- Botero esculturas (1998)
- Salmona (1998)
- El sabor de Colombia (1994)
- Wayuú. Cultura del desierto colombiano (1998)
- Semana Santa en Popayán (1999)
- Cartagena de siempre (1992)
- Palacio de las Garzas (1999)
- Juan Montoya (1998)
- Aves de Colombia. Grabados iluminados del Siglo XVIII (1993)
- Alta Colombia. El esplendor de la montaña (1996)
- Artefactos. Objetos artesanales de Colombia (1992)
- Carros. El automovil en Colombia (1995)
- Espacios Comerciales. Colombia (1994)
- Cerros de Bogotá (2000)
- El Terremoto de San Salvador. Narración de un superviviente (2001)
- Manolo Valdés. La intemporalidad del arte (1999)
- Casa de Hacienda. Arquitectura en el campo colombiano (1997)
- Fiestas. Celebraciones y Ritos de Colombia (1995)
- Costa Rica. Pura Vida (2001)
- Luis Restrepo. Arquitectura (2001)
- Ana Mercedes Hoyos. Palenque (2001)
- La Moneda en Colombia (2001)
- Jardines de Colombia (1996)
- Una jornada en Macondo (1995)
- Retratos (1993)
- Atavíos. Raíces de la moda colombiana (1996)
- La ruta de Humboldt. Colombia - Venezuela (1994)
- Trópico. Visiones de la naturaleza colombiana (1997)
- Herederos de los Incas (1996)
- Casa Moderna. Medio siglo de arquitectura doméstica colombiana (1996)
- Bogotá desde el aire (1994)
- La vida en Colombia (1994)
- Casa Republicana. La bella época en Colombia (1995)
- Selva húmeda de Colombia (1990)
- Richter (1997)
- Por nuestros niños. Programas para su Proteccion y Desarrollo en Colombia (1990)
- Mariposas de Colombia (1991)
- Colombia tierra de flores (1990)
- Los países andinos desde el satélite (1995)
- Deliciosas frutas tropicales (1990)
- Arrecifes del Caribe (1988)
- Casa campesina. Arquitectura vernácula de Colombia (1993)
- Páramos (1988)
- Manglares (1989)
- Señor Ladrillo (1988)
- La última muerte de Wozzeck (2000)
- Historia del Café de Guatemala (2001)
- Casa Guatemalteca (1999)
- Silvia Tcherassi (2002)
- Ana Mercedes Hoyos. Retrospectiva (2002)
- Francisco Mejía Guinand (2002)
- Aves del Llano (1992)
- El año que viene vuelvo (1989)
- Museos de Bogotá (1989)
- El arte de la cocina japonesa (1996)
- Botero Dibujos (1999)
- Colombia Campesina (1989)
- Conflicto amazónico. 1932-1934 (1994)
- Débora Arango. Museo de Arte Moderno de Medellín (1986)
- La Sabana de Bogotá (1988)
- Casas de Embajada en Washington D.C. (2004)
- XVI Bienal colombiana de Arquitectura 1998 (1998)
- Visiones del Siglo XX colombiano. A través de sus protagonistas ya muertos (2003)
- Río Bogotá (1985)
- Jacanamijoy (2003)
- Álvaro Barrera. Arquitectura y Restauración (2003)
- Campos de Golf en Colombia (2003)
- Cartagena de Indias. Visión panorámica desde el aire (2003)
- Guadua. Arquitectura y Diseño (2003)
- Enrique Grau. Homenaje (2003)
- Mauricio Gómez. Con la mano izquierda (2003)
- Ignacio Gómez Jaramillo (2003)
- Tesoros del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario. 350 años (2003)
- Manos en el arte colombiano (2003)
- Historia de la Fotografía en Colombia. Museo de Arte Moderno de Bogotá (1983)
- Arenas Betancourt. Un realista más allá del tiempo (1986)
- Los Figueroa. Aproximación a su época y a su pintura (1986)
- Andrés de Santa María (1985)
- Ricardo Gómez Campuzano (1987)
- El encanto de Bogotá (1987)
- Manizales de ayer. Album de fotografías (1987)
- Ramírez Villamizar. Museo de Arte Moderno de Bogotá (1984)
- La transformación de Bogotá (1982)
- Las fronteras azules de Colombia (1985)
- Botero en el Museo Nacional de Colombia. Nueva donación 2004 (2004)
- Gonzalo Ariza. Pinturas (1978)
- Grau. El pequeño viaje del Barón Von Humboldt (1977)
- Bogotá Viva (2004)
- Albergues del Libertador en Colombia. Banco de la República (1980)
- El Rey triste (1980)
- Gregorio Vásquez (1985)
- Ciclovías. Bogotá para el ciudadano (1983)
- Negret escultor. Homenaje (2004)
- Mefisto. Alberto Iriarte (2004)
- Suramericana. 60 Años de compromiso con la cultura (2004)
- Rostros de Colombia (1985)
- Flora de Los Andes. Cien especies del Altiplano Cundi-Boyacense (1984)
- Casa de Nariño (1985)
- Periodismo gráfico. Círculo de Periodistas de Bogotá (1984)
- Cien años de arte colombiano. 1886 - 1986 (1985)
- Pedro Nel Gómez (1981)
- Colombia amazónica (1988)
- Palacio de San Carlos (1986)
- Veinte años del Sena en Colombia. 1957-1977 (1978)
- Bogotá. Estructura y principales servicios públicos (1978)
- Colombia Parques Naturales (2006)
- Érase una vez Colombia (2005)
- Colombia 360°. Ciudades y pueblos (2006)
- Bogotá 360°. La ciudad interior (2006)
- Guatemala inédita (2006)
- Casa de Recreo en Colombia (2005)
- Manzur. Homenaje (2005)
- Gerardo Aragón (2009)
- Santiago Cárdenas (2006)
- Omar Rayo. Homenaje (2006)
- Beatriz González (2005)
- Casa de Campo en Colombia (2007)
- Luis Restrepo. construcciones (2007)
- Juan Cárdenas (2007)
- Luis Caballero. Homenaje (2007)
- Fútbol en Colombia (2007)
- Cafés de Colombia (2008)
- Colombia es Color (2008)
- Armando Villegas. Homenaje (2008)
- Manuel Hernández (2008)
- Alicia Viteri. Memoria digital (2009)
- Clemencia Echeverri. Sin respuesta (2009)
- Museo de Arte Moderno de Cartagena de Indias (2009)
- Agua. Riqueza de Colombia (2009)
- Volando Colombia. Paisajes (2009)
- Colombia en flor (2009)
- Medellín 360º. Cordial, Pujante y Bella (2009)
- Arte Internacional. Colección del Banco de la República (2009)
- Hugo Zapata (2009)
- Apalaanchi. Pescadores Wayuu (2009)
- Bogotá vuelo al pasado (2010)
- Grabados Antiguos de la Pontificia Universidad Javeriana. Colección Eduardo Ospina S. J. (2010)
- Orquídeas. Especies de Colombia (2010)
- Apartamentos. Bogotá (2010)
- Luis Caballero. Erótico (2010)
- Luis Fernando Peláez (2010)
- Aves en Colombia (2011)
- Pedro Ruiz (2011)
- El mundo del arte en San Agustín (2011)
- Cundinamarca. Corazón de Colombia (2011)
- El hundimiento de los Partidos Políticos Tradicionales venezolanos: El caso Copei (2014)
- Artistas por la paz (1986)
- Reglamento de uniformes, insignias, condecoraciones y distintivos para el personal de la Policía Nacional (2009)
- Historia de Bogotá. Tomo I - Conquista y Colonia (2007)
- Historia de Bogotá. Tomo II - Siglo XIX (2007)
- Academia Colombiana de Jurisprudencia. 125 Años (2019)
- Duque, su presidencia (2022)
Las imágenes desde el satélite
Frontera entre Venezuela y Guyana en la selva húmeda tropical. Estado Bolívar.
Aspecto de la selva húmeda tropical venezolana en la frontera de Guyana y Brasil. Estado Bolívar
Región de la selva húmeda tropical venezolana en la transición con la zona de los Tepuyes. Estado Bolívar.
Archipiélago coralino de Los Roques en el Mar Caribe venezolano.
Orilla este del lago de Maracaibo y población Ciudad Ojeda en Venezuela. Estado Zulia
Región desértica del litoral atlántico y del piedemonte entre la zona de Caracas y el lago de Maracaibo. Estado Falcón.
Región seca de los Llanos venezolanos y embalse Playa de Riedra. Estado Guárico.
Región desértica del litoral caribe venezolano. Estado Falcón.
Afluentes del río Apure en la región de los Llanos de Venezuela. Estado Barinas.
Zona desértica del litoral caribe colombiano, limítrofe con Venezuela. Departamento de La Guajira.
Contraste de la utilización del suelo en los Llanos de Venezuela. Estado Barinas.
Extensiones suburbanas de Caracas hacia el lago de Valencia.
Fragmento del piedemonte este de la cordillera de Mérida y comienzo de los Llanos. Estado Mérida.
Río Apure y sus afluentes en los Llanos de Venezuela. Estado Apure.
Ciudad de Barranquilla en el litoral caribe colombiano. Departamento del Atlántico.
Ciudades de Ciénaga y Santa Marta, en el litoral caribe colombiano. Departamento del Magdalena.
Frontera entre Bolivia y Brasil, al oeste y al este de las lagunas, a cien kilómetros al norte de la ciudad de Corumbá.
