- Botero esculturas (1998)
- Salmona (1998)
- El sabor de Colombia (1994)
- Wayuú. Cultura del desierto colombiano (1998)
- Semana Santa en Popayán (1999)
- Cartagena de siempre (1992)
- Palacio de las Garzas (1999)
- Juan Montoya (1998)
- Aves de Colombia. Grabados iluminados del Siglo XVIII (1993)
- Alta Colombia. El esplendor de la montaña (1996)
- Artefactos. Objetos artesanales de Colombia (1992)
- Carros. El automovil en Colombia (1995)
- Espacios Comerciales. Colombia (1994)
- Cerros de Bogotá (2000)
- El Terremoto de San Salvador. Narración de un superviviente (2001)
- Manolo Valdés. La intemporalidad del arte (1999)
- Casa de Hacienda. Arquitectura en el campo colombiano (1997)
- Fiestas. Celebraciones y Ritos de Colombia (1995)
- Costa Rica. Pura Vida (2001)
- Luis Restrepo. Arquitectura (2001)
- Ana Mercedes Hoyos. Palenque (2001)
- La Moneda en Colombia (2001)
- Jardines de Colombia (1996)
- Una jornada en Macondo (1995)
- Retratos (1993)
- Atavíos. Raíces de la moda colombiana (1996)
- La ruta de Humboldt. Colombia - Venezuela (1994)
- Trópico. Visiones de la naturaleza colombiana (1997)
- Herederos de los Incas (1996)
- Casa Moderna. Medio siglo de arquitectura doméstica colombiana (1996)
- Bogotá desde el aire (1994)
- La vida en Colombia (1994)
- Casa Republicana. La bella época en Colombia (1995)
- Selva húmeda de Colombia (1990)
- Richter (1997)
- Por nuestros niños. Programas para su Proteccion y Desarrollo en Colombia (1990)
- Mariposas de Colombia (1991)
- Colombia tierra de flores (1990)
- Los países andinos desde el satélite (1995)
- Deliciosas frutas tropicales (1990)
- Arrecifes del Caribe (1988)
- Casa campesina. Arquitectura vernácula de Colombia (1993)
- Páramos (1988)
- Manglares (1989)
- Señor Ladrillo (1988)
- La última muerte de Wozzeck (2000)
- Historia del Café de Guatemala (2001)
- Casa Guatemalteca (1999)
- Silvia Tcherassi (2002)
- Ana Mercedes Hoyos. Retrospectiva (2002)
- Francisco Mejía Guinand (2002)
- Aves del Llano (1992)
- El año que viene vuelvo (1989)
- Museos de Bogotá (1989)
- El arte de la cocina japonesa (1996)
- Botero Dibujos (1999)
- Colombia Campesina (1989)
- Conflicto amazónico. 1932-1934 (1994)
- Débora Arango. Museo de Arte Moderno de Medellín (1986)
- La Sabana de Bogotá (1988)
- Casas de Embajada en Washington D.C. (2004)
- XVI Bienal colombiana de Arquitectura 1998 (1998)
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- Río Bogotá (1985)
- Jacanamijoy (2003)
- Álvaro Barrera. Arquitectura y Restauración (2003)
- Campos de Golf en Colombia (2003)
- Cartagena de Indias. Visión panorámica desde el aire (2003)
- Guadua. Arquitectura y Diseño (2003)
- Enrique Grau. Homenaje (2003)
- Mauricio Gómez. Con la mano izquierda (2003)
- Ignacio Gómez Jaramillo (2003)
- Tesoros del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario. 350 años (2003)
- Manos en el arte colombiano (2003)
- Historia de la Fotografía en Colombia. Museo de Arte Moderno de Bogotá (1983)
- Arenas Betancourt. Un realista más allá del tiempo (1986)
- Los Figueroa. Aproximación a su época y a su pintura (1986)
- Andrés de Santa María (1985)
- Ricardo Gómez Campuzano (1987)
- El encanto de Bogotá (1987)
- Manizales de ayer. Album de fotografías (1987)
- Ramírez Villamizar. Museo de Arte Moderno de Bogotá (1984)
- La transformación de Bogotá (1982)
- Las fronteras azules de Colombia (1985)
- Botero en el Museo Nacional de Colombia. Nueva donación 2004 (2004)
- Gonzalo Ariza. Pinturas (1978)
- Grau. El pequeño viaje del Barón Von Humboldt (1977)
- Bogotá Viva (2004)
- Albergues del Libertador en Colombia. Banco de la República (1980)
- El Rey triste (1980)
- Gregorio Vásquez (1985)
- Ciclovías. Bogotá para el ciudadano (1983)
- Negret escultor. Homenaje (2004)
- Mefisto. Alberto Iriarte (2004)
- Suramericana. 60 Años de compromiso con la cultura (2004)
- Rostros de Colombia (1985)
- Flora de Los Andes. Cien especies del Altiplano Cundi-Boyacense (1984)
- Casa de Nariño (1985)
- Periodismo gráfico. Círculo de Periodistas de Bogotá (1984)
- Cien años de arte colombiano. 1886 - 1986 (1985)
- Pedro Nel Gómez (1981)
- Colombia amazónica (1988)
- Palacio de San Carlos (1986)
- Veinte años del Sena en Colombia. 1957-1977 (1978)
- Bogotá. Estructura y principales servicios públicos (1978)
- Colombia Parques Naturales (2006)
- Érase una vez Colombia (2005)
- Colombia 360°. Ciudades y pueblos (2006)
- Bogotá 360°. La ciudad interior (2006)
- Guatemala inédita (2006)
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- Manzur. Homenaje (2005)
- Gerardo Aragón (2009)
- Santiago Cárdenas (2006)
- Omar Rayo. Homenaje (2006)
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- Luis Restrepo. construcciones (2007)
- Juan Cárdenas (2007)
- Luis Caballero. Homenaje (2007)
- Fútbol en Colombia (2007)
- Cafés de Colombia (2008)
- Colombia es Color (2008)
- Armando Villegas. Homenaje (2008)
- Manuel Hernández (2008)
- Alicia Viteri. Memoria digital (2009)
- Clemencia Echeverri. Sin respuesta (2009)
- Museo de Arte Moderno de Cartagena de Indias (2009)
- Agua. Riqueza de Colombia (2009)
- Volando Colombia. Paisajes (2009)
- Colombia en flor (2009)
- Medellín 360º. Cordial, Pujante y Bella (2009)
- Arte Internacional. Colección del Banco de la República (2009)
- Hugo Zapata (2009)
- Apalaanchi. Pescadores Wayuu (2009)
- Bogotá vuelo al pasado (2010)
- Grabados Antiguos de la Pontificia Universidad Javeriana. Colección Eduardo Ospina S. J. (2010)
- Orquídeas. Especies de Colombia (2010)
- Apartamentos. Bogotá (2010)
- Luis Caballero. Erótico (2010)
- Luis Fernando Peláez (2010)
- Aves en Colombia (2011)
- Pedro Ruiz (2011)
- El mundo del arte en San Agustín (2011)
- Cundinamarca. Corazón de Colombia (2011)
- El hundimiento de los Partidos Políticos Tradicionales venezolanos: El caso Copei (2014)
- Artistas por la paz (1986)
- Reglamento de uniformes, insignias, condecoraciones y distintivos para el personal de la Policía Nacional (2009)
- Historia de Bogotá. Tomo I - Conquista y Colonia (2007)
- Historia de Bogotá. Tomo II - Siglo XIX (2007)
- Academia Colombiana de Jurisprudencia. 125 Años (2019)
- Duque, su presidencia (2022)
Diario de guerra

Texto de: Capitán, Hernando Mora Angueyra
Febrero 14/33
Hoy, por la mañana, sin novedad. El cañonero anclado en el centro del río, frente a Caucaya, por falta de agua en el puerto. A las 11 a.m., dos aviones peruanos, tipo de combate, de dos puestos. Vienen de abajo. El vigía los avista y avisa “Alerta”. Zafarrancho de combate. Se cargan las piezas. Orden de disparar si vuelve, encima del cañonero. Nada. Pasan de largo. Se leva el ancla y nos amarramos en la ribera peruana. 2 de la tarde, alarma en el pueblo de Caucaya. Toque de zafarrancho de combate. Nada. Un error del centinela de tierra. 4 de la tarde, instrucción de tiro. El resto del día, sin novedad. Noche sin novedad.
Febrero 15/33
5 a.m., alarma en Caucaya. En el cañonero zafarrancho de combate. Motivo: un motor que viene de arriba. Colombiano. Todo el día instrucción de ametralladora y Art. Por la noche sin novedad.
Febrero 16/33
Los amarramos en el puerto. Preparativos de marcha. A las siete de la noche empieza el embarque de víveres y munición de infantería. Se termina a las 11 de la noche. Sin novedad.
Febrero 17/33
6 a.m., empieza el embarque de una secc. de Art. Material, munición, bagaje, personal (55 hombres) dos oficiales. Al mando del teniente Francisco Márquez, se embarca también el Pel. de Desembarco del cañonero, al mando del tte. José M. Chary (19 hombres). 8 a.m., orden de marcha para Puerto Monclar. 9 a.m., zarpamos del puerto. El cañonero Santa Marta marcha escalonado tres nudos detrás de nosotros al zarpar, el resto de la tropa que queda en Caucaya y todos los habitantes nos despi den con “vivas” a Colombia, al Ejército y a la Flotilla. Los soldados que marchan entonan el Himno Nacional. Cuando el cañonero cruza una vuelta del río y se va perdiendo de vista Caucaya, todavía se sienten los vítores y se ve un incansable batir de pañuelos y gorras que nos despiden. 1p.m., se aconchó el cañonero en Isla Correa. Trabajos de marinería, y a la 1 a.m. quedamos de nuevo a flote. Nos amarramos en la ribera peruana. La noche sin novedad.
Febrero 18/33
8 a.m., se desembarcó todo el personal de tropa, para forzar el paso de Isla Correa. Aconchados de nuevo. Todo el día en trabajos. A las 5 p.m., de nuevo a flote. Nos amarramos al lado colombiano. A la 1 y media a.m., bajó de Chavaco una canoamotor con una comunicación particular del puesto Velosa, avisando que en Chavaco hubo un combate entre nuestras tropas y los peruanos de Güepí. Según esta comunicación los peruanos perdieron un avión y tuvieron varias bajas en el personal. La canoamotor siguió para Caucaya. El resto de la noche, sin novedad.
Febrero 19/33
6 a.m., intentamos de nuevo forzar el paso de Isla Correa. Las tropas las dejamos en tierra. 7 y 30, forzamos el paso. Pasamos y nos amarramos de nuevo por otro paso malo. Sondaje. El río no da paso. 1 /2 braza. 9 a.m., llega una canoa de Chavaco con una comunicación oficial del cap. Diago, para Caucaya. Se impone de ella el señor mayor Solano. Se confirman las noticias de la noche anterior. Reina gran júbilo a bordo, por el triunfo. El señor mayor Solano despacha la lancha de gasolina del cañonero con ocho soldados, al mando del tte. Chary para marchar como refuerzo. 1 y 30 p.m., llegan 2 canoasmotor, de Caucaya, con una orden del cor. Rico para el mor. Solano para que marche con la tropa y elementos de guerra que crea conveniente a reforzar a Chavaco. 3 p.m., sale el mor. Solano con una pieza de artillería, 11 sirvientes, 10 soldados del Pel. de Desembarco, para Chavaco. Se espera el regreso de los motores para despachar la otra pieza de Art. y el resto del personal. El cañonero se devuelve para quedar abajo de Isla Correa. Pasamos sin novedad y nos amarramos. Se esperan órdenes del mor. Solano. Hasta esta hora 7 y 30 p.m., no hay novedad. El resto de la noche sin novedad.
Febrero 20/33
Hoy, a las 8 y 30 a.m., regresó la lancha del cañonero que había ido a Monclar. Sarg. 12. Solano. A las 9 a.m., salió de nuevo para Monclar con el contramaestre Clavijo, conduciendo 12 cajas de munición de Art., 1 de munición inf. austríaca, el sarg. Clavijo de la Art. y dos soldados de la guarnición de Chavaco. Hoy, a las 9 y 30 a.m., todavía no ha sido posible arreglar el cabrestante. Está el motor dañado. Si se necesita habrá que trabajar con espeques. 2 p.m., se arregla el cabrestante. La tropa se despacha por tierra para intentar el cañonero forzar este mal paso (Isla Correa). 3,20 p.m., se embarca de nuevo la tropa. Empezamos a subir pero el río no da paso. Sonda. Se encuentra otro canal. Pasamos. 7 p.m., nos fondeamos frente a la Isla “Yucalito”. No hay paso. El resto de la noche sin novedad.
Febrero 21/33
6 a.m., sonda. Avante el cañonero. 7,35 a.m., mal paso. Fondo. Sonda. Se encuentra un pequeño canal. El cañonero lucha contra el secadal. 1/2 br. larga. Forzado el paso. 9,5 mal paso. Fondo. La naturaleza lucha contra nosotros. Es casi imposible seguir avante. 9,10 llegan de Chavaco dos motores y la lancha de gasolina del cañonero. En ellos se embarcan 43 individuos de la Art., con material y munición. Tte. Márquez. 10,56, se leva el ancla y avante. El cañonero, a pesar de lo seco del río (1 / 2 br. larga), trata de forzar todos los pasos malos para llegar a Chavaco, para compartir con nuestros compañeros las horas de tragedia. Todo el mundo trabaja doble. Es el esfuerzo supremo porque la dotación desea, de todas maneras, combatir. 12 m., acoderados en la orilla peruana para comunicarnos con una canoamotor que baja. Es el tte. Restrepo que va para Caucaya.12,20, av. mal paso. No hay canal. Forzamos el paso. 1,40 anclados en “Casacunti”. Se tiende una espía. La dotación está casi exhausta por la cantidad de trabajo, pero no desmaya. Son dignos de encomio estos muchachos. 3.10 desaconchados. Ciamos y tomamos otro canal. 3,30, no hay paso. Sonda en canoa. 4 p.m., se leva el ancla y av. mal paso. Sonda en canoa, no hay paso. El cañonero busca todos los canales. Imposible avanzar. Seco. 6,30 p.m., fondo. La vigilancia durante la noche se extrema. No hay novedad.
Febrero 22/33
No hubo novedad durante la noche 6 p.m., sonda en canoa. Paso pésimo. La sonda no da más de 1/2 br. Imposible seguir av. Nos acoderamos en la orilla colombiana, en espera de que el río aumente su caudal. 12,30 p.m., llegan de Chavaco dos canoasmotores. Una siguió para Caucaya y la otra ordené que regresara a Chavaco, llevando 24 cajas de munición de Art., y bultos de víveres y el escribiente Alberto Mosquera, quien había sido solicitado por el mor. Solano. Durante el resto del día, la dotación se dedicó al lavado de ropa y al aseo del barco. 6 y 30 p.m., se presentó en una canoa, procedente de Chavaco, el dentista Tavera. Durante la noche el servicio es doble. 8 p.m., la dotación descansa. No hay novedad.
Febrero 23/33
Acoderados en la orilla colombiana (6 a.m). Como el río no nos permite continuar el viaje, el personal libre se dedica a trabajos de marinería, al aseo del barco y a remendar sus ropas. 8 a.m., llega de Monclar una canoa motor, dañada. Va para Caucaya a su reparación. 8 y 30 a.m., zarpa la canoa conduciendo al dentista Tavera. 6 p.m.
Febrero 24/33
Acoderados en el mismo puesto. Ha sido imposible seguir avante por la sequía del río. Se hacen ejercicios de zafarrancho de combate. Los ingenieros limpian los motes de luz y compresor. Hay orden de mantener todo listo y esta orden se cumple al pie de la letra. 4,30 p.m., pasan dos canoasmotores conduciendo el cap. Guarín, 18 soldados, munición y víveres para Chavaco. Hoy está el cañonero de plácemes, el cdte. de la Flotilla ha sido ascendido a tte. cor. Al tte. Pacheco y a mí también nos ligó el ascenso. Durante la noche no ocurrió novedad.
Febrero 25/33
Al fin el río se ha cansado de mortificarnos con su sequía. Empieza a subir lentamente. 5 y 10 p.m., pasa Tomás Eraso en una canoa con comunicaciones para Caucaya. 6 y 30 p.m., zafarrancho de combate. Todo el mundo corre a sus puestos con una rapidez increíble. Largas amarras av. t/m. 7 y 15 p.m., pasamos por Monclar. Ahora sí no nos detendrá nadie. Ansiamos con locura combatir. 8 y 30 p.m., acoderados un kilómetro abajo del puesto del sarg. Santacruz. En este momento, recibo una orden del cdte. de la Flotilla, en la cual me prohíbe, terminantemente, seguir avante. Estamos al frente del enemigo. Hemos luchado casi contra un imposible, pero vencimos hasta la misma naturaleza. Se ha navegado por los arenales. Estamos listos para combatir. 9 p.m., sale el contramaestre Clavijo a llevar una nota al cdt. Solano. 1 y 30 regresa sin novedad. 1 y 40 pasan para Caucaya dos canoasmotores. 6 y 30 p.m., como estamos en el frente de combate, se dobla el servicio de guardia. La dotación duerme en sus puestos de combate. Hace un tiempo pésimo, Llueve a cántaros. La dotación sufre horriblemente. Cuándo nos darán orden de romper el fuego.... Durante la noche no hubo novedad.
Febrero 26/33
Acoderados en el mismo puesto. El condestable Fajardo y el grumete Enrique Yaiguaje, van a un reconocimiento, regresando sin novedad. 12 y 30 m., estábamos almorzando, cuando el vigía avisa: “ Avión por popa...”. Zafarrancho de Combate, inmediatamente. Viene sumamente alto. No se distingue si es nuestro o peruano. Esta duda se nos presenta siempre. Pasó en dirección a Puerto Asís. Seguimos almorzando. A la 1 y 5 p.m., otra vez las carreritas. El vigía ha vuelto a decir “Avión... por popa... ”. Es uno de casa. Nos reconocemos. Es nuestro. 1 y 45 p.m., acuatiza al pie del barco. Es el Ricaurte, piloteado por el cap. Díaz, quien trae una nota para el cor. Rico, quien ignoramos dónde se halle, pues él viajaba detrás de nosotros en el Santa Marta, que regresó a Caucaya, cuando nos vio varados por primera vez. Se levanta a buscar este cañonero. 4 y 30 p.m., regresa el timonel Cadavid con los tres grumetes que habían ido a El Palmar a llevar una herramienta de zapa al cap. Garcés. Durante la noche no ocurrió novedad.
