- Botero esculturas (1998)
- Salmona (1998)
- El sabor de Colombia (1994)
- Wayuú. Cultura del desierto colombiano (1998)
- Semana Santa en Popayán (1999)
- Cartagena de siempre (1992)
- Palacio de las Garzas (1999)
- Juan Montoya (1998)
- Aves de Colombia. Grabados iluminados del Siglo XVIII (1993)
- Alta Colombia. El esplendor de la montaña (1996)
- Artefactos. Objetos artesanales de Colombia (1992)
- Carros. El automovil en Colombia (1995)
- Espacios Comerciales. Colombia (1994)
- Cerros de Bogotá (2000)
- El Terremoto de San Salvador. Narración de un superviviente (2001)
- Manolo Valdés. La intemporalidad del arte (1999)
- Casa de Hacienda. Arquitectura en el campo colombiano (1997)
- Fiestas. Celebraciones y Ritos de Colombia (1995)
- Costa Rica. Pura Vida (2001)
- Luis Restrepo. Arquitectura (2001)
- Ana Mercedes Hoyos. Palenque (2001)
- La Moneda en Colombia (2001)
- Jardines de Colombia (1996)
- Una jornada en Macondo (1995)
- Retratos (1993)
- Atavíos. Raíces de la moda colombiana (1996)
- La ruta de Humboldt. Colombia - Venezuela (1994)
- Trópico. Visiones de la naturaleza colombiana (1997)
- Herederos de los Incas (1996)
- Casa Moderna. Medio siglo de arquitectura doméstica colombiana (1996)
- Bogotá desde el aire (1994)
- La vida en Colombia (1994)
- Casa Republicana. La bella época en Colombia (1995)
- Selva húmeda de Colombia (1990)
- Richter (1997)
- Por nuestros niños. Programas para su Proteccion y Desarrollo en Colombia (1990)
- Mariposas de Colombia (1991)
- Colombia tierra de flores (1990)
- Los países andinos desde el satélite (1995)
- Deliciosas frutas tropicales (1990)
- Arrecifes del Caribe (1988)
- Casa campesina. Arquitectura vernácula de Colombia (1993)
- Páramos (1988)
- Manglares (1989)
- Señor Ladrillo (1988)
- La última muerte de Wozzeck (2000)
- Historia del Café de Guatemala (2001)
- Casa Guatemalteca (1999)
- Silvia Tcherassi (2002)
- Ana Mercedes Hoyos. Retrospectiva (2002)
- Francisco Mejía Guinand (2002)
- Aves del Llano (1992)
- El año que viene vuelvo (1989)
- Museos de Bogotá (1989)
- El arte de la cocina japonesa (1996)
- Botero Dibujos (1999)
- Colombia Campesina (1989)
- Conflicto amazónico. 1932-1934 (1994)
- Débora Arango. Museo de Arte Moderno de Medellín (1986)
- La Sabana de Bogotá (1988)
- Casas de Embajada en Washington D.C. (2004)
- XVI Bienal colombiana de Arquitectura 1998 (1998)
- Visiones del Siglo XX colombiano. A través de sus protagonistas ya muertos (2003)
- Río Bogotá (1985)
- Jacanamijoy (2003)
- Álvaro Barrera. Arquitectura y Restauración (2003)
- Campos de Golf en Colombia (2003)
- Cartagena de Indias. Visión panorámica desde el aire (2003)
- Guadua. Arquitectura y Diseño (2003)
- Enrique Grau. Homenaje (2003)
- Mauricio Gómez. Con la mano izquierda (2003)
- Ignacio Gómez Jaramillo (2003)
- Tesoros del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario. 350 años (2003)
- Manos en el arte colombiano (2003)
- Historia de la Fotografía en Colombia. Museo de Arte Moderno de Bogotá (1983)
- Arenas Betancourt. Un realista más allá del tiempo (1986)
- Los Figueroa. Aproximación a su época y a su pintura (1986)
- Andrés de Santa María (1985)
- Ricardo Gómez Campuzano (1987)
- El encanto de Bogotá (1987)
- Manizales de ayer. Album de fotografías (1987)
- Ramírez Villamizar. Museo de Arte Moderno de Bogotá (1984)
- La transformación de Bogotá (1982)
- Las fronteras azules de Colombia (1985)
- Botero en el Museo Nacional de Colombia. Nueva donación 2004 (2004)
- Gonzalo Ariza. Pinturas (1978)
- Grau. El pequeño viaje del Barón Von Humboldt (1977)
- Bogotá Viva (2004)
- Albergues del Libertador en Colombia. Banco de la República (1980)
- El Rey triste (1980)
- Gregorio Vásquez (1985)
- Ciclovías. Bogotá para el ciudadano (1983)
- Negret escultor. Homenaje (2004)
- Mefisto. Alberto Iriarte (2004)
- Suramericana. 60 Años de compromiso con la cultura (2004)
- Rostros de Colombia (1985)
- Flora de Los Andes. Cien especies del Altiplano Cundi-Boyacense (1984)
- Casa de Nariño (1985)
- Periodismo gráfico. Círculo de Periodistas de Bogotá (1984)
- Cien años de arte colombiano. 1886 - 1986 (1985)
- Pedro Nel Gómez (1981)
- Colombia amazónica (1988)
- Palacio de San Carlos (1986)
- Veinte años del Sena en Colombia. 1957-1977 (1978)
- Bogotá. Estructura y principales servicios públicos (1978)
- Colombia Parques Naturales (2006)
- Érase una vez Colombia (2005)
- Colombia 360°. Ciudades y pueblos (2006)
- Bogotá 360°. La ciudad interior (2006)
- Guatemala inédita (2006)
- Casa de Recreo en Colombia (2005)
- Manzur. Homenaje (2005)
- Gerardo Aragón (2009)
- Santiago Cárdenas (2006)
- Omar Rayo. Homenaje (2006)
- Beatriz González (2005)
- Casa de Campo en Colombia (2007)
- Luis Restrepo. construcciones (2007)
- Juan Cárdenas (2007)
- Luis Caballero. Homenaje (2007)
- Fútbol en Colombia (2007)
- Cafés de Colombia (2008)
- Colombia es Color (2008)
- Armando Villegas. Homenaje (2008)
- Manuel Hernández (2008)
- Alicia Viteri. Memoria digital (2009)
- Clemencia Echeverri. Sin respuesta (2009)
- Museo de Arte Moderno de Cartagena de Indias (2009)
