- Botero esculturas (1998)
- Salmona (1998)
- El sabor de Colombia (1994)
- Wayuú. Cultura del desierto colombiano (1998)
- Semana Santa en Popayán (1999)
- Cartagena de siempre (1992)
- Palacio de las Garzas (1999)
- Juan Montoya (1998)
- Aves de Colombia. Grabados iluminados del Siglo XVIII (1993)
- Alta Colombia. El esplendor de la montaña (1996)
- Artefactos. Objetos artesanales de Colombia (1992)
- Carros. El automovil en Colombia (1995)
- Espacios Comerciales. Colombia (1994)
- Cerros de Bogotá (2000)
- El Terremoto de San Salvador. Narración de un superviviente (2001)
- Manolo Valdés. La intemporalidad del arte (1999)
- Casa de Hacienda. Arquitectura en el campo colombiano (1997)
- Fiestas. Celebraciones y Ritos de Colombia (1995)
- Costa Rica. Pura Vida (2001)
- Luis Restrepo. Arquitectura (2001)
- Ana Mercedes Hoyos. Palenque (2001)
- La Moneda en Colombia (2001)
- Jardines de Colombia (1996)
- Una jornada en Macondo (1995)
- Retratos (1993)
- Atavíos. Raíces de la moda colombiana (1996)
- La ruta de Humboldt. Colombia - Venezuela (1994)
- Trópico. Visiones de la naturaleza colombiana (1997)
- Herederos de los Incas (1996)
- Casa Moderna. Medio siglo de arquitectura doméstica colombiana (1996)
- Bogotá desde el aire (1994)
- La vida en Colombia (1994)
- Casa Republicana. La bella época en Colombia (1995)
- Selva húmeda de Colombia (1990)
- Richter (1997)
- Por nuestros niños. Programas para su Proteccion y Desarrollo en Colombia (1990)
- Mariposas de Colombia (1991)
- Colombia tierra de flores (1990)
- Los países andinos desde el satélite (1995)
- Deliciosas frutas tropicales (1990)
- Arrecifes del Caribe (1988)
- Casa campesina. Arquitectura vernácula de Colombia (1993)
- Páramos (1988)
- Manglares (1989)
- Señor Ladrillo (1988)
- La última muerte de Wozzeck (2000)
- Historia del Café de Guatemala (2001)
- Casa Guatemalteca (1999)
- Silvia Tcherassi (2002)
- Ana Mercedes Hoyos. Retrospectiva (2002)
- Francisco Mejía Guinand (2002)
- Aves del Llano (1992)
- El año que viene vuelvo (1989)
- Museos de Bogotá (1989)
- El arte de la cocina japonesa (1996)
- Botero Dibujos (1999)
- Colombia Campesina (1989)
- Conflicto amazónico. 1932-1934 (1994)
- Débora Arango. Museo de Arte Moderno de Medellín (1986)
- La Sabana de Bogotá (1988)
- Casas de Embajada en Washington D.C. (2004)
- XVI Bienal colombiana de Arquitectura 1998 (1998)
- Visiones del Siglo XX colombiano. A través de sus protagonistas ya muertos (2003)
- Río Bogotá (1985)
- Jacanamijoy (2003)
- Álvaro Barrera. Arquitectura y Restauración (2003)
- Campos de Golf en Colombia (2003)
- Cartagena de Indias. Visión panorámica desde el aire (2003)
- Guadua. Arquitectura y Diseño (2003)
- Enrique Grau. Homenaje (2003)
- Mauricio Gómez. Con la mano izquierda (2003)
- Ignacio Gómez Jaramillo (2003)
- Tesoros del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario. 350 años (2003)
- Manos en el arte colombiano (2003)
- Historia de la Fotografía en Colombia. Museo de Arte Moderno de Bogotá (1983)
- Arenas Betancourt. Un realista más allá del tiempo (1986)
- Los Figueroa. Aproximación a su época y a su pintura (1986)
- Andrés de Santa María (1985)
- Ricardo Gómez Campuzano (1987)
- El encanto de Bogotá (1987)
- Manizales de ayer. Album de fotografías (1987)
- Ramírez Villamizar. Museo de Arte Moderno de Bogotá (1984)
- La transformación de Bogotá (1982)
- Las fronteras azules de Colombia (1985)
- Botero en el Museo Nacional de Colombia. Nueva donación 2004 (2004)
- Gonzalo Ariza. Pinturas (1978)
- Grau. El pequeño viaje del Barón Von Humboldt (1977)
- Bogotá Viva (2004)
- Albergues del Libertador en Colombia. Banco de la República (1980)
- El Rey triste (1980)
- Gregorio Vásquez (1985)
- Ciclovías. Bogotá para el ciudadano (1983)
- Negret escultor. Homenaje (2004)
- Mefisto. Alberto Iriarte (2004)
- Suramericana. 60 Años de compromiso con la cultura (2004)
- Rostros de Colombia (1985)
- Flora de Los Andes. Cien especies del Altiplano Cundi-Boyacense (1984)
- Casa de Nariño (1985)
- Periodismo gráfico. Círculo de Periodistas de Bogotá (1984)
- Cien años de arte colombiano. 1886 - 1986 (1985)
- Pedro Nel Gómez (1981)
- Colombia amazónica (1988)
- Palacio de San Carlos (1986)
- Veinte años del Sena en Colombia. 1957-1977 (1978)
- Bogotá. Estructura y principales servicios públicos (1978)
- Colombia Parques Naturales (2006)
- Érase una vez Colombia (2005)
- Colombia 360°. Ciudades y pueblos (2006)
- Bogotá 360°. La ciudad interior (2006)
- Guatemala inédita (2006)
- Casa de Recreo en Colombia (2005)
- Manzur. Homenaje (2005)
- Gerardo Aragón (2009)
- Santiago Cárdenas (2006)
- Omar Rayo. Homenaje (2006)
- Beatriz González (2005)
- Casa de Campo en Colombia (2007)
- Luis Restrepo. construcciones (2007)
- Juan Cárdenas (2007)
- Luis Caballero. Homenaje (2007)
- Fútbol en Colombia (2007)
- Cafés de Colombia (2008)
- Colombia es Color (2008)
- Armando Villegas. Homenaje (2008)
- Manuel Hernández (2008)
- Alicia Viteri. Memoria digital (2009)
- Clemencia Echeverri. Sin respuesta (2009)
- Museo de Arte Moderno de Cartagena de Indias (2009)
- Agua. Riqueza de Colombia (2009)
- Volando Colombia. Paisajes (2009)
- Colombia en flor (2009)
- Medellín 360º. Cordial, Pujante y Bella (2009)
- Arte Internacional. Colección del Banco de la República (2009)
- Hugo Zapata (2009)
- Apalaanchi. Pescadores Wayuu (2009)
- Bogotá vuelo al pasado (2010)
- Grabados Antiguos de la Pontificia Universidad Javeriana. Colección Eduardo Ospina S. J. (2010)
- Orquídeas. Especies de Colombia (2010)
- Apartamentos. Bogotá (2010)
- Luis Caballero. Erótico (2010)
- Luis Fernando Peláez (2010)
- Aves en Colombia (2011)
- Pedro Ruiz (2011)
- El mundo del arte en San Agustín (2011)
- Cundinamarca. Corazón de Colombia (2011)
- El hundimiento de los Partidos Políticos Tradicionales venezolanos: El caso Copei (2014)
- Artistas por la paz (1986)
- Reglamento de uniformes, insignias, condecoraciones y distintivos para el personal de la Policía Nacional (2009)
- Historia de Bogotá. Tomo I - Conquista y Colonia (2007)
- Historia de Bogotá. Tomo II - Siglo XIX (2007)
- Academia Colombiana de Jurisprudencia. 125 Años (2019)
- Duque, su presidencia (2022)
Introducción
En el diseño de este vestíbulo para un edificio de apartamentos en Bogotá, Montoya usó generosamente mármol travertino.
