotá. Estructura y principales servicios públicos (1978)
- Colombia Parques Naturales (2006)
- Érase una vez Colombia (2005)
- Colombia 360°. Ciudades y pueblos (2006)
- Bogotá 360°. La ciudad interior (2006)
- Guatemala inédita (2006)
- Casa de Recreo en Colombia (2005)
- Manzur. Homenaje (2005)
- Gerardo Aragón (2009)
- Santiago Cárdenas (2006)
- Omar Rayo. Homenaje (2006)
- Beatriz González (2005)
- Casa de Campo en Colombia (2007)
- Luis Restrepo. construcciones (2007)
- Juan Cárdenas (2007)
- Luis Caballero. Homenaje (2007)
- Fútbol en Colombia (2007)
- Cafés de Colombia (2008)
- Colombia es Color (2008)
- Armando Villegas. Homenaje (2008)
- Manuel Hernández (2008)
- Alicia Viteri. Memoria digital (2009)
- Clemencia Echeverri. Sin respuesta (2009)
- Museo de Arte Moderno de Cartagena de Indias (2009)
- Agua. Riqueza de Colombia (2009)
- Volando Colombia. Paisajes (2009)
- Colombia en flor (2009)
- Medellín 360º. Cordial, Pujante y Bella (2009)
- Arte Internacional. Colección del Banco de la República (2009)
- Hugo Zapata (2009)
- Apalaanchi. Pescadores Wayuu (2009)
- Bogotá vuelo al pasado (2010)
- Grabados Antiguos de la Pontificia Universidad Javeriana. Colección Eduardo Ospina S. J. (2010)
- Orquídeas. Especies de Colombia (2010)
- Apartamentos. Bogotá (2010)
- Luis Caballero. Erótico (2010)
- Luis Fernando Peláez (2010)
- Aves en Colombia (2011)
- Pedro Ruiz (2011)
- El mundo del arte en San Agustín (2011)
- Cundinamarca. Corazón de Colombia (2011)
- El hundimiento de los Partidos Políticos Tradicionales venezolanos: El caso Copei (2014)
- Artistas por la paz (1986)
- Reglamento de uniformes, insignias, condecoraciones y distintivos para el personal de la Policía Nacional (2009)
- Historia de Bogotá. Tomo I - Conquista y Colonia (2007)
- Historia de Bogotá. Tomo II - Siglo XIX (2007)
- Academia Colombiana de Jurisprudencia. 125 Años (2019)
- Duque, su presidencia (2022)
Tesoros del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario350 años / Memoria de un tesoro. Manuscritos en el archivo histórico |
Memoria de un tesoro. Manuscritos en el archivo histórico