- Agua. Riqueza de Colombia (2009)
- Volando Colombia. Paisajes (2009)
- Colombia en flor (2009)
- Medellín 360º. Cordial, Pujante y Bella (2009)
- Arte Internacional. Colección del Banco de la República (2009)
- Hugo Zapata (2009)
- Apalaanchi. Pescadores Wayuu (2009)
- Bogotá vuelo al pasado (2010)
- Grabados Antiguos de la Pontificia Universidad Javeriana. Colección Eduardo Ospina S. J. (2010)
- Orquídeas. Especies de Colombia (2010)
- Apartamentos. Bogotá (2010)
- Luis Caballero. Erótico (2010)
- Luis Fernando Peláez (2010)
- Aves en Colombia (2011)
- Pedro Ruiz (2011)
- El mundo del arte en San Agustín (2011)
- Cundinamarca. Corazón de Colombia (2011)
- El hundimiento de los Partidos Políticos Tradicionales venezolanos: El caso Copei (2014)
- Artistas por la paz (1986)
- Reglamento de uniformes, insignias, condecoraciones y distintivos para el personal de la Policía Nacional (2009)
- Historia de Bogotá. Tomo I - Conquista y Colonia (2007)
- Historia de Bogotá. Tomo II - Siglo XIX (2007)
- Academia Colombiana de Jurisprudencia. 125 Años (2019)
- Duque, su presidencia (2022)
Introducción
Tuve que eliminar conocimiento para hacerle espacio a la creencia.
- Kant (1724-1804)
Hace más de 30 años, tuvimos oportunidad de “divisar” para el Sistema de Parques Nacionales de Colombia, la Serranía de Chiribiquete. Un sitio excepcional desde todo punto de vista, al que ya no le caben más epítetos de sorpresa y admiración. Iniciamos, entonces, un completo reconocimiento aéreo, en ese momento, dada la dificultad física y real de hacerlo por tierra y agua. Sus intrincadas y abruptas formas y su relieve agreste, milenario y desconocido, empezaron a ser investigados a comienzos de los años noventa. Emprendimos la coordinación de las primeras expediciones que nos llevaron a un nutrido grupo de especialistas –que representaba lo mejor de la investigación del conocimiento biológico del país– y a mí, a comenzar a escudriñar este mágico mundo oculto, cuya vastedad se pierde entre rocas perpetuas, ríos de aguas de color té y extensas selvas que, a lo largo de estos últimos años, han empezado a ser constreñidas desde los principales centros de colonización amazónica, avecinando un daño catastrófico para este legado planetario. Lejos estábamos entonces de imaginar la cantidad de aspectos y características que podía albergar este enigmático lugar, de sospechar siquiera las singularidades que se plantearían desde el punto de vista arqueológico, y de pensar en encontrar evidencias que necesariamente nos llevarían a pensar en ámbitos de interrelacionamiento continental más amplios.
La evolución cultural de las sociedades indígenas del continente americano está siendo profundizada de nuevo, a partir de hallazgos en varios puntos geográficos y ecosistémicos. Una infinidad de sitios y disciplinas están bajo el escrutinio de los investigadores que, con sus datos, enriquecen el espectro de lo que hemos mantenido como dogma en la arqueología. Hemos empezado a entender que las simples bandas de cazadores no eran ni tan simples ni tan itinerantes como se había supuesto y que, como en el caso de Chiribiquete, quizás habían llegado con un modelo cosmogónico y espiritual más elaborado de lo que se había presupuestado.
Colombia siempre se ha considerado un área de desarrollo relativamente incipiente, frente a los modelos más evolucionados alcanzados en México y Perú. Hemos estado cobijados por una serie de elementos y criterios que se consideran propios de lo que la arqueología llama el “Área intermedia”, en contraste con las grandes civilizaciones de Mesoamérica y los Andes centrales.
Los registros de lo que hemos encontrado hasta el momento en la Serranía de Chiribiquete –y que aquí se comparten con un público general– muestran evidencias de manifestaciones pictóricas que podrían estar asociadas con expresiones muy tempranas del poblamiento americano. Sin embargo, muchos de los patrones, objetos y tecnología, documentados por ellos mismos en las pinturas y en sus rituales, no parecen encajar suficientemente bien con el esquema temporal y espacial de las teorías convencionales sobre ese poblamiento, en particular, sobre su origen. Si bien es cierto que el esfuerzo investigativo en este sitio es totalmente preliminar y un tanto incipiente, existen aspectos culturales que –desde ahora, más allá de la cronología, en sí misma– muestran posibilidades infinitas en los campos de interpretación etnológica y simbólica de estos primeros pobladores de la Amazonia y que, obligatoriamente, deben seguirse investigando. Tal como aquí hemos tratado de mostrar, se podrá resolver, desde lo conceptual, una condición de conectividad, continuidad y complejidad de la dimensión cultural, especialmente en cuanto al papel religioso y ritual de estos pobladores que terminaron afianzados en sitios claves que les ofrecían condiciones para la supervivencia de la tradición, cuando el resto del continente se debatía en las circunstancias adaptativas impuestas por el clima del final del Pleistoceno y comienzos del Holoceno.
