- Botero esculturas (1998)
- Salmona (1998)
- El sabor de Colombia (1994)
- Wayuú. Cultura del desierto colombiano (1998)
- Semana Santa en Popayán (1999)
- Cartagena de siempre (1992)
- Palacio de las Garzas (1999)
- Juan Montoya (1998)
- Aves de Colombia. Grabados iluminados del Siglo XVIII (1993)
- Alta Colombia. El esplendor de la montaña (1996)
- Artefactos. Objetos artesanales de Colombia (1992)
- Carros. El automovil en Colombia (1995)
- Espacios Comerciales. Colombia (1994)
- Cerros de Bogotá (2000)
- El Terremoto de San Salvador. Narración de un superviviente (2001)
- Manolo Valdés. La intemporalidad del arte (1999)
- Casa de Hacienda. Arquitectura en el campo colombiano (1997)
- Fiestas. Celebraciones y Ritos de Colombia (1995)
- Costa Rica. Pura Vida (2001)
- Luis Restrepo. Arquitectura (2001)
- Ana Mercedes Hoyos. Palenque (2001)
- La Moneda en Colombia (2001)
- Jardines de Colombia (1996)
- Una jornada en Macondo (1995)
- Retratos (1993)
- Atavíos. Raíces de la moda colombiana (1996)
- La ruta de Humboldt. Colombia - Venezuela (1994)
- Trópico. Visiones de la naturaleza colombiana (1997)
- Herederos de los Incas (1996)
- Casa Moderna. Medio siglo de arquitectura doméstica colombiana (1996)
- Bogotá desde el aire (1994)
- La vida en Colombia (1994)
- Casa Republicana. La bella época en Colombia (1995)
- Selva húmeda de Colombia (1990)
- Richter (1997)
- Por nuestros niños. Programas para su Proteccion y Desarrollo en Colombia (1990)
- Mariposas de Colombia (1991)
- Colombia tierra de flores (1990)
- Los países andinos desde el satélite (1995)
- Deliciosas frutas tropicales (1990)
- Arrecifes del Caribe (1988)
- Casa campesina. Arquitectura vernácula de Colombia (1993)
- Páramos (1988)
- Manglares (1989)
- Señor Ladrillo (1988)
- La última muerte de Wozzeck (2000)
- Historia del Café de Guatemala (2001)
- Casa Guatemalteca (1999)
- Silvia Tcherassi (2002)
- Ana Mercedes Hoyos. Retrospectiva (2002)
- Francisco Mejía Guinand (2002)
- Aves del Llano (1992)
- El año que viene vuelvo (1989)
- Museos de Bogotá (1989)
- El arte de la cocina japonesa (1996)
- Botero Dibujos (1999)
- Colombia Campesina (1989)
- Conflicto amazónico. 1932-1934 (1994)
- Débora Arango. Museo de Arte Moderno de Medellín (1986)
- La Sabana de Bogotá (1988)
- Casas de Embajada en Washington D.C. (2004)
- XVI Bienal colombiana de Arquitectura 1998 (1998)
- Visiones del Siglo XX colombiano. A través de sus protagonistas ya muertos (2003)
- Río Bogotá (1985)
- Jacanamijoy (2003)
- Álvaro Barrera. Arquitectura y Restauración (2003)
- Campos de Golf en Colombia (2003)
- Cartagena de Indias. Visión panorámica desde el aire (2003)
- Guadua. Arquitectura y Diseño (2003)
- Enrique Grau. Homenaje (2003)
- Mauricio Gómez. Con la mano izquierda (2003)
- Ignacio Gómez Jaramillo (2003)
- Tesoros del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario. 350 años (2003)
- Manos en el arte colombiano (2003)
- Historia de la Fotografía en Colombia. Museo de Arte Moderno de Bogotá (1983)
- Arenas Betancourt. Un realista más allá del tiempo (1986)
- Los Figueroa. Aproximación a su época y a su pintura (1986)
- Andrés de Santa María (1985)
- Ricardo Gómez Campuzano (1987)
- El encanto de Bogotá (1987)
- Manizales de ayer. Album de fotografías (1987)
- Ramírez Villamizar. Museo de Arte Moderno de Bogotá (1984)
- La transformación de Bogotá (1982)
- Las fronteras azules de Colombia (1985)
- Botero en el Museo Nacional de Colombia. Nueva donación 2004 (2004)
- Gonzalo Ariza. Pinturas (1978)
- Grau. El pequeño viaje del Barón Von Humboldt (1977)
- Bogotá Viva (2004)
- Albergues del Libertador en Colombia. Banco de la República (1980)
- El Rey triste (1980)
- Gregorio Vásquez (1985)
- Ciclovías. Bogotá para el ciudadano (1983)
- Negret escultor. Homenaje (2004)
- Mefisto. Alberto Iriarte (2004)
- Suramericana. 60 Años de compromiso con la cultura (2004)
- Rostros de Colombia (1985)
- Flora de Los Andes. Cien especies del Altiplano Cundi-Boyacense (1984)
- Casa de Nariño (1985)
- Periodismo gráfico. Círculo de Periodistas de Bogotá (1984)
- Cien años de arte colombiano. 1886 - 1986 (1985)
- Pedro Nel Gómez (1981)
- Colombia amazónica (1988)
- Palacio de San Carlos (1986)
- Veinte años del Sena en Colombia. 1957-1977 (1978)
- Bogotá. Estructura y principales servicios públicos (1978)
- Colombia Parques Naturales (2006)
- Érase una vez Colombia (2005)
- Colombia 360°. Ciudades y pueblos (2006)
- Bogotá 360°. La ciudad interior (2006)
- Guatemala inédita (2006)
- Casa de Recreo en Colombia (2005)
- Manzur. Homenaje (2005)
- Gerardo Aragón (2009)
- Santiago Cárdenas (2006)
- Omar Rayo. Homenaje (2006)
- Beatriz González (2005)
- Casa de Campo en Colombia (2007)
- Luis Restrepo. construcciones (2007)
- Juan Cárdenas (2007)
