- Botero esculturas (1998)
- Salmona (1998)
- El sabor de Colombia (1994)
- Wayuú. Cultura del desierto colombiano (1998)
- Semana Santa en Popayán (1999)
- Cartagena de siempre (1992)
- Palacio de las Garzas (1999)
- Juan Montoya (1998)
- Aves de Colombia. Grabados iluminados del Siglo XVIII (1993)
- Alta Colombia. El esplendor de la montaña (1996)
- Artefactos. Objetos artesanales de Colombia (1992)
- Carros. El automovil en Colombia (1995)
- Espacios Comerciales. Colombia (1994)
- Cerros de Bogotá (2000)
- El Terremoto de San Salvador. Narración de un superviviente (2001)
- Manolo Valdés. La intemporalidad del arte (1999)
- Casa de Hacienda. Arquitectura en el campo colombiano (1997)
- Fiestas. Celebraciones y Ritos de Colombia (1995)
- Costa Rica. Pura Vida (2001)
- Luis Restrepo. Arquitectura (2001)
- Ana Mercedes Hoyos. Palenque (2001)
- La Moneda en Colombia (2001)
- Jardines de Colombia (1996)
- Una jornada en Macondo (1995)
- Retratos (1993)
- Atavíos. Raíces de la moda colombiana (1996)
- La ruta de Humboldt. Colombia - Venezuela (1994)
- Trópico. Visiones de la naturaleza colombiana (1997)
- Herederos de los Incas (1996)
- Casa Moderna. Medio siglo de arquitectura doméstica colombiana (1996)
- Bogotá desde el aire (1994)
- La vida en Colombia (1994)
- Casa Republicana. La bella época en Colombia (1995)
- Selva húmeda de Colombia (1990)
- Richter (1997)
- Por nuestros niños. Programas para su Proteccion y Desarrollo en Colombia (1990)
- Mariposas de Colombia (1991)
- Colombia tierra de flores (1990)
- Los países andinos desde el satélite (1995)
- Deliciosas frutas tropicales (1990)
- Arrecifes del Caribe (1988)
- Casa campesina. Arquitectura vernácula de Colombia (1993)
- Páramos (1988)
- Manglares (1989)
- Señor Ladrillo (1988)
- La última muerte de Wozzeck (2000)
- Historia del Café de Guatemala (2001)
- Casa Guatemalteca (1999)
- Silvia Tcherassi (2002)
- Ana Mercedes Hoyos. Retrospectiva (2002)
- Francisco Mejía Guinand (2002)
- Aves del Llano (1992)
- El año que viene vuelvo (1989)
- Museos de Bogotá (1989)
- El arte de la cocina japonesa (1996)
- Botero Dibujos (1999)
- Colombia Campesina (1989)
- Conflicto amazónico. 1932-1934 (1994)
- Débora Arango. Museo de Arte Moderno de Medellín (1986)
- La Sabana de Bogotá (1988)
- Casas de Embajada en Washington D.C. (2004)
- XVI Bienal colombiana de Arquitectura 1998 (1998)
- Visiones del Siglo XX colombiano. A través de sus protagonistas ya muertos (2003)
- Río Bogotá (1985)
- Jacanamijoy (2003)
- Álvaro Barrera. Arquitectura y Restauración (2003)
- Campos de Golf en Colombia (2003)
- Cartagena de Indias. Visión panorámica desde el aire (2003)
- Guadua. Arquitectura y Diseño (2003)
- Enrique Grau. Homenaje (2003)
- Mauricio Gómez. Con la mano izquierda (2003)
- Ignacio Gómez Jaramillo (2003)
- Tesoros del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario. 350 años (2003)
- Manos en el arte colombiano (2003)
- Historia de la Fotografía en Colombia. Museo de Arte Moderno de Bogotá (1983)
- Arenas Betancourt. Un realista más allá del tiempo (1986)
- Los Figueroa. Aproximación a su época y a su pintura (1986)
- Andrés de Santa María (1985)
- Ricardo Gómez Campuzano (1987)
- El encanto de Bogotá (1987)
- Manizales de ayer. Album de fotografías (1987)
- Ramírez Villamizar. Museo de Arte Moderno de Bogotá (1984)
- La transformación de Bogotá (1982)
- Las fronteras azules de Colombia (1985)
- Botero en el Museo Nacional de Colombia. Nueva donación 2004 (2004)
- Gonzalo Ariza. Pinturas (1978)
- Grau. El pequeño viaje del Barón Von Humboldt (1977)
- Bogotá Viva (2004)
- Albergues del Libertador en Colombia. Banco de la República (1980)
- El Rey triste (1980)
- Gregorio Vásquez (1985)
- Ciclovías. Bogotá para el ciudadano (1983)
- Negret escultor. Homenaje (2004)
- Mefisto. Alberto Iriarte (2004)
- Suramericana. 60 Años de compromiso con la cultura (2004)
- Rostros de Colombia (1985)
- Flora de Los Andes. Cien especies del Altiplano Cundi-Boyacense (1984)
- Casa de Nariño (1985)
- Periodismo gráfico. Círculo de Periodistas de Bogotá (1984)
- Cien años de arte colombiano. 1886 - 1986 (1985)
- Pedro Nel Gómez (1981)
- Colombia amazónica (1988)
- Palacio de San Carlos (1986)
- Veinte años del Sena en Colombia. 1957-1977 (1978)
- Bogotá. Estructura y principales servicios públicos (1978)
- Colombia Parques Naturales (2006)
- Érase una vez Colombia (2005)
- Colombia 360°. Ciudades y pueblos (2006)
- Bogotá 360°. La ciudad interior (2006)
- Guatemala inédita (2006)
- Casa de Recreo en Colombia (2005)
- Manzur. Homenaje (2005)
- Gerardo Aragón (2009)
- Santiago Cárdenas (2006)
- Omar Rayo. Homenaje (2006)
- Beatriz González (2005)
- Casa de Campo en Colombia (2007)
- Luis Restrepo. construcciones (2007)
- Juan Cárdenas (2007)
- Luis Caballero. Homenaje (2007)
- Fútbol en Colombia (2007)
- Cafés de Colombia (2008)
- Colombia es Color (2008)
- Armando Villegas. Homenaje (2008)
- Manuel Hernández (2008)
- Alicia Viteri. Memoria digital (2009)
- Clemencia Echeverri. Sin respuesta (2009)
- Museo de Arte Moderno de Cartagena de Indias (2009)
- Agua. Riqueza de Colombia (2009)
- Volando Colombia. Paisajes (2009)
- Colombia en flor (2009)
- Medellín 360º. Cordial, Pujante y Bella (2009)
- Arte Internacional. Colección del Banco de la República (2009)
- Hugo Zapata (2009)
- Apalaanchi. Pescadores Wayuu (2009)
- Bogotá vuelo al pasado (2010)
- Grabados Antiguos de la Pontificia Universidad Javeriana. Colección Eduardo Ospina S. J. (2010)
- Orquídeas. Especies de Colombia (2010)
- Apartamentos. Bogotá (2010)
- Luis Caballero. Erótico (2010)
- Luis Fernando Peláez (2010)
- Aves en Colombia (2011)
- Pedro Ruiz (2011)
- El mundo del arte en San Agustín (2011)
- Cundinamarca. Corazón de Colombia (2011)
- El hundimiento de los Partidos Políticos Tradicionales venezolanos: El caso Copei (2014)
- Artistas por la paz (1986)
- Reglamento de uniformes, insignias, condecoraciones y distintivos para el personal de la Policía Nacional (2009)
- Historia de Bogotá. Tomo I - Conquista y Colonia (2007)
- Historia de Bogotá. Tomo II - Siglo XIX (2007)
- Academia Colombiana de Jurisprudencia. 125 Años (2019)
- Duque, su presidencia (2022)
Bogotá, su desarrollo actual y su futuro
Texto de: Roberto Rodríguez Silva
El problema
E1 crecimiento es signo de juventud y de vida. El padré se muestra orgulloso cuando ve crecer a su hijo y el jardinero se jacta del crecimiento de las plantas y de los árboles que siembra; y está bien que así sea. Se supone que todo organismo debe crecer, multiplicarse y al fin morir.
Toda una escuela de urbanistas, o urbanólogos como ahora se les llama, han mostrado la tendencia de tratar a la ciudad como se trata a un organismo viviente: el centro de ella es el corazón mientras que sus vías son las venas y las arterias. Hemos llegado hasta hablar de "arteriosclerosis", cuando las vías se congestionan a causa de las altas densidades que a lo largo de ellas se forman. Llamamos pulmones a los parques. Algunos han tratado a los tugurios como a los tumores cancerosos y los extirpan utilizando "bulldozers" como se utilizan los rayos X en el organismo humano.
Este paralelismo entre los organismos vivientes y la ciudad nos lleva a rechazar la idea de que a pesar de nacer, crecer y reproducirse, las urbes se niegan a morir. Las ciudades pasan de ser simples poblados parroquiales para convertirse en ciudades de tamaño "intermedio" y así permanecer muchas veces, como le sucedió a Bogotá durante siglos. En efecto, cuando le vino la adolescencia a la ciudad, cuatro siglos después de hacer nacido, creció en 40 años doce veces lo que no había crecido en más de 400.*
La población de Bogotá, al cumplir su cuarto centenario,era de 350.000 habitantes, aproximadamente. En 1978 ésta se estima en 4 millones de personas.
Bogotá vive, pues, su adolescencia. Grandes cambios característicos de esa etapa de la vida se están operando en ella. No sólo su crecimiento es acelerado; su aspecto cambia radicalmente. Con el frecuente ir y venir de las gentes, sus experiencias aumentan. Sus defectos, aunque también sus virtudes, se acrecientan; la ciudad ha entrado plenamente en sociedad y tiene un nuevo estilo de vida. Tiene nueva voz y nuevas costumbres, no siempre agradables, por cierto. Pero sus gentes, bien sean ellas nativas o llegadas de otros sitios, agilizan sus instintos y su sentido del humor. De qué otra forma se puede sobrevivir en este nuevo ambiente que se asemeja a la jungla, en donde el fuerte prevalece sobre el chico?
Pese a todos estos símiles, la ciudad no es un organismo vivo. La ciudad es simplemente el escenario en donde el ciudadano vive. Es el territorio en donde se asientan los hogares en forma gregaria, como corresponde al ser humano; allí es en donde mejor trabajan, comunicándose fácilmente los unos con los otros; si no siempre lo hacen cara a cara, lo hacen por medio de la nueva tecnología. Esta, de paso, es la que ha hecho posible las concentraciones millonarias que son las grandes metrópolis. La gente que en ellas vive, es la que puede darse el lujo de disfrutar del iran espectáculo que es la ciudad en si, del gran deporte, del teatro, de la música, del arte. El habitante de la ciudad es quien realmente forma parte de la comunidad; es, en pocas palabras, el "ciudadano".
La idea del rechazo a la gran ciudad y el apego al campo es sin duda una idea urbana. El hombre de la ciudad añora la naturaleza que, con razón, admira en sus esporádicas salidas de la urbe o en sus cortas vacaciones. Por lo general, el paisaje rural y la naturaleza son mirados por él desde un cómodo automóvil o disfrutados en un ambiente artificial.
El campesino, en cambio, sufre las inclemencias de la soledad que se vive en las zonas rurales. En nuestros campos, el campesino carece de los servicios básicos y no tiene acceso fácil a las instituciones que cuidan de la salud o educan a sus hijos.
Con frecuencia, el detractor de la ciudad afirma que ella recibe al campesino ignorante sin ofrecerle ninguna de sus ventajas y, lo que es peor, rebajando la calidad de su vida. Pero la verdad, y en ello están de acuerdo quienes el problema han estudiado, es que en la ciudad se pueden ofrecer más cosas a más gente y a menor costo que en el campo. Y por ello, digan lo que digan los "naturalistas", el campesino emigra hacia la ciudad insistentemente, desafiando todo lo que se le diga en contra de este desplazamiento de la población.
En el caso de Bogotá, el fenómeno de la carencia de asentamientos campesinos en la región, sumado a la depresión económica de los departamentos vecinos, ha hecho que la emigración del campo hacia la ciudad haya mostrado cifras impresionantes durante los últimos años.
En efecto, se calcula que del crecimiento que la ciudad ha tenido durante estos años, más de la mitad proviene de la inmigración. Esta inmigración, en gran parte de origen campesino, tiene y tendrá enormes implicaciones para el futuro de la ciudad. Al final del presente estudio trataremos de especular sobre este futuro. Por el momento, sólo examinemos el problema en sus aspectos numéricos.
Esa soledad, al menos en las regiones andinas de Latinoamérica, parece acentuarse con la distribución espacial de la población, herencia de la dominación del indio por el español. En efecto, en esas regiones no existen las comunidades o aldeas campesinas, como sí nacieron en los países europeos. El campesino de la altiplanicie está condenado a vivir en su rancho y en la soledad.
Los pueblos existentes en los departamentos de Cundinamarca, Boyacá y el Tolima tienen un carácter marcadamente urbano.
El crecimiento demográfico anual de la ciudad, desde la década de 1950 a la de 1960, viene siendo cercano al 7% de su población. Ello significa que desde 1950, cuando la población de la ciudad era de 650.000 habitantes, han nacido en o inmigrado a la ciudad un número aproximado de 3´500.000 personas, y que en la actualidad más de 4'000.000 de personas viven en Bogotá.
Si una rata de crecimiento de esta magnitud prevaleciera, la ciudad tendría en el año 2.000 una población de 18'540.000.
Pero tranquilicémonos. Tal augurio no parece ser posible por varias razones: La primera es que estas proyecciones no toman en cuenta el impacto que tendrán las políticas de descentralización que se han empezado a aplicar por los últimos gobiernos.
La segunda se deriva de los últimos datos suministrados por el DANE sobre las tasas de crecimiento natural de la población. Ellos muestran un descenso en estas tasas, que en épocas recientes se calculaban en un 3.2% para todo el país, a un 2.4% en 1973, lo cual implica una reducción considerable en el crecimiento del país y, muy posiblemente, de las ciudades.
La tercera razón sería la de que el crecimiento de la ciudad hasta llegar a las cifras anteriormente mencionadas, implica un crecimiento en los costos de los servicios que, a partir de un cierto punto, no solamente detienen el crecimiento sino que, como ha pasado en otras ciudades, lo hacen regresivo.
No sólo el aspecto económico sino también el deterioro del medio ambiente que traería una población de esta naturaleza, harían que se presentara el fenómeno del éxodo de la gran ciudad, como se ha presentado en las grandes metrópolis del mundo desarrollado.
Por último, estas proyecciones de población son irracionales, dado que la superficie susceptible de ser urbanizada dentro del D.E. no daría cabida a tal número de habitantes, así ellos se establecieran con base en densidades por encima de lo imaginable y admisible.
Si tenemos entonces que rechazar racionalmente estas proyecciones, es preciso encontrar otro camino más lógico para imaginarse el futuro .
Enfoquemos el problema teniendo en cuenta la capacidad sustentadora del medio ambiente, para calcular la población que la ciudad de Bogotá podría albergar en el futuro.
La superficie que podría ser urbanizable dentro de los límites naturales del D.E., considerando sus limitantes físicas, (Río Bogotá ‑ Cota 2.700 ‑ Cerros de Torca ‑ Municipio de Soacha ‑ inclusive), es de 46.900 hectáreas.
Con una densidad bruta de 152 habitantes por hectárea (), la ciudad de Bogotá podría albergar dentro de los límites mencionados una población de 7.128.000 habitantes en condiciónes normales, en cuanto a previsión de tierra para zonas verdes, áreas institucionales, etc., que garanticen condiciones de vida adecuada y un medio ambiente propicio para el bienestar de sus habitantes.
Proyecciones sobre el Censo de 1972 hechas por el Dpto. Nal. de Planeación.
B.J.L. Berry, "The Counter ‑ Urbanization Process: How General?” Documento presentado a Conferencia en el Instituto Internacional para Análisis de Sistemas Aplicados, Schioss Laxenburg, Austria, Diciembre, 1976.
Esta densidad bruta daría una densidad neta más alta que la existente de 178 habitantes por hectárea, si tenemos en cuenta que en la actualidad no existen dentro de la ciudad zonas verdes, de recreación y conservación, las cuales sí se tendrían que prever para el futuro que deseamos.
Pensar en una población mayor para Bogotá traería consecuencias nocivas para las futuras generaciones y, muy seguramente, para la presente.
Sin embargo, pese a que la cifra astronómica de más de 18 millones de habitantes no parece ser la más probable para la ciudad del futuro, tenemos que contemplar de todas maneras un crecimiento considerable de la población. El podría ser rebajado, tanto por concepto de la disminución del crecimiento natural o vegatativo, como por una menor inmigración futura, a una cifra aproximada del 5% anual, cifra que se considera todavía conservadora. Pero aun si el crecimiento durante el resto de este siglo se produjera a este ritmo optimista y conservador, la población de la ciudad sería para el año 2.000 de 12'286.000, aproximadamente.
Tenemos, pues, una población aproximada de 5`158.000 habitantes, resultante de la diferencia entre la población prevista, con un crecimiento relativamente bajo, y lo, que el territorio urbanizable del D.E., puede soportar.
El problema prioritario de la ciudad es, por lo tanto, el de cómo se va a alojar esta nueva población que ya empieza a tocar a sus puertas. La respuesta lógica sería la de que en la ciudad de Bogotá no cabe mas gente.
El problema se torna, entonces, de carácter regional. En esta región que rodea la capital vivirán esas 5'l58.000 personas. En dónde y cómo? de ahí un dilema que se convierte en el punto más delicado de especulación para el futuro y materia de honda preocupación para los planificadores, la propia Bogotá y el pais entero.
El término “soportar” tiene aquí una significación eminentemente ecológica y se refiere a la población que puede vivir en un territorio determinado sin que sus habitantes sufran consecuencias nocivas para su salud física y mental.
En la actualidad, el fenómeno del rebosamiento de la población hacia las zonas agrícolas de alta productividad que rodean la ciudad ya está ocurriendo. Desgraciadamente y a falta de un plan metropolitano que oriente los usos de esta nueva tierra urbana, se están produciendo nuevos asentamientos de bajísima densidad y en forma caótica. Esta manera irracional de parcelar las zonas verdes cercanas a la ciudad produce un encarecimiento exagerado en la prestación de todos los servicios que la población suburbana requiere. Paradójicamente aunque la manera de parcelar las zonas vecinas es aparentemente irracional, es el mismo Estado el que induce a esta parcelación a través de los subsidios en la prestación de servicios a las nuevas urbanizaciones por fuera de los límites del D.E. El problema principal de la ciudad es, como se ve, un problema de carácter metropolitano y regional. A él, no sólo el D.E. sino del Departamento de Cundinamarca y la, Nación deberán dedicar gran parte de sus esfuerzos y recursos.
