- Botero esculturas (1998)
- Salmona (1998)
- El sabor de Colombia (1994)
- Wayuú. Cultura del desierto colombiano (1998)
- Semana Santa en Popayán (1999)
- Cartagena de siempre (1992)
- Palacio de las Garzas (1999)
- Juan Montoya (1998)
- Aves de Colombia. Grabados iluminados del Siglo XVIII (1993)
- Alta Colombia. El esplendor de la montaña (1996)
- Artefactos. Objetos artesanales de Colombia (1992)
- Carros. El automovil en Colombia (1995)
- Espacios Comerciales. Colombia (1994)
- Cerros de Bogotá (2000)
- El Terremoto de San Salvador. Narración de un superviviente (2001)
- Manolo Valdés. La intemporalidad del arte (1999)
- Casa de Hacienda. Arquitectura en el campo colombiano (1997)
- Fiestas. Celebraciones y Ritos de Colombia (1995)
- Costa Rica. Pura Vida (2001)
- Luis Restrepo. Arquitectura (2001)
- Ana Mercedes Hoyos. Palenque (2001)
- La Moneda en Colombia (2001)
- Jardines de Colombia (1996)
- Una jornada en Macondo (1995)
- Retratos (1993)
- Atavíos. Raíces de la moda colombiana (1996)
- La ruta de Humboldt. Colombia - Venezuela (1994)
- Trópico. Visiones de la naturaleza colombiana (1997)
- Herederos de los Incas (1996)
- Casa Moderna. Medio siglo de arquitectura doméstica colombiana (1996)
- Bogotá desde el aire (1994)
- La vida en Colombia (1994)
- Casa Republicana. La bella época en Colombia (1995)
- Selva húmeda de Colombia (1990)
- Richter (1997)
- Por nuestros niños. Programas para su Proteccion y Desarrollo en Colombia (1990)
- Mariposas de Colombia (1991)
- Colombia tierra de flores (1990)
- Los países andinos desde el satélite (1995)
- Deliciosas frutas tropicales (1990)
- Arrecifes del Caribe (1988)
- Casa campesina. Arquitectura vernácula de Colombia (1993)
- Páramos (1988)
- Manglares (1989)
- Señor Ladrillo (1988)
- La última muerte de Wozzeck (2000)
- Historia del Café de Guatemala (2001)
- Casa Guatemalteca (1999)
- Silvia Tcherassi (2002)
- Ana Mercedes Hoyos. Retrospectiva (2002)
- Francisco Mejía Guinand (2002)
- Aves del Llano (1992)
- El año que viene vuelvo (1989)
- Museos de Bogotá (1989)
- El arte de la cocina japonesa (1996)
- Botero Dibujos (1999)
- Colombia Campesina (1989)
- Conflicto amazónico. 1932-1934 (1994)
- Débora Arango. Museo de Arte Moderno de Medellín (1986)
- La Sabana de Bogotá (1988)
- Casas de Embajada en Washington D.C. (2004)
- XVI Bienal colombiana de Arquitectura 1998 (1998)
- Visiones del Siglo XX colombiano. A través de sus protagonistas ya muertos (2003)
- Río Bogotá (1985)
- Jacanamijoy (2003)
- Álvaro Barrera. Arquitectura y Restauración (2003)
- Campos de Golf en Colombia (2003)
- Cartagena de Indias. Visión panorámica desde el aire (2003)
- Guadua. Arquitectura y Diseño (2003)
- Enrique Grau. Homenaje (2003)
- Mauricio Gómez. Con la mano izquierda (2003)
- Ignacio Gómez Jaramillo (2003)
- Tesoros del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario. 350 años (2003)
- Manos en el arte colombiano (2003)
- Historia de la Fotografía en Colombia. Museo de Arte Moderno de Bogotá (1983)
- Arenas Betancourt. Un realista más allá del tiempo (1986)
- Los Figueroa. Aproximación a su época y a su pintura (1986)
- Andrés de Santa María (1985)
- Ricardo Gómez Campuzano (1987)
- El encanto de Bogotá (1987)
- Manizales de ayer. Album de fotografías (1987)
- Ramírez Villamizar. Museo de Arte Moderno de Bogotá (1984)
- La transformación de Bogotá (1982)
- Las fronteras azules de Colombia (1985)
- Botero en el Museo Nacional de Colombia. Nueva donación 2004 (2004)
- Gonzalo Ariza. Pinturas (1978)
- Grau. El pequeño viaje del Barón Von Humboldt (1977)
- Bogotá Viva (2004)
- Albergues del Libertador en Colombia. Banco de la República (1980)
- El Rey triste (1980)
- Gregorio Vásquez (1985)
- Ciclovías. Bogotá para el ciudadano (1983)
- Negret escultor. Homenaje (2004)
- Mefisto. Alberto Iriarte (2004)
- Suramericana. 60 Años de compromiso con la cultura (2004)
- Rostros de Colombia (1985)
- Flora de Los Andes. Cien especies del Altiplano Cundi-Boyacense (1984)
- Casa de Nariño (1985)
- Periodismo gráfico. Círculo de Periodistas de Bogotá (1984)
- Cien años de arte colombiano. 1886 - 1986 (1985)
- Pedro Nel Gómez (1981)
- Colombia amazónica (1988)
- Palacio de San Carlos (1986)
- Veinte años del Sena en Colombia. 1957-1977 (1978)
- Bogotá. Estructura y principales servicios públicos (1978)
- Colombia Parques Naturales (2006)
- Érase una vez Colombia (2005)
- Colombia 360°. Ciudades y pueblos (2006)
- Bogotá 360°. La ciudad interior (2006)
- Guatemala inédita (2006)
- Casa de Recreo en Colombia (2005)
- Manzur. Homenaje (2005)
- Gerardo Aragón (2009)
- Santiago Cárdenas (2006)
- Omar Rayo. Homenaje (2006)
- Beatriz González (2005)
- Casa de Campo en Colombia (2007)
- Luis Restrepo. construcciones (2007)
- Juan Cárdenas (2007)
- Luis Caballero. Homenaje (2007)
- Fútbol en Colombia (2007)
- Cafés de Colombia (2008)
- Colombia es Color (2008)
- Armando Villegas. Homenaje (2008)
- Manuel Hernández (2008)
- Alicia Viteri. Memoria digital (2009)
- Clemencia Echeverri. Sin respuesta (2009)
- Museo de Arte Moderno de Cartagena de Indias (2009)
- Agua. Riqueza de Colombia (2009)
- Volando Colombia. Paisajes (2009)
- Colombia en flor (2009)
- Medellín 360º. Cordial, Pujante y Bella (2009)
- Arte Internacional. Colección del Banco de la República (2009)
- Hugo Zapata (2009)
- Apalaanchi. Pescadores Wayuu (2009)
- Bogotá vuelo al pasado (2010)
- Grabados Antiguos de la Pontificia Universidad Javeriana. Colección Eduardo Ospina S. J. (2010)
- Orquídeas. Especies de Colombia (2010)
- Apartamentos. Bogotá (2010)
- Luis Caballero. Erótico (2010)
- Luis Fernando Peláez (2010)
- Aves en Colombia (2011)
- Pedro Ruiz (2011)
- El mundo del arte en San Agustín (2011)
- Cundinamarca. Corazón de Colombia (2011)
- El hundimiento de los Partidos Políticos Tradicionales venezolanos: El caso Copei (2014)
- Artistas por la paz (1986)
- Reglamento de uniformes, insignias, condecoraciones y distintivos para el personal de la Policía Nacional (2009)
- Historia de Bogotá. Tomo I - Conquista y Colonia (2007)
- Historia de Bogotá. Tomo II - Siglo XIX (2007)
- Academia Colombiana de Jurisprudencia. 125 Años (2019)
- Duque, su presidencia (2022)
Asentamientos prehispánicos en la Amazonia Colombiana
Indígena Miraña del río Caqueta. Algunas técnicas aborígenes de pesca se han mantenido inalterables durante siglos
Petroglifos en los pedregales de Guaimaraya, río Caquetá. Se hallan sumergidos bajo el agua gran parte del año. Su simbología podría remitirse a mitemas o iconotemas relacionados con rituales de contabilidad ecológica de recursos acuáticos.
Petroglifos en los pedregales de Guaimaraya, río Caquetá. Se hallan sumergidos bajo el agua gran parte del año. Su simbología podría remitirse a mitemas o iconotemas relacionados con rituales de contabilidad ecológica de recursos acuáticos.
Petroglifos en los pedregales de Guaimaraya, río Caquetá. Se hallan sumergidos bajo el agua gran parte del año. Su simbología podría remitirse a mitemas o iconotemas relacionados con rituales de contabilidad ecológica de recursos acuáticos.
Petroglifos en los pedregales de Guaimaraya, río Caquetá. Se hallan sumergidos bajo el agua gran parte del año. Su simbología podría remitirse a mitemas o iconotemas relacionados con rituales de contabilidad ecológica de recursos acuáticos.
Corona de plumas de indígenas Kofán, del área del piedemonte andino, utilizada en la ceremonia de la toma de yagé. El simbofismo plumarlo se asocia a diferentes rangos de conocimientos De uso masculino, son emblemas asociados al don oratorio y a la capacidad de gobernar comunidades.
La caza no sólo era una actividad para la subsistencia sino una confrontación espiritual El cazador, con cerbatana, carcaj y dardos envenenados, obtenía la presa recurriendo a conocimientos chamanísticos. Las plumas en brazaletes y en las orejas, la pintura facial, y el collar de colmillos de tigre y de placas metálicas. le conferían el poder de 11 ver las dimensiones de la muerte pactada con los animales La metalurgia del oro y de otros metales preciosos tuvo algún desarrollo en la Amazonia (en las áreas del Guainia y del Vaupés) desde tiempos precolombinos.
Las trampas para la captura de peces variaban según la especie animal, sus fases de desove y sus ciclos migratorios, también se diferenciaban según la época del año y las características de las aguas. Los raudales eran considerados por los aborígenes como "malocas" de los dueños de los peces, estos dueños debían ser consultados antes de la pesca.
Los indígenas consumían tortugas (i. e. Podomemis expansa) y sus huevos durante las épocas en que estas migraban por ríos y quebradas. La cría de estos animales, y el manejo planificado de su consumo, garantizaban una fuente sostenida de proteínas y la preservación de las especies.
Petroglifo ejecutado por indígenas colonizadores de la Amazonia. Los raudales, y los petroglifos situados en ellos, constituyeron hitos territoriales de diferentes étnias, que les conferían propiedad sobre los recursos particular mente sobre las diversas especies de peces.
Pictografía de Cerro Pintado, área del río Inírida, Las serranías, mesetas y cavernas fueron sitios sagrados desde donde se observaba y realizaba una contabilidada de flujos energéticos, ante todo de los biotopos alterados con la caza.
Petroglifo de la localidad de Peñas Negras, río Caquetá.
Hacha pulida de dolerita o diabasa, hallada en el área del bajo río Caquetá. Estos artefactos se sujetaban a un cabo de madera, con cabellos humanos. La tradición lítica fue extensa no sólo en la fase Paleoindía; también lo fue en la fase cerámica.
Las escasas fuentes de aprovisionamiento de material lítico, presente, entre Otros, en sitios de raudales condujeron a las bandas paleoíndias a defenderlas como áreas estratégicas y a desarrollar redes de intercambio comercial y de trueque. Las piedras de gran dureza eran utilizadas para producir hachas, raeceras, raspadores, cuchillos, cinceles; las piedras menos duras se usaban para trabajar la madera.
Para la obtención de útiles para la caza, la pesca y la recolección, los indígenas ensamblaban maderas y material lítico, recurriendo a fibras y resinas. El impacto de las herramientas de metal modificaría drásticamente sus pautas de organización y de trabajo.
La cestería se desarrolló en la Amazonia desde las fases tempranas del período Paleoindio, y evolucionó según los cambios de pautas de subsistencia. La horticultura, y el elaborado proceso de transformación de la yuca. implica ? ron la confección de cernidores como este.
Los xilófonos (“tambores”) de troncos ahuecados permitían la comunicación entre malocas donde se realizaban ceremonias especiales. Las señales sonoras que estos emitían se decodificaban en mensajes sobre el inicio de bailes y sobre diversas convocatorias públicas. Los “tambores” manguaré, presentes siempre en parejas, se tocan con mazos de madera y caucho.
Los xilófonos (“tambores”) de troncos ahuecados permitían la comunicación entre malocas donde se realizaban ceremonias especiales. Las señales sonoras que estos emitían se decodificaban en mensajes sobre el inicio de bailes y sobre diversas convocatorias públicas. Los “tambores” manguaré, presentes siempre en parejas, se tocan con mazos de madera y caucho.
Serranía de Chiribiquete Los indígenas ubicaron muchos de sus sitios sagrados en mesetas y serraniás. Reconocían las caracteristicas particulares de estos biotopos, y se empeñaban en mantener sus condiciones naturales.
En las riberas de ríos de aguas oscuras, los asentamientos humanos eran menos nucleados. Los antiguos meandros y lagos eran usados para el cultivo de peces durante el verano, tras el descenso del nivel de las aguas, concluido el invierno. Es conocido que estos medios acuáticos, como zoocriaderos, tienen un alto rendimiento en producción proteínica.
Fragmentos de cerámica del área del río Guamués. La técnica de pasta corrugada, con rollos no obliterados, se extendió desde San Agustín (fase Sombrerillos) hasta la cuenca del río Paraguay, posiblemente entre los siglos VI y VIII D.C.
Fragmentos de adornos de vasijas rrancoides" de la fase Japurá, del bajo río Caquetá (siglo VI D.C). La técnica decorativa en adornos y asas es la de modelado inciso, frecuentemente con un engobe rojo o habano. Las figuras son en su mayoría zoomorfas (pato, murciélago ). La máscara bifacial (centro, arriba) procede de Araracuara.
Cerámica modelada incisa con engobe rojo, de la fase Japurá. del bajo rio Caquetá. Pertenece a la Tradición Barrancoide (siglo VI D. C).
Fragmento cerámico que posiblemente hizo parte de tapa de urna funeraria. Posee decoración incisa punteada en algunas zonas Se halló en el área del medio río Caquetá. Pertenece a la fase Nofurei (siglos IX al XVI).
Cerámica "barrancoide" del bajo río Caquetá Las bases externas de ciertas vasijas tienen impresas huellas de hojas. Los machacadores se usaron para manufacturar objetos con cortezas de árboles. o para pilar frutas. Un engobe o baño rojo decoraba el exterior de ciertos recipientes, en tanto que sus interiores se impenneabilizaban con una cocción vegetal que se ahumaba posteriormente.
La aplicación de pautas de desarrollo -y modelos de planificación regional permitieron a los indígenas transformar la naturaleza, interviniendo el medio de manera antrópica, para mantener una producción sostenida. Frutos de "marañón" y "chontaduro", ranas, tortugas terrestres y acuáticas, "achiote", "¡guanas" y diversas variedades de yuca, eran parte de la variada y abundante dieta aborigen.
La aplicación de pautas de desarrollo -y modelos de planificación regional permitieron a los indígenas transformar la naturaleza, interviniendo el medio de manera antrópica, para mantener una producción sostenida. Frutos de "marañón" y "chontaduro", ranas, tortugas terrestres y acuáticas, "achiote", "¡guanas" y diversas variedades de yuca, eran parte de la variada y abundante dieta aborigen.
La aplicación de pautas de desarrollo -y modelos de planificación regional permitieron a los indígenas transformar la naturaleza, interviniendo el medio de manera antrópica, para mantener una producción sostenida. Frutos de "marañón" y "chontaduro", ranas, tortugas terrestres y acuáticas, "achiote", "¡guanas" y diversas variedades de yuca, eran parte de la variada y abundante dieta aborigen.
La aplicación de pautas de desarrollo -y modelos de planificación regional permitieron a los indígenas transformar la naturaleza, interviniendo el medio de manera antrópica, para mantener una producción sostenida. Frutos de "marañón" y "chontaduro", ranas, tortugas terrestres y acuáticas, "achiote", "¡guanas" y diversas variedades de yuca, eran parte de la variada y abundante dieta aborigen.
La aplicación de pautas de desarrollo -y modelos de planificación regional permitieron a los indígenas transformar la naturaleza, interviniendo el medio de manera antrópica, para mantener una producción sostenida. Frutos de "marañón" y "chontaduro", ranas, tortugas terrestres y acuáticas, "achiote", "¡guanas" y diversas variedades de yuca, eran parte de la variada y abundante dieta aborigen.
La aplicación de pautas de desarrollo -y modelos de planificación regional permitieron a los indígenas transformar la naturaleza, interviniendo el medio de manera antrópica, para mantener una producción sostenida. Frutos de "marañón" y "chontaduro", ranas, tortugas terrestres y acuáticas, "achiote", "¡guanas" y diversas variedades de yuca, eran parte de la variada y abundante dieta aborigen.
La aplicación de pautas de desarrollo -y modelos de planificación regional permitieron a los indígenas transformar la naturaleza, interviniendo el medio de manera antrópica, para mantener una producción sostenida. Frutos de "marañón" y "chontaduro", ranas, tortugas terrestres y acuáticas, "achiote", "¡guanas" y diversas variedades de yuca, eran parte de la variada y abundante dieta aborigen.
La aplicación de pautas de desarrollo -y modelos de planificación regional permitieron a los indígenas transformar la naturaleza, interviniendo el medio de manera antrópica, para mantener una producción sostenida. Frutos de "marañón" y "chontaduro", ranas, tortugas terrestres y acuáticas, "achiote", "¡guanas" y diversas variedades de yuca, eran parte de la variada y abundante dieta aborigen.
La "danta" o "tapír" (Tapirus terrestris) se halla vinculada estrechamente a la evolución cultural ya la mitología de ciertos grupos aborígenes. Algunas etnias prohibían su consumo, pero para otras constituía la pieza de caza más cotizada por su tamaño y lo palatable de su carne. Además, se utilizaba su piel para la confección de escudos de guerra, y con los huesos largos se elaboraban instrumentos musicales. Se la conoce también con el nombre de "sachavaca" (del quechua sacha selva; vaca de montaña).
La maloca, o vivienda multifamiliar, se constítuyó en un principio de asentamiento de los grupos hortícolas sedentarios desde hace más de tres milenios. Alrededor de cada maloca se encontraban viviendas satélites, así como las huertas habitacionales y, cercanas a estas, las chagras o conucos. En la periferia se hallaban las áreas de caza, recolección y pesca. La geometría de estas viviendas ?de planta redonda o rectangular", y la existencia o no de aberturas en su cúspide, caracterizaban a las diversas etnias indígenas. Las malocas se abandonaban a los 10 años de construidas, y los indígenas edificaban una nueva, al tiempo que iniciaban la explotación de nuevos habítats.
Las áreas abiertas en la cúspide de las malócas permitían la circulación del aire y la iluminación adecuadas. Los postes, vigas y hojas tejidas de los techos, simbolizaban la estructura multiestrata de la naturaleza misma. La orientación espacial de estas viviendas se definía según referencias astronómicas.
Las flautas de pan (dobles y sencillas) chiruro o capadores, las flautas de huesos de danta y las ocarinas hechas con cráneos de venado. eran parte del instrumental musical que junto con maracas, pitos, sonajeros y tambores, usaban las comunidades amazónicas para acompañar sus cantos y bailes.
El desarrollo de la cerámica permitió a los grupos sedentarios almacenar, además de cocinar, los alimentos. Las vasijas se sostenían en el fogón sobre bases elaboradas con gredas. En la mayor parte de las sociedades amazónicas, el simbolismo de la alfarería se asoció a la Madre Tierra y alas funciones femeninas. sí bien en algunos grupos el trabajo de la cerámica era competencia de los hombres.
Totumos y calabazos, pulidos e impermeabilizados con materiales vegetales, se utilizaron para el almacenamiento, transporte y distribución de líquidos Diferentes formas cumplen funciones deplatos, tazas y cucharas, entre otras.
Canasto utilizado por bandas nómades para recolectar frutos y transportar productos de la caza y de la pesca. La carga se lleva en la espalda, y la banda, de corteza de árbol, se coloca en la frente de quien la conduce.
De la cestería asociada a la manufactura de] casabe, y de bebidas y harinas, el " . "tipití" o Sebucán", instrumento tubular, permito exprimir la masa de yuca para su primera deshidratación. El líquido resultante se utiliza para bebidas, después de hervido para volatilizar el ácido prúsico.
El maíz se sembró en las vegas de ríos con aluviones ricos en nutrientes, en el área del piedemonte, permitiendo una agricultura con excedentes que sostenían mayores densidades de población. Este alimento se almacenaba seco, cerca de los fogones.
Las plumas usadas en coronas y adornos simbolizaban el vuelo de pájaros poderosos, que alcanzaban grandes alturas y poseían una vista privilegiada de la realidad Sus colores se asocian a la iconografía chamanística.
Indígena Puinave del río Inírida. La bodoquera o cerbatana permitía obtener diversas presas en una misma cacería, sin ocasionar ruido. Los hombres conocían la etología de los animales, lo que les permitía rastrearlos y cazarlos de cerca, en los sitios que facilitaran esta práctica.
Entre las sociedades amazónicas, las mujeres cumplieron una función pri mordial tanto en el trabajo doméstico como en la producción. En las sociedades de bandas, eran ellas quienes aportaban la mayor parte de los alimentos, con sus tareas de recolección; en etapas más avanzadas, durante los cacicazgos, realizaban las labores horticolas,
La etnia, el rango, el saber, y la posición de cada hombre, se exteriorizaban en la decoración corporal y en las insignias portadas.
Malocas monumentales, que albergaban centenares de personas, conformaban redes regionales de intercambio económico, articulando dinámicas sociopolíticas entre linajes y clanes. Como principio de producción y de reproducción biosocial, la maloca fue una sofisticada respuesta adaptativa de los indígenas amazónicos.
Los hombres realizaban rituales durante los cambios de estación, cuando se producían modifimones en las ofertas y demandas ambientales. Estos rituales, ejecutados en el interior de las malocas, apuntaban a mantener la armonía con la naturaleza ya actualizar la contabilidad sobre el entorno. Los cantos formaban parte esencial de estos ejercicios, durante los cuales los hombres se adornaban con coronas de plumas y brazaletes con hierbas aromáticas. Los bailes se realizaban al ritmo de bastones y sonajeros de cascabeles.
Elizabeth Reichel Dussan
Profesora de la Universidad de los Andes
La Amazonia, área de innovación cultural
La Amazonia colombiana habría estado habitada por poblaciones humanas desde hace más de 10 mil años. Antes de la conquista ibérica, en toda esta gran región había ya numerosos asentamientos adaptados al medio y con capacidad para manejar exitosamente sistemas de producción y reproducción de ambientes y ecosistemas, formas de organización social y complejas estructuras de pensamiento y de conocimientos, basados en una filosofía de respeto por la naturaleza y por la esencia humana.
El área de las tierras bajas del noroeste suramericano ha sido señalada por investigaciones arqueológicas recientes como "donadora" a las culturas andinas y formativas posteriores (Lathrap, 1975; Reichel Dolmatoff, 1978). Los avances tecnológicos y científicos necesarios para la domesticación de plantas como el maíz (Zea mays) y la yuca (Manihot esculenta) y muchas otras especies alimenticias y medicinales, surgieron de la manipulación y experimentación en aquellas tierras bajas de selva tropical, y requirieron un mínimo de 8 a 10 mil años para alcanzar su actual grado de selección y perfeccionamiento (Lathrap, 1975). La domesticación de estas plantas, y los complejos culturales que se asocian a ellas, permitieron transformar la historia del desarrollo socio cultural americano y mundial, Tras iniciar su ocupación del área, las poblaciones amazónicas aprendieron las características de los suelos, climas y ciclos orgánicos. A medida que exploraban los ecosistemas, se informaron de la pobreza de gran parte de las tierras, y comprendieron el hecho de que la abundante flora y fauna presente, se auto sostenía con sofisticados mecanismos de retención y reciclaje de nutrientes.
