- Botero esculturas (1998)
- Salmona (1998)
- El sabor de Colombia (1994)
- Wayuú. Cultura del desierto colombiano (1998)
- Semana Santa en Popayán (1999)
- Cartagena de siempre (1992)
- Palacio de las Garzas (1999)
- Juan Montoya (1998)
- Aves de Colombia. Grabados iluminados del Siglo XVIII (1993)
- Alta Colombia. El esplendor de la montaña (1996)
- Artefactos. Objetos artesanales de Colombia (1992)
- Carros. El automovil en Colombia (1995)
- Espacios Comerciales. Colombia (1994)
- Cerros de Bogotá (2000)
- El Terremoto de San Salvador. Narración de un superviviente (2001)
- Manolo Valdés. La intemporalidad del arte (1999)
- Casa de Hacienda. Arquitectura en el campo colombiano (1997)
- Fiestas. Celebraciones y Ritos de Colombia (1995)
- Costa Rica. Pura Vida (2001)
- Luis Restrepo. Arquitectura (2001)
- Ana Mercedes Hoyos. Palenque (2001)
- La Moneda en Colombia (2001)
- Jardines de Colombia (1996)
- Una jornada en Macondo (1995)
- Retratos (1993)
- Atavíos. Raíces de la moda colombiana (1996)
- La ruta de Humboldt. Colombia - Venezuela (1994)
- Trópico. Visiones de la naturaleza colombiana (1997)
- Herederos de los Incas (1996)
- Casa Moderna. Medio siglo de arquitectura doméstica colombiana (1996)
- Bogotá desde el aire (1994)
- La vida en Colombia (1994)
- Casa Republicana. La bella época en Colombia (1995)
- Selva húmeda de Colombia (1990)
- Richter (1997)
- Por nuestros niños. Programas para su Proteccion y Desarrollo en Colombia (1990)
- Mariposas de Colombia (1991)
- Colombia tierra de flores (1990)
- Los países andinos desde el satélite (1995)
- Deliciosas frutas tropicales (1990)
- Arrecifes del Caribe (1988)
- Casa campesina. Arquitectura vernácula de Colombia (1993)
- Páramos (1988)
- Manglares (1989)
- Señor Ladrillo (1988)
- La última muerte de Wozzeck (2000)
- Historia del Café de Guatemala (2001)
- Casa Guatemalteca (1999)
- Silvia Tcherassi (2002)
- Ana Mercedes Hoyos. Retrospectiva (2002)
- Francisco Mejía Guinand (2002)
- Aves del Llano (1992)
- El año que viene vuelvo (1989)
- Museos de Bogotá (1989)
- El arte de la cocina japonesa (1996)
- Botero Dibujos (1999)
- Colombia Campesina (1989)
- Conflicto amazónico. 1932-1934 (1994)
- Débora Arango. Museo de Arte Moderno de Medellín (1986)
- La Sabana de Bogotá (1988)
- Casas de Embajada en Washington D.C. (2004)
- XVI Bienal colombiana de Arquitectura 1998 (1998)
- Visiones del Siglo XX colombiano. A través de sus protagonistas ya muertos (2003)
- Río Bogotá (1985)
- Jacanamijoy (2003)
- Álvaro Barrera. Arquitectura y Restauración (2003)
- Campos de Golf en Colombia (2003)
- Cartagena de Indias. Visión panorámica desde el aire (2003)
- Guadua. Arquitectura y Diseño (2003)
- Enrique Grau. Homenaje (2003)
- Mauricio Gómez. Con la mano izquierda (2003)
- Ignacio Gómez Jaramillo (2003)
- Tesoros del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario. 350 años (2003)
- Manos en el arte colombiano (2003)
- Historia de la Fotografía en Colombia. Museo de Arte Moderno de Bogotá (1983)
- Arenas Betancourt. Un realista más allá del tiempo (1986)
- Los Figueroa. Aproximación a su época y a su pintura (1986)
- Andrés de Santa María (1985)
- Ricardo Gómez Campuzano (1987)
- El encanto de Bogotá (1987)
- Manizales de ayer. Album de fotografías (1987)
- Ramírez Villamizar. Museo de Arte Moderno de Bogotá (1984)
- La transformación de Bogotá (1982)
- Las fronteras azules de Colombia (1985)
- Botero en el Museo Nacional de Colombia. Nueva donación 2004 (2004)
- Gonzalo Ariza. Pinturas (1978)
- Grau. El pequeño viaje del Barón Von Humboldt (1977)
- Bogotá Viva (2004)
- Albergues del Libertador en Colombia. Banco de la República (1980)