- Luis Caballero. Homenaje (2007)
- Fútbol en Colombia (2007)
- Cafés de Colombia (2008)
- Colombia es Color (2008)
- Armando Villegas. Homenaje (2008)
- Manuel Hernández (2008)
- Alicia Viteri. Memoria digital (2009)
- Clemencia Echeverri. Sin respuesta (2009)
- Museo de Arte Moderno de Cartagena de Indias (2009)
- Agua. Riqueza de Colombia (2009)
- Volando Colombia. Paisajes (2009)
- Colombia en flor (2009)
- Medellín 360º. Cordial, Pujante y Bella (2009)
- Arte Internacional. Colección del Banco de la República (2009)
- Hugo Zapata (2009)
- Apalaanchi. Pescadores Wayuu (2009)
- Bogotá vuelo al pasado (2010)
- Grabados Antiguos de la Pontificia Universidad Javeriana. Colección Eduardo Ospina S. J. (2010)
- Orquídeas. Especies de Colombia (2010)
- Apartamentos. Bogotá (2010)
- Luis Caballero. Erótico (2010)
- Luis Fernando Peláez (2010)
- Aves en Colombia (2011)
- Pedro Ruiz (2011)
- El mundo del arte en San Agustín (2011)
- Cundinamarca. Corazón de Colombia (2011)
- El hundimiento de los Partidos Políticos Tradicionales venezolanos: El caso Copei (2014)
- Artistas por la paz (1986)
- Reglamento de uniformes, insignias, condecoraciones y distintivos para el personal de la Policía Nacional (2009)
- Historia de Bogotá. Tomo I - Conquista y Colonia (2007)
- Historia de Bogotá. Tomo II - Siglo XIX (2007)
- Academia Colombiana de Jurisprudencia. 125 Años (2019)
- Duque, su presidencia (2022)
Sociedad, Sexo y Violencia
LUIS CABALLERO Sin título. 1984. Carboncillo sobre papel. 194 x 120 cm. Propiedad del artista.
NORMAN MEJIA Autorretrato que Sufre Esperando en el Paisaje. 1965. Oleo sobre lienzo. 129 x 96 cm. Colección Museo de Arte Moderno de Bogotá.
NORMAN MEJIA La Horrible Mujer Castigadora. 1965. Oleo sobre tela. 204 x 147 cm. Colección Propal, Bogotá.
LUCIANO JARAMILLO Pecas, un Animal Extraño, casi una Esfinge. 1962. Oleo sobre yute. 98 x 135.5 cm. Colección Museo de Arte Moderno de Bogotá.
CARLOS GRANADA Uno es Producto del Otro. 1968. Oleo sobre lienzo, 200 x 139 cm. Colección Museo de Arte Moderno de Bogotá.
PEDRO ALCANTARA Si Quiero, yo no, Bastante. 1965. Tinto sobre papel. 49.5 x 68.5 cm. Coleccián Museo de Arte Moderno de Bogotá.
CARLOS GRANADA Flores para un niño muerto. 1962. Oleo sobre lienzo. 89 x 116 cm. Colleción Museo de Arte Moderno de Bogotá.
LUIS CABALLERO Cámara. 1968. Acrílico sobre tela. 245 x 340 x 258 cm. Colección Coltejer, Medellín.
ANGEL LOOCKHARTT Yo el Congo. 1985. Oleo sobre tela. 175 x 100 cm. Colección particular, Bogotá.
LEONEL GONGORA Cenieda. 1974. Oleo sobre tela. 153.2 x 102. Colección Museo de Arte Moderno de Bogotá.
LEONEL GONGORA Icara Triunfante. 1976. Oleo sobre tela. 244 x 198.5 cm. Colección Museo de Arte Moderno de Bogotá.
JIM AMARAL El Hermafrodita. 1978 Gesso, acuarela, acrílico y lápiz sobre madera. 60 x 40 cm. Colección particular, París.
JIM AMARAL De profundis, Silent Red No 47. 1985. Acrílico, óleo y collage sobre madera. 72 x 90 cm. Propiedad del artista.
ANTONIO SAMUDIO Figura. 1968. Oleo sobre yute. 151.5 x 101 cm. Colección Museo de Arte Moderno de Bogotá.
Texto de Eduardo Serrano.
En los años sesenta continúa básicamente el mismo espíritu de vanguardia y de apertura a las corrientes internacionales de avanzada que reinó durante los años cincuenta, prosiguiendo con frescos y enriquecedores aportes, tanto la tradición figurativa como el emergente movimiento abstracto. Resulta especialmente difícil hablar en un sentido histórico de obras tan recientes y de figuras en plena actividad creativa como las que se mencionarán en estos últimos capítulos -esperándose que muchos de sus logros estén aún por realizarse- aunque algunos de sus nombres ya son inamovibles de cualquier recuento de nuestras artes plásticas, por haber participado en forma clara y contundente en el desarrollo de la escena artística nacional.
Dentro de la figuración, por ejemplo, se agudiza el ímpetu expresivo. hasta llegar a un nuevo clímax con la pintura de Norman Mejía, Luciano Jaramillo y Carlos Granada y con el dibujo de Augusto Rendón y Pedro Alcántara; artistas que distorsionan con ferocidad sus personajes buscando conmover y producir sentimientos y emociones que, en el caso de los tres últimos, se hallan estrechamente vinculados con argumentos políticos. Esta furiosa desfiguración -reminiscente de la pintura pesimista y desesperada del artista británico Francis Bacon quien participó en la Bienal de Sao Paulo de 1959, extendiéndose el influjo de su obra con insólita rapidez por toda América Latina- toma en Colombia una gran fuerza como lo patentizan los premios que reciben varios de los artistas mencionados, no sin provocar agrias discusiones, en el Salón Anual de Artistas Colombianos (cuyo nombre cambió por Salón de Artistas Nacionales a partir de 1967)1.