Es posible que desde algún momento cercano al año 5.000 A.C., aproximadamente, hubiera ya en el área amazónica prácticas del cultivo de la yuca y de otras raíces o tubérculos y plantas, que permitieran la subsistencia de poblaciones cada vez mayores, sobre la base de un excedente en la producción. Las técnicas de la talay quema" y de los cultivos rotatorios, serían de uso común en este período formativo. Lathrap (Ibid.) calcula que la yuca sería, desde entonces, primordial en el sustento alimenticio de las sociedades de la selva tropical. Algunas de estas poblaciones estarían agrupadas en las riberas aledañas a ciertos ríos, domesticando los cultígenos más exigentes en nutrientes. Los antecesores de estos grupos habrían sido bandas de pescadores, cazadores y recolectores de nomadismo cíclico. Estas bandas mínimas lograron grandes desarrollos culturales, a los cuales se sobrepusieron los de los manejos hortícolas iniciados por bandas "máximas . La evolución de las culturas de la yuca, y de la caza, la pesca y la recolección de selva húmeda tropical, culminó en un complejo de conocimientos y prácticas económicas, ecológicas, políticas y filosóficas que cambiaron en parte la historia del mundo, y que aún podrán influir en ella, si se los conoce y acata. Veamos cómo se llegó a tales progresos culturales.
Organización social y manejo ambiental de las bandas migratorias del periodo Paleoindio
Aunque actualmente es imposible cualquier presentación global de la arqueología amazónica colombiana, por la insuficiencia de investigaciones en tal campo (tanto en lo que se refiere a sondeos como a excavaciones estratigráficas), se puede construir un marco hipotético de sistemas poblacionales en la región. Complementando los datos de las investigaciones arqueológicas realizadas en la Amazonia (del Brasil, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela) con inferencias etnográficas contemporáneas, se puede visualizar tentativamente el proceso de poblamiento y desarrollo regional en los territorios amazónicos de nuestro país.
Puesto que en Colombia aparecen huellas que indican la presencia de cazadores y recolectores en El Abra (Cundinamarca) hacia el año 10.450 A.C., es de suponer que la Amazonia también estuviera siendo poblada por grupos humanos durante el período Paleoindio. Como es conocido, el poblamiento inicial del continente americano lo hicieron, hace unos 40 milenios, grupos asiáticos que procedían de Siberia. Algunos miles de años después se habría producido también una ola de población a Suramérica, proveniente del sudeste asiático.
Las investigaciones sobre el paleoambiente amazónico se encuentran en su fase inicial. Aún así, el modelo biogeográfico es útil para la reconstrucción de las pautas de asentamiento que se dieron en la región, pues permite una visión de conjunto de las relaciones hombre medio ambiente durante los últimos diez milenios. Betty Meggers (1973. 1975, 1978) ha propuesto un método para elucidar pautas prehistóricas de poblamiento humano y modelos de adaptación cultura] en la Amazonia, consistente en aplicarles correlaciones de la distribución biogeográfica de especies de flora y fauna. La misma autora ha utilizado los modelos biogeográficos propuestos por Haffer (1969, 1974), Prance (1978), Bigarella (1971), Fairbridge (1976), Vanzolini (1970) y van der Hammen (1972), complementándolos con datos provenientes de la lingüística (glotocronología y léxicoestadística), la climatología, la geología y la biología, y los ha correlacionado con fechas obtenidas con Carbono 14, asociadas a material arqueológico; todo ello para construir su visión de la evolución cultural que se dió en la Amazonia entre los años 10.000 y 1.000 A.C., aproximadamente.
Este modelo sobre los "refugios o enclaves de selva que existieron en el Cuaternario propone que, varias veces, largos períodos de sequía redujeron o fragmentaron la selva amazónica, reduciéndola a pequeños islotes separados por sabanas áridas. Puesto que se cree que habría pobladores humanos en el área durante los dos últimos grandes períodos de aridez, es de suponer también que estas sociedades se verían algo afectadas por las oscilaciones climáticas y los cambios en el medio ambiente. Las quemas espontáneas también incidieron en la modificación del medio amazónico en épocas secas, causando fluctuaciones ambientales desde hace diez mil años (Saldarriaga & West, 1986). así como las produjeron las quemas realizadas por los humanos de la época de las bandas paleoindias o de los grupos horticultores.
Las sociedades paleoindias iniciales tendrían sistemas de producción, modelos tecnológicos y determinadas características sociopolíticas que hoy se clasifican como propias de sociedades de "bandas" (Service, 1966). Aunque se las ha considerado como cazadoras y recolectoras, sería adecuado clasificarlas, además, como pescadoras, toda vez que en el Amazonas existen más especies de peces que en el Océano Atlántico (Cousteau & Richards, 1985: 10), las cuales constituyen una base proteínica importante para la subsistencia. De otra parte, las formas de manejo ambiental adelantadas para utilizar las relaciones energéticas de los recursos, así como la organización del trabajo, estarían ya guiadas por modelos chamanísticos. Estos modelos, visión del mundo y ethos, procedentes de tradiciones asiáticas, fueron evolucionando en las Américas hasta articularse como patrones de culturas locales. Tales patrones se adaptaron a los diversos medios ambientes, y en ciertas situaciones históricas fueron constituyendo las bases indígenas características de las actuales regiones culturales de la Amazonia.
El chamanismo es una visión organizativa en la qué el hombre es concebido como partícipe del universo y de sus leyes, físicas y cósmicas, y como parte integrante del ecosistema. Las pautas de manejo social y ambiental reflejan un elaborado sistema de planificación a corto, mediano y largo término, orientado a un desarrollo adaptativo del hombre con todos sus entornos. Es una disciplina política, económica, ecológíca y espiritual. Las características esenciales de cada ecorregión dentro de la Amazonia, estarían reflejadas en las estructuras formales de los sistemas chamanísticos plasmados en las culturas locales. La gran diversidad de especies, las complejas y fascinantes interrelaciones ecológicas del medio, y la gran variedad de microhabitats, constituyeron un laboratorio que retó al intelecto y a la creatividad de las poblaciones humanas amazónicas desde las épocas a que hemos venido haciendo referencia. Se desplegaron estrategias para la utilización de ciertos ecosistemas, así como se aplicaron técnicas de conservación y protección en algunos de ellos (frágiles o claves en el sostenimiento del resto del ambiente). La aplicación de este manejo ambiental y social, de explotación y preservación, permitió el crecimiento de las poblaciones humanas.
Desde hace aproximadamente ocho o diez mil años, las bandas de pescadores, cazadores y recolectores que paulatinamente poblaron la Amazonia, fueron conociendo las características de los ecosistemas y de sus ciclos. A medida que experimentaban y seleccionaban ciertas áreas y recursos, fueron desarrollando sus sistemas adaptivos particulares y reproduciendo diferentes manejos ambientales. Conocieron los comportamientos y hábitos de los animales, especialmente las fases reproductivas de peces y tortugas, ya que los consumían estacional mente.
Fueron acercándose al conocimiento de las dinámicas de las plantas, y de las características de los suelos, de los cielos y de las aguas. Observaron los mecanismos de bioregeneración que desarrolló ¡a selva, la interacción planta animal, y los procesos de dispersión de semillas, de regeneración vegetal y de recuperación o sucesión de ecosistemas. En suma, la experiencia histórica en el área fue dándoles un conocimiento creciente de la dinámica de la naturaleza.
Dado que las selvas están compuestas por ¡os ecosistemas más antiguos, complejos y delicados de[ mundo, se produjeron entonces elaboradas y diversas respuestas culturales. Quizás el reto más difícil fue el de aprender a distinguir los límites entre los ecosistemas, y el de saber escoger áreas de nointervención estratégica, para poder gozar de las áreas de producción manejadas adecuadamente, permitiendo un uso extensivo o intensivo de medios y recursos.
Los utensilios de piedra, hueso y material vegetal que utilizaron tales bandas, y su inicial inexperiencia en el manejo de] medio, no permitieron la existencia de grandes poblados nucleados, con alta densidad demográfica. Inicialmente, las fases de las plantas y de los animales de los cuales dependieron estos grupos humanos, impusieron un aprovechamiento estacionario y cíclico de los recursos; uso que exigía una dinámica de cambios periódicos en la división de] trabajo y en el manejo sociopolítico de las bandas.
Las formas de autoridad, y las decisiones sobre la administración de prácticas de producción y reproducción, exigieron ciertos comportamientos consensuales entre estos grupos. El tamaño reducido de cada banda, las relaciones interpersonales y la división del trabajo por edad y sexo, así como algunas especializaciones en la caza, la pesca o la recolección, definieron esferas de actividades que los orientaron en torno a un manejo "igualitario" de lo político. Establecieron un sentido de propiedad según el cual cada grupo tenía derecho a¡ usufructo aprovechando y consumiendo ciertos recursos de los territorios que cíclicamente recorría y conservaba. A la vez, los aborígenes indujeron un manejo cultura[ que apuntaba a la regeneración del ambiente para los decenios y centurias futuras. Esta, que es la primera ley de adaptación y conservación en la Amazonia, fue aplicada en forma reverente desde entonces por tales pobladores, quienes supieron cómo manejar áreas de conservación, bancos de especies y elementos bióticos y abióticos, así como áreas de uso y explotación. Es posible que la observación de los mecanismos regenerativos de la selva, tales como los de plántulas y retoños, y los de dispersión y almacenamiento de semillas (Uhl & Saldarriaga, 1986) que permiten la vegetación primaria y secundaria, les enseñara los límites de perturbación de ecosiste mas, y la posibilidad de cultivos dirigidos,
Otro aspecto de la organización de la vida de estas comunidades giraría en torno al dominio de ¡as áreas donde existían los yacimientos del material lítico apropiado para la manufactura de sus herramientas y utensilios, así como de los yacimientos de otros minerales preciados. El intercambio o trueque de materiales extraídos de estos lugares, con grupos sin acceso directo a ellos, sería también un importante componente de las relaciones inter étnicas. El control de áreas se extendería, de otra parte, a las zonas estratégicas de pesca o caza abundante (como fuentes localizadas de proteínas), y a las tierras o ecosístemas que concentraban ciertas especies vegetales comestibles o útiles para su cultura. También se vigilarían áreas de reserva, así como a sus sectores de soporte ecológico. Estos últimos serían espacios de no explotación, donde la estricta vigilancia humana garantizaría la conservación de áreas claves en la arquitectura de la selva y de la vida, que permitirían la existencia de las demás cadenas tróficas y ecotopos dependientes. El acto de "pagamento o de vigilia con "pensamiento" sobre territorios y habitats fue común, desde las poblaciones amerindias.
Las relaciones entre estos grupos nómades y el medio se articulaban con modelos chamanísticos vinculados con espacios concretos. Se daban, sin embargo, en el transcurso del tiempo, constantes cambios y transformaciones, tanto en el medio ambiente como en los modelos clasificatorios culturales. Es de anotar que, aunque no se hayan efectuado mediciones del impacto de estas culturas sobre el entorno, tanto sondeos arqueológicos como observaciones de la conformación de la vegetación secundaria antropogénica, y de los suelos, indican un manejo e impacto humano milenario de los ecosistemas amazónicos.
Si a finales del penúltimo período de fragmentación de la selva (21.000 a 13.000 años antes del presente) (van der Hammen, 1972) hubo bandas cazadoras y recolectoras, éstas tuvieron que especializarse en dos tipos de medio: el de sabana y el de enclave de selva; este último comprende los "refugios" y las riberas de grandes ríos. En la Amazonia, los grupos humanos adaptaron sus culturas a los tipos de suelos de la "tierra firme" y a los de áreas inundables o várzeas (diferenciadas en várzeas de ríos de aguas "blancas" y "oscuras"),ya que territorios con tan diferentes características permiten distintas capacidades de carga de la tierra, es decir, distintos potenciales de sostenimiento de poblaciones humanas.
Según Meggers (1979), Vanzolini postula "refugios" de selva asociados a relieves de altura que, por lo tanto, serían periféricos a la planicie amazónica.
Así en el piedemonte habría existido el refugio Napo Caquetá.
Por su parte, Haffer insiste en que a lo largo de las mayores vías fluviales existieron también selvas de galería durante las épocas áridas. Ahora bien, siendo que las áreas del bajo río Caquetá y Apaporis tienen actualmente una de las mayores precipitacio¬nes anuales de la Amazonia (3.600 mm) (Salati, 1978), y dado que Haffer propone una correlación pluviométrica para la determinación de posibles "refugios" selváticos, sería interesante comprobar con futuras investigaciones arqueológicas. si existieron sectores habitados en dichas áreas. Las zonas postula¬das por Haffer, Vanzolini y Domínguez como refugios del Amazonas colombiano (Domínguez, 1980: 219) se encuentran en las regiones de los ríos Napo Caquetá Irnerí Vaupés y Sarare. Es preciso investigar si allí existen yacimientos arqueológicos que indiquen concentraciones de población en proceso de especiali¬zación y adaptación al medio reducido del "refugio".
Las poblaciones localizadas en las vegas de los ríos de aguas "blancas", ricas en nutrientes, y con un entorno climático propicio, pudieron iniciar la experimentación de futuras plantas domésticas. Al concentrarse alrededor de estas fuentes ribereñas, habrían tenido también gran preocupación por el manejo piscicola. Dennis Williams (1985) plantea que estas bandas pescadoras, o los que se hubieran hallado en el período de la última fragmentación de la selva ya agricultores , serían quienes habrían tallado los petroglifos.
Tras una etapa experimental, en el curso de la cual se habrían identificado y estudiado los yacimientos líticos apropiados para la manufactura de herramientas de trabajo, se habría producido una apropiación territorial para controlar el acceso a este preciado recurso (que no es muy abundante en la Amazonia ni se distribuye en el área de manera homogénea). En la fase experimental se habrían buscado, quebrado, tallado y rayado constantemente las rocas, examinando la calidad del material, con miras a su utilización como herramienta. Fuera de manufacturar hachas, machacadores, raederas, cinceles, y otros instrumentos, se habría ensayado con ellos grabando signos y marcas territoriales. De manera artística, se habrían labrado ¡conos y sistemas mitográficos, así como se habrían producido las primeras manifestaciones de graffitti (Reichel de von Hildebrand, 1975). Los petroglifos y pictografías de la región pueden haberse realizado desde entonces. Actualmente se observa que los primeros se encuentran en raudales, bajo agua gran parte del año, como si hubieran sido esculpidos en épocas de grandes sequías, cuando los caudales de los ríos se encontraban en sus mínimos niveles.
La curiosidad de los aborígenes por su entorno, sumada al reto estimulante de la adaptación a las fluctuaciones de la naturaleza y a las relaciones amistosas o bélicas con otras bandas, permitieron una constante evolución de la observación y la utilización de la información ambiental. Ello contribuyó al avance de la horticultura y la agricultura tropical, y a la configuración de sociedades más Jera rqu izadas y sedentarias, en torno a la producción de excedentes de cultivos de plantas domesticadas y de las fuentes proteínicas procedentes de la pesca. El sistema de 11 quemas" dataría de esas épocas (Saldarriaga, 1985), manejándose así cierta regeneración forestal.
Cacicazgos y desarrollos regionales
El desarrollo de la "tala y quema" y la domesticación de plantas cultivadas, y el acceso a fuentes proteínicas estratégicas, permitió la evolución de sociedades sedentarias. Estas se fueron estratificando. Las sociedades evolucionaron en el transcurso de la competencia adaptativa en entornos circunscritos ecológica y culturalmente. Algunas bandas "medias " y "máximas" desarrollaron las bases de la horticultura. Esta permitió mayor densidad de población y transformaciones tecnológicas y económicas. Otras bandas (las "mínimas") decidieron seguir como tales y no aunarse a las sociedades jerarqu izadas, luchando incluso contra ellas.
La reproducción por estacas (tallos), tubérculos o bulbos o vegecultura , inicialmente permitió a los grupos humanos asegurarse tanto de variedades no tóxicas como de algunas que sí lo eran. Paulatinamente se aprendió a remover las sustancias dañinas al hombre, como en el caso del ácido prúsico de la yuca brava. Por la persistencia del uso de estacas o esquejes, algunas plantas así cultivadas comenzaron a depender del hombre para su reproducción. Rogers (en Sanoja, 1981: 122) señala para Suramérica una frontera norte sur de las variedades dulce y brava de la yuca. La primera se halla en el área del occidente andino; la segunda, en las tierras bajas amazónicas. Tanto la yuca como la batata (Ipomea batatas), y otras especies, se multiplicaron por medio de la acción humana (Soler, 1950: en Sanoja, 1981: 126) llegando a crearse el actual paisaje antropogénico de ciertas plantas cultivadas. Hablantes de un
Proto Arawak serían, hacia 3.000 A.C., los habitantes de las várzeas de la Amazonia central, alrededor de Manaos (Lathrap, 1970 74). Estas pujantes poblaciones colonizarían las regiones aledañas en búsqueda de suelos de aluviones, expandiéndose hacia la región andina, remontando la Amazonia colombiana.
Los grupos humanos y esto correspondía en especial a las mujeres fueron entregándose, como herencia, semillas y el saber especializado que acompaña la reproducción de cultígenos domesticados , los hombres se transmitían el saber sobre la reproducción de plantas silvestres y animales, y de algunas plantas domesticadas como palmas, la piña, el coco, el tabaco y ciertos psicotrópicos.
Se fueron, pues, creando y transformando instrumentos y conocimientos, de tal suerte que las nuevas necesidades de poblaciones mayores giraban en torno a una horticultura exitosa; con la pesca en ríos, lagos y estanques naturales, hecha con trampas y venenos: y con la caza mediante el uso de arcos, flechas y cerbatanas y un agudo conocimiento de los animales. El procesamiento de los alimentos, sobre todo la desintoxicación de la yuca brava, así como la preparación de las medicinas, requirieron de la evolución de múltiples técnicas. La yuca se "almacenaba" en la tierra, o se deshidrataba como harina. Las carnes se ahumaban (muqueaban), para su transporte o consumo posterior. La guerra, la música, los juegos, también desarrollaron mecanismos de identidad, de placer o de lucha. La pintura y los adornos corporales y la vestimenta indicaban la identidad de las etnias. Los estilos de la vivienda, de la cerámica, de la cestería, se tornaron igualmente en signos que distinguían a los linajes y clanes y a las unidades maloqueras y etnias, de sus vecinos. Los lenguajes también se iban especializando y diferenciando, llegando a ser en áreas como en el Vaupés, con el multilingüismo y la exogamia lingüística modelos elaborados de concebir la identidad y sus diferenciaciones en el contexto, así como de la articulación de configuraciones regionales.
Acerca del período más reciente de "refugios", Meggers (1979) establece un promedio entre las fechas propuestas por los diversos biogeógrafos, y calcula que tuvo lugar entre los años 4.000 y 2.000 antes del presente. Ya para entonces, como señalan tanto Lathrap (1975) como Reichei Dolmatoff, esta región del noroeste amazónico "formaba la verdadera área de clímax cultural del Nuevo Mundo, la cual servía de fuente cultural al Perú y a Mesoamérica, regiones que en aquel entonces eran aún marginales a la gran corriente de los desarrollos americanos (Reichel Dolmatoff, 1978: 48). Los domesticadores amazónicos de los cultígenos tropicales, luego revolucionarían a las sociedades andinas y mesoamericanas, con sus estrategias de uso y conservación del medio. Fueron actores e instrumentos claves en el desarrollo de América.
La técnica de agricultura itinerante que se impulsó hace más de cinco milenios, permitió la rotación del uso de suelos y de fases de regeneración forestal, que posibilitaron una horticultura tropical exitosa. Tras tumbar y quemar la vegetación en áreas de dos o cuatro hectáreas, se procedía a cultivar sobre los suelos así enriquecidos. Ciertos cultígenos se sembraban con azadas y palos cavadores; algunos eran sembrados en sitios donde se concentraba la ceniza (y, por ende, donde los nutrientes eran escasos). Después del primer año ciertos cultígenos comenzaban a abandonarse; y al segundo año no se sembraba más, permitiéndose el crecimiento a largo plazo de las plantas supérstites. Se producía de este modo una regeneración sucesiva de plantas y animales útiles, imitándose la arquitectura multiestrata de la selva. Esta se regenera, a su vez, tras la fase de una vegetación secundaria. Se garantizaban así futuras áreas de explotación de recursos, al no infringirse los límites de temperaturas y aguas ni los de la existencia de plántulas, semillas y demás elementos necesarios para la permanencia o regeneración del microhabitat. Se permitía, por el tipo de manejo ambiental, su pronta regeneración. Al repoblarse con la vegetación selvática, se utilizaban de nuevo los recursos de tales ecosistemas, con técnicas de caza, pesca y recolección y ciertas pautas de asentamiento. Una vez se talaba de nuevo, se sembraban cultígenos estacionarios, en diferentes fases sucesionales. Nunca se abrían claros de más de cuatro hectáreas, para permitir que la franja de selva aledaña pudiera colonizar de nuevo el área, tan pronto se cesara de desyerbar y talar.
En el período más reciente de refugios ,fuera de la yuca (y, en ciertos casos, del maíz), se habrían perfeccionado los cultivos de la batata, el ñame, el maní, el ají, algunas cucurbitáceas y la arracacha (Lathrap, 1975) y otras plantas útiles, medicinales algunas de ellas. Durante esta etapa más reciente de fragmentación de la selva, se desplazaron algunos grupos humanos por las sabanas, mientras otros siguieron la frontera selvática, explotando de manera estaciona¡ los diferentes nichos ecológicos. Unos grupos serían eminentemente hortícolas y otros conformarían bandas diferencia¡ mente cazadoras, pescadoras y recolectoras, según su localización se diera primordialmente en las riberas de los ríos, en la selva o en las sabanas, aunque seguramente habría intercambio entre ellos.
En este período debieron contrastar, entonces, los sistemas socieconómicos de los grupos dedicados principalmente a la caza, pesca y recolección, con los de los grupos dedicados a quehaceres hortícolas y agrícolas (aunque estos últimos también cazaban y pescaban, si bien en econichos distintos). Los grupos asentados en las riberas de los ríos con aluviones apropiados para una agricultura exigente en nutrientes (como la del maíz por ejemplo), diferirían en su modo de producción con los nómades de la sabana o de la selva, o con los semi sedentarios, que posiblemente desarrollaban el cultivo de especies con menores requerimientos de nutrientes (como la yuca brava) en terrenos arenosos, bien drenados pero con suficiente agua. También es posible que hubiese violentas transiciones entre aquellas sociedades, a medida que se incorporaban o subyugaban unas a otras y, a su vez, buscaban sobrevivir a los cambios climáticos y ambientales. Durante los dos mil años de este período de "refugios" ,a medida que los grupos competían y se adaptaban a los bruscos y cortos cambios ambientales, se habría acelerado el desarrollo de estrategias de supervivencia. Ya para entonces, la tradición lítica, que habría tenido sus inicios en una etapa anterior a aquel período documentada en el Amazonas brasileño como existente entre los años 5.000 y 3.000 antes del presente (Meggers, 1978: 4) , coexistía con una tradición alfarera intrusa.
Desde hace unos cinco mil años, las comunidades situadas en áreas apropiadas para la agricultura se habrían nucleado en aldeas, articulando un modo de producción maloquero. Posiblemente vivían en grandes conjuntos jerarquizados de malocas, con gran densidad de población. Esto último se mide hoy por la extensión de los suelos antropogénicos, y por la cantidad de restos arqueológicos y de cerámica hallada en los lugares de asentamiento. Los desarrollos de la cestería, arte y arquitectura y, en general, de la cultura material realizada con elementos biodegradables, desafortunadamente son casi imposibles de ubicar y reconstruir.