Afortunadamente y, a buena hora, hace ya varios años se le ocurrió al legislador previsivo crear una entidad de carácter regional que e pudiera hacer frente a estos problemas. En efecto, desde 1961 el Congreso aprobó una ley, por medio de la cual se creaba una corporación cuya Jurisdicción abarcaba los Valles del Río Bogotá y de Ubaté y Chiquinquira, cuyos objetivos eran “encauzar y, promover el desarrollo económico de la región, atendiendo a la conservación, defensa, coordinación administración de todos los recursos naturales a fin de asegurar su mejor utilización técnica y, un efectivo adelanto urbanístico, agropecuario, minero, sanitario e industrial, con miras al beneficio común, para que en tal forma, alcance para el pueblo en ella establecido los máximos niveles de vida”. Tal corporación fue bautizada con las siglas C.A.R. Puesto que de esta corporación forman parte la Nación, el Departamento de Cundinamarca y el Distrito Especial de Bogotá, el problema regional a que nos referimos está, por ley, en sus manos.
Obviamente parece que, dada la existencia de la C.A.R, todo lo que se ha discutido acerca de posibles asociaciones de municipios vecinos a la capital y la misma creación de un distrito capital diferente al existente, no tienen razón de ser, especialmente ahora, cuando no es posible convocar una Constituyente para reformar el regimen municipal y departamental.
E1 problema por otra parte no es el de "falta de gobierno, sino el de tener demasiados gobiernos. Nuestro caso parece ajustarse perfectamente a esta cita: Tenemos el Distrito Especial con sus respectivas Secretarías, Departamentos Administrativos y Consejo Municipal. Tenemos la Gobernación de Cundinamarca con toda su administración y su Asamblea Departamental. Tenemos, para no extendernos demasiado, todos los municipios de la Sabana de Bogotá, sus Alcaldes y Concejos, el Departamento de Plancación Nal., el Inderena, los Ministerios e Institutos descentralizados que se preocupen por la zona metropolitana y la Sabana de Bogotá, Sin embargo, las decisiones que todas estas entidades toman son desconocidas. La C.A.R. se creó precisamente para coordinarlas. Desgraciadamente, a raíz del traslado de esta Corporación, como dependiente del Ministerio de Agricultura que era antes, al Depto. Nal. de Plancación, ni su estructura ni sus directrices cambiaron de acuerdo con los objetivos que ese traslado implicaba. El caso es tipico y explicable para quien esté familiarizado con las dificultades que implican los cambios institucionales y, por ende, burocráticos. Ahora, dadas las circunstancias, el futuro de la ciudad y de la región está en sus manos.
Ley 3a. de 1961 por la cual se creó la Corporación Autónoma Regional de la Sabana de Bogotá y de los Valles de Ubaté y Chiquinquirá.
Veamos algunos de los problemas internos de la ciudad de Bogotá. Posiblemente, un examen, así sea corto, de ellos, nos puede brindar un panorama que permita proyectar un porvenir para la ciudad. Para entender lo que ha pasado, y lo que posiblemente le ocurrirá a Bogotá en el futuro, es preciso hacer un corto análisis de lo que se entiende como el proceso de desarrollo urbano, primero en forma general y después en el caso específico de Bogotá.
La forma como las grandes ciudades en el mundo occidental se han desarrollado nos muestra un patrón, que, tanto en los países desarrollados como en los que están en vía de desarrollo, se repite con pequeñas variaciones.
Sobre este proceso de urbanización por medio del cual una población determinada se concentra en la ciudad, se han escrito multitud de tratados y, al fin y al cabo, toda una ciencia y un arte como lo es el urbanismo trata sobre este fenómeno.
Aunque el proceso puede tomar dos caminos, aquél en donde aumenta el número de ciudades o en el que aumenta el tamaño de la población en unas pocas, trataremos de describir el último caso, que es el que se ha contemp1ado en la mayor parte de los paises del mundo.
Con el advenimiento de la revolución industrial () en el siglo XVIII en Europa y los Estados Unidos de América y solamente a finales del primer cuarto de este siglo en nuestro País, las grandes concentraciones de población se hicieron necesarias para poder suplir con una mano de obra suficiente a una industria que utilizaba nuevas tecnologías y basaba su producción en los grandes consumos.
Es una de las grandes paradojas de la historia, aunque seguramente existen razones científicas para explicarlo, el hecho de que, casi simultáneamente, se hayan producido una serie de inventos que hicieron posible el establecimiento de las grandes concentraciones de población.
Hagamos un breve cuento sobre las innovaciones que se produjeron en un breve lapso durante el siglo XVIII en Inglaterra: la invención de la máquina de vapor, a base de la combustión de carbón; la invención de nuevos métodos para la manufactura del hierro y el acero, lo cual hace posible, de paso, el establecimiento del ferrocarril como nuevo sistema rápido de transporte de persona y bienes; la substitución de fuentes inanimadas de trabajo por la máquina, y, finalmente, la organización masiva del trabajo.
En los grandes centros de producción, la concentración de una gran población en espacios relativamente pequeños se hizo posible, no solamente hacinando la gente en vivienda de alta densidad, sino ubicando las actividades en el "rascacielos", que fue una realidad gracias, no sólo a la invención del acero para su estructura, sino a la introducción del transporte vertical mecánico, esto es, el ascensor.
Con la intensificación del uso de la tierra en el centro de las grandes ciudades, la rentablillidad de las propiedades aumentó, haciendo que el precio de la tierra subiera a cifras inaccesibles para los usos de vivienda.
Así empieza el proceso de desarrollo de las grandes ciudades; ese movimiento centrífugo de la población hacia los suburbios, hecho que se hace también posible gracias a la aparición de otra innovación, el transporte automotor.
Con el abandono del centro de la ciudad por parte de las clases acomodadas, viene la ocupación de las casas abandonadas por una clase social y económica inferior que, favorecida por la corta distancia a su trabajo, se empieza a hacinar, esto es, a vivir en densidades muy altas, en las antiguas casas de la "élite" que huye a las "faldas" de la ciudad.
() El término revolución industrial se utiliza aquí para denotar los cambios en el proceso y organización de la producción que marcó el paso de una economía agraria y artesanal a otra dominada por la industria y por la fabricación a través de la máquina.
Con las altas densidades y el abandono de las propiedades por parte de sus dueños, el centro de la ciudad entra endeterioro, muchas veces promovido y reforzado por los absurdos controles de arrendamiento.
Todo este fenómeno, que en los países desarrollados se produjo en el curso de docenas de años, cambiando la ciudad paulatinamente a medida que las innovaciones se iban produciendo, se presenta en los países en desarrollo al mismo tiempo y en forma vertiginosa, produciendo, claro está, traumatismos peligrosos y desarrollo caótico.
El fenómeno de las grandes ciudades colombianas con su desarrollo superacelerado, que en tantas ocasiones ha sido apropiadamente descrito como el paso inmediato de la mula al avión, tiene consecuencias que se a artan ya del desarrollo general de 1a ciudad occidental.
Bogotá presenta como característica única, en comparación con otras grandes ciudades, una densidad extremadamente alta y, por lo tanto, un área relativamente pequeña, en relación con su población.
Las densidades que se adopten para el crecimiento de una zona urbana determinan, no sólo la superficie de la tierra necesaria para su desarrollo, sino también la eficiencia y el costo del transporte, la cantidad y calidad de los espacios libres, el costo y los sistemas de edificación, el costo y la extensión de las redes de servicio público, las distancias a fuentes de trabajo, la calidad del medio ambiente y las posibilidades de comunicación entre los habitantes.
Las densidades óptimas para una ciudad son, por la multitud de consecuencias que ellas implican, de difícil determinación y sólo complicados estudios de costo ‑ beneficio (trabajando con algunas variables cualitativas casi imposibles de cuantificar), nos podrían dar ideas aproximadas sobre un ideal de la forma en que la población debería distribuirse.
En el caso de Bogotá futuro se puede utilizar, para hacer proyecciones razonables sobre necesidades de tierra urbana, una metodología basada en áreas de construcción y espacios libres por habitante, que, a juicio de los estudios hechos en este campo, sean lógicos y razonables.
Esta metodología ha sido utilizada en el estudio de Desarrollo Urbano de Bogotá, Fase 1, en el estudio del Río Bogotá, y finalmente, con más profundidad, en el Estudio Fase 11 ().
En este último se calculó que la ciudad, en el año de 1980, tendría una población de 5.1 millones de habitantes, dentro de un área de 32.300 hectáreas. Para 1990, esta población sería de 8.5 millones de habitantes y el área, de 56.600 hectáreas.
La densidad bruta que la ciudad tendría en esas épocas sería de 158 habitantes por hectárea; descontando la zona verde metropolitana (densidad neta), esta densidad sería de 196 habitantes.por hectárea.
Vale la pena anotar que Bogotá y sus alrededores han sido motivo de la mayor cantidad de estudios realizados para región alguna de Colombia.
() Bogotá Transport and Urban Development Study Fase 1, Freeman, Fox Wilbur Smith and Associates, Restrepo y Uribe Ltda. 1970.
Mejora del Río Bogotá ‑ Control de Inundaciones. Recursos hídricos y disposición de aguas negras ‑ 5 tomos. Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá. 1973, Plan de Desarrollo de Bogotá Fase II, Llewelyng ‑ Davis, Consultécnicos Ltd. Departamento Administrativo de Planeación Distrital ‑ 1974.
En la actualidad. aunque la ciudad no parezca estar densamente poblada por el aspecto que le dan sus construcciones, en su mayoría de uno y dos pisos, la densidad bruta es de 179 personas por hectárea.
En algunas áreas con construcciones de este tipo, la ocupación multifamiliar y el hacinamiento hacen que la densidad aumente a 1.500 personas por hectárea.
Por otra parte, las densidades encontradas en areas donde habitan gentes de altos ingresos no son tan bajas como se podría pensar.()
Esto, sumado a la falta de zonas libres y parques, hace que la densidad de la ciudad se considere, según cualquier patrón razonable, como alta. ()
El hecho de que Bogotá sea una ciudad con una alta densidad ha evitado algunos grandes problemas a pesar de que la ciudad no disponga de las áreas verdes necesarias para sus habitantes().
Uno de esos grandes problemas que, en parte, ha evitado es el del transporte.
Dígase lo que se diga acerca del caos del tráfico en la ciudad, son pocos los habitantes de ciudades de 4 millones de personas que pueden decir que los puntos más apartados del centro de su ciudad se encuentran a menos de 15 kms. de distancia y, que, gracias a un plan vial que básicamente se ha conservado por más de 20 años, se recorren en menos de media hora en automóvil y una hora en el transporte masivo que ofrece el bus. Quienes se quejan del tiempo que se gasta en viajes del hogar al trabajo no saben las aventuras por que pasan los habitantes de ciudades de igual tamaño a un costo bastante más elevado.
Pero las ventajas que se pueden lograr en ciudades con altas densidades como Bogotá suelen venir acompañadas con males paralelos. Las altas densidades implican un deterioro del medio ambiente y un encarecimiento de la tierra.
() Por ejemplo, las densidades de algunos barrios habitados por grupos de altos ingresos son las siguientes:
Chapinero Norte 347 Hab/ha.
El Chicó 127 Hab/ha.
Antiguo Country 297 Hab/ha.
() Como punto de referencia, la densidad habitacional de algunas ciudades, populosas el mundo son:
Manhattan y Brooklyn 176 Hab/ha.
"lnner" London 108 Hab/ha.
París Cénüico “Ville” 280 Hab/ha.
Bogotá Central 340 Hab/ha.
(Esta última cifra promedio derivada de las zonas con más de 40 años de existencia en la ciudad).
() Para los estudios sobre desarrollo urbano se considera que por cada mil habitantes debe existir 1 hectárea de área verde.
En Bogotá, para el año de 1973, se disponía de 900 hectáreas para 3´O00.000 de habitantes.
Por otra parte y bajo el grito de salvemos la Sabana de Bogotá, densificando más la ciudad y construyendo en altura, (especialmente en los barrios con mayor prestigio y medio ambiente natural más propicio) se está especulando con la tierra urbana y se está atentando contra el bienestar del ciudadano.
Ello, en gran parte, es producto, no sólo del afán de lucro desmedido de los promotores de vivienda, sino de la ignorancia en materia de urbanismo de quienes tienen a su cargo la conformación de normas y politicas para el desarrollo de la ciudad.
No tienen en cuenta ellos que, además de atentar contra el bienestar y los bienes del ciudadano, (cual es la calidad de la vista y la independencia que adquirieron para sus viviendas originalmente), están estableciendo el círculo vicioso clásico en tantas ciudades contemporáneas: más edificios, más gente, más vehículos, más vías, mas edificios.
El círculo nunca se cierra y de ello dan fe ciudades como Caracas que, a pesar de contar con recursos económicos bastante mayores a los nuestros, no puede ni podra por el camino que ha tomado, solucionar sus problemas de tráfico. Y por el mismo camino están dirigiendo las autoridades del D.E. a la ciudad.
Más avenidas, más y más altos edificios (producto también de un estatuto de valorización mal entendido y aplicado), más gente, más vehículos y, finalmente, como resultado de todo este proceso, la necesidad de más vías.
Son los enumerados, a mi juicio, los problemas más apremiantes de la ciudad. Recapitulemos y sinteticemos:
1. El problema principal de Bogotá es de carácter metropolitano y regional y reside en la distribución óptima de la población futura.
2. Como resultado de un proceso de desarrollo urbano que ha seguido en gran parte el ejemplo de otras ciudades, el centro de Bogotá ha entrado en deterioro físico, social y económico.
3. El abuso de las altas densidades por parte de los especuladores y de las autoridades ha causado grandes problemas que se traducen especialmente en el empeoramiento del tráfico, en la falta de zonas verdes y recreacionales, en el deterioro del medio ambiente, y, por ende, en el aumento de la delincuencia.
Es muy posible que la ciudad se siga desarrollando de acuerdo con estas tendencias, que ha mostrado últimamente en su crecimiento.
Cómo sería la ciudad del futuro si ello fuera irremediable?
Cuál puede ser nuestro futuro si él es fruto de la imprevisión?
BOGOTA FUTURA DE
ACUERDO CON SUS TENDENCIAS
DE DESARROLLO
Se ha dicho, y con razón, que una ciudad es el reflejo de las gentes que la habitan. Es interesante, por lo tanto, para tener una idea de lo que puede ser Bogotá en el futuro, proyectar la población actual hacia los años venideros, no sólo en cuanto a su magnitud, sino en lo que respecta a su composición.
El crecimiento de la ciudad, por lo menos durante las 2 décadas de 1950 a 1970, fue muy cercano al 7'o anual. ()
En la actualidad, a juzgar por los datos del último censo, las ratas de crecimiento natural en el país han disminuido. ().
Por este motivo, la mayor parte del crecimiento de la población de Bogotá durante los últimos años y seguramente en los venideros, provendrá de la inmigración.
Hay varias razones, para pensar que ello será así. Cuatro, básicamente, son los factores que contribuyen a que la inmigración conserve la misma magnitud en el futuro: el ofrecimiento de nuevos empleos, las políticas de subsidios que practica la capital, la capacidad de los servicios publicos y la expulsión de población de las zonas rurales.
Para nadie es un secreto que buena parte del consumo del país ya se encuentra en Bogotá y que, a pesar de las políticas de descentralización con tanto esfuerzo pregonadas durante los últimos años, este consumo crece desproporcionadamente con relación al resto del país.
() CID. Documento sobre el Proceso de Urbanización presentado en el 2o. Seminario sobre Urbanización, Suescún, 1969.
() Estas ratas son, de acuerdo con el DANE, de un 2.4% para todo el país.
Ante la carencia de un censo industrial confiable para la ciudad y sus alrededores, sólo se pueden hacer conjeturas acerca del crecimiento del sector del empleo. Pero datos como el de que de los préstamos de los fondos de las Corporaciones de Ahorro y Vivienda más de un 50% fueron hechos en Bogotá, hacen suponer que el crecimiento del empleo en la ciudad es muy considerable.
Si, además, tenemos en cuenta que por cada nuevo empleo que se crea en el sector industrial, se generan aproximadamente tres empleos en el sector de los servicios, parece ser un hecho el que Bogotá y su zona metropolitana pueden ofrecer en el futuro un número de empleos suficiente para que su población (y, consiguientemente, la inmigración) aumenten paralelamente a las altas ratas de crecimiento registradas en los últimos años.
Se ha dicho, con razón, que una de las causas principales de la afluencia de poblacion a Bogotá es la política de subsidios para el transporte, la vivienda y los servicios públicos que en ella existen.
Cualquier intento que se hiciera para modificar esta política encontrarla escollos imposibles de solucionar. Una política de subsidios para las clases menos favorecidas es irreversible y eso lo sabe cualquier político que haya tomado parte en el juego democrático.
A no ser que una tiranía rigiera en el futuro los destinos de la ciudad, (y Dios nos guarde de ella), se presume que los subsidios seguirán siendo una fuente de atractivo para la población inmigrante y que ellos contribuirán a mantener el alto ritmo de crecimiento de la ciudad.
Los planes de ensanche de las Empresas Públicas, y en especial de la de Acueducto y Alcantarillado, han sido hechos sobre la base de una población de, aproximadamente, 10 millones de habitantes para el año de 1990. Las obras, por ejemplo, del sistema de abastecimiento de agua proveniente de Chingaza, ya en ejecución, preven un volumen adicional del líquido de 13 y medio metros cúbicos en su primera etapa y de siete y medio metros cúbicos en su segunda. Ello implica que una población de ocho y medio millones de habitantes no solamente puede, sino que tiene que ser servida por el Acueducto de Bogotá, para poder financiar las obras ya acometidas con base en los créditos contraídos y en las tarifas previstas para el cumplimiento de las obligaciones.
Se ha previsto que, posteriormente se podrían captar recursos hidráulicos provenientes del Macizo de Sumapaz y que con ellos se podría abastecer una población de 14 millones de habitantes.
El suministro de agua, dentro de todos los servicios prestados por el Estado, es el que más influye sobre el crecimiento de la población. Por eso nos referimos específicamente a él. En otros sectores de servicios, las soluciones vienen por lo general "a posterior", una vez que se ha asentado la población. Por esto, nos atrevemos a decir que existe la realidad de la prestación de todos los servicios públicos a una población de diez millones de habitantes para 1990 y de 14, para 1999.
Un aumento acelerado de la población de Bogotá también presupone la continuación del fenómeno que se ha venido observando durante los últimos años, cual es la tecnificación de la agricultura y la ganadería, reduciéndose así el empleo en las zonas rurales y aumentándose la migración hacia la ciudad.