Febrero 27/33
7 a.m., llega a bordo el cor. Roberto D. Rico, en un motor y me dictó la orden de ataque sobre Güepí. Esta orden nos llena de regocijo no fueron vanos nuestros esfuerzos. Apenas pase la aviación y bombardee la posición peruana, seguiremos nosotros. El cor. nos desea buena suerte y sigue para Chavaco. 8 y 15 a.m., acuatiza el mor. Boy, quien trae instrucciones del gobierno de suspender toda acción de ataque. Yo le digo: “Imposible, mi mayor. El cor. Rico hace rato debió de dar sus últimas disposiciones en El Palmar, o en Chavaco estoy seguro de que nuestros puestos más adelantados ya habrán abierto sus fuegos, esperando intensificarlos tan pronto se aparezca Ud. con la escuadrilla y yo con mi cañonero. Creo, mi mayor, que la orden que usted recibió la recibió demasiado tarde”. Se devuelve el mayor Boy a traer la escuadrilla para el ataque, diciéndome que si al presentarse la escuadrilla yo estaba listo, pusiera una sábana extendida sobre la popa, y en caso contrario, la moviera y él acuatizaría, para darme tiempo. 9 a.m., zafarrancho de combate. Se dan las últimas instrucciones. Esta dotación no necesita de arengas. Estamos listos. 11 y 30 a.m., acuatiza el avión del cap. von Engel, quien trae orden terminante de suspender el ata que. El cap. Engel me pide que haga conocer del cor. Rico esa orden, a lo cual yo le dije “Si usted, con su avión, no es capaz de ir y botársela sobre El Palmar o Chavaco, está jodido. Para mí es imposible porque usted muy bien sabe que estoy alrededor de 20 kilómetros de distancia y por selva. Pero, reflexionando más serenamente y pensando en la posibilidad de que nuestra tropa se empeñara en una acción para la cual contaban con la aviación y yo, conociendo que el gobierno había variado de propósitos, de un momento a otro, y que por ese motivo la aviación no cooperaría, acepté el encargo de comunicarle al cor. Rico esa disposición. La mayor decepción que se pueda sufrir es la de recibir una contraorden en pleno campo de batalla. La dotación se desespera hace malas caras. 11 y 50 a.m., van dos grumetes a comunicar la orden al cor. Rico. Por la tarde viene un avión peruano. Pasa para Güepí. Lo observamos desde la cofa y vemos que no acuatiza. Los peruanos, creyéndolo nuestro, le disparan. Sigue en dirección a Pantoja. 5 p.m., llegan a bordo el cor. Rico, el ccit. Solano, el mor. Lesmes, el escribiente Mosquera y el capellán, padre Trujillo. Se comentan pendejadas. No hay novedad.
Febrero 28/33
9 a.m., sale para Chavaco el cor. Rico. 11 a.m., acuatiza un avión nuestro cerca al cañonero. Se le envía el bote de gasolina. En él viene el mor. Boy a conferenciar con el cdt. Solano. No sé qué trataría, pero a juzgar por las apariencias, ambos están despistados. Durante el día no hay novedad.
Marzo 1/33
8 a.m., llegan de Caucaya dos motores con tropa (36 hombres). 9 y 15 a.m., llega otro motor con víveres. 11 y 30 a.m., acuatiza el mor. y conferencia con el cor. Rico. Otra nueva decepción... Pero ésta sí es la mamá de todas... Hay orden de abandonar a Chavaco... Desempeñamos un triste papel. Somos fichas de ajedrez movidas por un aprendiz. Tengo la impresión de que estamos dando palos de ciego. No puede ser posible que nuestros dirigentes no conozcan lo que significa y de lo que es capaz un soldado colombiano. Este desconocimiento y la diplomacia, nos tienen fastidiados. 6 p.m., regresa de Chavaco el mor. Lesmes. Nos informa que el puesto del tte. Benavides, situado en la punta de la isla, disparó contra una canoa peruana, que venía piloteada por dos soldados, matándolos, y que ésta siguió a la deriva. Muy bien, compañero.... Quién pudiera hacer otro tanto. No hay novedad.
Marzo 2/33
9 a.m., acuatiza un avión. 9 y 30 a.m., acuatiza otro, traen víveres. En buena hora llegaron, que la lata estaba un poco mala. Como los peruanos ya habían recibido orden también de suspender hostilidades, orden que trajo el avión que siguió para Pantoja, y como los puestos peruanos de Cachaya y Güepí insisten en estorbar el paso de nuestras embarcaciones resolvieron el cor. Rico y el cdt. Solano que yo, como cdt. del cañonero Cartagena, dirigiera una nota al cdt. de la guarnición peruana de Güepí, diciéndole que no aceptaba ese proceder y que había subido expresamente a poner remedio a esa irregularidad. Además, le ponía de presente que iba a pasar por frente a su guarnición, con el cañonero, y que si éste era agredido, yo me iría a fondo contra ellos. Esta nota debía de llevarla el tte. José M. Pacheco, en la ga solinera del barco, usando bandera blanca. 10 a.m., zarpamos para Güepí, a 800 m. de las posiciones peruanas, se para el barco y se sostiene éste, contra la corriente, por medio de sus máquinas. Salen en la gasolina, el tte. José M. Pacheco, el ing. Solano, el timonel Cadavid y el grumete Velásquez a llevar la comunicación. La lancha atraca en el puerto peruano. Hay momentos de ansiedad. Todo el mundo está en los puestos de combate, esperando el menor gesto mío para abrir sus fuegos si es que los peruanos intentan algo contra nuestros emisarios. Después de hora y 20 minutos regresa el tte. Pacheco, sin novedad. Trae la contestación del cdt. de la guarnición, por medio de la cual me hace saber que agradece altamente el interés tomado por mí para zanjar esa situación, tan anormal, presentada últimamente. Me manifiesta, además, que ni el cañonero ni las embarcaciones menores, nada tendrán que temer de la tropa a sus órdenes. Nos acoderamos en El Palmar. Nuestras tropas y las peruanas salen a la orilla tranquilamente, pues hacía varios días estaban en sus respectivos escondrijos que más que soldados, por las lluvias caídas últimamente y el barro que se formó, parecían borugos. No hay novedad.
Marzo 3/33
6 a.m., zarpamos para Chavaco, entrando por un brazuelo. Tanto las tropas peruanas como las colombianas se dedican a lavar sus ropas, que hacía 15 días no lavaban por el peligro de la acera de enfrente, En Chavaco embarcamos a dos oficiales y 74 soldados. 10 a.m., pasamos frente a Cachaya. Se ven varios abrigos. Cubrecabezas construidos con gruesos corazones. De trecho en trecho la curiosidad obliga a los soldados a sacar la cabeza, al paso del cañonero, de tal forma que así logramos contar 16. Es de advertir que para no infundir recelo a los peruanos, todas las piezas iban enfundadas pero cargadas y listas a disparar. Los oficiales y la dotación, de pie, con la sonrisa en los labios... Tal vez esta actitud nuestra fue lo que obligó al cdt. de la guarnición peruana a imitarnos, pues con varios oficiales y con algo más de 30 soldados, salió al barranco de Güepí. Nos hicieron algunos saludos que fueron contestados en la misma forma por nosotros. Por la tarde atracamos en La Concepción y continuamos nuestro viaje a San Miguel, en donde se desembarcó este puñado de valientes que con tanta abnegación y patriotismo habían sufrido las contingencias de la vida de guerra, en la guarnición de Chavaco y más que todo en la isla No. 2, en donde, en ocasiones, o bien por falta de embarcaciones menores, o bien por el fuego enemigo, permanecían en ella sin ser relevados, más de tres o cuatro días, sin poder dormir, sin techo que los protegiera de la lluvia y más que todo sin comida. Sin embargo, gracias al patriotismo por el medio hostil avivado, hicieron y realizaron acciones de gran significado. No hay novedad.
Marzo 4/33
Zarpamos de Puerto Ospina para Chavaco, con duciendo al mor. Téllez, cap. Gaitán, la señora del subtte. Berrío y dos bogas. Atracamos en La Concepción para entregarle al tte. Berrío su cara mitad. Se admira uno del patriotismo y del grande espíritu de la mujer colombiana que dejó las comodidades de Medellín para sufrir las contingencias de la guerra, junto con su esposo, en una guarnición del Putumayo. Me figuro que el viaje de esta distinguida señora fue ignorado por su esposo que no es lógico pensar que un hombre y más un militar ponga en peligro la vida de su mujer y la exponga a muchas contingencias, permitiendo su venida al frente de guerra. Continuamos viaje pero la mala suerte, o mejor dicho buena hasta cierto punto, quiso que nos varásemos frente a la isla Maldonado, que dista de Güepí 2.500 metros. Desde allí dominamos completamente el sector enemigo, de tal manera que en un caso de ataque nuestros tiros serían certerísimos, pues el buque no tiene ningún movimiento. Se tienen espías que se cobran con el cabrestante. Una hora después estamos a flote y acoderados en El Palmar. Esta varada nos permitió conocer exactamente el canal, en ese punto, en donde las aguas se explayan mucho.
Marzo 5/33
10:45, zarpamos para Chavaco a evacuar más tropa. 12.20 zarpamos de Chavaco conduciendo un oficial y 50 soldados. 6 y 30 p.m., llegamos a La Concepción. Se desembarca la tropa para que haga de comer y para que arregle su alojamiento. 10 p.m., llega un motor con una comunicación urgente. Sin novedad.
Marzo 6/33
7 a.m.,zarpamos para Puerto Ospina. La tropa se queda en La Concepción. 10,35, llegamos a Puerto Ospina. 2 p.m., zarpamos de Puerto Ospina con dirección a Chavaco, conduciendo un noficial y 84 soldados. 6,25, nos acoderamos en la boca de la trocha. La tropa sigue para Chavaco con el cdt. Solano. Va también el escribiente Mosquera. Sin novedad.
Marzo 7/33
6 a.m., llega de Chavaco, el cdt. Solano, en un motor. Zarpamos para El HaCha?. 11 a.m., acoderamos en El Hacha. En este lugar en contraemos a la SinchiRoca?, que llegó con munición y víveres para El Palmar. Esa tarde pusimos a bordo 80 cajas de munición de infantería, con la idea de continuar viaje al día siguiente. Sin novedad.
Marzo 8/33
Abarcamos siete toneladas de víveres y dos novillos. 7 y 30, zarpamos para la boca de la trocha. Desembarcamos los víveres que deben ser transportados a Chavaco y a El Palmar, tanto por la trocha como por el río, en canoas. 2 y 30 p.m., recibo orden de subir a La Concepción. 7 p.m., por estar muy oscura la noche me fondeo frente a un punto que se lla ma “La Altura de Dirnas”. No hay novedad.
Marzo 9/33
6 y 30 a.m., levamos el ancla. av. 7 a.m., el buque no gobierna por habérsele metido un palo en los timones. Parece que el barco se sintiera degradado al convertírselo en buque transporte. Parece increíble que este bloque de hierro y acero sea capaz de semejante raciocinio, pero así es. Se arregla el daño. A las 9,25 se avista, por popa, un avión, da dos vueltas sobre nosotros para hacerse reconocer. Es el Ricaurte. Acuatiza. Vienen a bordo el mor. Copete, el cap. Díaz y el stte. OÕByrne. El mor. Copete, por lo incómodo que iba en el aparato, resuelve continuar el viaje a bordo del cañonero. 5 y 45 p.m., atracamos en Puerto Ospina. No hay novedad.
Marzo 10/33
Este día se dedica al aseo personal y del armamento de a bordo. Las piezas dirán: “Por qué tanto empeño en pasarnos cordeles, escobillones, en llenarnos de aceite, en ponernos brillantes, si no nos dejan cumplir con la misión para la cual hemos sido fabricadas... Querrá, acaso, convertírsenos en centinelas de vista de los bultos de fríjoles, de habas que tantas veces hemos visto mover... Este mismo día el cdt. de la Flotilla concede la baja por motivos justificados, al grumete Luis Alvarado, natural de Puerto Ospina, perteneciente a la familia indígena de los “Cofanes”, quien voluntariamente se ofreció a prestar sus servicios en el mes de septiembre del año pasado. No hay novedad.
Marzo 11/33
8 y 30 a.m., zarpamos para la boca de la trocha. Se embarca el mayor Téllez, quien va a prestar sus servicios en la guarnición de Chavaco. A las 9 y 50 a.m., nos varamos frente a la isla de Camperucho. El lecho en esta parte del río es de cascajo, motivo por el cual resolví no hacer ningún intento para ponerlo a flote, por temor de dañar los remaches del casco. 11 y 40 a.m., pasa para Puerto Ospina un avión. 12 y 50 m., una pequeña creciente que venía atrás nos puso a flote. 2 y 15 p.m., acuatiza el avión 121, piloteado por el cap. Gómez Niño. Trae una comunicación para el cdt. Solano. La lee y no hace ningún comentario. Como es imposible continuar la marcha en el cañonero, zarpa acompañado del mor. Téllez y del escribiente Mosquera, en la gasolina. Por la tarde el río sube y continúo, sin ninguna novedad, mi viaje hasta La Concepción, en donde pasé la noche. La Concepción es un lugar alto, con una casa grande, dos naranjos, 20 palmas de chontaduro, en donde tenemos una pequeña guarnición a órdenes del subteniente Berrío.
Marzo 12/33
Continuamos viaje hasta llegar a la boca de la trocha. Vale la pena que se sepa lo que es el sitio denominado boca de la trocha: es el final de una pica de cacería, a unos seis kilómetros arriba de Chavaco, en donde termina la trocha que parte de este lugar. Allí no hay nada digo mal es el punto de reunión de todos los zancudos, jejenes y arenillas que hay por estos contornos y estas selvas de Dios, únicas fieras que realmente existen en las tan nombradas desolaciones verdes de que habla La Vorágine. La vida a bordo, en la boca de la trocha, es insufrible, motivo por el cual me vi obligado a hacer que la dotación hiciera un gran desmonte a fin de procurarle una distracción. Valiente distracción.... Sin embargo, se divirtieron mucho. Valiente diversión.... Acompañado del instructor de máquinas Alberto Restrepo y de un grumete, hice un recorrido hasta El Palmar, pasando por Chavaco, en donde encontré a mi gran amigo y antiguo médico del barco, doctor Gabriel Olózaga, a quien no se le conoce sino por el nombre de Sasá. En El Palmar me encontré al cdt. Solano, a quien le di cuenta de mi llegada y con quien vine a bordo, en la ga solina.
Marzo 13/33
El cdt. Solano siguió para Caucaya. El cañonero quedó a órdenes del mayor Lesmes, quien era el jefe de todas las tropas acantonadas en esa región, por ser el mayor más antiguo. Han amanecido seis individuos enfermos de la dotación. Tres de ellos tienen muy marcados los síntomas del beriberi. A bordo no hay víveres. Llegan de Puerto Ospina, en un motor, el mayor Copete y el contador Giraldo, los cuales siguen para Caucaya. No hay novedad.
Marzo 14/33
El aumento de la plaga, la falta de noticias, y la de víveres, producen en el ánimo de todos nosotros más que malestar, tristeza. Hasta cuándo nuestra famosa diplomacia, que puede ser buena en sitio y en ocasiones muy distintos al medio en que nos hallarnos, habrá de darnos una tregüita... Cómo puede ser posible que permanezcamos por más tiempo inactivos, viendo que nuestros vecinos de enfrente no des cansan un momento en el arreglo de sus posiciones, en el emplazamiento de piezas que les llegan diariamente y en toda clase de aprestos... Será que en el Perú no hay diplomacia... No hay novedad.
Marzo 19/33
Los víveres se han agotado totalmente. En tal virtud resuelvo marchar a Puerto Ospina para conseguirlos. Se embarcan con destino a ese puerto, el mayor Lesmes, el capellán Trujillo y el subteniente Blanco. 9 a.m., estamos en El Hacha. El padre Trujillo nos recuerda que es domingo y que por tanto debemos asistir a una misa dedicada muy especialmente a nosotros, que dirá en la cubierta de batería del cañonero. Oímos la misa. Este buen sacerdote que con celo patriótico recolectó víveres en el departamento del Huila para los soldados de la frontera, es un amigo inmejorable a quien le debemos el incalculable servicio de habernos recordado un día de la semana, pues tales cuentas hacía mucho las teníamos perdidas. Por la tarde, atracamos en Puerto Ospina, después de haber subido de La Concepción nueve soldados enfermos. No hay novedad.
Marzo 20/33
6 a.m,, aseo general. 4,5 p.m., llegan en El Rayo el cdt. Solano y el tte. Lozano. Me ordena zarpar inmediatamente para Puerto Asís, orden que se cumple y navego hasta las 7 p.m., fondeándome en Punta de Guadua, por estar muy oscura la noche. No hay novedad.
Marzo 21/33
6 a.m., continúo el viaje hasta Puerto Asís. Se embarcan ropa y botines para la dotación. Esta está franca para que salga a tomar sus cervezas, ya que es el único punto del Putumayo en donde se encuentra esta preciosa bebida. Solamente nosotros, los navegantes, que vivimos en medio de estos caudales de agua pero que sin embargo vivimos muertos de sed, por recibir durante todo el día las caricias del padre sol, y el resuello caliente de las planchas, podemos apreciar lo que significa un vaso de cerveza, que refresca, alimenta y alegra el espíritu. Uno no se explica por qué “Bavaria” no ha puesto aquí una sucursal. No hay novedad.
Marzo 22/33
Hoy a la madrugada embarcamos víveres y 146 cajas de aceite combustible para el cañonero. A las 6 a.m., se embarcan 120 soldados al mando del capitán Collazos. A las 7 zarpamos para Chavaco. A las 4 p.m., llegamos a Puerto Ospina. El cdt. Solano dispuso que la tropa saltara a tierra para comer y dormir. No hay novedad.
Marzo 23/33
6 a.m., zarpamos con 135 soldados y 15 civiles, al mando del cap. Collazos. Con él van los ttes. Blanco y Gómez jurado. 4 p.m., llegamos a la boca de la trocha en donde desembarcamos la tropa, la cual sigue para Cha vaco. Esta misma tarde se le mandó en el avión 402 una comunicación al cor. Boy. Sin novedad.