Las sociedades alfareras y agricultoras fueron desarrollando diferentes estilos de vivienda y pautas de asentamiento. La maloca, o gran habitación plurifamiliar, fue inicialmente una construcción adaptada al clima, a las temperaturas tropicales, a las lluvias, al sol, y a los vientos; y se orientaba según el contexto ecológico y astronómico ecuatorial. Un gran techo cónico, o de dos aguas, cubría una extensa área circular o rectangular de aproximadamente 30 metros de diámetro (o dimensión mayor). Las vigas se posaban sobre postes de cerca de 20 metros de altura. Se plasmaba, así, una construcción monumental, bien ventilada e iluminada. A medida que el maestro constructor aumentaba sus conocimientos ecológicos y socio políticos, podía encargarse de mayores responsabilidades dentro del grupo. Cada 10 años las malocas se reemplazaban por otras, en otro sitio, permitiéndose así la regeneración de las áreas de selva aledañas y del mismo suelo de la vivienda, (enriquecido con abono orgánico, resultado de la presencia humana). Habría posiblemente malocas con funciones ceremoniales y religiosas, manejadas por chamanes y cantores, así como habría otras para los grupos guerreros, otras para los esclavos o prisioneros, y otras para los grupos domésticos, sobre todo en los cacicazgos "medios" y "mayores" regidos por un jefe permanente que controlaba grandes conjuntos de aldeas. Quizás la vivienda amazónica rectangular, sobre pilotes, se desarrolló desde entonces en áreas de várzea (o de inundación estacional). En la estructura de la maloca se reflejaba la estructura del cosmos, siendo aquella, a su vez, un microcosmos. En su interior, a cada persona, se le asignaba un lugar según su sexo y posición social. Se desarrolló el sistema político maloquero guiado por el 'Jefe' o "dueño" de maloca, con asistencia de uno o más chamanes (con funciones defensivas y ofensivas), los guerreros, y los cantores bailadores. En el interior de la maloca (y entre las diferentes malocas) se diferenciaban espacios ceremoniales para ellos.
En el interior de las malocas, como en el trazado de las aldeas y sus espacios de uso, generalmente se codificaban áreas especiales: un centro sagrado masculino (asociado al este) y una periferia profana femenina (asociada al oeste). De manera diametral y/o radial, se ubicaban, además, las diferentes funciones socio políticas. En las chagras, y en los frutales aledaños a la vivienda, así como en los territorios de caza, pesca y recolección, se proyectaban estos esquemas espaciales referenciales.
Tradiciones cerámicas y arqueológicas
Para la Amazonia se tienen fechas tardías sobre la actividad cerámica: casi dos milenios después de las fechas más antiguas conocidas para la cerámica americana, con excepciones de aquellas en las bocanas del Amazonas, de 3.100 A.C. (Brochado 1984, en Lathrop et al., 1985), y de un hallazgo de 3.750 años efectuado en el área del Río Negro (Sanfor et al., 1985). Las más antiguas tradiciones cerámicas de Colombia y América, las de Monzú (3.350 A.C.) y Puerto Hormiga (3.090 A.C.), indican, tanto por sus técnicas como por sus estilos y formas, así como por las tecnologías agrícolas asociadas, que no son desarrollos locales sino importaciones y transformaciones de pautas provenientes de otras áreas en tierras bajas tropicales. No sobra preguntarse sobre un origen común en un área aledaña al Amazonas, aún por descubrir.
No se dispone aún, para la Amazonja colombiana, de datos provenientes de excavaciones arqueológicas que investiguen la fase lítica Paleoindia y las fases cerámicas tempranas. Los resultados de lo realizado hasta ahora, relacionan tradiciones alfareras desde el siglo 1 A.C. (Andrade, 1986 y Herrera et al. 1980 81), para el área de Araracuara, y desde el siglo VI D.C. (von Hildebrand & Reichel, 1980) para el área de la Pedrera, ambas a orillas del río Caquetá Japurá.
La comparación estilística de ciertos rasgos de esta cerámica con la de otras áreas arqueológicas, indica múltiples vínculos entre diversos grupos humanos al área. Tales relaciones se dieron con las llanuras del Orinoco, así como con otras áreas de la planicie amazónica y el área andina, demostrándose la gran dinámica migratoria y de contacto entre las poblaciones de esta región y las culturas aledañas durante los últimos milenios. Lathirap, Gebhart Sayer y Mester (1985) asocian la cerámica camaní, de Araracuara, a la cerámica Yarinacocha de la tradición Policroma centro amazónica, correspondiente a una ola invasora de comunidades ribereñas sedentarias y horticultoras, que venían remontando los ríos, tras saturar su habitat.
Recientemente se han realizado excavaciones arqueológicas en el medio río Guamués y en las cabeceras del Churuyaco y del San Miguel (Uribe, 1980). Por la concentración de la cerámica hallada, se deduce que hubo asentamientos particularmente densos sobre las terrazas del Guamués. Esta cerámica, que tiene la particularidad de ser corrugada, fue elaborada con la técnica de rollos parcialmente alisados. Como antiplástico (componente aglutinante para dar consistencia al material) se agregó a la pasta, desgrasante de arena. Las vasbas tienen en algunos casos engobe (baño) rojo, así como incisiones diagonales e impresiones digitales y de cestería sobre el cuello y el borde externo. Se hallaron también ejemplares con forma de urnas funerarias. Según la autora, la cerámica encontrada es semejante a la del Complejo Sombrerillos, de San Agustín (Huila), y a la de la Fase Pastaza del oriente ecuatoriano (Ibid.). Ello señala que las poblaciones prehispánicas del área hacían parte de una red de intercambio y comu nicación que mantenía nexos entre la selva y la cordillera andina, y con el área interior de los Andes septentrionales. Lathrap et al. (1985), arguyen que la cerámica corrugada, confeccionada con rollos no obliterados con algunas incisiones verticales y digitales, son parte de' la tradición Pacacocha (500 800 D.C.). proveniente del sureste y de la cuenca del río Paraguay. Sus artífices serían sociedades de habla Pano, que aportaban el sistema de "talay quema". Poblaron extensamente el área interfluvial y las várzeas. Los Pocacocha eliminaron a los habitantes Yarinacocha. Posteriormente, estos grupos, residentes en el piedemonte, se verían afectados por la existencia del imperio Inca.
En la cuenca del alto Caquetá, en las vecindades de Florencia, así como a orillas del río Orteguaza, se han hallado sitios de habitación y cerámica prehispánica (Myers, Brouillard & Hunter, 1974: 142). La cerámica encontrada en las terrazas ribereñas del río La Hacha con desgrasante de pizarra y arena tiene decoración de engobe rojo. Los sitios de los hallazgos arqueológicos tienen de 15 a 20 metros de diámetro, y podrían ser antiguos lugares de malocas dispersas. Cerca de Solano y San Antonio, en el área de los cerros aledaños al río Orteguaza, existieron sectores de extenso poblamiento. La cerámica hallada con desgrasante de arena, fragmentos de tiestos y cariapé (corteza de árbol) tiene alguna decoración incisa cerca del borde y engobe rojo. No existen fechas ni estudios sobre el contexto cultura¡ de estos artefactos. No se puede, por lo tanto, saber con exactitud sobre sus artífices, ni de sus dinámicas organizativas y sociopolíticas, y menos aún de su cosmovisión. Algunos datos etnohistóricos del área del piedemonte amazónico (Uribe, 1985 6) señalan influencias procedentes de la sierra ecuatoriana, entre los siglos IX y XIII D.C. Posteriormente, los
Quillacinga interandinos y de montaña (siglos XIII al XVI), interactuaron con los Sucumbios, parcialidad de los Kofán de la selva amazónica, intercambiando no sólo artículos materiales, sino aspectos ideológicos relacionados la toma de yagé y su tradición chamanística.
En excavaciones arqueológicas realizadas en el área aledaña a Loreto Yacú (Trapecio Amazónico), Charles Bolian (1968, 1970) identificó 15 sitios de habitación precolombina. Según este investigador, los pobladores de las márgenes de los grandes ríos conformaban grupos poderosos, ya que tenían que defender un medio ribereño superior como fuente de alimentos. El habitar cerca de ríos de aguas "blancas", como el Amazonas, permitía condiciones especiales para desarrollos culturales de sociedades complejas y muy estratificadas. La vida ribereña se dinamizaba en torno a la producción de excedentes, agrícolas y a la riqueza proteínica proveniente de la pesca, con las que se sostenían grandes poblaciones, como fueron los Omagua, que ocuparon las riberas del medio río Amazonas. La horticultura y la agricultura (como en el caso del maíz), así como la pesca y caza acuática, se practicaban sobre las tierras que se inundaban anualmente. En las terrazas aledañas se cultivaban algunas plantas que, como la yuca, no son muy exigentes en nutrientes. En terrenos altos, no inundables, se construian las malocas, y en áreas de várzeas es posible que se construyeran viviendas sobre pilotes.
En toda la Amazonia, ya en la fase cerámica, hipotéticamente los habitantes de riberas de ríos de aguas "oscuras", así como los de áreas interfluviales, dependerían más de la recolección y de la caza, que las poblaciones sedentarias de las riberas de ríos de aguas "blancas". El mayor o menor grado de dependencia de la pesca o de la caza como fuentes de proteínas, inciden en el grado de sedentarismo y dependencia de la agricultura (Carneiro, 1974). Los grupos sedentarios impulsaron más la alfarería, sobre todo la de grandes dimensiones, para cocción de alimentos comunales, o para urnas funerarias o ceremoniales; mientras tanto, los grupos nómades poco o ningún fomento harían a esta actividad, pues los artefactos pesados representarían un lastre para su transporte.
Bolian encontró cerámica tikuna moderna en aquellos lugares del Trapecio Amazónico donde excavó. No da, sin embargo, una clara interpretación sobre los ancestros de sus artífices, ni de las relaciones inter étnicas que existían entre ellos y los Omagua, quienes dominaron la región.
Es posible que las sociedades indígenas que vivían en las riberas de grandes ríos navegables hayan desarrollado, desde los primeros milenios antes de Cristo. un tipo de organización de cacicazgo "máximo" o complejo basado en el modo de producción maloquero. La organización de conjuntos residenciales en torno a una maloca principal, con funciones administrativas y ceremoniales (rituales), ha sido un rasgo común de gran parte de las sociedades amazónicas. Esta maloca principal (o conjunto de malocas principales), que servía como templo, cementerio, centro administrativo y religioso, y como arena de grandes rituales comunales, tenía viviendas satélites. Estas eran malocas de menor rango y casas unifamiliares. Cada uno de estos conjuntos maloqueros constituía un centro de manejo ambiental, ya que ellos eran los que intervenían de manera planificada los microhabitats de su entorno. A su vez, cada conjunto estaba integrado a una red de unidades maloqueras aliadas bajo un jefe que dominaba el conjunto federado, realizándose así un manejo regional del territorio. En cada maloca vivía un gran grupo doméstico, compuesto por unidades "mínimas" y "medias" de linajes. Redes de malocas aliadas representaban el segmento de linaje mayor ,y el conjunto federado de estas, el linaje o clan "máximo".
En el área de La Pedrera (bajo río Caquetá) se ha encontrado cerámica con claros rasgos "barrancoides" (Reichel de von Hildebrand, 1976), con incisiones anchas y curvilíneas, adornos biomorfos y punteado sobre protuberancias moldeadas, asociados a la Fase Japurá que Hilbert (1968) halló al otro lado de la frontera, en el Brasil, con fecha similar. Otras tradiciones cerámicas del mismo lugar comparten rasgos del Complejo Santarem. Desde la región de Santarem, la gran nación Tapajos, con su destacada complejidad socio política, pudo haber irradiado su influencia al área del Caquetá. La cerámica barrancoide de La Pedrera data del 560 D.C. (Von Hildebrand & Reichel, 1980). En la zona de La Pedrera y Córdoba se usó atemperante de cariapé (y algo de cauixi o espícula de esponja) la cerámica atemperada con cariapé es común del área sur del Amazonas colombiano; la atemperada con cauixi, lo es del área noroccidental y la encontramos en el área del bajo río Apaporis. Esta última es común también en la región del Orinoco. Hacia el occidente amazónico se encuentra, además, el uso de desgrasante (atem perante) de tiestos molidos. La cerámica con pintura monocroma (rojo o blanco sobre crudo), como con pintura bicolor (rojo sobre blanco, o blanco y rojo sobre crudo), hallada en La Pedrera, indica relaciones con tradiciones del Orinoco medio, descritas por Sanoja (1979), vinculadas con la Fase Ronquín de la tradición Salaloide, así como con la tradición Policroma del Amazonas central descrita por Lathrap et al. (1985). Este mismo autor sajón (1981:33) describe la continua explotación de los suelos, a orillas del bajo Orinoco, por aldeas de tradición Barrancas. El alto potencia¡ agrícola de estas tierras se derivaba de las crecidas anuales del río. Ello pudo haber ocurrido igualmente en el Caquetá con los colonizadores hortícolas, puesto que, como se ha señalado, aquí también se halla presente la tradición cerámica barrancoide, que se extendió, como horizonte desde el alto y medio Amazonas hasta el curso bajo del mismo río, y entre la región del Orinoco y la cuenca amazónica, entre el primer milenio A. de C. y el primer milenio D. de C., aproximadamente.
El uso decorativo de un baño rojo o habano, y el del brillo resistente llamado "negro ahumacio", hallados en cerámicas de La Pedrera, son comunes a un horizonte bastante extenso en toda el área amazónica y que se remonta a los andes centrales. Las pinturas roja sobre blanca y negra sobre blanca son rasgos que se han encontrado desde el Orinoco medio hasta la cuenca amazónica y en el área andina, tornándose muy elaborados en las tradiciones Machalilla y Chorrera, al occidente de la Amazonia, Lathrap (1975) señala que el refinamiento que implica la sobreposición de estos colores procede, posiblemente, de una técnica usada en el Amazonas medio. Entre los siglos Vi y Vil en esa región, la cerámica barrancoide evolucionó hacia el horizonte Policromo.
En Araracuara se han hallado dos tradiciones cerámicas (Herrera et al., 1980): la Camaní, sin decoración, con superficie habano rojiza, lisa, con ocasional barro rojo cerca de los bordes, existentes para el período que va de los siglos 1 a Vil D.C.; y la de tipo Nofurei sobrepuesta cronológicamente a la anterior , decorada, generalmente con baño rojo zonificado (lo cual la hace parte del horizonte Polícromo), que se encuentra para un período que va de los siglos IX a XVI, de nuestra era. Lathrap et al. asocian la tradición Camaní a los pueblos Yarinacocha, colonizadores de várzea propicia para la agricultura y la horticultura, tal como señalamos anteriormente.
Los desgrasantes comunes entre Araracuara y La Pedrera son el cariapé y el carbón vegetal. En esta área es frecuente encontrar, a través de todas las fases arqueológicas, la decoración del brillo "negro ahumado" mencionado. Esta práctica, aún utilizada, permite impermeabilizar y brillar recipientes para líquidos, con resinas vegetales ahumadas (Reichel de von Hildebrand, 1976 b).
La extensa tradición cerámica del medio y bajo río Caquetá indica, por la gran amplitud y profundidad de sus yacimientos, que ya desde comienzos de nuestra Era esta región se encontraba densamente poblada por grandes concentraciones humanas, las cuales llegaron a tener organizaciones muy complejas, de tipo cacicazgo. Estas poblaciones utilizaban estacionalmente varios ecosistemas al tiempo, complementando la caza ocasional y la recolección, con productos de la agricultura y con los recursos de la pesquería en los ríos de aguas "blancas". Se podría suponer que fueron abundantes los cultivos de maíz en algunas tierras ribereñas de los ríos Caquetá y Putumayo, y que la yuca fue la base de la subsistencia en las áreas aledañas. Los raudales, como fronteras naturales de diversas especies animales, fueron sitios estratégicos que marcaron hitos territoriales a los grupos humanos que los controlaron.
Fuentes de aprovisionamiento y manejo ambiental
En la región amazónica colombiana existen afloramientos rocosos del Escudo Guayanés. Se observan allí diversas formaciones geológicas, escalones y cerros que interrumpen la planicie y originan raudales en los ríos. Estos sitios fueron utilizados como fuente de aprovisionamiento de material lítico, tanto por los cazadores y recolectores, como por los horticultores, que tallaban con él sus hachas, raederas, raspadores, morteros, machacadores y demás utensilios de piedra. Asegura Tastevin (1923), viajero francés de comienzos del siglo XX, que los antiguos pobladores de la región de Tefé (Brasil) iban hasta el área de La Pedrera (bajo Caquetá) por el material lítico que necesitaban para la confección de sus instrumentos de trabajo.
En algunos de los sitios con tales afloramientos, como en el área del Vaupés, existen petroglifos y pictografías asociados con "negociaciones y sistemas de contabilidad de recursos de caza y pesca de los nativos (Reichei Dolmatoff, 1979). Según este autor, con las pictografías se marcaban los "intercambios" e intercesiones con los conjuntos de animales objeto de caza, mientras con los petroglifos se llevaba una enumeración sobre los tipos de pesca realizados.
Entre las culturas de la Amazonia se sabe que en las bocanas y en las cabeceras de los ríos, así como a lo largo de las diversas corrientes de agua, tienen lugar diferentes fases de la reproducción de los peces y de animales como las tortugas. Esto llevaría al establecimiento de ciclos de utilización humana de tales fuentes de proteínas, según los diferentes accesos estacionales a dichos recursos; conduciría al desarrollo de la simbología intra y subacuática de los aborígenes amazónicos, así como permitiría la definición de diferentes estrategias de .1 n de áreas, riberas y fuentes ¿ uso y conservación acuáticas, asegurando el desarrollo de las cadenas tróficas que sostenían peces y tortugas y otros animales acuáticos en cantidades adecuadas.
Al desbordarse y resbalarse periódicamente los ríos, los peces se internan en la floresta, comiendo diferencialmente frutos y material orgánico: esta alimentación permite su consumo o los convierte en dañinos para el hombre, en diferentes épocas o estaciones. La ubicación de los peces en las cadenas tróficas de la flora y la fauna se da en relaciones muy complejas, que el indígena conoce detalladamente. El acopio de información sobre las dinámicas reproductivas de animales necesarios para su sustento formó parte, desde entonces, del acervo intelectual del nativo amazónico.
En los ríos de aguas "blancas" viven peces y mamíferos de gran tamaño, los cuales eran consumidos por los indígenas. Se ha dicho que hay mayor profusión de especies y poblaciones en estas corrientes, por la riqueza general de los nutrientes y la menor acidez de sus aguas aunque en ciertos trayectos de ríos de aguas "oscuras" o "mixtas" (ácidas y pobres en iónes inórganicos) hubo y hay abundancia de peces allí donde las condiciones locales enriquecen el medio acuático. La cantidad de peces tiende a aumentar en las confluencias de las aguas blancas y 11 oscuras al nivelarse su acidez y turbidez y al incrementarse, por ende, el fitoplacton (Cousteau & Richards, 1985:74; Fittkau y Klinge, 1973). Hasta hoy, cada etnia posee un complejísimo legado de sistemas clasificatorios de los peces que caracterizan las aguas de las regiones en que ellos y sus ancestros han habitado; conocen sus diversas especies, su alimentación particular, y su ubicación. Así, en la Amazonia, durante los períodos de invierno, algunas llanuras de inundación de los ríos permiten a los indígenas "cultivos de peces (Chernela, 1984), al tiempo que en las playas se procede a la captura de tortugas y a la obtención de sus huevos, así como la caza de otros animales. De acuerdo con su posición, las llanuras amazónicas presentan generalmente tres planos de terrazas inundables (PRORADAM, 1979, en Botero, 1980: 132) con diferentes fases de inundación, determinándose así el tipo de cultivo que ha de ocuparlas ,y el ciclo de las cosechas. Estas inundaciones se producen con alternancias de períodos de seis meses, o de uno, cinco o diez años.
La experiencia enseñó a los grupos hortícolas que los suelos y los microhábitats, tienen estructuras y dinámicas diversos, y que las plantas y animales residentes en ellos establecen relaciones complejas, de variada regularidad. En cada micro habitat los aborígenes aplicaban una técnica de uso diferente, manejando, con un cierto control de los sistemas, el impacto ambiental. En las áreas de cultivo, bien en sus chagras o en los frutales circundades a las viviendas, utilizaban pequeños espacios para la regeneración de ciertas especies útiles domesticadas; mientras tanto, en la selva y en los ríos aprovechaban otros microambientes como espacios diferentes, extrayendo el material para su vivienda, su vestimenta, alimentación, recreación y sus manifestaciones artísticas. En las chagras se sembraba más de un centenar de plantas diferentes, reproduciendo la arquitectura multiestrata y pluriespacial de la selva. Unas plantas se sembraban en suelos arcillosos, otras en suelos arenosos, unas de manera lineal (Le coca) y otras de manera radial, o en espiral, o de manera dispersa, según sus demandas específicas. (El sitio de la chagra debe tener ciertas características topográficas muy precisas, así como el sitio de habitación ya que no es en cualquier parte que estas condiciones se encuentran concentradas.)
La calidad de los nutrientes varía entre la bocana y la cabecera de las quebradas y los ríos, y entre los diversos microhábitats selváticos. Por ello los indígenas establecieron una discriminación jerarquizada del control de estos sitios. En el occidente amazónico, los peces, como las tierras, suelen aumentar su productividad en el área de las bocanas, sobre todo donde hay confluencia de aguas "blancas"; mientras tanto, en el piedemonte amazónico las áreas de las cabeceras son más ricas en nutrientes, por su proximidad al área andina.
En la Amazonia se difundió un patrón general de población sobre un modelo fluvial, jerarquizado. Los grupos más fuertes, o de rango superior, se asociaron a las bocanas sobre los ríos de aguas blancas";y los inferiores, a las cabeceras de ríos de aguas oscuras . La imagen de la anaconda o del caimán ofreció, en algunas culturas, la representación para este esquema de segmentación ribereña. Figurativamente, el río es visto como formado por tres franjas: el río mismo y sus dos riberas, ya que tierras y agua suman el conjunto aprovechable. Ríos y quebradas afluentes son asociados por los indígenas a sitios concretos de pesca y caza; y estos pertenecen al área étnica que los cuida y los explota.
Cognición, preservación ambiental y modo de producción maloquero
Los manejos de la información relacionada con los ciclos climáticos, botánicos, zoológicos, meteorológicos, fitoquímicos, edafológicos y astronómicos, constituyen un legado de gran vigencia para las poblaciones amazónicas. Las muestras de suelo estudiadas, y la interpretación de los sistemas biológicos actuales, evidencian la extensa y milenaria intervención humana en la naturaleza. Esta es resultado del usufructo temporal o permanente de ciertas áreas, mientras la consciente no explotación de ciertos biotopos de soporte permitía la regeneración de la arquitectura selvática. La no intervención es, en veces, más compleja de realizar que la misma intervención. Los indígenas desarrollaron agudos mecanismos para obtener información ambiental, enviando observadores periódicamente a ciertos habitats, para documentar los cambios del entorno. En muchos de estos sitios se hacía pagamento"a los "dueños" de la naturaleza, por su trabajo".
Como evidencia de los medios modificados por el hombre, se han encontrado en la Amazonia suelos oscuros (terras pretas), antropogénicos. La presencia de cerámica en ellos permitiría concluir que se trata de suelos de vivienda y de cultivos, de poblaciones de la fase hortícola y cerámica. Aunque en la literatura sobre el tema se ha enfatizado acerca de que estos suelos son sólo resultado del manejo de campos de cultivo (por la quema y siembra multiestrata que enriquecería la tierra), es probable que los antroposoles más ricos en material orgánico hayan sido producto del propio sitio de la vivienda. Y ello se explica por cuanto, tras ocupaciones recurrentes, los suelos del interior de las malocas se habrían enriquecido con cenizas de los fogones, con cuerpos humanos sepultados, y variado material orgánico y mineraL remanente tanto de los alimentos (animales y vegetales), como de los procesos de su elaboración, así como con el material vegetal de la vivienda (postes, hojas, bejucos) y desechos de utensilios. En el exterior inmediato de la vivienda, a su vez, se sembraban diversos frutales, se arrojaban desechos de manufacturas y estiércol humano, enriqueciéndose así los suelos del entorno.
Desde la época de los cazadores, pescadores y recolectores, la tierra de los sitios de vivienda se fue enriqueciendo, por cuanto las pautas de ocupación semicíclica, conllevaban una incorporación periódica de material orgánico al medio a medida que se extraía otro. Estos sitios de vivienda abonados se convirtieron en suelos fértiles para el crecimiento de ciertas plantas, como algunos frutales y gramíneas, en fases posteriores de su regeneración.