- El Rey triste (1980)
- Gregorio Vásquez (1985)
- Ciclovías. Bogotá para el ciudadano (1983)
- Negret escultor. Homenaje (2004)
- Mefisto. Alberto Iriarte (2004)
- Suramericana. 60 Años de compromiso con la cultura (2004)
- Rostros de Colombia (1985)
- Flora de Los Andes. Cien especies del Altiplano Cundi-Boyacense (1984)
- Casa de Nariño (1985)
- Periodismo gráfico. Círculo de Periodistas de Bogotá (1984)
- Cien años de arte colombiano. 1886 - 1986 (1985)
- Pedro Nel Gómez (1981)
- Colombia amazónica (1988)
- Palacio de San Carlos (1986)
- Veinte años del Sena en Colombia. 1957-1977 (1978)
- Bogotá. Estructura y principales servicios públicos (1978)
- Colombia Parques Naturales (2006)
- Érase una vez Colombia (2005)
- Colombia 360°. Ciudades y pueblos (2006)
- Bogotá 360°. La ciudad interior (2006)
- Guatemala inédita (2006)
- Casa de Recreo en Colombia (2005)
- Manzur. Homenaje (2005)
- Gerardo Aragón (2009)
- Santiago Cárdenas (2006)
- Omar Rayo. Homenaje (2006)
- Beatriz González (2005)
- Casa de Campo en Colombia (2007)
- Luis Restrepo. construcciones (2007)
- Juan Cárdenas (2007)
- Luis Caballero. Homenaje (2007)
- Fútbol en Colombia (2007)
- Cafés de Colombia (2008)
- Colombia es Color (2008)
- Armando Villegas. Homenaje (2008)
- Manuel Hernández (2008)
- Alicia Viteri. Memoria digital (2009)
- Clemencia Echeverri. Sin respuesta (2009)
- Museo de Arte Moderno de Cartagena de Indias (2009)
- Agua. Riqueza de Colombia (2009)
- Volando Colombia. Paisajes (2009)
- Colombia en flor (2009)
- Medellín 360º. Cordial, Pujante y Bella (2009)
- Arte Internacional. Colección del Banco de la República (2009)
- Hugo Zapata (2009)
- Apalaanchi. Pescadores Wayuu (2009)
- Bogotá vuelo al pasado (2010)
- Grabados Antiguos de la Pontificia Universidad Javeriana. Colección Eduardo Ospina S. J. (2010)
- Orquídeas. Especies de Colombia (2010)
- Apartamentos. Bogotá (2010)
- Luis Caballero. Erótico (2010)
- Luis Fernando Peláez (2010)
- Aves en Colombia (2011)
- Pedro Ruiz (2011)
- El mundo del arte en San Agustín (2011)
- Cundinamarca. Corazón de Colombia (2011)
- El hundimiento de los Partidos Políticos Tradicionales venezolanos: El caso Copei (2014)
- Artistas por la paz (1986)
- Reglamento de uniformes, insignias, condecoraciones y distintivos para el personal de la Policía Nacional (2009)
- Historia de Bogotá. Tomo I - Conquista y Colonia (2007)
- Historia de Bogotá. Tomo II - Siglo XIX (2007)
- Academia Colombiana de Jurisprudencia. 125 Años (2019)
- Duque, su presidencia (2022)
Complejo Residencial Torres del Parque
Escaleras a escala del conjunto que le dan acceso por el costado sur y lo separan e integran a la vez al Parque de la Independencia.
Las Torres se descubren lentamente a medida que el peatón se aproxima a ellas por el sendero que cruza el Parque de la Independencia.
Cada una de las tres torres ofrece una fisionomía diferente que cambia continuamente de acuerdo con el desplazamiento solar.
Parte importante del diseño de las terrazas: la incorporación dosificada de jardines y árboles.
La serie de terrazas comunes ofrece una variedad de espacios íntimos definidos por una geometría curvilínea, que evoca aquella de la Plaza de Toros vecina.
Una vez al pie de los edificios, el espectáculo vertical se acentúa con la articulación volumétrica de las fachadas.
La aparente simplicidad de ordenamiento formal del conjunto, le ha dado a la arquitectura de las Torres su sentido de atemporalidad y reciedumbre.
La preocupación constante de Salmona por articular las superficies horizontales, ya sean terrazas o techos, es evidente cuando se las observa desde los puntos altos del conjunto.