No sabemos aún con exactitud cómo encajan los datos disponibles, hasta ahora, en el contexto netamente académico –ni cronológico, ni secuencial– de la arqueología americana. Lo que sí esbozamos es que Chiribiquete tuvo un papel relevante en la dispersión de elementos conceptuales y filosóficos en una dimensión fascinante relacionada con la “jaguaridad” continental, a juzgar por la magnitud, asociación y complejidad del ícono emblemático, no solo del “jaguar mítico y solar” sino de su relación con otra infinidad de ideas que se pueden apreciar en la iconografía litúrgica encontrada entre el sur de los Estados Unidos y la Patagonia, geografía que ha sido, precisamente, el hábitat original de esta especie felina, desde la llegada del hombre a América.
Como se pretende profundizar en esta obra, sobresale, además, que sea Chiribiquete, un lugar enclavado en la mitad de la Amazonia colombiana, el sitio en donde se documenta una larga tradición cultural –que puede llegar incluso hasta nuestros días– y que allí estén definidos una serie de elementos conceptuales clave. De alguna u otra forma, ellos muestran muchas relaciones simbólicas y estilísticas con culturas, formas de vida y expresiones en sitios tan distantes y en tiempos tan distintos que, por demás, hacen parte de una de las expresiones documentales prehistóricas más singulares del continente, por magnitud, profundidad, contenido y funcionalidad, esta última de carácter netamente chamánico.
La significancia de este contenido mural resulta especialmente estimulante en el contexto pictórico enclavado en la región del Amazonas colombiano y va más allá de las ideas e interpretaciones que hemos deducido en más de 30 años de investigación: es este sitio y sus íconos emblemáticos los que muestran una gran dispersión continental, evidenciando una relación profunda y extensa con otros sistemas naturales, con otros pueblos y etnias –con los que seguramente se compartieron ideas que ayudaron a formar, no solo el contenido sino el legado de este patrimonio arqueológico y espiritual– y con múltiples momentos cronológicos, a lo ancho del Neotrópico. Parecería, además, que muchas de estas ideas que se plasman en los contenidos pictóricos de muchos sitios del continente se fueron forjando con una visión y un modelo de desarrollo cultural afín al que observamos en Chiribiquete, imprimiendo un con- tenido de carácter espiritual y chamánico, más allá de los desarrollos y las civilizaciones que los acogieron.
Estamos seguros de que este aporte no resolverá el sinnúmero de preguntas clave que se deben responder en los años venideros. Es, más bien, el inicio de una nueva ruta que vale la pena explorar y que, seguramente, ayudará a entender mejor esa identidad esquiva de nuestra propia nacionalidad.
Colombia ha sido reconocida, en su pasado pre y etnohistórico, como el país de El Dorado. Ahora sabemos que parte de esa dimensión –que tanto interés generó durante la conquista europea y después de ella– no se compadece ni se entiende suficientemente bien si no logramos descifrar su relación con la iconografía del chamanismo. Fue Reichel-Dolmatoff (1988) el precursor de la interpretación que se ha hecho sobre la orfebrería del Museo del Oro. En este, por ejemplo, el tema de la jaguaridad y los animales acompañantes juegan un papel vital en la conectividad mítica y espiritual, así como en el sentido profundo de su identidad. Esta interpretación es compatible con el registro pictórico de Chiribiquete que tiene mucho que aportar en este análisis iconográfico. Vale la pena aclarar que pretender abarcar todos los elementos técnicos y perceptuales deducibles de las pinturas de Chiribiquete es una tarea titánica. A pesar de la definición reiterativa de patrones y arreglos semánticos del lenguaje simbólico de la iconografía, resulta imposible.
Cada nuevo abrigo con pinturas que se descubre en este sitio, aporta atributos y componentes que reafirman algunas estructuras generales, de un contexto muy amplio. Al tiempo, abre y aporta nuevos elementos a este vasto mundo ritual que se ha consagrado en este sitio, de forma tan distintiva y particular que lo hace único y excepcional en el concierto del denominado Arte Rupestre Regional.
La información sobre la penetración de cazadores y recolectores en estas latitudes y el papel que estos pobladores transeúntes puedan tener en la línea de tiempo en Colombia y el resto del continente está aún por asentarse, así como su origen y lo que significó respecto a otros contextos migratorios y culturales del Neotrópico. No obstante, no es propósito de esta obra resolver todas las grandes preguntas que encierra este lugar y su contenido, sino más bien servir de instrumento para aportar un poco más de conocimiento y motivación sobre lo que significa en el concierto arqueológico de la Nación. Entre otras cosas, fue ello lo que permitió su reciente reconocimiento por parte de la Unesco como patrimonio de la humanidad en su carácter cultural y natural.
Nuestras interpretaciones se realizan con un enfoque diferente y no muy convencional para la arqueología –quizá para algunos, cuestionable–, pero lo que aquí exponemos es el resultado de un largo camino de estudios y aproximaciones muy personales, el resultado de años de observación, análisis y correlación de datos que, a nuestro juicio, deberían continuar con muchos frentes de investigación. Y es que este lugar, superdotado de atributos culturales, podría ser un lugar clave para entender aspectos que hoy no han sido suficientemente analizados desde la arqueoetnología cultural.
Al inicio de nuestras investigaciones, tuvimos el privilegio de contar con la asesoría de tres grandes tutores que, por alguna razón especial, nos acompañaron en las jornadas de las primeras exploraciones: Jorge Hernández Camacho (q.e.p.d), conocido como el “Sabio”; el profesor Thomas van der Hammen (q.e.p.d), eminente ecólogo y experto en Pleistoceno/Cuaternario cultural del país; y desde Bogotá, el profesor Gerardo Reichel-Dolmatoff (q.e.p.d), distinguido y connotado arqueólogo y antropólogo, a nuestro juicio el verdadero precursor del entendimiento de la arqueología con una visión esencialmente antropológica, quien conoció mucho de este trabajo investigativo, antes de su lamentable fallecimiento. Fue él quien, desde su estudio atiborrado de conocimiento y sabiduría, nos sedujo a entender que este sitio podría ser parte de muchas respuestas que se requerían para explicar el papel de Colombia como un “filtro”, una “encrucijada”, una “articulación”, un “punto de convergencia” o de “dispersión” en la dinámica continental y explicar mejor cómo elementos comunes en los asentamientos tempranos de cazadores recolectores lograban trascender conceptualmente a la etapa de los cacicazgos o señoríos, los estados incipientes, donde se podían observar atributos de una larga y compleja tradición cultural de raíces chamánicas.