Marzo 25/33
8 a.m., llega un motor trayendo una comunicación para entregarla al avión que debe llegar. Esta comunicación es para el mayor Boy. 9 a.m., sale el cdt. Solano en una gasolina para Chavaco. Hoy es un día de fiesta para nosotros. Hay orden de ataque a Güepí, para mañana. Por fin nuestros diplomáticos se cansaron de dar coces contra el aguijón. En esta selva y con estos enemigos, la mejor norma de conducta y la mejor lección se da con los cañones y los fusiles. Pero “el correo de las brujas” hasta nuestro cañonero, llegó la noticia de que entre el cor. Rico y el cor. Boy había habido una discusión que para mí no es sino simpática, pues no quiero darle la importancia que realmente tiene, y más que todo por ser imposible para mí que un veterano de la gran guerra incurra en una candidez tan grande: se trataba simplemente de avisar a los peruanos que íbamos a atacar su puesto de Güepí. Como quien dice: “Cúrense en salud...” Esta idea del cor. Boy, como era natural, fue rechazada por el cor. Rico. Sin embargo, el cor. Boy insistía entonces en hacerlo en nombre de la aviación, proposición que fue igualmente rechazada por el cor. Rico, alegando éste que él era el jefe supremo de las tropas que al día siguiente iban a participar en el combate. Esta más otras consideraciones que seguramente hizo el cor. Rico pusieron en razón al cor. Boy. En el cañonero se alistan todas las piezas. La munición etc., etc.... Todo el mundo sonríe, sube por las escaleras, corre por los combes, como si se tratara de los preparativos de una gran fiesta. En realidad, el día de mañana tendremos sobre nuestras espaldas el peso de una gran responsabilidad y estaremos en peligro. Pero como el placer está en relación directa con el peligro, todo el mundo está contento. El ataque debe efectuarse entre las 9 y las 10 de la mañana. Esta tarde me iré para El Palmar en donde en reunión de comandantes se darán las últimas disposiciones, a fin de que todo sea perfecto. Por la tarde, después de haber quedado todo listo, la dotación come y se reparte en sus respectivos puestos, un poco preocupada, un poco intranquila. Tal vez le dedican estos momentos de paz y tranquilidad al recuerdo del hogar lejano. No hay novedad.
Marzo 26/33
Es domingo. 3 a.m., embarcamos al capitán Collazos con su compañía para pasarlo a la ribera peruana. El cañonero, apagadas todas sus luces, y a media máquina, para no hacer ruido, se desliza como un fantasma y se aproxima a las bocas de Güepí. Hay una oscuridad absoluta. Pensábamos dejar esta compañía a unos 2.000 metros de la posición enemiga, pero la oscuridad nos hizo descender más y bajar hasta unos 1.200 metros. Parece que el enemigo no se ha dado cuenta de nuestra maniobra. Se desembarca y regresamos a nuestro puesto. Cuán largas parecen las horas ... 7 y 30 a.m., at/m. largar amarras. Zarpamos a buscar el punto desde el cual hemos de batir a Güepí. Una última revista al armamento. Vamos río abajo en busca del enemigo. Hemos encontrado un sitio ideal, para mejor aprovechamiento de él y de nuestro material, nos amarramos por popa, con un cabo. 8 y 45 a.m., el cdte. Solano da la orden de empezar el fuego. El telémetro marca 4.000 metros. Una granada es nuestro saludo y nuestro Aviso a la guarnición de Güepí. Este fue el primer disparo del combate de Güepí. Era la señal esperada por nuestras tropas. En todo el sector se rompen los fuegos. Los peruanos contestan con ráfagas de ametralladoras. 9 a.m., aparecen nuestros aviones, en vuelo majestuoso, y empieza el bombardeo. Esto se volvió el infierno. Sólo se oye el ruido del cañón, de las ametralla doras, la explosión violenta de las bombas y el disparar incesante de la infantería. Nuestro cañón canta sin cesar, con su boca de fuego, la canción de la muerte.... Una tras otra, nuestras granadas van demoliendo las fortificaciones enemigas. Vemos también el efecto de las del Santa Marta, que está abajo oculto a nuestra vista por la curva del río. A cada blanco que hacemos, nuestra dotación lanza exclamaciones de júbilo. Están felices los muchachos... nuestro bombardeo dura hasta las 11 a.m., a esta hora se produce un silencio desesperante. No se oye ni un ruido, ni un disparo, ni nada. 11 y 30 a.m., la hora de la prueba. El cdt. Solano me ordena marchar con el cañonero sobre la posición de Güepí. Se largan amarras y listos. Hasta la desembocadura del Güepí bajamos a media marcha. Aquí nos rompieron el fuego las ametralladoras enemigas. Estamos sólo a 15 metros de ellas. av. t/m. Nuestro cañón dispara incesantemente botes de metralla. Todas las ametralladoras nuestras disparan ráfagas seguidas y largas. El cañonero, a toda máquina, clava su espolón al pie de la loma de Güepí. Con nuestros fuegos desalojamos al enemigo de sus posiciones, y la bandera nacional de la Flotilla de Guerra, clavada al pie de los cuarteles de Güepí por el sargento Néstor Ospina y ocho soldados del Pelotón de Desembarco, agitada por el viento, parecía aplaudir el valor de nuestros bravos soldados. El enemigo huyó desordenadamente, dejando muertos, heridos, prisioneros, armamento, municiones, drogas y víveres. De la dotación del barco resultaron heridos: el timonel Cadavid y el cabo segundo Filemón Yaiguaje. Afortunadamente ambas heridas fueron leves. Bajarnos a tierra a conocer las posiciones enemigas. 6 p.m., no hay novedad.
Marzo 27/33
Acoderados en Güepí. No hay novedad.
Marzo 28/33
Acoderados en Güepí. 9 a.m., se presentan tres aviones del Perú, los cuales no arrojan bombas y nos disparan sus ametralladoras. El cañonero dispara dos botes de metralla y abre el fuego con todas sus ametralladoras. Los aviones peruanos, atemorizados, se retiran. Más tarde supimos que esos mis mos aviones habían bombar deado la lancha SinchiRoca?, cerca de El Hacha, bombar deo en el cual perdió la vida el timonel Efraín Castro y resultaron algunos heridos leves. A las 11 a.m., zarpamos para Caucaya, a donde llegamos a las 5 de la tarde. Gran entusiasmo en la población. No hay novedad.
Marzo 29/33
Zarpamos con dirección a Güepí, llevando a bordo 14 mulas. Los de máquinas decían que las mulas tenían por objeto relevar los caballos de fuerza del cañonero, siempre seré un admirador de la mula, ignorado servidor en toda acción guerrera, que unas veces muere ahogado en la famosa carretera La TaguaCaucaya?, siempre vilipendiada y que humildemente ostenta su hoja de servicios en el espinazo. Por la tarde llegamos a Güepí. Se desembarcan las mulas. No hay novedad.
Marzo 30/33
Llegamos a El Hacha. Embarcamos 220 cajas de gasolina y 150 cajas de combustible y zarpamos para Caucaya, en donde descargamos el barco. No hay novedad. Marzo 31/33 Se empieza a pintar el cañonero de color verde oscuro, a fin de poderlo ocultar con facilidad. Se recibe munición de artillería. No hay novedad.
Abril 1/33
Le continúa en la pintura del barco. No hay novedad.
Abril 2/33
En el Puerto de Caucaya. Recibimos más munición de artillería. Es traída, en avión, de La Tagua. No hay novedad.
Abril 4/33
Queda terminada la pintura del barco. Su color es gris oscuro. Es el color reglamentario que muchas de las cosas que contienen los regla mentos, en estas regiones son contraproducentes. El fondo de la selva, en las márgenes del río, es verde os curo y hace muy notorio el color gris. En las horas de la tarde se inicia el arrume de la carga perteneciente a la Cp. del Juanambú, comandada por el mayor Gil Se embarcan también los víveres para la guarnición de Calderón. No hay novedad.
Abril 5/33
De conformidad con lo ordenado por el Cdo. de la Flotilla, el barco zarpa a las 6 a.m., para Calderón, llevando oficiales y tropa del Juanambú. Los detalles de este viaje están consignados en el diario de navegación. No hay novedad.
Abril 6/33
Un viaje hacia Calderón, no se presenta incidente alguno que merezca la pena de registrarse. No hay novedad.
Abril 7/33
Amanecimos en Puerto Calderón, en donde desembarcamos el personal y la carga que venía con destino a este lugar. Este sitio lleva el nombre de Calderón por haber sido abierto y cultivado por un viejo cauchero, llamado Andrés Avelino Calderón, que desde hace muchos años habita por estos lugares. Hace algún tiempo se trasladó de Peña Blanca a este lugar la sección de Art. de 75 mm. y una sec. de Amet. Pesadas. El mayor Gil, por ser el oficial más antiguo de los oficiales de Calderón, quedará como comandante del Puesto. Viene muy bien intencionado y muy optimista de los éxitos que al canzara con su compañía, unidad que es creación única y exclusivamente de él y que está compuesta por costeños, en poco número y una gran mayoría de santandereanos. Tal vez otros dos departamentos tengan allí su representante. Como buenos camaradas y amigos viejos que somos, le deseo al mayor Gil muchas felicidades. De Calderón hay una trocha muy corta al río Caraparaná, de manera que ese es uno de los motivos por los cuales se ha establecido este puesto. No hay novedad.
Abril 8/33
Viajando de Calderón hacia Caucaya. De Calderón a Caucaya hay aproximadamente 375 kilómetros, que en el cañonero, en viaje normal hace el recorrido en alrededor de 34 horas. La navegación de estos ríos es sumamente monótona, pues no hay la menor variación en el paisaje.
Abril 9/33
Llegamos a Caucaya de noche. Hay orden de continuar viaje inmediatamente para Puerto Asís. Más o menos hay la misma distancia que a Calderón. Cuando este recorrido se hace en dos viajes, las fatigas son muy pocas, pero viajando día y noche (un total de 800 kilómetros) es muy pesado y la dotación, que tiene que dormir en cubierta, sufre mucho, pues de día le toca soportar el calor del sol y de las planchas, y de noche son casi seguros los aguaceros.
Abril 10/33
Un viaje para Puerto Asís, sin novedad.
Abril 11/33
A las 3 a.m., llegamos a Puerto Asís. Se pasan al hospital el grumete Burbano y el soldado Eduardo Ochoa, perteneciente este último al Pel. de Desembarco. Se aprovecha la estadía de Puerto Asís para revisar dos pistones que vienen golpeando.
Abril 12/33
Le continúa el trabajo en las máquinas. El Comando se dirige al Ministerio para tratar asuntos oficiales. Me figuro que ellos se relacionen con el transporte de tropas. Este viaje nuestro obedeció a que en estos días habíamos tenido información de que llegaban a Puerto Asís 400 hombres. No ha llegado nadie. ¿Será que en Bogotá no saben que estamos en guerra ... ? En esta guerra se han visto cosas singulares... Unas veces no viene tropa y otras llegan compañías al mando de mayores y sin oficiales subalternos. ¿Dónde estarán todos los que figuran en escalafón ?
Abril 13/33
Zarpó para Caucaya la SinchiRoca?, conduciendo gasolina y víveres. A las 2 p.m., se embarcan en el cañonero ocho reses, y 90 bultos de víveres. De acuerdo con la orden del Cdo., el cañonero queda listo para zarpar a las 3 de la mañana. No hay novedad.
Abril 14/33
Zarpamos a las 3 a.m., sin novedad. Abril 15/33 Un Chavaco se embarcan 50 soldados de la compañía del capitán Cardona, que va con destino a Cal derón. A medio día llegamos a Caucaya.
Abril 16/33
Se hacen algunas reparaciones en los motores de a bordo. A las 5 y 30 zarpó el Santa Marta con rumbo a Calderón.
Abril 17/33
Le continúa en la reparación de los motores, sin novedad.
Abril 18/33
Le continúa en la reparación de los motores. Se desarman los 12 cilindros, para hacerles un aseo completo. Esta tarde debe quedar terminado el trabajo. No se sabe nada del Santa Marta. A mediodía el Santa Marta pide aviones por radio. No explica de qué se trata, ni el lugar donde se encuentra. Poco tiempo después, hace “S.O.S” por espacio de dos minutos. No obstante sigue comunicando en clave a Bogotá. La primera impresión que recibimos fue mortal. Nos tranquiliza el hecho de que continúe comunicando. El “S.O.S” no se usa sino cuando el barco se va a pique definitivamente. El Santa Marta vuelve a pedir aviones en número suficiente y que el Cartagena baje con el mayor número de tropas. Hasta el momento no se sabe si ha sido atacado Calderón o el cañonero, pues el radio continúa trabajando con Bogotá. Estamos muy intranquilos por la carencia absoluta de noticias.
Abril 19/33
Se sabe que una patrulla peruana, desde su orilla, sorprendió a nuestro puesto de Calderón las tropas nuestras se dispersaron. Debido a la falta de previsión de nuestros oficiales, que habían llegado al colmo de recoger la munición de guerra y repartir cartuchos de instrucción, cometieron también los dirigentes de ese puesto el gravísimo error de talar la orilla en forma tal que las casas y los campamentos que habían construido, eran visibles de todas partes. Las cosas pasaron, más o menos, así: era día domingo. Se dijo misa, que fue oída en formación, por toda la tropa, sin armas. A la hora de almuerzo, en una especie de patio que hay enfrente de la casa de Calderón, en formación cerrada, ocuparon este lugar las tropas del Juanambú y parte de las de Artillería, pues la otra parte de esta Unidad se hallaba a unos 10 kilómetros abajo, como puesto adelantado. Al personal se le comenzó a pasar revista de uñas cuando de repente fueron sorprendidos por ráfagas constantes que desde la orilla peruana les hacía un enemigo del cual no se tenía la menor noticia y, por consiguiente, se ignoraba su número y los medios de que éste disponía para continuar el ataque que había empezado. Entonces ¿qué sucedió ... ? La tropa indefensa se desbandó. Solamente después de media hora algunos de nuestros oficiales lograron reunir una poca cantidad de ésta y contestar el ataque, que tuvo como resultado que el enemigo huyera, sin pérdidas com probadas. Pasada la primera impresión, la tropa corrió a los dormitorios en busca de su armamento y en seguida conseguir hachas y machetes para romper el depósito en donde se había reunido toda nla munición, pues era un peligro que la tropa tuviera munición a la mano porque se podría presentar el caso de que tuviera que hacer uso de ella y seguramente nadie quería asumir la responsabilidad. Es perfectamente imposible suponer que en plena guerra, y a poca distancia del enemigo, se cometan errores tan graves como los anotados, y solamente ellos nos llevan a la convicción de que a nosotros, en el Ejército, nos falta la escuela práctica de la guerra y más que todo la conducta y normas que debemos seguir en estas regiones. Como resultado de esta sorpresa murió uno de nuestros soldados, llamado José Aguilar herido muy levemente un oficial y dos soldados más. Esta lección habrá de enseñara nuestros oficiales que la guerra no se hace en forma ciones y marchas de parada, sino a base de audacia y precaución.
Abril 20/33
El cdt. Solano nos comunica de Calderón que el cañonero no debe zarpar has ta nueva orden. Zarpa la Emita, para Calderón, con el siguiente personal: el mayor Caicedo, el tte. Andrade y 30 soldados del Garavito. Lleva además víveres. En las horas de la mañana no hubo comunicación por radio. Los radios, en esta frontera, nunca han funcionado con regulari dad. A las 10 a.m., se presentó el cañonero Santa Marta. A las 6 p.m., se presentó la SinchiRoca?.
Abril 21/33
Llega en avión el señor Ministro de Guerra, quien viene en viaje de inspección. Vuelan cinco aviones de caza, maniobrando sobre Caucaya. Hacen acrobacias peligrosas y emocio nantes. Los pilotos lucen sus habilidades. Se inicia la pintura del barco de un color verde oliva, muy semejante al de la selva. Así nos mimetizaremos muy bien.
Abril 22/33
S.S. el Ministro de Guerra visita el cañonero. El cdt. Solano, en compañía del señor Ministro de Guerra sale para Güepí, de donde regresan gratamente impresionados. 1 y 30 p.m., se avista la lancha Emita, que regresó sin cumplir su comisión por haber sido bombardeada por cuatro aviones peruanos, 40 kilómetros arriba de Peña Blanca, resultando dos muertos y cuatro heridos. Entre los heridos está el cdt. de la Emita señor Joao Faita Cruz. Tie ne un muslo roto. Su estado es de gravedad. Los heridos son transportados al Hospital Militar con todas las conside raciones del caso. Se continúa la pintura del barco. No hay novedad.
Abril 23/33
Llegan el gral. Rojas y el cor. Acevedo, procedentes de Tarapacá. Cinco aviones de caza bajan a Calderón y El Encanto con el fin de practicar un reconocimiento. Hasta hoy, después del accidente de Calderón y del bom bardeo de la Emita, bajan nuestros aviones a recorrer nuestros puestos que no tie nen comunicación con Caucaya. Es verdad que hay veces llega tarde el “zarcol”... A las 6 p.m., salen en avión para Puerto Boy, el Ministro de Guerra, el general Rojas, cor. Acevedo y los cdtes. Solano y Boy. Parece que se trata de acordar la forma como se llevará a efecto la acción sobre Puerto Arturo. No hay novedad.
Abril 24/33
1 a.m., regresan de Puerto Boy S.S. el Ministro de Guerra, el general Rojas y el cdt. Solano. A las 5 p.m., se van nuevamente para Puerto Boy.
Abril 25/33
Con orden del cdt. Solano zarpamos para Güepí llevando a bordo una sección de cañones “Hotchkis”, de 32 mm, con su respectiva munición y víveres para la guarnición de Güepí. Esa noche dormirnos fondeados en “SaladoGrande?”. No hay novedad.
Abril 26/33
Ayer murió el cdt. de la lancha Emita, fue imposible salvarlo. Se le hicieron honores militares. En el cementerio llevaron la palabra el cap. Liborio Orejuela y el Auditor de Guerra, López Narváez. Fue muy sentida la muerte de Faita Cruz, generalmente querido. A las 9 y 30 atracamos en Güepí y desembarcamos los elementos llevados con destino a ese lugar. En seguida, continuamos viaje hasta la boca de la trocha, en donde, según dicen en Güepí, deben haber bombardeado las lanchas porque han oído ruidos sordos y ráfagas de ametralladoras. Se avistan la SinchiRoca? y la HuaynaCapac?. Están haciendo leña. No hubo tal bombardeo. Seguro en lo oído en Güepí sea la orquestación de la selva, que produce los sonidos que cada cual necesita. A las 7 y 50 p.m., regresamos a Güepí, trayendo por proa la lancha HuaynaCapac?. La SinchiRoca? siguió rumbo a Puerto Asís. Se embarca la Cp. Mora com puesta de 120 hombres y el mayor Antonio Cote. No trae oficiales subalternos. A pesar de todos los esfuerzos que se han hecho en este sentido. Se embarcan 60 cajas de gasolina. A las 3 p.m., zarpamos con rumbo a Caucaya. Por la tarde nos fondeamos en Casacunti, pues el aguacero que estaba cayendo era torrencial, impidiéndonos distinguir el canal. Pasada la lluvia, continuamos viaje, llegando a Caucaya por la noche. La HuaynaCapac?, que quedó en Güepí, debe continuar viaje a Puerto Asís, a bajar tropa y elementos.