Norman Mejía (Cartagena, 1938) pinta en sus comienzos figuras desgarradas de colores gris, negro y rosado, las cuales producen inusitado impacto por sus connotaciones viscerales y sexuales, así como por su ejecución fuerte y sugerente. Más adelante el artista confronta aún más libremente la pintura, no sólo ampliando su paleta, sino también pasando sin reatos de la figuración a la abstracción y de vuelta a una y a otra, haciendo manifiesta su voluntad de describir en primer término estados internos de sensibilidad. Su trabajo incluye algunas veces juegos de palabras, pero sin buscar referencias anecdóticas sino más bien la proyección de sensaciones y experiencias sicológicas, subrayando también en esta forma el carácter subjetivo, introvertido y hermético de su producción.
Luciano Jaramillo (Manizales, 19381984), después de una figuración de línea enfática cuyo acento expresionista se incrementa prontamente, se acerca por un tiempo a la abstracción trabajando con colores sobrios y entonados en cuadros de textura espesa y áspera sobre la cual traza grafismos duros y nerviosos, realizados con el cabo del pincel. En sus obras posteriores sin embargo, ceden los empastos, se ajustan las figuras y la ejecución se hace más gestual, mientras el artista va "afilando" su crítica y su burla a convenciones sociales y pictóricas, e infundiéndole a su obra un aire chocante y agresivo a través del cual impugna la superficialidad y vanidad de la sociedad contemporánea.
Carlos Granada (Honda, 1933), por su parte, también hiere y deforma sus figuras, con el objeto explícito de sacudir, de molestar, de cuestionar al observador por medio de la presentación cruda e hiriente de aspectos negativos de la realidad. Pero la violencia de sus cuadros además de temática es pictórica, puesto que confronta el lienzo con enérgicos brochazos y con colores fuertes, contrastantes, constituyendo un poderoso llamado de atención de manifiesta orientación política, que el artista puntualiza con la observación de que su "compromiso no es con ningún grupo sino con la problemática del país"2. Granada ha tratado también frecuente y francamente el tema erótico, en pinturas de argumentación tanto sexual como social.
Sus trabajos enfatizan las propiedades físicas del óleo a través de empasto, gesto y veladuras, mientras que su composición varía con cada obra, resultando a menudo inesperada, dado su desdén por el orden y la simetría en favor del sentimiento y la espontaneidad. En ocasiones el blanco del lienzo o del papel permanece como fondo, insinuando un ámbito infinito, de donde emergen entre transparencias y brochazos las imágenes, y en el cual se desarrollan sin obstáculo sus ademanes de ternura, de angustia o de liberación.
Augusto Rendón (Medellín, 1933) trabaja en un comienzo como pintor y dibujante, pero se dedica al poco tiempo a hacer grabado, contándose -como ya se ha mencionado- entre los rescatadores de esta técnica, y entre los iniciadores del auge que ella cobraría en la década -de los años setenta. La más amplia difusión que le permite la obra múltiple, se acopla perfectamente con su intención proselitista, mientras que la figura recia y poderosa del caballo va adquiriendo clara prominencia y dimensión simbólica, que el artista confirma cuando expresa que "el caballo representa al ser oprimido que se revela hasta de aquel que la monta"3. Pedro Hanné Gallo (Bogotá, 1930-1968) es igualmente un artista que se distingue en los años sesenta por su trabajo en xilografia, litografía y sobre planchas de metal, medios que empleó para interpretar temas populares de tendencia indigenista.
Finalmente, desde los primeros dibujos que presenta Pedro Alcántara (Cali, 1943) se patentizan varias actitudes permanentes en su obra: la experimentación técnica, la arbitrariedad formal y la temática violenta, referida esta última al acontecer político del país. El horror y la crueldad se enfatizan en su obra a través de grotescas distorsiones y de una realización bastante libre, en la cual líneas y manchas colaboran creando escenas, bien, patéticas, bien, atemorizantes, pero siempre intensas y sobrecogedoras. Más tarde aparece la inspiración precolombina; y el artista se dedica también a trabajar en el grabado, técnica en la cual realiza a partir de los años setenta una prolífica y punzante producción, con una temática similar a la de sus dibujos, pero con el aditamento sobrio y medido del color.
Otro artista que surge en los años sesenta con clara influencia baconiana es Luis Caballero (Bogotá, 1943), cuyos primeros óleos sobre papel presentan grandes y enérgicos desnudos entre manchas de notorio gestualismo y en actitudes expresivas, como de desesperación. Poco más tarde, sobre lienzo y utilizando tonos verdes y rosados el artista hace aún más explícita la intención sexual que caracteriza su obra hasta el momento. Y ya a finales de la década, con un dibujo de línea vigorosa y utilizando un vivo colorido (azules y amarillos) representa figuras poderosas y directas, mientras empieza a definirse otra constante en su trabajo: la inequívoca alusión a la pintura de los grandes maestros de la historia.
Durante la década siguiente Caballero reduce dimensiones, calma su color y se concentra en la interpretación de figuras -sin rostros, pies o manos definidos- en dibujos que combinan éxtasis místicos y sexuales. En esos años comienza a trabajar del natural, adquiriendo gran dominio en la representación del cuerpo humano en las más variadas posiciones y en ademanes cargados de emociones y energía, evidenciando, tanto la intención de conmover con la sexualidad, como el goce erótico implícito en la ejecución de cada obra. Sobre este último aspecto el artista ha hecho el elocuente comentario de que "un desnudo se debe pintar sensualmente, eróticamente, amorosamente. Con semen y no con trementina"4.