Nuestro concepto de abandono"en la agricultura migratoria de talay quema" no es similar al del indígena. Este usó de manera continua, pero diferenciaL las fases de regeneración forestal, en sus ciclos de aprovechamiento del medio intervenido. Paulatinamente obtenía distintos recursos en cada fase ecológica. Así, el abandono de la tierra cultivada o de los sitios de vivienda es relativo, ya que de ellos se extraían continuamente recursos y se reutilizaban periódicamente sus espacios. Ciertas áreas no eran intervenidas conscientemente, por ser consideradas estratégicas para el mantenimiento de otros microhabitats en explotación, ya que los indígenas concibieron el entorno en su totalídad, como un sistema de mosaicos de biotopos interrelacionados. Estos debían ser respetados para garantizar la vida humana. El chamán, con la posesión de la información ambiental, "dialogaba" asumiendo metafóricamente la forma de caimán, anaconda, jaguar, gavilán, murciélago, etc., según el biotopo con que "negociara".
Tras el desarrollo de la horticultura y la adopción de tal base de subsistencia por una gran parte de los grupos amazónicos, se convirtió en práctica común el ecotipo de "talay quema", o "tumba y quema", de la "agricultura itinerante tropical", descrito en el aparte sobre cacicazgos y desarrollos regionales. Este sistema, caracterizado por la rotación de siembras en pequeñas parcelas, permite un relativo "descanso" de la tierra al variar las sucesiones de regeneración selvática y de rastrojos, que posibilitaban el mantenimiento de la arquitectura selvática. Si bien la parcela se dejaba descansar ,al no sembrarse más en ella maíz o plátano, en la práctica cada rastrojo se seguía utilizando, extrayéndose de él, durante años, alguna cantidad de yuca, y ciertos frutos, maderas, lianas, y otros productos de ciclos más largos o demorados. La chagra, el rastrojo y los sitios de vivienda "abandonados" siguen, de tal suerte, siendo utilizados por los indígenas como laboratorios o "fábricas" en diversas fases de producción. Las cosechas, frutos y materiales obtenidos eran de quien tumbó el monte y sembró, pues él era el "dueño" temporal; como también lo eran de quien negoció" chamanísticamente el "cuidado" del sitio, con las fuerzas o "dueños de la naturaleza". El concepto de "territorio de cada etnia comprendía entonces no sólo el área demarcada por la ocupación socio política, sino también el sector que cuidaba con " pago" de pensamiento y con vidas humanas, es decir, el área que preservaba ecológicamente.
Los indígenas desarrollaron sistemas cognitivos sobre la información de los distintos biotopos y microhábitats. Simbólicamente, consideraban los microhábitats como unidades de malocas, guiadas por sus "dueños de la naturaleza" o 'Jefes de la maloca y sus "asistentes y "parientes". Toda intervención del medio ante todo si se afectaban plantas cuyos frutos fueran obtenidos por competencia entre diversos animales era concebida como una "negociación" entre humanos y "dueños de la naturaleza Esta última era vista como una fuerza que trabajaba gastando energía, y por lo tanto la utilización humana de cualquier elemento del entorno debía ser precedida por una consulta mental y espiritual con la naturaleza. Una vez permitido el uso, se pagaba con pensamiento, coca, tabaco o vidas humanas, reemplazando la energía extraída. El endo y el exo canibalismo eran por lo tanto, parte del sistema de intercambio de vidas y muertes, según estos indígenas.
Tras escoger, al interior de su territorio ancestral, un área que tuviera las características de suelos y geomorfología deseadas, y que no perteneciera a un grupo enemigo, los indígenas procedían a tumbar la vegetación y a quemar el sitio para establecer las chagras y construir las malocas o viviendas. Las chagras no son de gran tamaño en la actualidad (tienen aproximadamente dos hectáreas) pero es posible que antes de la Conquista se abrieran claros de mayor tamaño, ya que la historia oral actual recalca que se tenía generalmente una sola gran
chagra comunal por maloca. Cada una de estas viviendas tenía cerca de 50 metros de diámetro y estaba habitada por decenas, y hasta centenares, de personas. Cada maloca, regida por un "dueño", a su vez dependía de una red de malocas parientes y aliadas para el intercambio y el manejo complementario del medio. Como mecanismo de producción y de reproducción, tanto material como cognoscitivo M grupo, esta dinámica maloquera fue la que rigió la organización básica humana. La estructura maloquera permitía la organización de la producción. Cada maloca era, una unidad productiva, engranada a otras malocas, que producían, consumían y distribuían según su rango organizativo. Se redistribuía el excedente de ciertos productos con unidades que no tenían acceso a ellos. Entre los cacicazgos "mínimos" todo excedente se redistribuia; entre los cacicazgos !máximos" éste se concentraba en las élites.
La aplicación común de modelos agrícolas y hortícolas (o de vegecultura), si bien alteró los ecosistemas primarios en ciertas áreas, buscó conservar la pauta multi estrata de distribución de especies, y mantuvo la diversidad a través M policultivo y la rotación de siembras, repitiendo variaciones de las estructuras básicas naturales. A otro nivel, los indígenas intercalaban, en medio del "antiguo" ecosistema amazónico, cadenas tróficas y sucesiones faunísticas y florísticas antropogénicas, para jugar con las posibilidades del sistema natural, permitiendo cierta acumulación de las especies útiles condumidas o utilizadas por el hombre, sin destrucción del medio.
La rotación de suelos y de cosechas, y la ponderada subutilización de los recursos, tánto en los cultivos como en las áreas de caza y pesca, permitieron un pronto reciclaje de nutrientes y una regeneración productiva que no agotó al medio, ni causó grandes desequilibrios ecológicos. La filosofía y la tecnología conservacionistas de estos aborígenes, que poseían todo un repertorio de etnometodologías de manejo ambiental, les permitieron una sorprendente convivencia ecológica y sistemas admirables de agroecología. Los sistemas de desarrollo de estas sociedades, regidas por el modo de producción maloquero, conducían a la existencia de comunidades basadas en una "opulencia", enmarcadas en la adecuada explotación de un medio abundante con pocas horas de trabajo al día, se satisfacían las necesidades básicas.
Tal desarrollo previsivo a corto, mediano y, largo término, indica la conciencia ecológica e histórica del indígena en su planificación ambiental. Algunos antropólogos han puesto de presente cómo el modelo chamanístico ha sido en realidad una ecopolítica compleja (Reichei Dolmatoff, 1976 1979) que involucra modelos científicos y filosóficos de gran sofisticación y utilidad. Schultes (s.f.) destacó que la exploración y el manejo científico de muchas especies permitió a los indígenas obtener medicinas, narcóticos, venenos y alimentos de gran interés para la humanidad.
Levi Strauss ha indicado en Las Mitológicas, su obra monumental sobre América y las tierras bajas amazónicas, que existe un modelo chamanístico panamerindio común que se articula con adaptaciones y transformaciones locales, según las etnias. Este modelo se basa en una lógica relacionada con el entorno americano, pero con una filosofía oriental procedente de Asia. Hay un manejo dinámico al clasificar elementos de manera dialéctica. Cada etnia escogió una serie de alternativas organizativas, entre otras posibles, y entre todos los amerindios se desarrolló una estructura de pensamientos complementarios, basados en el principio de mantener la calidad humana. Esto se indujo en los grandes progresos culturales, y en los patrones de la no explotación del hombre y del respeto a la naturaleza. El esfuerzo de estas etnias, evidenciado en los procesos desarrollados para conocer y comprender al medio, con un reparto del traba o físico e intelectual, se plasmó en el mosaico de modelos clasificatorios y culturales amerindios.
Es obvio que el auge del sistema agrícola y hortícola maloquero jugó un papel importante en la transformación económica y socio política de los grupos amazónicos. Permitió la formación de poblados o viviendas más nucleadas, aumentó la densidad demográfica y sentó las bases para una diferenciación económica y política entre grupos. A lo largo de las riberas de los ríos de aguas "blancas" se localizaron los grupos más fuertes, con poblaciones sedentarias que cuidarían sus codiciados territorios, apropiados para la agricultura, la caza y la pesca. En estos lugares se formarían núcleos regionales que tendrían una cierta influencia política sobre poblaciones de pendientes. El modo de producción maloquero permitió un manejo propio de la producción y reproducción de estas sociedades.
Estructura sociopolítica maloquera
Se puede conjeturar que en el momento de la Conquista, en la Amazonia residían entre uno y dos millones de habitantes. Esta población habría resultado de migraciones y de adaptaciones a los diversos ecosistemas de la región. Convivían, de tal manera, los complejos cacicazgos agrícolas ribereños y del piedemonte (aquellos asentados en áreas de suelos ricos en nutrientes); los cacizazgos "mínimos" hortícolas, dependientes también significativamente de la caza, situados en áreas ribereñas e interribereñas; y las bandas estacionarias inteffluviales de nómades cazadores, pescadores y recolectores.
En la Amazonia colombiana son pocas las áreas ricas en aluviones apropiados para la agricultura es decir, con alto ph y nutrientes (fosfatos, nitratos) suficientes para desarrollar esta actividad con éxito . Las culturas que residieron en áreas con tales características y las controlaron, tuvieron una especialización diferente a la que poseyeron los demás grupos amazónicos. Aquellos núcleos agrícolas, principalmente situados en las riberas de ríos de aguas "blancas" llegaron, posiblemente desde el segundo milenio antes de Cristo, a la constitución de cacicazgos o jefaturas. La expansión de la agricultura ribereña, y la intensa explotación de las fuentes proteínicas ofrecidas por la fauna acuática, permitirían, con la caza y la recolección, una producción suficiente para mantener a los grupos, así como un excedente para intercambio con otras poblaciones. Sus asentamientos estarían constituídos por conglomerados de varias malocas o casas comunales. Estas albergarían secciones de linajes descendientes de un ancestro común, real o mítico, que controlarían segmentos territoriales de franjas ribereñas. los linajes estarían jerarquizados por rangos sociopolíticos simbolizados en objetos suntuarios y en la disposición (o control) de ciertos recursos escasos. Viviendas dispersas se hallarían en ecotopos frágiles de selva y montaña, pero estarían sin embargo, interrelacionadas en redes de intercambio y comunicación, guiadas con un patrón común de manejo ambiental.
Las poblaciones de habla Arawak han sido asociadas frecuentemente, en la literatura antropológica, con las sociedades del complejo agrícola, como las proto Maipureas procedentes del Amazonas medio (Lathrap, 1970). Es factible que aquellos grupos estuviesen asentados en las riberas de los grandes ríos, mientras los demás serían inter ribereños. Muchos de ellos, menos los nómades como los actuales Makú , tendrían malocas o casas comunales; estos últimos habitarían sólo en campamentos estacionales., Los Makú, que luchaban arduamente por no sedentarizarse ni jerarquizarse son los grandes conocedores de la selva y posiblemente sus más antiguos habitantes. Han acumulado conocimientos científicos, especialmente zoológicos y botánicos, que con alguna frecuencia las sociedades hortícolas no poseen. Intercambian recursos y trabajo con las sociedades hortícolas (Silverwood Cope, 1972).
Tal como lo señala Carneiro (1974), las poblaciones establecidas en las riberas de los grandes ríos de aguas "blancas" dependen más de la horticultura y de la pesca que de la caza y la recolección; mientras que, inversamente, los grupos inter ribereños dependen más de la caza y la recolección, y parcialmente de la pesca, que de la horticultura. Consecuentemente, la especialización cognoscítiva de los grupos variaría de acuerdo con este hecho, también serían distintas sus cosmologías ya que en ellas se plasman sus sistemas referenciales espaciotemporales y los ecosistemas que utilizan , así como sus pautas de asentamiento.
Los habitantes de los ríos de aguas
Y "mixtas vivirían en asentamientos más dispersos, pues ni las tierras ribereñas, ni la fauna que es posible extraer de tales aguas, permiten una densa población sedentaria. Su base económica estaría apoyada en mayor proporción en la caza, la recolección y la pesca, y se complementaría con la horticultura itinerante. Sus asentamientos serían más pequeños; las malocas se abandonarían aproximadamente cada diez años para construir otras, en un circuito territorial que acompañaría a la recolección y la caza, así como a la rotación de campos de cultivo de baja intensidad productiva.
La estructura sociopolítica de los grupos hortícolas iniciales sería de tipo cacicazgo "mínimo" (Carneiro, 1981), en el sentido de pequeños grupos semisedentarios, con la autoridad en cabeza de uno de sus miembros, para cada unidad local, sin jefe máximo para todas las unidades. Tal cabeza estaría acompañado por el chamán, especialista en llevar la contabilidad del grupo en sus relaciones con el ecosistema, en un manejo ritual, científico y filosófico y los cantores bailadores y guerreros. Las cosmologías que articulaban estos grupos a su vida, proveían el esquema clasificatorio de sus espacios de uso en la selva y en el río, en sus áreas de vivienda y en sus cultivos, demarcando sus estrategias de planificación regional a corto y largo término. Las maneras como percibieron y representaron la geometría del espacio, implicaban la existencia dialéctica de universos multiestratificados, hecho que permitió la transformación dinámica de flujos de información sobre planos multidimensionales cosmológicos.
En tales sociedades se hizo necesario ir especializando a cada adulto y a cada niño en la acumulación de información sobre los ecosistemas (y la historia del grupo), pues estos enormes y complejos medios no podían ser manejados fácilmente de manera individual o improvisada. Se desarrollaron formas cotidianas y ceremoniales para establecer las expresiones de solidaridad (la que se recreaba incluso alrededor del juego) y en el seguimiento de las pautas comunes de cuidado del entorno. Los chamanes velaban por mantener vigente y viva esta conciencia. Mientras tanto, el jefe o cabeza se dedicaba a la administración de las relaciones primarias entre la gente. El debía pertenecer a ciertos linajes, para tener ese cargo. Este jefe tenía, la función de redistribuir los recursos básicos entre la comunidad. A él se le entregaban los excedentes y, a su vez, él los repartía entre los suyos, o entre sus aliados. Esto se hacía generalmente de manera ritual, enfatizando la solidaridad y diferencias entre las incipientes jerarquías del grupo. La comunidad estaba compuesta por conjuntos de parientes y aliados que mantenían vínculos de cooperación para la producción. No había relaciones de explotación de unas élites hacia los demás, y si bien los grupos se encontraban ya en ciertos niveles de jerarquización, se articulaban en un ambiente de bienestar general.
La generosidad del jefe o cabeza, así como su don oratorio y sus cualidades para convencer, ante todo con inducciones positivas, configuraron un modelo sociopolítico intermedio entre el igualitario de las bandas y el jerarquizado de las jefaturas con ciertas manifestaciones de estratificación. Este último se logró cuando el desenvolvimiento entre la evolución tecnológica y económica permitió mayores poblaciones, más complejas y con mayores especializaciones en su interior.
Un grado más avanzado de especialización intragrupal se lograría justamente cuando estas sociedades llegan al cacicazgo "medio". Entonces existirían roles diferenciados para los distintos jefes, artesanos, comerciantes, guerreros, administradores y chamanes, accediendo cada uno de ellos al dominio de diversos tipos de conocimientos según su posición entre los clanes cónicos de linajes segmentarios, jerarquizados. Ya para ese momento la fusión entre los grupos en torno a las actividades de sus gobiernos, y la limitación ambiental, debido al aumento de población, induciría migraciones, guerras y redefiniciones de etnias.
Entre estas sociedades amazónicas, las danzas y la música se desarrollaron de manera formidable bajo la guía de cantores especialistas, llegando a serparte imprescindible de la comunicación social y ritual. Flautas dobles de pan, maracas, pitos y cascabeles se unían a cantos y silbos de gran sofisticación. Sus adornos y artefactos de madera, su cestería y su arte escultórico y pictórico, señalaban una gran riqueza ¡cónica en la cultura material. Se desarrollaron técnicas corporales, gimnásticas y de trabajo, llegando a ritualizarse expresiones comunicativas de danza y de guerra.
Los grupos amazónicos con cacicazgo "máximo" ante todo en el piedemonte y en las planicies inundables de aguas "blancas" , impulsaron sistemas agrícolas intensivos (Denevan, 1966). Se producía un contraste con las sociedades de cacicazgo 11 mínirno" que, a su vez, tendrían menor especialización entre sus individuos y una agricultura más extensiva que intensiva, caracterizada por cultivos más de tipo vegetativo que por la cultura de plantas exigentes en nutrientes.
Entre los antropólogos abundan los debates teóricos y metodológicos sobre las técnicas agrícolas, la capacidad de sustento de la tierra amazónica, y la cantidad de proteínas que era posible extraer del medio, así como la relación de estas sobre las pautas de asentamiento y de densidad demográfica. Sólo excavaciones estratigráficas, y un trabajo arqueológico que localice en un marco espacio temporal los sistemas sociales que se articularon en la Amazonia, darán una visión más objetiva del poblamiento precolombino en la región.
Una vez poblada toda la Amazonia, la rivalidad por territorios de caza, pesca y horticultura fue intensa, y se expresó en guerras y contiendas. Las formas de batallar eran ritualizadas. Ciertos hombres (a veces sólo los guerreros u otros grupos de adultos) combatían con lanzas, arcos y flechas, o con garrotes y macanas de madera muy dura, y se protegían con escudos de cuero de danta o de madera. En algunas oportunidades el combate se producía entre gente de una y otra maloca, o unidades de estas, y se realizaban unos combates de manera ritual, cara a cara. En ciertos casos de venganzas había contiendas y escaramuzas, y se organizaban expediciones que emboscaban a las víctimas (a las que, en veces, también se les daba alimentos envenenados, o se las garroteaba mientras comían). La venganza personal siempre involucraba el apoyo de hermanos y parientes, convocándose, según el caso, al grupo doméstico de la maloca o al segmento de linaje al cual perteneciera el agraviado, en una verdadera contienda social entre unidades iguales. Organizaba la lucha entre los contendientes el hombre que portara la representación del grupo máximo, a quien posteriormente se llamaría "capitán". Estos "capitanes",según su rango y orden de nacimiento, eran de linajes mayores" o "menores" , especializados en el manejo de las unidades maloqueras. Cada maloca era dirigida, a su vez, por 'Jefes de maloca".
Las poblaciones estarían vinculadas por relaciones de guerra y hostilidad, con algunos grupos, mientras con otros las tendrían de alianza y amistad. Parece que existía una práctica, tanto entre los Karib como entre las sociedades agricultoras de los grandes ríos, de tomar como esclavos o sirvientes a ciertos grupos considerados inferiores, y de intercambiar seres humanos cautivos, además de esposas; había también rasgos de canibalismo ritual, ante todo en el área de piedemonte.
La guerra era asunto de hombres y sólo raras veces involucraba el rapto de mujeres o de niños. Con la conquista ibérica, ciertos grupos indígenas se dedicaron al intercambio de seres humanos por mercancías. Los indios veían esta entrega de sus congéneres como "pago",mientras los portugueses utilizaron el sistema para obtener esclavos para las plantaciones de las Antillas y el Vaupés.
Cuando la tensión se producía al interior de la maloca, tanto el 'jefe de la maloca ¬como los chamanes intentaban su manejo de diversas maneras. Para ello habían descubierto sofisticados mecanismos de conciliación y mediación. Un buen chamán prevenía los problemas, los veía de antemano y los evitaba. En caso de estallar los conflictos, se manejaban ritualmente, de modo interpersonal, o intervenía el chamán como mediador, dándoles una interpretación cosmológica, para ofrecerle una lección al grupo. En otros casos, bailes y ceremonias permitían evitar conflictos. Si las soluciones pacíficas no eran factibles, se producían las guerras, dirigidas por los jefes de los grupos y los capitanes . Pero el arte de los jefes y chamanes era el manejo de la paz, ya que el bienestar social dependía del control de la ira y la prevención de la guerra. Constantes bailes, ceremonias públicas y rituales inter e intragrupales, permitían una actualización de la información comunitaria, el alivio de tensiones, y la participación en vivencias sociales y cosmológicas. El espíritu de colaboración, los trabajos comunales, los juegos y el sistema de contra prestaciones constantes, mantenían la solidaridad de los grupos. Las mujeres, los niños y los hombres participaban en todas estas actividades y vivencias. Sólo en algunos ritos masculinos y femeninos de iniciación a conocimientos especializados se aislaba temporalmente a unos de otros.
De tal manera, cautelosamente, se manejaban las actividades de las personas, asignándoles y administrándoles sus tareas diarias y rituales, canalizando energías y limando asperezas. Después de los conflictos, la armonía básica se restablecería con restricciones alimenticias y sexuales. El retiro de la solidaridad del grupo a su líder, o el abandono de la cooperación con un individuo, induciría a corregir los comportamientos percibidos como desviados o inadecuados; pues aquellos desprotegidos del apoyo social se verían forzados a abandonar el grupo, lo que los arrojaría posiblemente. a manos de enemigos, o a la imposibilidad de sostenerse sin la colaboración comunitaria.
Cosmología y política ambiental
Los modelos de planificación ambiental que se propagaron bajo el control vigilante de los chamanes, mantenían a las sociedades en una adaptación positiva al medio y en un sistema dinámico de permanente asimilación y análisis de información.
Los grupos que realizaban prácticas bioculturales no viables o no adaptativas, o desaparecieron, o debieron desarrollar otros modelos positivos. Los conflictos entre grupos significaron también una lucha entre cosmologías y maneras de concebir el orden humano y universal. Las relaciones de los grupos amazónicos entre sí, y entre ellos y los grupos de la región andina, caribeña o M sureste, fueron constantes desde épocas prehispánicas. Por ello, se observa que estructuralmente cada cultura es como una pieza del rompecabezas cognoscitivo de América y del esquema de su concepción conservacionista. Estas sociedades frías",no involucradas en la explotación despiadada del medio ni de sus congéneres entendieron la función del trabajo humano sobre la naturaleza para utilizarla sin destruirla, y para no arriesgar la calidad de la relaciones humanas en la organización misma del trabajo y del placer.
La comunicación, tanto por los ríos como por las trochas a través de la selva, permitió a los indígenas difundir la experimentación constante de diálogos de intervención. Esto condujo a la acumulación de conocimientos sobre las características del medio ambiente y su dinámica, y sobre alternativas de organización social.
Se puede concluir que, tanto por la gran diversidad de especies de flora y fauna, como por la complejidad y fragilidad de los ecosistemas amazónicos, los aborígenes se vieron excepcionalmente estimulados para crear diversos modelos de adaptación. Tal diversidad les ofreció un laboratorio sin par, en el que desplegaron soluciones y fórmulas para su medicina, alimentación, recreación y vivienda, su organización económica, política y social, así como para su arte y su filosofía.
El conocimiento de los patrones y la dinámica de la naturaleza les permitió establecer complejas estrategias, que utilizaron en sus organizaciones sociopolíticas. La naturaleza, con sus estructuras, es "buena para pensar y no sólo para come", como lo expresa el antropólogo Lévi Strauss. Su arquitectura se plasmó en el complejo de la cosmología aborigen.
Se establecieron modelos cosmológicos e históricos de mundos o niveles superpuestos, de un universo multiestratificado, y a la vez se asignaron a todas las energías vitales lugares en el contexto del entorno humano. Se concebía el tiempo a largo, mediano y corto plazo, lo que permitía un conocimiento histórico y ecológico para lograr una intervención humana adecuada en el medio amazónico y en el universo. Los hombres se consideraban responsables de todos sus actos, y hasta la más mínima actividad debía ser estudiada y "negociada¬con el universo.
Este reto intelectual llevó a los aborígenes a la estructuración de un acervo de conocimientos exactos sobre el medio. Y con un marco de milenios, experimentaron y comprobaron modelos de vida comunitaria y de formas sociopolíticas, creando concepciones propias sobre la vida, el orden, el tiempo, el espacio y el poder, así como sobre la familia, el matrimonio, el amor y la muerte.
Pocos conquistadores creyeron que el indio tuviera conocimientos lógicos o científicos, o que ofreciera un modelo civilizador, pues Occidente, con su visión etnocentrista (hija de los griegos y luego de la Ilustración) los clasificaba como bárbaros",seres inferiores con una mentalidad pre lógica, mágica o pre-científica. Otros los veían como hombres puros, inocentes y espontáneos que sobrevivían ingenua mente de los frutos que recogían de la naturaleza. Estas concepciones no correspondían a la realidad histórica que representaban los enormes esfuerzos y logros culturales de las poblaciones amerindias.