Abril 27/33
Se prepara el viaje a Calderón. A las 5 p.m., se embarcan el mayor Antonio Cote y el cap. Mora con su compañía. Se embarcan también víveres. A las 7 y 30, conforme a la orden del Cdo., zarpamos con rumbo a Calderón. No hay novedad.
Abril 28/33
Continuamos viaje, llegando a Yubineto a las 8 y 30 a.m. en este viaje, el Santa Marta nos acompañó, el cual traía a bordo la Compañía Orejuela. Se desembarca la tropa, la cual debería permanecer durante todo el día en tierra, para poder ocultar los barcos y sustraerlos, en esta forma, de cualquier posible ataque de la aviación peruana. Nosotros nos ocultamos en un brazuelo, arriba de Yubineto. El Santa Marta quedó abajo. A las 5 p.m., zarpamos para Yubineto a embarcar la tropa. 7 y 45 p.m., pasamos por Inonias. Se avista una luz en el puerto que parece quisiera hacer señales. No tomamos cuenta de ella y seguimos de largo. A las y 25 p.m., navegábamos por Flori da, sin novedad. A las 10 y 10 de la noche, por Yabuyanos. El cañonero lleva sus luces encendidas. Los oficiales de a bordo hacen guardia en el puente de comando. El cor. Solano dicta al cap. Bejarano algunas de sus disposiciones para los comandos de guarnición. De la tripulación están los de guardia en sus puestos y el resto durmiendo. La tropa embarcada, duerme con los combés, en proa y popa, esperando la llegada a Calderón. Dos tiros de cañón 75 mm. disparados sobre el Cartagena son la señal de alarma la tripulación ocupa sus puestos de combate,mientras cinco ametralladoras enemigas rompen sus fuegos simultáneamente sobre nosotros. Inmediatamente ordené al piloto volver proa y acoderarse en la banda colombiana. Las luces se apagan, y pocos segundos después del estallido de los proyectiles peruanos, sube el cor. Solano al puente y ordena que la Flotilla regrese a toda máquina, batiendo con sus fuegos al enemigo. La maniobra fue corta. Casi al minuto se cumplió la orden. El barco daba la impresión de un Sinaí encendido. El Bofer araba las posiciones enemigas que en seguida eran revolcadas por las ráfagas constantes de 12 ametralladoras que en ese momento teníamos emplazadas. En la ribera colombiana se oía un chasquido como tropas que vinieran al asalto los proyectiles de las ametralladoras enemigas, que a dos o tres metros de la cubierta pasaban para chocar más allá, en la selva, cortando las ramas y desflecando las hojas, herían el silencio de la selva. El momento fue de grande intensidad. La incertidumbre de la situación no desconcertó a nadie. Los oficiales, como si hubiéramos estado de acuerdo, optamos por una misma decisión. Todos los Santos seguramente estaba ocupado por el enemigo y Ya buyanos era un puesto de seguridad, de alarma y de resistencia. Ocupar dicho puesto hubiera sido una victoria, pero para nosotros, sorprendidos en una noche tan oscura, en todo sentido, sería una temeridad, una locura intentarlo. A las 11 p.m., nos encontramos, más o menos, a cinco kilómetros arriba de Yabuyanos, acoderados en un brazuelo, esperando el amanecer para atacar al enemigo emboscado. Desde este lugar presenciamos el avance del Santa Marta, cuyo comandante, por la oscuridad de la noche y por nuestra rápida maniobra, no supo bien si el Cartagena subió de largo o se botó contra la posición ene miga. El cap. Gaitán recibió su orden tan concreta, como lo permitieron los detalles de una linterna, encendida sobre cubierta, bajo el fuego de cinco ametralladoras colocadas a unos 300 metros de distancia. A pesar de todo el Santa Marta avanza dispara sus ametralladoras y nos busca con los proyectiles luminosos del cañón antiaéreo, en la ribera peruana. A pocos minutos el piloto nos descubre y el Santa Marta se nos acerca. Se oye la metralla peruana cada vez más lejos no nos damos cuenta si es debido a la distancia que hemos tomado o si es que el enemigo se retira. Al día siguiente supimos que nos habíamos retirado ambos. El cor. Solano, en previsión de una sorpresa, destaca patrulla a una isla cercana él mismo la conduce lo acompaña el instructor de máquinas Alberto Restrepo. Los oficiales y tripulación no dormimos. Parece que todo el mundo estuviera en vigilancia. Se espera con impaciencia el amanecer para combatir. A la madrugada se vio una luz al pie del barco un individuo extraño que se aproxima, porque no se oye ruido alguno de pasos. Al darse cuenta el individuo de que ha sido descu bierto, se apaga la luz y se pierde, porque ninguna de las patrullas enviadas da con él. Así es la selva.
Abril 29/33
Según el plan acordado durante la noche, el Cartagena baja a Yabuyanos y ataca. El Santa Marta se encarga del sector de arriba. Son las 5 y 30 a.m. estamos al frente del enemigo, o por lo menos donde esperábamos encontrarlo. No recibimos fuego. Disparamos un cañonazo sobre la casa. No es contestado tampoco. Desembarcarnos dos secciones de Infantería, que previamente habían sido empacadas en los reducidos compartimientos del barco. No se oye un solo tiro. El enemigo huyó durante la noche, dejando cosas que no le ser vían a él ni a nosotros: un muerto, un cañón de repuesto para ametralladoras, cuatro fusiles viejos y un millar de cartuchos. A la 1 p.m., zarpamos dejando el puesto asegurado por una compañía de fusileros al mando del capitán Liborio Orejuela, con los ttes. Andrade y Roa. De aquí en adelante continuamos viajando con todas las precauciones del caso mucho más todavía cuando navegábamos en las proximidades de Todos los Santos, sitio que siempre nos ha inspirado desconfianza y recelo. Resolvimos, a manera de ensayo de instrucción y como práctica de tiro, disparar tres cañonazos sobre varias de las fortificaciones dejadas allí por los peruanos. El puesto estaba perfectamente abandonado. Continuamos viajando sin novedad.
Abril 30/33
Amaneció de buen semblante. Hacemos el viaje de regreso de CalderónCaucaya, después de haber cumplido nuestro cometido. A las 3 y 30 p.m., pasamos por Yabuyanos. Le llevamos como refuerzo a la Compañía Orejuela una secc. de ametralladoras pesadas al mando del tte. Calderón. El cap. Orejuela entrega al cor. Solano una carta que fue encontrada en los alrededores de la casa de Yabuyanos y que junto con una libretica, debió salirse del bolsillo de su dueño, que era el comandante Sevilla. Esta carta constituye un precioso documento, pues es escrita por un muerto o por lo menos por un individuo que la prensa muestra, en repetidas ocasiones y con sin número de detalles, suicidio en Iquitos: el cor. Víctor Ramos, quien está vivito y coleando en Puerto Arturo. Este es el jefe de todo este sector, y fue también el que despachó al cdt. Sevilla, junto con una compañía reforzada a dar la sorpresa a nuestros colegas en Calderón, sorpresa que tanto nos ha dolido. En esta carta se le felicitaba por esa acción que con tanto acierto había llevado a cabo, pidiéndole sí le era posible, la repi tiera que para unificar su armamento le mandaba fusiles, ametralladoras “ZB”, y que él en cambio le devolviera los “matzen” que tenía le anunciaba, además, refuerzos y víveres, lo mismo que minas. La acción llevada por nuestra parte, con tanto éxito en Yabuyanos, nos salvó de una gran calamidad que se guramente hubiéramos tenido más tarde. Por la tarde llegamos a La Florida: se hace un reconocimiento. El cte. ordena recoger todos los indios y transportarlos a Caucaya.
Mayo 1/33
A las 5 y 30 a.m., zarpamos, llegando a Inonias a las 7. El Cdo. ordena recoger los indios que se encuentren en este lugar. Después de una minuciosa búsqueda y de llamarlos repetidas ocasiones por medio del manguaré, reunimos 130 de ellos, que pasan inmediatamente a bordo. No hay novedad.
Mayo 2/33
A las 6 a.m., levamos ancla y continuamos nuestro viaje, llegando, por la tarde, a Caucaya. Desembarcamos los indios. Desinfectamos cuidadosamente el barco, pues la mayoría de estos infelices están tuberculosos.
Mayo 3/33
Se ordenó la inspección de la bodega de aceite babor a proa, que según el instructor de máquinas deja salir aceite y entrar agua. Se saca combustible y agua de la bodega en referencia. Se limpia la bodega y se encuentra que ha sufrido un golpe, pues tiene dobladas las planchelas de tres cuadernas, a proa. El golpe parece ocasionado por un proyectil de artillería o por un palo muy fuerte. Lo que sí es un hecho es que el daño se notó la noche del encuentro en Yabuyanos. No hay novedad.
Mayo 4/33
Se calafatea la bode ga de aceite y se cubre con cemento. Se embarcan 18 cajas de combustible. A las 4 y 30 llega la HuaynaCapac? que, junto con la SinchiRoca?, deja ron de refuerzo en Güepí 220 hombres. Esta tropa fue traída de Puerto Asís por el mayor García Herreros. La SinchiRoca? se devolvió de Güepí y la HuaynaCapac? bajó, trayendo a bordo al ca pitán Restrepo, aceite Mobi loil y munición de infantería. No hay novedad.
Mayo 5/33
Zarpa la HuaynaCapac? para Puerto Asís. Lleva a bordo los indios huitotos traídos de Inonias que deben ser desembarcados en PiyayaNegro?, al mando del colono Arciniegas. Lleva también el capitán Restrepo, destinado al Cdo. de la SinchiRoca?. Zarpa un motor con la canoa Miss Putumayo, rumbo Yabuyanos, conduciendo al mayor Caicedo, quien va como comandante de esa guarnición. Llegó en un avión y siguió para Güepí el cor. Acevedo. No hay novedad.
Mayo 6/33
Llega un motor de Güepí trayendo a bordo al comandante Diago, mayor Téllez y mayor García Herreros, quienes vienen a conferenciar con el cor. Solano. Se pasa revista de munición y se colocan unos dispositivos antiaéreos en la cubierta de batería.
Mayo 7/33
Zarpa, rumbo a Güepí, un motor conduciendo al cdt. Diago, mayor Téllez y mayor García Herreros. Llega el avión Rícaurte, trayendo al cor. Acevedo, quien visita el barco. Por la tarde sale para Puerto Boy. Anuncian que llegó tropa a La Tagua. Es un gran consuelo. Es muy difícil hacer una guerra en un frente de 200 kilómetros con 2.000 hombres, por todo. Nos toca de a kilómetro por cabeza. Pero qué kilóme tros los que se dan por aquí... No hay novedad.
Mayo 8/33
Llega aceite combustible de La Tagua. La dotación se ocupa en el aseo del barco y en limpieza de armamento. Se reciben 70 cajas de combustible que contienen solamente 2.350 litros. No hay novedad.
Mayo 9/33
Salió el cdte. Solano en el Ricaurte, para Puerto Asís. No hay novedad.
Mayo 10/33
Regresó el cdt. Solano. En este momento llega un telegrama, procedente del presidente de la república, el cual informa que los peruanos desde La Zoila iniciarán un contraataque sobre Güepí. Aprovechando la presencia del Ricaurte, que en este momento está en el aeropuerto, se le manda una comunicación, en ese sentido, al mayor Téllez, cdte. de la guarnición de Güepí. Media hora después llegó von Engel en un avión de caza y fue mandado a Güepí a confirmar la información. A las 8 p.m., zarpamos: el Cartagena y el Santa Marta, conduciendo cada uno 100 hombres, que iban con destino a reforzar esa guarnición y así era posible iniciar una operación militar al día siguiente. No hay novedad.
Mayo 11/33
A la madrugada de este día llegamos a Güepí. Hay enorme impaciencia por conocer detalles de lo que ha sucedido. Se desembarca la tropa. El cdt. Solano, en compañía del mayor Téllez, van hasta La Rebeca a conferenciar con el cdt. Diago. El invierno crudo de esta época ha hecho que los ríos suban enormemente, se represen las quebradas y se conviertan en verdaderos mares los “Cananguchales” y las partes bajas de la selva. Puentes que hacía tres días se habían construíido para facilitar el paso de las mulas y la tropa, hoy se encuentran metro y medio debajo de las aguas. Estas son las características de esta región, medio hostil para todo progreso y aun para toda idea. En resumidas cuentas, en nuestro puesto adelantado de La Rebeca, no se puede tener más tropa que la compañía que hay, por no poder ser aprovisionada. Además, por el conocimiento que tenemos del terreno, estamos absolutamente convencidos de que los peruanos tampoco podrán dar un paso de La Zoila para acá, pues de hacerlo encontrarían la muerte absolutamente segura. Por lo tanto, ese día nos dedicamos a pasar revista a los puestos y a los trabajos de defensa que hay alrededor de cada uno de ellos. Los soldados pastusos, que desde el principio han trabajado en los alrededores de Güepí, se han vuelto unos montaraces completos. Se ha desarrolla do en ellos enormemente el sentido de la orientación y los trabajos efectuados muestran claramente que son veteranos del combate en la selva. En la tarde de ese día, Von Engel nos lleva una gratísima noticia: la flota de abajo ha tomado el Algodón y nuestra Flotilla Aérea ha derribado tres aviones peruanos. Poco a poco y palmo a palmo, por arriba y por abajo, vamos do minando el Putumayo. No hay novedad.
Mayo 12/33
Embarcamos nuevamente la tropa que habíamos llevado y regresamos a Caucaya, en las primeras horas de la noche. ¿Qué hubiera sido de esta guerra sin estos dos cañoneros...? Nuestros compañeros de tierra envidian nuestra vida porque la creen fastuosa, pero ignoran completamente lo que significa el peso de una responsabilidad tan grande, más las fatigas producidas por el calor, la incomodidad y la viajadera de día y de noche. Puede ser que algún día nos reconozcan nuestro mérito.
Mayo 13/33
No hubo novedad especial.
Mayo 14/33
Llegan en un motor, procedentes de Güepí, los mayores Téllez, Guarín y los tenientes García y Blanco. Más tarde llegó el remolcador con víveres. No hay novedad.
Mayo 15/33
Zarpó el remolcador, conduciendo víveres y el Pelotón del tte. Pinillos que debe desembarcar en Yubineto y aguardar allí a que nosotros los recojamos. Esta medida de prudencia se debe al recelo que siempre nos ha inspirado este puesto, el cual está unido con Pantoja por una trocha más corta que la que va a Güepí, y por ser su terreno muy alto sería formidable posición para nuestro enemigo.
Mayo 16/33
Llega a Caucaya la Compañía del cap. Gómez Patiño y siete oficiales.
Mayo 17/33
Embarcamos cuatro novillos, cuatro oficiales y 141 soldados de la Cp. Beltrán. Llevamos como pasajeros: mor. Márquez, cap. Bejarano y tte. Gutiérrez. 3 y 45 p.m., en el Ancusiya enviamos la gasolina a que haga un reconocimiento por este río. Regresa la gasolina, informándonos que no se ven huellas ningunas pues las orillas están inundadas. Bajamos a Yubineto. Allí encontramos el Pel. del tte. Pinillos, el cual nos informa que a pesar de que ha mandado muchas patrullas en exploración, no ha encontrado ningún rastro que indique la presencia del enemigo. Un momento después llega el cañonero Santa Marta y nos informa que abajo del Ancusiya recibió fuego de ametralladoras, que fue contestado por el cañonero disparando además un cañonazo como para que nosotros nos enteráramos de su situación y continuó su marcha detrás del Cartagena. Tal vez, en el momento en que él disparó su cañón o veníamos muy lejos el uno del otro, o algún viento contrario nos impidió oír. De lo contrario hubiéramos acudido inmediatamente al llamamiento. A las 5 y 50 p.m. zarpamos a toda máquina, con el Santa Marta por proa, en dirección al sitio indicado. Se hizo una exploración completa de ambas orillas, mientras hubo luz, continuándola de noche, por medio de los reflectores. El enemigo no apareció por ninguna parte. Regresamos a Yubineto, en donde la tropa iba a preparar su comida. Esa noche se presentaron alrededor de este asunto un sinnúmero de comentarios: unos opinaban que evidentemente, al Santa Marta le habían disparado con ametralladoras y otros que lo que creyeron que eran rebotes de los disparos en el agua, era una manada de bufeos, los cuales abundan mucho en este lugar. Estos animales, en sus retozos, le vantan pequeñas columnas de agua. Hay un detalle que nos reafirmó a todos en la idea de que eran disparos y no bufeos: Faustino Muñoz, colono de Peña Blanca y gran conocedor de esa región, había visto, en noches anteriores, luces producidas por linternas de mano. Sea lo que sea, el asunto no tuvo ninguna trascendencia, y el Santa Marta no merece la menor censura, si es que algún día se comprueba que fueron bufeos en vez de patrullas. El detalle más chocante del asunto es que oficiales recién destetados y curas que no entienden sino de sacristías y que confunden un cañón con un cirio pascual, se metan a decir la última palabra y conceptos definitivos sobre incidentes que nunca podrán ser aclarados en toda su verdad.
Mayo 18/33
El paso por Yabuyanos, el cdt. Solano deja órdenes para esta guarnición. 2 y 30 p.m., frente a Todos los Santos, zafarrancho por aparición de aviones. Se da vuelta nos acoderamos en la orilla y aguardamos el ataque. Los aviones desaparecieron. A las 3 y 10 p.m., acuatiza un avión de caza a unos 500 metros del barco hace el piloto una seña que no se le entendió y despega nuevamente en dirección a Calderón. 3 y 45 p.m., vuelve nuevamente a acuatizar el avión, pero esta vez se acodera cerca de una sementera de maíz, en el puesto de Hoyos. Dimos vuelta y nos acoderamos. El avión era un “Osprey” No. 123, piloteado por Haide Brehk y en él venía el cor. Acevedo, procedente del Sur. El cor. Acevedo conferencia con el cdt. Solano asuntos relacionados con la toma del río Campuya. A las 5 de la tarde, el cor. Acevedo regresó a Puerto Boy y nosotros continuamos viaje a Calderón.
Mayo 19/33
Todo el día lo pasamos a la sombra de un “Paraguayatán”. De aquí en adelante, al cañonero le toca llevar una vida de gastos, pues no podremos navegar sino de noche. Estamos en las proximidades de una base peruana y el mayor éxito lo conseguiremos trabajando ocultamente. A las 12 y 30 de la noche embarcamos la Cp. Mora y bajamos en dirección a San Antonio. Seguimos bajando alrededor de unos ocho kilómetros más, pero no encontramos, por lo oscuro de la noche, un sitio apropiado para desembarcar la tropa. Regresamos a San Antonio, en donde la desem barcamos, buscando en seguida un refugio para el barco.