Juan Montoya inició su carrera como diseñador en los años setenta. Como uno de los inventores del high-tech, sus interiores de esa época obedecen a una rígida armonía, caracterizada por el uso de materiales artificiales, mobiliario moderno y atrevidas combinaciones de colores. Las páginas siguientes presentan algunos ejemplos de su trabajo durante ese período.
Juan Montoya inició su carrera como diseñador en los años setenta. Como uno de los inventores del high-tech, sus interiores de esa época obedecen a una rígida armonía, caracterizada por el uso de materiales artificiales, mobiliario moderno y atrevidas combinaciones de colores. Las páginas siguientes presentan algunos ejemplos de su trabajo durante ese período.
Juan Montoya inició su carrera como diseñador en los años setenta. Como uno de los inventores del high-tech, sus interiores de esa época obedecen a una rígida armonía, caracterizada por el uso de materiales artificiales, mobiliario moderno y atrevidas combinaciones de colores. Las páginas siguientes presentan algunos ejemplos de su trabajo durante ese período.
Juan Montoya inició su carrera como diseñador en los años setenta. Como uno de los inventores del high-tech, sus interiores de esa época obedecen a una rígida armonía, caracterizada por el uso de materiales artificiales, mobiliario moderno y atrevidas combinaciones de colores. Las páginas siguientes presentan algunos ejemplos de su trabajo durante ese período.
Juan Montoya inició su carrera como diseñador en los años setenta. Como uno de los inventores del high-tech, sus interiores de esa época obedecen a una rígida armonía, caracterizada por el uso de materiales artificiales, mobiliario moderno y atrevidas combinaciones de colores. Las páginas siguientes presentan algunos ejemplos de su trabajo durante ese período.
Juan Montoya inició su carrera como diseñador en los años setenta. Como uno de los inventores del high-tech, sus interiores de esa época obedecen a una rígida armonía, caracterizada por el uso de materiales artificiales, mobiliario moderno y atrevidas combinaciones de colores. Las páginas siguientes presentan algunos ejemplos de su trabajo durante ese período.
Juan Montoya inició su carrera como diseñador en los años setenta. Como uno de los inventores del high-tech, sus interiores de esa época obedecen a una rígida armonía, caracterizada por el uso de materiales artificiales, mobiliario moderno y atrevidas combinaciones de colores. Las páginas siguientes presentan algunos ejemplos de su trabajo durante ese período.
Juan Montoya inició su carrera como diseñador en los años setenta. Como uno de los inventores del high-tech, sus interiores de esa época obedecen a una rígida armonía, caracterizada por el uso de materiales artificiales, mobiliario moderno y atrevidas combinaciones de colores. Las páginas siguientes presentan algunos ejemplos de su trabajo durante ese período.
Juan Montoya inició su carrera como diseñador en los años setenta. Como uno de los inventores del high-tech, sus interiores de esa época obedecen a una rígida armonía, caracterizada por el uso de materiales artificiales, mobiliario moderno y atrevidas combinaciones de colores. Las páginas siguientes presentan algunos ejemplos de su trabajo durante ese período.
Juan Montoya inició su carrera como diseñador en los años setenta. Como uno de los inventores del high-tech, sus interiores de esa época obedecen a una rígida armonía, caracterizada por el uso de materiales artificiales, mobiliario moderno y atrevidas combinaciones de colores. Las páginas siguientes presentan algunos ejemplos de su trabajo durante ese período.
Juan Montoya inició su carrera como diseñador en los años setenta. Como uno de los inventores del high-tech, sus interiores de esa época obedecen a una rígida armonía, caracterizada por el uso de materiales artificiales, mobiliario moderno y atrevidas combinaciones de colores. Las páginas siguientes presentan algunos ejemplos de su trabajo durante ese período.
Juan Montoya inició su carrera como diseñador en los años setenta. Como uno de los inventores del high-tech, sus interiores de esa época obedecen a una rígida armonía, caracterizada por el uso de materiales artificiales, mobiliario moderno y atrevidas combinaciones de colores. Las páginas siguientes presentan algunos ejemplos de su trabajo durante ese período.
Juan Montoya inició su carrera como diseñador en los años setenta. Como uno de los inventores del high-tech, sus interiores de esa época obedecen a una rígida armonía, caracterizada por el uso de materiales artificiales, mobiliario moderno y atrevidas combinaciones de colores. Las páginas siguientes presentan algunos ejemplos de su trabajo durante ese período.
Juan Montoya inició su carrera como diseñador en los años setenta. Como uno de los inventores del high-tech, sus interiores de esa época obedecen a una rígida armonía, caracterizada por el uso de materiales artificiales, mobiliario moderno y atrevidas combinaciones de colores. Las páginas siguientes presentan algunos ejemplos de su trabajo durante ese período.
Juan Montoya inició su carrera como diseñador en los años setenta. Como uno de los inventores del high-tech, sus interiores de esa época obedecen a una rígida armonía, caracterizada por el uso de materiales artificiales, mobiliario moderno y atrevidas combinaciones de colores. Las páginas siguientes presentan algunos ejemplos de su trabajo durante ese período.
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Juan Montoya inició su carrera como diseñador en los años setenta. Como uno de los inventores del high-tech, sus interiores de esa época obedecen a una rígida armonía, caracterizada por el uso de materiales artificiales, mobiliario moderno y atrevidas combinaciones de colores. Las páginas siguientes presentan algunos ejemplos de su trabajo durante ese período.