Por ahora, hagamos las siguientes Consideraciones:
En 1972, la población rural en 15 municipios de la Sabana de Bogotá, era aproximadamente, de 100.000 personas, para trabajar 100.000 hectáreas explotadas. Se piensa que ese número de habitantes pueda haber aumentado en 40.000 para el año de 1980, pero este aumento se debe a la urbanización de las áreas agrícolas (). Aparentemente, la población rural se ha estabilizado y se conservará, siempre y cuando la vocación agrícola de la Sabana prevalezca y los asentamientos urbanos existentes en la región se limiten a los cascos urbanos existentes, para no ocupar tierra apta para la agricultura y la ganadería.
El fenómeno es diferente en el resto de la región y en los Departamentos vecinos a Cundinamarca, en donde la expulsión del campo se sucede con mayor fuerza.
La conservación de la estructura existente de asentamientos de población, y a ella nos referíamos en el Capítulo pasado cuando hablábamos de la carencia de la aldea campesina dentro de una estructura normal de asentamientos humanos, hace también suponer que, tanto la expulsión como el aumento de la población rural de la región y de buena parte de los departamentos vecinos, será absorbida por la ciudad de Bogotá.
El crecimiento de la población de la ciudad en los próximos 20 años, por lo menos, constará, en su mayor parte, de gentes venidas del campo y de sus descendientes directos.
Si ello es así, esto implica que la ciudad de Bogotá del proximo futuro será una ciudad ruralizada, es decir, que la mayor parte de sus habitantes se caracterizarán por su comportamiento y estilo de vida poducto de un contacto inicial entre el hombre de la ciudad y el del campo.
() Para efecto de los censos de población, todos los habitantes ubicados por fuera de los cascos urbanos se consideran rurales.
Tratemos de especular algo sobre esta idea, examinando las principales características del campesino y, trasladándolas a la ciudad, tratemos de imaginarnos el futuro.
El campesino posee fuertes lazos familiares y de compadrazgo. La unidad doméstica es el centro de sus actividades. Esta unidad es no solo su hogar, sino también su centro de producción, Las relaciones familiares tienen, por lo tanto, un marcado sentido económico. Por eso, el campesino mira la tierra y su vivienda como una herramienta para su subsistencia. El bajo nivel de especialización que lo caracteriza hace que su trabajo no encuentre todas las posibilidades que una economía desarrollada ofrece.
El campesino sabe que una fuerza superior misteriosa lo controla y, como consecuencia, la religión es uno de los elementos más importantes en su vida diaria. Esto, unido a la imagen de su pueblo como punto principal de identificación, hace que la vida del campesino gire alrededor de su hogar, su parroquia, y, a lo sumo, su pequeña comunidad.
Cómo se pueden traducir estos rasgos generales en el contexto urbano? Indudablemente, la ruralización de la ciudad afectará todos los elementos que la forman.
Pasando por alto el análisis que sería necesario hacer de las interrelaciones entre la ruralización cada vez mayor de la ciudad y, los usos de la tierra, pensemos en el impacto que estas interrelaciones, que aquí se consideran como tendencias, tendrían sobre el medio ambiente del futuro:
El uso que se le seguirá dando a la tierra, especialmente en los sectores habitacionales, seguirá siendo en gran parte mixto; esto es, la vivienda como sitio de trabajo para buena parte de la familia seguirá existiendo durante un buen tiempo. De ahí las fuertes dudas que existen sobre el éxito de la idea generalizada de los grandes centros comerciales tales como los que se han venido construyendo últimamente. Centros de esta naturaleza servirán, como lo hacen también hoy día, a un mínimo porcentaje, de la población y su popularización es poco probable.
Dada la edad de los migrantes a la ciudad durante los últimos años (gente joven recientemente casada o en edad de contraer matrimonio), una gran parte de la población, dentro de 10 a 20 años, estará en edad de formar nuevos hogares, lo cual implica una demanda de vivienda sin precedentes.
Se supone que para ese entonces la mano de obra para la construcción será más escasa, puesto que el trabajador del futuro ya habrá cosechado algunos de los frutos de la urbanización, como es el de una mejor educación y el aprendizaje de labores más especializadas.
El auge de la construcción verá su mejor epoca en los años inmediatos, si es que no la está viendo ya. La vivienda sufrirá altas alzas en su precio con una mano de obra más costosa, y será cada vez más difícil su adquisición para las clases económicas medias y bajas. Esto, indudablemente, repercutira en el tipo de vivienda del futuro y, especialmente, en su financiación. Debido a los estrechos lazos entre el campo y la tierra, que existen en los inmigrantes a la ciudad, seguirá ocurriendo el fenómeno de la construcción progresiva en los barrios Populares donde habita el sector "informal".
Por otra parte, el estado tendría que intervenir en el mercado de la vivienda más fuertemente y, si se quiere que a ella tengan acceso los habitantes de bajos y aun medianos recursos, aparecerán los subsidios estatales en forma aún más clara. ()
En el próximo futuro también se verá el fortalecimiento de las pequenas comunidades dentro de la ciudad. La vida de la mayor parte de los ciudadanos girará en torno a su familia, su parroquia y su barrio. Bogotá no será durante muchos años una ciudad en el verdadero sentido de la palabra sino más bien el territorio que reúne a un grupo de aldeanos.()
() En la actualidad, tales subsidios existen aunque en forma relativamente velada. En efecto, las viviendas avaluadas por debajo de $50.000 en Bogotá no pagan impuesto predial y los Servicios Públicos aplican tarifas diferenciales; esto es de acuerdo con los avalúos catastrales.
Por ser la tierra muy costosa dentro de los límites del Distrito Especial a causa de las altas densidades que se permiten, ya se está presentando el fenómeno del rebosamiento de sus habitantes más allá del río Bogotá, hacia el occidente y el norte. Este fenómeno, que desgraciadamente no ha sido orientado en forma racional por quienes corresponde hacerlo, está iniciando lo que los urbanistas llaman una "conurbanización" que, en el caso de Bogotá, simplemente quiere decir la invasión de toda la sabana de Bogotá por la urbanización.
Los costos que esto representa para los contribuyentes, que a la larga seremos todos los habitantes de la ciudad, son enormes. Brindar servicios, especialmente de agua, alcantarillado y transporte, a una población dispersa que se asienta sobre los mejores terrenos agrícolas de la región, será algo que posiblemente sobrepasará las capacidades financieras de la futura comunidad de ciudadanos.
Pero la verdad es que la población se está saliendo del D.E. muchas veces, no sólo a causa de encontrar por fuera tierra más barata sino, en muchas ocasiones, con el asentimiento del mismo Estado, que es el principal promotor del caos urbanístico y de los suburbios, a través de las vías que construye para guiar el desarrollo hacia donde el especulador lo quiere y no hacia donde lo aconsejan el sentido común y la razón.
Ninguno de los planes recomendados para el crecimiento de la ciudad, por ejemplo, propone su extensión hacia el norte. Sin embargo, somos testigos de la serie de construcciones importantes que se han adelantado y que se planean para ese sector. Es él indudablemente el que ofrece las condiciones más propicias y aceptables para el consumidor en consecuencia, para el urbanizador, aunque ello no sea lo más aconsejable para la ciudad y su futuro. El crecimiento de la ciudad a través de suburbios alejados del centro estimula, como lo veíamos anteriormente, su deterioro.
Por otra parte, se está corriendo el peligro de unir a Bogotá con las cabeceras municipales vecinas, fenómeno que le daría a la ciudad un carácter de gigantismo poco deseable. Con el crecimiento continuo de Bogotá hacia el norte y también hacia el occidente, más allá del Río Bogotá, se está perdiendo, así mismo, la oportunidad de crear una zona para recreación y aun para producción agrícola intensiva que bordearía las márgenes del río y serviría como límite natural de la Ciudad con la Sabana de Bogotá.
Recientemente, la idea de promover la construcción de vivienda con altas densidades ha cobrado mayor fuerza. Parece que el sentido común indicara que, para impedir la invasión de la Sabana de Bogotá, que rodea la ciudad y que produce buena parte de los alimentos que ella consume, lo más lógico es construír vivienda en altura para que la mayor parte de la población pueda permanecer dentro del D.E.
() Lo que hoy en día mucha gente considera como la pérdida del carácter urbano que distinguía a Bogotá, se debe principalmente a la identificación de la mayor parte de sus habitantes con la pequeña comunidad donde habitan y no con la ciudad.
() Acerca del “gigantismo”, Barbara Ward nos previene enfáticamente. Ver especialmente “Los procesos de Urbanización Mundial” en “Planeación de Areas Metropolitanas”. Naciones Unidas, Nueva York 1967.
No sólo las autoridades de Bogotá sino las entidades estatales que financian y construyen vivienda, se han adherido a esta teoría de las altas densidades, bajo cuya bandera se están cometiendo los peores atentados contra el medio ambiente y la salud mental y física de quienes tienen que vivir en esos palomares para el hombre.
Cuando la teoría de las altas densidades es analizada en forma un poco más fría, nos encontramos con una serie de hechos innegables.
El primero es el de que construir en altura es bastante más costoso que edificar en uno, dos y hasta cuatro pisos como máximo.
La consecuencia de este hecho es que sólo la gente que pertenece a la clase económica superior es capaz de costear la vivienda en edificios altos; y esta gente es la que vive con densidades más bajas. No es raro, pues, encontrar apartamentos en el norte de la ciudad en donde habitan seis personas en áreas de 300 M2. Es esta una alta densidad? ¡Claro que no lo es, lo cual confirma la primera falacia sobre su bondad!
El segundo hecho es que lo que se han dado en llamar altas densidades se está logrando a base de construir altos edificios en urbanizaciones que fueron diseñadas para viviendas unifamiliares y poseen un medio ambiente en un paisaje propicio, fruto del esfuerzo de propietarios que creyeron poder conservarlo como recompensa de sus esfuerzos.
La invasión, por parte de estas construcciones, de los barrios con mejor medio ambiente es un hecho, y ha sido la misma Administración Municial la encargada de hacerlo, al conceder licencias para construcciones que son un atentado contra el paisaje de la ciudad y los bienes de los ciudadanos, si es que el paisaje de la ciudad se puede, como se debe, considerar como un bien. Y no hay duda de que los nuevos "urbanizadores" (arquitectos, propietarios y especuladores), les están usurpando la vista a los vecinos menos afortunados que creían poder conservar su intimidad, independencia, y carácter de vida.
Por otra parte, para construir estos edificios ha sido necesario demoler propiedades aún en buen estado y, en muchos casos, bellos ejemplos de arquitectura doméstica. Cómo es posible que en un país que está en vía de desarrollo, en donde el ingreso promedio de la mayor parte de las familias escasamente alcanza para comprar la canasta familiar, se permite esta destrucción de la riqueza? Cómo es posible que el Estado promueva esta destruccion, a base de dictar normas absurdas o simplemente de ignorar las pocas que existen? Se ha pensado, acaso, en el costo de renovar los servicios públicos que implica el cambio de uso de la tierra para hacer que unos pocos se enriquezcan a costa de los contribuyentes?
Por último, es importante mencionar el hecho de que las altas densidades, especialmente cuando se logran sobre la base de edificios en altura, están estrictamente ligadas a altos índices de criminalidad y a la falta de seguridad. Existen estudios dignos de toda credibilidad () que demuestran cómo la falta de control del medio ambiente que rodea la vivienda, tal como sucede en los espacios comunes de los edificios de apartamentos en altura, es una de las causas más importantes del crimen en las ciudades.
Curiosamente, el sitio en donde más se debería construir vivienda y en forma más densa es el centro de la ciudad, y ello no se hace. En forma, se acercarían los sitios de trabajo a los hogares, evitando así las largas jornadas a base de un transporte privado o masivo.
La tendencia es la contraria. El centro de la ciudad sigue llenándose más bien de rascacielos comerciales, aumentando así las fuentes de trabajo en el corazón de la ciudad y, con ello,la necesidad de construir cada vez más vías que a él conduzcan.
Bogotá futura, de acuerdo con todas las tendencias que hemos examinado, será una ciudad poco menos que invivible. Con todas las caracteristicas de una aldea y pocas de lo que puede ser una gran ciudad.
La urbanización será caótica y ella se realizará a todo lo largo y ancho de la Sabana de Bogotá. E1 centro de la ciudad seguirá deteriorándose y los habitantes que podrían vivir en él seguirán emigrando poco a poco a los suburbios. Sólo los pobres y los viejos permanecerán en este centro y, al compás de la emigración de los habitantes, vendrá la fuga de los negocios hacia las nuevas urbanizaciones y hacia la Sabana de Bogotá. La ciudad central entrará finalmente en quiebra, asemejándose a un roscón en donde sólo la periferia es útil y el centro es un vacío.
Todo ésto ocurrirá, a no ser que en alguna forma sobrevenga un proceso de plancación que libre a Bogotá de ese futuro tan cruel que se le depara.
() Oscar Newman, “Defensible Space”, People and Design in the Violent City Architectural Press, Londres, 1972.
SI LA CIUDAD FUERA EL
RESULTADO DE UNA
PLANEACION RACIONAL
Cuando en 1974 la Administración Distrital presentó al Concejo de Bogotá el Plan de Dcsarrollo para la ciudad (), se publicó el resultado de los estudios que lo habían precedido y, fundamentado en 2 volúmenes; el primero de ellos, bajo el nombre de “ EL Futuro de bogotá”, presentaba un panorama algo utópico de lo que la ciudad podría ser si ella siguiera las pautas que el estudio le indicaba en su Plan de Estructura para 1980.
Vale la pena aquí, para no repetir lo que ya se ha dicho, traer a la memoria esa imagen del futuro que nos pintaba textualmente el estudio: “los cambios efectuados en la ciudad actual se verían en todas partes: en el área céntrica con su zona histórica y en las zonas residenciales en otros sitios de la ciudad. En el área céntrica de Bogotá, incluyendo la zona histórica, el ambiente habría mejorado notablemente. El aire sería más limpio; las estrechas calles coloniales, convertidas en pasajes para peatones entre las arcas comerciales, presentarían menor congestión y peligro; las nuevas edificaciones comerciales, de oficinas y vivienda, serían más atractivas y convenientes; y puesto que se conservaría gran parte de la zona histórica, la zona céntrica de Bogotá se podría constituír en una atracción especial para turistas en América Latina.
()Este plan está contenido en el Proyectode Acuerdo No. 1 de 1974, el cual, al no ser considerado por el Concejo de Bogotá, fue expedido, de acuerdo con la ley, como el Decreto 159 del mismo año.
Los servicios comerciales estarían mucho más concentrados, especialmente en la Carrera 7a. y Calle 19, y debido a que la ciudad en general los utilizaría, los almacenes tendrían en dicho lugar un aire metropolitano. Alrededor de esta concentración de almacenes estaría localizada el área principal de oficinas y habría otra secundaria extendiéndose a lo largo de la carrera 10 hasta el Centro Internacional. La construcción de este Centro estaría terminada para 1980 y podría ser conectado a un gran parque nuevo en el sitio donde se ubicaba anteriormente la fábrica de Bavaria. Este parque podría contener edificios cívicos, con accesos peatonales a un complejo de museos y galerías que incluirían el Planetario y el Museo Nacional, aumentando así el atractivo de la ciudad para los turistas.
En la Carrera 7a., el área secundaria de oficinas se extendería hasta el Parque Nacional, conservándose las bonitas casas de ladrillo de la zona de La Merced junto al parque. En dicha zona se construirían bloques de vivienda de alta densidad, y nuevas viviendas; se podrían introducir zonas verdes y servicios comunales en las áreas de la Plaza España y San Facon con el fin de que muchos oficinistas ya no tengan que viajar largas distancias a su trabajo. Además, las únicas personas que tendrían que viajar hacia la zona céntrica serian aquellas que en realidad trabajan allí. A muchas de las líneas de buses de 1973 que ahora atraviesan la zona céntrica aun si se dirigen a otros sitios, se les asignarian nuevas rutas por vías periféricas nuevas o que hayan sido mejoradas alrededor de la zona céntrica y prestando en cambio servicio a otras arcas.
Por consiguiente, los buses se encauzarían por aljunas rutas principales y se introduciria un nuevo sistema de acceso para peatones que excluyera a los automotores, parcial o totalmente, de grandes áreas. Se proporcionaría espacio para estacionamiento de automotores sólo en la periferia de la zona céntrica. Las mercancías se enviarían y recibirían de los almacenes a horas fijas y en general, el tráfico circularía libremente, controlado por sistemas de manejo eficaces para el tránsito.
El nuevo sistema de acceso para peatones integraría en un conjunto toda la zona histórica con el fin de que los peatones puedan caminar libremente desde la Alcaldía en la Plaza de Bolívar hasta varios puntos de interés de la zona histórica. En dicha zona, la mayoría de las grandes casas coloniales serían oficinas de instituciones privadas o gubernamentales, incluso de varios organismos culturales, mientras que otras serían convertidas en apartamentos, restaurantes y pequeños almacenes;
Las áreas situadas fuera del centro de Bogotá también experimentarían cambios favorables. Se pavimentarían las calles en las laderas orientales y surorientales de las montañas y se encontrarían allí nuevos hospitales, clínicas y centros comunitarios.
En los barrios de viviendas progresivas de la ciudad, por ejemplo en el barrio Inglés, los propietarios habrían mejorado sus casas como resultado de políticas que permitan a grupos de bajos ingresos hacer préstamos de dinero a tasas razonables de interés. Estas áreas también podrían beneficiarse con nuevos servicios, escuelas, clínicas y espacios de recreación; además, la introducción de nuevos centros de actividad podría promover las relaciones comunitarias del barrio.
Con el propósito de servir a dichas áreas, se pondria a su disposición una mayor cantidad de elementos para el transporte público, al mismo tiempo que el tráfico particular sería desviado de las calles angostas para peatones a vías arterias con mayor capacidad de tránsito, dando protección contra accidentes y proporcionando más espacio para juegos en las zonas residenciales.
La introducción debidamente planeada de un mayor número de oportunidades de empleo en el sur, significaría que las personas efectuarían viajes más cortos al trabajo, a menudo a pie, lo que implicaría un menor gasto por concepto de transporte, reservando dinero para otras necesidades más urgentes.
Por ejemplo, existiría una concentración de empleo comercial e industria liviana en el barrio Restrepo y en la Autopista del Sur. En áreas residenciales de medianos y altos ingresos, al norte del centro, se habrá aumentado la densidad de viviendas mediante la construcción de casas que sean parte de grupos integrados, y apartamentos con zonas verdes y accesos comunes. Allí se harían esfuerzos intencionales para suministrar más oportunidades de trabajo.