Archivo histórico.
Sello seco con el escudo de armas del virrey Manuel Antonio Flórez.
Sello seco con el escudo de armas del virrey Manuel de Guirior.
Sello seco con el escudo de armas del virrey Pedro Messía de la Zerda.
Comunicación enviada por el rey Felipe V de España, al rector Fernando Antonio Camacho de Guzmán y Rojas, 1733.
Comunicación enviada por el rey Felipe V de España, al rector Fernando Antonio Camacho de Guzmán y Rojas, 1733.
Resolución del rey Carlos III de España, impresa en la Imprenta Real de la Gazeta, 5 de octubre de 1767.
Expedientes y escudos de armas de aspirantes a colegiales.
Expedientes y escudos de armas de aspirantes a colegiales.
Expedientes y escudos de armas de aspirantes a colegiales.
Expedientes y escudos de armas de aspirantes a colegiales.
Cursus philosophicus in quinque tractatus, et ad Artis mentem consignatus. R. P. Nicolao Candela Dignissimo Philosophies Moderatore, cathedra. Auditore Dominico Ossorio in hac Xaveriana Universitate Civitatis Sacta Fidei anno Domini 1747.
Páginas 38-39, Cursus philosophicus in quinque tractatus, et ad Artis mentem consignatus. R. P. Nicolao Candela Dignissimo Philosophies Moderatore, cathedra. Auditore Dominico Ossorio in hac Xaveriana Universitate Civitatis Sacta Fidei anno Domini 1747.
Constitución del Colegio Mayor del Señor Arzobispo en Salamanca.
Constitución del Colegio Mayor del Señor Arzobispo en Salamanca.
Constitución del Colegio Mayor del Señor Arzobispo en Salamanca.
Acta de inauguración del Colegio, 18 de diciembre de 1653.
Expediente de don José Camilo Torres y Tenorio, 17 de diciembre de 1788.
Expediente de don José Camilo Torres y Tenorio, 17 de diciembre de 1788.
Solicitud de fundación del Colegio, 20 de mayo de 1646.
Nombramiento de Juan Fernando de Vergara como maestro sustituto en la cátedra de matemáticas.
Documento rosarista del ex-presidente Alfonso López Michelsen.
Texto de: María Clara Guillén de Iriarte
Pocas instituciones poseen una memoria documental tan voluminosa como la que reposa en el archivo histórico de la Universidad del Rosario, pues, semejante a un cerebro humano, ha registrado cada uno de los acontecimientos ocurridos en el claustro, desde los eventos más nimios hasta los actos de mayor trascendencia. A través de sus documentos se pueden reconstruir las historias de cada uno de los personajes que han pasado por sus aulas; el origen de los objetos, de las obras de arte, de los edificios o de los libros que han perdurado hasta el presente, ya que todo ello se encuentra en los anaqueles que han soportado los embates del tiempo durante 350 años.
Igualmente, una parte de la historia de Colombia está consignada en ellos, ya que desde el 20 de mayo de 1646, fecha en la cual el rey Felipe IV de España solicitó a la Real Audiencia información sobre la intención que tenía el arzobispo de Santafé, don Cristóbal de Torres y Motones, de fundar un Colegio mayor con cátedras universitarias, la institución ha producido y recibido documentación de la más diversa índole, comenzando con la licencia real que le fue concedida al arzobispo el 31 de diciembre de 1651 y el acta de inauguración del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, llevada a cabo el 18 de diciembre de 1653 con los mismos honores y privilegios de los colegios mayores españoles.
Desde entonces los hechos relacionados con la vida del claustro se han registrado en diversas series documentales con características especiales de papeles, pergaminos, tintas, caligrafías, sellos y asuntos que dan información sobre el acontecer diario del claustro y su relación con la sociedad a través de los siglos.
De la gran diversidad de documentos, muchos de ellos pueden ser considerados verdaderos tesoros por tratarse, en algunos casos, de documentos legales que llevan las firmas de los monarcas españoles desde Felipe IV hasta Carlos IV, de presidentes de la Real Audiencia, de presidentes del Nuevo Reino de Granada, de virreyes, de presidentes de la república y ministros de instrucción pública. En otros, por tratarse de memorias sobra la vida cotidiana de los alumnos, de la manera como los profesores han dictado las clases, los castigos impartidos a los colegiales que infringieron las reglas, la forma de celebrar las festividades religiosas o las ceremonias de grado; las revueltas estudiantiles, los trabajos científicos que ayudaron al progreso de Colombia, las memorias de las actuaciones de los rosaristas en la vida nacional, los programas de asertos de conclusiones públicas de colegios nacionales públicos y privados, las cédulas reales, los decretos y leyes sobre instrucción pública y, lo más importante, las hojas de vida de los alumnos desde el siglo xvii hasta el xx, de las cuales se ha seleccionado una pequeña muestra representativa de cada época.
Asimismo, se encuentran las constituciones o estatutos modelo de los colegios mayores españoles que sirvieron para la creación del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, a saber: las del Colegio Mayor de San Bartolomé, fundado por el arzobispo don Diego de Anaya Maldonado de Salamanca, impresas en 1582; las del Colegio Mayor de Santiago el Zebedeo, fundado por el arzobispo de Toledo, don Alonso de Fonseca y Ulloa, impresas en 1658, y las del Colegio del Rosario, impresas en Madrid por Juan Nougués en 1664. Finalmente están las constituciones manuscritas que llevan la firma autógrafa del arzobispo Torres y Motones.
La serie de las hojas de vida de los alumnos contiene documentos propios de cada siglo. Durante los siglos xvii, xviii y mediados del xix fue requisito indispensable para el ingreso al claustro demostrar ser descendiente de conquistadores españoles o de hidalgos y ser limpio de sangre, para lo cual se presentaban certificados de hidalguía que expedían las cancillerías de Valladolid y Granada en España, partidas de bautismo de padres y abuelos, partidas de matrimonio de los progenitores y el testimonio de tres personas que testificaban sobre la nobleza y la vieja cristiandad de los pretendientes, la cual estaba relacionada con los lugares de nacimiento y los apellidos. A esos expedientes se les dio el nombre de Informaciones, como el que presentó, 17 de diciembre de 1788, el prócer y mártir de la Independencia don José Camilo de Torres y Tenorio. El 4 de septiembre de 1770 el virrey don Pedro Messía de la Zerda nombró colegial supernumerario a don Alonso Blanco de Hermosilla de las becas que había fundado el arzobispo don Antonio Sanz Lozano para los patrimoniales de Cartagena, la cual lleva la firma y sello del virrey.
Dos expedientes en particular poseen escudos de familia pintados a mano como son los que presentaron, don Ignacio Javier Díaz de Aranda, el 22 de octubre de 1761, y el general y presidente de la república, don Leonardo Canal y Jácome, el 26 de noviembre de 1799, cuando ingresaron al claustro.
De las comunicaciones que enviaron los monarcas españoles a los rectores podemos destacar una que le envió en 1733 el rey don Felipe V de España al doctor Fernando Antonio Camacho de Guzmán y Rojas, en la cual lo felicitó por haber sido reelegido rector en 1731 y por el magnífico desempeño que había tenido a cargo la Rectoría en cuanto al manejo de las haciendas, la manutención de los colegiales, la buena observancia de las constituciones y el excelente desempeño de los catedráticos, según le habían informado. Por tanto, “he venido en preveniros cuan de mi real agrado han sido estas noticias”, firmado “Yo el Rey”.
A raíz de la expulsión de los jesuitas de los reinos españoles, el 5 de octubre de 1767, el rey Carlos III de España expidió una real resolución, impresa en la Imprenta Real de la Gazeta, por medio de la cual se reintegraba a preceptores y maestros seculares para la enseñanza “particularmente en lo tocante a las primeras letras, latinidad y retórica, que tuvieron en sí como estancada los citados regulares de la compañía, de que nació la decadencia de las letras humanas; porque deteniéndose poco en la enseñanza, aspiraba a otros estudios, empleos y manejos de su orden”.