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Juan Montoya inició su carrera como diseñador en los años setenta. Como uno de los inventores del high-tech, sus interiores de esa época obedecen a una rígida armonía, caracterizada por el uso de materiales artificiales, mobiliario moderno y atrevidas combinaciones de colores. Las páginas siguientes presentan algunos ejemplos de su trabajo durante ese período.
Ejemplos de dramáticos interiores en laca diseñados por Montoya a comienzos de los años ochenta.
Ejemplos de dramáticos interiores en laca diseñados por Montoya a comienzos de los años ochenta.
Ejemplos de dramáticos interiores en laca diseñados por Montoya a comienzos de los años ochenta.
Ejemplos de dramáticos interiores en laca diseñados por Montoya a comienzos de los años ochenta.
Ejemplos de dramáticos interiores en laca diseñados por Montoya a comienzos de los años ochenta.
Ejemplos de dramáticos interiores en laca diseñados por Montoya a comienzos de los años ochenta.
Ejemplos de dramáticos interiores en laca diseñados por Montoya a comienzos de los años ochenta.
Ejemplos de dramáticos interiores en laca diseñados por Montoya a comienzos de los años ochenta.
Ejemplos de dramáticos interiores en laca diseñados por Montoya a comienzos de los años ochenta.
El trabajo de Montoya durante la segunda mitad de los años ochenta exhibía una selección más compleja de materiales e iluminación.
El trabajo de Montoya durante la segunda mitad de los años ochenta exhibía una selección más compleja de materiales e iluminación.
El trabajo de Montoya durante la segunda mitad de los años ochenta exhibía una selección más compleja de materiales e iluminación.
El trabajo de Montoya durante la segunda mitad de los años ochenta exhibía una selección más compleja de materiales e iluminación.
El trabajo de Montoya durante la segunda mitad de los años ochenta exhibía una selección más compleja de materiales e iluminación.
El trabajo de Montoya durante la segunda mitad de los años ochenta exhibía una selección más compleja de materiales e iluminación.
El trabajo de Montoya durante la segunda mitad de los años ochenta exhibía una selección más compleja de materiales e iluminación.
El trabajo de Montoya durante la segunda mitad de los años ochenta exhibía una selección más compleja de materiales e iluminación.
El trabajo de Montoya durante la segunda mitad de los años ochenta exhibía una selección más compleja de materiales e iluminación.
Colección de muebles para Portobelo.
Colección de muebles para Portobelo.
Colección de muebles para Portobelo.
Colección de muebles para Portobelo.
Colección de muebles para Portobelo.
Colección de muebles para Portobelo.
Colección de muebles para Portobelo.
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Colección de muebles para Portobelo.
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Ejemplos del trabajo de Montoya durante los años ochenta.
Ejemplos del trabajo de Montoya durante los años ochenta.
Ejemplos del trabajo de Montoya durante los años ochenta.
Ejemplos del trabajo de Montoya durante los años ochenta.
Ejemplos del trabajo de Montoya durante los años ochenta.
Ejemplos del trabajo de Montoya durante los años ochenta.
Ejemplos del trabajo de Montoya durante los años ochenta.
Ejemplos del trabajo de Montoya durante los años ochenta.
Ejemplos del trabajo de Montoya durante los años ochenta.
Comedor de la Hacienda La Carolina. Para los pisos en arcilla se copiaron diseños de época. La mesa de comedor es de estilo colonial del siglo XVII.
Texto de: Margaret Cottom Winslow
Como el pensador verdaderamente original que es, Juan Montoya no está casado con ningún estilo ni época en particular. Inicialmente fue tildado de minimalista, pero su trabajo ha evolucionado de manera dramática desde cuando, por primera vez, fue conocido públicamente en 1977. No obstante la gran diversidad que encontramos en el trabajo de Juan Montoya, es posible rastrear los elementos que constituyen el Montoya look en todas sus decoraciones de interiores. La exquisita yuxtaposición de texturas, colores y volúmenes, así como la meditada atención a las sombras, la escala y la calidad del espacio resultan en interiores llenos de refinamiento y elegante simplicidad. A través de la cuidadosa colocación de objetos, que a menudo reflejan su interés en variadas culturas, Montoya engrandece las cualidades inherentes de un espacio.
Esta colección de diseños de Juan Montoya es un viaje cronológico que ilustra el desarrollo de uno de los más importantes diseñadores de interiores del mundo. Ampliamente aclamado a una edad notablemente temprana, el trabajo de Montoya ha cautivado invariablemente el interés del mundo del diseño por su singularidad, que no obstante refleja muchas de las corrientes e ideas fundamentales de esta profesión en las tres últimas décadas. Los diseños de Montoya han evolucionado desde los austeros interiores minimalistas de los años setenta, que hicieron su temprana reputación, pasando por los barnizados y dramáticos diseños de los años ochenta, para llegar a los elegantes y relajados ambientes de los años noventa. Estas distintas etapas de la evolución de Montoya contribuyen a su actual complejidad como diseñador; en lugar de adoptar y difundir tendencias a medida que llegan y se van, él ha ido acumulando una riqueza de ideas, experiencias e impresiones, que incorpora constantemente a sus diseños en permanente evolución. Nunca cesa de desarrollar su repertorio de diseño y alimenta sin descanso sus ideas leyendo vorazmente, viajando por el mundo entero y viviendo gustosamente.
El trabajo de Montoya refleja esta joie de vivre e infinita pasión por los viajes, al combinar de manera exquisita diferentes culturas y períodos históricos, y no podría ser caracterizado por adjetivo alguno, a no ser el de ecléctico.
“Para mí, ecléctico significa que no estoy siguiendo ninguna regla. No quiero que un cuarto refleje una sola época; quiero usar, en cuanto sea posible, todas las épocas, para que todo esté allí y derive su sentido de la forma en que esté combinado”, dice él. Se da a sí mismo la libertad de buscar y escoger elementos que, al estar juntos, proporcionen un deleite inesperado a sus clientes y a sus invitados. Él enfoca todos y cada uno de sus proyectos con una mirada fresca y tiene el extraordinario don de asimilar el espacio y de tener una impresión inmediata de cómo ese espacio adquirirá forma. Sus diseños emplean yuxtaposiciones que son naturales en el mundo: claro y obscuro, sólido y etéreo, suave y áspero, viejo y nuevo, adornado y simple. Sus ideas y combinaciones son tan infinitas como su curiosidad hacia el mundo que lo rodea.