Mayo 20/33
En las horas de la mañana zarpa la gasolina, manejada por el sargento Hoyos, conduciendo al capitán Domínguez, al teniente Rojas y siete soldados. Éstos tenían por misión hacer un reconocimiento en las proximidades del Campuya y ocupando una parte seca para reforzarlos en la primera oportunidad. Por no conocer el río, el sargento Hoyos los desembarcó abajo de las bocas del Campuya dejándolos en un islote pequeño. A las 2 de la tarde, en que regresó la gasolina, y nos informamos de la forma como había cumplido su cometido, ordenó el cdt. Solano que regresara inmediatamente a traerlos. La orden se cumplió y se alcanzó a sacar a tiempo ese personal. 10 p.m., zarpamos para San Antonio y embarcamos la Cp. Mora, bajándola ocho kilómetros más, en donde dejamos la tropa, la cual comenzó a hacer sus alojamientos. A la madrugada subimos y nos acoderamos en el mismo refugio que habíamos tenido el día anterior. No hay novedad.
Mayo 21/33
Acuatiza un avión “Osprey” a las 8 de la mañana, vienen en él el cap. Díaz y el tte. Quiñones. Trae unas comunicaciones para el cdt. de la Flotilla. Se sostiene el avión con su máquina mientras se da respuesta. Reciben ésta y el avión despega en dirección a Caucaya. No hay novedad.
+++++ Mayo 22/33
A las 3 de la mañana vamos a ver qué le sucede al remolcador que había bajado por la tarde con tropas. A las 4, el remolcador, que se había dañado, se hallaba con dos planchones, dos canoas y el botecito El Rayo, acoderado en la margen peruana. Se remolcan todas esas embarcaciones y zarpamos hacia San Antonio con ellas. Viniendo en viaje se zafa El Rayo con motorista y todo, perdiéndose en la oscuridad de la noche. El buque no puede maniobrar pues tiene demasiados remol ques por todos lados. Al fin pudimos arriar la gasolina y salió en su búsqueda, encontrándolo un kilómetro abajo. Regresan las dos embarcaciones a bordo, sin novedad. A las 5 de la mañana llegamos a San Antonio, en donde deja mos el remolcador y los plan chones, siguiendo nosotros para Calderón con las canoas grandes.
Mayo 23/33
Después de un reconocimiento hecho desde Calderón hasta Peña Blanca, escudriñando minuciosamente todos los rincones del río, reconocimiento que nos obligó a hacer un parte falso del sargento Tolosa, regresa mos a Calderón después de dejar 15 indios traídos de Inonias y de embarcar 160 cajas de gasolina que van con destino a Calderón.
Mayo 24/33
3 a.m., anclados en Florida. Un momento después pasa la HuaynaCapac?, con rumbo a Calderón, transportando tropas y víveres. De regreso a Calderón, ya por la noche, se supo por el radio del cañonero Santa Marta que el gobierno había ordenado suspender hostilidades y que debíamos, sin avanzar un paso más, aguardar instrucciones. En esta forma y de esta manera ha terminado, o por lo menos cree el gobierno que ha terminado esto que se ha llamado guerra con el Perú. Es una verdadera lástima que, después de tanta lucha y tanto esfuerzo, para concentrar tropas sobre el Campuya se hubiera recibido esa orden, en el momento mismo en que íbamos a cosechar un triunfo o que por lo menos estábamos resueltos a sacrificarnos. Tal vez, cuando el tiempo pase, podrá saberse, a ciencia cier ta, si fue buena o mala la medida de esta suspensión. Fdo. HERNANDO MORA ANGUEYRA Cap. cdt. cañonero Cartagena
#AmorPorColombia
Diario de guerra

Texto de: Capitán, Hernando Mora Angueyra
Febrero 14/33
Hoy, por la mañana, sin novedad. El cañonero anclado en el centro del río, frente a Caucaya, por falta de agua en el puerto. A las 11 a.m., dos aviones peruanos, tipo de combate, de dos puestos. Vienen de abajo. El vigía los avista y avisa “Alerta”. Zafarrancho de combate. Se cargan las piezas. Orden de disparar si vuelve, encima del cañonero. Nada. Pasan de largo. Se leva el ancla y nos amarramos en la ribera peruana. 2 de la tarde, alarma en el pueblo de Caucaya. Toque de zafarrancho de combate. Nada. Un error del centinela de tierra. 4 de la tarde, instrucción de tiro. El resto del día, sin novedad. Noche sin novedad.
Febrero 15/33
5 a.m., alarma en Caucaya. En el cañonero zafarrancho de combate. Motivo: un motor que viene de arriba. Colombiano. Todo el día instrucción de ametralladora y Art. Por la noche sin novedad.
Febrero 16/33
Los amarramos en el puerto. Preparativos de marcha. A las siete de la noche empieza el embarque de víveres y munición de infantería. Se termina a las 11 de la noche. Sin novedad.
Febrero 17/33
6 a.m., empieza el embarque de una secc. de Art. Material, munición, bagaje, personal (55 hombres) dos oficiales. Al mando del teniente Francisco Márquez, se embarca también el Pel. de Desembarco del cañonero, al mando del tte. José M. Chary (19 hombres). 8 a.m., orden de marcha para Puerto Monclar. 9 a.m., zarpamos del puerto. El cañonero Santa Marta marcha escalonado tres nudos detrás de nosotros al zarpar, el resto de la tropa que queda en Caucaya y todos los habitantes nos despi den con “vivas” a Colombia, al Ejército y a la Flotilla. Los soldados que marchan entonan el Himno Nacional. Cuando el cañonero cruza una vuelta del río y se va perdiendo de vista Caucaya, todavía se sienten los vítores y se ve un incansable batir de pañuelos y gorras que nos despiden. 1p.m., se aconchó el cañonero en Isla Correa. Trabajos de marinería, y a la 1 a.m. quedamos de nuevo a flote. Nos amarramos en la ribera peruana. La noche sin novedad.
Febrero 18/33
8 a.m., se desembarcó todo el personal de tropa, para forzar el paso de Isla Correa. Aconchados de nuevo. Todo el día en trabajos. A las 5 p.m., de nuevo a flote. Nos amarramos al lado colombiano. A la 1 y media a.m., bajó de Chavaco una canoamotor con una comunicación particular del puesto Velosa, avisando que en Chavaco hubo un combate entre nuestras tropas y los peruanos de Güepí. Según esta comunicación los peruanos perdieron un avión y tuvieron varias bajas en el personal. La canoamotor siguió para Caucaya. El resto de la noche, sin novedad.
Febrero 19/33
6 a.m., intentamos de nuevo forzar el paso de Isla Correa. Las tropas las dejamos en tierra. 7 y 30, forzamos el paso. Pasamos y nos amarramos de nuevo por otro paso malo. Sondaje. El río no da paso. 1 /2 braza. 9 a.m., llega una canoa de Chavaco con una comunicación oficial del cap. Diago, para Caucaya. Se impone de ella el señor mayor Solano. Se confirman las noticias de la noche anterior. Reina gran júbilo a bordo, por el triunfo. El señor mayor Solano despacha la lancha de gasolina del cañonero con ocho soldados, al mando del tte. Chary para marchar como refuerzo. 1 y 30 p.m., llegan 2 canoasmotor, de Caucaya, con una orden del cor. Rico para el mor. Solano para que marche con la tropa y elementos de guerra que crea conveniente a reforzar a Chavaco. 3 p.m., sale el mor. Solano con una pieza de artillería, 11 sirvientes, 10 soldados del Pel. de Desembarco, para Chavaco. Se espera el regreso de los motores para despachar la otra pieza de Art. y el resto del personal. El cañonero se devuelve para quedar abajo de Isla Correa. Pasamos sin novedad y nos amarramos. Se esperan órdenes del mor. Solano. Hasta esta hora 7 y 30 p.m., no hay novedad. El resto de la noche sin novedad.
Febrero 20/33
Hoy, a las 8 y 30 a.m., regresó la lancha del cañonero que había ido a Monclar. Sarg. 12. Solano. A las 9 a.m., salió de nuevo para Monclar con el contramaestre Clavijo, conduciendo 12 cajas de munición de Art., 1 de munición inf. austríaca, el sarg. Clavijo de la Art. y dos soldados de la guarnición de Chavaco. Hoy, a las 9 y 30 a.m., todavía no ha sido posible arreglar el cabrestante. Está el motor dañado. Si se necesita habrá que trabajar con espeques. 2 p.m., se arregla el cabrestante. La tropa se despacha por tierra para intentar el cañonero forzar este mal paso (Isla Correa). 3,20 p.m., se embarca de nuevo la tropa. Empezamos a subir pero el río no da paso. Sonda. Se encuentra otro canal. Pasamos. 7 p.m., nos fondeamos frente a la Isla “Yucalito”. No hay paso. El resto de la noche sin novedad.
Febrero 21/33
6 a.m., sonda. Avante el cañonero. 7,35 a.m., mal paso. Fondo. Sonda. Se encuentra un pequeño canal. El cañonero lucha contra el secadal. 1/2 br. larga. Forzado el paso. 9,5 mal paso. Fondo. La naturaleza lucha contra nosotros. Es casi imposible seguir avante. 9,10 llegan de Chavaco dos motores y la lancha de gasolina del cañonero. En ellos se embarcan 43 individuos de la Art., con material y munición. Tte. Márquez. 10,56, se leva el ancla y avante. El cañonero, a pesar de lo seco del río (1 / 2 br. larga), trata de forzar todos los pasos malos para llegar a Chavaco, para compartir con nuestros compañeros las horas de tragedia. Todo el mundo trabaja doble. Es el esfuerzo supremo porque la dotación desea, de todas maneras, combatir. 12 m., acoderados en la orilla peruana para comunicarnos con una canoamotor que baja. Es el tte. Restrepo que va para Caucaya.12,20, av. mal paso. No hay canal. Forzamos el paso. 1,40 anclados en “Casacunti”. Se tiende una espía. La dotación está casi exhausta por la cantidad de trabajo, pero no desmaya. Son dignos de encomio estos muchachos. 3.10 desaconchados. Ciamos y tomamos otro canal. 3,30, no hay paso. Sonda en canoa. 4 p.m., se leva el ancla y av. mal paso. Sonda en canoa, no hay paso. El cañonero busca todos los canales. Imposible avanzar. Seco. 6,30 p.m., fondo. La vigilancia durante la noche se extrema. No hay novedad.
Febrero 22/33
No hubo novedad durante la noche 6 p.m., sonda en canoa. Paso pésimo. La sonda no da más de 1/2 br. Imposible seguir av. Nos acoderamos en la orilla colombiana, en espera de que el río aumente su caudal. 12,30 p.m., llegan de Chavaco dos canoasmotores. Una siguió para Caucaya y la otra ordené que regresara a Chavaco, llevando 24 cajas de munición de Art., y bultos de víveres y el escribiente Alberto Mosquera, quien había sido solicitado por el mor. Solano. Durante el resto del día, la dotación se dedicó al lavado de ropa y al aseo del barco. 6 y 30 p.m., se presentó en una canoa, procedente de Chavaco, el dentista Tavera. Durante la noche el servicio es doble. 8 p.m., la dotación descansa. No hay novedad.
Febrero 23/33
Acoderados en la orilla colombiana (6 a.m). Como el río no nos permite continuar el viaje, el personal libre se dedica a trabajos de marinería, al aseo del barco y a remendar sus ropas. 8 a.m., llega de Monclar una canoa motor, dañada. Va para Caucaya a su reparación. 8 y 30 a.m., zarpa la canoa conduciendo al dentista Tavera. 6 p.m.
Febrero 24/33
Acoderados en el mismo puesto. Ha sido imposible seguir avante por la sequía del río. Se hacen ejercicios de zafarrancho de combate. Los ingenieros limpian los motes de luz y compresor. Hay orden de mantener todo listo y esta orden se cumple al pie de la letra. 4,30 p.m., pasan dos canoasmotores conduciendo el cap. Guarín, 18 soldados, munición y víveres para Chavaco. Hoy está el cañonero de plácemes, el cdte. de la Flotilla ha sido ascendido a tte. cor. Al tte. Pacheco y a mí también nos ligó el ascenso. Durante la noche no ocurrió novedad.
Febrero 25/33
Al fin el río se ha cansado de mortificarnos con su sequía. Empieza a subir lentamente. 5 y 10 p.m., pasa Tomás Eraso en una canoa con comunicaciones para Caucaya. 6 y 30 p.m., zafarrancho de combate. Todo el mundo corre a sus puestos con una rapidez increíble. Largas amarras av. t/m. 7 y 15 p.m., pasamos por Monclar. Ahora sí no nos detendrá nadie. Ansiamos con locura combatir. 8 y 30 p.m., acoderados un kilómetro abajo del puesto del sarg. Santacruz. En este momento, recibo una orden del cdte. de la Flotilla, en la cual me prohíbe, terminantemente, seguir avante. Estamos al frente del enemigo. Hemos luchado casi contra un imposible, pero vencimos hasta la misma naturaleza. Se ha navegado por los arenales. Estamos listos para combatir. 9 p.m., sale el contramaestre Clavijo a llevar una nota al cdt. Solano. 1 y 30 regresa sin novedad. 1 y 40 pasan para Caucaya dos canoasmotores. 6 y 30 p.m., como estamos en el frente de combate, se dobla el servicio de guardia. La dotación duerme en sus puestos de combate. Hace un tiempo pésimo, Llueve a cántaros. La dotación sufre horriblemente. Cuándo nos darán orden de romper el fuego.... Durante la noche no hubo novedad.
Febrero 26/33
Acoderados en el mismo puesto. El condestable Fajardo y el grumete Enrique Yaiguaje, van a un reconocimiento, regresando sin novedad. 12 y 30 m., estábamos almorzando, cuando el vigía avisa: “ Avión por popa...”. Zafarrancho de Combate, inmediatamente. Viene sumamente alto. No se distingue si es nuestro o peruano. Esta duda se nos presenta siempre. Pasó en dirección a Puerto Asís. Seguimos almorzando. A la 1 y 5 p.m., otra vez las carreritas. El vigía ha vuelto a decir “Avión... por popa... ”. Es uno de casa. Nos reconocemos. Es nuestro. 1 y 45 p.m., acuatiza al pie del barco. Es el Ricaurte, piloteado por el cap. Díaz, quien trae una nota para el cor. Rico, quien ignoramos dónde se halle, pues él viajaba detrás de nosotros en el Santa Marta, que regresó a Caucaya, cuando nos vio varados por primera vez. Se levanta a buscar este cañonero. 4 y 30 p.m., regresa el timonel Cadavid con los tres grumetes que habían ido a El Palmar a llevar una herramienta de zapa al cap. Garcés. Durante la noche no ocurrió novedad.
Febrero 27/33
7 a.m., llega a bordo el cor. Roberto D. Rico, en un motor y me dictó la orden de ataque sobre Güepí. Esta orden nos llena de regocijo no fueron vanos nuestros esfuerzos. Apenas pase la aviación y bombardee la posición peruana, seguiremos nosotros. El cor. nos desea buena suerte y sigue para Chavaco. 8 y 15 a.m., acuatiza el mor. Boy, quien trae instrucciones del gobierno de suspender toda acción de ataque. Yo le digo: “Imposible, mi mayor. El cor. Rico hace rato debió de dar sus últimas disposiciones en El Palmar, o en Chavaco estoy seguro de que nuestros puestos más adelantados ya habrán abierto sus fuegos, esperando intensificarlos tan pronto se aparezca Ud. con la escuadrilla y yo con mi cañonero. Creo, mi mayor, que la orden que usted recibió la recibió demasiado tarde”. Se devuelve el mayor Boy a traer la escuadrilla para el ataque, diciéndome que si al presentarse la escuadrilla yo estaba listo, pusiera una sábana extendida sobre la popa, y en caso contrario, la moviera y él acuatizaría, para darme tiempo. 9 a.m., zafarrancho de combate. Se dan las últimas instrucciones. Esta dotación no necesita de arengas. Estamos listos. 11 y 30 a.m., acuatiza el avión del cap. von Engel, quien trae orden terminante de suspender el ata que. El cap. Engel me pide que haga conocer del cor. Rico esa orden, a lo cual yo le dije “Si usted, con su avión, no es capaz de ir y botársela sobre El Palmar o Chavaco, está jodido. Para mí es imposible porque usted muy bien sabe que estoy alrededor de 20 kilómetros de distancia y por selva. Pero, reflexionando más serenamente y pensando en la posibilidad de que nuestra tropa se empeñara en una acción para la cual contaban con la aviación y yo, conociendo que el gobierno había variado de propósitos, de un momento a otro, y que por ese motivo la aviación no cooperaría, acepté el encargo de comunicarle al cor. Rico esa disposición. La mayor decepción que se pueda sufrir es la de recibir una contraorden en pleno campo de batalla. La dotación se desespera hace malas caras. 11 y 50 a.m., van dos grumetes a comunicar la orden al cor. Rico. Por la tarde viene un avión peruano. Pasa para Güepí. Lo observamos desde la cofa y vemos que no acuatiza. Los peruanos, creyéndolo nuestro, le disparan. Sigue en dirección a Pantoja. 5 p.m., llegan a bordo el cor. Rico, el ccit. Solano, el mor. Lesmes, el escribiente Mosquera y el capellán, padre Trujillo. Se comentan pendejadas. No hay novedad.
Febrero 28/33
9 a.m., sale para Chavaco el cor. Rico. 11 a.m., acuatiza un avión nuestro cerca al cañonero. Se le envía el bote de gasolina. En él viene el mor. Boy a conferenciar con el cdt. Solano. No sé qué trataría, pero a juzgar por las apariencias, ambos están despistados. Durante el día no hay novedad.
Marzo 1/33
8 a.m., llegan de Caucaya dos motores con tropa (36 hombres). 9 y 15 a.m., llega otro motor con víveres. 11 y 30 a.m., acuatiza el mor. y conferencia con el cor. Rico. Otra nueva decepción... Pero ésta sí es la mamá de todas... Hay orden de abandonar a Chavaco... Desempeñamos un triste papel. Somos fichas de ajedrez movidas por un aprendiz. Tengo la impresión de que estamos dando palos de ciego. No puede ser posible que nuestros dirigentes no conozcan lo que significa y de lo que es capaz un soldado colombiano. Este desconocimiento y la diplomacia, nos tienen fastidiados. 6 p.m., regresa de Chavaco el mor. Lesmes. Nos informa que el puesto del tte. Benavides, situado en la punta de la isla, disparó contra una canoa peruana, que venía piloteada por dos soldados, matándolos, y que ésta siguió a la deriva. Muy bien, compañero.... Quién pudiera hacer otro tanto. No hay novedad.