Salar de Atacama y pueblo de San Pedro de Atacama, en el curso del río San Pedro.
Cauce del río Apure en los Llanos de Venezuela. Estado Apure.
Confluencia de los ríos Huallaga y Marañón en la selva amazónica peruana.
Selva húmeda tropical del noreste de Bolivia, curso del río Maniquí y población de San Borja.
Ciudad de Santafé de Bogotá en la Sabana de Bogotá. Departamento de Cundinamarca.
Cordillera Real, al este de La Paz, donde nacen los afluentes de los ríos de la selva oriental. Departamento de La Paz.
Región pantanosa en la frontera entre Bolivia y Brasil, al sur de Corumbá. Estado de Mato Grosso del Sur
Altiplano desértico al sur del Perú cerca a la frontera con Bolivia y al lago de Titicaca. Departamento de Tacna.
Ciénagas aledañas al río Magdalena entre los departamentos de Bolívar y Magdalena, en Colombia.
Golfo de Morrosquillo en el litoral caribe colombiano entre los departamentos de Sucre y Córdoba.
Bahía de Cartagena y ciudad de Cartagena de Indias. Departamento de Bolívar.
Golfo de Morrosquillo en el litoral caribe colombiano entre los departamentos de Sucre y Córdoba.
Zona de la depresión momposina entre los departamentos de Bolívar y Magdalena, en Colombia.
Litoral pacífico colombiano cerca a la frontera con Panamá. Departamento del Chocó.
Golfo de Panamá, ciudad de Panamá y entrada al canal transoceánico, en el litoral pacífico.
Zona de la Cordillera Oriental colombiana en los departamentos de Boyacá y Cundinamarca.
Región de los Llanos Orientales de Colombia. Departamento de Arauca.
Ciudad de Quito, capital del Ecuador, en la cordillera de los Andes. Provincia de pichincha.
Colonización reciente en la selva húmeda tropical ecuatoriana. Provincia de Napo.
Región de las grandes vertientes en la frontera entre Perú y Ecuador. Departamento de Piura.
Transición entre el desierto litoral pacífico y el piedemonte de la cordillera peruana.
Río Putumayo en la frontera entre Perú y Colombia.
Ciudad de Iquitos sobre el curso del río Marañón en la selva amazónica del noreste peruano.
Confluencia del río Marañón con el río Amazonas, al noreste de Iquitos.
Ciudad de Leticia en la frontera entre Colombia, Perú y Brasil, en la selva amazónica.
Aspecto de la selva amazónica brasileña, al sur del río Amazonas y de su confluente el río Yavarí.
Región del desierto litoral pacífico peruano del norte, entre Lima y la frontera con el Ecuador.
Cultivos intensivos en las orillas del río Ica en el litoral pacífico peruano.
Desierto del litoral pacífico peruano de “La Chala”, en el departamento de Arequipa.
Cordillera de Huanzo, Cordillera Real y nevado Ampato, en los Andes peruanos.
Región del interior de los Andes peruanos denominado “piso Quechua”. Departamento de Cuzco.
Corredor del río Urubamba en los Andes peruanos al este de la selva amazónica. Departamento de Cuzco.
Confluencia de los ríos Beni y Madre de Dios en la selva húmeda tropical del noreste boliviano .
Frontera entre Bolivia y Brasil en la confluencia de los ríos Mamoré e Itenez.
Curso del río Jamarí, afluente del río Madeira, en la selva brasileña. Estado de Rondonia.
Curva pantanosa en el curso del río Madeira en la selva amazónica brasileña.
Región de “La Chala” al suroeste del Perú. Departamento de Arequipa.
Región interior de los Andes peruanos, al sureste de Arequipa. Departamento de Moquegua.
Cordillera del sur del Perú cerca de la frontera con Chile, en el departamento de Tacna.
Cordillera Real y zona de la Puna seca, eje de circulación entre La Paz y Oruro.
Puna sub-desértica en el altiplano boliviano y curso del río Desaguadero.
Ciudad de Villa Montes en la transición entre las vertientes de la cordillera boliviana y la planicie del Chaco.
Curso del río Desaguadero en la Puna subdesértica del altiplano boliviano.
Zona de transición entre las grandes vertientes de la cordillera y el inicio de la planicie del Chaco.
Transición entre la cordillera oriental boliviana, cerca de Cochabamba, y la región del Chaparé.
Desiertos salinos de los altiplanos del norte de Chile, en la zona fronteriza con Bolivia.
Aspecto desértico del noroeste de Argentina en la frontera con Chile. Provincia de Jujuy.
Altiplano minero en la zona desértica del noroeste de Argentina. Provincia de Salta.
Sabana tropical pantanosa de Paraguay, en las proximidades del río Paraguay en la frontera con el Brasil.
Zona fronteriza entre Paraguay y Brasil al oeste y al este del río Paraguay.
Texto de: Olivier Bernard
La teledetección aeroespacial tiene una historia reciente pero llena de éxitos. Como herramienta científica ha permitido descubrir nuevos campos de estudio de nuestro planeta, más amplios y más eficaces. A pesar de su utilización netamente científica, sus aspectos artísticos ofrecen también visiones maravillosas del “planeta azul”. Lo que sería, en la segunda mitad del siglo XX, la teledetección aeroespacial, empieza de manera empírica con el embarque de material fotográfico en aviones. De un uso desarrollado al comienzo de la primera guerra mundial y acelerado durante la segunda guerra mundial, esta técnica será progresivamente continuada por la expansión que la conquista espacial dará a los métodos de detección a distancia, sobre todo gracias a la manufactura de imágenes por computador. Los primeros grandes conceptos de la teledetección espacial nacen a principio de los años sesenta en Estados Unidos y en la Unión Soviética. A partir de los años setenta, franceses y canadienses empiezan a difundir esta cultura de la imagen con técnica propia. Así, a los pioneros de la observación espacial de la tierra les correspondió inventar casi toda esta nueva ciencia.
La idea de preparar satélites de observación militar empieza a comienzos de la conquista espacial con el proyecto SAMOS (Satellite and Missile Observation System) de Estados Unidos. El primero de estos satélites, destinado a remplazar los aviones-espías U2, fue lanzado el 31 de enero de 1961. Pero, es con una hazaña astronáutica de los soviéticos como empieza la historia. Ocurre el 4 de octubre de 1957, con el lanzamiento del famoso “Spoutnik”, pequeño satélite artificial de 84 kg. En comparación, el primer satélite americano, Explorer I, lanzado en enero de 1958, tenía un peso de sólo 14 kg.
Después vienen los satélites de tipo TIROS (Television Infrared Observation Satellite). El 1 de abril de 1960, el TIROS I graba la primera imagen del globo terrestre. Los tres primeros TIROS grabaron miles de imágenes de la tierra, de las cuales muchas fueron revelaciones increíbles para la ciencia meteorológica.
Cada país sigue su propio programa: Spoutnik y Vostok para los Soviéticos, Mercury para los Americanos. En mayo de 1960, los primeros logran lanzar una estación espacial de 4.500 kg de peso, y el 12 de abril de 1961, el soviético Youri Gagarine se convierte en el primer hombre en el espacio. El 20 de febrero de 1962, gracias al Mercury Friendship 7, el norteamericano Scott Glenn realiza tres giros alrededor de la tierra.
Así, los primeros vuelos con pasajeros continúan, y poco a poco, con descripciones captadas por el ojo del hombre, se precisan los detalles y colores de los continentes vistos desde el espacio. En 1963, en un artículo escrito por Robert N. Colwell, aparecen las ventajas e inconvenientes potenciales de la fotografía por satélite. El mostraba que de las importantes aplicaciones específicas, el inventario de los recursos naturales era el más interesante.
Para todos los astronautas, el planeta Tierra aparece rodeado de una envoltura azul transparente. La atmósfera actúa como un medio turbio en el cual las radiaciones se traducen en una coloración azul de la luz. A este fenómeno se debe atribuir el color azul del cielo, visto desde el suelo como desde el espacio. Por eso los astronautas han llamado a nuestra Tierra el “planeta azul”, dado también por la presencia mayoritaria de los océanos en relación con la superficie de la Tierra.
Las primeras tomas fotográficas de la tierra se hicieron, directamente por la tripulación, desde la nave espacial con un aparato normal. El 3 de junio de 1965, el norteamericano Edward H. White sale de la cabina al espacio cósmico durante 20 minutos y realiza varias fotografías de la Tierra. Estas fotografías, obtenidas gracias a una cámara Hasselblad, en el marco del programa GEMINI de la NASA (National Aeronautics and Space Administration), muestran formas y estructuras terrestres no determinadas, como la falla de la bahía de California, y campos de lavas y orificios volcánicos, en México, a más de 500 km2, antes desconocidos. Este programa logró tomar 1.464 fotografías, en color, de la Tierra. La precisión y la nitidez de esas fotografías muestran todo la importancia de las tomas hechas directamente en el espacio. El auge y la expansión progresiva de los conceptos de la teledetección aeroespacial son paralelos a los éxitos de la “Conquista Espacial”. La palabra americana “remote sensing”, creada para designar esta técnica nueva de detección a larga distancia, nació en los Estados Unidos en 1961. Este concepto está en el origen del programa EROS (Earth Resources Observation Systems), creado en 1966 para aplicar las técnicas de teledetección al inventario, la vigilancia y la administración de los recursos naturales. Es a partir del 26 de julio de 1972, con el lanzamiento del satélite de observación terrestre ERTS-1 (Earth Resources Technology Satellite), llamado LANDSAT, cuando la teledetección toma realmente auge internacional al recibir las primeras imágenes de la tierra. Con el satélite hubo que revisar totalmente el sistema de información geográfica utilizado anteriormente. Gracias a esta técnica, se puede lograr una investigación estadística de síntesis, que analiza al mismo tiempo la ocupación del espacio a nivel del suelo, y las actividades humanas sobre este territorio. Es un medio de investigación dinámico que permite ir más allá de las informaciones estáticas tales como el catastro, ficheros estadísticos o encuestas por sondeos.