Algunos elementos del estilo de Montoya pueden rastrearse hasta su herencia colombiana. Nacido en Bogotá, fue educado en una familia profundamente enraizada en la cultura colombiana, que ha vivido allí por más de 200 años. Sumergido en la belleza desde su niñez, recuerda haber estado rodeado de antigüedades y otros objetos hermosos que aprendió a apreciar desde niño. Aprendió a percibir el mundo a través de los ojos de un artista, principalmente gracias a su madre y sus tías, que se esforzaban por embellecer sus amables hogares y se sentían orgullosas de hacerlo. También heredó la sensibilidad artística de su bisabuelo Jorge Isaacs, quien escribió María, la quintaesencia de la narrativa romántica latinoamericana. Tales influencias alimentaron su creatividad; desde niño, a Montoya le gustaba construir casas en cartón e incluso le ayudó a su madre a diseñar la decoración de su casa cuando contaba tan sólo ocho años.
Aunque artística, la educación de Montoya estuvo muy lejos de ser bohemia. A tiempo que estimularon su creatividad, fueron muy estrictos en su educación. Las horas de las comidas eran sagradas, los niños comían aparte y obtenían el derecho a pasar a la mesa de los adultos a los doce años. Fue educado dentro de un gran respeto a la tradición y a las prioridades, que eran patentes en las comidas dominicales en casa de su abuela en las que se hacía gran énfasis en los modales. Desde niño le encantaban los cristales brillantes, los manteles almidonados y la platería resplandeciente de la mesa de su abuela; las impresiones de estos hermosos ambientes y del respeto a la tradición influencian sus diseños actuales, lo cual es evidente en los ambientes de comedor que crea para sus clientes así como en las decoraciones de mesas de comedor que a menudo diseña para almacenes de lujo en Nueva York.
Montoya dice que su familia siempre le dio la libertad de elegir qué hacer con su talento e intereses. “Con la libertad, sin embargo, viene la gran responsabilidad de tomar buenas decisiones”, dice él. Después de estudiar arquitectura en Colombia, resolvió viajar a Estados Unidos para ampliar sus horizontes en busca de mayor experiencia mundana. Unas vacaciones de una semana con una tía en Nueva York se alargaron a seis meses, lo cual condujo a la decisión de quedarse, adquirir el dominio del idioma y aprender a sobrevivir en este nuevo país.
Montoya le sacó provecho a su estadía en Nueva York entrando a la Parsons School of Design, en donde obtuvo un grado en diseño ambiental. Sus estudios en Parsons en los años setenta redondearon sus anteriores conocimientos de arquitectura, más convencionales, estimularon su naturaleza experimental y aumentaron su contacto con el mundo del diseño. Siendo estudiante en Nueva York trabajó también en publicidad, lo cual amplió su experiencia cultural y le permitió apreciar el medio creativo de la ciudad.
Su deseo de continuar desarrollándose lo llevó a trasladarse a París, en donde tuvo la oportunidad de vivir y trabajar en un centro cultural mundial durante dos años. “Vivir en París me dio otra visión para mi vida en el diseño, y me abrió todo un nuevo mundo de historia, cultura y lenguaje para usar en mi trabajo”, dice. Posteriormente a su estadía en la Ciudad Luz, pasó un tiempo en Milán, experiencia que enriqueció aun más su bagaje cultural y le permitió estudiar diseño de muebles, uno de los muchos talentos que lo destacan actualmente. Sentir en carne propia el ambiente del viejo mundo en el cual los bellos artefactos de su niñez habían tenido origen, le dio nueva vida a la fascinación de su infancia y le ayudó a conectar el viejo y el nuevo mundo. Este acoplamiento de lo viejo y lo nuevo es un tema que prevalece en su trabajo actual.
Con varios idiomas, además del contacto con muchos países y culturas en su haber, Montoya regresó de Europa ansioso de poner a prueba sus nuevas habilidades y experiencias en la meca cultural de Nueva York. Aun cuando actualmente se encuentra muy lejos de su primer trabajo de diseño de consultorios odontológicos, valora esa experiencia por todo lo que aprendió en cuanto a ejecución, a precisión y a “comenzar de cero”. Durante los años setenta y ochenta, el clima cultural para el diseño de interiores estaba listo para que un diseñador joven e innovador ejerciera su creatividad, y fue entonces cuando inició su negocio independiente desde su apartamento en Greenwich Village. Descubierto inicialmente por sus austeros interiores high-tech, los medios del diseño han seguido de cerca su carrera a lo largo de más de dos décadas y lo han convertido en uno de los diseñadores más ampliamente divulgados en el mundo.
Los conocimientos y contactos internacionales de Montoya le ayudan a relacionarse con una clientela que se extiende por todo el mundo, una mezcla que a menudo es tan ecléctica como sus diseños. Sin embargo, la clave de la habilidad de Montoya para relacionarse con sus clientes va más allá de su espíritu mundano: se trata de su notable don de encontrar el alma de las personas. “Soy un lector”, dice él. “Puedo leer a mis clientes inmediatamente y luego llegar a conocerlos en diferentes niveles, a determinar qué ambiente satisfará sus necesidades, gustos y sueños”. Él estimula a sus clientes para que imaginen la casa de sus sueños y piensen sin limitaciones. Como esta manera de pensar requiere una confianza ciega, el carismático Montoya logra una química fundamental con sus clientes que le permite establecer esta confianza y realizar los sueños del cliente.
Concretar estos sueños requiere diseños “a la medida”, razón por la cual Montoya a menudo se compara con un sastre. “Mi proceso es muy parecido al de la haute couture, en el cual el modelo es diseñado exclusivamente para un cliente, cada pinza y cada pliegue son deliberados, hechos a la medida y contribuyen a un ajuste perfecto”, dice. Para lograr esto, él debe interpretar las necesidades no expresadas de su cliente, midiendo no sólo el tamaño del espacio sino a la persona misma en todos sus aspectos: su gusto, su vestimenta, sus aficiones, su estilo, su forma de recibir y mucho más.
Montoya puede leer los espacios tan bien como lee a sus clientes, posee la habilidad de tener una impresión inmediata de lo que un espacio necesita y de empezar a visualizar las soluciones de diseño desde la primera mirada. Su proceso, no obstante, es bastante orgánico y se prolonga mucho más allá del tablero de dibujo. Él se involucra en todos los aspectos de sus diseños, desde su inicio hasta su ejecución –incluso después de que sus clientes ocupan el espacio–, incorporando siempre inspiraciones de último minuto hasta que se logra el ambiente ideal. Montoya crea sus interiores para realmente vivirlos, no sólo para admirarlos. Cree en producir espacios flexibles que dejen campo para la dinámica: reacomodar, agregar nuevos elementos, quitar otros.
La herencia de Montoya siempre le ha proporcionado inspiración para sus diseños, mientras sus frecuentes viajes le proporcionan un mercado mundial de ideas y piezas culturales e históricas. Sus viajes a Asia, África, Europa y Suramérica con frecuencia aportan artefactos excéntricos, como austeras estatuas africanas, piezas únicas en madera de las Filipinas, curtidas puertas en madera de Colombia y ornados marcos de época de París, que al unirse en un espacio crean un interior mágico.