El 21 de noviembre de 1778 el rey Carlos III de España estableció que se debía usar el castigo para los colegiales con toda prudencia; posteriormente, en 1798 el rey Carlos IV dispuso “que en vez de la pena de azotes, que queda abolida; se les imponga la de cepo, encierro, prisión fuerte y expulsión del seno del colegio”. A mediados del siglo xix, se restauró el castigo del cepo.
El 12 de agosto de 1786 don Antonio Nariño y Álvarez vendió al rector del Rosario, doctor Agustín Manuel de Alarcón y Castro, una esclava mulata de nombre Teresa de ocho a nueve años de edad por la suma de 107 pesos ante el escribano don Pedro Joaquín Maldonado: “y se la vende por libre de derechos reales, hipoteca, empeño ni otro gravamen que no lo ha, ni tiene tácito, ni expreso, pero con todas sus tachas, vicios, enfermedades y defectos públicos y ocultos, por de alma en boca huesos en costal a uso de feria y mercado franco”.
El 21 de octubre de 1802 a las tres de la tarde en la capilla del Colegio el doctor Miguel de Isla dio inicio formalmente a los estudios de medicina en el Rosario. De Isla se desempeñó como catedrático de prima de medicina hasta su muerte; lo sucedió el doctor Vicente Gil de Tejada, quien tomó posesión de la cátedra el 25 de junio de 1807. El 24 de octubre de 1811 el rector Felipe de Vergara y Caycedo le solicitó al presidente del estado de Cundinamarca, y patrono del Colegio, que le asignara un buen salario al doctor Gil de Tejada, puesto que había perdido todos los bienes con motivo de la revolución.
El estudio de las matemáticas en el Nuevo Reino de Granada fue iniciado por don José Celestino Mutis en el Colegio Mayor del Rosario. La inauguración de cátedra se llevó a cabo el 13 de marzo de 1762, bajo la rectoría de don Agustín Manuel de Alarcón y Castro. Sin embargo, se dictaron muy pocas clases por falta de alumnos. Fue restablecida diez años más tarde con un nuevo plan provisional elaborado por Mutis, como cátedra voluntaria para quienes quisieran recibirla sin que entrara en el cuerpo de universidad y sin perjuicio de las demás cátedras obligatorias, para lo cual fue nombrado catedrático sustituto don Juan Fernando de Vergara. A la muerte de Mutis, la cátedra fue adjudicada, el 7 de febrero de 1809, mediante oposición, a don Francisco José de Caldas, quien dejó un cuaderno de apuntes que reposa en el archivo histórico.
En 1837, el prócer de la Independencia general Hermógenes Maza, ex alumno del Rosario, le reclamó al Colegio le fueran reconocidas unas mejoras que había realizado en unos solares que la institución le había arrendado, denominados de Pantorrilla, ubicados en el barrio Egipto. Según el informe que los peritos le presentaron al rector José María Duque Gómez, el doctor Maza se había excedido en la suma de dinero que reclamaba por dichas mejoras.
El 9 de agosto de 1853 el secretario de Estado del despacho de gobierno Rafael Núñez le envió una carta al rector Juan Nepomuceno Núñez Conto, en la que le ordenaba trasladar el laboratorio de química, de propiedad del gobierno, que se encontraba en el Colegio del Rosario al Colegio nacional de San Bartolomé.
Durante la guerra civil de 1860 el poder ejecutivo de la confederación convirtió el Colegio del Rosario en cárcel pública. El rector Andrés María Pardo y Álvarez publicó una página suelta en la imprenta de El Mosaico, el 28 de 1860, en la que denunciaba el atropello que se había cometido con el claustro.
En la nómina de empleados de 1886 figuran los salarios mensuales devengados por los empleados, entre los cuales podemos destacar al rector y profesor de francés, derecho natural, público e internacional, doctor Carlos Martínez Silva, con 280 pesos; al vicerrector, capellán y profesor de latín doctor Manuel M. Camargo, con 130 pesos; al secretario don Rafael Ramírez Castro, con 32 pesos; al médico doctor Policarpo Pizarro, con 30 pesos; al prefecto general y profesor de derecho romano, historia antigua y geografía doctor Alejandro Motta, con 70 pesos; al profesor de filosofía don Ruperto Ferreira, con 40 pesos; al profesor de latín y castellano doctor Marco Fidel Suárez, con 40 pesos; al profesor de inglés don Víctor Mallarino, con 20 pesos; al profesor de francés e inglés Camilo A. Ordóñez, con 40 pesos; al profesor de química don Isaías Luján, con 20 pesos, y al profesor de física y geografía Luis Martínez Silva, con 40 pesos.
Los alumnos han dejado su impronta en varios documentos, a través de dibujos y frases una veces amables y otras injuriosas. En la contraportada de uno de los ejemplares de las Constituciones del siglo xvii está dibujado un colegial con su uniforme que se componía de hopa y bonete negros, con la beca blanca encima.
Se conservan algunos cuadernos de los estudiantes primorosamente dibujados y coloreados, como los apuntes tomados por un alumno del catedrático Agustín Manuel de Alarcón y Castro titulado Tractatus de dialectica, seu logica parva in tres divifs, libros iuxta miram Angelici nostri Doctoris doctrinam, et Aristotelis praecepta elaboratus per sapientimum.
Hay otro cuaderno de la Universidad Javeriana titulado Cursus philosophicus in quinque tractatus, et ad Artis mentem consignatus R. P. Nicolao Candela Dignissimo Philosophies Moderatore, cathedra. Auditore Dominico Ossorio in hac Xaveriana Universitate Civitatis Sacta Fidei anno Domini 1747. ANA.
Hay constancia de que la mayoría de los retratos fueron donados. En 1808, don Jorge Tadeo Lozano costeó el retrato de don José Celestino Mutis. En 1852, las señoritas Bárbara y Joaquina Girardot, el de su hermano, el prócer y mártir de la Independencia Atanasio Girardot. En 1853, el doctor Juan Nepomuceno Núñez Conto donó el retrato del doctor Miguel Ibáñez; y otro, en compañía del señor Miguel Brost, del rector Manuel Cañarete; el señor César Rosillo, el del canónigo Andrés María Rosillo y Meruelo; el doctor Enrique Díaz, el de Hermógenes Maza; el doctor Teodoro Valenzuela regaló un marco para el retrato del doctor Cristóbal de Araque y Ponce de León. En 1854, el doctor Miguel Cabal donó un retrato del general José María Cabal1; el señor José María Niño regaló el retrato del doctor Juan Nepomuceno Niño; el doctor Miguel Ibáñez donó dos retratos, uno de don Miguel de Isla y otro de don Vicente Gil de Tejada; el señor Urbano Pradilla donó el retrato del doctor Pedro Pradilla y Silva. En 1855, el doctor Lino Castro Amado, Daniel Aldana y Juan Nepomuceno Núñez Conto, regalaron el retrato de Manuel Benito Rebollo, el cual costó 37 pesos; el doctor Sebastián Esguerra donó el del doctor Marcelino Pérez de Arroyo y el doctor Núñez regaló el marco. En 1856, el doctor Fernando Caycedo Camacho donó el retrato del doctor Joaquín Caycedo y Cuero.?
En 1817 el rector don Domingo Tomás de Burgos le solicitó a las autoridades de Santafé que le tomaran declaración al maestro Pedro José Figueroa, sobre por qué había hecho una copia del retrato del rector perpetuo doctor don Cristóbal de Araque Ponce de León para el Colegio de San Bartolomé y “si él mudó la beca blanca en encarnada” y por orden de quién lo había realizado. El pintor respondió que tenía 39 años y que “sacó copia de este retrato de orden de don Nicolás Mauricio de Omaña, pero que aunque este mismo le dio el dinero de su importe no sabe si sería de su propio peculio… que se retrató como tomista con la beca de San Bartolomé encima de la mesa… que se colocó este retrato en la sala rectoral del San Bartolomé” ?. Lo cual aclara que el retrato del rector perpetuo que se encuentra en el aula máxima del Rosario es el original.
El 2 de noviembre de 1909, el doctor Rafael Rivas García de Tejada donó el retrato de su padre el rector don Rafael Rivas Mejía que se conserva en el aula máxima del claustro.
En cuanto a la donación del retrato de Francisco Eustaquio Álvarez y Rivero, en acta de consiliatura, realizada el 31 de diciembre de 1866, se acordó: “Acéptase el retrato al óleo que el vicerrector [José E. Ucrós] y los colegiales del Rosario ofrecen a la consiliatura como muestra de su adhesión y gratitud al actual rector Sr. doctor Francisco E. Álvarez. Colóquese dicho retrato en la sala rectoral del Colegio con una inscripción que haga constar su procedencia en estos y semejantes términos: Ofrecido a la consiliatura por el vicerrector y claustro del Colegio del Rosario el año de 1866” ?. La carta de donación fue firmada por los colegiales y el vicerrector.