Al servicio de cada disciplina de la geografía, un satélite dará informaciones específicas.
Por medio de sus agencias nacionales, los americanos con la NASA y la NOAA (National Oceanic and Atmospheric Administration), y los europeos con la ASE (Agencia Espacial Europea) y el CNES (Centro Nacional de Estudios Espaciales) han puesto sobre diversas órbitas terrestres varias series de satélites de uso civil. Satélites de recursos terrestres tales como LANDSAT y SPOT, cuyas órbitas son circulares, casi polares y heliosincrónicas. Satélites meteorológicos, geoestacionarios con relación a la línea ecuatorial, tales como los METEOSAT, o vuelta casi polar, como los NOAA, TIROS y NIMBUS y, finalmente satélites oceanográficos como SEASAT.
Desde los años setenta, todos esos satélites responden a la idea de conocer mejor los fenómenos naturales de la tierra y de prever las actividades humanas relacionadas.
De esta historia reciente y exitosa nace una técnica original e innovadora: la teledetección aeroespacial con sus novedosas herramientas para nuevas aplicaciones. Es necesario conocer varias nociones de funcionamiento de los satélites de observación de la tierra para entender mejor el propósito de tal técnica. Aparte de los satélites espías, exclusivamente de uso militar, los satélites de observación de la tierra tienen múltiples aplicaciones en el campo civil.
El principio de funcionamiento es casi siempre el mismo y consiste en grabar, mediante sensores adecuados, los fenómenos dinámicos de la atmósfera terrestre o los fenómenos naturales y humanos de su superficie. Lo que hace el satélite no es sólo tomar una fotografía sino grabar, gracias a un radiómetro, la señal luminosa que refleja cada objeto terrestre después de ser alcanzado por la luz del sol. Los sensores codifican así matemáticamente, bajo la forma de números, la “firma solar” de cada objeto, la envían a un computador potente, en tierra, que traduce y construye las imágenes. El producto final no es pues una fotografía sino una imagen que tiene colores específicos, que corresponden a firmas espectrales. Así por ejemplo, el mar aparece de color negro, los vegetales en diferentes tonalidades de rojo según la intensidad del desarrollo, y las ciudades de color gris. Los colores aparecen de esta forma porque los datos numéricos captados son traducidos en tonos particulares a partir de una codificación adecuada.
El proceso de descripción o de interpretación de una imagen es casi siempre el mismo, y permite “ver” e interpretar todo lo que muestra la imagen según el propósito de quien la utiliza.
Antes de mirar la imagen misma, hay que leer las informaciones técnicas que están ubicadas en el cuadro. Convencionalmente, en la parte superior, de forma general, se presentan el nombre y el número del satélite que permite conocer la generación de técnica utilizada. Después, está anotado el canal técnico de grabación utilizado, por ejemplo HRV 2 o sea Alta Resolución Visible Canal 2. Puede ser infrarrojo térmico u otro canal del dominio visible. Aparecen, igualmente, las referencias de ubicación geográfica de la imagen con relación a una clasificación propia del organismo de lanzamiento, el CNES (Centro Nacional de Estudios Espaciales), en el caso francés, sobre una red de vuelos o pasajes del satélite que cubre el mundo entero. Al lado aparece el día de toma de la imagen. Hay cuadros de índices de luz, en blanco y negro arriba, e igualmente en color en la parte inferior.
Después se observan las características técnicas de cada canal radiométrico utilizado. Así mismo, está puesta una escala gráfica de la imagen para permitir la ubicación de cada objeto y medir su tamaño en la escena. En la parte última inferior vienen características de posición geográfica del centro de la imagen, con referencia a las coordenadas geográficas (en grados y minutos), y después otros datos técnicos con referencia a las correcciones que se han impreso a la imagen para hacerla legible. Aparece formalmente la hora de la toma y el copyright de la empresa dueña de los derechos del satélite. Ya, con toda esta información preliminar, se puede ubicar geográfica y técnicamente la escena que se va a detallar.
El paso siguiente es el análisis de la imagen, desde un punto de vista geográfico. Este análisis abarca generalmente dos partes: un comentario físico y un estudio humano.
El comentario físico ubica la zona en una región homogénea determinada: litoral, zona montañosa, desierto, urbanización o selva. Indica los nombres de los accidentes orográficos e hidrográficos mayores así como el tipo de utilización mayor del suelo: bosque, ciudad, pasto, etc. El estudio humano trae información adicional acerca de la actividad y ocupación humana tales como: agricultura, ganadería, y adicionalmente algún comentario de lo que se ve en la imagen que tenga relación con la historia de la zona: razones de creación de una ciudad, construcción de un canal, de una red de carreteras, o de un tipo particular de explotación del suelo: campos geométricos o quemaduras anárquicas de colonización reciente.
Es importante poder relacionar lo que se ve sobre la imagen con la evolución de la presencia humana. Se trata de deducir así una lógica de la implantación humana sobre un territorio. Ver si la zona está intervenida o no, según lo que se sabe de su historia, permite sacar conclusiones sobre su porvenir.
Además de los satélites de observación de la tierra, existen diferentes satélites para distintas aplicaciones. Los primeros satélites tenían aplicaciones meteorológicas y hoy están representados por los satélites americanos NOAA y los europeos METEOSAT. El papel de esos satélites, con órbita geoestacionaria, es el de observar la evolución de las masas nubladas sobre los océanos y los continentes. De la recurrencia de esos fenómenos atmosféricos se puede determinar el estado del tiempo en una zona específica, así como los accidentes meteorológicos tales como los ciclones.
El satélite SEASAT, lanzado en 1978 por la NASA en remplazo del NOAA, que hacía algo similar con las masas nubladas, ubicado a 800 km de la tierra, analiza con radiómetros de muy alta potencia en el infrarrojo térmico los fenómenos que ocurren en la superficie del mar por contrastes de temperatura. En total, en estos últimos 20 años, son once satélites NOAA los que han funcionado sin interrupción. Los satélites de recursos terrestres tales como SPOT o LANDSAT tienen órbitas circulares, casi polares, y son heliosincrónicos; o sea, siempre andan con el sol para tener luz en la zona de acción. El primer LANDSAT se lanzó en 1972 y el primer SPOT en febrero de 1986. A pesar de la diferencia de años tienen casi las mismas características: están ubicados a 800 km de la tierra y tienen órbitas circulares casi polares. LANDSAT posee más bandas espectrales que SPOT, seis en lugar de tres, pero una menor precisión de detalle al suelo, 30 metros en vez de 10. La zona de observación de LANDSAT es de más de 10.000 km2 y la de SPOT es de 3.600 km2 a un máximo de 4.800 km2.
Así, las numerosas aplicaciones permiten una visión global y nueva del medio ambiente. En efecto, la teledetección aeroespacial marca desde los años ochenta los grandes acontecimientos de nuestra época. Al lado de un papel cartográfico, casi obvio, que le permite actualizar la cartografía de zonas desconocidas sin hacer investigaciones de campo que resultarían muy costosas (cartografía muy fina a grandes escalas hasta el 1/50.000 con curvas de nivel y puntos georreferenciales gracias al Global Positioning System), el tratamiento informático de los datos numéricos, bajo la forma de cintas, con los programas potentes adecuados como Multiscope o Arc Info, permite igualmente desarrollar innumerables investigaciones. Puede también servir para localizar una fuente inusual de radiación, como la explosión de la planta nuclear de Tchernobyl que, en 1986, fue detectada y conocida en Occidente gracias a la teledetección espacial. Para evaluar la extensión de inundaciones graves en el valle del río Ganges en Bangladesh, o a partir de 1979, para lograr medir el deterioro de la capa de ozono. Con su ayuda se logra también cuidar los movimientos insensibles de la corteza terrestre. Así muchas precisiones de orden científico se desprenden de su utilización. Esta consagración, de hecho, le reserva grandes desarrollos porque la evolución del mundo y del medio ambiente terrestre ha sido muy rápida y su seguimiento mucho más exigente.
En esos aspectos se puede nombrar la deforestación, que abarca toda la cintura intertropical, la desertificación creciente de la zona tropical, y a nivel más general, la degradación del medio atmosférico a la escala del planeta. Se puede también estudiar la modificación del trazado de los litorales o del curso de los ríos debido a una intervención humana o a una catástrofe natural.
El calentamiento de la tierra, debido a las modificaciones de los contenidos de gas de la atmósfera, puede tener muy graves incidencias sobre la vida del hombre en las próximas décadas. Si la temperatura y el nivel del mar suben, y como consecuencia las zonas climáticas se descalzan, la producción agrícola y la ocupación de las tierras más bajas (regiones de delta) van a ser afectadas. Gracias a las medidas hechas por el satélite, se pueden prever a mediano plazo, con la ayuda de modelos matemáticos, las modificaciones de la temperatura, de la cobertura vegetal y de la superficie de los casquetes glaciales.