Bajo la hábil dirección de Montoya, estos elementos logran algo más que engrosar la codiciada colección de tesoros de un cliente. “Las piezas únicas son puntos focales que deben ser tratados no como objetos aislados sino como parte de un elemento integrado”, explica. Es su ojo para colocar estos objets d´art justo en el lugar perfecto y combinarlos con elementos inesperados el que hace que su trabajo sea tan admirable. Por más funcional que sea –algunas veces a pesar de la funcionalidad de un objeto–, Montoya trata cada objeto de un espacio según sus cualidades esculturales y estéticas, así como también según la interacción del objeto con otros objetos del cuarto. Su talento cautivador reposa en su habilidad para amarrar objetos disímiles, componer diálogos entre ellos y crear así energía e interés visual en un cuarto. Esta combinación única de cultura material define lo más esencial de Montoya.
A Montoya le gusta usar objetos fuera de contexto, tales como una imponente y lujosa columna como base de un lavamanos en un pequeñísimo cuarto de baño o una puerta en madera maciza suspendida de la pared en un elegante salón. Estas travesuras, derivadas de su estupendo sentido del humor, incorporan el importante elemento de la risa al diálogo de un cuarto.
Como en una conversación, en la cual las pausas y los silencios pesan tanto como las palabras mismas, las sombras y los vacíos en los diseños de Montoya representan un papel tan significativo como los objetos que los crean. “Lo que no está ahí es tan importante como lo que está”, dice. Una intrincada sombra proyectada por un panel en hierro forjado crea tanto deleite para el observador como el panel mismo.
Otra característica de Montoya es su inusual combinación de texturas, que también acrecienta la interacción en un interior y aumenta el efecto dramático. A él le encanta combinar distintas texturas –mohair y kilim, gamuza y tapiz– en un mismo mueble o lado a lado en una pared o en el tratamiento de una ventana. Toda superficie cuenta; la textura no se reserva únicamente para el tapizado y las alfombras. Tiene en cuenta la calidad táctil de cada elemento de un cuarto, yuxtapone distintas texturas y evalúa su interacción.
El hábil uso de las texturas de Montoya surge de su fascinación por la dimensión especial del diseño de interiores, en el cual los objetos deben ser vistos y tocados. “Mientras un cuadro es de dos dimensiones, el diseño de interiores utiliza tres dimensiones; por esto parte del diseño consiste en cómo se siente uno al moverse en el espacio”, dice él. Sus diseños contienen elementos conscientes pero naturales que guían al observador al desplazarse y lo hacen detenerse para hacer una pausa en puntos focales y en lugares de descanso. El vestíbulo de un apartamento, por ejemplo, puede estar flanqueado de importantes columnas que conducen al observador hacia el interior, pero también puede contener un objeto que lo incite a detenerse y admirar, preparándolo así para lo que viene luego. Con frecuencia, Montoya crea también referencias entre los elementos dentro de un espacio: un acanalado en la moldura de un corredor de entrada puede repetirse en el plafón, en un mueble o en la textura de la pared.
Como en el teatro, Montoya también usa la luz para controlar el paso del observador a través de un interior y crear una determinada disposición de ánimo. Usando la luz como un pincel, puede crear un punto focal iluminándolo con proyectores, para atraer al observador a cierto rincón de un cuarto, o incluso utilizar vidrio coloreado a través del cual la luz al pasar definirá un determinado tono.
Aunque Montoya no restringe su paleta de colores, éstos usualmente vienen del ambiente natural, en general de la madera, la tierra y el agua. A menudo incorpora objetos que resplandecen con la pátina del tiempo, agregando un sentido histórico a la sensación visual, y de nuevo dándole una dimensión única a la experiencia.
Otro elemento distintivo que se observa consistentemente en el trabajo de Montoya es su habilidad excepcional en el manejo de la escala y la proporción. Usa objetos gigantescos en los espacios más reducidos –“entre más pequeño sea el cuarto, más grandes los objetos”, es un credo que ha aplicado en sus diseños. A su oficina, por ejemplo, se accede a través de angostas puertas dobles que inesperadamente llegan hasta el techo y conducen a un íntimo recinto –que también contiene piezas sorprendentemente grandes y audaces que producen un efecto muy personal y acogedor en quienes entran.
Otra de las técnicas dramáticas de Montoya es su incorporación de variados elementos de transparencia para sugerir distintos niveles de espacio. Muchos de sus diseños contienen rejas, mamparas corredizas o celosías fijas que sirven para insinuar o esconder espacios adyacentes. Aun cuando este tipo de tratamiento puede ser funcional, como cuando disimula una pared o un armario que desentonan, también añade un toque de drama, que incrementa la dinámica y estimula su interacción con los objetos que lo rodean. Este tratamiento también puede usarse para esconder o desplegar lo último en tecnología. Desde calefacción en los pisos y cortinas manejadas a control remoto hasta centros de multimedios, todo lo acoge e incorpora para aumentar la comodidad de sus clientes. Bajo la maestría de Montoya, la tecnología puede estar desplegada artísticamente o escondida discretamente tras mamparas y enrejados.
Montoya incorpora también elementos únicos del lugar en el diseño del espacio interior. “Lo que se encuentra por fuera del espacio es igual de importante a lo que se encuentra dentro de él”, afirma. Le gusta incluir elementos de la cultura local o piezas del paisaje que lo rodea, al añadir, por ejemplo, ventanas que permiten gozar de una espectacular vista de una montaña, al cambiar la forma de una pared para imitar las macizas paredes de adobe del viejo mundo, o al tratar el piso con un luminoso mármol verde para evocar la sensación del agua.
Esta muestra del trabajo de Juan Montoya puede ser elogiada por su deliberado eclecticismo, genuino y mágico. Como ávido viajero e inexorable recolector de objetos e inspiración, Montoya ha absorbido y vuelto a interpretar sus experiencias para crear diseños de interiores de fama mundial, utilizando inesperadas combinaciones de materiales y elementos excéntricos para sorprender y deleitar. Como profesional riguroso, siempre le ha prestado meticulosa atención al detalle y sólo utiliza la mejor mano de obra disponible. El genio en permanente evolución de Montoya sigue trabajando, para continuar desafiando la clasificación en categorías y darnos muchos más ejemplos de lo que parece ser la fórmula perfecta: la combinación sin igual de una rica herencia personal con una curiosidad insaciable, y un esmerado análisis unido a un notable talento instintivo.
#AmorPorColombia
Introducción
En el diseño de este vestíbulo para un edificio de apartamentos en Bogotá, Montoya usó generosamente mármol travertino.