La preocupación constante de Salmona por articular las superficies horizontales, ya sean terrazas o techos, es evidente cuando se las observa desde los puntos altos del conjunto.
La preocupación constante de Salmona por articular las superficies horizontales, ya sean terrazas o techos, es evidente cuando se las observa desde los puntos altos del conjunto.
El conjunto residencial que abraza la Plaza de Toros visto desde el aire por sus costados oriental y suroccidental, respectivamente.
Las Torres emergiendo de la accidentada topografía del Cerro de Monserrate, desde el costado sur.
La curvatura de los edificios se desarrolla alrededor de la planta circular de las plataformas y pisos de la primera planta de espacio público, diseñados también en ladrillo con particular preciosismo.
Escaleras a escala del conjunto que le dan acceso por el costado sur y lo separan e integran a la vez al Parque de la Independencia.
El conjunto residencial que abraza la Plaza de Toros visto desde el aire por sus costados oriental y suroccidental, respectivamente.
Texto de: Ricardo L. Castro
Dentro de la vasta obra de Rogelio Salmona, las Torres del Parque ocupan un lugar prominente, tanto en el aspecto físico como en el conceptual. Desde comienzos de los setenta, su presencia física ha dominado parte de la silueta de Bogotá contra el trasfondo de los imponentes cerros de Monserrate y Guadalupe. Esto a pesar de la pérdida de algunos puntos de perspectiva en la distancia, ocasionada por la proliferación de estructuras banales y poco afortunadas de rascacielos en el sector.
Conceptualmente, las Torres del Parque sintetizan, de un lado, el principio de diseño que establece que toda arquitectura debería representar siempre una mejora de las condiciones existentes en distintos niveles: desde el ecológico hasta el perceptivo, y desde el social hasta el simbólico. De otro lado, la inclusión, a través de diversas estrategias de diseño, de la naturaleza circundante, sean los jardines inmediatos o el paisaje cercano o distante.
El complejo habitacional de las Torres del Parque fue concebido para desempeñarse como límite oriental del llamado Centro Internacional, núcleo comercial, cultural y turístico de Bogotá, cuyo desarrollo había comenzado a mediados de los cincuenta. Las Torres del Parque fueron diseñadas para albergar cerca de 1.500 moradores en 300 unidades. El proyecto fue promovido y financiado por el Banco Central Hipotecario, institución pública responsable del implemento y desarrollo de las políticas y proyectos habitacionales en Colombia.
El proyecto consiste en tres torres de ladrillo, construidas sobre un escarpado lote en el límite norte del Parque de la Independencia, en las faldas de Monserrate. Los espacios interiores de las unidades dúplex muestran una diversidad de organizaciones tipológicas, distribuidas a través de las tres estructuras. Las unidades de apartamentos de varios tamaños son el resultado de la yuxtaposición de formas geométricas simples, generadas por un sistema de ejes guías. Balcones y terrazas se convierten en extensiones de los espacios interiores de cada apartamento, y sirven, a la vez, para articular una envoltura de ladrillo, por lo demás bastante simple. En el terreno, las tres torres descansan sobre un plinto común que contiene dos niveles de garajes. Su techo se convierte en las terrazas-jardín comunales que rodean el complejo.
Las Torres envuelven la parte oriental de la Plaza de Toros de Santamaría, edificación construida en la tradición del renacimiento mudéjar de finales de los treinta. Sus volúmenes curvos y delicados se elevan en forma de espiral y se convierten en la concha externa de la Plaza de Toros. Al aproximarse a las torres, desde cualquiera de las calles de abajo o arriba del Parque de la Independencia, el juego de volúmenes y espacio entre ellas revela aquí y allá una variedad de vistas de los cerros y de partes del paisaje urbano.
Sin lugar a dudas, las Torres del Parque constituyen uno de los proyectos significativos de vivienda de este género, construido en las Américas en el momento en que el denominado Estilo Internacional era objeto de cuestionamiento. Sin ser un ejemplo de la arquitectura alineada con los desvanecientes ideales del Internacional ni con las emergentes y multifacéticas tendencias post-modernistas de 1960 que reemplazaron a aquellos, las Torres son un ejemplo primordial de ideales frescos, vigorosos y no comprometidos, que expresan una profunda simpatía por un sentido de urbanismo evocador de lugares memorables. En este proyecto, el arquitecto introduce también una importante coreografía de sitios urbanos en los que las plantas juegan un papel importante, al dar a las zonas exteriores del proyecto un carácter preciso y al servir para integrarlo al Parque de la Independencia.