Cómo serían las nuevas ciudades, si las zonas actuales de Bogotá cambiaran en la forma descrita? Estas tres nuevas áreas de desarrollo integrado, que incluirían oficinas gubernamentales y privadas, almacenes, pequeñas fábricas, nuevas áreas de vivienda y recreación, vías y, servicios, se construirían en predios baldíos cerca de la periferia de la ciudad. Una de ellas se extendería desde las oficinas gubernamentales del Centro Administrativo Nacional hasta Modelia y Fontibón; la segunda, quedaría al norte de la Autopista de Medellín, al suroeste del cerro de Suba; y la última estaría localizada entre Bosa y Soacha.
Sobre la Sabana los núcleos de estas tres nuevas ciudades se podrían identificar por sus complejos de edificios, tanto para oficinas como para vivienda, El centro de cada una de estas nuevas ciudades estaría casi totalmente libre de tráfico, dándole prioridad al peatón y relegando el tráfico de vehículos a la periferia. En las zonas verdes, alrededor de los complejos residenciales y de los edificios públicos y comunales, habría una ausencia casi total de vehículos a excepción de aquellos destinados a prestar servicios durante horas determinadas. Todos los lugares de empleo, los almacenes, las oficinas, las fábricas de un solo piso, los mercados locales y talleres estarían ubicados cerca a los pasajes para peatones y bicicletas que conectarían estas áreas de trabajo con las de vivienda. Los pasajes peatonales serían muy transitados; los niños podrían ir a pie a la escuela, a los parques infantiles y aun a las áreas de recreación más grandes, que estarían a solo 15 minutos de sus hogares o lugares de trabajo.
Cada una de estas ciudades estaría conectada con la zona céntrica actual por medio de transporte expreso, Los paraderos de transporte público estarían convenientemente localizados cerca de las viviendas y oficinas. Aquellos miembros de la familia que no trabajan en las áreas contiguas, o que tienen ocupaciones en algún otro lugar de la ciudad, podrían utilizar el sistema de transporte expreso. Este sistema, operando con derechos de vía, llevaría a los pasajeros de una de las nuevas ciudades al centro urbano más cercano en 10 minutos o al centro histórico de Bogotá en aproximadamente 20 minutos. Las rutas de las busetas y de los buses pasarían por las vías arterias, con un kilómetro de distancia entre sí, sin atravesar las áreas residenciales. Dichas vías estarían bordeadas de árboles y zonas verdes; a menudo se encontrarían hospitales y escuelas en dichas zonas verdes, pero no habría viviendas con frente sobre estas vías.
El desarrollo de las nuevas áreas residenciales se intensificaría creando una impresión de dinamismo y vitalidad. La construcción de vivienda sería densa pero diversificada. La población sería joven; durante el día las madres que trabajan podrían llevar a sus hijos a salas‑cunas y jardines infantiles conveníentemente localizados. Los almacenes, clínicas y oficinas de correo estarían ubicados en los centros secundarios, los que a su vez proporcionarían empleo local y formarían el núcleo de las comunidádes locales.
Si bien los pequeños talleres y almacenes se encontrarían distribuidos dentro de las áreas residenciales, las industrias que ocasionan tráfico pesado y requieren infraestructura especial contaminan los alrededores, estarían localizadas en áreas industriales especiales ‑ por ejemplo, el área contigua al aeropuerto o el área industrial cercana a Soacha.
Conservando las caracteristicas generales, cada nueva ciudad desarrollaría sus características propias. Una universidad, ahora localizada en el centro de Bogotá, podría ser trasladada a una de ellas; en otra se podría aprovechar el lago para promover servicios recreacionales. Mas allá de los límites de estas tres nuevas ciudades, se complementarían las grandes obras de canalizacíón y mejoras del río Bogotá, y el terreno de sus dos márgenes podría comenzar a utilizarse para recreación o cultivos intensivos .
Este era el futuro descrito para la ciudad en 1980, un futuro que ahora debería estar a sólo dos años vista. Tal futuro no fue posible como lo estamos viendo ahora. Pero a ello nos referimos en la parte final de este escrito.
La población de la ciudad ya pasa de los 4 millones de habitantes, y ha empezado su desplazamiento en mayor escala hacia la Sabana de Bogotá.
Pensemos entonces de nuevo en lo que una plancación adecuada podría hacer, no ya por la ciudad solamente, sino por la región, puesto que, como lo explicábamos en un comienzo, el problema, no sólo es del D.E., sino de todo el territorio relacionado íntimamente con éste, cual es especialmente la cuenca del Río Bogotá y la vecina hacia el norte de los valles de Ubaté y Chiquinquirá.
La pregunta clave que nos hacemos de nuevo es: Cómo y dónde se va alojar una población de 10 u 11 millones de personas, que vivirán irremediablemente en la ciudad y en su zona metropolitana?
Recientemente, la Oficina de Planeación Regional de la C.A.R. presentó a la junta Directiva de dicha Corporación un documento intitulado "Plan Maestro para la Región de la C.A.R.", el cual contempla una alternativa más racional para el desarrollo del territorio bajo su jurisdicción, cuando en éste vivan todos los habitantes que se prevén para la región.
En esta alternativa se propone, en síntesis, el establecimiento de nuevas comunidades y ciudades para alojar la población futura, además, claro está, de la saturación de las actuales ciudades, y pueblos existentes dentro de la región.
Al plantear esta estrategia regional, la C.A.R. no sigue las recomendaciones de los estudios que para la ciudad del año 2.000 se habían hecho, En efecto, ellos recomendaban el crecimiento de la ciudad de Bogotá hacia el occidente, presentándose lo que se llamó la ciudad media redonda, es decir, un mostruo urbano de nueve millones de habitantes que, con una densidad media, ocuparía, no sólo el territorio urbanizable del D.E. dentro de su parte plana, sino buena parte de las mejores tierras que en la actualidad rodean la ciudad hacia el Occidente. Afortunadamente, más que una estrategia de crecimiento, tal propuesta era una alternativa que, junto con otras, ofrecía una gama de posibilidades para el futuro de la zona metropolitana y que, como todas, se ajustaba al Plan de Estructura de Bogotá, para 1980, todavia por realizar.
Otra de las alternativas propuestas, la llamada alternativa de centros múltiples, ofrecía posibilidades mayores de descentralización, aunque los sitios que se sugerían para nuevos asentamientos humanos en la Sabana eran demasiado cercanos a la capital, haciendo que esos asentamientos tuvieran el carácter de ciudades dormitorio (Ver mapas de:
Alternativa media redonda.
Alternativa Centros Múltiples.
Alternativa Polinuclear C.A.R.)
Siguiendo la idea de los Centros Múltiples, la C.A.R. plantea en su Plan Maestro para la región una alternativa similar, que consiste en una serie de poblaciones y ciudades nuevas, algunas de ellas con un alto grado de autosuficiencia. La C.A.R. plantea también la posibilidad de establecer nuevas comunidades o asentamientos, teniendo en cuenta las limitantes y objetivos que establecen las Políticas de Desarrollo Regional adoptadas por la Corporación. Entre todas ellas, las principales serían:
a) No ocupar la tierra agrícola de buena calidad. (Aquella clasificada por el 1.G.A.C. como de clases I, II, III y IV).
b) Aprovechar al máximo el sistema víal existente.
c) Proveer a la población futura de fácil acceso a los servicios públicos y comunitarios y a oportunidades de empleo.
d) Fomentar al máximo la utilización de los recursos humanos y naturales locales.
e) Estimular la descentralización a través de asentamientos que satisfagan localmente sus necesidades.
f) Controlar el crecimiento de Bogotá y de las cabeceras municipales vecinas, para evitar que los asentamientos humanos presentes y futuros se unan físicamente con la ciudad.
Para solucionar el crecimiento demográfico mencionado en el análisis inicial, podrían presentarse una gama de posibles nuevos asentamientos que irían desde la creación de una nueva ciudad de dos y medio millones de habitantes, hasta el establecimiento de multitud de centros pequeños esparcidos por toda la región. Los estudios que en muchos países se han realizado no muestran, en forma clara, cuál debería ser el tamaño óptimo para una ciudad.
Sin embargo, tanto la posibilidad de crear una ciudad gigantesca como la de acometer el establecimiento de muchos centros pequeños parece encontrarse por fuera de la realidad y de las posibilidades de complementación que ofrece la capacidad financiera y operativa de la región y del pais.
Es por ello que tenemos que pensar en un sistema gradual por medio del cual se puedan generar centros de alguna importancia que, de acuerdo con la demanda y las posibilidades, puedan ser las semillas de futuras ciudades.
Tal sistema se podría plantear a través de la creación de unidades pequeñas que, de acuerdo con las necesidades pudieran más tarde formar parte de agrupaciones mayores compuestas de estas unidades.
Tendríamos así la posibilidad de crear "racimos" de pequeñas ciudades; solución que ofrece un máximo de flexibilidad para planificar, en respuesta a una demanda incierta, y que no implica el diseño de grandes conjuntos que, por lo general, no se realizan con el tiempo.
Estas "células urbanas" podrían tener metas de población fijadas en más o menos 50.000 habitantes y, a su turno, estarían compuestas de comunidades o barrios más pequeños de aproximadaniente 10.000 habitantes.
La idea, a escala regional, se puede calificar como la de "ciudades de ciudades", que es similar, para los centros urbanos grandes ya existentes, a la de "ciudades dentro de la ciudad".
Para acomodar racionalmente la población futura, se ha pensado en una combinación de estrategias incrementales aquellas que aconsejan el incremento de la población en los asentamientos existentes ‑ y de estrategias estructurales, que son aquellas que como su nombre lo indica, implican un cambio estructural en el sistema de asentamientos y contemplan la introducción de nuevos elementos como son las nuevas ciudades y aldeas campesinas.
Ninguna de las estrategias mencionadas, si se utiliza aisladamente, garantiza una aproximación al problema. Por el contrario, si se utilizan únicamente estrategias " incremen tales" de expansión de centros existentes, dentro del patrón, actual de asentamientos, ello sólo contribuiría a "reforzar este patrón, de tal manera que, pase lo que pase, el futuro sería muy parecido al pasado".()
En igual forma, el establecimiento de nuevos asentamientos, al olvidarse de la expansión de los actuales, tiende a considerar la gran ciudad y los pueblos tradicionales como lugares del pasado, en donde ya no es posible desarrollo alguno.
La conclusión a que se llega, una vez planteado el panorama de estrategias, es que será necesario utilizar todas simultáneamente para que las unas refuercen a las otras. Ello ofrecerá una gran flexibilidad para la solución de un problema tan complejo como es el de la distribución de la gran población que vivirá en la región.
De acuerdo con una población racional que tuviera en cuenta el equilibrio dentro de una región cuyo centro sería Bogotá, la población de ella dentro de 20 años, podría estar distribuída en la siguiente forma:
Población rural
y aldeas 600.000 hab.
Población Bogotá D.E. 7.130.000 hab.
Población pueblos
Existentes 3 80.000 hab.
Población nuevas
ciudades satélites 630.000 hab.
Población nuevas
ciudades intermedias 750.000 hab.
Población nueva
ciudad principal 1.000.000 hab.
TOTAL: 10`490.000 hab.
Cuáles serían los resultados de una plancación adecuada que buscara una distribución poblacional como la descrita a nivel metropolitano y regional?
Así como hace unos años se aconsejó la creación de ciudades dentro de la ciudad a nivel urbano, ahora parece lo más adecuado perseguir el mismo objetivo de la descentralización, a nivel regional, a través de la creación de nuevos centros de población.
() La división entre estas estrategias incrementales y estructurales para acomodar la población ha sido utilizada con frecuencia últimamente y ambas estrategias están descritas en un documento presentado por el Prof. Antoni Kuklinski en la U. de Tampere, Finlandia. “Reg. Policies in Comparative Perspective”, Tampere, Junio 2, 1977.
() J. Friedman, citado en “Las Estrategias de Desarrollo Regional” EconomieAppliqu?ée. Tomo XXVIII, 1975, No. 2, P.402.
Si estos centros cumplieran con los objetivos que establecen las Políticas de Desarrollo Regional se podría garantizar un mejor futuro, no sólo para la región sino para la misma ciudad de Bogotá. Es bueno recalcar que los 2 problemas, el de la ciudad y el regional, se confunden hoy día, el uno con el otro.
Con tamaños óptimos, de acuerdo con su relación al núcleo regional, que es la capital; con una accesibilidad que sea producto del grado de autonomía que se desea para cada nuevo asentamiento; con una base económica y una vocación adecuada que ofrezcan trabajo a la población; con servicios públicos de agua y energía suficientes; con una calidad del medio ambiente que garantice el bienestar de la población; con todas estas condiciones que serían más fáciles de obtener para los nuevos centros que para una Bogotá gigantesca, sería posible alcanzar un futuro mejor para nuestra ciudad, y, consecuentemente,. para su zona metropolitana y su región.
Será posible un futuro de esta naturaleza, producto de lo que la razón del hombre aconseja?
Conclusiones
La falla fundamental de los planes que se han hecho en el país ha sido el pensar que esos planes representan un futuro inmodificable y no ‑como en realidad deberían serlo ‑ una intención flexible que debe de marcar un camino con direcciones nuevas y cambiantes, día a día.
El plan es sólo una imagen utópica del futuro, y todos sabemos cuán vano sería el tratar de ceñirse a esa utopía. Quienes hacen esto se encuentran de la noche a la mañana hablando del futuro en tiempo pasado. Qué fácil es para un planificador soñar con lo que nunca fue.
La esencia de la planeación, sin embargo, es el futuro. Volvamos a hablar de él, esta vez en forma más realista. El futuro no va a ser sólo fruto de la improvisación y producto de unas tendencias. Tampoco va a ser el resultado de la plancación racional.
Va a ser muy seguramente un producto del desarrollo natural y del cambio deliberado. Y todo ocurrirá dentro del contexto social, político, económico y cultural que distingue, en forma unica, a nuestra ciudad.
Con base en estos elementos, tendremos que especular de nuevo para podernos imaginar ese futuro.
Más atrás mencionamos el hecho de que la población de Bogotá contiene cada vez más un porcentaje mayor de gentes venidas de las áreas rurales del país y que la ciudad está experimentando el fenómeno que llamamos de “ruralización".
Esta tendencia es difícil de modificar, así apliquemos medidas deliberadas en sentido contrario. Está demostrado que parte del proceso de lo que hoy día se llama desarrollo, es precisamente el cambio de la vida rural a la urbana. Por otra parte, existe también una correlación muy clara entre el grado de urbanización de un país y sus ratas de crecimiento demográfico e ingreso “per capita".
Para quienes muestran pánico por una supuesta explosión demográfica en nuestro país, tengan la esperanza de que su propio bienestar y el de sus descendientes no va a sufrir el menoscabo que ellos esperan.
Lo que sí van a "sufrir", posiblemente, esos descendientes es el tener que adaptarse a una nueva cultura, producto de la ruralización de que hablamos.
Ese sector "informal" de origen rural que vive hoy día en la ciudad y que ya constituye una mayoría dentro de ella, va a seguir creciendo hasta convertirse en la mayor parte de su población.
Veremos, pues, en forma cada vez más acentuada el crecimiento de las comunidades urbano‑rurales que, en la actualidad, muchos califican como “tugurios” pero que, en realidad, son asentamientos de construcciones “progresivas”. Ellas son la respuesta de este sector a su problema de vivienda.
El sector formal, o sea aquel que utilizan las instituciones financieras públicas y privadas, será cada vez más pequeño, en relación con la población total de la ciudad. Y los esfuerzos que se hagan para solucionar el "problema" de la vivienda, por parte de las instituciones que creen poderlo hacer a base de planes masivos, serán, día a día, más insignificantes ante las necesidades crecientes totales. Este fenómeno no sólo se presenta en el campo de la vivienda; El empleo y, en general, todo el sector de la producción, se encuentran en situación similar. Es por ello que una supuesta "informalización" del sector formal sería lo único que podría cambiar la tendencia al aumento de la población que hoy día no tiene acceso al apoyo institucional de la ciudad.
Esta "informalización", sin embargo, ya está empezando a ocurrir. Qué son, sino esto, las "regularizaciones" de los barrios populares y la admisión, por parte de la Administración Distrital, de las "normas mínimas" para las construcciones informales?
Creo que veremos en el futuro una situación "sui generis" y difícil de imaginar, con todo lo que ella implica: la institucionalización del sector informal, por una parte, y la "popularización" del sector formal, por la otra.
A esta última nos referimos en seguida.
Se trata de un fenómeno que ha empezado a generalizarse durante los últimos años, cual es la resistencia sistemática del sector que llamamos formal o tradicional a enmarcarse dentro de las normas que dictan las instituciones, especialmente públicas.
Qué es, sino esto, el desconocimiento sistemático que se hace de las más mínimas leyes sobre el uso de la tierra por parte de quienes tratan de obtener licencias de construcción?
Es curioso que Bogotá sea una de las únicas ciudades del mundo en donde la multitud de acuerdos municipales, decretos del Alcalde y resoluciones del D.A.P.D., sobre el uso de la tierra se desconocen, muchas veces, por los mismos empleados públicos encargados de aplicarlos. ()
La verdad es que todas las normas sobre el uso de la tierra son miradas por los ciudadanos como una forma más de tiranía del Estado.
Nunca se ha comprendido que la conservación del uso del terreno a través de leyes que se dictan al respecto, es la única forma como se les puede garantizar a los usuarios su tranquilidad y bienestar.
Con qué derecho se establece todo un sector comercial, con la inseguridad, el ruido y la intranquilidad que ello implica, dentro de un barrio netamente residencial y violando un decreto de un alcalde en donde se prohibe un uso diferente al de la vivienda?
Cómo es posible que se permita la construcción de altos edificios obstructivos de la vista panorámica que viviendas ubicadas a sus espaldas ya habían adquirido? Es esto proteger los bienes de los ciudadanos como lo manda la Constitución?
Por que se propone y se permite la ubicación de industrias cuando sus efectos ambientales no son compatibles con la vivienda?
() Esta observación fue hecha al autor por el Dr. Urbano K. Halpern, quien al venir a Bogotá recientemente, se interesó en el tema. Sus comentarios fueron de gran valor al hacer estas reflexiones.
Por qué se permite la construcción de edificios y urbanizaciones enteras en sitios que antes eran alberjue de bellos y ricos bosques, produciendose así la erosión y la destrucción de un recurso natural bello y útil?
Y todo esto se sucede diariamente ante la mirada impávida de los ciudadanos que observan despreocupadamente el deterioro que arquitectos y especuladores le están infligiendo a Bogotá.
¡Parece, en muchas ocasiones, que fuera el afán de lucro el único móvil para desarrollar la ciudad.!