Juan Montoya inició su carrera como diseñador en los años setenta. Como uno de los inventores del high-tech, sus interiores de esa época obedecen a una rígida armonía, caracterizada por el uso de materiales artificiales, mobiliario moderno y atrevidas combinaciones de colores. Las páginas siguientes presentan algunos ejemplos de su trabajo durante ese período.
Juan Montoya inició su carrera como diseñador en los años setenta. Como uno de los inventores del high-tech, sus interiores de esa época obedecen a una rígida armonía, caracterizada por el uso de materiales artificiales, mobiliario moderno y atrevidas combinaciones de colores. Las páginas siguientes presentan algunos ejemplos de su trabajo durante ese período.
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Ejemplos de dramáticos interiores en laca diseñados por Montoya a comienzos de los años ochenta.
Ejemplos de dramáticos interiores en laca diseñados por Montoya a comienzos de los años ochenta.
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Ejemplos de dramáticos interiores en laca diseñados por Montoya a comienzos de los años ochenta.
Ejemplos de dramáticos interiores en laca diseñados por Montoya a comienzos de los años ochenta.
Ejemplos de dramáticos interiores en laca diseñados por Montoya a comienzos de los años ochenta.
Ejemplos de dramáticos interiores en laca diseñados por Montoya a comienzos de los años ochenta.
Ejemplos de dramáticos interiores en laca diseñados por Montoya a comienzos de los años ochenta.
Ejemplos de dramáticos interiores en laca diseñados por Montoya a comienzos de los años ochenta.
El trabajo de Montoya durante la segunda mitad de los años ochenta exhibía una selección más compleja de materiales e iluminación.
El trabajo de Montoya durante la segunda mitad de los años ochenta exhibía una selección más compleja de materiales e iluminación.
El trabajo de Montoya durante la segunda mitad de los años ochenta exhibía una selección más compleja de materiales e iluminación.
El trabajo de Montoya durante la segunda mitad de los años ochenta exhibía una selección más compleja de materiales e iluminación.
El trabajo de Montoya durante la segunda mitad de los años ochenta exhibía una selección más compleja de materiales e iluminación.
El trabajo de Montoya durante la segunda mitad de los años ochenta exhibía una selección más compleja de materiales e iluminación.
El trabajo de Montoya durante la segunda mitad de los años ochenta exhibía una selección más compleja de materiales e iluminación.
El trabajo de Montoya durante la segunda mitad de los años ochenta exhibía una selección más compleja de materiales e iluminación.
El trabajo de Montoya durante la segunda mitad de los años ochenta exhibía una selección más compleja de materiales e iluminación.
Colección de muebles para Portobelo.
Colección de muebles para Portobelo.
Colección de muebles para Portobelo.
Colección de muebles para Portobelo.
Colección de muebles para Portobelo.
Colección de muebles para Portobelo.
Colección de muebles para Portobelo.
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Ejemplos del trabajo de Montoya durante los años ochenta.
Ejemplos del trabajo de Montoya durante los años ochenta.
Ejemplos del trabajo de Montoya durante los años ochenta.
Ejemplos del trabajo de Montoya durante los años ochenta.
Ejemplos del trabajo de Montoya durante los años ochenta.
Ejemplos del trabajo de Montoya durante los años ochenta.
Ejemplos del trabajo de Montoya durante los años ochenta.
Ejemplos del trabajo de Montoya durante los años ochenta.
Ejemplos del trabajo de Montoya durante los años ochenta.
Comedor de la Hacienda La Carolina. Para los pisos en arcilla se copiaron diseños de época. La mesa de comedor es de estilo colonial del siglo XVII.
Texto de: Margaret Cottom Winslow
Como el pensador verdaderamente original que es, Juan Montoya no está casado con ningún estilo ni época en particular. Inicialmente fue tildado de minimalista, pero su trabajo ha evolucionado de manera dramática desde cuando, por primera vez, fue conocido públicamente en 1977. No obstante la gran diversidad que encontramos en el trabajo de Juan Montoya, es posible rastrear los elementos que constituyen el Montoya look en todas sus decoraciones de interiores. La exquisita yuxtaposición de texturas, colores y volúmenes, así como la meditada atención a las sombras, la escala y la calidad del espacio resultan en interiores llenos de refinamiento y elegante simplicidad. A través de la cuidadosa colocación de objetos, que a menudo reflejan su interés en variadas culturas, Montoya engrandece las cualidades inherentes de un espacio.
Esta colección de diseños de Juan Montoya es un viaje cronológico que ilustra el desarrollo de uno de los más importantes diseñadores de interiores del mundo. Ampliamente aclamado a una edad notablemente temprana, el trabajo de Montoya ha cautivado invariablemente el interés del mundo del diseño por su singularidad, que no obstante refleja muchas de las corrientes e ideas fundamentales de esta profesión en las tres últimas décadas. Los diseños de Montoya han evolucionado desde los austeros interiores minimalistas de los años setenta, que hicieron su temprana reputación, pasando por los barnizados y dramáticos diseños de los años ochenta, para llegar a los elegantes y relajados ambientes de los años noventa. Estas distintas etapas de la evolución de Montoya contribuyen a su actual complejidad como diseñador; en lugar de adoptar y difundir tendencias a medida que llegan y se van, él ha ido acumulando una riqueza de ideas, experiencias e impresiones, que incorpora constantemente a sus diseños en permanente evolución. Nunca cesa de desarrollar su repertorio de diseño y alimenta sin descanso sus ideas leyendo vorazmente, viajando por el mundo entero y viviendo gustosamente.
El trabajo de Montoya refleja esta joie de vivre e infinita pasión por los viajes, al combinar de manera exquisita diferentes culturas y períodos históricos, y no podría ser caracterizado por adjetivo alguno, a no ser el de ecléctico.
“Para mí, ecléctico significa que no estoy siguiendo ninguna regla. No quiero que un cuarto refleje una sola época; quiero usar, en cuanto sea posible, todas las épocas, para que todo esté allí y derive su sentido de la forma en que esté combinado”, dice él. Se da a sí mismo la libertad de buscar y escoger elementos que, al estar juntos, proporcionen un deleite inesperado a sus clientes y a sus invitados. Él enfoca todos y cada uno de sus proyectos con una mirada fresca y tiene el extraordinario don de asimilar el espacio y de tener una impresión inmediata de cómo ese espacio adquirirá forma. Sus diseños emplean yuxtaposiciones que son naturales en el mundo: claro y obscuro, sólido y etéreo, suave y áspero, viejo y nuevo, adornado y simple. Sus ideas y combinaciones son tan infinitas como su curiosidad hacia el mundo que lo rodea.
