Santa Fe de Antioquia

Museo de Arte Religioso Francisco Cristóbal Toro.   Miguel Salazar.

Puente de Occidente.   Miguel Salazar.

Calle 11 Gómez Plata.   Miguel Salazar.

Texto de: Enrique Santos Molano

Si Medellín no consiguió conservar sino vestigios de su arquitectura colonial, en cambio su venerable vecina, la ciudad de Santa Fe de Antioquia, es una postal de la Colonia. Hasta 1826, Santa Fe de Antioquia, como capital de la provincia, fue la ciudad importante y Medellín la secundaria. Fundada aquella por el mariscal Jorge Robledo en noviembre de 1541, en el valle de Nare, con el nombre de Santa Fe de Antioquia, fue trasladada en 1545 al sitio que hoy ocupa, considerado más favorable al desarrollo de la nueva ciudad y menos expuesto al ataque de los indios. Sin embargo, la ciudad se conoció como Antioquia hasta comienzos del siglo xx, en que para diferenciarla del departamento se reasumió su nombre original de ciudad de Santa Fe de Antioquia.

Situada sobre la margen izquierda del río Tonusco, Santa Fe de Antioquia dista de Medellín 79 km. Desde el momento de su traslado, experimentó un desarrollo vertiginoso y ejerció el papel de ciudad madre de la región antioqueña y de capital hasta 1826, en que el Congreso Nacional dispuso que Medellín fuese la nueva capital de la provincia. Este factor, según algunos historiadores, detuvo el crecimiento de Santa Fe de Antioquia. La extinción del cultivo del cacao frenó su notable desarrollo económico y urbano.

Lo cual redundó en provecho de uno de los patrimonios arquitectónicos más importantes de América Latina. Santa Fe de Antioquia, al congelarse en el tiempo, nos ha permitido apreciar la excelencia de lo que fue la arquitectura colonial, hecho que la ha instituido como uno de los mayores atractivos turísticos del continente.

La descripción que de Santa Fe de Antioquia hizo don Manuel Uribe Ángel en 1885, en los finales de la Federación y en los comienzos de la Regeneración, sirve para hoy, sin cambiarle una coma: “La población está construida a pocos metros de altura sobre el nivel del Cauca, en un plano ligerísimamente inclinado con dirección de occidente a oriente; sus calles son tiradas a cordel, y de regular anchura las más de ellas; sus edificios un tanto parecidos a los de las ciudades viejas del alto Valle del Cauca, exceptuando los de construcción moderna, que tienen el tipo general de la época; su iglesia catedral es de aspecto majestuoso y casi monumental; tiene varios templos más, algunas capillas y un hospital bastante bien servido”.

Sus calles siguen empedradas como en los días coloniales, y en las casas lucen portones enormes y bellísimos balcones. Los turistas no podrán decir que con una visita conocieron Santa Fe de Antioquia. Siempre se encuentra en ella algo nuevo con cada visita. Siempre nos sorprenden, dentro del conjunto colonial prodigioso, sus siete iglesias; su Museo de Arte Religioso; su Museo Juan del Corral; la Casa Consistorial, sede de la Alcaldía; la casa del poeta Jorge Robledo Ortiz, una institución de la raza. Y en la zona rural hay que ver el puente de Occidente, el salto de las Sábanas, el volcán de la Sapera y la Casa de las dos Palmas, que inspiró una bella novela de Manuel Mejía Vallejo.

Si los paseantes quieren vivir unos días, o unas semanas, en pleno ambiente colonial, lo encontrarán en cualquiera de los hospedajes que la añeja ciudad les brinda, pero sustituidas las incomodidades de la Colonia por el confort agradable de un hotel moderno. El Hotel Mariscal Robledo, el Mesón de la Abuela, la Hostería la Casona, el Hotel Lago Antioquia, la Hostería Los Virreyes, la Hostería Mis Ancestros, la Hostería el Village, la Hostería Los Virreyes, la Hostería Rincón de Antaño. Además hay 27,000 santafereños amables, dispuestos a atender y agasajar a sus huéspedes.