- Botero esculturas (1998)
- Salmona (1998)
- El sabor de Colombia (1994)
- Wayuú. Cultura del desierto colombiano (1998)
- Semana Santa en Popayán (1999)
- Cartagena de siempre (1992)
- Palacio de las Garzas (1999)
- Juan Montoya (1998)
- Aves de Colombia. Grabados iluminados del Siglo XVIII (1993)
- Alta Colombia. El esplendor de la montaña (1996)
- Artefactos. Objetos artesanales de Colombia (1992)
- Carros. El automovil en Colombia (1995)
- Espacios Comerciales. Colombia (1994)
- Cerros de Bogotá (2000)
- El Terremoto de San Salvador. Narración de un superviviente (2001)
- Manolo Valdés. La intemporalidad del arte (1999)
- Casa de Hacienda. Arquitectura en el campo colombiano (1997)
- Fiestas. Celebraciones y Ritos de Colombia (1995)
- Costa Rica. Pura Vida (2001)
- Luis Restrepo. Arquitectura (2001)
- Ana Mercedes Hoyos. Palenque (2001)
- La Moneda en Colombia (2001)
- Jardines de Colombia (1996)
- Una jornada en Macondo (1995)
- Retratos (1993)
- Atavíos. Raíces de la moda colombiana (1996)
- La ruta de Humboldt. Colombia - Venezuela (1994)
- Trópico. Visiones de la naturaleza colombiana (1997)
- Herederos de los Incas (1996)
- Casa Moderna. Medio siglo de arquitectura doméstica colombiana (1996)
- Bogotá desde el aire (1994)
- La vida en Colombia (1994)
- Casa Republicana. La bella época en Colombia (1995)
- Selva húmeda de Colombia (1990)
- Richter (1997)
- Por nuestros niños. Programas para su Proteccion y Desarrollo en Colombia (1990)
- Mariposas de Colombia (1991)
- Colombia tierra de flores (1990)
- Los países andinos desde el satélite (1995)
- Deliciosas frutas tropicales (1990)
- Arrecifes del Caribe (1988)
- Casa campesina. Arquitectura vernácula de Colombia (1993)
- Páramos (1988)
- Manglares (1989)
- Señor Ladrillo (1988)
- La última muerte de Wozzeck (2000)
- Historia del Café de Guatemala (2001)
- Casa Guatemalteca (1999)
- Silvia Tcherassi (2002)
- Ana Mercedes Hoyos. Retrospectiva (2002)
- Francisco Mejía Guinand (2002)
- Aves del Llano (1992)
- El año que viene vuelvo (1989)
- Museos de Bogotá (1989)
- El arte de la cocina japonesa (1996)
- Botero Dibujos (1999)
- Colombia Campesina (1989)
- Conflicto amazónico. 1932-1934 (1994)
- Débora Arango. Museo de Arte Moderno de Medellín (1986)
- La Sabana de Bogotá (1988)
- Casas de Embajada en Washington D.C. (2004)
- XVI Bienal colombiana de Arquitectura 1998 (1998)
- Visiones del Siglo XX colombiano. A través de sus protagonistas ya muertos (2003)
- Río Bogotá (1985)
- Jacanamijoy (2003)
- Álvaro Barrera. Arquitectura y Restauración (2003)
- Campos de Golf en Colombia (2003)
- Cartagena de Indias. Visión panorámica desde el aire (2003)
- Guadua. Arquitectura y Diseño (2003)
- Enrique Grau. Homenaje (2003)
- Mauricio Gómez. Con la mano izquierda (2003)
- Ignacio Gómez Jaramillo (2003)
- Tesoros del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario. 350 años (2003)
- Manos en el arte colombiano (2003)
- Historia de la Fotografía en Colombia. Museo de Arte Moderno de Bogotá (1983)
- Arenas Betancourt. Un realista más allá del tiempo (1986)
- Los Figueroa. Aproximación a su época y a su pintura (1986)
- Andrés de Santa María (1985)
- Ricardo Gómez Campuzano (1987)
- El encanto de Bogotá (1987)
- Manizales de ayer. Album de fotografías (1987)
- Ramírez Villamizar. Museo de Arte Moderno de Bogotá (1984)
- La transformación de Bogotá (1982)
- Las fronteras azules de Colombia (1985)