Así mismo, el desarrollo de la desertificación, sobre todo en las regiones semi-áridas, puede estudiarse muy precisamente en relación con el clima, con la biomasa vegetal y la presencia animal, con el suelo, con el agua y con la actividad humana. Como en esas regiones hay muy pocas estaciones climáticas, y como entre ellas la extrapolación es muy difícil debido a los cambios bruscos de clima, las imágenes de satélites meteorológicos como METEOSAT, METEOR o INSAT, dan informaciones muy útiles sobre las temperaturas de la superficie, la velocidad y la dirección de los sistemas de nubes, así como también la humedad atmosférica.
Los datos de satélite son también muy útiles para conocer mejor la biomasa vegetal y la actividad de la clorofila, gracias a los índices de vegetación, que son clasificaciones de los diferentes tipos de árboles de una zona, y de sus estados de crecimiento. La dificultad en las regiones secas es lograr la diferenciación entre vegetales secos y verdes. En este caso, es necesario tener datos del terreno obtenidos de un trabajo de campo, para hacerlos corresponder con los obtenidos del satélite.
El inventario forestal de los grandes bosques del mundo (zonas de la selva amazónica y de las selvas de coníferas de las zonas frías) es uno de los importantes retos de este fin de siglo. Del buen conocimiento de esas zonas a donde es difícil penetrar, se pueden prever de mejor manera sus debilidades y, en consecuencia, explotarlos de modo más racional. En el marco de la preservación de los recursos, los satélites de observación de la tierra son indispensables para aprovechar mejor los recursos haliéuticos (de la pesca). Se pueden determinar el lugar de vida y de reproducción de las especies y los movimientos de los grupos, con el fin de protegerlos o explotarlos. Gracias a los sensores térmicos, la teledetección aeroespacial ayuda a determinar las zonas-tanques de alto potencial petrolífero o energético como las de alta concentración de minerales útiles o raros. Finalmente, la actividad humana, y los incendios, factores de la aridez de un campo, pueden ser fácilmente identificados con las imágenes de satélite.
Pero la deforestación no se debe solamente a estos factores sino que resulta de muchas causas que se cruzan y que necesitan, para prevenirlas, un intercambio permanente entre los datos satelitarios y los de las investigaciones de campo. En el marco del ordenamiento territorial, el “ojo” del satélite es también de gran ayuda para lograr tomar decisiones acerca del trazado de una nueva carretera o para ofrecer a las autoridades de la zona diversas alternativas de desarrollo para el auge de una ciudad.
La teledetección aeroespacial permite estudiar y remediar otros aspectos nocivos de la actividad humana. Por ejemplo, las diferentes formas de polución. Se puede localizar un daño importante, tal como un escape de petróleo en el mar, para seguirlo y combatirlo, o el estado de un tipo vegetal acerca de una actividad humana que lo destruye. El buen o mal estado de las selvas se determina, de esta manera, con los índices de vegetación que graban la actividad clorofílica.
En América Latina varias utilizaciones se han llevado a cabo a nivel de los gobiernos o de organismos privados, con trabajo considerable. De esta manera, se pueden prever los efectos de una construcción antes de que ocurra una situación irreparable. Tal vez, en el caso de la Troncal del Caribe de Colombia, que destruyó la ciénaga entre Santa Marta y Barranquilla, hubiera sido posible estudiar otro trazado o advertir, durante la construcción, la degradación importante de el medio selvático litoral. Estudios de cartografía regional para determinar la extensión de la barrera coralina y de prevención de polución en las islas del Rosario, han sido llevados a cabo gracias al satélite.
En México, SPOT ha logrado actualizar la cartografía a una escala muy grande en todo el territorio nacional. Tal estudio, que se habría demorado años de sobrevuelos aéreos, se va a hacer en unos meses con una seguridad y una precisión que no puede alcanzar la cámara fotográfica. Además, el satélite, siempre en acción, permite una actualización permanente de los datos cartográficos sin emprender otra costosa campaña cartográfica. El problema del control de la extensión urbana en ese país, es también controlado por SPOT. En Argentina, la confrontación de los datos de la imagen con los actos de propiedad ha permitido reformar el catastro para una utilización más racional de la tierra, y también para el gobierno nacional determinar qué tierra pertenece a quién, y obligar a pagar impuestos a sus dueños concordantes con sus bienes reales. Se ha logrado también estudiar, gracias al satélite, los daños causados por inundaciones en la región de Buenos Aires. En Brasil se ha utilizado esta herramienta para hacer estudios de impacto sobre el medio ambiente, de la construcción de un oleoducto, para estudiar la erosión de vertientes y la deforestación, para controlar la utilización de los créditos dados a los azucareros acerca de la utilización del suelo con siembras de caña de azúcar. En Venezuela, sirve para hacer el inventario catastral rural previo al desarrollo de investigaciones petroleras, o ha permitido descubrir la extensión del más grande yacimiento minero de bauxita del mundo. En Perú, se utilizan las imágenes para la investigación minera y para el estudio de los riesgos potenciales del volcanismo. En Honduras se observa, gracias a SPOT, el nivel del progreso de los trabajos de renovación de carreteras financiados por el Banco Mundial. Chile y Bolivia lo utilizan para determinar de quién es la propiedad de las tierras agrícolas.
Otras aplicaciones a nivel privado tienen igual importancia. Las empresas petroleras y extractivas, utilizan las imágenes para determinar las zonas de investigación y excavación preferenciales. Así se ahorra tiempo y dinero al evitar múltiples trabajos de campo.
En el dominio del ordenamiento territorial, las imágenes permiten hacer simulaciones de trazados de carreteras o de construcción de vivienda teniendo presente el aspecto ambiental. Así, se pueden evaluar las degradaciones y el impacto de esas construcciones sobre el medio ambiente, y prever el punto razonable de explotación del medio.
Gracias al satélite y sus productos, los datos cartográficos han sido multiplicados y mejorados al nivel de toda la Tierra. Ahora se puede alcanzar a cartografiar cada punto de la superficie terrestre. La resolución de 10 metros al suelo, que permite alcanzar un nivel de detalle muy importante, da como resultado cartografía muy precisa a grande escala. El proceso de estereoscopia da la posibilidad de hacer trabajos en tres dimensiones, y el sistema de espejos logra una repetitividad de tomas sin pasar la vertical del punto requerido para realizar los mapas. Esta herramienta ha revolucionado la técnica cartográfica y la visión del hombre sobre su planeta.
Con estos antecedentes, la comunidad internacional ha empezado a tomar conciencia de todos estos problemas, difíciles de manejar porque no se conocen bien las causas, las condiciones exactas y los efectos a largo plazo.
Es necesario estudiar los cambios progresivos, pasados, actuales y por venir, del medio ambiente a la escala de la Tierra. Para lograr este objetivo, veinticuatro países han decidido unir sus esfuerzos.
Antes del año 2.000, los datos recogidos por la teledetección espacial a la escala del planeta permitirán a los investigadores proceder a las verificaciones de los modelos de previsión construidos anteriormente, descubrir y entender las interacciones físicas, químicas y biológicas que regulan todos los sistemas terrestres, o sea el medio que condiciona la vida.
A nivel artístico, y específicamente en América del Sur, surge la posibilidad de establecer una “identidad” o una originalidad del continente a través de la teledetección aeroespacial, o sea conocer lo que ofrece de particular visto desde el espacio.
En efecto, cada continente, posiblemente, tiene una originalidad física, poética o técnica frente a la utilización de la teledetección. Y hay que determinarla.
Esta originalidad existe para América del Sur a dos niveles: uno temático y artístico, el otro más técnico. La gran originalidad del continente a nivel temático reside en el hecho de que sus imágenes muestran paisajes muy poco intervenidos por el hombre. Así, los terrenos son “vírgenes” porque tienen pocas marcas de la intervención humana. Las grandes ciudades son escasas, y las redes humanas de comunicación o de viviendas-cultivos no dejan huellas fuertes sobre el paisaje visto desde el espacio.
Lo que se podría llamar una “pureza” original o natural tiene obviamente que ver con la inmensidad de las tierras consideradas, e igualmente con los elementos físicos de esos terrenos vírgenes. Es obvio que, por su historia más reciente y su amplitud mayor, América del Sur no tiene la red urbana europea, que es la característica aeroespacial del “viejo mundo”.
Aquí, por su tamaño y sus elementos físicos, el continente parece vacío y de este “vacío” sobresalen grandes unidades características. La cordillera de los Andes, verdadera espina dorsal del continente, tiene así unas firmas espectrales propias que son los elementos unificadores de varios países. De igual manera, la selva amazónica, pulmón de América, aparece también como un elemento específico y unificador para individualizar el continente suramericano frente a fenómenos físicos de otros continentes.
Este relativo “vacío humano” que implica la predominancia de firmas espectrales “naturales” como las de la selva o la cordillera es, a nivel temático, una característica de América del Sur.
En lo que se refiere a las ciudades, el plan en forma de tablero, que se identifica perfectamente desde el espacio, podría ser la característica esencial de la red urbana del continente. Esta característica urbanística y arquitectónica tiene la repetitividad suficiente para imponerse como el mayor elemento temático humano. En cuanto a la nubosidad o al trazado del litoral, otros continentes tropicales tienen similares formas espectrales al nuestro. Por lo tanto, no se pueden señalar estos elementos como característicos.