Lo que nos depara el futuro, cuando pensamos en los usos que la tierra tendrá, no sólo a nivel urbano sino metropolitano y regional, no es para que que seamos muy optimistas.
Los intereses creados por parte de quienes se enriquecen a base de cambiar indebidamente los usos de la tierra, (hace poco dos inmuebles de comunidades religiosas se convirtieron en "centros comerciales" con el beneplácito de las autoridades distritales), a falta de controles por parte del Estado para hacer cumplir las normas y aun el desconocimiento de ellas por parte de los mismos funcionarios públicos; la ignorancia de éstos acerca de los problemas urbanos, la indiferencia con nuestros vecinos y el ostracismo que tanto distingue al habitante de la ciudad; en fin, la falta de cultura; todo ello hace pensar que los usos del terreno continuarán siendo caóticos.
Cuál podría ser el antídoto del caos aparente? La cultura y la civilización, entendiendo por esas palabras lo que distingue a las comunidades ricas de las pobres, cuando los intereses de la comunidad, son tenidos en cuenta por cada vecino, nos pueden salvar. Pero en realidad, qué significan y cómo se adquieren estas cualidades? Qué es la civilización? Sir Keneth Clark nos dice: "no lo sé; todavía no la puedo de definir en terminos abstractos, pero creo que la reconozco cuando la veo". El sentido de comunidad, la cultura la civilización, la solidaridad humana, todo ello sería lo que podría ofrecer a la ciudad una vida más amable. Esos elementos son la base de la libertad, de la justicia y de la paz. Mientras no los tengamos, el porvenir es sombrío.
Apreciación pesimista la de este futuro oscuro, si no fuera por la convicción de que toda sociedad, para su propia supervivencia, crea mecanismos apropiados.
Cuáles serán estos mecanismos? Difícil es para un planificador especular sobre soluciones que rebosan su bagaje intelectual. Posiblemente serán los políticos y demás científicos sociales quienes mejor puedan moverse en este campo el comportamiento humano. De lo que sí estoy seguro es de que este futuro dependerá de las grandes decisiones que se tomen por parte de los actores que desempeñan un papel en el desarrollo. Si ellos entienden que un futuro más brillante depende de la forma más adecuada como se produzca la simbiosis que se producirá, de todas maneras, entre los dos sectores, el formal y el informal, hay motivos para ser optimista.
Lo que si es seguro es que la futura Bogotá no será imagen de la ciudad occidental que ‑ por lo menos quienes pertenecemos al sector formal tenemos.
Bogotá no será la extensión de su centro internacional ni tampoco un tugurío generalizado. Imaginemosla simplemente como una mezcla de las dos.
No es apropiado terminar un escrito sobre Bogotá, su desarrollo y su futuro, con una nota pesimista. Preocupados con lo que podría ser la ciudad si deliberadamente no se actúa para cambiar el rumbo de las tendencias nocivas, una serie de personas e instituciones vienen trabajando con gran interés y esfuerzo, diseminando ideas innovadoras y promoviendo planes.
Sería largo enumerar los esfuerzos que esas personas e instituciones realizan para el bien futuro de la ciudad, así sean ellos aislados y, en la mayor parte de los casos, llevados a cabo en contra de la opinión pública y de los intereses creados.
Sin embargo, vale la pena destacar algo que durante los últimos años ha sido motivo de preocupación por parte de algunos funcionarios de profesionales del sector privado y que recientemente se viene traduciendo en proyectos concretos.
El deterioro que sufre la ciudad, especialmente en su corazón, ha hecho que personas conscientes del peligro que este deterioro representa, propusieran una serie de planes de restauración y revitalización en el centro de Bogotá.
Tal vez el más importante y el que seguramente servirá de modelo para el resto de la ciudad y para el pais entero, fue el iniciado desde comienzos del último gobierno. Preocupados por ese deterioro del centro y por la falta de identidad del bogotano con su ciudad y su sector institucional, se propuso el plan que a continuación se describe.
#AmorPorColombia
Bogotá, su desarrollo actual y su futuro
Texto de: Roberto Rodríguez Silva
El problema
E1 crecimiento es signo de juventud y de vida. El padré se muestra orgulloso cuando ve crecer a su hijo y el jardinero se jacta del crecimiento de las plantas y de los árboles que siembra; y está bien que así sea. Se supone que todo organismo debe crecer, multiplicarse y al fin morir.
Toda una escuela de urbanistas, o urbanólogos como ahora se les llama, han mostrado la tendencia de tratar a la ciudad como se trata a un organismo viviente: el centro de ella es el corazón mientras que sus vías son las venas y las arterias. Hemos llegado hasta hablar de "arteriosclerosis", cuando las vías se congestionan a causa de las altas densidades que a lo largo de ellas se forman. Llamamos pulmones a los parques. Algunos han tratado a los tugurios como a los tumores cancerosos y los extirpan utilizando "bulldozers" como se utilizan los rayos X en el organismo humano.
Este paralelismo entre los organismos vivientes y la ciudad nos lleva a rechazar la idea de que a pesar de nacer, crecer y reproducirse, las urbes se niegan a morir. Las ciudades pasan de ser simples poblados parroquiales para convertirse en ciudades de tamaño "intermedio" y así permanecer muchas veces, como le sucedió a Bogotá durante siglos. En efecto, cuando le vino la adolescencia a la ciudad, cuatro siglos después de hacer nacido, creció en 40 años doce veces lo que no había crecido en más de 400.*
La población de Bogotá, al cumplir su cuarto centenario,era de 350.000 habitantes, aproximadamente. En 1978 ésta se estima en 4 millones de personas.
Bogotá vive, pues, su adolescencia. Grandes cambios característicos de esa etapa de la vida se están operando en ella. No sólo su crecimiento es acelerado; su aspecto cambia radicalmente. Con el frecuente ir y venir de las gentes, sus experiencias aumentan. Sus defectos, aunque también sus virtudes, se acrecientan; la ciudad ha entrado plenamente en sociedad y tiene un nuevo estilo de vida. Tiene nueva voz y nuevas costumbres, no siempre agradables, por cierto. Pero sus gentes, bien sean ellas nativas o llegadas de otros sitios, agilizan sus instintos y su sentido del humor. De qué otra forma se puede sobrevivir en este nuevo ambiente que se asemeja a la jungla, en donde el fuerte prevalece sobre el chico?
Pese a todos estos símiles, la ciudad no es un organismo vivo. La ciudad es simplemente el escenario en donde el ciudadano vive. Es el territorio en donde se asientan los hogares en forma gregaria, como corresponde al ser humano; allí es en donde mejor trabajan, comunicándose fácilmente los unos con los otros; si no siempre lo hacen cara a cara, lo hacen por medio de la nueva tecnología. Esta, de paso, es la que ha hecho posible las concentraciones millonarias que son las grandes metrópolis. La gente que en ellas vive, es la que puede darse el lujo de disfrutar del iran espectáculo que es la ciudad en si, del gran deporte, del teatro, de la música, del arte. El habitante de la ciudad es quien realmente forma parte de la comunidad; es, en pocas palabras, el "ciudadano".
La idea del rechazo a la gran ciudad y el apego al campo es sin duda una idea urbana. El hombre de la ciudad añora la naturaleza que, con razón, admira en sus esporádicas salidas de la urbe o en sus cortas vacaciones. Por lo general, el paisaje rural y la naturaleza son mirados por él desde un cómodo automóvil o disfrutados en un ambiente artificial.
El campesino, en cambio, sufre las inclemencias de la soledad que se vive en las zonas rurales. En nuestros campos, el campesino carece de los servicios básicos y no tiene acceso fácil a las instituciones que cuidan de la salud o educan a sus hijos.
Con frecuencia, el detractor de la ciudad afirma que ella recibe al campesino ignorante sin ofrecerle ninguna de sus ventajas y, lo que es peor, rebajando la calidad de su vida. Pero la verdad, y en ello están de acuerdo quienes el problema han estudiado, es que en la ciudad se pueden ofrecer más cosas a más gente y a menor costo que en el campo. Y por ello, digan lo que digan los "naturalistas", el campesino emigra hacia la ciudad insistentemente, desafiando todo lo que se le diga en contra de este desplazamiento de la población.
En el caso de Bogotá, el fenómeno de la carencia de asentamientos campesinos en la región, sumado a la depresión económica de los departamentos vecinos, ha hecho que la emigración del campo hacia la ciudad haya mostrado cifras impresionantes durante los últimos años.
En efecto, se calcula que del crecimiento que la ciudad ha tenido durante estos años, más de la mitad proviene de la inmigración. Esta inmigración, en gran parte de origen campesino, tiene y tendrá enormes implicaciones para el futuro de la ciudad. Al final del presente estudio trataremos de especular sobre este futuro. Por el momento, sólo examinemos el problema en sus aspectos numéricos.
Esa soledad, al menos en las regiones andinas de Latinoamérica, parece acentuarse con la distribución espacial de la población, herencia de la dominación del indio por el español. En efecto, en esas regiones no existen las comunidades o aldeas campesinas, como sí nacieron en los países europeos. El campesino de la altiplanicie está condenado a vivir en su rancho y en la soledad.
Los pueblos existentes en los departamentos de Cundinamarca, Boyacá y el Tolima tienen un carácter marcadamente urbano.
El crecimiento demográfico anual de la ciudad, desde la década de 1950 a la de 1960, viene siendo cercano al 7% de su población. Ello significa que desde 1950, cuando la población de la ciudad era de 650.000 habitantes, han nacido en o inmigrado a la ciudad un número aproximado de 3´500.000 personas, y que en la actualidad más de 4'000.000 de personas viven en Bogotá.
Si una rata de crecimiento de esta magnitud prevaleciera, la ciudad tendría en el año 2.000 una población de 18'540.000.
Pero tranquilicémonos. Tal augurio no parece ser posible por varias razones: La primera es que estas proyecciones no toman en cuenta el impacto que tendrán las políticas de descentralización que se han empezado a aplicar por los últimos gobiernos.
La segunda se deriva de los últimos datos suministrados por el DANE sobre las tasas de crecimiento natural de la población. Ellos muestran un descenso en estas tasas, que en épocas recientes se calculaban en un 3.2% para todo el país, a un 2.4% en 1973, lo cual implica una reducción considerable en el crecimiento del país y, muy posiblemente, de las ciudades.
La tercera razón sería la de que el crecimiento de la ciudad hasta llegar a las cifras anteriormente mencionadas, implica un crecimiento en los costos de los servicios que, a partir de un cierto punto, no solamente detienen el crecimiento sino que, como ha pasado en otras ciudades, lo hacen regresivo.
No sólo el aspecto económico sino también el deterioro del medio ambiente que traería una población de esta naturaleza, harían que se presentara el fenómeno del éxodo de la gran ciudad, como se ha presentado en las grandes metrópolis del mundo desarrollado.
Por último, estas proyecciones de población son irracionales, dado que la superficie susceptible de ser urbanizada dentro del D.E. no daría cabida a tal número de habitantes, así ellos se establecieran con base en densidades por encima de lo imaginable y admisible.
Si tenemos entonces que rechazar racionalmente estas proyecciones, es preciso encontrar otro camino más lógico para imaginarse el futuro .
Enfoquemos el problema teniendo en cuenta la capacidad sustentadora del medio ambiente, para calcular la población que la ciudad de Bogotá podría albergar en el futuro.
La superficie que podría ser urbanizable dentro de los límites naturales del D.E., considerando sus limitantes físicas, (Río Bogotá ‑ Cota 2.700 ‑ Cerros de Torca ‑ Municipio de Soacha ‑ inclusive), es de 46.900 hectáreas.
Con una densidad bruta de 152 habitantes por hectárea (), la ciudad de Bogotá podría albergar dentro de los límites mencionados una población de 7.128.000 habitantes en condiciónes normales, en cuanto a previsión de tierra para zonas verdes, áreas institucionales, etc., que garanticen condiciones de vida adecuada y un medio ambiente propicio para el bienestar de sus habitantes.
Proyecciones sobre el Censo de 1972 hechas por el Dpto. Nal. de Planeación.
B.J.L. Berry, "The Counter ‑ Urbanization Process: How General?” Documento presentado a Conferencia en el Instituto Internacional para Análisis de Sistemas Aplicados, Schioss Laxenburg, Austria, Diciembre, 1976.
Esta densidad bruta daría una densidad neta más alta que la existente de 178 habitantes por hectárea, si tenemos en cuenta que en la actualidad no existen dentro de la ciudad zonas verdes, de recreación y conservación, las cuales sí se tendrían que prever para el futuro que deseamos.
Pensar en una población mayor para Bogotá traería consecuencias nocivas para las futuras generaciones y, muy seguramente, para la presente.
Sin embargo, pese a que la cifra astronómica de más de 18 millones de habitantes no parece ser la más probable para la ciudad del futuro, tenemos que contemplar de todas maneras un crecimiento considerable de la población. El podría ser rebajado, tanto por concepto de la disminución del crecimiento natural o vegatativo, como por una menor inmigración futura, a una cifra aproximada del 5% anual, cifra que se considera todavía conservadora. Pero aun si el crecimiento durante el resto de este siglo se produjera a este ritmo optimista y conservador, la población de la ciudad sería para el año 2.000 de 12'286.000, aproximadamente.
Tenemos, pues, una población aproximada de 5`158.000 habitantes, resultante de la diferencia entre la población prevista, con un crecimiento relativamente bajo, y lo, que el territorio urbanizable del D.E., puede soportar.
El problema prioritario de la ciudad es, por lo tanto, el de cómo se va a alojar esta nueva población que ya empieza a tocar a sus puertas. La respuesta lógica sería la de que en la ciudad de Bogotá no cabe mas gente.
El problema se torna, entonces, de carácter regional. En esta región que rodea la capital vivirán esas 5'l58.000 personas. En dónde y cómo? de ahí un dilema que se convierte en el punto más delicado de especulación para el futuro y materia de honda preocupación para los planificadores, la propia Bogotá y el pais entero.
El término “soportar” tiene aquí una significación eminentemente ecológica y se refiere a la población que puede vivir en un territorio determinado sin que sus habitantes sufran consecuencias nocivas para su salud física y mental.
En la actualidad, el fenómeno del rebosamiento de la población hacia las zonas agrícolas de alta productividad que rodean la ciudad ya está ocurriendo. Desgraciadamente y a falta de un plan metropolitano que oriente los usos de esta nueva tierra urbana, se están produciendo nuevos asentamientos de bajísima densidad y en forma caótica. Esta manera irracional de parcelar las zonas verdes cercanas a la ciudad produce un encarecimiento exagerado en la prestación de todos los servicios que la población suburbana requiere. Paradójicamente aunque la manera de parcelar las zonas vecinas es aparentemente irracional, es el mismo Estado el que induce a esta parcelación a través de los subsidios en la prestación de servicios a las nuevas urbanizaciones por fuera de los límites del D.E. El problema principal de la ciudad es, como se ve, un problema de carácter metropolitano y regional. A él, no sólo el D.E. sino del Departamento de Cundinamarca y la, Nación deberán dedicar gran parte de sus esfuerzos y recursos.
Afortunadamente y, a buena hora, hace ya varios años se le ocurrió al legislador previsivo crear una entidad de carácter regional que e pudiera hacer frente a estos problemas. En efecto, desde 1961 el Congreso aprobó una ley, por medio de la cual se creaba una corporación cuya Jurisdicción abarcaba los Valles del Río Bogotá y de Ubaté y Chiquinquira, cuyos objetivos eran “encauzar y, promover el desarrollo económico de la región, atendiendo a la conservación, defensa, coordinación administración de todos los recursos naturales a fin de asegurar su mejor utilización técnica y, un efectivo adelanto urbanístico, agropecuario, minero, sanitario e industrial, con miras al beneficio común, para que en tal forma, alcance para el pueblo en ella establecido los máximos niveles de vida”. Tal corporación fue bautizada con las siglas C.A.R. Puesto que de esta corporación forman parte la Nación, el Departamento de Cundinamarca y el Distrito Especial de Bogotá, el problema regional a que nos referimos está, por ley, en sus manos.
Obviamente parece que, dada la existencia de la C.A.R, todo lo que se ha discutido acerca de posibles asociaciones de municipios vecinos a la capital y la misma creación de un distrito capital diferente al existente, no tienen razón de ser, especialmente ahora, cuando no es posible convocar una Constituyente para reformar el regimen municipal y departamental.
E1 problema por otra parte no es el de "falta de gobierno, sino el de tener demasiados gobiernos. Nuestro caso parece ajustarse perfectamente a esta cita: Tenemos el Distrito Especial con sus respectivas Secretarías, Departamentos Administrativos y Consejo Municipal. Tenemos la Gobernación de Cundinamarca con toda su administración y su Asamblea Departamental. Tenemos, para no extendernos demasiado, todos los municipios de la Sabana de Bogotá, sus Alcaldes y Concejos, el Departamento de Plancación Nal., el Inderena, los Ministerios e Institutos descentralizados que se preocupen por la zona metropolitana y la Sabana de Bogotá, Sin embargo, las decisiones que todas estas entidades toman son desconocidas. La C.A.R. se creó precisamente para coordinarlas. Desgraciadamente, a raíz del traslado de esta Corporación, como dependiente del Ministerio de Agricultura que era antes, al Depto. Nal. de Plancación, ni su estructura ni sus directrices cambiaron de acuerdo con los objetivos que ese traslado implicaba. El caso es tipico y explicable para quien esté familiarizado con las dificultades que implican los cambios institucionales y, por ende, burocráticos. Ahora, dadas las circunstancias, el futuro de la ciudad y de la región está en sus manos.
Ley 3a. de 1961 por la cual se creó la Corporación Autónoma Regional de la Sabana de Bogotá y de los Valles de Ubaté y Chiquinquirá.
Veamos algunos de los problemas internos de la ciudad de Bogotá. Posiblemente, un examen, así sea corto, de ellos, nos puede brindar un panorama que permita proyectar un porvenir para la ciudad. Para entender lo que ha pasado, y lo que posiblemente le ocurrirá a Bogotá en el futuro, es preciso hacer un corto análisis de lo que se entiende como el proceso de desarrollo urbano, primero en forma general y después en el caso específico de Bogotá.
La forma como las grandes ciudades en el mundo occidental se han desarrollado nos muestra un patrón, que, tanto en los países desarrollados como en los que están en vía de desarrollo, se repite con pequeñas variaciones.
Sobre este proceso de urbanización por medio del cual una población determinada se concentra en la ciudad, se han escrito multitud de tratados y, al fin y al cabo, toda una ciencia y un arte como lo es el urbanismo trata sobre este fenómeno.
Aunque el proceso puede tomar dos caminos, aquél en donde aumenta el número de ciudades o en el que aumenta el tamaño de la población en unas pocas, trataremos de describir el último caso, que es el que se ha contemp1ado en la mayor parte de los paises del mundo.