Los europeos, para justificar la captura, dominación, muerte o conversión de los aborígenes, los categorizaron como salvajes o caníbales, "gente sin rey, ni ley ni fé" (Clastres, 1974), "carentes" de cualquier sistema de organización sociopolítica o de autoridad, religión o legislación propia, y como víctimas de mentes embriagadas, con cultos y rítos diabólicos (o monótonos) y mitos llenos de ignorancia ancestral. Se les negó el hecho que tuvieran historia o territorios propios. Sus tierras fueron denominadas "baldías".
Al negarle al indio su capacidad civilizadora, o sistemas propios de comunicación y de organización, se buscó integrarlo al sistema occidental de explotación, netamente como fuerza de trabajo. En otros casos se lo exterminó, viéndoselo como un feroz el progreso del blanco y la extracción mercantilista de ciertos recursos de su territorio. Tal desprecio y explotación del indígena, se encuentran aún vigentes en nuestro país.
Desde las primeras incursiones de los conquistadores en la Amazonia, los indígenas que la habitaban fueron excluidos de nuestra historia oficial. Aún así, y a pesar de la violenta persecusión de la cual han sido víctimas, persisten en los territorios colombianos de la región cerca de 70.000 descendientes de aquellos habitantes. Muchos de sus inventos y rasgos hacen parte de la cultura colombiana de hoy.
Al irrumpir los portugueses y los españoles en la Amazonia, el panorama era marcadamente diferente de] actual. Hasta ese momento, América se encontraba densamente poblada. Millones de habitantes articulaban sus identidades en diversas configuraciones sociopolíticas y culturales, en un mosaico de regiones. El contacto y la comunicación eran constantes entre estas sociedades. Sólo después de la Conquista, al ser diezmadas y marginadas, quedarían algunos grupos indígenas relativamente aislados unos de otros.
Diversos viajeros y conquistadores observaron en la Amazonia extensas poblaciones a lo largo de los ríos navegables, ante todo en los de aguas "blancas". Los europeos distinguieron claramente diferencias entre fenotipos de grupos indígenas, así como entre sus lenguajes, arquitecturas, indumentarias, pinturas o adornos corporales, organizaciones sociopolíticas y grados de belicosidad o de resistencia. La primera acción de los conquistadores fue la de intentar "reducirlos" a su forma cultural persiguiéndolos y acorralándolos como esclavos o trabajadores de los nuevos pueblos.
La historia oral actual de cada grupo indígena ha reconstruido profundamente su relación con el blanco, desde ese "blanco de antiguo" hasta el "blanco de ahora no más: el colombiano, peruano o brasileño". La memoria histórica indígena recuerda la domesticación aborigen de cultígenos, y a las etnias ya desaparecidas en un pasado lejano, y la irrupción violenta y cruel del blanco, especialmente del esclavista, del cauchero y del colono.
Actualmente cada grupo ha ce una periodización histórica propia de las relaciones interétnicas, y en particular de las sostenidas con el no indio y el blanco. Las relaciones que mantenían con éste, por estar marcadas por el genocidio y la explotación, contrastan desmesuradamente con las de intercambio, alianza o pautada belicosidad, que sostenían anteriormente con otras étnias indígenas.
No se justifica el desprecio con el que el occidental ha tratado al americano aborigen; y, menos aún, el que tiene el colombiano hacia sus propias raíces americanas. No sobra recalcar sobre los derechos que tienen los actuales indígenas a sus tierras ancestrales, y a seguir articulando sus culturas en el panorama de la nación colombiana.
La contribución de estas poblaciones amerindias ha sido y es enorme, tanto para Colombia como para el mundo. Los indígenas de la selva húmeda tropical experimentaron y desarrollaron conocimientos que hoy son parte de nuestra medicina, farmacéutica, economía, filosofía, literatura, arte, política, arquitectura, biología y astronomía. Aún hay muchas lecciones más que debemos escuchar y defender. Nos ofrecen, además, modelos alternativos de organización social y de manejo ambiental. Todo ello se les debe reconocer, retribuyéndoles respeto y autoridad.
#AmorPorColombia
Asentamientos prehispánicos en la Amazonia Colombiana
Indígena Miraña del río Caqueta. Algunas técnicas aborígenes de pesca se han mantenido inalterables durante siglos
Petroglifos en los pedregales de Guaimaraya, río Caquetá. Se hallan sumergidos bajo el agua gran parte del año. Su simbología podría remitirse a mitemas o iconotemas relacionados con rituales de contabilidad ecológica de recursos acuáticos.
Petroglifos en los pedregales de Guaimaraya, río Caquetá. Se hallan sumergidos bajo el agua gran parte del año. Su simbología podría remitirse a mitemas o iconotemas relacionados con rituales de contabilidad ecológica de recursos acuáticos.
Petroglifos en los pedregales de Guaimaraya, río Caquetá. Se hallan sumergidos bajo el agua gran parte del año. Su simbología podría remitirse a mitemas o iconotemas relacionados con rituales de contabilidad ecológica de recursos acuáticos.
Petroglifos en los pedregales de Guaimaraya, río Caquetá. Se hallan sumergidos bajo el agua gran parte del año. Su simbología podría remitirse a mitemas o iconotemas relacionados con rituales de contabilidad ecológica de recursos acuáticos.
Corona de plumas de indígenas Kofán, del área del piedemonte andino, utilizada en la ceremonia de la toma de yagé. El simbofismo plumarlo se asocia a diferentes rangos de conocimientos De uso masculino, son emblemas asociados al don oratorio y a la capacidad de gobernar comunidades.
La caza no sólo era una actividad para la subsistencia sino una confrontación espiritual El cazador, con cerbatana, carcaj y dardos envenenados, obtenía la presa recurriendo a conocimientos chamanísticos. Las plumas en brazaletes y en las orejas, la pintura facial, y el collar de colmillos de tigre y de placas metálicas. le conferían el poder de 11 ver las dimensiones de la muerte pactada con los animales La metalurgia del oro y de otros metales preciosos tuvo algún desarrollo en la Amazonia (en las áreas del Guainia y del Vaupés) desde tiempos precolombinos.
Las trampas para la captura de peces variaban según la especie animal, sus fases de desove y sus ciclos migratorios, también se diferenciaban según la época del año y las características de las aguas. Los raudales eran considerados por los aborígenes como "malocas" de los dueños de los peces, estos dueños debían ser consultados antes de la pesca.
Los indígenas consumían tortugas (i. e. Podomemis expansa) y sus huevos durante las épocas en que estas migraban por ríos y quebradas. La cría de estos animales, y el manejo planificado de su consumo, garantizaban una fuente sostenida de proteínas y la preservación de las especies.
Petroglifo ejecutado por indígenas colonizadores de la Amazonia. Los raudales, y los petroglifos situados en ellos, constituyeron hitos territoriales de diferentes étnias, que les conferían propiedad sobre los recursos particular mente sobre las diversas especies de peces.
Pictografía de Cerro Pintado, área del río Inírida, Las serranías, mesetas y cavernas fueron sitios sagrados desde donde se observaba y realizaba una contabilidada de flujos energéticos, ante todo de los biotopos alterados con la caza.
Petroglifo de la localidad de Peñas Negras, río Caquetá.
Hacha pulida de dolerita o diabasa, hallada en el área del bajo río Caquetá. Estos artefactos se sujetaban a un cabo de madera, con cabellos humanos. La tradición lítica fue extensa no sólo en la fase Paleoindía; también lo fue en la fase cerámica.
Las escasas fuentes de aprovisionamiento de material lítico, presente, entre Otros, en sitios de raudales condujeron a las bandas paleoíndias a defenderlas como áreas estratégicas y a desarrollar redes de intercambio comercial y de trueque. Las piedras de gran dureza eran utilizadas para producir hachas, raeceras, raspadores, cuchillos, cinceles; las piedras menos duras se usaban para trabajar la madera.
Para la obtención de útiles para la caza, la pesca y la recolección, los indígenas ensamblaban maderas y material lítico, recurriendo a fibras y resinas. El impacto de las herramientas de metal modificaría drásticamente sus pautas de organización y de trabajo.
La cestería se desarrolló en la Amazonia desde las fases tempranas del período Paleoindio, y evolucionó según los cambios de pautas de subsistencia. La horticultura, y el elaborado proceso de transformación de la yuca. implica ? ron la confección de cernidores como este.
Los xilófonos (“tambores”) de troncos ahuecados permitían la comunicación entre malocas donde se realizaban ceremonias especiales. Las señales sonoras que estos emitían se decodificaban en mensajes sobre el inicio de bailes y sobre diversas convocatorias públicas. Los “tambores” manguaré, presentes siempre en parejas, se tocan con mazos de madera y caucho.
Los xilófonos (“tambores”) de troncos ahuecados permitían la comunicación entre malocas donde se realizaban ceremonias especiales. Las señales sonoras que estos emitían se decodificaban en mensajes sobre el inicio de bailes y sobre diversas convocatorias públicas. Los “tambores” manguaré, presentes siempre en parejas, se tocan con mazos de madera y caucho.
Serranía de Chiribiquete Los indígenas ubicaron muchos de sus sitios sagrados en mesetas y serraniás. Reconocían las caracteristicas particulares de estos biotopos, y se empeñaban en mantener sus condiciones naturales.
En las riberas de ríos de aguas oscuras, los asentamientos humanos eran menos nucleados. Los antiguos meandros y lagos eran usados para el cultivo de peces durante el verano, tras el descenso del nivel de las aguas, concluido el invierno. Es conocido que estos medios acuáticos, como zoocriaderos, tienen un alto rendimiento en producción proteínica.
Fragmentos de cerámica del área del río Guamués. La técnica de pasta corrugada, con rollos no obliterados, se extendió desde San Agustín (fase Sombrerillos) hasta la cuenca del río Paraguay, posiblemente entre los siglos VI y VIII D.C.
Fragmentos de adornos de vasijas rrancoides" de la fase Japurá, del bajo río Caquetá (siglo VI D.C). La técnica decorativa en adornos y asas es la de modelado inciso, frecuentemente con un engobe rojo o habano. Las figuras son en su mayoría zoomorfas (pato, murciélago ). La máscara bifacial (centro, arriba) procede de Araracuara.
Cerámica modelada incisa con engobe rojo, de la fase Japurá. del bajo rio Caquetá. Pertenece a la Tradición Barrancoide (siglo VI D. C).
Fragmento cerámico que posiblemente hizo parte de tapa de urna funeraria. Posee decoración incisa punteada en algunas zonas Se halló en el área del medio río Caquetá. Pertenece a la fase Nofurei (siglos IX al XVI).
Cerámica "barrancoide" del bajo río Caquetá Las bases externas de ciertas vasijas tienen impresas huellas de hojas. Los machacadores se usaron para manufacturar objetos con cortezas de árboles. o para pilar frutas. Un engobe o baño rojo decoraba el exterior de ciertos recipientes, en tanto que sus interiores se impenneabilizaban con una cocción vegetal que se ahumaba posteriormente.
La aplicación de pautas de desarrollo -y modelos de planificación regional permitieron a los indígenas transformar la naturaleza, interviniendo el medio de manera antrópica, para mantener una producción sostenida. Frutos de "marañón" y "chontaduro", ranas, tortugas terrestres y acuáticas, "achiote", "¡guanas" y diversas variedades de yuca, eran parte de la variada y abundante dieta aborigen.
La aplicación de pautas de desarrollo -y modelos de planificación regional permitieron a los indígenas transformar la naturaleza, interviniendo el medio de manera antrópica, para mantener una producción sostenida. Frutos de "marañón" y "chontaduro", ranas, tortugas terrestres y acuáticas, "achiote", "¡guanas" y diversas variedades de yuca, eran parte de la variada y abundante dieta aborigen.
La aplicación de pautas de desarrollo -y modelos de planificación regional permitieron a los indígenas transformar la naturaleza, interviniendo el medio de manera antrópica, para mantener una producción sostenida. Frutos de "marañón" y "chontaduro", ranas, tortugas terrestres y acuáticas, "achiote", "¡guanas" y diversas variedades de yuca, eran parte de la variada y abundante dieta aborigen.
La aplicación de pautas de desarrollo -y modelos de planificación regional permitieron a los indígenas transformar la naturaleza, interviniendo el medio de manera antrópica, para mantener una producción sostenida. Frutos de "marañón" y "chontaduro", ranas, tortugas terrestres y acuáticas, "achiote", "¡guanas" y diversas variedades de yuca, eran parte de la variada y abundante dieta aborigen.
La aplicación de pautas de desarrollo -y modelos de planificación regional permitieron a los indígenas transformar la naturaleza, interviniendo el medio de manera antrópica, para mantener una producción sostenida. Frutos de "marañón" y "chontaduro", ranas, tortugas terrestres y acuáticas, "achiote", "¡guanas" y diversas variedades de yuca, eran parte de la variada y abundante dieta aborigen.
La aplicación de pautas de desarrollo -y modelos de planificación regional permitieron a los indígenas transformar la naturaleza, interviniendo el medio de manera antrópica, para mantener una producción sostenida. Frutos de "marañón" y "chontaduro", ranas, tortugas terrestres y acuáticas, "achiote", "¡guanas" y diversas variedades de yuca, eran parte de la variada y abundante dieta aborigen.
La aplicación de pautas de desarrollo -y modelos de planificación regional permitieron a los indígenas transformar la naturaleza, interviniendo el medio de manera antrópica, para mantener una producción sostenida. Frutos de "marañón" y "chontaduro", ranas, tortugas terrestres y acuáticas, "achiote", "¡guanas" y diversas variedades de yuca, eran parte de la variada y abundante dieta aborigen.
La aplicación de pautas de desarrollo -y modelos de planificación regional permitieron a los indígenas transformar la naturaleza, interviniendo el medio de manera antrópica, para mantener una producción sostenida. Frutos de "marañón" y "chontaduro", ranas, tortugas terrestres y acuáticas, "achiote", "¡guanas" y diversas variedades de yuca, eran parte de la variada y abundante dieta aborigen.
La "danta" o "tapír" (Tapirus terrestris) se halla vinculada estrechamente a la evolución cultural ya la mitología de ciertos grupos aborígenes. Algunas etnias prohibían su consumo, pero para otras constituía la pieza de caza más cotizada por su tamaño y lo palatable de su carne. Además, se utilizaba su piel para la confección de escudos de guerra, y con los huesos largos se elaboraban instrumentos musicales. Se la conoce también con el nombre de "sachavaca" (del quechua sacha selva; vaca de montaña).
La maloca, o vivienda multifamiliar, se constítuyó en un principio de asentamiento de los grupos hortícolas sedentarios desde hace más de tres milenios. Alrededor de cada maloca se encontraban viviendas satélites, así como las huertas habitacionales y, cercanas a estas, las chagras o conucos. En la periferia se hallaban las áreas de caza, recolección y pesca. La geometría de estas viviendas ?de planta redonda o rectangular", y la existencia o no de aberturas en su cúspide, caracterizaban a las diversas etnias indígenas. Las malocas se abandonaban a los 10 años de construidas, y los indígenas edificaban una nueva, al tiempo que iniciaban la explotación de nuevos habítats.
Las áreas abiertas en la cúspide de las malócas permitían la circulación del aire y la iluminación adecuadas. Los postes, vigas y hojas tejidas de los techos, simbolizaban la estructura multiestrata de la naturaleza misma. La orientación espacial de estas viviendas se definía según referencias astronómicas.
Las flautas de pan (dobles y sencillas) chiruro o capadores, las flautas de huesos de danta y las ocarinas hechas con cráneos de venado. eran parte del instrumental musical que junto con maracas, pitos, sonajeros y tambores, usaban las comunidades amazónicas para acompañar sus cantos y bailes.
El desarrollo de la cerámica permitió a los grupos sedentarios almacenar, además de cocinar, los alimentos. Las vasijas se sostenían en el fogón sobre bases elaboradas con gredas. En la mayor parte de las sociedades amazónicas, el simbolismo de la alfarería se asoció a la Madre Tierra y alas funciones femeninas. sí bien en algunos grupos el trabajo de la cerámica era competencia de los hombres.
Totumos y calabazos, pulidos e impermeabilizados con materiales vegetales, se utilizaron para el almacenamiento, transporte y distribución de líquidos Diferentes formas cumplen funciones deplatos, tazas y cucharas, entre otras.
Canasto utilizado por bandas nómades para recolectar frutos y transportar productos de la caza y de la pesca. La carga se lleva en la espalda, y la banda, de corteza de árbol, se coloca en la frente de quien la conduce.
De la cestería asociada a la manufactura de] casabe, y de bebidas y harinas, el " . "tipití" o Sebucán", instrumento tubular, permito exprimir la masa de yuca para su primera deshidratación. El líquido resultante se utiliza para bebidas, después de hervido para volatilizar el ácido prúsico.
El maíz se sembró en las vegas de ríos con aluviones ricos en nutrientes, en el área del piedemonte, permitiendo una agricultura con excedentes que sostenían mayores densidades de población. Este alimento se almacenaba seco, cerca de los fogones.
Las plumas usadas en coronas y adornos simbolizaban el vuelo de pájaros poderosos, que alcanzaban grandes alturas y poseían una vista privilegiada de la realidad Sus colores se asocian a la iconografía chamanística.
Indígena Puinave del río Inírida. La bodoquera o cerbatana permitía obtener diversas presas en una misma cacería, sin ocasionar ruido. Los hombres conocían la etología de los animales, lo que les permitía rastrearlos y cazarlos de cerca, en los sitios que facilitaran esta práctica.
Entre las sociedades amazónicas, las mujeres cumplieron una función pri mordial tanto en el trabajo doméstico como en la producción. En las sociedades de bandas, eran ellas quienes aportaban la mayor parte de los alimentos, con sus tareas de recolección; en etapas más avanzadas, durante los cacicazgos, realizaban las labores horticolas,
La etnia, el rango, el saber, y la posición de cada hombre, se exteriorizaban en la decoración corporal y en las insignias portadas.
Malocas monumentales, que albergaban centenares de personas, conformaban redes regionales de intercambio económico, articulando dinámicas sociopolíticas entre linajes y clanes. Como principio de producción y de reproducción biosocial, la maloca fue una sofisticada respuesta adaptativa de los indígenas amazónicos.
Los hombres realizaban rituales durante los cambios de estación, cuando se producían modifimones en las ofertas y demandas ambientales. Estos rituales, ejecutados en el interior de las malocas, apuntaban a mantener la armonía con la naturaleza ya actualizar la contabilidad sobre el entorno. Los cantos formaban parte esencial de estos ejercicios, durante los cuales los hombres se adornaban con coronas de plumas y brazaletes con hierbas aromáticas. Los bailes se realizaban al ritmo de bastones y sonajeros de cascabeles.
Elizabeth Reichel Dussan
Profesora de la Universidad de los Andes
La Amazonia, área de innovación cultural
La Amazonia colombiana habría estado habitada por poblaciones humanas desde hace más de 10 mil años. Antes de la conquista ibérica, en toda esta gran región había ya numerosos asentamientos adaptados al medio y con capacidad para manejar exitosamente sistemas de producción y reproducción de ambientes y ecosistemas, formas de organización social y complejas estructuras de pensamiento y de conocimientos, basados en una filosofía de respeto por la naturaleza y por la esencia humana.
El área de las tierras bajas del noroeste suramericano ha sido señalada por investigaciones arqueológicas recientes como "donadora" a las culturas andinas y formativas posteriores (Lathrap, 1975; Reichel Dolmatoff, 1978). Los avances tecnológicos y científicos necesarios para la domesticación de plantas como el maíz (Zea mays) y la yuca (Manihot esculenta) y muchas otras especies alimenticias y medicinales, surgieron de la manipulación y experimentación en aquellas tierras bajas de selva tropical, y requirieron un mínimo de 8 a 10 mil años para alcanzar su actual grado de selección y perfeccionamiento (Lathrap, 1975). La domesticación de estas plantas, y los complejos culturales que se asocian a ellas, permitieron transformar la historia del desarrollo socio cultural americano y mundial, Tras iniciar su ocupación del área, las poblaciones amazónicas aprendieron las características de los suelos, climas y ciclos orgánicos. A medida que exploraban los ecosistemas, se informaron de la pobreza de gran parte de las tierras, y comprendieron el hecho de que la abundante flora y fauna presente, se auto sostenía con sofisticados mecanismos de retención y reciclaje de nutrientes.
Es posible que desde algún momento cercano al año 5.000 A.C., aproximadamente, hubiera ya en el área amazónica prácticas del cultivo de la yuca y de otras raíces o tubérculos y plantas, que permitieran la subsistencia de poblaciones cada vez mayores, sobre la base de un excedente en la producción. Las técnicas de la talay quema" y de los cultivos rotatorios, serían de uso común en este período formativo. Lathrap (Ibid.) calcula que la yuca sería, desde entonces, primordial en el sustento alimenticio de las sociedades de la selva tropical. Algunas de estas poblaciones estarían agrupadas en las riberas aledañas a ciertos ríos, domesticando los cultígenos más exigentes en nutrientes. Los antecesores de estos grupos habrían sido bandas de pescadores, cazadores y recolectores de nomadismo cíclico. Estas bandas mínimas lograron grandes desarrollos culturales, a los cuales se sobrepusieron los de los manejos hortícolas iniciados por bandas "máximas . La evolución de las culturas de la yuca, y de la caza, la pesca y la recolección de selva húmeda tropical, culminó en un complejo de conocimientos y prácticas económicas, ecológicas, políticas y filosóficas que cambiaron en parte la historia del mundo, y que aún podrán influir en ella, si se los conoce y acata. Veamos cómo se llegó a tales progresos culturales.
Organización social y manejo ambiental de las bandas migratorias del periodo Paleoindio
Aunque actualmente es imposible cualquier presentación global de la arqueología amazónica colombiana, por la insuficiencia de investigaciones en tal campo (tanto en lo que se refiere a sondeos como a excavaciones estratigráficas), se puede construir un marco hipotético de sistemas poblacionales en la región. Complementando los datos de las investigaciones arqueológicas realizadas en la Amazonia (del Brasil, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela) con inferencias etnográficas contemporáneas, se puede visualizar tentativamente el proceso de poblamiento y desarrollo regional en los territorios amazónicos de nuestro país.
Puesto que en Colombia aparecen huellas que indican la presencia de cazadores y recolectores en El Abra (Cundinamarca) hacia el año 10.450 A.C., es de suponer que la Amazonia también estuviera siendo poblada por grupos humanos durante el período Paleoindio. Como es conocido, el poblamiento inicial del continente americano lo hicieron, hace unos 40 milenios, grupos asiáticos que procedían de Siberia. Algunos miles de años después se habría producido también una ola de población a Suramérica, proveniente del sudeste asiático.
Las investigaciones sobre el paleoambiente amazónico se encuentran en su fase inicial. Aún así, el modelo biogeográfico es útil para la reconstrucción de las pautas de asentamiento que se dieron en la región, pues permite una visión de conjunto de las relaciones hombre medio ambiente durante los últimos diez milenios. Betty Meggers (1973. 1975, 1978) ha propuesto un método para elucidar pautas prehistóricas de poblamiento humano y modelos de adaptación cultura] en la Amazonia, consistente en aplicarles correlaciones de la distribución biogeográfica de especies de flora y fauna. La misma autora ha utilizado los modelos biogeográficos propuestos por Haffer (1969, 1974), Prance (1978), Bigarella (1971), Fairbridge (1976), Vanzolini (1970) y van der Hammen (1972), complementándolos con datos provenientes de la lingüística (glotocronología y léxicoestadística), la climatología, la geología y la biología, y los ha correlacionado con fechas obtenidas con Carbono 14, asociadas a material arqueológico; todo ello para construir su visión de la evolución cultural que se dió en la Amazonia entre los años 10.000 y 1.000 A.C., aproximadamente.
Este modelo sobre los "refugios o enclaves de selva que existieron en el Cuaternario propone que, varias veces, largos períodos de sequía redujeron o fragmentaron la selva amazónica, reduciéndola a pequeños islotes separados por sabanas áridas. Puesto que se cree que habría pobladores humanos en el área durante los dos últimos grandes períodos de aridez, es de suponer también que estas sociedades se verían algo afectadas por las oscilaciones climáticas y los cambios en el medio ambiente. Las quemas espontáneas también incidieron en la modificación del medio amazónico en épocas secas, causando fluctuaciones ambientales desde hace diez mil años (Saldarriaga & West, 1986). así como las produjeron las quemas realizadas por los humanos de la época de las bandas paleoindias o de los grupos horticultores.