- Botero en el Museo Nacional de Colombia. Nueva donación 2004 (2004)
- Gonzalo Ariza. Pinturas (1978)
- Grau. El pequeño viaje del Barón Von Humboldt (1977)
- Bogotá Viva (2004)
- Albergues del Libertador en Colombia. Banco de la República (1980)
- El Rey triste (1980)
- Gregorio Vásquez (1985)
- Ciclovías. Bogotá para el ciudadano (1983)
- Negret escultor. Homenaje (2004)
- Mefisto. Alberto Iriarte (2004)
- Suramericana. 60 Años de compromiso con la cultura (2004)
- Rostros de Colombia (1985)
- Flora de Los Andes. Cien especies del Altiplano Cundi-Boyacense (1984)
- Casa de Nariño (1985)
- Periodismo gráfico. Círculo de Periodistas de Bogotá (1984)
- Cien años de arte colombiano. 1886 - 1986 (1985)
- Pedro Nel Gómez (1981)
- Colombia amazónica (1988)
- Palacio de San Carlos (1986)
- Veinte años del Sena en Colombia. 1957-1977 (1978)
- Bogotá. Estructura y principales servicios públicos (1978)
- Colombia Parques Naturales (2006)
- Érase una vez Colombia (2005)
- Colombia 360°. Ciudades y pueblos (2006)
- Bogotá 360°. La ciudad interior (2006)
- Guatemala inédita (2006)
- Casa de Recreo en Colombia (2005)
- Manzur. Homenaje (2005)
- Gerardo Aragón (2009)
- Santiago Cárdenas (2006)
- Omar Rayo. Homenaje (2006)
- Beatriz González (2005)
- Casa de Campo en Colombia (2007)
- Luis Restrepo. construcciones (2007)
- Juan Cárdenas (2007)
- Luis Caballero. Homenaje (2007)
- Fútbol en Colombia (2007)
- Cafés de Colombia (2008)
- Colombia es Color (2008)
- Armando Villegas. Homenaje (2008)
- Manuel Hernández (2008)
- Alicia Viteri. Memoria digital (2009)
- Clemencia Echeverri. Sin respuesta (2009)
- Museo de Arte Moderno de Cartagena de Indias (2009)
- Agua. Riqueza de Colombia (2009)
- Volando Colombia. Paisajes (2009)
- Colombia en flor (2009)
- Medellín 360º. Cordial, Pujante y Bella (2009)
- Arte Internacional. Colección del Banco de la República (2009)
- Hugo Zapata (2009)
- Apalaanchi. Pescadores Wayuu (2009)
- Bogotá vuelo al pasado (2010)
- Grabados Antiguos de la Pontificia Universidad Javeriana. Colección Eduardo Ospina S. J. (2010)
- Orquídeas. Especies de Colombia (2010)
- Apartamentos. Bogotá (2010)
- Luis Caballero. Erótico (2010)
- Luis Fernando Peláez (2010)
- Aves en Colombia (2011)
- Pedro Ruiz (2011)
- El mundo del arte en San Agustín (2011)
- Cundinamarca. Corazón de Colombia (2011)
- El hundimiento de los Partidos Políticos Tradicionales venezolanos: El caso Copei (2014)
- Artistas por la paz (1986)
- Reglamento de uniformes, insignias, condecoraciones y distintivos para el personal de la Policía Nacional (2009)
- Historia de Bogotá. Tomo I - Conquista y Colonia (2007)
- Historia de Bogotá. Tomo II - Siglo XIX (2007)
- Academia Colombiana de Jurisprudencia. 125 Años (2019)
- Duque, su presidencia (2022)
Introducción
En 1797 Bogotá no sobrepasaba los 25 000 habitantes. Si comparamos este plano de Carlos Francisco Cabrer, elaborado ese año, con los de 1848 y 1852 de las páginas anteriores, veremos que en medio siglo el crecimiento de la ciudad fue casi nulo en cuanto al área de extensión. Sin embargo, dentro del perímetro urbano, para 1850, se mejoraron las edificaciones, se dio comienzo a la arquitectura republicana y se construyó el edificio de las Galerías Arrubla, en el costado occidental de la Plaza de Bolívar, donde funcionaron las dependencias de la Alcaldía y otros despachos públicos, así como almacenes y otros sitios de comercio.