A través de su historia las ciudades acomodan intervenciones arquitectónicas importantes que se convierten en monumentos, la memoria de su crecimiento y evolución. Las Torres del Parque pueden ser consideradas como un proyecto instaurador. Como tal, se ha unido ya a esas intervenciones significativas que la ciudad ha recibido durante sus casi cinco siglos de existencia.
“Me interesa lo que hacen los arquitectos de América Latina porque están tratando de resolver problemas similares a los míos. Son, además, una referencia, un punto de comparación con mis propias experiencias.
Iberoamérica, esa vasta región del mundo que comprende México, América Central, el Caribe y la zona Andina, Brasil y el Cono Sur, tuvo unos antecedentes fundacionales únicos en la historia.
La Conquista se caracterizó por la destrucción sistemática de las implantaciones y las culturas aborígenes, pero también por la fundación, en menos de 50 años, de centenares de ciudades.
Todas ellas con un mismo origen cultural, el de las tres culturas que por más de siete siglos constituyeron la cultura de la Península Ibérica.
El ordenamiento común, consignado en las Leyes de Indias, parte de un modelo espacial coherente, a veces sabiamente implantado en la extensa geografía. El resultado fue una espacialidad compartida, cuyos símbolos son identificables en todas las ciudades del continente”.
R.S.
“El empleo de un material como el ladrillo no es una casualidad, ni mucho menos la respuesta a una moda. Para los que como yo hemos vivido el salto de una ciudad que pasó de 500.000 habitantes a cinco millones en menos de 30 años, como es el caso de Bogotá, está claro que durante ese crecimiento desaforado el ladrillo ha sido el material constructivo por excelencia, a pesar de no haberse siempre utilizado en forma adecuada. Su uso tiene una explicación coherente y una justificación social, histórica, técnica y estética innegable, por encima de todas las críticas que lo consideran alejado de las vanguardias, de las modas o de las tecnologías importadas, las cuales a la postre resultaron irrealizables en Colombia. Su empleo me llevó a una sencilla reflexión, nada novedosa, de que la forma y el material están íntimamente ligados, que la forma se debe modificar si se modifica el material. En otras palabras, que la forma no puede elaborarse sin el conocimiento y el empleo pre-escogido del material. Cada material impone al diseño leyes que le son inexorables. El mismo espacio, en términos formales y matemáticos, realizado en materiales distintos es otro espacio y se percibe distinto. Pero lo más importante, a mi juicio, es que el ladrillo es el material que emplea con sabiduría la arquitectura popular. En mi caso, al constatar una tradición que ha sabido preservarse, quise unirme a ella para mantenerla y, si fuera posible, revitalizarla y enriquecerla.”
R.S.
“América Latina, después de haber hecho la arquitectura de otros, nunca la propia, después de haber mirado más de la cuenta hacia ‘afueraí, sin tener en cuenta la propia realidad y, en muchos casos, sin querer verla, ignorándola, está volviendo a mirar hacia adentro y a asumir su propia realidad.
Los recintos tanto públicos como privados deben volver, en América Latina, a ser lugares de comunicación y de encuentro, enriquecidos por los elementos naturales como el agua, el sonido, la brisa, las sombras. Deben volver a ser lugares de comunicación, como lo fueron en la época prehispánica. Eso es lo que he sentido al caminar en los recintos de Monte Albán, Uxmal.
La espacialidad rica y variada se enriquece con el tiempo. Cuando produce efectos sorpresivos se puede hablar de encantamiento del lugar.
Es un hecho que ningún latinoamericano se siente extraño en ninguna de las ciudades del continente o del Caribe. Ni se siente extraño, ni le es extraño el modelo arquitectónico coherente que conformó hasta hace poco el espacio público de sus ciudades, cargado de sentimientos, de ensueños, de emociones…”
R.S.
#AmorPorColombia
Complejo Residencial Torres del Parque
Escaleras a escala del conjunto que le dan acceso por el costado sur y lo separan e integran a la vez al Parque de la Independencia.
Las Torres se descubren lentamente a medida que el peatón se aproxima a ellas por el sendero que cruza el Parque de la Independencia.
Cada una de las tres torres ofrece una fisionomía diferente que cambia continuamente de acuerdo con el desplazamiento solar.
Parte importante del diseño de las terrazas: la incorporación dosificada de jardines y árboles.