América del Sur sería aeroespacialmente hablando un continente “natural”, pero también el de la vida natural. En efecto, sus paisajes se caracterizan por una abundancia de vida vegetal casi única en el mundo. Africa también tiene paisajes naturales pero son desiertos esculpidos por los vientos y lluvias escasas.
Las firmas radiométricas de la vegetación, donde sea, que muestran un continente rojo o verde, también afirman la originalidad de este continente. A nivel técnico, una interferencia espacial, particularmente activa sobre este continente y el Océano Pacífico, caracteriza a América del Sur. Pequeños puntos o rayitas de color verde, azul o rojo, que muestran el degradado del arco iris, distribuidos anárquicamente sobre las imágenes, se presentan con más evidencia en un paisaje de color homogéneo como la selva o el mar y tienen una explicación original. Son causados por partículas de electrones y protones de mucha energía, precipitadas en la atmósfera, después de su “vida”, en una cintura de radiación que envuelve el planeta Tierra entre 500 y 40.000 kilómetros de altura.
Esta cintura fue descubierta gracias a los datos de otro satélite, el primer satélite artificial americano, Explorer 1, lanzado el 31 de enero de 1958, bajo la responsabilidad del físico norteamericano James Van Allen. Así, la tierra está envuelta en una zona llamada “cintura de Van Allen”, donde están presos los electrones y protones en grandes cantidades, animados de un movimiento continuo de válvula entre los polos Norte y Sur, y de una deriva en longitud. Su forma y su estabilidad les están dadas por las líneas de fuerza del campo magnético terrestre.
Debido a su energía muy elevada, dichas partículas de esta cintura pueden causar daños importantes a las naves espaciales y a sus tripulaciones. Es una de las razones por las cuales las naves “habitadas” no van más allá de los 500 km. El satélite de observación de la tierra, SPOT, cuya altura de grabación es de 830 km, sufre de proyecciones de estas partículas que borran todo lo que graba el satélite cuando vienen a “morir” al desintegrarse en las capas bajas de la atmósfera terrestre.
Aunque no se sabe exactamente por qué, las regiones del Pacífico y de América Latina son las más afectadas por este fenómeno nuevo. Esta particularidad técnica, desde un cierto punto de vista, puede ser una originalidad artística específica de este continente. Se puede, obviamente, corregir o dejar este detalle según el propósito de uso de las imágenes.
De esta manera, se tiene con las imágenes de satélite una herramienta poderosa que se debe conocer para utilizarla mejor. Hace uso de una tecnología espacial muy desarrollada y, por lo tanto, relativamente costosa, pero paradójicamente económica si se tiene en cuenta los beneficios que ofrece. Esta técnica permite en muchos casos un control de los gastos en construcciones importantes, o en la puesta en marcha de políticas agrarias o ambientales. Es en esencia una aplicación productiva, para el utilizador, de los avances de la conquista espacial.
Sobre el camino especial y espacial, hecho de cuadros de 60 km de lado a lo largo de los países andinos, se puede percibir, además de las obvias ventajas técnicas de esta herramienta, una unidad temática del continente. Sobrevolando los Andes y la selva, corriendo como un cangrejo ultrasofisticado a lo largo de las coordenadas geográficas, a través de los paralelos y meridianos, el satélite SPOT dibuja una red perfecta de cobertura total del continente americano. Sin tener ninguna frontera, libre de todas restricciones terrestres. Esta herramienta, cuya única debilidad son las nubes que se interponen en su camino, nos habla de la Tierra como de un mosaico perfecto según un código de colores inventado por sus captores. Nos presenta una Tierra real, muy técnica para algunos, pero abierta a las visiones creadoras de los artistas, y a poner sus calidades técnicas al servicio de los hombres de ciencia. Desde el punto de vista poético, nos permite una visión de la Tierra como nunca se había soñado.
#AmorPorColombia
Las imágenes desde el satélite
Frontera entre Venezuela y Guyana en la selva húmeda tropical. Estado Bolívar.
Aspecto de la selva húmeda tropical venezolana en la frontera de Guyana y Brasil. Estado Bolívar
Región de la selva húmeda tropical venezolana en la transición con la zona de los Tepuyes. Estado Bolívar.
Archipiélago coralino de Los Roques en el Mar Caribe venezolano.
Orilla este del lago de Maracaibo y población Ciudad Ojeda en Venezuela. Estado Zulia
Región desértica del litoral atlántico y del piedemonte entre la zona de Caracas y el lago de Maracaibo. Estado Falcón.
Región seca de los Llanos venezolanos y embalse Playa de Riedra. Estado Guárico.
Región desértica del litoral caribe venezolano. Estado Falcón.
Afluentes del río Apure en la región de los Llanos de Venezuela. Estado Barinas.
Zona desértica del litoral caribe colombiano, limítrofe con Venezuela. Departamento de La Guajira.
Contraste de la utilización del suelo en los Llanos de Venezuela. Estado Barinas.
Extensiones suburbanas de Caracas hacia el lago de Valencia.
Fragmento del piedemonte este de la cordillera de Mérida y comienzo de los Llanos. Estado Mérida.
Río Apure y sus afluentes en los Llanos de Venezuela. Estado Apure.
Ciudad de Barranquilla en el litoral caribe colombiano. Departamento del Atlántico.
Ciudades de Ciénaga y Santa Marta, en el litoral caribe colombiano. Departamento del Magdalena.
Frontera entre Bolivia y Brasil, al oeste y al este de las lagunas, a cien kilómetros al norte de la ciudad de Corumbá.
Salar de Atacama y pueblo de San Pedro de Atacama, en el curso del río San Pedro.
Cauce del río Apure en los Llanos de Venezuela. Estado Apure.
Confluencia de los ríos Huallaga y Marañón en la selva amazónica peruana.
Selva húmeda tropical del noreste de Bolivia, curso del río Maniquí y población de San Borja.
Ciudad de Santafé de Bogotá en la Sabana de Bogotá. Departamento de Cundinamarca.
Cordillera Real, al este de La Paz, donde nacen los afluentes de los ríos de la selva oriental. Departamento de La Paz.
Región pantanosa en la frontera entre Bolivia y Brasil, al sur de Corumbá. Estado de Mato Grosso del Sur
Altiplano desértico al sur del Perú cerca a la frontera con Bolivia y al lago de Titicaca. Departamento de Tacna.
Ciénagas aledañas al río Magdalena entre los departamentos de Bolívar y Magdalena, en Colombia.
Golfo de Morrosquillo en el litoral caribe colombiano entre los departamentos de Sucre y Córdoba.
Bahía de Cartagena y ciudad de Cartagena de Indias. Departamento de Bolívar.
Golfo de Morrosquillo en el litoral caribe colombiano entre los departamentos de Sucre y Córdoba.
Zona de la depresión momposina entre los departamentos de Bolívar y Magdalena, en Colombia.
Litoral pacífico colombiano cerca a la frontera con Panamá. Departamento del Chocó.
Golfo de Panamá, ciudad de Panamá y entrada al canal transoceánico, en el litoral pacífico.
Zona de la Cordillera Oriental colombiana en los departamentos de Boyacá y Cundinamarca.
Región de los Llanos Orientales de Colombia. Departamento de Arauca.
Ciudad de Quito, capital del Ecuador, en la cordillera de los Andes. Provincia de pichincha.
Colonización reciente en la selva húmeda tropical ecuatoriana. Provincia de Napo.
Región de las grandes vertientes en la frontera entre Perú y Ecuador. Departamento de Piura.
Transición entre el desierto litoral pacífico y el piedemonte de la cordillera peruana.
Río Putumayo en la frontera entre Perú y Colombia.
Ciudad de Iquitos sobre el curso del río Marañón en la selva amazónica del noreste peruano.
Confluencia del río Marañón con el río Amazonas, al noreste de Iquitos.
Ciudad de Leticia en la frontera entre Colombia, Perú y Brasil, en la selva amazónica.
Aspecto de la selva amazónica brasileña, al sur del río Amazonas y de su confluente el río Yavarí.
Región del desierto litoral pacífico peruano del norte, entre Lima y la frontera con el Ecuador.
Cultivos intensivos en las orillas del río Ica en el litoral pacífico peruano.
Desierto del litoral pacífico peruano de “La Chala”, en el departamento de Arequipa.
Cordillera de Huanzo, Cordillera Real y nevado Ampato, en los Andes peruanos.
Región del interior de los Andes peruanos denominado “piso Quechua”. Departamento de Cuzco.
Corredor del río Urubamba en los Andes peruanos al este de la selva amazónica. Departamento de Cuzco.
Confluencia de los ríos Beni y Madre de Dios en la selva húmeda tropical del noreste boliviano .
Frontera entre Bolivia y Brasil en la confluencia de los ríos Mamoré e Itenez.
Curso del río Jamarí, afluente del río Madeira, en la selva brasileña. Estado de Rondonia.
Curva pantanosa en el curso del río Madeira en la selva amazónica brasileña.
Región de “La Chala” al suroeste del Perú. Departamento de Arequipa.
Región interior de los Andes peruanos, al sureste de Arequipa. Departamento de Moquegua.
Cordillera del sur del Perú cerca de la frontera con Chile, en el departamento de Tacna.
Cordillera Real y zona de la Puna seca, eje de circulación entre La Paz y Oruro.
