Cocina

Texto de: Alberto Saldarriaga Roa

De ser un lugar oculto, reservado a las empleadas, la cocina ha pasado a ser un espacio visible, organizado como un laboratorio de preparación de alimentos, con el apoyo de nuevas tecnologías de almacenamiento, preparación y cocción. De ser un lugar atiborrado de utensilios y aparatos disjuntos, la cocina ha pasado a ser un objeto de diseño que incorpora a su vez, en los utensilios y aparatos, los aportes de muchos diseñadores contemporáneos.

Las primeras aproximaciones al diseño de la cocina moderna se dieron en Alemania hacia 1930, guiadas por principios y criterios emanados de la Bauhaus. La introducción del gas y de la electricidad desalojaron las huellas poco agradables del carbón, material que, a lo largo del siglo xix, fue la fuente de calor para usos industriales y domésticos. Los muebles metálicos, más livianos y fáciles de remover, sustituyeron las pesadas cocinas anteriores en mampostería y hierro.

En la segunda mitad del siglo xx, gracias a la combinación de diseño y tecnología, se produjo la que puede calificarse como la “gran revolución” de la cocina. La industria, por una parte, contribuye con materiales más nuevos y adecuados. Los diseñadores aprovechan esa disponibilidad para concebir espacios integrales, visualmente atractivos, en los que el área para comer se incorpora ya como una necesidad.

En muchos apartamentos contemporáneos la cocina se integra al comedor y, por ende, al área social. Esto señala que el ritual de la comida se hace ya a la vista de todos, que se invita a la participación y que la belleza del diseño, tanto de la cocina como de sus utensilios, permite hacerlos visibles en el espacio de la vivienda.