Cada uno de ellos, en su condición de sabios, conoció, aportó y nos brindó su apoyo, conocimiento y estímulo. Ello nos hace sentir agradecidos y privilegiados.
En estas páginas queda en evidencia la relación que existe entre esta iconografía amazónica y su amplia dispersión relacionada con motivos del arte rupestre en otros sitios fuera de la frontera nacional. Gracias a aquella, al carácter preferencial de Chiribiquete como santuario de representaciones extraordinariamente figurativas, y a los usos codificados en sus versiones más abstractas, hemos podido avanzar en algunas interpretaciones que plantean preguntas e hipótesis, validadas por su simbolismo y su uso.
Se observa que la definición de tipologías y estilos de la iconografía nacional no necesariamente va en función de oleadas de diversos conceptos, ni siquiera en función de marcadas diferencias cronológicas o espaciales, sino que hay mucha más correlatividad en estas expresiones iconográficas de lo que hoy entendemos. Es en el uso ritual y en el efecto ceremonial en donde se marca quizás una mayor distintividad.
Muchos de los elementos iconográficos de Chiribiquete se pueden asociar con arqueotipos que, seguramente, provienen de un núcleo referencial inicial, por fuera del continente. Hay razones para pensar que dentro de lo que denominamos aquí Tradición Cultural Chiribiquete (TCC), están presentes muchos aspectos que han escalado conceptualmente con las debidas reinterpretaciones dentro de las estructuras de pensamiento sobre la prehistoria que llegaron y se reelaboraron, como el caso del Axis Mundi y la Canoa Cósmica. De lo que no cabe duda es que en esta serranía se observa la mayor expresión y desarrollo iconográfico respecto de otras tradiciones de la iconografía rupestre y que, no dudamos, sirvió de núcleo de dispersión de elementos propios en la América neotropical.
Los atributos más generales de la representación rupestre de Chiribiquete pueden ser considerados dentro del paleoarte que llega a finales del período del Pleistoceno y comienzos del Arcaico, y se consolidan en este lugar, aprovechando un contexto asociado a la diversidad amazónico-tepuyana, que lo hace muy particular y distintivo en el marco del Neotrópico.
Se observa en este sitio un modelo cazador-recolector-guerrero que se identifica con la tradición cultural del propulsor/dardos/madera como arma y símbolo de poder. Las representaciones pictóricas de índole monumental (por densidades, superposiciones, tamaño de murales y pictogramas con rasgos diferenciales y estratificados) fueron realizadas con un carácter netamente ritual, aprovechando esta serranía tepuyana y su localización geográfica y cósmica, como geoglifo sagrado asociado a mitos de origen solar-felino-canoa cósmica-boa cósmica, entre otros.
El área arqueológica, especialmente asociada a representaciones pictóricas –aunque no se descarta existencia de petrograbados en las riberas rocosas de los principales raudales y rondas hídricas de esta misma tradición como ocurre con los de raudal I y II del río Güejar-Guayabero1– es un gran conjunto de elementos y composiciones (complejas) que muestran un continuum espacial y temporal, dentro y fuera de Chiribiquete. Este permite entender la integración y correlación estilística en función de los requerimientos litúrgicos de codificación, más que de verdaderos horizontes arqueológicos con definiciones cronológicas precisas, tanto dentro como fuera de Colombia.
Observamos en esta y en otras serranías y cuencas más alejadas, espacios iconográficos que expresan una gran información documental sobre el contexto cultural y ecológico de identidad. No pertenecen necesariamente a una etnia o familia lingüística particular. Más bien lo hacen a un agregado de elementos sagrados –muchos de ellos codificados– que se van transfiriendo y esparciendo en ámbitos cronológicos y espaciales (horizontes) con algún nivel de selectividad de las características del tipo de formaciones rocosas, su localización y la escogencia de superficies, prefiriendo casi siempre agregados rocosos de cuarcitas y areniscas duras que dan un acabado muy similar a lo encontrado en Chiribiquete. Sin embargo, en sitios por fuera de Chiribiquete se pueden localizar conjuntos rocosos dispersos, como el caso de pequeños afloramientos, y no necesariamente murales densos y atiborrados de iconografía.
Finalmente, este libro está elaborado con un nutrido conjunto de imágenes (fotos, mapas y dibujos) que esperamos mejoren la comprensión de los textos explicativos sobre este patrimonio de la humanidad. Los dibujos –que son referenciales de detalles– ayudarán al lector a observar lo que, a veces, resulta difícil de ver en las fotografías, debido al nivel de detalle. El libro ha sido pensado para que sirva de instrumento de divulgación y socialización de valores extraordinarios. Con esto, esperamos que se pueda engranar una estrategia de educación que permita mejorar la apropiación de todos los colombianos y del mundo en general, para lograr con ellos su defensa y su conservación en el corto, mediano y largo plazo. El papel más importante que tenemos todos es comprometernos y asegurar que este sitio sagrado pueda seguir existiendo, como en los últimos siglos, a pesar de la adversidad o la falta de comprensión de lo que es en realidad este ícono sagrado para el chamanismo ancestral y felino.