La serie de terrazas comunes ofrece una variedad de espacios íntimos definidos por una geometría curvilínea, que evoca aquella de la Plaza de Toros vecina.
Una vez al pie de los edificios, el espectáculo vertical se acentúa con la articulación volumétrica de las fachadas.
La aparente simplicidad de ordenamiento formal del conjunto, le ha dado a la arquitectura de las Torres su sentido de atemporalidad y reciedumbre.
La preocupación constante de Salmona por articular las superficies horizontales, ya sean terrazas o techos, es evidente cuando se las observa desde los puntos altos del conjunto.
La preocupación constante de Salmona por articular las superficies horizontales, ya sean terrazas o techos, es evidente cuando se las observa desde los puntos altos del conjunto.
La preocupación constante de Salmona por articular las superficies horizontales, ya sean terrazas o techos, es evidente cuando se las observa desde los puntos altos del conjunto.
El conjunto residencial que abraza la Plaza de Toros visto desde el aire por sus costados oriental y suroccidental, respectivamente.
Las Torres emergiendo de la accidentada topografía del Cerro de Monserrate, desde el costado sur.
La curvatura de los edificios se desarrolla alrededor de la planta circular de las plataformas y pisos de la primera planta de espacio público, diseñados también en ladrillo con particular preciosismo.
Escaleras a escala del conjunto que le dan acceso por el costado sur y lo separan e integran a la vez al Parque de la Independencia.
El conjunto residencial que abraza la Plaza de Toros visto desde el aire por sus costados oriental y suroccidental, respectivamente.
Texto de: Ricardo L. Castro
Dentro de la vasta obra de Rogelio Salmona, las Torres del Parque ocupan un lugar prominente, tanto en el aspecto físico como en el conceptual. Desde comienzos de los setenta, su presencia física ha dominado parte de la silueta de Bogotá contra el trasfondo de los imponentes cerros de Monserrate y Guadalupe. Esto a pesar de la pérdida de algunos puntos de perspectiva en la distancia, ocasionada por la proliferación de estructuras banales y poco afortunadas de rascacielos en el sector.
Conceptualmente, las Torres del Parque sintetizan, de un lado, el principio de diseño que establece que toda arquitectura debería representar siempre una mejora de las condiciones existentes en distintos niveles: desde el ecológico hasta el perceptivo, y desde el social hasta el simbólico. De otro lado, la inclusión, a través de diversas estrategias de diseño, de la naturaleza circundante, sean los jardines inmediatos o el paisaje cercano o distante.
El complejo habitacional de las Torres del Parque fue concebido para desempeñarse como límite oriental del llamado Centro Internacional, núcleo comercial, cultural y turístico de Bogotá, cuyo desarrollo había comenzado a mediados de los cincuenta. Las Torres del Parque fueron diseñadas para albergar cerca de 1.500 moradores en 300 unidades. El proyecto fue promovido y financiado por el Banco Central Hipotecario, institución pública responsable del implemento y desarrollo de las políticas y proyectos habitacionales en Colombia.
El proyecto consiste en tres torres de ladrillo, construidas sobre un escarpado lote en el límite norte del Parque de la Independencia, en las faldas de Monserrate. Los espacios interiores de las unidades dúplex muestran una diversidad de organizaciones tipológicas, distribuidas a través de las tres estructuras. Las unidades de apartamentos de varios tamaños son el resultado de la yuxtaposición de formas geométricas simples, generadas por un sistema de ejes guías. Balcones y terrazas se convierten en extensiones de los espacios interiores de cada apartamento, y sirven, a la vez, para articular una envoltura de ladrillo, por lo demás bastante simple. En el terreno, las tres torres descansan sobre un plinto común que contiene dos niveles de garajes. Su techo se convierte en las terrazas-jardín comunales que rodean el complejo.
Las Torres envuelven la parte oriental de la Plaza de Toros de Santamaría, edificación construida en la tradición del renacimiento mudéjar de finales de los treinta. Sus volúmenes curvos y delicados se elevan en forma de espiral y se convierten en la concha externa de la Plaza de Toros. Al aproximarse a las torres, desde cualquiera de las calles de abajo o arriba del Parque de la Independencia, el juego de volúmenes y espacio entre ellas revela aquí y allá una variedad de vistas de los cerros y de partes del paisaje urbano.
