Centro Interactivo de Ciencia y Tecnología Maloka

Prisma e ingreso al Centro Interactivo, diseñado por Andrés Ferroni y Gonzalo Vargas en 1998. El primer nivel da a la Plaza Maloka y el subterráneo lleva a las salas de exposiciones interactivas.    Cristóbal von Rothkirch.

Sala de la biodiversidad y Sala de exposiciones interactivas. El jeep de la derecha se levanta como una demostración de palancas.    Cristóbal von Rothkirch.

La Plaza Maloka, el Cine Domo y el Prisma fueron considerados como ejemplos representativos del diseño urbano en la Bienal Nacional de Arquitectura.    Cristóbal von Rothkirch.

Texto de: Enrique Santos Molano

Una de las grandes cosas que le han ocurrido a Bogotá en los últimos ocho años ha sido la creación de un Centro Interactivo de Ciencia y Tecnología.

Maloka, que adoptó el nombre de antiguas habitaciones indígenas, es la conexión más directa de Bogotá, y del país, con el siglo xxi. Inaugurado en diciembre de 1998, Maloka constituye un museo de los denominados de tercera generación, ubicado en un edificio de construcción subterránea, de ocho metros de profundidad, primera etapa de la sede definitiva, que suma 10 184 m2 de área construida, y 7 000 m2 de plaza pública, para un total de 17 184 m2. Una arquitectura moderna, de tendencia futurista permite apreciar los elementos predominantes entre los que descuellan un domo y un prisma acristalado. El Cine Domo tiene capacidad para 314 espectadores, y su pantalla esférica de 180 grados y 58 millones de microperforaciones, ofrece una resolución altísima y les da a los espectadores una indefinible sensación de realismo. En cierta forma los vuelve partícipes de la proyección, que se hace en formato doble del cine comercial, es decir, en 70 milímetros, y que posee un poderoso sistema de sonido de 30 000 vatios.

La exposición permanente del Museo Maloka está compuesta por unos 300 módulos interactivos dispuestos en 9 salas de exposición: sala de los niños, sala de la ciudad, sala de las telecomunicaciones, sala del agua, sala del universo, sala del petróleo, sala del ser humano, sala de ciencia y tecnología en Colombia y sala de la biodiversidad.

La sala de la ciudad brinda una perspectiva sugestiva sobre el pasado, el presente y el futuro de Bogotá, que hace entender la evolución arquitectónica de la capital y las características de sus habitantes, gracias a juegos didácticos que permiten al espectador participar en la planeación y la construcción de la urbe de sus sueños, mediante el conocimiento de los factores urbanos cosmopolitas por los cuales se rigen y progresan las grandes ciudades del mundo.

Situado en el sector de El Salitre, carrera 68D n.º 40A-51, el Museo Maloka brinda también servicios de exposiciones temporales, cine, restaurante, café internet, aulas, almacén, guardarropas, estacionamiento, coches para niños, sillas de ruedas y alquiler de espacios para eventos. Tiene laboratorios con animales vivos para los clubes de ciencias, y sus exposiciones itinerantes abordan materias como matemáticas, electricidad, magnetismo, percepción y astronomía. La franja cultural comprende conciertos, títeres, cuentería, y espectáculo de fuentes y ferias. El recorrido de Maloka puede durar entre tres y cinco horas.

Desde su fundación, Maloka ha estado dirigido por la científica colombiana Nohora Elizabeth Hoyos, gestora y diseñadora del trascendental proyecto, reconocido ya como una de las obras de mayor impacto en la enseñanza de la ciencia en Latinoamérica.

Maloka hace parte del conjunto maravilloso de obras culturales que, desde finales del siglo xx, han transformado la vida de la capital, llenándola de calidad en todos los sentidos, pero sobre todo de calidad en el conocimiento.

En el caso de Maloka los misterios del conocimiento científico han dejado de serlo y han puesto con la mayor sencillez, al alcance de niños, jóvenes y mayores, los temas más complejos, que antes parecían reservados al uso exclusivo de los sabios.

Como la Expedición Botánica de Mutis, Maloka les abrió a los colombianos un horizonte insospechado.