Durante muchos años, hemos tratado de mantener contenida la información de las investigaciones, en medio de un pacto explícito con el nutrido grupo de investigadores de diferentes centros académicos y de organizaciones e instituciones que nos han acompañado en las diferentes expediciones realizadas hasta la fecha. Cada una de ellas nos ha aportado más y más elementos para comprender que este sitio debe ser tratado con una consideración especial y privilegiada para evitar prácticamente cualquier tipo de visitas y uso diferente al que permita su máxima preservación y protección. Pensamos, desde el inicio de nuestras experiencias investigativas en este lugar, que mantener con sigilo la magnificencia de los hechos y los sitios desde los cuales se puede apreciar fácilmente un sentido de nuestra nacionalidad y, quizá, la propia conceptualización de un “Sitio chamánico de origen”, ayudaría a retardar el devastador deseo de nacionales y extranjeros por “ir a conocer”, masificando con ello un lugar que, durante siglos, ha estado reservado para la contemplación chamánica y el resguardo del pensamiento filosófico, donde tienen asiento y raíces las rocas sagradas de los seres ancestrales.
Como se dará a conocer en este libro, Chiribiquete –la Gran Maloka Cósmica del padre Sol y su hijo, el Jaguar– es un lugar en donde quedó consignado durante el tiempo, el pensamiento profundo que puede explicar y comprender mejor el concepto de ancestralidad prehispánica. La Boa/Anaconda Ancestral es un elemento estructurante de la Canoa Cósmica que advierte temas trascendentes, especialmente para la Amazonia cosmogónica.
Chiribiquete es una pieza clave de cientos de folios de historia no contada de nuestro país y de muchas otras regiones de este continente, en donde quiera que el pensamiento jaguar esté presente. O en donde él, como protagonista y fuente de poder y conocimiento, se diluye en múltiples formas para posibilitar la labor encomendada de intermediación cósmica del Sol, la luz, la fertilidad seminal y la transmisión del pensamiento ancestral.
Los chamanes, en sus mapas mentales, viajan a estos cerros sagrados para interactuar con las fuerzas espirituales antagónicas, que son muy comunes en el chamanismo (día-noche, bien-mal, luz-oscuridad, abundancia-escasez, etc.), a las que se enfrenta siempre la supervivencia humana, más en estos contextos en donde es importante pactar con “los dueños”, “los señores espirituales” y los seres humanos, en procura de lograr acuerdos o escenarios de equilibrios y reciprocidad, muy deseables dentro del chamanismo para alcanzar bondades y benevolencias para el manejo del “mundo”, que trae siempre toda suerte de retos y tropiezos si no se definen bien las normas y su debido cumplimiento.
Gracias al Grupo SURA por haber apoyado este proceso de ciencia, cultura y educación, que requerimos para mejorar el conocimiento y la conciencia sobre lo que significa Chiribiquete en Colombia y el mundo. Esta publicación es el resultado de una gran alianza con esta organización, que se une a nuestro interés, y al de la directora de Parques Nacionales, Julia Miranda Londoño, y del ICANH, con Ernesto Montenegro, para consolidar una de las tantas tareas de divulgación de este parque, hoy también Área Arqueológica Protegida. Esta permitirá avanzar en las acciones requeridas y contribuir a la indispensable labor de contarle al país y al mundo, el papel que tenemos todos en entender y participar de su protección estricta.
Ha llegado el momento de mostrar los contenidos más amplios posibles de este patrimonio cultural y arqueológico, en concordancia con las estrategias que se ha impuesto el país para defender este Parque Nacional, recientemente declarado, en esta misma línea, Patrimonio Natural y Cultural de la Humanidad, como se contará al final de este volumen.
NOTAS
- 1. En los raudales mencionados (llamados también en esta localidad como “la Angostura I y II”) se pueden observar gran cantidad de representaciones antropomorfas, zoomorfas y otros elementos geométricos, esculpidos en la roca, que se encuentran localizados dentro del río Guayabero y, por ende, cubiertos de agua durante algunos meses del año. Estos grabados guardan una amplia relación con las pinturas rupestres de la Tradición Cultural Chiribiquete, especialmente en la Fase Guayabero/Guaviare y se estima que en proximidades de otros raudales en los ríos Itilla, Apaporis y Macayá puedan existir representaciones grabadas afines.
#AmorPorColombia
Introducción
Tuve que eliminar conocimiento para hacerle espacio a la creencia.
- Kant (1724-1804)
Hace más de 30 años, tuvimos oportunidad de “divisar” para el Sistema de Parques Nacionales de Colombia, la Serranía de Chiribiquete. Un sitio excepcional desde todo punto de vista, al que ya no le caben más epítetos de sorpresa y admiración. Iniciamos, entonces, un completo reconocimiento aéreo, en ese momento, dada la dificultad física y real de hacerlo por tierra y agua. Sus intrincadas y abruptas formas y su relieve agreste, milenario y desconocido, empezaron a ser investigados a comienzos de los años noventa. Emprendimos la coordinación de las primeras expediciones que nos llevaron a un nutrido grupo de especialistas –que representaba lo mejor de la investigación del conocimiento biológico del país– y a mí, a comenzar a escudriñar este mágico mundo oculto, cuya vastedad se pierde entre rocas perpetuas, ríos de aguas de color té y extensas selvas que, a lo largo de estos últimos años, han empezado a ser constreñidas desde los principales centros de colonización amazónica, avecinando un daño catastrófico para este legado planetario. Lejos estábamos entonces de imaginar la cantidad de aspectos y características que podía albergar este enigmático lugar, de sospechar siquiera las singularidades que se plantearían desde el punto de vista arqueológico, y de pensar en encontrar evidencias que necesariamente nos llevarían a pensar en ámbitos de interrelacionamiento continental más amplios.
La evolución cultural de las sociedades indígenas del continente americano está siendo profundizada de nuevo, a partir de hallazgos en varios puntos geográficos y ecosistémicos. Una infinidad de sitios y disciplinas están bajo el escrutinio de los investigadores que, con sus datos, enriquecen el espectro de lo que hemos mantenido como dogma en la arqueología. Hemos empezado a entender que las simples bandas de cazadores no eran ni tan simples ni tan itinerantes como se había supuesto y que, como en el caso de Chiribiquete, quizás habían llegado con un modelo cosmogónico y espiritual más elaborado de lo que se había presupuestado.