Texto de: Eugenio Gutiérrez Cely
Lo característico de Bogotá durante el siglo xix no fue tanto su desarrollo urbano ni demográfico sino la forma como la ciudad vivió su nuevo papel de capital republicana. Durante toda la centuria Bogotá amplió un 60 por ciento su perímetro urbano y multiplicó casi cinco veces su población. Al compararlos con las tasas de crecimiento de otras ciudades americanas en el mismo siglo, no podemos decir que estos aspectos hayan sido los más destacados de la Bogotá decimonónica. En cambio, la ciudad sí consolidó durante estos 100 años su papel de capital de Colombia, y no sólo en el plano político, que es lo más obvio, sino también en el económico y cultural. Bogotá se hizo con la república e hizo a la república.
En el aspecto demográfico la capital mantuvo durante todo el siglo una tasa negativa de crecimiento interno, pues siempre fueron mayores las defunciones que los nacimientos. Así, el crecimiento poblacional se debió exclusivamente a la inmigración. En el aspecto urbanístico la ciudad sólo vio la aparición de dos barrios nuevos respecto a la Colonia, Las Aguas y Las Cruces, y el esbozo de otros tres, Egipto, La Perseverancia y Chapinero. La nueva población inmigrante en lo fundamental encontró albergue en los cuatro barrios tradicionales de La Catedral, Las Nieves, Santa Bárbara y San Victorino, en particular en piezas de alquiler llamadas “tiendas”, y en áreas que antes constituían huertos y solares, aumentando la densidad más que la extensión de la ciudad. En el plano arquitectónico no fue mucho lo de valor duradero que se construyó en Bogotá: en la primera mitad del siglo, el observatorio, la nueva catedral, la remodelación del Palacio de San Carlos, el edificio de las Galerías y los cimientos del Capitolio Nacional; en la segunda mitad, la casi culminación del Capitolio, dos iglesias, dos plazas de mercado cubiertas, dos teatros, un hospital y unas cuantas edificaciones de arquitectura republicana tanto para bancos como casas y quintas particulares. Los espacios públicos sólo tuvieron un aporte de significación con el Parque del Centenario inaugurado en 1883.
En cambio, los servicios públicos y formas de comunicación y transporte modernos sí aparecieron en el último tercio del siglo: el telégrafo en 1865, el alcantarillado subterráneo en 1871, el teléfono y el tranvía en 1884, el acueducto de hierro en 1887, el ferrocarril y la luz eléctrica en 1889. En este sentido la capital sí tomó la vía de la modernización.
También data de la década del setenta el surgimiento en Bogotá del sistema financiero moderno, los primeros bancos y la primera compañía de seguros; y de las décadas del ochenta y noventa el establecimiento de algunas industrias que hoy son líderes en su campo, como consecuencia del fortalecimiento de la función mercantil de la capital en el plano nacional, adquirida sobre todo a partir de la implantación del librecambismo y de las reformas de 1850. En el campo comercial Bogotá fue líder indiscutida en Colombia y, por ello mismo, adalid principal de las audaces reformas de la época radical y, después de que hubo consolidado su posición económica, del brusco viraje que implicó la Regeneración en lo económico, político y cultural. Reformas y virajes que provocaron las más duras reacciones sociales también en la capital, concretamente los movimientos artesanales de 1849-1854, 1875 y 1893. Así pues, no sólo en lo político, económico y en los servicios públicos Bogotá fue escenario de convulsionados avances durante la centuria anterior, sino también en el nuevo aspecto de las luchas populares urbanas, las cuales en parte fueron expresión del fenómeno de desarraigo poblacional que se presentó en el país desde la Independencia, agudizado después de cada guerra civil, con el consiguiente debilitamiento del control social que ejercía el clero, los hacendados, el cabildo y las antiguas familias desde la época colonial. Esto hizo que la ciudad tuviera que organizar, aunque con poco éxito, un moderno sistema de policía como una de las formas más propias para mantener dicho control sobre la población, mucho más teniendo en cuenta que esta última en gran parte provenía de otras regiones del país.
