Edificio EPM

Texto de: Carolina Jaramillo Seligmann

Creada en 1955, Empresas Públicas de Medellín, EPM, es una empresa colombiana prestadora de servicios públicos —energía, gas, agua, telecomunicaciones—, que pertenece al municipio de Medellín y es la de mayor tamaño de dicho sector en Colombia.

Por casi 40 años la sede principal de EPM fue el edificio Miguel de Aguinaga, símbolo de la antigua Medellín, obra del arquitecto Augusto Gonzalez. En 1997, la empresa se trasladó al “edificio inteligente”, que se convirtió en símbolo de la Medellín del futuro.

El apelativo de “inteligente” no sólo se debe a sus rasgos estructurales, la escogencia misma de su ubicación fue una decisión audaz. El lote de 36 000 metros cuadrados fue seleccionado en función del impacto esperado sobre una zona degradada por uso tugurial.

Actualmente, el “edificio inteligente” forma parte de un extenso complejo administrativo y cultural conformado por el Museo Interactivo, el Teatro Metropolitano, el Parque de los Pies descalzos y el Centro de Convenciones. El área total de construcción es de 124 289 metros cuadrados. Para cimentarlo —por ser zona arenosa de aluvión— se construyó una placa aligerada sobre toda el área, que previene problemas de asentamiento de los elementos estructurales y a la vez responde a las más exigentes normas antisísmicas.

La construcción es obra de los consorcios CONVEL S.A., CONINSA S.A. y otras 40 empresas. El diseño, a cargo de Marco Aurelio Baquero, Carlos Julio y Carlos Eugenio Calle, constituye una verdadera innovación arquitectónica. En lugar de una mole compacta se proyectaron luces de 36 metros —amplitud inusitada en edificios de oficinas— que originan un gran espacio central totalmente abierto. “Espacio que por su misma escala es ecuménico, democrático y con grandes posibilidades de uso participativo”, dice Baquero. El edificio está localizado entre la avenida del Río y la carrera 58, en lo que se conoce como La Alpujarra II. La generación de espacios amables y de gran riqueza visual —como las áreas libres, las zonas verdes y los espejos de agua— es un aporte positivo a la ciudad, que convida al disfrute y a la convivencia.

Allí se encuentran las taquillas y otros servicios. En los diez pisos superiores, de acceso reservado, se encuentran la biblioteca y las oficinas, espacios funcionales que han sido logrados mediante el uso de módulos flexibles. Al costado noroccidental, separado de la torre principal, se aprecia un cubo de 27 metros de arista y brillante acabado en aluminio. Es el auditorio, con capacidad para 400 personas y dotado con la tecnología más actualizada.

Innovadoras son también las seis torres adosadas al edificio principal: cuatro “húmedas”, dos al este y dos al oeste, para los sistemas hidráulicos y de aire acondicionado; y dos “secas”, al sur y al norte, para sistemas eléctricos y electrónicos, de control, de comunicaciones y de seguridad.

Para resolver el reto de una estructura razonable en los pisos superiores, dada la amplitud de la luz, se acudió a cables post tensados y a vigas diagonales sometidas a tracción. “Lo mejor que le pudo pasar a un ingeniero es haber trabajado en la construcción del edificio”, señala un profesional, dado que la obra sirvió a numerosos profesores y alumnos del país para actualizarse en sus disciplinas.

El edificio ha servido como punta de lanza del nuevo Medellín, a su flexibilidad funcional, a los sistemas de seguridad en su funcionamiento habitual y en el control de bienes y personas, a la autonomía de los servicios y a la fluidez y abundancia de las comunicaciones y sistemas.