Algunos elementos del estilo de Montoya pueden rastrearse hasta su herencia colombiana. Nacido en Bogotá, fue educado en una familia profundamente enraizada en la cultura colombiana, que ha vivido allí por más de 200 años. Sumergido en la belleza desde su niñez, recuerda haber estado rodeado de antigüedades y otros objetos hermosos que aprendió a apreciar desde niño. Aprendió a percibir el mundo a través de los ojos de un artista, principalmente gracias a su madre y sus tías, que se esforzaban por embellecer sus amables hogares y se sentían orgullosas de hacerlo. También heredó la sensibilidad artística de su bisabuelo Jorge Isaacs, quien escribió María, la quintaesencia de la narrativa romántica latinoamericana. Tales influencias alimentaron su creatividad; desde niño, a Montoya le gustaba construir casas en cartón e incluso le ayudó a su madre a diseñar la decoración de su casa cuando contaba tan sólo ocho años.
Aunque artística, la educación de Montoya estuvo muy lejos de ser bohemia. A tiempo que estimularon su creatividad, fueron muy estrictos en su educación. Las horas de las comidas eran sagradas, los niños comían aparte y obtenían el derecho a pasar a la mesa de los adultos a los doce años. Fue educado dentro de un gran respeto a la tradición y a las prioridades, que eran patentes en las comidas dominicales en casa de su abuela en las que se hacía gran énfasis en los modales. Desde niño le encantaban los cristales brillantes, los manteles almidonados y la platería resplandeciente de la mesa de su abuela; las impresiones de estos hermosos ambientes y del respeto a la tradición influencian sus diseños actuales, lo cual es evidente en los ambientes de comedor que crea para sus clientes así como en las decoraciones de mesas de comedor que a menudo diseña para almacenes de lujo en Nueva York.
Montoya dice que su familia siempre le dio la libertad de elegir qué hacer con su talento e intereses. “Con la libertad, sin embargo, viene la gran responsabilidad de tomar buenas decisiones”, dice él. Después de estudiar arquitectura en Colombia, resolvió viajar a Estados Unidos para ampliar sus horizontes en busca de mayor experiencia mundana. Unas vacaciones de una semana con una tía en Nueva York se alargaron a seis meses, lo cual condujo a la decisión de quedarse, adquirir el dominio del idioma y aprender a sobrevivir en este nuevo país.
Montoya le sacó provecho a su estadía en Nueva York entrando a la Parsons School of Design, en donde obtuvo un grado en diseño ambiental. Sus estudios en Parsons en los años setenta redondearon sus anteriores conocimientos de arquitectura, más convencionales, estimularon su naturaleza experimental y aumentaron su contacto con el mundo del diseño. Siendo estudiante en Nueva York trabajó también en publicidad, lo cual amplió su experiencia cultural y le permitió apreciar el medio creativo de la ciudad.
Su deseo de continuar desarrollándose lo llevó a trasladarse a París, en donde tuvo la oportunidad de vivir y trabajar en un centro cultural mundial durante dos años. “Vivir en París me dio otra visión para mi vida en el diseño, y me abrió todo un nuevo mundo de historia, cultura y lenguaje para usar en mi trabajo”, dice. Posteriormente a su estadía en la Ciudad Luz, pasó un tiempo en Milán, experiencia que enriqueció aun más su bagaje cultural y le permitió estudiar diseño de muebles, uno de los muchos talentos que lo destacan actualmente. Sentir en carne propia el ambiente del viejo mundo en el cual los bellos artefactos de su niñez habían tenido origen, le dio nueva vida a la fascinación de su infancia y le ayudó a conectar el viejo y el nuevo mundo. Este acoplamiento de lo viejo y lo nuevo es un tema que prevalece en su trabajo actual.
Con varios idiomas, además del contacto con muchos países y culturas en su haber, Montoya regresó de Europa ansioso de poner a prueba sus nuevas habilidades y experiencias en la meca cultural de Nueva York. Aun cuando actualmente se encuentra muy lejos de su primer trabajo de diseño de consultorios odontológicos, valora esa experiencia por todo lo que aprendió en cuanto a ejecución, a precisión y a “comenzar de cero”. Durante los años setenta y ochenta, el clima cultural para el diseño de interiores estaba listo para que un diseñador joven e innovador ejerciera su creatividad, y fue entonces cuando inició su negocio independiente desde su apartamento en Greenwich Village. Descubierto inicialmente por sus austeros interiores high-tech, los medios del diseño han seguido de cerca su carrera a lo largo de más de dos décadas y lo han convertido en uno de los diseñadores más ampliamente divulgados en el mundo.
Los conocimientos y contactos internacionales de Montoya le ayudan a relacionarse con una clientela que se extiende por todo el mundo, una mezcla que a menudo es tan ecléctica como sus diseños. Sin embargo, la clave de la habilidad de Montoya para relacionarse con sus clientes va más allá de su espíritu mundano: se trata de su notable don de encontrar el alma de las personas. “Soy un lector”, dice él. “Puedo leer a mis clientes inmediatamente y luego llegar a conocerlos en diferentes niveles, a determinar qué ambiente satisfará sus necesidades, gustos y sueños”. Él estimula a sus clientes para que imaginen la casa de sus sueños y piensen sin limitaciones. Como esta manera de pensar requiere una confianza ciega, el carismático Montoya logra una química fundamental con sus clientes que le permite establecer esta confianza y realizar los sueños del cliente.
Concretar estos sueños requiere diseños “a la medida”, razón por la cual Montoya a menudo se compara con un sastre. “Mi proceso es muy parecido al de la haute couture, en el cual el modelo es diseñado exclusivamente para un cliente, cada pinza y cada pliegue son deliberados, hechos a la medida y contribuyen a un ajuste perfecto”, dice. Para lograr esto, él debe interpretar las necesidades no expresadas de su cliente, midiendo no sólo el tamaño del espacio sino a la persona misma en todos sus aspectos: su gusto, su vestimenta, sus aficiones, su estilo, su forma de recibir y mucho más.
Montoya puede leer los espacios tan bien como lee a sus clientes, posee la habilidad de tener una impresión inmediata de lo que un espacio necesita y de empezar a visualizar las soluciones de diseño desde la primera mirada. Su proceso, no obstante, es bastante orgánico y se prolonga mucho más allá del tablero de dibujo. Él se involucra en todos los aspectos de sus diseños, desde su inicio hasta su ejecución –incluso después de que sus clientes ocupan el espacio–, incorporando siempre inspiraciones de último minuto hasta que se logra el ambiente ideal. Montoya crea sus interiores para realmente vivirlos, no sólo para admirarlos. Cree en producir espacios flexibles que dejen campo para la dinámica: reacomodar, agregar nuevos elementos, quitar otros.