Puna sub-desértica en el altiplano boliviano y curso del río Desaguadero.
Ciudad de Villa Montes en la transición entre las vertientes de la cordillera boliviana y la planicie del Chaco.
Curso del río Desaguadero en la Puna subdesértica del altiplano boliviano.
Zona de transición entre las grandes vertientes de la cordillera y el inicio de la planicie del Chaco.
Transición entre la cordillera oriental boliviana, cerca de Cochabamba, y la región del Chaparé.
Desiertos salinos de los altiplanos del norte de Chile, en la zona fronteriza con Bolivia.
Aspecto desértico del noroeste de Argentina en la frontera con Chile. Provincia de Jujuy.
Altiplano minero en la zona desértica del noroeste de Argentina. Provincia de Salta.
Sabana tropical pantanosa de Paraguay, en las proximidades del río Paraguay en la frontera con el Brasil.
Zona fronteriza entre Paraguay y Brasil al oeste y al este del río Paraguay.
Texto de: Olivier Bernard
La teledetección aeroespacial tiene una historia reciente pero llena de éxitos. Como herramienta científica ha permitido descubrir nuevos campos de estudio de nuestro planeta, más amplios y más eficaces. A pesar de su utilización netamente científica, sus aspectos artísticos ofrecen también visiones maravillosas del “planeta azul”. Lo que sería, en la segunda mitad del siglo XX, la teledetección aeroespacial, empieza de manera empírica con el embarque de material fotográfico en aviones. De un uso desarrollado al comienzo de la primera guerra mundial y acelerado durante la segunda guerra mundial, esta técnica será progresivamente continuada por la expansión que la conquista espacial dará a los métodos de detección a distancia, sobre todo gracias a la manufactura de imágenes por computador. Los primeros grandes conceptos de la teledetección espacial nacen a principio de los años sesenta en Estados Unidos y en la Unión Soviética. A partir de los años setenta, franceses y canadienses empiezan a difundir esta cultura de la imagen con técnica propia. Así, a los pioneros de la observación espacial de la tierra les correspondió inventar casi toda esta nueva ciencia.
La idea de preparar satélites de observación militar empieza a comienzos de la conquista espacial con el proyecto SAMOS (Satellite and Missile Observation System) de Estados Unidos. El primero de estos satélites, destinado a remplazar los aviones-espías U2, fue lanzado el 31 de enero de 1961. Pero, es con una hazaña astronáutica de los soviéticos como empieza la historia. Ocurre el 4 de octubre de 1957, con el lanzamiento del famoso “Spoutnik”, pequeño satélite artificial de 84 kg. En comparación, el primer satélite americano, Explorer I, lanzado en enero de 1958, tenía un peso de sólo 14 kg.
Después vienen los satélites de tipo TIROS (Television Infrared Observation Satellite). El 1 de abril de 1960, el TIROS I graba la primera imagen del globo terrestre. Los tres primeros TIROS grabaron miles de imágenes de la tierra, de las cuales muchas fueron revelaciones increíbles para la ciencia meteorológica.
Cada país sigue su propio programa: Spoutnik y Vostok para los Soviéticos, Mercury para los Americanos. En mayo de 1960, los primeros logran lanzar una estación espacial de 4.500 kg de peso, y el 12 de abril de 1961, el soviético Youri Gagarine se convierte en el primer hombre en el espacio. El 20 de febrero de 1962, gracias al Mercury Friendship 7, el norteamericano Scott Glenn realiza tres giros alrededor de la tierra.
Así, los primeros vuelos con pasajeros continúan, y poco a poco, con descripciones captadas por el ojo del hombre, se precisan los detalles y colores de los continentes vistos desde el espacio. En 1963, en un artículo escrito por Robert N. Colwell, aparecen las ventajas e inconvenientes potenciales de la fotografía por satélite. El mostraba que de las importantes aplicaciones específicas, el inventario de los recursos naturales era el más interesante.
Para todos los astronautas, el planeta Tierra aparece rodeado de una envoltura azul transparente. La atmósfera actúa como un medio turbio en el cual las radiaciones se traducen en una coloración azul de la luz. A este fenómeno se debe atribuir el color azul del cielo, visto desde el suelo como desde el espacio. Por eso los astronautas han llamado a nuestra Tierra el “planeta azul”, dado también por la presencia mayoritaria de los océanos en relación con la superficie de la Tierra.
Las primeras tomas fotográficas de la tierra se hicieron, directamente por la tripulación, desde la nave espacial con un aparato normal. El 3 de junio de 1965, el norteamericano Edward H. White sale de la cabina al espacio cósmico durante 20 minutos y realiza varias fotografías de la Tierra. Estas fotografías, obtenidas gracias a una cámara Hasselblad, en el marco del programa GEMINI de la NASA (National Aeronautics and Space Administration), muestran formas y estructuras terrestres no determinadas, como la falla de la bahía de California, y campos de lavas y orificios volcánicos, en México, a más de 500 km2, antes desconocidos. Este programa logró tomar 1.464 fotografías, en color, de la Tierra. La precisión y la nitidez de esas fotografías muestran todo la importancia de las tomas hechas directamente en el espacio. El auge y la expansión progresiva de los conceptos de la teledetección aeroespacial son paralelos a los éxitos de la “Conquista Espacial”. La palabra americana “remote sensing”, creada para designar esta técnica nueva de detección a larga distancia, nació en los Estados Unidos en 1961. Este concepto está en el origen del programa EROS (Earth Resources Observation Systems), creado en 1966 para aplicar las técnicas de teledetección al inventario, la vigilancia y la administración de los recursos naturales. Es a partir del 26 de julio de 1972, con el lanzamiento del satélite de observación terrestre ERTS-1 (Earth Resources Technology Satellite), llamado LANDSAT, cuando la teledetección toma realmente auge internacional al recibir las primeras imágenes de la tierra. Con el satélite hubo que revisar totalmente el sistema de información geográfica utilizado anteriormente. Gracias a esta técnica, se puede lograr una investigación estadística de síntesis, que analiza al mismo tiempo la ocupación del espacio a nivel del suelo, y las actividades humanas sobre este territorio. Es un medio de investigación dinámico que permite ir más allá de las informaciones estáticas tales como el catastro, ficheros estadísticos o encuestas por sondeos.
Al servicio de cada disciplina de la geografía, un satélite dará informaciones específicas.
Por medio de sus agencias nacionales, los americanos con la NASA y la NOAA (National Oceanic and Atmospheric Administration), y los europeos con la ASE (Agencia Espacial Europea) y el CNES (Centro Nacional de Estudios Espaciales) han puesto sobre diversas órbitas terrestres varias series de satélites de uso civil. Satélites de recursos terrestres tales como LANDSAT y SPOT, cuyas órbitas son circulares, casi polares y heliosincrónicas. Satélites meteorológicos, geoestacionarios con relación a la línea ecuatorial, tales como los METEOSAT, o vuelta casi polar, como los NOAA, TIROS y NIMBUS y, finalmente satélites oceanográficos como SEASAT.
Desde los años setenta, todos esos satélites responden a la idea de conocer mejor los fenómenos naturales de la tierra y de prever las actividades humanas relacionadas.
De esta historia reciente y exitosa nace una técnica original e innovadora: la teledetección aeroespacial con sus novedosas herramientas para nuevas aplicaciones. Es necesario conocer varias nociones de funcionamiento de los satélites de observación de la tierra para entender mejor el propósito de tal técnica. Aparte de los satélites espías, exclusivamente de uso militar, los satélites de observación de la tierra tienen múltiples aplicaciones en el campo civil.
El principio de funcionamiento es casi siempre el mismo y consiste en grabar, mediante sensores adecuados, los fenómenos dinámicos de la atmósfera terrestre o los fenómenos naturales y humanos de su superficie. Lo que hace el satélite no es sólo tomar una fotografía sino grabar, gracias a un radiómetro, la señal luminosa que refleja cada objeto terrestre después de ser alcanzado por la luz del sol. Los sensores codifican así matemáticamente, bajo la forma de números, la “firma solar” de cada objeto, la envían a un computador potente, en tierra, que traduce y construye las imágenes. El producto final no es pues una fotografía sino una imagen que tiene colores específicos, que corresponden a firmas espectrales. Así por ejemplo, el mar aparece de color negro, los vegetales en diferentes tonalidades de rojo según la intensidad del desarrollo, y las ciudades de color gris. Los colores aparecen de esta forma porque los datos numéricos captados son traducidos en tonos particulares a partir de una codificación adecuada.
El proceso de descripción o de interpretación de una imagen es casi siempre el mismo, y permite “ver” e interpretar todo lo que muestra la imagen según el propósito de quien la utiliza.
Antes de mirar la imagen misma, hay que leer las informaciones técnicas que están ubicadas en el cuadro. Convencionalmente, en la parte superior, de forma general, se presentan el nombre y el número del satélite que permite conocer la generación de técnica utilizada. Después, está anotado el canal técnico de grabación utilizado, por ejemplo HRV 2 o sea Alta Resolución Visible Canal 2. Puede ser infrarrojo térmico u otro canal del dominio visible. Aparecen, igualmente, las referencias de ubicación geográfica de la imagen con relación a una clasificación propia del organismo de lanzamiento, el CNES (Centro Nacional de Estudios Espaciales), en el caso francés, sobre una red de vuelos o pasajes del satélite que cubre el mundo entero. Al lado aparece el día de toma de la imagen. Hay cuadros de índices de luz, en blanco y negro arriba, e igualmente en color en la parte inferior.