Colombia siempre se ha considerado un área de desarrollo relativamente incipiente, frente a los modelos más evolucionados alcanzados en México y Perú. Hemos estado cobijados por una serie de elementos y criterios que se consideran propios de lo que la arqueología llama el “Área intermedia”, en contraste con las grandes civilizaciones de Mesoamérica y los Andes centrales.
Los registros de lo que hemos encontrado hasta el momento en la Serranía de Chiribiquete –y que aquí se comparten con un público general– muestran evidencias de manifestaciones pictóricas que podrían estar asociadas con expresiones muy tempranas del poblamiento americano. Sin embargo, muchos de los patrones, objetos y tecnología, documentados por ellos mismos en las pinturas y en sus rituales, no parecen encajar suficientemente bien con el esquema temporal y espacial de las teorías convencionales sobre ese poblamiento, en particular, sobre su origen. Si bien es cierto que el esfuerzo investigativo en este sitio es totalmente preliminar y un tanto incipiente, existen aspectos culturales que –desde ahora, más allá de la cronología, en sí misma– muestran posibilidades infinitas en los campos de interpretación etnológica y simbólica de estos primeros pobladores de la Amazonia y que, obligatoriamente, deben seguirse investigando. Tal como aquí hemos tratado de mostrar, se podrá resolver, desde lo conceptual, una condición de conectividad, continuidad y complejidad de la dimensión cultural, especialmente en cuanto al papel religioso y ritual de estos pobladores que terminaron afianzados en sitios claves que les ofrecían condiciones para la supervivencia de la tradición, cuando el resto del continente se debatía en las circunstancias adaptativas impuestas por el clima del final del Pleistoceno y comienzos del Holoceno.
No sabemos aún con exactitud cómo encajan los datos disponibles, hasta ahora, en el contexto netamente académico –ni cronológico, ni secuencial– de la arqueología americana. Lo que sí esbozamos es que Chiribiquete tuvo un papel relevante en la dispersión de elementos conceptuales y filosóficos en una dimensión fascinante relacionada con la “jaguaridad” continental, a juzgar por la magnitud, asociación y complejidad del ícono emblemático, no solo del “jaguar mítico y solar” sino de su relación con otra infinidad de ideas que se pueden apreciar en la iconografía litúrgica encontrada entre el sur de los Estados Unidos y la Patagonia, geografía que ha sido, precisamente, el hábitat original de esta especie felina, desde la llegada del hombre a América.
Como se pretende profundizar en esta obra, sobresale, además, que sea Chiribiquete, un lugar enclavado en la mitad de la Amazonia colombiana, el sitio en donde se documenta una larga tradición cultural –que puede llegar incluso hasta nuestros días– y que allí estén definidos una serie de elementos conceptuales clave. De alguna u otra forma, ellos muestran muchas relaciones simbólicas y estilísticas con culturas, formas de vida y expresiones en sitios tan distantes y en tiempos tan distintos que, por demás, hacen parte de una de las expresiones documentales prehistóricas más singulares del continente, por magnitud, profundidad, contenido y funcionalidad, esta última de carácter netamente chamánico.
La significancia de este contenido mural resulta especialmente estimulante en el contexto pictórico enclavado en la región del Amazonas colombiano y va más allá de las ideas e interpretaciones que hemos deducido en más de 30 años de investigación: es este sitio y sus íconos emblemáticos los que muestran una gran dispersión continental, evidenciando una relación profunda y extensa con otros sistemas naturales, con otros pueblos y etnias –con los que seguramente se compartieron ideas que ayudaron a formar, no solo el contenido sino el legado de este patrimonio arqueológico y espiritual– y con múltiples momentos cronológicos, a lo ancho del Neotrópico. Parecería, además, que muchas de estas ideas que se plasman en los contenidos pictóricos de muchos sitios del continente se fueron forjando con una visión y un modelo de desarrollo cultural afín al que observamos en Chiribiquete, imprimiendo un con- tenido de carácter espiritual y chamánico, más allá de los desarrollos y las civilizaciones que los acogieron.
Estamos seguros de que este aporte no resolverá el sinnúmero de preguntas clave que se deben responder en los años venideros. Es, más bien, el inicio de una nueva ruta que vale la pena explorar y que, seguramente, ayudará a entender mejor esa identidad esquiva de nuestra propia nacionalidad.
Colombia ha sido reconocida, en su pasado pre y etnohistórico, como el país de El Dorado. Ahora sabemos que parte de esa dimensión –que tanto interés generó durante la conquista europea y después de ella– no se compadece ni se entiende suficientemente bien si no logramos descifrar su relación con la iconografía del chamanismo. Fue Reichel-Dolmatoff (1988) el precursor de la interpretación que se ha hecho sobre la orfebrería del Museo del Oro. En este, por ejemplo, el tema de la jaguaridad y los animales acompañantes juegan un papel vital en la conectividad mítica y espiritual, así como en el sentido profundo de su identidad. Esta interpretación es compatible con el registro pictórico de Chiribiquete que tiene mucho que aportar en este análisis iconográfico. Vale la pena aclarar que pretender abarcar todos los elementos técnicos y perceptuales deducibles de las pinturas de Chiribiquete es una tarea titánica. A pesar de la definición reiterativa de patrones y arreglos semánticos del lenguaje simbólico de la iconografía, resulta imposible.
Cada nuevo abrigo con pinturas que se descubre en este sitio, aporta atributos y componentes que reafirman algunas estructuras generales, de un contexto muy amplio. Al tiempo, abre y aporta nuevos elementos a este vasto mundo ritual que se ha consagrado en este sitio, de forma tan distintiva y particular que lo hace único y excepcional en el concierto del denominado Arte Rupestre Regional.