Marzo 2/33
9 a.m., acuatiza un avión. 9 y 30 a.m., acuatiza otro, traen víveres. En buena hora llegaron, que la lata estaba un poco mala. Como los peruanos ya habían recibido orden también de suspender hostilidades, orden que trajo el avión que siguió para Pantoja, y como los puestos peruanos de Cachaya y Güepí insisten en estorbar el paso de nuestras embarcaciones resolvieron el cor. Rico y el cdt. Solano que yo, como cdt. del cañonero Cartagena, dirigiera una nota al cdt. de la guarnición peruana de Güepí, diciéndole que no aceptaba ese proceder y que había subido expresamente a poner remedio a esa irregularidad. Además, le ponía de presente que iba a pasar por frente a su guarnición, con el cañonero, y que si éste era agredido, yo me iría a fondo contra ellos. Esta nota debía de llevarla el tte. José M. Pacheco, en la ga solinera del barco, usando bandera blanca. 10 a.m., zarpamos para Güepí, a 800 m. de las posiciones peruanas, se para el barco y se sostiene éste, contra la corriente, por medio de sus máquinas. Salen en la gasolina, el tte. José M. Pacheco, el ing. Solano, el timonel Cadavid y el grumete Velásquez a llevar la comunicación. La lancha atraca en el puerto peruano. Hay momentos de ansiedad. Todo el mundo está en los puestos de combate, esperando el menor gesto mío para abrir sus fuegos si es que los peruanos intentan algo contra nuestros emisarios. Después de hora y 20 minutos regresa el tte. Pacheco, sin novedad. Trae la contestación del cdt. de la guarnición, por medio de la cual me hace saber que agradece altamente el interés tomado por mí para zanjar esa situación, tan anormal, presentada últimamente. Me manifiesta, además, que ni el cañonero ni las embarcaciones menores, nada tendrán que temer de la tropa a sus órdenes. Nos acoderamos en El Palmar. Nuestras tropas y las peruanas salen a la orilla tranquilamente, pues hacía varios días estaban en sus respectivos escondrijos que más que soldados, por las lluvias caídas últimamente y el barro que se formó, parecían borugos. No hay novedad.
Marzo 3/33
6 a.m., zarpamos para Chavaco, entrando por un brazuelo. Tanto las tropas peruanas como las colombianas se dedican a lavar sus ropas, que hacía 15 días no lavaban por el peligro de la acera de enfrente, En Chavaco embarcamos a dos oficiales y 74 soldados. 10 a.m., pasamos frente a Cachaya. Se ven varios abrigos. Cubrecabezas construidos con gruesos corazones. De trecho en trecho la curiosidad obliga a los soldados a sacar la cabeza, al paso del cañonero, de tal forma que así logramos contar 16. Es de advertir que para no infundir recelo a los peruanos, todas las piezas iban enfundadas pero cargadas y listas a disparar. Los oficiales y la dotación, de pie, con la sonrisa en los labios... Tal vez esta actitud nuestra fue lo que obligó al cdt. de la guarnición peruana a imitarnos, pues con varios oficiales y con algo más de 30 soldados, salió al barranco de Güepí. Nos hicieron algunos saludos que fueron contestados en la misma forma por nosotros. Por la tarde atracamos en La Concepción y continuamos nuestro viaje a San Miguel, en donde se desembarcó este puñado de valientes que con tanta abnegación y patriotismo habían sufrido las contingencias de la vida de guerra, en la guarnición de Chavaco y más que todo en la isla No. 2, en donde, en ocasiones, o bien por falta de embarcaciones menores, o bien por el fuego enemigo, permanecían en ella sin ser relevados, más de tres o cuatro días, sin poder dormir, sin techo que los protegiera de la lluvia y más que todo sin comida. Sin embargo, gracias al patriotismo por el medio hostil avivado, hicieron y realizaron acciones de gran significado. No hay novedad.
Marzo 4/33
Zarpamos de Puerto Ospina para Chavaco, con duciendo al mor. Téllez, cap. Gaitán, la señora del subtte. Berrío y dos bogas. Atracamos en La Concepción para entregarle al tte. Berrío su cara mitad. Se admira uno del patriotismo y del grande espíritu de la mujer colombiana que dejó las comodidades de Medellín para sufrir las contingencias de la guerra, junto con su esposo, en una guarnición del Putumayo. Me figuro que el viaje de esta distinguida señora fue ignorado por su esposo que no es lógico pensar que un hombre y más un militar ponga en peligro la vida de su mujer y la exponga a muchas contingencias, permitiendo su venida al frente de guerra. Continuamos viaje pero la mala suerte, o mejor dicho buena hasta cierto punto, quiso que nos varásemos frente a la isla Maldonado, que dista de Güepí 2.500 metros. Desde allí dominamos completamente el sector enemigo, de tal manera que en un caso de ataque nuestros tiros serían certerísimos, pues el buque no tiene ningún movimiento. Se tienen espías que se cobran con el cabrestante. Una hora después estamos a flote y acoderados en El Palmar. Esta varada nos permitió conocer exactamente el canal, en ese punto, en donde las aguas se explayan mucho.
Marzo 5/33
10:45, zarpamos para Chavaco a evacuar más tropa. 12.20 zarpamos de Chavaco conduciendo un oficial y 50 soldados. 6 y 30 p.m., llegamos a La Concepción. Se desembarca la tropa para que haga de comer y para que arregle su alojamiento. 10 p.m., llega un motor con una comunicación urgente. Sin novedad.
Marzo 6/33
7 a.m.,zarpamos para Puerto Ospina. La tropa se queda en La Concepción. 10,35, llegamos a Puerto Ospina. 2 p.m., zarpamos de Puerto Ospina con dirección a Chavaco, conduciendo un noficial y 84 soldados. 6,25, nos acoderamos en la boca de la trocha. La tropa sigue para Chavaco con el cdt. Solano. Va también el escribiente Mosquera. Sin novedad.
Marzo 7/33
6 a.m., llega de Chavaco, el cdt. Solano, en un motor. Zarpamos para El HaCha?. 11 a.m., acoderamos en El Hacha. En este lugar en contraemos a la SinchiRoca?, que llegó con munición y víveres para El Palmar. Esa tarde pusimos a bordo 80 cajas de munición de infantería, con la idea de continuar viaje al día siguiente. Sin novedad.
Marzo 8/33
Abarcamos siete toneladas de víveres y dos novillos. 7 y 30, zarpamos para la boca de la trocha. Desembarcamos los víveres que deben ser transportados a Chavaco y a El Palmar, tanto por la trocha como por el río, en canoas. 2 y 30 p.m., recibo orden de subir a La Concepción. 7 p.m., por estar muy oscura la noche me fondeo frente a un punto que se lla ma “La Altura de Dirnas”. No hay novedad.
Marzo 9/33
6 y 30 a.m., levamos el ancla. av. 7 a.m., el buque no gobierna por habérsele metido un palo en los timones. Parece que el barco se sintiera degradado al convertírselo en buque transporte. Parece increíble que este bloque de hierro y acero sea capaz de semejante raciocinio, pero así es. Se arregla el daño. A las 9,25 se avista, por popa, un avión, da dos vueltas sobre nosotros para hacerse reconocer. Es el Ricaurte. Acuatiza. Vienen a bordo el mor. Copete, el cap. Díaz y el stte. OÕByrne. El mor. Copete, por lo incómodo que iba en el aparato, resuelve continuar el viaje a bordo del cañonero. 5 y 45 p.m., atracamos en Puerto Ospina. No hay novedad.
Marzo 10/33
Este día se dedica al aseo personal y del armamento de a bordo. Las piezas dirán: “Por qué tanto empeño en pasarnos cordeles, escobillones, en llenarnos de aceite, en ponernos brillantes, si no nos dejan cumplir con la misión para la cual hemos sido fabricadas... Querrá, acaso, convertírsenos en centinelas de vista de los bultos de fríjoles, de habas que tantas veces hemos visto mover... Este mismo día el cdt. de la Flotilla concede la baja por motivos justificados, al grumete Luis Alvarado, natural de Puerto Ospina, perteneciente a la familia indígena de los “Cofanes”, quien voluntariamente se ofreció a prestar sus servicios en el mes de septiembre del año pasado. No hay novedad.
Marzo 11/33
8 y 30 a.m., zarpamos para la boca de la trocha. Se embarca el mayor Téllez, quien va a prestar sus servicios en la guarnición de Chavaco. A las 9 y 50 a.m., nos varamos frente a la isla de Camperucho. El lecho en esta parte del río es de cascajo, motivo por el cual resolví no hacer ningún intento para ponerlo a flote, por temor de dañar los remaches del casco. 11 y 40 a.m., pasa para Puerto Ospina un avión. 12 y 50 m., una pequeña creciente que venía atrás nos puso a flote. 2 y 15 p.m., acuatiza el avión 121, piloteado por el cap. Gómez Niño. Trae una comunicación para el cdt. Solano. La lee y no hace ningún comentario. Como es imposible continuar la marcha en el cañonero, zarpa acompañado del mor. Téllez y del escribiente Mosquera, en la gasolina. Por la tarde el río sube y continúo, sin ninguna novedad, mi viaje hasta La Concepción, en donde pasé la noche. La Concepción es un lugar alto, con una casa grande, dos naranjos, 20 palmas de chontaduro, en donde tenemos una pequeña guarnición a órdenes del subteniente Berrío.
Marzo 12/33
Continuamos viaje hasta llegar a la boca de la trocha. Vale la pena que se sepa lo que es el sitio denominado boca de la trocha: es el final de una pica de cacería, a unos seis kilómetros arriba de Chavaco, en donde termina la trocha que parte de este lugar. Allí no hay nada digo mal es el punto de reunión de todos los zancudos, jejenes y arenillas que hay por estos contornos y estas selvas de Dios, únicas fieras que realmente existen en las tan nombradas desolaciones verdes de que habla La Vorágine. La vida a bordo, en la boca de la trocha, es insufrible, motivo por el cual me vi obligado a hacer que la dotación hiciera un gran desmonte a fin de procurarle una distracción. Valiente distracción.... Sin embargo, se divirtieron mucho. Valiente diversión.... Acompañado del instructor de máquinas Alberto Restrepo y de un grumete, hice un recorrido hasta El Palmar, pasando por Chavaco, en donde encontré a mi gran amigo y antiguo médico del barco, doctor Gabriel Olózaga, a quien no se le conoce sino por el nombre de Sasá. En El Palmar me encontré al cdt. Solano, a quien le di cuenta de mi llegada y con quien vine a bordo, en la ga solina.
Marzo 13/33
El cdt. Solano siguió para Caucaya. El cañonero quedó a órdenes del mayor Lesmes, quien era el jefe de todas las tropas acantonadas en esa región, por ser el mayor más antiguo. Han amanecido seis individuos enfermos de la dotación. Tres de ellos tienen muy marcados los síntomas del beriberi. A bordo no hay víveres. Llegan de Puerto Ospina, en un motor, el mayor Copete y el contador Giraldo, los cuales siguen para Caucaya. No hay novedad.
Marzo 14/33
El aumento de la plaga, la falta de noticias, y la de víveres, producen en el ánimo de todos nosotros más que malestar, tristeza. Hasta cuándo nuestra famosa diplomacia, que puede ser buena en sitio y en ocasiones muy distintos al medio en que nos hallarnos, habrá de darnos una tregüita... Cómo puede ser posible que permanezcamos por más tiempo inactivos, viendo que nuestros vecinos de enfrente no des cansan un momento en el arreglo de sus posiciones, en el emplazamiento de piezas que les llegan diariamente y en toda clase de aprestos... Será que en el Perú no hay diplomacia... No hay novedad.
Marzo 19/33
Los víveres se han agotado totalmente. En tal virtud resuelvo marchar a Puerto Ospina para conseguirlos. Se embarcan con destino a ese puerto, el mayor Lesmes, el capellán Trujillo y el subteniente Blanco. 9 a.m., estamos en El Hacha. El padre Trujillo nos recuerda que es domingo y que por tanto debemos asistir a una misa dedicada muy especialmente a nosotros, que dirá en la cubierta de batería del cañonero. Oímos la misa. Este buen sacerdote que con celo patriótico recolectó víveres en el departamento del Huila para los soldados de la frontera, es un amigo inmejorable a quien le debemos el incalculable servicio de habernos recordado un día de la semana, pues tales cuentas hacía mucho las teníamos perdidas. Por la tarde, atracamos en Puerto Ospina, después de haber subido de La Concepción nueve soldados enfermos. No hay novedad.
Marzo 20/33
6 a.m,, aseo general. 4,5 p.m., llegan en El Rayo el cdt. Solano y el tte. Lozano. Me ordena zarpar inmediatamente para Puerto Asís, orden que se cumple y navego hasta las 7 p.m., fondeándome en Punta de Guadua, por estar muy oscura la noche. No hay novedad.
Marzo 21/33
6 a.m., continúo el viaje hasta Puerto Asís. Se embarcan ropa y botines para la dotación. Esta está franca para que salga a tomar sus cervezas, ya que es el único punto del Putumayo en donde se encuentra esta preciosa bebida. Solamente nosotros, los navegantes, que vivimos en medio de estos caudales de agua pero que sin embargo vivimos muertos de sed, por recibir durante todo el día las caricias del padre sol, y el resuello caliente de las planchas, podemos apreciar lo que significa un vaso de cerveza, que refresca, alimenta y alegra el espíritu. Uno no se explica por qué “Bavaria” no ha puesto aquí una sucursal. No hay novedad.
Marzo 22/33
Hoy a la madrugada embarcamos víveres y 146 cajas de aceite combustible para el cañonero. A las 6 a.m., se embarcan 120 soldados al mando del capitán Collazos. A las 7 zarpamos para Chavaco. A las 4 p.m., llegamos a Puerto Ospina. El cdt. Solano dispuso que la tropa saltara a tierra para comer y dormir. No hay novedad.
Marzo 23/33
6 a.m., zarpamos con 135 soldados y 15 civiles, al mando del cap. Collazos. Con él van los ttes. Blanco y Gómez jurado. 4 p.m., llegamos a la boca de la trocha en donde desembarcamos la tropa, la cual sigue para Cha vaco. Esta misma tarde se le mandó en el avión 402 una comunicación al cor. Boy. Sin novedad.
Marzo 25/33
8 a.m., llega un motor trayendo una comunicación para entregarla al avión que debe llegar. Esta comunicación es para el mayor Boy. 9 a.m., sale el cdt. Solano en una gasolina para Chavaco. Hoy es un día de fiesta para nosotros. Hay orden de ataque a Güepí, para mañana. Por fin nuestros diplomáticos se cansaron de dar coces contra el aguijón. En esta selva y con estos enemigos, la mejor norma de conducta y la mejor lección se da con los cañones y los fusiles. Pero “el correo de las brujas” hasta nuestro cañonero, llegó la noticia de que entre el cor. Rico y el cor. Boy había habido una discusión que para mí no es sino simpática, pues no quiero darle la importancia que realmente tiene, y más que todo por ser imposible para mí que un veterano de la gran guerra incurra en una candidez tan grande: se trataba simplemente de avisar a los peruanos que íbamos a atacar su puesto de Güepí. Como quien dice: “Cúrense en salud...” Esta idea del cor. Boy, como era natural, fue rechazada por el cor. Rico. Sin embargo, el cor. Boy insistía entonces en hacerlo en nombre de la aviación, proposición que fue igualmente rechazada por el cor. Rico, alegando éste que él era el jefe supremo de las tropas que al día siguiente iban a participar en el combate. Esta más otras consideraciones que seguramente hizo el cor. Rico pusieron en razón al cor. Boy. En el cañonero se alistan todas las piezas. La munición etc., etc.... Todo el mundo sonríe, sube por las escaleras, corre por los combes, como si se tratara de los preparativos de una gran fiesta. En realidad, el día de mañana tendremos sobre nuestras espaldas el peso de una gran responsabilidad y estaremos en peligro. Pero como el placer está en relación directa con el peligro, todo el mundo está contento. El ataque debe efectuarse entre las 9 y las 10 de la mañana. Esta tarde me iré para El Palmar en donde en reunión de comandantes se darán las últimas disposiciones, a fin de que todo sea perfecto. Por la tarde, después de haber quedado todo listo, la dotación come y se reparte en sus respectivos puestos, un poco preocupada, un poco intranquila. Tal vez le dedican estos momentos de paz y tranquilidad al recuerdo del hogar lejano. No hay novedad.
Marzo 26/33
Es domingo. 3 a.m., embarcamos al capitán Collazos con su compañía para pasarlo a la ribera peruana. El cañonero, apagadas todas sus luces, y a media máquina, para no hacer ruido, se desliza como un fantasma y se aproxima a las bocas de Güepí. Hay una oscuridad absoluta. Pensábamos dejar esta compañía a unos 2.000 metros de la posición enemiga, pero la oscuridad nos hizo descender más y bajar hasta unos 1.200 metros. Parece que el enemigo no se ha dado cuenta de nuestra maniobra. Se desembarca y regresamos a nuestro puesto. Cuán largas parecen las horas ... 7 y 30 a.m., at/m. largar amarras. Zarpamos a buscar el punto desde el cual hemos de batir a Güepí. Una última revista al armamento. Vamos río abajo en busca del enemigo. Hemos encontrado un sitio ideal, para mejor aprovechamiento de él y de nuestro material, nos amarramos por popa, con un cabo. 8 y 45 a.m., el cdte. Solano da la orden de empezar el fuego. El telémetro marca 4.000 metros. Una granada es nuestro saludo y nuestro Aviso a la guarnición de Güepí. Este fue el primer disparo del combate de Güepí. Era la señal esperada por nuestras tropas. En todo el sector se rompen los fuegos. Los peruanos contestan con ráfagas de ametralladoras. 9 a.m., aparecen nuestros aviones, en vuelo majestuoso, y empieza el bombardeo. Esto se volvió el infierno. Sólo se oye el ruido del cañón, de las ametralla doras, la explosión violenta de las bombas y el disparar incesante de la infantería. Nuestro cañón canta sin cesar, con su boca de fuego, la canción de la muerte.... Una tras otra, nuestras granadas van demoliendo las fortificaciones enemigas. Vemos también el efecto de las del Santa Marta, que está abajo oculto a nuestra vista por la curva del río. A cada blanco que hacemos, nuestra dotación lanza exclamaciones de júbilo. Están felices los muchachos... nuestro bombardeo dura hasta las 11 a.m., a esta hora se produce un silencio desesperante. No se oye ni un ruido, ni un disparo, ni nada. 11 y 30 a.m., la hora de la prueba. El cdt. Solano me ordena marchar con el cañonero sobre la posición de Güepí. Se largan amarras y listos. Hasta la desembocadura del Güepí bajamos a media marcha. Aquí nos rompieron el fuego las ametralladoras enemigas. Estamos sólo a 15 metros de ellas. av. t/m. Nuestro cañón dispara incesantemente botes de metralla. Todas las ametralladoras nuestras disparan ráfagas seguidas y largas. El cañonero, a toda máquina, clava su espolón al pie de la loma de Güepí. Con nuestros fuegos desalojamos al enemigo de sus posiciones, y la bandera nacional de la Flotilla de Guerra, clavada al pie de los cuarteles de Güepí por el sargento Néstor Ospina y ocho soldados del Pelotón de Desembarco, agitada por el viento, parecía aplaudir el valor de nuestros bravos soldados. El enemigo huyó desordenadamente, dejando muertos, heridos, prisioneros, armamento, municiones, drogas y víveres. De la dotación del barco resultaron heridos: el timonel Cadavid y el cabo segundo Filemón Yaiguaje. Afortunadamente ambas heridas fueron leves. Bajarnos a tierra a conocer las posiciones enemigas. 6 p.m., no hay novedad.