Después se observan las características técnicas de cada canal radiométrico utilizado. Así mismo, está puesta una escala gráfica de la imagen para permitir la ubicación de cada objeto y medir su tamaño en la escena. En la parte última inferior vienen características de posición geográfica del centro de la imagen, con referencia a las coordenadas geográficas (en grados y minutos), y después otros datos técnicos con referencia a las correcciones que se han impreso a la imagen para hacerla legible. Aparece formalmente la hora de la toma y el copyright de la empresa dueña de los derechos del satélite. Ya, con toda esta información preliminar, se puede ubicar geográfica y técnicamente la escena que se va a detallar.
El paso siguiente es el análisis de la imagen, desde un punto de vista geográfico. Este análisis abarca generalmente dos partes: un comentario físico y un estudio humano.
El comentario físico ubica la zona en una región homogénea determinada: litoral, zona montañosa, desierto, urbanización o selva. Indica los nombres de los accidentes orográficos e hidrográficos mayores así como el tipo de utilización mayor del suelo: bosque, ciudad, pasto, etc. El estudio humano trae información adicional acerca de la actividad y ocupación humana tales como: agricultura, ganadería, y adicionalmente algún comentario de lo que se ve en la imagen que tenga relación con la historia de la zona: razones de creación de una ciudad, construcción de un canal, de una red de carreteras, o de un tipo particular de explotación del suelo: campos geométricos o quemaduras anárquicas de colonización reciente.
Es importante poder relacionar lo que se ve sobre la imagen con la evolución de la presencia humana. Se trata de deducir así una lógica de la implantación humana sobre un territorio. Ver si la zona está intervenida o no, según lo que se sabe de su historia, permite sacar conclusiones sobre su porvenir.
Además de los satélites de observación de la tierra, existen diferentes satélites para distintas aplicaciones. Los primeros satélites tenían aplicaciones meteorológicas y hoy están representados por los satélites americanos NOAA y los europeos METEOSAT. El papel de esos satélites, con órbita geoestacionaria, es el de observar la evolución de las masas nubladas sobre los océanos y los continentes. De la recurrencia de esos fenómenos atmosféricos se puede determinar el estado del tiempo en una zona específica, así como los accidentes meteorológicos tales como los ciclones.
El satélite SEASAT, lanzado en 1978 por la NASA en remplazo del NOAA, que hacía algo similar con las masas nubladas, ubicado a 800 km de la tierra, analiza con radiómetros de muy alta potencia en el infrarrojo térmico los fenómenos que ocurren en la superficie del mar por contrastes de temperatura. En total, en estos últimos 20 años, son once satélites NOAA los que han funcionado sin interrupción. Los satélites de recursos terrestres tales como SPOT o LANDSAT tienen órbitas circulares, casi polares, y son heliosincrónicos; o sea, siempre andan con el sol para tener luz en la zona de acción. El primer LANDSAT se lanzó en 1972 y el primer SPOT en febrero de 1986. A pesar de la diferencia de años tienen casi las mismas características: están ubicados a 800 km de la tierra y tienen órbitas circulares casi polares. LANDSAT posee más bandas espectrales que SPOT, seis en lugar de tres, pero una menor precisión de detalle al suelo, 30 metros en vez de 10. La zona de observación de LANDSAT es de más de 10.000 km2 y la de SPOT es de 3.600 km2 a un máximo de 4.800 km2.
Así, las numerosas aplicaciones permiten una visión global y nueva del medio ambiente. En efecto, la teledetección aeroespacial marca desde los años ochenta los grandes acontecimientos de nuestra época. Al lado de un papel cartográfico, casi obvio, que le permite actualizar la cartografía de zonas desconocidas sin hacer investigaciones de campo que resultarían muy costosas (cartografía muy fina a grandes escalas hasta el 1/50.000 con curvas de nivel y puntos georreferenciales gracias al Global Positioning System), el tratamiento informático de los datos numéricos, bajo la forma de cintas, con los programas potentes adecuados como Multiscope o Arc Info, permite igualmente desarrollar innumerables investigaciones. Puede también servir para localizar una fuente inusual de radiación, como la explosión de la planta nuclear de Tchernobyl que, en 1986, fue detectada y conocida en Occidente gracias a la teledetección espacial. Para evaluar la extensión de inundaciones graves en el valle del río Ganges en Bangladesh, o a partir de 1979, para lograr medir el deterioro de la capa de ozono. Con su ayuda se logra también cuidar los movimientos insensibles de la corteza terrestre. Así muchas precisiones de orden científico se desprenden de su utilización. Esta consagración, de hecho, le reserva grandes desarrollos porque la evolución del mundo y del medio ambiente terrestre ha sido muy rápida y su seguimiento mucho más exigente.
En esos aspectos se puede nombrar la deforestación, que abarca toda la cintura intertropical, la desertificación creciente de la zona tropical, y a nivel más general, la degradación del medio atmosférico a la escala del planeta. Se puede también estudiar la modificación del trazado de los litorales o del curso de los ríos debido a una intervención humana o a una catástrofe natural.
El calentamiento de la tierra, debido a las modificaciones de los contenidos de gas de la atmósfera, puede tener muy graves incidencias sobre la vida del hombre en las próximas décadas. Si la temperatura y el nivel del mar suben, y como consecuencia las zonas climáticas se descalzan, la producción agrícola y la ocupación de las tierras más bajas (regiones de delta) van a ser afectadas. Gracias a las medidas hechas por el satélite, se pueden prever a mediano plazo, con la ayuda de modelos matemáticos, las modificaciones de la temperatura, de la cobertura vegetal y de la superficie de los casquetes glaciales.
Así mismo, el desarrollo de la desertificación, sobre todo en las regiones semi-áridas, puede estudiarse muy precisamente en relación con el clima, con la biomasa vegetal y la presencia animal, con el suelo, con el agua y con la actividad humana. Como en esas regiones hay muy pocas estaciones climáticas, y como entre ellas la extrapolación es muy difícil debido a los cambios bruscos de clima, las imágenes de satélites meteorológicos como METEOSAT, METEOR o INSAT, dan informaciones muy útiles sobre las temperaturas de la superficie, la velocidad y la dirección de los sistemas de nubes, así como también la humedad atmosférica.
Los datos de satélite son también muy útiles para conocer mejor la biomasa vegetal y la actividad de la clorofila, gracias a los índices de vegetación, que son clasificaciones de los diferentes tipos de árboles de una zona, y de sus estados de crecimiento. La dificultad en las regiones secas es lograr la diferenciación entre vegetales secos y verdes. En este caso, es necesario tener datos del terreno obtenidos de un trabajo de campo, para hacerlos corresponder con los obtenidos del satélite.
El inventario forestal de los grandes bosques del mundo (zonas de la selva amazónica y de las selvas de coníferas de las zonas frías) es uno de los importantes retos de este fin de siglo. Del buen conocimiento de esas zonas a donde es difícil penetrar, se pueden prever de mejor manera sus debilidades y, en consecuencia, explotarlos de modo más racional. En el marco de la preservación de los recursos, los satélites de observación de la tierra son indispensables para aprovechar mejor los recursos haliéuticos (de la pesca). Se pueden determinar el lugar de vida y de reproducción de las especies y los movimientos de los grupos, con el fin de protegerlos o explotarlos. Gracias a los sensores térmicos, la teledetección aeroespacial ayuda a determinar las zonas-tanques de alto potencial petrolífero o energético como las de alta concentración de minerales útiles o raros. Finalmente, la actividad humana, y los incendios, factores de la aridez de un campo, pueden ser fácilmente identificados con las imágenes de satélite.
Pero la deforestación no se debe solamente a estos factores sino que resulta de muchas causas que se cruzan y que necesitan, para prevenirlas, un intercambio permanente entre los datos satelitarios y los de las investigaciones de campo. En el marco del ordenamiento territorial, el “ojo” del satélite es también de gran ayuda para lograr tomar decisiones acerca del trazado de una nueva carretera o para ofrecer a las autoridades de la zona diversas alternativas de desarrollo para el auge de una ciudad.
La teledetección aeroespacial permite estudiar y remediar otros aspectos nocivos de la actividad humana. Por ejemplo, las diferentes formas de polución. Se puede localizar un daño importante, tal como un escape de petróleo en el mar, para seguirlo y combatirlo, o el estado de un tipo vegetal acerca de una actividad humana que lo destruye. El buen o mal estado de las selvas se determina, de esta manera, con los índices de vegetación que graban la actividad clorofílica.
En América Latina varias utilizaciones se han llevado a cabo a nivel de los gobiernos o de organismos privados, con trabajo considerable. De esta manera, se pueden prever los efectos de una construcción antes de que ocurra una situación irreparable. Tal vez, en el caso de la Troncal del Caribe de Colombia, que destruyó la ciénaga entre Santa Marta y Barranquilla, hubiera sido posible estudiar otro trazado o advertir, durante la construcción, la degradación importante de el medio selvático litoral. Estudios de cartografía regional para determinar la extensión de la barrera coralina y de prevención de polución en las islas del Rosario, han sido llevados a cabo gracias al satélite.