Con el advenimiento de la revolución industrial () en el siglo XVIII en Europa y los Estados Unidos de América y solamente a finales del primer cuarto de este siglo en nuestro País, las grandes concentraciones de población se hicieron necesarias para poder suplir con una mano de obra suficiente a una industria que utilizaba nuevas tecnologías y basaba su producción en los grandes consumos.
Es una de las grandes paradojas de la historia, aunque seguramente existen razones científicas para explicarlo, el hecho de que, casi simultáneamente, se hayan producido una serie de inventos que hicieron posible el establecimiento de las grandes concentraciones de población.
Hagamos un breve cuento sobre las innovaciones que se produjeron en un breve lapso durante el siglo XVIII en Inglaterra: la invención de la máquina de vapor, a base de la combustión de carbón; la invención de nuevos métodos para la manufactura del hierro y el acero, lo cual hace posible, de paso, el establecimiento del ferrocarril como nuevo sistema rápido de transporte de persona y bienes; la substitución de fuentes inanimadas de trabajo por la máquina, y, finalmente, la organización masiva del trabajo.
En los grandes centros de producción, la concentración de una gran población en espacios relativamente pequeños se hizo posible, no solamente hacinando la gente en vivienda de alta densidad, sino ubicando las actividades en el "rascacielos", que fue una realidad gracias, no sólo a la invención del acero para su estructura, sino a la introducción del transporte vertical mecánico, esto es, el ascensor.
Con la intensificación del uso de la tierra en el centro de las grandes ciudades, la rentablillidad de las propiedades aumentó, haciendo que el precio de la tierra subiera a cifras inaccesibles para los usos de vivienda.
Así empieza el proceso de desarrollo de las grandes ciudades; ese movimiento centrífugo de la población hacia los suburbios, hecho que se hace también posible gracias a la aparición de otra innovación, el transporte automotor.
Con el abandono del centro de la ciudad por parte de las clases acomodadas, viene la ocupación de las casas abandonadas por una clase social y económica inferior que, favorecida por la corta distancia a su trabajo, se empieza a hacinar, esto es, a vivir en densidades muy altas, en las antiguas casas de la "élite" que huye a las "faldas" de la ciudad.
() El término revolución industrial se utiliza aquí para denotar los cambios en el proceso y organización de la producción que marcó el paso de una economía agraria y artesanal a otra dominada por la industria y por la fabricación a través de la máquina.
Con las altas densidades y el abandono de las propiedades por parte de sus dueños, el centro de la ciudad entra endeterioro, muchas veces promovido y reforzado por los absurdos controles de arrendamiento.
Todo este fenómeno, que en los países desarrollados se produjo en el curso de docenas de años, cambiando la ciudad paulatinamente a medida que las innovaciones se iban produciendo, se presenta en los países en desarrollo al mismo tiempo y en forma vertiginosa, produciendo, claro está, traumatismos peligrosos y desarrollo caótico.
El fenómeno de las grandes ciudades colombianas con su desarrollo superacelerado, que en tantas ocasiones ha sido apropiadamente descrito como el paso inmediato de la mula al avión, tiene consecuencias que se a artan ya del desarrollo general de 1a ciudad occidental.
Bogotá presenta como característica única, en comparación con otras grandes ciudades, una densidad extremadamente alta y, por lo tanto, un área relativamente pequeña, en relación con su población.
Las densidades que se adopten para el crecimiento de una zona urbana determinan, no sólo la superficie de la tierra necesaria para su desarrollo, sino también la eficiencia y el costo del transporte, la cantidad y calidad de los espacios libres, el costo y los sistemas de edificación, el costo y la extensión de las redes de servicio público, las distancias a fuentes de trabajo, la calidad del medio ambiente y las posibilidades de comunicación entre los habitantes.
Las densidades óptimas para una ciudad son, por la multitud de consecuencias que ellas implican, de difícil determinación y sólo complicados estudios de costo ‑ beneficio (trabajando con algunas variables cualitativas casi imposibles de cuantificar), nos podrían dar ideas aproximadas sobre un ideal de la forma en que la población debería distribuirse.
En el caso de Bogotá futuro se puede utilizar, para hacer proyecciones razonables sobre necesidades de tierra urbana, una metodología basada en áreas de construcción y espacios libres por habitante, que, a juicio de los estudios hechos en este campo, sean lógicos y razonables.
Esta metodología ha sido utilizada en el estudio de Desarrollo Urbano de Bogotá, Fase 1, en el estudio del Río Bogotá, y finalmente, con más profundidad, en el Estudio Fase 11 ().
En este último se calculó que la ciudad, en el año de 1980, tendría una población de 5.1 millones de habitantes, dentro de un área de 32.300 hectáreas. Para 1990, esta población sería de 8.5 millones de habitantes y el área, de 56.600 hectáreas.
La densidad bruta que la ciudad tendría en esas épocas sería de 158 habitantes por hectárea; descontando la zona verde metropolitana (densidad neta), esta densidad sería de 196 habitantes.por hectárea.
Vale la pena anotar que Bogotá y sus alrededores han sido motivo de la mayor cantidad de estudios realizados para región alguna de Colombia.
() Bogotá Transport and Urban Development Study Fase 1, Freeman, Fox Wilbur Smith and Associates, Restrepo y Uribe Ltda. 1970.
Mejora del Río Bogotá ‑ Control de Inundaciones. Recursos hídricos y disposición de aguas negras ‑ 5 tomos. Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá. 1973, Plan de Desarrollo de Bogotá Fase II, Llewelyng ‑ Davis, Consultécnicos Ltd. Departamento Administrativo de Planeación Distrital ‑ 1974.
En la actualidad. aunque la ciudad no parezca estar densamente poblada por el aspecto que le dan sus construcciones, en su mayoría de uno y dos pisos, la densidad bruta es de 179 personas por hectárea.
En algunas áreas con construcciones de este tipo, la ocupación multifamiliar y el hacinamiento hacen que la densidad aumente a 1.500 personas por hectárea.
Por otra parte, las densidades encontradas en areas donde habitan gentes de altos ingresos no son tan bajas como se podría pensar.()
Esto, sumado a la falta de zonas libres y parques, hace que la densidad de la ciudad se considere, según cualquier patrón razonable, como alta. ()
El hecho de que Bogotá sea una ciudad con una alta densidad ha evitado algunos grandes problemas a pesar de que la ciudad no disponga de las áreas verdes necesarias para sus habitantes().
Uno de esos grandes problemas que, en parte, ha evitado es el del transporte.
Dígase lo que se diga acerca del caos del tráfico en la ciudad, son pocos los habitantes de ciudades de 4 millones de personas que pueden decir que los puntos más apartados del centro de su ciudad se encuentran a menos de 15 kms. de distancia y, que, gracias a un plan vial que básicamente se ha conservado por más de 20 años, se recorren en menos de media hora en automóvil y una hora en el transporte masivo que ofrece el bus. Quienes se quejan del tiempo que se gasta en viajes del hogar al trabajo no saben las aventuras por que pasan los habitantes de ciudades de igual tamaño a un costo bastante más elevado.
Pero las ventajas que se pueden lograr en ciudades con altas densidades como Bogotá suelen venir acompañadas con males paralelos. Las altas densidades implican un deterioro del medio ambiente y un encarecimiento de la tierra.
() Por ejemplo, las densidades de algunos barrios habitados por grupos de altos ingresos son las siguientes:
Chapinero Norte 347 Hab/ha.
El Chicó 127 Hab/ha.
Antiguo Country 297 Hab/ha.
() Como punto de referencia, la densidad habitacional de algunas ciudades, populosas el mundo son:
Manhattan y Brooklyn 176 Hab/ha.
"lnner" London 108 Hab/ha.
París Cénüico “Ville” 280 Hab/ha.
Bogotá Central 340 Hab/ha.
(Esta última cifra promedio derivada de las zonas con más de 40 años de existencia en la ciudad).
() Para los estudios sobre desarrollo urbano se considera que por cada mil habitantes debe existir 1 hectárea de área verde.
En Bogotá, para el año de 1973, se disponía de 900 hectáreas para 3´O00.000 de habitantes.
Por otra parte y bajo el grito de salvemos la Sabana de Bogotá, densificando más la ciudad y construyendo en altura, (especialmente en los barrios con mayor prestigio y medio ambiente natural más propicio) se está especulando con la tierra urbana y se está atentando contra el bienestar del ciudadano.
Ello, en gran parte, es producto, no sólo del afán de lucro desmedido de los promotores de vivienda, sino de la ignorancia en materia de urbanismo de quienes tienen a su cargo la conformación de normas y politicas para el desarrollo de la ciudad.
No tienen en cuenta ellos que, además de atentar contra el bienestar y los bienes del ciudadano, (cual es la calidad de la vista y la independencia que adquirieron para sus viviendas originalmente), están estableciendo el círculo vicioso clásico en tantas ciudades contemporáneas: más edificios, más gente, más vehículos, más vías, mas edificios.
El círculo nunca se cierra y de ello dan fe ciudades como Caracas que, a pesar de contar con recursos económicos bastante mayores a los nuestros, no puede ni podra por el camino que ha tomado, solucionar sus problemas de tráfico. Y por el mismo camino están dirigiendo las autoridades del D.E. a la ciudad.
Más avenidas, más y más altos edificios (producto también de un estatuto de valorización mal entendido y aplicado), más gente, más vehículos y, finalmente, como resultado de todo este proceso, la necesidad de más vías.
Son los enumerados, a mi juicio, los problemas más apremiantes de la ciudad. Recapitulemos y sinteticemos:
1. El problema principal de Bogotá es de carácter metropolitano y regional y reside en la distribución óptima de la población futura.
2. Como resultado de un proceso de desarrollo urbano que ha seguido en gran parte el ejemplo de otras ciudades, el centro de Bogotá ha entrado en deterioro físico, social y económico.
3. El abuso de las altas densidades por parte de los especuladores y de las autoridades ha causado grandes problemas que se traducen especialmente en el empeoramiento del tráfico, en la falta de zonas verdes y recreacionales, en el deterioro del medio ambiente, y, por ende, en el aumento de la delincuencia.
Es muy posible que la ciudad se siga desarrollando de acuerdo con estas tendencias, que ha mostrado últimamente en su crecimiento.
Cómo sería la ciudad del futuro si ello fuera irremediable?
Cuál puede ser nuestro futuro si él es fruto de la imprevisión?
BOGOTA FUTURA DE
ACUERDO CON SUS TENDENCIAS
DE DESARROLLO
Se ha dicho, y con razón, que una ciudad es el reflejo de las gentes que la habitan. Es interesante, por lo tanto, para tener una idea de lo que puede ser Bogotá en el futuro, proyectar la población actual hacia los años venideros, no sólo en cuanto a su magnitud, sino en lo que respecta a su composición.
El crecimiento de la ciudad, por lo menos durante las 2 décadas de 1950 a 1970, fue muy cercano al 7'o anual. ()
En la actualidad, a juzgar por los datos del último censo, las ratas de crecimiento natural en el país han disminuido. ().
Por este motivo, la mayor parte del crecimiento de la población de Bogotá durante los últimos años y seguramente en los venideros, provendrá de la inmigración.
Hay varias razones, para pensar que ello será así. Cuatro, básicamente, son los factores que contribuyen a que la inmigración conserve la misma magnitud en el futuro: el ofrecimiento de nuevos empleos, las políticas de subsidios que practica la capital, la capacidad de los servicios publicos y la expulsión de población de las zonas rurales.
Para nadie es un secreto que buena parte del consumo del país ya se encuentra en Bogotá y que, a pesar de las políticas de descentralización con tanto esfuerzo pregonadas durante los últimos años, este consumo crece desproporcionadamente con relación al resto del país.
() CID. Documento sobre el Proceso de Urbanización presentado en el 2o. Seminario sobre Urbanización, Suescún, 1969.
() Estas ratas son, de acuerdo con el DANE, de un 2.4% para todo el país.
Ante la carencia de un censo industrial confiable para la ciudad y sus alrededores, sólo se pueden hacer conjeturas acerca del crecimiento del sector del empleo. Pero datos como el de que de los préstamos de los fondos de las Corporaciones de Ahorro y Vivienda más de un 50% fueron hechos en Bogotá, hacen suponer que el crecimiento del empleo en la ciudad es muy considerable.
Si, además, tenemos en cuenta que por cada nuevo empleo que se crea en el sector industrial, se generan aproximadamente tres empleos en el sector de los servicios, parece ser un hecho el que Bogotá y su zona metropolitana pueden ofrecer en el futuro un número de empleos suficiente para que su población (y, consiguientemente, la inmigración) aumenten paralelamente a las altas ratas de crecimiento registradas en los últimos años.
Se ha dicho, con razón, que una de las causas principales de la afluencia de poblacion a Bogotá es la política de subsidios para el transporte, la vivienda y los servicios públicos que en ella existen.
Cualquier intento que se hiciera para modificar esta política encontrarla escollos imposibles de solucionar. Una política de subsidios para las clases menos favorecidas es irreversible y eso lo sabe cualquier político que haya tomado parte en el juego democrático.
A no ser que una tiranía rigiera en el futuro los destinos de la ciudad, (y Dios nos guarde de ella), se presume que los subsidios seguirán siendo una fuente de atractivo para la población inmigrante y que ellos contribuirán a mantener el alto ritmo de crecimiento de la ciudad.
Los planes de ensanche de las Empresas Públicas, y en especial de la de Acueducto y Alcantarillado, han sido hechos sobre la base de una población de, aproximadamente, 10 millones de habitantes para el año de 1990. Las obras, por ejemplo, del sistema de abastecimiento de agua proveniente de Chingaza, ya en ejecución, preven un volumen adicional del líquido de 13 y medio metros cúbicos en su primera etapa y de siete y medio metros cúbicos en su segunda. Ello implica que una población de ocho y medio millones de habitantes no solamente puede, sino que tiene que ser servida por el Acueducto de Bogotá, para poder financiar las obras ya acometidas con base en los créditos contraídos y en las tarifas previstas para el cumplimiento de las obligaciones.
Se ha previsto que, posteriormente se podrían captar recursos hidráulicos provenientes del Macizo de Sumapaz y que con ellos se podría abastecer una población de 14 millones de habitantes.
El suministro de agua, dentro de todos los servicios prestados por el Estado, es el que más influye sobre el crecimiento de la población. Por eso nos referimos específicamente a él. En otros sectores de servicios, las soluciones vienen por lo general "a posterior", una vez que se ha asentado la población. Por esto, nos atrevemos a decir que existe la realidad de la prestación de todos los servicios públicos a una población de diez millones de habitantes para 1990 y de 14, para 1999.
Un aumento acelerado de la población de Bogotá también presupone la continuación del fenómeno que se ha venido observando durante los últimos años, cual es la tecnificación de la agricultura y la ganadería, reduciéndose así el empleo en las zonas rurales y aumentándose la migración hacia la ciudad.
Por ahora, hagamos las siguientes Consideraciones:
En 1972, la población rural en 15 municipios de la Sabana de Bogotá, era aproximadamente, de 100.000 personas, para trabajar 100.000 hectáreas explotadas. Se piensa que ese número de habitantes pueda haber aumentado en 40.000 para el año de 1980, pero este aumento se debe a la urbanización de las áreas agrícolas (). Aparentemente, la población rural se ha estabilizado y se conservará, siempre y cuando la vocación agrícola de la Sabana prevalezca y los asentamientos urbanos existentes en la región se limiten a los cascos urbanos existentes, para no ocupar tierra apta para la agricultura y la ganadería.
El fenómeno es diferente en el resto de la región y en los Departamentos vecinos a Cundinamarca, en donde la expulsión del campo se sucede con mayor fuerza.
La conservación de la estructura existente de asentamientos de población, y a ella nos referíamos en el Capítulo pasado cuando hablábamos de la carencia de la aldea campesina dentro de una estructura normal de asentamientos humanos, hace también suponer que, tanto la expulsión como el aumento de la población rural de la región y de buena parte de los departamentos vecinos, será absorbida por la ciudad de Bogotá.
El crecimiento de la población de la ciudad en los próximos 20 años, por lo menos, constará, en su mayor parte, de gentes venidas del campo y de sus descendientes directos.
Si ello es así, esto implica que la ciudad de Bogotá del proximo futuro será una ciudad ruralizada, es decir, que la mayor parte de sus habitantes se caracterizarán por su comportamiento y estilo de vida poducto de un contacto inicial entre el hombre de la ciudad y el del campo.
() Para efecto de los censos de población, todos los habitantes ubicados por fuera de los cascos urbanos se consideran rurales.
Tratemos de especular algo sobre esta idea, examinando las principales características del campesino y, trasladándolas a la ciudad, tratemos de imaginarnos el futuro.
El campesino posee fuertes lazos familiares y de compadrazgo. La unidad doméstica es el centro de sus actividades. Esta unidad es no solo su hogar, sino también su centro de producción, Las relaciones familiares tienen, por lo tanto, un marcado sentido económico. Por eso, el campesino mira la tierra y su vivienda como una herramienta para su subsistencia. El bajo nivel de especialización que lo caracteriza hace que su trabajo no encuentre todas las posibilidades que una economía desarrollada ofrece.
El campesino sabe que una fuerza superior misteriosa lo controla y, como consecuencia, la religión es uno de los elementos más importantes en su vida diaria. Esto, unido a la imagen de su pueblo como punto principal de identificación, hace que la vida del campesino gire alrededor de su hogar, su parroquia, y, a lo sumo, su pequeña comunidad.
Cómo se pueden traducir estos rasgos generales en el contexto urbano? Indudablemente, la ruralización de la ciudad afectará todos los elementos que la forman.
Pasando por alto el análisis que sería necesario hacer de las interrelaciones entre la ruralización cada vez mayor de la ciudad y, los usos de la tierra, pensemos en el impacto que estas interrelaciones, que aquí se consideran como tendencias, tendrían sobre el medio ambiente del futuro:
El uso que se le seguirá dando a la tierra, especialmente en los sectores habitacionales, seguirá siendo en gran parte mixto; esto es, la vivienda como sitio de trabajo para buena parte de la familia seguirá existiendo durante un buen tiempo. De ahí las fuertes dudas que existen sobre el éxito de la idea generalizada de los grandes centros comerciales tales como los que se han venido construyendo últimamente. Centros de esta naturaleza servirán, como lo hacen también hoy día, a un mínimo porcentaje, de la población y su popularización es poco probable.
Dada la edad de los migrantes a la ciudad durante los últimos años (gente joven recientemente casada o en edad de contraer matrimonio), una gran parte de la población, dentro de 10 a 20 años, estará en edad de formar nuevos hogares, lo cual implica una demanda de vivienda sin precedentes.