Por ello también los avatares políticos que involucraron a la Iglesia en Colombia tuvieron en Bogotá una repercusión de gran magnitud, particularmente álgida en relación con el control de la educación universitaria en la capital, que a su turno fue uno de los mecanismos con que Bogotá ejerció y perpetuó su hegemonía intelectual sobre el resto del país. En lo fundamental Bogotá mantuvo durante todo el siglo su carácter de “Ciudad de la Santafé”, heredado desde la Colonia, por el gran peso de la Iglesia y por la extrema religiosidad popular que en ella imperó. Iglesia y política fueron factores claves para la historia capitalina del siglo xix. Así, como paradoja, hemos de registrar que el proceso de modernización material de la ciudad bajo la Regeneración se efectuó paralelo a un impulso dogmático y tradicionalista de “reconquista católica”, a contracorriente de los nuevos tiempos que corrían en el mundo.
Dominar la ciudad y el país con los recién conquistados procedimientos republicanos fue, pues, el signo de la época, aprendizaje que sobre la marcha realizó Bogotá y que también sobre la marcha fue modificando. El siglo xix vio en la capital extinguirse los dos alcaldes coloniales de primer y segundo voto, que eran al mismo tiempo administradores, jueces y policías de la ciudad, y el surgimiento de una administración municipal más racional encabezada por el jefe municipal o alcalde mayor, con la separación de las labores judiciales y de policía de las puramente administrativas. El fisco municipal también evolucionó de las rentas de ejidos y capitales a censo, manejadas en su mayoría por rematadores particulares, al actual concepto de servicios públicos que se sostienen con sus propios recursos y de un erario asentado principalmente sobre el impuesto directo o predial. En buena parte la causa del inicio de la modernización fiscal se debió a la desamortización de bienes de manos muertas, que tuvo la virtud de haber sido la primera y hasta ahora única reforma urbana que ha conocido Bogotá, con características casi de revolución pues afectó al 20 por ciento de la propiedad raíz de la ciudad. La mayoría de los bienes raíces urbanos desamortizados en el país estaban en Bogotá.
Por todas estas transformaciones y problemas diversos, es por lo que no sorprende que la capital no fuera fiel a ningún partido, aunque es preciso reconocer que el Conservador fue el que mayor dominio alcanzó en ella. Afirmación que hay que acoger, sin embargo, con beneficio de inventario. Los artesanos bogotanos, por ejemplo, primero fueron bolivarianos, luego estuvieron con el gobierno en la Guerra de los Supremos, después con Mosquera en 1845, más tarde con López en 1849, un poco más adelante con Obando en 1853, después con Melo en 1854, de nuevo con Mosquera en 1867, luego con Núñez en 1875-1886 y, una vez más, con los radicales en 1893. Es un hecho también que la capital fue uno de los mayores bastiones de la Regeneración en los comienzos de ésta. No es casualidad que el principal artífice de la Constitución de 1886 y de su aplicación al país entero, don Miguel Antonio Caro, no abandonara nunca el perímetro de la sabana de Bogotá.
Historiar una ciudad es un proceso de alternativas y énfasis diversos. En aras de hacer una historia amena, rescatar trazos poco conocidos del acontecer de Bogotá y rastrear las líneas básicas del desarrollo de la ciudad fue necesario privilegiar ciertos temas y relegar otros. Por ello todos echarán algo de menos y hallarán algo de más en el presente volumen. Se particulariza por ejemplo en la transformación de la vida y costumbres de los bogotanos por efecto del nuevo orden republicano y, al final del siglo, por la modernización de los servicios públicos, de la vida económica y de los sucesos políticos que determinaron este periodo y, por tanto, la ciudad actual.
El equipo que con el director de la investigación hizo la recopilación y sistematizó la información histórica estuvo conformado por Óscar Saldarriaga, Miguel Urrego y Mario Montero. A ellos se debe además la elaboración de la primera redacción o borrador de algunos temas correspondientes al periodo 1880-1900, concretamente, de los relacionados con policía, educación e Iglesia (Óscar Saldarriaga); economía, demografía y política (Miguel Ángel Urrego) y cultura y recreación (Mario Montero). Sin su trabajo y aporte no habría sido posible la realización de esta obra. A todos ellos nuestro reconocimiento por más de dos años de ardua labor compartida.
#AmorPorColombia
Introducción
En 1797 Bogotá no sobrepasaba los 25 000 habitantes. Si comparamos este plano de Carlos Francisco Cabrer, elaborado ese año, con los de 1848 y 1852 de las páginas anteriores, veremos que en medio siglo el crecimiento de la ciudad fue casi nulo en cuanto al área de extensión. Sin embargo, dentro del perímetro urbano, para 1850, se mejoraron las edificaciones, se dio comienzo a la arquitectura republicana y se construyó el edificio de las Galerías Arrubla, en el costado occidental de la Plaza de Bolívar, donde funcionaron las dependencias de la Alcaldía y otros despachos públicos, así como almacenes y otros sitios de comercio.