Sin lugar a dudas, las Torres del Parque constituyen uno de los proyectos significativos de vivienda de este género, construido en las Américas en el momento en que el denominado Estilo Internacional era objeto de cuestionamiento. Sin ser un ejemplo de la arquitectura alineada con los desvanecientes ideales del Internacional ni con las emergentes y multifacéticas tendencias post-modernistas de 1960 que reemplazaron a aquellos, las Torres son un ejemplo primordial de ideales frescos, vigorosos y no comprometidos, que expresan una profunda simpatía por un sentido de urbanismo evocador de lugares memorables. En este proyecto, el arquitecto introduce también una importante coreografía de sitios urbanos en los que las plantas juegan un papel importante, al dar a las zonas exteriores del proyecto un carácter preciso y al servir para integrarlo al Parque de la Independencia.
A través de su historia las ciudades acomodan intervenciones arquitectónicas importantes que se convierten en monumentos, la memoria de su crecimiento y evolución. Las Torres del Parque pueden ser consideradas como un proyecto instaurador. Como tal, se ha unido ya a esas intervenciones significativas que la ciudad ha recibido durante sus casi cinco siglos de existencia.
“Me interesa lo que hacen los arquitectos de América Latina porque están tratando de resolver problemas similares a los míos. Son, además, una referencia, un punto de comparación con mis propias experiencias.
Iberoamérica, esa vasta región del mundo que comprende México, América Central, el Caribe y la zona Andina, Brasil y el Cono Sur, tuvo unos antecedentes fundacionales únicos en la historia.
La Conquista se caracterizó por la destrucción sistemática de las implantaciones y las culturas aborígenes, pero también por la fundación, en menos de 50 años, de centenares de ciudades.
Todas ellas con un mismo origen cultural, el de las tres culturas que por más de siete siglos constituyeron la cultura de la Península Ibérica.
El ordenamiento común, consignado en las Leyes de Indias, parte de un modelo espacial coherente, a veces sabiamente implantado en la extensa geografía. El resultado fue una espacialidad compartida, cuyos símbolos son identificables en todas las ciudades del continente”.
R.S.
“El empleo de un material como el ladrillo no es una casualidad, ni mucho menos la respuesta a una moda. Para los que como yo hemos vivido el salto de una ciudad que pasó de 500.000 habitantes a cinco millones en menos de 30 años, como es el caso de Bogotá, está claro que durante ese crecimiento desaforado el ladrillo ha sido el material constructivo por excelencia, a pesar de no haberse siempre utilizado en forma adecuada. Su uso tiene una explicación coherente y una justificación social, histórica, técnica y estética innegable, por encima de todas las críticas que lo consideran alejado de las vanguardias, de las modas o de las tecnologías importadas, las cuales a la postre resultaron irrealizables en Colombia. Su empleo me llevó a una sencilla reflexión, nada novedosa, de que la forma y el material están íntimamente ligados, que la forma se debe modificar si se modifica el material. En otras palabras, que la forma no puede elaborarse sin el conocimiento y el empleo pre-escogido del material. Cada material impone al diseño leyes que le son inexorables. El mismo espacio, en términos formales y matemáticos, realizado en materiales distintos es otro espacio y se percibe distinto. Pero lo más importante, a mi juicio, es que el ladrillo es el material que emplea con sabiduría la arquitectura popular. En mi caso, al constatar una tradición que ha sabido preservarse, quise unirme a ella para mantenerla y, si fuera posible, revitalizarla y enriquecerla.”
R.S.
“América Latina, después de haber hecho la arquitectura de otros, nunca la propia, después de haber mirado más de la cuenta hacia ‘afueraí, sin tener en cuenta la propia realidad y, en muchos casos, sin querer verla, ignorándola, está volviendo a mirar hacia adentro y a asumir su propia realidad.
Los recintos tanto públicos como privados deben volver, en América Latina, a ser lugares de comunicación y de encuentro, enriquecidos por los elementos naturales como el agua, el sonido, la brisa, las sombras. Deben volver a ser lugares de comunicación, como lo fueron en la época prehispánica. Eso es lo que he sentido al caminar en los recintos de Monte Albán, Uxmal.
La espacialidad rica y variada se enriquece con el tiempo. Cuando produce efectos sorpresivos se puede hablar de encantamiento del lugar.
Es un hecho que ningún latinoamericano se siente extraño en ninguna de las ciudades del continente o del Caribe. Ni se siente extraño, ni le es extraño el modelo arquitectónico coherente que conformó hasta hace poco el espacio público de sus ciudades, cargado de sentimientos, de ensueños, de emociones…”
R.S.