La información sobre la penetración de cazadores y recolectores en estas latitudes y el papel que estos pobladores transeúntes puedan tener en la línea de tiempo en Colombia y el resto del continente está aún por asentarse, así como su origen y lo que significó respecto a otros contextos migratorios y culturales del Neotrópico. No obstante, no es propósito de esta obra resolver todas las grandes preguntas que encierra este lugar y su contenido, sino más bien servir de instrumento para aportar un poco más de conocimiento y motivación sobre lo que significa en el concierto arqueológico de la Nación. Entre otras cosas, fue ello lo que permitió su reciente reconocimiento por parte de la Unesco como patrimonio de la humanidad en su carácter cultural y natural.
Nuestras interpretaciones se realizan con un enfoque diferente y no muy convencional para la arqueología –quizá para algunos, cuestionable–, pero lo que aquí exponemos es el resultado de un largo camino de estudios y aproximaciones muy personales, el resultado de años de observación, análisis y correlación de datos que, a nuestro juicio, deberían continuar con muchos frentes de investigación. Y es que este lugar, superdotado de atributos culturales, podría ser un lugar clave para entender aspectos que hoy no han sido suficientemente analizados desde la arqueoetnología cultural.
Al inicio de nuestras investigaciones, tuvimos el privilegio de contar con la asesoría de tres grandes tutores que, por alguna razón especial, nos acompañaron en las jornadas de las primeras exploraciones: Jorge Hernández Camacho (q.e.p.d), conocido como el “Sabio”; el profesor Thomas van der Hammen (q.e.p.d), eminente ecólogo y experto en Pleistoceno/Cuaternario cultural del país; y desde Bogotá, el profesor Gerardo Reichel-Dolmatoff (q.e.p.d), distinguido y connotado arqueólogo y antropólogo, a nuestro juicio el verdadero precursor del entendimiento de la arqueología con una visión esencialmente antropológica, quien conoció mucho de este trabajo investigativo, antes de su lamentable fallecimiento. Fue él quien, desde su estudio atiborrado de conocimiento y sabiduría, nos sedujo a entender que este sitio podría ser parte de muchas respuestas que se requerían para explicar el papel de Colombia como un “filtro”, una “encrucijada”, una “articulación”, un “punto de convergencia” o de “dispersión” en la dinámica continental y explicar mejor cómo elementos comunes en los asentamientos tempranos de cazadores recolectores lograban trascender conceptualmente a la etapa de los cacicazgos o señoríos, los estados incipientes, donde se podían observar atributos de una larga y compleja tradición cultural de raíces chamánicas.
Cada uno de ellos, en su condición de sabios, conoció, aportó y nos brindó su apoyo, conocimiento y estímulo. Ello nos hace sentir agradecidos y privilegiados.
En estas páginas queda en evidencia la relación que existe entre esta iconografía amazónica y su amplia dispersión relacionada con motivos del arte rupestre en otros sitios fuera de la frontera nacional. Gracias a aquella, al carácter preferencial de Chiribiquete como santuario de representaciones extraordinariamente figurativas, y a los usos codificados en sus versiones más abstractas, hemos podido avanzar en algunas interpretaciones que plantean preguntas e hipótesis, validadas por su simbolismo y su uso.
Se observa que la definición de tipologías y estilos de la iconografía nacional no necesariamente va en función de oleadas de diversos conceptos, ni siquiera en función de marcadas diferencias cronológicas o espaciales, sino que hay mucha más correlatividad en estas expresiones iconográficas de lo que hoy entendemos. Es en el uso ritual y en el efecto ceremonial en donde se marca quizás una mayor distintividad.
Muchos de los elementos iconográficos de Chiribiquete se pueden asociar con arqueotipos que, seguramente, provienen de un núcleo referencial inicial, por fuera del continente. Hay razones para pensar que dentro de lo que denominamos aquí Tradición Cultural Chiribiquete (TCC), están presentes muchos aspectos que han escalado conceptualmente con las debidas reinterpretaciones dentro de las estructuras de pensamiento sobre la prehistoria que llegaron y se reelaboraron, como el caso del Axis Mundi y la Canoa Cósmica. De lo que no cabe duda es que en esta serranía se observa la mayor expresión y desarrollo iconográfico respecto de otras tradiciones de la iconografía rupestre y que, no dudamos, sirvió de núcleo de dispersión de elementos propios en la América neotropical.
Los atributos más generales de la representación rupestre de Chiribiquete pueden ser considerados dentro del paleoarte que llega a finales del período del Pleistoceno y comienzos del Arcaico, y se consolidan en este lugar, aprovechando un contexto asociado a la diversidad amazónico-tepuyana, que lo hace muy particular y distintivo en el marco del Neotrópico.
Se observa en este sitio un modelo cazador-recolector-guerrero que se identifica con la tradición cultural del propulsor/dardos/madera como arma y símbolo de poder. Las representaciones pictóricas de índole monumental (por densidades, superposiciones, tamaño de murales y pictogramas con rasgos diferenciales y estratificados) fueron realizadas con un carácter netamente ritual, aprovechando esta serranía tepuyana y su localización geográfica y cósmica, como geoglifo sagrado asociado a mitos de origen solar-felino-canoa cósmica-boa cósmica, entre otros.
El área arqueológica, especialmente asociada a representaciones pictóricas –aunque no se descarta existencia de petrograbados en las riberas rocosas de los principales raudales y rondas hídricas de esta misma tradición como ocurre con los de raudal I y II del río Güejar-Guayabero1– es un gran conjunto de elementos y composiciones (complejas) que muestran un continuum espacial y temporal, dentro y fuera de Chiribiquete. Este permite entender la integración y correlación estilística en función de los requerimientos litúrgicos de codificación, más que de verdaderos horizontes arqueológicos con definiciones cronológicas precisas, tanto dentro como fuera de Colombia.