Veintinueve han sido los gobernantes elegidos que han pasado por el claustro rosarista:
Miguel Abadía Méndez (1926-1930), Eduardo Santos Montejo (1938-1942), Alberto Lleras Camargo (1945-1946 y 1958-1962), Alfonso López Michelsen (1974-1978) y Andrés Pastrana Arango (1998-2002). Los otros rosaristas que han ocupado la presidencia en calidad de vicepresidentes o designados han sido, desde 1810: Jorge Tadeo Lozano (1811), José Camilo Torres y Tenorio (1812-1814, 1815-1816), Felipe de Vergara y Caycedo (1812), José María del Castillo y Rada (1814), José Joaquín Camacho y Lago (1814-1815), José Fernández de la Madrid (1814-1815, 1816), Manuel Rodríguez Torices (1815), Fernando Serrano y Uribe (1816), Domingo Caycedo y Santamaría (1830, 1831, 1840, 1841, 1842), Joaquín Mariano Mosquera y Arboleda (1830, 1831), Rufino Cuervo Barreto (1847, 1849), Francisco Antonio Obregón Muñoz (1854), Ignacio Gutiérrez Vergara (1861-1862), Leonardo Canal González (1862), Juan Agustín Uricoechea y Navarro (1864), Salvador Camacho Roldán (1868-1869), Clímaco Calderón Reyes (1882), Antonio Basilio Cuervo Urisarri (1893), Guillermo Quintero Calderón (1896), José Manuel Marroquín (1898, 1900-1904), Ramón González Valencia (1909-1910), Carlos Lozano y Lozano (1942), Darío Echandía Olaya (1943-1944, 1960, 1967) y Jose Antonio Montalvo Berbeo (1963).
Hay varios mosaicos, de los cuales el más antiguo data del año de 1893, siendo rector monseñor Rafael María Carrasquilla.
Otra historia que merece la pena destacar es la del cuadro, bordado con hilos de seda y con piedras preciosas, de la Virgen del Rosario denominada “la Bordadita”, debido a los mitos y leyendas que se han creado en torno suyo.
A mediados del siglo xix el rector Juan Nepomuceno Núñez Conto escribió en el Papel Periódico Ilustrado que la obra había sido bordada por la reina Margarita de Austria; sin embargo, los documentos encontrados han desmentido esa aseveración.
El cuadro fue donado por el vicerrector y rector encargado de 1660 a 1665, fray Juan de Rosario, como consta en la entrega que hizo de los bienes del Colegio Mayor al nuevo vicerrector el bachiller Juan Peláez Sotelo, ante el notario don Antonio de Salazar Falcón quien registró que en la capilla había “un lienzo pintado y bordado de la hechura de Nuestra Señora del Rosario, con bordadura de oro y seda con algunas piedras que dijo el dicho padre presentado, que aunque no es de la fundación del dicho Colegio, lo dio a él” […] “el cual dicho cuadro de Nuestra Señora, está en el altar separado con recerco de madera coloreado de carmesí y plata y con dosel y cielo de damasco carmesí deslustrado el recerco, y el cielo de tafetán blanco el campo, y carmesí la caída, y el dicho cuadro tiene velo de lana carmesí y otro de velillo”.
En los inventarios realizados a lo largo de los siglos se hacía referencia a la Virgen del Rosario bordada, pero en 1783, durante el rectorado de Antonio de Paniagua y Fajardo, se anotó que había “colocado un retablo bordado de Nuestra Señora del Rosario con su vidriera quebrada… catorce velos de la Bordadita . Fue la primera vez que se empezó a hablar de la “Virgen Bordadita”.
En 1801, en las cuentas presentadas por el rector don Vicente de la Rocha y Flórez, se dejó constancia de que para la celebración de la fiesta de la Virgen del Rosario, patrona del Colegio Mayor “día de la Bordadita”, se gastaron, “4 pesos de pollos para la boda de los colegiales”10. El 27 de diciembre de 1813 se celebró la fiesta de La Bordadita “en la cual asistieron cuatro cantores a doce reales cada uno y cuatro músicos a dos pesos”11.?Durante la guerra civil de los “Mil Días”, en la rectoría de monseñor Rafael María Carrasquilla, el cuadro fue sustraído del Colegio Mayor. En la reunión de consiliatura, del 10 de abril de 1902, el rector informó “del modo como fue hallada la imagen de la Bordadita, se resolvió autorizar al señor síndico, para pagar la suma, de $675, en que compró una señora la dicha imagen”. El síndico encargado de la compra fue el señor José Posada T.12.
El presidente de la república, general Gustavo Rojas Pinilla, expidió el 22 de diciembre de 1953 el decreto 3349, que decía:
Artículo 1° Confiérese la condecoración de la Orden de Boyacá, en la categoría de Gran Cruz Extraordinaria, a la Bordadita, santísima patrona del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario. Artículo 2° Concédese al Colegio Mayor del Rosario un nuevo auxilio de un millón de pesos ($1 000 000,oo), con el fin de que pueda terminar la construcción del nuevo edificio de bachillerato”13. En 1954 se realizó en Colombia el Tercer Congreso Mariano, y dentro del programa de actividades que se realizaron en ese evento “tuvo lugar el solemne acto en el que el gobierno nacional, rindiendo homenaje a nuestra santísima patrona, hizo entrega a la Bordadita de la Gran Cruz Extraordinaria de Boyacá, condecoración conferida por el decreto número 3349 de 22 de diciembre de 1953, con ocasión del tercer centenario de la fundación del Colegio.
El encargado de imponer la condecoración fue el ministro de Relaciones Exteriores, Pedro Manuel Arenas, en nombre del presidente de la república. Al acto asistieron numerosas personalidades eclesiásticas asistentes al Congreso Mariano. Llevó la palabra el rector monseñor Castro Silva14.
Libros incunables
La “Librería” como se denominaba la biblioteca del Colegio Mayor se formó gracias a las donaciones que se iniciaron con la biblioteca privada del fundador y posteriormente incrementada por rectores, catedráticos y alumnos. De esa colección podemos destacar 12 libros incunables, dos de cuales llevan la firma y anotaciones del arzobispo Cristóbal de Torres, otros cuatro fueron donados por monseñor Rafael María Carrasquilla a comienzos del siglo xx y de los seis restantes se desconocen los nombres de los donantes.
Según sostiene Konrad Haebler15? se consideran libros incunables las obras que se imprimieron a partir de la invención de la imprenta y los tipos móviles por Gutemberg, desde mediados del siglo xv hasta el año 1500 inclusive. La palabra fue acuñada en 1640 cando se conmemoró el segundo centenario de la invención de la imprenta y nació “la incunabulística” es decir el estudio de los primeros libros que vieron la luz en las imprentas europeas.
Los libros incunables fueron similares a los manuscritos, puesto que la intención de Gutemberg y de los impresores posteriores fue la de elaborar los libros impresos de forma idéntica a los escritos a mano para que no hubiera diferencia entre unos y otros.
Las características más significativas de los incunables son las siguientes:
Carecían de página titular o portada, en la primera página se iniciaba el texto y al final el impresor con alguna frase indicaba que la obra había culminado a cual se le denominó colofón, después del cual el impresor dejaba su huella en preciosos grabados.
Los papeles utilizados tenían dos dimensiones el de “forma regalis”, que medía 70 x 50 cm, pero el tamaño más común fue de 50 x30 cm denominado de “forma mediana”, los cuales se doblaban por la mitad y se obtenían dos folios, logrando el formato más grande y así sucesivamente se hacían dobleces hasta lograr tamaño más pequeños.
El texto se imprimía en una o dos columnas y especialmente en las obras de derecho se destacaba, fuera de ellas, anotaciones o comentarios en diferente tipo de letra.
La numeración de las páginas se hacía a mano de tal manera que no aparece en el libro encuadernado, fue a partir de 1470 cuando se introdujo la paginación impresa en números romanos.
En los primeros años los impresores dejaron un espacio en blanco para iluminar a mano las letras capitales, de las cuales hay verdaderas obras de arte. Con el paso del tiempo las letras capitales y los títulos fueron impresos a color especialmente el rojo. En las fechas próximas a 1500 se reemplazaron los espacios en blanco por preciosos grabados impresos.
Tesoros del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario |
#AmorPorColombia
Tesoros del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario 350 años / Memoria de un tesoro. Manuscritos en el archivo histórico
Memoria de un tesoro. Manuscritos en el archivo histórico