En los últimos años Caballero se ha limitado a la representación de hombres jóvenes, atléticos, yacentes, cuyos rostros son ya reconocibles y cuyas expresiones sugieren trances, bien de sexo, o bien de muerte. La violencia, la sangre, el sufrimiento, se han apoderado de sus lienzos, mientras las figuras se amontonan en dramaticas orgías y en estados de tristeza y de deseo. Caballero pinta con pasión -y de ahí sus recientes alusiones a la turbulencia del Romanticismo5- consiguiendo emocionar no sólo con el tema sino principalmente, con la proyección vehemente y franca de sus convicciones sobre el arte como medio de expresar sentimientos y actitudes.
También dentro de la tendencia expresionista aparecen en los años sesenta los trabajos de Angel Loockhartt y Luis Paz, quienes acuden así mismo a la desfiguración y al énfasis respecto al medio utilizado para recalcar el contenido de sus obras. Angel Loockhartt (Barranquilla, 1933) pasa de un período de acento informalista a realizar autorretratos, retratos y bodegones -motivos recurrentes en su producción para adentrarse posteriormente en temas tanto eróticos como de índole social relacionados la mayor parte de las veces con personajes marginados como hampones, prostitutas y travestis. En 1977 el artista vuelca en el pigmento su ánimo expresivo, dando inicio a la serie de Los Congos (una danza de raíces africanas tradicional del Carnaval de Barranquilla) cuyo rico colorido representa con gestos fuertes y resueltos, y con pincelada espesa aplicada con enérgica cadencia Luis Paz (Cúcuta, 1937), por su parte, ha sido primordialmente un grabador de gran dominio técnico, que ha utilizado con frecuencia "slogans", imágenes y logotipos publicitarios para punzantes comentarios de índole política, especialmente referidos a la ingerencia extranjera en la vida del país.
No toda la figuración de los años sesenta, sin embargo, se orientaría hacia temas sociales y políticos y hacia la interpretación de la violencia, sino que se haría igualmente manifiesta en obras tan opuestas entre sí como las de Leonel Góngora y Jim Amaral, en las cuales continua el sentido erótico y la agudeza creativa y expresiva, pero ahora en relación con la finura de la línea, con el sugestivo cromatismo y –al menos en algunos casos- con lo sobreentendido y lo sutil.
Leonel Góngora (Cartago, Valle, 1932) es mucho más directo y está más cercano al expresionismo que Amaral, y así lo certifican las mordaces distorsiones y el color fuerte y vibrante de la mayoría de sus representaciones. La mujer es el tema central de su trabajo, protagonizando los más variados personajes, y asumiendo las más diversas formas, aunque generalmente elongadas, con estrecha cintura, ojos inmensos y largas extremidades (en particular los dedos y las uñas). Su erotismo es explícito, febril y apasionado, "una afirmación de vida", insertándose por regla general en un aura onírica y poética aunque, según sus palabras, "a la sociedad le molesta que se trate el erotismo" porque "estamos viviendo otra vez en una época puritana y hay muchas personas simplistas que no entienden"6.
Su obra se nutre a menudo de la historia del arte, especialmente en las distintas versiones sobre el pintor y la modelo en las cuales es patente su habilidad para el retrato. Pero también son fuentes importantes en su obra la literatura, los mitos y la problemática contemporánea, refiriéndose a esta última por medio de metáforas y de la interpretación de estereotipos que hacen palmarias y penetrantes alusiones a situaciones conocidas. En su trabajo hay así mismo referencias religiosas; y se expresa siempre la pasión y la locura al unísono con el ensueño y la ternura, por medio de dibujos que son al tiempo refinados y espontáneos, o de óleos en los que simultáneamente cuenta el gesto y la intensidad de los colores. El artista ha trabajado también el grabado, reafirmando en esta técnica similar talento y conocimiento en las interpretaciones de su mundo delirante y exaltado.
La primera exposición que realizó en el país Jim Amaral (1933, nacido en Estados Unidos) incluía pinturas abstractas y dibujos sobre el tema de El Hombre y el Caballo (1964), los cuales llamaron la atención por su realización, al tiempo directa y emotiva. Fernando Martínez, por ejemplo, escribió sobre estas obras que "aparecen impregnadas de un marcado erotismo desenfadado, y casi primitivo"7; mientras que Antonio Roda comentó que "estos caballos hombres, de dibujo pretendidamente inhábil, descaradamente impúdicos, son creaciones de la soledad, son el diálogo imposible, la comunicación trunca. Languidecen solos y tal vez pretendan alcanzar por el sexo la exaltación que esta misma falta de comunicación hace imposible"8.
Posteriormente, ya a finales de la década, el artista se internó en la representación de bocas, senos, sexos y otras zonas erógenas, incisas casi en el papel, el cual, trabajado previamente con yeso y tintas diluídas, proporciona manchas y texturas que hacen alusiones al espacio y a la luz. Amaral inserta a veces estas representaciones en objetos de "buen gusto" como estuches o portarretratos, que, junto con algunas inesperadas inversiones -como falos que se transforman en narices, o conio dedos que se convierten en orejas- le otorgan a su obra cierto humor y una apariencia absurda que la acerca al Surrealismo9.