Las sociedades paleoindias iniciales tendrían sistemas de producción, modelos tecnológicos y determinadas características sociopolíticas que hoy se clasifican como propias de sociedades de "bandas" (Service, 1966). Aunque se las ha considerado como cazadoras y recolectoras, sería adecuado clasificarlas, además, como pescadoras, toda vez que en el Amazonas existen más especies de peces que en el Océano Atlántico (Cousteau & Richards, 1985: 10), las cuales constituyen una base proteínica importante para la subsistencia. De otra parte, las formas de manejo ambiental adelantadas para utilizar las relaciones energéticas de los recursos, así como la organización del trabajo, estarían ya guiadas por modelos chamanísticos. Estos modelos, visión del mundo y ethos, procedentes de tradiciones asiáticas, fueron evolucionando en las Américas hasta articularse como patrones de culturas locales. Tales patrones se adaptaron a los diversos medios ambientes, y en ciertas situaciones históricas fueron constituyendo las bases indígenas características de las actuales regiones culturales de la Amazonia.
El chamanismo es una visión organizativa en la qué el hombre es concebido como partícipe del universo y de sus leyes, físicas y cósmicas, y como parte integrante del ecosistema. Las pautas de manejo social y ambiental reflejan un elaborado sistema de planificación a corto, mediano y largo término, orientado a un desarrollo adaptativo del hombre con todos sus entornos. Es una disciplina política, económica, ecológíca y espiritual. Las características esenciales de cada ecorregión dentro de la Amazonia, estarían reflejadas en las estructuras formales de los sistemas chamanísticos plasmados en las culturas locales. La gran diversidad de especies, las complejas y fascinantes interrelaciones ecológicas del medio, y la gran variedad de microhabitats, constituyeron un laboratorio que retó al intelecto y a la creatividad de las poblaciones humanas amazónicas desde las épocas a que hemos venido haciendo referencia. Se desplegaron estrategias para la utilización de ciertos ecosistemas, así como se aplicaron técnicas de conservación y protección en algunos de ellos (frágiles o claves en el sostenimiento del resto del ambiente). La aplicación de este manejo ambiental y social, de explotación y preservación, permitió el crecimiento de las poblaciones humanas.
Desde hace aproximadamente ocho o diez mil años, las bandas de pescadores, cazadores y recolectores que paulatinamente poblaron la Amazonia, fueron conociendo las características de los ecosistemas y de sus ciclos. A medida que experimentaban y seleccionaban ciertas áreas y recursos, fueron desarrollando sus sistemas adaptivos particulares y reproduciendo diferentes manejos ambientales. Conocieron los comportamientos y hábitos de los animales, especialmente las fases reproductivas de peces y tortugas, ya que los consumían estacional mente.
Fueron acercándose al conocimiento de las dinámicas de las plantas, y de las características de los suelos, de los cielos y de las aguas. Observaron los mecanismos de bioregeneración que desarrolló ¡a selva, la interacción planta animal, y los procesos de dispersión de semillas, de regeneración vegetal y de recuperación o sucesión de ecosistemas. En suma, la experiencia histórica en el área fue dándoles un conocimiento creciente de la dinámica de la naturaleza.
Dado que las selvas están compuestas por ¡os ecosistemas más antiguos, complejos y delicados de[ mundo, se produjeron entonces elaboradas y diversas respuestas culturales. Quizás el reto más difícil fue el de aprender a distinguir los límites entre los ecosistemas, y el de saber escoger áreas de nointervención estratégica, para poder gozar de las áreas de producción manejadas adecuadamente, permitiendo un uso extensivo o intensivo de medios y recursos.
Los utensilios de piedra, hueso y material vegetal que utilizaron tales bandas, y su inicial inexperiencia en el manejo de] medio, no permitieron la existencia de grandes poblados nucleados, con alta densidad demográfica. Inicialmente, las fases de las plantas y de los animales de los cuales dependieron estos grupos humanos, impusieron un aprovechamiento estacionario y cíclico de los recursos; uso que exigía una dinámica de cambios periódicos en la división de] trabajo y en el manejo sociopolítico de las bandas.
Las formas de autoridad, y las decisiones sobre la administración de prácticas de producción y reproducción, exigieron ciertos comportamientos consensuales entre estos grupos. El tamaño reducido de cada banda, las relaciones interpersonales y la división del trabajo por edad y sexo, así como algunas especializaciones en la caza, la pesca o la recolección, definieron esferas de actividades que los orientaron en torno a un manejo "igualitario" de lo político. Establecieron un sentido de propiedad según el cual cada grupo tenía derecho a¡ usufructo aprovechando y consumiendo ciertos recursos de los territorios que cíclicamente recorría y conservaba. A la vez, los aborígenes indujeron un manejo cultura[ que apuntaba a la regeneración del ambiente para los decenios y centurias futuras. Esta, que es la primera ley de adaptación y conservación en la Amazonia, fue aplicada en forma reverente desde entonces por tales pobladores, quienes supieron cómo manejar áreas de conservación, bancos de especies y elementos bióticos y abióticos, así como áreas de uso y explotación. Es posible que la observación de los mecanismos regenerativos de la selva, tales como los de plántulas y retoños, y los de dispersión y almacenamiento de semillas (Uhl & Saldarriaga, 1986) que permiten la vegetación primaria y secundaria, les enseñara los límites de perturbación de ecosiste mas, y la posibilidad de cultivos dirigidos,
Otro aspecto de la organización de la vida de estas comunidades giraría en torno al dominio de ¡as áreas donde existían los yacimientos del material lítico apropiado para la manufactura de sus herramientas y utensilios, así como de los yacimientos de otros minerales preciados. El intercambio o trueque de materiales extraídos de estos lugares, con grupos sin acceso directo a ellos, sería también un importante componente de las relaciones inter étnicas. El control de áreas se extendería, de otra parte, a las zonas estratégicas de pesca o caza abundante (como fuentes localizadas de proteínas), y a las tierras o ecosístemas que concentraban ciertas especies vegetales comestibles o útiles para su cultura. También se vigilarían áreas de reserva, así como a sus sectores de soporte ecológico. Estos últimos serían espacios de no explotación, donde la estricta vigilancia humana garantizaría la conservación de áreas claves en la arquitectura de la selva y de la vida, que permitirían la existencia de las demás cadenas tróficas y ecotopos dependientes. El acto de "pagamento o de vigilia con "pensamiento" sobre territorios y habitats fue común, desde las poblaciones amerindias.
Las relaciones entre estos grupos nómades y el medio se articulaban con modelos chamanísticos vinculados con espacios concretos. Se daban, sin embargo, en el transcurso del tiempo, constantes cambios y transformaciones, tanto en el medio ambiente como en los modelos clasificatorios culturales. Es de anotar que, aunque no se hayan efectuado mediciones del impacto de estas culturas sobre el entorno, tanto sondeos arqueológicos como observaciones de la conformación de la vegetación secundaria antropogénica, y de los suelos, indican un manejo e impacto humano milenario de los ecosistemas amazónicos.
Si a finales del penúltimo período de fragmentación de la selva (21.000 a 13.000 años antes del presente) (van der Hammen, 1972) hubo bandas cazadoras y recolectoras, éstas tuvieron que especializarse en dos tipos de medio: el de sabana y el de enclave de selva; este último comprende los "refugios" y las riberas de grandes ríos. En la Amazonia, los grupos humanos adaptaron sus culturas a los tipos de suelos de la "tierra firme" y a los de áreas inundables o várzeas (diferenciadas en várzeas de ríos de aguas "blancas" y "oscuras"),ya que territorios con tan diferentes características permiten distintas capacidades de carga de la tierra, es decir, distintos potenciales de sostenimiento de poblaciones humanas.
Según Meggers (1979), Vanzolini postula "refugios" de selva asociados a relieves de altura que, por lo tanto, serían periféricos a la planicie amazónica.
Así en el piedemonte habría existido el refugio Napo Caquetá.
Por su parte, Haffer insiste en que a lo largo de las mayores vías fluviales existieron también selvas de galería durante las épocas áridas. Ahora bien, siendo que las áreas del bajo río Caquetá y Apaporis tienen actualmente una de las mayores precipitacio¬nes anuales de la Amazonia (3.600 mm) (Salati, 1978), y dado que Haffer propone una correlación pluviométrica para la determinación de posibles "refugios" selváticos, sería interesante comprobar con futuras investigaciones arqueológicas. si existieron sectores habitados en dichas áreas. Las zonas postula¬das por Haffer, Vanzolini y Domínguez como refugios del Amazonas colombiano (Domínguez, 1980: 219) se encuentran en las regiones de los ríos Napo Caquetá Irnerí Vaupés y Sarare. Es preciso investigar si allí existen yacimientos arqueológicos que indiquen concentraciones de población en proceso de especiali¬zación y adaptación al medio reducido del "refugio".
Las poblaciones localizadas en las vegas de los ríos de aguas "blancas", ricas en nutrientes, y con un entorno climático propicio, pudieron iniciar la experimentación de futuras plantas domésticas. Al concentrarse alrededor de estas fuentes ribereñas, habrían tenido también gran preocupación por el manejo piscicola. Dennis Williams (1985) plantea que estas bandas pescadoras, o los que se hubieran hallado en el período de la última fragmentación de la selva ya agricultores , serían quienes habrían tallado los petroglifos.
Tras una etapa experimental, en el curso de la cual se habrían identificado y estudiado los yacimientos líticos apropiados para la manufactura de herramientas de trabajo, se habría producido una apropiación territorial para controlar el acceso a este preciado recurso (que no es muy abundante en la Amazonia ni se distribuye en el área de manera homogénea). En la fase experimental se habrían buscado, quebrado, tallado y rayado constantemente las rocas, examinando la calidad del material, con miras a su utilización como herramienta. Fuera de manufacturar hachas, machacadores, raederas, cinceles, y otros instrumentos, se habría ensayado con ellos grabando signos y marcas territoriales. De manera artística, se habrían labrado ¡conos y sistemas mitográficos, así como se habrían producido las primeras manifestaciones de graffitti (Reichel de von Hildebrand, 1975). Los petroglifos y pictografías de la región pueden haberse realizado desde entonces. Actualmente se observa que los primeros se encuentran en raudales, bajo agua gran parte del año, como si hubieran sido esculpidos en épocas de grandes sequías, cuando los caudales de los ríos se encontraban en sus mínimos niveles.
La curiosidad de los aborígenes por su entorno, sumada al reto estimulante de la adaptación a las fluctuaciones de la naturaleza y a las relaciones amistosas o bélicas con otras bandas, permitieron una constante evolución de la observación y la utilización de la información ambiental. Ello contribuyó al avance de la horticultura y la agricultura tropical, y a la configuración de sociedades más Jera rqu izadas y sedentarias, en torno a la producción de excedentes de cultivos de plantas domesticadas y de las fuentes proteínicas procedentes de la pesca. El sistema de 11 quemas" dataría de esas épocas (Saldarriaga, 1985), manejándose así cierta regeneración forestal.
Cacicazgos y desarrollos regionales
El desarrollo de la "tala y quema" y la domesticación de plantas cultivadas, y el acceso a fuentes proteínicas estratégicas, permitió la evolución de sociedades sedentarias. Estas se fueron estratificando. Las sociedades evolucionaron en el transcurso de la competencia adaptativa en entornos circunscritos ecológica y culturalmente. Algunas bandas "medias " y "máximas" desarrollaron las bases de la horticultura. Esta permitió mayor densidad de población y transformaciones tecnológicas y económicas. Otras bandas (las "mínimas") decidieron seguir como tales y no aunarse a las sociedades jerarqu izadas, luchando incluso contra ellas.
La reproducción por estacas (tallos), tubérculos o bulbos o vegecultura , inicialmente permitió a los grupos humanos asegurarse tanto de variedades no tóxicas como de algunas que sí lo eran. Paulatinamente se aprendió a remover las sustancias dañinas al hombre, como en el caso del ácido prúsico de la yuca brava. Por la persistencia del uso de estacas o esquejes, algunas plantas así cultivadas comenzaron a depender del hombre para su reproducción. Rogers (en Sanoja, 1981: 122) señala para Suramérica una frontera norte sur de las variedades dulce y brava de la yuca. La primera se halla en el área del occidente andino; la segunda, en las tierras bajas amazónicas. Tanto la yuca como la batata (Ipomea batatas), y otras especies, se multiplicaron por medio de la acción humana (Soler, 1950: en Sanoja, 1981: 126) llegando a crearse el actual paisaje antropogénico de ciertas plantas cultivadas. Hablantes de un
Proto Arawak serían, hacia 3.000 A.C., los habitantes de las várzeas de la Amazonia central, alrededor de Manaos (Lathrap, 1970 74). Estas pujantes poblaciones colonizarían las regiones aledañas en búsqueda de suelos de aluviones, expandiéndose hacia la región andina, remontando la Amazonia colombiana.
Los grupos humanos y esto correspondía en especial a las mujeres fueron entregándose, como herencia, semillas y el saber especializado que acompaña la reproducción de cultígenos domesticados , los hombres se transmitían el saber sobre la reproducción de plantas silvestres y animales, y de algunas plantas domesticadas como palmas, la piña, el coco, el tabaco y ciertos psicotrópicos.
Se fueron, pues, creando y transformando instrumentos y conocimientos, de tal suerte que las nuevas necesidades de poblaciones mayores giraban en torno a una horticultura exitosa; con la pesca en ríos, lagos y estanques naturales, hecha con trampas y venenos: y con la caza mediante el uso de arcos, flechas y cerbatanas y un agudo conocimiento de los animales. El procesamiento de los alimentos, sobre todo la desintoxicación de la yuca brava, así como la preparación de las medicinas, requirieron de la evolución de múltiples técnicas. La yuca se "almacenaba" en la tierra, o se deshidrataba como harina. Las carnes se ahumaban (muqueaban), para su transporte o consumo posterior. La guerra, la música, los juegos, también desarrollaron mecanismos de identidad, de placer o de lucha. La pintura y los adornos corporales y la vestimenta indicaban la identidad de las etnias. Los estilos de la vivienda, de la cerámica, de la cestería, se tornaron igualmente en signos que distinguían a los linajes y clanes y a las unidades maloqueras y etnias, de sus vecinos. Los lenguajes también se iban especializando y diferenciando, llegando a ser en áreas como en el Vaupés, con el multilingüismo y la exogamia lingüística modelos elaborados de concebir la identidad y sus diferenciaciones en el contexto, así como de la articulación de configuraciones regionales.
Acerca del período más reciente de "refugios", Meggers (1979) establece un promedio entre las fechas propuestas por los diversos biogeógrafos, y calcula que tuvo lugar entre los años 4.000 y 2.000 antes del presente. Ya para entonces, como señalan tanto Lathrap (1975) como Reichei Dolmatoff, esta región del noroeste amazónico "formaba la verdadera área de clímax cultural del Nuevo Mundo, la cual servía de fuente cultural al Perú y a Mesoamérica, regiones que en aquel entonces eran aún marginales a la gran corriente de los desarrollos americanos (Reichel Dolmatoff, 1978: 48). Los domesticadores amazónicos de los cultígenos tropicales, luego revolucionarían a las sociedades andinas y mesoamericanas, con sus estrategias de uso y conservación del medio. Fueron actores e instrumentos claves en el desarrollo de América.
La técnica de agricultura itinerante que se impulsó hace más de cinco milenios, permitió la rotación del uso de suelos y de fases de regeneración forestal, que posibilitaron una horticultura tropical exitosa. Tras tumbar y quemar la vegetación en áreas de dos o cuatro hectáreas, se procedía a cultivar sobre los suelos así enriquecidos. Ciertos cultígenos se sembraban con azadas y palos cavadores; algunos eran sembrados en sitios donde se concentraba la ceniza (y, por ende, donde los nutrientes eran escasos). Después del primer año ciertos cultígenos comenzaban a abandonarse; y al segundo año no se sembraba más, permitiéndose el crecimiento a largo plazo de las plantas supérstites. Se producía de este modo una regeneración sucesiva de plantas y animales útiles, imitándose la arquitectura multiestrata de la selva. Esta se regenera, a su vez, tras la fase de una vegetación secundaria. Se garantizaban así futuras áreas de explotación de recursos, al no infringirse los límites de temperaturas y aguas ni los de la existencia de plántulas, semillas y demás elementos necesarios para la permanencia o regeneración del microhabitat. Se permitía, por el tipo de manejo ambiental, su pronta regeneración. Al repoblarse con la vegetación selvática, se utilizaban de nuevo los recursos de tales ecosistemas, con técnicas de caza, pesca y recolección y ciertas pautas de asentamiento. Una vez se talaba de nuevo, se sembraban cultígenos estacionarios, en diferentes fases sucesionales. Nunca se abrían claros de más de cuatro hectáreas, para permitir que la franja de selva aledaña pudiera colonizar de nuevo el área, tan pronto se cesara de desyerbar y talar.
En el período más reciente de refugios ,fuera de la yuca (y, en ciertos casos, del maíz), se habrían perfeccionado los cultivos de la batata, el ñame, el maní, el ají, algunas cucurbitáceas y la arracacha (Lathrap, 1975) y otras plantas útiles, medicinales algunas de ellas. Durante esta etapa más reciente de fragmentación de la selva, se desplazaron algunos grupos humanos por las sabanas, mientras otros siguieron la frontera selvática, explotando de manera estaciona¡ los diferentes nichos ecológicos. Unos grupos serían eminentemente hortícolas y otros conformarían bandas diferencia¡ mente cazadoras, pescadoras y recolectoras, según su localización se diera primordialmente en las riberas de los ríos, en la selva o en las sabanas, aunque seguramente habría intercambio entre ellos.
En este período debieron contrastar, entonces, los sistemas socieconómicos de los grupos dedicados principalmente a la caza, pesca y recolección, con los de los grupos dedicados a quehaceres hortícolas y agrícolas (aunque estos últimos también cazaban y pescaban, si bien en econichos distintos). Los grupos asentados en las riberas de los ríos con aluviones apropiados para una agricultura exigente en nutrientes (como la del maíz por ejemplo), diferirían en su modo de producción con los nómades de la sabana o de la selva, o con los semi sedentarios, que posiblemente desarrollaban el cultivo de especies con menores requerimientos de nutrientes (como la yuca brava) en terrenos arenosos, bien drenados pero con suficiente agua. También es posible que hubiese violentas transiciones entre aquellas sociedades, a medida que se incorporaban o subyugaban unas a otras y, a su vez, buscaban sobrevivir a los cambios climáticos y ambientales. Durante los dos mil años de este período de "refugios" ,a medida que los grupos competían y se adaptaban a los bruscos y cortos cambios ambientales, se habría acelerado el desarrollo de estrategias de supervivencia. Ya para entonces, la tradición lítica, que habría tenido sus inicios en una etapa anterior a aquel período documentada en el Amazonas brasileño como existente entre los años 5.000 y 3.000 antes del presente (Meggers, 1978: 4) , coexistía con una tradición alfarera intrusa.
Desde hace unos cinco mil años, las comunidades situadas en áreas apropiadas para la agricultura se habrían nucleado en aldeas, articulando un modo de producción maloquero. Posiblemente vivían en grandes conjuntos jerarquizados de malocas, con gran densidad de población. Esto último se mide hoy por la extensión de los suelos antropogénicos, y por la cantidad de restos arqueológicos y de cerámica hallada en los lugares de asentamiento. Los desarrollos de la cestería, arte y arquitectura y, en general, de la cultura material realizada con elementos biodegradables, desafortunadamente son casi imposibles de ubicar y reconstruir.
Las sociedades alfareras y agricultoras fueron desarrollando diferentes estilos de vivienda y pautas de asentamiento. La maloca, o gran habitación plurifamiliar, fue inicialmente una construcción adaptada al clima, a las temperaturas tropicales, a las lluvias, al sol, y a los vientos; y se orientaba según el contexto ecológico y astronómico ecuatorial. Un gran techo cónico, o de dos aguas, cubría una extensa área circular o rectangular de aproximadamente 30 metros de diámetro (o dimensión mayor). Las vigas se posaban sobre postes de cerca de 20 metros de altura. Se plasmaba, así, una construcción monumental, bien ventilada e iluminada. A medida que el maestro constructor aumentaba sus conocimientos ecológicos y socio políticos, podía encargarse de mayores responsabilidades dentro del grupo. Cada 10 años las malocas se reemplazaban por otras, en otro sitio, permitiéndose así la regeneración de las áreas de selva aledañas y del mismo suelo de la vivienda, (enriquecido con abono orgánico, resultado de la presencia humana). Habría posiblemente malocas con funciones ceremoniales y religiosas, manejadas por chamanes y cantores, así como habría otras para los grupos guerreros, otras para los esclavos o prisioneros, y otras para los grupos domésticos, sobre todo en los cacicazgos "medios" y "mayores" regidos por un jefe permanente que controlaba grandes conjuntos de aldeas. Quizás la vivienda amazónica rectangular, sobre pilotes, se desarrolló desde entonces en áreas de várzea (o de inundación estacional). En la estructura de la maloca se reflejaba la estructura del cosmos, siendo aquella, a su vez, un microcosmos. En su interior, a cada persona, se le asignaba un lugar según su sexo y posición social. Se desarrolló el sistema político maloquero guiado por el 'Jefe' o "dueño" de maloca, con asistencia de uno o más chamanes (con funciones defensivas y ofensivas), los guerreros, y los cantores bailadores. En el interior de la maloca (y entre las diferentes malocas) se diferenciaban espacios ceremoniales para ellos.
En el interior de las malocas, como en el trazado de las aldeas y sus espacios de uso, generalmente se codificaban áreas especiales: un centro sagrado masculino (asociado al este) y una periferia profana femenina (asociada al oeste). De manera diametral y/o radial, se ubicaban, además, las diferentes funciones socio políticas. En las chagras, y en los frutales aledaños a la vivienda, así como en los territorios de caza, pesca y recolección, se proyectaban estos esquemas espaciales referenciales.
Tradiciones cerámicas y arqueológicas
Para la Amazonia se tienen fechas tardías sobre la actividad cerámica: casi dos milenios después de las fechas más antiguas conocidas para la cerámica americana, con excepciones de aquellas en las bocanas del Amazonas, de 3.100 A.C. (Brochado 1984, en Lathrop et al., 1985), y de un hallazgo de 3.750 años efectuado en el área del Río Negro (Sanfor et al., 1985). Las más antiguas tradiciones cerámicas de Colombia y América, las de Monzú (3.350 A.C.) y Puerto Hormiga (3.090 A.C.), indican, tanto por sus técnicas como por sus estilos y formas, así como por las tecnologías agrícolas asociadas, que no son desarrollos locales sino importaciones y transformaciones de pautas provenientes de otras áreas en tierras bajas tropicales. No sobra preguntarse sobre un origen común en un área aledaña al Amazonas, aún por descubrir.
No se dispone aún, para la Amazonja colombiana, de datos provenientes de excavaciones arqueológicas que investiguen la fase lítica Paleoindia y las fases cerámicas tempranas. Los resultados de lo realizado hasta ahora, relacionan tradiciones alfareras desde el siglo 1 A.C. (Andrade, 1986 y Herrera et al. 1980 81), para el área de Araracuara, y desde el siglo VI D.C. (von Hildebrand & Reichel, 1980) para el área de la Pedrera, ambas a orillas del río Caquetá Japurá.
La comparación estilística de ciertos rasgos de esta cerámica con la de otras áreas arqueológicas, indica múltiples vínculos entre diversos grupos humanos al área. Tales relaciones se dieron con las llanuras del Orinoco, así como con otras áreas de la planicie amazónica y el área andina, demostrándose la gran dinámica migratoria y de contacto entre las poblaciones de esta región y las culturas aledañas durante los últimos milenios. Lathirap, Gebhart Sayer y Mester (1985) asocian la cerámica camaní, de Araracuara, a la cerámica Yarinacocha de la tradición Policroma centro amazónica, correspondiente a una ola invasora de comunidades ribereñas sedentarias y horticultoras, que venían remontando los ríos, tras saturar su habitat.