Archivo histórico.

Sello seco con el escudo de armas del virrey Manuel Antonio Flórez.

Sello seco con el escudo de armas del virrey Manuel de Guirior.

Sello seco con el escudo de armas del virrey Pedro Messía de la Zerda.

Comunicación enviada por el rey Felipe V de España, al rector Fernando Antonio Camacho de Guzmán y Rojas, 1733.

Comunicación enviada por el rey Felipe V de España, al rector Fernando Antonio Camacho de Guzmán y Rojas, 1733.

Resolución del rey Carlos III de España, impresa en la Imprenta Real de la Gazeta, 5 de octubre de 1767.

Expedientes y escudos de armas de aspirantes a colegiales.

Expedientes y escudos de armas de aspirantes a colegiales.

Expedientes y escudos de armas de aspirantes a colegiales.

Expedientes y escudos de armas de aspirantes a colegiales.

Cursus philosophicus in quinque tractatus, et ad Artis mentem consignatus. R. P. Nicolao Candela Dignissimo Philosophies Moderatore, cathedra. Auditore Dominico Ossorio in hac Xaveriana Universitate Civitatis Sacta Fidei anno Domini 1747.

Páginas 38-39, Cursus philosophicus in quinque tractatus, et ad Artis mentem consignatus. R. P. Nicolao Candela Dignissimo Philosophies Moderatore, cathedra. Auditore Dominico Ossorio in hac Xaveriana Universitate Civitatis Sacta Fidei anno Domini 1747.

Constitución del Colegio Mayor del Señor Arzobispo en Salamanca.

Constitución del Colegio Mayor del Señor Arzobispo en Salamanca.

Constitución del Colegio Mayor del Señor Arzobispo en Salamanca.

Acta de inauguración del Colegio, 18 de diciembre de 1653.

Expediente de don José Camilo Torres y Tenorio, 17 de diciembre de 1788.

Expediente de don José Camilo Torres y Tenorio, 17 de diciembre de 1788.

Solicitud de fundación del Colegio, 20 de mayo de 1646.

Nombramiento de Juan Fernando de Vergara como maestro sustituto en la cátedra de matemáticas.