Más recientemente, Amaral ha regresado a la pintura interpretando, con colores sobrios, mustios, y aplicados con cuidado y suavidad, Frutos de Duelo (1983), obras que aluden al transcurso del tiempo y al deterioro orgánico que éste trae consigo, pero sin intenciones de agredir, sino más bien de destacar el misterio y la poesía que implica dicha circunstancia. Amaral ha trabajado paralelamente en escultura y en "objetos" (como mesas) en los que se manifiesta igualmente su penetrante sentido del absurdo y su incontrolable fantasía.
Finalmente, dos artistas singulares que también hacen referencia a la problemática social y cuya obra comienza a cobrar fuerza en esta década son: Antonio Samudio (Bogotá, 1934), quien ha realizado una de las pocas obras colombianas centradas en el humor, interpretando con manifiesto ingenio personajes de nariz alargada, ojos pequeños y expresión cándida, en gamas paradójicamente sobrias y con alusiones a veces eróticas pero por lo regular de crítica social; y Alfonso Quijano (Bogotá, 1927) cuyas imaginativas xilografías coloreadas a mano, presentan temas políticos, como La Cosecha de los Violentos (1968), en situanes extrañas y con atmósferas oníricas que incrementan su aire patético y evidencian un claro ascendente surrealista. No sobra comentar que todos estos artistas conocieron durante su niñez o su juventud la violencia política en el país, y que esta década se recuerda como el período de la liberación sexual, derrumbándose durante su transcurso muchos de los tabúes sobre la desnudez y sobre el erotismo que primaban en el trabajo artístico.
Notas
- En el Salón de 1965 el jurado premió las obras de Norman Mejía en pintura, Feliza Bursztyn en escultura, y Pedro Alcántara en dibujo, apoyando mediante su fallo, esta nueva estética que resultaba difícil de asimilar para parte del público y de algunos artistas participantes. Un espectador, por ejemplo, escribió una carta a revista Cromos ("A quien pueda interesar", septiembre 13 de 1965) en la que llamaba al Salón "enciclopedia gráfica de las aberraciones... porque tal es y nada más el hecho de despedazar el bello cuerpo de una mujer para exhibirlo como lívida piltrafa sanguinolenta sobre el lienzo" refiriéndose en particular al cuadro de Norman Mejía. El rechazo de las obras de artistas reconocidos como Alvaro Herrán, Bernardo Salcedo y Alberto Gutiérrez, vino a sumarse a la polémica suscitada por el certamen, calificado de morboso y decadente.
- Valencia Diego, Gloria. "Granada en doble inauguración: El único compromiso del arte es con el hombre". El Tiempo. Bogotá, 21 de octubre de 1980.
- "Augusto Rendón liberó a sus feroces caballos para partir en busca de heroínas bíblicas". La República. Bogotá, octubre 10 de 1983.
- Caballero. Catálogo de la exposición de Garcés Velásquez Galería. Bogotá, diciembre de 1978.
- Romanticismo, aproximación al arte caracterizada por su vibrante expresión de las pasiones humanas, generalmente a través de sujetos remotos, y exóticos temas extraídos de la literatura o de la historia. Alcanzó su apogeo en Francia, Inglaterra y Alemania alrededor de 1830, siendo sus más destacados exponentes Teodoro Gericault (1791-1824) y Eugéne Delacroix (1798-1863).
- Jimeno, Ramón. "Leonel Góngora: lo erótico y lo sensual". Magazin Dominical. Bogotá, abril 15 de 1984.
- Jim Amaral. Collages y óleos. Catálogo en la exposición en la Galería de Arte El Callejón, Bogotá abril de 1964.
- Roda, Antonio. "Los Anticaballos de Amaral" El Tiempo, Bogotá, abril 3 de 1964.
- Surrealismo, movimiento estético que busca explorar las fronteras del subconsciente como fuente de creatividad, libre de las asociaciones tradicionales y ayudado con la imaginería de los sueños. Surgió y tuvo especial auge entre las dos guerras mundiales, llegando a influenciar también la literatura, el cine y el teatro. En las artes plásticas sus más importantes seguidores fueron Giorgio de Chirico (1888-1978), René Magritte (1898-1967) y Salvador Dalí (1904).
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Sociedad, Sexo y Violencia
LUIS CABALLERO Sin título. 1984. Carboncillo sobre papel. 194 x 120 cm. Propiedad del artista.
NORMAN MEJIA Autorretrato que Sufre Esperando en el Paisaje. 1965. Oleo sobre lienzo. 129 x 96 cm. Colección Museo de Arte Moderno de Bogotá.
NORMAN MEJIA La Horrible Mujer Castigadora. 1965. Oleo sobre tela. 204 x 147 cm. Colección Propal, Bogotá.
LUCIANO JARAMILLO Pecas, un Animal Extraño, casi una Esfinge. 1962. Oleo sobre yute. 98 x 135.5 cm. Colección Museo de Arte Moderno de Bogotá.
CARLOS GRANADA Uno es Producto del Otro. 1968. Oleo sobre lienzo, 200 x 139 cm. Colección Museo de Arte Moderno de Bogotá.
PEDRO ALCANTARA Si Quiero, yo no, Bastante. 1965. Tinto sobre papel. 49.5 x 68.5 cm. Coleccián Museo de Arte Moderno de Bogotá.
CARLOS GRANADA Flores para un niño muerto. 1962. Oleo sobre lienzo. 89 x 116 cm. Colleción Museo de Arte Moderno de Bogotá.
LUIS CABALLERO Cámara. 1968. Acrílico sobre tela. 245 x 340 x 258 cm. Colección Coltejer, Medellín.
ANGEL LOOCKHARTT Yo el Congo. 1985. Oleo sobre tela. 175 x 100 cm. Colección particular, Bogotá.
LEONEL GONGORA Cenieda. 1974. Oleo sobre tela. 153.2 x 102. Colección Museo de Arte Moderno de Bogotá.