Texto de: Eugenio Gutiérrez Cely
Lo característico de Bogotá durante el siglo xix no fue tanto su desarrollo urbano ni demográfico sino la forma como la ciudad vivió su nuevo papel de capital republicana. Durante toda la centuria Bogotá amplió un 60 por ciento su perímetro urbano y multiplicó casi cinco veces su población. Al compararlos con las tasas de crecimiento de otras ciudades americanas en el mismo siglo, no podemos decir que estos aspectos hayan sido los más destacados de la Bogotá decimonónica. En cambio, la ciudad sí consolidó durante estos 100 años su papel de capital de Colombia, y no sólo en el plano político, que es lo más obvio, sino también en el económico y cultural. Bogotá se hizo con la república e hizo a la república.
En el aspecto demográfico la capital mantuvo durante todo el siglo una tasa negativa de crecimiento interno, pues siempre fueron mayores las defunciones que los nacimientos. Así, el crecimiento poblacional se debió exclusivamente a la inmigración. En el aspecto urbanístico la ciudad sólo vio la aparición de dos barrios nuevos respecto a la Colonia, Las Aguas y Las Cruces, y el esbozo de otros tres, Egipto, La Perseverancia y Chapinero. La nueva población inmigrante en lo fundamental encontró albergue en los cuatro barrios tradicionales de La Catedral, Las Nieves, Santa Bárbara y San Victorino, en particular en piezas de alquiler llamadas “tiendas”, y en áreas que antes constituían huertos y solares, aumentando la densidad más que la extensión de la ciudad. En el plano arquitectónico no fue mucho lo de valor duradero que se construyó en Bogotá: en la primera mitad del siglo, el observatorio, la nueva catedral, la remodelación del Palacio de San Carlos, el edificio de las Galerías y los cimientos del Capitolio Nacional; en la segunda mitad, la casi culminación del Capitolio, dos iglesias, dos plazas de mercado cubiertas, dos teatros, un hospital y unas cuantas edificaciones de arquitectura republicana tanto para bancos como casas y quintas particulares. Los espacios públicos sólo tuvieron un aporte de significación con el Parque del Centenario inaugurado en 1883.
En cambio, los servicios públicos y formas de comunicación y transporte modernos sí aparecieron en el último tercio del siglo: el telégrafo en 1865, el alcantarillado subterráneo en 1871, el teléfono y el tranvía en 1884, el acueducto de hierro en 1887, el ferrocarril y la luz eléctrica en 1889. En este sentido la capital sí tomó la vía de la modernización.
También data de la década del setenta el surgimiento en Bogotá del sistema financiero moderno, los primeros bancos y la primera compañía de seguros; y de las décadas del ochenta y noventa el establecimiento de algunas industrias que hoy son líderes en su campo, como consecuencia del fortalecimiento de la función mercantil de la capital en el plano nacional, adquirida sobre todo a partir de la implantación del librecambismo y de las reformas de 1850. En el campo comercial Bogotá fue líder indiscutida en Colombia y, por ello mismo, adalid principal de las audaces reformas de la época radical y, después de que hubo consolidado su posición económica, del brusco viraje que implicó la Regeneración en lo económico, político y cultural. Reformas y virajes que provocaron las más duras reacciones sociales también en la capital, concretamente los movimientos artesanales de 1849-1854, 1875 y 1893. Así pues, no sólo en lo político, económico y en los servicios públicos Bogotá fue escenario de convulsionados avances durante la centuria anterior, sino también en el nuevo aspecto de las luchas populares urbanas, las cuales en parte fueron expresión del fenómeno de desarraigo poblacional que se presentó en el país desde la Independencia, agudizado después de cada guerra civil, con el consiguiente debilitamiento del control social que ejercía el clero, los hacendados, el cabildo y las antiguas familias desde la época colonial. Esto hizo que la ciudad tuviera que organizar, aunque con poco éxito, un moderno sistema de policía como una de las formas más propias para mantener dicho control sobre la población, mucho más teniendo en cuenta que esta última en gran parte provenía de otras regiones del país.