Se supone que para ese entonces la mano de obra para la construcción será más escasa, puesto que el trabajador del futuro ya habrá cosechado algunos de los frutos de la urbanización, como es el de una mejor educación y el aprendizaje de labores más especializadas.
El auge de la construcción verá su mejor epoca en los años inmediatos, si es que no la está viendo ya. La vivienda sufrirá altas alzas en su precio con una mano de obra más costosa, y será cada vez más difícil su adquisición para las clases económicas medias y bajas. Esto, indudablemente, repercutira en el tipo de vivienda del futuro y, especialmente, en su financiación. Debido a los estrechos lazos entre el campo y la tierra, que existen en los inmigrantes a la ciudad, seguirá ocurriendo el fenómeno de la construcción progresiva en los barrios Populares donde habita el sector "informal".
Por otra parte, el estado tendría que intervenir en el mercado de la vivienda más fuertemente y, si se quiere que a ella tengan acceso los habitantes de bajos y aun medianos recursos, aparecerán los subsidios estatales en forma aún más clara. ()
En el próximo futuro también se verá el fortalecimiento de las pequenas comunidades dentro de la ciudad. La vida de la mayor parte de los ciudadanos girará en torno a su familia, su parroquia y su barrio. Bogotá no será durante muchos años una ciudad en el verdadero sentido de la palabra sino más bien el territorio que reúne a un grupo de aldeanos.()
() En la actualidad, tales subsidios existen aunque en forma relativamente velada. En efecto, las viviendas avaluadas por debajo de $50.000 en Bogotá no pagan impuesto predial y los Servicios Públicos aplican tarifas diferenciales; esto es de acuerdo con los avalúos catastrales.
Por ser la tierra muy costosa dentro de los límites del Distrito Especial a causa de las altas densidades que se permiten, ya se está presentando el fenómeno del rebosamiento de sus habitantes más allá del río Bogotá, hacia el occidente y el norte. Este fenómeno, que desgraciadamente no ha sido orientado en forma racional por quienes corresponde hacerlo, está iniciando lo que los urbanistas llaman una "conurbanización" que, en el caso de Bogotá, simplemente quiere decir la invasión de toda la sabana de Bogotá por la urbanización.
Los costos que esto representa para los contribuyentes, que a la larga seremos todos los habitantes de la ciudad, son enormes. Brindar servicios, especialmente de agua, alcantarillado y transporte, a una población dispersa que se asienta sobre los mejores terrenos agrícolas de la región, será algo que posiblemente sobrepasará las capacidades financieras de la futura comunidad de ciudadanos.
Pero la verdad es que la población se está saliendo del D.E. muchas veces, no sólo a causa de encontrar por fuera tierra más barata sino, en muchas ocasiones, con el asentimiento del mismo Estado, que es el principal promotor del caos urbanístico y de los suburbios, a través de las vías que construye para guiar el desarrollo hacia donde el especulador lo quiere y no hacia donde lo aconsejan el sentido común y la razón.
Ninguno de los planes recomendados para el crecimiento de la ciudad, por ejemplo, propone su extensión hacia el norte. Sin embargo, somos testigos de la serie de construcciones importantes que se han adelantado y que se planean para ese sector. Es él indudablemente el que ofrece las condiciones más propicias y aceptables para el consumidor en consecuencia, para el urbanizador, aunque ello no sea lo más aconsejable para la ciudad y su futuro. El crecimiento de la ciudad a través de suburbios alejados del centro estimula, como lo veíamos anteriormente, su deterioro.
Por otra parte, se está corriendo el peligro de unir a Bogotá con las cabeceras municipales vecinas, fenómeno que le daría a la ciudad un carácter de gigantismo poco deseable. Con el crecimiento continuo de Bogotá hacia el norte y también hacia el occidente, más allá del Río Bogotá, se está perdiendo, así mismo, la oportunidad de crear una zona para recreación y aun para producción agrícola intensiva que bordearía las márgenes del río y serviría como límite natural de la Ciudad con la Sabana de Bogotá.
Recientemente, la idea de promover la construcción de vivienda con altas densidades ha cobrado mayor fuerza. Parece que el sentido común indicara que, para impedir la invasión de la Sabana de Bogotá, que rodea la ciudad y que produce buena parte de los alimentos que ella consume, lo más lógico es construír vivienda en altura para que la mayor parte de la población pueda permanecer dentro del D.E.
() Lo que hoy en día mucha gente considera como la pérdida del carácter urbano que distinguía a Bogotá, se debe principalmente a la identificación de la mayor parte de sus habitantes con la pequeña comunidad donde habitan y no con la ciudad.
() Acerca del “gigantismo”, Barbara Ward nos previene enfáticamente. Ver especialmente “Los procesos de Urbanización Mundial” en “Planeación de Areas Metropolitanas”. Naciones Unidas, Nueva York 1967.
No sólo las autoridades de Bogotá sino las entidades estatales que financian y construyen vivienda, se han adherido a esta teoría de las altas densidades, bajo cuya bandera se están cometiendo los peores atentados contra el medio ambiente y la salud mental y física de quienes tienen que vivir en esos palomares para el hombre.
Cuando la teoría de las altas densidades es analizada en forma un poco más fría, nos encontramos con una serie de hechos innegables.
El primero es el de que construir en altura es bastante más costoso que edificar en uno, dos y hasta cuatro pisos como máximo.
La consecuencia de este hecho es que sólo la gente que pertenece a la clase económica superior es capaz de costear la vivienda en edificios altos; y esta gente es la que vive con densidades más bajas. No es raro, pues, encontrar apartamentos en el norte de la ciudad en donde habitan seis personas en áreas de 300 M2. Es esta una alta densidad? ¡Claro que no lo es, lo cual confirma la primera falacia sobre su bondad!
El segundo hecho es que lo que se han dado en llamar altas densidades se está logrando a base de construir altos edificios en urbanizaciones que fueron diseñadas para viviendas unifamiliares y poseen un medio ambiente en un paisaje propicio, fruto del esfuerzo de propietarios que creyeron poder conservarlo como recompensa de sus esfuerzos.
La invasión, por parte de estas construcciones, de los barrios con mejor medio ambiente es un hecho, y ha sido la misma Administración Municial la encargada de hacerlo, al conceder licencias para construcciones que son un atentado contra el paisaje de la ciudad y los bienes de los ciudadanos, si es que el paisaje de la ciudad se puede, como se debe, considerar como un bien. Y no hay duda de que los nuevos "urbanizadores" (arquitectos, propietarios y especuladores), les están usurpando la vista a los vecinos menos afortunados que creían poder conservar su intimidad, independencia, y carácter de vida.
Por otra parte, para construir estos edificios ha sido necesario demoler propiedades aún en buen estado y, en muchos casos, bellos ejemplos de arquitectura doméstica. Cómo es posible que en un país que está en vía de desarrollo, en donde el ingreso promedio de la mayor parte de las familias escasamente alcanza para comprar la canasta familiar, se permite esta destrucción de la riqueza? Cómo es posible que el Estado promueva esta destruccion, a base de dictar normas absurdas o simplemente de ignorar las pocas que existen? Se ha pensado, acaso, en el costo de renovar los servicios públicos que implica el cambio de uso de la tierra para hacer que unos pocos se enriquezcan a costa de los contribuyentes?
Por último, es importante mencionar el hecho de que las altas densidades, especialmente cuando se logran sobre la base de edificios en altura, están estrictamente ligadas a altos índices de criminalidad y a la falta de seguridad. Existen estudios dignos de toda credibilidad () que demuestran cómo la falta de control del medio ambiente que rodea la vivienda, tal como sucede en los espacios comunes de los edificios de apartamentos en altura, es una de las causas más importantes del crimen en las ciudades.
Curiosamente, el sitio en donde más se debería construir vivienda y en forma más densa es el centro de la ciudad, y ello no se hace. En forma, se acercarían los sitios de trabajo a los hogares, evitando así las largas jornadas a base de un transporte privado o masivo.
La tendencia es la contraria. El centro de la ciudad sigue llenándose más bien de rascacielos comerciales, aumentando así las fuentes de trabajo en el corazón de la ciudad y, con ello,la necesidad de construir cada vez más vías que a él conduzcan.
Bogotá futura, de acuerdo con todas las tendencias que hemos examinado, será una ciudad poco menos que invivible. Con todas las caracteristicas de una aldea y pocas de lo que puede ser una gran ciudad.
La urbanización será caótica y ella se realizará a todo lo largo y ancho de la Sabana de Bogotá. E1 centro de la ciudad seguirá deteriorándose y los habitantes que podrían vivir en él seguirán emigrando poco a poco a los suburbios. Sólo los pobres y los viejos permanecerán en este centro y, al compás de la emigración de los habitantes, vendrá la fuga de los negocios hacia las nuevas urbanizaciones y hacia la Sabana de Bogotá. La ciudad central entrará finalmente en quiebra, asemejándose a un roscón en donde sólo la periferia es útil y el centro es un vacío.
Todo ésto ocurrirá, a no ser que en alguna forma sobrevenga un proceso de plancación que libre a Bogotá de ese futuro tan cruel que se le depara.
() Oscar Newman, “Defensible Space”, People and Design in the Violent City Architectural Press, Londres, 1972.
SI LA CIUDAD FUERA EL
RESULTADO DE UNA
PLANEACION RACIONAL
Cuando en 1974 la Administración Distrital presentó al Concejo de Bogotá el Plan de Dcsarrollo para la ciudad (), se publicó el resultado de los estudios que lo habían precedido y, fundamentado en 2 volúmenes; el primero de ellos, bajo el nombre de “ EL Futuro de bogotá”, presentaba un panorama algo utópico de lo que la ciudad podría ser si ella siguiera las pautas que el estudio le indicaba en su Plan de Estructura para 1980.
Vale la pena aquí, para no repetir lo que ya se ha dicho, traer a la memoria esa imagen del futuro que nos pintaba textualmente el estudio: “los cambios efectuados en la ciudad actual se verían en todas partes: en el área céntrica con su zona histórica y en las zonas residenciales en otros sitios de la ciudad. En el área céntrica de Bogotá, incluyendo la zona histórica, el ambiente habría mejorado notablemente. El aire sería más limpio; las estrechas calles coloniales, convertidas en pasajes para peatones entre las arcas comerciales, presentarían menor congestión y peligro; las nuevas edificaciones comerciales, de oficinas y vivienda, serían más atractivas y convenientes; y puesto que se conservaría gran parte de la zona histórica, la zona céntrica de Bogotá se podría constituír en una atracción especial para turistas en América Latina.
()Este plan está contenido en el Proyectode Acuerdo No. 1 de 1974, el cual, al no ser considerado por el Concejo de Bogotá, fue expedido, de acuerdo con la ley, como el Decreto 159 del mismo año.
Los servicios comerciales estarían mucho más concentrados, especialmente en la Carrera 7a. y Calle 19, y debido a que la ciudad en general los utilizaría, los almacenes tendrían en dicho lugar un aire metropolitano. Alrededor de esta concentración de almacenes estaría localizada el área principal de oficinas y habría otra secundaria extendiéndose a lo largo de la carrera 10 hasta el Centro Internacional. La construcción de este Centro estaría terminada para 1980 y podría ser conectado a un gran parque nuevo en el sitio donde se ubicaba anteriormente la fábrica de Bavaria. Este parque podría contener edificios cívicos, con accesos peatonales a un complejo de museos y galerías que incluirían el Planetario y el Museo Nacional, aumentando así el atractivo de la ciudad para los turistas.
En la Carrera 7a., el área secundaria de oficinas se extendería hasta el Parque Nacional, conservándose las bonitas casas de ladrillo de la zona de La Merced junto al parque. En dicha zona se construirían bloques de vivienda de alta densidad, y nuevas viviendas; se podrían introducir zonas verdes y servicios comunales en las áreas de la Plaza España y San Facon con el fin de que muchos oficinistas ya no tengan que viajar largas distancias a su trabajo. Además, las únicas personas que tendrían que viajar hacia la zona céntrica serian aquellas que en realidad trabajan allí. A muchas de las líneas de buses de 1973 que ahora atraviesan la zona céntrica aun si se dirigen a otros sitios, se les asignarian nuevas rutas por vías periféricas nuevas o que hayan sido mejoradas alrededor de la zona céntrica y prestando en cambio servicio a otras arcas.
Por consiguiente, los buses se encauzarían por aljunas rutas principales y se introduciria un nuevo sistema de acceso para peatones que excluyera a los automotores, parcial o totalmente, de grandes áreas. Se proporcionaría espacio para estacionamiento de automotores sólo en la periferia de la zona céntrica. Las mercancías se enviarían y recibirían de los almacenes a horas fijas y en general, el tráfico circularía libremente, controlado por sistemas de manejo eficaces para el tránsito.
El nuevo sistema de acceso para peatones integraría en un conjunto toda la zona histórica con el fin de que los peatones puedan caminar libremente desde la Alcaldía en la Plaza de Bolívar hasta varios puntos de interés de la zona histórica. En dicha zona, la mayoría de las grandes casas coloniales serían oficinas de instituciones privadas o gubernamentales, incluso de varios organismos culturales, mientras que otras serían convertidas en apartamentos, restaurantes y pequeños almacenes;
Las áreas situadas fuera del centro de Bogotá también experimentarían cambios favorables. Se pavimentarían las calles en las laderas orientales y surorientales de las montañas y se encontrarían allí nuevos hospitales, clínicas y centros comunitarios.
En los barrios de viviendas progresivas de la ciudad, por ejemplo en el barrio Inglés, los propietarios habrían mejorado sus casas como resultado de políticas que permitan a grupos de bajos ingresos hacer préstamos de dinero a tasas razonables de interés. Estas áreas también podrían beneficiarse con nuevos servicios, escuelas, clínicas y espacios de recreación; además, la introducción de nuevos centros de actividad podría promover las relaciones comunitarias del barrio.
Con el propósito de servir a dichas áreas, se pondria a su disposición una mayor cantidad de elementos para el transporte público, al mismo tiempo que el tráfico particular sería desviado de las calles angostas para peatones a vías arterias con mayor capacidad de tránsito, dando protección contra accidentes y proporcionando más espacio para juegos en las zonas residenciales.
La introducción debidamente planeada de un mayor número de oportunidades de empleo en el sur, significaría que las personas efectuarían viajes más cortos al trabajo, a menudo a pie, lo que implicaría un menor gasto por concepto de transporte, reservando dinero para otras necesidades más urgentes.
Por ejemplo, existiría una concentración de empleo comercial e industria liviana en el barrio Restrepo y en la Autopista del Sur. En áreas residenciales de medianos y altos ingresos, al norte del centro, se habrá aumentado la densidad de viviendas mediante la construcción de casas que sean parte de grupos integrados, y apartamentos con zonas verdes y accesos comunes. Allí se harían esfuerzos intencionales para suministrar más oportunidades de trabajo.
Cómo serían las nuevas ciudades, si las zonas actuales de Bogotá cambiaran en la forma descrita? Estas tres nuevas áreas de desarrollo integrado, que incluirían oficinas gubernamentales y privadas, almacenes, pequeñas fábricas, nuevas áreas de vivienda y recreación, vías y, servicios, se construirían en predios baldíos cerca de la periferia de la ciudad. Una de ellas se extendería desde las oficinas gubernamentales del Centro Administrativo Nacional hasta Modelia y Fontibón; la segunda, quedaría al norte de la Autopista de Medellín, al suroeste del cerro de Suba; y la última estaría localizada entre Bosa y Soacha.
Sobre la Sabana los núcleos de estas tres nuevas ciudades se podrían identificar por sus complejos de edificios, tanto para oficinas como para vivienda, El centro de cada una de estas nuevas ciudades estaría casi totalmente libre de tráfico, dándole prioridad al peatón y relegando el tráfico de vehículos a la periferia. En las zonas verdes, alrededor de los complejos residenciales y de los edificios públicos y comunales, habría una ausencia casi total de vehículos a excepción de aquellos destinados a prestar servicios durante horas determinadas. Todos los lugares de empleo, los almacenes, las oficinas, las fábricas de un solo piso, los mercados locales y talleres estarían ubicados cerca a los pasajes para peatones y bicicletas que conectarían estas áreas de trabajo con las de vivienda. Los pasajes peatonales serían muy transitados; los niños podrían ir a pie a la escuela, a los parques infantiles y aun a las áreas de recreación más grandes, que estarían a solo 15 minutos de sus hogares o lugares de trabajo.
Cada una de estas ciudades estaría conectada con la zona céntrica actual por medio de transporte expreso, Los paraderos de transporte público estarían convenientemente localizados cerca de las viviendas y oficinas. Aquellos miembros de la familia que no trabajan en las áreas contiguas, o que tienen ocupaciones en algún otro lugar de la ciudad, podrían utilizar el sistema de transporte expreso. Este sistema, operando con derechos de vía, llevaría a los pasajeros de una de las nuevas ciudades al centro urbano más cercano en 10 minutos o al centro histórico de Bogotá en aproximadamente 20 minutos. Las rutas de las busetas y de los buses pasarían por las vías arterias, con un kilómetro de distancia entre sí, sin atravesar las áreas residenciales. Dichas vías estarían bordeadas de árboles y zonas verdes; a menudo se encontrarían hospitales y escuelas en dichas zonas verdes, pero no habría viviendas con frente sobre estas vías.
El desarrollo de las nuevas áreas residenciales se intensificaría creando una impresión de dinamismo y vitalidad. La construcción de vivienda sería densa pero diversificada. La población sería joven; durante el día las madres que trabajan podrían llevar a sus hijos a salas‑cunas y jardines infantiles conveníentemente localizados. Los almacenes, clínicas y oficinas de correo estarían ubicados en los centros secundarios, los que a su vez proporcionarían empleo local y formarían el núcleo de las comunidádes locales.
Si bien los pequeños talleres y almacenes se encontrarían distribuidos dentro de las áreas residenciales, las industrias que ocasionan tráfico pesado y requieren infraestructura especial contaminan los alrededores, estarían localizadas en áreas industriales especiales ‑ por ejemplo, el área contigua al aeropuerto o el área industrial cercana a Soacha.
Conservando las caracteristicas generales, cada nueva ciudad desarrollaría sus características propias. Una universidad, ahora localizada en el centro de Bogotá, podría ser trasladada a una de ellas; en otra se podría aprovechar el lago para promover servicios recreacionales. Mas allá de los límites de estas tres nuevas ciudades, se complementarían las grandes obras de canalizacíón y mejoras del río Bogotá, y el terreno de sus dos márgenes podría comenzar a utilizarse para recreación o cultivos intensivos .