LEONEL GONGORA Icara Triunfante. 1976. Oleo sobre tela. 244 x 198.5 cm. Colección Museo de Arte Moderno de Bogotá.
JIM AMARAL El Hermafrodita. 1978 Gesso, acuarela, acrílico y lápiz sobre madera. 60 x 40 cm. Colección particular, París.
JIM AMARAL De profundis, Silent Red No 47. 1985. Acrílico, óleo y collage sobre madera. 72 x 90 cm. Propiedad del artista.
ANTONIO SAMUDIO Figura. 1968. Oleo sobre yute. 151.5 x 101 cm. Colección Museo de Arte Moderno de Bogotá.
Texto de Eduardo Serrano.
En los años sesenta continúa básicamente el mismo espíritu de vanguardia y de apertura a las corrientes internacionales de avanzada que reinó durante los años cincuenta, prosiguiendo con frescos y enriquecedores aportes, tanto la tradición figurativa como el emergente movimiento abstracto. Resulta especialmente difícil hablar en un sentido histórico de obras tan recientes y de figuras en plena actividad creativa como las que se mencionarán en estos últimos capítulos -esperándose que muchos de sus logros estén aún por realizarse- aunque algunos de sus nombres ya son inamovibles de cualquier recuento de nuestras artes plásticas, por haber participado en forma clara y contundente en el desarrollo de la escena artística nacional.
Dentro de la figuración, por ejemplo, se agudiza el ímpetu expresivo. hasta llegar a un nuevo clímax con la pintura de Norman Mejía, Luciano Jaramillo y Carlos Granada y con el dibujo de Augusto Rendón y Pedro Alcántara; artistas que distorsionan con ferocidad sus personajes buscando conmover y producir sentimientos y emociones que, en el caso de los tres últimos, se hallan estrechamente vinculados con argumentos políticos. Esta furiosa desfiguración -reminiscente de la pintura pesimista y desesperada del artista británico Francis Bacon quien participó en la Bienal de Sao Paulo de 1959, extendiéndose el influjo de su obra con insólita rapidez por toda América Latina- toma en Colombia una gran fuerza como lo patentizan los premios que reciben varios de los artistas mencionados, no sin provocar agrias discusiones, en el Salón Anual de Artistas Colombianos (cuyo nombre cambió por Salón de Artistas Nacionales a partir de 1967)1.
Norman Mejía (Cartagena, 1938) pinta en sus comienzos figuras desgarradas de colores gris, negro y rosado, las cuales producen inusitado impacto por sus connotaciones viscerales y sexuales, así como por su ejecución fuerte y sugerente. Más adelante el artista confronta aún más libremente la pintura, no sólo ampliando su paleta, sino también pasando sin reatos de la figuración a la abstracción y de vuelta a una y a otra, haciendo manifiesta su voluntad de describir en primer término estados internos de sensibilidad. Su trabajo incluye algunas veces juegos de palabras, pero sin buscar referencias anecdóticas sino más bien la proyección de sensaciones y experiencias sicológicas, subrayando también en esta forma el carácter subjetivo, introvertido y hermético de su producción.
Luciano Jaramillo (Manizales, 19381984), después de una figuración de línea enfática cuyo acento expresionista se incrementa prontamente, se acerca por un tiempo a la abstracción trabajando con colores sobrios y entonados en cuadros de textura espesa y áspera sobre la cual traza grafismos duros y nerviosos, realizados con el cabo del pincel. En sus obras posteriores sin embargo, ceden los empastos, se ajustan las figuras y la ejecución se hace más gestual, mientras el artista va "afilando" su crítica y su burla a convenciones sociales y pictóricas, e infundiéndole a su obra un aire chocante y agresivo a través del cual impugna la superficialidad y vanidad de la sociedad contemporánea.
Carlos Granada (Honda, 1933), por su parte, también hiere y deforma sus figuras, con el objeto explícito de sacudir, de molestar, de cuestionar al observador por medio de la presentación cruda e hiriente de aspectos negativos de la realidad. Pero la violencia de sus cuadros además de temática es pictórica, puesto que confronta el lienzo con enérgicos brochazos y con colores fuertes, contrastantes, constituyendo un poderoso llamado de atención de manifiesta orientación política, que el artista puntualiza con la observación de que su "compromiso no es con ningún grupo sino con la problemática del país"2. Granada ha tratado también frecuente y francamente el tema erótico, en pinturas de argumentación tanto sexual como social.
Sus trabajos enfatizan las propiedades físicas del óleo a través de empasto, gesto y veladuras, mientras que su composición varía con cada obra, resultando a menudo inesperada, dado su desdén por el orden y la simetría en favor del sentimiento y la espontaneidad. En ocasiones el blanco del lienzo o del papel permanece como fondo, insinuando un ámbito infinito, de donde emergen entre transparencias y brochazos las imágenes, y en el cual se desarrollan sin obstáculo sus ademanes de ternura, de angustia o de liberación.
Augusto Rendón (Medellín, 1933) trabaja en un comienzo como pintor y dibujante, pero se dedica al poco tiempo a hacer grabado, contándose -como ya se ha mencionado- entre los rescatadores de esta técnica, y entre los iniciadores del auge que ella cobraría en la década -de los años setenta. La más amplia difusión que le permite la obra múltiple, se acopla perfectamente con su intención proselitista, mientras que la figura recia y poderosa del caballo va adquiriendo clara prominencia y dimensión simbólica, que el artista confirma cuando expresa que "el caballo representa al ser oprimido que se revela hasta de aquel que la monta"3. Pedro Hanné Gallo (Bogotá, 1930-1968) es igualmente un artista que se distingue en los años sesenta por su trabajo en xilografia, litografía y sobre planchas de metal, medios que empleó para interpretar temas populares de tendencia indigenista.