Marzo 27/33
Acoderados en Güepí. No hay novedad.
Marzo 28/33
Acoderados en Güepí. 9 a.m., se presentan tres aviones del Perú, los cuales no arrojan bombas y nos disparan sus ametralladoras. El cañonero dispara dos botes de metralla y abre el fuego con todas sus ametralladoras. Los aviones peruanos, atemorizados, se retiran. Más tarde supimos que esos mis mos aviones habían bombar deado la lancha SinchiRoca?, cerca de El Hacha, bombar deo en el cual perdió la vida el timonel Efraín Castro y resultaron algunos heridos leves. A las 11 a.m., zarpamos para Caucaya, a donde llegamos a las 5 de la tarde. Gran entusiasmo en la población. No hay novedad.
Marzo 29/33
Zarpamos con dirección a Güepí, llevando a bordo 14 mulas. Los de máquinas decían que las mulas tenían por objeto relevar los caballos de fuerza del cañonero, siempre seré un admirador de la mula, ignorado servidor en toda acción guerrera, que unas veces muere ahogado en la famosa carretera La TaguaCaucaya?, siempre vilipendiada y que humildemente ostenta su hoja de servicios en el espinazo. Por la tarde llegamos a Güepí. Se desembarcan las mulas. No hay novedad.
Marzo 30/33
Llegamos a El Hacha. Embarcamos 220 cajas de gasolina y 150 cajas de combustible y zarpamos para Caucaya, en donde descargamos el barco. No hay novedad. Marzo 31/33 Se empieza a pintar el cañonero de color verde oscuro, a fin de poderlo ocultar con facilidad. Se recibe munición de artillería. No hay novedad.
Abril 1/33
Le continúa en la pintura del barco. No hay novedad.
Abril 2/33
En el Puerto de Caucaya. Recibimos más munición de artillería. Es traída, en avión, de La Tagua. No hay novedad.
Abril 4/33
Queda terminada la pintura del barco. Su color es gris oscuro. Es el color reglamentario que muchas de las cosas que contienen los regla mentos, en estas regiones son contraproducentes. El fondo de la selva, en las márgenes del río, es verde os curo y hace muy notorio el color gris. En las horas de la tarde se inicia el arrume de la carga perteneciente a la Cp. del Juanambú, comandada por el mayor Gil Se embarcan también los víveres para la guarnición de Calderón. No hay novedad.
Abril 5/33
De conformidad con lo ordenado por el Cdo. de la Flotilla, el barco zarpa a las 6 a.m., para Calderón, llevando oficiales y tropa del Juanambú. Los detalles de este viaje están consignados en el diario de navegación. No hay novedad.
Abril 6/33
Un viaje hacia Calderón, no se presenta incidente alguno que merezca la pena de registrarse. No hay novedad.
Abril 7/33
Amanecimos en Puerto Calderón, en donde desembarcamos el personal y la carga que venía con destino a este lugar. Este sitio lleva el nombre de Calderón por haber sido abierto y cultivado por un viejo cauchero, llamado Andrés Avelino Calderón, que desde hace muchos años habita por estos lugares. Hace algún tiempo se trasladó de Peña Blanca a este lugar la sección de Art. de 75 mm. y una sec. de Amet. Pesadas. El mayor Gil, por ser el oficial más antiguo de los oficiales de Calderón, quedará como comandante del Puesto. Viene muy bien intencionado y muy optimista de los éxitos que al canzara con su compañía, unidad que es creación única y exclusivamente de él y que está compuesta por costeños, en poco número y una gran mayoría de santandereanos. Tal vez otros dos departamentos tengan allí su representante. Como buenos camaradas y amigos viejos que somos, le deseo al mayor Gil muchas felicidades. De Calderón hay una trocha muy corta al río Caraparaná, de manera que ese es uno de los motivos por los cuales se ha establecido este puesto. No hay novedad.
Abril 8/33
Viajando de Calderón hacia Caucaya. De Calderón a Caucaya hay aproximadamente 375 kilómetros, que en el cañonero, en viaje normal hace el recorrido en alrededor de 34 horas. La navegación de estos ríos es sumamente monótona, pues no hay la menor variación en el paisaje.
Abril 9/33
Llegamos a Caucaya de noche. Hay orden de continuar viaje inmediatamente para Puerto Asís. Más o menos hay la misma distancia que a Calderón. Cuando este recorrido se hace en dos viajes, las fatigas son muy pocas, pero viajando día y noche (un total de 800 kilómetros) es muy pesado y la dotación, que tiene que dormir en cubierta, sufre mucho, pues de día le toca soportar el calor del sol y de las planchas, y de noche son casi seguros los aguaceros.
Abril 10/33
Un viaje para Puerto Asís, sin novedad.
Abril 11/33
A las 3 a.m., llegamos a Puerto Asís. Se pasan al hospital el grumete Burbano y el soldado Eduardo Ochoa, perteneciente este último al Pel. de Desembarco. Se aprovecha la estadía de Puerto Asís para revisar dos pistones que vienen golpeando.
Abril 12/33
Le continúa el trabajo en las máquinas. El Comando se dirige al Ministerio para tratar asuntos oficiales. Me figuro que ellos se relacionen con el transporte de tropas. Este viaje nuestro obedeció a que en estos días habíamos tenido información de que llegaban a Puerto Asís 400 hombres. No ha llegado nadie. ¿Será que en Bogotá no saben que estamos en guerra ... ? En esta guerra se han visto cosas singulares... Unas veces no viene tropa y otras llegan compañías al mando de mayores y sin oficiales subalternos. ¿Dónde estarán todos los que figuran en escalafón ?
Abril 13/33
Zarpó para Caucaya la SinchiRoca?, conduciendo gasolina y víveres. A las 2 p.m., se embarcan en el cañonero ocho reses, y 90 bultos de víveres. De acuerdo con la orden del Cdo., el cañonero queda listo para zarpar a las 3 de la mañana. No hay novedad.
Abril 14/33
Zarpamos a las 3 a.m., sin novedad. Abril 15/33 Un Chavaco se embarcan 50 soldados de la compañía del capitán Cardona, que va con destino a Cal derón. A medio día llegamos a Caucaya.
Abril 16/33
Se hacen algunas reparaciones en los motores de a bordo. A las 5 y 30 zarpó el Santa Marta con rumbo a Calderón.
Abril 17/33
Le continúa en la reparación de los motores, sin novedad.
Abril 18/33
Le continúa en la reparación de los motores. Se desarman los 12 cilindros, para hacerles un aseo completo. Esta tarde debe quedar terminado el trabajo. No se sabe nada del Santa Marta. A mediodía el Santa Marta pide aviones por radio. No explica de qué se trata, ni el lugar donde se encuentra. Poco tiempo después, hace “S.O.S” por espacio de dos minutos. No obstante sigue comunicando en clave a Bogotá. La primera impresión que recibimos fue mortal. Nos tranquiliza el hecho de que continúe comunicando. El “S.O.S” no se usa sino cuando el barco se va a pique definitivamente. El Santa Marta vuelve a pedir aviones en número suficiente y que el Cartagena baje con el mayor número de tropas. Hasta el momento no se sabe si ha sido atacado Calderón o el cañonero, pues el radio continúa trabajando con Bogotá. Estamos muy intranquilos por la carencia absoluta de noticias.
Abril 19/33
Se sabe que una patrulla peruana, desde su orilla, sorprendió a nuestro puesto de Calderón las tropas nuestras se dispersaron. Debido a la falta de previsión de nuestros oficiales, que habían llegado al colmo de recoger la munición de guerra y repartir cartuchos de instrucción, cometieron también los dirigentes de ese puesto el gravísimo error de talar la orilla en forma tal que las casas y los campamentos que habían construido, eran visibles de todas partes. Las cosas pasaron, más o menos, así: era día domingo. Se dijo misa, que fue oída en formación, por toda la tropa, sin armas. A la hora de almuerzo, en una especie de patio que hay enfrente de la casa de Calderón, en formación cerrada, ocuparon este lugar las tropas del Juanambú y parte de las de Artillería, pues la otra parte de esta Unidad se hallaba a unos 10 kilómetros abajo, como puesto adelantado. Al personal se le comenzó a pasar revista de uñas cuando de repente fueron sorprendidos por ráfagas constantes que desde la orilla peruana les hacía un enemigo del cual no se tenía la menor noticia y, por consiguiente, se ignoraba su número y los medios de que éste disponía para continuar el ataque que había empezado. Entonces ¿qué sucedió ... ? La tropa indefensa se desbandó. Solamente después de media hora algunos de nuestros oficiales lograron reunir una poca cantidad de ésta y contestar el ataque, que tuvo como resultado que el enemigo huyera, sin pérdidas com probadas. Pasada la primera impresión, la tropa corrió a los dormitorios en busca de su armamento y en seguida conseguir hachas y machetes para romper el depósito en donde se había reunido toda nla munición, pues era un peligro que la tropa tuviera munición a la mano porque se podría presentar el caso de que tuviera que hacer uso de ella y seguramente nadie quería asumir la responsabilidad. Es perfectamente imposible suponer que en plena guerra, y a poca distancia del enemigo, se cometan errores tan graves como los anotados, y solamente ellos nos llevan a la convicción de que a nosotros, en el Ejército, nos falta la escuela práctica de la guerra y más que todo la conducta y normas que debemos seguir en estas regiones. Como resultado de esta sorpresa murió uno de nuestros soldados, llamado José Aguilar herido muy levemente un oficial y dos soldados más. Esta lección habrá de enseñara nuestros oficiales que la guerra no se hace en forma ciones y marchas de parada, sino a base de audacia y precaución.
Abril 20/33
El cdt. Solano nos comunica de Calderón que el cañonero no debe zarpar has ta nueva orden. Zarpa la Emita, para Calderón, con el siguiente personal: el mayor Caicedo, el tte. Andrade y 30 soldados del Garavito. Lleva además víveres. En las horas de la mañana no hubo comunicación por radio. Los radios, en esta frontera, nunca han funcionado con regulari dad. A las 10 a.m., se presentó el cañonero Santa Marta. A las 6 p.m., se presentó la SinchiRoca?.
Abril 21/33
Llega en avión el señor Ministro de Guerra, quien viene en viaje de inspección. Vuelan cinco aviones de caza, maniobrando sobre Caucaya. Hacen acrobacias peligrosas y emocio nantes. Los pilotos lucen sus habilidades. Se inicia la pintura del barco de un color verde oliva, muy semejante al de la selva. Así nos mimetizaremos muy bien.
Abril 22/33
S.S. el Ministro de Guerra visita el cañonero. El cdt. Solano, en compañía del señor Ministro de Guerra sale para Güepí, de donde regresan gratamente impresionados. 1 y 30 p.m., se avista la lancha Emita, que regresó sin cumplir su comisión por haber sido bombardeada por cuatro aviones peruanos, 40 kilómetros arriba de Peña Blanca, resultando dos muertos y cuatro heridos. Entre los heridos está el cdt. de la Emita señor Joao Faita Cruz. Tie ne un muslo roto. Su estado es de gravedad. Los heridos son transportados al Hospital Militar con todas las conside raciones del caso. Se continúa la pintura del barco. No hay novedad.
Abril 23/33
Llegan el gral. Rojas y el cor. Acevedo, procedentes de Tarapacá. Cinco aviones de caza bajan a Calderón y El Encanto con el fin de practicar un reconocimiento. Hasta hoy, después del accidente de Calderón y del bom bardeo de la Emita, bajan nuestros aviones a recorrer nuestros puestos que no tie nen comunicación con Caucaya. Es verdad que hay veces llega tarde el “zarcol”... A las 6 p.m., salen en avión para Puerto Boy, el Ministro de Guerra, el general Rojas, cor. Acevedo y los cdtes. Solano y Boy. Parece que se trata de acordar la forma como se llevará a efecto la acción sobre Puerto Arturo. No hay novedad.
Abril 24/33
1 a.m., regresan de Puerto Boy S.S. el Ministro de Guerra, el general Rojas y el cdt. Solano. A las 5 p.m., se van nuevamente para Puerto Boy.
Abril 25/33
Con orden del cdt. Solano zarpamos para Güepí llevando a bordo una sección de cañones “Hotchkis”, de 32 mm, con su respectiva munición y víveres para la guarnición de Güepí. Esa noche dormirnos fondeados en “SaladoGrande?”. No hay novedad.
Abril 26/33
Ayer murió el cdt. de la lancha Emita, fue imposible salvarlo. Se le hicieron honores militares. En el cementerio llevaron la palabra el cap. Liborio Orejuela y el Auditor de Guerra, López Narváez. Fue muy sentida la muerte de Faita Cruz, generalmente querido. A las 9 y 30 atracamos en Güepí y desembarcamos los elementos llevados con destino a ese lugar. En seguida, continuamos viaje hasta la boca de la trocha, en donde, según dicen en Güepí, deben haber bombardeado las lanchas porque han oído ruidos sordos y ráfagas de ametralladoras. Se avistan la SinchiRoca? y la HuaynaCapac?. Están haciendo leña. No hubo tal bombardeo. Seguro en lo oído en Güepí sea la orquestación de la selva, que produce los sonidos que cada cual necesita. A las 7 y 50 p.m., regresamos a Güepí, trayendo por proa la lancha HuaynaCapac?. La SinchiRoca? siguió rumbo a Puerto Asís. Se embarca la Cp. Mora com puesta de 120 hombres y el mayor Antonio Cote. No trae oficiales subalternos. A pesar de todos los esfuerzos que se han hecho en este sentido. Se embarcan 60 cajas de gasolina. A las 3 p.m., zarpamos con rumbo a Caucaya. Por la tarde nos fondeamos en Casacunti, pues el aguacero que estaba cayendo era torrencial, impidiéndonos distinguir el canal. Pasada la lluvia, continuamos viaje, llegando a Caucaya por la noche. La HuaynaCapac?, que quedó en Güepí, debe continuar viaje a Puerto Asís, a bajar tropa y elementos.
Abril 27/33
Se prepara el viaje a Calderón. A las 5 p.m., se embarcan el mayor Antonio Cote y el cap. Mora con su compañía. Se embarcan también víveres. A las 7 y 30, conforme a la orden del Cdo., zarpamos con rumbo a Calderón. No hay novedad.
Abril 28/33
Continuamos viaje, llegando a Yubineto a las 8 y 30 a.m. en este viaje, el Santa Marta nos acompañó, el cual traía a bordo la Compañía Orejuela. Se desembarca la tropa, la cual debería permanecer durante todo el día en tierra, para poder ocultar los barcos y sustraerlos, en esta forma, de cualquier posible ataque de la aviación peruana. Nosotros nos ocultamos en un brazuelo, arriba de Yubineto. El Santa Marta quedó abajo. A las 5 p.m., zarpamos para Yubineto a embarcar la tropa. 7 y 45 p.m., pasamos por Inonias. Se avista una luz en el puerto que parece quisiera hacer señales. No tomamos cuenta de ella y seguimos de largo. A las y 25 p.m., navegábamos por Flori da, sin novedad. A las 10 y 10 de la noche, por Yabuyanos. El cañonero lleva sus luces encendidas. Los oficiales de a bordo hacen guardia en el puente de comando. El cor. Solano dicta al cap. Bejarano algunas de sus disposiciones para los comandos de guarnición. De la tripulación están los de guardia en sus puestos y el resto durmiendo. La tropa embarcada, duerme con los combés, en proa y popa, esperando la llegada a Calderón. Dos tiros de cañón 75 mm. disparados sobre el Cartagena son la señal de alarma la tripulación ocupa sus puestos de combate,mientras cinco ametralladoras enemigas rompen sus fuegos simultáneamente sobre nosotros. Inmediatamente ordené al piloto volver proa y acoderarse en la banda colombiana. Las luces se apagan, y pocos segundos después del estallido de los proyectiles peruanos, sube el cor. Solano al puente y ordena que la Flotilla regrese a toda máquina, batiendo con sus fuegos al enemigo. La maniobra fue corta. Casi al minuto se cumplió la orden. El barco daba la impresión de un Sinaí encendido. El Bofer araba las posiciones enemigas que en seguida eran revolcadas por las ráfagas constantes de 12 ametralladoras que en ese momento teníamos emplazadas. En la ribera colombiana se oía un chasquido como tropas que vinieran al asalto los proyectiles de las ametralladoras enemigas, que a dos o tres metros de la cubierta pasaban para chocar más allá, en la selva, cortando las ramas y desflecando las hojas, herían el silencio de la selva. El momento fue de grande intensidad. La incertidumbre de la situación no desconcertó a nadie. Los oficiales, como si hubiéramos estado de acuerdo, optamos por una misma decisión. Todos los Santos seguramente estaba ocupado por el enemigo y Ya buyanos era un puesto de seguridad, de alarma y de resistencia. Ocupar dicho puesto hubiera sido una victoria, pero para nosotros, sorprendidos en una noche tan oscura, en todo sentido, sería una temeridad, una locura intentarlo. A las 11 p.m., nos encontramos, más o menos, a cinco kilómetros arriba de Yabuyanos, acoderados en un brazuelo, esperando el amanecer para atacar al enemigo emboscado. Desde este lugar presenciamos el avance del Santa Marta, cuyo comandante, por la oscuridad de la noche y por nuestra rápida maniobra, no supo bien si el Cartagena subió de largo o se botó contra la posición ene miga. El cap. Gaitán recibió su orden tan concreta, como lo permitieron los detalles de una linterna, encendida sobre cubierta, bajo el fuego de cinco ametralladoras colocadas a unos 300 metros de distancia. A pesar de todo el Santa Marta avanza dispara sus ametralladoras y nos busca con los proyectiles luminosos del cañón antiaéreo, en la ribera peruana. A pocos minutos el piloto nos descubre y el Santa Marta se nos acerca. Se oye la metralla peruana cada vez más lejos no nos damos cuenta si es debido a la distancia que hemos tomado o si es que el enemigo se retira. Al día siguiente supimos que nos habíamos retirado ambos. El cor. Solano, en previsión de una sorpresa, destaca patrulla a una isla cercana él mismo la conduce lo acompaña el instructor de máquinas Alberto Restrepo. Los oficiales y tripulación no dormimos. Parece que todo el mundo estuviera en vigilancia. Se espera con impaciencia el amanecer para combatir. A la madrugada se vio una luz al pie del barco un individuo extraño que se aproxima, porque no se oye ruido alguno de pasos. Al darse cuenta el individuo de que ha sido descu bierto, se apaga la luz y se pierde, porque ninguna de las patrullas enviadas da con él. Así es la selva.