En México, SPOT ha logrado actualizar la cartografía a una escala muy grande en todo el territorio nacional. Tal estudio, que se habría demorado años de sobrevuelos aéreos, se va a hacer en unos meses con una seguridad y una precisión que no puede alcanzar la cámara fotográfica. Además, el satélite, siempre en acción, permite una actualización permanente de los datos cartográficos sin emprender otra costosa campaña cartográfica. El problema del control de la extensión urbana en ese país, es también controlado por SPOT. En Argentina, la confrontación de los datos de la imagen con los actos de propiedad ha permitido reformar el catastro para una utilización más racional de la tierra, y también para el gobierno nacional determinar qué tierra pertenece a quién, y obligar a pagar impuestos a sus dueños concordantes con sus bienes reales. Se ha logrado también estudiar, gracias al satélite, los daños causados por inundaciones en la región de Buenos Aires. En Brasil se ha utilizado esta herramienta para hacer estudios de impacto sobre el medio ambiente, de la construcción de un oleoducto, para estudiar la erosión de vertientes y la deforestación, para controlar la utilización de los créditos dados a los azucareros acerca de la utilización del suelo con siembras de caña de azúcar. En Venezuela, sirve para hacer el inventario catastral rural previo al desarrollo de investigaciones petroleras, o ha permitido descubrir la extensión del más grande yacimiento minero de bauxita del mundo. En Perú, se utilizan las imágenes para la investigación minera y para el estudio de los riesgos potenciales del volcanismo. En Honduras se observa, gracias a SPOT, el nivel del progreso de los trabajos de renovación de carreteras financiados por el Banco Mundial. Chile y Bolivia lo utilizan para determinar de quién es la propiedad de las tierras agrícolas.
Otras aplicaciones a nivel privado tienen igual importancia. Las empresas petroleras y extractivas, utilizan las imágenes para determinar las zonas de investigación y excavación preferenciales. Así se ahorra tiempo y dinero al evitar múltiples trabajos de campo.
En el dominio del ordenamiento territorial, las imágenes permiten hacer simulaciones de trazados de carreteras o de construcción de vivienda teniendo presente el aspecto ambiental. Así, se pueden evaluar las degradaciones y el impacto de esas construcciones sobre el medio ambiente, y prever el punto razonable de explotación del medio.
Gracias al satélite y sus productos, los datos cartográficos han sido multiplicados y mejorados al nivel de toda la Tierra. Ahora se puede alcanzar a cartografiar cada punto de la superficie terrestre. La resolución de 10 metros al suelo, que permite alcanzar un nivel de detalle muy importante, da como resultado cartografía muy precisa a grande escala. El proceso de estereoscopia da la posibilidad de hacer trabajos en tres dimensiones, y el sistema de espejos logra una repetitividad de tomas sin pasar la vertical del punto requerido para realizar los mapas. Esta herramienta ha revolucionado la técnica cartográfica y la visión del hombre sobre su planeta.
Con estos antecedentes, la comunidad internacional ha empezado a tomar conciencia de todos estos problemas, difíciles de manejar porque no se conocen bien las causas, las condiciones exactas y los efectos a largo plazo.
Es necesario estudiar los cambios progresivos, pasados, actuales y por venir, del medio ambiente a la escala de la Tierra. Para lograr este objetivo, veinticuatro países han decidido unir sus esfuerzos.
Antes del año 2.000, los datos recogidos por la teledetección espacial a la escala del planeta permitirán a los investigadores proceder a las verificaciones de los modelos de previsión construidos anteriormente, descubrir y entender las interacciones físicas, químicas y biológicas que regulan todos los sistemas terrestres, o sea el medio que condiciona la vida.
A nivel artístico, y específicamente en América del Sur, surge la posibilidad de establecer una “identidad” o una originalidad del continente a través de la teledetección aeroespacial, o sea conocer lo que ofrece de particular visto desde el espacio.
En efecto, cada continente, posiblemente, tiene una originalidad física, poética o técnica frente a la utilización de la teledetección. Y hay que determinarla.
Esta originalidad existe para América del Sur a dos niveles: uno temático y artístico, el otro más técnico. La gran originalidad del continente a nivel temático reside en el hecho de que sus imágenes muestran paisajes muy poco intervenidos por el hombre. Así, los terrenos son “vírgenes” porque tienen pocas marcas de la intervención humana. Las grandes ciudades son escasas, y las redes humanas de comunicación o de viviendas-cultivos no dejan huellas fuertes sobre el paisaje visto desde el espacio.
Lo que se podría llamar una “pureza” original o natural tiene obviamente que ver con la inmensidad de las tierras consideradas, e igualmente con los elementos físicos de esos terrenos vírgenes. Es obvio que, por su historia más reciente y su amplitud mayor, América del Sur no tiene la red urbana europea, que es la característica aeroespacial del “viejo mundo”.
Aquí, por su tamaño y sus elementos físicos, el continente parece vacío y de este “vacío” sobresalen grandes unidades características. La cordillera de los Andes, verdadera espina dorsal del continente, tiene así unas firmas espectrales propias que son los elementos unificadores de varios países. De igual manera, la selva amazónica, pulmón de América, aparece también como un elemento específico y unificador para individualizar el continente suramericano frente a fenómenos físicos de otros continentes.
Este relativo “vacío humano” que implica la predominancia de firmas espectrales “naturales” como las de la selva o la cordillera es, a nivel temático, una característica de América del Sur.
En lo que se refiere a las ciudades, el plan en forma de tablero, que se identifica perfectamente desde el espacio, podría ser la característica esencial de la red urbana del continente. Esta característica urbanística y arquitectónica tiene la repetitividad suficiente para imponerse como el mayor elemento temático humano. En cuanto a la nubosidad o al trazado del litoral, otros continentes tropicales tienen similares formas espectrales al nuestro. Por lo tanto, no se pueden señalar estos elementos como característicos.
América del Sur sería aeroespacialmente hablando un continente “natural”, pero también el de la vida natural. En efecto, sus paisajes se caracterizan por una abundancia de vida vegetal casi única en el mundo. Africa también tiene paisajes naturales pero son desiertos esculpidos por los vientos y lluvias escasas.
Las firmas radiométricas de la vegetación, donde sea, que muestran un continente rojo o verde, también afirman la originalidad de este continente. A nivel técnico, una interferencia espacial, particularmente activa sobre este continente y el Océano Pacífico, caracteriza a América del Sur. Pequeños puntos o rayitas de color verde, azul o rojo, que muestran el degradado del arco iris, distribuidos anárquicamente sobre las imágenes, se presentan con más evidencia en un paisaje de color homogéneo como la selva o el mar y tienen una explicación original. Son causados por partículas de electrones y protones de mucha energía, precipitadas en la atmósfera, después de su “vida”, en una cintura de radiación que envuelve el planeta Tierra entre 500 y 40.000 kilómetros de altura.
Esta cintura fue descubierta gracias a los datos de otro satélite, el primer satélite artificial americano, Explorer 1, lanzado el 31 de enero de 1958, bajo la responsabilidad del físico norteamericano James Van Allen. Así, la tierra está envuelta en una zona llamada “cintura de Van Allen”, donde están presos los electrones y protones en grandes cantidades, animados de un movimiento continuo de válvula entre los polos Norte y Sur, y de una deriva en longitud. Su forma y su estabilidad les están dadas por las líneas de fuerza del campo magnético terrestre.
Debido a su energía muy elevada, dichas partículas de esta cintura pueden causar daños importantes a las naves espaciales y a sus tripulaciones. Es una de las razones por las cuales las naves “habitadas” no van más allá de los 500 km. El satélite de observación de la tierra, SPOT, cuya altura de grabación es de 830 km, sufre de proyecciones de estas partículas que borran todo lo que graba el satélite cuando vienen a “morir” al desintegrarse en las capas bajas de la atmósfera terrestre.
Aunque no se sabe exactamente por qué, las regiones del Pacífico y de América Latina son las más afectadas por este fenómeno nuevo. Esta particularidad técnica, desde un cierto punto de vista, puede ser una originalidad artística específica de este continente. Se puede, obviamente, corregir o dejar este detalle según el propósito de uso de las imágenes.
De esta manera, se tiene con las imágenes de satélite una herramienta poderosa que se debe conocer para utilizarla mejor. Hace uso de una tecnología espacial muy desarrollada y, por lo tanto, relativamente costosa, pero paradójicamente económica si se tiene en cuenta los beneficios que ofrece. Esta técnica permite en muchos casos un control de los gastos en construcciones importantes, o en la puesta en marcha de políticas agrarias o ambientales. Es en esencia una aplicación productiva, para el utilizador, de los avances de la conquista espacial.
Sobre el camino especial y espacial, hecho de cuadros de 60 km de lado a lo largo de los países andinos, se puede percibir, además de las obvias ventajas técnicas de esta herramienta, una unidad temática del continente. Sobrevolando los Andes y la selva, corriendo como un cangrejo ultrasofisticado a lo largo de las coordenadas geográficas, a través de los paralelos y meridianos, el satélite SPOT dibuja una red perfecta de cobertura total del continente americano. Sin tener ninguna frontera, libre de todas restricciones terrestres. Esta herramienta, cuya única debilidad son las nubes que se interponen en su camino, nos habla de la Tierra como de un mosaico perfecto según un código de colores inventado por sus captores. Nos presenta una Tierra real, muy técnica para algunos, pero abierta a las visiones creadoras de los artistas, y a poner sus calidades técnicas al servicio de los hombres de ciencia. Desde el punto de vista poético, nos permite una visión de la Tierra como nunca se había soñado.