Finalmente, desde los primeros dibujos que presenta Pedro Alcántara (Cali, 1943) se patentizan varias actitudes permanentes en su obra: la experimentación técnica, la arbitrariedad formal y la temática violenta, referida esta última al acontecer político del país. El horror y la crueldad se enfatizan en su obra a través de grotescas distorsiones y de una realización bastante libre, en la cual líneas y manchas colaboran creando escenas, bien, patéticas, bien, atemorizantes, pero siempre intensas y sobrecogedoras. Más tarde aparece la inspiración precolombina; y el artista se dedica también a trabajar en el grabado, técnica en la cual realiza a partir de los años setenta una prolífica y punzante producción, con una temática similar a la de sus dibujos, pero con el aditamento sobrio y medido del color.
Otro artista que surge en los años sesenta con clara influencia baconiana es Luis Caballero (Bogotá, 1943), cuyos primeros óleos sobre papel presentan grandes y enérgicos desnudos entre manchas de notorio gestualismo y en actitudes expresivas, como de desesperación. Poco más tarde, sobre lienzo y utilizando tonos verdes y rosados el artista hace aún más explícita la intención sexual que caracteriza su obra hasta el momento. Y ya a finales de la década, con un dibujo de línea vigorosa y utilizando un vivo colorido (azules y amarillos) representa figuras poderosas y directas, mientras empieza a definirse otra constante en su trabajo: la inequívoca alusión a la pintura de los grandes maestros de la historia.
Durante la década siguiente Caballero reduce dimensiones, calma su color y se concentra en la interpretación de figuras -sin rostros, pies o manos definidos- en dibujos que combinan éxtasis místicos y sexuales. En esos años comienza a trabajar del natural, adquiriendo gran dominio en la representación del cuerpo humano en las más variadas posiciones y en ademanes cargados de emociones y energía, evidenciando, tanto la intención de conmover con la sexualidad, como el goce erótico implícito en la ejecución de cada obra. Sobre este último aspecto el artista ha hecho el elocuente comentario de que "un desnudo se debe pintar sensualmente, eróticamente, amorosamente. Con semen y no con trementina"4.
En los últimos años Caballero se ha limitado a la representación de hombres jóvenes, atléticos, yacentes, cuyos rostros son ya reconocibles y cuyas expresiones sugieren trances, bien de sexo, o bien de muerte. La violencia, la sangre, el sufrimiento, se han apoderado de sus lienzos, mientras las figuras se amontonan en dramaticas orgías y en estados de tristeza y de deseo. Caballero pinta con pasión -y de ahí sus recientes alusiones a la turbulencia del Romanticismo5- consiguiendo emocionar no sólo con el tema sino principalmente, con la proyección vehemente y franca de sus convicciones sobre el arte como medio de expresar sentimientos y actitudes.
También dentro de la tendencia expresionista aparecen en los años sesenta los trabajos de Angel Loockhartt y Luis Paz, quienes acuden así mismo a la desfiguración y al énfasis respecto al medio utilizado para recalcar el contenido de sus obras. Angel Loockhartt (Barranquilla, 1933) pasa de un período de acento informalista a realizar autorretratos, retratos y bodegones -motivos recurrentes en su producción para adentrarse posteriormente en temas tanto eróticos como de índole social relacionados la mayor parte de las veces con personajes marginados como hampones, prostitutas y travestis. En 1977 el artista vuelca en el pigmento su ánimo expresivo, dando inicio a la serie de Los Congos (una danza de raíces africanas tradicional del Carnaval de Barranquilla) cuyo rico colorido representa con gestos fuertes y resueltos, y con pincelada espesa aplicada con enérgica cadencia Luis Paz (Cúcuta, 1937), por su parte, ha sido primordialmente un grabador de gran dominio técnico, que ha utilizado con frecuencia "slogans", imágenes y logotipos publicitarios para punzantes comentarios de índole política, especialmente referidos a la ingerencia extranjera en la vida del país.
No toda la figuración de los años sesenta, sin embargo, se orientaría hacia temas sociales y políticos y hacia la interpretación de la violencia, sino que se haría igualmente manifiesta en obras tan opuestas entre sí como las de Leonel Góngora y Jim Amaral, en las cuales continua el sentido erótico y la agudeza creativa y expresiva, pero ahora en relación con la finura de la línea, con el sugestivo cromatismo y –al menos en algunos casos- con lo sobreentendido y lo sutil.
Leonel Góngora (Cartago, Valle, 1932) es mucho más directo y está más cercano al expresionismo que Amaral, y así lo certifican las mordaces distorsiones y el color fuerte y vibrante de la mayoría de sus representaciones. La mujer es el tema central de su trabajo, protagonizando los más variados personajes, y asumiendo las más diversas formas, aunque generalmente elongadas, con estrecha cintura, ojos inmensos y largas extremidades (en particular los dedos y las uñas). Su erotismo es explícito, febril y apasionado, "una afirmación de vida", insertándose por regla general en un aura onírica y poética aunque, según sus palabras, "a la sociedad le molesta que se trate el erotismo" porque "estamos viviendo otra vez en una época puritana y hay muchas personas simplistas que no entienden"6.
Su obra se nutre a menudo de la historia del arte, especialmente en las distintas versiones sobre el pintor y la modelo en las cuales es patente su habilidad para el retrato. Pero también son fuentes importantes en su obra la literatura, los mitos y la problemática contemporánea, refiriéndose a esta última por medio de metáforas y de la interpretación de estereotipos que hacen palmarias y penetrantes alusiones a situaciones conocidas. En su trabajo hay así mismo referencias religiosas; y se expresa siempre la pasión y la locura al unísono con el ensueño y la ternura, por medio de dibujos que son al tiempo refinados y espontáneos, o de óleos en los que simultáneamente cuenta el gesto y la intensidad de los colores. El artista ha trabajado también el grabado, reafirmando en esta técnica similar talento y conocimiento en las interpretaciones de su mundo delirante y exaltado.