La herencia de Montoya siempre le ha proporcionado inspiración para sus diseños, mientras sus frecuentes viajes le proporcionan un mercado mundial de ideas y piezas culturales e históricas. Sus viajes a Asia, África, Europa y Suramérica con frecuencia aportan artefactos excéntricos, como austeras estatuas africanas, piezas únicas en madera de las Filipinas, curtidas puertas en madera de Colombia y ornados marcos de época de París, que al unirse en un espacio crean un interior mágico.
Bajo la hábil dirección de Montoya, estos elementos logran algo más que engrosar la codiciada colección de tesoros de un cliente. “Las piezas únicas son puntos focales que deben ser tratados no como objetos aislados sino como parte de un elemento integrado”, explica. Es su ojo para colocar estos objets d´art justo en el lugar perfecto y combinarlos con elementos inesperados el que hace que su trabajo sea tan admirable. Por más funcional que sea –algunas veces a pesar de la funcionalidad de un objeto–, Montoya trata cada objeto de un espacio según sus cualidades esculturales y estéticas, así como también según la interacción del objeto con otros objetos del cuarto. Su talento cautivador reposa en su habilidad para amarrar objetos disímiles, componer diálogos entre ellos y crear así energía e interés visual en un cuarto. Esta combinación única de cultura material define lo más esencial de Montoya.
A Montoya le gusta usar objetos fuera de contexto, tales como una imponente y lujosa columna como base de un lavamanos en un pequeñísimo cuarto de baño o una puerta en madera maciza suspendida de la pared en un elegante salón. Estas travesuras, derivadas de su estupendo sentido del humor, incorporan el importante elemento de la risa al diálogo de un cuarto.
Como en una conversación, en la cual las pausas y los silencios pesan tanto como las palabras mismas, las sombras y los vacíos en los diseños de Montoya representan un papel tan significativo como los objetos que los crean. “Lo que no está ahí es tan importante como lo que está”, dice. Una intrincada sombra proyectada por un panel en hierro forjado crea tanto deleite para el observador como el panel mismo.
Otra característica de Montoya es su inusual combinación de texturas, que también acrecienta la interacción en un interior y aumenta el efecto dramático. A él le encanta combinar distintas texturas –mohair y kilim, gamuza y tapiz– en un mismo mueble o lado a lado en una pared o en el tratamiento de una ventana. Toda superficie cuenta; la textura no se reserva únicamente para el tapizado y las alfombras. Tiene en cuenta la calidad táctil de cada elemento de un cuarto, yuxtapone distintas texturas y evalúa su interacción.
El hábil uso de las texturas de Montoya surge de su fascinación por la dimensión especial del diseño de interiores, en el cual los objetos deben ser vistos y tocados. “Mientras un cuadro es de dos dimensiones, el diseño de interiores utiliza tres dimensiones; por esto parte del diseño consiste en cómo se siente uno al moverse en el espacio”, dice él. Sus diseños contienen elementos conscientes pero naturales que guían al observador al desplazarse y lo hacen detenerse para hacer una pausa en puntos focales y en lugares de descanso. El vestíbulo de un apartamento, por ejemplo, puede estar flanqueado de importantes columnas que conducen al observador hacia el interior, pero también puede contener un objeto que lo incite a detenerse y admirar, preparándolo así para lo que viene luego. Con frecuencia, Montoya crea también referencias entre los elementos dentro de un espacio: un acanalado en la moldura de un corredor de entrada puede repetirse en el plafón, en un mueble o en la textura de la pared.
Como en el teatro, Montoya también usa la luz para controlar el paso del observador a través de un interior y crear una determinada disposición de ánimo. Usando la luz como un pincel, puede crear un punto focal iluminándolo con proyectores, para atraer al observador a cierto rincón de un cuarto, o incluso utilizar vidrio coloreado a través del cual la luz al pasar definirá un determinado tono.
Aunque Montoya no restringe su paleta de colores, éstos usualmente vienen del ambiente natural, en general de la madera, la tierra y el agua. A menudo incorpora objetos que resplandecen con la pátina del tiempo, agregando un sentido histórico a la sensación visual, y de nuevo dándole una dimensión única a la experiencia.
Otro elemento distintivo que se observa consistentemente en el trabajo de Montoya es su habilidad excepcional en el manejo de la escala y la proporción. Usa objetos gigantescos en los espacios más reducidos –“entre más pequeño sea el cuarto, más grandes los objetos”, es un credo que ha aplicado en sus diseños. A su oficina, por ejemplo, se accede a través de angostas puertas dobles que inesperadamente llegan hasta el techo y conducen a un íntimo recinto –que también contiene piezas sorprendentemente grandes y audaces que producen un efecto muy personal y acogedor en quienes entran.
Otra de las técnicas dramáticas de Montoya es su incorporación de variados elementos de transparencia para sugerir distintos niveles de espacio. Muchos de sus diseños contienen rejas, mamparas corredizas o celosías fijas que sirven para insinuar o esconder espacios adyacentes. Aun cuando este tipo de tratamiento puede ser funcional, como cuando disimula una pared o un armario que desentonan, también añade un toque de drama, que incrementa la dinámica y estimula su interacción con los objetos que lo rodean. Este tratamiento también puede usarse para esconder o desplegar lo último en tecnología. Desde calefacción en los pisos y cortinas manejadas a control remoto hasta centros de multimedios, todo lo acoge e incorpora para aumentar la comodidad de sus clientes. Bajo la maestría de Montoya, la tecnología puede estar desplegada artísticamente o escondida discretamente tras mamparas y enrejados.
Montoya incorpora también elementos únicos del lugar en el diseño del espacio interior. “Lo que se encuentra por fuera del espacio es igual de importante a lo que se encuentra dentro de él”, afirma. Le gusta incluir elementos de la cultura local o piezas del paisaje que lo rodea, al añadir, por ejemplo, ventanas que permiten gozar de una espectacular vista de una montaña, al cambiar la forma de una pared para imitar las macizas paredes de adobe del viejo mundo, o al tratar el piso con un luminoso mármol verde para evocar la sensación del agua.
Esta muestra del trabajo de Juan Montoya puede ser elogiada por su deliberado eclecticismo, genuino y mágico. Como ávido viajero e inexorable recolector de objetos e inspiración, Montoya ha absorbido y vuelto a interpretar sus experiencias para crear diseños de interiores de fama mundial, utilizando inesperadas combinaciones de materiales y elementos excéntricos para sorprender y deleitar. Como profesional riguroso, siempre le ha prestado meticulosa atención al detalle y sólo utiliza la mejor mano de obra disponible. El genio en permanente evolución de Montoya sigue trabajando, para continuar desafiando la clasificación en categorías y darnos muchos más ejemplos de lo que parece ser la fórmula perfecta: la combinación sin igual de una rica herencia personal con una curiosidad insaciable, y un esmerado análisis unido a un notable talento instintivo.