Documento rosarista del ex-presidente Alfonso López Michelsen.
Texto de: María Clara Guillén de Iriarte
Pocas instituciones poseen una memoria documental tan voluminosa como la que reposa en el archivo histórico de la Universidad del Rosario, pues, semejante a un cerebro humano, ha registrado cada uno de los acontecimientos ocurridos en el claustro, desde los eventos más nimios hasta los actos de mayor trascendencia. A través de sus documentos se pueden reconstruir las historias de cada uno de los personajes que han pasado por sus aulas; el origen de los objetos, de las obras de arte, de los edificios o de los libros que han perdurado hasta el presente, ya que todo ello se encuentra en los anaqueles que han soportado los embates del tiempo durante 350 años.
Igualmente, una parte de la historia de Colombia está consignada en ellos, ya que desde el 20 de mayo de 1646, fecha en la cual el rey Felipe IV de España solicitó a la Real Audiencia información sobre la intención que tenía el arzobispo de Santafé, don Cristóbal de Torres y Motones, de fundar un Colegio mayor con cátedras universitarias, la institución ha producido y recibido documentación de la más diversa índole, comenzando con la licencia real que le fue concedida al arzobispo el 31 de diciembre de 1651 y el acta de inauguración del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, llevada a cabo el 18 de diciembre de 1653 con los mismos honores y privilegios de los colegios mayores españoles.
Desde entonces los hechos relacionados con la vida del claustro se han registrado en diversas series documentales con características especiales de papeles, pergaminos, tintas, caligrafías, sellos y asuntos que dan información sobre el acontecer diario del claustro y su relación con la sociedad a través de los siglos.
De la gran diversidad de documentos, muchos de ellos pueden ser considerados verdaderos tesoros por tratarse, en algunos casos, de documentos legales que llevan las firmas de los monarcas españoles desde Felipe IV hasta Carlos IV, de presidentes de la Real Audiencia, de presidentes del Nuevo Reino de Granada, de virreyes, de presidentes de la república y ministros de instrucción pública. En otros, por tratarse de memorias sobra la vida cotidiana de los alumnos, de la manera como los profesores han dictado las clases, los castigos impartidos a los colegiales que infringieron las reglas, la forma de celebrar las festividades religiosas o las ceremonias de grado; las revueltas estudiantiles, los trabajos científicos que ayudaron al progreso de Colombia, las memorias de las actuaciones de los rosaristas en la vida nacional, los programas de asertos de conclusiones públicas de colegios nacionales públicos y privados, las cédulas reales, los decretos y leyes sobre instrucción pública y, lo más importante, las hojas de vida de los alumnos desde el siglo xvii hasta el xx, de las cuales se ha seleccionado una pequeña muestra representativa de cada época.
Asimismo, se encuentran las constituciones o estatutos modelo de los colegios mayores españoles que sirvieron para la creación del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, a saber: las del Colegio Mayor de San Bartolomé, fundado por el arzobispo don Diego de Anaya Maldonado de Salamanca, impresas en 1582; las del Colegio Mayor de Santiago el Zebedeo, fundado por el arzobispo de Toledo, don Alonso de Fonseca y Ulloa, impresas en 1658, y las del Colegio del Rosario, impresas en Madrid por Juan Nougués en 1664. Finalmente están las constituciones manuscritas que llevan la firma autógrafa del arzobispo Torres y Motones.
La serie de las hojas de vida de los alumnos contiene documentos propios de cada siglo. Durante los siglos xvii, xviii y mediados del xix fue requisito indispensable para el ingreso al claustro demostrar ser descendiente de conquistadores españoles o de hidalgos y ser limpio de sangre, para lo cual se presentaban certificados de hidalguía que expedían las cancillerías de Valladolid y Granada en España, partidas de bautismo de padres y abuelos, partidas de matrimonio de los progenitores y el testimonio de tres personas que testificaban sobre la nobleza y la vieja cristiandad de los pretendientes, la cual estaba relacionada con los lugares de nacimiento y los apellidos. A esos expedientes se les dio el nombre de Informaciones, como el que presentó, 17 de diciembre de 1788, el prócer y mártir de la Independencia don José Camilo de Torres y Tenorio. El 4 de septiembre de 1770 el virrey don Pedro Messía de la Zerda nombró colegial supernumerario a don Alonso Blanco de Hermosilla de las becas que había fundado el arzobispo don Antonio Sanz Lozano para los patrimoniales de Cartagena, la cual lleva la firma y sello del virrey.
Dos expedientes en particular poseen escudos de familia pintados a mano como son los que presentaron, don Ignacio Javier Díaz de Aranda, el 22 de octubre de 1761, y el general y presidente de la república, don Leonardo Canal y Jácome, el 26 de noviembre de 1799, cuando ingresaron al claustro.
De las comunicaciones que enviaron los monarcas españoles a los rectores podemos destacar una que le envió en 1733 el rey don Felipe V de España al doctor Fernando Antonio Camacho de Guzmán y Rojas, en la cual lo felicitó por haber sido reelegido rector en 1731 y por el magnífico desempeño que había tenido a cargo la Rectoría en cuanto al manejo de las haciendas, la manutención de los colegiales, la buena observancia de las constituciones y el excelente desempeño de los catedráticos, según le habían informado. Por tanto, “he venido en preveniros cuan de mi real agrado han sido estas noticias”, firmado “Yo el Rey”.
A raíz de la expulsión de los jesuitas de los reinos españoles, el 5 de octubre de 1767, el rey Carlos III de España expidió una real resolución, impresa en la Imprenta Real de la Gazeta, por medio de la cual se reintegraba a preceptores y maestros seculares para la enseñanza “particularmente en lo tocante a las primeras letras, latinidad y retórica, que tuvieron en sí como estancada los citados regulares de la compañía, de que nació la decadencia de las letras humanas; porque deteniéndose poco en la enseñanza, aspiraba a otros estudios, empleos y manejos de su orden”.
El 21 de noviembre de 1778 el rey Carlos III de España estableció que se debía usar el castigo para los colegiales con toda prudencia; posteriormente, en 1798 el rey Carlos IV dispuso “que en vez de la pena de azotes, que queda abolida; se les imponga la de cepo, encierro, prisión fuerte y expulsión del seno del colegio”. A mediados del siglo xix, se restauró el castigo del cepo.
El 12 de agosto de 1786 don Antonio Nariño y Álvarez vendió al rector del Rosario, doctor Agustín Manuel de Alarcón y Castro, una esclava mulata de nombre Teresa de ocho a nueve años de edad por la suma de 107 pesos ante el escribano don Pedro Joaquín Maldonado: “y se la vende por libre de derechos reales, hipoteca, empeño ni otro gravamen que no lo ha, ni tiene tácito, ni expreso, pero con todas sus tachas, vicios, enfermedades y defectos públicos y ocultos, por de alma en boca huesos en costal a uso de feria y mercado franco”.
El 21 de octubre de 1802 a las tres de la tarde en la capilla del Colegio el doctor Miguel de Isla dio inicio formalmente a los estudios de medicina en el Rosario. De Isla se desempeñó como catedrático de prima de medicina hasta su muerte; lo sucedió el doctor Vicente Gil de Tejada, quien tomó posesión de la cátedra el 25 de junio de 1807. El 24 de octubre de 1811 el rector Felipe de Vergara y Caycedo le solicitó al presidente del estado de Cundinamarca, y patrono del Colegio, que le asignara un buen salario al doctor Gil de Tejada, puesto que había perdido todos los bienes con motivo de la revolución.
