Navidad en Medellín

Texto de: Carolina Jaramillo Seligmann

“Las aguas envenenadas empezaron a brillar en las noches de diciembre como si en ellas medraran millones de peces de escamas refulgentes. (…) y así empezó el tiempo en que el río y la Navidad se hicieron sinónimos”, escribe el periodista antioqueño Carlos Alberto Sánchez en “La noche que es un remiendo de luces” sobre uno de los símbolos del alumbrado navideño paisa: el río Medellín.

Y es que además del río que la atraviesa, toda la capital de Antioquia se convierte, durante las fiestas decembrinas, en la Ciudad Luz de Colombia, como ha sido llamada por algunos. Este espectáculo de luces y colores se viene celebrando de forma ininterrumpida desde 1967, cuando fue instalado por primera vez en la avenida La Playa por EPM, Empresas Públicas de Medellín.

El río se cubre de flores, seres fantásticos, peces de distintos colores, caballitos de mar y animales mágicos, mientras seres mágicos los saludan desde lo alto de los puentes San Juan y Guayaquil. Corre el río y con éste un tapete de colores, anuncio de una ciudad convertida en Navidad. La ciudad se viste con un atuendo distinto. Las luces dibujan un trazado particular, señalando nuevas rutas, proponiendo atajos y caminos novedosos para recorrerla. Medellín entera se viste de fiesta, sus espacios públicos se iluminan y sus habitantes encuentran en sus calles un lugar para el intercambio y la convivencia, a través de la imaginación y la fantasía.

La idea de la decoración urbana de Medellín en esta época es la de combinar, en la denominada Ruta de la Navidad, las tradiciones religiosas, las costumbres de las celebraciones modernas y los elementos típicos representativos del país y la región, con la infraestructura de una ciudad actual, sus calles y avenidas, sus puentes y vías peatonales, sus parques y plazoletas.

El tradicional alumbrado navideño integra de manera estratégica varios puntos claves y crea un recorrido plagado de sensaciones y contrastes. Habitualmente esta ruta parte del Teatro Pablo Tobón Uribe, desciende por la avenida La Playa hasta llegar a la Plaza Botero, transita por Carabobo hasta San Juan, y toma la dirección del río Medellín —desde San Juan hasta el antiguo Puente Guayaquil. En su paso atraviesa La Alpujarra, la Plaza Mayor, el Edificio EPM, el Parque de los Pies Descalzos y los cerros Nutibara y El Volador.

Recientemente el alumbrado público navideño ha incorporado también algunos parques como el Parque de san Antonio, el Parque de los Deseos, el de los Pies Descalzos, el Parque Lleras, el Parque Berrío y el Parque Belén. Asimismo, se han unido a esta celebración sus cinco corregimientos —Altavista, Palmitas, San Antonio de Prado, San Cristóbal y Santa Elena.

Para lograr instalar este gran tejido de luces y color —extraordinario trabajo de filigrana— se han necesitado cerca de 12 millones de bombillos, kilometros de manguera y malla luminosa, anjeo, complejas estructuras de hierro, lonas, proyectores, paneles y papel metalizado, tela de polipropileno y un extenso cableado.

Dos símbolos caracterizan las festividades en Medellín, el pesebre y el árbol de navidad. El primero, instalado sobre el tradicional puente de Guayaquil, destaca por su monumentalidad. Cada una de las figuras que lo conforman alcanza una altura de hasta 10 metros y son hechas con papel metalizado, bombillos, malla y manguera luminosa, entre otros materiales. El árbol, por su parte, enclavado en el sendero del río a la altura del Edificio EPM, con 25 metros de altura, se convierte en las mágicas noches de Navidad en el faro que guía la ruta de luces que cobijan el territorio antioqueño.