Recientemente se han realizado excavaciones arqueológicas en el medio río Guamués y en las cabeceras del Churuyaco y del San Miguel (Uribe, 1980). Por la concentración de la cerámica hallada, se deduce que hubo asentamientos particularmente densos sobre las terrazas del Guamués. Esta cerámica, que tiene la particularidad de ser corrugada, fue elaborada con la técnica de rollos parcialmente alisados. Como antiplástico (componente aglutinante para dar consistencia al material) se agregó a la pasta, desgrasante de arena. Las vasbas tienen en algunos casos engobe (baño) rojo, así como incisiones diagonales e impresiones digitales y de cestería sobre el cuello y el borde externo. Se hallaron también ejemplares con forma de urnas funerarias. Según la autora, la cerámica encontrada es semejante a la del Complejo Sombrerillos, de San Agustín (Huila), y a la de la Fase Pastaza del oriente ecuatoriano (Ibid.). Ello señala que las poblaciones prehispánicas del área hacían parte de una red de intercambio y comu nicación que mantenía nexos entre la selva y la cordillera andina, y con el área interior de los Andes septentrionales. Lathrap et al. (1985), arguyen que la cerámica corrugada, confeccionada con rollos no obliterados con algunas incisiones verticales y digitales, son parte de' la tradición Pacacocha (500 800 D.C.). proveniente del sureste y de la cuenca del río Paraguay. Sus artífices serían sociedades de habla Pano, que aportaban el sistema de "talay quema". Poblaron extensamente el área interfluvial y las várzeas. Los Pocacocha eliminaron a los habitantes Yarinacocha. Posteriormente, estos grupos, residentes en el piedemonte, se verían afectados por la existencia del imperio Inca.
En la cuenca del alto Caquetá, en las vecindades de Florencia, así como a orillas del río Orteguaza, se han hallado sitios de habitación y cerámica prehispánica (Myers, Brouillard & Hunter, 1974: 142). La cerámica encontrada en las terrazas ribereñas del río La Hacha con desgrasante de pizarra y arena tiene decoración de engobe rojo. Los sitios de los hallazgos arqueológicos tienen de 15 a 20 metros de diámetro, y podrían ser antiguos lugares de malocas dispersas. Cerca de Solano y San Antonio, en el área de los cerros aledaños al río Orteguaza, existieron sectores de extenso poblamiento. La cerámica hallada con desgrasante de arena, fragmentos de tiestos y cariapé (corteza de árbol) tiene alguna decoración incisa cerca del borde y engobe rojo. No existen fechas ni estudios sobre el contexto cultura¡ de estos artefactos. No se puede, por lo tanto, saber con exactitud sobre sus artífices, ni de sus dinámicas organizativas y sociopolíticas, y menos aún de su cosmovisión. Algunos datos etnohistóricos del área del piedemonte amazónico (Uribe, 1985 6) señalan influencias procedentes de la sierra ecuatoriana, entre los siglos IX y XIII D.C. Posteriormente, los
Quillacinga interandinos y de montaña (siglos XIII al XVI), interactuaron con los Sucumbios, parcialidad de los Kofán de la selva amazónica, intercambiando no sólo artículos materiales, sino aspectos ideológicos relacionados la toma de yagé y su tradición chamanística.
En excavaciones arqueológicas realizadas en el área aledaña a Loreto Yacú (Trapecio Amazónico), Charles Bolian (1968, 1970) identificó 15 sitios de habitación precolombina. Según este investigador, los pobladores de las márgenes de los grandes ríos conformaban grupos poderosos, ya que tenían que defender un medio ribereño superior como fuente de alimentos. El habitar cerca de ríos de aguas "blancas", como el Amazonas, permitía condiciones especiales para desarrollos culturales de sociedades complejas y muy estratificadas. La vida ribereña se dinamizaba en torno a la producción de excedentes, agrícolas y a la riqueza proteínica proveniente de la pesca, con las que se sostenían grandes poblaciones, como fueron los Omagua, que ocuparon las riberas del medio río Amazonas. La horticultura y la agricultura (como en el caso del maíz), así como la pesca y caza acuática, se practicaban sobre las tierras que se inundaban anualmente. En las terrazas aledañas se cultivaban algunas plantas que, como la yuca, no son muy exigentes en nutrientes. En terrenos altos, no inundables, se construian las malocas, y en áreas de várzeas es posible que se construyeran viviendas sobre pilotes.
En toda la Amazonia, ya en la fase cerámica, hipotéticamente los habitantes de riberas de ríos de aguas "oscuras", así como los de áreas interfluviales, dependerían más de la recolección y de la caza, que las poblaciones sedentarias de las riberas de ríos de aguas "blancas". El mayor o menor grado de dependencia de la pesca o de la caza como fuentes de proteínas, inciden en el grado de sedentarismo y dependencia de la agricultura (Carneiro, 1974). Los grupos sedentarios impulsaron más la alfarería, sobre todo la de grandes dimensiones, para cocción de alimentos comunales, o para urnas funerarias o ceremoniales; mientras tanto, los grupos nómades poco o ningún fomento harían a esta actividad, pues los artefactos pesados representarían un lastre para su transporte.
Bolian encontró cerámica tikuna moderna en aquellos lugares del Trapecio Amazónico donde excavó. No da, sin embargo, una clara interpretación sobre los ancestros de sus artífices, ni de las relaciones inter étnicas que existían entre ellos y los Omagua, quienes dominaron la región.
Es posible que las sociedades indígenas que vivían en las riberas de grandes ríos navegables hayan desarrollado, desde los primeros milenios antes de Cristo. un tipo de organización de cacicazgo "máximo" o complejo basado en el modo de producción maloquero. La organización de conjuntos residenciales en torno a una maloca principal, con funciones administrativas y ceremoniales (rituales), ha sido un rasgo común de gran parte de las sociedades amazónicas. Esta maloca principal (o conjunto de malocas principales), que servía como templo, cementerio, centro administrativo y religioso, y como arena de grandes rituales comunales, tenía viviendas satélites. Estas eran malocas de menor rango y casas unifamiliares. Cada uno de estos conjuntos maloqueros constituía un centro de manejo ambiental, ya que ellos eran los que intervenían de manera planificada los microhabitats de su entorno. A su vez, cada conjunto estaba integrado a una red de unidades maloqueras aliadas bajo un jefe que dominaba el conjunto federado, realizándose así un manejo regional del territorio. En cada maloca vivía un gran grupo doméstico, compuesto por unidades "mínimas" y "medias" de linajes. Redes de malocas aliadas representaban el segmento de linaje mayor ,y el conjunto federado de estas, el linaje o clan "máximo".
En el área de La Pedrera (bajo río Caquetá) se ha encontrado cerámica con claros rasgos "barrancoides" (Reichel de von Hildebrand, 1976), con incisiones anchas y curvilíneas, adornos biomorfos y punteado sobre protuberancias moldeadas, asociados a la Fase Japurá que Hilbert (1968) halló al otro lado de la frontera, en el Brasil, con fecha similar. Otras tradiciones cerámicas del mismo lugar comparten rasgos del Complejo Santarem. Desde la región de Santarem, la gran nación Tapajos, con su destacada complejidad socio política, pudo haber irradiado su influencia al área del Caquetá. La cerámica barrancoide de La Pedrera data del 560 D.C. (Von Hildebrand & Reichel, 1980). En la zona de La Pedrera y Córdoba se usó atemperante de cariapé (y algo de cauixi o espícula de esponja) la cerámica atemperada con cariapé es común del área sur del Amazonas colombiano; la atemperada con cauixi, lo es del área noroccidental y la encontramos en el área del bajo río Apaporis. Esta última es común también en la región del Orinoco. Hacia el occidente amazónico se encuentra, además, el uso de desgrasante (atem perante) de tiestos molidos. La cerámica con pintura monocroma (rojo o blanco sobre crudo), como con pintura bicolor (rojo sobre blanco, o blanco y rojo sobre crudo), hallada en La Pedrera, indica relaciones con tradiciones del Orinoco medio, descritas por Sanoja (1979), vinculadas con la Fase Ronquín de la tradición Salaloide, así como con la tradición Policroma del Amazonas central descrita por Lathrap et al. (1985). Este mismo autor sajón (1981:33) describe la continua explotación de los suelos, a orillas del bajo Orinoco, por aldeas de tradición Barrancas. El alto potencia¡ agrícola de estas tierras se derivaba de las crecidas anuales del río. Ello pudo haber ocurrido igualmente en el Caquetá con los colonizadores hortícolas, puesto que, como se ha señalado, aquí también se halla presente la tradición cerámica barrancoide, que se extendió, como horizonte desde el alto y medio Amazonas hasta el curso bajo del mismo río, y entre la región del Orinoco y la cuenca amazónica, entre el primer milenio A. de C. y el primer milenio D. de C., aproximadamente.
El uso decorativo de un baño rojo o habano, y el del brillo resistente llamado "negro ahumacio", hallados en cerámicas de La Pedrera, son comunes a un horizonte bastante extenso en toda el área amazónica y que se remonta a los andes centrales. Las pinturas roja sobre blanca y negra sobre blanca son rasgos que se han encontrado desde el Orinoco medio hasta la cuenca amazónica y en el área andina, tornándose muy elaborados en las tradiciones Machalilla y Chorrera, al occidente de la Amazonia, Lathrap (1975) señala que el refinamiento que implica la sobreposición de estos colores procede, posiblemente, de una técnica usada en el Amazonas medio. Entre los siglos Vi y Vil en esa región, la cerámica barrancoide evolucionó hacia el horizonte Policromo.
En Araracuara se han hallado dos tradiciones cerámicas (Herrera et al., 1980): la Camaní, sin decoración, con superficie habano rojiza, lisa, con ocasional barro rojo cerca de los bordes, existentes para el período que va de los siglos 1 a Vil D.C.; y la de tipo Nofurei sobrepuesta cronológicamente a la anterior , decorada, generalmente con baño rojo zonificado (lo cual la hace parte del horizonte Polícromo), que se encuentra para un período que va de los siglos IX a XVI, de nuestra era. Lathrap et al. asocian la tradición Camaní a los pueblos Yarinacocha, colonizadores de várzea propicia para la agricultura y la horticultura, tal como señalamos anteriormente.
Los desgrasantes comunes entre Araracuara y La Pedrera son el cariapé y el carbón vegetal. En esta área es frecuente encontrar, a través de todas las fases arqueológicas, la decoración del brillo "negro ahumado" mencionado. Esta práctica, aún utilizada, permite impermeabilizar y brillar recipientes para líquidos, con resinas vegetales ahumadas (Reichel de von Hildebrand, 1976 b).
La extensa tradición cerámica del medio y bajo río Caquetá indica, por la gran amplitud y profundidad de sus yacimientos, que ya desde comienzos de nuestra Era esta región se encontraba densamente poblada por grandes concentraciones humanas, las cuales llegaron a tener organizaciones muy complejas, de tipo cacicazgo. Estas poblaciones utilizaban estacionalmente varios ecosistemas al tiempo, complementando la caza ocasional y la recolección, con productos de la agricultura y con los recursos de la pesquería en los ríos de aguas "blancas". Se podría suponer que fueron abundantes los cultivos de maíz en algunas tierras ribereñas de los ríos Caquetá y Putumayo, y que la yuca fue la base de la subsistencia en las áreas aledañas. Los raudales, como fronteras naturales de diversas especies animales, fueron sitios estratégicos que marcaron hitos territoriales a los grupos humanos que los controlaron.
Fuentes de aprovisionamiento y manejo ambiental
En la región amazónica colombiana existen afloramientos rocosos del Escudo Guayanés. Se observan allí diversas formaciones geológicas, escalones y cerros que interrumpen la planicie y originan raudales en los ríos. Estos sitios fueron utilizados como fuente de aprovisionamiento de material lítico, tanto por los cazadores y recolectores, como por los horticultores, que tallaban con él sus hachas, raederas, raspadores, morteros, machacadores y demás utensilios de piedra. Asegura Tastevin (1923), viajero francés de comienzos del siglo XX, que los antiguos pobladores de la región de Tefé (Brasil) iban hasta el área de La Pedrera (bajo Caquetá) por el material lítico que necesitaban para la confección de sus instrumentos de trabajo.
En algunos de los sitios con tales afloramientos, como en el área del Vaupés, existen petroglifos y pictografías asociados con "negociaciones y sistemas de contabilidad de recursos de caza y pesca de los nativos (Reichei Dolmatoff, 1979). Según este autor, con las pictografías se marcaban los "intercambios" e intercesiones con los conjuntos de animales objeto de caza, mientras con los petroglifos se llevaba una enumeración sobre los tipos de pesca realizados.
Entre las culturas de la Amazonia se sabe que en las bocanas y en las cabeceras de los ríos, así como a lo largo de las diversas corrientes de agua, tienen lugar diferentes fases de la reproducción de los peces y de animales como las tortugas. Esto llevaría al establecimiento de ciclos de utilización humana de tales fuentes de proteínas, según los diferentes accesos estacionales a dichos recursos; conduciría al desarrollo de la simbología intra y subacuática de los aborígenes amazónicos, así como permitiría la definición de diferentes estrategias de .1 n de áreas, riberas y fuentes ¿ uso y conservación acuáticas, asegurando el desarrollo de las cadenas tróficas que sostenían peces y tortugas y otros animales acuáticos en cantidades adecuadas.
Al desbordarse y resbalarse periódicamente los ríos, los peces se internan en la floresta, comiendo diferencialmente frutos y material orgánico: esta alimentación permite su consumo o los convierte en dañinos para el hombre, en diferentes épocas o estaciones. La ubicación de los peces en las cadenas tróficas de la flora y la fauna se da en relaciones muy complejas, que el indígena conoce detalladamente. El acopio de información sobre las dinámicas reproductivas de animales necesarios para su sustento formó parte, desde entonces, del acervo intelectual del nativo amazónico.
En los ríos de aguas "blancas" viven peces y mamíferos de gran tamaño, los cuales eran consumidos por los indígenas. Se ha dicho que hay mayor profusión de especies y poblaciones en estas corrientes, por la riqueza general de los nutrientes y la menor acidez de sus aguas aunque en ciertos trayectos de ríos de aguas "oscuras" o "mixtas" (ácidas y pobres en iónes inórganicos) hubo y hay abundancia de peces allí donde las condiciones locales enriquecen el medio acuático. La cantidad de peces tiende a aumentar en las confluencias de las aguas blancas y 11 oscuras al nivelarse su acidez y turbidez y al incrementarse, por ende, el fitoplacton (Cousteau & Richards, 1985:74; Fittkau y Klinge, 1973). Hasta hoy, cada etnia posee un complejísimo legado de sistemas clasificatorios de los peces que caracterizan las aguas de las regiones en que ellos y sus ancestros han habitado; conocen sus diversas especies, su alimentación particular, y su ubicación. Así, en la Amazonia, durante los períodos de invierno, algunas llanuras de inundación de los ríos permiten a los indígenas "cultivos de peces (Chernela, 1984), al tiempo que en las playas se procede a la captura de tortugas y a la obtención de sus huevos, así como la caza de otros animales. De acuerdo con su posición, las llanuras amazónicas presentan generalmente tres planos de terrazas inundables (PRORADAM, 1979, en Botero, 1980: 132) con diferentes fases de inundación, determinándose así el tipo de cultivo que ha de ocuparlas ,y el ciclo de las cosechas. Estas inundaciones se producen con alternancias de períodos de seis meses, o de uno, cinco o diez años.
La experiencia enseñó a los grupos hortícolas que los suelos y los microhábitats, tienen estructuras y dinámicas diversos, y que las plantas y animales residentes en ellos establecen relaciones complejas, de variada regularidad. En cada micro habitat los aborígenes aplicaban una técnica de uso diferente, manejando, con un cierto control de los sistemas, el impacto ambiental. En las áreas de cultivo, bien en sus chagras o en los frutales circundades a las viviendas, utilizaban pequeños espacios para la regeneración de ciertas especies útiles domesticadas; mientras tanto, en la selva y en los ríos aprovechaban otros microambientes como espacios diferentes, extrayendo el material para su vivienda, su vestimenta, alimentación, recreación y sus manifestaciones artísticas. En las chagras se sembraba más de un centenar de plantas diferentes, reproduciendo la arquitectura multiestrata y pluriespacial de la selva. Unas plantas se sembraban en suelos arcillosos, otras en suelos arenosos, unas de manera lineal (Le coca) y otras de manera radial, o en espiral, o de manera dispersa, según sus demandas específicas. (El sitio de la chagra debe tener ciertas características topográficas muy precisas, así como el sitio de habitación ya que no es en cualquier parte que estas condiciones se encuentran concentradas.)
La calidad de los nutrientes varía entre la bocana y la cabecera de las quebradas y los ríos, y entre los diversos microhábitats selváticos. Por ello los indígenas establecieron una discriminación jerarquizada del control de estos sitios. En el occidente amazónico, los peces, como las tierras, suelen aumentar su productividad en el área de las bocanas, sobre todo donde hay confluencia de aguas "blancas"; mientras tanto, en el piedemonte amazónico las áreas de las cabeceras son más ricas en nutrientes, por su proximidad al área andina.
En la Amazonia se difundió un patrón general de población sobre un modelo fluvial, jerarquizado. Los grupos más fuertes, o de rango superior, se asociaron a las bocanas sobre los ríos de aguas blancas";y los inferiores, a las cabeceras de ríos de aguas oscuras . La imagen de la anaconda o del caimán ofreció, en algunas culturas, la representación para este esquema de segmentación ribereña. Figurativamente, el río es visto como formado por tres franjas: el río mismo y sus dos riberas, ya que tierras y agua suman el conjunto aprovechable. Ríos y quebradas afluentes son asociados por los indígenas a sitios concretos de pesca y caza; y estos pertenecen al área étnica que los cuida y los explota.
Cognición, preservación ambiental y modo de producción maloquero
Los manejos de la información relacionada con los ciclos climáticos, botánicos, zoológicos, meteorológicos, fitoquímicos, edafológicos y astronómicos, constituyen un legado de gran vigencia para las poblaciones amazónicas. Las muestras de suelo estudiadas, y la interpretación de los sistemas biológicos actuales, evidencian la extensa y milenaria intervención humana en la naturaleza. Esta es resultado del usufructo temporal o permanente de ciertas áreas, mientras la consciente no explotación de ciertos biotopos de soporte permitía la regeneración de la arquitectura selvática. La no intervención es, en veces, más compleja de realizar que la misma intervención. Los indígenas desarrollaron agudos mecanismos para obtener información ambiental, enviando observadores periódicamente a ciertos habitats, para documentar los cambios del entorno. En muchos de estos sitios se hacía pagamento"a los "dueños" de la naturaleza, por su trabajo".
Como evidencia de los medios modificados por el hombre, se han encontrado en la Amazonia suelos oscuros (terras pretas), antropogénicos. La presencia de cerámica en ellos permitiría concluir que se trata de suelos de vivienda y de cultivos, de poblaciones de la fase hortícola y cerámica. Aunque en la literatura sobre el tema se ha enfatizado acerca de que estos suelos son sólo resultado del manejo de campos de cultivo (por la quema y siembra multiestrata que enriquecería la tierra), es probable que los antroposoles más ricos en material orgánico hayan sido producto del propio sitio de la vivienda. Y ello se explica por cuanto, tras ocupaciones recurrentes, los suelos del interior de las malocas se habrían enriquecido con cenizas de los fogones, con cuerpos humanos sepultados, y variado material orgánico y mineraL remanente tanto de los alimentos (animales y vegetales), como de los procesos de su elaboración, así como con el material vegetal de la vivienda (postes, hojas, bejucos) y desechos de utensilios. En el exterior inmediato de la vivienda, a su vez, se sembraban diversos frutales, se arrojaban desechos de manufacturas y estiércol humano, enriqueciéndose así los suelos del entorno.
Desde la época de los cazadores, pescadores y recolectores, la tierra de los sitios de vivienda se fue enriqueciendo, por cuanto las pautas de ocupación semicíclica, conllevaban una incorporación periódica de material orgánico al medio a medida que se extraía otro. Estos sitios de vivienda abonados se convirtieron en suelos fértiles para el crecimiento de ciertas plantas, como algunos frutales y gramíneas, en fases posteriores de su regeneración.
Nuestro concepto de abandono"en la agricultura migratoria de talay quema" no es similar al del indígena. Este usó de manera continua, pero diferenciaL las fases de regeneración forestal, en sus ciclos de aprovechamiento del medio intervenido. Paulatinamente obtenía distintos recursos en cada fase ecológica. Así, el abandono de la tierra cultivada o de los sitios de vivienda es relativo, ya que de ellos se extraían continuamente recursos y se reutilizaban periódicamente sus espacios. Ciertas áreas no eran intervenidas conscientemente, por ser consideradas estratégicas para el mantenimiento de otros microhabitats en explotación, ya que los indígenas concibieron el entorno en su totalídad, como un sistema de mosaicos de biotopos interrelacionados. Estos debían ser respetados para garantizar la vida humana. El chamán, con la posesión de la información ambiental, "dialogaba" asumiendo metafóricamente la forma de caimán, anaconda, jaguar, gavilán, murciélago, etc., según el biotopo con que "negociara".
Tras el desarrollo de la horticultura y la adopción de tal base de subsistencia por una gran parte de los grupos amazónicos, se convirtió en práctica común el ecotipo de "talay quema", o "tumba y quema", de la "agricultura itinerante tropical", descrito en el aparte sobre cacicazgos y desarrollos regionales. Este sistema, caracterizado por la rotación de siembras en pequeñas parcelas, permite un relativo "descanso" de la tierra al variar las sucesiones de regeneración selvática y de rastrojos, que posibilitaban el mantenimiento de la arquitectura selvática. Si bien la parcela se dejaba descansar ,al no sembrarse más en ella maíz o plátano, en la práctica cada rastrojo se seguía utilizando, extrayéndose de él, durante años, alguna cantidad de yuca, y ciertos frutos, maderas, lianas, y otros productos de ciclos más largos o demorados. La chagra, el rastrojo y los sitios de vivienda "abandonados" siguen, de tal suerte, siendo utilizados por los indígenas como laboratorios o "fábricas" en diversas fases de producción. Las cosechas, frutos y materiales obtenidos eran de quien tumbó el monte y sembró, pues él era el "dueño" temporal; como también lo eran de quien negoció" chamanísticamente el "cuidado" del sitio, con las fuerzas o "dueños de la naturaleza". El concepto de "territorio de cada etnia comprendía entonces no sólo el área demarcada por la ocupación socio política, sino también el sector que cuidaba con " pago" de pensamiento y con vidas humanas, es decir, el área que preservaba ecológicamente.
Los indígenas desarrollaron sistemas cognitivos sobre la información de los distintos biotopos y microhábitats. Simbólicamente, consideraban los microhábitats como unidades de malocas, guiadas por sus "dueños de la naturaleza" o 'Jefes de la maloca y sus "asistentes y "parientes". Toda intervención del medio ante todo si se afectaban plantas cuyos frutos fueran obtenidos por competencia entre diversos animales era concebida como una "negociación" entre humanos y "dueños de la naturaleza Esta última era vista como una fuerza que trabajaba gastando energía, y por lo tanto la utilización humana de cualquier elemento del entorno debía ser precedida por una consulta mental y espiritual con la naturaleza. Una vez permitido el uso, se pagaba con pensamiento, coca, tabaco o vidas humanas, reemplazando la energía extraída. El endo y el exo canibalismo eran por lo tanto, parte del sistema de intercambio de vidas y muertes, según estos indígenas.
Tras escoger, al interior de su territorio ancestral, un área que tuviera las características de suelos y geomorfología deseadas, y que no perteneciera a un grupo enemigo, los indígenas procedían a tumbar la vegetación y a quemar el sitio para establecer las chagras y construir las malocas o viviendas. Las chagras no son de gran tamaño en la actualidad (tienen aproximadamente dos hectáreas) pero es posible que antes de la Conquista se abrieran claros de mayor tamaño, ya que la historia oral actual recalca que se tenía generalmente una sola gran
chagra comunal por maloca. Cada una de estas viviendas tenía cerca de 50 metros de diámetro y estaba habitada por decenas, y hasta centenares, de personas. Cada maloca, regida por un "dueño", a su vez dependía de una red de malocas parientes y aliadas para el intercambio y el manejo complementario del medio. Como mecanismo de producción y de reproducción, tanto material como cognoscitivo M grupo, esta dinámica maloquera fue la que rigió la organización básica humana. La estructura maloquera permitía la organización de la producción. Cada maloca era, una unidad productiva, engranada a otras malocas, que producían, consumían y distribuían según su rango organizativo. Se redistribuía el excedente de ciertos productos con unidades que no tenían acceso a ellos. Entre los cacicazgos "mínimos" todo excedente se redistribuia; entre los cacicazgos !máximos" éste se concentraba en las élites.