Observamos en esta y en otras serranías y cuencas más alejadas, espacios iconográficos que expresan una gran información documental sobre el contexto cultural y ecológico de identidad. No pertenecen necesariamente a una etnia o familia lingüística particular. Más bien lo hacen a un agregado de elementos sagrados –muchos de ellos codificados– que se van transfiriendo y esparciendo en ámbitos cronológicos y espaciales (horizontes) con algún nivel de selectividad de las características del tipo de formaciones rocosas, su localización y la escogencia de superficies, prefiriendo casi siempre agregados rocosos de cuarcitas y areniscas duras que dan un acabado muy similar a lo encontrado en Chiribiquete. Sin embargo, en sitios por fuera de Chiribiquete se pueden localizar conjuntos rocosos dispersos, como el caso de pequeños afloramientos, y no necesariamente murales densos y atiborrados de iconografía.
Finalmente, este libro está elaborado con un nutrido conjunto de imágenes (fotos, mapas y dibujos) que esperamos mejoren la comprensión de los textos explicativos sobre este patrimonio de la humanidad. Los dibujos –que son referenciales de detalles– ayudarán al lector a observar lo que, a veces, resulta difícil de ver en las fotografías, debido al nivel de detalle. El libro ha sido pensado para que sirva de instrumento de divulgación y socialización de valores extraordinarios. Con esto, esperamos que se pueda engranar una estrategia de educación que permita mejorar la apropiación de todos los colombianos y del mundo en general, para lograr con ellos su defensa y su conservación en el corto, mediano y largo plazo. El papel más importante que tenemos todos es comprometernos y asegurar que este sitio sagrado pueda seguir existiendo, como en los últimos siglos, a pesar de la adversidad o la falta de comprensión de lo que es en realidad este ícono sagrado para el chamanismo ancestral y felino.
Durante muchos años, hemos tratado de mantener contenida la información de las investigaciones, en medio de un pacto explícito con el nutrido grupo de investigadores de diferentes centros académicos y de organizaciones e instituciones que nos han acompañado en las diferentes expediciones realizadas hasta la fecha. Cada una de ellas nos ha aportado más y más elementos para comprender que este sitio debe ser tratado con una consideración especial y privilegiada para evitar prácticamente cualquier tipo de visitas y uso diferente al que permita su máxima preservación y protección. Pensamos, desde el inicio de nuestras experiencias investigativas en este lugar, que mantener con sigilo la magnificencia de los hechos y los sitios desde los cuales se puede apreciar fácilmente un sentido de nuestra nacionalidad y, quizá, la propia conceptualización de un “Sitio chamánico de origen”, ayudaría a retardar el devastador deseo de nacionales y extranjeros por “ir a conocer”, masificando con ello un lugar que, durante siglos, ha estado reservado para la contemplación chamánica y el resguardo del pensamiento filosófico, donde tienen asiento y raíces las rocas sagradas de los seres ancestrales.
Como se dará a conocer en este libro, Chiribiquete –la Gran Maloka Cósmica del padre Sol y su hijo, el Jaguar– es un lugar en donde quedó consignado durante el tiempo, el pensamiento profundo que puede explicar y comprender mejor el concepto de ancestralidad prehispánica. La Boa/Anaconda Ancestral es un elemento estructurante de la Canoa Cósmica que advierte temas trascendentes, especialmente para la Amazonia cosmogónica.
Chiribiquete es una pieza clave de cientos de folios de historia no contada de nuestro país y de muchas otras regiones de este continente, en donde quiera que el pensamiento jaguar esté presente. O en donde él, como protagonista y fuente de poder y conocimiento, se diluye en múltiples formas para posibilitar la labor encomendada de intermediación cósmica del Sol, la luz, la fertilidad seminal y la transmisión del pensamiento ancestral.
Los chamanes, en sus mapas mentales, viajan a estos cerros sagrados para interactuar con las fuerzas espirituales antagónicas, que son muy comunes en el chamanismo (día-noche, bien-mal, luz-oscuridad, abundancia-escasez, etc.), a las que se enfrenta siempre la supervivencia humana, más en estos contextos en donde es importante pactar con “los dueños”, “los señores espirituales” y los seres humanos, en procura de lograr acuerdos o escenarios de equilibrios y reciprocidad, muy deseables dentro del chamanismo para alcanzar bondades y benevolencias para el manejo del “mundo”, que trae siempre toda suerte de retos y tropiezos si no se definen bien las normas y su debido cumplimiento.
Gracias al Grupo SURA por haber apoyado este proceso de ciencia, cultura y educación, que requerimos para mejorar el conocimiento y la conciencia sobre lo que significa Chiribiquete en Colombia y el mundo. Esta publicación es el resultado de una gran alianza con esta organización, que se une a nuestro interés, y al de la directora de Parques Nacionales, Julia Miranda Londoño, y del ICANH, con Ernesto Montenegro, para consolidar una de las tantas tareas de divulgación de este parque, hoy también Área Arqueológica Protegida. Esta permitirá avanzar en las acciones requeridas y contribuir a la indispensable labor de contarle al país y al mundo, el papel que tenemos todos en entender y participar de su protección estricta.
Ha llegado el momento de mostrar los contenidos más amplios posibles de este patrimonio cultural y arqueológico, en concordancia con las estrategias que se ha impuesto el país para defender este Parque Nacional, recientemente declarado, en esta misma línea, Patrimonio Natural y Cultural de la Humanidad, como se contará al final de este volumen.
NOTAS
- 1. En los raudales mencionados (llamados también en esta localidad como “la Angostura I y II”) se pueden observar gran cantidad de representaciones antropomorfas, zoomorfas y otros elementos geométricos, esculpidos en la roca, que se encuentran localizados dentro del río Guayabero y, por ende, cubiertos de agua durante algunos meses del año. Estos grabados guardan una amplia relación con las pinturas rupestres de la Tradición Cultural Chiribiquete, especialmente en la Fase Guayabero/Guaviare y se estima que en proximidades de otros raudales en los ríos Itilla, Apaporis y Macayá puedan existir representaciones grabadas afines.