Este era el futuro descrito para la ciudad en 1980, un futuro que ahora debería estar a sólo dos años vista. Tal futuro no fue posible como lo estamos viendo ahora. Pero a ello nos referimos en la parte final de este escrito.
La población de la ciudad ya pasa de los 4 millones de habitantes, y ha empezado su desplazamiento en mayor escala hacia la Sabana de Bogotá.
Pensemos entonces de nuevo en lo que una plancación adecuada podría hacer, no ya por la ciudad solamente, sino por la región, puesto que, como lo explicábamos en un comienzo, el problema, no sólo es del D.E., sino de todo el territorio relacionado íntimamente con éste, cual es especialmente la cuenca del Río Bogotá y la vecina hacia el norte de los valles de Ubaté y Chiquinquirá.
La pregunta clave que nos hacemos de nuevo es: Cómo y dónde se va alojar una población de 10 u 11 millones de personas, que vivirán irremediablemente en la ciudad y en su zona metropolitana?
Recientemente, la Oficina de Planeación Regional de la C.A.R. presentó a la junta Directiva de dicha Corporación un documento intitulado "Plan Maestro para la Región de la C.A.R.", el cual contempla una alternativa más racional para el desarrollo del territorio bajo su jurisdicción, cuando en éste vivan todos los habitantes que se prevén para la región.
En esta alternativa se propone, en síntesis, el establecimiento de nuevas comunidades y ciudades para alojar la población futura, además, claro está, de la saturación de las actuales ciudades, y pueblos existentes dentro de la región.
Al plantear esta estrategia regional, la C.A.R. no sigue las recomendaciones de los estudios que para la ciudad del año 2.000 se habían hecho, En efecto, ellos recomendaban el crecimiento de la ciudad de Bogotá hacia el occidente, presentándose lo que se llamó la ciudad media redonda, es decir, un mostruo urbano de nueve millones de habitantes que, con una densidad media, ocuparía, no sólo el territorio urbanizable del D.E. dentro de su parte plana, sino buena parte de las mejores tierras que en la actualidad rodean la ciudad hacia el Occidente. Afortunadamente, más que una estrategia de crecimiento, tal propuesta era una alternativa que, junto con otras, ofrecía una gama de posibilidades para el futuro de la zona metropolitana y que, como todas, se ajustaba al Plan de Estructura de Bogotá, para 1980, todavia por realizar.
Otra de las alternativas propuestas, la llamada alternativa de centros múltiples, ofrecía posibilidades mayores de descentralización, aunque los sitios que se sugerían para nuevos asentamientos humanos en la Sabana eran demasiado cercanos a la capital, haciendo que esos asentamientos tuvieran el carácter de ciudades dormitorio (Ver mapas de:
Alternativa media redonda.
Alternativa Centros Múltiples.
Alternativa Polinuclear C.A.R.)
Siguiendo la idea de los Centros Múltiples, la C.A.R. plantea en su Plan Maestro para la región una alternativa similar, que consiste en una serie de poblaciones y ciudades nuevas, algunas de ellas con un alto grado de autosuficiencia. La C.A.R. plantea también la posibilidad de establecer nuevas comunidades o asentamientos, teniendo en cuenta las limitantes y objetivos que establecen las Políticas de Desarrollo Regional adoptadas por la Corporación. Entre todas ellas, las principales serían:
a) No ocupar la tierra agrícola de buena calidad. (Aquella clasificada por el 1.G.A.C. como de clases I, II, III y IV).
b) Aprovechar al máximo el sistema víal existente.
c) Proveer a la población futura de fácil acceso a los servicios públicos y comunitarios y a oportunidades de empleo.
d) Fomentar al máximo la utilización de los recursos humanos y naturales locales.
e) Estimular la descentralización a través de asentamientos que satisfagan localmente sus necesidades.
f) Controlar el crecimiento de Bogotá y de las cabeceras municipales vecinas, para evitar que los asentamientos humanos presentes y futuros se unan físicamente con la ciudad.
Para solucionar el crecimiento demográfico mencionado en el análisis inicial, podrían presentarse una gama de posibles nuevos asentamientos que irían desde la creación de una nueva ciudad de dos y medio millones de habitantes, hasta el establecimiento de multitud de centros pequeños esparcidos por toda la región. Los estudios que en muchos países se han realizado no muestran, en forma clara, cuál debería ser el tamaño óptimo para una ciudad.
Sin embargo, tanto la posibilidad de crear una ciudad gigantesca como la de acometer el establecimiento de muchos centros pequeños parece encontrarse por fuera de la realidad y de las posibilidades de complementación que ofrece la capacidad financiera y operativa de la región y del pais.
Es por ello que tenemos que pensar en un sistema gradual por medio del cual se puedan generar centros de alguna importancia que, de acuerdo con la demanda y las posibilidades, puedan ser las semillas de futuras ciudades.
Tal sistema se podría plantear a través de la creación de unidades pequeñas que, de acuerdo con las necesidades pudieran más tarde formar parte de agrupaciones mayores compuestas de estas unidades.
Tendríamos así la posibilidad de crear "racimos" de pequeñas ciudades; solución que ofrece un máximo de flexibilidad para planificar, en respuesta a una demanda incierta, y que no implica el diseño de grandes conjuntos que, por lo general, no se realizan con el tiempo.
Estas "células urbanas" podrían tener metas de población fijadas en más o menos 50.000 habitantes y, a su turno, estarían compuestas de comunidades o barrios más pequeños de aproximadaniente 10.000 habitantes.
La idea, a escala regional, se puede calificar como la de "ciudades de ciudades", que es similar, para los centros urbanos grandes ya existentes, a la de "ciudades dentro de la ciudad".
Para acomodar racionalmente la población futura, se ha pensado en una combinación de estrategias incrementales aquellas que aconsejan el incremento de la población en los asentamientos existentes ‑ y de estrategias estructurales, que son aquellas que como su nombre lo indica, implican un cambio estructural en el sistema de asentamientos y contemplan la introducción de nuevos elementos como son las nuevas ciudades y aldeas campesinas.
Ninguna de las estrategias mencionadas, si se utiliza aisladamente, garantiza una aproximación al problema. Por el contrario, si se utilizan únicamente estrategias " incremen tales" de expansión de centros existentes, dentro del patrón, actual de asentamientos, ello sólo contribuiría a "reforzar este patrón, de tal manera que, pase lo que pase, el futuro sería muy parecido al pasado".()
En igual forma, el establecimiento de nuevos asentamientos, al olvidarse de la expansión de los actuales, tiende a considerar la gran ciudad y los pueblos tradicionales como lugares del pasado, en donde ya no es posible desarrollo alguno.
La conclusión a que se llega, una vez planteado el panorama de estrategias, es que será necesario utilizar todas simultáneamente para que las unas refuercen a las otras. Ello ofrecerá una gran flexibilidad para la solución de un problema tan complejo como es el de la distribución de la gran población que vivirá en la región.
De acuerdo con una población racional que tuviera en cuenta el equilibrio dentro de una región cuyo centro sería Bogotá, la población de ella dentro de 20 años, podría estar distribuída en la siguiente forma:
Población rural
y aldeas 600.000 hab.
Población Bogotá D.E. 7.130.000 hab.
Población pueblos
Existentes 3 80.000 hab.
Población nuevas
ciudades satélites 630.000 hab.
Población nuevas
ciudades intermedias 750.000 hab.
Población nueva
ciudad principal 1.000.000 hab.
TOTAL: 10`490.000 hab.
Cuáles serían los resultados de una plancación adecuada que buscara una distribución poblacional como la descrita a nivel metropolitano y regional?
Así como hace unos años se aconsejó la creación de ciudades dentro de la ciudad a nivel urbano, ahora parece lo más adecuado perseguir el mismo objetivo de la descentralización, a nivel regional, a través de la creación de nuevos centros de población.
() La división entre estas estrategias incrementales y estructurales para acomodar la población ha sido utilizada con frecuencia últimamente y ambas estrategias están descritas en un documento presentado por el Prof. Antoni Kuklinski en la U. de Tampere, Finlandia. “Reg. Policies in Comparative Perspective”, Tampere, Junio 2, 1977.
() J. Friedman, citado en “Las Estrategias de Desarrollo Regional” EconomieAppliqu?ée. Tomo XXVIII, 1975, No. 2, P.402.
Si estos centros cumplieran con los objetivos que establecen las Políticas de Desarrollo Regional se podría garantizar un mejor futuro, no sólo para la región sino para la misma ciudad de Bogotá. Es bueno recalcar que los 2 problemas, el de la ciudad y el regional, se confunden hoy día, el uno con el otro.
Con tamaños óptimos, de acuerdo con su relación al núcleo regional, que es la capital; con una accesibilidad que sea producto del grado de autonomía que se desea para cada nuevo asentamiento; con una base económica y una vocación adecuada que ofrezcan trabajo a la población; con servicios públicos de agua y energía suficientes; con una calidad del medio ambiente que garantice el bienestar de la población; con todas estas condiciones que serían más fáciles de obtener para los nuevos centros que para una Bogotá gigantesca, sería posible alcanzar un futuro mejor para nuestra ciudad, y, consecuentemente,. para su zona metropolitana y su región.
Será posible un futuro de esta naturaleza, producto de lo que la razón del hombre aconseja?
Conclusiones
La falla fundamental de los planes que se han hecho en el país ha sido el pensar que esos planes representan un futuro inmodificable y no ‑como en realidad deberían serlo ‑ una intención flexible que debe de marcar un camino con direcciones nuevas y cambiantes, día a día.
El plan es sólo una imagen utópica del futuro, y todos sabemos cuán vano sería el tratar de ceñirse a esa utopía. Quienes hacen esto se encuentran de la noche a la mañana hablando del futuro en tiempo pasado. Qué fácil es para un planificador soñar con lo que nunca fue.
La esencia de la planeación, sin embargo, es el futuro. Volvamos a hablar de él, esta vez en forma más realista. El futuro no va a ser sólo fruto de la improvisación y producto de unas tendencias. Tampoco va a ser el resultado de la plancación racional.
Va a ser muy seguramente un producto del desarrollo natural y del cambio deliberado. Y todo ocurrirá dentro del contexto social, político, económico y cultural que distingue, en forma unica, a nuestra ciudad.
Con base en estos elementos, tendremos que especular de nuevo para podernos imaginar ese futuro.
Más atrás mencionamos el hecho de que la población de Bogotá contiene cada vez más un porcentaje mayor de gentes venidas de las áreas rurales del país y que la ciudad está experimentando el fenómeno que llamamos de “ruralización".
Esta tendencia es difícil de modificar, así apliquemos medidas deliberadas en sentido contrario. Está demostrado que parte del proceso de lo que hoy día se llama desarrollo, es precisamente el cambio de la vida rural a la urbana. Por otra parte, existe también una correlación muy clara entre el grado de urbanización de un país y sus ratas de crecimiento demográfico e ingreso “per capita".
Para quienes muestran pánico por una supuesta explosión demográfica en nuestro país, tengan la esperanza de que su propio bienestar y el de sus descendientes no va a sufrir el menoscabo que ellos esperan.
Lo que sí van a "sufrir", posiblemente, esos descendientes es el tener que adaptarse a una nueva cultura, producto de la ruralización de que hablamos.
Ese sector "informal" de origen rural que vive hoy día en la ciudad y que ya constituye una mayoría dentro de ella, va a seguir creciendo hasta convertirse en la mayor parte de su población.
Veremos, pues, en forma cada vez más acentuada el crecimiento de las comunidades urbano‑rurales que, en la actualidad, muchos califican como “tugurios” pero que, en realidad, son asentamientos de construcciones “progresivas”. Ellas son la respuesta de este sector a su problema de vivienda.
El sector formal, o sea aquel que utilizan las instituciones financieras públicas y privadas, será cada vez más pequeño, en relación con la población total de la ciudad. Y los esfuerzos que se hagan para solucionar el "problema" de la vivienda, por parte de las instituciones que creen poderlo hacer a base de planes masivos, serán, día a día, más insignificantes ante las necesidades crecientes totales. Este fenómeno no sólo se presenta en el campo de la vivienda; El empleo y, en general, todo el sector de la producción, se encuentran en situación similar. Es por ello que una supuesta "informalización" del sector formal sería lo único que podría cambiar la tendencia al aumento de la población que hoy día no tiene acceso al apoyo institucional de la ciudad.
Esta "informalización", sin embargo, ya está empezando a ocurrir. Qué son, sino esto, las "regularizaciones" de los barrios populares y la admisión, por parte de la Administración Distrital, de las "normas mínimas" para las construcciones informales?
Creo que veremos en el futuro una situación "sui generis" y difícil de imaginar, con todo lo que ella implica: la institucionalización del sector informal, por una parte, y la "popularización" del sector formal, por la otra.
A esta última nos referimos en seguida.
Se trata de un fenómeno que ha empezado a generalizarse durante los últimos años, cual es la resistencia sistemática del sector que llamamos formal o tradicional a enmarcarse dentro de las normas que dictan las instituciones, especialmente públicas.
Qué es, sino esto, el desconocimiento sistemático que se hace de las más mínimas leyes sobre el uso de la tierra por parte de quienes tratan de obtener licencias de construcción?
Es curioso que Bogotá sea una de las únicas ciudades del mundo en donde la multitud de acuerdos municipales, decretos del Alcalde y resoluciones del D.A.P.D., sobre el uso de la tierra se desconocen, muchas veces, por los mismos empleados públicos encargados de aplicarlos. ()
La verdad es que todas las normas sobre el uso de la tierra son miradas por los ciudadanos como una forma más de tiranía del Estado.
Nunca se ha comprendido que la conservación del uso del terreno a través de leyes que se dictan al respecto, es la única forma como se les puede garantizar a los usuarios su tranquilidad y bienestar.
Con qué derecho se establece todo un sector comercial, con la inseguridad, el ruido y la intranquilidad que ello implica, dentro de un barrio netamente residencial y violando un decreto de un alcalde en donde se prohibe un uso diferente al de la vivienda?
Cómo es posible que se permita la construcción de altos edificios obstructivos de la vista panorámica que viviendas ubicadas a sus espaldas ya habían adquirido? Es esto proteger los bienes de los ciudadanos como lo manda la Constitución?
Por que se propone y se permite la ubicación de industrias cuando sus efectos ambientales no son compatibles con la vivienda?
() Esta observación fue hecha al autor por el Dr. Urbano K. Halpern, quien al venir a Bogotá recientemente, se interesó en el tema. Sus comentarios fueron de gran valor al hacer estas reflexiones.
Por qué se permite la construcción de edificios y urbanizaciones enteras en sitios que antes eran alberjue de bellos y ricos bosques, produciendose así la erosión y la destrucción de un recurso natural bello y útil?
Y todo esto se sucede diariamente ante la mirada impávida de los ciudadanos que observan despreocupadamente el deterioro que arquitectos y especuladores le están infligiendo a Bogotá.
¡Parece, en muchas ocasiones, que fuera el afán de lucro el único móvil para desarrollar la ciudad.!
Lo que nos depara el futuro, cuando pensamos en los usos que la tierra tendrá, no sólo a nivel urbano sino metropolitano y regional, no es para que que seamos muy optimistas.
Los intereses creados por parte de quienes se enriquecen a base de cambiar indebidamente los usos de la tierra, (hace poco dos inmuebles de comunidades religiosas se convirtieron en "centros comerciales" con el beneplácito de las autoridades distritales), a falta de controles por parte del Estado para hacer cumplir las normas y aun el desconocimiento de ellas por parte de los mismos funcionarios públicos; la ignorancia de éstos acerca de los problemas urbanos, la indiferencia con nuestros vecinos y el ostracismo que tanto distingue al habitante de la ciudad; en fin, la falta de cultura; todo ello hace pensar que los usos del terreno continuarán siendo caóticos.
Cuál podría ser el antídoto del caos aparente? La cultura y la civilización, entendiendo por esas palabras lo que distingue a las comunidades ricas de las pobres, cuando los intereses de la comunidad, son tenidos en cuenta por cada vecino, nos pueden salvar. Pero en realidad, qué significan y cómo se adquieren estas cualidades? Qué es la civilización? Sir Keneth Clark nos dice: "no lo sé; todavía no la puedo de definir en terminos abstractos, pero creo que la reconozco cuando la veo". El sentido de comunidad, la cultura la civilización, la solidaridad humana, todo ello sería lo que podría ofrecer a la ciudad una vida más amable. Esos elementos son la base de la libertad, de la justicia y de la paz. Mientras no los tengamos, el porvenir es sombrío.
Apreciación pesimista la de este futuro oscuro, si no fuera por la convicción de que toda sociedad, para su propia supervivencia, crea mecanismos apropiados.
Cuáles serán estos mecanismos? Difícil es para un planificador especular sobre soluciones que rebosan su bagaje intelectual. Posiblemente serán los políticos y demás científicos sociales quienes mejor puedan moverse en este campo el comportamiento humano. De lo que sí estoy seguro es de que este futuro dependerá de las grandes decisiones que se tomen por parte de los actores que desempeñan un papel en el desarrollo. Si ellos entienden que un futuro más brillante depende de la forma más adecuada como se produzca la simbiosis que se producirá, de todas maneras, entre los dos sectores, el formal y el informal, hay motivos para ser optimista.
Lo que si es seguro es que la futura Bogotá no será imagen de la ciudad occidental que ‑ por lo menos quienes pertenecemos al sector formal tenemos.
Bogotá no será la extensión de su centro internacional ni tampoco un tugurío generalizado. Imaginemosla simplemente como una mezcla de las dos.
No es apropiado terminar un escrito sobre Bogotá, su desarrollo y su futuro, con una nota pesimista. Preocupados con lo que podría ser la ciudad si deliberadamente no se actúa para cambiar el rumbo de las tendencias nocivas, una serie de personas e instituciones vienen trabajando con gran interés y esfuerzo, diseminando ideas innovadoras y promoviendo planes.
Sería largo enumerar los esfuerzos que esas personas e instituciones realizan para el bien futuro de la ciudad, así sean ellos aislados y, en la mayor parte de los casos, llevados a cabo en contra de la opinión pública y de los intereses creados.
Sin embargo, vale la pena destacar algo que durante los últimos años ha sido motivo de preocupación por parte de algunos funcionarios de profesionales del sector privado y que recientemente se viene traduciendo en proyectos concretos.
El deterioro que sufre la ciudad, especialmente en su corazón, ha hecho que personas conscientes del peligro que este deterioro representa, propusieran una serie de planes de restauración y revitalización en el centro de Bogotá.
Tal vez el más importante y el que seguramente servirá de modelo para el resto de la ciudad y para el pais entero, fue el iniciado desde comienzos del último gobierno. Preocupados por ese deterioro del centro y por la falta de identidad del bogotano con su ciudad y su sector institucional, se propuso el plan que a continuación se describe.