El estudio de las matemáticas en el Nuevo Reino de Granada fue iniciado por don José Celestino Mutis en el Colegio Mayor del Rosario. La inauguración de cátedra se llevó a cabo el 13 de marzo de 1762, bajo la rectoría de don Agustín Manuel de Alarcón y Castro. Sin embargo, se dictaron muy pocas clases por falta de alumnos. Fue restablecida diez años más tarde con un nuevo plan provisional elaborado por Mutis, como cátedra voluntaria para quienes quisieran recibirla sin que entrara en el cuerpo de universidad y sin perjuicio de las demás cátedras obligatorias, para lo cual fue nombrado catedrático sustituto don Juan Fernando de Vergara. A la muerte de Mutis, la cátedra fue adjudicada, el 7 de febrero de 1809, mediante oposición, a don Francisco José de Caldas, quien dejó un cuaderno de apuntes que reposa en el archivo histórico.
En 1837, el prócer de la Independencia general Hermógenes Maza, ex alumno del Rosario, le reclamó al Colegio le fueran reconocidas unas mejoras que había realizado en unos solares que la institución le había arrendado, denominados de Pantorrilla, ubicados en el barrio Egipto. Según el informe que los peritos le presentaron al rector José María Duque Gómez, el doctor Maza se había excedido en la suma de dinero que reclamaba por dichas mejoras.
El 9 de agosto de 1853 el secretario de Estado del despacho de gobierno Rafael Núñez le envió una carta al rector Juan Nepomuceno Núñez Conto, en la que le ordenaba trasladar el laboratorio de química, de propiedad del gobierno, que se encontraba en el Colegio del Rosario al Colegio nacional de San Bartolomé.
Durante la guerra civil de 1860 el poder ejecutivo de la confederación convirtió el Colegio del Rosario en cárcel pública. El rector Andrés María Pardo y Álvarez publicó una página suelta en la imprenta de El Mosaico, el 28 de 1860, en la que denunciaba el atropello que se había cometido con el claustro.
En la nómina de empleados de 1886 figuran los salarios mensuales devengados por los empleados, entre los cuales podemos destacar al rector y profesor de francés, derecho natural, público e internacional, doctor Carlos Martínez Silva, con 280 pesos; al vicerrector, capellán y profesor de latín doctor Manuel M. Camargo, con 130 pesos; al secretario don Rafael Ramírez Castro, con 32 pesos; al médico doctor Policarpo Pizarro, con 30 pesos; al prefecto general y profesor de derecho romano, historia antigua y geografía doctor Alejandro Motta, con 70 pesos; al profesor de filosofía don Ruperto Ferreira, con 40 pesos; al profesor de latín y castellano doctor Marco Fidel Suárez, con 40 pesos; al profesor de inglés don Víctor Mallarino, con 20 pesos; al profesor de francés e inglés Camilo A. Ordóñez, con 40 pesos; al profesor de química don Isaías Luján, con 20 pesos, y al profesor de física y geografía Luis Martínez Silva, con 40 pesos.
Los alumnos han dejado su impronta en varios documentos, a través de dibujos y frases una veces amables y otras injuriosas. En la contraportada de uno de los ejemplares de las Constituciones del siglo xvii está dibujado un colegial con su uniforme que se componía de hopa y bonete negros, con la beca blanca encima.
Se conservan algunos cuadernos de los estudiantes primorosamente dibujados y coloreados, como los apuntes tomados por un alumno del catedrático Agustín Manuel de Alarcón y Castro titulado Tractatus de dialectica, seu logica parva in tres divifs, libros iuxta miram Angelici nostri Doctoris doctrinam, et Aristotelis praecepta elaboratus per sapientimum.
Hay otro cuaderno de la Universidad Javeriana titulado Cursus philosophicus in quinque tractatus, et ad Artis mentem consignatus R. P. Nicolao Candela Dignissimo Philosophies Moderatore, cathedra. Auditore Dominico Ossorio in hac Xaveriana Universitate Civitatis Sacta Fidei anno Domini 1747. ANA.
Hay constancia de que la mayoría de los retratos fueron donados. En 1808, don Jorge Tadeo Lozano costeó el retrato de don José Celestino Mutis. En 1852, las señoritas Bárbara y Joaquina Girardot, el de su hermano, el prócer y mártir de la Independencia Atanasio Girardot. En 1853, el doctor Juan Nepomuceno Núñez Conto donó el retrato del doctor Miguel Ibáñez; y otro, en compañía del señor Miguel Brost, del rector Manuel Cañarete; el señor César Rosillo, el del canónigo Andrés María Rosillo y Meruelo; el doctor Enrique Díaz, el de Hermógenes Maza; el doctor Teodoro Valenzuela regaló un marco para el retrato del doctor Cristóbal de Araque y Ponce de León. En 1854, el doctor Miguel Cabal donó un retrato del general José María Cabal1; el señor José María Niño regaló el retrato del doctor Juan Nepomuceno Niño; el doctor Miguel Ibáñez donó dos retratos, uno de don Miguel de Isla y otro de don Vicente Gil de Tejada; el señor Urbano Pradilla donó el retrato del doctor Pedro Pradilla y Silva. En 1855, el doctor Lino Castro Amado, Daniel Aldana y Juan Nepomuceno Núñez Conto, regalaron el retrato de Manuel Benito Rebollo, el cual costó 37 pesos; el doctor Sebastián Esguerra donó el del doctor Marcelino Pérez de Arroyo y el doctor Núñez regaló el marco. En 1856, el doctor Fernando Caycedo Camacho donó el retrato del doctor Joaquín Caycedo y Cuero.?
En 1817 el rector don Domingo Tomás de Burgos le solicitó a las autoridades de Santafé que le tomaran declaración al maestro Pedro José Figueroa, sobre por qué había hecho una copia del retrato del rector perpetuo doctor don Cristóbal de Araque Ponce de León para el Colegio de San Bartolomé y “si él mudó la beca blanca en encarnada” y por orden de quién lo había realizado. El pintor respondió que tenía 39 años y que “sacó copia de este retrato de orden de don Nicolás Mauricio de Omaña, pero que aunque este mismo le dio el dinero de su importe no sabe si sería de su propio peculio… que se retrató como tomista con la beca de San Bartolomé encima de la mesa… que se colocó este retrato en la sala rectoral del San Bartolomé” ?. Lo cual aclara que el retrato del rector perpetuo que se encuentra en el aula máxima del Rosario es el original.
El 2 de noviembre de 1909, el doctor Rafael Rivas García de Tejada donó el retrato de su padre el rector don Rafael Rivas Mejía que se conserva en el aula máxima del claustro.
En cuanto a la donación del retrato de Francisco Eustaquio Álvarez y Rivero, en acta de consiliatura, realizada el 31 de diciembre de 1866, se acordó: “Acéptase el retrato al óleo que el vicerrector [José E. Ucrós] y los colegiales del Rosario ofrecen a la consiliatura como muestra de su adhesión y gratitud al actual rector Sr. doctor Francisco E. Álvarez. Colóquese dicho retrato en la sala rectoral del Colegio con una inscripción que haga constar su procedencia en estos y semejantes términos: Ofrecido a la consiliatura por el vicerrector y claustro del Colegio del Rosario el año de 1866” ?. La carta de donación fue firmada por los colegiales y el vicerrector.
Veintinueve han sido los gobernantes elegidos que han pasado por el claustro rosarista:
Miguel Abadía Méndez (1926-1930), Eduardo Santos Montejo (1938-1942), Alberto Lleras Camargo (1945-1946 y 1958-1962), Alfonso López Michelsen (1974-1978) y Andrés Pastrana Arango (1998-2002). Los otros rosaristas que han ocupado la presidencia en calidad de vicepresidentes o designados han sido, desde 1810: Jorge Tadeo Lozano (1811), José Camilo Torres y Tenorio (1812-1814, 1815-1816), Felipe de Vergara y Caycedo (1812), José María del Castillo y Rada (1814), José Joaquín Camacho y Lago (1814-1815), José Fernández de la Madrid (1814-1815, 1816), Manuel Rodríguez Torices (1815), Fernando Serrano y Uribe (1816), Domingo Caycedo y Santamaría (1830, 1831, 1840, 1841, 1842), Joaquín Mariano Mosquera y Arboleda (1830, 1831), Rufino Cuervo Barreto (1847, 1849), Francisco Antonio Obregón Muñoz (1854), Ignacio Gutiérrez Vergara (1861-1862), Leonardo Canal González (1862), Juan Agustín Uricoechea y Navarro (1864), Salvador Camacho Roldán (1868-1869), Clímaco Calderón Reyes (1882), Antonio Basilio Cuervo Urisarri (1893), Guillermo Quintero Calderón (1896), José Manuel Marroquín (1898, 1900-1904), Ramón González Valencia (1909-1910), Carlos Lozano y Lozano (1942), Darío Echandía Olaya (1943-1944, 1960, 1967) y Jose Antonio Montalvo Berbeo (1963).
Hay varios mosaicos, de los cuales el más antiguo data del año de 1893, siendo rector monseñor Rafael María Carrasquilla.
Otra historia que merece la pena destacar es la del cuadro, bordado con hilos de seda y con piedras preciosas, de la Virgen del Rosario denominada “la Bordadita”, debido a los mitos y leyendas que se han creado en torno suyo.
A mediados del siglo xix el rector Juan Nepomuceno Núñez Conto escribió en el Papel Periódico Ilustrado que la obra había sido bordada por la reina Margarita de Austria; sin embargo, los documentos encontrados han desmentido esa aseveración.
El cuadro fue donado por el vicerrector y rector encargado de 1660 a 1665, fray Juan de Rosario, como consta en la entrega que hizo de los bienes del Colegio Mayor al nuevo vicerrector el bachiller Juan Peláez Sotelo, ante el notario don Antonio de Salazar Falcón quien registró que en la capilla había “un lienzo pintado y bordado de la hechura de Nuestra Señora del Rosario, con bordadura de oro y seda con algunas piedras que dijo el dicho padre presentado, que aunque no es de la fundación del dicho Colegio, lo dio a él” […] “el cual dicho cuadro de Nuestra Señora, está en el altar separado con recerco de madera coloreado de carmesí y plata y con dosel y cielo de damasco carmesí deslustrado el recerco, y el cielo de tafetán blanco el campo, y carmesí la caída, y el dicho cuadro tiene velo de lana carmesí y otro de velillo”.
En los inventarios realizados a lo largo de los siglos se hacía referencia a la Virgen del Rosario bordada, pero en 1783, durante el rectorado de Antonio de Paniagua y Fajardo, se anotó que había “colocado un retablo bordado de Nuestra Señora del Rosario con su vidriera quebrada… catorce velos de la Bordadita . Fue la primera vez que se empezó a hablar de la “Virgen Bordadita”.
En 1801, en las cuentas presentadas por el rector don Vicente de la Rocha y Flórez, se dejó constancia de que para la celebración de la fiesta de la Virgen del Rosario, patrona del Colegio Mayor “día de la Bordadita”, se gastaron, “4 pesos de pollos para la boda de los colegiales”10. El 27 de diciembre de 1813 se celebró la fiesta de La Bordadita “en la cual asistieron cuatro cantores a doce reales cada uno y cuatro músicos a dos pesos”11.?Durante la guerra civil de los “Mil Días”, en la rectoría de monseñor Rafael María Carrasquilla, el cuadro fue sustraído del Colegio Mayor. En la reunión de consiliatura, del 10 de abril de 1902, el rector informó “del modo como fue hallada la imagen de la Bordadita, se resolvió autorizar al señor síndico, para pagar la suma, de $675, en que compró una señora la dicha imagen”. El síndico encargado de la compra fue el señor José Posada T.12.
El presidente de la república, general Gustavo Rojas Pinilla, expidió el 22 de diciembre de 1953 el decreto 3349, que decía:
Artículo 1° Confiérese la condecoración de la Orden de Boyacá, en la categoría de Gran Cruz Extraordinaria, a la Bordadita, santísima patrona del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario. Artículo 2° Concédese al Colegio Mayor del Rosario un nuevo auxilio de un millón de pesos ($1 000 000,oo), con el fin de que pueda terminar la construcción del nuevo edificio de bachillerato”13. En 1954 se realizó en Colombia el Tercer Congreso Mariano, y dentro del programa de actividades que se realizaron en ese evento “tuvo lugar el solemne acto en el que el gobierno nacional, rindiendo homenaje a nuestra santísima patrona, hizo entrega a la Bordadita de la Gran Cruz Extraordinaria de Boyacá, condecoración conferida por el decreto número 3349 de 22 de diciembre de 1953, con ocasión del tercer centenario de la fundación del Colegio.
El encargado de imponer la condecoración fue el ministro de Relaciones Exteriores, Pedro Manuel Arenas, en nombre del presidente de la república. Al acto asistieron numerosas personalidades eclesiásticas asistentes al Congreso Mariano. Llevó la palabra el rector monseñor Castro Silva14.
Libros incunables
La “Librería” como se denominaba la biblioteca del Colegio Mayor se formó gracias a las donaciones que se iniciaron con la biblioteca privada del fundador y posteriormente incrementada por rectores, catedráticos y alumnos. De esa colección podemos destacar 12 libros incunables, dos de cuales llevan la firma y anotaciones del arzobispo Cristóbal de Torres, otros cuatro fueron donados por monseñor Rafael María Carrasquilla a comienzos del siglo xx y de los seis restantes se desconocen los nombres de los donantes.
Según sostiene Konrad Haebler15? se consideran libros incunables las obras que se imprimieron a partir de la invención de la imprenta y los tipos móviles por Gutemberg, desde mediados del siglo xv hasta el año 1500 inclusive. La palabra fue acuñada en 1640 cando se conmemoró el segundo centenario de la invención de la imprenta y nació “la incunabulística” es decir el estudio de los primeros libros que vieron la luz en las imprentas europeas.
Los libros incunables fueron similares a los manuscritos, puesto que la intención de Gutemberg y de los impresores posteriores fue la de elaborar los libros impresos de forma idéntica a los escritos a mano para que no hubiera diferencia entre unos y otros.
Las características más significativas de los incunables son las siguientes:
Carecían de página titular o portada, en la primera página se iniciaba el texto y al final el impresor con alguna frase indicaba que la obra había culminado a cual se le denominó colofón, después del cual el impresor dejaba su huella en preciosos grabados.
Los papeles utilizados tenían dos dimensiones el de “forma regalis”, que medía 70 x 50 cm, pero el tamaño más común fue de 50 x30 cm denominado de “forma mediana”, los cuales se doblaban por la mitad y se obtenían dos folios, logrando el formato más grande y así sucesivamente se hacían dobleces hasta lograr tamaño más pequeños.
El texto se imprimía en una o dos columnas y especialmente en las obras de derecho se destacaba, fuera de ellas, anotaciones o comentarios en diferente tipo de letra.
La numeración de las páginas se hacía a mano de tal manera que no aparece en el libro encuadernado, fue a partir de 1470 cuando se introdujo la paginación impresa en números romanos.
En los primeros años los impresores dejaron un espacio en blanco para iluminar a mano las letras capitales, de las cuales hay verdaderas obras de arte. Con el paso del tiempo las letras capitales y los títulos fueron impresos a color especialmente el rojo. En las fechas próximas a 1500 se reemplazaron los espacios en blanco por preciosos grabados impresos.