La primera exposición que realizó en el país Jim Amaral (1933, nacido en Estados Unidos) incluía pinturas abstractas y dibujos sobre el tema de El Hombre y el Caballo (1964), los cuales llamaron la atención por su realización, al tiempo directa y emotiva. Fernando Martínez, por ejemplo, escribió sobre estas obras que "aparecen impregnadas de un marcado erotismo desenfadado, y casi primitivo"7; mientras que Antonio Roda comentó que "estos caballos hombres, de dibujo pretendidamente inhábil, descaradamente impúdicos, son creaciones de la soledad, son el diálogo imposible, la comunicación trunca. Languidecen solos y tal vez pretendan alcanzar por el sexo la exaltación que esta misma falta de comunicación hace imposible"8.
Posteriormente, ya a finales de la década, el artista se internó en la representación de bocas, senos, sexos y otras zonas erógenas, incisas casi en el papel, el cual, trabajado previamente con yeso y tintas diluídas, proporciona manchas y texturas que hacen alusiones al espacio y a la luz. Amaral inserta a veces estas representaciones en objetos de "buen gusto" como estuches o portarretratos, que, junto con algunas inesperadas inversiones -como falos que se transforman en narices, o conio dedos que se convierten en orejas- le otorgan a su obra cierto humor y una apariencia absurda que la acerca al Surrealismo9.
Más recientemente, Amaral ha regresado a la pintura interpretando, con colores sobrios, mustios, y aplicados con cuidado y suavidad, Frutos de Duelo (1983), obras que aluden al transcurso del tiempo y al deterioro orgánico que éste trae consigo, pero sin intenciones de agredir, sino más bien de destacar el misterio y la poesía que implica dicha circunstancia. Amaral ha trabajado paralelamente en escultura y en "objetos" (como mesas) en los que se manifiesta igualmente su penetrante sentido del absurdo y su incontrolable fantasía.
Finalmente, dos artistas singulares que también hacen referencia a la problemática social y cuya obra comienza a cobrar fuerza en esta década son: Antonio Samudio (Bogotá, 1934), quien ha realizado una de las pocas obras colombianas centradas en el humor, interpretando con manifiesto ingenio personajes de nariz alargada, ojos pequeños y expresión cándida, en gamas paradójicamente sobrias y con alusiones a veces eróticas pero por lo regular de crítica social; y Alfonso Quijano (Bogotá, 1927) cuyas imaginativas xilografías coloreadas a mano, presentan temas políticos, como La Cosecha de los Violentos (1968), en situanes extrañas y con atmósferas oníricas que incrementan su aire patético y evidencian un claro ascendente surrealista. No sobra comentar que todos estos artistas conocieron durante su niñez o su juventud la violencia política en el país, y que esta década se recuerda como el período de la liberación sexual, derrumbándose durante su transcurso muchos de los tabúes sobre la desnudez y sobre el erotismo que primaban en el trabajo artístico.
Notas
- En el Salón de 1965 el jurado premió las obras de Norman Mejía en pintura, Feliza Bursztyn en escultura, y Pedro Alcántara en dibujo, apoyando mediante su fallo, esta nueva estética que resultaba difícil de asimilar para parte del público y de algunos artistas participantes. Un espectador, por ejemplo, escribió una carta a revista Cromos ("A quien pueda interesar", septiembre 13 de 1965) en la que llamaba al Salón "enciclopedia gráfica de las aberraciones... porque tal es y nada más el hecho de despedazar el bello cuerpo de una mujer para exhibirlo como lívida piltrafa sanguinolenta sobre el lienzo" refiriéndose en particular al cuadro de Norman Mejía. El rechazo de las obras de artistas reconocidos como Alvaro Herrán, Bernardo Salcedo y Alberto Gutiérrez, vino a sumarse a la polémica suscitada por el certamen, calificado de morboso y decadente.
- Valencia Diego, Gloria. "Granada en doble inauguración: El único compromiso del arte es con el hombre". El Tiempo. Bogotá, 21 de octubre de 1980.
- "Augusto Rendón liberó a sus feroces caballos para partir en busca de heroínas bíblicas". La República. Bogotá, octubre 10 de 1983.
- Caballero. Catálogo de la exposición de Garcés Velásquez Galería. Bogotá, diciembre de 1978.
- Romanticismo, aproximación al arte caracterizada por su vibrante expresión de las pasiones humanas, generalmente a través de sujetos remotos, y exóticos temas extraídos de la literatura o de la historia. Alcanzó su apogeo en Francia, Inglaterra y Alemania alrededor de 1830, siendo sus más destacados exponentes Teodoro Gericault (1791-1824) y Eugéne Delacroix (1798-1863).
- Jimeno, Ramón. "Leonel Góngora: lo erótico y lo sensual". Magazin Dominical. Bogotá, abril 15 de 1984.
- Jim Amaral. Collages y óleos. Catálogo en la exposición en la Galería de Arte El Callejón, Bogotá abril de 1964.
- Roda, Antonio. "Los Anticaballos de Amaral" El Tiempo, Bogotá, abril 3 de 1964.
- Surrealismo, movimiento estético que busca explorar las fronteras del subconsciente como fuente de creatividad, libre de las asociaciones tradicionales y ayudado con la imaginería de los sueños. Surgió y tuvo especial auge entre las dos guerras mundiales, llegando a influenciar también la literatura, el cine y el teatro. En las artes plásticas sus más importantes seguidores fueron Giorgio de Chirico (1888-1978), René Magritte (1898-1967) y Salvador Dalí (1904).