La aplicación común de modelos agrícolas y hortícolas (o de vegecultura), si bien alteró los ecosistemas primarios en ciertas áreas, buscó conservar la pauta multi estrata de distribución de especies, y mantuvo la diversidad a través M policultivo y la rotación de siembras, repitiendo variaciones de las estructuras básicas naturales. A otro nivel, los indígenas intercalaban, en medio del "antiguo" ecosistema amazónico, cadenas tróficas y sucesiones faunísticas y florísticas antropogénicas, para jugar con las posibilidades del sistema natural, permitiendo cierta acumulación de las especies útiles condumidas o utilizadas por el hombre, sin destrucción del medio.
La rotación de suelos y de cosechas, y la ponderada subutilización de los recursos, tánto en los cultivos como en las áreas de caza y pesca, permitieron un pronto reciclaje de nutrientes y una regeneración productiva que no agotó al medio, ni causó grandes desequilibrios ecológicos. La filosofía y la tecnología conservacionistas de estos aborígenes, que poseían todo un repertorio de etnometodologías de manejo ambiental, les permitieron una sorprendente convivencia ecológica y sistemas admirables de agroecología. Los sistemas de desarrollo de estas sociedades, regidas por el modo de producción maloquero, conducían a la existencia de comunidades basadas en una "opulencia", enmarcadas en la adecuada explotación de un medio abundante con pocas horas de trabajo al día, se satisfacían las necesidades básicas.
Tal desarrollo previsivo a corto, mediano y, largo término, indica la conciencia ecológica e histórica del indígena en su planificación ambiental. Algunos antropólogos han puesto de presente cómo el modelo chamanístico ha sido en realidad una ecopolítica compleja (Reichei Dolmatoff, 1976 1979) que involucra modelos científicos y filosóficos de gran sofisticación y utilidad. Schultes (s.f.) destacó que la exploración y el manejo científico de muchas especies permitió a los indígenas obtener medicinas, narcóticos, venenos y alimentos de gran interés para la humanidad.
Levi Strauss ha indicado en Las Mitológicas, su obra monumental sobre América y las tierras bajas amazónicas, que existe un modelo chamanístico panamerindio común que se articula con adaptaciones y transformaciones locales, según las etnias. Este modelo se basa en una lógica relacionada con el entorno americano, pero con una filosofía oriental procedente de Asia. Hay un manejo dinámico al clasificar elementos de manera dialéctica. Cada etnia escogió una serie de alternativas organizativas, entre otras posibles, y entre todos los amerindios se desarrolló una estructura de pensamientos complementarios, basados en el principio de mantener la calidad humana. Esto se indujo en los grandes progresos culturales, y en los patrones de la no explotación del hombre y del respeto a la naturaleza. El esfuerzo de estas etnias, evidenciado en los procesos desarrollados para conocer y comprender al medio, con un reparto del traba o físico e intelectual, se plasmó en el mosaico de modelos clasificatorios y culturales amerindios.
Es obvio que el auge del sistema agrícola y hortícola maloquero jugó un papel importante en la transformación económica y socio política de los grupos amazónicos. Permitió la formación de poblados o viviendas más nucleadas, aumentó la densidad demográfica y sentó las bases para una diferenciación económica y política entre grupos. A lo largo de las riberas de los ríos de aguas "blancas" se localizaron los grupos más fuertes, con poblaciones sedentarias que cuidarían sus codiciados territorios, apropiados para la agricultura, la caza y la pesca. En estos lugares se formarían núcleos regionales que tendrían una cierta influencia política sobre poblaciones de pendientes. El modo de producción maloquero permitió un manejo propio de la producción y reproducción de estas sociedades.
Estructura sociopolítica maloquera
Se puede conjeturar que en el momento de la Conquista, en la Amazonia residían entre uno y dos millones de habitantes. Esta población habría resultado de migraciones y de adaptaciones a los diversos ecosistemas de la región. Convivían, de tal manera, los complejos cacicazgos agrícolas ribereños y del piedemonte (aquellos asentados en áreas de suelos ricos en nutrientes); los cacizazgos "mínimos" hortícolas, dependientes también significativamente de la caza, situados en áreas ribereñas e interribereñas; y las bandas estacionarias inteffluviales de nómades cazadores, pescadores y recolectores.
En la Amazonia colombiana son pocas las áreas ricas en aluviones apropiados para la agricultura es decir, con alto ph y nutrientes (fosfatos, nitratos) suficientes para desarrollar esta actividad con éxito . Las culturas que residieron en áreas con tales características y las controlaron, tuvieron una especialización diferente a la que poseyeron los demás grupos amazónicos. Aquellos núcleos agrícolas, principalmente situados en las riberas de ríos de aguas "blancas" llegaron, posiblemente desde el segundo milenio antes de Cristo, a la constitución de cacicazgos o jefaturas. La expansión de la agricultura ribereña, y la intensa explotación de las fuentes proteínicas ofrecidas por la fauna acuática, permitirían, con la caza y la recolección, una producción suficiente para mantener a los grupos, así como un excedente para intercambio con otras poblaciones. Sus asentamientos estarían constituídos por conglomerados de varias malocas o casas comunales. Estas albergarían secciones de linajes descendientes de un ancestro común, real o mítico, que controlarían segmentos territoriales de franjas ribereñas. los linajes estarían jerarquizados por rangos sociopolíticos simbolizados en objetos suntuarios y en la disposición (o control) de ciertos recursos escasos. Viviendas dispersas se hallarían en ecotopos frágiles de selva y montaña, pero estarían sin embargo, interrelacionadas en redes de intercambio y comunicación, guiadas con un patrón común de manejo ambiental.
Las poblaciones de habla Arawak han sido asociadas frecuentemente, en la literatura antropológica, con las sociedades del complejo agrícola, como las proto Maipureas procedentes del Amazonas medio (Lathrap, 1970). Es factible que aquellos grupos estuviesen asentados en las riberas de los grandes ríos, mientras los demás serían inter ribereños. Muchos de ellos, menos los nómades como los actuales Makú , tendrían malocas o casas comunales; estos últimos habitarían sólo en campamentos estacionales., Los Makú, que luchaban arduamente por no sedentarizarse ni jerarquizarse son los grandes conocedores de la selva y posiblemente sus más antiguos habitantes. Han acumulado conocimientos científicos, especialmente zoológicos y botánicos, que con alguna frecuencia las sociedades hortícolas no poseen. Intercambian recursos y trabajo con las sociedades hortícolas (Silverwood Cope, 1972).
Tal como lo señala Carneiro (1974), las poblaciones establecidas en las riberas de los grandes ríos de aguas "blancas" dependen más de la horticultura y de la pesca que de la caza y la recolección; mientras que, inversamente, los grupos inter ribereños dependen más de la caza y la recolección, y parcialmente de la pesca, que de la horticultura. Consecuentemente, la especialización cognoscítiva de los grupos variaría de acuerdo con este hecho, también serían distintas sus cosmologías ya que en ellas se plasman sus sistemas referenciales espaciotemporales y los ecosistemas que utilizan , así como sus pautas de asentamiento.
Los habitantes de los ríos de aguas
Y "mixtas vivirían en asentamientos más dispersos, pues ni las tierras ribereñas, ni la fauna que es posible extraer de tales aguas, permiten una densa población sedentaria. Su base económica estaría apoyada en mayor proporción en la caza, la recolección y la pesca, y se complementaría con la horticultura itinerante. Sus asentamientos serían más pequeños; las malocas se abandonarían aproximadamente cada diez años para construir otras, en un circuito territorial que acompañaría a la recolección y la caza, así como a la rotación de campos de cultivo de baja intensidad productiva.
La estructura sociopolítica de los grupos hortícolas iniciales sería de tipo cacicazgo "mínimo" (Carneiro, 1981), en el sentido de pequeños grupos semisedentarios, con la autoridad en cabeza de uno de sus miembros, para cada unidad local, sin jefe máximo para todas las unidades. Tal cabeza estaría acompañado por el chamán, especialista en llevar la contabilidad del grupo en sus relaciones con el ecosistema, en un manejo ritual, científico y filosófico y los cantores bailadores y guerreros. Las cosmologías que articulaban estos grupos a su vida, proveían el esquema clasificatorio de sus espacios de uso en la selva y en el río, en sus áreas de vivienda y en sus cultivos, demarcando sus estrategias de planificación regional a corto y largo término. Las maneras como percibieron y representaron la geometría del espacio, implicaban la existencia dialéctica de universos multiestratificados, hecho que permitió la transformación dinámica de flujos de información sobre planos multidimensionales cosmológicos.
En tales sociedades se hizo necesario ir especializando a cada adulto y a cada niño en la acumulación de información sobre los ecosistemas (y la historia del grupo), pues estos enormes y complejos medios no podían ser manejados fácilmente de manera individual o improvisada. Se desarrollaron formas cotidianas y ceremoniales para establecer las expresiones de solidaridad (la que se recreaba incluso alrededor del juego) y en el seguimiento de las pautas comunes de cuidado del entorno. Los chamanes velaban por mantener vigente y viva esta conciencia. Mientras tanto, el jefe o cabeza se dedicaba a la administración de las relaciones primarias entre la gente. El debía pertenecer a ciertos linajes, para tener ese cargo. Este jefe tenía, la función de redistribuir los recursos básicos entre la comunidad. A él se le entregaban los excedentes y, a su vez, él los repartía entre los suyos, o entre sus aliados. Esto se hacía generalmente de manera ritual, enfatizando la solidaridad y diferencias entre las incipientes jerarquías del grupo. La comunidad estaba compuesta por conjuntos de parientes y aliados que mantenían vínculos de cooperación para la producción. No había relaciones de explotación de unas élites hacia los demás, y si bien los grupos se encontraban ya en ciertos niveles de jerarquización, se articulaban en un ambiente de bienestar general.
La generosidad del jefe o cabeza, así como su don oratorio y sus cualidades para convencer, ante todo con inducciones positivas, configuraron un modelo sociopolítico intermedio entre el igualitario de las bandas y el jerarquizado de las jefaturas con ciertas manifestaciones de estratificación. Este último se logró cuando el desenvolvimiento entre la evolución tecnológica y económica permitió mayores poblaciones, más complejas y con mayores especializaciones en su interior.
Un grado más avanzado de especialización intragrupal se lograría justamente cuando estas sociedades llegan al cacicazgo "medio". Entonces existirían roles diferenciados para los distintos jefes, artesanos, comerciantes, guerreros, administradores y chamanes, accediendo cada uno de ellos al dominio de diversos tipos de conocimientos según su posición entre los clanes cónicos de linajes segmentarios, jerarquizados. Ya para ese momento la fusión entre los grupos en torno a las actividades de sus gobiernos, y la limitación ambiental, debido al aumento de población, induciría migraciones, guerras y redefiniciones de etnias.
Entre estas sociedades amazónicas, las danzas y la música se desarrollaron de manera formidable bajo la guía de cantores especialistas, llegando a serparte imprescindible de la comunicación social y ritual. Flautas dobles de pan, maracas, pitos y cascabeles se unían a cantos y silbos de gran sofisticación. Sus adornos y artefactos de madera, su cestería y su arte escultórico y pictórico, señalaban una gran riqueza ¡cónica en la cultura material. Se desarrollaron técnicas corporales, gimnásticas y de trabajo, llegando a ritualizarse expresiones comunicativas de danza y de guerra.
Los grupos amazónicos con cacicazgo "máximo" ante todo en el piedemonte y en las planicies inundables de aguas "blancas" , impulsaron sistemas agrícolas intensivos (Denevan, 1966). Se producía un contraste con las sociedades de cacicazgo 11 mínirno" que, a su vez, tendrían menor especialización entre sus individuos y una agricultura más extensiva que intensiva, caracterizada por cultivos más de tipo vegetativo que por la cultura de plantas exigentes en nutrientes.
Entre los antropólogos abundan los debates teóricos y metodológicos sobre las técnicas agrícolas, la capacidad de sustento de la tierra amazónica, y la cantidad de proteínas que era posible extraer del medio, así como la relación de estas sobre las pautas de asentamiento y de densidad demográfica. Sólo excavaciones estratigráficas, y un trabajo arqueológico que localice en un marco espacio temporal los sistemas sociales que se articularon en la Amazonia, darán una visión más objetiva del poblamiento precolombino en la región.
Una vez poblada toda la Amazonia, la rivalidad por territorios de caza, pesca y horticultura fue intensa, y se expresó en guerras y contiendas. Las formas de batallar eran ritualizadas. Ciertos hombres (a veces sólo los guerreros u otros grupos de adultos) combatían con lanzas, arcos y flechas, o con garrotes y macanas de madera muy dura, y se protegían con escudos de cuero de danta o de madera. En algunas oportunidades el combate se producía entre gente de una y otra maloca, o unidades de estas, y se realizaban unos combates de manera ritual, cara a cara. En ciertos casos de venganzas había contiendas y escaramuzas, y se organizaban expediciones que emboscaban a las víctimas (a las que, en veces, también se les daba alimentos envenenados, o se las garroteaba mientras comían). La venganza personal siempre involucraba el apoyo de hermanos y parientes, convocándose, según el caso, al grupo doméstico de la maloca o al segmento de linaje al cual perteneciera el agraviado, en una verdadera contienda social entre unidades iguales. Organizaba la lucha entre los contendientes el hombre que portara la representación del grupo máximo, a quien posteriormente se llamaría "capitán". Estos "capitanes",según su rango y orden de nacimiento, eran de linajes mayores" o "menores" , especializados en el manejo de las unidades maloqueras. Cada maloca era dirigida, a su vez, por 'Jefes de maloca".
Las poblaciones estarían vinculadas por relaciones de guerra y hostilidad, con algunos grupos, mientras con otros las tendrían de alianza y amistad. Parece que existía una práctica, tanto entre los Karib como entre las sociedades agricultoras de los grandes ríos, de tomar como esclavos o sirvientes a ciertos grupos considerados inferiores, y de intercambiar seres humanos cautivos, además de esposas; había también rasgos de canibalismo ritual, ante todo en el área de piedemonte.
La guerra era asunto de hombres y sólo raras veces involucraba el rapto de mujeres o de niños. Con la conquista ibérica, ciertos grupos indígenas se dedicaron al intercambio de seres humanos por mercancías. Los indios veían esta entrega de sus congéneres como "pago",mientras los portugueses utilizaron el sistema para obtener esclavos para las plantaciones de las Antillas y el Vaupés.
Cuando la tensión se producía al interior de la maloca, tanto el 'jefe de la maloca ¬como los chamanes intentaban su manejo de diversas maneras. Para ello habían descubierto sofisticados mecanismos de conciliación y mediación. Un buen chamán prevenía los problemas, los veía de antemano y los evitaba. En caso de estallar los conflictos, se manejaban ritualmente, de modo interpersonal, o intervenía el chamán como mediador, dándoles una interpretación cosmológica, para ofrecerle una lección al grupo. En otros casos, bailes y ceremonias permitían evitar conflictos. Si las soluciones pacíficas no eran factibles, se producían las guerras, dirigidas por los jefes de los grupos y los capitanes . Pero el arte de los jefes y chamanes era el manejo de la paz, ya que el bienestar social dependía del control de la ira y la prevención de la guerra. Constantes bailes, ceremonias públicas y rituales inter e intragrupales, permitían una actualización de la información comunitaria, el alivio de tensiones, y la participación en vivencias sociales y cosmológicas. El espíritu de colaboración, los trabajos comunales, los juegos y el sistema de contra prestaciones constantes, mantenían la solidaridad de los grupos. Las mujeres, los niños y los hombres participaban en todas estas actividades y vivencias. Sólo en algunos ritos masculinos y femeninos de iniciación a conocimientos especializados se aislaba temporalmente a unos de otros.
De tal manera, cautelosamente, se manejaban las actividades de las personas, asignándoles y administrándoles sus tareas diarias y rituales, canalizando energías y limando asperezas. Después de los conflictos, la armonía básica se restablecería con restricciones alimenticias y sexuales. El retiro de la solidaridad del grupo a su líder, o el abandono de la cooperación con un individuo, induciría a corregir los comportamientos percibidos como desviados o inadecuados; pues aquellos desprotegidos del apoyo social se verían forzados a abandonar el grupo, lo que los arrojaría posiblemente. a manos de enemigos, o a la imposibilidad de sostenerse sin la colaboración comunitaria.
Cosmología y política ambiental
Los modelos de planificación ambiental que se propagaron bajo el control vigilante de los chamanes, mantenían a las sociedades en una adaptación positiva al medio y en un sistema dinámico de permanente asimilación y análisis de información.
Los grupos que realizaban prácticas bioculturales no viables o no adaptativas, o desaparecieron, o debieron desarrollar otros modelos positivos. Los conflictos entre grupos significaron también una lucha entre cosmologías y maneras de concebir el orden humano y universal. Las relaciones de los grupos amazónicos entre sí, y entre ellos y los grupos de la región andina, caribeña o M sureste, fueron constantes desde épocas prehispánicas. Por ello, se observa que estructuralmente cada cultura es como una pieza del rompecabezas cognoscitivo de América y del esquema de su concepción conservacionista. Estas sociedades frías",no involucradas en la explotación despiadada del medio ni de sus congéneres entendieron la función del trabajo humano sobre la naturaleza para utilizarla sin destruirla, y para no arriesgar la calidad de la relaciones humanas en la organización misma del trabajo y del placer.
La comunicación, tanto por los ríos como por las trochas a través de la selva, permitió a los indígenas difundir la experimentación constante de diálogos de intervención. Esto condujo a la acumulación de conocimientos sobre las características del medio ambiente y su dinámica, y sobre alternativas de organización social.
Se puede concluir que, tanto por la gran diversidad de especies de flora y fauna, como por la complejidad y fragilidad de los ecosistemas amazónicos, los aborígenes se vieron excepcionalmente estimulados para crear diversos modelos de adaptación. Tal diversidad les ofreció un laboratorio sin par, en el que desplegaron soluciones y fórmulas para su medicina, alimentación, recreación y vivienda, su organización económica, política y social, así como para su arte y su filosofía.
El conocimiento de los patrones y la dinámica de la naturaleza les permitió establecer complejas estrategias, que utilizaron en sus organizaciones sociopolíticas. La naturaleza, con sus estructuras, es "buena para pensar y no sólo para come", como lo expresa el antropólogo Lévi Strauss. Su arquitectura se plasmó en el complejo de la cosmología aborigen.
Se establecieron modelos cosmológicos e históricos de mundos o niveles superpuestos, de un universo multiestratificado, y a la vez se asignaron a todas las energías vitales lugares en el contexto del entorno humano. Se concebía el tiempo a largo, mediano y corto plazo, lo que permitía un conocimiento histórico y ecológico para lograr una intervención humana adecuada en el medio amazónico y en el universo. Los hombres se consideraban responsables de todos sus actos, y hasta la más mínima actividad debía ser estudiada y "negociada¬con el universo.
Este reto intelectual llevó a los aborígenes a la estructuración de un acervo de conocimientos exactos sobre el medio. Y con un marco de milenios, experimentaron y comprobaron modelos de vida comunitaria y de formas sociopolíticas, creando concepciones propias sobre la vida, el orden, el tiempo, el espacio y el poder, así como sobre la familia, el matrimonio, el amor y la muerte.
Pocos conquistadores creyeron que el indio tuviera conocimientos lógicos o científicos, o que ofreciera un modelo civilizador, pues Occidente, con su visión etnocentrista (hija de los griegos y luego de la Ilustración) los clasificaba como bárbaros",seres inferiores con una mentalidad pre lógica, mágica o pre-científica. Otros los veían como hombres puros, inocentes y espontáneos que sobrevivían ingenua mente de los frutos que recogían de la naturaleza. Estas concepciones no correspondían a la realidad histórica que representaban los enormes esfuerzos y logros culturales de las poblaciones amerindias.
Los europeos, para justificar la captura, dominación, muerte o conversión de los aborígenes, los categorizaron como salvajes o caníbales, "gente sin rey, ni ley ni fé" (Clastres, 1974), "carentes" de cualquier sistema de organización sociopolítica o de autoridad, religión o legislación propia, y como víctimas de mentes embriagadas, con cultos y rítos diabólicos (o monótonos) y mitos llenos de ignorancia ancestral. Se les negó el hecho que tuvieran historia o territorios propios. Sus tierras fueron denominadas "baldías".
Al negarle al indio su capacidad civilizadora, o sistemas propios de comunicación y de organización, se buscó integrarlo al sistema occidental de explotación, netamente como fuerza de trabajo. En otros casos se lo exterminó, viéndoselo como un feroz el progreso del blanco y la extracción mercantilista de ciertos recursos de su territorio. Tal desprecio y explotación del indígena, se encuentran aún vigentes en nuestro país.
Desde las primeras incursiones de los conquistadores en la Amazonia, los indígenas que la habitaban fueron excluidos de nuestra historia oficial. Aún así, y a pesar de la violenta persecusión de la cual han sido víctimas, persisten en los territorios colombianos de la región cerca de 70.000 descendientes de aquellos habitantes. Muchos de sus inventos y rasgos hacen parte de la cultura colombiana de hoy.
Al irrumpir los portugueses y los españoles en la Amazonia, el panorama era marcadamente diferente de] actual. Hasta ese momento, América se encontraba densamente poblada. Millones de habitantes articulaban sus identidades en diversas configuraciones sociopolíticas y culturales, en un mosaico de regiones. El contacto y la comunicación eran constantes entre estas sociedades. Sólo después de la Conquista, al ser diezmadas y marginadas, quedarían algunos grupos indígenas relativamente aislados unos de otros.
Diversos viajeros y conquistadores observaron en la Amazonia extensas poblaciones a lo largo de los ríos navegables, ante todo en los de aguas "blancas". Los europeos distinguieron claramente diferencias entre fenotipos de grupos indígenas, así como entre sus lenguajes, arquitecturas, indumentarias, pinturas o adornos corporales, organizaciones sociopolíticas y grados de belicosidad o de resistencia. La primera acción de los conquistadores fue la de intentar "reducirlos" a su forma cultural persiguiéndolos y acorralándolos como esclavos o trabajadores de los nuevos pueblos.
La historia oral actual de cada grupo indígena ha reconstruido profundamente su relación con el blanco, desde ese "blanco de antiguo" hasta el "blanco de ahora no más: el colombiano, peruano o brasileño". La memoria histórica indígena recuerda la domesticación aborigen de cultígenos, y a las etnias ya desaparecidas en un pasado lejano, y la irrupción violenta y cruel del blanco, especialmente del esclavista, del cauchero y del colono.
Actualmente cada grupo ha ce una periodización histórica propia de las relaciones interétnicas, y en particular de las sostenidas con el no indio y el blanco. Las relaciones que mantenían con éste, por estar marcadas por el genocidio y la explotación, contrastan desmesuradamente con las de intercambio, alianza o pautada belicosidad, que sostenían anteriormente con otras étnias indígenas.
No se justifica el desprecio con el que el occidental ha tratado al americano aborigen; y, menos aún, el que tiene el colombiano hacia sus propias raíces americanas. No sobra recalcar sobre los derechos que tienen los actuales indígenas a sus tierras ancestrales, y a seguir articulando sus culturas en el panorama de la nación colombiana.
La contribución de estas poblaciones amerindias ha sido y es enorme, tanto para Colombia como para el mundo. Los indígenas de la selva húmeda tropical experimentaron y desarrollaron conocimientos que hoy son parte de nuestra medicina, farmacéutica, economía, filosofía, literatura, arte, política, arquitectura, biología y astronomía. Aún hay muchas lecciones más que debemos escuchar y defender. Nos ofrecen, además, modelos alternativos de organización social y de manejo ambiental. Todo ello se les debe reconocer, retribuyéndoles respeto y autoridad.