Abril 29/33
Según el plan acordado durante la noche, el Cartagena baja a Yabuyanos y ataca. El Santa Marta se encarga del sector de arriba. Son las 5 y 30 a.m. estamos al frente del enemigo, o por lo menos donde esperábamos encontrarlo. No recibimos fuego. Disparamos un cañonazo sobre la casa. No es contestado tampoco. Desembarcarnos dos secciones de Infantería, que previamente habían sido empacadas en los reducidos compartimientos del barco. No se oye un solo tiro. El enemigo huyó durante la noche, dejando cosas que no le ser vían a él ni a nosotros: un muerto, un cañón de repuesto para ametralladoras, cuatro fusiles viejos y un millar de cartuchos. A la 1 p.m., zarpamos dejando el puesto asegurado por una compañía de fusileros al mando del capitán Liborio Orejuela, con los ttes. Andrade y Roa. De aquí en adelante continuamos viajando con todas las precauciones del caso mucho más todavía cuando navegábamos en las proximidades de Todos los Santos, sitio que siempre nos ha inspirado desconfianza y recelo. Resolvimos, a manera de ensayo de instrucción y como práctica de tiro, disparar tres cañonazos sobre varias de las fortificaciones dejadas allí por los peruanos. El puesto estaba perfectamente abandonado. Continuamos viajando sin novedad.
Abril 30/33
Amaneció de buen semblante. Hacemos el viaje de regreso de CalderónCaucaya, después de haber cumplido nuestro cometido. A las 3 y 30 p.m., pasamos por Yabuyanos. Le llevamos como refuerzo a la Compañía Orejuela una secc. de ametralladoras pesadas al mando del tte. Calderón. El cap. Orejuela entrega al cor. Solano una carta que fue encontrada en los alrededores de la casa de Yabuyanos y que junto con una libretica, debió salirse del bolsillo de su dueño, que era el comandante Sevilla. Esta carta constituye un precioso documento, pues es escrita por un muerto o por lo menos por un individuo que la prensa muestra, en repetidas ocasiones y con sin número de detalles, suicidio en Iquitos: el cor. Víctor Ramos, quien está vivito y coleando en Puerto Arturo. Este es el jefe de todo este sector, y fue también el que despachó al cdt. Sevilla, junto con una compañía reforzada a dar la sorpresa a nuestros colegas en Calderón, sorpresa que tanto nos ha dolido. En esta carta se le felicitaba por esa acción que con tanto acierto había llevado a cabo, pidiéndole sí le era posible, la repi tiera que para unificar su armamento le mandaba fusiles, ametralladoras “ZB”, y que él en cambio le devolviera los “matzen” que tenía le anunciaba, además, refuerzos y víveres, lo mismo que minas. La acción llevada por nuestra parte, con tanto éxito en Yabuyanos, nos salvó de una gran calamidad que se guramente hubiéramos tenido más tarde. Por la tarde llegamos a La Florida: se hace un reconocimiento. El cte. ordena recoger todos los indios y transportarlos a Caucaya.
Mayo 1/33
A las 5 y 30 a.m., zarpamos, llegando a Inonias a las 7. El Cdo. ordena recoger los indios que se encuentren en este lugar. Después de una minuciosa búsqueda y de llamarlos repetidas ocasiones por medio del manguaré, reunimos 130 de ellos, que pasan inmediatamente a bordo. No hay novedad.
Mayo 2/33
A las 6 a.m., levamos ancla y continuamos nuestro viaje, llegando, por la tarde, a Caucaya. Desembarcamos los indios. Desinfectamos cuidadosamente el barco, pues la mayoría de estos infelices están tuberculosos.
Mayo 3/33
Se ordenó la inspección de la bodega de aceite babor a proa, que según el instructor de máquinas deja salir aceite y entrar agua. Se saca combustible y agua de la bodega en referencia. Se limpia la bodega y se encuentra que ha sufrido un golpe, pues tiene dobladas las planchelas de tres cuadernas, a proa. El golpe parece ocasionado por un proyectil de artillería o por un palo muy fuerte. Lo que sí es un hecho es que el daño se notó la noche del encuentro en Yabuyanos. No hay novedad.
Mayo 4/33
Se calafatea la bode ga de aceite y se cubre con cemento. Se embarcan 18 cajas de combustible. A las 4 y 30 llega la HuaynaCapac? que, junto con la SinchiRoca?, deja ron de refuerzo en Güepí 220 hombres. Esta tropa fue traída de Puerto Asís por el mayor García Herreros. La SinchiRoca? se devolvió de Güepí y la HuaynaCapac? bajó, trayendo a bordo al ca pitán Restrepo, aceite Mobi loil y munición de infantería. No hay novedad.
Mayo 5/33
Zarpa la HuaynaCapac? para Puerto Asís. Lleva a bordo los indios huitotos traídos de Inonias que deben ser desembarcados en PiyayaNegro?, al mando del colono Arciniegas. Lleva también el capitán Restrepo, destinado al Cdo. de la SinchiRoca?. Zarpa un motor con la canoa Miss Putumayo, rumbo Yabuyanos, conduciendo al mayor Caicedo, quien va como comandante de esa guarnición. Llegó en un avión y siguió para Güepí el cor. Acevedo. No hay novedad.
Mayo 6/33
Llega un motor de Güepí trayendo a bordo al comandante Diago, mayor Téllez y mayor García Herreros, quienes vienen a conferenciar con el cor. Solano. Se pasa revista de munición y se colocan unos dispositivos antiaéreos en la cubierta de batería.
Mayo 7/33
Zarpa, rumbo a Güepí, un motor conduciendo al cdt. Diago, mayor Téllez y mayor García Herreros. Llega el avión Rícaurte, trayendo al cor. Acevedo, quien visita el barco. Por la tarde sale para Puerto Boy. Anuncian que llegó tropa a La Tagua. Es un gran consuelo. Es muy difícil hacer una guerra en un frente de 200 kilómetros con 2.000 hombres, por todo. Nos toca de a kilómetro por cabeza. Pero qué kilóme tros los que se dan por aquí... No hay novedad.
Mayo 8/33
Llega aceite combustible de La Tagua. La dotación se ocupa en el aseo del barco y en limpieza de armamento. Se reciben 70 cajas de combustible que contienen solamente 2.350 litros. No hay novedad.
Mayo 9/33
Salió el cdte. Solano en el Ricaurte, para Puerto Asís. No hay novedad.
Mayo 10/33
Regresó el cdt. Solano. En este momento llega un telegrama, procedente del presidente de la república, el cual informa que los peruanos desde La Zoila iniciarán un contraataque sobre Güepí. Aprovechando la presencia del Ricaurte, que en este momento está en el aeropuerto, se le manda una comunicación, en ese sentido, al mayor Téllez, cdte. de la guarnición de Güepí. Media hora después llegó von Engel en un avión de caza y fue mandado a Güepí a confirmar la información. A las 8 p.m., zarpamos: el Cartagena y el Santa Marta, conduciendo cada uno 100 hombres, que iban con destino a reforzar esa guarnición y así era posible iniciar una operación militar al día siguiente. No hay novedad.
Mayo 11/33
A la madrugada de este día llegamos a Güepí. Hay enorme impaciencia por conocer detalles de lo que ha sucedido. Se desembarca la tropa. El cdt. Solano, en compañía del mayor Téllez, van hasta La Rebeca a conferenciar con el cdt. Diago. El invierno crudo de esta época ha hecho que los ríos suban enormemente, se represen las quebradas y se conviertan en verdaderos mares los “Cananguchales” y las partes bajas de la selva. Puentes que hacía tres días se habían construíido para facilitar el paso de las mulas y la tropa, hoy se encuentran metro y medio debajo de las aguas. Estas son las características de esta región, medio hostil para todo progreso y aun para toda idea. En resumidas cuentas, en nuestro puesto adelantado de La Rebeca, no se puede tener más tropa que la compañía que hay, por no poder ser aprovisionada. Además, por el conocimiento que tenemos del terreno, estamos absolutamente convencidos de que los peruanos tampoco podrán dar un paso de La Zoila para acá, pues de hacerlo encontrarían la muerte absolutamente segura. Por lo tanto, ese día nos dedicamos a pasar revista a los puestos y a los trabajos de defensa que hay alrededor de cada uno de ellos. Los soldados pastusos, que desde el principio han trabajado en los alrededores de Güepí, se han vuelto unos montaraces completos. Se ha desarrolla do en ellos enormemente el sentido de la orientación y los trabajos efectuados muestran claramente que son veteranos del combate en la selva. En la tarde de ese día, Von Engel nos lleva una gratísima noticia: la flota de abajo ha tomado el Algodón y nuestra Flotilla Aérea ha derribado tres aviones peruanos. Poco a poco y palmo a palmo, por arriba y por abajo, vamos do minando el Putumayo. No hay novedad.
Mayo 12/33
Embarcamos nuevamente la tropa que habíamos llevado y regresamos a Caucaya, en las primeras horas de la noche. ¿Qué hubiera sido de esta guerra sin estos dos cañoneros...? Nuestros compañeros de tierra envidian nuestra vida porque la creen fastuosa, pero ignoran completamente lo que significa el peso de una responsabilidad tan grande, más las fatigas producidas por el calor, la incomodidad y la viajadera de día y de noche. Puede ser que algún día nos reconozcan nuestro mérito.
Mayo 13/33
No hubo novedad especial.
Mayo 14/33
Llegan en un motor, procedentes de Güepí, los mayores Téllez, Guarín y los tenientes García y Blanco. Más tarde llegó el remolcador con víveres. No hay novedad.
Mayo 15/33
Zarpó el remolcador, conduciendo víveres y el Pelotón del tte. Pinillos que debe desembarcar en Yubineto y aguardar allí a que nosotros los recojamos. Esta medida de prudencia se debe al recelo que siempre nos ha inspirado este puesto, el cual está unido con Pantoja por una trocha más corta que la que va a Güepí, y por ser su terreno muy alto sería formidable posición para nuestro enemigo.
Mayo 16/33
Llega a Caucaya la Compañía del cap. Gómez Patiño y siete oficiales.
Mayo 17/33
Embarcamos cuatro novillos, cuatro oficiales y 141 soldados de la Cp. Beltrán. Llevamos como pasajeros: mor. Márquez, cap. Bejarano y tte. Gutiérrez. 3 y 45 p.m., en el Ancusiya enviamos la gasolina a que haga un reconocimiento por este río. Regresa la gasolina, informándonos que no se ven huellas ningunas pues las orillas están inundadas. Bajamos a Yubineto. Allí encontramos el Pel. del tte. Pinillos, el cual nos informa que a pesar de que ha mandado muchas patrullas en exploración, no ha encontrado ningún rastro que indique la presencia del enemigo. Un momento después llega el cañonero Santa Marta y nos informa que abajo del Ancusiya recibió fuego de ametralladoras, que fue contestado por el cañonero disparando además un cañonazo como para que nosotros nos enteráramos de su situación y continuó su marcha detrás del Cartagena. Tal vez, en el momento en que él disparó su cañón o veníamos muy lejos el uno del otro, o algún viento contrario nos impidió oír. De lo contrario hubiéramos acudido inmediatamente al llamamiento. A las 5 y 50 p.m. zarpamos a toda máquina, con el Santa Marta por proa, en dirección al sitio indicado. Se hizo una exploración completa de ambas orillas, mientras hubo luz, continuándola de noche, por medio de los reflectores. El enemigo no apareció por ninguna parte. Regresamos a Yubineto, en donde la tropa iba a preparar su comida. Esa noche se presentaron alrededor de este asunto un sinnúmero de comentarios: unos opinaban que evidentemente, al Santa Marta le habían disparado con ametralladoras y otros que lo que creyeron que eran rebotes de los disparos en el agua, era una manada de bufeos, los cuales abundan mucho en este lugar. Estos animales, en sus retozos, le vantan pequeñas columnas de agua. Hay un detalle que nos reafirmó a todos en la idea de que eran disparos y no bufeos: Faustino Muñoz, colono de Peña Blanca y gran conocedor de esa región, había visto, en noches anteriores, luces producidas por linternas de mano. Sea lo que sea, el asunto no tuvo ninguna trascendencia, y el Santa Marta no merece la menor censura, si es que algún día se comprueba que fueron bufeos en vez de patrullas. El detalle más chocante del asunto es que oficiales recién destetados y curas que no entienden sino de sacristías y que confunden un cañón con un cirio pascual, se metan a decir la última palabra y conceptos definitivos sobre incidentes que nunca podrán ser aclarados en toda su verdad.
Mayo 18/33
El paso por Yabuyanos, el cdt. Solano deja órdenes para esta guarnición. 2 y 30 p.m., frente a Todos los Santos, zafarrancho por aparición de aviones. Se da vuelta nos acoderamos en la orilla y aguardamos el ataque. Los aviones desaparecieron. A las 3 y 10 p.m., acuatiza un avión de caza a unos 500 metros del barco hace el piloto una seña que no se le entendió y despega nuevamente en dirección a Calderón. 3 y 45 p.m., vuelve nuevamente a acuatizar el avión, pero esta vez se acodera cerca de una sementera de maíz, en el puesto de Hoyos. Dimos vuelta y nos acoderamos. El avión era un “Osprey” No. 123, piloteado por Haide Brehk y en él venía el cor. Acevedo, procedente del Sur. El cor. Acevedo conferencia con el cdt. Solano asuntos relacionados con la toma del río Campuya. A las 5 de la tarde, el cor. Acevedo regresó a Puerto Boy y nosotros continuamos viaje a Calderón.
Mayo 19/33
Todo el día lo pasamos a la sombra de un “Paraguayatán”. De aquí en adelante, al cañonero le toca llevar una vida de gastos, pues no podremos navegar sino de noche. Estamos en las proximidades de una base peruana y el mayor éxito lo conseguiremos trabajando ocultamente. A las 12 y 30 de la noche embarcamos la Cp. Mora y bajamos en dirección a San Antonio. Seguimos bajando alrededor de unos ocho kilómetros más, pero no encontramos, por lo oscuro de la noche, un sitio apropiado para desembarcar la tropa. Regresamos a San Antonio, en donde la desem barcamos, buscando en seguida un refugio para el barco.
Mayo 20/33
En las horas de la mañana zarpa la gasolina, manejada por el sargento Hoyos, conduciendo al capitán Domínguez, al teniente Rojas y siete soldados. Éstos tenían por misión hacer un reconocimiento en las proximidades del Campuya y ocupando una parte seca para reforzarlos en la primera oportunidad. Por no conocer el río, el sargento Hoyos los desembarcó abajo de las bocas del Campuya dejándolos en un islote pequeño. A las 2 de la tarde, en que regresó la gasolina, y nos informamos de la forma como había cumplido su cometido, ordenó el cdt. Solano que regresara inmediatamente a traerlos. La orden se cumplió y se alcanzó a sacar a tiempo ese personal. 10 p.m., zarpamos para San Antonio y embarcamos la Cp. Mora, bajándola ocho kilómetros más, en donde dejamos la tropa, la cual comenzó a hacer sus alojamientos. A la madrugada subimos y nos acoderamos en el mismo refugio que habíamos tenido el día anterior. No hay novedad.
Mayo 21/33
Acuatiza un avión “Osprey” a las 8 de la mañana, vienen en él el cap. Díaz y el tte. Quiñones. Trae unas comunicaciones para el cdt. de la Flotilla. Se sostiene el avión con su máquina mientras se da respuesta. Reciben ésta y el avión despega en dirección a Caucaya. No hay novedad.
+++++ Mayo 22/33
A las 3 de la mañana vamos a ver qué le sucede al remolcador que había bajado por la tarde con tropas. A las 4, el remolcador, que se había dañado, se hallaba con dos planchones, dos canoas y el botecito El Rayo, acoderado en la margen peruana. Se remolcan todas esas embarcaciones y zarpamos hacia San Antonio con ellas. Viniendo en viaje se zafa El Rayo con motorista y todo, perdiéndose en la oscuridad de la noche. El buque no puede maniobrar pues tiene demasiados remol ques por todos lados. Al fin pudimos arriar la gasolina y salió en su búsqueda, encontrándolo un kilómetro abajo. Regresan las dos embarcaciones a bordo, sin novedad. A las 5 de la mañana llegamos a San Antonio, en donde deja mos el remolcador y los plan chones, siguiendo nosotros para Calderón con las canoas grandes.
Mayo 23/33
Después de un reconocimiento hecho desde Calderón hasta Peña Blanca, escudriñando minuciosamente todos los rincones del río, reconocimiento que nos obligó a hacer un parte falso del sargento Tolosa, regresa mos a Calderón después de dejar 15 indios traídos de Inonias y de embarcar 160 cajas de gasolina que van con destino a Calderón.
Mayo 24/33
3 a.m., anclados en Florida. Un momento después pasa la HuaynaCapac?, con rumbo a Calderón, transportando tropas y víveres. De regreso a Calderón, ya por la noche, se supo por el radio del cañonero Santa Marta que el gobierno había ordenado suspender hostilidades y que debíamos, sin avanzar un paso más, aguardar instrucciones. En esta forma y de esta manera ha terminado, o por lo menos cree el gobierno que ha terminado esto que se ha llamado guerra con el Perú. Es una verdadera lástima que, después de tanta lucha y tanto esfuerzo, para concentrar tropas sobre el Campuya se hubiera recibido esa orden, en el momento mismo en que íbamos a cosechar un triunfo o que por lo menos estábamos resueltos a sacrificarnos. Tal vez, cuando el tiempo pase, podrá saberse, a ciencia cier ta, si fue buena o mala la medida de esta suspensión. Fdo. HERNANDO MORA ANGUEYRA Cap. cdt. cañonero Cartagena