Por ello también los avatares políticos que involucraron a la Iglesia en Colombia tuvieron en Bogotá una repercusión de gran magnitud, particularmente álgida en relación con el control de la educación universitaria en la capital, que a su turno fue uno de los mecanismos con que Bogotá ejerció y perpetuó su hegemonía intelectual sobre el resto del país. En lo fundamental Bogotá mantuvo durante todo el siglo su carácter de “Ciudad de la Santafé”, heredado desde la Colonia, por el gran peso de la Iglesia y por la extrema religiosidad popular que en ella imperó. Iglesia y política fueron factores claves para la historia capitalina del siglo xix. Así, como paradoja, hemos de registrar que el proceso de modernización material de la ciudad bajo la Regeneración se efectuó paralelo a un impulso dogmático y tradicionalista de “reconquista católica”, a contracorriente de los nuevos tiempos que corrían en el mundo.
Dominar la ciudad y el país con los recién conquistados procedimientos republicanos fue, pues, el signo de la época, aprendizaje que sobre la marcha realizó Bogotá y que también sobre la marcha fue modificando. El siglo xix vio en la capital extinguirse los dos alcaldes coloniales de primer y segundo voto, que eran al mismo tiempo administradores, jueces y policías de la ciudad, y el surgimiento de una administración municipal más racional encabezada por el jefe municipal o alcalde mayor, con la separación de las labores judiciales y de policía de las puramente administrativas. El fisco municipal también evolucionó de las rentas de ejidos y capitales a censo, manejadas en su mayoría por rematadores particulares, al actual concepto de servicios públicos que se sostienen con sus propios recursos y de un erario asentado principalmente sobre el impuesto directo o predial. En buena parte la causa del inicio de la modernización fiscal se debió a la desamortización de bienes de manos muertas, que tuvo la virtud de haber sido la primera y hasta ahora única reforma urbana que ha conocido Bogotá, con características casi de revolución pues afectó al 20 por ciento de la propiedad raíz de la ciudad. La mayoría de los bienes raíces urbanos desamortizados en el país estaban en Bogotá.
Por todas estas transformaciones y problemas diversos, es por lo que no sorprende que la capital no fuera fiel a ningún partido, aunque es preciso reconocer que el Conservador fue el que mayor dominio alcanzó en ella. Afirmación que hay que acoger, sin embargo, con beneficio de inventario. Los artesanos bogotanos, por ejemplo, primero fueron bolivarianos, luego estuvieron con el gobierno en la Guerra de los Supremos, después con Mosquera en 1845, más tarde con López en 1849, un poco más adelante con Obando en 1853, después con Melo en 1854, de nuevo con Mosquera en 1867, luego con Núñez en 1875-1886 y, una vez más, con los radicales en 1893. Es un hecho también que la capital fue uno de los mayores bastiones de la Regeneración en los comienzos de ésta. No es casualidad que el principal artífice de la Constitución de 1886 y de su aplicación al país entero, don Miguel Antonio Caro, no abandonara nunca el perímetro de la sabana de Bogotá.
Historiar una ciudad es un proceso de alternativas y énfasis diversos. En aras de hacer una historia amena, rescatar trazos poco conocidos del acontecer de Bogotá y rastrear las líneas básicas del desarrollo de la ciudad fue necesario privilegiar ciertos temas y relegar otros. Por ello todos echarán algo de menos y hallarán algo de más en el presente volumen. Se particulariza por ejemplo en la transformación de la vida y costumbres de los bogotanos por efecto del nuevo orden republicano y, al final del siglo, por la modernización de los servicios públicos, de la vida económica y de los sucesos políticos que determinaron este periodo y, por tanto, la ciudad actual.
El equipo que con el director de la investigación hizo la recopilación y sistematizó la información histórica estuvo conformado por Óscar Saldarriaga, Miguel Urrego y Mario Montero. A ellos se debe además la elaboración de la primera redacción o borrador de algunos temas correspondientes al periodo 1880-1900, concretamente, de los relacionados con policía, educación e Iglesia (Óscar Saldarriaga); economía, demografía y política (Miguel Ángel Urrego) y cultura y recreación (Mario Montero). Sin su trabajo y aporte no habría sido posible la realización de esta obra. A todos ellos nuestro reconocimiento por más de dos años de ardua labor compartida.