Convento de San Agustín - Tunja

Convento de San Agustín. Tunja, 1978 - 1984.   Antonio Castañeda Buraglia.

Convento de San Agustín. Tunja, 1978 - 1984.   Antonio Castañeda Buraglia.

Convento de San Agustín. Tunja, 1978 - 1984.   Antonio Castañeda Buraglia.

Convento de San Agustín. Tunja, 1978 - 1984.   Antonio Castañeda Buraglia.

Texto de: Alberto Saldarriaga Roa

Tunja 1978 - 1984

Este convento de la Orden Agustiniana se terminó en 1603. La orden lo ocupó hasta 1822. A partir de entonces tuvo varios usos, el último como cárcel. Los maltratos lo arruinaron. Ya iniciada su demolición, se propuso recuperarlo para alojar la Academia de Historia y el Archivo Histórico de Tunja, una biblioteca y una sala de exposiciones. El convento, en la esquina de un gran predio, sigue las pautas de la arquitectura conventual colonial, con un gran patio central, a uno de cuyos lados está el templo. Entre sus rasgos especiales está la gran escalinata "imperial" que une los dos pisos y la forma y ornamentación de columnas y arcos. El templo, de una sola nave, con crucero, presbiterio y dos capillas, forma en su fachada un pequeño atrio y remata en una amplia y elaborada espadaña. El convento fue dinamitado y sólo quedó en pie poco más de la mitad de su estructura. Las exploraciones hallaron elementos originales cubiertas con cerchas de madera, cielo rasos en caña, muros de adobe y pinturas murales. La iglesia conservaba la estructura de cubierta y restos de la bóveda "carpanel" de su interior, del siglo xviii, así como vestigios de la cárcel.

Los estudios previos incluyeron desde exploraciones arqueológicas hasta análisis de fuentes históricas. Se planteó una intervención restauradora y didáctica, que librara al convento de elementos ajenos, pero dejara trazas de las intervenciones ulteriores. La consolidación estructural de los muros de adobe fue uno de los primeros trabajos. Se reconstruyó en acero la arcada faltante en el patio principal. Los nuevos elementos se elaboraron artesanalmente. Las columnas de piedra originales, encaladas y pintadas de rojo, se conservaron tal cual. Los boquetes en los muros de adobe se reemplazaron por vidrio templado que ayuda a entender la restauración y mejora la luz interior. La iglesia se adecuó como biblioteca. La bóveda interior fue reconstruida y las celdas en la zona del presbiterio entraron a formar parte del depósito de libros. Se restauraron las pinturas murales descubiertas en el convento, en especial las del patio principal y la serie sobre la vida de san Agustín en el segundo piso.